2009|es|01: Un vasto movimiento para los jóvenes: La semilla convertida en arból

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GUINALDO 2009

de Pascual Chávez Villanueva


UN VASTO MOVIMIENTO PARA LOS JÓVENES

LA SEMILLA CONVERTIDA EN ÁRBOL


Así damos inicio a una obra… ¿quién sabe si esta partida, si este poco, no será como una semilla que poco a poco se irá extendiendo y producirá un gran bien? (MB XI,328).


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on algunas de las palabras que Don Bosco dirigió a los primeros misioneros que salían para Argentina el 11 de noviembre de 1875. Eran sus antiguos muchachos los que se iban, los más disponibles, los más generosos: los que él había crecido con amor grande y formado para que fueran animadores y educadores de sus mismos compañeros. No habían gozado de un largo íter formativo, pero habían vivido junto a él, respirando el amor a la vida, la alegría de la amistad con el Señor, la sencillez y la profundidad de la oración cotidiana, el deseo de una constante donación a los jóvenes más pobres y abandonados. Eran los primeros brotes nacidos del corazón de Don Bosco, semilla capaz de engendrar un grande árbol: la Familia Salesiana, vasto movimiento de personas orientado por un mismo dinamismo pastoral y apostólico: la misión juvenil, no solo en Valdocco sino también en tierras lejanas. Hoy los salesianos son casi 16.000, presentes en 130 países del mundo. La palabras de Don Bosco se han realizado: “Así damos inicio a una obra... ¿quién sabe si esta partida, si este poco, no será como una semilla que poco a poco se irá extendiendo y producirá un gran bien?”. Sí, la semilla ha germinado en modo alentador, el bien se ha multiplicado y ha tenido una expansión impresionante: la Familia Salesiana ha crecido como un grande árbol, multiplicando sus ramas.


Los salesianos están hoy empeñados en favor de los jóvenes, ya sea para educarlos como para promoverlos en el camino de su maduración cristiana y espiritual. Oratorios, centros juveniles, escuelas, instituciones profesionales, hospedajes para menores y/o muchachos de la calle, centros de rescate para muchachos que han sufrido abusos o han sido destruidos por experiencias negativas, misiones, parroquias, centros de comunicación social, de espiritualidad... La fantasía apostólica de Don Bosco ha hallado su plena realización en esta variedad de obras, que en su conjunto expresan plenamente las riquezas de la misión salesiana y representan la encarnación del servicio salesiano en un contexto determinado, en respuesta a las necesidades de los jóvenes. Don Bosco no movió paso, no dio origen a iniciativa sino empujado por su vocación fundamental: buscar el bien de lo jóvenes. Había comenzando ocupándose solo de la juventud masculina, pero muy pronto el Señor le hizo intuir que hacía falta activar el mismo movimiento también a favor de las chicas. Se decidió a fundar una institución para ellas por la insistencia de varias personas, por la constatación del estado de abandono y pobreza en que hallaban muchas jóvenes, por el contacto con diversos institutos femeninos, por su devoción mariana, por las palabras de Pío IX que lo animó a recorrer este camino, por repetidos “sueños” y hechos extraordinarios que él mismo ha narrado.


Contemporáneamente en Mornés, en las colinas del Monferrato, la joven María Dominga Mazzarello había comenzado a animar un grupo de jóvenes mujeres que se dedicaban a las chicas del pueblo, con la finalidad de enseñarles un oficio y orientarlas hacia la vida cristiana. A la distancia, dos señales en la misma longitud de onda lanzaban un mensaje idéntico: debía nacer también para las chicas el ambiente educativo que había en Valdocco para los chicos. El encuentro de Don Bosco con María Mazzarello y el acuerdo para la misión común permitieron mover los primeros pasos que dieron vida, forma y desarrollo a la nueva institución. Trece años después del origen de los salesianos (1872) tenemos así el de una nueva rama del carisma: el Instituto de las Hijas de María Auxiliadora. Hoy las HMA son casi 14.500 y trabajan con entrega generosa en obras educativas, sociales, de promoción de la mujer, en misiones y obras de evangelización.


Pero no era suficiente todavía. El sueño de Don Bosco era grande, y grande el bien por cumplir. Eran necesarios para la vida consagrada y para el tejido vivo de la sociedad. De aquí la idea de los cooperadores. La de ellos habría sido una espiritualidad del cotidiano: el cooperador habría realizado su apostolado en los compromisos familiares, matrimoniales, profesionales, sociopolíticos y culturales, a más que en los eclesiales. Con sencillez y eficacia se ha desarrollado, por lo tanto, esta primera rama laical: Don Bosco tendía a agregar el máximo número de personas. Lo que más le importaba era que fueran auténticos colaboradores para la salvación de los jóvenes. Hoy los salesianos cooperadores son cerca de 30.000. Participan, según su estado laical, en la misión y espiritualidad de sdb e hma. Ya viviendo Don Bosco la semilla había germinado en modo vigoroso, dando origen a las primeras ramas del grande árbol de su “familia”. Este crecimiento era acompañado, según su pensamiento, por la ayuda constante de María Auxiliadora. “La Virgen lo ha hecho todo”, solía repetir. Para mantener viva la atención en Ella, Don Bosco quiso activar la Asociación de los Devotos de María Auxiliadora, otro grupo de familia que tiene grande difusión en el mundo.

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