Actas_1991_336.ACG


Actas_1991_336.ACG

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del consejo generai
ano LXXII - abril-junio de 1991
n. 0 336
organo oficial
de animaci6n
y comunicaci6n
para la
congregaci6n salesiana
Direzione Generale
Opere Don Bosco
Roma

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1.3 Page 3

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del consejo generai
de la sociedad salesiana
de san juan bosco
ORGANO OFICIA L DE ANIMACION Y CO MUNI CAC IO N PA RA LA CONGREGAC ION SALE SIANA
N. 0 336
ano LXXII
abril -junio de 1991
1. CA RTA DE L RECTOR MAYOR
2. ORIENTACIONES Y DIRECTRICES
3. DISPOSICIONES Y NORMAS
4. ACTIVIDAD DEL C. GENERAL
5. DOCUMENTOS Y NOTICIAS
P8gina
LLAMAMIENTO DEL PAPA EN
FAVOR DE LAS MISIONES
3
2.1 . El Movim iento Juvenil
Sa les iano
42
2.2. El conjunto de la fami lia
salesiana
46
(No se da n en este numero)
4.1. De la cron ica de l Rector Mayor 58
5.1. Texto de la beatificac ion
del venerable Felipe Rinaldi
59
5.2. Semana de Esp irituali dad
de de la fami lia sa lesiana
61
5.3. Cronica de las bodas de oro
de la U.P.S.
62
5.4. Nuevos inspectores
64
5.5. Datos estadfsti cos
persona! salesia no
66
5.6. Hermanos difuntos
69

1.4 Page 4

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Cenerai Caceq u fs ci ca Salesiana
Alcala, 164 - 28028 Madrid
Edici6n excracomercial
Imprime: Graficas Don Bosco - Arganda del Rey (Madrid)
L

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1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
Llamamiento del Papa en favor de las misiones
lntroducci6n . - El_coraz6n misionero de san J uan Bosco. - San Juan Bosco soii6 a los suyos
en el Sur y en el Oriente. - Nuestra Congregaci6n es misionera . - Mensaje del Papa en la encicli-
ca Redemptoris missio. - El ardor en la misi6n procede del misterio de Dios. - La actividad mi-
sionera ocupa el primer puesto en la evange lizaci6n . - El misionero, invitado a renovarse $in
desviarse. - Mirada a las misiones de San Juan Bosco hoy. - Espiritualidad sa lesiana para nues-
tros misioneros. - Todos, en comuni6n y participaci6n activa. - El Seiior prepara una nueva pri-
mavera de la fe .
Roma, 24 de febrero de 1991.
Queridos hermanos:
Os escribo en el clima liturgico que nos dispone
para vivir el misterio pascual de Cristo, a quien mi-
ramos corno centro de nuestra existencia y de toda
la historia humana. Él es el buen pastor, enviado
por el Padre para dar vida a una Iglesia plenamente
misionera en medio de las gemes . En ella ha susci-
tado también nuestra vocaCÌ6n corno un carisriia. -es-
pecial de evangelizaci6n.
Aprovechando la circunstancia de la reciente en-
dclica del Papa, quiero invitaros a reflexionar sobre
nuestra dimensi6n misionera en la Iglesia.
En la · ultima circular meditabamos jumos sobre
el acontecimiento eclesial del ultimo sinodo de los
obispos, para prepararnos también a conmemorar los
ciento cincuema afios de la ordenaci6n sacerdotal
de san Juan Bosco.
Ahora me parece oportuno emretenernos acerca
de otro acontecimiento eclesial, corno ha sido la pu-
blicaci6n de la endclica Redemptons mùsio. Con-
viene que sintonicemos, en la oraci6n y en la refle-
xi6n, con los acontecimientos oriemadores de la
Iglesia .

1.6 Page 6

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL N. 0 336
4
Esta enciclica trata un tema vital para todos los
fieles; también a nosotros nos afecta de cerca.
Por otra parte, en la ciudad de Lima, capital de
Perii, se acaba de celebrar con numerosa asistencia
el COMLA-4 (cuano congreso misionero latinoame-
ricano), a fin de robustecer en aquellas naciones,
culturalmente cristianas , el compromiso misionero .
Es otro hecho que nos apremia a reflexionar sobre
la imponancia de las misiones .
También en nuestro XXIII Capftulo General se
habl6 de la dimensi6n misionera de la Congrega-
ci6n, y se dio sintéticamente una orientaci6n opera-
tiva para verificar y coordinar progresivamente las
nuevas presencias salesianas en Africa 1. Dicha orien-
taci6n ya ha sido considerada detenidamente por el
Rector Mayor con su Consejo y se han dado algunas
disposiciones , que ya estan en marcha 2.
Este conjunto de circunstancias, ademas de los nu-
merosos viajes misioneros - programados este afio
para el Rector Mayor y varios consejeros de sectores
generales-, nos invitan a centrar la atenci6n en un
tema que es cienamente vital. Nos hace vibrar con
los compromisos mas valientes asumidos por nues-
tra Congregaci6n ; pero también nos hace profundi-
zar en un rasgo cualificante que el Papa nos ha
recordado varias veces: el de ser, en todas partes ,
verdaderos misioneros de los j6venes. Hay, en el
término «misionero», algo que nos lleva a las raices
de la fe y nos hace percibir explfcitamente el signi-
ficado mismo de nuestra vocaci6n salesiana.
Antes de entrar en los aspectos mas substanciales
de la enciclica, conviene que consideremos juntos
de nuevo la dimensi6n misionera de nuestra Con-
gregaci6n (y familia) . Esta caracterfstica es, entre no-
sotros, mas que evidente; pero fuera no lo tienen
tan claro. Asf, por ejemplo, cienos elencos , mas o
menos oficiales, no suelen incluirnos , con las relati-
vas consecuencias, entre los institutos misioneros.
1. Cf. Educar a lo, j6venes
en la /e: XXIII Capitulo
Generai. Ro ma [Mad rid
1990]. nii m . 3 10 .
2. Cf. Acta, del Com ejo
Generai. nii m . 335 .
enero-marzo 199 1. pag .
58 -59

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5
1. CARTA DEL RECTOR MA YOR
No estara de mas considerar brevemente juntos,
ante todo, el coraz6n misionero de san Juan Bosco
y, después sus proféticos suefios misioneros , a fin
de poder proclamar con raz6n la dimensi6n misio-
nera de nuestra Congregaci6n.
El corazon misionero de san Juan Bosco
3. E. loRIA. Annali della So-
cietà Salesiana I. SE I Tu-
rin. pag . 245 .
4. P ABI.O A LBERA, lettere cir-
colan· ai Saluiani. Dire-
zione Gene rale Opere
Don Bosco. Tu rin 1956.
pags. 123. 133 _
Podemos decir que san Juan Bosco puede figurar
entre las fùas de misioneros del siglo XIX , aunque
no estuviera nuoca personalmente en las misiones
ad gentes.
«Cabe afirmar -escribe Eugenio Ceria- que la
idea misionera creci6 con él»3. Es alga intrinseco
a su proyecto vocacional de fundador y abarca toda
su existencia: primeramente en estado embrional e
inconsciente; después , gradualmente y de forma ca-
da vez mas clara y distinta.
Lo afirman, con términos mas o menos claros o
esfumados, don Pablo Albera y el beato Felipe
rinaldi, que hacen remontar la visi6n misionera de
san Juan Bosco al suefio de los nueve afios.
Las misiones ad gentes - escribe el primero-
«fueron siempre el anhelo mas ardiente del coraz6n
de Don Bosco; no temo equivocarme si digo que
Marfa Santisima Auxiliadora le habfa concedido , des-
de sus primeras manifestaciones maternas cuando aun
era muy joven, una intuici6n clara... Nos hablaba
continuamente de ello a sus primeros hijos, que,
llenos de admiraci6n nos sentfamos corno arrebata-
dos de santo entusiasmo .. . En torno a la cama de
su querido Juanito Cagliero, moribundo, ve a los
patagones que esperan de él la redenci6n, le predi-
ce la curaci6n y le revela en pane su futuro» 4.
El beato Felipe Rinaldi, por su pane, afirma: «Al
conmemorar aquel primer suefio de nuestro venera-
ble Padre , hemos celebrado implkitamente el cen-

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL N. 0 336
6
tenario del comienzo de la Obra salesiana; fue en
aquella primera visi6n cuando podemos decir que
fue consagrado corno ap6stol de la juventud, padre
de una nueva familia religiosa y misionero de los
pueblos no cristianos, pues suscito en su coraz6n
un anhelo vivisimo de vida religiosa y de evangeli-
zaci6n de los infieles»5.
Realmente el ideal misionero, ya vivo en él al
terminar sus estudios elementales 6, se desarrolla y
madura con el riempo.
Concluido el periodo de formaci6n pastora! en
el instituto sacerdotal rurinés de san Francisco de
Asis (1844), piensa ingresar en los Oblatos de Marfa
Virgen, que habfan abierto una floreciente mision
en Indochina (Vietnam), a fin de poder ser pronto
misionero. Se prepara rezando y esrudiando alguna
lengua. Su director espiritual, san José Cafasso , le
deja hacer; pero en e! momento oportuno le para
con un «no decidido», !agra que se quede en Turin
y le encuentra un puesto en el colegio de la mar-
quesa Barolo, donde podra ocuparse de numerosos
jovenes. Obedece, y la Providencia lo guiara por
sus caminos. El crabajo apostolico con los jovenes,
en vez de atenuar su llama misionera, le da una
luz mas viva y la viste de originalidad.
Sabcmos que las empresas misioneras narradas en
los Anales de la Propagaci6n de la Fe 7 -una de
sus lecruras preferidas- le impresionaban profun-
damente . jEran muchas las almas que habfa que
salvar, y él se semfa, de algun modo, corresponsable!
Desde 1848 el beato Miguel Rua y ocros le oye-
ron exclamar muchas veces: «Si cuviera muchos pres-
bfreros y aspirantes al sacerdocio, me gustarfa man-
darlos a evangelizar la Patagonia y la Tierra del
Fuego .. .»8.
Por aquellos mismos afios se le via mirar algun
mapa y emocionarse ante el hecho de que «tantas
regiones yacieran aun en la sombra de la muerte» 9.
5. Actas del Capftu/o Supe-
nor, ano VI , 24 de junio
de 1925 . pag . 364 .
6. Cf. Memorias Bzograficas
I. 328
7. Cf. Memonas Brograficas
111 , 363
B. Memoni1J B,'ogrdficas 111 ,
363 .
9. Me1nonas Bnogrdficas
lii , 546; IV, 424.

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7
1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
Cuando, tras inenarrables sacrifìcios, puede final-
mente lanzar sus misiones (1875: jla mayor empre-
sa de nuestra Congregacion!), su corazon misionero
exulta y, aparentemente, ya solo parece vibrar por
ellas. Asi lo atestiguan sus primeros sucesores. «En
adelante -escribe don Pablo Albera- las misiones
fueron el corazon de su corazon ; daba la impresion
de que ya solo vivfa para ellas ... Hablaba de ellas
con tal entusiasmo, que quedabamos impresionados
y fuenemente edifìcados por el ardor de su encen-
IO . PABLO À LBERA, lettere
circolan· ai Salesiani.
Di rezione Ge nerale
O pere Don B~sco, Tu-
rfn 1956. pag. 134 .
didisimo celo por las almas»10.
Con no menor intensidad , el beato Felipe Rinal-
di, evocando recuerdos lejanos, se expresa asi: «En
su gran corazon se acumulaban, desde hacfa mu-
chos afios, los ardores apostolicos de Francisco Ja-
vier, alimentados por una llama superior que le iba
iluminando el porvenir mediante suefios ... Para mi,
creo que quizas ningun misionero ha sido propa-
gandista mas celoso e infatigable que él. Me parece
ver de nuevo al amadisimo Padre, en los lejanos
recuerdos de mi vocacion salesiana, precisamente en
los afios de su mayor fervor misionero ; la impresion
que se me quedo grabada es indeleble: era un ver-
dadero misionero , un apostol devorado por la pa-
11 Actas del Capftulo Su- sion de las almas»11 .
penor, ano VI, 24 de
ju nio de 1925, pag .
Pero san Juan Bosco no se contento con vivir per-
367 .
sonalmente el ideai misionero; lo transmitio a su
Congregacion (y familia) corno elemento constituti-
vo de su patrimonio espiritual y apostolico. El me-
morandum que envio el afio 1880 al papa Leon
XIII es explkito. «Las misiones extranjeras -dice-
.fueron siempre objeto anhelado de la Congregacion
12. Memon'as Biograficas salesiana» 12.
XIV. 624 .
Quiso , pues , que su fundacion fuera también ,
y de verdad, misionera ad gentes.
Vale la pena considerar, aunque sea brevemente,
algunos suefios de san Juan Bosco que manifiestan
con claridad su proyecto de Fundador.

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL N. 0 336
8
San Juan Bosco sono a los suyos
en el Sur y en el Oriente
San Juan Bosco tuvo muchos suefios: con raz6n
se le ha llamado el Santo sofiador.
Clasificarlos es un problema espinoso; mayor aun ,
interpretarlos. Hasta el dfa de hoy no disponemos
al respecto de un estudio completo; ni es facil
hacerlo 13 _
Ello no significa, sin embargo , que algunos no
tengan una imponancia hist6rica y profética; daban
cuerpo a un aspecto fundamental de su personali-
dad carismatica y le impelian a empresas valientes,
que humanamente eran inexplicables.
Al comentar el llamado «suefio del personaje de
los diez diamantes» 14 dije que es posible hablar de
los suefios de san Juan Bosco desde un punto de
vista distinto y mas vital que el critico-cientifico
aun siendo éste muy de desear para la necesaria
seriedad de investigaci6n. Se trata del nivel de in-
flujo existencial en el animo del Fundador y en la
vida de los suyos.
Algunos suefios se han de considerar corno reve-
ladores; no cabe explicarlos solo mediante el analisis
de la interioridad personal del Santo.
Santiago Costamagna -futuro obispo- , que ha-
bfa comprobado en América el valor carismatico de
varios suefios y que indudablemente vefa en san Juan
Bosco una personalidad profética, después de leer
un suefio misionero de 1885 escribfa a Juan Bautis-
ta Lemoyne para referirle una frase que le habfa
dicho confidencialmente el buen Padre: «De todas
las congregaciones y 6rdenes religiosas, quiza la nues-
tra es la que ha tenido mas palabra de Dios»15 .
Entre los llamados «suefios reveladores» hay cinco
que se refieren precisamente a las misiones ad gen-
tes:
13. Cf. FAUSTOjlMmEZ, Los
suenos de Don Bosco,
ed . CCS. Madrid .
1989
14. Actas del Capitulo Su -
perior, aiio VI. 24 de
junio d e 1925,
piig. 367 .
15. Memonas Biogriificas
XVII , 305

2 Pages 11-20

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9
1. CARTA DEL RECTOR MA YOR
16. Actas del Comejo Ge-
nerai, nu m . 323,
occ ub re-diciembre de
1987.
I7. Cf. Memonas B,ografi-
cas XVII . 645.
• uno sobre la Patagonia, tenido en 1872: le sirvi6
para decidirse a empezar las misiones;
• otro que describe un viaje por América, tenido
en 1883: presenta muchos datos desconocidos no
solo para Don Bosco , sino también para los estu-
diosos de su época;
• el tercero , sobre el cono sur de América, tenido
en 1885, es el que movi6 a Santiago Costamag-
na, que ya estaba allr, a referir las palabras que
acabamos de citar;
• el cuarto, sobre Africa, Asia y Oceania, también
de 1885 : hoy lo consideramos con especial admi-
raci6n , pues vemos ya bien desarrollada su prodi-
giosa realizaci6n;
• y el quinto, sobre el viaje «aéreo» de Valparaiso
a Pekfn , tenido en 1886: personalmente lo he
querido controlar de algun modo geograficamen-
te en diversos viajes, para invitar a todos a abrir
con esperanza nuestro animo al «proyecto
China» 16 .
Estos suefios misioneros nos ayudan a conocer la
mente de nuestro Fundador, a captar la grandeza
de su espfritu y la audacia de sus empresas. En ellos
se ve colocada, sin lugar a duda, nuestra Congrega-
ci6n entre los grupos eclesiales comprometidos, en
cuanto tales, en · las misiones ad gentes; y exacta-
mente en el Sur y en el Oriente , de que ha-
bla la endclica. Profetizan la fecundidad voca-
cional en los aut6ctonos y jabren espacios de
futuro que se podran comprobar dentro de quinien-
tos afios! 17.
El tiempo transcurrido desde la primera expedi-
ci6n misionera (1875) hasta hoy demuestra la reali-
zaci6n de tales suefios, aun permaneciendo siempre
abienas las fronteras de crecimiento, particularmen-
te en China, donde las misiones salesianas empeza-
ron con éxitos inesperados y se tifieron en la sangre
de nuestros primeros manires.

2.2 Page 12

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL N. 0 336
10
Son suefios que -hecho quiza umco en la
historia- trazaron, con una anticipaci6n de va-
rios decenios, el recorrido que después habrfan
de seguir los suyos . No sin raz6n actualmente se
ve a san Juan Bosco, en las mas heterogéneas
regiones del globo , corno presencia anticipadora y
paterna, corno amistad cultura! y protecci6n pode-
rosa.
En mis numerosos viajes intercontinentales he
podido verificar de algun modo, y no pocas ve-
ces, el alcance profético de tales suefios, que si-
guen teniendo un estimulante hechizo de futuro.
Lo he comprobado en América, en Africa y Mada-
gascar, en Asia, Jap6n y Filipinas, en Australia y
Oceanfa. Los salesianos de esas regiones leen aque-
llos suefios corno providenciales mensajes proféti-
cos. En algiin caso se me ha invitado incluso a
resolver encendidos debates sobre ciertas precisiones
geograficas ...
Son suefios que han influido verdaderamente, y
siguen haciéndolo, en la vida misionera de nues-
ua Congregaci6n. A su modo confirman un aspec-
to constitutivo de la vocaci6n salesiana en la Igle-
s1a.
Nuestra Congregaci6n es m1s10nera
La mente y el coraz6n de nuestro Fundador asi
corno la uadici6n vivida ininterrumpidamente en
su familia confirman con claridad que la dimen-
si6n misionera es un rasgo esencial de nuestro
carisma 18•
Las misiones ad gentes no son simplemente, para
los Salesianos, un conjunto de obras corno las de-
mas, con la unica diferencia de que estan en paises
lejanos o de culturas diferentes: no, no . Son, mu-
cho mas profundamente, un aspecto const1tut1vo,
I8. Cf. Constituciones, arr .
30 .

2.3 Page 13

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11
1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
19. Cf. Redempton, mùsio
40.
una dimensi6n peculiar de nuestra identidad de Sa-
lesianos de don Bosco en la Iglesia. Es verdad que
en e! Anuario pontificio nuestra Congregaci6n no
figura entre los «Instirutos misioneros» en sentido
estricto, o sea, entre los que solo se dedican a mi-
siones extranjeras; sin embargo , en ella, y precisa-
mente en cuanto instituci6n eclesial, nuestro Fun-
dador quiso un verdadero compromiso de misiones
ad gentes. Su proyecto fue verdaderamente provi-
dencial . Hoy debemos reconocer que las misiones
han sido e! instrumento hist6rico para universalizar
y enculturar e! carisma salesiano en e! mundo. Es
un mérito grande .
Entre nosotros se han cultivado, desde e! princi-
pio, las vocaciones misioneras en sentido estricto,
o sea, el cuidado de los salesianos -no pocos-
enriquecidos con la vocaci6n especial que es la nota
caracteristica de rodo verdadero misionero. Dicha vo-
caci6n especial no es en ellos algo excepcional con
respecto a los demas salesianos , sino la expresi6n
mas viva y generosa de la vocaci6n de todos, ya
que manifiesta una condici6n interna de la indole
propia del carisma comiin ; todo salesiano esca, de
por si, disponible, en dialogo de obediencia, para
ser enviado corno misionero .
Hace ya mas de cien afios que comenzamos nues-
tras misiones en América; cincuenta afios después
nos dirigimos a Asia, y ultimamente , jpasados otros
cincuenta! , nos hemos comprometido fuenemente ,
en cuanto proyecto de conjunto, en Africa. Pode-
mos decir que, corno sugiere e! Papa, nos hemos
dirigido hacia e! Sur y hacia e! Oriente 19, donde
se constata e! mayor crecimiento demografico de la
humanidad: mucha juventud y gran pobreza.
Nuestras misiones demuestran , en tres grandes eta-
pas sucesivas de ambito mundial , la concreta op-
ci6n preferente de la Congregaci6n por los j6venes
pobres y necesitados .

2.4 Page 14

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL N. 0 336
12
En los dos ultimos decenios ha habido , entre no-
sotros , un relanzamiemo misionero . Es una iniciati-
va providencial que esta reavivando el carisma y nos
proyecta con esperanza bacia el futuro. En la circu-
lar sobre nuestro compromiso africano 20, os decia
que la apenura de este nuevo freme misionero era
inhereme a nuestra tradici6n de vida y ponadora
de inestimables bendiciones del Seri.or. Estamos vien-
do confìrmada tal afìrmaci6n. El compromiso mi-
sionero nos esta librando de los peligros del abur-
guesamiemo, de la superficialidad espiritual y de
un trabajo indeferenciado. En las misiones sentimos
el gusto de los origenes, experimentamos la perma-
nente validez del criterio oratoriano , y nos parece
que san Juan Bosco cobra nueva vida en la autenti-
cidad primigenia de su misi6n juvenil y popular.
El XXIII Capfrulo General nos hace dirigir la aten-
ci6n panicularmente al proyecto Africa; pero aquf
deseo invitaros a reflexionar simultaneamente sobre
los demas fremes misioneros, alguno de los cuales
son expresi6n de iniciativas recientes , corno las «mi-
siones de altura» en América, las de Papuasia e islas
Samoa, la apenura a Indonesia y Camboya y, con
esperanza y preparaci6n, el regreso al inmenso con-
tinente chino.
En cuanto al compromiso africano , podemos de-
cir que estamos comenzando una nueva etapa, ca-
racterizada por una mas clara y creciente conciencia
de inserci6n en la cultura de aquellos pueblos, por
la consolidaci6n y desarrollo de las obras actuales ,
por una cada vez mas apropiada praxis de evangeli-
zaci6n de la juvemud y, particularmente, por el cul-
tivo de las vocaciones locales y su adecuada forma-
ci6n mediante la creaci6n de las estructuras necesa-
rias . Se esta dando un gran paso adelante, que de-
berfa ayudarnos a revisar y profundizar el significa-
do de toda nuestra labor.
Para proceder con sabidurfa, prudencia y eficacia
20 . Actas del Co11se10 Su-
perior. num. 297. julio-
sepciembre de 1980.

2.5 Page 15

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13
1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
2 1. Redempton's mùsio 2.
22 . Redem/)torù mùsio 2 .
en esta nueva etapa, conviene reforzar, ho solo en
quienes trabajan directamente , sino también en to-
dos los salesianos , una mentalidad misionera mis
genuma.
La ocasi6n nos la brinda la reciente e importante
endclica sobre las misiones. El precisar lo que es ,
todavfa hoy, la actividad especilicamente misionera
da profundidad y concreci6n al significado de toda
la nueva evangelizaci6n: se trata, para todos, de me-
ditar a fondo sobre la autenticidad de la fe : la del
ap6stol y la del catecumeno .
El Santo Padre insiste en afìrmar que la finalidad
interna de la endclica es, en ultimo término , «la
renovaci6n de la fe y de la vida cristiana, ya que
la misi6n renueva a la Iglesia, robustece la fe y la
identidad cristiana, y da nuevo entusiasmo y nuevas
motivaciones»21.
Procuremos aprovechar estas reflexiones y orienta-
ciones magisteriales. En todos nosotros hay una raiz
misionera que exige a nuestra fe el esfuerzo de trans-
mitirla. También el XXIII Capftulo Generai nos re-
cuerda que nuestro apostolado va «de [nuestra] fe
a la fe [de los j6venes]» bajo el impulso de la espi-
ritu~idad salesiana que nos mueve a lo largo del
cammo .
juan Pablo II , por su parte, recuerda a todos que
«la fe se fortalece dandola» 22 .
Mensaje del Papa en su enciclica Redemptoris missio
Aprovechando el veinticinco aniversario del de-
creto conciliar Ad gentes (diciembre de 1965 ), el
Santo Padre ha publicado la endclica Redemptons
mzssio para afìrmar con claridad la validez perma-
nente del mandato misionero en la Iglesia. Es una
gran llamada del Papa a afrontar con mayor res-
ponsabilidad las misiones ad gentes. Ofrece, ade-

2.6 Page 16

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ACTA$ DEL CONSEJO GENERAL N. 0 336
14
mis , reflexiones y aclaraciones que tienen en cuenta
la importante evolucion de los ultimos decenios.
El tftulo nos lleva a la llamada dirigida a todos
por Juan Pablo II al comenzar su pontificado: «jAbrid
las- puertas a Cristo! » Voz que después tuvo un co-
n\\entario amplio en su primera enciclica -
R~demptor hominis-, donde a.firma que el «pri-
mer camino de la Iglesia» es el hombre viviente .
A estas y otras llamadas, el Papa ha afiadido des-
pués su testimonio persona! en el modo de ejercer
el ministerio de Pedro . Con razon se le ha defini-
do, debido a sus numerosos viajes apostolicos, el
primer misionero del munda .
Cabe decir que la ex.hortacion a abrir las puertas
a Cristo es el hilo conductor de todo su pontifica-
do . En particular, constituye el primer gran objeti-
vo de esta nueva enciclica. «La mision de Cristo Re-
dentor -dice el Papa al principio-, confiada a la
iglesia, esti aun ... en su comienzo y... debemos
comprometernos en ella con todas nuestras fuer-
zas»23. Basta mirar a la humanidad contemporanea:
de un tota! de mis de cinco mil millones de habi-
tantes, solo la tercera parte conoce a Jesucristo , y
de ésta solo el 18 por 100 a.firma qùe es catolico ,
y, entre los catolicos , no todos son verdaderos cre-
yentes. En el continente asiatico, donde vive el 60
por 100 de la humanidad, los bautizados no llegan
al 2 por 100. Y, un poco en todas partes , aumenta
mis ripidamente el numero de quienes no lo cono-
cen que el de los que le siguen.
Urge, por tanto , relanzar la preocupacion misio-
nera, que estimulari a renovar todas las tareas de
evangelizacion y presentari a la Iglesia corno verda-
dero sacramento de salvacion en el munda.
La enciclica tiene en cuenta la evolucion ocurrida
y abre nuevas perspectivas. Podemos indicar algu-
nas : la novedad conciliar del denso contenido teolo-
ga! de la mision , la novedad de diferenciar la acti-
23 . Redem/)tons minio I.

2.7 Page 17

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15
1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
24 . Redemp t oris
sio 31.
vidad espedficamente misionera tanto en relaci6n
con la atenci6n pastora! a los fieles corno con la
reevangelizaci6n de los pafses de antigua tradici6n
cristiana actualmente en acelerada secularizaci6n; la
novedad de los criterios para describir especifìcamente
la actividad misionera: no solo criterios geograficos ,
sino también sociol6gicos y culturales; la novedad
del relieve dado a las Iglesias j6venes que todavfa
necesitan maduraci6n; la novedad de incluir las ta-
reas de promoci6n para el desarrollo de los pue-
blos formando las conciencias.
La enciclica nos viene a decir, efectivamente, que
la actividad misionera ayuda a la Iglesia a responder
al inmenso reto de un giro de época, nunca visto
hasta ahora a lo largo de los siglos por su amplitud,
hondura y celeridad . En este giro actual el compro-
miso misionero aparece corno «la actividad primaria
mu- de la Iglesia, esencial y nunca concluida» 24 .
Os invito a todos y cada uno a leer con atenci6n
este documento pontificio. Aquf vamos a reflexio-
nar juntos sobre algunos aspectos que nos ayuden
a sintonizar valientemente con el coraz6n misionero
de san Juan Bosco.
El ardor nustonero
en la mision del misterio de Dios
El concepto de misi6n esta en la base de toda
la renovaci6n eclesiol6gica suscitada por el concilio
Vaticano II; se relaciona fntimamente con la natu-
raleza misma de la Iglesia, cuerpo hist6rico del mis-
terio de Cristo, pues la dimensi6n misionera tiene
su rafz en las misiones trinitarias: en la del Verbo
enviado por el Padre a hacerse hombre y, mediante
la resurrecci6n de Cristo, en la del Espfritu Santo .
La Iglesia, sacramento universal de salvaci6n, armo-
niza organicamente en sf misma ambas misiones tri-

2.8 Page 18

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL N. 0 336
16
nitarias y se convierte en la gran evangelizadora de
todos los pueblos.
El Concilio , al proclamar la naturaleza misionera
de la Iglesia, especialmente en la constituci6n Lu-
men gentium y en el decreto Ad gentes, afirma
la extraordinaria vitalidad de este su dinamismo in-
nato , especialmente con respecto al actual cambio
de época , «del que estan surgiendo nuevas condi-
ciones para la humanidad»25 . No solo hay en el
mundo una cultura emergente , que en sf misma
no nace cristiana; también los pueblos estin en mo-
vimiento y el numero de los hombres que no cono-
cen a Cristo no deja de aumentar; los horizontes
y posibilidades del compromiso misionero se am-
plian continuamente. La actividad misionera de la
Iglesia esti muy lejos de haber terminado ; mis aun
-corno afirma el Papa-, no ha hecho mis que
empezar. Los ultimos confines de la tierra de que
habla el Evangelio no son simplemente geograficos;
podemos decir que , en vez de acercarse, se alejan .
De aquf la urgencia misionera. Todos los creyentes
estan invitados a levantar su mirada al inmenso ho-
rizonte del mundo no cristiano 26 .
Esta visi6n conciliar ha infundido a la Iglesia un
ardor nuevo . De algun modo ha hecho que la con-
sideraci6n de las misiones ad gentes desemboque
en el unico y fundamental cauce de la misi6n de
evangelizar, propia de todo el pueblo de Dios , in-
corporando asf organicamente la misiologfa en la ecle-
siologfa. Lo cual ha servido para iluminar mejor to-
da la actividad evangelizadora de la Iglesia refor-
zando las esuechas relaciones que deben cultivar hacia
el hombre contemporaneo , a cuyos apremiantes re-
tos tiene que saber dar una respuesta de salvaci6n .
En esta perspectiva global es donde ha nacido
la necesidad de la nueva evangelizaci6n que gufa
hoy toda la renovaci6n de la acci6n eclesial . Todo
tiene su rafz en las misiones mmtarias , que se en-
25 . Ad gentes I.
26 . Cf. Redempton"s mùs10
40 .

2.9 Page 19

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17
1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
carnan y se funden hisr6ricamente en la unica y
fundamental misi6n de la Iglesia.
La actividad rms1onera ocupa el primer
puesto en la evangelizaci6n
27. Rede111p1ons 1111.mo 32.
28. Cf. Ad gentes 6.
29. Cf. Aclas del Consejo
Generai. nu m . 33 1.
onubre-d iciembre de
1989.
Freme a la visi6n unificadora del Concilio, no
ha faltado quien se preguntara si era aun necesario
hablar de actividad misionera espedfica. iNo basta-
ria referirse simplemente al caricter misionero inhe-
rente a roda actividad eclesial?
Cienamente hay que reconocer que , si la misi6n
de la Iglesia es unica , debe estar presente de un
modo concreto en cada una de las actividades ecle-
siales. De lo cual, sin embargo, no se deduce que
tengan que identificarse entre sf rodas ellas. La en-
ciclica se orienta decididamente a afirmar que sigue
siendo fundamental e imprescindible la actividad
de las misiones ad gentes. «Hay que precaverse -afir-
ma- contra el peligro de igualar situaciones muy
distintas y de reducir, cuando no de eliminar, la
misi6n y los misioneros ad genteS>> 27 .
El decreto conciliar ya habfa dicho que la dife-
renciaci6n en las actividades de evangelizaci6n no
nace de la naturaleza eclesial de la misi6n , que es
siempre la misma en su identidad de fondo , sino
que proviene de las condiciones existenciales de los
destinatarios. Dichas condiciones dependen a veces
de la Iglesia, pero también de los pueblos, grupos
u hombres a quienes va dirigida la misi6n 28. Asf,
en el cauce de la unica misi6n , se distinguen varias
acrividades evangelizadoras. Todo es evangelizaci6n
- mis aun , después del Concilio rodo tiene que
ser nueva evangelizaci6n 29; pero hay que distinguir
entre sf algunas actividades que tienen caracterfsti-
cas peculiares.
Ya el decreto Ad gentes hacfa la distinci6n entre

2.10 Page 20

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL N. 0 336
18
la actividad misionera especffica, la pastoral -cuyo
objeto son los fieles- y la ecuménica, encaminada
a recomponer la unidad de los cristianos 30.
La recieme endclica presenta, en general , tres for-
mas distintas de actividad evangelizadora: a) la mi-
sionera , en pueblos que no conocen a Cristo ; b)
el cuidado pastoral de los fieles cristianos , y c) la
nueva presemaci6n del Evangelio en pa1ses de ami-
gua tradici6n cristiana ahora secularizados.
Los limites entre esas tres modalidades no son
clarameme definibles. Cienameme estas actividades
no se identifican entre sf, ni se excluyen redproca-
meme corno si cada una de ellas pudiera aislarse
en una especie de componamiemo estanco; son in-
tercomunicames, pero con una condici6n:. que la
actividad especfficameme misionera signifique tam-
bién para las otras la expresi6n primera y cualifican-
te de toda la evangelizaci6n. «Sin ella, la misma
dimensi6n misionera de la Iglesia estarfa privada de
su significado fundamental y de su actuaci6n ejem-
plar»31. Su descuido o debilitaci6n demostrarfa fal-
ta de celo , y serfa una serial de crisis de la fe .
Asf, seguo la visi6n conciliar de la unica misi6n,
distinguir de las otras actividades la especfficamente
misionera, en vez de debilitarla o posponerla, re-
fuerza su idemidad y consistencia, y pone nueva-
mente de manifiesto su alto valor de servicio -el
primero- , que constituye el fundamemo y el alma
dinamica también de las otras.
Pero, ~corno precisar hoy dfa lo propio de las
misiones ad gentes? Aqur se plantea una problema-
tica nada facil; de todos modos, hay elementos que
ayudan a juzgar las .diferemes situaciones; sirven,
sobre todo, para afirmar corno principio de fondo
la imponancia de dos aspectos relacionados emre
sf: es decir, que todas las actividades evangelizado-
ras proceden de la unica misi6n de la Iglesia, y que
30. Cf. Ad gentes.
31. Cf. Redemptons missio
33 -34.

3 Pages 21-30

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3.1 Page 21

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19
1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
32 Redemptoris missio 34.
33. Redemptons mimo 33.
34. Redemptons mimo 48 .
la actividad especificamente misionera es raiz y pri-
mer estfmulo de las otras.
La endclica ahonda, de forma sistematica y bien
cuidada , en el significado de la actividad misionera
en sentido especifico. «Ésta - afirma- se distingue
de las demas actividades eclesiales, porque se dirige
a grupos y ambientes no cristianos, debido a la
ausencia o insuficiencia del anuncio evangélico y de
la presencia eclesial»32 . Su objetivo centrai es fun-
dar comunidades cristianas «sufìciememente madu-
ras corno para poder encarnar la fe en el propio
ambiente y anunciarla a otros grupos»33 .
Se toman, pues, en consideraci6n también los as-
pectos sociales y culturales: «Se trata de una tarea
considerable y larga, de la que resulta dificil indicar
las etapas precisas con que termina la acci6n pro-
piamente misionera y se pasa a la actividad pas-
toral» 34 .
Al criterio geografico con que solian delimitarse
las tierras de misi6n -y que en pane sigue siendo
valido (la endclica habla de Sur y de Oriente)-
se afi.ade ahora un criterio de orden sociol6gico, que
tiene en menta algunas grandes transformaciones que
caracterizan hoy el devenir socia! (tales corno la ex-
plosi6n demografica en algunos pueblos, e! munda
juvenil y e! del trabajo, la urbanizaci6n y las migra-
ciones, los refugiados y exiliados, etc.), y, por ulti-
mo, también un criterio propio de la cultura que
emerge, donde aparecen -corno se expresa la
endclica- «are6pagos modernos» (refìriéndose sim-
bolicamente, con san Pablo, al areopago de Ate-
nas, que representaba el centro cultura! de los ciu-
dadanos), tales corno la vasta area de la comunica-
ci6n socia! , de la promoci6n de la mujer, de la soli-
daridad intemacional, de los compromisos por la paz,
la liberaci6n y la justicia, la compleja area de la
investigaci6n cientifica, etc. Al considerar los crite-
rios presentados por la enciclica, se ve inmediata-

3.2 Page 22

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ACTA$ DEL CONSEJO GENERAL N. 0 336
20
mente que la actividad misionera es hoy dia multi-
forme y ductil; ya no es posible limitarla al area
territorial ni reducirla a una visi6n de sabor roman-
tico con selvas y soledades... Hay -dice la enciclica-
«un trastocamiento tal de situaciones religiosas y so-
ciales, que resulta difkil aplicar concretamente de-
terminadas distinciones y categor:fas eclesiales a que
estabamos acostumbrados» 35 .
La diversidad sociologica y cultura!, sin embargo,
no hacen perder las notas substanciales que caracte-
rizan y distinguen la actividad misionera freme a
la pastora! y a la reevangelizaci6n de grupos secula-
rizados.
A nosotros nos imeresa profundizar no poco esta
elasticidad en el concepto de la actividad especffica-
meme misionera aplicada a nuestro carisma. Por aho-
ra nos basta saber que la enciclica asegura su per-
manencia y que, mas aun, «todavfa esta en sus co-
mienzos» 36. Antes de seguir adelame, imeresa po-
ner de relieve algunas dimensiones nuevas muy po-
sitivas, en torno a las que la enciclica disipa algunas
dudas y ambiguedades que han surgido y la acom-
pafian.
35. Redemptons missio 32
36. Redemptons mimo 30.
El misionero esta invitado a renovarse sin desviarse
Entre las novedades que la enciclica aprecia y po-
ne de relieve, hay tres particularmeme significati-
vas: la visi6n conciliar del reino de Dios, mas am-
plia que la de Iglesia; el proceso de personaliza-
ci6n, que profundiza los valores de la subjetividad,
evitando en la actividad evangelizadora todo lo que
sepa a proselitismo, y los nuevos y exigemes valores
del ecumenismo, del dialogo imerreligioso y de la
necesidad urgente de enculturar el Evangelio.
Son perspectivas reciemes que emran a formar par-
te importante de la nueva evangelizaci6n y deben
asumirse en toda actividad apostolica de la Iglesia.

3.3 Page 23

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21
1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
Asi, el m1S1onero esca llamado a renovarse siguien-
do la orbita del Vaticano II: debe saber incorporar
a su actividad evangelizadora los valores crearurales
del Reino; debe seguir una metodologfa capaz de
mover la libertad y la conciencia personales; debe
evitar los tonos polémicos y apologéticos y dar cabi-
da a un inteligente y bien preparado dialogo ime-
rreligioso . Ya no puede contentarse con una especie
de sacramentalismo magico.
Como todas las novedades , también las sefialadas
han traido consigo ambigiiedades y han hecho sur-
gir dudas hasta ahora inéditas.
La endclica ofrece una valiosa iluminaci6n para
esclarecerlas. En efecto, han aparecido al respecto
interpretaciones superfìciales que, en vez de reno-
var, pretenderfan marginar y debilitar aca y alla,
aunque de modos diferentes, la misma actividad mi-
s10nera.
Nos interesa seguir la endclica en el esclarecimiento
de las ues novedades indicadas mas significativas.
Pefigro de favorecer un sentzdo reductivo del Reino
37. Cf. lumen genllllf/J ) .
38. Cf lumen genl111m ) .
El concilio Vaticano II propuso una distinci6n ne-
cesaria entre Iglesia y reino de Dios 37 . «La realidad
incipiente del Reino puede encontrarse también en
la humanidad entera, mas alla de los confines de
la Iglesia; es mas, el pueblo de Dios tiene la misi6n
de coordinar y perfeccionar también los valores evan-
gélicos de las culturas y del orden tempora! seguo
el misterio de Cristo, pues la Iglesia es germen e
inicio dd Reino en la historia 38 .
Esta explkita visi6n conciliar asegura un horizon-
te mas amplio de la actividad misionera y nos sirve
para poner de relieve el estilo salesiano de inter-
cambio y mutua relaci6n circular entre evangeliza-
ci6n y promoci6n humana.
Algunos, sin embargo, interpretando mal esa dis-
tinci6n, han ido presentando durame estos afios una

3.4 Page 24

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL N. 0 336
22
concepci6n secularista del Reino. Centran su aten-
ci6n en los valores humanos del orden tempora! y
no clan el valor que le corresponde a la misi6n es-
pecifica de la Iglesia, porque -dicen- hay que
evitar todo tipo de eclesiocentrismo. Mientras pro-
fundizan los valores del orden de la creaci6n -cosa
evidentemente positiva-, pasan por alto el miste-
rio de Cristo Redentor; lo cual desnaruraliza el Cris-
tianismo . Al evidenciar solo las riquezas de la laici-
dad en la realidad hist6rica de las culruras, llegan
a concluir que lo que cuenta son «los programas
y luchas por la liberaci6n socioeconomica, polfrica
e incluso culrural» con miras a un progreso pura-
mente terreno 39 .
Con esta 6ptica ideologizada se margina la activi-
dad especificamente misionera: el primer objetivo
que habrfa que lograr ya no seda el anuncio de
Cristo , sino la justicia social, sobre rodo en los pue-
blos mas necesitados . Es un peligro que debemos
evitar. Aunque no basta evitarlo; el misionero tiene
que saber incorporar la novedad de esta visi6n con-
ciliar en su actividad de enviado del Sefior.
La nueva evangelizaci6n, en efecto, se compro-
mere a valorar mas el misterio de la creaci6n 40 . Es-
to evidentemente hay que hacerlo en correlaci6n pie-
na e imprescindible con el misrerio de la redenci6n ,
iluminando la novedad del Evangelio y la necesidad
hist6rica y teologa! de la cruz 41. El reino de dios
-afirma el Papa- «no es un concepto, doctrina
o programa sujeto a libre elaboraci6n , sino, ante
todo , una persona que tiene el rostro y nombre de
Jesus de Nazaret , imagen de Dios invisible»42 . En
él y por él la nueva evangelizaci6n subraya con fuerza
la dimensi6n social de la caridad 43 . Es precisamen-
te el misterio de Cristo lo que salva y da valor al
orden tempora! . El Concilio recordaba explicitamente
que «la obra redentora de Cristo, aunque de suyo
se refiere a la salvaci6n de los hombres, se propone
39. Redemptons mimo 17.
40. Cf. Actas del Comejo
Cenerai. num . 33 1.
ocrub re- diciembre de
1989.
4 I. Cf. Relari611 fì11al del
Sinodo ·s;.
42. Redempton's mùsro 18.
43 . Cf. Aguinaldo 1991 .
Comentario de l Rector
Ma yo r. don Egidio
Vigano .

3.5 Page 25

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23
1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
44 . Apostolrcam actuo,ita-
tem 5; cf. 7.
también la restaurac10n de todo el orden tempo-
ra!. .. [impregnandolo y perfeccionandolo] con el es-
pfritu evangélico» 44 .
Del misterio de Cristo -creador y redentor- nace
y crece, por ejemplo, la vocaci6n y misi6n de los
seglares en el mundo y la necesidad de saber for-
mar adecuadamente sus conciencias. jQué horizon-
tes de novedad se abren aqui para la actividad del
misionero!
La visi6n correcta del Reino no margina ni pos-
pone la actividad misionera, sino que exige su reali-
zaci6n mas actualizada. Es decir, una perspectiva
auténtica de la realidad hist6rica del Reino, en vez
de debilitar los fundamentos y objetivos de la labor
misionera, los fonifìca y amplia, e ilumina nuestro
«evangelizar educando».
La tentaci6n de no trabajar por la conversi6n y
e/ Bautzsmo
Otra ambiguedad que disipa la enciclica es la ten-
taci6n de reducir el Cristianismo a una especie de
religi6n equivalente: una de tantas. Y, dado que
en toda religi6n existiria la posibilidad de salvaci6n,
ya no tendria sentido la actividad que busca las con-
versiones. Quien ha crecido en una cultura ajena
al misterio de Cristo, pero imbuida de ciena reli-
giosidad, no deberia verse turbado en sus creencias,
sino ayudado a crecer en ella para robustecer su trans-
cendencia religiosa; invitarlo a la conversi6n seria pro-
selitismo y amenaza a su dignidad de persona . Asi,
el respeto a la libenad y a la conciencia excluiria
la actividad misionera, en cuanto que tendencial-
mente se orienta a la conversi6n.
Hay mas: incluso en el caso de conversiones per-
sonales a Cristo, este hecho no deberia llevar coosi-
go , en cuanto conclusi6n necesaria, la aclministra-
ci6n del Bautismo, que en algunos casos concretos
es objeto de sospechas sociales; de esa forma, ya

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL N. 0 336
24
no seria necesario para la salvaci6n; Dios supliria
mediante los elememos positivos de las distintas re-
ligiones. Tal interpretacion deberia ser ofrecida a los
misioneros corno una puesta al dia antropologica que
habrian de tener presence en sus programaciones .
La encklica hace reflexionar sobre la total origi-
nalidad del Cristianismo, que no es simplememe
una religion, nacida de la busqueda humana, sino
una fe que desciende de lo alto a través de acome-
cimiencos historicos. Ninguna religion humana es,
por sr misma , portadora de salvacion; unicamente
lo es el acomecimiemo Cristo: «Nadie va al Padre,
sino por m1» 45 . La buena noticia de este acomeci-
miento historico no es una concepcion cultura! aje-
na a las diversas memalidades de los pueblos que
no la hayan recibido, sino un hecho que !es perte-
nece también a ellos y que incluso necesitan urgen-
temente . De ahr la importancia misionera del pri-
mer anuncio; no se puede estar callado. «No tengo
mas remedio -exclama san Pablo- y, jay de mr
si no anuncio el Evangelio!» 46 . Todos pueden per-
cibir, de algun modo, el misterio de Cristo: no lo
explicamos mediante conceptos abstractos, sino na-
rrando los acomecimientos reales de su vida: nace,
hace e! bien, ensefia la verdad, sufre, muere, vive.
No hay ninguna estructura culrural que impida captar
esta buena noticia, que es imprescindible a toda
persona y pertenece a cada uno de los pueblos . La
fe se centra 1megrameme en la realidad historica
de Jesucristo; solo en él se sabe quién y corno es
Dios, solo a través de él existe un camino de salida:
«Ningun otro puede salvar» 47 .
Este dato objetivo es precisamente lo que consti-
cuye e! motivo fundamemal de que la Iglesia sea
misionera por nacuraleza.
La encklica hace ver por qué el anuncio y e! tes-
timonio de Cristo, presemados de modo respetuoso
con las conciencias, son algo que se ofrece a la li-
"5. )11,111 1.i. 6.
46. I Conn//OJ 9, 16.
47. Hecho, de lo, Ap6,10
/e,4, 12.

3.7 Page 27

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25
1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
48 . Cf. Rede111p1uns 11mS10
4'). Hechos de k,s Aposto-
les 2, 37 -38: 3. 19.
bertad del hombre para favorecer y perfeccionar su
dignidad 48 . La conversi6n a Cristo es un don de
Dios; todo individuo tiene derecho a él, porque to-
dos estan llamados personalmente , mediante su pro-
pia existencia , a la salvaci6n. Pedro y los Ap6stoles
proclamaban explicitamente la necesidad de volver-
se hacia Cristo: <qConvertfos! »49_
Ahora bien, Jesucristo relacion6 la conversi6n con
el sacramento del bautismo 50 . Separarlo de ella sig-
nificarfa oscurecer el signifìcado genuino de la fe
cristiana; Cristo quiso permanecer de modo concre-
to en la historia, para bien del hombre, por medio
de la Iglesia corno su cuerpo sacramentai, portador
de todos los elementos vitales de la salvaci6n y lu-
gar donde es posible encontrarse con él de modo
seguro y fremente.
'> I . Cf. Redemptons r,umo
46, 47.
El Bautismo es el gran sacramento de la fe; in-
corpora a cada uno, de forma objeriva y organica,
a la Iglesia en cuanto cuerpo de Cristo ahora y
aquP 1• Es verdad que en torno a la celebraci6n del
Bautismo pueden acumularse modalidades sociol6-
gicas, y acaso hasta superticiosas; pero esto puede
brindar, en todos los casos, una raz6n mis para ilu-
minar mejor su naruraleza y su indispensabilidad
teologa!.
Asf pues, la actividad misionera meditada con aten-
ci6n y relanzada con los criterios de la eclesiologfa
conciliar, esca llamada a renovar sus métodos, in-
cluso teniendo en cuenta la profundizaci6n de la
subjetividad y de la.s caracterfsticas de toda cultura;
debe contar con la conciencia y con la libertad. Pe-
ro precisamente por eso se siente estimulada por
Cristo y por la praxis de la Iglesia a invitar, con
inteligente pedagogia, a la conversi6n de los indivi-
duos a Cristo, acompafiada de una conveniente pre-
paraci6n al Bautismo, en cuanto sacramento de la
generaci6n a la novedad de vida que incorpora a

3.8 Page 28

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL N. 0 336
26
la comunidad de los creyentes para la edificaci6n
de la Iglesia local.
Los peligros de un relativismo religioso
El hecho de que después del Concilio se hayan
intensificado el ecumenismo entre las distintas de-
nominaciones cristianas -por las riquezas bautismales
comunes- y el dialogo con las otras religiones -so-
bre todo, el Budismo, el Hinduismo y el Islam,
en atenci6n a las semillas de verdades evangélicas
que hay en ellas- ha llevado a algunos a suponer
que la actividad misionera espedfica quedarfa casi
sustituida, en tales regiones, por apropiadas relacio-
nes interreligiosas. Considerando, ademis, que va-
rias religiones estan fuenemente encarnadas en las
culturas de los pueblos que las profesan , se sugiere
que para enculturar la fe cristiana en dichos pue-
blos serfa necesario saber aceptar sus muchas moda-
lidades de vida, incluso en aspectos delicados del
comportamiento persona! , familiar y social, pensan-
do -lo cual es también verdad- que el Evangelio
no es propiamente una moral.
La endclica pone en guardia contra semejantes
interpretaciones, que desnaturalizan la actividad mi-
sionera de la Iglesia.
Ante todo , el ecumenismo hay que entenderlo
y asumirlo en profundidad. No se puede identificar
sin mis con los encuentros de dialogo y las relacio-
nes de cierta colaboraci6n, aun admitiendo que és-
tas son expresi6n de su naturaleza. Tales iniciativas
pueden resultar bien en unas regiones y no tan bien
en otras; pueden, adema.s , tener defectos . El ecu-
menismo lanzado por el Concilio lleva consigo un
cambio persona! de mentalidad, una actitud de bus-
queda de la verdad , inherente a la concepci6n mis-
ma de la nueva evangelizaci6n; es «una dimensi6n
fundamental de todas las actividades de la Iglesia».

3.9 Page 29

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27
1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
Requiere una formaci6n adecuada en todos, inclui-
dos los misioneros, para profundizar y considerar de
nuevo el Evangelio con una mentalidad de com-
prensi6n de las demas iglesias desde la convicci6n
de la propia idemidad cat6lica. Ello implica una
formaci6n especial del creyeme que, en vez de ha-
cerlo polemista, lo capacite para la busqueda de
los pumos comunes en la verdad y en el dialogo;
dicha formaci6n enriquecera también el modo de
realizar la actividad misionera, valorando las rique-
zas comunes del Bautismo y de la Escritura; corno
es obvio, hay que saber evitar caer en un deletéreo
irenismo, sobre todo cuando se trata de sectas mas
movidas por una vaga religiosidad que por la ver-
dadera fe en Cristo.
52 . Redemptons lll/JSIO 56 .
En cuanto al dialogo con las otras religiones , se
trata de una actitud semejante a la del ecumenis-
mo, con respecto a los valores positivos de toda re-
ligi6n. Requiere conocimiento de las religiones y re-
laciones de dialogo ; saberlas entablar !leva cierta-
meme a un enriquecimiento mutuo. No se trata
simplemente de cambiar de tactica, sino de com-
prender que también en las otras religiones existen
las llamadas «semillas del Verbo», que pueden cre-
cer y fructificar en plenitud con la ayuda de la ora-
ci6n y por el poder del Espfritu Santo. Con raz6n
afìrma la endclica: «Las otras religiones constituyen
un desaffo positivo para la Iglesia; en efecto, la es-
timulan tanto a descubrir y a conocer los signos de
la presencia de Cristo y de la acci6n del Espfritu ,
corno a profundizar su propia idemidad y a testi-
moniar la integridad de la Revelaci6n , de la que
es depositaria para el bien de todos»52 .
No es facil tener esta memalidad ni la correspon-
dieme capacidad de dialogo ; sin embargo, no cabe
duda de que es una actitud inherente a la nueva
evangelizaci6n lanzada por el Vaticano II y que, por

3.10 Page 30

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL N. 0 336
28
tanto, debe ser pane constitutiva de la renovada ac-
tividad misionera de la Iglesia.
Por otro lado, hay que dedicarse valientemente
a enculturar la fe, aunque evitando interpretarla de
forma superficial, llevarla adelante sin el debido dis-
cernimiento y, por ligereza, prescindir de los crite-
rios de comuni6n con la Iglesia locai.
En toda cultura, y en la religiosidad humana que
la impregna, hay también, junto a muchos valores,
una serie de defectos y errores. Puede haber, en
panicular, una visi6n precristiana , que no tiene en
cuenta la aponaci6n hist6rica del acontecimiento de
Cristo; consiguiememente, se trata no solo de una
cultura plurimilenaria, rica en experiencia humana, sino
también de un pensamiento religioso parado «hace
dos mii afios», en cuanto que le falta la experiencia
de la fe iniciada en Cristo. Si, por una pane, la
Iglesia se ve apremiada a enculturar el Evangelio
en la variedad de las Iglesias locales, por otra esta
enviada por Cristo a «evangelizar las culturas» y, por
tanto, a discernir los valores y a purificar lo que
no lo son. Este segundo aspecto lleva consigo tam-
bién incomprensiones, difìcultades y persecuciones:
jtodos los Ap6stoles murieron manires! El misterio
de la encarnaci6n del Verbo nos muestra la audacia
y e! realismo de haberse hecho verdadero hombre;
pero nos habla también de la valentfa del testimo-
nio y de la paciencia (pasi6n y muene) al procla-
mar la verdad salvifica. Cristo corrige y purifica, siem-
pre en coherencia con su identidad de Salvador.
Sabiendo que la actitud ecuménica e interreligio-
sa tiene delante de si caminos largos y difkiles, espe-
cialmente con e! Islam, el Papa alienta a los misio-
neros a perseverar con fe y caridad en su testimonio
cotidiano, convencidos de que «e! dialogo es un ca-
mino para el Reino y de que son seguros sus frutos,
aunque los tiempos y momentos los tiene fìjados
el Padre» 53 .
)j . Redemptom mimo ) 7.

4 Pages 31-40

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4.1 Page 31

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29
1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
Una mirada a las misiones de san Juan Bosco hoy
54. Redemptom mùsio 49.
55. Redemj)IOns mùsio 37.
. La actividad misionera es hoy-multiforme y duc-
til: al criterio geografico se han afi.adido los sociol6-
gicos y culturales. Hay, pues, una evoluci6n y una
movilidad que no es facil adecuar a enumeraciones
fija.s. A pesar de elio , el Papa insiste en afirmar
que continuan siendo clara.s la.s nota.s sustanciales que
especifican la actividad misionera.
A nosotros nos es util meditar sobre esta evolu-
ci6n y sobre esta permanencia, aplicandolas a nues-
tras m1s10nes.
En efecto , actualmente, gracias a muchos misio-
neros, han llegado a madurez no pocas Iglesias par-
ticulares en pueblos que hace varias décadas todavfa
no conocian a Cristo. Sin embargo , en esas mismas
regiones «existen todavfa grandes areas en que la.s
Iglesias locales o no existen en absoluto o son insu-
ficientes con respecto a la extensi6n del territorio
y a la densidad de la poblaci6n»54 , es decir, don-
de la etapa de la plantaci6n de la Iglesia no se
ha desarrollado suficientemente; «el multiplicarse de
la.s Iglesias j6venes en tiempos recientes -admite
la enciclica- no debe crear ilusiones»55.
Asi pues, en tales areas sigue en pie la tarea de
formar comunidades cristianas que sean verdadera-
mente signo de la presencia de Cristo en la vida
humana, aunque ya esté constituida una estructura
diocesana fundamental: hay que seguir, para reali-
zar una evangelizaci6n mas profunda.
Por otra parte, puede haber sectores de poblaci6n
y ambitos socioculturales especiales que todavfa no
conocen a Cristo.
Esto nos Beva a otro a.specto que debemos consi-
derar seriamente: el de los diversos carismas - por
ejemplo , el nuesuo-, aprobados por la Sede Apos-
tolica para la Iglesia universal y que han sido susci-
tados por el Espfritu precisamente para evangelizar

4.2 Page 32

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL N. 0 336
30
determinados sectores sociales o ambitos culrurales.
Nuestro carisma fue suscitado en favor del mun-
do juvenil y de los ambientes populares. «Diras -ob-
servaba Don Bosco hablando de las misiones a
Francisco Cerruti- que ya hay allr [en aquellas tie-
rras lejanas] [religiosos de] otras Congregaciones. Es
verdad; pero nosotros vamos a ayudarles y no a su-
plantarlos, jrecuérdalo bien! Elios suelen dedicarse
principalmente a los adultos; nosotros debemos ocu-
parnos especialmente de la juvenrud, ma.xi.me de
la mas pobre y abandonada»56 .
Nuestra Congregaci6n asume , sobre todo, la ta-
rea de llevar a las Iglesias j6venes de esos paises
lejanos el don de su especialidad evangelizadora, es
decir, la capacidad de educar en la fe a los j6venes
mas necesitados y a los ambientes populares. Es cla-
ramente un don para colaborar en la edificaci6n de
la Iglesia local en sectores o ambitos donde hay al-
guna carencia especial de Evangelio.
Ciertamente, esto puede realizarse también en Igle-
sias ya suficientemente establecidas, dado que los
tres niveles indicados por la enciclica (actividad mi-
sionera, cuidado pastoral y reevangelizaci6n) se en-
cuentran facilmente y se superponen incluso en los
pafses llamados cristianos.
Si eso es asr, <'.no somos quiza misioneros casi
en todas partes?
En sentido generai, sf: el de la misi6n funda-
mental de la Iglesia, que estimula nuestro celo apos-
tolico para dar a conocer a Cristo y su Evangelio
a los j6venes; somos en todas partes misioneros de
los j6venes.
Sin embargo, no lo somos por doquier en el sen-
tido propio y especifico de las misiones ad gentes.
Para ser misionero en este sentido estricto, se re-
quieren, también en nuestra Congregaci6n, algunas
condiciones peculiares:
vivir personalmente, por inspiraci6n o por dispo-
56 . Memorias Biogrtificas
XV III , 49.

4.3 Page 33

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31
1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
57 . Ad gentes 23.
58 . cf. Ad gentes 23 .
59. Cf. Redempton's mù.rio
65.
60 . Redempton's 1m's,io 66.
nibilidad parricular en la obediencia, una voca-
ci6n caracteristicameme misionera ad gentes: «Cris-
to Sefior llama siempre, de entre la multimd de
sus disdpulos, a los que quiere, para que lo acom-
pafien y para enviarlos a predicar a las gentes»;
asf, los misioneros «tienen una vocaci6n es-
pecial»57 .
ser «enviados por la autoridad legftima» para lle-
var la fe a los que estan lejos de Cristo 58 ; esto
lleva consigo, de hecho, salir de su patria y cultura;
• dedicarse generosamente al servicio de la evange-
lizaci6n completa, sin Hmites de fuerzas y de
tiempo 59:
• esforzarse constantemente, aunque cueste, por en-
carnarse lo mas posible en el pueblo y en la cul-
tura de los nuevos destinatarios ;
desear seguir en elio durame toda su vida; es un
aspecto que -dice la endclica- «conserva roda
su validez : representa el paradigma del compro-
miso misionero de la Iglesia, que siempre necesi-
ta donaciones radicales y totales, impulsos nuevos
y valientes ... sin dejarse. amilanar por dudas, in-
comprensiones, rechazos o persecuciones» 60.
Dando una mirada a los cien afios de actividad
misionera de nuestra Congregaci6n, comprobamos
que en varias zonas se ha dedicado también , y en
algunos casos lo hace todavfa, a la plantaci6n de
la Iglesia. Sin embargo, en general , sobre todo ulti-
mamente, se ha ido encarnando en Iglesias j6venes
del Sur y del Oriente, para realizar en ellas la pecu-
liar misi6n juvenil y popular del carisma de san Juan
Bosco. En algunos casos, después de haber llevado
a cierra madurez la edificaci6n de la Iglesia local ,
ya constituida en di6cesis, ha transformado su pre-
sencia pasando de la responsabilidad global a la pe-
culiar de nuestro carisma.
Lo que vale la pena poner de relieve es que to-
das estas actividades especrficamente misioneras no

4.4 Page 34

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ACTA$ DEL CONSEJO GENERAL N. 0 336
32
han sido hechas por individuos paniculares con un
plano persona!, cada uno por su cuenta, sino que,
precisamente en vinud de su vocaci6n salesiana, han
sido enviados a colaborar en un proyecto misionero
comCm , dirigido por la Congregaci6n. Ésta, en cuanto
instiruto de vida consagrada, tiene un alma misionera
y asume generosamente sus responsabilidad; entre
otras, la de hacerse cargo de los misioneros en cuanto
tales - de su vocaci6n especial, de su formaci6n y
de su destino- y la de seguirlos en rodo el desa-
rrollo de su compromiso ad gentes.
Nuestro Fundador quiso dejamos en herencia una
tarea misionera que hay que cuidar y promover, y
nos dio ejemplo de elio con grandes sacrificios 61.
Ya el decreto conciliar Ad gentes nos invitaba
a preguntamos seriamente si esrabamos en condi-
ciones de ampliar nuestra actividad misionera, revi-
sando quizas algunas obras de pafses ya crisrianos
para dedicar mayores fuerzas a las misiones 62 . Gra-
cias a Dios, podemos decir que hemos respondido
generosamente a esca llamada: jCUantas inspectodas
han dado el paso adelante con sacrificio y audacia,
y siguen en la brecha!
61. Cf Acw del Come;o
Superior. num . 297.
jul io-sep ti e mbre d e
1980: «N uestro Funda-
dor nos vio en Africa•.
62. Cf. Ad ge111es 40 .
Pero rambién es cieno que siempre puede hacer-
se mas y mejor. Es precisamente la llamada que
deseamos atender de la nueva endclica.
No se rrarara solo de intensificar los sacrificios,
sino rambién de un verdadero y abundante enri-
quecimiento de autenticidad salesiana.
El XXIII Capftulo Genera! pidi6 que se mejora-
ra, en todas nuestras presencias, la calidad pastora!.
Pues bien , la endclica nos asegura que, incremen-
tando la actividad espedficamente misionera, halla-
remos el secreto y el impulso para alcanzar un nivei
mas alto en coda la actividad pastora!, pues en las
misiones se experimenta mejor que el Evangelio es

4.5 Page 35

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33
1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
63. Redemp lons missio 64.
64. Cf. Constitucù:mes. an .
40 .
la preciosa «buena nocicia» para hoy y que la fe
de los salesianos se hace mas viva cuando proclama
los acontecimiencos de Cristo.
La accividad misionera nos hace descubrir tam-
bién la originalidad de nuestra peculiar pastora! ju-
venil. Basta pensar, por ejemplo, en el oratorio sa-
lesiano. En algunas di6cesis beneméritas hay ejem-
plos admirables de oratorios parroquiales para los
hijos de las familias cristianas de la comunidad lo-
cai; hacen mucho bien. En cambio , el oratorio de
san Juan Bosco esca concebido, desde una perspecti-
va misionera, para los j6venes que no tienen parro-
quia, porque «la misi6n es mas amplia que la co-
muni6n» 63 ; en él un grupo de j6venes mas madu-
ros en la fe se convierten en ap6stoles de sus com-
pafieros («j6venes para los j6venes») y los salesianos
se siencen llamados a considerarse de manera con-
creta misioneros de los j6venes.
As:f pues, la actividad misionera de nuestra Con-
gregaci6n esca llamada hoy a crecer en intensidad
y calidad, y también a estimular la calidad pastora!
de todas las presencias y a relanzar el oratorio de
san Juan Bosco en cuanto criterio permanente de
discernimiento y renovaci6n de todas nuescras acti-
vidades y obras 64 .
Espiritualidad salesiana para nuestros misioneros
65 . Cf. Redemptons mis-
sio. cap . lii.
La actividad m1S1onera no se basa directamente
en las capacidades humanas, aunque tengan un pa-
pel imporrante. El protagonista de coda la misi6n
de la Iglesia es el Espfritu Santo , que llama, ilumi-
na, gufa, da aliento y eficacia; su obra refulge de
modo eminente en la misi6n ad gentes 65 . El mi-
sionero esca invitado a ponerse en sintonfa especial
con el Esp:fritu del Sefi.or.
La enciclica, en su ultimo cap:fculo, trata precisa-

4.6 Page 36

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL N. 0 336
34
mente de la espiritualidad misionera. Leyendo con
atenci6n sus breves parrafos, podemos aplicar su con-
tenido a la herencia espiritual de san Juan Bosco,
tal corno la describimos en la circular sobre la espi-
ritualidad salesiana para la nueva evangelizaci6n 66.
La espiritualidad misionera, para nosotros, no es dis-
tinta , sino la misma, aunque intensifìcada y parti-
cularmente iluminada desde la 6ptica del envfo ad
gentes.
Ante rodo , se trata de que nuestros misioneros
se sientan fuertemente arraigados en el poder del
Espiritu Santo, que hizo misionera a roda nuestra
Congregaci6n. Esto comporta en ellos una intensifì-
caci6n de la vivencia de fe, esperanza y caridad,
que mantiene en una actitud constante de uni.on
con Dios en una penetrante actitud de éxodo, que
hace pensar en la kenosis y en la encarnaci6n del
Verbo. La endclica pone precisamente corno prime-
ra condici6n el «dejarse guiar por el Espiritu ... La
misi6n [es] difkil y compleja.. . y exige la valentfa
y la luz del Espirim ... Hay que orar» 67 . Dice tam-
bién el Papa: «El contacto con los representantes
de las tradiciones espirituales no cristianas, particu-
larmente las de Asia, me ha confìrmado que el fu-
turo de la misi6n depende en gran parte de la con-
templaci6n» 68 . Nunca sera superfluo insistir en la
necesidad de meditar la Palabra confrontandola con
la mentalidad y las situaciones de la gente, asf co-
rno en el esfuerzo continuo de construir comunidad
mediante una predicaci6n constante y adecuada del
Evangelio .
En cuanto a los elementos principales, expuestos
en la citada circular, podemos observar que:
66. Acw del Consejo Ge-
n erul. num . 334 ,
CX' tubre-diciemb re de
1990 .
67 . Redemptons mimo 87 .
68 . Redemptons mÙHo 9 1.
la interioridad apostolica, caracterizada por la ca-
ridad del «da mihi animas» -con su gracia de
unidad, que une desde dentro consagraci6n y
misi6n-, pone al misionero salesiano en una si-

4.7 Page 37

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35
1. CARTA DEL RECTOR MA YOR
69 . Cf. Redemptons mimo
88 .
tuaci6n de saber traducir su contemplaci6n de Dios
a éxtasis de la acci6n. Su fe disponible y operati-
va est:i calcada sobre la de Abraham, padre de
los creyentes, que deja todo y se pone en cami-
no; un éxodo que lleva consigo la efusi6n de la
propia interioridad, difundiendo en el mundo una
espiritualidad juvenil concreta:
la centralidad de Cristo buen pastor, que exige
del salesiano una actitud pedag6gico-pastoral pe-
culiar, ayudara al misionero a ir a sus destinata-
rios, partiendo del contexto de los mas pobres
y abandonados, con una actitud de bondad dia-
logante, corno hacfa Jesucristo, apost61 del Padre.
La encfclica subraya, precisamente, el saber vivir
el misterio de Cristo, enviado, corno lo describe
san Pablo: «se despoj6 de su rango y tomo la
condici6n de esclavo, pasando por uno de tan-
tos». Un despojarse de sf mismo, que manifiesta
el amor que se hace todo para todos 69 y convi-
ve con los destinatarios, no tanto en cuamo des-
tinatarios, sino corno hermanos en Cristo y en
la misma comuni6n de esperanza;
la tarea educadora coma misi6n: es una nota ca-
racterfstica, que procede de la fndole peculiar del
carisma salesiano; se trata de una espiritualidad
que dé verdadero relieve a los aspectos educativos
siguiendo la estrategia de san Juan Bosco. Esto
invita al misionero a tornar en serio numerosos
elememos de maduraci6n humana que no apar-
tan de la evangelizaci6n, sino que la promueven
de modo realista; serfa imeresame, al respecto,
dar una mirada a las tareas concretas que acome-
tieron nuestros primeros misioneros en tal semi-
do; pensemos, verbigracia, en las obras de pro-
moci6n en Patagonia o en el ejemplo de monse-
fior Vicente Cimatti, que recorrfa las principales
ciudades de Jap6n dando conciertos de musica.
También la encfclica habla de promover el desa-

4.8 Page 38

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL N. 0 336
36
rrollo mediante la formacion de las conciencias 70.
El Papa, ademas, en una carta a los religiosos
de América Latina , recuerda que muchos misio-
neros , en su convivencia con los indfgenas, «se
hicieron labradores, carpinteros, constructores de
casas y templos, maestros de escuela y aprendices
de la cultura autoctona, asf corno promotores de
una artesanfa originai» 71; el estilo salesiano en la
educacion comporta igualmente la facilidad de
convivencia con la gente, la austeridad de vida,
el sentido pedagogico de lo cotidiano, y el clima
de simpatfa en la sencillez ;
la concreci6n eclesial situa a todo salesiano en el
corazon de la Iglesia; por tanto , el misionero vive
y actua en ella y para ella, sobre todo en la ddi-
cada etapa de su edificacion; la adhesion conven-
cida al magisterio del Papa y de los pastores es ,
para nosotros, una fuerte herencia espiritual, que
debemos cultivar en toda Iglesia locai; la encfclica
afirma que «solo un amor profundo a la Iglesia
puede sostener el celo del misionero. ..; este amor
hasta dar la vida es para el misionero un punto
de referencia»72 ;
la alegria en el trabajo nos recuerda, a los salesia-
nos, que nacimos en el «collado de las bienaven-
turanzas juveniles» y que la alegrfa es una nota
caracterfstica de nuescra espirimalidad juvenil; el
misionero se sentira, por consiguiente , en la ne-
cesidad de difundir a su alrededor el perfume de
la alegrfa cristiana; la encfclica recuerda precisa-
mente que rodo misionero debe ser el hombre
de la.s bienaventuranzas : «La caraccerfstica de roda
vida misionera auténtica es la alegrfa interior que
procede de la fe; en un mundo angusciado y opri-
mido por tantos problemas y que tiende al pesi-
mismo , el anunciador de la Buena Nueva ha de
ser un hombre que ha encontrado en Cristo la
verdadera esperanza» 73;
70 . Redemptoris mim o 58.
71. Carta apostolica de
Juan Pablo Il a los reli-
giosos y relig,osas de i,,.
tinoaménCa con ocas16n
del V centenano de la
evangelizaci6n del
Nuevo Munda. L'Os-
servatore Romano . 27
de julio de 1990.
72 . Redemptons 1111ss10 89 .
73. Redemptons lii/SI/O ') I .

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37
1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
74. Redemp tons vussio 92.
la dimensi6n mariana: toda la actividad salesiana,
y con mayor razon la misionera, se considera en
nuestra Congregacion corno participacion en la ma-
ternidad eclesial de Marfa, invocada corno Au:xi-
liadora; la endclica desea que, en v:fsperas del tercer
milenio , toda la Iglesia sepa reunirse , corno los
apostoles, «en el cenaculo con Marfa, la madre
de Jesus, para implorar el Esp:fritu y obtener fuerza
y valor para cumplir el mandato misionero ... ; es
ella, Marfa , el ejemplo del amor materno que
deben sentir quienes , en la mision apostolica de
la Iglesia, cooperan a la regeneracion de los
hombres» 74.
Si la dimension misionera es verdaderamente ele-
mento esencial de nuestro carisma, quiere decir, por
una pane , que exige de nuestra espiritualidad una
luz y una fuerza especiales para hacerse presente y
operante en las misiones, y, por otra, que la optica
misionera da profundidad y hace mas genuina la
espiritualidad salesiana.
Todos, en comuni6n y participaci6n activa
Las misiones salesianas se apoyan vitalmente, des-
de los afi.os de san Juan Bosco, en una responsabili-
dad y una cooperacion que van mas alla de la acti-
vidad directa de los misioneros ; implica a toda la
Congregacion y, por su medio , a la numerosa fami-
lia salesiana.
Es cienamente impanante dar relieve a estos dos
aspectos de amplia responsabilidad y de vasta coo-
peracion.
Si nuestra Congregacion es misionera, quiere de-
cir que todos sus miembros companen tal responsa-
bilidad; no solo los que desempefi.an un papel de
animacion y gufa -sobre todo, Rector Mayor y Con-
sejo Genera!, inspectores y consejos inspectoriales- ,
sino también las comunidades locales y cada uno

4.10 Page 40

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL N. 0 336
38
de los salesianos . Un sentido de solidaridad conven-
cida debe mover a todos a suscitar iniciativas de
conocimiento, de oracion, de apoyo, de ayuda y
de comunion.
En particular, las inspectorias -json muchas!-
que se han comprometido de forma concreta en al-
guna region extranjera, deben seguir con seria aten-
cion y generosa colaboracion las indicaciones de coor-
dinacion que, por voluntad del XXIII Capfrulo Ge-
neral, dé el consejero genera! de rnisiones.
Hemos dicho que, al respecto, empieza una eta-
pa nueva . Lo cual no significa suspension o dismi-
nucion de los compromisos inspectoriales, sino mis
bien un modo mejor coordinado de crecer. Esto exige
una prestaci6n aun mis generosa y cualificada de
apoyo e intervenciones, panicularmente en el ambi-
to de la formacion del personal autoctono .
Entre las iniciativas que hay que desarrollar en
las inspectorias y en las casas , con miras a una vasta
cooperaci6n, esta la que tanto gustaba a san Juan
Bosco: despertar la sensibilidad misionera en los dis-
tintos grupos de la familia salesiana, a través de
los medios de informaci6n , en los movimiemos ju-
veniles , en la pastora! vocacional y, en generai, en
las personas que sienten admiracion por las misiones.
Aquf me parece obligado recordar la imponancia
que siempre ha tenido el Boletfn Salesiano para dar
a conocer nuestras misiones . Hoy hemos de difun-
dirlo mis que antes, y los misioneros deben sentirse
implicados personalmente enviando sus imeresames
reportajes y materia! fotografico bien seleccionado
y expresivo , corno exige la prensa moderna.
Un aspecto que hay que promover con interés es el
voluntariado, no solo entre jovenes, sino también en-
tre adultos. Ya hay ejemplos muy positivos al respecto.
Merecen alabanza y ha de ser promovidas las di-
versas «procuras», con sus diferentes fisonomfas , que
no solo han ayudado y apoyan de modo providen-

5 Pages 41-50

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5.1 Page 41

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39
1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
75. Redemptons mùsio 78.
cial un sinffn de actividades misioneras, sino que
se han convertido también en centros de informa-
ci6n · y de animaci6n .
Vale la pena destacar, por ultimo, que la endcli-
ca pone en el primer lugar la cooperaci6n espiri-
tual . «La oraci6n debe acompafiar el camino de los
misioneros, para que el anuncio de la Palabra resul-
te eficaz por medio de la gracia divina... A la ora-
ci6n es necesario unir el sacrificio: el valor salvifico
de todo sufrimiento, aceptado y ofrecido a Dios con
amor , deriva del sacrificio de Crist0. .. El sacrificio
del misionero debe ser compartido y sostenido por
el de todos los fieles... Recomiendo -exhorta el
Papa- [que se instruya a] los enfermos sobre e!
valor del sufrimiento, animindolos a ofrecerlo a Dios
por los misioneros. Con tal ofrecimiento los enfer-
mos se hacen también misioneros»75 .
Hay que reconocer de verdad que la total y cons-
tante dedicaci6n a las misiones sacude espiritualmente
e introduce mas intimamente en e! misterio de
Cristo.
El Sefior prepara una nueva primavera de la fe
El Santo Padre , aun reconociendo que la Iglesia
afronta una tarea muy compleja y verdaderamente
superior a sus fuerzas, usa en la endclica un tono
entusiasmante y optimista. No es que no vea los
problemas y aspectos difkiles y poco alentadores:
«Si se mira superficialmente a nuestro mundo -afir-
ma-, impresionan no pocos hechos negativos que
pueden llevar al pesimismo»; pero si la mirada se
potencia mediante una fe auténtica y contemplan-
do la bondad misericordiosa del Padre , la incon-
mensurable solidaridad humana de Cristo y la pre-
sencia y poder transformador del Espfritu, entonces
se abre una perspectiva de fuerte esperanza. El Pa-

5.2 Page 42

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL N. 0 336
40
pa quiere , de algun modo, poner fecha a esca espe-
ranza ; ve en el gran jubileo del afio dos mii un
punto concreto de referencia. «En la proximidad del
rercer milenio de la Redenci6n -afirma-, Dios esca
preparando una gran primavera cristiana, cuyo ini-
cio ya se vislumbra»76 .
Cabe pensar verdaderamente que el concilio ecu-
ménico Vaticano II fue una gran sefial de arranque,
seguida de otras muchas sefiales prometedoras.
También nuestro XXIII Capfculo Generai descri-
be con optimismo, en rapidas pinceladas , el camino
recorrido por la Congregaci6n hacia la nueva
evangelizaci6n 77 . La endclica afiade: «Toda la Igle-
sia esca [hoy] comprometida codavfa mas en el nue-
vo adviento misionero ... La causa misionera debe
ser la primera, porque concierne al destino eterno
de los hombres y responde al designio misterioso
y misericordioso de Dios» 78 .
En vfsperas , pues , del tercer milenio, nos sent1-
mos invitados a esperar, a renovar con alegrfa el
entusiasmo de los orfgenes , a comprometernos to-
davfa mas , a apoyar en la carea misionera el relan-
zamiento de coda la actividad evangelizadora y a
sentirnos contagiados , pues somos salesianos, por lo
que dijo el Concilio a los j6venes, al presemarles
el rostro siempre joven de la Iglesia , que , «rica en
un largo pasado que siempre vive en ella y cami-
nando hacia la perfecci6n humana en el riempo y
hacia los objecivos ultimos de la historia y de la
vida, es la verdadera juventud del mundo . Posee
lo que hace la fuerza y el encanto de la juventud:
la capacidad de alegrarse con lo que empieza, de
darse sin esperar recompensa, de renovarse y de partir
de nuevo hacia nuevas conquistas»79.
La alemadora afirmaci6n de que «la accividad mi-
sionera esta solo en sus comienzos» hay que inter-
pretarla dentro de esca actitud de esperanza, para
vivir estos comienzos con el impulso fuerte de los
76. Redemptom 1111ssio 86 .
77. Educar a loJ;6venes en
la fe. XXIII Capitulo
Ge nerai. Ro ma IMa-
dri d J 1990. n u ms.
1- 14 .
78. Redemptons mùsro 86.
79. Mensaje a los ;6venes,
8 de d ic ie mb re de
196'.i.

5.3 Page 43

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41
1. CARTA DEL RECTOR MA YOR
origenes de la Iglesia y de nuestro carisma. «Los ho-
rizomes y posibilidades de la misi6n se amplfan»;
pero vivimos una hora especial de Espfritu Samo,
que es el verdadero «protagonista de la misi6n».
Estamos invitados a imitar a los Ap6stoles reuni-
dos en el cena.culo con Marfa para implorar y obte-
ner la presencia y el poder del Espfritu.
El Santo Padre encomienda roda la tarea misio-
nera al amor materno de la Virgen Marfa. También
nosotros confiamos fìlialmente en ella , Madre de la
Iglesia y Auxiliadora de rodos los pueblos.
San Juan Bosco emreg6 a Juan Cagliero, jefe de
la primera expedici6n misionera y futuro cardenal,
un documento, fechado el 13 de noviembre de 1875 ,
con algunos recuerdos para los salesianos misione-
ros. Los exhortaba asi: «Haced lo que podais; Dios
hara lo que no podamos nosotros . Confìad rodo a
Jesus Sacramemado y a Marfa Auxiliadora, y veréis
80. Memonas Biograficas lo que son los milagros» 80 .
X l , 395 .
Con esta confìanza, que para nosotros es herencia
sagrada, intensifìquemos en rodas partes nuestro com-
promiso por Cristo y su Evangelio: si multiplicamos
el compromiso misionero , seremos rodos, en la Con-
gregaci6n, misioneros de los j6venes.
A rodos, especialmeme a los misioneros ad gen-
tes, un saludo agradecido y mi recuerdo diario en
la Eucaristia.
Con afecro en san Juan Bosco,
EGIDIO VIGANO

5.4 Page 44

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