Actas_1995_353.ACG


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del consejo general
año LXXVI
julio-septiembre de 1995
n.º 353
órgano oficial
de animación
y comunicación
para la
congregación salesiana
Direzione Generale
Opere Don Bosco
Roma

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del consejo general
de la sociedad salesiana
de san juan bosco
ÓRGANO OFICIAL DE ANIMACIÓN Y COMUNICACIÓN PARA LA CONGREGACIÓN SALESIANA
N.º 353
año LXXVI
julio-septiembre de 1995
página
1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
1. EN RECUERDO DE DON EGIDIO VIGANÓ:
UN MENSAJE DE ESPERANZA
3
2. Mensaje del Santo Padre
y homilía del Vicario en la misa exequial 11
2. ORIENTACIONES Y DIRECTRICES
2.1. Trabajar en equipo:
colaboración y corresponsabilidad
en el campo de la formación
20
2.2. "Identidad de la comunión en la
Familia Salesiana de S. Juan Sosco" 27
3. DISPOSICIONES Y NORMAS
(No se dan en este número)
4. ACTIVIDAD DEL C. GENERAL
4.1. De la crónica del Rector Mayor
35
4.2. De la crónica del Consejo General 36
5. DOCUMENTOS Y NOTICIAS
5.1. Breve apostólico para la beatificación
de Magdalena Catalina Morano
50
5.2. Comisión Precapitular (XXIV CG)
52
5.3. Aprobado el nuevo texto
de las Liturgia de las Horas
52
5.4. Nuevo obispo salesiano
53
5.5. Nombramientos significativos
53
5.6. Salesianos difuntos
(2ª relación de 1995)
54

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Central Catequística Salesiana
Alcalá, 164 - 28028 Madrid
Edición extracomercial
Imprime: Gráficas Don Sosco - Arganda del Rey (Madrid)

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1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
1.1 EN RECUERDO DE DON EGIDIO VIGANÓ:
UN MENSAJE DE ESPERANZA
Roma, 1 de julio de 1995
El pasado 23 de junio de 1995, nuestro Rector Ma-
yor don Egidio Viganó, séptimo sucesor de san Juan
Bosco, volvía a la casa del Padre. Había muerto en la
casa generalicia, asistido por sus hermanos Ángel y
Francisco, confortado por la oración y el afecto de sale-
sianos e Hijas de María Auxiliadora y rodeado de nu-
merosos signos de estima de sus muchos amigos. El
Santo Padre le había hecho llegar personalmente por te-
léfono una palabra de consuelo y su bendición.
El funeral puso de manifiesto la gratitud de salesia-
nos y miembros de la Familia Salesiana a don Egidio
Viganó por su infatigable servicio de orientación y ani-
mación, y puso de relieve la estima que gozaba en los
ambientes eclesiales y civiles por su preparación teoló-
gica y su disponibilidad a la colaboración.
Hizo ver, sobre todo, la comunión que nuestra
Congregación ha sabido crear en el mundo por sus co-
munidades y obras. Del mundo entero han llegado nu-
merosos fax, telegramas y cartas de pésame y comenta-
rios sobre la personalidad y la labor de don Egidio, fir-
mados por personalidades ilustres y por gente sencilla.
Agradezco aquí muy cordialmente su adhesión a los
inspectores, a las comunidades salesianas y a los salesia-
nos que particularmente la han querido hacer llegar.
Se han hecho conmemoraciones en los muchos y
variados lugares donde hay salesianos, y a ellas han
asistido autoridades y pueblo. Particularmente signifi-
cativa fue la que le dedicó la ciudad de Sondrio, su tie-

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, N. º 353
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rra natal, el viernes 30 de junio. En la misma tomaron
parte el Vicario del Rector Mayor y varios consejeros
generales.
La herencia que nos deja, en continuidad con los
anteriores rectores mayores y capítulos generales, es un
tesoro inestimable de familia. Los oradores que han in-
tervenido han subrayado sus aspectos más sobresalien-
tes. Los amigos y la prensa han recordado su aporta-
ción a la reflexión pastoral del posconcilio y las empre-
sas educativas que ha inspirado. Es prematuro intentar
aquí un balance más completo, ni siquiera para la sim-
ple meditación. Se hará pronto en la carta mortuoria
que se está preparando. Y nos servirá para el informe
sobre el estado de la Congregación al próximo Capítu-
lo General.
En cambio, parece más a tono con los áconteci-
mientos transmitiros las últimas páginas que escribió
don Egidio. Durante su enfermedad mostraba con fre-
cuencia su deseo de enviar a los hermanos una medita-
ción sobre el sufrimiento como momento privilegiado
de la caridad pastoral. El Viernes Santo envió un men-
saje que decía: «Queridos miembros todos de la Familia
Salesiana en el mundo: En este día sagrado de misterio y
sacrificio, me siento especialmente unido a vosotros. Llevo
varias semanas en una clínica; nunca había tenido la ex-
periencia del Viernes Santo como un día extraordinario
del carisma de san juan Bosco. Sumergirse en el misterio
del amor de Cristo, abrumado por el sufrimiento de la
carne: no se descubre un momento mds apropiado para es-
tar con los jóvenes, animar a los hermanos y hermanas y
dar fuerza a la Familia Salesiana. Es muy poco lo que
puedo ofreceros, pero lo hago en este clima de viernes de
misión y pasión. Os agradezco las numerosas oraciones y os
mando a cada uno, con afecto fraterno, mi mejor felicita-
ción pascual. Pidamos al beato Miguel Rúa que nos haga
sentir su ir a medias con san juan Bosco. Vuestro afino. en
jesucristo vencedor.»

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1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
Sólo se trataba de desarrollarlo. Habría tenido el to-
no y el mérito de una experiencia personal.
Nosotros le animábamos a ello, conscientes del va-
lor que tendría una reflexión hecha en las circunstan-
cias que conocemos. Los días que estuvo en la enferme-
ría de la Universidad Salesiana, cuando parecía que se
encaminaba hacia un cierto restablecimiento, pidió las
notas que había tomado con anterioridad. Se proponía
desarrollarlas y dar forma definitiva a su carta mensaje.
Pero le traicionaron las fuerzas. La reaparición de
los trastornos funcionales, con el consiguiente debilita-
miento general, le impidió entrar de lleno en el tema.
En su mesa hemos hallado seis páginas escritas a
mano. Ni siquiera se trata del primer punto, sino sólo
de la indicación de ideas que hilvanar. Aparecen las que
más grabadas tenía en su corazón: Jesús buen pastor
que da la vida por los suyos y que, en consecuencia,
merece que Dios lo resucite; la caridad pastoral, la gra-
cia de unidad, el "da mihi ánimas", la contemplación
salesiana.
Con los demás miembros del Consejo he pensado
que tales páginas, aunque en estado germinal, son una
especie de testamento "sui géneris", fácil de compren-
der y precioso para quienes han conocido a don Egidio
directamente o a través de sus escritos.
JUAN E. VECCHI
Vicario del Rector Mayor
* * .-.!.

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, N. º 353
6
Queridos hermanos:
Os veo dedicados en cuerpo y alma a la preparación
del próximo XXIV Capítulo General: será otro paso
adelante para la vitalidad del carisma de san Juan Bas-
ca. Concentremos la oración, los sacrificios y la refle-
xión para un crecimiento en fidelidad a los orígenes y a
nuestra época. En los últimos meses he experimentado
personalmente lo que supone de nuevo en nuestra vida
el estado de enfermedad al principio de la vejez. Es una
especie de "inculturación" en el sufrimiento que abre
una perspectiva diversa, pero inseparable y penetrante,
sobre la identidad de la propia vocación y sobre los as-
pectos más vitales del propio carisma.
Para iluminar salesianamente esta peculiar experien-
cia, he querido leer de nuevo lo que sabemos de los úl-
timos cuatro años de vida de san Juan Bosco: su vejez,
marcada por no pocos sufrimientos, desde 1884 a pri-
meros de 1888, es decir, de los 69 a los 72 años. Cuan-
do cumplió 70, su debilidad y agotamiento eran tales,
que un médico exclamó: «¡Es como si cumpliera cien!».
Me he encontrado delante a un "fundador" que no ce-
día en sus altas responsabilidades de portador de un ca-
risma concreto que se le había encomendado. A la pro-
puesta de León XIII de buscarse un sucesor, prefirió la
de un vicario con derecho a sucesión, cuidando así des-
de la cumbre, a pesar del sufrimiento, algunos aspectos
vitales para toda la Congregación.
Impresiona la descripción de su estado de salud: de
la vista a las piernas, de los pulmones a la insuficiencia
en varios órganos vitales. Pero no se encerró en una en-
fermería para cuidarse, sino que demostró intrepidez
espiritual e incluso temeridad para afrontar viajes ago-
tadores, sin que para ello fueran óbice la prohibición de
los médicos ni la resistencia de sus salesianos. Primero
fue a Francia (marzo de 1884), poco después a Roma
(abril-mayo); dos años más tarde a Barcelona (abril-ma-

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1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
yo de 1886) y Milán (septiembre de 1886) y, por últi-
mo, de nuevo a Roma para la consagración del santua-
rio del Sagrado Corazón.
Lo que más llama la atención en este modo de
afrontar el sufrimiento es indudablemente su entrega
en cuerpo y alma a la vasta obra que había puesto en
marcha. A primera vista, aparecen las urgentes preocu-
paciones económicas (para el templo del Sagrado Cora-
zón en Roma, para su empresa misionera, para las nece-
sidades de los jóvenes pobres de sus obras, para no dejar
deudas a su sucesor); sin embargo, hay también otra
vertiente que le preocupaba: el asunto de los "privile-
gios" para su Congregación, la autenticidad del Sistema
Preventivo (la célebre carta de Roma), el trabajo misio-
nero, la fidelidad al Papa y la defensa de su magisterio,
el testamento que debía dejar a los salesianos, los sue-
ños sobre el porvenir de la Congregación. Nunca dejó
de ser la cabeza y el corazón de su obra: predominaba
en él la responsabilidad del "fundador", fortalecida por
el calvario que estaba pasando: la luz de la cruz sobre la
autenticidad del carisma.
Por mi parte, al meditar el testimonio tan excepcio-
nal de nuestro querido fundador y padre, he pensado
concentrar la reflexión y la capacidad de orientación en
un tema central de nuestro espíritu, que cada vez nece-
sita más profundización, sobre todo después del recien-
te Sínodo sobre la Vida Consagrada.
Cuando Don Bosco volvía de su largo viaje a Barcelo-
na, se detuvo en el seminario de Grenoble. En el discurso
de bienvenida, le dijo el rector: «Nadie conoce mejor que
usted en qué medida santifica el sufrimiento». Y Don
Bosco comentó sutilmente: «No, señor rector; lo que san-
tifica no es el sufrimiento, sino la paciencia».
En esta expresión hay una profundidad espiritual
que muestra la identidad del verdadero espíritu salesia-
no, cuyo centro es la caridad pastoral. Ciertamente es
hermosa la conocida expresión de contemplativus in ac-

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, N. º 353
tione, pero no expresa la totalidad del secreto del espíri-
tu de san Juan Bosco, en quien, enfermo, brilla radian-
te el lema que había escogido para identificar su secre-
to: da mihi dnimas. Es la entrega de sí mismo por la sal-
vación de los jóvenes lo que vivifica toda la existencia:
la de la actividad y la de la paciencia. Es el verdadero
aliento del alma salesiana, como dejó escrito el beato
Felipe Rinaldi. En la impotencia física de nuestro Padre
aparece vigorosa y clara la actitud permanente y totali-
zadora del da mihi dnimas: «Por vosotros estudio, por
vosotros trabajo, por vosotros vivo; por vosotros estoy
dispuesto incluso a dar mi vida». 1 Tenía razón el beato
Miguel Rúa al decir: «No dio paso, ni pronunció pala-
bra, ni acometió empresa que no tuviera por objeto la
salvación de la juventud. Lo único que realmente le in-
teresó fueron las almas».2
La observación de Don Bosco sobre la importancia
de la paciencia nos sirve, pues, para comprender el ver-
dadero significado de la caridad pastoral.
Aquí es obligado llevar nuestra reflexión al misterio
mismo de Cristo, a su corazón, a los acontecimientos
de su vida.
Más que hablar de caridad pastoral, como tema de
reflexión abstracta, nos queremos volcar en el testimo-
nio existencial de Jesucristo como buen pastor, es decir,
con la óptica viva de un dato histórico que está en el
origen de toda la vocación cristiana y que nosotros de-
bemos percibir y profundizar para llegar a la raíz más
honda de nuestro espíritu.
Se trata de una reflexión de carácter explícitamente
cristiano, que no parte de conceptos, por sublimes que
sean, sino del realismo de la historia: personas, aconte-
cimientos, datos de hecho.
No olvidemos nunca que la fe cristiana nos concen-
tra siempre en la historia; nos liga a una vivencia que es
anterior a las elaboraciones conceptuales y a las mismas
estructuras sacramentales.
8
1 Cf. Constituciones 14
2 Cf. Constituciones 21

2 Pages 11-20

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9
1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
3 Pastores daba vobis 19
4 Misal Romano, antífona
de comunión del IV do-
mingo de Pascua
Para comprender la caridad pastoral, primero hay
que sentir los latidos del corazón del Buen Pastor en su
existencia terrena, lo mismo que para comprender la
Eucaristía hay que remontarse primero a los aconteci-
mientos históricos del Calvario.
Así pues, para nuestras reflexiones hay un verdadero
salto cualitativo de supremo realismo. La explicación de
las consideraciones conceptuales y del significado obje-
tivo de rodo el orden sacramental se halla clara y objeti-
va en una realidad histórica anterior.
El Sínodo sobre la Vida Consagrada nos ha ofrecido
la plataforma para este salto benéfico. En efecto, si la
Vida Consagrada es constitutiva de la naturaleza de la
Iglesia, debemos remontarnos al misterio de Cristo en
sí mismo para explicar su origen y su identidad.
Podemos resumir esa consideración diciendo con se-
guridad que Jesucristo es el fundador de la Vida Consa-
grada y el iniciador de la pastoral de la Nueva Alianza.
Dos aspectos inseparables en él, manifestados en la
más intensa gracia de unidad que podemos imaginar.
Recordemos lo que afirma Juan Pablo II en la ex-
hortación apostólica Pastores dabo vobis: «El Espíritu
del Señor está sobre mí (Le 4, 18). El Espíritu no está
simplemente sobre el Mesías, sino que lo llena, lo pene-
tra, lo invade en su ser y en su obrar. En efecto, el Espí-
ritu es el principio de la consagración y de la misión del
Mesías: porque me ha ungido para anunciar a los po-
bres la Buena Nueva... (Le 4, 18). En virtud del Espíri-
tu, Jesucristo pertenece total y exclusivamente a Dios,
participa de la infinita santidad de Dios, que lo llama,
elige y envía. Así el Espíritu del Señor se manifiesta co-
mo fuente de santidad y llamada a la santificación».3
Es aquí donde encontramos la revelación clave so-
bre lo que es la caridad pastoral en su primera fuente, la
vocación fundamental de Jesucristo a ser el buen pas-
tor: «Ha resucitado el Buen Pastor, que dio la vida por
sus ovejas».4

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, N. º 353
«El contenido esencial de la caridad pastoral es la
donación de sí, la total donación de sí a la Iglesia».5
En el corazón de Jesús vemos que la consagración
está vinculada orgánica y vitalmente a la pastoral.
En su ministerio público, Jesucristo se preocupó de
formar un grupo de comprometidos por el Reino, eli-
giendo a los Doce para un servicio de caridad pastoral y
dándoles una potestad de animación y una capacidad
de influjo para que creciera vigorosa la gracia de unidad
entre consagración y misión.
Es importante subrayar que entre consagración y
ministerio apostólico hay, en la realidad histórica ante-
rior a la estructura sacramental, un sentido vital por el
que no hay ningún consagrado que no esté en unión
orgánica con el ministerio apostólico y, viceversa, el mi-
nisterio apostólico está plenamente al servicio de los
consagrados.
Si en el Sínodo los obispos, al hablar de los consa-
grados repitieron una y otra vez: de re nostra agitur,
también los consagrados, cuando hablan del ministerio
apostólico, deben repetir con alegría y convicción: de re
nostra agitur.
10
5 Pastores daba vobis 23
EGIDIO VIGANÓ
Rector Mayor

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1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
1.2 MENSAJE DEL SANTO PADRE
Y HOMILÍA DEL VICARIO EN LA MISA EXEQUIAL
La solemne misa exequial en sufragio de don Egidio
Viganó, presidida por don juan E. Vecchi, vicario del Rec-
tor Mayor, asistido por sus dos hermanos salesianos, don
Ángel y don Francisco, los miembros del Consejo General y
varios obispos salesianos, fue concelebrada por unos qui-
nientos sacerdotes el lunes 26 de junio en el templo roma-
no de san juan Bosco. Asistieron a la celebración ocho car-
denales (los tres salesianos de Roma -Rosalío Castillo La-
ra, Antonio javierre Ortas y A/fans Stíckler- mds Eduar-
do Martínez Soma/o, Pío Laghi, Eduardo F. Pironio,
Achille Silvestrini y Adrianus Simonis), unos treinta obis-
pos, la Madre General de las Hijas de María Auxiliadora
con su Consejo, representantes de todos los grupos de la Fa-
milia Salesiana y numerosos jóvenes y gente sencilla que
había acudido al templo para rezar por el séptimo sucesor
de san juan Bosco. Entre las autoridades civiles, merece un
puesto especial el secretario general de la Presidencia de la
República Italiana en representación de su presidente,
Óscar Luis Sed/faro, que no pudo asistir por hallarse faera
de Italia.
El Santo Padre mandó por telegrama un mensaje, que
leyó al principio de la celebración el cardenal Rosalío Cas-
tillo Lara. Decía así:
He recibido con pena la dolorosa noticia de la
muerte del Rdmo. don Egidio Viganó, Rector Mayor
de esa Sociedad Salesiana de san Juan Bosco. Me uno
de corazón al dolor que en este momento siente vuestra
Congregación. Al recordar con admiración y afecto la
profundidad de su preparación cultural,
como eminente profesor de Teología de la Vida Consa-
grada e iluminado educador de los jóvenes según el mé-

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, N. º 353
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todo de su venerado Fundador, doy gracias al Señor por
haber dado a su Iglesia una figura tan modélica de
sacerdote lleno de celo, generosamente entregado a la
nueva evangelización del mundo contemporáneo y va-
lioso colaborador de la Sede Apostólica. Elevo a Dios
férvidas oraciones para que acoja a este su siervo bueno
y fiel en el gozo de la eternidad que se merece quien,
como don Egidio, ha gastado toda su vida en la plena
dedicación a la gloria de Dios y al bien de las almas.
Aprovecho esta ocasión para enviarle a usted, [don Juan
Vecchi], a la Familia Salesiana y a cuantos en este mo-
mento comparten el dolor de su partida, el consuelo de
la bendición apostólica, como señal de mi más sentido
pésame en este momento de aflicción.
juan Pablo JI
Por su parte, don juan E. Vecchi tuvo durante la cele-
bración la siguiente homilía, que reproducimos en tu tota-
lidad
Resulta extraño proclamar las bienaventuranzas en
presencia de un féretro y ante una comunidad que ha
sufrido una grave pérdida. Extraña porque las biena-
venturanzas son constataciones de una felicidad que ya
se disfruta y la enhorabuena por un bien presente y de-
finitivo, más que un código de conducta y la promesa
de una recompensa o una página didáctica.
Anunciamos que Dios hace hoy felices a quienes lo
buscan, se abren a su presencia y le confían su existen-
cia. Porque la vida aparece entonces como un don ma-
yor de lo que podíamos esperar o desear, y nosotros
captamos sus dimensiones más verdaderas: la gracia, la
justicia, la alegría de la donación de sí mismo.
La raíz de esta felicidad -nos dice también la Pala-

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1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
bra de Dios- es el Espíritu que mora, actúa y habla en
nosotros. Hace que nazca y se desarrolle la conciencia
de que somos hijos de Dios. Hace que nos dirijamos a
él con el nombre de "Padre" y que veamos la vida a la
luz de esa relación.
Comenzamos entonces a vivir en la historia de otro
modo, porque comprendemos que está llena de la mis-
ma presencia. Por la venida de Cristo, toda la realidad
es como una parturienta que se halla a punto de vivir la
experiencia de la maternidad y como un centinela que,
con la cabeza erguida y la mirada fija, escruta el hori-
zonte en espera del signo de liberación.
Es el testimonio de Dios a favor de la vida. Frente a
él no resisten las dificultades pasajeras ni el agotarse de
nuestras fuerzas.
La muerte en Cristo no anula la felicidad, sino que
hace que madure su semilla. No es destrucción de lo
que hemos tratado de hacer, sino su perfección.
Hoy, pues, llega a su plenitud, para don Egidio y
para nosotros, lo que él trató de hacer y ofrecernos en
su existencia terrena.
<>- Damos gracias al Señor, en primer lugar, por la
llamada a la vida salesiana que el Espíritu hizo oír en su
corazón de muchacho y por la respuesta que dio.
Don Egidio ha sido un hijo espiritual de san Juan
Bosco: hijo, discípulo convencido, intérprete convin-
cente y prolongación de su paternidad. En estos días se
habla de muchas de sus cualidades y realizaciones; pero
la gracia que unifica a todas en una fisonomía concreta
es su vocación salesiana: es su índole propia, su código
genético, el centro desde donde se plasma su identidad.
Su vocación, preparada en una familia de fe sencilla
pero sustanciosa, floreció en el ambiente vivaz del ora-
torio. Esta obra, patria del carisma salesiano, quedó in-
deleble en su memoria, en su pensamiento e incluso en
su lenguaje. "Oratoriano" es una referencia clave en su

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, N. º 353
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reflexión carismática. Del "tipo oratoriano" conservó
algunos gestos y gustos hasta sus últimos años; pero, so-
bre todo, iluminó los valores pastorales y espirituales
del oratorio, como paradigma de vida y acción.
La experiencia misionera, según expresión de don
Egidio, dio a este germen vocacional una mayor aper-
tura a las culturas, a las geografías y a los problemas.
Supo comprender que, bajo unas formas sencillas, ha-
bía riquezas que podían servir para los contextos más
variados, doquier se halle el hombre.
Su respuesta adquirió madurez en la formación, en la
vivencia comunitaria y en la práctica pastoral; pero, sobre
todo, fue llevada a una reflexión orgánica, basada en una
confrontación incansable con las orientaciones de la Igle-
sia, los retos de los jóvenes y las corrientes culturales.
Este patrimonio de vivencia y meditación del caris-
ma nos queda como herencia de su rectorado. Sus cir-
culares, el comentario anual de los aguinaldos, la predi-
cación de retiros, los diálogos personales y sus orienta-
ciones de gobierno transmiten claridad y entusiasmo
juvenil por la singular experiencia de Dios que nació
con san Juan Bosco.
La historia del Fundador, la original inspiración
evangélica que está en su base, la sintonía con la refle-
xión eclesial sobre la vida consagrada y la lectura de los
signos de los tiempos fueron como reflectores para ilu-
minar una realidad que siempre vio como un don del
Espíritu a la Iglesia, abierto a expresiones inesperadas.
Tenía la convicción de que estaba frente a una mina
de la que siempre es posible sacar nuevas riquezas, y a
ello aplicaba la seriedad de su pensamiento, el latir de
su corazón, su capacidad de comunicación y el esfuerzo
de llevarlo a la práctica.
Amó el carisma; más aún, se sentía orgulloso de él.
Nunca dudó de su futuro y fue juvenilmente entusiasta
de sus realizaciones. Trató de comprenderlo siguiendo
la vida concreta de la Congregación y de la Familia Sa-

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1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
lesiana real, a la que también veía como espacio donde
el Espíritu sugiere y produce novedades: los interrogan-
tes, retos, empresas, pruebas y desarrollos propios de
nuestro tiempo.
Había en él un sentimiento casi espontáneo, que
comentaban algunos de sus más próximos; lo recorda-
mos ahora con modestia: para don Egidio, sin preten-
der comparaciones, lo salesiano y los salesianos eran
siempre "lo mejor", como los hijos para sus padres. Era
una clasificación de pertenencia, afecto y deseo. A sus
hermanos de Congregación se los imaginaba extraordi-
narios y así los quería cultural y pastoralmente, sobre
todo en medio de los jóvenes. Y daba a gracias a Dios
por haberlo hecho padre de una familia así.
De este amor, guiado por la inteligencia y siempre
abierto a realizaciones, han nacido algunas expresiones
sintéticas que son como un concentrado de la espiritua-
lidad salesiana: gracia de unidad, corazón oratoriano,
éxtasis de la acción, interioridad apostólica, caridad pe-
dagógica, método de la bondad, creatividad pastoral,
evangelizar educando.
<.>- Damos gracias a Dios porque su palabra y su di-
rección nos han arraigado aún mds en Cristo.
La índole salesiana, que en él era una segunda natu-
raleza, tenía una fuente de alimentación: Jesucristo, el
Buen Pastor que da la vida por los jóvenes. Nos ha en-
señado a contemplarlo y a amarlo.
Cuando un periodista le rogó que le indicara su ora-
ción preferida, confesó que era la invocación eucarísti-
ca: «Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrec-
ción. ¡Ven, Señor Jesús!». Era su meditación de cada
día, que modulaba de mil formas según las experien-
cias, situaciones personales y acontecimientos: la muer-
te de Jesucristo como expresión suprema del amor de
Dios al hombre y como crítica de cuanto se hace en el
mundo para cerrarle los horizontes de la vida.

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, N. º 353
16
La resurrección, como inoculación de energía divi-
na en la historia, transfiguración definitiva de la exis-
tencia humana, garantía de victoria para cada uno y pa-
ra la humanidad, plenitud efectiva de la vida nueva.
La resurrección fue su tema preferido. Cultivar el
gozo del amor de Dios y la seguridad del triunfo del
bien era lo que creía más conveniente para un educador
de jóvenes. Por eso apoyó, junto al via crucis, la repre-
sentación y práctica del "via lucis", itinerario de medi-
tación juvenil sobre la resurrección; por eso quiso un
"collado de las bienaventuranzas juveniles" en la tierra
natal de san Juan Bosco.
Desde el centro del misterio de la muerte y resurrec-
ción, su reflexión toma múltiples caminos: Cristo, mo-
delo de nuestra caridad pastoral; Cristo, revelación del
hombre donde inspirarse para el proyecto educativo;
Cristo, fuente de la que brota la vitalidad de nuestra
consagración; Cristo, energía de transformación para
los jóvenes por la palabra educativa, los misterios cele-
brados y la amistad de testimonio del adulto.
Su palabra sobre Jesucristo es vigorosa y vibrante; es
más una profesión personal de fe que una lección. Vale
la pena oír un fragmento: «En Jesucristo se hizo presen-
te para siempre jamás toda la Palabra. Él es el hombre
nuevo, el Señor de la historia, el centro y la fuente de
cualquier nueva dimensión profética. Cristo es el noví-
simo absoluto de la actuación de Dios en el devenir hu-
mano... A su luz se podrá ver, desde el interior de las
mentalidades culturales, el aspecto cristiano de muchos
temas de actualidad: amor, solidaridad, liberación y jus-
ticia, verdad y conciencia, sentido del pecado, conflic-
tos y perdón».
<.'r También damos gracias porque nos ha situado en
el movimiento vivo de la Iglesia.
Su adhesión y conformación con Cristo lo llevaba a
vivir cada vez más profundamente insertado en la Igle-
sia, 'humus' de los carismas, espacio privilegiado del

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1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
Espíritu, signo e instrumento de salvación. La veía co-
mo su familia, su casa materna. Seguía su vida y vicisi-
tudes con alegría y fe, sin ingenuidad, pero también sin
críticas inútiles para la pastoral, consciente de sus limi-
taciones humanas, pero también de su dimensión divi-
na; punto de conjunción entre el misterio de Dios y la
historia del hombre. En sus viajes la había encontrado
como factor imprescindible de humanización y porta-
dora del sentido de Dios.
De la Iglesia tuvo una experiencia singular en las
cuatro sesiones del Concilio. Las vivió con intensidad
como el hecho cumbre del Espíritu en nuestro siglo y
habló de ellas una y mil veces, sin que por ello decayera
su entusiasmo. Su colocación era siempre, según una
expresión habitual en él, «en la órbita del Concilio».
Fue una conversión teológica, cultural y pastoral,
que marcó definitivamente su mentalidad y su ense-
ñanza religiosa. De él tomó las orientaciones doctrina-
les y las iniciativas prácticas de la Familia Salesiana,
procurando discernir -en la oración, en la meditación
y en el intercambio de experiencias- entre renovación
perdurable y moda pasajera.
La vida de la Iglesia, en su tarea de comunión y en
sus incumbencias dramáticas, la había palpado también
participando en las tres sucesivas conferencias latino-
americanas de Medellín, Puebla y Santo Domingo y en
los Sínodos de los obispos. Esta participación la veía no
como un privilegio personal, sino como un regalo de
Dios a sus hermanos y hermanas de religión.
Su esfuerzo y ilusión eran, efectivamente, que no vi-
viéramos lejos o desinteresados de lo que hace el Espíritu
en la comunidad cristiana: los carismas, la santidad, los
movimientos de evangelización, el diálogo de la mentali-
dad cristiana con los problemas de la modernidad.
El sentido de Iglesia incluía un agradecimiento cari-
ñoso al Papa por su servicio de animación a la comuni-
dad cristiana y una adhesión de fe a su magisterio. No

2.10 Page 20

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, N. º 353
18
era sólo un criterio de disciplina; lo consideraba un as-
pecto imprescindible de la caridad pastoral, que no
puede concebirse fuera de la comunión y de sus puntos
de referencia. Lo veía como un valor irrenunciable de la
tradición salesiana; pero, como no ignoraba sus dificul-
tades, lo iluminó con ejemplos y motivaciones adecua-
das al contexto actual.
<>-- Y damos gracias porque nos ha mostrado con efica-
cia, en María Auxiliadora, la imagen de nuestra vocación
a la consagración apostólica, para que Cristo nazca en el
corazón de los jóvenes mediante una educación inspira-
da en la bondad y en la ternura.
Inauguró su período de gobierno con una circular:
"María renueva la Familia Salesiana''. Fue una inspira-
ción que tuvo un Viernes Santo al contemplar a la San-
tísima Virgen al pie de la cruz. Empieza con una invita-
ción singular: «¡Acojamos a María en nuestra casa y en
nuestras comunidades, pero también en nuestros planes
pastorales, en nuestra vivencia espiritual y en nuestros
programas de educación!». Veía en ella el modelo de la
plena disponibilidad a Dios y del servicio a los jóvenes,
la imagen de la Iglesia en su virginidad y en su materni-
dad.
María Auxiliadora es la Virgen de los grandes co-
mienzos: la encarnación o la revelación de Jesús en Ca-
ná; es la Virgen de las horas pentecostales o de renova-
ción; es la Virgen de los tiempos difíciles. Es el estímu-
lo a la audacia apostólica, a "empezar", como san Juan
Bosco, incluso sin la seguridad de los medios materia-
les, porque el Verbo nace siempre virginalmente.
En 1984 dispuso el acto de consagración de la Fa-
milia Salesiana a la Santísima Virgen y reconoció a la
Asociación de devotos de María Auxiliadora como
miembro de dicha Familia.
Todas sus circulares terminan con una página ma-
riana. No se trata sólo de estilo. Quien las repasa hoy,
encuentra en ellas el punto de encuentro de los tres

3 Pages 21-30

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3.1 Page 21

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19
1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
motivos que están en el centro de nuestra vocación:
Cristo, el hombre, la Iglesia.
Las bienaventuranzas anuncian el cumplimiento
pleno de todo esto para don Egidio, pero también la fe-
cundidad histórica de cuanto él ha sembrado entre no-
sotros en pobreza, que es confianza en Dios, en pureza
de corazón, que es disponibilidad a la voz del Espíritu,
y en paz, que es serv1c10, comunión y amor.

3.2 Page 22

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, N. º 353
20
2. ORIENTACIONES Y DIRECTRICES
2.1 ACTUAR EN EQUIPO:
COLABORACIÓN Y CORRESPONSABILIDAD EN EL
CAMPO DE LA FORMACIÓN
GIUSEPPE NICOLUSI
Consejero de Formaci6n
l. Un documento que nos interpela
La eficacia de la formaci6n inicial-camino que para los salesianos dura de ordi-
nario unos diez años y se hace en comunidades diversas, normalmente cinco o seis, y
no pocas veces en inspectorías y naciones también diversas- depende en gran parte
de la convergencia en las actuaciones, de la unidad en los criterios, de la integración
de los aspectos fundamentales, de la continuidad del proceso, etc. Proyecto, comuni-
dad, equipo... son palabras que indican un estilo, una capacidad, un deseo de actuar
de modo orgánico: de "actuar en equipo" en el campo de la formación.
Esta idea me sirve para introducir una reflexión sencilla y concreta, sugerida por
un documento de la Congregación vaticana de Educación Católica: Directrices so-
bre la preparaci6n de los educadores en los seminarios(= directrices), que se publicó en
noviembre de 1993.
El tema que afronta dicho documento tiene una actualidad particular en el ám-
bito eclesial y en nuestra Congregación. El texto lo trata de modo directo y concre-
to, ofreciendo elementos de verificación y líneas operativas. En la primera parte
muestra tres aspectos de la situación actual: escasez de educadores, las mayores exi-
gencias del quehacer educativo, y las iniciativas y experiencias que se están hacien-
do. Siguen tres partes sobre los educadores: quiénes son, qué criterios se han de te-
ner en cuenta al seleccionarlos, y su formación inicial y permanente. En la quinta
parte se dan disposiciones prácticas.
Del documento -que debería ser objeto de atención en las comisiones inspec-
toriales de formación y en otros niveles- surgen inmediatamente algunas pregun-
tas que nos interpelan. Por ejemplo:
- ¿Qué iniciativas y experiencias hay en nuestra Congregación para seleccionar,
preparar y poner al día a los formadores (directores, maestros de novicios, direc-
tores espirituales, profesores, etc.)?
- ¿Tienen las inspectorías una línea política y una programación que contemplen
la preparación, estabilidad y cambio del personal formador?
- ¿Qué pasos se han dado en el campo de la colaboración?

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21
2. ORIENTACIONES Y DIRECTRICES
- ¿Existen situaciones de excesivo fraccionamiento que impiden una concentra-
ción racional y el adecuado aprovechamiento del personal preparado?
Dejando a un lado estos problemas, ciertamente estratégicos y urgentes, ahora
me refiero a uno de los aspectos en que mds insiste dicho documento; podríamos resu-
mirlo en la siguiente afirmación: Puesto que la acción formadora debe tener un
proyecto unitario y es fruto de colaboración, es preciso que quienes, por el título
que sea, intervienen en su proceso sepan actuar de modo convergente y tengan ca-
pacidad para trabajar en equipo.
El "trabajar en equipo" en la formación tiene varios niveles:
- "en equipo" significa, ante todo, tener como primera referencia la identidad vo-
cacional, la base común carismática, superando planteamientos genéricos o vi-
siones individuales;
- "en equipo" significa también actuar de modo orgánico, basándose en planes e
itinerarios que estén al servicio de un proceso unitario y unificador, superando
el peligro de la fragmentación y de la dispersión;
- "en equipo" quiere decir asimismo tener sentido de equipo, capacidad de cola-
boración, comunión operativa y acción colegial, por encima de cualquier indi-
vidualismo personal, de los cargos y de la separación de las etapas.
Ahora me refiero a este último nivel, íntimamente unido a los otros dos, para lla-
mar la atención sobre tres puntos en los que es necesaria la convergencia y la co-
rresponsabilidad:
- la Formación de los Salesianos de Don Bosco (FSDB) como primer punto de refe-
rencia para "trabajar en equipo";
- la atención y confrontación permanente con la realidad de los jóvenes que se es-
tán formando;
- la colaboración en el nivel local, inspectorial e interinspectorial.
2. La FSDB, primer punto de referencia para "trabajar en equipo"
Hace quince años salía la primera edición de la FSDB y, cinco después, la segunda.
La verificación sobre la situación de la formación hecha por el XXI Capítulo
General (1977-78) puso de manifiesto la necesidad de insistir en la unidady conti-
nuidad delproceso de la formación, es decir, en el conjunto de los momentos que lo
constituyen y su integración.
Como respuesta estratégica, la asamblea capitular determinó que se hiciera la Ra-
tio, con objeto de presentar, en visión global y orgánica, el conjunto de los princi-
pios y normas que regulan la formación salesiana en todo el mundo.
La FSDB quiere, ante todo, asegurar la unidad carismdtica, la estructura orgdni-
ca del plan de formación y la convergencia de las actuaciones y de los agentes en el pro-
ceso de formación. Por consiguiente, el documento motiva toda la formación a par-

3.4 Page 24

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, N. º 353
22
tir de la identidad salesiana, punto unificador, y subraya con sentido vital y cohe-
rente los elementos comunes de nuestro proyecto de vida. Al hacerlo, se mantiene
en una línea de directrices generales y unitarias, abierta a la diversidad de situacio-
nes y, por tanto, a la adaptación al contexto, a las exigencias de los tiempos, a la ve-
rificación constante y a la renovación.
La FSDB se pone al servicio de una visión orgdnica, salesianamente identificada,
dinámica y diversificada de la formación, que se prolonga en los directorios inspec-
toriales, cuya función es aplicar a la realidad local las orientaciones de la Ratio y es-
tablecer el modo de formar según las exigencias del contexto cultural (Reglam. 87).
La FSDB y los directorios son la concreción de la pluriformidad en la unidad de
que hablan nuestras Constituciones: «El carisma de Fundador es principio de uni-
dad de la Congregación y, por su fecundidad, está en la raíz de los diversos modos
de vivir la única vocación salesiana. En consecuencia, la formación es al mismo
tiempo unitaria en sus contenidos esenciales y diferenciada en sus realizaciones
concretas: acoge y desarrolla todo lo que hay de verdadero, noble y justo en las di-
ferentes culturas» (Const. 100).
Es imprescindible que todos los que, por el título que sea, están llamados a "traba-
jar en equipo" para la formación salesiana adopten como primer punto de referencia la
"Ratio'; peculiar instrumento de identificación y de planteamiento orgánico de la for-
mación, se confronten con ella y hagan, según ella, las oportunas verificaciones.
3. "Trabajar en equipo" escuchando "la voz de las culturas y de los jó-
venes"
3,1 Estar atentos a /,a, voz de /,a,s culturas y de los jóvenes
Es importante referirse a la Ratio para formar de acuerdo con las directrices de la
Iglesia y de nuestra Congregación, pero no es todo. La FSDB es la base y orienta la la-
bor de las comunidades inspectoriales, a quienes incumbe la responsabilidad de formar
según las exigencias del propio contexto cultural, escuchando más de cerca la voz de las
culturasydelosjóvenes(Const. 101, FSDB 15-19).
El campo educativo-formativo es, por su misma naturaleza, un campo en continua
evolución yfuertemente contextualizado. Es una constatación diaria para quien está aten-
to a la rica y compleja geografía de nuestra Congregación, como se ha visto en las visi-
tas de conjunto, que, en su deseo de dar una formación salesiana cada vez más identi-
ficada, han descubierto la diversidad de problemáticas, sensibilidades y prioridades.
La realidadjuvenil es compleja y cambia constantemente. Se ve, pues, la necesidad
de cultivar una pedagogía renovada; la labor de la formación resulta más difícil y más
necesitada ella misma de formación y preparación continua (Directrices 10).
Por tanto, es imprescindible que los educadores y formadores se tomen la moles-

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23
2. ORIENTACIONES Y DIRECTRICES
tia de confrontarse con la realidad juvenil y formadora, analizando la vivencia de cada
individuo, el camino de los grupos, el ambiente de la comunidad y todo el proceso y
realidad de la formación en su conjunto: criterios, valores, métodos, etc., para conocer
y entender, discernir y proponer, verificar y renovar. Para ello se requiere capacidad de
escucha, de confrontación y diálogo, de discernimiento y de propuesta.
3.2 Para afrontar en equipo la tarea y los retos de la formación
No faltan experiencias interesantes en las inspectorías: comunidades, grupos de
formadores, reuniones donde se medita, se renuevan y se revisan los planes, como
"escuela de formación permanente" para los mismos formadores.
Con esta perspectiva, algunas inspectorías, teniendo en cuenta el XXIII Capítulo
General, han estudiado de manera concreta el tema de Formar a ÚJs j6venes para la vi-
da salesiana: tarea y reto hoy a la comunidad salesiana. Se han preguntado por la situa-
ción de los jóvenes, pocos o muchos, que con nombre y apellidos empiezan el proceso
formador, por su actitud frente al proyecto de vida religiosa salesiana, por sus expecta-
tivas y motivaciones, por los retos más urgentes de la formación, por las razones de su
perseverancia y por los motivos de su abandono.
También han considerado la relaci6n entre esa realidad y el camino de la forma-
ción: el punto de partida, es decir, el inicio de la experiencia de la formación; la pro-
puesta en su conjunto: en lo específico de cada período, en la graduación de los iti-
nerarios; la metodología de la formación; las áreas de atención y algunas dificulta-
des más importantes.
De ahí se han deducido los compromisos operativos para toda la comunidad ins-
pectorial y para los formadores.
Si se quiere actuar como educadores en la formación, es imprescindible estar
atentos a una realidad que cambia siempre, y, simultáneamente, reflexionar, verifi-
car, buscar y ofrecer las respuestas más adecuadas.
4. Trabajar en equipo: corresponsabilidad y comunión en el nivel local, inspecto-
rial e interinspectorial
4.1 Indicaciones del documento "Directrices"
Cuando el documento Directrices de la Congregación vaticana de Educación Ca-
tólica analiza la situación de los educadores, subraya dos exigencias fundamentales:
- la necesidad de cultivar una pedagogía mds dindmica, activa, abierta a la realidad
de la vida y atenta a los procesos evolutivos de la persona (Directrices 10);
- la necesidad del espíritu de comuni6n y colaboraci6n, para desarrollar el plan de

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, N. º 353
24
formación; dicho de otro modo, la unidad de espíritu y de acción entre todos los
agentes de la formación (Directrices 11).
Este segundo aspecto supone actitud de colaboración y mentalidad de equipo
en los educadores, convergencia en el proyecto, unidad de criterios y capacidad de
armonizar las distintas dimensiones de la formación.
He aquí algunas afirmaciones tomadas del texto:
- Es imprescindible poder disponer de formadores y educadores que estén «anima-
dos por el espíritu de comunión y colaboración, y conozcan los modos de tra-
bajar en grupo y estén en condiciones de formar verdaderos equipos educado-
res, bien acoplados y dispuestos a colaborar fraternamente» (Directrices 11).
- Por lo tanto, hay que escoger a personas que «sepan trabajar en un proyecto edu-
cativo común, pues la experiencia demuestra que, sin verdadero "trabajo de con-
junto", es imposible que funcione bien el seminario» (Directrices 11).
El principio de comunión «se demuestra en la capacidad de colaborar con pron-
titud y fraternidad». Según ello, en torno al rector, primer responsable de la uni-
dad de dirección, de la planificación y conducción creativa y prudente de las re-
laciones y experiencias, «los educadores deben ser capaces de confluir, sobre to-
do cuando se trata de establecer o salvaguardar el carácter unitario del proyecto
educativo» (Directrices 30, 43).
- La armonía es importante en todas las áreas de la formación; pero lo es aún más
en la adopción de los criterios de discernimiento vocacional y para la admisión de
los candidatos, a fin de asegurar la unidad entre todos los educadores, particu-
larmente entre quienes prestan el servicio de la dirección espiritual y los confe-
sores (Directrices 30, 44).
- Hay que procurar la armonía entre el planteamiento global de la formación: forma-
ción intelectual----estudios- y prdcticaspastorales, mediante una acción convergen-
te de los formadores, de los responsables de la coordinación pastoral y de los profe-
sores. En este sentido, tiene una importancia particular el criterio formativo y el es-
píritu de colaboración entre los profesores de las diferentes materias.
Hasta aquí el documento vaticano, que se dirige, en primer lugar, a los semina-
rios diocesanos.
Es evidente que la comunión operativa, puesta como condición imprescindible
para asegurar la unidad de la formación, es todavía más necesaria entre nosotros,

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25
2. ORIENTACIONES Y DIRECTRICES
dada la diversidad de comunidades, centros de estudios, formadores y contextos,
etc., que hay en todo el proceso.
4.2 Orientaciones concretas de la FSDB para la colaboración local, inspecto-
rial e interinspectorial
Para superar el peligro del individualismo, de la acción sectorial y de la frag-
mentación y asegurar las condiciones de una experiencia unificada, es imprescindi-
ble que converjan todas las actuaciones. Es una exigencia que nace de la experien-
cia cotidiana y que aparece con fuerza en la FSDB.
Recuerdo cuatro dreas de esta comunión operativa, que en la Ratio se presentan
de forma clara, concreta y detallada, sobre los formadores, la comunidad localy la ac-
ción inspectorial e interinspectorial.
-<>- Para los formadores (todos los responsables de la formación, y no sólo los que
se hallan en las comunidades de formación inicial):
El papel de formador obliga a:
- «programar juntos la vida de la comunidad formadora, de modo que tienda a
sus objetivos peculiares;
- formar con el director un equipo convencido de su responsabilidad común y, por
tanto, procurar unificar los criterios de animación y de evaluación» (FSDB 143).
Un papel y responsabilidad especial en el logro de la corresponsabilidad y del
sentido de equipo y en la organización de una labor orgánica y de planificación co-
rresponde al director.
{>- En las comunidades, entre comunidades, con el Consejo inspectorial:
«En la comunidad (director, consejo, formadores, confesores) y en las comunida-
des de formación entre las que hay continuidad (prenoviciado, noviciado, posnovicia-
do, tirocinio) haya reuniones bien preparadas para favorecer la unificación en los crite-
rios de discernimiento vocacional y de admisión, a tenor de cuanto se indica en el opús-
culo "Criterios y normas de discernimiento vocacional salesiano - las admisiones".
»La comisión inspectorial de formación promueva reuniones del Consejo de la
comunidad formadora con el Consejo inspectorial, a fin de esclarecer los criterios
de la comprobación vocacional» (FSDB 303).
-<>- Entre centro de estudios, comunidad e inspectoría:
«Garantícese la conexión institucionalizada entre el centro de estudios, la co-

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, N. º 353
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munidad formadora y la inspectoría en que se encuentran. Dicha conexión puede
realizarse mediante reuniones periódicas..., Consejo de dirección...» (FSDB 266).
~ En el nivel interinspectorial
Para las comunidades formadoras (y los centros de estudios)
«La colaboración interinspectorial (en comunidades formadoras y en centros de
estudio) debe traducirse en corresponsabilidad real. Créense, por tanto, estructuras
intermedias (patronatos, por ejemplo) que fomenten la participación eficaz de las
inspectorías interesadas, definan y supervisen la orientación de la formación, y
atiendan a las necesidades de personal y de medios» (FSDB 189).
Para un centro de estudios interinspectorial ("patronato")
«Para que un centro de estudios relacionado con varias inspectorías alcance sus ob-
jetivos, parece necesario que haya un patronato, del que formarán parte los inspec-
tores directamente interesados, el director de estudios, el director de la comunidad
formadora y el administrador del centro de estudios o del estudiantado. Tendrá las
siguientes incumbencias:
- indicar con claridad los derechos y deberes de las inspectorías participantes, el
papel del inspector local y de los demás inspectores interesados;
- establecer eficazmente la colaboración del centro de estudios con las inspectorías
que lo sostienen;
- mantener las relaciones con el consejero general de Formación;
- seguir con atención la actividad docente y formativa;
- tomar decisiones sobre el personal y los alumnos, la programación de estudios,
el seguimiento de la marcha de sus antiguos alumnos y las iniciativas de forma-
ción permanente al servicio de las inspectorías y de la Iglesia local;
- seguir las orientaciones y normas de la Santa Sede sobre los centros de estudio
eclesiásticos» (FSDB 265).
Estas indicaciones de la FSDB, aplicadas con responsabilidad y flexibilidad a las
distintas realidades inspectoriales, contribuirán a fortalecer la acción colegial de los
formadores, su capacidad de "trabajar en equipo" y, en consecuencia, la unidad de
la formación.
Conviene que las comisiones inspecroriales de formación, los consejos inspec-
toriales y los patronatos hagan una revisión según las ideas que se acaban de recor-
dar y aprovechen los estímulos que llegan del documento vaticano sobre la "forma-
ción de los educadores".

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2. ORIENTACIONES Y DIRECTRICES
2.2 IDENTIDAD DE LA COMUNIÓN
EN LA FAMILIA SALESIANA DE SAN JUAN BOSCO
ANTONIO MARTINELLI,
Consejero de Familia Salesiana y Comunicación Social
Palabras del Rector Mayor
La mejor presentación del documento Identidad de la comunión1 son las pala-
bras con que el Rector Mayor prologa dicho texto, que es oficial desde el 31 de ene-
ro de 1995, al término de la Semana de Espiritualidad de la Familia Salesiana.
La copio Íntegramente, dado que va a ser la base de esta breve reflexión.
«Queridos hermanos: Tengo la alegría de poder presentar a los grupos de la Fa-
milia Salesiana de san Juan Bosco la "Identidad de su Comunión".
»Es fruto de la colaboración de varios grupos: un trabajo largo y delicado, para
determinar los elementos fundamentales que construyen la unidad en el espíritu de
san Juan Bosco.
»Se ha querido empezar por el alma de la Familia. El sentido de pertenencia a
ella, más que de reglas externas, se nutre de la vitalidad del espíritu común que her-
mana a los miembros de los diferentes grupos.
»En cada persona y grupo hay que cuidar el espíritu de Valdocco y de Morne-
se; también se debe profundizar y relanzar lo que expresa la fecundidad de las in-
tuiciones espirituales de nuestro Fundador.
»La tarea de búsqueda en común no termina con la redacción de este docu-
mento. Al contrario, yo diría que empieza hoy, para llevar a plenitud los horizontes
que se abren aquí y desde aquí.
»Me limito a indicar dos:
»Ante todo, la voluntad de una vivencia concreta del espíritu salesiano. Estamos
en una época en que el cambio rápido y continuo exige el fortalecimiento del hom-
bre interior con estilo apostólico, para ser fieles a la vocación juvenil y popular. Te-
nemos que añadir ese suplemento de energía del cielo que nos pide la experiencia.
»Además, en el documento se habla de la necesidad de llegar a formas institu-
cionales concretas que aseguren un camino expedito y compartido a la Familia Sale-
siana doquiera la conduzca la gracia del Señor. Las breves alusiones -en el ámbito
1 La traducción de "carta" por "identidad" se ha hecho de acuerdo con don Antonio Martinelli, por resultar
ambiguo, al menos en español, el término "carta" sin más especificaciones.

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, N. º 353
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local, inspectorial, nacional y regional- a estructuras de comunión fraterna tienen
que seguir desarrollándose. Comienza, pues, la tarea de los grupos, para no dete-
nerse en el camino emprendido.
»San Juan Bosco todavía tiene mucho que enseñar a sus hijos. María Auxilia-
dora, la gran maestra de los orígenes y nuestra guía segura, acompaña y sostiene
nuestro esfuerzo.
»Un saludo cordial del sucesor de san Juan Bosco, que con vosotros mira espe-
ranzado al lanzamiento de la gran herencia del Fundador hacia las metas del tercer
milenio».
Hasta aquí, el Rector Mayor.
Repasando la historia de los últimos afios
El Rector Mayor don Egidio Viganó y don Giovanni Raineri, consejero general de
Familia Salesiana manifestaron, hace ya algunos años, su deseo de contar con un ins-
trumento que indicara el camino de una comunión más profunda entre los grupos que
constituyen la Familia Salesiana. La idea había tomado cuerpo como fruto del esclare-
cimiento de identidad realizado por los distintos grupos durante la renovación y apro-
bación de sus Constituciones. Los Salesianos de Don Bosco, las Hijas de María Auxi-
liadora, los Cooperadores Salesianos y las Voluntarias de Don Bosco tenían ya su tex-
to programático definitivo tras la revisión que siguió al concilio Vaticano II.
Hubo otro hecho que dio aceleración al proceso: la celebración de 1988 y la carta
de Juan Pablo II Iuvenum patris, que en su número 5 se refiere a san Juan Bosco como
iniciador de «una verdadera escuela de nueva y atrayente espiritualidad apostólica».
Por su parte, don Sergio Cuevas, sucesor de don Giovanni Raineri al frente del
dicasterio de Familia Salesiana, pidió oficialmente a los expertos de su dicasterio
que prepararan un texto «para ayudar a los grupos actuales y futuros de la Familia
Salesiana».
En esto se actuaba de acuerdo con el Rector Mayor y con la Madre General de
las Hijas de María Auxiliadora, Marinella Castagno. El 16 de enero de 1990, con la
asistencia del P. Joseph Aubry, autor del primer borrador, y de sor María Collino y
Paolo Santoni, entonces coordinador general de los Cooperadores Salesianos, se
presentó la primera redacción, que llevaba el significativo título de Regla Común Sa-
lesiana.
Se siguió trabajando durante tres años más: de 1992 a 1994.
Finalmente, en la solemnidad de san Juan Bosco de este año de 1995, el Rector
Mayor promulgaba el texto definitivo y lo ponía en manos de todos los grupos, que
son quienes deben aplicarlo en los diferentes contextos de vida y de acción.

4 Pages 31-40

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29
2. ORIENTACIONES Y DIRECTRICES
Algunos cambios de perspectiva entre 1990 y 1995
Durante la etapa de preparación del texto hubo aclaraciones y cambios im-
portantes.
En primer lugar, se cambió el título: de "regla común" pasó a ser "identidad de la
comunión". No se trata del simple cambio de una palabra, sino de la perspectiva. Ha-
blar de "regla'' pareció algo que superaba los límites de un dicasterio. Debían sentirse
implicados de forma más directa, responsable y decisoria, los órganos supremos del
gobierno de cada grupo. Tal como estaban entonces las cosas, parecía que no se podía
seguir dicho camino. No se excluyó su posibilidad, pero se prefirió no quemar etapas.
El título de "Identidad de la comunión" quería hacer pensar en los grandes criterios
que orientan las opciones concretas, en las afirmaciones fundamentales que dan razón
del vivir y actuar de un modo determinado, y en los derechos y deberes reconocidos y
cumplidos con miras al crecimiento de cada uno en línea con sus propios dones. No
era un término reductivo; sólo se cambiaba el horizonte en que nos situábamos.
La estructura del documento no podía dejar de reflejar el cambio de título ni de
presentarse en función de la comunión, que iba a ser el eje central del documento.
Cabe afirmar que, en su nueva redacción, la comunión es el horizonte, el conteni-
do, el instrumento y la pedagogía del camino y crecimiento de la Familia Salesiana
de san Juan Bosco. A veces en su lectura podrá parecer que hay repeticiones. En rea-
lidad, no se trata de simples reiteraciones, sino de acentuaciones y de aspectos com-
plementarios que, al terminar, muestran en toda su integridad la comunión evan-
gélica vivida con el estilo de san Juan Bosco.
Hay otra novedad sobre la que me parece útil llamar la atención, dado que se
sitúa en el plano del método. Para nosotros, el método es muy importante, pues nos
sentimos y reconocemos como educadores. Al texto definitivo sólo se llegó tras
múltiples y sucesivas redacciones. En todas ellas, los representantes centrales de los
distintos grupos de la Familia Salesiana se reunieron para aportar observaciones y
mejoras. Este modo de proceder supuso tres años de reflexión y estudio. Además, se
implicó a los consejos generales de todos los grupos. Fue la mejor prueba de la co-
munión. Al oír la experiencia de cada grupo se descubrían las riquezas de comunión
que vive la Familia de san Juan Bosco.
Una línea ideal:
del Capítulo General &pedal salesiano en 1971 al simposio
sobre san Juan Bosco, fundador de la Familia Salesiana en 1989
y al documento "Identidad de la Comuni6n'' en 1995
La primera preocupación fue juntar el rico patrimonio que, durante los años de

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, N. º 353
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su renovación conciliar, habían descubierto los grupos centrales de la Familia de san
Juan Bosco. En concreto, siempre se ha hecho referencia principalmente a los Sale-
sianos, a las Hijas de María Auxiliadora, a los Cooperadores Salesianos, a las Vo-
luntarias de Don Bosco y a sus reflexiones.
Los simposios de 1982 y 1989, organizados por los consejeros generales de Fa-
milia Salesiana, respectivamente don Giovanni Raineri y don Sergio Cuevas, con el
tema "Construir juntos la Familia Salesiana", el primero, y "Don Bosco, fundador
de la Familia Salesiana", el segundo, más las circulares de don Egidio Viganó sobre
el conjunto de la Familia y lo específico de cada uno de sus grupos, han sido los ma-
teriales utilizados para redactar el actual documento "Identidad de la Comunión".
Quien busque en él "novedades", quedará decepcionado, pues sólo encontrará
cosas archiconocidas. No podría ser de otro modo, pues lo que se ha pretendido es
juntar lo que compartimos todos, y no un texto de investigación o una especie de
tesis doctoral.
La novedad está en que ahora contamos con un estímulo más para poner en
práctica lo que ya sabíamos. Por lo demás, las novedades llegarán en el futuro, en
cuanto que el documento "Identidad de la Comunión" abre nuevas ventanas y po-
sibilidades de un nuevo camino, desarrolla algunas intuiciones y sugiere la institu-
cionalización de organismos y medios que faciliten el crecimiento en la unidad ca-
rismática.
Desde este punto de vista, el documento tiene en cuenta a todos los grupos,
porque en él cada uno aparece definido como "salesiano", aunque, de modo muy
especial nos interesa a los Salesianos de Don Bosco, ya que el artículo 5 de nuestras
Constituciones nos asigna responsabilidades peculiares, empezando por la de man-
tener la unidad del espíritu. Es un llamamiento que nos pone frente a inderogables
obligaciones de animación y acompañamiento de los grupos, a fin de que vivan en
su interior y hagan ver hacia fuera el "rostro espiritual" que da el ser Familia de san
Juan Bosco. El Rector Mayor dice, al presentar el documento, que «se ha querido
empezar por el alma». De ahí depende mucho la animación salesiana y no poco la
calidad de cada grupo.
Función de la "espiritualidad" en la comunión de la Familia Salesiana
En la comunión se pueden adoptar muchos modelos. El documento "Identi-
dad de la Comunión" se ha optado por uno, que podemos describir así: todos los
grupos viven un camino de profundidad, que corresponde a su identidad, y de co-
rresponsabilidad mutua, que corresponde a la fidelidad carismática. El artículo 35
de nuestro documento afirma: «El hecho de pertenecer a la Familia, para compar-
tir muchos las mismas riquezas espirituales, no disminuye los valores ni la origina-

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2. ORIENTACIONES Y DIRECTRICES
lidad de cada grupo. La fraternidad no anula la identidad; la refuerza. Lo mismo
ocurre con las situaciones concretas de las personas y su situaci6n eclesial, que se
afirman, fortalecen y enriquecen.
»Con la energía de su carisma, san Juan Bosco unifica, en la armonía de una
única familia apost6lica, al religioso y al seglar, al casado, al viudo, al célibe y al
sacerdote, que de maneras distintas dan testimonio del espíritu de las bienaventu-
ranzas. A nadie le quita su específica espiritualidad sacerdotal, laical o religiosa. El
carisma de san Juan Bosco es una energía superior y global que marca la existencia
y asume y jerarquiza, especificándolas y fortaleciéndolas, las diversas espiritualida-
des.
»La comuni6n es el fruto más maduro de la identidad carismática, de la auto-
nomía en la organizaci6n, de la expresi6n de las peculiaridades de grupo y del enri-
quecimiento mutuo y generoso con los valores de todos. La comuni6n, pues, es
siempre la meta única de la Familia Salesiana para vivir sus valores con la mayor in-
tensidad».
Es una afirmación importante, pues le indica al Salesiano de Don Bosco cómo
debe actuar y relacionarse con los grupos de la Familia, y también porque señala
con claridad y fuerza a todos los grupos la necesidad de vivir en profundidad y fi-
delidad los dones específicos y originales del propio grupo, a la vez que buscan la
convergencia con los demás.
Indicar el "espíritu salesiano" como punto de convergencia salva y asegura la
autonomía en la comuni6n y la comuni6n en la diversidad.
Por ello, el documento "Identidad de la Comunión" se presenta como un estí-
mulo para considerar "los rasgos característicos del rostro salesiano", para profun-
dizar las riquezas de la vivencia espiritual salesiana y para entablar diálogo con los
grupos en este nivel interior y espiritual. Si el documento logra el objetivo de un
crecimiento general y compartido en el espíritu salesiano, no habrá sido inútil, co-
mo un documento más, pero sin fuerza renovadora. Hay que esperar que todos los
salesianos (aquí me refiero a cuantos se inspiran en el carisma de san Juan Bosco) lo
valoren en sus relaciones apostólicas y completen lo que no se indica en el docu-
mento. Llamo, en particular, la atención sobre su artículo 37, que dice:
«••• En los ámbitos regional, nacional, inspectorial y local, la unidad se mantie-
ne e incrementa mediante los Consejos y Consultas. Para asegurar una vitalidad
normal a la Familia Salesiana, parece imprescindible no dejarlos a merced de la so-
la buena voluntad de los responsables de la animaci6n y gobierno de cada grupo en
sus distintos niveles. Muchas veces las dificultades prácticas del trabajo apostólico y
de las relaciones interpersonales o de grupo indican la necesidad y urgencia de una
fraternidad activa que cuente con estructuras.
»La definici6n de las posibles estructuras deberá ser objeto de otra reflexión,
compartida por todos los grupos de la Familia Salesiana».

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, N. º 353
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La espiritualidad de la comunión necesita apoyos concretos y organizados. El he-
cho de definirlos favorece la misma comunión, que indudablemente es un don del Es-
píritu: es fruto del fortalecimiento del hombre interior, brota de la caridad pastoral que
hace de Cristo, Buen Pastor, el centro de la tarea salvífica. Sin embargo, no se ha de ex-
cluir el papel que puede desempeñar también la organización de la comunión. Así
pues, todos estamos invitados a llevar más allá las indicaciones del documento. ¡Es la
ocasión para una nueva etapa de reflexión y profundización del espíritu salesiano!
Una mirada al índice de la "Identidad de la Comuni6n''
Lo poco que se ha dicho hasta ahora y lo que pienso decir a continuación tiene
por objeto estimular el deseo de tomar el documento para conocerlo, para recono-
cerse en él y para aplicarlo y vivirlo.
Los cinco capítulos de que consta siguen una estructura lógica muy sencilla. La
comunión en la Familia Salesiana es una gracia (primer capítulo), que se hace par-
ticipación buscada (segundo capítulo) mediante la actuación del espíritu salesiano
(tercer capítulo), la formación en la comunión (cuarto capítulo) y el servicio mu-
tuo (capítulo quinto).
Resulta evidente el amplio espacio que se da al espíritu salesiano, descrito en el
tercer capítulo. Es un capítulo que merece una atención particular por algunas de
sus originalidades.
Considerando su división en dos partes bastante amplias (parte A "Palabras" espe-
cialmente significativas de san juan Bosco; parte B: Elementos fundamentales del espíritu
común), hay que superar la impresión de que se repiten las ideas. Admitimos que es así,
pero se hace porque se quiere insistir en puntos verdaderamente importantes.
La parte A - "Palabras" especialmente significativas de san juan Bosco, evidente-
mente en el ámbito del espíritu salesiano- presenta la vivencia de san juan Bosco.
La vivencia del Fundador podía compendiarse en una reflexión racional o recoger-
la manteniendo la fuerza vital de los orígenes, es decir, las "palabras" tal como bro-
taron del corazón de san Juan Bosco. Se optó por este segundo camino. Oír la voz
del Padre invita a verificar su eco y fidelidad en los grupos, a hacer el esfuerzo de
comprensión que supone la época y la cultura, pero también y simultáneamente su
proyección en el hoy. Todo ello no ha sido un trabajo de uno por los demás, sino
que cada uno debe hacerlo por su propia cuenta. Es importante advertir que las pa-
labras escogidas indican la vivencia constante de san Juan Bosco: vivencia como ex-
periencia de Espíritu Santo y como origen de una escuela de espiritualidad con su
peculiar lectura del Evangelio de Jesucristo. Juan Pablo II nos ofrece, en su carta Iu-
venum patris, un modelo de lectura en sintonía con cuanto recoge nuestra "Identi-
dad de la Comunión".

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2. ORIENTACIONES Y DIRECTRICES
Invito, por último, a los Salesianos de Don Bosco a repasar la abundante literam-
ra sobre cada una de las palabras de san Juan Bosco. Muchas circulares del Rector Ma-
yor don Egidio Viganó se han centrado en "palabras significativas" de san Juan Bosco.
La parte B -Elementos fundamentales del espíritu común- indica algunos as-
pectos, compartidos por todos los grupos, en los que puede compendiarse el espíri-
tu salesiano. Todo ello gira en torno a los grandes valores de la vida salesiana: Dios,
Cristo, María, los jóvenes, el pueblo.
Esta opción facilitó la consideración apostólica de nuestro espíritu y de la co-
munión carismática salesiana.
«Caridad es el nombre del amor de Dios; más aún, es el nombre de Dios mis-
mo. A los discípulos del Señor se les exige [esta virtud] como distintivo y como re-
conocimiento de que Dios guía sus pensamientos y acciones y su vida entera. Es el
centro de toda la vida cristiana y evangélica, porque sostiene y orienta toda forma
de apostolado.
En el estilo de san Juan Bosco tiene las siguientes características:·
- es pasión apostólica, animada de ardor juvenil: también la llamamos "corazón
oratoriano";
- es fervor, celo incontenible, búsqueda de nuevas formas de hacer para salvar a los
jóvenes;
- es participación en la misión de Jesucristo, Buen Pastor;
- es inspiración cuya fuente se halla en Pentecostés, en la presencia y acción del
Espíritu de Dios;
- es solicitud que tiene en María un ejemplo eminente de donación de sí mismo;
- es exactamente lo contrario de la mediocridad...» (cf. art. 18 de "Identidad de la
Comunión").
Desde este horizonte, la comunión se injerta en la misión, pues esta última ha-
lla su fuerza y eficacia en la comunión. Por otro lado, la comunión en el estilo sale-
siano tiene su verificación en la capacidad de ponerse en camino para ampliar el cír-
culo de la comunión. En la sensibilidad salesiana, ambas realidades y valores se re-
claman e implican, se enriquecen y se completan. Así fue para san Juan Bosco, así
es también hoy para nosotros en su escuela.
Un don que debemos cultivar
La última reflexión que ahora me brinda el documento "Identidad de la Co-
munión" es la siguiente.
Hay que pasar del documento a la vida, del papel a la práctica. Indico, para ello,
cuatro pasos imprescindibles para todos los grupos, empezando por los salesianos.

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, N. º 353
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¡er. paso: la comunión como don divino y como hecho
Ante todo, es preciso captar el aspecto primero y más profundo de la comunión
en cuanto tal: vínculo espiritual especial, don de Dios. Es la presencia del Espíritu
del Señor lo que mantiene unidos a todos los miembros de la Familia Salesiana; los
une de forma permanente, incluso cuando no piensan en ello, cuando no hacen na-
da para manifestarlo y cuando hacen algo que puede romperla. En su raíz, la co-
munión no es obra nuestra; es un don de Dios; existe objetivamente; es una reali-
dad espiritual. Estamos unidos de hecho entre nosotros.
2° paso: la comunión como percepción del coraz6n
Por tanto, el primer esfuerzo que hay que hacer es tomar conciencia de una rea-
lidad que nos precede. Después vendrá el esfuerzo de vivirla. La comunión se vive,
en primer lugar, en el corazón: sentirse con, sentirse a sí mismo -como persona y
como grupo- unido a los demás y sentirse continuamente unido a los demás com-
partiendo los mismos valores de fondo. Si la expresión no pareciera exagerada, ca-
bría afirmar que hay que vivir una especie de comunión de los santos salesiana. Se tra-
ta de experimentar un modo de pensar, sentir y ver a los demás como a hermanos
y hermanas, y de estimarlos y quererlos, en primer lugar, interiormente. Si falta es-
ta percepción del corazón, todo lo que se idee y organice no llegará a la profundi-
dad que merece y necesita. Serán gestos superficiales.
3er paso: la comunión como enriquecimiento mutuo
La comunión en cuanto don y la comunión en cuanto conciencia de conjunto
buscan mil ocasiones para pasar a la comunión activa, es decir, buscan las relacio-
nes interpersonales y de grupo, el diálogo sobre las realidades de la Familia, el don
de sí mismo. Lo interior trata de hacerse visible; el don se hace donación; la caridad
se organiza; la unidad recibida quiere hacerse unidad manifestada y compartida.
Aquí entran en juego todas las riquezas del espíritu salesiano: el sentido de aco-
gida, la confianza de unos en otros, la estima recíproca, la sencillez en las relaciones,
el afecto profundo, la libertad de hijos y hermanos, el apoyo generoso de unos a
otros, la alegría del servicio...
4° paso: la comunión como comunicación y colaboración
Así se llega a la acción. La comunión no se limita a palabras adecuadas en el
momento justo (es el aspecto de la comunicación), sino que llena el corazón de ta-
reas oportunas en el momento oportuno (es el aspecto de la colaboración). Es pre-
ciso hacerse discípulo de la comunión.
El camino de la "identidad de la comunión" es largo: por lo menos hay que
echar a andar, si queremos terminarlo.

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