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1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
HACIENDO CAMINO DE FIDELIDAD
Un saludo ante la proximidad del CG28
1. LA HORA DEL CG28 Y LOS JÓVENES.– 2. ¿CÓMO ESTÁ NUESTRA CONGREGACIÓN? – Debili-
dades que se manifiestan con más claridad.— 3. LA DIMENSIÓN MISIONERA DE LA CONGREGACIÓN
ES UNA FUENTE DE ESPERANZA.
Mis queridos Hermanos:
En mi reciente carta sobre la convocatoria del CG28, fruto de la re­
flexión del Consejo General del mes de abril y de mi mirada personal
sobre la Congregación, os decía que lo que consideramos como una
hermosa oportunidad que, sin duda, lo mismo que todos los Capítu­
los Generales, va a ser, para nuestra Congregación Salesiana, un paso
hacia adelante en el camino de fidelidad al Señor, tras las huellas de
Don Bosco.
En el número 427 de las Actas del Consejo General se explicitaban
y concretaban muchos elementos a tener en cuenta en cada una de las
Inspectorías y Visitadurías de cara al Capítulo General.
Ahora aprovechamos la publicación del número 428 para hacer lle­
gar otras reflexiones y deliberaciones del Consejo General, así como la
información acerca de la actividad y servicios de animación del Rector
Mayor y de todos los miembros del Consejo General.
Para mí, es otra oportunidad de saludaros, queridos hermanos, con
una carta más coloquial, de comunicación fraterna y espontánea. Debo
confesaros que me siento muy identificado con el modo de escribir de
los primeros Rectores Mayores quienes, en contextos muy diferentes
de los nuestros, escribían las cartas a los hermanos con un tono tan
familiar y cercano que pareciera que tenían a todos los miembros de
la Congregación ahí mismo, ‘al alcance de la mano’, como si vivieran

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, núm. 428
todos en Valdocco. Esta grata sensación la he experimentado leyendo
muchas de las cartas de Don Rua, don Albera, o Don Rinaldi.
1.  LA HORA DEL CG28 y LOS JÓVENES
De esto ya hablé en la carta de convocatoria. El próximo Capítulo
General llama a nuestras puertas pidiendo su preparación en cada una
de las Inspectorías y Visitadurías. Puedo aseguraros que como Consejo
General lo estamos contemplando con gran esperanza, y no dudamos
de que va a ser otro tiempo de gracia y de soplo del Espíritu Santo para
nuestra Congregación.
En los meses transcurridos hasta el día de hoy puedo dar testimo­
nio de la gran cantidad de mensajes que nos han llegado, tanto de
Inspectorías como de hermanos particulares, agradeciendo el tema
elegido y animándonos a prepararlo y vivirlo como una gran oportu­
nidad para continuar por el camino de la fidelidad.
Desde la Secretaría General del Capítulo os ha llegado la petición de
organizar en cada lugar, en cada Inspectoría o Visitaduría, la consulta
a los jóvenes de nuestras presencias. Yo quisiera acentuar esto último.
Hermanos, preguntemos a los jóvenes, a todos los jóvenes, unas ve­
ces a los más cercanos, otras a los más alejados de nosotros (o nosotros
de ellos). Preguntémosles qué esperan de nosotros, qué necesitan de
nosotros, en qué podemos ayudarles y en qué pueden ayudarnos ellos
para crecer siempre en fidelidad al Señor, como Don Bosco. No deje­
mos pasar esta oportunidad. Ellos pueden ser los otros protagonistas
de nuestro Capítulo, y dado que su presencia en las asambleas capítu­
lares será, a lo sumo, ‘simbólica’ porque no dispondrán del tiempo que
nosotros nos damos, sí podrán estar presentes con su palabra juvenil
directa, valiente e incluso ‘atrevida’; palabra que nosotros acogeremos
con un corazón bien dispuesto.
A modo de ejemplo, y en el estilo coloquial del que os hablaba
antes, quiero compartir con todos vosotros dos mensajes que me han
llegado recientemente. El primero, de hace unos días, es una comuni­

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1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
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cación personal en facebook, y el otro, un testimonio recibido en una
de las últimas visitas que he realizado.
Os transcribo ambos mensajes tal como los han escrito los jóvenes,
incluso con la misma redaccion gramatical. En el primero decía una
joven animadora:
Mi querido don Ángel, acabo de ver su mensaje respecto al Capítulo Ge-
neral 28 y he decidido escribirle solo para contarle alguna cosa; el tema
para el Capítulo me ha parecido maravilloso. Ya me había tomado algo
de tiempo para pensar un poco sobre esa figura del salesiano que necesita
nuestra realidad y nosotros los jóvenes, inspirándome en la experiencia
personal que he tenido con los salesianos que me han acompañado a
lo largo de mi desarrollo. Y es que me parece que el Capítulo es algo que
tiene un impacto directo en nosotros, jóvenes en formación-acompaña-
miento o ya jóvenes animadores, puesto que somos muy sensibles hacia
los gestos que puedan tener con nosotros.
Y es que, no le voy a mentir, algunas veces me he sentido un poco triste
pues aparentemente para algunos salesianos parecen más importantes
otras cosas, como las cuentas, el material de las casas, la economía, los
edificios o establecimientos etc.
Pero al ver que se hace una llamada a priorizar las cosas del corazón,
me llena de alegría, en verdad me llena de mucha esperanza el hecho
de que desafíe a salir de la zona de confort pues necesitamos Salesianos
convencidos, soñadores, apasionados, que sean testimonio vivo del amor
de Cristo, y que sean para nosotros un ejemplo de todo lo que Don Bosco
profesaba.
Creo que así podemos enamorarnos cada vez más de este estilo de vida, y
así hacer crecen aún más nuestra hermosa familia salesiana, claro que
poniendo nosotros nuestra parte.
Los llevo en el corazón. Con mucho cariño. P.
En mi última visita a México, un miembro del Movimiento Juvenil
Salesiano, me entregó el escrito siguiente, después de leerlo en público:
Hola don Ángel. Antes de nada quiero saludarlo y agradecerle todo lo
que hace. Es un verdadero placer poder compartir un poco de mi comu-
nidad salesiana y mi experiencia como joven del movimiento salesiano.

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, núm. 428
Mi nombre es A.K. y tengo 23 años de edad, originaria de la franja
fronteriza de Nuevo Laredo, Tamaulipas. Verdaderamente es todo un
reto escribir estas palabras y saber que serán leídas por el sucesor de Don
Bosco, nuestro amado Don Bosco, la persona que ha inspirado a miles de
jóvenes a convertirse por amor a Dios a vivir experiencias inolvidables y
conocernos más íntimamente.
Le cuento que llevo conociendo a los salesianos 10 años. Tuve la gran
bendición de ver nacer un Oratorio desde un completo basurero; la di-
cha de ver cómo poco a poco se fue formando una comunidad que tenía
ganas de trabajar, de hacer la diferencia, de hacer crecer un espacio de
alegría, convivencia y paz para nuestros niños y jóvenes, un lugar donde
amar a Cristo libremente, entregando tiempo y esfuerzo.
A lo largo de este tiempo ha costado mantener un Oratorio vivo, rodeado
por ambiente de drogas, alcohol, narcotráfico, migración ilegal y donde
los más expuestos son los chavos (los chicos y chicas). Es difícil la lucha
que se vive día a día, una lucha de todos.
Es digno reconocer el apoyo de la comunidad salesiana y voluntarios que
nos acompañan, y que buscan liberar a jóvenes de estas situaciones. Pero
así mismo existimos jóvenes que estamos enamorados de Jesús y de Don
Bosco, jóvenes que hemos encontrado un segundo hogar, nuevos amigos
y donde podemos expresarnos y divertirnos sanamente.
Es por ello que los jóvenes de Nuevo Laredo queremos decirle a Don Bosco
que nosotros quisiéramos ser así de valientes, en el soportar tantas cosas
sin desesperarse y nunca rendirse, luchando siempre por sus sueños aún
sin imaginar que tan lejos podría llegar. Muchos de nosotros aún nos pre-
guntamos cómo es que entre tantos hemos sido elegidos para conocer y vivir
dentro de un Oratorio, y dentro de él aprendiendo a compartir su ejemplo.
Nos apasiona saber cómo dedicaste tiempo y vida para los más necesi-
tados, regalándoles un lugar donde convivir, enviando personas que
nos siguen transmitiendo esa energía para creer en Jesús y vivir según
tu ejemplo.
Muchos de nosotros no nos imaginamos una vida sin Don Bosco, sin Sa-
lesianos, y podemos afirmar que no estaríamos enamorados de Dios, de
una manera ‘super alocada’, llena de risas y grandes experiencias sin él.
Don Bosco, tú has guiado a los perdidos que sin saber el rumbo de su vida
han encontrado la respuesta dentro de esta casa, escuela, iglesia y patio.

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1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
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Por eso ahora quiero decirte, querido Don Bosco, gracias por motivar
siempre a los jóvenes; y quiero agradecerte el mantener viva a mi ‘Gran
Familia Salesiana’ donde he pasado los mejores momentos de mi vida,
donde he conocido personas maravillosas de las cuales sigo aprendien-
do, principalmente la dicha de amar a Dios de una manera que nunca
pensé; la dicha también de ser yo, haciendo lo que me gusta, sin miedos
ni vergüenzas ante los demás, viviendo simplemente al máximo este
carisma salesiano y así poder decir que mi opción es Cristo, al estilo de
Don Bosco.
Las dos comunicaciones nos dicen lo importante que es para estos
jóvenes el camino de vida que vienen haciendo en el ambiente sale­
siano en el que se mueven y cómo ese ambiente les ha llevado, y les
sigue llevando, al encuentro con Jesús; pero también cómo desean que
estemos a su lado, que hagamos camino con ellos, especialmente para
lo más importante, para lo más profundo, para lo que realmente toca
sus vidas y sus corazones.
Mientras escribo esto pensaba: Si el testimonio de dos jóvenes (entre
los miles que nos dirán qué esperan de nosotros) nos dice tanto, llegar
al Capítulo General contando con su palabra y sintiendo los latidos de
sus corazones, sin duda no dejará indiferente a la Asamblea Capitular,
pues el Espíritu Santo nos hablará también por medio de ellos. Porque
no olvidemos mis queridos hermanos que quienes dan plenitud a nues­
tras vidas, quienes realmente nos ‘salvan’ salesianamente, quienes nos
moldean vocacionalmente son los jóvenes, los muchachos y muchachas
del mundo a quienes el Señor nos llama y envía. No nos ‘salvará’ ni
fortalecerá nuestra vocación lo que nos ocupe y entretenga alejándonos
de los jóvenes. No nos hará más salesianos al estilo de Don Bosco la
mera administración y gestión de programas y proyectos. Solo ellos,
los jóvenes, harán nuestro corazón siempre más salesiano, al igual que
los muchachos de Don Bosco, con la gracia de Dios, le hicieron ser el
Don Bosco que dio hasta su último aliento por ellos.
Esta convicción sigue pidiendo de todos nosotros una presencia
afectiva y efectiva entre ellos. Una de las expresiones del Volver a
Don Bosco que tuvimos como programa de Congregación en años

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, núm. 428
pasados, y que ha de ser para siempre, es esta presencia afectiva y
efectiva entre los jóvenes. Lo cual supone, por nuestra parte, cuidar
ese corazón salesiano que vibra ante la realidad de nuestros jóvenes,
que sueña y espera siempre lo mejor para ellos, que quiere compartir
su camino de vida, que responde a lo que se dice en los dos mensajes
que os he copiado: que nos necesitan y quieren que estemos a su lado,
acompañándolos en su camino.
Mis queridos hermanos, recorriendo el mundo salesiano regreso
siempre conmovido y con el corazón muy lleno por el bien que la
Congregación hace en todas partes. Y al mismo tiempo me digo: ¡Qué
fascinantes serían el presente y el futuro de nuestra Congregación si
todos y cada uno de mis hermanos salesianos, en cualquier lugar del
mundo, hiciéramos cada día el propósito de ser y vivir cada vez más
entregados a nuestros jóvenes!
Es evidente que la Congregación goza de buena salud general. Y al
mismo tiempo pienso que se puede decir que la carta de Roma escrita
por Don Bosco es siempre actual. Su llamada de atención es de suma
actualidad, no porque no haya un clima salesiano en nuestras presencias,
sino porque en eso siempre tenemos que exigirnos más, mucho más.
Nuestro orgullo debería ser que todo muchacho o muchacha, en
cualquier casa salesiana del mundo, sintiera necesidad de la presencia
del salesiano amigo, hermano y padre, y lo pudiera encontrar siempre.
Hermanos, sin dramatizar me atrevería a decir que en el mundo
actual hay una cierta o gran ‘crisis de paternidad’. Son muy numerosos
los indicadores de esto que los especialistas ponen de manifiesto en
sus estudios. Pues bien, en las Casas salesianas, nuestros muchachos
y muchachas tendrían que encontrar ese clima que, en libertad, les
ayudara a crecer en todas las dimensiones de sus vidas. Tendrían que
encontrar personas que les acompañaran en ese recorrer caminos en
los que se sienten frágiles e inseguros. Tendrían que encontrar esos
educadores, salesianos y laicos que, porque llevan a Don Bosco en el
corazón y siempre ‘vuelven a él’, están dispuestos a acoger a cada joven
en su situación, tal como se encuentra.

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1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
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2.  ¿CÓMO ESTÁ NUESTRA CONGREGACIÓN?
Esta es una pregunta que me hacen a menudo durante las visitas a
las Inspectorías.
Obviamente una carta como esta no puede responder con la pro­
fundidad y extensión que exige el tema. En el CG28 presentaremos el
Informe sobre el estado de la Congregación.
Lo que sí puedo deciros, con toda sinceridad y objetividad, es que
la Congregación goza de buena salud. Seguimos recorriendo, o inten­
tando recorrer, un sereno camino de fidelidad. Con nuestras fuerzas y
fallos, como es natural, pero caminando tras las huellas de Don Bosco.
Las nueve «Visitas de Conjunto» realizadas hasta ahora han puesto
en evidencia lo que digo y así ha quedado recogido en las comunica­
ciones presentadas al término de las mismas.
He recalcado insistentemente, consciente de que es solo una pri­
mera indicación no exhaustiva:
¾¾Los jóvenes siguen siendo el objetivo principal de nuestra misión,
y han de serlo siempre más y más.
Y sobretodo los jóvenes más pobres y necesitados. En estos años
insistí muchísimo en recalcar esta prioridad. También los miem­
bros del Consejo General han reforzado este mensaje en sus
intervenciones en todo el mundo.
Somos una Congregación suscitada por el Espíritu Santo para los
jóvenes y, entre ellos, con prioridad absoluta, los más pobres y
necesitados.
No en todas las Casas salesianas del mundo los destinatarios son
pobres. Muchas veces las familias son familias sencillas, humil­
des, trabajadoras. Pero incluso la presencia de otros muchachos
menos necesitados, con su contribución está permitiendo ofrecer
educación, formación y evangelización a otros muchos que no
tendrían casi ninguna oportunidad si no se hubieran encontrado
con Don Bosco y las Casas salesianas.

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, núm. 428
Lo que sí vengo recordando a todas las Inspectorías del mundo
es que cuando haya que hacer un discernimiento o tomar una
decisión inspectorial del tipo que sea, se haga teniendo presente
que tal decisión habría de ayudarnos a ser más fieles al carisma
y a la opción prioritaria por los más necesitados. Y en caso de
duda, si la hubiera, este ha de ser el camino: los más pobres y
necesitados, como lo fue para Don Bosco.
¾¾Unido a la prioridad que damos a la presencia entre los jóvenes y
la opción por los más pobres, la evangelización y educación en
la fe ha de ser siempre una urgencia en nuestra Congregación.
«¡Ay de mí si no evangelizara!»1, dice el apóstol Pablo.
No pocas veces nos sentimos limitados. Los diversos contextos
sociales nos frenan en ocasiones, y no siempre sabemos bien
cómo actuar o nos sentimos sin fuerzas… Pero los esfuerzos por
llevar a cabo una verdadera evangelización y educación en la fe
son reales.
A esto se añade la sensibilidad por hacer llegar la misión sale­
siana también a las familias de nuestros jóvenes. Siempre hemos
reconocido que trabajar pastoralmente con las familias es ‘una
asignatura pendiente’. Nos lo recordamos continuamente y vamos
dando pasos. Estos años han sido elocuentes en este sentido.
¾¾Un esfuerzo significativo se está haciendo en el ámbito de la for-
mación, y particularmente en lo que tiene que ver con la forma-
ción de formadores, sea para el prenoviciado, sea en la formación
de los maestros de novicios, sea en la preparación de formadores
para las etapas ulteriores.
A esto se suma la tarea llevada a cabo en cuatro regiones de la
Congregación, en diálogo con el Rector Mayor y su Consejo, para
establecer un nuevo mapa de las casas de formación, tarea pen­
diente dados los cambios profundos experimentados en algunas
Inspectorías en estos últimos años.
11 Cor 9,16.

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1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
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Tal reorganización de las casas de formación se ha llevado a cabo
en la Región de Interamérica, en la Región de América Cono Sur,
y en las dos Regiones de Europa. Queda pendiente, pero con
firme propósito de afrontarlo por parte del Rector Mayor y su
consejo, en las Regiones de África y Madagascar, Asia Sur y Asia
Este y Oceanía.
Naturalmente el Capítulo General tendrá una palabra muy cualifica­
da que decir acerca de la formación de los Salesianos, en respuesta
al tema del Capítulo: «¿Qué Salesianos para los jóvenes de hoy?», y
tendremos sin duda una magnífica oportunidad para ser más fieles
también hoy, y responder a lo que el Señor espera de nosotros en
un mundo y en una sociedad compleja donde el carisma salesiano
es de suma actualidad y más necesario que nunca.
¾¾No es menor el esfuerzo que se está haciendo en la Congregación
en cuanto a la Economía y a la transparencia económica en todas
las partes del mundo. La realidad es desigual. Lo sabemos. Pero
es importante saber que se están dando pasos muy significativos.
¾¾En la Comunicación Social la realidad de las Inspectorías es va­
riada. Existen muchas que han dado pasos importantes para no
reducir la comunicación social al uso de los medios tecnológicos,
sino a valorizarla como lenguaje, como un medio para que la pas­
toral resulte más incisiva, y siempre con la clara opción de que el
bien que se hace sea visible y que se conozca.
En otras partes del mundo la realidad es más pobre y necesitamos
seguir creciendo.
Debilidades que se manifiestan con más claridad
¾¾En toda la Iglesia, la mayor de todas, que yo me atrevería a decir
que es común a la vida religiosa apostólica (o vida religiosa activa)
es la debilidad con la que testimoniamos que somos consagrados,
es decir, testigos de Dios. Que nuestra vida, por lo que somos y
no solo por lo que hacemos, ha de hacer visible y transparente la
humanidad de Dios en medio de la gente.

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, núm. 428
Hermanos, si bien el CG27 abordó seriamente esta realidad, y
hemos progresado, aún con todo sigue siendo uno de nuestros
puntos más débiles. Nos sentimos más cómodos en hacer, en
ser creativos, en gestionar y organizar, que en testimoniar con
nuestro vivir, orar, hablar y trabajar, que somos consagrados de
Dios. Me atrevo a calificarlo como ‘nuestro talón de Aquiles’.
¾¾Y también hemos de seguir creciendo en los próximos años en
el sentido de identidad y pertenencia a nuestra Congregación.
Creo que, al menos quienes ya no somos jóvenes en la Congrega­
ción, recordamos la advertencia que hacía don Egidio Viganò acerca
del peligro del genericismo. Pues tres décadas después un peligro
que se constata en algunos hermanos, —entre los que una parte
importante son los hermanos presbíteros que buscan un obispo
para incorporarse a su diócesis—, es justamente una débil identidad
salesiana, con un pobre sentido de pertenencia. A veces estamos
muy lejos de ese amor a Don Bosco del joven Juan Cagliero que
dice: «¡Fraile o no fraile, yo me quedo con Don Bosco!»2.
Hay otros dos elementos que considero muy importantes y de los
que he hablado en las setenta Inspectorías y Visitadurías en las que
he estado.
Desde los primeros meses de mi servicio como Rector Mayor vine
intuyendo algo que compartí con el Consejo General y que después,
juntos, hemos profundizado.
Mi gran sorpresa tuvo lugar cuando a finales de noviembre del
2016 el papa Francisco recibe a la Unión de Superiores Generales en
audiencia privada. Fue un encuentro de más de tres horas del Santo
Padre con 117 Superiores Generales, en el aula donde se celebran los
Sínodos de los obispos.
2 Cf. MBe VI, 257.

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El Papa nos habló de lo que llevaba en su corazón, como un padre
habla a sus propios hijos, conociendo muy bien nuestra condición de reli­
giosos; nos habló con toda libertad, sin grabaciones ni televisión ni otros
medios, y nos transmitió su visión de la Iglesia y de la Vida Religiosa.
En un determinado momento el Santo Padre nos comunicó su pre­
ocupación por dos grandes problemas que afligen a la Iglesia. Con
fuerza excepcional nos dijo que esos problemas se llaman clericalismo
y búsqueda de poder.
Y de inmediato pensé en nuestra Congregación porque a veces estas
tentaciones son tan fuertes que hay hermanos que sucumben ante ellas.
Además ellas son tan sutiles y disfrazadas de servicialidad que pueden
parecer un modo de actuar muy normal, adecuado y hasta correcto.
Cuando se dice clericalismo no tiene nada que ver con la condi­
ción de Salesianos presbíteros. En nuestra Congregación el noventa por
ciento de los Salesianos son también presbíteros y es un modo hermoso
de vivir la única vocación religiosa a la que hemos sido llamados: la de
ser Salesianos de Don Bosco, unos como Salesianos presbíteros y otros
como Salesianos laicos.
En cambio, el clericalismo tiene mucho que ver con creerse que,
por ser presbítero, posees toda la autoridad y que todo ha que pasar
por tus manos. Tiene que ver con la tentación de encumbrarse. Tiene
mucho que ver con crear dependencias, y hay hermanos a quienes les
encanta tener personas que ‘dependan de ellos’.
Al hablar de búsqueda de poder no me refiero a la autoridad; pues
si esta se vive con sentido evangélico de servicio, no hay ningún peligro
de búsqueda de poder… Pero cuando las responsabilidades, cargos y
autoridad se viven como poder (no pocas veces con soberbia), y se
actúa como quien tiene poder sobre otros, porque dependen de nues­
tros recursos económicos, o de conceder un trabajo, o de beneficiar a
uno u otro dependiendo del propio deseo…, en esos casos uno ha de
pensar y vivir siguiendo el Evangelio para no caer en las sutiles redes
tejidas por la tentación del poder.

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, núm. 428
Y no debemos creer, hermanos, que tal riesgo no lo podamos correr
nosotros. Todos, comenzando por quien os escribe, hemos de examinar­
nos de estas actitudes a diario ante el Señor y pedirle la gracia de vivir
permanentemente desde la donación y el servicio sencillo y transparente.
3. LA DIMENSIÓN MISIONERA
DE LA CONGREGACIÓN
ES UNA FUENTE DE ESPERANZA
No quisiera terminar esta carta, Hermanos, sin referirme a una úl­
tima realidad que considero importante.
Sabemos por nuestras Constituciones y Reglamentos que en la
Iglesia somos reconocidos jurídicamente como Congregación de Vida
Apostólica con un carisma preferencial por los jóvenes, entre ellos los
más pobres y abandonados. No formamos parte de las Congregaciones
carismáticamente misioneras.
Esto es así. Pero también sabemos que la dimensión misionera de
la Congregación era algo esencial y prioritario para Don Bosco y lo
es y ha de seguir siendo para nosotros hoy. En este sentido, la Con­
gregación sigue gozando de buena salud y el carácter misionero de la
misma se sigue intensificando. Siento una profunda alegría por ello y
con frecuencia doy gracias al Señor por este don y porque sigue cui­
dando a nuestra Congregación y llamando a muchos hermanos a vivir
su vocación salesiana con este carácter de Missio ad gentes, ad vitam.
En estos años, he visto aumentar las respuestas de los hermanos a es­
tas llamadas del Señor; he visto cómo en las Inspectorías se ha respetado
más esta llamada y la disponibilidad de los hermanos, aún al precio de
«perder» hermanos en el propio territorio para ofrecerlos a otras partes
de la Congregación. En casos concretos, he contemplado la generosi­
dad de muchas Inspectorías que tendrían sobrados motivos humanos
para decir que sus necesidades no les permitían ayudar a otros, pero
que, con mirada de fe y creyendo que realmente es el Señor quien llama,
han facilitado todos los procesos. Así ha sido, por ejemplo, en el caso de

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1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
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la creación de una comunidad internacional para la fundación de una
presencia en el campo de refugiados de Palabek (Uganda): varios Ins­
pectores han ofrecido a excelentes hermanos que necesitaban. Esto habla
de visión de fe, de sentido de Iglesia y de Congregación. Esto habla de
generosidad; no olvidemos que Dios nunca se deja ganar en generosidad.
He visto aumentar en un 60% el número de hermanos que, después
de un serio discernimiento personal e inspectorial, y en diálogo poste­
rior con el Rector Mayor y el Consejero General para las Misiones, han
mostrado su disponibilidad para la Missio ad gentes, ad vitam. No nos
quepa duda de que, junto con la pasión evangelizadora y educativa
por los jóvenes, la pasión salesiana por estar al lado de los más pobres
y necesitados, y el creciente deseo de acompañar más y mejor a las
familias y el camino de fe y de discernimiento vocacional de sus hijos,
la respuesta a la llamada misionera es otra de las grandes bendiciones
y un camino seguro para la fidelidad de la Congregación.
Me despido, queridos hermanos, con el mismo tono familiar y cer­
cano que he querido dar a esta carta, transmitiéndoles lo que llevo en
el corazón. Gracias a todos y cada uno de vosotros por la respuesta
generosa al Señor con corazón salesiano. Gracias por la vida de cada
uno de vosotros, mis queridos hermanos salesianos, verdadera riqueza
y patrimonio de nuestra Congregación. Gracias por desear hacer un
camino hermoso de autenticidad desde el Evangelio, con Don Bosco,
como Don Bosco, y siendo los Salesianos que el mundo de hoy y nues­
tros jóvenes esperan y necesitan.
Nuestra Madre Auxiliadora nos sigue acompañando. Ella lo ha he­
cho todo, Ella lo sigue haciendo todo, y Don Bosco sigue cuidando de
nosotros sus hijos, sigue cuidando de su amada Congregación.
Con verdadero afecto,
Roma, 8 de septiembre de 2018
Ángel Fernández Artime, sdb
Rector Mayor