2020|es|12, Navidad en tiempos de pandemia: nos mueve la esperanza


NAVIDAD EN TIEMPOS DE PANDEMIA: NOS MUEVE LA ESPERANZA


Saludos queridos amigos y amigas lectores del Boletín Salesiano. Hoy, a las puertas de la Navidad deseo compartirles un diálogo entre una nieta y su abuela, abuela sabia que conocía el corazón humano después de tanta experiencia en el camino de la vida. Dice así:


–¿Abuela, si fueras mi Hada Madrina, qué regalo me harías? –le preguntó la Niña a su Abuela.

–Si fuera tu Hada Madrina, no te daría vestidos ni carruajes –sonrió la anciana a la pequeña–, sino un conocimiento: el del ARTE DE SABER VIVIR CON ESPERANZA.

Para que supieras desde joven que el tiempo pasa y no se recupera, y no lo pases nunca donde no te permita tener una vida plena y llena de sentido con quienes lo desees, con quienes ames, con quienes más te necesiten.

Para que dulcemente entierres el hacha de guerra interna, para que tu camino en la vida te produzca Paz, pues hasta el día en que partas verás cosas que querrías cambiar.

Para que tomes la decisión de bailar con el viento del cambio y las mareas, pero con los pies bien anclados en la tierra de tu intención, de tus sueños, de tu deseo de ser muy humana y muy divina al mismo tiempo.

Para que no renuncies nunca a que tu corazón sea grande, capaz de acoger en él todo lo que tiene vida y la vida de cuantos lleguen a Ti.

Eso te regalaría, pequeña, pero tú ya tienes tu Hada Madrina: LA VIDA y EL AMOR QUE DIOS TE ENTREGA EN ELLA.


Amigos y amigas, aún con la perplejidad de un año 2020 que estamos viviendo y que tan difícil, extraño, duro y doloroso nos está resultando, en particular para tantas familias y hogares, para tantos ancianos, tiene pleno sentido mirar con esperanza la Vida y también la Luz que aporta y ofrece el Señor de la Vida.

En un año donde la pobreza de tantos se ha disparado, pero también la generosidad de muchos, donde ha habido despedidas dolorosas de seres queridos, pero también silencios y miradas que han abrazado, tiene pleno sentido, como en el caso de la abuela a su nieta, desearnos esa vida que se construye día a día, a veces con lágrimas y cansancios, pero también con sonrisas, con sueños, con esperanza.


La festa del Natale ritorna con il suo carico di luce e di speranza. 

Anche quest'anno, non certo favorevole alle feste con il covid che ancora non vuole lasciarci, il presepio di Betlemme appare dinanzi ai nostri occhi e alla nostra memoria in tutta la sua essenzialità umana. Maria e Giuseppe grazie alle indicazioni di un passante il cui nome è rimasto sconosciuto per la storia trovano una grotta adibita a stalla e lì consumano l'ultima notte di attesa. Gesù nasce così assolutamente povero. La iconografia artistica ha contornato quel trio composto da Maria Gesù e Giuseppe di angeli e di stelle. Eppure quante paure e trepidazioni! Anche oggi alcune foto cronache dei nostri giorni ci mostrano bambini soli e abbandonati nella loro inerme e innocente debolezza. Il Natale mette di fronte ciascuno di noi con gli eterni valori portati da questo bambino incarnato per una umanità affamata e a volte ammalata priva di un orizzonte raggiungibile e forse anche di una bussola di vita. Una umanità che nella pandemia si sente più fragile, per niente piena di potere, ma che ha bisogno di speranza, una speranza che nasce nel piu profondo del nostro essere umani ed essere imagen y semejanza del Dios que es Amor.

Per questo il Presepio si ripropone attuale e foriero di una ripartenza capace di farsi carico di ogni fratello. Il covid ci costringe ad allentare relazioni e a rinchiuderci mentre il bambino Gesù ci invita ad aprirci fino a dare la nostra esistenza o parte di essa al prossimo. E' una luce che si coniuga con l'amore. Per questo la festa del Natale ci aiuta a vivere anche la precarietà, il limite e la malattia e ci aiuta a ricominciare ogni mattina con fede e speranza.

En el saludo de Navidad que he escrito para enviar en algunas tarjetas postales elegí un brevísimo texto precioso y profundo del Papa Benedicto XVI en su encíclica ‘Spes Salvi’ (En esperanza fuimos salvados, Rm 8,24) que les comparto a ustedes, y que nos habla justamente de cómo la vida es camino y meta, cómo es un viaje en el mar de la historia, a veces entre borrascas que pueden tener el nombre de pandemia Covid o de otros pandemias con las que convivimos a diario y que tanto daño nos pueden hacer. Un viaje donde las verdaderas estrellas que nos guían son personas que irradian luz y esperanza, hasta llegar a quien es la Luz por antonomasia, Jesús el Señor, el Hijo de Dios y de María, que puso su tienda entre nosotros en aquella noche de Navidad. Este es el saludo, estas son las bellas palabras:

La vita umana è un cammino.

Verso quale meta?

Come ne troviamo la strada?

La vita è come un viaggio

sul mare della storia,

spesso oscuro ed in burrasca,

un viaggio nel quale scrutiamo gli astri

che ci indicano la rotta.

Le vere stelle della nostra vita

sono le persone

che hanno saputo vivere rettamente.

Esse sono luci di speranza.

Certo, Gesù Cristo è la luce per antonomasia,

il sole sorto sopra tutte le tenebre della storia.

Ma per giungere fino a Lui

abbiamo bisogno anche di luci vicine

di persone che donano luce traendola dalla sua luce

ed offrono così orientamento per la nostra traversata.

E quale persona potrebbe più di Maria

essere per noi stella di speranza

lei che con il suo «sì» aprì a Dio stesso

la porta del nostro mondo;

lei che diventò la vivente Arca dell'Alleanza,

in cui Dio si fece carne,

divenne uno di noi,

piantò la sua tenda in mezzo a noi?

(Spe salvi, 49)

Amici ed amiche, Buon Natale, dunque, ad ogni famiglia, a tutti ed a quanti si sentono soli ed abbandonati ma mossi dalla speranza.