401-450|es|430 ¡Abandónate, confía, sonríe!

¡Abandónate, confía, sonríe!


Carta con ocasión del 150 aniversario de la fundación

de la Asociación de María Auxiliadora (ADMA) - 18 de abril de 1869


Roma, 18 de abril de 2019

Jueves santo


Muy queridos hijos en Jesucristo:

El Señor sabe qué vivo es mi deseo de veros, de encontrarme en medio de vosotros, de hablaros de nuestras cosas, de consolarme con la recíproca confianza de nuestros corazones. Pero, por desgracia, queridísimos hijos, la debilidad de mis fuerzas, los residuos de mis antiguas enfermeda­des, los urgentes asuntos que me reclaman en Francia, me impiden, al me­nos por ahora, secundar los impulsos de mi afecto hacia vosotros.

Como no puedo visitaros a todos personalmente, voy por medio de esta carta, y estoy cierto de que apreciaréis el recuerdo continuo que conservo de vosotros, de vosotros que, igual que sois mi esperanza, sois también mi gloria y mi sostén. Por eso, deseoso de veros crecer cada día en celo y en méritos ante Dios, no dejaré de sugeriros de vez en cuando los diversos medios que creo mejores, de los que vuestro ministerio obtendrá un fruto mayor”1.


He querido comenzar esta carta no con mis palabras, sino con las de nuestro amado Padre, con el mismo afecto y con el gran corazón con el que escribía a sus hijos en 1885. Y con los mismos sentimientos de cercanía, deseo llegar a cada uno de vosotros, queridos hermanos y hermanas de toda la Familia Salesiana, escribiendo esta Carta con ocasión del 150 aniversario de la fundación de la Asociación de María Auxiliadora (ADMA), un año después del 150 aniversario de la consagración de la Basílica de María Auxiliadora en Valdocco, haciendo viva memoria de nuestro Padre.


También nos lo recuerda el papa Francisco: «Está viva en la Iglesia la memoria de san Juan Bosco, en cuanto fundador de la Congregación salesiana, de las Hijas de María Auxiliadora, de la Asociación de los Salesianos Cooperadores y de la Asociación de María Auxiliadora, y como padre de la Familia Salesiana de hoy»2. De hecho, la intuición de nuestro Padre nos ha llevado a hacer coincidir el evento del 150 aniversario de la fundación de la Asociación de Devotos de María Auxiliadora con el de la Basílica dedicada a Ella. Me parece que este aniversario justifica suficientemente esta carta mía, que está en continuidad con otras escritas por mis predecesores, y que puede ayudarnos a reavivar en nuestros corazones el mismo amor por la Madre de Dios que guio a Don Bosco a lo largo de su vida, recordando que sin María Auxiliadora seríamos cualquier otra cosa, pero ciertamente no seríamos Salesianos y tampoco Familia Salesiana.


Una de las experiencias más bellas de este año de animación de la Congregación Salesiana en las visitas de tantos países del mundo, fue la de conocer la hermosa realidad de la Familia Salesiana que el Espíritu Santo continúa suscitando y sosteniendo y, en ella, la consolidación de grupos de los devotos de María Auxiliadora. Me conmueve ver esta realidad en los lugares más remotos del mundo. Me conmueve encontrarme la experiencia de muchos jóvenes que han fundado la ADMA Jóvenes y que desean enriquecer, con su visión y con su fuerza, esta hermosa realidad de devoción a nuestra Madre, tan querida por el propio Don Bosco. Me conmueve llegar, como lo haré en este mes de abril, a lugares tan inimaginables como la tierra del pueblo Bororo (Brasil) –el mismo lugar donde dos hermanos, el padre Rodolfo Lukenbein y el indio Simão Cristao Bororo, fueron martirizados–, y encontrar un hermoso grupo de la ADMA: hombres, mujeres y jóvenes, que al final de la Eucaristía cantarán, en ese lugar santo, a María Auxiliadora en la lengua de su pueblo. Hasta allí llega la gloria anunciada por la Madre: "ESTA ES MI CASA, DE AQUI SALDRA MI GLORIA [HIC DOMUS MEA, INDE GLORIA MEA]"3.


Fue el CG21 el que nos invitó a renovar la dimensión mariana de nuestra vocación, revisando nuestras convicciones y llevándonos a hacer una evaluación cuidadosa de nuestra devoción a la Auxiliadora como Salesianos de Don Bosco. Esto, sin duda, puede ser en una sugerencia útil para toda la Familia Salesiana en el mundo, de tal manera que actualicemos hoy la llamada que don Egidio Viganò nos dirigió hace tiempo, cuando nos invitó a "acoger a María en nuestra casa»4.


Con el deseo de mantener, cada vez más, a María Auxiliadora en casa, os ofrezco, en estas páginas, una sencilla reflexión sobre nuestro estar aferrados a la Eucaristía y a María Auxiliadora, en el camino recorrido en estos 150 años, sobre el carácter popular del carisma salesiano que se nos fue confiado como un tesoro para custodiar, y sobre el camino a seguir desde la casa de la Auxiliadora a nuestras casas5. Me da una gran serenidad saber que incluso hoy, siguiendo estas huellas, somos fieles al camino recorrido por Don Bosco y que, como seguramente sabemos, la devoción a la Madre de Dios ha caracterizado y marcado fuertemente toda la espiritualidad de Don Bosco.



1. AFERRADOS A LA EUCARISTÍA Y MARÍA AUXILIADORA.


En la iglesia dedicada en Turín a María Auxiliadora, con autorización del Excelentísimo y Reverendísimo Arzobispo de Turín queda canónicamente instituida una Asociación de sus devotos, que se proponen promover las glorias de la divina la Madre del Salvador, para merecer protección durante la vida y especialmente en punto de muerte. Se proponen dos medios especiales: extender la devoción a la Beata Virgen y la veneración a Jesús Sacramentado"6.


Así comienza el Reglamento escrito por Don Bosco con motivo de la institución de la Asociación de Devotos de María Auxiliadora, que fue fundada por él y aprobada por el arzobispo de Turín, Alessandro Riccardi, el 18 de abril de 1869, y de la que estamos celebrando el 150 aniversario de su fundación: "Es, de modo excelso, ejemplo de un amor de predilección a los jóvenes, en particular a los más necesitados"7.


Es significativo que este aniversario coincida este año con el Jueves Santo, para subrayar cómo el culto eucarístico es, con la devoción a la Inmaculada Auxiliadora, el punto fundamental para la espiritualidad y la vida de la Asociación. La referencia se hace a las dos columnas del sistema educativo y de la espiritualidad salesiana. El Cristo que domina la existencia de Don Bosco es, predominantemente, el Jesús vivo y presente en la Eucaristía, el Pan de la vida, el Hijo de María, Madre de Dios y de la Iglesia. Don Bosco vivió de esta presencia y en esta presencia. La Eucaristía sacrificio y sacramento, la Eucaristía que nos nutre, la Eucaristía presencia real y adorable es, en la vida de Don Bosco, fuerza y consuelo, fuente de paz y, al mismo tiempo, fuego de actividad. Para el camino de crecimiento, suyo y de los jóvenes, no hay camino a la santidad sin la Eucaristía. La Eucaristía es la piedra angular para la conversión radical del corazón al amor de Dios. La centralidad de Cristo se vive, en el espíritu salesiano, con una extraordinaria sensibilidad de contemplación y de amor a la Eucaristía.



1.1. En la estela de san Francisco de Sales


Cuando Don Bosco decidió fundar una asociación mariana, pensó en los miembros como "devotos" de María Auxiliadora. Esta pequeña palabra, antigua y, hoy en día, pasada de moda, es la clave para entrar en el corazón incandescente de la relación que une a Don Bosco con la Auxiliadora. San Francisco de Sales enseña que la "verdadera devoción" tiene que ver en primer lugar con el amor de Dios, de hecho, no es otra cosa que el amor auténtico que recibimos de Dios (gracia) y nos capacita para corresponder a sus dones. (caridad). Por esta razón, los "devotos" son aquellos que "vuelan" en el camino de la santidad, ya que la "verdadera devoción" perfecciona en ellos cada acción y cada trabajo, desde el más pequeño hasta el más grande, haciendo a los "devotos" más cordiales y simpáticos, más valientes y dispuestos para entregarse, cada uno según su propia vocación y misión en la Iglesia8.


San Francisco de Sales, de hecho, al escribir la Filotea con el subtítulo Introducción a la vida devota, propone un camino de vida cristiana caracterizado por un gran gozo y profundidad espiritual, donde la devoción no es en absoluto devocionalismo: es "la santidad vivida en la punta de la caridad". San Francisco de Sales define claramente su pensamiento a este respecto: "La devoción no es otra cosa que una agilidad o viveza espiritual por cuyo medio la caridad actúa en nosotros y nosotros actuamos en ella con prontitud y alegría"9. Al leer con atención, entendemos que el protagonista de la devoción es Jesús, que con su amor –su caridad, "actúa en nosotros" y hace que "nosotros actuemos en ella". Ser devotos significa, entonces, saber adquirir una disposición habitual de caridad. Solo es posible si al menos la punta del corazón permanece siempre inmersa en Jesús para que podamos seguir con prontitud las inspiraciones que nos brinda.

Al presentar a los devotos, san Francisco de Sales nos dice que "son hombres con corazones angélicos o ángeles con cuerpos humanos; no son jóvenes, pero lo parecen por mostrarse llenos de vigor y agilidad espiritual; están dotados de alas para volar y se elevan hasta Dios por medio de la oración, pero tienen también pies para caminar con los hombres en una santa y amable conversación; sus rostros son hermosos y alegres porque todo lo reciben con dulzura y suavidad; sus piernas, sus brazos y sus cabezas quedan al descubierto, demostrando que sus pensamientos, sus afectos y sus acciones no tienden otro objeto que agradar a Dios. El resto del cuerpo está vestido de una túnica hermosa y ligera porque usan de este mundo y de las cosas de la tierra de modo puro y sincero, tomando solo lo estrictamente necesario a su condición»10.


Aquí parece que volvamos a oír las palabras de don Eugenio Ceria, cuando describe cómo Don Bosco vivía la unión con Dios: "En efecto, parece haber sido su don el no dejarse nunca distraer del pensamiento amoroso del Señor, por muchas, graves y continuas que fueran sus ocupaciones y preocupaciones"11. Don Ceria concluía diciendo que cada acto de la vida ejemplar de Don Bosco, hiciera lo que hiciera, era oración.


La devoción es un camino que apunta alto, a las raíces de la santidad y del carisma salesiano, y representa ese "estar alegres" que ya podemos tratar de vivir ahora en la tierra y luego disfrutar, para siempre, en el paraíso. Obviamente, un diseño tan hermoso, si por un lado nos fascina, por otro lado, puede intimidar hasta el punto de desalentar su inicio. En respuesta a esta posible tentación, san Francisco de Sales es estricto (cf. Teotimo) al recordar cómo el Amor al prójimo y a Dios, meta de la devoción, no es solo una sugerencia: ¡es un mandato! Es así, precisamente para que no tengamos la tentación de considerarla una meta demasiado alta, hasta el punto de desanimarnos y renunciar al camino de la devoción.


Don Bosco, consciente de nuestras fatigas y debilidades, dio un paso más, aún más hermoso: no somos devotos genéricos, sino Devotos de María Auxiliadora. En su experiencia, el don de amor que nos une al Padre y al Hijo (gracia) y que impulsa a la acción (caridad), pasa explícitamente, casi sensiblemente, a través de la mediación materna de María. A lo largo de su vida, de hecho, la presencia de la Virgen fue la guía constante para realizar la misión recibida del Padre; la maestra sabia, que enseña el arte de educar a los jóvenes con amor, como lo ordenó Jesús en el sueño de los nueve años; el puerto seguro en la adversidad, en el que se obtiene fácilmente protección, consuelo y fuerza del Espíritu Santo.



1.2. En camino hacia el Paraíso


La mediación especial de María en la vida de gracia de sus hijos, escribe san Luis María Griñón de Montfort en su Tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen, es posible porque María, entre todas las criaturas, es la más "conformada" a Jesucristo, o la más similar a Él y la más cercana a Él. Básicamente, sigue diciendo Montfort, la " verdadera devoción no es otra cosa que "una perfecta renovación de los votos y promesas bautismales"12, que implica la renuncia al mal y al pecado y la total adhesión a Cristo. En el camino del cumplimiento de las promesas bautismales, cuanto más amamos a María y nos dejamos amar por ella, más nos lleva a dejarnos conformar con Jesús a través de la obra del Espíritu: sabemos muy bien que la Madre no llama a sus hijos ni a sus hijas para que se queden con ella, sino que los toma "de la mano" para llevarlos al encuentro con su Hijo Jesús, el Hijo de Dios Padre.


Por esto podemos decir, en sintonía con el Aguinaldo de este año, que María es Madre y Maestra y nos sostiene, para que podamos "volar" por el camino de la santidad. En esta llamada, sencilla y accesible a todos, a vivir el don del Bautismo de manera radical, a vivir nuestra vocación cristiana junto con María, radica el carácter laico y popular de la ADMA: a los miembros no se les pide nada más de lo que se pide a cada bautizado. La diferencia radica en esa "marcha más" que proviene de la "verdadera devoción", es decir, de ese intercambio de amor efectivo y afectivo con María, que nos estimula a crecer continuamente en el amor de Dios y del prójimo.


En esta perspectiva, queda claro que la relación espiritual con María, aunque sea directa, íntima y permanente, no está "aislada, sino dirigida a la vida cristiana en plenitud [...]. La referencia a la Madre del Señor, que también es nuestra madre, que consiste en entregarse y estar disponible para su misión, conduce a una respuesta madura y perseverante a Cristo y, por medio de él, al Padre en el Espíritu"13. Solo el amor, Don Bosco lo había entendido bien, hace que nos pongamos las alas en el camino de la vida. Precisamente el amor recíproco, correspondido, entre María y sus "devotos" es el don que los miembros de la ADMA están llamados a llevar a todos los ambientes en los que se encuentran viviendo y trabajando, siendo una llamada auténtica y una invitación a vivir con esta fuerza y ​​vivacidad la vocación cristiana.


Esto solo será posible si nuestro corazón está lleno de amor por Dios y también por María. En este sentido Don Bosco es un verdadero modelo. Don Pietro Brocardo lo recuerda cuando dice: «Don Bosco, santo lleno de Dios, es, al mismo tiempo, un santo lleno de María. Toda su vida gira después de Dios y en dependencia de Dios, en torno a María. Antes del sueño de nueve años, María es ya una presencia viva en su vida, por medio de su santa madre terrenal: "Mi querido Juanito... cuando viniste al mundo, yo te consagré a la Santísima Virgen". "Yo –le dirá Jesús- soy el Hijo de Aquella, a quien tu madre te enseñó a saludar tres veces al día"»14.


Al releer la experiencia mariana de Don Bosco, podemos darnos cuenta de cómo María puede ser modelo y maestra en cada una de estas dimensiones fundamentales de la vida cristiana. Ahora queremos considerarlas brevemente.



1.2.1. María nos invita al banquete celestial.


En la experiencia de Don Bosco, amor a María y amor a la Eucaristía siempre van juntos, son las dos columnas que sustentan la vida y la misión de la Iglesia. En el imaginario mariano de Don Bosco, que podemos sacar de una manera especial de sus sueños, María se presenta como la Señora o Reina que espera a los jóvenes al final del viaje aventurero de la vida y los invita a participar en el banquete celestial. Como buena anfitriona, María acoge a los invitados, después de haber preparado cuidadosamente todo. El banquete celestial, así como el banquete eucarístico que continuamente lo anticipa y lo prepara, es el lugar de la comunión perfecta. La comunión con Dios y entre nosotros es el objetivo último del culto cristiano. Jesús se ofrece en la cruz para que seamos readmitidos a la comunión con el Padre; se ofrece en el pan para que podamos ser uno con Él. Los "devotos" de María Auxiliadora, de la misma manera, son invitados a ser protagonistas de la celebración eucarística, ofreciendo su propia vida, el gozo y el esfuerzo, para que la comunión crezca: en la familia, en el trabajo, en la comunidad eclesial.



1.2.2. María, maestra de sabiduría


María se presenta a Don Bosco como maestra de sabiduría desde el sueño de los nueve años. El evangelista Lucas traza el retrato de María como una mujer sabia, que guarda y medita todo en su corazón. De hecho, la sabiduría bíblica se caracteriza precisamente por la capacidad de estar a la escucha de la Palabra de Dios que resuena en la vida diaria. María es profeta, porque tiene un corazón que escucha, que sabe aprender de la realidad y sabe reconocer en ella los signos de la intervención de Dios y de su salvación. En los sueños marianos de Don Bosco, María se presenta a menudo como una mujer del pueblo: concreta, activa, plenamente sabia por la experiencia de la vida. María enseña a Don Bosco a partir de la experiencia y en vista de la experiencia, evita las abstracciones, estimula la inteligencia de su discípulo. Es evidente, a este respecto, la influencia de Mamá Margarita sobre el imaginario mariano de Don Bosco. Al igual que Mamá Margarita, los "devotos" de María Auxiliadora deben ser profetas con sus vidas, con su docilidad para dejarse provocar por los acontecimientos, para atesorar la experiencia, para dejarse guiar paso a paso por el Espíritu. Son profetas, sobre todo, porque son testigos porque, como educadores, son capaces de acompañar a otros en el camino de la vida.


1.2.3. María ayuda poderosa contra el mal


María se presenta a menudo a Don Bosco como reina. También la presenta así el majestuoso cuadro de María Auxiliadora en la basílica de Valdocco: majestuosa, rodeada por la corte celestial, la corona sobre su cabeza y el cetro en la mano. Una reina "poderosa", como lo seguimos recitamos todavía hoy en la breve oración a la Virgen compuesta por nuestro Fundador. Sin embargo, la realeza no es un privilegio de María, sino un don bautismal, al que todos estamos llamados a participar. María recibe su poder directamente de Jesús, el niño que lleva en sus brazos. Es un poder que se manifiesta particularmente en la lucha contra el mal, contra el pecado. María es la Virgen cuyos descendientes finalmente aplastan la cabeza de la antigua serpiente. En su predicación, Don Bosco insiste gustosamente en este aspecto y en el hecho de que María intervendrá rápidamente cada vez que se la invoque con afecto filial y se seguirá su exhortación con respecto a Jesús: "Haced lo que él os diga" (Jn 2, 5); porque María interviene en la vida de sus hijos, continuamente. Con esta certeza, los 'devotos' de María Auxiliadora están llamados a participar de su realeza en la lucha diaria contra el mal, manteniendo siempre encendida la luz de la esperanza, incluso en los momentos más oscuros de la historia de una familia, de una comunidad, de un pueblo.



2. UN CAMINO DE 150 AÑOS


Entre las características de la persona y de la santidad de Don Bosco está la de ser un fundador, es decir, un iniciador en la Iglesia de una escuela particular de santidad y de acción apostólica que lo caracteriza entre los santos fundadores. "Inicia una verdadera escuela de nueva y atrayente espiritualidad apostólica; promueve una devoción especial a María, Auxiliadora de los cristianos y Madre de la Iglesia (…): es, de modo conspicuo, ejemplo de un amor de predilección a los jóvenes, en particular a los más necesitados»15.


En el deseo de responder a la gracia y los signos que venían del Alto y en el deseo de dar consistencia y continuidad a su trabajo en favor de la juventud, Don Bosco sintió la llamada de Dios para dar origen a nuevas fuerzas apostólicas. Exactamente diez años después de la fundación de la Congregación Salesiana y el año siguiente a la consagración de la Basílica de María Auxiliadora, fundó la Asociación de Devotos de María Auxiliadora (18 de abril de 1869). La experiencia "nos hace ver claramente que María ha continuado desde el cielo, y con gran éxito, la misión de Madre de la Iglesia y Auxiliadora de los cristianos que ya había comenzado en esta tierra"16. Asunta al cielo, María Santísima no cesó su tarea, de hecho, sino que la realiza con particular eficacia. María es presencia viva entre nosotros y continúa en la historia de la Iglesia y de la humanidad su misión materna de mediadora de gracia para sus hijos.


Es obvio pensar que Don Bosco recorrió este camino personal y eclesial mariano porque su vida personal y pastoral estuvo marcada por un sencillo pero profundo sentimiento mariano. Se puede afirmar con certeza que su amor y su devoción a María han sido un hilo conductor ininterrumpido a lo largo de su vida, un punto de referencia constante, una experiencia de fe que vivió modulando, evolucionando y madurando a partir de las diferentes vicisitudes personales y de los acontecimientos eclesiales. Don Bosco tiene una conciencia clara de la presencia personal de María Auxiliadora, una realidad que sintió y vivió de una manera muy concreta, que podemos atrevernos a definir como "objetiva".


Hablando de la fundación de la Congregación Salesiana, en varias circunstancias, Don Bosco expresó su convicción, como cuenta su sucesor, el beato Michael Rua, que la Virgen Auxiliadora es la "fundadora" y también la "defensora" y afirmó, de manera segura, que "nuestra Congregación está destinada a grandes cosas y a extenderse por todo el mundo, si los Salesianos permanecen siempre fieles a las Reglas que María Santísima les ha dado"17.


Recorriendo estos 150 años, es evidente desde el principio el vínculo grande e inseparable entre Don Bosco y la devoción a María Auxiliadora, hasta el punto de que para los Salesianos eso será expresión de fidelidad carismática; para las Hijas de María Auxiliadora es una garantía de ser, con sus vidas, “un monumento vivo a la Auxiliadora”; y a todos los devotos de la ADMA, Don Bosco aseguró que viven una devoción eclesial, propia de la espiritualidad salesiana, donde la Madre siempre es un apoyo seguro. El mismo don Rua escribe en otra de sus cartas: "No tengo ninguna duda de que con el creciente aumento entre los Salesianos de la devoción a María Auxiliadora, la estima y el afecto por Don Bosco aumentarán, así como el compromiso de conservar su espíritu y de imitar sus virtudes"18.



2.1. La conciencia de ser un instrumento de Dios con la mediación de María.


Creo que no podemos hablar de Don Bosco y de su obra sin prestar atención al camino de fe que él mismo vivió. Quiero hacer mía una palabra del don Vecchi que, en mi opinión, define muy bien las características del camino vivido por Don Bosco, que ilustraré más adelante. Don Vecchi escribe: "Sin absolutizar la afirmación, se puede decir que Don Bosco comenzó la construcción como director de una obra [se refiere a la construcción de la Basílica de María Auxiliadora] y la acabó como jefe carismático de un gran movimiento aún en germen, pero ya definido en sus finalidades y rasgos distintivos; la comenzó como sacerdote original de Turín y la terminó como apóstol de la Iglesia: pasó de la ciudad al mundo»19.


Hasta 1863, Don Bosco sintió la necesidad de tener una iglesia más grande. La iglesia de San Francesco de Sales resulta muy pequeña para los Salesianos y los chicos de Valdocco. La Congregación había nacido cuatro años antes como un "pequeño núcleo". Todo puede hacer pensar que fuese el comienzo de algo que tendría una expansión mayor con el tiempo. El año siguiente (1864) es también el año del encuentro de Don Bosco con María Mazzarello (aunque todavía está lejos el comienzo del Instituto de las Hijas de María Auxiliadora) que representa el comienzo de la ampliación del carisma salesiano al mundo femenino. Su corazón de pastor lleva a Don Bosco a pensar en otras dos fundaciones: la Archicofradía de María Auxiliadora y los Cooperadores. Al mismo tiempo, la periferia casi rural que había sido Valdocco ahora se convierte, casi, en un barrio urbano, y Don Bosco ve la conveniencia de dar a estas personas un lugar de culto. En cualquier caso, la construcción del templo es más que una obra técnica y una búsqueda de dinero en vista de su finalización. Es, ciertamente, una expresión de un camino que Don Bosco está madurando, espiritual y pastoralmente, sabiendo que es difícil decir incluso para los más expertos en el alma de Don Bosco, lo que este templo representó en la vida íntima de nuestro Fundador.


Don Pietro Brocardo escribe: "Sin embargo, todo esto no habría hecho de él el gran apóstol de María Auxiliadora, si no hubiera pasado por la experiencia, del todo sobrenatural, de la construcción de la iglesia de María Auxiliadora en Valdocco, y si esta iglesia no se hubiera convertido en el corazón y en el "centro de la Congregación", la "Iglesia Madre" de la Familia Salesiana"20.


Con la construcción de la Basílica, y con todo lo que sucedió en ese tiempo, con las adversidades y las soluciones inesperadas, "prodigiosas", Don Bosco experimentó no solo la maravilla sino casi el miedo. Lo que sorprenderá, sobre todo, a Don Bosco, y más tarde al mundo, es el hecho de que fue la Virgen María quien prácticamente se construyó su propia casa, yendo contra de todas las predicciones humanas.


«Este es el milagro que el teólogo Margotti no se atrevía a negar: "Dicen que Don Bosco hace milagros y yo no lo creo, pero hay aquí uno que no puedo negar y es este suntuoso templo que cuesta cerca de un millón [...] y ha sido levantado en tres años solamente con las limosnas espontáneas de los fieles"21.


Conmueve leer la narración de estos acontecimientos: Don Bosco, como buen piamontés, había asegurado el compromiso financiero de algunas personas influyentes que, como sucede a menudo, no cumplieron las promesas hechas. Incluso en esa ocasión Don Bosco se quedó solo. Pero como decía el testimonio anterior, las "solas ofertas espontáneas de los fieles" hicieron posible algo inimaginable: "Nos parece que lo que para Don Bosco resultó más tarde determinante (en la elección del título "Auxilium Christianorum") fue el hecho de haber experimentado, día a día, que María era quien se había construido prácticamente aquella "su Casa" en los terrenos del Oratorio, tomando posesión de la misma para irradiar desde allí su patrocinio"22.


Toda este reflexión que estamos haciendo encuentra una bella expresión sintética en lo que afirma don Viganò: «A partir de la existencia de este santuario, la Auxiliadora es la expresión mariana que caracterizará siempre el espíritu y el apostolado de Don Bosco: toda su vocación apostólica se le presentará como obra de María Auxiliadora, y sus diversas e importantes iniciativas, particularmente la Sociedad de San Francisco de Sales, el Instituto de las FMA y la gran Familia Salesiana, serán consideradas por él como fundación querida y sostenida por la Auxiliadora»23.



2.2. Una memoria para dar gracias


De forma magistral, el historiador salesiano Pietro Braido describe así la fundación de la ADMA por Don Bosco: «Organizador nato, Don Bosco no dejaba a la sola devoción espontánea el culto a María Auxiliadora. Le daba estabilidad con una Asociación que de Ella tomaba el nombre. Los testimonios directos han visto en esta institución una de las iniciativas más queridas por Don Bosco y de mayor resonancia después de las dos Congregaciones religiosas y de la Asociación de los cooperadores. Él mismo trazaba sus orígenes en el fascículo Asociación de los Devotos de María Auxiliadora canónicamente erigida en la Iglesia dedicada a Ella en Turín con informes históricos sobre este título, por el sacerdote Juan Bosco. A continuación de la presentación Al lector, algunos capitulitos recordaban la historia del título Auxiliadora, desde la Biblia a la batalla de Lepanto (1571), a la liberación de Viena en 1683 y, finalmente, a la institución de la fiesta por parte de Pío VII en 1814. Breves páginas estaban dedicadas a la Devoción a María Auxiliadora en Múnich y en Turín y a los favores espirituales concedidos por Pío IX al santuario de Turín. Seguían documentos referentes a la aprobación canónica de la Asociación. El primero era de abril de 1869, la Súplica de Don Bosco al arzobispo de Turín, “para la aprobación canónica de la Asociación”. En ella rogaba “tomar en benigna consideración” el “piadoso proyecto” y examinar los Estatutos y – profesando la habitual ilimitada disponibilidad – “añadir, suprimir, cambiar” cuanto considerase oportuno, “con todas las cláusulas”, lo que “considerase más oportuno para promover las glorias de la Augusta Reina del Cielo y el bien de las almas”. La aprobación de Mons. Riccardi del 18 de abril era benévola y generosa, en sintonía con el breve del 16 de marzo con el que Pío IX había concedido a la Asociación, que estaba para erigirse, amplias indulgencias válidas por diez años. La última parte del fascículo contenía el texto del estatuto, una larga serie de oraciones y prácticas devotas con la indicación de las relativas indulgencias, una breve catequesis De las indulgencias en general, el decreto del 22 de mayo de 1868, con el que Pío IX concedía la indulgencia plenaria a todos los que “religiosamente” hubieran visitado “la iglesia dedicada en Turín a María Virgen Inmaculada bajo el título de María Auxiliadora, en la fiesta titular de la misma iglesia o en uno de los días precedentes”.


Como solía decir en la presentación de documentos importantes, Don Bosco atribuía el origen de la Asociación a “insistentes peticiones”, provenientes “de todas las partes y de personas de toda edad y de toda condición” durante y después de la construcción y la consagración de la iglesia. Se pensaba en asociados “que unidos en el mismo espíritu de oración y de piedad obsequiaran a la gran Madre del Salvador invocada con el hermoso título de Auxilio de los Cristianos”.


También en esta circunstancia Don Bosco redactaba velozmente los estatutos que no eran una obra maestra de organicidad doctrinal y jurídica, pero brillaban por su inmediatez y practicidad. Volvía a aparecer el estrecho vínculo que ordinariamente él establecía entre la devoción a María Santísima y a Jesús presente en el Santísimo Sacramento de la Eucaristía. La materia estaba dividida en tres títulos, el primero sin encabezamiento: el fin y los medios, las ventajas espirituales, la aceptación […] Para una mayor difusión de la Asociación Don Bosco obtuvo su erección como Archicofradía, con la facultad de agregarse asociaciones semejantes ya existentes o por erigirse»24.



2.3. Una renovación para continuar


La Archicofradía de María Auxiliadora, llamada así por Don Bosco (ahora ADMA), ha adquirido, desde el principio, una dimensión mundial, alternando periodos de gran vitalidad y difusión con fases de crisis y olvido. En 1988, año del centenario de la muerte de Don Bosco, tuvo lugar un relanzamiento histórico por el Rector Mayor, don Egidio Viganò. Un reconocimiento significativo vino del Capítulo General 24 de los Salesianos (1996), que afirmó: Don Bosco «dio vida también a la Asociación de Devotos de María Auxiliadora, y la implicó, con tareas accesibles a la mayoría de la gente, en la espiritualidad y misión de su Congregación»25.


Podría decirse que la Congregación y la Familia Salesiana también han recorrido un camino de maduración en la devoción a María Auxiliadora. De hecho, nuestra espiritualidad salesiana no puede separarse de la devoción a María Auxiliadora. Sería lo mismo que tratar de separar absurdamente a Don Bosco de María Auxiliadora. Nuestra devoción a al Auxiliadora está íntimamente relacionada tanto con la "misión" salesiana como con el "espíritu" propio del carisma salesiano que hemos recibido de Don Bosco como un don del Espíritu Santo.


La fidelidad de la ADMA a lo largo de este camino histórico alcanzó el 7 de octubre de 2003, cuando la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica aprobó el nuevo Reglamento de la Asociación.


Desde 2007, la ADMA ha sido particularmente renovada y ha crecido en número y calidad gracias a la implicación de las familias y a diversas iniciativas, como los Congresos Internacionales de María Auxiliadora en Częstochowa (2011) y en Turín (2015).


Una gran ayuda para el camino de renovación, de crecimiento en el sentido de pertenencia y de formación compartida entre los más de 800 grupos locales presentes en el mundo es el camino formativo anual, la conmemoración mensual de María Auxiliadora, los retiros y los ejercicios espirituales, la publicación mensual de ADMA online en 7 idiomas, el cuidado del sitio web26, la publicación de los Cuadernos de María Auxiliadora.



2.4. Según un dinamismo de comunión


El camino de renovación de la ADMA en estos años ha madurado en profunda sintonía con el de la Iglesia universal, que ha dedicado dos Sínodos de Obispos a la familia y uno a los jóvenes. El Papa había observado:


"Como dice san Juan Crisóstomo, “Iglesia y Sínodo son sinónimos”, porque la Iglesia no es otra cosa que el “caminar juntos” de la grey de Dios por los senderos de la historia que sale al encuentro de Cristo el Señor»27.


Esta perspectiva sinodal se ha refirmado vigorosamente en el Documento final del Sínodo de los Obispos sobre los jóvenes como una forma propia del ser y la actuación de la Iglesia hoy: ""Gracias a la experiencia vivida, los participantes en el Sínodo son más conscientes de la importancia de una forma sinodal de la Iglesia para anunciar y transmitir la fe. La participación de los jóvenes ha contribuido a “despertar” la sinodalidad, que es una «dimensión constitutiva de la Iglesia. […] La sinodalidad caracteriza tanto la vida como la misión de la Iglesia, que es el Pueblo de Dios —formado por jóvenes y ancianos, hombres y mujeres de cualquier cultura y horizonte— y el Cuerpo de Cristo, en el que somos miembros los unos de los otros, empezando por los marginados y los pisoteados… En las relaciones —con Cristo, con los demás, en la comunidad— es donde se transmite la fe. También con vistas a la misión, la Iglesia está llamada a asumir un rostro relacional que ponga en el centro la escucha, la acogida, el diálogo, el discernimiento común, en un camino que transforme la vida de quien forma parte de ella… Así, la Iglesia se presenta como “tienda santa” en la que se conserva el arca de la alianza (cf. Éx 25): una Iglesia dinámica y en movimiento, que acompaña caminando, fortalecida por tantos carismas y ministerios. Así es como Dios se hace presente en este mundo"28.

Expresión de este camino compartido es la experiencia cada vez más vivida, en la ADMA, de la comunión de fe y de pertenencia carismática entre los diferentes estados de vida: personas consagradas, sacerdotes, laicos. Hay una circulación de dones y de oración, un intercambio fecundo que ayuda a que cada uno encuentre y consolide su propia identidad. Esto ayuda a superar una manera de relacionarse, a veces entendida de manera funcional, si no utilitarista, recuperando dinámicas más eclesiales y de comunión en el mismo espíritu salesiano.


El subrayado de la belleza y de la complementariedad entre los diversos estados de la vida es una perspectiva que debe acogerse y valorarse también desde un punto de vista vocacional: sacerdotes, consagrados, consagradas y laicos que comparten un camino de fe y compromiso apostólico salesiano. Entre los consagrados y los laicos, se establece una comunión de vida que ayuda y enriquece la identidad propia de cada uno, facilitando el reconocimiento recíproco y la valorización mutua y el sostenerse no solo a nivel operativo y funcional, sino fraternal y espiritual, según la respectiva especificidad.


Esta propuesta permite llegar e involucrar correctamente al laicado. La ADMA favorece la asunción de responsabilidades de los laicos y el compartir la misión no solo ad intra, sino también ad extra, porque no se encuentra solo en nuestras obras, sino también en otras áreas de la Iglesia y la sociedad.


El horizonte de comprensión y de promoción de la ADMA está en la formación y madurez de los laicos generados en la espiritualidad y misión de la Asociación, en sintonía con la eclesiología de comunión y con el redescubrimiento de una nueva conciencia profética, sacerdotal y real de los laicos. Además, la referencia a la secularidad de la Asociación supera la tendencia a identificar unilateralmente a la Iglesia con la jerarquía y con los sacerdotes y alienta la común responsabilidad y la misión del Pueblo de Dios. Al mismo tiempo, el horizonte laical de la Asociación disuade la tendencia a concebir al pueblo de Dios según una idea puramente sociológica o política, y promueve la novedad y especificidad de este pueblo como cuerpo de Cristo. "Mirar al Pueblo de Dios, es recordar que todos ingresamos a la Iglesia como laicos. El primer sacramento, el que sella para siempre nuestra identidad y del que tendríamos que estar siempre orgullosos es el del bautismo. Por él y con la unción del Espíritu Santo, (los fieles) quedan consagrados como casa espiritual y sacerdocio santo (LG 10). […] Nos hace bien recordar que la Iglesia no es una elite de los sacerdotes, de los consagrados, de los obispos, sino que todos formamos el Santo Pueblo fiel de Dios. Olvidarnos de esto acarrea varios riesgos y deformaciones tanto en nuestra propia vivencia personal como comunitaria del ministerio que la Iglesia nos ha confiado»29.


Ciertamente, la colaboración entre los tres estados de vida de la Iglesia requiere un cambio de mentalidad pastoral que afecta a todas las vocaciones, pero que, en lo que respecta a los laicos, nos obliga a reconocerlos y valorarlos no solo como "colaboradores", sino como "corresponsables" del ser y del actuar de la Iglesia, para favorecer la maduración y el compromiso. Por este motivo, en la ADMA, los laicos son los primeros responsables de una animación cualificada y eficaz de la Asociación.



2.5. En el camino de la santidad


La ADMA es "un itinerario de santificación y de apostolado salesiano"30 propuesto y vivido en la perspectiva de la llamada universal a la santidad tan querida tanto por san Francisco de Sales, que aconsejaba a todos la vida devota, como a nuestro Padre de la Familia Salesiana, Don Bosco, cuando proponía a los jóvenes del Oratorio y a las clases populares la meta de la santidad como un objetivo abierto a todos, fácil de recorrer y orientado a una felicidad sin fin. San Francisco de Sales y Don Bosco presentaban la santidad no como un camino reservado a los privilegiados, sino siempre como una llamada para todos, dondequiera que se viviese, sea cual fuese el estado de vida, profesión u oficio. El Concilio Vaticano II confirmó y proclamó esta realidad. El papa Francisco lo reafirma firmemente en la exhortación apostólica sobre la llamada a la santidad en el mundo contemporáneo Gaudete et exsultate. El mismo Aguinaldo salesiano para este año 2019 es una llamada clara y decisiva a la santidad para todos, "la santidad también para ti".


Ciertamente, es un camino que a veces requiere ir contra corriente, pero que al final de hecho, es beatitud, es decir, felicidad. Es muy importante, siguiendo el ejemplo e inspirándose en el humanismo y en el optimismo de san Francisco de Sales, mostrar que vivir como cristianos es también, desde un punto de vista humano, algo que nos hace felices ya en esta tierra, a pesar de las dificultades que todos tenemos que afrontar.


Ante todo, es un camino de santidad para ser vivido en la familia, dando un testimonio positivo, principalmente con la perseverancia en el amor entre esposos, entre padres e hijos, entre hermanos y hermanas, entre jóvenes y ancianos. Debemos desear y buscar el bien de los demás. En concreto, este "bien" nos exige aceptar al otro tal como es; dedicar tiempo al diálogo, establecer relaciones basadas en el afecto y el respeto, saberse comprender y perdonar, y evitarnos quejas. Una familia que no se rinde ante las dificultades y donde tanto los padres como los hijos viven la fe en Dios y en su providencia, como la Sagrada Familia de Nazaret, es un gran apoyo y un recurso fecundo para la Iglesia y para la sociedad.


No debemos olvidar el testimonio que, en el seno de nuestra Familia Salesiana difundida por todo el mundo, damos a todos los hombres, como hombres y mujeres consagrados, buscando concretizar, con todos los matices carismáticos de cada grupo, esta gran intuición de Don Bosco: hacer que el camino de la santidad sea sencillo y accesible para todos, en la vida cristiana de todos los chicos.


Por tanto, también debemos proponer a las nuevas generaciones el ideal de la santidad -seguir a Jesús- en la vida ordinaria, realizada en el estudio, las amistades, el trabajo, el servicio, haciéndoles saber que el mundo, y con ello la Iglesia, ya está en sus manos. Por eso, los jóvenes deben recibir una buena formación humana y cristiana y, al mismo tiempo, sentirse acogidos con esperanza y confianza. Lo fundamental es que les ayudemos a conocer y amar a Cristo en las circunstancias normales y vivir el abandono en María Auxiliadora de los cristianos.


Cada vez que entro en la iglesia de San Francesco di Sales de Valdocco, siento una gran emoción, porque, para mí, es uno de los lugares más significativos para nosotros: esta pequeña iglesia ha sido testigo de tantos momentos de santidad, de oración, de camino de crecimiento de los muchachos. Aquí Domingo Savio entró en una sintonía tan profunda con la eucaristía que perdió el sentido del tiempo y el espacio. Aquí, él y sus amigos se ofrecieron a María Inmaculada, dispuestos a hacer realmente un camino compartido de santidad. Aquí rezaba Mamá Margarita. Aquí celebraron su primera misa Miguel Rua, Juan Cagliero y los demás salesianos de las primeras generaciones. Aquí, la vida de fe de tantos muchachos se convirtió en un camino de crecimiento en la santidad del día a día. Para mí, es maravilloso cerrar los ojos e imaginar a esos muchachos y a Don Bosco en esta pequeña iglesia, con la misma estructura, aunque con otras pinturas. Esto me toca profundamente el corazón.


El Aguinaldo de este año, al que ya me he referido, dice que podemos proponer a nuestros jóvenes el don, la gracia, el desafío, el deber, la oportunidad de ser santos. En nuestra Familia Salesiana tenemos 46 santos, beatos, venerables y siervos de Dios con menos de 29 años de edad.


Lo más fascinante de esta llamada a la santidad es que no se trata de hacer cosas especiales, fuera de lo común, sino de permitir seriamente que el Espíritu Santo obre en el corazón, en lo más profundo de lo que somos y tratemos, continuando con el estudio, el trabajo, las relaciones, las amistades, los voluntariados, los campamentos de verano, los cantos... todo.


El mundo de hoy necesita jóvenes convencidos, no jóvenes "extraños"; jóvenes que hayan elegido a Dios, que sean humildes, testigos valientes de la alegría del Evangelio. Incluso hoy en día, hay muchísimos jóvenes en el mundo de nuestro carisma salesiano que desean escribir con la propia vida una hermosa página, inspirándose en los primeros jóvenes del Oratorio de Valdocco, donde comenzó y se realizó una verdadera escuela de vida y de santidad.


Como decía antes, pensando en la renovación que está terminando para lo que será la Casa "Don Bosco" (en el Edificio Pinardi), allí mismo, junto a Don Bosco, día a día, nació una escuela de santidad vivida en la vida cotidiana. De hecho, en el clima del Aguinaldo de este año, cientos de muchachos, muchachas y jóvenes me han dicho en varios encuentros alrededor del mundo que, en su grupo de fe, en su casa salesiana, de manera personal o con algunos amigos, han pensado seriamente en hacer un verdadero camino de auténtica vida cristiana santa, que les lleve a una santidad vivida en la vida cotidiana, una santidad "de la puerta de al lado", recordando la expresión del papa Francisco. Quiero decir que esto no es algo extraño. Simplemente los jóvenes de hoy, como los de ayer, necesitan sentir que hay grandes ideales para sus vidas.


La ADMA de hoy también vive con esta tensión espiritual. Así mismo, los grupos de la ADMA jóvenes que existen y que están formados por tantas personas en su propia asociación, cuentan entre sus asociados con algunas mujeres que la Iglesia ha señalado como ejemplo de vida y a las que pedimos su intercesión para que nos sostengan en el camino de la fe.


Entre ellas está la beata Alexandrina María da Costa: el 12 de septiembre de 1944 don. Umberto María Pasquale, su director espiritual salesiano, la inscribió en la Asociación. También está la beata Teresa Cejudo Redondo, esposa y madre, mártir en 1936: contribuyó a la fundación de la ADMA en Pozoblanco (España) y fue elegida secretaria. Además, también están las siervas de Dios Rosetta Franzi Gheddo, que se inscribió en 1928 en el grupo ADMA de Nizza Monferrato, y Carmen Nebot Soldán de La Palma del Condado (España), que murió en 2007. Estas beatas y siervas de Dios se distinguieron por un amor particular a la Eucaristía y a la Santísima Virgen (las dos grandes columnas de la espiritualidad salesiana), así como por un testimonio heroico de la fe en el sufrimiento, en el martirio, en la vida familiar. Están unidas por la participación en el carisma salesiano y manifiestan de manera singular el espíritu de Don Bosco vivido en la laicidad, en la familia y en la sociedad. Son un modelo y un estímulo para la santificación de los miembros de la ADMA y la Familia Salesiana.



3. CARÁCTER POPULAR DEL CARISMA SALESIANO


En el imaginario común, el carisma y la obra salesiana se asocian normalmente con el mundo juvenil. Es muy importante reconocer, junto con este aspecto fundamental, la dimensión popular del carisma, que Don Bosco también expresó a través de la fundación de la ADMA, que promovió para la defensa y el crecimiento de la fe en el pueblo cristiano. La fe en Jesucristo y el abandono en María, según el espíritu apostólico de Don Bosco son, por tanto, las referencias constitutivas de la identidad y de la misión de la Asociación.


Las clases populares son el ambiente natural y ordinario donde se expresa la elección juvenil, el espacio social y humano donde buscar y encontrar a los jóvenes. De hecho, entre los jóvenes y el pueblo existe una relación de compenetración. El compromiso de la Familia de Don Bosco, de acompañar a las nuevas generaciones en el esfuerzo de promoción humana y de crecimiento en la fe, pretende resaltar los valores evangélicos de los que son portadores los jóvenes y las clases populares. Es el conjunto del pueblo de Dios que se encuentra, en la diversidad de la vida y la edad, para poner en valor las relaciones intergeneracionales y el papel de la familia, dando una respuesta sencilla y accesible al desafío de una sociedad a menudo fragmentada y contradictoria.


La dimensión popular de la misión salesiana nos caracteriza de manera especial y es expresión típica del carisma fundacional: "Iluminado de lo Alto, Don Bosco se interesó también por los adultos, con preferencia por los más humildes y pobres, por las clases populares, el subproletariado urbano, los emigrantes, los marginados, en una palabra, por todos los más necesitados de ayuda material y espiritual. Fieles a la orientación de Don Bosco, los Grupos de la Familia Salesiana comparten esta opción preferencial. La Asociación de María Auxiliadora ha incluido en su nuevo Reglamento el apostolado salesiano orientado especialmente a la clase popular"31.


En la dedicación a esta gran y variada comunidad de personas "de la vida de todos los días", hacemos una verdadera experiencia de Dios: "Las clases populares son el ambiente natural y ordinario en el que se encuentra a los jóvenes, sobre todo a los más necesitados de ayuda. El servicio de la Familia de Don Bosco se dirige a la gente común, sosteniéndola en el esfuerzo de promoción humana y de crecimiento en la fe, mostrando y promoviendo los valores humanos y evangélicos de los que es portadora, como el sentido de la vida, la esperanza de un futuro mejor, el ejercicio de la solidaridad. Don Bosco trazó, incluyendo a la Asociación de los Salesianos Cooperadores y la Asociación de María Auxiliadora, un camino de educación en la fe para el pueblo, valorando los contenidos de la religiosidad popular"32.



3.1. Religiosidad popular (o "piedad popular" o "espiritualidad popular")


Don Bosco, tanto por la formación recibida en la familia y en su ambiente religioso, como por el enfoque dado a su actividad pastoral entre los chicos, valoró la religiosidad popular, considerándola expresión de una visión sapiencial de vida y una significativa integración de la vida y de la fe, elaborando fecundas formas de piedad y espiritualidad cristianas. El Magisterio de los pontífices en la Iglesia y la misma reflexión teológica han recorrido un camino profundo y rico en estas últimas décadas. Es una realidad que ilumina y nos confirma en la misma convicción que tenía Don Bosco y que hoy promovemos y cuidamos también a través de la ADMA en todo el mundo.


En esta perspectiva, san Pablo VI se expresaba así en la exhortación apostólica Evangelii nuntiandi: "La religiosidad popular […] cuando está bien orientada, sobre todo mediante una pedagogía de evangelización, contiene muchos valores. Refleja una sed de Dios que solamente los pobres y sencillos pueden conocer. Hace capaz de generosidad y sacrificio hasta el heroísmo, cuando se trata de manifestar la fe. Comporta un hondo sentido de los atributos profundos de Dios: la paternidad, la providencia, la presencia amorosa y constante. Engendra actitudes interiores que raramente pueden observarse en el mismo grado en quienes no poseen esa religiosidad: paciencia, sentido de la cruz en la vida cotidiana, desapego, aceptación de los demás, devoción. […] Bien orientada, esta religiosidad popular puede ser cada vez más, para nuestras masas populares, un verdadero encuentro con Dios en Jesucristo"33.


El papa Francisco nos recuerda cómo en el mismo documento su predecesor Pablo VI invita a usar el término piedad popular en lugar de religiosidad popular y cómo, posteriormente, el episcopado latinoamericano en el documento de Aparecida da un paso más y habla de espiritualidad popular. "Los tres conceptos son válidos, pero juntos"34.


El Papa, sabiendo que siempre debemos prestar atención a la purificación de las diversas expresiones de esta religiosidad, la considera una forma genuina de evangelización, que debe promoverse y valorarse, sin disminuir la importancia: «Sería un error pensar que quien peregrina vive una espiritualidad no personal sino “de masa”. En realidad, la peregrinación lleva consigo la propia historia, la propia fe, luces y sombras de la propia vida. Cada uno lleva en el corazón un deseo especial y una oración particular. Quien entra en el santuario se siente enseguida en casa, acogido, comprendido y sostenido"35.


En este contexto eclesial colocamos la devoción a María Auxiliadora en nuestra Familia Salesiana, promovida por nuestro padre Don Bosco.



3.2. Devoción a María Auxiliadora


La devoción a María Auxiliadora fue entendida y promovida por Don Bosco precisamente con una perspectiva de ayuda y defensa de la fe en el pueblo de Dios, tentado por ideologías que vaciaban el sentido cristiano de la vida y por tantos movimientos que atacaban la fe y la unidad de la Iglesia fundada sobre la roca firme de la profesión de fe de Pedro. En Don Bosco, la devoción a la Auxiliadora no subraya un título particular y original, desconocido hasta entonces; sino que, es la referencia a la maternidad universal de María, que interviene en la obra de fundación de su Familia, realizando de esta manera, por así decirlo, un trabajo entre dos. Era una convicción profunda e inamovible de Don Bosco: "Ella ha hecho todo". Podemos confiar en María. Por tanto, podemos abandonarnos en Ella. Todo esto según el aliento eclesial que valoriza las diversas expresiones públicas y privadas de liturgia, de doctrina, de espiritualidad y de piedad popular que la Iglesia reconoce y autoriza. Don Bosco estaba convencido de que, con el tiempo, la pasión apostólica del Da mihi animas cetera tolle solo podría realizarse en el tiempo anclándose a las grandes columnas de la espiritualidad y de la pedagogía cristiana y salesiana: la Eucaristía y María Santísima. A partir de una renovada devoción a Jesús Eucaristía y a la Virgen Auxiliadora, se podrán construir relaciones fraternas nuevas, capaces de desarrollar y favorecer el buen discernimiento y dar vida a una acción educativa y pastoral en sintonía con el Evangelio.


Hacer conocer, amar y servir a María Auxiliadora es el compromiso que queremos asumir, animados por las palabras proféticas de Don Bosco, apóstol de la Auxiliadora: «Dicha devoción, es decir este amor, esta confianza, este traslado y recurso a Maria Auxilium Christianorum aumenta de día en día entre los fieles y da motivos fundados para decir que llegará un tiempo en que todo buen cristiano, junto a la devoción al Ssmo. Sacramento y al Sagrado Corazón de Jesús, se vanaglorie de profesar una tiernísima devoción a María Auxiliadora»36.


De hecho "en la Familia Salesiana, la Asociación subraya, por tanto, el valor característico de la devoción popular mariana, como instrumento de evangelización y de promoción de los ambientes populares y de la juventud necesitada"37.


Por eso, es importante subrayar que la pertenencia de la ADMA a la Familia Salesiana no es genérica, sino que está arraigada en la particular devoción mariana que vivió y difundió San Juan Bosco. El carácter mariano de la Asociación expresa uno de los elementos constitutivos del carisma y del espíritu salesiano. De esta pertenencia, así motivada, deriva el compromiso de participar en la misión juvenil y popular del carisma salesiano, potenciando el compromiso de cuidar, aumentar y defender la fe en el pueblo de Dios. "Hoy, cuando la fe está sometida a dura prueba, y diversos hijos e hijas del Pueblo de Dios están expuestos a tribulaciones a causa de su fidelidad al Señor Jesús38, cuando la humanidad, (…) manifiesta una grave crisis de valores espirituales, la Iglesia siente la necesidad de la intervención maternal de María: Para fortalecer su adhesión al único Señor y Salvador, para llevar adelante con la espontaneidad y el coraje de los orígenes cristianos la evangelización del mundo, para iluminar y guiar la fe de la comunidad y de cada individuo, en particular para educar en el sentido cristiano de la vida a los jóvenes, a los que Don Bosco se entregó totalmente como padre y maestro"39.



3.3. VIII Congreso Internacional de María Auxiliadora


En esta perspectiva, me gusta recordar la celebración del VIII Congreso Internacional de María Auxiliadora, que se celebrará en Buenos Aires (Argentina), del 7 al 10 de noviembre de 2019 con el tema: Con María, mujer creyente.


El evento, poniendo en el centro la escucha la Palabra, resalta cómo la fe en Jesús se transmite de persona a persona, de generación en generación, narrando las maravillas realizadas por Dios. Todo esto estando al lado de María, la que recibió a Jesús en su vientre virginal y por esto es madre, maestra y guía de la fe, especialmente en el acompañamiento de las jóvenes generaciones, en su camino a la santidad.


El VIII Congreso Internacional de María Auxiliadora es un evento de la Familia Salesiana, promovido por la Asociación de María Auxiliadora (ADMA) de acuerdo con las indicaciones del Rector Mayor y en diálogo con el Secretariado de la Familia Salesiana y con la Familia Salesiana de Argentina.


La elección de esta tierra quiere recordar la primera frontera misionera de Don Bosco y, al mismo tiempo, el valor particular que representa para el papa Francisco la devoción a la Auxiliadora. La Basílica de María Auxiliadora en el barrio de Almagro, en Buenos Aires, es el lugar donde fue bautizado Jorge Mario Bergoglio y donde ha constantemente expresado su amor por María Auxiliadora, hasta que tuvo que abandonar su tierra al ser elevado a la cátedra de Pedro.



4. DE LA CASA DE MARIA A NUESTRAS CASAS


El carisma salesiano en la animación de la familia vuelve a sus orígenes y la familia, en el encuentro con el espíritu de Don Bosco, adquiere dinamismo y alegría evangélica. Prestamos especial atención a la situación actual de la familia, sujeto original de educación y primer lugar de evangelización. Toda la Iglesia ha tomado conciencia de las graves dificultades con que se encuentra y siente la necesidad de ofrecer ayuda extraordinaria para su formación, su desarrollo y el ejercicio responsable de su tarea educativa. Así experimentamos cómo la Pastoral Familiar y la Pastoral Juvenil debe estar abiertas a la una a la otra y caminar juntas.


En la Familia Salesiana "se presta especial atención a la familia, un lugar primario de humanización destinado a preparar a los jóvenes para el amor y la aceptación de la vida, la primera escuela de solidaridad entre las personas y los pueblos. Todos están comprometidos a garantizar su dignidad y firmeza para que se convierta, de una manera cada vez más evidente, en una pequeña "iglesia doméstica"»40.


Esta atención a la familia está dirigida a la promoción humana, la evangelización y la educación de las nuevas generaciones: "Formar «buenos cristianos y honrados ciudadanos» es un proyecto expresado muchas veces por Don Bosco para indicar todo aquello que los jóvenes necesitan para vivir con plenitud su existencia humana y cristiana: vestido, alimento, alojamiento, trabajo, estudio y tiempo libre; alegría, amistad; fe activa, gracia de Dios, camino de santificación; participación, dinamismo, inserción social y eclesial»41.


También la Asociación de María Auxiliadora se ha renovado en esta perspectiva y cada vez se ven más familias y parejas jóvenes que, bajo la guía de María, comparten un camino de vida, por medio de la formación, el intercambio y la oración. María es Madre y Maestra de educación para ser esposos y padres. Esta renovación es el fruto de un mandato específico del Rector Mayor, don Pascual Chávez, al acabar el V Congreso Internacional de María Auxiliadora de México (2007), un mandato que volvió a confirmarse en el Congreso de Turín de 2015.


La ADMA es un apoyo en la fidelidad a la vocación de los cónyuges, una gran ayuda para la educación de los hijos. El proyecto de la Asociación se dirige a las familias de acuerdo con una visión que involucra a toda la familia. Es el hilo que teje en un bordado el camino de padres e hijos. De hecho, mirando a los padres rezar y compartir la fe, los hijos aprenden a vivir en familia en presencia de Jesús y María. Los padres, mirando a sus hijos, cada vez están más convencidos de que el testimonio de la fe es el regalo más hermoso que pueden ofrecer, la herencia más rica que pueden dejarles.


De aquí surge el compromiso de garantizar que las familias se conviertan, en la vida cotidiana, en lugares privilegiados del crecimiento humano y cristiano, en la asunción de las virtudes que dan forma a la existencia. Tenemos que caminar con las familias, acompañarlas en las situaciones complejas que deben afrontar, identificando nuevas formas y estrategias comunes para sostener a los cónyuges en su vocación matrimonial. Las familias son la fuente primaria de la educación y terreno fértil para el crecimiento cristiano. Para proponer un camino cristiano a los jóvenes, hoy, es fundamental colaborar con sus familias y acompañarlas. Los ámbitos de interés dentro de los que se debe expresar esta sinergia cubren toda la vida afectiva y la experiencia familiar: la educación de adolescentes y jóvenes para el amor, la preparación de parejas de novios al matrimonio y a la vida familiar, el acompañamiento de los hijos y de las hijas que sienten una llamada particular a la vida consagrada o al ministerio presbiteral, la celebración del matrimonio, el acompañamiento de los jóvenes esposos y de los padres, la especial atención a las familias en dificultades y a las situaciones irregulares, la espiritualidad conyugal y familiar en la perspectiva de la espiritualidad salesiana.



4.1. Un camino a la medida de la familia


Esta es la experiencia nacida en ADMA, siguiendo los pasos de Don Bosco. Es una propuesta para vivir en plenitud la llamada a ser esposos y padres, hermanos y hermanas, encontrando, en el día a día, momentos para la oración, el diálogo, el perdón y la caridad. Así estaremos en sintonía con el estilo familiar de cariño del carisma salesiano, el estilo del Oratorio, buscando, bajo la mirada de Jesús, José y María, vivir cada momento, incluso los más fatigosos, en caridad mutua y sin perder la esperanza. El testimonio más hermoso es ver cuán verdaderamente la Eucaristía y María Auxiliadora se convierten en las columnas fundamentales de la vida, puntos de referencia en las dificultades cotidianas. El sueño de las dos columnas de Don Bosco marca el corazón del camino de las familias. Un amor entre los cónyuges que se renueva cada día, un crecimiento espiritual como individuos y como familias, una formación como padres en la difícil tarea educativa, una amistad entre los hijos que los hace capaces de compartir la fe y testimoniarla a los demás. Cada familia participa de acuerdo a sus posibilidades. No falta la invitación a cultivar la participación en la vida de la Iglesia local participando activamente en las actividades de las parroquias o de los oratorios. Todo esto me parece una manera hermosa de expresar y desarrollar fielmente y con la visión teológica y eclesial de hoy lo que Don Bosco pretendía en su tiempo.



4.2. Familia de familias


En este momento, ninguna familia puede estar sola. La cultura hedonista y desorientadora, así como la soledad que a menudo caracteriza los estilos de vida de las personas, hacen necesario crear entornos donde podamos profundizar y cultivar los valores cristianos juntos. Se trata de caminar para ser una Familia de familias, compartiendo las alegrías y llevando juntos las cargas y las dificultades, con algunas atenciones particulares.


- Poner el matrimonio en el centro y a Jesús en el centro del matrimonio.

Tratando de vivir la vocación de esposos y padres conscientes de que es necesario hacer habitar a Jesús en lo cotidiano, poniendo en él preocupaciones y dificultades, gozos y deseos bajo la guía de María. Dios desea manifestarse a través de nuestra acción diaria de esposos en el compromiso en el trabajo, en la educación de los niños y en el apostolado.


- Asegurar la primacía de la gracia

Cada familia recibe dones y gracias. En la fidelidad diaria a la oración crece la conciencia de ser hijos e hijas amados por Dios y aumenta el amor conyugal y familiar. En la oración, Dios renueva la gracia recibida en el sacramento del matrimonio cada día, llenando la vida de significado.


- Experimentar cómo la oración se convierte en caridad.

Los dones recibidos en el itinerario de oración y de formación son restituidos en la vida cotidiana. Hay varias maneras: desde la apertura a las necesidades de las familias vecinas o en dificultad, hasta el compromiso pastoral, especialmente con los jóvenes o con los más pobres o en la formación y en el anuncio a otras familias. Se presta una especial atención a las familias más jóvenes, para poner a su disposición la experiencia de los que llevan más tiempo caminando.


- Espiritualmente acompañados.

Hemos aprendido lo importante que es el acompañamiento espiritual de cada persona y de las parejas, con la presencia de los sacerdotes, de los consagrados y de los mismos esposos que han hecho un hermoso camino de vida familiar conyugal y cristiana y salesiana, se convierten en guías preciosos en el camino de la fe, compartiendo la experiencia de Dios que está en el corazón de su vocación y misión.



4.3. ADMA Jóvenes


Una gracia especial de María Auxiliadora es el haber dado comienzo a grupos de jóvenes que desean hacer suya la espiritualidad y el compromiso apostólico de la ADMA. Junto con las familias, el "injerto" de los jóvenes se revela como un don providencial de María Auxiliadora que cuida a las nuevas generaciones. Este es un punto importante sobre el que debemos continuar reflexionando y confrontando, y valorar también las situaciones providenciales que se puedan encontrar. Ciertamente, el camino a seguir es la conexión con el Pastoral Juvenil y ofrecer a los jóvenes experiencias y caminos significativos.


La ADMA Jóvenes es la propuesta de un itinerario de vida cristiana para chicos y jóvenes, con el carisma de Don Bosco: vivir con María Auxiliadora la experiencia de la fe, del amor del Padre, de la obra redentora del Hijo, del poder del Espíritu Santo, poniéndose al servicio del Evangelio y de la Iglesia. Se trata de acoger con gozo y disponibilidad este don de la gracia para hacerlo fecundo a través de elecciones de vida concretas y coherentes.


Pensando en los jóvenes y en la devoción a María, no podemos ignorar lo que Don Bosco pedía a sus chicos y cómo los llevó a amar a la Virgen. Prueba de esto lo encontramos, entre los muchos ejemplos que se podrían tomarse de las biografías de Domingo Savio y Miguel Magone escritas por Don Bosco.


De Domingo Savio Don Bosco escribió: «La devoción hacia la Madre de Dios en Domingo era muy grande. En su honor hacía cada día alguna mortificación. (…) Tenía una especial devoción al Inmaculado Corazón de María. Todas las veces que iba a una iglesia se ponía delante de su altar para pedirle la gracia de conservar su corazón siempre lejano de todo afecto impuro. (…) No solo él era devoto de María Santísima, sino que gozaba mucho cuando podía llevar a alguno a alguna práctica de piedad42.".


Y de Michele Magone, Don Bosco escribe: " Hay que decirlo, la devoción a la Santísima Virgen es el sustento de todo fiel cristiano. Pero lo es de modo especial de la juventud. (…) Nuestro Magone conoció esta importante verdad y he aquí el modo providencial con el que fue invitado». Y deseando consagrarse totalmente a María el director respondió que no estaba todavía en la edad de hacer votos de aquella importancia. “Sin embargo, interrumpió él, yo siento un gran deseo de darme totalmente a María, y si me consagro a ella, sin duda ella me ayudará a mantener la promesa”43.


Esta tradición educativa salesiana del amor por la Virgen debe hacernos pensar muy seriamente sobre cómo cultivar esta dimensión en nuestra propuesta pastoral juvenil. Precisamente por eso, como expresión juvenil de la ADMA, los jóvenes participan plenamente en el espíritu y en la vida de la Asociación con sus modalidades y momentos propios. Tiene un valor particular el hecho de que, en algunas partes del mundo y particularmente en la ADMA Primaria de Turín, muchos de los adolescentes y jóvenes son hijos de parejas que pertenecen a la ADMA: esto favorece los itinerarios de fe en clave generativa, atentos a la realidad de la familia e inspirados en el espíritu de familia. En un contexto sociocultural marcado por el relativismo antropológico y ético, reconocemos la estrecha relación con las familias como verdadero y propio valor agregado, tanto por la eficacia apostólica de la ADMA y por la formación afectiva de los jóvenes como por las posibilidades de renovación de la educación según el Evangelio. De hecho, dentro de cada comunidad cristiana se debe reconocer el insustituible papel educativo que desempeñan los padres y otros miembros de la familia. En primer lugar, los padres expresan cada día el cuidado de Dios por cada ser humano, en el amor que los une entre sí y con sus propios hijos.


El Sínodo de los jóvenes de 2018 y la exhortación apostólica postsinodal en forma de Carta a los jóvenes Christus vivit han sido una fuerte invitación en esta dirección: acompañar a los jóvenes a que reconozcan y acojan la llamada al amor y a la vida en plenitud, y también pedir a los mismos jóvenes que identifiquen las formas más eficaces para anunciar la Buena Nueva hoy.


Acompañar a los jóvenes pide salir de nuestros propios esquemas preconfeccionados, reuniéndose con ellos donde están, adaptándose a sus tiempos y a sus ritmos; también significa tomarlos en serio en su esfuerzo por descifrar la realidad en la que viven. Debemos acompañarles ayudándolos a hacer que el anuncio, recibido en gestos y palabras, entre y fecunde su esfuerzo diario para construir su propia historia e identidad, en la búsqueda de un sentido para sus vidas, que siempre es parte de su itinerario. incluso cuando no lo es de una manera explícita y consciente.


Los jóvenes tienen, por naturaleza, una enorme energía, necesitan espacios en los que puedan moverse, necesitan perspectivas amplias, grandes desafíos que abarcar y un futuro que proyectar. También necesitan una mirada de confianza que les dé impulso y que los invite y los aliente a traducir su energía en servicio, testimonio y apostolado. Crear espacio significa también aceptar al joven por lo que es, y aceptar sus tiempos y sus errores, especialmente cuando el joven dedica sus energías en experiencias de servicio, sin preocuparnos ni centrarnos en los resultados, esperando altos niveles de "profesionalidad". Significa mirar a la persona en su totalidad, para que madure en su itinerario de crecimiento humano y de fe.



CONCLUSIÓN


Al dar gracias por estos 150 años de vida de la Asociación de María Auxiliadora, comprometámonos, fieles al carisma de nuestro santo fundador de la Familia Salesiana, a dejarnos guiar por el Espíritu Santo para un renovado impulso evangelizador y educativo. Se trata de llevar la fe en Jesucristo y el amor a María a todos los jóvenes, niños, niñas, adolescentes, especialmente a los más pobres y necesitados (nunca lo olvidemos). Se trata de sembrar esta sensibilidad ya en los primeros años en que los niños y las niñas viven la edad de oro de la fascinación por los valores religiosos, se trata de compartir esta fe en Jesús y el amor a nuestra Madre con muchos amigos y familiares, colegas, vecinos, conocidos. Lo esencial de este impulso evangelizador consiste en renovar la Asociación prestando especial atención a la familia y las nuevas generaciones, favoreciendo y cuidando la amistad personal, la apertura a todos y el espíritu de servicio, haciendo nuestras las actitudes profundamente evangélicas de María: su disponibilidad a Dios, su fidelidad en el momento de la prueba y de la cruz, su espíritu de gozo y agradecimiento por las maravillas que el Señor hace.


Con el espíritu del Magníficat cantamos nuestro agradecimiento por el bien experimentado por la ADMA en estos 150 años, también gracias por la fidelidad de tantas personas humildes que han mantenido viva la antorcha de la Asociación en tiempos difíciles, de crisis y de protesta, para que el don recibido de Don Bosco pueda seguir transmitiéndose de generación en generación.


Al lado del gran cuadro de María Auxiliadora en la Basílica de Turín, hay una estatua de Don Bosco representado con la miniatura de la iglesia en su mano, queriendo recordarnos que la obra salesiana está marcada por la presencia de María Auxiliadora. La fidelidad a Don Bosco no puede prescindir de la devoción a la Auxiliadora, tan querida por su corazón apostólico y al corazón de todos sus sucesores. Es una herencia carismática que debemos redescubrir y promover.


"Esta presencia materna y activa de María es el fundamento de la Asociación e inspira el compromiso de sus miembros al servicio del Reino de Dios"44. La Asociación y su pertenencia a ella se basan en la experiencia de la maternidad y de la ayuda de María en su propia historia. Esta maternidad vista, tocada, experimentada, anima y sostiene todo compromiso, propósito y acción buena. María está con nosotros, nos ama y nos protege. De ahí nace el significado evangélico del servicio que emana del gozo de sentirse salvados y de comprometerse con entusiasmo en el anuncio y en la construcción del Reino de Dios, siguiendo el ejemplo y con la ayuda de María que ensalza al Señor y, al mismo tiempo, se profesa su humilde sierva.


También experimentamos la maternidad de María que, para ser sus manos extendidas a cada criatura, para que cada hombre se acerque al Dios del amor. El constante abandono en María caracteriza intensamente nuestra espiritualidad. El acto de abandono en María «es un dinamismo ascendente: es realizar el gesto del don de sí para responder con generosidad a una misión que realizar; pero es también un dinamismo descendente: acoger con confianza y reconocimiento la ayuda de la que guio a Don Bosco y sigue guiando a la Familia espiritual que en él tuvo su origen»45.


La presencia, vívidamente sentida, de María en nuestra misión educativa y evangelizadora es confirmación y garantía de que no estamos haciendo "nuestras cosas" y que no solo contamos con nuestras fuerzas: estamos respondiendo a un don y a una llamada, a pesar del cansancio y de la paciencia que requieren nuestras respuestas, siempre limitadas. El auténtico abandono en María, la primera evangelizada y la primera evangelizadora es, para nosotros, un hecho carismático que nos permite tomar conciencia de ser servidores y mediadores de la gracia de Dios. María, estrella de la evangelización, nos ayuda, como hizo en Caná de Galilea, para saber cómo captar las verdaderas preguntas de los jóvenes y del pueblo que Dios ama y nos invita a prestar atención a su Hijo: "Haced lo que él os diga"46.


La Asociación de María Auxiliadora es una luz que brilla en todo el mundo salesiano y nos invita a ser con María, discípulos y misioneros del Evangelio de la alegría. Muchos ojos miran a esta realidad, capaz de involucrar, como Asociación, a familias, padres e hijos, jóvenes y ancianos, niños, niñas y adolescentes. Mi apreciación está motivada por la constatación de que, a veces, surgen nuevas oportunidades en nuestra realidad no porque haya un programa preestablecido, sino porque la vida lo exige; es la vida la que por sí misma pone en evidencia lo que más importa y lo que más se necesita. El valor específico más precioso en la ADMA es el hecho de la fe vivida en familia, y aquí la Virgen está presente y acompaña. Esto tiene un gran valor para la Iglesia, un valor excepcional.


Para acabar, me permito compartir una profunda convicción que llevo en mi corazón. Recorriendo el mundo veo que invertimos muchas energías en una multitud de iniciativas, para llevarlas a cabo de la mejor manera posible, muchas de ellas con una generosa dedicación a lo social: todo esto es muy valioso y es siempre salesiano. Sin embargo, a veces faltan momentos de relación real entre las personas; oportunidades para hablar de Dios, de Jesús, para celebrar la fe, para expresar la fe que nos sostiene. Hablamos de muchas cosas, pero a veces no de lo que tiene raíces profundas. En este sentido, la Asociación de María Auxiliadora tiene muchos elementos bellísimos; entre ellos destacan la fe y la oración y deben seguir siendo una prioridad. Ver a las familias, ver a los niños, ver a los jóvenes y los ancianos juntos, es espléndido.


Agradezco a todos los que hacen posible este camino e invito a toda nuestra Familia Salesiana y a todas nuestras presencias que potencien este amor por la Madre con la misma pasión educativa y evangelizadora que lo vivió Don Bosco. Os aseguro que no os faltará la protección del Señor, la presencia materna de María Auxiliadora y la intercesión de Don Bosco. En particular, pido a toda nuestra Familia salesiana: promovamos la apertura de esta Asociación, en lugares donde aún no está presente, con creatividad pastoral, aunque hayan pasado 150 años desde su fundación. María Auxiliadora hará el resto.


San Juan Pablo II nos lo propuso como una hermosa carta de navegación, diciéndonos como Familia Salesiana: "Con vuestro trabajo, queridísimos educadores, estáis realizando un exquisito ejercicio de maternidad eclesial (Gravissimum educationis, 3). Tened siempre ante vuestros ojos a María Santísima, la más excelsa colaboradora del Espíritu Santo, dócil a sus inspiraciones y, por ello, hecha Madre de Cristo y Madre de la Iglesia. María continúa siendo, por los siglos, "una presencia materna, como indican las palabras de Cristo pronunciadas en la cruz: 'Mujer, ahí tienes a tu hijo; ahí tienes a tu madre"". Que vuestros ojos miren siempre a la Santísima Virgen (Redemptoris Mater, 24)»47.


Gracias a todos por vuestro testimonio. Y caminemos juntos con entusiasmo: ¡abandónate, confía, sonríe! ¡Dios os bendiga!



Don Ángel Fernández Artime S.D.B.

Rector Mayor


1 J. Bosco, Circular a los Salesianos sobre la difusión de buenos libros, en Instituto Histórico Salesiano, Fuentes Salesianas. Don Bosco y su obra, Editorial CCS, Madrid 2015, p. 436.

2 Francisco, Como Don Bosco con los jóvenes y por los jóvenes. Carta del Santo Padre Francisco al Rector Mayor de los Salesianos en el bicentenario del nacimiento de San Juan Bosco (24 de junio de 2015).

3 Cf. MBe II, 192.

4 E. Viganò, María renueva la Familia Salesiana de Don Bosco, ACS 289, 3

5 Aprovecho esta ocasión para dar las gracias a los Salesianos, a las FMA y a la ADMA Primaria de Valdocco por la rica contribución que me han ofrecido como resultado de la reflexión que han hecho para preparar este 150 aniversario.

6 J. Bosco, Reglamento de los devotos de María Auxiliadora, en P. Cameroni, ADMA: Asociación de María Auxiliadora. Un itinerario de santificación y de apostolado según el carisma salesiano, Editorial CCS, Madrid 2013, p. 74.


7 Juan Pablo II, Iuvenum patris (Carta apostólica del Sumo Pontífice en el centenario de la muerte de san Juan Bosco a don Egidio Viganò, Rector Mayor de la Sociedad de San Francisco de Sales, Roma 31 de enero de 1988).

8 Cf. Francisco de Sales, Filotea I,1,4; 3,13, en E. Alburquerque, San Francisco de Sales Obras selectas I. Introducción a la vida devota. Sermones escogidos. Conversaciones espirituales, BAC, Madrid 2010, pp.15-17; 19-21

9 Id., Filotea I,1,9, en E. Alburquerque, San Francisco de Sales, pp. 16-17.

10 Id., Filotea I,2,8, en E. Alburquerque, San Francisco de Sales, p. 19.

11 E. Ceria, Don Bosco con Dios, Editorial CCS, Madrid 1984, p. 226.

12 Cf. L.M. Griñón de Montfort, Tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen, III, 1.

13 S. De Fiores, Maria nella vita dello Spirito, Cirié (Torino) 2003, pp.149-151.

14 P. Brocardo, Don Bosco. Profundamente hombre, profundamente santo, Editorial CCS, Madrid 2001, p. 141.

15 Juan Pablo II, Iuvenum Patris. Las cursivas son mías queriendo subrayar lo específicamente mariano de la espiritualidad de Don Bosco.

16 J. Bosco, Maravillas de la Madre de Dios. Invocada bajo el título de María Auxiliadora, Editorial CCS, 2013 Madrid, p. 72.

17 M. Rua, Lettere circolari, Torino 1965, 178, pp. 293-294 ss.

18 M. Rua, o.c., p. 353.

19 J. E. Vecchi, Rasgos de la espiritualidad salesiana, Editorial CCS, Madrid 2000, p. 269.

20 P. Brocardo, Don Bosco. Profundamente hombre, profundamente santo, p.146.

21 Ibidem, p.146

22 E. Viganò, María renueva la Familia Salesiana de Don Bosco., p. 20.

23 Ibidem, p. 21.

24 P. Braido, Don Bosco sacerdote de los jóvenes en el siglo de las libertades, Ediciones Didascalia, Rosario (Argentina), 2009, tomo I pp. 563-565, citado también en P. Cameroni-R. Carelli, De la casa de María a nuestras casas. El Evangelio de la familia en la escuela de Don Bosco, Editorial CCS, Madrid 2017, pp. 90-92.

25 CG24, 80.

27 Francisco, Discurso en la celebración del 50 aniversario de la institución del Sínodo de los Obispos (Roma, 17 de octubre de 2015).

28 Documento final del Sínodo de los Obispos al Santo Padre Francisco (27 de octubre de 2018), nn. 121-122.

30 Reglamento ADMA, art. 2.

31 Carta de identidad carismática de la Familia Salesiana, n. 16.

32 Ivi, n. 31.

33 Pablo VI, Evangelii Nuntiandi, n. 48.

34 Francisco, Discurso en el I Encuentro Internacional de los trabajadores de peregrinaciones, párrocos, rectores y trabajadores de santuarios Roma 21 de enero de 2016.

35 Ibidem.

36 La nuvoletta del Carmelo, ossia la divozione a Maria Ausiliatrice premiata di nuove grazie, per cura del sacerdote Giovanni Bosco, S. Pier d’Arena, Tipografia e libreria di S. Vincenzo De’ Paoli, Torino – Nizza Marittima, Libreria Salesiana Patronato di S. Pietro 1877. Citado en P. Cameroni-R. Carelli, De la casa de María a nuestras casas. El Evangelio de la familia en la escuela de Don Bosco, p. 32.

37 Reglamento ADMA, art. 3

38 Mientras estoy escribiendo esta página, por segunda vez en poco tiempo, recibo la noticia de la muerte de uno de nuestros misioneros. En tres meses, en Burkina Fasso (Inspectoría de África Occidental Francófona- AFO), la existencia de dos hermanos misioneros, don César Antonio Fernández y don Fernando Hernández, ha sido cruelmente truncada. Las palabras del Papa se hacen realidad: “Hoy, cada día, miles de cristianos pierden la vida a causa de la fe en todo el mundo”.

39 Juan Pablo II, Ángelus (31 de enero de 1988).

40 Carta de identidad carismática de la Familia Salesiana, n. 16.

41 Ibidem, n. 17.

42 J. Bosco, Vida del jovencito Savio Domenico alumno del Oratorio de San Francisco de en Instituto Histórico Salesiano, Fuentes Salesianas. Don Bosco y su obra, Editorial CCS, Madrid 2015, pp. 954-955

43 J. Bosco, Apuntes biográficos del jovencito Magone Michele alumno del Oratorio de San Francisco de Sales, en Instituto Histórico Salesiano, Fuentes Salesianas. Don Bosco y su obra, Editorial CCS, Madrid 2015 pp. 1000-1001.

44 Reglamento ADMA, art. 1.

45 Carta de identidad carismática de la Familia Salesiana, n. 37.

46 Jn 2,5.

47 Juan Pablo II, Iuvenum Patris.

25