Presentación de la Región Interamérica


Presentación de la Región Interamérica

  1. CARTA DEL RECTOR MAYOR


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VOSOTROS QUE BUSCÁIS AL SEÑOR,

REPARAD EN LA PEÑA DE DONDE FUISTEIS TALLADOS” (Is 51,1)




INTRODUCCIÓN. 1. ESTRUCTURA E HISTORIA DE LA REGIÓN. Zona Andina. Ecuador - Colombia: Inspectorías de Bogotá y de Medellín – Perú – Bolivia. - Zona Mesoamericana. Inspectorías de México-México y de Guadalajara (MEM – MEG) – Venezuela – Centroamérica – Antillas – Haití. - Zona Norteamericana. Estados Unidos: Inspectorías de San Francisco y de New Rochelle (SUO – SUE) – Canadá. 2. LA REALIDAD SOCIOCULTURAL. 3. LA PRESENCIA SALESIANA. 3.1 La vida de las comunidades. – 3.2 La Formación. – 3.3 La Pastoral Juvenil. Las obras salesianas. Las escuelas – Las Parroquias – Los Oratorios y los Centros Juveniles. – La orientación para el trabajo – La atención a los jóvenes en situación de peligro – Obras de Promoción Social – Cuidado de los emigrantes – Las Universidades. Procesos pastorales. Asociacionismo Juvenil. El Movimiento Juvenil Salesiano – Pastoral Vocacional. Voluntariado – Formación de los seglares. - 3.4 La Familia Salesiana – 3.5 La Comunicación Social – 3.6 Las Misiones y la animación misionera. 4. DESAFÍOS Y PERSPECTIVAS DE FUTURO. 4.1 Testimoniar la primacía de Dios entre los jóvenes en el mundo de hoy – 4.2 Regenerar a Don Bosco y su pasión del “Da mihi animas” – 4.3 Redefinir nuestras presencias en la Región, estimulados por la opción por nuestros destinatarios preferenciales – 4.4 Crecer en sinergia, poniendo juntos esfuerzos, medios y compromisos para realizar experiencias en colaboración. - CONCLUSIÓN.


Roma, 1 de marzo de 2006



Queridísimos Hermanos:


Os escribo al término de un mes intenso, rico en visitas y encuentros con Hermanos. En un primer tiempo he estado en Sri Lanka para la celebración del 50º aniversario de la presencia salesiana. De allí pasé a la India, a Thanjavur, donde he presidido la conclusión de las celebraciones por el Centenario de la llegada de los primeros Salesianos. Sucesivamente he visitado, aunque muy rápidamente, las Inspectorías de Madrás (Chennai), Tiruchy, Bangalore y Hyderabad y, luego, fui a China, también aquí para celebrar los cien años de presencia salesiana: un sueño misionero de Don Bosco que sigue esperando su plena realización. Finalmente, marché a Johannesburgo en Sudáfrica para la “Visita de Conjunto” de la Región África-Madagascar.


Son inmensas las impresiones recibidas y, si bien todas tan hermosas y entusiasmantes, son muy diversas. Tal vez en otra ocasión podré hablaros de ellas más ampliamente. Por ahora es suficiente decirsos que debemos estar agradecidos al Señor que nos quiere tanto y nos bendice copiosamente. A nadie se le escapa el hecho de que el futuro de la Congregación, por lo que se refiere a las vocaciones, se encuentra en Asia y en África. Nuestra responsabilidad es inculturar fielmente el carisma de Don Bosco, que se traduce en la expansión de su obra, en la fecundidad vocacional, en el crecimiento de la Familia Salesiana, en la calidad de la misión educativo-pastoral y, sobre todo, en nuestra santidad.


Continuando con la presentación de las Regiones, esta vez quiero hablaros de la “Interamérica”, a la cual me siento particularmente unido por el hecho de ser la Región que comprende el país de mi origen vocacional y también por el particular encargo de Consejero Regional que me fue confiado en el sexenio precedente. No conozco ninguna Región tan bien como ésta: recuerdo todas las casas y los Hermanos. A ellos mi más cordial saludo, expresando con el afecto también mi deseo más grande: el de verlos totalmente comprometidos en vivir su vocación salesiana con alegría, con generosidad y fidelidad. En este contexto, me viene a la mente el texto del profeta Isaías que, escribiendo al pueblo de Israel en el destierro, le recuerda su elección y lo invita a orientarse plenamente a Dios contemplando la solidez de sus orígenes: “buscad al Señor...” (Is 51,1). Con un par de imágenes elocuentes, el profeta hace una llamada apremiante a renovar la confianza en Dios y a imitar fielmente a aquellos que nos han engendrado en la Fe y en el Espíritu: “... reparad en la peña de donde fuisteis tallados, y en la cavidad del pozo de donde fuisteis excavados” (Is 51,1). Es un texto precioso, cargado de propuestas y estimulante. Con estas palabras sintetizo cuanto Don Bosco querría hoy de los Salesianos de esta Región.



1 INTRODUCCIÓN

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A casi todas las 18 naciones que constituyen la Región Interamérica se pueden aplicar las circunstancias que, según Don Ceria, favorecieron la presencia de los Salesianos en América.


En sus sueños misioneros Don Bosco vio a Salesianos trabajando en toda América Meridional; pero no los pudo mandar a todas partes él mismo durante su vida. Los había mandado a Argentina, a Uruguay y a Brasil; luego, en los últimos años, le llegaron peticiones de cinco de las otras Repúblicas que había visto en los sueños, de las cuales sólo dos recibieron todavía de él obreros evangélicos, mientras para las tres restantes proveyó su sucesor. Son las cinco que se continúan sin interrupción desde el Mar de las Antillas hasta el fondo del Océano Pacífico, desde Sucre a Santiago: Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Chile. De tan gran interés de América Latina por los Salesianos llegaron noticias a León XIII por parte de los Gobiernos mismos, produciendo en el ánimo del Pontífice tanta impresión, que, por eso especialmente, él comenzó a medir la importancia y la eficiencia de la Congregación salesiana.

(...) En 1888 Sudamérica contaba ya con 304.000 (emigrados italianos), número que pronto habría de aumentar. Eran aquéllos tiempos en que la madre patria no se preocupaba poco o nada de sus hijos impulsados por las necesidades de la vida a tierras extranjeras. Para ellos fue, pues, una gran fortuna encontrar allí sacerdotes que los comprendieran y los ayudaran. La asistencia a los emigrados entró, como es sabido, desde el principio en el programa misionero de Don Bosco”.1


Probablemente, se podrían añadir otros motivos: el efecto provocado por la biografía de Don Bosco escrita por Carlo D’Espiney, mientras vivía él todavía, la lectura del Boletín Salesiano en español, la fama de Don Bosco transmitida a los Países americanos por Obispos que hacían la visita a Roma, por seminaristas que estudiaban en los Colegios Romanos, especialmente en el Colegio Pío Latinoamericano, por diplomáticos que en Roma conocieron a Don Bosco y su obra y obtuvieron de sus gobiernos la invitación para fundar presencias salesianas en los respectivos países de América.



1. ESTRUCTURA E HISTORIA DE LA REGIÓN


Dada la gran variedad geográfica, política y social presente en los diversos Países, la Región Interamérica está estructurada en tres zonas. Tal distribución nos parece útil para la presentación de la historia y del desarrollo de la Congregación en este continente.


Zona Andina


La zona Andina comprende Ecuador, Colombia, Perú y Bolivia.


Ecuador


Los Salesianos llegaron a Quito el 28 de enero de 1888, en un momento de profundos cambios en el campo económico, político, social y religioso. Fue ésta la última expedición mandada por Don Bosco en persona.


Después de dos meses y medio de continuos sacrificios, el 15 de abril de 1888 se inauguraban los “Talleres Salesianos del Sagrado Corazón” (de artes y oficios) en el antiguo “Protectorado Católico”. Don Luis Calcagno, al que se le había dado el encargo de responsable de la expedición, fue nombrado Director de la nueva obra. La fundación resultó muy pronto una excepcional experiencia educativa y pedagógica: se construyó una central para la instalación del servicio eléctrico de la capital ecuatoriana, se establecieron contactos con la Sociedad Meteorológica Italiana para la instalación de un nuevo observatorio en Quito, se experimentaron nuevas materias primas para la industria del cuero. Todo ello con óptimos resultados.


La obra de los Salesianos en Quito fue creciendo poco a poco. En primer lugar se cuidó a los jóvenes aprendices de la Escuela de Artes y Oficios, luego a los encarcelados del “Panóptico” (cárcel de seguridad). Se activó la promoción de los Cooperadores Salesianos, para llegar luego al cuidado de la clase obrera con la creación del Círculo Católico de los Obreros, el 15 de abril de 1894. Desde el año 1893, las casas salesianas del Ecuador, que formaban una Visitaduría, fueron erigidas en Inspectoría, aunque el decreto canónico se publicó sólo el 20 de enero de 1902.


El gobierno del Ecuador, deseando extender a otras provincias del País el gran bien que los Salesianos realizaban en Quito, había emanado un decreto – con fecha de 8 de agosto de 1888 – en que se disponía la instalación de dos nuevas fundaciones, en Riobamba y en Cuenca. En 1891 se fundó en Riobamba el Instituto “Santo Tomás Apóstol”; dos años más tarde, la Escuela de Artes y Oficios en Cuenca. Siguieron después, en 1896, las casas de La Tola, en Quito, y el noviciado en Sangolquí, un pueblecito cercano a la capital. Como misioneros, los Salesianos no tardaron en entrar en el Oriente ecuatoriano, en zona amazónica: Sigsig fue el punto de partida de cuantos llegaron al Vicariato de Méndez y Gualaquiza. El 17 de agosto de 1903 se colocó la primera piedra del templo de María Auxiliadora en Gualaquiza.


Durante la revolución liberal, de tendencia anticlerical, la presencia salesiana sufrió notablemente. Sólo en 1903, después del período más difícil y violento, se pudo reanudar el trabajo interrumpido; comenzaron a regresar al País los Hermanos que habían sido expulsados y se volvieron a abrir las casas de Quito, Riobamba y Cuenca y, un año más tarde, se fundó en Guayaquil el Instituto “Domingo Santistevan”, que se convirtió, de este modo, en el primer centro educativo y pastoral salesiano del litoral. Durante el período revolucionario la Inspectoría pudo confiar en tres insignes superiores: Don Luis Calcagno, primer Inspector, que luego fue expulsado del País en 1896; Don Antonio Fusarini, segundo Inspector, cuya memoria permanecerá indisolublemente unida a la historia de la obra salesiana en Riobamba; y especialmente Mons. Domingo Comin, tercer Inspector, que gobernó las casas salesianas en dos períodos (de 1909 a 1912 y de 1916 a 1921) y fue consagrado Obispo como Vicario Apostólico de Méndez y Gualaquiza en octubre de 1920.


Terminada la Primera Guerra Mundial y habiéndose debilitado el régimen liberal, en el País comenzó un nuevo período de historia. La Congregación logró consolidarse, especialmente a partir de los años 30, orientándose decididamente a la educación de la juventud en la ‘Sierra’ (altiplano andino) y en la ‘Costa’ (llanura costera), y a la promoción y evangelización en las misiones amazónicas. El trabajo educativo urbano se consolidó notablemente, dada la gran demanda de los sectores populares juveniles, a los que la Congregación dirigió su atención preferencial. Así también se pudieron organizar nuevas expediciones misioneras que permitieron finalmente comenzar la deseada obra de evangelización de la población Suhar. Es más, se llegó a obtener, mediante un acuerdo con el gobierno, el reconocimiento oficial de la tutela salesiana sobre el territorio y también, mediante un subsidio oficial, un importante apoyo económico para las instituciones educativas salesianas amazónicas.


A continuación de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), que impidió a los Salesianos la comunicación con el centro de la Congregación en Italia y redujo, en consecuencia, el envío de nuevo personal, la presencia salesiana en el Ecuador se vio obligada a organizarse más autónomamente, abriendo casas propias para la formación de los Hermanos jóvenes. Después del Concilio Vaticano II y los Capítulos Generales de la Congregación que acogieron los contenidos renovadores, la Inspectoría realizó profundos cambios. Las misiones salesianas fueron las primeras en afrontar las grandes transformaciones: se organizó una acción pastoral dirigida a la formación de ministros nativos del territorio y se promovió una liturgia con celebraciones religiosas en armónica simbiosis con los valores culturales nativos. La organización de la Federación de los Centros Suhar constituye un ejemplo importante de ello.


En 1961 la Inspectoría se dividió en dos, con las respectivas sedes en Quito y en Cuenca. La división duró sólo 12 años, hasta el 29 de agosto de 1973, y sirvió, entre otras cosas, para la definitiva consolidación del Vicariato de Méndez, con la aportación de nuevas energías. Al final de los años 70 y comienzo de los 80, se abrieron nuevos frentes de trabajo: las misiones andinas de Zumbagua, Salinas y Cayambe, y el trabajo con los muchachos de la calle en Quito y Guayaquil. A éstos hay que añadir, en los años 90, el nacimiento de la Universidad Politécnica Salesiana con sedes en Cuenca, Quito y Guayaquil.






Colombia: Inspectorías de Bogotá y de Medellín


La presencia salesiana en Colombia es fruto de un sueño de Don Bosco, que en 1883, la noche precedente a la fiesta de Santa Rosa de Lima, vio un mapa donde “se destacaba en grande la diócesis de Cartagena (Colombia). Éste era el punto de partida”.2 Don Bosco, que en Colombia era ya conocido como taumaturgo, no tardó en ser descubierto como gran educador de la juventud. Y así, con la mediación del General Joaquín F. Vélez, su representante ante la Santa Sede, el gobierno colombiano invitó a los Salesianos a ir a Colombia, con el fin de proveer a la educación religiosa, científica y artística de la juventud.


Mandados por Don Rua, los primeros Salesianos llegaron a la tierra colombiana el 31 de enero de 1890, desembarcando en Barranquilla, bajo la dirección de Don Evasio Rabagliati. Pocos días después entraban en Bogotá, donde el 1 de septiembre se abría la primera escuela de educación técnica en el País, el Colegio Salesiano León XIII de Artes y Oficios, que pasó a ser punto focal de irradiación cultural en Colombia.


Poco a poco la presencia salesiana comenzó a crecer y multiplicarse. Ya en 1896 fue erigida la Inspectoría, bajo el patrocinio de San Pedro Claver. Y el año 1905 nació la primera rama del fecundo árbol de la Familia Salesiana, el Instituto de las Hijas de los Sagrados Corazones de Jesús y María, fundado en Agua de Dios por Don Luis Variara, continuador de las gestas heroicas de Don Miguel Unia a favor de los leprosos.


Con 31 casas, esparcidas por todo el territorio colombiano, en 1957 la Obra salesiana se multiplicó dando vida a la nueva Inspectoría de Medellín.


La Congregación Salesiana ha tenido en Colombia obras carismáticas de referencia, como la presencia a favor de los enfermos de lepra en Agua de Dios y en Contratación, o la obra del Ariari, que sigue siendo un contexto de desafío para la Iglesia, tratándose de una de las regiones del País más flagelada por la violencia. Gracias al trabajo realizado por los Salesianos durante estos últimos cuarenta años, el Vicariato se ha convertido en Diócesis y dispone de un grupo de sacerdotes locales. Por tal motivo, los Salesianos han ido gradualmente retirándose y entregando las parroquias al clero diocesano, aun habiendo todavía algunos lugares que requieren la generosidad apostólica de los hijos de Don Bosco.


Los Salesianos de Bogotá (COB) ya desde hace años han abierto obras de gran significatividad, preocupándose de los muchachos de la calle, conocidos como “gamines”, jóvenes en situaciones de alto riesgo a causa de la violencia (Tibú, San Vicente del Caguán) o marginados que se amontonan en barrios periféricos (Ciudad Bolívar); jóvenes que, a causa del empobrecimiento familiar no habrían podido recibir una educación de calidad (en los ‘colegios concesionados’). Merece una mención especial el movimiento en favor de los muchachos de la calle, hoy presente en tantas Inspectorías del mundo, que nació en Bogotá bajo el impulso de Don Javier De Nicolò, el cual, una vez identificado este trágico fenómeno social, supo idear una propuesta educativa eficaz y ejemplar.


También los Salesianos de Medellín (COM) han sabido potenciar obras sociales que llevan a la práctica la opción preferencial por los jóvenes más pobres. Querría recordar aquí, ante todo, la “Ciudad Don Bosco”, como también, en los ambientes afro-colombianos de Buenaventura y de Condoto, el cuidado de los jóvenes en peligro en el “Centro de Capacitación Don Bosco” de Cali, la propuesta de reeducación de los jóvenes disociados del conflicto armado en el “Hogar San Juan Bosco” de Armenia, y la cualificación para el trabajo que se ofrece en muchas obras.



Perú


En 1886, el Presidente de la República de Perú visitó Valdocco y, encontrándose con Don Bosco, le pidió Salesianos para su Patria. Una petición semejante le había llegado a Don Bosco de algunos Cooperadores Salesianos, a la que él respondió, en 1887, rogándoles que se pusiesen de acuerdo con Don Santiago Costamagna, que iría a visitar Lima en 1888.


En 1890, Don Ángel Savio llegó a la capital de Perú para explorar el terreno para la deseada fundación, entrando en comunicación con una institución llamada ‘Sociedad de Beneficencia’, que tenía la intención de establecer en la ciudad un Instituto para muchachas, dirigido por las Hijas de María Auxiliadora, y una Escuela de Artes y Oficios confiada a los Salesianos. Mientras tanto, Don Rua había recibido dos cartas, una de Mons. Macchi, Delegado Apostólico en el Perú, y otra del Card. Rampolla, en nombre del Santo Padre, insistiendo en la presencia de los hijos de Don Bosco en el Perú. Ante estas peticiones, el 6 de junio de 1890 fue aprobado por el Consejo Superior, con algunas modificaciones, el proyecto que había presentado la ‘Sociedad Benéfica’, aunque la respuesta definitiva de Don Rua se aplazó hasta tener la aprobación del Arzobispo de Lima; ésta llegó en mayo de 1891.


El grupo fundador, Salesianos e Hijas de María Auxiliadora, partió de Turín el 16 de agosto y llegó a Lima el 27 de septiembre de 1891. Los Salesianos, dos sacerdotes (Don Antonio Riccardi y Don Carlos Pane) y un coadjutor (el Sr. Juan Siolli), se dedicaron al principio a asistir a las nueve Hijas de María Auxiliadora que comenzaron su obra el 15 de octubre. Luego ellos mismoa pudieron también abrir un oratorio el 8 de diciembre de 1891. Casi un año más tarde comenzaron el internado. La presencia salesiana, nacida en Lima, barrio de Rimac, con Oratorio y Talleres de Artes y Oficios, pronto se hizo presente en Arequipa, al sur del País (1896); más tarde en Brena, barrio de Lima (1897) y casi contemporáneamente en el puerto del Callao, a poca distancia de Lima.


Visto el rápido crecimiento, Don Rua había erigido la Inspectoría de San Gabriel Arcángel, con sede en Santiago de Chile, que comprendía las casas de Chile y de Perú, pero ante la imposibilidad de una verdadera animación y gobierno y manteniéndose el ritmo de desarrollo de las obras, en 1902 fue erigida la Inspectoría de Santa Rosa, con sede en Lima-Brena, para Perú y Bolivia.


La apertura de las misiones en el “Valle Sagrado de los Incas”, después de la clausura de las obras de Puno y Yucay, en las que se desarrollaba un trabajo directamente a favor de los jóvenes indígenas del altiplano peruano, fue un paso importante para dar a la Inspectoría de Perú un rostro salesiano más integral; un objetivo semejante lo ha realizado la organización de los centros de cualificación para el trabajo a partir de los años 70, como también la iniciativa de las Casas de Acogida “Don Bosco”. Además, la fundación de “Bosconia” en Piura, el relanzamiento del Oratorio de Rimac, el robustecimiento del MJS, la apertura de la misión en San Lorenzo (2000) en la Amazonia peruana, están contribuyendo igualmente a presentar una imagen más completa de la propuesta salesiana en Perú.



Bolivia


Don Santiago Costamagna visitó Bolivia en 1889, entusiasmando a las autoridades, que pidieron la fundación de la obra salesiana en el País. Pero tuvieron que transcurrir algunos años hasta que Don Rua, en 1895, firmó en Turín un contrato para abrir dos internados de Artes y Oficios. Don Costamagna, entonces ya Obispo, viajó a Sucre y a La Paz para establecer en las dos ciudades el “Colegio Don Bosco”, un internado con estructuras para artesanos y estudiantes y con oratorio festivo; en Sucre, además se atendía a un templo. Las dos casas tuvieron un magnífico desarrollo desde los primeros años y los Salesianos se conquistaron las simpatías de la gente. Se integraron en la Inspectoría peruana: la lejanía del gobierno inspectorial no favoreció las repetidas tentativas de abrir nuevas obras en Bolivia. Sólo en 1943 se fundó la Escuela Agrícola de Chulumani y los dos seminarios diocesanos, el de “San Jerónimo” en La Paz y el de “San Luis” en Cochabamba. En 1955, año en que se dejaron los dos seminarios diocesanos, la apertura de un propio aspirantado en Calacoto favoreció las vocaciones locales. El año siguiente se abrió la escuela agrícola de Fátima, en Cochabamba. En 1960 comenzó la escuela de la Muyurina en Montero (Santa Cruz),; en 1963 el “Colegio Don Bosco” de Cochabamba.


A causa del exiguo número de obras y de personal, la Bolivia salesiana tardó en constituirse como Inspectoría; su erección, con el título de “Nuestra Señora de Copacabana”, tuvo lugar el 9 de enero de 1963, con Don Pedro Garnero como primer Inspector. Desgraciadamente, Don Garnero tuvo que dejar Bolivia apenas un año y medio después, habiendo sido nombrado Inspector de Sâo Paulo, en Brasil. Como sucesor suyo fue nombrado Don José Gottardi, pero tampoco él pudo consolidar las obras porque después de un año y medio de gobierno fue mandado como Inspector a Uruguay. La presencia salesiana en Bolivia encontró una cierta estabilidad con Don Jorge Casanova, proveniente de Argentina, que pudo cumplir felizmente su sexenio como Inspector. Bajo el gobierno de su sucesor, Don Rinaldo Vallino, proveniente de Guadalajara (México), se iniciaron nuevas obras: la misión de Kami y de Independencia, en el altiplano, y las del “Sagrado Corazón” y de “San Carlos” en el Oiente.


Después del sexenio de Don Vallino, la Inspectoría comenzó a tener superiores que salían de las filas de sus mismas comunidades. El primero fue Don Tito Solari, que había ido a Bolivia por el hermanamiento entre la Inspectoría Véneta y la de Bolivia. Terminado su mandato, Don Solari fue consagrado Obispo Auxiliar de Santa Cruz y, algún año más tarde, Arzobispo de Cochabamba. Durante los sexenios de Don Carlos Longo, de Don José Ramón Iriarte y de Don Miguel Ángel Herrero, la Inspectoría siguió creciendo en obras y en Hermanos. Desde enero de 2005 dirige la Inspectoría Don Juan Pablo Zabala Torres, primer Inspector de origen boliviano.



Zona Mesoamericana


Comprende México, Venezuela, América Central, Antillas, Haití.


México: Inspectorías de México-México y de Guadalajara (MEM – MEG)


Los primeros Salesianos llegaron a México el 2 de diciembre de 1892. Eran tres sacerdotes: Don Ángel Piccono, guía de la expedición, Don Rafael Piperni y Don Simón Visintainer, más un coadjutor, el Sr. Pedro Tagliaferro, y el clérigo Agustín Osella.


Habían sido llamados con mucho interés por el cooperador salesiano Don Ángel Lascuráin que, desde 1890 seguía un pequeño Colegio en Ciudad de México. Poco después, ya en 1893, los Salesianos se trasladaron al barrio de “Santa Julia”, en la periferia, donde construyeron un gran Colegio para artesanos y estudiantes. En 1894 Don Piperni pasó a la ciudad de Puebla, donde fundó la segunda obra salesiana. La tercera fue fundada, en 1901, en la ciudad de Morelia y la cuarta, en 1905, en la ciudad de Guadalajara. Desde 1902 estas cuatro casas formaron la Inspectoría de “Nuestra Señora de Guadalupe”. Pero la obra salesiana en México no se pudo desarrollar en los primeros cincuenta años: primero, a causa de la revolución (1910-1920) y, después, por motivo de la persecución (1926-1929) y del período de leyes anticlericales (1930-1940). De hecho, en 1937 habían quedado sólo 13 Salesianos en toda la República. Sólo a partir de 1941 la presencia salesiana resurgió y se desarrolló con inesperada vitalidad, de modo que en solos 22 años (1941-1963) se multiplicó, llegando a 35 casas y 400 Salesianos.


Semejante crecimiento tan prodigioso llevó, en 1963, a la subdivisión en dos Inspectorías: en el sur, con sede en Ciudad de México, la Inspectoría “Nuestra Señora de Guadalupe” (MEM); en el norte, con sede en Guadalajara (MEG), la de “Cristo Rey y María Auxiliadora”.


La presencia salesiana en la Inspectoría de México-México (MEM) tiene una particular importancia por el trabajo misionero en el sur del País (Oaxaca), donde se trabaja con los Mixes, con los Chinantecos y con algunas comunidades Zapoteca. A partir de 1962 llegaron los primeros Salesianos a la zona y en 1966 fue erigida la Prelatura Mixepolitana, comenzando así el proceso de inculturación del Evangelio y la construcción de una Iglesia con rostro indígena, en sintonía con el Concilio Vaticano II y con el Magisterio de la Iglesia. Aún encontrándose bajo la jurisdicción de MEM, este trabajo misionero fue confiado a ambas Inspectorías. Actualmente, en la misma Prelatura, la Inspectoría de Guadalajara tiene una comunidad (San Antonio de Las Palmas) bajo la propia directa responsabilidad.


En 1979 la Inspectoría MEM inició una presencia en San Cristóbal de Las Casas (Chiapas), con una propuesta oratoriana, teniendo también en cuenta el cuidado de algunas comunidades indígenas de la zona. En la década de los años 90 comenzó un proyecto de oratorios en Mérida.


Desde su creación, la Inspectoría de Guadalajara (MEG) se ha manifestado muy sensible en lo que se refiere a la formación de los Hermanos jóvenes, preparando personal y construyendo casas propias.


A mitad de los años 80 comenzó a tomar cuerpo el deseo de varios Salesianos de abrir Oratorios cotidianos en la zona fronteriza con los Estados Unidos para poder seguir a los jóvenes en peligro, provenientes del interior del País y de toda América Latina; nacieron así las obras de Tijuana, Mexicali, Los Mochis, Ciudad Juárez, Nogales y últimamente Chihuahua, Acuña y Laredo.


Desde hace varios años las Inspectorías de México están en crecimiento de identidad y de sentido de pertenencia mediante diversas iniciativas: Asamblea de la Comunidad Inspectorial (ACI), Semanas de Formación Permanente, Navidad Inspectorial, Ejercicios Espirituales Inspectoriales. En cada una de las dos Inspectorías, además, hay presencias que se cuidan de los muchachos en peligro, como la Casa Nazaret (MEM) y la Ciudad del Muchacho (MEG).



Venezuela


En febrero de 1894, Mons. Julio Tonti, Delegado Apostólico en Venezuela, mandado por el gobierno, pidió a Don Rua la fundación de alguna obra salesiana en Caracas y en Valencia. Ya antes, Mons. Uzcátegui, el P. Arteaga y los Cooperadores Salesianos venezolanos habían pedido a Don Bosco que mandara a sus hijos a Venezuela.


El 29 de noviembre de 1894 llegaron a Venezuela los siete primeros Salesianos. No fueron fáciles los comienzos de la obra en Caracas, a causa de divergencias con el gobierno. Los Salesianos, guiados por Don Enrique Riva, fundaron una pequeña obra que con el tiempo creció y llegó a ser el gran Colegio de San Francisco de Sales de Sarría. Posteriormente nacieron, al lado del Colegio, las Escuelas Gratuitas Don Bosco. En los comienzos de 1900 se inició la construcción del Santuario en honor de María Auxiliadora. En Valencia se había abierto en 1894 el “Colegio Don Bosco”, ya comenzado bajo la dirección de Don Bergeretti. En 1902 se fundó la obra de San Rafael (Estado de Zulia), que, por indicación de Don Albera, se trasladó luego a Maracaibo. En 1914 nacía la obra salesiana en Táriba (Estado de Táchira) con el “Colegio San José” y una capilla en honor de María Auxiliadora. Desde 1927 se establecieron las etapas de la formación en La Vega; en 1938 el noviciado se trasladó a Los Teques.


La presencia salesiana en el actual Estado de Amazonas data de 1933, cuando la Inspectoría recibió la Prefectura Apostólica de Puerto Ayacucho. El momento de crecimiemnto, en obras y personal, se coloca en las décadas de los años 50 y 60. Se fundaron casas en Mérida, Coro, Judibana, Puerto La Cruz, Los Teques. Se construyeron grandes edificios para obras educativas. Se desarrolló el Vicariato Apostólico de Puerto Ayacucho, con nuevas presencias en el Alto Orinoco: Isla del Ratón, Manapiare, La Esmeralda. En 1953 la Prefectura pasó a ser Vicariato. Las FMA, que habían llegado a Venezuela en 1927, se integraron en el trabajo misionero en el Vicariato a partir de 1940; actualmente tienen 6 comunidades. La Iglesia, especialmente por medio de la Congregación Salesiana y del Instituto de las Hijas de María Auxiliadora, ha contribuido en gran medida a la formación del Estado de Amazonas, mediante centros escolásticos y obras de evangelización entre las diversas etnias que, desde el siglo XVIII, después de la expulsión de los Jesuitas, habían quedado abandonadas. En los años 50 los Salesianos comenzaron un itinerario de evangelización con los Yanomami.


La orientación del Capítulo General Especial, en 1972, introdujo cambios consistentes en la configuración de la Inspectoría y en el servicio pastoral que prestaba. Se abrieron obras de inserción en las zonas populares: la comunidad “Primero de Noviembre” en Petare y la parroquia de “San Félix” en el Estado Bolívar. La mayor parte de las obras escolásticas se orientó al servicio de los muchachos de extracción popular, pudiendo contar con una subvención de la AVEC (Asociación Venezolana de Educación Católica). Desde aquella época los formandos son todos venezolanos y se ha robustecido la presencia de Hermanos venezolanos en el conjunto de la Inspectoría.


En 1976 se fundó el ISSFE (Instituto Superior Salesiano de Filosofía y Educación), afiliado a la Universidad Pontificia Salesiana de Roma, para la formación de los Salesianos jóvenes. En 1991 se comenzó el proceso de creación del “Instituto Universitario Salesiano Padre Ojeda”. El Consejo Nacional de las Universidades lo aprobó el 7 de febrero de 1996.


En 1994 la presencia salesiana en Venezuela ha cumplido los 100 años. En esta ocasión se han iniciado dos proyectos que han querido constituir una respuesta a nuevas situaciones de desafío al servicio de los muchachos y jóvenes más necesitados: la “Red de Casas Don Bosco” para el cuidado de los muchachos en peligro, que tiene ya siete casas, y la “Asociación para la Capacitación Juventud y Trabajo” que ofrece cualificación laboral a jóvenes y adultos desescolarizados, en 60 centros de cualificación en el ámbito nacional, incluyendo también obras de otras Congregaciones Religiosas



Centro América


Es una Inspectoría que comprende seis Países: Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica y Panamá.


Los primeros Salesianos llegaron al puerto de La Libertad (El Salvador) el 2 de diciembre de 1897. Habían sido mandados por Don Rua a petición del General Rafael Gutiérrez, Presidene de la República. La petición se basaba en un deseo explícito de León XIII. Esta primera expedición salesiana a América Central estaba constituida por Don Luis Calcagno (superior), Don José Misieri, Don José Menichinelli, los coadjutores Esteban Tosini y Basilio Rocca y los jóvenes clérigos Pedro Martin, Constantino Kopsik y Luis Salmón.


En un primer momento los Salesianos se encargaron de la “Finca Modelo”, en la capital San Salvador, una escuela agrícola de propiedad gubernamental que tenía 120 estudiantes internos. La presencia salesiana duró dos años; luego, motivos de inestabilidad política provocaron su extinción. Los Salesianos se encargaron entonces de una institución que recogía a 20 huérfanos en la cercana ciudad de Santa Tecla.


El 4 de enero de 1903 llegó a San Salvador la cuarta expedición de misioneros salesianos. Aquel mismo año fue erigida la Inspectoría Centroamericana del Santísimo Salvador, que comprendía las cinco Repúblicas de América Central y el territorio de Panamá, que aquel mismo año se había constituido como estado independiente de Colombia. De Santa Tecla partieron sucesivamente grupos de Hermanos, fundando casas y obras salesianas en Honduras (Comayagua, 1905), Costa Rica (Orfanato de Cartago, 1907), Panamá (1907), Nicaragua (1912) y Guatemala (1929). En la misma República de El Salvador los Salesianos inauguraron en 1903 el “Colegio San José” en la ciudad de Santa Ana y en 1904 el “Colegio Don Bosco” de Avenida Peralta en San Salvador. El 29 de mayo de 1912 El Salvador recibió la visita del primer Obispo salesiano y futuro Cardenal, Mons. Juan Cagliero, como Delegado Apostólico.


Estando constituida por seis Países (Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica y Panamá), la Inspectoría presenta un cuadro de gran complejidad. Las fronteras hacen difícil el flujo de personas y de material; las marcadas divisiones sociopolíticas favorecen diferencias culturales y un acentuado sentimiento nacional: seis sistemas educativos, seis legislaciones laborales, seis sistemas monetarios, seis fronteras, seis Conferencias Episcopales. La Inspectoría tiene 24 comunidades: 6 en Guatemala, 7 en El Salvador, 2 en Honduras, 3 en Nicaragua, 4 en Costa Rica y 2 en Panamá; desarrollan actividades de casas de formación (comprendido un centro regional para coadjutores), misiones, centros académicos, institutos técnicos, parroquias, oratorios, centros juveniles y dos universidades.



Antillas


La presencia salesiana en las Antillas, después de un primer intento frustrado en Curaçao y en Jamaica, se estableció en Cuba, dependiendo en un primer momento de la Inspectoría salesiana “Tarraconense” de España. Sucesivamente, en 1924, pasó a depender de la Inspectoría de México. Tres años más tarde, a causa de la persecución religiosa vivida en México, el Inspector llevó la sede de la Inspectoría a La Habana. La erección canónica de la Inspectoría de las Antillas fue el 15 de septiembre de 1953, durante el rectorado de Don Renato Ziggiotti, bajo el patrocinio de Don Bosco, con sede en La Víbora (Habana, Cuba). Después de la revolución castrista la sede inspectorial fue transferida al “Colegio Don Bosco” en la República Dominicana, donde permaneció hasta 1993, cuando pudo disponer de una sede propia.


Cuba


Los primeros Salesianos, guiados por el Beato Don José Calasanz, llegaron a Camagüey el 4 de abril de 1917, para encargarse de la parroquia de Nuestra Señora de la Caridad. Los había precedido, dos años antes, Mons. Félix Guerra, que, nombrado Administrador Apostólico de Santiago de Cuba y luego Obispo de la misma ciudad, fue el primer salesiano que llegó a Cuba.


A la fundación de Camagüey siguieron las de La Habana (“Institución Inclán”) y de Santiago de Cuba (1921). En 1929 se fundó la casa de formación para aspirantes y novicios en Guanabacoa. En 1931 se adquirió la iglesia del ex – convento de las Carmelitas en La Habana, convertida inmediatamente en la Iglesia de María Auxiliadora. Guines fue fundada en 1936. En 1939 se completó el proyecto del gran Instituto de Artes y Oficios en Camagüey. En 1943 se bendijo la primera piedra de la iglesia de San Juan Bosco en La Víbora, terminada en 1947, cuando se estableció junto a ella la casa inspectorial. En 1943 nació la presencia de Matanzas, como casa de noviciado. En 1955 comenzó la obra salesiana en Arroyo Naranjo (Habana); la Escuela Técnica de Santa Clara en 1956.


Después del triunfo de la revolución castrista, el año 1961, quedaron nacionalizadas todas las escuelas salesianas; los Hermanos tuvieron que emigrar o se vieron obligados a vivir en ambientes parroquiales y en las iglesias, en medio de grandes dificultades. En alguna presencia permaneció un solo salesiano; en Camagüey se debió dejar la parroquia, que luego se volvió a tomar en 1988. En estos últimos años la presencia salesiana se ha ido consolidando en el ámbito parroquial, con la llegada de nuevos Salesianos y – elemento de gran esperanza- con el surgir de vocaciones locales.


Otro motivo de estímulo para la presencia salesiana en Cuba es que, entre los grandes Hermanos que han trabajado allí, se puede recordar la figura de Don József Vándor, salesiano originario de Hungría, misionero extraordinario, de quien está en curso la Causa de beatificación.




República Dominicana


La llegada de los Salesianos a Santo Domingo está unida a la figura de Don Ricardo Pittini, el cual en 1933, siendo entonces Inspector de los Estados Unidos, fue mandado por Don Pedro Ricaldone a estudiar las posibilidades de fundar una escuela de artes y oficios en Santo Domingo. A continuación de la relación favorable que presentó al Rector Mayor, la presencia salesiana se hizo realidad el 26 de agosto de 1935. Los Salesianos comenzaron así a cuidarse de los muchachos pobres de la ciudad. Don Pittini fue nombrado por la Santa Sede Arzobispo de Santo Domingo: en aquel tiempo la diócesis comprendía el territorio de toda la República Dominicana.


Como Arzobispo de Santo Domingo, Mons. Pittini erigió en 1938 la parroquia de San Juan Bosco, de la que se originaron luego las casas salesianas de “Cristo Rey” y del “Sagrado Corazón de Jesús” (Villa Juana). Aquel mismo año los Salesianos aceptaron la Colonia Agrícola de Moca, que el gobierno cedió a la Congregación; algún año después, siempre en Moca, recibieron la parroquia del “Sagrado Corazón de Jesús”, transformada en Santuario Nacional por Don Antonio Flores. En 1947 se abrió el aspirantado de Jarabacoa. El oratorio de María Auxiliadora en Santo Domingo comenzó en 1944. En 1952 Mons. Pittini creó la nueva parroquia de “María Auxiliadora”. El “Hogar Escuela Domingo Savio” de Santo Domingo se abrió en 1955.


En 1956 el “Colegio de Artes y Oficios” que funcionaba en el “Don Bosco” se trasladó para constituir el actual “Instituto Técnico Profesional Salesiano” (ITESA), y en su lugar se organizó una escuela secundaria. La obra salesiana de Mao comenzó en 1960. En 1968 se erigió la comunidad salesiana del “Corazón de Jesús”. El año 1974 marca el comienzo de la comunidad salesiana de La Vega y de la parroquia “Domingo Savio”. Durante el año 1978 se inicia la presencia salesiana en la ciudad de Barahona. En 1982 el Estudiantado Filosófico salesiano que de Aibonito (Puerto Rico) se había trasladado a La Habana (Cuba) y luego a Villa Mella, pasó provisionalmente a la Casa de la Calle Galván. En 1984 se erigió el noviciado “Sagrado Corazón de Jesús” en Jarabacoa, como también la Comunidad salesiana de “Cristo Rey”. En 1987 se aceptó el Instituto Politécnico de Santiago de los Caballeros (IPISA).


En los años 90 la Inspectoría de las Antillas se lanzó en la República Dominicana a un gran trabajo a favor de los muchachos de la calle, que se ha ido consolidando y extendiendo.


Puerto Rico


La presencia de los Salesianos en Puerto Rico había sido pedida ya en 1933; pero sólo en 1947 Don Pedro Savani pudo asumir la parroquia de “San Juan Bosco” en Santurce. Desde este lugar comenzó a cuidar un Oratorio en los terrenos actuales de Cantera, donde ya en 1949 se inició la construcción de una pequeña capilla, que luego llegaría a ser la actual parroquia – Santuario de María Auxiliadora. Más tarde se abrió el colegio para atender a los muchachos de la zona con escasas posibilidades económicas.


Actualmente Puerto Rico tiene 6 casas: Parroquia y Oratorio – Centro Juvenil de Aguadilla (1996), la casa de ejercicios, el antiguo seminario de Aibonito (1961), la parroquia “San Francisco de Sales” y el Oratorio – Centro Juvenil de Cataño (1968), la parroquia “San Juan Bautista” y el Centro Juvenil de Orocovis (1978), la parroquia “San Juan Bosco” con Escuela y Obra social de Palmera, San Juan, Calle Lutz (1947), la parroquia “María Auxiliadora” con el “Colegio y Oratorio Juvenil San Juan Bosco” de San Juan, Cantera (1952).


Haití


La historia de la presencia salesiana en Haití se confunde, desde los comienzos, con una institución, la “École Nationale des Arts et Métiers” en Port-au-Prince, más conocida con el nombre genérico de “Saint Jean Bosco”. En octubre de 1934 el Presidente Vincent, que había visto la obra realizada por los Salesianos en el País vecino, invitó a Mons. Pittini, Arzobispo de Santo Dommingo, a fundar en Port-au-Prince una obra semejante a la que los Salesianos dirigían en la capital dominicana. El año siguiente el Rector Mayor mandó a Port-au-Prince un Visitador Extraordinario, Don Antonio Candela, que juntamente con Mons. Pittini y las autoridades haitianas redactó los acuerdos básicos para la nueva fundación. El Rector Mayor delegó en Don Pedro Gimbert, francés de origen bretón, ex – Inspector de Lyon, para que implantase el carisma salesiano en Haití. Desembarcó en el País el 27 de mayo de 1936, en compañía de un coadjutor salesiano, el Sr. Adriano Massa. Después, otros Hermanos llegaron para completar la comunidad.


Los talleres, dirigidos por jóvenes maestros salesianos italianos, dinámicos y competentes, dieron impulso a la escuela hasta hacer de alla la mejor escuela profesional de la Nación. La llegada de nuevos refuerzos de personal, provenientes de Bélgica, llevó a pensar en la promoción de vocaciones locales. El primer salesiano haitiano, Don Serges Lamaute, profesó en 1946. El año siguiente el Sr. Hubert Sanon, primer coadjutor salesiano haitiano, hizo su primera profesión en Cuba. En 1948 un grupo de cinco jóvenes fue mandado a Francia para hacer allí el noviciado y los estudios de filosofía.


Hubo que esperar hasta 1951 para ver a los Salesianos abrir una obra en Petionville y hasta 1955 para encontrarlos en Cap-Haïtien en la “Fondation Vincent”, con la primera parroquia dedicada a San Juan Bosco en territorio haitiano.


Desde su fundación, Haití formó parte sucesivamente de la Inspectoría Salesiana México-Antillas con sede en La Habana; más tarde formó parte de la Inspectoría de las Antillas –juntamente con Cuba, República Dominicana y Puerto Rico- con sede en Santo Domingo. A partir de enero de 1992, Haití es una Visitaduría, con sede en Port-au-Prince. Las presencias son actualmente 10; las casas de formación, 3: el prenoviciado, el noviciado y el postnoviciado.


Gracias al testimonio de los pioneros la obra salesiana está bien asentada, con presencias significativas en ambientes muy pobres y necesitados. Hoy Don Bosco y su carisma pertenecen a Haití.



Zona Norteamericana


Comprende las Inspectorías de los Estados Unidos (SUE – SUO) y Canadá.


Estados Unidos: Inspectorías de San Francisco y de New Rochelle (SUO – SUE)


- Estados Unidos Oeste (SUO)


La primera comunidad salesiana se estableció en San Francisco el 11 de marzo de 1897, por invitación del entonces Arzobispo Mons. Patrick W. Riordan, para seguir a los emigrados italianos y sus hijos, en la parroquia de los Santos Pedro y Pablo. Los Salesianos eran cuatro: Don Rafael Piperni, director, Don Valentín Cassini, el coadjutor Nicolás Imielinski y un clérigo, José Oreni. El pequeño grupo tuvo una acogida poco entusiasta, pero gracias a la dirección dinámica de Don Piperni la iglesia de los Santos Pedro y Pablo comenzó su lenta ascensión hacia la significatividad y la ‘leadership’ en el North Beach. Después del gran terremoto, que el 18 de abril de 1906 devastó la ciudad, hubo que pensar en la reconstrucción de la iglesia que, de hecho, fue acabada en 1924.


Al lado de este templo y con la misma fama está el “Salesian Boys and Girls Club”, fundado en 1921. Éste se convirtió rápidamente en un centro para los numerosos muchachos del barrio, por medio del deporte, la música y otras actividades culturales, religiosas y sociales. Cinco años más tarde se abrieron la escuela parroquial y una ’High School’. Después de solos 15 meses de su llegada a San Francisco, los Salesianos vieron la necesidad de atender otra parroquia a favor de los italianos que trabajaban al sur de la ciudad. Así nació en 1898 la iglesia del “Corpus Christi”, siempre al servicio de la comunidad italiana. Más tarde se construyeron una escuela y un centro juvenil.


En 1902 los Salesianos se encargaron de la parroquia portuguesa de “San José” en Oakland. La fecundidad de su trabajo hizo que en 1915 se sintiese la necesidad de construir en Oakland otra iglesia, dedicada a María Auxiliadora..


En 1902 se constituyó la Inspectoría de los Estados Unidos, con sede en San Francisco, con Don Miguel Borghino como primer Inspector. Al principio la Inspectoría comprendía sólo cinco casas: en San Francisco la parroquia de los Santos Pedro y Pablo y la del “Corpus Christi”; en Oakland la parroquia de “San José”; en New York la parroquia de María Auxiliadora y la de la Transfiguración.


En 1905 la sede inspectorial se trasladó a Troy, N.Y.; luego, en 1908 pasó a Hawthorne y en 1916 a New Rochelle. Este cambio de sede pudo influir en el hecho de que no hubo otras fundaciones al Oeste hasta 1921, cuando los Salesianos aceptaron el colegio de Watsonville en California. En 1923 llegaron a Los Ángeles, donde asumieron el cuidado de la iglesia de San Pedro. El año siguiente, en Los Ángeles se abrió una segunda parroquia, dedicada a María Auxiliadora. El 28 de mayo de 1926 se erigió la Inspectoría de San Francisco, bajo el patrocinio de San Andrés Apóstol.


La presencia en Richmond se remonta a 1927. Los Salesianos compraron una propiedad que se convirtió en estudiantado para los futuros Salesianos. En 1960 los Salesianos jóvenes se trasladaron a Watsonville y el centro escolástico se abrió a los estudiantes del condado de West Contra Coast.


La obra de Bellflower comenzó en 1938, año en que se construyó la “St. John Bosco High School”. En 1954 se construyó la parroquia de Santo Domingo Savio, a la que se añadió una escuela parroquial.


En 1952, a petición del Card. James F. McIntyre y con la colaboración de Don Félix Pena, abrió sus puertas en Rosemead el “Don Bosco Tech”. Actualmente es un centro de formación profesional y un “Junior College” con un programa de cinco años que lleva al ‘Associate of Science Degree’.


La casa de formación “San José” en Rosemead, fundada en 1958, estaba dedicada a la formación de los Coadjutores. En 1989 se estableció allí el Noviciado. Después, tratando de dar una respuesta a los cambiados signos de los tiempos, la casa amplió sus servicios para la formación de animadores juveniles.


Desde 1965, en la zona este de Los Ángeles, los Salesianos asumieron la atención de la iglesia de Santa María que, construida en 1898, estaba al servicio de los emigrados iralandeses que habitaban en aquella zona de la ciudad. Actualmente atiende a una comunidad de emigrados mexicanos. Hay, además, otras dos obras significativas: el “Salesian Boys and Girls Club” (una extensión de la escuela salesiana) y el “Salesian Family Youth Centre” fundado en 1998. En 1978, además, nuestros Hermanos, por invitación del Obispo Joseph Drury, aceptaron la parroquia de San Luis Rey de Laredo.


De esta Inspectoría forma parte la “Don Bosco Hall” de Berkeley que, de teologado, se ha transformado en centro de formación permanente desde 1984, con un programa de estudios y experiencias formativas en el área de la Salesianidad. Los cursos tienen normalmente la duración de un año.


En el cuadro del compromiso misionero promovido por el Proyecto África, Sierra Leona fue confiada a las dos Inspectorías de los Estados Unidos, que tienen una presencia en Lungi (parroquia “Holy Cross”) y un centro técnico agrícola en San Agustín, que actualmente forma parte de la nueva Visitaduría de África Occidental.


- Estados Unidos Este (SUE)


Mientras en San Francisco, en 1897, comenzaba la obra salesiana, al este de los Estados Unidos el Arzobispo de New York desde hacía tiempo estaba tratando de tener a los Salesianos en su diócesis. El Card. Joseph McCloskey los había pedido dos veces a Don Bosco, a través de su obispo coadjutor Michael Augustine Corrigan. A la muerte del cardenal, en 1885, Mons. Corrigan fue nombrado Arzobispo de New York y se propuso llevar Congregaciones religiosas que se cuidasen de los emigrantes en su diócesis. Se dirigió a Don Bosco, pero se necesitaron diez años después de la muerte del Santo y numerosas cartas a Don Rua, antes de que los Salesianos pudieran responder positivamente a su invitación para establecerse en New York.


Finalmente, el 28 de noviembre de 1898 llegaron Don Ernesto Coppo, Don Marcelino Scagliola, el coadjutor Faustino Squassoni y un seglar no identificado. Su primera casa fue un edificio de la 12ª East Street. Los comienzos fueron lentos y difíciles, pero en vez de desanimarse, aquellos primeros Salesianos continuaron su obra de atención a los emigrantes visitando casas, curando enfermos y organizando misiones.


Alrededor de 1920 los Salesianos estaban ya trabajando en otras parroquias para emigrantes italianos: la de St. Michael en Paterson (NJ), de Holy Rosary en Port Chester (NY) y de St. Anthony en Elizabeth (NJ). El primer trabajo, en esta parte oriental del País, como también en el oeste, fue a favor de los inmigrados italianos a los que ofrecieron todo tipo de atenciones.


La primera escuela fue fundada en Trony (NY), en 1903, y estaba destinada a estudiantes que podían tener algún interés por el sacerdocio. A continuación, los Salesianos buscaron otro lugar y lo encontraron en Hawthorne (NY), donde construyeron un nuevo edificio, más cercano a otras obras y con abundancia de espacio. La escuela recibió el nombre de “Columbus Institute”. Tuvo tal éxito que, después de poco tiempo, comenzó el primer año de ‘High School’, con la intención de añadir un nuevo curso cada año. En 1912 el número de italianos y polacos creció tanto que la escuela se desdobló en dos. En 1915 la sección polaca se trasladó a Ramsey (NJ); inicialmente conocida con el nombre de “Don Bosco Polish School”, lleva ahora el título de “Don Bosco Prep”. Bajo el punto de vista vocacional, Ramsey es uno de los colegios más fecundos de toda la Congregación, pudiendo contar entre sus alumnos a más de 160 vocaciones sacerdotales o religiosas.


Una gran tragedia hirió el “Columbus Institute” la mañana del 11 de diciembre de 1917, cuando el fuego destruyó el edificio. Entonces se construyó una nueva escuela en New Rochelle (NY), en un terreno comprado en 1919. Los estudiantes de filosofía y teología no tuvieron una sistemación hasta que llegó como Inspector Don Ricardo Pittini, que compró una propiedad en el condado de Sussex (NJ). Allí realizó su sueño de dotar a la Inspectoría de una casa de formación. El edificio fue inaugurado el 12 de junio de 1931. Durante cincuenta años “Newton”, como se llamaba, constituyó el corazón de la Inspectoría.


Mientras tanto, algunas de las parroquias se multiplicaron. En Paterson la parroquia de St. Michael dio origen a la de St. Anthony. En el condado de Westchester (NY) Holy Rosary originó la parroquia de Corpus Christi. Otras parroquias se aceptaron en Tampa (FL), Mahwah (NJ), Birmingham (AL) y también una en las Bahamas.


Después de insistentes peticiones de Mons. Neve, se abrió una nueva casa salesiana en Florida, en Tampa, en 1928: la casa “María Auxiliadora”. Mientras tanto, comenzaba una nueva Escuela Media en Goshen (NY) en 1925. El orfanato “Hope Haven”, en la archidiócesis de New Orleans, comenzó en los años 30. Dos centros de formación profesional, el “Don Bosco Tech” de Paterson y el de Boston, fueron estructuras modelo para los Salesianos Coadjutores. Un centro juvenil en East Boston dio a conocer a Don Bosco en esta zona étnica.


Muchas casas, entra las ya indicadas, siguen funcionando y, mientras tanto, la Inspectoría ha abierto nuevas escuelas y centros juveniles: la “Archbishop Shaw High School” en Marrero (LA), una parroquia en Harlem (NY), el “Salesian Boys and Girls Club” en Columbus (Ohio), el Santuario Mariano en West Hawerstraw (NJ).


En marzo de 1997 un grupo de Antiguos Alumnos salesianos de México, que viven en Chicago, se presentaron al Inspector pidiéndole que abriera una casa salesiana en su barrio. El Rector Mayor, Don Juan Vecchi, aceptó la propuesta y el 31 de enero de 1998 se asumió el cuidado pastoral de la parroquia de San Juan Bosco, que había sido construida y dedicada a Don Bosco precisamente en el año de su canonización, en 1934. En julio de 1998 otras dos obras fueron confiadas a la Inspectoría en la diócesis de St. Petersburg (FL): la “St. Petersburg Catholic High School” y la parroquia del Buen Pastor en Tampa. Finalmente, en 2003 se ha inaugurado una presencia en Washington.


Canadá


Los Salesianos entraron en Canadá desde los Estados Unidos: desde San Francisco en la costa del Pacífico y desde New York en la costa del Atlántico. La fama de Don Bosco había precedido a sus hijos. Después de la canonización de Don Bosco, los dos principales modelos de santidad sacerdotal propuestos a los seminaristas eran el Cura de Ars y Don Bosco. Aún durante su vida, el Santo educador de Turín era conocido, sobre todo en el Canadá francófono, gracias al Boletín Salesiano francés, cuyo primer número se remonta al año 1881. La célebre biografía de Don A. Auffray contribuyó también en gran parte a hacer conocer al Santo al clero francófono. En septiembre de 1893 había ya más de un centenar de Cooperadores en Canadá. Yendo a Roma, muchos Obispos canadienses pasaban por Valdocco y pedían la presencia salesiana en sus diócesis.


Como en los Estados Unidos, en razón de las necesidades espirituales de los inmigrados italianos, el Arzobispo de Toronto confió a los Salesianos la parroquia de Santa Inés en 1924. Por desgracia, a pesar de que los Salesianos supieron crear una parroquia modelo para la diócesis, en 1934 algunas de las parroquias de la Inspectoría de New Rochelle se devolvieron a las respectivas diócesis, considerando que tales parroquias no se correspondían con el espíritu del Fundador. También la parroquia de Santa Inés sufrió esta suerte, dolorosa tanto para la diócesis como para la pequeña comunidad salesiana.


Gracias a este episodio se puede comprender cómo el verdadero comienzo de la Obra Salesiana en Canadá haya sido considerada la apertura del Instituto Don Bosco de Jacquet River (N.B.) en 1947. Sobre la costa occidental, la primera fundación fue la “St. Mary School” en Edmonton, en 1951. A ésta le siguió la asunción de la parroquia del Sagrado Corazón en Vancouver en 1953. El aspirantado se abrió en Boucheville, cerca de Montreal, en 1959, y tres años después se trasladó a Sherbrooke. Desgraciadamente, esta obra se abrió en el momento en que comenzaba un período de crisis para las vocaciones.


Las dos fundaciones sobre la costa del Atlántico se dejaron después, a causa de profundos cambios en el sistema escolástico. Los Salesianos regresaron a Toronto en 1977 y su trabajo fue tan apreciado que se les pidió que se encargaran también de una parroquia. El objetivo de estas dos obras en Ontario era el de atraer vocaciones del sector anglófono.


El este de Canadá fue una delegación de la Inspectoría de New Rochelle a partir de 1961 hasta el año 1988, cuando fue erigida la Visitaduría, bajo el patrocinio de San José. Una docena de años más tarde, la Inspectoría de San Francisco entregó a la Visitaduría también las obras de Edmonton y en 2002 la de Surrey (B.C.). De este modo la Visitaduría canadiense se extendió “a mari usque ad mare”. Resulta verdad que el Canadá salesiano debe mucho, en su desarrollo, a las ‘Inspectorías madres’ de New York y de San Francisco.


Actualmente la presencia salesiana en Canadá es, fundamentalmente, parroquial. Pero se debe notar que en las parroquias la atención prestada a los jóvenes es preferencial y el abandono de ciertas obras se ha hecho en base a este criterio.




2. LA REALIDAD SOCIOCULTURAL


Como podemos darnos cuenta, en la Región encontramos dos realidades muy diversas: los Estados Unidos y Canadá al Norte, estados entre los más ricos del planeta, que ha logrado tener una significativa distribución de la riqueza entre la población, sin negar la presencia de importantes grupos de pobres, sobre todo en los Estados Unidos; y los países latinoamericanos al Sur, con enormes desigualdades socio-económicas.


América Latina es un continente rico en recursos naturales, pero donde la mayor parte de su población es pobre, tanto que el 45% de la población total se encuentra bajo el umbral de la pobreza. Las minorías indígenas (40 millones, que representan cerca del 11% del total de la población) se sienten excluidas del desarrollo social y tienen que luchar por su reconocimiento como pueblos, por su autonomía, su cultura, su lengua y sus tierras. Los afroamericanos son mucho más numerosos (100 millones) que los indígenas, pero, en general, se encuentran en peores condiciones, y también ellos luchan por su identidad y dignidad. Es precisamente esta inhumana pobreza la razón de un continuo flujo emigratorio hacia los Estados Unidos y Europa, particularmente España e Italia.


Como ya han dicho y repetido las Conferencias Episcoples Latinoamericanas (Medellín, Puebla, Santo Domingo) las causas de este empobrecimiento hay que buscarlas en la estructura socio-económica que no es justa con todos los ciudadanos, en la corrupción y en la deuda exterior. A esto se añade el rostro más inhumano de la globalización, que ha quitado al Estado capacidad de intervención y ha dejado que la economía tome la delantera sobre el conjunto de los factores que regulan la vida social. Además, la aplicación de los programas y las condiciones impuestas por el Fondo Monetario Internacional han conrtibuido a ahondar los mecanismos de exclusión social preexistentes, a debilitar la legitimidad de los gobiernos, y a hacer más conflictivas las relaciones con amplios grupos de población en la región.


Es verdad que existe un crecimiento macroeconómico, pero la riqueza no se distribuye equitativamente. Es más, se propicia una concentración de la riqueza en pocas manos, a costa del empobrecimiento de la mayoría. Los objetivos concordados por Presidentes y Primeros Ministros de toda América, en Miami, de reducir la pobreza, el analfabetismo y las enfermedades dentro del año 2005, parecen muy lejanos.


Con referencia a la democracia, casi todos los países latinoamericanos tienen gobiernos civiles, elegidos libremente, pero en algunos países de la región hay insatisfacción popular respecto de los gobenantes, precisamente por el lento crecimiento económico, por la ampliación de las desigualdades, y el deterioro de los sistemas legales y de los servicios sociales.


La realidad cultural de la Región Interamérica es muy compleja; hay diversas “matrices” culturales: la sajona, con predominio sobre todo en USA y Canadá, la latina (española y francesa), la indígena y la africana. Por otra parte, los movimientos migratorios han provocado una gran interrelación entre las diversas culturas, creando un verdadero mosaico cultural más que un “melting pot” en los Estados Unidos y Canadá.


Con una población altamente juvenil, los jóvenes forman la franja más numerosa y también la más expuesta, sea por la rapidez y profundidad de los cambios culturales, sea por la falta de oportunidades de desarrollo de todo su potencial. Un ejemplo triste y preocupante está representado por el fenómeno social de las “pandillas” (gangs) o bandas, cada vez más difuso y amenazador, como lo están demostrando las llamadas “Maras” de América Central. En el caso de Colombia un número no indiferente de jóvenes (hombres y mujeres) ha entrado a formar parte de los grupos armados.


Desde el punto de vista religioso, en América del Norte la mayor parte es protestante, mientras que en el Sur América Latina es casi completamente católica. En los Estados Unidos más de la mitad de los católicos es de origen hispano, fruto de la emigración. En el continente americano se encuentra la mitad de los católicos del mundo entero. Una seria amenaza para la Iglesia en América es el rápido crecimiento de las sectas y de los grupos evangélicos a los que se pasan, todos los años, muchos católicos.


Las cuatro Conferencias Generales del Episcopado de América Latina y del Caribe y el Sínodo de los Obispos de todo el continente americano han sido un importante punto de referencia para la vida y la misión de la Iglesia, de modo particular por la opción preferencial por los pobres y por los jóvenes. Para el mes de mayo de 2007 ya se ha anunciado y convocado la V Asamblea del CELAM, que tendrá lugar en Brasil.



3. LA PRESENCIA SALESIANA


La Región Interamérica, nacida en 1996 por la reorganización de las Regiones hecha en el CG24, ha querido responder al espíritu de la Exhortación Apostólica Ecclesia in America, que pedía ver el continente americano como un todo, con sus diferencias pero, al mismo tiempo, con sus inter-relaciones.


En la Región hay 12 Inspectorías y 2 Visitadurías, en 18 países. Mientras dos Inspectorías son plurinacionales (ANT y CAM), otras seis Inspectorías están en tres naciones (Colombia, México y Estados Unidos). Según las estadísticas de 2005, los Salesianos son 2.174, de los que: Sacerdotes, 1.496; Coadjutores Perpetuos, 229; Clérigos Perpetuos, 102; Cléigos Temporales, 294; Coadjutores Temporales, 52. Los novicios son 79. En formación inicial se encuentran 525 Hermanos, incluyendo a los novicios. Al final de 2005 hay 106 prenovicios. La edad media en la Región es de unos 51 años.



3.1 La vida de las comunidades


Después del CG25 ha habido en las Inspectorías de la Región una creciente y efectiva preocupación por fortalecer la vida de las Comunidades. Las presencias salesianas son, en su conjunto, robustas y sanas, con un espíritu fraterno que se expresa en el Proyecto de Vida Comunitaria. También ha crecido el sentido de pertenencia de las comunidades locales a la Inspectoría y de las mismas Inspectorías a la Congregación.


A pesar de esta realidad estimulante, no faltan los desafíos:


  • El desequilibrio entre los recursos y las obras, que comporta el peligro del activismo que, con frecuencia, lleva a la superficialidad, al vaciamiento espiritual, al individualismo, a la debilitación de las comunidades, a la falta de calidad educativa pastoral, haciendo prevalecer lo que es urgente sobre lo que es mayormente importante.

  • Se nota a veces, acá y allá, una debilitación del testimonio evangélico de la Comunidad Religiosa, cuyas señales son la tendencia al aburguesamiento y una cierta atonía espiritual, que contrastan con el estilo y el nivel de vida de la población y con la típica experiencia religiosa de las franjas populares.

  • Se advierte también la falta de una comunicación interpersonal más profunda, que favorezca el crecimiento en la vida espiritual de los Hermanos y la corrección fraterna; esto incide negativamente en la perseverancia de las vocaciones.

  • La dificultad de encontrar Directores de Comunidad que sean animadores de la vida espiritual y pastoral de la comunidad religiosa y de la CEP. Resulta endémico el caso de Director-Ecónomo, con consecuencias negativas para una prudente administración.



    1. La Formación


En las Inspectorías hay verdadera preocupación por la formación inicial. Cada Inspectoría –a excepción de CAN- tiene un número de prenovicios que varía entre 1 y 24. Algunas Inspectorías tienen el prenoviciado de dos años de duración, aunque está claro que el prenoviciado como tal es la etapa de preparación inmediata para hacer la primera experiencia de vida salesiana.


Los noviciados son 11 (8 inspectoriales y 3 interinspectoriales), con un mínimo de 2 novicios y un máximo de 12 por noviciado.


Hay 12 postnoviciados, de tres años de duración, de los cuales sólo el postnoviciado de Orange (SUE) es interinspectorial, con una gran colaboración entre las dos Inspectorías de los Estados Unidos y la Visitaduría de Canadá. De los 12 postnoviciados, 9 tienen un centro salesiano de estudios propio, los otros mandan a los postnovicios a Universidades no salesianas. Los postnovicios coadjutores normalmente hacen el mismo currículo de estudios filosóficos y pedagógicos que los Salesianos clérigos.


Como sucede en otras Regiones, también en la “Interamérica” el tirocinio no siempre es comprendido y realizado como una verdadera fase formativa. Esto se traduce en la poca atención al camino formativo del hermano joven y en la elección no siempre cuidada de las comunidades que puedan ofrecer un buen acompañamiento espiritual y pastoral.


Respecto de la formación específica de los Salesianos que se encaminan al presbiterado, en la Región hay ahora dos centros salesianos de estudios, uno en Centro América y uno en Guadalajara (MEG), ambos afiliados a la UPS. En la Zona Andina se está haciendo un proceso de reflexión con respecto a la formación en esta fase, para buscar una mayor colaboración interinspectorial, con el fin de garantizar una mayor identidad y calidad. En Caracas los estudiantes frcuentan un centro intercongregacional de estudios (ITER), agregado a la UPS y con una fuerte presencia de profesores salesianos. En otras Inspectorías, los Hermanos frecuentan centros de estudios no salesianos. Todos estos centros de estudios concluyen el primer ciclo con el bachillerato reconocido eclesialmente.


Con relación a la formación específica del Salesiano Coadjutor, la experiencia del Centro Regional para el Salesiano Coadjutor (CRESCO) de San Salvador, llevada adelante con fruto en estos años, no parece actualmente ser suficiente para satisfacer las urgencias de la formación específica de los coadjutores. Por esto se ha iniciado ya una reflexión por parte de la Comisión Regional de Formación y de los mismos Inspectores para encontrar una solución única, considerados el número reducido de jóvenes coadjutores y las cercanías culturales y lingüísticas del continente americano.


Ha crecido en las Inspectorías la preocupación por ofrecer una formación permanente más sistemática. En algunas Inspectorías se han institucionalizado los cursos periódicos para los Hermanos, teniendo en cuenta las diversas franjas de edad. Junto a esto crece el cuidado de los Ejercicios Espirituales anuales como un momento fuerte de la vida espiritual para todo Hermano (Const. 91). Ya desde el sexenio pasado las Inspectorías han elaborado un “Plan de cualificación de los Hermanos”, que se ha cumplido parcialmente por las dificultades de encontrar personal para las obras.


En la Región se encuentran dos Centros de Formación Permanente: el “Institute of Salesian Studies” (ISS) de Berkeley (SUO) y el “Centro Salesiano Regional de Formación Permanente” con sede en Quito (ECU). El primero se encuentra bajo la responsabilidad de la Inspectoría de San Francisco y está abierto a los Hermanos de lengua inglesa de cualquier Región; el otro depende de las Inspectorías de la Región en lo que se refiere al personal y a los medios económicos.


Entre los problemas que se encuentran en el ámbito de la formación se pueden indicar los siguientes:


    • Por una parte, la escasez de vocaciones, en contraste con el gran número de jóvenes en estos Países y el humus religioso presente en el ambiente social; y, por otra, la fragilidad vocacional, que se evidencia en el hecho de que en algunas Inspectorías el número de los Hermanos salidos ha superado el número de los Hermanos que han entrado.

    • A esto se añade la ya citada desproporción entre obras y Salesianos, que lleva con frecuencia a reducir los equipos formadores, o a la unificación de fases formativas, o a la insuficiente cualificación de los Hermanos. Todo esto hace más urgente la necesidad de una mayor colaboración y de una búsqueda común de soluciones. De modo particular, los centros de estudios (especialmente para la formación teológica) requieren gran calidad académica y tienen necesidad de una fuerte inversión de personal cualificado. Otro elemento que merece gran atención por parte de todos es la formación en la Salesianidad, que es más bien débil.



3.3 La pastoral Juvenil


En la Región los Hermanos, puestos a la prueba por graves problemas de tipo social, cultural y religioso, sobresalen por un gran dinamismo pastoral. La presencia salesiana sustituye muchas veces al Estado, donde éste no logra garantizar el bienestar social (vivienda, empleo, educación, salud). En otros casos, en cambio, el Estado favorece la misión salesiana por medio de los subsidios para la escuela, los centros de orientación para el trabajo, la atención a los muchachos en condiciones de peligro.


Después del CG23 se ha hecho un gran esfuerzo para la elaboración del Proyecto Educativo-Pastoral, que cuando es asumido llega a ser un verdadero guía para la realización de la misión. Pero sucede a veces que el PEPS no tiene una incidencia real, sea por la falta de itinerarios formativos, sea porque se queda olvidado en la práctica o no ha sido puesto al día.


En estos últimos años ha crecido, en la mentalidad y en la práctica, la “perspectiva de atención a la marginación”3, que implica tres aspectos: la atención preferencial a los jóvenes en situación de peligro, la apertura de todas las obras hacia las situaciones de dificultad y marginación juvenil, la formación en la sensibilidad social y en el compromiso para transformar las situaciones de injusticia. A pesar de todo, es necesario intensificar este esfuerzo incrementando las estructuras ad hoc para los marginados, abriendo más nuestras obras para que logren tener una verdadera incidencia en el territorio, formando para una verdadera ciudadanía activa, comprometida en la construcción de una sociedad más justa y fraterna.


Después del CG24 se comenzó a construir en las obras la Comunidad Educativo-Pastoral (CEP) y su Consejo, llamado a ser un verdadero núcleo animador con activa participación de los seglares, aunque en algunos casos se le reduce a un equipo de trabajo. Desde hace años la Región ha visto un crecimiento en ciertos procesos pastorales mediante la coordinación regional de las escuelas, del sector marginación y de los Delegados para la Pastoral Juvenil.


Las obras salesianas


- Las escuelas


La presencia de los Salesianos en las escuelas ocupa el primer lugar en el cuadro de las obras de la Región. Hay 172 instituciones escolásticas (preescolar, elemental, básica y secundaria) con más de 200.000 alumnos/as. Los Centros de Formación Profesional y las escuelas agrícolas son 56, con unos 25.000 alumnos/as.


Las escuelas actúan con una coordinación zonal y regional, para llevar adelante las orientaciones tomadas en el encuentro sobre la Escuela en América realizado en Cumbayá (Quito, Ecuador) el año 2001, buscando una verdadera renovación de nuestra propuesta educativo-pastoral.


La situación de la escuela, según las relaciones y las convenciones con los diversos Estados, se presenta muy diversificada. En algunos países el Estado contribuye a la financiación de las escuelas; en otros, incluso, confía escuelas de su propiedad a la administración educativa salesiana. En estos dos casos es más fácil garantizar la atención a los destinatarios que pertenecen a las clases populares. Una novedad que se ha acentuado en estos últimos años es la presencia de las muchachas en nuestras escuelas, lo cual supone un nuevo desafío, el de la coeducación.


- Las parroquias


Sin incluir las presencias misioneras, las parroquias salesianas en la Región son 168 con cerca de 3 millones de fieles. En alguna Inspectoría éste es el sector con mayor número de obras. En general, el trabajo parroquial va acompañado con el Oratorio-Centro Juvenil, la escuela, el centro de orientación para el trabajo, un centro de promoción social, servicios para la asistencia social (dispensario médico), o con la atención a los jóvenes en situación de peligro. Esto quiere decir que, en la práctica, no hay parroquias en sentido puro.


La casi totalidad de las parroquias se encuentra en medio de barrios populares. Son muchas las parroquias que han asumido un método pastoral orientado a asegurar una evangelización más sólida y eficaz, por ejemplo, el “Proyecto de Renovación Diocesana y Evangelización” (PRDE), conocido originariamente como “Nueva Imagen de Parroquia” (NIP), o el Sistema Integral de Nueva Evangelización (SINE). Sin embargo, considero que la identidad salesiana de la parroquia es un elemento que debe fortalecerse.


- Los Oratorios y los Centros Juveniles


Los Oratorios y Centros Juveniles, especialmente los cotidianos, tratan de ofrecer, además de la catequesis y las actividades culturales y deportivas, una respuesta integral a las necesidades de los jóvenes, capacitándolos para el trabajo y la inserción social. Una importancia particular merecen los Oratorios fundados a lo largo de la frontera de México con los Estados Unidos.


Dentro de esta área pastoral se pueden también citar las actividades del verano (Summer Camps) en los Estados Unidos y en Canadá, que, con diversas modalidades, ofrecen la posibilidad de ocupar el tiempo libre de modo constructivo; además, son una oportunidad para que los jóvenes que llevan adelante procesos formativos tengan espacios de compromiso educativo-pastoral a favor de otros jóvenes.


- La orientación para el trabajo


Aquí no se hace referencia a las escuelas técnicas, sino a los centros de formación para el trabajo, como los “Centros de Educación Ocupacional”, en Perú; los “Centros de Capacitación”, en Colombia; el Centro “Juan Bosco Obrero”, ubicado en uno de los barrios más populares de Bogotá, que acoge a unos 4.000 muchachos y muchachas, gracias a un acuerdo con el gobierno; los “Centros de Capacitación para el Trabajo”, en Venezuela, que forman una red que comprende más de 60 instituciones, de las que, sin embargo, sólo algunas son de la Inspectoría.


En algunos casos la capacitación para el trabajo va unida a la producción y comercialización, como en el “Polígono Industrial”, en San Salvador, donde se encuentra un grupo de microempresas que, al mismo tiempo, producen y orientan al trabajo. En Ecuador se ha desarrollado muy bien una red de cooperativas de producción en las zonas rurales.


- La atención a los jóvenes en situaciones de peligro


La atención a los jóvenes en situaciones de peligro, que es una de las tareas más bellas de la Región, ha crecido en todas las Inspectorías, inspirada en la obra de Don Javier De Nicolò, creador del complejo “Bosconia”. En la misma línea han nacido nuevas iniciativas: el “Hogar Don Bosco” en Santa Cruz (Bolivia), las “Casitas Don Bosco” en Perú, el proyecto “Chicos de la Calle” en Ecuador, la “Ciudad Don Bosco” en Medellín (Colombia), las “Casas Don Bosco” en Venezuela, el “Proyecto Inspectorial Muchachos y Muchachas con Don Bosco” en la República Dominicana, la “Ciudad de los Niños” de Santa Ana, en El Salvador, el “Hogar Nazaret” de Ciudad de México y la “Ciudad del Niño” de León (MEG).


En Port-au-Prince, en Haití, la red de escuelas fundadas por el misionero salesiano holandés P. Laurent Bohnen sigue ofreciendo una comida diaria a más de 20.000 niños y niñas. En la República Dominicana se trata de responsabilizar a los padres, capacitando a las madres de familia y ofreciéndoles los medios necesarios para que puedan acceder a un puesto de trabajo, evitando así que sus hijos trabajen en las calles.


Un trabajo de vanguardia, digno de encomio, es el que llevan adelante las dos Inspectorías de Colombia en Armenia, Cali y Bogotá con los jóvenes (hombres y mujeres) que se desvinculan de la lucha armada y a los que se ofrece la oportunidad de recuperar el verdadero sentido de la vida por medio de la capacitación para un trabajo honrado.


- Obras de Promoción Social


Aunque evidentemente cada presencia salesiana a favor de los muchachos y de las muchachas en situación de peligro psico-social es promoción humana y social, hay ciertas obras que lo son de modo especial, ya que en ellas se trabaja con muchachos, jóvenes y también adultos, necesitados de recuperar la conciencia de su dignidad, de sus posibilidades y de su responsabilidad. Todos ellos son estimulados, en algunas de nuestras obras, a desarrollar experiencias comunitarias de trabajo y a organizarse para tratar de encontrar juntos soluciones para sus necesidades. Comparten la producción y comercialización de los productos. Todo ello en una participación de los mismos espacios sociales y con un camino en el que cada uno se siente inserto en un contexto comunitario. Algunas de estas inciativas sociales, además, trabajan en red con organismos europeos que favorecen el comercio eco-solidario.


Son bastantes las Inspectorías que cuentan con obras de este tipo. Querría citar, sobre todo, las de Bolivia y Ecuador. Igualmente digno de mención es el trabajo en ambientes misioneros de Valle Sagrado, en Perú, de las Misiones Amazónicas y Andinas, de las misiones del Alto Orinoco, en Venezuela, de las misiones del Alto Verapaz, en Guatemala, de la Prelatura de los Mixes y Chinantecos, en México, y de la presencia entre los afro-ecuatorianos en Esmeraldas (ECU) y en Condoto (COM).


- Cuidado de los emigrantes


El cuidado de los emigrantes ha sido uno de los rasgos originales de los Salesianos en los Estados Unidos, en las dos Inspectorías y en Canadá, tanto a los principios de la presencia salesiana, cuando iniciaron un trabajo a favor de los inmigrados italianos, como después a través de las parroquias para grupos étnicos: chinos, filipinos, eslovenos, cratas, húngaros, vietnamitas, coreanos. Tanto la Inspectoría de New Rochelle como la de San Francisco tienen parroquias para fieles cristianos de origen hispano, portugués, latinoamericano, particularmente mexicano.


Pero este desafío no es exclusivo de Norteamérica, ya que la emigración es un fenómeno imparable que hace que haya millares de Haitianos en la República Dominicana, de Dominicanos en Puerto Rico, de Cubanos en los Estados Unidos. Pienso que las Inspectorías de América Latina tienen que encontrar caminos para salir al encuentro de los inmigrantes de esta área en los Estados Unidos, en Canadá y ahora también en Europa.


- Las Universidades


La universidad constituye una nueva frontera de la misión salesiana. El Rector Mayor y su Consejo, para el conjunto de las presencias universitarias (IUS), ha trazado el perfil de la identidad salesiana de nuestras universidades y el proyecto institucional que ellas deben desarrollar para garantizar la fidelidad al carisma.


Diversas Inspectorías de la Región tienen presencias de este tipo. Recuerdo aquí la “Universidad Don Bosco” de El Salvador y la “Universidad Mesoamericana” en Guatemala, ambas en Centroamérica; la “Universidad Salesiana” en Bolivia”. Otras Inspectorías tienen institutos de estudios superiores de nivel universitario: el “Instituto Univesitario Salesiano Padre Ojeda” en Venezuela; el “Politécnico Salesiano” en Lima, en Perú. Otras, en fin, están pensando si será conveniente comenzar a tener centros universitarios. Aquí el desafío es, por un lado, la calidad de nuestra propuesta cultural y, por otro, la presencia de Salesianos capaces de trabajar a este nivel, de modo que se garantice la pastoral universitaria y la identidad salesiana de las Universidades. La coordinación, por encargo del Rector Mayor, la está haciendo Don Carlos Garulo, el cual trata de consolidar cuanto ya se ha hecho y de promover y aplicar la política de la Congregación en las IUS.



Procesos pastorales


El Asociacionismo Juvenil. El Movimiento Juvenil Salesiano.


En todas las Inspectorías hay un gran desarrollo del Asociacionismo Juvenil, aunque hay que añadir que no todas desarrollan un programa serio con itinerarios educativos pastorales. Por desgracia, con frecuencia, los excesivos cambios de los Salesianos responsables provoca altos y bajos que afectan a la calidad de la propuesta en este sector.


Poco a poco ha ido creciendo y se está consolidando la idea de vincular todos los grupos alrededor del Movimiento Juvenil Salesiano. Son bastantes las Inspectorías que tienen una coordinación inspectorial e incluso nacional, junto con las FMA, que organizan momentos de encuentro, congresos y actividades para planificar y evaluar el camino del MJS. Algunas Inspectorías han logrado elaborar una propuesta para la formación de los animadores juveniles.


Pastoral vocacional. Voluntariado.


En los países de América del Norte la pastoral vocacional encuentra notables dificultades a causa del ambiente frecuentemente marcado por un estilo de consumismo, hedonismo y también por los escándalos provenientes de casos de abuso de menores denunciados contra miembros de la Iglesia Católica. En los países de América Latina la situación es notablemenmte diferente. Un humus religioso todavía rico, la presencia de un substrato católico bastante consolidado, junto a los grandes desafíos en el campo social, hacen que la propuesta vocacional encuentre todavía gran acogida. Sin embargo, hay que decir que con frecuencia en los candidatos de estos países la base humana y cristiana no es suficiente para construir sólidas personalidades religiosas.


Sin embargo en todas las Inspectorías hay la preocupación por la Pastoral Vocacional, que se realiza de diversas formas. En algunos casos se ha organizado un verdadero equipo de animación, a veces formado por diversos miembros de la Familia Salesiana, que trata de impulsar a las Comunidades a elaborar un plan vocacional y a desarrollar un camino de propuestas para los jóvenes. Pienso que en esta fase se pierden muchas vocaciones por la falta de un verdadero proceso de maduración de la fe y de acompañamiento, que ayude a los jóvenes a asumir opciones de vida respecto de Jesús y del Reino de Dios.


El voluntariado, presente con intensidad y calidad diversa en todas las Inspectorías, tiene un triple rostro: el de voluntariado social, que es ciertamente el más difundido, el de voluntariado misionero y el de voluntariado vocacional. Lo más hermoso e interesante es que algunas Inspectorías han logrado dar sistematicidad al proceso de voluntariado, desde la preparación al acompañamiento y después,


La formación de los seglares


En línea con las orientaciones del CG23 y del CG24, los seglares, que están asumiendo cada vez más responsabilidades importantes en la gestión de las obras, reciben una formación, que para ser más eficaz debería ser más gradual y sistemática. En esta perspectiva, aunque se insista en que la formación de los seglares de nuestras obras se debe hacer en el ámbito local e inspectorial, considero muy importante el servicio que están prestando algunos centros específicos de formación.



3.4 La Familia Salesiana


La Familia Salesiana está bien desarrollada en la Región, donde podemos encontrar 12 ramas: Salesianos (SDB), Hijas de María Auxiliadora (FMA), Cooperadores Salesianos, Hijas de los Sagrados Corazones de Jesús y María, Hijas del Divino Salvador, Hermanas de la Resurrección, Hermanas de la Caridad de Miyazaki, Voluntarias de Don Bosco, Voluntarios Con Don Bosco, Antiguos/as Alumnos/as, Asociación de María Auxiliadora, Asociación de Damas Salesianas (ADS).


Más aún, cuatro de estas ramas han nacido en la Región, comenzando por el Instituto de las Hijas de los Sagrados Corazones de Jesús y María, fundadas por el Beato Don Luis Variara en Agua de Dios (Colombia); las Hijas del Divino Salvador, fundadas por Mons. Pedro Arnoldo Aparicio en San Vicente (El Salvador); la Asociación de Las Damas Salesianas, fundadas por Don Miguel González en Caracas (Venezuela); las Hermanas de la Resurrección, fundadas por el misionero indio Don Jorge Puthenpura en San Pedro Carchá (Guatemala). Y todavía el grupo de los Voluntarios Con Don Bosco (CDB) que ya ha tenido su reconocimiento eclesial por parte del Arzobispo de Caracas (Venezuela).


En la mayor parte de las Inspectorías se ha instituido y funciona bien la Consulta de la Familia Salesiana, que ha ayudado mucho a hacer crecer en el sentido de unidad, en la conciencia de familia espiritual apostólica de Don Bosco y en la colaboración para trabajar juntos en el territorio, aunque hay todavía mucho camino por recorrer.


En este sector los dos desafíos mayores son, por una parte, el cuidado y la promoción de la Asociación de los Antiguos Alumnos Salesianos y, por otra, la conciencia entre nosotros, Salesianos, de nuestra responsabilidad de animar a la Familia Salesiana (Const. 5).



3.5 La Comunicación Social


El área de la Comunicación Social encuentra en esta Región una de sus mejores realizaciones, sobre todo cuando se mira el conjunto de los campos de este sector. Abundan las empresas de producción: hay 10 escuelas de tipografía, 9 tipografías, 5 editoriales escolásticas, 3 editoriales catequísticas, 4 editoriales generales, 10 librerías, 4 centros audiovisuales, 2 centros de producción de programas, 12 emisoras de radio, 6 canales de televisión, 4 revistas y 3 centros proyectos web. La Editorial “Apostolado Bíblico Católico” de Bogotá difunde sus libros desde el Santuario del Niño Jesús, con una producción que en algún título llega a algunos millones de ejemplares.


A favor de una particular incidencia en el mundo cultural tienen especial importancia las editoriales de textos escolásticos de Venezuela, Ecuador y Bolivia. La editorial “Abya-Yala”, en Ecuador, goza del reconocimiento mundial por sus publicaciones sobre la cultura y la realidad sociales. Las dos Inspectorías de México han constituido una sociedad junto con EDEBE de Barcelona (España) para la publicación de textos escolásticos.

El Boletín Salesiano se publica regularmente en todas las Inspectorías, excepto en la Visitaduría de Haití. Las ediciones, excepto la de México que es mensual, son bimestrales o trimestrales. La Inspectoría de New Rochelle edita el Boletín Salesiano en inglés y en español. En el conjunto de la Región la tirada supera las 700.000 copias: 204.000 en México, 128.000 en la Inspectoría de Estados Unidos Oeste, 100.000 en los Estados Unidos Este, 76.440 en la Inspectoría de Centroamérica y 63.000 en la de Canadá.


Aunque en la Región hay varias Facultades de Comunicación Social, y aunque hay una preocupación por la formación de los Salesianos para ser comunicadores, sin embargo se podría hacer mucho más.



3.6 Las Misiones y la animación misionera


La presencia misionera de la Región Interamérica es muy significativa, sea por la cantidad de Inspectorías implicadas, sea por la calidad del trabajo realizado en algunas zonas. Particularmente significativo es lo que se realiza entre los indígenas en Kami, en Bolivia, en Valle Sagrado y San Lorenzo, en Perú, en las Misiones Andinas y en el Vicariato de Méndez, que es el más antiguo de la Congregación, en Ecuador, en el Vicariato de Puerto Ayacucho, en Venezuela, en el Alto Verapaz, en Guatemala y en la Prefectura Mixepolitana, en México. Hay que resaltar también el apostolado entre los afroamericanos: en Condoto y en Buenaventura en la Inspectoría de Colombia-Medellín, en Esmeraldas en Ecuador y en una parroquia de la Inspectoría de New Rochelle en Washington.


En las misiones se ha hecho un gran esfuerzo de inculturación del Evangelio, de desarrollo de procesos de evangelización, de catequesis y de formación de los animadores para la implantación de la Iglesia. Merece especial atención el trabajo entre los Shuar (ECU), los Achuar (ECU y PER), entre los Yanomami (VEN), entre los Mayas (CAM), entre los Mixes y los Chinantecos (MEM).


La presencia de los Salesianos misioneros ha sido decisiva para la sobrevivencia y el desarrollo de los pueblos indígenas. En los territorios de misión la presencia salesiana ha sido la única institución que, durante muchos años, ha llevado adelante un proyecto de evangelización desde el punto de vista eclesial, y programas de educación y promoción desde el punto de vista social. La presencia de los Salesianos, además, ha garantizado el respeto de los derechos fundamentales de estos pueblos, entre otros el de la posesión de la tierra.


Juntamente con el trabajo típicamente misionero ha habido y hay todavía misioneros estudiosos de la cultura indígena de los pueblos, de su lengua y cosmo-visión. Son numerosas las publicaciones sobre esos puntos. En este campo la editorial “Abya-Yala” se encuentra en vanguardia.


Como es natural, no faltan problemas, debidos sobre todo al cansancio de los misioneros, muchas veces sometidos a un duro régimen de vida, a su edad avanzada y a la falta de recambio. Es urgente crecer en la conciencia de que toda la Inspectoría está llamada a ser y sentirse misionera.


Las Inspectorías de la Región Interamérica, como todas las Inspectorías de Europa y algunas de Asia, han quedado implicadas en el Proyecto África: las Inspectorías de los Estados Unidos en Sierra Leona y las Inspectorías latinoamericanas en Guinea-Conakry. La primera ha pasado ahora a formar parte de la nueva Visitaduría de África West (AFW) y la segunda de la de África Occidental (AFO).

En la Región hay, además, dos Procuras que realizan una importante obra de apoyo a los proyectos misioneros y de desarrollo. Son la de Sherbrooke, en Canadá, y la de New Rochelle, en los Estados Unidos, mucho más conocida, también por el hecho de haber sido la primera de las Procuras Misioneras Salesianas. En Quito, Ecuador, hay una Procura vocacional (Fondo Vocacional) iniciada por el P. John Porter, que ayuda a todas las Inspectorías de América Latina, comprendidas las de la Región América Cono Sur.



4. DESAFÍOS Y PERSPECTIVAS DE FUTURO


Al final de la presentación de esta Región querría señalar los que considero principales desafíos que ella debe afrontar y, por tanto, las perspectivas de futuro. Tomo la idea y la inspiración de la cita del profeta Isaías que ha inspirado el título de esta carta: “Vosotros que buscáis al Señor, reparad en la peña de donde fuisteis tallados” (Is 51,1). Es una llamada a volver a los orígenes, a la identidad carismática, a la fidelidad vocacional, al impulso apostólico con la pasión del “Da mihi animas” de Don Bosco y de los fundadores de la presencia salesiana en esta zona del mundo.


Ante todo, la Región está llamada a robustecer la identidad salesiana de consagrados apóstoles de los mismos Hermanos y de las comunidades, para que puedan testimoniar su seguimiento radical de Cristo y realizar la misión con ardor apostólico.


Juan Pablo II había comenzado a hablar de la urgencia, para toda la Iglesia, de una nueva evangelización. Éste es un compromiso urgente que, unido al de la educadión en la fe, deberá hacer que los valores del Evangelio sean asimilados y asumidos personalmente y se pase de una bondad natural a opciones de fe verdaderamente conscientes e interiorizadas. Un compromiso que lleve a promover el proceso de transformación de América Latina (cf. Documentos de Medellín y de Puebla), a trabajar por la promoción humana y a contribuir a la construcción de una cultura alternativa centrada en las personas y no en las cosas (Santo Domingo), para que nuestros pueblos puedan encontrar en Jesucristo el camino para la conversión, la comunión y la solidaridad (Ecclesia in America).


Todo esto tiene mucho que ver con la formación de los Salesianos, que debe ayudar a los Hermanos a purificar y profundizar motivaciones, a asumir personalmente los valores, a hacer conscientemente opciones y, por tanto, a organizar la vida alrededor de los compromisos de la vida religiosa salesiana asumida. Ésta debe proporcionarles robustez teológica y cultural. Por esto, es necesario encontrar soluciones interinspectoriales para las comunidades formadoras y para los centros de estudio salesianos. No parece que cada Inspectoría tenga la capacidad ni los recursos para estar a la altura de su responsabilidad en este campo. La formación específica y la especialización de los Salesianos coadjutores son también una realidad que hay que profundizar.


Para afrontar estos desafíos yo propongo a los Hermanos de la Región, y también a toda la Congregación, las siguientes orientaciones.




4.1 Testimoniar la primacía de Dios entre los jóvenes en el mundo de hoy


La complejidad del tiempo presente requiere la vuelta continua al origen de nuestra vida apostólica: Dios. Esto comporta el redescubrimiento de la propia vocación como proyecto de vida centrado en Cristo y la pasión por la misión para “ser signos y portadores del amor de Dios a los jóvenes, especialmente a los más pobres” (Const. 2).


Con el fin de mantener este “alto grado de vida cristiana ordinaria” tenemos necesidad de “programar nuestra santidad” (E. Viganò), tanto a nivel personal como comunitario. Para ello resulta indispensable cuidar:


  • La vida espiritual de la comunidad: la primacía absoluta de Dios debe expresarse n una profunda experiencia de fe compartida y vivida en lo cotidiano.

  • La función animadora del Director, cuya primera responsabilidad es precisamente la de promover el crecimiento vocacional de los Hermanos, estimular a la fidelidad de la Comunidad Religiosa y animar la Comunidad Educativo Pastoral (cf. Const. 55).



4.2 Regenerar a Don Bosco y su pasión del “Da mihi animas”


Es muy importante, para cada una de las obras, elaborar y aplicar el propio proyecto, en el que queden definidas y esclarecidas aquellas prioridades estratégicas de evangelización y de educación en la fe que mejor respondan a las urgencias de la situación juvenil en la Región, y las medidas prácticas para hacerlas luego efectivamente operativas. Esto presupone el estudio y la práctica de las Constituciones y la realización de la misión con alegría, convicción y eficacia.


El criterio que puede correctamente guiar semejante discernimiento será el redescubrimiento de Don Bosco, hombre místico y profético, y la asunción vital de sus grandes convicciones: 1) la importancia del cuidado de la juventud pobre y abandonada; 2) el valor de la educación como mediación que puede efectivamente transformar la sociedad; 3) la necesidad de implicar al mayor número de personas en el proyecto de salvación de los jóvenes.



    1. Redefinir nuestras presencias en la Región, estimulados por la opción por nuestros destinatarios preferenciales4


La opción por la juventud pobre, abandonada y en situación de peligro psico-social, ha sido una preocupación de Don Bosco y de su familia espiritual apostólica hasta hoy. Los jóvenes son el centro de nuestra misión y nuestra razón de ser; sus necesidades y aspiraciones deben determinar el tipo de presencia que les ofrecemos. En consecuencia, no importa tanto el mantenimiento de las estructuras como su validez educativa, significatividad social y eficacia evangélica.


Esta convicción nos debería llevar a reestructurar las obras existentes para continuar nuestra presencia de forma nueva, donde ya nos encontramos, y, si es necesario, crear otras nuevas realidades de servicio y de apostolado. Un criterio fundamental para mejorar la significatividad de nuestras presencias es la constitución de comunidades consistentes, sea por el número de los Hermanos, sea por su calidad. A esto se debe añadir la urgencia de generar una mayor comunión y participación con la Familia Salesiana y con los seglares nuestros colaboradores, para crear nuevos modelos de gestión de las obras.


Más en concreto, nuestra propuesta educativa y pastoral hoy se expresa siguiendo la actuación de las siguientes líneas:


  • En todas nuestras obras y presencias se debe actuar un nuevo estilo de presencia y de acogida de todos, con un servicio educativo integral centrado en la persona, la promoción de una cultura de la solidaridad y el eompromiso por la justicia y la transformación de la sociedad.

La atención a los más pobres no se puede reducir, por lo tanto, a un sector de algunas obras de carácter social; es más bien una línea transversal que interesa todas las presencias. Esto lleva, necesariamente, a interrogarse sobre el tipo de cultura que se propone en las escuelas, en las parroquias, en los centros juveniles y oratorios, en los centros de acción social.


  • En las obras específicas en el campo de la marginación juvenil debemos ofrecer a los jóvenes en peligro respuestas concretas, dentro de un camino de crecimiento integral.

Estas obras o actividades requieren competencia profesional, programas especializados, colaboración con otras agencias e instituciones civiles, y la superación de una forma individual de obrar. Aquí se hace precisa una mayor integración de las iniciativas y de los Hermanos en el Proyecto Orgánico Inspectorial.



    1. Crear sinergia, poniendo juntos esfuerzos, medios y compromisos para realizar experiencias en colaboración.


Hoy más que nunca es fundamental crecer en solidaridad y en colaboración inter-inspectorial en los diversos sectores, y los jóvenes, en particular, tienen derecho a ver que somos un grupo solidario, que actúa en comunión, trabaja en red y realiza un proyecto compartido.


Parafraseando las palabras de Jesús a sus discípulos en la Última Cena, yo os invito a “ser una sola cosa”, “un corazón y una alma”, para que los jóvenes crean que hemos sido enviados a ellos por Dios (cf. Jn 17,21). Esto requiere pasar de una mentalidad de Inpectoría a una mentalidad de Región y de Congregación. No debemos olvidar nunca que lo que importa es Don Bosco y su presencia en el territorio, y que toda la organización y todas las estructuras están al sevicio de la misión. ¡Cómo querría sentir y contemplar esta disponibilidad y esta unidad!




CONCLUSIÓN


Concluyo, Queridos Hermanos, invitando a todos a vivir, con apertura de corazón y generosidad de empeño, este tiempo de reconciliación y conversión que es la Cuaresma, de modo que pueda prorrumpir en nuestra vida la alegría de la Resurrección del Señor y nosotros podamos poner a disposición la novedad de vida que se nos ha hecho posible por Jesucristo con su misterio pascual y la efusión del Espíritu Santo en nuestros corazones.


Nuestro futuro dependerá de nuestra fidelidad a nuestros orígenes. De aquí la validez de la llamada del profeta repetida, hoy, a todos nosotros: “Vosotros que buscáis al Señor, reparad en la peña de donde fuisteis tallados”.


María aumente nuestra capacidad de contemplar con mirada limpia y pura el designio original de Dios sobre cada uno de nosotros y sobre toda nuestra Congregación y nos alcance la gracia de saber y querer que somos hijos que buscan solamente hacer la voluntad del Padre.



Don Pascual Chávez V.



1 E. CERIA, Annali della Società Salesiana, SEI 1941, vol. I, pag. 600-601

2 MB XVI, pag. 389; MBe XVI, pág. 328

3 Cf. ACG 380, Proyecto de animación y de gobierno del Rector Mayor y de su Consejo, tercera prioridad y tercera área de animación del sector Pastoral Juvenil (PROMOCIÓN DE LA SOLIDARIDAD Y DE LA JUSTICIA).

4 En otras Cartas hay orientaciones concretas para la resignificación de las presencias (Cf. ACG 385, p. 26; ACG 387, p. 48-50).

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