2009|es|04: Un vasto movimiento para los jóvenes: Mismo carisma, misma misión

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de Pascual Chávez Villanueva


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N VASTO MOVIMIENTO

PARA LOS JÓVENES

MISMO CARISMA

MISMA MISIÓN


Los jóvenes, ante todo, son el don de Dios a la Familia Salesiana. No son simples beneficiarios de una actividad; son nuestra vocación. El Señor le indicó a San Juan Bosco los jóvenes, especialmente los más pobres, como primeros y principales destinatarios de su misión (CDC 21)

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a he indicado, queridos lectores, que la grande Familia Salesiana posee el mismo carisma y la misma misión: trabajar para le educación y el bien moral y espiritual de los “jóvenes más pobres y abandonados”. Es el corazón de toda la experiencia de Don Bosco, su don, su carisma, transformados en experiencia, don, carisma de quienes lo siguen en esta pasión. Su especial vocación había brotado de una llamada especial que el Señor varias veces le había dirigido a través de sueños proféticos y de la lectura atenta de la historia social de Turín. El período que siguió a los años ’50 es el de la primera revolución industrial: muchachos y jóvenes bajan por tropeles de los valles para ofrecerse como mano de obra de bajo costo a las industrias manufactureras, a los talleres de artesanía, a los edificios en construcción. Muchos de ellos, sin defensa ni cultura ni habitación fija, son víctimas de injusticias, abusos y violencias, pasan por incertidumbres, miedos, privaciones y pierden la alegría de vivir. Algunos escogen el camino de la delincuencia. Fue cabalmente su experiencia con los muchachos encarcelados que sacudió a Don Bosco, estimulándolo hacia un modo nuevo de ser sacerdote: “Ver a montones de chicos… sanos, robustos, de inteligencia despierta... allí inactivos, roídos por los insectos, carentes de pan espiritual y material, fue algo que me hizo estremecer" 1.


He aquí un primer elemento que registrar: Don Bosco ha sabido interpretar la realidad social y sacar consecuencias. Así nació en él una inmensa compasión por esos chicos. Frente a los más desheredados y explotados, sintió la urgencia de ofrecerles un ambiente acogedor y una propuesta educativa que pudieran responder a sus necesidades: “Fue en esa ocasión que me di cuenta que muchos eran... abandonados a sí mismos. ¿Quién sabe –me decía- si estos jóvenes tuvieran afuera a un amigo que los cuidara, los siguiera y los instruyera en la religión... quién sabe que no lograran mantenerse alejados de la ruina o a lo menos reducir el número de los que vuelven a la cárcel? Comuniqué este pensamiento a Don Cafasso (su director espiritual – ndr) y con su consejo y sus luces me dediqué a estudiar la forma de realizarlo"2. He aquí un segundo elemento que registrar: la fantasía pastoral que llevó a Don Bosco a buscar con creatividad y generosidad respuestas convenientes a los nuevos desafío, lo cual exigía la creación de estructuras que pudieran hacer posible un mundo alternativo y mejor para esos muchachos.


Don Bosco quería “prevenir, acogiendo a los muchachos que llegaban a Turín buscando trabajo, a los huérfanos y a los abandonados por sus padres. Comenzó por ofrecer una propuesta educativa centrada en la preparación al trabajo que ayudara a recobrar dignidad y confianza en sí mismo, integrada por la oferta de un ambiente positivo, rico de alegría y amistad en el cual, casi por contagio, se pudieran asumir valores morales y religiosos. Los jóvenes eran tantos y sus necesidades todavía más; él se consumía por ellos, seguía soñando, pero comenzaba también a transformar los sueños en realidad: contar con “un ejército de colaboradores” que pudieran enfrentar la gran emergencia educativa de esos tiempos de primera industrialización. La Familia Salesiana habría sido ese “ejército” suyo: clérigos, sacerdotes, religiosos y religiosas, seglares comprometidos ricos y pobres, solteros y casados, los jóvenes mayores educados para ser leaders de sus compañeros. A Don Bosco nunca le bastaban los colaboradores: comprendía cuán grande e importante fuera esta misión de la salvación de los jóvenes desde el punto de vista humano, social, moral, espiritual y religioso.


Amados lectores, más conozco la Congregación y más cuenta me doy de cuánto la Familia Salesiana se haya esforzado por ser fiel a esta misión de mantenerse cercana y solidaria con los más necesitados, ayudando las realidades juveniles que la sociedad con demasiada frecuencia no ayuda: chicos débiles y marginados, dropouts, de la calle, niños soldados, niños trabajadores, niños explotados en el “maldito” turismo sexual. También hoy hay mucho que hacer. He aquí por qué los llamo a “llenarse” de la pasión de Don Bosco. “¡Juntos se puede!”: antes que slogan político debe ser lema de lo que creen en el bien. Juntos podemos ofrecer a los jóvenes caminos de esperanza y de auténtica realización para continuar el sueño de Don Bosco de verlos felices, antes aquí en la tierra y después en el cielo. Con él, también yo, sucesor suyo, tengo un sueño: el de una Familia Salesiana renovada en el carisma y apasionada por la misión.

1 Bosco, G., Memorie dell'Oratorio, a cura di Ferreira A., LAS Roma 1992 pag. 104

2 idem

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