CARTA_Actas_408


CARTA_Actas_408

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actas
del consejo general
de la sociedad salesiana
de San Juan Bosco
ÓRGANO OFICIAL DE ANIMACIÓN Y COMUNICACIÓN PARA LA CONGREGACIÓN SALESIANA
408 año XCI
núm. septiembre-diciembre de 2010
1.  CARTA DEL RECTOR MAYOR
Don Pascual CHÁVEZ VILLANUEVA
«Yo soy la vid, vosotros los sarmientos» (Jn 15,5)
La vocación a permanecer siempre unidos a Jesús
para tener vida.
03
2. ORIENTACIONES Y DIRECTRICES
2.1  Crónica del Rector Mayor
27
2.2  Crónica del Consejo General
36
3.  DISPOSICIONES Y NORMAS
No se dan en este número)
4.  ACTIVIDADES DEL CONSEJO GENERAL 4.1  Crónica del Rector Mayor
45
4.2  Crónica delos Consejeros Generales
50
5.  DOCUMENTOS Y NOTICIAS
5.1   Saludo del Rector Mayor a los Obispos
salesianos reunidos para el Encuentro 
en Turín-Valdocco
71
5.2   Carta enviada al Santo Padre durante el
Encuentro de los Obispos salesianos en Turín 77
5.3   Carta de agradecimiento del Santo Padre 
al Rector Mayor
80
5.4   Atribución del título de Basílica Menor
al Templo de Don Bosco en el Colle
81
5.5   Mensaje de la Madre General FMA a los SDB 
en la conclusión del Año Sacerdotal
82
5.6   N ombramiento de don Marek Chrzan…
84
5.7   Nuevos Inspectores
85
5.8   Nuevo Obispo salesiano
88
5.9   Nombramiento de don Enrico Dal Covolo… 89
5.10 Nombramiento de don Pier Luigi Cameroni… 90
5.11 H ermanos difuntos
91
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SIGLAS
ACG
Actas del Consejo General
ACS
Actas del Consejo Superior
ADMA Asociación Devotos de María Auxiliadora
AET
Visitaduría de África Etiopía-Eritrea
ARS
Inspectoría de Argentina/Sur
ATE
Visitaduría de África Tropical Ecuatorial
BCG
Inspectoría de Campo Grande (Brasil)
BEAMS Bosco Eastern Africa Multimedia Services
BOL
Inspectoría de Bolivia
BRE
Inspectoría de Recife (Brasil)
BSP
Inspectoría de São Paulo (Brasil)
CEI
Conferencia Episcopal Italiana
CG … Capítulo General…
CIER
Comisión Ibérica Extraordinaria
para la Reestructuración
CIVCSVA Congregación para los Institutos de Vida
Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica
CISBRASIL Conferencia Inspectorial Brasil
CN
Criterios y Normas (Ed. CCS, Madrid 2000)
CNOS Centro Nazionale Opere Salesiane
CNOS/FAP Centro Nazionale Opere Salesiane/
COB
Inspectoría de Colombia (Bogotá)
Const., C. Constituciones de los SDB
CRSFP Centro Regional Salesiano de Formación
Permanente
CS
Comunicación Social
DOSA DOSA Comunicaciones (empresa)
EDB
Edébé (Editorial Don Bosco, Barcelona)
EDULIFE Education For Life
FINMECCAN ICA Potente grupo industrial italiano
de alta tecnología
EE.UU. Estados Unidos de América
FIS
Inspectoría de Filipinas Sur
FMA
Hijas de María Auxiliadora
FRB
Inspectoría Francia y Bélgica Sur
FS
Familia Salesiana
FSCS Facultad de Ciencias de CS
FSDB Formación de los SDB (Editorial CCS,
Madrid 2000)
HHSSCC Hijas de los Sagrados Corazones
ICC
Inspectoría Circunsc. Italia Central
ICP
Inspectoría Circunsc. de Piamonte
ILE
Inspectoría Lombardo Emiliana (Milán)
IME
Inspectoría de Italia Meridional (Nápoles)
INB
Inspectoría de Bombay (India)
INC
Inspectoría de Calcuta (India)
INE
Inspectoría Italia Nordeste (Venecia-Mestre)
INM
Inspectoría de Madrás (India)
INN
Inspectoría de Nueva Delhi (India)
INP
Inspectoría de Panjim (India)
ITM
Visitaduría de Indonesia-Timor
IUS
Instituciones Universitarias Salesianas
LKC
Visitaduría de Sri Lanka
MBe      M emorias Biográficas de san Juan
Bosco, edición española de MB
MEM Inspectoría de México-México
MJS
Movimiento Juvenil Salesiano
MoRD Ministry of Rural Development
MYM Visitaduría de Myanmar (ex Birmania)
OMS
Organización Mundial de la Salud
ONU Organización de Naciones Unidas
OP
Orden de Predicadores (Dominicos)
PAS
Pontificio Ateneo Salesiano
PC
"Perfectae Caritatis"
PDV
"Pastores Dabo Vobis"
PJ
Pastoral Juvenil
PLS
Inspectoría de Polonia Sur (Cracovia)
PNG-SI Papúa Nueva Guinea–Islas Salomón
PO
"Presbyterorum Ordinis"
Prot.
Protocolo
R
Ratio (es la FSDB, ver supra).
R.D.
República Democrática
SCPSA Salesian Conference of Provincials
of South Asia
SDB
Salesianos de Don Bosco
SEI
Società Editrice Internazionale
SLK
Inspectoría de Eslovaquia
SSCC Salesianos Cooperadores
SSCS
Sistema Salesiano de CS
SSE
Inspectoría de Sevilla (España)
SUE
Inspectoría de EE.UU. Este/Canadá
THA
Inspectoría de Tailandia
UCSH Universidad Católica Silva Henríquez
UNG
Inspectoría de Hungría
UNICEF United Nations of International
Children's Emergency Fund
UPS
Universidad Pontificia Salesiana
USG
Unión de los Superiores Generales
VDB
Voluntarias de Don Bosco
ZMB
Visitaduría de Zambia
Central Catequística Salesiana
Alcalá, 166 / 28028 Madrid
Edición extracomercial
Imprime: GRAFISUR, S.L. (Madrid)
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1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
«Yo soy la vid, vosotros los sarmientos»
(Jn 15,5)
La vocación a permanecer siempre unidos a Jesús
para tener vida.
El horror de la pedofilia.– Algunos datos.– A la luz del Evangelio.– «Hermanos,
¿qué debemos hacer?» (Hch 2,37).– 1. Admisión transparente de las responsabili-
dades. 2.— Primado de las víctimas.— 3. Acompañamiento de los transgresores.—
4. Prevención de los abusos.— Según el ejemplo de don Rua.— Conclusión.
Roma, 16 de agosto de 2010
Aniversario del nacimiento de Don Bosco
Muy queridos hermanos:
Os escribo en el día del aniversario del nacimiento de nuestro
amado Don Bosco. Su recuerdo me lleva hasta vosotros en cualquier
parte del mundo donde os encontréis. Esta carta quiere llegar a cada
uno.
En esta ocasión no os hablo de los acontecimientos de los últi-
mos meses. No obstante, deseo recordar el más importante de ellos,
que ha sido, sin duda, el Encuentro con los Obispos salesianos, que
tuvo lugar en Turín del 21 al 25 de mayo. Ha sido una oportunidad y
un don muy apreciado por todos los participantes, que han gozado
de las diversas celebraciones: la Eucaristía en la Catedral de Turín,
con ocasión de la Ostensión de la Sábana Santa; la solemnidad de
Pentecostés en el Colle Don Bosco; la solemnidad de María Auxi-
liadora en Valdocco. Todos los momentos fueron vividos como una
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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, núm. 408
profunda experiencia de salesianidad, caracterizada por la conviven-
cia cordial con el Sucesor de Don Bosco, por el espíritu de familia,
por la gozosa y convencida participación en los diversos aconteci-
mientos, por el redescubrimiento del carisma salesiano como modo
específico para realizar el ministerio episcopal. Por lo demás, estoy
seguro de que habéis podido seguir estos y otros acontecimientos
de la Congregación a través de nuestra página web.
El horror de la pedofilia
Después de mi última carta sobre la Pastoral Juvenil Salesiana,
que considero de gran compromiso, precisamente porque trata del
«corazón de nuestra misión»,1 me propongo ahora compartir con
vosotros, en un tono familiar, como un padre con sus hijos, un te-
ma que últimamente ha sido el centro de atención de los medios
de comunicación y que ha provocado un grandísimo y gravísimo
escándalo. Me refiero a la oleada de ataques sin precedentes contra
la Iglesia, el sacerdocio y la vida consagrada, tras la publicación de
noticias sobre los terribles y horrorosos casos de abusos sexuales
perpetrados contra menores y sobre la forma muchas veces inade-
cuada de su gestión. Son escándalos cuya gravedad reconocemos
y a los cuales es necesario poner remedio con prontitud y eficacia.
«La Iglesia Católica —se ha escrito—, se encuentra ante una de las
crisis más profundas de su historia».2
Iniciada en los años ochenta en Canadá, la publicación de esos
hechos continuó en Estados Unidos durante los años noventa, para
llegar recientemente a Australia, Austria, Bélgica, Francia, Alemania,
Inglaterra, Irlanda, Italia, Holanda y Suiza.3 Los casos documentados
hasta ahora desvelan un fenómeno que tuvo su culminación entre
1 P. Chávez, «Y tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas sin pastor, y se puso a enseñar-
les muchas cosas» (Mc 6,34), La Pastoral Juvenil Salesiana, ACG 407 (2010), pp. 48-49.
2 Editoriale, Scandalo della pedofilia: Dio nelle vittime, “Il Regno” – Regno-doc., núm. 10, 2010,
p. 289.
3 Una breve reseña de hechos y reacciones eclesiales están recogidos en M. E. Gandolfi, Geografia
di una crisi, “Il Regno” – Regno–att., núm. 6, p. 168.
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1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
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1950-1970, pero que ha descubierto episodios acaecidos también
muchos años antes; es posible que salgan a la luz incluso otros he-
chos más recientes. Un verdadero maremoto de noticias —que, la-
mentablemente, no disminuirá con facilidad», se ha abatido contra la
Iglesia y, quizá también, contra nuestra Congregación. Es equivocado
imaginar o, peor aún, reducir estas reacciones sólo a un complot
organizado. La crisis ha puesto de manifiesto que éste es probable-
mente el único caso ante el que la sociedad actual, especialmente la
más laica y secularizada, que con frecuencia es tolerante e incluso
neutral ante los valores morales y religiosos, no está dispuesta a
transigir ni a olvidar, y mucho menos ante la Iglesia Católica.4
Para nosotros, Salesianos, esta crisis es dolorosa y envilecedora de
manera especial. Es dolorosa porque, como miembros de la Iglesia,
no podemos dejar de compartir con el Papa la profunda turbación,
«la vergüenza y el remordimiento»,5 o con las víctimas el espanto y
el sentido de traición que han experimentado con estos «actos peca-
minosos y criminales».6 Es también envilecedora porque, comprome-
tidos como estamos en volver a los jóvenes con el corazón de Don
Bosco para llevarles el Evangelio de Jesús, estas gravísimas culpas
y las reacciones no siempre adecuadas de la autoridad, representan
un verdadero ‘eclipse de la evangelización’: «Han oscurecido, ha es-
crito el Papa, la luz del Evangelio hasta un grado al que no habían
llegado ni siquiera siglos de persecución».7 En fin, para nosotros,
Salesianos, esta crisis es particularmente dolorosa y envilecedora
4 «¿Qué Estado ha realizado una investigación en profundidad sobre el terrible fenómeno, to-
mando, incluso preventivamente, medidas claras y explícitas contra los abusos de pedofilia
presentes entre los propios ciudadanos, en las familias o en instituciones escolares públicas?
¿Qué otra Confesión religiosa se ha movido para descubrir, denunciar y asumir públicamente
el problema, sacándolo a la luz y persiguiéndolo explícitamente? Ante todo, evitemos la insin-
ceridad, es decir, concentrarnos en el limitado número de casos de pedofilia certificados en la
Iglesia Católica, pero no abriendo los ojos ante el drama de una infancia violada y sometida a
abusos con mucha frecuencia y por doquier, pero sin escándalo» (J. Navarro-Valls, Il Papa e lo
scandalo della pedofilia, “La Repubblica”, 1 de abril de 2010, p. 35).
5 Benedicto XVI, Carta pastoral a los católicos de Irlanda, 19 de marzo de 2010, núm. 6.
6 Benedicto XVI, Ibidem, núm.1.
7 Benedicto XVI, Ibidem, núm.4.
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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, núm. 408
porque en ella se han visto involucrados algunos menores, que son
la razón de nuestro ser de consagrados, y como culpables algunos
Salesianos, hermanos por vocación y compañeros de misión.
Estoy profundamente convencido de que podemos, y debemos,
convertir esta crisis en una ocasión de radical purificación, personal
y comunitaria, y de renovado empeño de santidad apostólica. Con
esta carta quisiera ofreceros precisamente las motivaciones e indica-
ros el camino para «vivir cristianamente la prueba».8
Algunos datos
Aunque es verdad, y no hay que olvidarlo, que «el problema del
abuso de los menores no es específico […] de la Iglesia»,9 es absolu-
tamente necesario reconocer el hecho de que en ella «un solo caso
de pedofilia es ya demasiado […]. Tal comportamiento es doblemen-
te condenable cuando quien lo ha puesto por obra ha sido un hom-
bre de Iglesia, un sacerdote, una persona consagrada».10 Dicho esto,
se debe reconocer —y no hay que callar este dato, como, por el con-
trario, hacen los medios de comunicación de masas— que la Iglesia
Católica no es el lugar por excelencia de los pedófilos:11 «los casos
de pedofilia entre el clero son iguales o incluso inferiores a los que
se verifican en otras categorías de personas».12
8 Cardenal A. Bagnasco, Prolusione del Cardinale Presidente alla 61ª Assemblea Generale della
Conferenza Episcopale Italiana, 24 de mayo de 2010, núm. 2.
9 Benedicto XVI, Carta pastoral a los católicos de Irlanda, núm. 2.
10 Mons. M. Crociata, Sguardo alla situazione della Chiesa in Italia. Discorso alla Commissione
presbiterale italiana, Roma, 29 de abril de 2010.
11 Cf. M. Introvigne, Cosa c’ è dietro gli scandali?, “Avvevire”, 22 de marzo de 2010: «Si se compa-
ra a la Iglesia Católica de los Estados Unidos con las principales denominaciones protestantes,
se descubre que la presencia de pedófilos es, según las denominaciones, de dos a diez veces
más alta entre los pastores protestantes respecto a los sacerdotes católicos […]. En el mismo
período en el que un centenar de sacerdotes americanos eran condenados por abusos sexuales
a menores, el número de profesores de gimnasia y entrenadores de equipos deportivos juveni-
les... juzgados culpables del mismo delito por los tribunales estadounidenses, superaba los seis
mil […]. Ateniéndonos a las relaciones periódicas del Gobierno americano, alrededor de dos
tercios de los abusos sexuales de menores no provienen de extraños o de educadores […], sino
de familiares».
12 Mons. M. Crociat, Sguardo alla situazione della Chiesa in Italia.
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1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
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Los datos, impresionantes por la grandeza del fenómeno del abu-
so de menores, están a disposición de todos. A este respecto, se pue-
de ver una relación de la OMS con una estimación de los casos de
abuso de niños y niñas, en diversas formas, relativos al año 2002.13
Más de un millón y medio de niños han sido obligados cada año a
entrar en los circuitos internacionales del abuso sexual, aumentando
una población ya numerosa de diez millones de menores que viven
sujetos a redes de prostitución, trata y turismo sexuales, y porno-
grafía. Según la UNICEF, el comercio sexual es una industria que,
moviendo un circuito de negocios estimado en doce mil millones de
dólares anuales, se configura como la tercera actividad ilegal, des-
pués del tráfico de drogas y de armas.14
Bajo esta verdadera «industria del sexo», existe asimismo una ac-
tiva «cultura del sexo», que con frecuencia es defendida, promovida e
incluso justificada. En una Relación presentada a la Asamblea Gene-
ral de la ONU el 21 de julio de 2009, se hablaba del crecimiento ver-
tiginoso de páginas web on-line de naturaleza pedófila y pornográfi-
ca.15 Por tanto, no hay que maravillarse si «según algunas estadísticas
recientes, una chica de cada tres y un chico de cada siete, padecen
violencias sexuales antes de llegar a la mayoría de edad».16 Además,
hay que recordar que «la mayoría de los abusos (84-90%) tiene lugar
en la familia, y en el 27% por un familiar cercano».17
13 Cf. World Health Organization, Global Estimates of Health Consequences due to Violence
Against Children, Ginebra, 2006.
14 Cf. http://www.intervita.it/IT/condividiamo/news/22_ottobre_2007_-_notizie_di_intervita.aspx.
15 La relación daba la cifra de 261.653 sitios web en 2001; en 2004, tres años más tarde, se ha-
brían convertido fácilmente en 480.000.
16 Cf. "La Repubblica", 24 de agosto de 1989, p. 16.
17 G. Cucci - H. Zollner, Osservazione psicologiche sul problema della pedofilia, “La Civiltà Catto-
lica”, núm. 3837 (1 de mayo de 2010), p. 214.. En Italia, por ejemplo, «en 1999, sobre un total
de 522 personas denunciadas, 357 eran conocidas por la víctima; entre éstas, 338 pertenecían a
su núcleo familiar; en los restantes 165 casos, el autor del reato no era conocido por el menor.
En el año 2000, sobre un total de 621 personas denunciadas, 476 eran conocidas por la vícti-
ma; de éstas, 449 pertenecían a su núcleo familiar; en los restantes 145 casos, el autor del reato
no era conocido por el menor» (M. Piccozzi – A. Zappala, Criminal Profiling. Dall’ analisi della
scena del delitto al profilo psicologico del criminale, Milano, Mc Graw-Hill, 2008, 228).
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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, núm. 407
En general, se puede decir que entre los casos de abusos sexua-
les denunciados, un 30% se refiere a casos de pedofilia;18 otro 30%
a casos de efebofilia y, para el restante 40%, se trata de víctimas
mayores de edad. «Sólo en 2008, en EE.UU. han sido identificados
más de 62.000 actores de abusos de menores, mientras el grupo de
sacerdotes católicos es tan pequeño que ni siquiera son tomados en
consideración como tales».19 Más en concreto, en lo que se refiere a
los abusos llevados a cabo por sacerdotes católicos, de las cerca de
3.000 denuncias presentadas a la Congregación de la Doctrina de
la Fe en el período 2001-2010, sólo 300 casos, el 10%, se referían
a actos de verdadera y propia pedofilia; para el 60% se trataba de
actos de efebofilia y para otro 30% de relaciones heterosexuales.20
Entonces, ¿por qué se habla «casi exclusivamente de casos sucedidos
dentro de la Iglesia Católica, si constituyen poco más del 3% de la
totalidad de los casos denunciados?».21
Aunque las estadísticas referidas a la Iglesia Católica no sean tan
negativas, no es justo defenderse refugiándose en ellas y ni siquiera
recurrir al complot. No hay justificación para una defensa a ultranza:
la pedofilia es siempre «pecado grave y crimen odioso»,22 cuando, ade-
más, es cometido por sacerdotes o religiosos, y es un escándalo sin
comparación. «De hecho, no podemos sorprendernos si la reacción
ante los abusos cometidos por eclesiásticos ha sido tan fuerte […].
18 Hablando estrictamente, pedofilia es la actividad o fantasía sexual que tiene por objeto a niños,
prepúberes, es decir, inferiores a 13 años, por un período de al menos seis meses, realizada por
una persona de edad no inferior a 16 años. Con cierta frecuencia es identifica incorrectamente
con la efebofilia, que es la atracción de un mayor de edad por adolescentes o jóvenes. Cf. Asso-
ciazione Psicologica Americana, Manuale Diagnostico e Statistico dei Disturbi Mentali DSM-IV-
TR, Milano, Masson, 2001, 610 ss.
19 Nota del P. Federico Lombardi sobre los abusos. Dopo la Settimana Santa, tenere la rotta (9 de
abril de 2010). Cf. http//www.vatican.va/resources/resources-lombardi-nota-abusi-it.html
20 Cf. G. Cardinale, Chiesa rigorosa sulla pedofilia. Intervista a Mons. Charles Scicluna, “Avvenire”,
13 de marzo de 2010, p. 5.
21 G. Cucci - H. Zollner, Osservazione psicologiche sul problema della pedofilia, “La Civiltà Catto-
lica”, núm. 3837 (1 de mayo de 2010), p. 219. Según datos oficiales, en Austria, sobre 527
denuncias, sólo 17 se refieren a religiosos (cf. Il Foglio, 16 de marzo de 2010). En Alemania,
según el criminólogo C. Pfeiffer, los sacerdotes involucrados varían entre el 0,1% y el 0,3%
(cf. “Süddeutsche Zeitung”, 15 de marzo de 2010).
22 Cardenal A. Bagnasco, Prolusione alla 61ª Assemblea Generale della Conferenza Episcopale Ita-
liana, núm. 2.
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1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
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La rabia y la amargura tienen una relación significativa con la con-
ciencia de la alta calidad moral del clero, además de con la fiabilidad
mayor ofrecida por nosotros y esperada por los demás, particular-
mente en relación con los menores confiados a nuestros cuidados
y a nuestra responsabilidad educativa. Las expectativas más altas
alimentadas por nuestro ministerio hacen inmensamente más intole-
rable y condenable una traición tan grave y devastadora».23
No nos es lícito fingir que no nos haya pasado nada o que se tra-
te de cuestiones que no nos afectan. También nuestra Congregación
ha quedado involucrada en diversos países, provocando desánimo,
indignación, rabia, pérdida de credibilidad ante una historia, a veces
más que centenaria, de un servicio generoso y calificado en el cam-
po de la educación y de la evangelización de los jóvenes.
Me siento en plena sintonía con el Papa Benedicto, y le estoy
muy agradecido24 por haber afirmado que, aunque en medio de es-
ta tormenta estemos viviendo bajo los ataques del mundo que nos
hablan de nuestros pecados, las vicisitudes de la pedofilia y de los
sufrimientos unidos a ella «provienen precisamente del interior de la
Iglesia, del pecado que existe en la Iglesia»25 misma. «A los cristianos
nunca les han faltado las pruebas, que en algunos períodos y luga-
res adquirieron el carácter de verdaderas y propias persecuciones.
Pero estas pruebas, a pesar de los sufrimientos que producen, no
constituyen el período más grave de la Iglesia. Efectivamente, el da-
ño mayor lo sufre la Iglesia de lo que contamina la fe y la vida cris-
tiana de sus miembros y de sus comunidades, atacando la integridad
23 Mons. M. Crociata, Sguardo alla situazione della Chiesa in Italia.
24 Cf. P. Chávez, Lettera del Rettor Maggiore e dei Salesiani Vescovi al Santo Padre Benedetto XVI,
Turín, 23 de mayo de 2010. El Santo Padre respondió a esta carta con una carta al Rector Ma-
yor, de fecha 14 de junio de 2010, en la cual se expresa así: «Este cuidadoso pensamiento de
solidaridad, manifestado en una circunstancia delicada incluso para toda la Iglesia, ha suscitado
en mi ánimo un profundo reconocimiento, también porque es signo de aquella inmensa co-
munión y de aquel ardiente afecto que los hijos espirituales de San Juan Bosco nutren desde
siempre hacia el Sucesor de Pedro. Por tanto, deseo intercambiar el cortés testimonio, que he
apreciado en alto grado, con la seguridad de mi constante recuerdo en la oración, con la cual
acompaño de buena gana los laudables propósitos de renovación espiritual y de siempre con-
vencida adhesión al Evangelio manifestados, en nombre de todo el Instituto, por Usted y por
cuantos han tomado parte en el significativo encuentro».
25 Benedicto XVI, A los periodistas en el vuelo de Roma a Lisboa, 11 de mayo de 2010.
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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, núm. 408
del Cuerpo místico, debilitando su capacidad de testimonio, empa-
ñando la belleza de su rostro».26
De hecho, «la persecución más grande de la Iglesia no proviene
de enemigos exteriores, sino que nace del pecado en la Iglesia […];
por tanto, la Iglesia tiene profunda necesidad de reaprender la peni-
tencia, de aceptar la purificación, de aprender por una parte el per-
dón, pero también la necesidad de la justicia. El perdón no sustituye
a la justicia».27 Por tanto, «el verdadero enemigo que hay que temer
y combatir es el pecado, el mal espiritual, que a veces, lamentable-
mente, contagia también a los miembros de la Iglesia […]. Nosotros,
los cristianos, no tenemos miedo al mundo, aunque debemos guar-
darnos de sus seducciones. En cambio, debemos temer al pecado y,
por esto, estar fuertemente enraizados en Dios, solidarios en el bien,
en el amor, en el servicio […]. Prosigamos juntos con confianza este
camino, y que las pruebas, que permite el Señor, nos empujen a una
mayor radicalidad y coherencia».28
A la luz del Evangelio
Precisamente por esto, debemos comprender la crisis actual a
la luz del Evangelio. Pero, antes de hacer con vosotros una lectura
evangélica de lo que está sucediendo, para encontrar en ella crite-
rios de verificación y luz de futuro quisiera aludir, aunque sea breve-
mente, al contexto cultural y social en que nos encontramos y a par-
tir del cual escuchamos lo que Dios dice a su Iglesia. Efectivamente,
la Palabra de Dios ilumina las situaciones que estamos viviendo.
Nuestras sociedades, en su mayoría posmodernas, aceptan e
incluso justifican la destrucción de embriones, no considerados se-
res humanos; comercian con óvulos y espermatozoides; consideran
la masculinidad y la feminidad como simples «géneros» culturales;
quieren hacer de la muerte asistida una opción noble; hacen osten-
26 Benedicto XVI, Homilía en la Misa de los santos Pedro y Pablo, 29 de junio de 2010, en
“L’Osservatore Romano” (30 de junio-1 de julio de 2010), p. 8.
27 Benedicto XVI, A los periodistas en el vuelo de Roma a Lisboa, 11 de mayo de 2010.
28 Benedicto XVI, Regina cœli, 16 de mayo de 2010.
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1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
11
tación pública de una concepción de la sexualidad caracterizada por
una invasión real obsesiva; difunden la pornografía como una forma
legítima de diversión. Además, también existen «las posiciones ex-
tremas de quien en el mundo occidental querría conceder de hecho
dignidad política a la práctica de la pedofilia».29 «Por una especie de
perversión de la verdad, nos encontramos ante una confusión ética
de tales proporciones, que la realidad se pierde en el subjetivismo.
Así precisamente vemos que la condena del comportamiento inmo-
ral de los religiosos proviene del mismo ambiente cultural dispuesto
a aceptar cualquier arbitrio del individuo singular. Las razones son
de tipo ideológico, pero también de tipo económico, como demues-
tran los estudios legales americanos que han ganado miles de mi-
llones de dólares gracias al uso despreocupado de la acusación de
pedofilia».30
En este ambiente ha de hacerse inteligible que debemos tener
la capacidad de intus legere la voluntad de Dios sobre nosotros. En
los Evangelios encuentro pasajes que son verdaderamente pertinen-
tes, como el de la elección de los discípulos. Este fragmento pone
de manifiesto, por una parte, el amor de predilección de Jesús ha-
cia aquellos que llama a estar con Él y a compartir su misión y, por
otra parte, la incapacidad de los discípulos de vivir a la altura de la
vocación, a causa del cansancio en el seguimiento de Jesús y de las
desilusiones que Él provoca en ellos. En realidad, uno le traiciona,
otro le niega, todos le abandonan (cf. Mc 14,43-46.52.66-71). Pero es
interesante notar el hecho de que, después de la Resurrección y Pen-
29 Card. A. Bagnasco, Prolusione alla 61ª Assemblea Generale della Conferenza Episcopale Ita-
liana, núm. 4. «El líder de los Verdes en el Parlamento de Europa, Daniel Cohn-Bendit, en
otro tiempo jefe carismático de la contestación, se ha jactado de haber no sólo recomendado
sino practicado sexo con los menores cuando era enseñante... Sartre, la señora de Beauvoir,
Foucault, Jack Lang, ministro francés, firmaron con otros intelectuales un famoso manifiesto
donde, en nombre de la liberación sexual, exigían la despenalización de las relaciones con
menores, comprendidos los niños. En estos maestros revivía una larga tradición europea» (V.
Messori, Un dolore vero per ridare fiducia, “Corriere della Sera”, 19 de abril de 2010, p. 20).
Más casos desconcertante son relatados en G. Cucci - H. Zollner, Osservazione psicologiche sul
problema della pedofilia, “La Civiltà Cattolica”, núm. 3838 (15 de mayo de 2010), pp. 322-325.
30 A. Gaspari, Indagine sulla pedofilia nella Chiesa. Intervista a L. Bertocchi, studioso di storia del
cristianesimo (Zenit, 17 mayo de 2010) 3. Cf. http//www.zenit.org/article-22495?I=italian.
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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, núm. 408
tecostés, la Iglesia no nace de la traición de uno o del abandono de
todos, sino de la fe personal, del testimonio valiente, del ministerio a
tiempo pleno, del martirio de los once.
Hoy como ayer, en la Iglesia y en la Congregación Jesús continúa
llamando y escogiendo a hombres «corrientes», muchas veces frágiles
y miedosos; hoy como ayer, no todos han sido fieles; y los medios
de comunicación de masas pregonan y agigantan estos casos aisla-
dos. Son muchísimos, la gran mayoría, los sacerdotes y los religiosos
que han vivido y viven todavía su fidelidad con alegría y con entrega
total y gratuita y buscan sin descanso la santidad. ¡Lástima que estas
historias —todas de buena gente— hayan sido omitidas por todos o
casi todos en estos días de crisis! Son muchas historias de santidad
cotidiana.
Pero preferiría detenerme un poco en un texto de Juan (15,1-8),
que forma parte de los discursos de despedida de Jesús (Jn 15,1-
16,3).31 En ellos Jesús mismo define la existencia cristiana como
permanecer en Él (Jn 15,1-11), o sea, ser amados por Él (Jn 15,12-17)
y odiados por el mundo (Jn 15,18-16,3). A la alegoría de la vid (Jn
15,1-4. 5-8), Jesús añade la petición de permanecer en Su amor (Jn
15,4.5.7.9.10) y producir fruto (Jn 15,2.4.5.8.16). Los que permanecen
firmes en Él serán amados por Él. Él cortará, separará y destruirá al
que, infecundo, le sea infiel. El discípulo no es infiel cuando y por-
que realiza el mal, sino cuando no produce fruto: la infecundidad
desvela la infidelidad. En cambio, quien permanece en Él, produce
fruto y es amado por Él como Él es amado por el Padre (Jn 15,9).
Resulta un poco insólita la identificación de Jesús con la vid (Jn
15,1.5). Parte integrante del paisaje agrícola en Israel (Num 13,23; 1Re
5,5), la vid era una metáfora del pueblo de Dios. Jesús afirma todavía
más: Él es la vid, la única y la verdadera; su Padre es el viñador (Jn
1515,1); sus discípulos son los sarmientos (Jn 15,2.5). Él es la vid ver-
31 La elección de este fragmento me ha sido sugerida por la lectura de una entrevista aparecida
en la revista española “Vida Nueva”, del P. Carlos Aspiroz, Maestro General de los Dominicos.
Hablando de esta situación de pedofilia en la Iglesia y valorando el encarnizamiento contra
ella, decía que nuestro Dios no es un leñador que hace leña del árbol caído, sino que es un
viñador que poda su viña para que los sarmientos den fruto. Resulta verdaderamente buena
noticia saber que Dios está trabajando hoy para purificar y fortalecer a su Iglesia.
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1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
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dadera, porque no ha defraudado a su Padre, propietario y cuidador,
que trabaja para asegurar fecundidad. Como buen viñador, el Padre
echa fuera al que no produce fruto y poda los sarmientos fecundos,
para que produzcan más y mejor. Quien vive en Cristo se convierte
en el campo de trabajo del Padre, viñador laborioso.
Podados por Cristo, los discípulos, como sarmientos, quedan
limpios: la palabra de Jesús los ha separado del mundo y los ha
centrado en Dios (Jn 15,2). Por tanto, la poda divina se ha realizado
mediante la palabra de Jesús, que los ha separado, purificado y fe-
cundado. Fértiles y limpios, deben permanecer en Jesús (Jn 15,4.5).
A la afirmación central «Yo soy la vid, vosotros los sarmientos» (Jn
15,5), Jesús añade un dato nuevo: quien no permanece en Él, no
sirve para nada; todo lo que emprende, es ineficaz; quien no se
conserva fijo en Él, se seca y se hace inútil; está arruinado, sólo es
bueno para ser quemado (Jn 15,6). Jesús alude a la experiencia de
los discípulos: cuando se han alejado de Él, Le han perdido y se han
perdido. Precisamente por esto conserva fuerza la promesa que si-
gue: permanecer en Él y escuchar Sus palabras conseguirá que sus
deseos se realicen y que les sea concedido lo que piden (Jn 15,7).
Quien guarda las palabras de Jesús será escuchado por su Padre; es-
cuchar lo que nos dice Jesús hace que Dios se ponga a escucharnos.
Os invito a releer los hechos escandalosos de los abusos de
menores a la luz de esta comparación con la que Jesús expresa su
relación con los discípulos.32 A través de lo acaecido, Jesús va diri-
giéndose también a nosotros, sus discípulos. Nos dice que no basta
escuchar, sino que es necesario permanecer en Él: sólo así podrá Él
permanecer en nosotros; sólo así podremos «hacer algo» (cf. Jn 15,5).
Y este algo no es otra cosa que el mandamiento del amor: «Éste es
mi mandamiento: que os améis los unos a los otros como Yo os he
amado» (Jn 15,5). Ésta es la carta de identidad de los discípulos: «En
esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tenéis amor los
unos a los otros» (Jn 13,34-35).
32 Cf. J. J. Bartolomé, Cuarto Evangelio. Cartas de Juan. Introducción y comentario, Madrid, Edi-
torial CCS, 2002, pp. 307-309. Me he valido de este estudio para este comentario al fragmento
evangélico.
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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, núm. 408
Si la misión de Jesús consiste en revelar a Dios y su amor, la úni-
ca forma de hacerla visible y creíble es el amor por los suyos hasta
el final: «Nadie tiene amor más grande que éste: dar la vida por sus
amigos» (Jn 15,13). Ésta y no otra es la misión salesiana, como se lee
en el artículo segundo de las Constituciones: «ser en la Iglesia signos
y portadores del amor de Dios a los jóvenes, especialmente a los
más pobres». Éste es nuestro modo salesiano de convertirnos en dis-
cípulos de Cristo, injertados en Él, cuidados por el Padre. Por tanto,
nada es más contrario a la misión salesiana que hacer lo opuesto,
es decir, «ser signos de nuestro egoísmo en relación con los jóvenes,
especialmente con los pequeños y los más pobres».33 Si la gloria del
Padre es fruto de la comunión con Jesús y del amor recíproco, la ig-
nominia es justamente el egoísmo manifestado en el maltrato, abuso,
violencia sobre menores.
El hecho de que el mundo no aprecie la vida consagrada es la
consecuencia lógica del odio que ha tenido en relación con Jesús,
hasta decidir su muerte. El motivo de este rechazo es la pretensión
de Jesús de venir de Dios y de revelar a Dios a un mundo que tiene
sus propias ideas sobre Cristo y sobre el tipo de relación con Dios.
Si los discípulos acaban haciendo suyas las convicciones del mundo,
entonces el mundo los acogerá, los reconocerá como suyos, y no los
odiará. Jesús, en cambio, ha unido a sus discípulos a Él y, en conse-
cuencia, ha atraído también sobre ellos el odio del mundo. Los discí-
pulos no deberían extrañarse mucho. La suerte del siervo no puede
ser mejor que la de su señor.
Nos sirve de consuelo el hecho de no estar solos: el Padre tra-
baja en nosotros, purificándonos con Su mano «podadora» y siendo
glorificado por nuestra probada fidelidad a Su Hijo. Contamos tam-
bién con el Espíritu Santo, nuestro consolador, abogado y maestro
(Jn 14,15; 16,7). Su inhabitación nos santifica porque nos mantiene
33 Con razón, el Inspector de Alemania, don Joseph Grünner, en carta dirigida a todos los her-
manos, se preguntaba qué debemos hacer hoy para recuperar credibilidad hacia nuestra Ins-
titución, hacia nuestra educación, hacia nuestra misión. Y la respuesta no podía ser otra que
la fidelidad a Don Bosco, a su carisma, a su misión, a su Sistema Preventivo. El único lenguaje
creíble sobre Dios es el amor.
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unidos a Cristo, como sarmientos a la vid; nos robustece en la lucha
contra el mal, contra las provocaciones que provienen de nuestro in-
terior y contra las seducciones que provienen del exterior, nos guía
en la escucha y en la obediencia al Padre para hacer su voluntad.
«Hermanos, ¿qué debemos hacer?» (Hch 2,37)
En Jerusalén, el día de Pentecostés, «judíos de toda nación que
está bajo el cielo» (Hch 2,5) pudieron oír por primera vez el Evange-
lio por boca de Pedro, precisamente el discípulo que poco tiempo
antes había negado hasta tres veces a su Señor (Mc 14,68.70.71; Jn
18,17.25.27). ¡Un discípulo que había renegado de Jesús, fue el primer
evangelizador, y con qué eficacia! Al final de su discurso, los oyentes
le preguntaron: «¿Qué tenemos que hacer nosotros?» (Hch 2,37).
Como un día sucedió a Pedro, errores incluso grandes no pue-
den liberarnos del mandato de predicar el Evangelio (Hch 1,8). Pero
evangeliza el que, como Pedro, se arrepiente antes amargamente (Mc
14,71; Mt 26,75) y, después del examen de amor (Jn 21,15-17), reem-
prende el compromiso de la misión (Jn 21,19). Los pecados persona-
les no son motivo suficiente para abandonar la evangelización, con
tal de que ésta vaya precedida de una verdadera conversión y de
una vuelta al seguimiento de Jesús. ¿Qué hacer, por tanto, queridos
hermanos?
1.  Admisión transparente de las responsabilidades
Como primer paso hacia una imperiosa conversión, debemos
afrontar todo lo que ha sucedido, con coraje y compasión, y sentir-
nos heridos por cada caso particular de violencia contra menores.
Debemos aprender de Benedicto XVI «a no tener miedo de la
verdad, aunque sea dolorosa y odiosa, a no callarla o taparla»34 y «a
hacerse cargo del dolor por las infidelidades, a veces incluso graves»
de algunos hermanos. Por tanto, «para recuperarse de esta doloro-
34 Cardenal A. Bagnasco, Prolusione alla 61ª Assemblea Generale della Conferenza Episcopale Ita-
liana, núm. 3.
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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, núm. 408
sa herida», debemos, en primer lugar, «reconocer ante el Señor, y
ante los demás, los graves pecados cometidos contra muchachos
indefensos».35 «De este dolor brota una toma de conciencia providen-
cial: es necesario vivir ‘una etapa de renacimiento y de renovación
espiritual’ […] y encontrar nuevos caminos para transmitir a los jóve-
nes la belleza y la riqueza de la amistad con Jesucristo en la comu-
nión de su Iglesia».36
2.  Primado de las víctimas
Esta mirada valiente y compasiva debe servir, y es su prueba,
para reafirmar el primado absoluto de las víctimas, cuya confianza
ha sido traicionada y cuya dignidad personal ha sido violada. Nada
puede borrar el mal que se les ha infligido y es comprensible que en-
cuentren dificultades, a veces insuperables, para perdonar a los agre-
sores y para reconciliarse con la Iglesia o con la Congregación. Por
tanto, no cabe duda alguna, y menos excusas, en el reconocimiento
de que los abusos «hieren en un nivel personal profundo». Nos en-
contramos ante personas que hay que tutelar, «que piden principal-
mente ser comprendidas y acompañadas, con respeto y delicadeza, a
lo largo de un itinerario paciente de recuperación y de reconciliación
ante todo consigo mismas y con su historia».37 Además de darles a co-
nocer «nuestro dolor, nuestro profundo pesar y la cordial cercanía»,38
las víctimas necesitan justicia y solidaridad. Aquí radica el reto.
Las directivas claras y urgentes, impartidas hace tiempo por la
Santa Sede y recientemente revisadas y actualizadas,39 deberán guiar
35 Benedicto XVI, Carta pastoral a los católicos de Irlanda, núm. 2.
36 Cardenal Tarcisio Bertone, Intervento nell’ incontro sacerdotale sull’ attualità e belleza del celi-
bato, Ciudad del Vaticano, 6 de junio de 2010.
37 Cardenal A. Bagnasco, Prolusione alla 61ª Assemblea Generale della Conferenza Episcopale Ita-
liana, núm. 2.
38 Cardenal A. Bagnasco, Idem.
39 Congregazione per l’Educazione Cattolica, Orientamenti educativi per la formazione al celiba-
to sacerdotale, Roma, 11 de abril de 1974; Ibidem, Orientamenti per l’ utilizzo delle competenze
psicologiche nell’ ammissione e nella formazione dei candidatii al sacerdocio, Roma, 29 de
junio de 2008. Congregazione per la Dottrina della Fede, De delictis gravioribus Congregationi
pro Doctrina Fidei reservatis, Roma, 18 de mayo de 2001. Y últimamente: Congregazione per la
Dottrina della Fede, Normae de gravioribus delictis, Roma, 15 de julio de 2010.
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1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
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el esfuerzo de total transparencia en la individualización y en el
contraste de comportamientos y responsabilidades y en la firme de-
terminación de llegar a la verdad hasta las necesarias disposiciones,
una vez certificados los hechos. Ya en 2006 el papa Benedicto XVI
había pedido a los obispos de Irlanda que «establecieran la verdad
de lo que había sucedido en el pasado, que tomaran todas las medi-
das idóneas para evitar que se repitiera en el futuro, que aseguraran
que los principios de justicia fueran plenamente respetados y, sobre
todo, que cuidaran de las víctimas y de todos los que han sido afec-
tados por estos enormes crímenes».40
Sabiendo que la responsabilidad de los casos es de competencia
de cada Inspectoría, debemos recordar que, en el ámbito de nuestra
Congregación, desde 2002 (19 de julio) habían sido transmitidas a
los Inspectores por el Rector Mayor con su Consejo orientaciones
respecto al problema de los abusos de menores.41 Posteriormente,
en 2004, el Vicario del Rector Mayor, en nombre del mismo Rector
Mayor con su Consejo, en carta del 24 de mayo dirigida a los Ins-
pectores, indicó disposiciones concretas sobre la gestión de estos
problemas, señalando el procedimiento que seguir y las normas que
adoptar, sobre la base del protocolo transmitido a los Ordinarios
diocesanos y religiosos por la Congregación de la Doctrina de la Fe.
3.  Acompañamiento de los transgresores
No podemos olvidar a los transgresores: nos pertenecen, como
miembros de nuestra Iglesia y como compañeros nuestros por vo-
cación y misión. Han traicionado «la confianza que depositaron en
ellos muchachos inocentes y sus padres», «han violado la santidad
del sacramento del Orden sagrado, en el que Cristo se hace presen-
te» y no han mantenido fidelidad a su alianza personal con Dios en
la consagración religiosa. «Junto al incalculable daño causado a las
víctimas, se ha causado un gran daño a la Iglesia y a la percepción
40 Benedicto XVI, Discurso a los Obispos de Irlanda en visita ad limina (28 de octubre de 2006).
41 Entre las orientaciones estaba indicado que cada Inspectoría crease «una Comisión a propósito
para la gestión de los casos de abuso señalados, para asistir al Inspector en su tarea».
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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, núm. 408
pública del sacerdocio y de la vida religiosa».42 Pero no han de ser
dejados solos; como Jesús, y justamente con Él, venido para llamar
no a los justos sino a los pecadores (Mc 2,17), los tomamos a nuestro
cargo y aceptamos la responsabilidad ante Dios y ante los hombres
de ser «custodios de estos hermanos nuestros» (cf. Gn 4,9).
Ejercemos esta custodia ayudándoles y pidiéndoles que reconoz-
can sus pecados y que «respondan de ello ante Dios omnipotente,
como también ante los tribunales debidamente constituidos», puesto
que «la justicia de Dios exige que rindamos cuentas de nuestras ac-
ciones sin esconder nada».43 Los acompañamos para que asuman la
responsabilidad de los crímenes cometidos y para que expresen su
arrepentimiento; estamos cercanos a ellos también con la oración y
con nuestra simpatía, durante todo su recorrido de corrección y de
comportamiento, hasta que reconozcan abiertamente sus culpas y se
sometan a las exigencias de la justicia, sin desesperar jamás de la mi-
sericordia de Dios ni de nuestra fraternidad. En los casos en que se
hiciese necesario un procedimiento penal, animaremos a las víctimas
a presentar instancia y al acusado a ofrecer su total colaboración.44
El abuso de menores es crimen, enfermedad y pecado. «Una
persona que abusa de menores necesita simultáneamente la justicia,
la cura y la gracia. Las tres cosas son necesarias, y sin confusiones
o mistificaciones entre ellas. La pena infligida por el delito no cura
automáticamente ni concede el perdón, como, a la inversa, el perdón
del pecado no cura automáticamente la enfermedad ni sustituye a la
42 Benedicto XVI, Carta pastoral a los católicos de Irlanda, núm. 7.
43 Benedicto XVI, Ibidem.
44 La situación legal no es uniforme. En algunos países de cultura jurídica anglosajona, pero no
sólo, el Ordinario, Obispo o Superior religioso, que llega a conocimiento de reatos cometidos
por sus propios súbditos, fuera del sigilo sacramental, está obligado por ley a denunciarlos a
la autoridad judicial. Aunque «se trata de un deber difícil, porque estos Obispos (o Superiores
religiosos) están obligados a cumplir un gesto comparable al realizado por un padre que de-
nuncia a su propio hijo…, en estos casos hay que respetar la ley». Si, por el contrario, el Ordi-
nario no está legalmente obligado a la denuncia, debe «dirigirse a las víctimas para invitarles
a denunciar a aquellos sacerdotes de quienes hayan sido víctimas», además de prestarles «toda
la asistencia espiritual, pero no sólo espiritual» (G. Cardinale, Chiesa rigorosa sulla pedofilia,
“Avvenire”, 13 de marzo de 2010, p. 5).
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1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
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justicia, y, de igual manera, la cura no sustituye a la pena, y mucho
menos puede perdonar el pecado».45
4.  Prevención de los abusos
No basta con reparar las injusticias del pasado y con afrontar
las propias responsabilidades legales del abuso de los menores. La
actual crisis, «causada por las faltas que nosotros mismos hemos
cometido en cuanto Iglesia», y también en cuanto Congregación,
«es una posibilidad que nos viene ofrecida para acercarnos a Dios»,
«para descubrir a Jesús todavía más cercano de cuanto hubiéramos
imaginado».46 Esto nos impulsa justamente a una conversión más hu-
milde y radical a Dios y a los hermanos y a una presencia evangeli-
zadora más valiente, y lleva consigo una verdadera «etapa de renaci-
miento y de renovación espiritual».47 Pero, ¿cómo hacer, hermanos?».
Permitid que os lo diga con total franqueza, aunque sea brevemente.
Dice el Santo Padre: «No se puede negar» que algunos de no-
sotros, especialmente llamados al servicio de la autoridad, hemos
«faltado a veces gravemente en la aplicación de las normas del De-
recho Canónico codificadas desde hace tiempo sobre los crímenes
de abusos de chicos» y que «se han cometido serios errores al tratar
de las acusaciones». Aún concediendo que, dada la complejidad de
los hechos y la implicación afectiva de los involucrados, sea difícil
«obtener informaciones fiables y tomar decisiones justas […], se debe
admitir que se cometieron graves errores de juicio y que hubo defi-
ciencias de gobierno».48 En nombre de la Congregación, de todos los
Salesianos y en el mío personal, como el Papa Benedicto XVI y con
él, «también nosotros pedimos insistentemente perdón a Dios y a las
45 Cardenal A. Bagnasco, Prolusione alla 61ª Assemblea Generale della Conferenza Episcopale Ita-
liana, núm. 2.
46 T. Radcliffe, Venite a me, voi che siete oppressi”, “Il Regno”, núm. 1076-Regno-att. núm. 7, 2010,
pp. 201-202.
47 Benedicto XVI, Carta pastoral a los católicos de Irlanda, núm.13.
48 Benedicto XVI, Carta pastoral a los católicos de Irlanda, núm.11. Dicho con mayor claridad:
«Quien ha favorecido actitudes de indulgencia o prácticas de remoción, no ha aplicado nunca
directivas de la Iglesia, sino acaso las ha traicionado, confundiendo la debida reserva con una
cobertura cómplice» (Mons. M. Crociata, Sguardo alla situazione della Chiesa in Italia).
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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, núm. 408
personas afectadas, mientras queremos prometer que haremos todo
lo posible para que este abuso no pueda tener lugar nunca jamás».49
En consecuencia, me comprometo, y comprometo a la Congre-
gación entera, además de a manifestar «dolor por el daño realizado
a las víctimas y a sus familias», a impulsar y «coordinar un esfuerzo
concertado para asegurar la protección de los muchachos en re-
lación con crímenes semejantes en el futuro»,50 en todas nuestras
obras y en los servicios que prestamos. Hemos nacido para «ser en
la Iglesia signos y portadores del amor a los jóvenes, especialmente
a los más pobres» (Const. 2) y estamos destinados de modo especial
a guiarles y servirles. Para que los jóvenes se sientan a gusto entre
nosotros, acompañados y tutelados, para que nuestras instituciones
sean su casa y no encuentren en ella nada ni nadie que temer, nos
empeñamos en recuperar y hacer florecer la «cultura de la castidad»,
que caracterizó profundamente el pensamiento y la obra de Don
Bosco.
Conociendo como él que esta gran virtud, «a la que hacen corona
todas las demás […], es muy asediada por el enemigo de nuestras
almas, porque sabe que, si logra arrebatárnosla, podemos decir que
el negocio de nuestra santificación está arruinado»,51 tomo también a
pecho repensar y reforzar las medidas de prevención vigentes en la
Congregación. En sintonía con los procedimientos revalidados por la
Santa Sede, pido a las Inspectorías que elaboren y pongan en prácti-
ca un protocolo de protección de los menores, que lo hagan conocer
y aplicar por los Salesianos y por todos los colaboradores laicos im-
plicados en nuestras obras.
Coincido también en que «todas las instituciones que están des-
tinadas a niños y jóvenes atraen a personas que buscan un contacto
ilícito con los menores»; y «esto vale para las asociaciones deportivas,
para las estructuras de asistencia a los jóvenes y, naturalmente, tam-
49 Benedicto XVI, Homilía en la Misa de conclusión del Año Sacerdotal, 11 de junio de 2010.
50 Benedicto XVI, Carta pastoral a los católicos de Irlanda, núm.2.
51 J. Bosco, “A los socios Salesianos”, Constituciones y Reglamentos, Salesianos de Don Bosco,
Madrid, Editorial CCS, 2010, p. 215.
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bién para las Iglesias».52 Por esto, siento como un indeclinable deber
mío seguir más de cerca, a través del Consejero de Formación, el
largo camino de discernimiento de las vocaciones a la vida salesiana,
comprobar —sirviéndose incluso de las mejores conquistas de las
ciencias humanas—, si los procedimientos para determinar la idonei-
dad de los candidatos son adecuados o no, y asegurar su oportuna
y correcta actuación para prevenir situaciones no compatibles con
la elección de Dios y con la entrega al prójimo. Sé muy bien que la
escasez actual de vocaciones podría llevar tal vez a la «tentación de
aceptar con facilidad a personas afectadas por problemas que con
el tiempo se han revelado devastadores […]. Lamentablemente, los
dolorosos hechos de estos años llevan a reconocer que el examen
y la propuesta formativa no siempre han estado a la altura de estos
requerimientos.53
Mi preocupación no acaba con la seguridad de la idoneidad de
los candidatos a la vida consagrada y al sacerdocio. Entre los ele-
mentos que dieron origen a la presente crisis, Benedicto XVI ha
señalado una «insuficiente formación humana, moral, intelectual y
espiritual».54 Además de comprobar la autenticidad de las vocacio-
nes, deberíamos comprometernos más en el acompañamiento de
los Salesianos consagrados, sacerdotes y coadjutores, «con el fin de
que el Señor los proteja y los guarde en situaciones penosas y en
los peligros de la vida».55 Para una eficaz prevención, me compro-
meto, finalmente, a repensar y reformular una formación integral y
madura de los hermanos y del personal en nuestras instituciones
educativas y pastorales, incluso desde el punto de vista de la sexuali-
dad; siempre ha sido un reto no fácil, máximamente en un contexto
cultural y social marcado por un pansexualismo omnipresente y por
una secularización militante. «En el fondo se trata de redescubrir y
reafirmar el sentido e importancia del significado de la sexualidad,
52 M. Lútz, La Chiesa e i bambini, “L’Osservatore Romano”, 17 de febrero de 2010, p. 4.
53 G. Cucci – H. Zollner, Chiesa e pedofilia. Una ferita aperta. Un approccio psicologico-pastorale,
Milán, Ancora, 2010, p. 10.
54 Benedicto XVI, Carta pastoral a los católicos de Irlanda, núm. 4.
55 Benedicto XVI, Homilía en la Misa de conclusión del Año Sacerdotal.
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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, núm. 408
de la castidad y de las relaciones afectivas en el mundo de hoy, en
formas muy concretas y no sólo verbales o abstractas. ¡Qué gran
fuente de desorden y de sufrimiento pueden resultar de su violación
o infravaloración!».56
Escribiendo una Carta Circular desde Roma, como lo hago también
yo, «sobre el modo de promover y conservar la moralidad entre los
jovencitos que la Divina Providencia tiene la bondad de confiarnos», el
5 de febrero de 1874, Don Bosco decía a sus hijos de la casa de Turín:
«Si queremos promover las buenas costumbres en nuestras casas, debe-
mos ser maestros de ello con nuestro buen ejemplo. Proponer a otros
una cosa buena, mientras nosotros hacemos lo contrario, es como
aquel que en la oscuridad de la noche quisiera iluminar con una vela
apagada […]. Las buenas costumbres no se promueven de este modo,
sino que se da ocasión para hacer el mal, se da escándalo». Y continua-
ba con una observación actualísima y severa: «La voz pública lamenta
a menudo hechos inmorales sucedidos con ruina de las costumbres y
escándalos horribles. Es un gran mal, es un desastre; yo pido a Dios
que disponga las cosas de tal modo que se cierren todas nuestras casas
antes de que sucedan en ellas desgracias como éstas».57
Queridos míos, fijaos cómo, recurriendo a Don Bosco, a su pa-
labra y a su acción, podemos encontrar luz y ánimos para afrontar
los retos actuales. Queda muy claro lo que quiere decirnos nuestro
amado Padre: para conservarse castos, nuestros jóvenes tienen nece-
sidad de nuestra castidad, vivida en la alegría de la entrega a ellos;
sin nosotros, llamados por vocación a ser educadores y maestros y
a vivir, por ello, lo que proponemos a los jóvenes, no sabrán cómo
autorrealizarse ni tendrán valor para comprometerse a vivir castos.
Y más todavía, y ésta es una cosa que no deberíamos olvidar nunca:
Don Bosco habría preferido no tener obras para los jóvenes si esto
hubiera sido el precio para salvar de los abusos a un solo joven.
Amaba más la santidad de sus jóvenes que la existencia de su obra.
¿Cómo no amar a este Padre y Maestro?
56 Nota del P. Federico Lombardi sobre los abusos (29 de abril de 2010).
57 MBe X, p. 1015.
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1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
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Según el ejemplo de don Rua
En este punto no puedo dejar de recordaros los conocidos y
dolorosos «escándalos de Varazze» y el modo ejemplar con que
don Rua los afrontó. Se trataba de una acusación falsa de pedofilia,
acaecida en julio de 1907, «una verdadera y propia empresa diabó-
lica, destinada a demolir la Congregación Salesiana». De hecho, la
noticia recorrió como la pólvora toda Italia, con títulos muy graves
en los periódicos, y con tales reacciones que las obras salesianas de
Sampierdarena, Alassio, Savona, Faenza, Florencia y otros lugares
fueron tomadas como punto de mira por grupos de exaltados. Sólo
en junio de 1908 el tribunal de Savona reconoció la total inconsis-
tencia de las acusaciones presentadas contra los Salesianos y pasa-
ron otros dos años, hasta el 2 de agosto de 1910, para que el mismo
tribunal juzgase fundada su querella por calumnia y difamación
pública.
En un primer momento, don Rua se sintió deprimido y dolido,
lloró y rezó viendo cómo era atacada la Congregación. Una vez
repuesto, reaccionó con energía ante el Ministerio del Interior de
Italia. Pero, sobre todo, donde expresó su sentimiento más profun-
do, es en las Actas de las reuniones del Consejo Superior. El 5 de
agosto don Rua, después de haber recordado «el punto crítico en
que nos encontramos, tal vez el más crítico que haya atravesado la
Congregación, haciendo abstracción de la malignidad de los hom-
bres», añadió que «se quiere descubrir en todo esto una advertencia
del Cielo, por el Venerable Don Bosco, y querría aprovechar para
purificar cada vez mejor nuestras casas, eliminando a los indignos y
alejando la ofensa de Dios, último fin de la obra de Don Bosco. El
Señor don Rua propone ante todo que, en la aceptación al novicia-
do, a la profesión y a las Sagradas Órdenes, se proceda muy despa-
cio y con todas las cautelas».58
58 Verbali del Capitolo Superiore, 5 de agosto de 1907, en FdR 4247 11.
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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, núm. 408
Para conocer mejor al personal de las casas, era necesario poner
en marcha una inspección general. Según las Actas fueron tomadas
cuatro decisiones, que producen estupor por haber sido tan valien-
tes como actuales:
1. Alejar de la compañía de los jóvenes a aquellos (sean sacer-
dotes, clérigos o coadjutores – profesos, novicios o fámulos) que se
hayan manchado por moralidad o malos tratos.
2. Dar otra ocupación a aquellos Directores que no son aptos pa-
ra desempeñar el cargo, sobre todo para la dirección de los herma-
nos y la vigilancia de los jóvenes.
3. Reducir el número de Inspectores para poder así tener mayor
abundancia de buenos Directores y confesores, de los que se siente
gran necesidad.
4. Anunciar dentro del año 1907-1908, casi contemporáneamente,
una visita general a todas las casas de la Congregación a fin de con-
trolar el verdadero estado moral, disciplinar, económico de toda la
Congregación […].
El Señor don Rua añade que cuando existan acusaciones de in-
moralidad es necesario que los Superiores locales atiendan muy a
fondo sobre la gravedad de la falta y que lo notifiquen rápida y ade-
cuadamente, para que se puedan tomar las decisiones que se estimen
oportunas, entre las cuales cita la de hacer deponer el hábito talar
cuando el culpable sea un clérigo todavía no ordenado in sacris».59
En el año en que celebramos el centenario de su muerte, don
Rua nos anima y nos inspira en la ardua tarea que tenemos delante.
Después de aquellas resoluciones, dedicó algunas reuniones en el
Consejo Superior a encontrar los caminos para poner en práctica las
decisiones tomadas y otras para reunirse con todos los Inspectores.
Don Rua nos sirve de ejemplo, patrono e intercesor.
59 Verbali del Capitolo Superiore, 5 de agosto de 1907, en FdR 4247A 11-12.
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1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
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CONCLUSIÓN
Queridísimos hermanos, os he escrito con el corazón en la mano
y con la mano en el corazón, dejándome iluminar por el fragmento
del Evangelio de Juan, en el que Jesús nos habla como amigos, no
nos llama siervos, nos desvela los secretos del Reino y nos invita a
permanecer en Él, como el sarmiento en la vid, para tener vida y ser
fecundos.
Deseo que esta carta y las orientaciones propuestas nos ayuden
a todos nosotros, nos ayuden a volver a Don Bosco y a la alegría de
vivir como testigos de una auténtica cultura de la castidad y nos ins-
piren acciones concretas y líneas programáticas de futuro.
A todos vosotros mi afecto y mi bendición.
Pascual Chávez Villanueva, SDB
Rector Mayor
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