Actas_1991_335.ACG


Actas_1991_335.ACG

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del consejo generai
afio LXXII - enero-marzo de 1991
n. 0 335
organo oficial
de animaci6n
y comun1.cac1.o, n
para la
congregaci6n salesiana
Direzione Generale
Opere Don Bosco
Roma

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1.3 Page 3

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del consejo generai
de la sociedad salesiana
de san juan bosco
ORGA NO OFI CIAL DE ANI MACION Y CO M UNICACI ON PARA LA CONG REGACION SALESIANA
N. 0 335
ano LXXII
enero-marzo de 1991
1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
2. ORIENTACIONES Y DIRECTRICES
3. DISPOSICIONES Y NORMAS
4. ACTIVIDAD DEL C. GENERAL
5. DOCUMENTOS Y NOTICIAS
Pagina
MIRAMOS CON VIVO INTERÉS
AL PRESBiTERO DEL DOS MIL
3
2.1. La comunidad salesiana locai 40
2.2. El Misal propio de la familia
sales iana
46
2.3. Solidarios con Don Bosco en
el Este
55
Papel especial de coordinacion en
el Proyecto Àfrica
58
4.1 . De la cronica del Rector Mayor 60
4.2. De la cronica del C. Generai
5.1. Nuevos inspectores
65
5.2. Nuevo obispo salesiano
70
5.3. Hermanos difuntos
71

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Centrai Catequistica Salesiana
Alcala, 164 - 28028 Madrid
Edici6n extracomercial
Imprime : Gràficas Don Bosco - Arganda del Rey (Madrid)

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1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
Miramos con vivo interés al presbitero del dos mii
lntroducci6n. - El 150° aniversario de la ordenaci6n sacerdotal de Don Bosco .- Sinodo '90: for-
maci6n del sacerdote en las circunstancias actuales. - La claridad valiente de los padres sinoda-
les. - Originalidad absoluta del sacerdocio de la Nueva Alianza. - Consagraci6n bautismal y mi-
nisterio ordenado.- EI delicado tema del religioso presbftero. - San Juan Bosco: sacerdote y
"fundador para los j6venes. - Necesidad urgente de mejorar la formaci6n salesiana. - El XXIII Ca-
pitulo Generai y nuestro crecimiento pastoraI. - Gratitud al presbitero y oraci6n a Maria por él.
Roma, 8 de diciembre de 1990,
Solemnidad de la Inmaculada Concepci6n
de Santa Marfa,
Quen"dos hermanos:
I. Educar a los 16venes en
la fe: XXIII Capftulo
Generai, Ed . ccs; Ma-
drid 1990, num . 222.
Que el nuevo afio sea para todos tiempo de in-
tensificaci6n del espfritu de san Juan Bosco en los
corazones. Asi podremos hacer, dfa tras dfa y de
forma gradual, que sean realidad las perspectivas
pedag6gico-pastorales del XXIII Capitulo General.
Dése imponancia al dfa de la comunidad 1. En
su reuni6n comunitaria, espacio vital de formaci6n
permanente, convendra decir corno oraci6n lo que
confiesa el documento capitular en su numero 95:
«Creemos que Dios ama a los j6venes ... Creemos
que Jesucristo quiere compartir su vida con los j6ve-
nes ... Creemos que el Espfritu Santo se hace pre-
sente en los j6venes ... Creemos que Dios nos esta
esperando en los j6venes para ofrecemos la gracia
del encuentro con él y disponernos a servirle en
ellos ... ». Al rezar entero juntos este texto, crecere-
mos en la caracteristica experiencia que nos hace
considerar el momento educativo corno lugar privi-
legiado de nuestro encuentro con Cristo.
Quisiera exhonar a inspectores y directores a que

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL N. 0 335
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insistan en la formaci6n permanente, a fin de que
el 'da mihi animas' sea no solo el lema que nos
caracteriza, sino también, y sobre todo, el clima ideal
para la buena salud en las casas o, corno deda el
beato Felipe Rinaldi, el pulm6n de nuestro respirar
por las almas 2•
Para favorecer este clima, considero que sera iitil
invitaros a reflexionar sobre el reciente acontecimiento
eclesial del Sinodo de los Obispos sobre la forma-
ci6n sacerdotal, pues todo acontecimiento verdade-
ramente eclesial es , por sf mismo , acontecimiento
de familia. Es un tema que, corno Congregaci6n ,
nos m. teresa por var1.0s mou.vos.
2. Cf. Actas del Comejo
Generai, num. 332.
enero-marzo de 1990,
pigs. 38-4 1.
El 150° aniversario de la ordenacion sacerdotal
de Don Bosco
Esta , ante todo , una conmemoraCion significativa
que nos invita a considerar una vez mas los orfge-
nes hist6ricos de nuestro carisma: el pr6ximo 5 de
junio se cumplen los ciento cincuenta afios de la
ordenaci6n de Don Bosco. Es una fecha particular-
mente incisiva en la vida de nuestro Fundador, que
él preparo y dese6 con toda su alma y que nos
ayuda a entender mejor su coraz6n pastora!. El mo-
do de profundizar nuestra misi6n juvenil y popular
es hacerlo a uavés de la peculiar fisonomfa sacerdo-
tal de san Juan Bosco.
Si , por otro lado , contamos los salesianos j6venes
que aspiran y se preparan en nuestra Congregaci6n
para el ministerio sacerdotal , entre posnovicios , tiro-
cinantes y esrudiantes de teologfa llegamos a la con-
siderable cantidad de mas de ues mil; si afiadimos
los cerca de cuatrocientos cincuenta novicios que ca-
minan hacia al presbiterado , tenemos un total de
tres mii quinientos . Son cifras que acucian nuesua
grave responsabilidad ante la Iglesia y nos hacen pen-

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5
3. Constituciones 22 .
4. Constituciones 49.
'i. Constituciones 12 I.
6. Constituciones 4.
1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
sar en las innumerables expectativas de amistad con
Cristo que laten -quiza anonimamente- en el co-
raz6n de los j6venes. Es un numero que también
abre a un profundo sentimiento de gratitud y de
alegrfa intima y humilde si lo vemos corno una se-
fial mas que consistente de la bondad y voluntad
de Dios para que siga adelante y crezca el carisma
de nuestro Fundador, pues , corno dicen las Consti-
tuciones , «toda llamada manifiesta que el Sefior ama
a la Congregaci6n, la quiere viva para el bien de
su Iglesia y no cesa de enriquecerla con nuevas ener-
gfas apost6licas» 3.
Nacimos del coraz6n ardoroso de Don Bosco sa-
cerdote; compartimos con él una misi6n pastora! que
se interesa por la vida de fe de los j6venes y de
los ambientes populares; vivimos y trabajamos
juntos 4, animados, sostenidos y orientados en el
ambito mundial, inspectorial y local por un herma-
no que se inspira constantemente en su celo sacer-
dotal «por la gracia del ministerio presbiteral y la
experiencia pastora!»5.
El sembiante de nuestra Congregaci6n tiene una
fisonomfa originai, en cuyos rasgos el sacerdocio, vi-
vido en fraterna complementariedad de salesianos
laicos y sacerdotes, es nota constitutiva de su identi-
dad . Somos una comunidad de «clérigos y laicos
que viven la misma vocaci6n en complementarie-
dad fraterna» 6.
El tema tratado en el Sinodo nos afecta, pues ,
de cerca.
Pero ademas, y sobre todo, nos sumerge de for-
ma vital , junto con todos los creyentes, en el inefa-
ble misterio de Cristo, en el centro mas intenso de
su amor y de su misi6n . Nos lleva a los aconteci-
mientos de la Pascua y a su mediaci6n celeste de
Resucitado que intercede sin cesar por nosotros ante
el Padre. La actividad liturgica de la Iglesia tiene
su rafz en él y, por medio de la Eucaristfa, incorpo-

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL N. 0 335
6
ra diariamente nuestro trabajo y nuestra vida a su
sublime acto sacrifica!, que permanece definitivamen-
te en el cielo corno cum bre del amor humano de
la historia.
Todo esto nos estimula con fuerza a ver el Sfno-
do corno un hecho providencial para mejorar la ca-
lidad espiritual de la vida de salesianos y comuni-
dades. Queremos demostrar que no tiene consisten-
cia la hiriente afirmacion de que enrre nosocros ha-
brfa «muchos sacerdotes , pero poco sacerdocio». Se
trata obviamente de una paradoja; pero la sola sos-
pecha de que pudiera tener algo de verdad nos duele
e impulsa a una seria revision.
El reciente Sfnodo, aunque considerado aquf solo
en su forma inicial, sefiala una orbita segura para
alcanzar una cota mas elevada.
Sinodo '90: formacion del sacerdote
en las. circunstancias actuales
Hemos seguido este octavo sfnodo ordinario de
los obispos a través de los periodicos. No basta. Que-
remos acercarnos a él un poco mas, a fin de leerlo
desde dentro. Comencemos con algunos datos que
sirven para situar mejor nuestro punto de observacion.
El Sfnodo '90, largamente preparado y con apor-
taciones de las conferencias episcopales, tuvo lugar
en el Vaticano del 30 de septiembre al 28 de octu-
bre . Paniciparon doscientos treinta y ocho padres
sinodales, diecisiete peritos y cuarenta y tres audito-
res y auditoras de diversas nacionalidades. Habfa cua-
tro prelados salesianos: el cardenal Rosalfo Castillo
y los obispos Oscar Rodrfguez, Basilio Mvé y Juan
Albeno Mata . Por primera vez estaba completa la
participacion de los episcopados del Este europeo,
y entre los grupos lingiifsticos figuro también el es-
lavo, integrado por ucranios, checoslovacos, un le-

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7
1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
ton, un bielorruso, yugoslavos y polacos. La narra-
cion de algunos obispos acerca de las vicisitudes d~
sus Iglesias suscito emocion y arranco aplausos. As'i,
por ejemplo, monsefior Alejandro Todea, metropo-
litano de Fagaras y Alba Julia (Rumania), describio
con fuerte realismo los sufrimientos causados por la
persecucion: mii afi.os de carcel para obispos, sacer-
dotes y fìeles, siete obispos muertos en prision, y
una dictatorial y opresiva organizacion atea de la
sociedad.
El tema de estudio del S'inodo era: «La forma-
cion de los sacerdotes en las circunstancias actuales».
Tras cuatro intensas semanas de trabajo , se formu-
laron cuarenta y una proposiciones , entregadas al
Papa -junto con otras aportaciones- , para que es-
criba la correspondiente exhortacion apostolica post-
sinodal.
Dichas proposiciones son, mas que propuestas sin-
téticas, temas bien defìnidos que contienen indica-
ciones para su desarrollo posterior. Presentan breve-
mente los contextos culturales en que viven los fìe-
les y una vision de lo que piensan los pastores acer-
ca de la evolucion de la sociedad; tratan, después,
de las vocaciones y de su discernimiento, del sacer-
docio comun en el pueblo de Dios y de la identi-
dad y mision de servicio del presbftero, de los me-
dios y contenidos de la formacion inicial, de la im-
portancia de la formacion permanente y de otros
problemas inherentes a la vida sacerdotal.
Hay que recordar, especialmente , el informe del
proprefecto de la Congregacion de Educacion Cato-
lica, monsefior Pfo Laghi, sobre la situacion actual
de las vocaciones: recuperacion lenta y dificil en Euro-
pa y Norreamérica, pero desarrollo constante y
aumento diferenciado en Africa, en el resto de Amé-
rica y en la zona asiatica.
Evidentemente, en el centro de todo -es el as-
pecto que mas nos interesa- esta la consideracion

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL N. 0 335
8
del sacerdocio de la Nueva Alianza en sus dos as-
pectos de consagracion bautismal, es decir, del sa-
cerdocio comun a todos los fieles, y de ministerio
ordenado , o sea, el propio de los presbfteros y
obispos.
Lastimosamente, la prensa no presento, en gene-
ra!, los valores y la riqueza renovadora de este Sfoo-
do; por distintas razones, ni siquiera era facil hacer-
lo . No pocos diarios y revistas de inspiracion mis
o menos laicista, aferrados a sus habituales argu-
mentos de salon, dieron valoraciones superficiales,
tras una informacion escasa o nula, y juicios mis
bien negativos.
Nuestros contactos directos con los padres sinoda-
les llevan, en cambio, a otra valoracion muy distin-
ta: convergencia extraordinaria de los participantes
y serena perspectiva de futuro . El secretario , monse-
fior Juan Schotte, en la ultima conferencia de pren-
sa hablaba de «fuerte convergencia» y de «fraterna
colegialidad efectiva y afectiva». Por su parte, el car-
denal Danneels , arzobispo de Bruselas, que habfa
participado en varios sfoodos anteriores, afirmo que
consideraba éste corno e1 mejor de todos los que
habfa conocido .
Podemos subrayar también dos aspectos caracte-
rfsticos del clima sinodal. El primero es que casi
dos tercios de los obispos era la primera vez que
asistfan a un sfoodo, y la mayorfa no habfa tornado
parte en e1 Vaticano II (solo unos veinte); de modo
que pudo decir monsefior Schotte que podfa consi-
derarse el primer sfoodo verdaderamente posconci-
liar. A pesar de ello, en él brilla una robusta fideli-
dad a los grandes principios del Vaticano II.
El segundo aspecto es la optica de esperanza, fruto
de la fe en la actuacion del Espfritu Santo en favor
de las vocaciones y la santidad del clero. Los padres
sinodales estuvieron siempre por encima de las ten-
denciosas y reiterativas constataciones propagandfsti-

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2.1 Page 11

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9
1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
cas de debilitamiento y retroceso sociologico, y mas
alla del fantasma del envejecimiento, pues ha sido
un sinodo asomado a la juventud de la Iglesia, sin
sentir ningun género de desconfianza en su caminar
bacia el tercer milenio.
Por su parte, el Papa quiso destacar explkitamente
los frutos espirituales de la vocaci6n al sacerdocio
ministerial beatificando a dos presbfreros beneméri-
tos : José Allamano, antiguo alumno de Valdocco ,
y Anibal Marfa de Francia.
Resumiendo, pues, podemos decir que la ultima
asamblea sinodal ha sido un acontecimiento rico en
esperanza, cuyo fundamento es la plenitud de fe
en la presencia y poder del Espfritu Santo que re-
nueva el sacerdocio en la Iglesia.
La claridad valiente de Ios padres sinodales
Monsefior Schotte , al hacer una evaluaci6n global
del Sinodo, se refiri6 , entre otras cosas, a la «clari-
dad valiente» en dar una respuesta apropiada a las
diveFsas teorfas y dudas surgidas acerca de la identi-
dad del ministerio sacerdotal y, por tanto , acerca
de la formaci6n del presbfrero. En efecto , hace afios
que circulan opiniones que hablan de renovar el
ministerio a panir de principios sociol6gicos, y afir-
man que ha de considerarse corno una funci6n co-
munitaria y no una consagraci6n sacramenta!. Se-
mejante interpretaci6n funcional pretenderfa dejar
al margen la doctrina tradicional del sacerdocio mi-
nisterial , y concebirfa el ministerio corno una fun-
ci6n que brota de la comunidad locai. El presbite-
rado , asi, no estarfa vinculado a un caricter indele-
ble ni a la ley del celibato, sino abieno a todos,
y tendrfa una gran variedad de formas segun las
exigencias culturales de iugar y tiempo . Ya no de-
berfa ser, pues, una mediaci6n sacra, de la que di-

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL N. 0 335
10
cen que tiene encima de si una incrustaci6n de po-
der y dignidad que ha ido penetrando en ella a
lo largo de los siglos, sino un servicio simplificado
que responda a las exigencias actuales de la sociali-
zaci6n humana mediante una participaci6n de la
base que manifieste, de hecho, la comuni6n y co-
rresponsabilidad democratica de rodo el pueblo de
Dios. La identidad del ministerio, pues, habrfa que
buscarla mas en las leyes de la sociedad humana
que en la referencia sacramentai a Cristo; asi, se
cuestionarfa incluso la sucesi6n apostolica, para im-
piantar en la Iglesia una estructura ajerarquica.
No hay que maravillarse de que esce tipo de ceo-
rfas, junto a los grandes cambios socioeclesiales ocu-
rridos, haya producido una crisis de identidad sacer-
dotal. De ahi que entre las circunstancias actuales
haya que incluir precisamente -también y sobre
rodo- la necesidad de esclarecerJa identidad sacer-
dotal.
Ademas de la confusi6n creada por dichas teo-
das, circulan también ciertas tomas de posici6n me-
todol6gicas sobre el proceso de formaci6n que, en
algunos casos con la mejor intenci6n del mundo,
prefieren la praxis del situarse en frontera, en me-
dio de los destinatarios, sin respecar -en varios ca-
sos y de hecho- el método de la gradualidad, las
exigencias espirituales de la incorporaci6n ministe-
rial al sacerdocio de Cristo y las competencias espe-
dficas de la misi6n pastora!.
Asi pues, los padres sinodales debfan conside-
rar entre las circunstancias actuales del tema estudia-
do también, y antes de nada, estas difìcultades de
fondo.
Desde esce punto de vista, el Smodo puede consi-
derarse una profecfa llegada muy a riempo en favor
del sacerdote del dos mii. iSe sentfa necesidad de
ella!
Hubo cambién sin duda, durante las cuatro se-

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11
1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
7. L'Osservatore Romano,
12 de occubre de 1990.
8. Roma. 14 de mayo de
1978.
manas de trabajo, limitaciones en el estudio del te-
ma, que en si mismo era ya muy extenso. Casi solo
se habl6 del sacerdote diocesano, y no se dijo mu-
cho sobre las interpelaciones de las situaciones pas-
torales de nuestra época. De todos modos , hay que
tener también en cuenta que existe una variedad
tan amplia de carismas sacerdotales y de contextos
socioculturales, que era imposible afrontar todo en
riempo tan breve .
A nosotros nos interesa recordar aquf la interven-
ci6n del cardenal Juan-Jer6nimo Hamer, prefecto de
la Congregaci6n de institutos de vida consagrada.
Dijo: «En los institutos religiosos clericales, el ejerci-
cio del ministerio sacerdotal penenece a la naturale-
za de dichos institutos . Para los religiosos sacerdo-
tes, el ejercicio del orden sagrado no es, pues, un
elemento externo afiadido a una vida religiosa ya
completa. Esto es muy imponante en diversos as-
pectos , pero especialmente en el terreno de la for-
maci6n. Todo superior mayor tiene la responsabili-
dad de mantener perfectamente unidas la forma-
ci6n para el presbiterado y la formaci6n para la vi-
da religiosa , de acuerdo con la identidad [carisma]
de su instituto»7.
Son consideraciones que nos van a servir aquf pa-
ra algunas reflexiones paniculares acerca de la origi-
nalidad de nuesua Congregaci6n. Es natural que sea-
mos nosotros los encargados de afrontar los aspectos
de la indole propia de nuestro carisma.
De- todas maneras, en el Sinodo hay una propo-
sici6n sobre las relaciones entre sacerdotes seculares
y religiosos, para insistir en la imponancia del do-
cumento «Mutuae relationes» 8, y varias sobre la im-
plicaci6n pastora! derivada concretamente del terri-
torio (Iglesias particulares y conferencias episcopales)
que requiere directrices para los religiosos ; también
se recuerda e! signifìcado eclesial del presbiterio pa-
ra todos los sacerdotes. Esperamos que la exhona-

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL N. 0 335
12
cion apostolica del Papa nos regale alguna oriema-
cion mas.
Por otro lado, el tema de las circunstancias actua-
les se va a tratar, aunque con un enfoque mas am-
plio, en algunas reuniones episcopales proximas: si-
nodo especial para Europa en 1991, cuana Asam-
blea del Episcopado latinoamericano en 1992 y si-
nodo especial para Africa en 1993.
El mismo Santo Padre reconocio la necesidad de
continuar en tal sentido la reflexion comenzada en
este sinodo. En la alocucion del 27 de octubre, al
concluir la ultima asamblea generai, el Papa, des-
pués de hablar de la imponancia suma de la for-
macion sacerdotal, dijo : «Los problemas recordados
afectan a la Iglesia universal. La reflexion debe con-
tinuar y proseguir de acuerdo con las oriemaciones
dadas en la asamblea sinodal, con miras a su apli-
cacion segun las diversas situaciones de las Iglesias
locales. Esta prosecucion es normai en la logica de
la actividad sinodal, que solo dari todos sus frutos
en las realizaciones que inspire y orieme» 9.
9. l 'OJiervatore Romano,
28 de ocrubre de 1990.
Originalidad absoluta del sacerdocio
en. la Nueva Alianza
Indudablemente el emerger de los signos de los
tiempos, la nueva relacion de la Iglesia con el mun-
do y las exigencias de renovacion del ministerio or-
denado procedemes de las tareas de la nueva evan-
gelizacion exigen una atenta y profunda reflexion
sobre la naturaleza y ejercicio del sacerdocio cristia-
no, que el concilio de Tremo, por especiales con-
tingencias historicas, no pudo ilustrar en toda su
amplitud . Imeresa enormemente, a todo el pueblo
de Dios , la claridad y ceneza sobre uno de los as-
pectos mas vitales y constitutivos de la Iglesia. Te-
ner una vision de fe acerca de la idemidad sacerdo-

2.5 Page 15

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13
10. Hebreo1 7. 16.
I I. Hebre01 7, 14.
12. Hebreo1 9. 28 .
1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
tal significa percibi.r a fondo , en la medida de lo
posible , el misterio de Cristo . Si se tiene clara su
identidad, resultara mas facil buscar nuevas modali-
dades de ejercicio ministerial sin correr graves peli-
gros de desviaci6n .
El punto de referencia al que acudieron los pa-
dres sinodales para esta reflexi6n fue la doctrina con-
tenida en los grandes documentos del Vaticano II .
No estara de mas recordar aqur sus lrneas funda-
mentales , que debedan ser alimento cotidiano de
la contemplaci6n de nuestra fe .
La noci6n del sacerdocio cristiano en la Nueva
Alianza no penenece a la concepci6n propia de las
religiones, que limitan su sacerdocio al ambito de
lo sagrado y de lo ritual. En la Nueva Alianza es
un dato hist6rico que emerge directamente del hom-
bre Jesucristo con sus acontecimientos pascuales de
salvaci6n . No es , por tanto, una expresi6n religiosa
de sacralidad, ya que se funda en un acontecimien-
to ocurrido en una fecha y en un lugar y que afecta
a toda la realidad del hombre, hasta el punto in-
fluir de hecho en la significaci6n global de su exis-
tencia y de su vocaci6n de persona en la creaci6n.
El Cristianismo, mis que de religi6n, vive de fe;
en él solo hay un verdadero sacerdote y un unico
sacrificio eficaz: Cristo y su Pascua.
Cristo es sacerdote «no en virtud de una legisla-
ci6n carnal, sino en fuerza de una vida imperecede-
ra»10. Desde el punto de vista religioso de la tra-
dici6n hebrea Jesucristo era, didamos hoy , seglar.
«Es cosa sabida que nuestro Sefior naci6 de Juda,
y de esa tribu nunca habl6 Moisés tratando del sa-
cerdocio» 11 . También es unico su sacrificio, y se rea-
liza en los acontecimientos hist6ricos de su pasi6n,
muene y resurrecci6n. «Se ofreci6 una sola vez»12 ,
y no en un templo o en un lugar sagrado, sino
en la colina del Calvario, corno acontecimiento so-
cial de condena en el patibulo de la cruz. De ahi

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL N. 0 335
14
pas6 de una vez para siempre al verdadero santua-
rio, donde fue sentado a la derecha de Dios pa-
ra ejercer la mediaci6n definitiva. «Su tabernaculo
es mas grande y mas perfecto: no hecho por ma-
nos de hombre, es decir, no de este munda crea-
do» 13 . La pasi6n y la muene son en Cristo expre-
si6n del mayor amor que un hombre pueda demos-
trar, y .la resurrecci6n lleva este sacrificio supremo
ante el Padre de forma perenne y continuamente
acttva.
Nunca ha existido ni podra existir un sacerdocio
mas original que éste. Afecta -hemos dicho- a
la realidad del hombre desde lo intimo de su natu-
raleza y de su devenir en la historia. Cristo es sacer-
dote en cuanto hombre. Como hombre pascual es
el segundo Adan , es decir, cabeza de la estirpe del
hombre nuevo , cuyo misterio revela, y le renueva
.segun la plenitud de sus posibilidades corno rey de
la creaci6n ; le restituye de hecho la dignidad de
liturgo del universo , que habfa perdido con el pe-
cado del primer Adan. Si, el hombre estaba llama-
do, desde el primer acta creador, a ser el intérprete
del munda ante Dios; la verdadera liturgia debfa
ser el hombre viviente con su conocimiento, con
su gratitud, con su fraternidad y con toda su histo-
ria. jQué desastre produjo el pecado! Solo Cristo ,
con su unico e indefectible sacerdocio, pudo reha-
bilitar maravillosamente (i«mirabilius»!) al hombre
y reponerlo en su dignidad y vocaci6n . Su sacerdo-
cio , pues , forma pane del conjunto de una antro-
pologfa objetiva y completa, que deberfa interesar
a todo hombre y a todas las culturas.
Este sacerdocio de Cristo , aun siendo unico , no
es una realidad aislada, corno si él fuera su héroe
exclusivo; al contrario, es la expresi6n de la solidari-
dad mas profonda y universal, del primogénito en-
tre sus muchos hermanos, verdadera cabeza del cuer-
po de toda la humanidad: en él y por él esta el
13 Hebreo, 9, 11.

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15
1. CARTA DEL RECTOR MA YOR
sacerdocio y el sacrificio del hombre, de todos los
hombres .
Consagracion bautismal y ministerio ordenado
14 . lumen gentium 10 .
Para alcanzar el objetivo de implicar a todos, Cristo
instituy6, corno tramite visible para quien cree en
él, la sacramentalidad de la Nueva Alianza, es de-
cir, la mediaci6n de signos (personas y cosas) porta-
dores de su Pascua. Envi6 después al Espfritu Santo
para que con la suavidad de su poder fuera incor-
porando en el pueblo de Dios uno a uno a todos
los hombres y los hiciera actuar en la historia corno
signos persona del hombre nuevo.
El Sefior quiso para todos un sacerdocio comiin,
que transformara la vida persona! en hostia grata,
y toda la historia en liturgia del hombre viviente.
«Los bautizados, en efecto, son consagrados por la
regeneraci6n y la unci6n del Espfritu -Santo corno
casa espiritual y sacerdocio santo, para que, por me-
dio de toda obra del hombre cristiano, ofrezcan sa-
crificios espirituales y anuncien el poder de aquel
que los llam6 de las tinieblas a su admirable luz.
Por elio, todos los disdpulos de Cristo, perseveran-
do en la oraci6n y a labando juntos a Dios, ofréz-
canse a sf mismos corno hostia viva, santa y grata
a Dios, y den testimonio por doquiera de Cristo,
y a quienes lo pidan den también raz6n de la espe-
ranza de la vida eterna que hay en ellos» 14 .
jMeta sublime!
Para que este sacerdocio comun sea visible y ac-
tiie, el Sefior hace presente su unico sacrificio pas-
cual mediante la sacramentalidad de la celebraci6n
eucarfstica. El sacerdocio comiin introduce a cada
generaci6n, con las obras de su amor, en el acto
supremo de la liturgia de la cruz.
Tiene raz6n el Concilio cuando proclama que «la

2.8 Page 18

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL N. 0 335
16
liturgia [y propiamence la Eucaristfa) es la cumbre
a la que tiende la actividad de la Iglesia y, al mis-
mo tiempo, la fuence de donde mana toda su fuer-
za» 15. Las tareas de evangelizacion y las fatigas
apostolicas se ordenan, de por sf, a esto: a partici-
par en el sacerdocio de Cristo, a luchar a su lado
para vencer el mal, a amar corno él amo y a mani-
festar en la vida lo que sacramentalmente se experi-
meota con la fe. Por consiguience, el sacerdocio co-
mun, el que debemos vivir todos en cuanto disci-
pulos del Sefior y miembros vivos de su Cuerpo,
es la expresion suprema de la dignidad humana,
la reintegracion en su mision de hombre en el mun-
do , la modalidad historica para sentirse implicados
en la redencion y en la salvacion.
Para hacer real esta participacion universal en el
sacerdocio de Cristo , instituyo el ministerio ordena-
do. Lo hizo eligiendo y consagrando a los Doce ,
que perduran por los siglos a través de la sucesion
apostolica. El sacramento del Orden consagra a sus
sucesores (los obispos) proveyéodoles de una potes-
tad especial de servicio para hacer posible el ejerci-
cio del sacerdocio de la comunidad: él mismo los
llama y los habilita mediante la uncion del Espfritu
Santo.
Los presbfteros, a su vez, son ordenados corno
colaboradores del Episcopado y reciben, al ser con-
sagrados, una participacion en la potestad sacramentai
del Orden que los habilita para servir a la comuni-
dad mediante dos actividades complementarias en-
tre sf: la de actuar en la persona de Cristo Cabeza
mediante el ministerio de la palabra , la actualiza-
cion sacramentai del unico sacrificio pascual en la
Eucaristfa y la administracion de los sacramentos de
salvacion; y, ademas, la de actuar en la persona de
la Iglesia, representandola ante Dios y dedicaodose
a sus hijos con el amor y solicitud de un esposo
fìel y emprendedor.
15. Sacrosanctum Conci-
/rum 10.

2.9 Page 19

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17
1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
16· Lumen gentium 11 0.
l 7. Lumen gentium io .
La potestad que le viene del Orden al sacerdote
no es un poder de tipo sociologico que se impone
a sus fieles con una dignidad superior, sino un ser-
vicio imprescindible, instituido por Cristo, para el
funcionamiento del sacerdocio comun.
Con raz6n , pues, se dijo sintéticamente en el Si-
nodo que el sacerdocio ministerial pertenece a los
elementos constitutivos de la Iglesia; se refiere si-
multaneamente a Cristo y a la Iglesia; es decir, a
Cristo en cuanto cabeza, pastor y esposo de la Igle-
sia. El ministerio, por tanto, no es solo el desem-
pefio de una funci6n organica en la Iglesia, sino
también una entrega de sf mismo a los bautiza-
dos con miras a su vida y actividad de fe en la
historia .
Todo esto nos hace pensar no solo que el sacer-
docio ministerial se ordena constitutivamente al sa-
cerdocio comun 16 , sino que en el coraz6n del pres-
bitero la caracterfstica espiritual de su ministerio es-
pedfico es tener una conciencia y un sentir interior
que le vinculen inseparablemente a toda la porci6n
del pueblo de Dios a que ha sido enviado. Si hay
una incrustaci6n verdaderamente deletérea que hay
que eliminar en un ministro ordenado, serfa la mo-
dalidad clericalista (de la que no faltan ejemplos
en la historia) que lo llevara a actuar corno duefio
y sefior en el pueblo de Dios; es alga que no con-
cuerda en absoluto rnn el Cristo buen pastor, Sier-
vo de Yahvéh . El presbitero que adoptara tal mo-
dalidad demostrarfa que no ha entendido el sacer-
docio de la Nueva Alianza.
Quien hace posible la autenticidad constitutiva y
espiritual del sacerdote (presbitero y obispo) corno
«ministro de la comunidad»17 es el Espfritu Santo,
que da eficacia a la consagraci6n del Orden e in-
funde en el coraz6n una peculiar caridad pastora!
acompafiada de diferentes carismas seguo las necesi-
dades del pueblo de Dios. Es muy importante este

2.10 Page 20

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL N. 0 335
18
aspecto de diversificaci6n en la caridad pastora! en
relaci6n con las multiples necesidades de la gente .
Se ve, por tanto, que en los presbfteros hay una
identidad comun de fondo, pero se halla diferen-
ciada por dones pastorales que comportan una mul-
tiplicidad de formas en el servicio ministerial. Si a
esta diferenciaci6n le afiadimos las necesidades pro-
pias de los destinatarios a 4ue son enviados deter-
minados grupos de presbfteros, se comprende clara-
mente que su identidad ministerial no puede des-
cribirse de forma unfvoca, sino que han de conside-
rarse las exigencias que proceden del Espfritu Santo
y las derivadas de los tiempos y de las necesidades
de los destinatarios.
Con raz6n, pues, el tema del Sfnodo alude tam-
bién a las circunstancias actuales, que hay que estu-
diar continuamente, ya que el tipo de formaci6n
que se dé tiene que referirse también a la modali-
dad concreta de ministerio que el presbftero va a
realizar para responder a las necesidades humanas.
Una vez descrita sintéticamente la identidad del
presbftero , los padres sinodales insisten en la inte-
rioridad peculiar que debe impregnar su identidad
ministerial. Es obvio que entre ministerio y persona
hay una distinci6n clara; no obstante, dado que el
ministerio sacerdotal no es una simple funci6n in-
termitente , sino que comporta una consagraci6n es-
pecial de la persona mediante el caracter permanen-
te del Orden , se crea en el presbftero una fuerre
conexi6n entre ministerio y persona, vivificada por
la caridad pastora! , que vincula la persona al minis-
terio en lo fntimo de su coraz6n, suscitando en él
los sentimientos del Buen Pastor. El presbftero no
es un funcionario de horario convenido, sino un con-
sagrado a tiempo pieno e incluso a existencia piena:
ibasta mirar a los Ap6stoles!
La insistencia en esta interioridad especrfica tiene
una importancia extraordinaria, porque va refirien-

3 Pages 21-30

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3.1 Page 21

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19
1 CARTA DEL RECTOR MA YOR
do el alma del presbitero al Padre rico en misericor-
dia, a Crisro sacerdote eterno, al Esp:iriru Santo, fuen-
te de la caridad pastoral, a la comunidad eclesial,
de la que se hace siervo, al obispo y al Papa cuyo
diligente colaborador es, y a los restantes presbiteros
de la Iglesia particular en la que actua y con los
que forma un presbiterio fraterno._
Pero, puesto que su sacerdocio ministerial esta al
servicio del pueblo de Dios, su interioridad ex.ige
necesariamente la formaci6n en la bondad, en el
perd6n, en el servicio, en el discernimiento de los
corazones, en la sensibilidad de las necesidades aje-
nas, en el ardor misionero, en su responsabilidad
en la edificaci6n de la comunidad, en el espfritu
de iniciativa, en el valor y sacrificio, en la compren-
si6n y comunicaci6n de la palabra de Dios, en la
lecrura de los signos de los tiempos, en el testimo-
nio de las bienaventuranzas, en las ex.igencias de
la solidaridad y la justicia; en una palabra, en vivir
personalmente una fe que trabaja incansablemente
por la fe del pr6jimo: tal formaci6n -digo- cons-
tituye sin duda la meta a que debe llegar el estilo
de vida evangélica de los presbiteros.
Esta formaci6n espiritual supone, evidentemente,
una maduraci6n humana y cristiana concreta, una
no indiferente preparaci6n intelectual y, sobre todo,
una consciente y creciente voluntad pastora! en rela-
ci6n con las circunstancias actuales.
El delicado tema del religioso presbitero
El Sinodo centro su atenci6n, corno dedamos, en
el presbitero diocesano; pero esta claro que, en el
fundamento de una interioridad propia de la iden-
tidad de un ministerio substancialmente idéntico en
todos los presbiteros, cabe la posibilidad de rasgos
espirituales y pastorales diferenciados entre si, segun

3.2 Page 22

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL N. 0 335
20
la pluralidad de los carismas con que el Espfritu
Santo va enriqueciendo el ejercicio del ministerio.
Asr ha surgido a lo largo de los siglos una conver-
gencia variada y complementaria de fisonomras di-
versas que hacen mas atractivo , ductil y apropiado
el ejercicio del ministerio, que por otra parte es cons-
titutivo de una Iglesia que no solo esta «pronta pa-
ra la obra del ministerio en la edificacion del cuer-
po de Cristo, [sino también] adornada con la varie-
dad de dones [para manifestar asr] la multiforme
sabidurfa de Dios» 18 .
Es aqur donde podemos reflexionar sobre la fiso-
nomfa sacerdotal propia de los miembros de los ins-
titutos de vida consagrada que canonicamente -es
decir, con término técnico- se definen corno cleri-
cales; en ellos -recordo en el aula sinodal el carde-
nal Hamer- el ejercicio del ministerio pertenece,
con modalidad peculiar para cada uno, a la natura-
leza de su carisma. Es un dato de hecho que tiene
mucha importancia en la Iglesia y en la vida de
los institutos.
Es un tema delicado sobre el que no se ha refle-
xionado aun directa y suficientemente. El Sfoodo
lo dejo abietto, pero reconocio su existencia y relie-
ve al decir que se han de intensificar las mutuas
relaciones entre presbfreros religiosos y seculares. Ade-
mas, puede afirmarse incluso que se inspiro en al-
gunos aspectos de la practica formativa seguida en
los institutos religiosos para determinar ciertas ini-
ciativas de renovacion encaminadas a mejorar la for-
macion del sacerdote diocesano .
En nuestra Congregacion, hemos hecho ya algu-
nas reflexiones sobre el tema del salesiano sacerdo-
te, especialmente al insistir en la calidad pastora!
de la mision salesiana.
Sabemos que la consagracion propia de nuestra
profesion religiosa tiene su rarz en la dignidad bau-
tismal y nos hace crecer en la fe y en el discipulado
18. Cf. Perfectae caritatis
1.

3.3 Page 23

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21
1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
19. Cf. Comtitucione, 2.
20. Cf. Comtitucione, 3.
21. Cf. Comtituciones 44 .
22 . Cf. Constituciones I21.
23 . Cf. Constituciones l.
de Cristo con un peculiar espfritu salesiano ;para ser
signos y portadores del amor de Dios a los
jovenes 19. Con razon expresamos esta caracteristica
espiritual poniendo el término 'salesiano' corno subs-
tantivo de base: todo profeso es asi salesiano presbi-
tero o salesiano laico. Hemos puesto de relieve el
impacto que produce la mision juvenil y popular
en toda nuestra identidad , basta el punto de carac-
terizar no solo la vida religiosa corno «consagracion
apostolica»20 , sino también de determinar que el
sujeto de la mision, mas que el simple individuo ,
sea la comunidad 2 1, una comunidad cuyo sembian-
te presenta una fisonomfa de imprescindible com-
plementariedad entre presbitero y coadjutor, animada
y servida, en calidad de gufa, por un hermano enri-
quecido con los dones del Orden 22 .
Para el salesiano presbitero eso significa que en
él, por un lado , la consagracion presbiteral es asu-
mida, cualificada y vivificada por el espfritu y mi-
si6n propios de la profesion salesiana y, por otro ,
que asegura , enriquece y hace fecunda la identidad
pastora! de su vocacion y de la de toda su comu-
nidad .
Pero hay mas . Si analizamos historicamente co-
rno naci6 y se desarroll6 nuestro carisma, veremos
que broto , por obra del Espfritu Santo y con la
intervenci6n materna de Maria 23 , del coraz6n apos-
tolico de un presbitero diocesano , Juan Bosco, que
se inspiraba en el celo y bondad pastora! de un
obispo residencial de frontera , san Francisco de Sa-
les . Un carisma, pues, que hunde vitalmente sus
raices historicas en el celo sacerdotal del ministerio
ordenado , intima y explkitamente vinculado al ejer-
cicio del sacerdocio comun de un sinfin de colabo-
radores .
En nuestra Congregacion todo socio es , ante to-
do, miembro de la comunidad salesiana, que de
hecho y en su originalidad, consta de eclesiasticos

3.4 Page 24

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL N. 0 335
22
y laicos, iguales en dignidad y complememarios en
la tarea pedag6gico-pastoral 24 .
De la convicci6n que rodo salesiano debe tener
de ser miembro vivo y corresponsable de una co-
munidad que se caracteriza por esca peculiaridad ca-
rismatica, nace una conciencia y memalidad de com-
plementariedad, por la que todo socio siente en si
la indispensabilidad de la mutua y enriquecedora
relaci6n entre dimensi6n sacerdotal y dimensi6n lai-
ca!. «Asi -os deda en una circular a la que acabo
de aludir- el salesiano sacerdote .. ., por la fuerza
comunional de su misma salesianidad, debe sentirse
espontaneamente referido al coadjutor; y el salesia-
no coadjucor debe experimentar otro tanto hacia su
hermano sacerdote ...
Nuestra vocaci6n, radicalmente comunitaria, exige
una comuni6n efectiva no solo de fratemidad entre
las personas, sino también -y de un modo alta-
mente significativo- una mutua referencia de sus
dos componentes fundamentales» 25 . En el coraz6n
de cada socio, en cuanto salesiano, resuena el recla-
mo vocacional hacia el otro tipo de hermano que
constituye la comunidad.
No es que la dimensi6n sacerdotal sea exclusiva
de los salesianos presbiteros y la dimensi6n laica!
de los coadjucores , pues la comunidad salesiana no
es la suma mas o menos anifìcial de dos categorias
de socios que se esfuerzan por convivir juntos, sino
que lo que hay que afirmar es que en el coraz6n
de rodo salesiano vibran a la vez ambas dimensio-
nes, subrayadas de modo distinto por los dos tipos
de vocaci6n salesiana, pero intimamente unidas en-
tre si por la propia naturaleza carismatica: el presbi-
tero cultiva también, corno buen salesiano, la di-
mensi6n laica! de la misi6n comunitaria, y el coad-
jutor cultiva igualmente, corno buen salesiano, la
dimensi6n sacerdotal de la misi6n comun.
Asi se entiende por qué ambas dimensiones son
24 . Cf. Acta, del Comejo
Supenar, num. 298.
ocrubre-diciembre de
1980 .
25 . Ibidem, pags. - 5-6 .

3.5 Page 25

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23
1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
26 . Cf. Mutuae relationes
Il.
simultaneamente imponantes en la preparacion y rea-
lizacion del proyecto educativo-pastora!: sin la di-
mension laical perderiamos el aspecto positivo de
sana secularidad que nos caracteriza en la opcion
de las mediaciones educativas; sin la dimension sa-
cerdotal nos expondriamos a perder el caracter pas-
tora! de todo el proyecto. Si se rompe el equilibrio
de la complementariedad, podriamos caer, por una
pane, en una especie de activismo social pragmatis-
ta y, por otra, en un trabajo pastora! demasiado
genérico , que ya no serfa la mision auténtica de
san Juan Bosco.
El Sinodo nos invita a ver con claridad el signifi-
cado global de nuestra mision y a captar donde se
situa la sintesis vital que asegura la identidad de
nuestra consagracion apostolica.
Por esto nos interesa tanto el tema del Sinodo.
También nosotros, en la Congregacion pensamos ,
de forma armonica con los obispos, en corno debe
ser claramente el presbitero del dos mil. Queremos
colaborar, corno auténticos salesianos, en el creci-
miento de la fe en la nueva época historica que
esta comenzando. A nuestro lado miran con espe-
ranza los miembros de la familia salesiana y, sobre
todo, un numero creciente de jovenes que se sien-
ten atraidos por el corazon amigo de san Juan Bos-
co sacerdote.
Por eso , ya desde ahora nos proponemos sacar
luz y directrices de la exhonacion apostolica que pu-
blique el Papa, a fin de proceder cada vez con ma-
yor seriedad y esfuerzo en el creci.rniento del sacer-
docio comun en nuestra Congregacion y, panicular-
mente, en la formacion del salesiano sacerdote, te-
niendo claras la originalidad y las exigencias de nues-
tro carisma. jEs la Iglesia la que nos quiere
genuinamente fieles a la identidad de nuestra indo-
le propia! 26
Quiero concluir este imporrante punto recordan-

3.6 Page 26

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL N. 0 335
24
do que la intensidad de la caridad pastora! y, consi-
guientemente, el grado de santidad no dependen,
de por si, ni del ministerio ordenado ni de los di-
versos servicios de corresponsabilidad apostolica, si-
no unicamente de la vitalidad interior del sacerdo-
cio comun que nos une a Cristo, es decir, de la
vida de fe, esperanza y caridad con que se realicen
todos los ministerios y servicios. La vida de gracia,
es decir, de caridad pastora!, tiene -corno dice santo
Tomas de Aquino- un valor que en si mismo su-
pera a las cosas creadas. Todos seremos juzgados se-
guo nuestro amor. En la Jerusalén del cielo ya no
necesitaremos Biblia, ni obispos ni presbiteros, ni
magisterio, ni sacramentos, ni coordinaci6n, ni un
sinnumero de servicios imprescindibles aqui en la
historia. Por eso, ya ahora, en la comunidad ecle-
sial, el orden de las realidades institucionales, jerar-
quicas y operativas pasa a segunda linea (si cabe
hablar asi; basta pensar donde se coloc6, en la cons-
tituci6n «Lumen gentium» el capitulo del pueblo
de Dios), freme al misterio que sirven y revelan
a quien vive la fe . La santidad depende del grado
de participaci6n y comuni6n con la vida trinitaria.
La intensidad de la santidad la vemos representada
en Maria; la autenticidad ministerial , en Pedro. Am-
bos son grandes santos; sin embargo, en ellos ve-
mos que el grado de santidad no se identifica con
el grado jerarquico o ministerial.
San Juan Bosco: sacerdote y fundador
para los jovenes
Conmemoramos este afio -lo he apuntado al
principio- el ciento cincuenta aniversario de la or-
denaci6n sacerdotal de san Juan Bosco . La consagra-
ci6n del Orden fue un acontecimiento de gracia no
solo para su vida persona!, sino también para toda

3.7 Page 27

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25
1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
27 . Avvenire, 22 de febre-
ro de 1984 .
la familia salesiana. El Espfritu del Sefior lo lanzo,
en cuanto sacerdote y sostenido por la direcci6n es-
piritual de san José Cafasso , a interpretar y realizar
su ministerio en sintonfa con las circunstancias de
una época que evolucionaba y con los urgentes pro-
blemas socioculturales de la ciudad de Turin . Lo
hizo con audacia y originalidad en una opci6n de
preferencia por los j6venes, especialmente los mas
necesitados .
Durante la celebraci6n del Sinodo pensé mas de
una vez en dos juicios sobre el género de vida sa-
cerdotal de san Juan Bosco , formulados por dos es-
critores ajenos a la reflexi6n que solemos ofr entre
nosotros .
Uno -al que ya conocemos- es la respuesta del
conocido estudioso dominico P. M. D . Chenu a un
periodista que le preguntaba quiénes eran, segun
él, los nuevos santos para estos tiempos posconcilia-
res. «Quiero recordar ante todo -dijo- a uno que
se adelant6 un siglo al Concilio: san Juan Bosco ,
que es ya, proféticamente , un nuevo modelo de san-
tidad por su obra, que rompfa con el modo de
pensar y de _creer de sus contemporaneos»27 .
El otro juicio lo he lefdo en un articulo reciente
sobre el desarrollo del Sinodo, del que da un juicio
substancialmente negativo . El Sinodo, influenciado
por la conducci6n curial, habria defendido la figura
tradicional del sacerdote tridentino , en vez de lan-
zarlo hacia las nuevas exigencias sociales de los tiem-
pos. Pues bien, el autor, aun no sintiendo demasia-
do simpatia por san Juan Bosco, dice de él que
«ofrecia ya en el Piamonte de mitad del siglo dieci-
nueve una figura de sacerdote muy distinta ... Los
sacerdotes de su oratorio vivian en medio de mu-
chachos destinados a los oficios mas humildes , se
remangaban la sotana para jugar con ellos. Para es-
to preparaba Don Bosco a los j6venes aspirantes al
sacerdocio, y su obispo se negaba, por ello, a con-

3.8 Page 28

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL N. 0 335
26
sagrarlos: se trataba de una novedad inaudita»28. El
escritor constata este hecho real, para después seguir
razonando a su modo ...
Lo que a nosotros nos interesa aquf es percibir
la idea de una peculiaridad concreta dada por Don
Bosco al salesiano sacerdote. Lo hacemos pensando
en la pluralidad de formas reconocida por el Vati-
cano II en el modo de ejercer el ministerio sacerdo-
tal, pues la comun tarea ministerial de edificar el
cuerpo de Cristo exige multiples funciones y conti-
nuas adaptaciones, sobre todo en estos tiempos 29.
Hoy miramos hacia el horizonte del tercer mile-
nio ; asistimos a transformaciones rapidas y profun-
das; vemos que la irrelevancia de la fe en la cultura
emergente es deletérea para la juventud y para los
ambientes populares; nos preocupa el vasto y com-
plejo sector de la educaci6n, sometido a una espe-
cie de bombardeo de una serie de novedades que
le clan dinamicidad, pero sin la luz de la evangeli-
zaci6n y, por tanto , la desorientan. La considera-
ci6n atenta de la originalidad del estilo pastora! de
san Juan Bosco nos debe guiar en la busqueda de
criterios con que afrontar los retos actuales .
Ante rodo, el salesiano sacerdote es enviado, en
solidaridad con el salesiano laico, a una misi6n in-
mersa en el mundo juvenil y popular , que le pide
diversas tareas propias del area educativo-cultura! y
del mundo del trabajo, para atender a destinatarios
que a veces estan de hecho lejos de la Iglesia o
penenecen a otras religiones. Debe sentirse ademas
colaborador, en la comunidad , del salesiano laico,
en comuni6n de vocaci6n y solidario en la prepara-
ci6n y realizaci6n de ·un proyecto comun y unico .
Le corresponde también panicipar activamente en
la animaci6n de los diferentes grupos de la familia
salesiana, consagrados o seglares.
Todo esto requiere una preparaci6n adecuada, un
cuidado diligente y un modo peculiar de ejercer el
28 . SERGIO Q UINZIO, l 'Es-
preno, 2 1 de octubre
de 1990.
29. Cf. Presbyterorum or-
dinis B.

3.9 Page 29

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27
1. CARTA DEL RECTOR MA YOR
30. Cf. Constituciones 21.
31. Cf. Constituciones 10.
32. Cf. EGIDIO VIGANÒ, Per
una teologia della vita
consacrata, LDC , cokc-
ci6n eVica Consacrata>
1986. pags. 10- 11 y
33-34.
mlllisterio . Convendrii, pues, que mire constante-
mente a san Juan Bosco corno a su modelo 30 y exa-
mine, con los ojos en él , las grandes posibilidades
de la caridad pastoral corno fuente inagotable de
creatividad apostolica.
La caridad pastoral Bevo a san Juan Bosco, por
especial iniciativa del Espfritu Santo, a ser funda-
dor, es decir, a comunicar a otros muchos, corno
herencia que habrfa que desarrollar, su especffica mi-
sion juvenil y popular. Precisamente porque tenfa
un carisma ligado a su ardor sacerdotal, dio princi-
pio a una creciente familia apostolica, implicando
a hombres y mujeres , seglares y religiosos, y demos-
trando asf que su género de caridad pastoral podfa
ser centro y sfotesis de un espfritu salesiano com-
partido por un vasto movimiento de bien 3!. La vi-
da consagrada de los institutos religiosos fundados
por san Juan Bosco no sigue el modelo de los ere-
mitas del desieno ni de los contemplativos de los
monasterios (que suelen presemarse corno principio
historico de la vida religiosa), sino que se inspira
en la vida apostolica de los Doce y en las preocupa-
ciones pastorales de los obispos -san Francisco de
Sales- y de los sacerdotes con cura de almas -san
Juan Bosco- . Es , por tanto , un género de consa-
gracion religiosa peculiar, estrechamente vinculada
a la caridad pastoral del ministerio ordenado 32 .
La verdadera identidad del salesiano sacerdote in-
teresa muchfsimo, no solo a los demiis socios de
la Congregacion, sino también a todos los miem-
bros de la numerosa familia salesiana: su celo mi-
nisterial y la riqueza de su interioridad pastoral ase-
guran y alimentan la espiritualidad de todos. Pero
también es verdad lo contrario: si fuera un sacerdo-
te espiritualmeme superficial, escasamente unido a
Dios, si su actividad ministerial fuera languida y
sin mordiente interior, menguarian lastimosamente
las fuentes del carisma de san Juan Bosco.

3.10 Page 30

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL N. 0 335
28
Por esa raz6n llevamos ya afios en la Congrega-
ci6n intentando mejorar la formaci6n de nuestros
presbiteros.
Necesidad urgente de mejorar la formaci6n salesiana
Buena parte de los trabajos sinodales se refìri6
a los problemas de la formaci6n sacerdotal . Des-
pués de sondear los ambitos en que nacen las voca-
ciones , se insisti6 en la necesidad del afio prope-
déutico (especie de noviciado), en las comunidades
formadoras o seminarios - panicularmente el
mayor- , en la imponancia decisiva de estudios apro-
piados en relaci6n con los nuevos adelantos cientrfi-
cos y las actuales exigencias pascorales , en la compe-
tencia y el sentido eclesial de los profesores, en el
clima humano, cristiano y espiritual de las comuni-
dades formadoras , en la indispensabilidad de la for-
maci6n permanente en sintonfa con el proceso de
inculturaci6n . También se habl6 de los seminaristas
procedentes de movimientos y formados con su es-
pfritu caracteristico, pero que deben referirse since-
ramente a su obispo y a su presbiterio en plenitud
de comuni6n y entrega.
Para nosotros los criterios de formaci6n del sale-
siano presbitero, segun su peculiaridad vocacional ,
figuran en la Ratio, promulgada el 8 de diciembre
de 1985 33. El Sinodo nos estimula a poner de re-
lieve su actualidad e imponancia. Produce satisfac-
ci6n comprobar su plena conformidad de inspira-
ci6n en lo que se refiere a los fundamentos de la
identidad del ministerio ordenado y su clara per-
cepci6n de lo que nuestro carisma tiene de caracte-
ristico . Debemos estar muy agradecidos a quienes
contribuyeron a prepararla, revisarla y perfeccionar-
la. Tenemos, pues, en nuestra Congregaci6n, una
linea segura que seguir: jdediquémonos a conocerla
33. UI formaci6n de los Sa-
lesiano, de Don Bosco-
Pn.ncipioI y normas,
Ed. SDB 2.' edici6n.
Roma 1985 [Madrid
1986) .

4 Pages 31-40

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4.1 Page 31

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29
1. CARTA DEL RECTOR MA YOR
34. Comtituciones 118 ,
119. 96, 98, 25.
mejor y a aplicarla! Solo actuandola pienamente po-
dremos confluir en los pumos clave irrenunciables
de nuestro espfritu.
No obstante, si miramos la realidad concreta de
la vida, por desgracia debemos confesar que estos
afios de renovacion hemos observado con preocupa-
cion, en algunas inspectorfas, carencias en la forma-
cion inmediata para el presbiterado, en el acompa-
fiamiento de los cinco primeros afios siguientes a
la ordenacion y en la intensidad y congruencia de
la formacion permanente.
La formaci6n permanente fue un punto fuerte
en las preocupaciones de los padres sinodales. De
ella habfan hablado ya varios documentos del Ma-
gisterio y también nuestros capftulos generales, par-
ticularmente el veintitrés, las Constituciones, la Ra-
tio y los directorios inspectoriales; pero no todos pa-
recen haber entendido su verdadera naturaleza y lo
que propone. En campo profano, es el ineludible
principio o punto de vista que regula todo el pro-
ceso formativo-cultural, visto -en su conjunto e in-
terdisciplinariedad, sin cortarlo ya sobre un segmen-
to dado de la persona o propio de un perfodo de
la vida. Es un proceso de incluye todas las expresio-
nes y los momentos del hecho educativo: desde la
infancia hasta la ancianidad. Es decir, abarca toda
la existencia, con los problemas que ésta lleva con-
sigo, de cada hombre -joven o adulto- segun mo-
dalidades propias y el nuevo modo de transmision
pedagogica, con sus implicaciones y demas .
En el ambito de nuestra vida salesiana, el con-
cepto de formacion permanente gufa toda la Ratio.
Antes que puesta al dfa continua en los diferentes
imbitos de la accion y mision salesiana -que sin
duda ha de considerarse imprescindible-, la for-
macion permanente ve , en las Constituciones 34,
nuestra vida corno camino de santificacion que se
recorre «con el esfuerzo diario de crecer en el amor

4.2 Page 32

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL N. 0 335
30
perfecto a Dios y a los hombres», «respuesta cons-
tante y renovada a la alianza especial que el Sefior
ha sellado con nosotros», y vida de docilidad al Es-
pfritu Santo en «un esfuerzo constante de conver-
si6n y renovaci6n»35.
La consecuencia de estas breves alusiones es la si-
guiente: el periodo de formaci6n inicial se caracteri-
za cienamente por procesos de crecimiento espedfi-
cos , ricos en contenidos propios; sin embargo , lo
fundamental en él es el aprendizaje de los criterios
y métodos que deberin acompafiar, dinamicamente
y con formas adecuadas, todas las etapas de la vida,
otorgando el primer lugar a la dimensi6n de la es-
piritualidad, raz6n fontal y final de todo. La logica
del Bautismo y de la profesi6n religiosa -incor-
poraci6n a la vida divina en el seguimiento de
Cristo-tiende, por su misma naturaleza, al creci-
miento, y lo exige, corno a:firma no pocas veces en
sus canas el ap6stol Pablo .
Aquf quisiera afiadir que , si bien es verdad que
con los estudios de las etapas iniciales se quiere de-
sarrollar una justa capacidad crftica y una impres-
cindible competencia pedag6gico-pastoral (aunque ,
por desgracia, no siempre suficientemente circuns-
pecta freme a teorfas de tal o cual investigador) ,
existe en algunos casos el peligro de no cultivar ade-
cuadamente la competencia y e! fervor ministeriales
propios del espfritu salesiano. El sacerdote debe ser
el hombre de Jesucristo y de la Iglesia, enviado al
mundo para comur..icar la salvaci6n , la verdad fnte-
gra, la misericordia del Padre , la redenci6n del Hijo
y el poder interior del Espfritu Santo; por elio , de-
be ser entusiasta e infatigable en llevar esperanza:
ser hombre sacramento, signo persona.
Los padres sinodales se esforzaron por presentar
la identidad sacerdotal mas genuina precisamente pa-
ra poder insistir mejor en la indispensabilidad de
una espiritualidad adecuada, nacida de la caridad
35. Cf. La fonnaci6n de los
Sa/esianos de Don Bos-
co - Pnflcipio1 y nor-
mas, Ed . SDB , 2. •
cd ici6n, Roma 1985
(Madrid 1986 ). nums.
488 ss .

4.3 Page 33

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31
1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
36. L·o,servalore Romano,
12 de octubre de I990.
37. Cf. ComlliucioneJ I91.
pastora] y que ayude a ser constante en el ardor.
Los institutos religiosos deben afiadir a esta carga
pastora!, para sus sacerdotes, la peculiaridad del es-
pfritu de su carisma. Lo subray6 el cardenal Hamer
en la intervenéi6n que ya hemos citado, haciendo
ver también algunas dificultades concretas. «Donde
los futuros presbfteros [religiosos] reciben -dijo-
toda la formaci6n institucional en el instituto a que
penenecen, la tarea de los superiores es relativamente
facil. No ocurre lo mismo cuando éstos mandan a
sus religiosos a otros centros de estudios eclesiasti-
cos. En este caso, la responsabilidad de los superio-
res, lejos de disminuir, aumenta considerablemente,
pues la asistencia a un centro de estudios asf exige
que los j6venes puedan vivir en una casa religiosa
de su instituto, en una comunidad formadora y vi-
va, con la presencia permanente de formadores cua-
lificados , capaces de ayudar a los j6venes a integrar,
en su vida religiosa, la ensefianza filos6fico-teol6gica
recibida en los centros de estudio. Ello implica gran-
des sacrificios para los institutos; pero es el elevado
precio que se paga si se quiere asegurar la unidad
entre sacerdocio y vida religiosa. Esta unidad es un
gran bien para el cuerpo mfstico»36.
Que nuestra reflexi6n sobre el acontecimiento si-
nodal sea de verdad una invitaci6n y un estfmulo
a repasar con atenci6n el contenido y las grandes
pautas orientadoras de nuestra Ratio y, sobre todo,
a revisar, en los consejos inspectoriales, en los pa-
tronatos de dichos centros de estudio y en cada co-
munidad formadora , la praxis seguida, a fin de co-
rregir los defectos de su aplicaci6n y relanzar su ca-
lidad.
La Ratio forma pane del derecho propio de la
Congregaci6n; es, por lo mismo, un elemento vita!
de nuestra Regla de vida 37. Se redact6 mediante
aponaciones de toda la Congregaci6n y teniendo en
cuenta el texto renovado de las Constituciones y el

4.4 Page 34

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL N. 0 335
32
nuevo Codigo de Derecho Canonico. Se basa en
la identidad vocacional salesiana y presenta un pro-
yecto de formacion fuertemente unitario 38 . «Si se
aplican sus principios y normas -escribf al pre-
sentarla- se tendra mas claro el significado de la
vocacion, don historicamente actual, fecundo y ori-
gina! ; sera posible dar unidad a la existencia perso-
na! mediante un desarrollo que integre los diversos
aspectos de la formacion: maduracion humana, pre-
paracion intelectual y profesional , y vida religiosa
y apostolica... ; la persona se sentira util en la socie-
dad humana y con significado y fecundidad en el
apostolado; se desarrollaran una espiritualidad tfpi-
ca, el sentido de pertenencia a la Congregacion y
el de comunion eclesial , y una originalidad de ser-
vicio a los jovenes y a su condicion»39.
Los inspectores, directores y formadores conside-
ren un deber personal prioritario la meditacion fre-
mente de los principios y normas de este nuestro
importante documento, y cumplan con solicitud y
diligencia lo que en él se les asigna. De su interés
constante se beneficiario «las inspectorfas , la Con-
gregacion y el futuro de unas y otra. Sera un sem-
brar con fatiga; pero seguros de cosechar con felici-
dad. Estas importantes opciones, hechas y realizadas
por todos nosotros , son en la vida de la Congrega-
cion actos concretos de su renovacion , aquella copia
en limpio que deda Don Bosco al dejarla a nuestra
responsabilidad de disd pulos y continuadores»40 .
38. l.a formaci6n de los Sa-
lesianos de Don Bosco-
Pn'ncipios y normas,
Ed . SDB , 2.' edici6n ,
Roma 1985 [Madrid
1986 ), nums. 25-27.
39. l bfdem, pag. 19.
40. Ibfdem, pags. 20-2 1.
El XXIII Capitulo Generai y nuestro crecimiento
pastoral
No hace mucho que celebramos nuestro XXIII
Capftulo General. Sin referirse explkitamente a la
vocacion especrfica del salesiano sacerdote, describio
los horizontes de la mision salesiana en las circuns-

4.5 Page 35

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33
1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
tancias actuales: su original peculiaridad , la lectura
pastoral de la actualidad, y la metodologfa pedago-
gica para la evangelizaci6n. Todo esto afecta al sale-
siano en cuanto tal , sea presbitero o coadjutor, y
todo esto tiene una relaci6n especial con la dimen-
si6n sacerdotal comun.
A la luz del Sinodo podemos, pues, hablar de
la peculiaridad sacerdotal (mas amplia que el térmi-
no canonico clerical) que debemos mejorar en la
Congregaci6n. Indico tres aspectos que creo funda-
mentales y cargados de consecuencias. Son: la cali-
dad pastora!, la espiritualidad salesiana y la corres-
ponsabilidad de la comunidad en cuanto sujeto de
la misi6n. El hecho de considerar dichos aspectos
desde la 6ptica del sacerdocio , tanto bautismal co-
rno ministerial , evidencia algunos aspectos de nove-
dad no indebida que nos ayudara a profundizar en
sus valores .
41, Educar a lo, j6vene, en
la fe: XX/li Capftulo
Generai, Ed . S08, Ro-
ma 1990 !Madrid
1990J . num . 16.
- La calidad pastora/ es nota fundamental que
impregna todo el documento capitular. Las propues-
tas de estudiar la realidad, el anal.isis de los contex-
tos y el trazado del camino y de los itinerarios que
se han de seguir, se presentan corno «reflexi6n pas-
toral»41 _
Esta calidad procede del vigor del «da mihi ani-
mas» (iel lema de san Francisco de Sales y san Juan
Bosco pastores!), se preocupa de la educaci6n en
la fe , se apresura a analizar la realidad de los con-
textos, se sirve de los mejores medios humanos para
conocerlos y discernirlos, y estimula a estar atento
para no dejarse cautivar nunca por intereses que no
sean genuinamente eclesiales. Podrfamos decir que
es una actitud dpicamente sacerdotal en el pieno
sentido del término, en cuanto que arrastra a todos
a trabajar en multiples servicios pedag6gico-pastorales
con el fin de lograr que los destinatarios adquieran
la capacidad de celebrar la liturgia de la propia vida

4.6 Page 36

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(
ACTAS DEL CONSEJO GENERAL N. 0 335
34
incorporandola a la Eucaristia de Cristo. Precisamente
por esto la solicitud pastora! no se limita al simple
conocimiento y profundizaci6n de los grandes prin-
cipios doctrinales o del mismo Evangelio -que evi-
dentemente aprecia, ama y estudia-, sino que se
dedica también, y de forma muy atenta y constan-
temente ductil, a captar las circunstancias concretas,
a indagar sus contenidos y motivaciones, a analizar
sus interpelaciones y a individuar el género de retos
derivados de ellas para la evangelizaci6n.
De cara a la formaci6n del salesiano presbitero,
la 6ptica pastora! es indudablemente un elemento
constitutivo y orientador de toda su actuaci6n apos-
tolica.
- El segundo aspecto que se ha de considerar
es la espiritua!tdad salesiana en cuanto interioridad
dinamica que procede de la caridad pastora! 42.
Hemos visto que nuestro carisma brot6 del cora-
z6n de san Juan Bosco sacerdote. Su espiritualidad
es, en su misma raiz, sacerdotal, inspirada en Pe-
dro, en Pablo, en los pastores santos y en sus cola-
boradores. Es una espiritualidad que recuerda cuan-
to afirma san Agusdn comentando, en el evangelio
de Juan 43 , el mandato dado a Pedro, que se sien-
te interpelado por las palabras que Cristo le repite
con insistencia: ime amas? -apacienta mis ovejas.
Significan: «Si me amas, no pienses en apacentane
a ti mismo, sino a mis ovejas; apaciéntalas corno
mfas, no corno tuyas; busca mi gloria en ellas, no
la tuya; mi propiedad, no la tuya; mis intereses ,
no los myos; no te encuentres nunca en el numero
de aquellos que penenecen a los tiempos peligro-
sos, puesto que se aman asf m1smos y aman aque-
llas cosas que se deducen de este mal principio» 44 .
Como vemos, es la espiritualidad del «da mihi
animas». Lleva en sf una doble y simultanea incli-
naci6n vital : a crecer continuamente en el amor que
42. Cf. Comtituciones 10.
43.Juan 2 1. 17.
44 . Tratados sobre e/ evan-
ge/io de san Juan 123.
s.

4.7 Page 37

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35
1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
45. Comtituciones I I.
46 . Cf. Comtituciones 2I.
fluye del coraz6n de Cristo Salvador, participando
y haciendo panicipar a los demas, sea cual fuere
su estado de vida, en el sacerdocio de la Nueva
Alianza, y a sentirse enviado a apacentar a los pe-
quefi.os y pobres con generosa entrega de si. Es una
espiritualidad que se nutre de caridad pastora! con
una modalidad propia , que cultiva «la actitud del
Buen Pastor que conquista con la mansedumbre y
la entrega de sf mismo»45 . Las expresiones: uni6n
con Dios, respirar por las almas , trabajo y templan-
za, hacerse querer, servir al Seri.or con santa alegrfa,
toda fatiga es poca cuando se trata de la Iglesia
y del Papa, basta que seais j6venes para que os ame
con toda mi alma, clima de familia, espiritu de ini-
ciativa, sistema preventivo, etcétera, llevan a todo
salesiano (por tanto tam bién al socio presbftero) al
modelo del coraz6n sacerdotal de san Juan Bosco,
profundamente abieno a las realidades terrestres y
lleno de los dones del Espfritu Santo, hasta el pun-
to de vivir en la realidad de cada dfa «corno si viera
al lnvisible»46 .
- Por ultimo, el tema de la corresponsabtlidad
en la comunidad en cuanto sujeto de la misi6n nos
hace pensar en la mutua circularidad entre dimen-
si6n sacerdotal y dimensi6n laica! , y simultaneamente
estimula a todos los salesianos , bajo la gufa de quien
hace las veces de san Juan Bosco (un socio presbfte-
ro), a caminar hacia una sfntesis vita! que sepa apro-
vechar constantemente la energfa de dos polos en
tensi6n: la promoci6n humana y el crecimiento en
la fe. Es una gracia de unidad especffica de la voca-
ci6n salesiana, que mueve a cada hermano a tener,
corno san Juan Bosco, una actitud sacerdotal siem-
pre y en todas partes: el celo pastora! del educador,
pues todo salesiano, sea presbftero o laico, confor-
ma su vida con la Cristo buen pastor, del que es
signo persona al servicio de la juventud.

4.8 Page 38

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL N. 0 335
36
El XXIII Capitulo Genera! insiste en la forma-
ci6n permanente, a fin de que toda comunidad sea
signo y escuela de fe. Es caracteristico del sacerdocio
de la Nueva Alianza el interesarse por la fe del pr6-
jimo. La comunidad salesiana lo hace inmersa en
el mundo juvenil, donde halla también el campo
propicio para desarrollar su formaci6n permanente.
«Al vivir en medio de los j6venes y en relaci6n cons-
tante con los ambientes populares , el salesiano se
esfuerza por discernir en los acontecimientos la voz
del Espfritu, adquiriendo asi la capacidad de apren-
der de la vida» 47. Si, la comunidad salesiana mira
a la vida corno al gran libro de lectura y corno al
verdadero altar del sacrificio.
47. Constituciones 11 9.
- Estas breves reflexiones sobre el XXIII Capi-
tulo Genera! nos hacen captar inmediatamente la
imponancia extraordinaria que tiene. en la Congre-
gaci6n la formaci6n inicial y permanente del sale-
siano presbitero para la fisonomfa de nuestras co-
munidades y para sus multiples servicios entre los
j6venes y con los distintos grupos de la familia sale-
siana. A todos interesa su crecimiento en interiori-
dad sacerdotal con una competencia especial en la
contemplaci6n y anuncio de la palabra de Dios, en
la valoraci6n pedagogica y vital de la liturgia, en
la gufa de los corazones mediante el sacramento de
la Reconciliaci6n, en la competencia evangelizadora
y catequética y, en genera!, en la habilidad para
incorporar las iniciativas de promoci6n humana en
la sintesis organica de la fe cristiana.
Las indicaciones del camino de la formaci6n y
de la metodologia que hay que seguir, formuladas
autorizadamente en la Ratio, hoy adquieren una va-
lidez panicularmente actual a la luz del XXIII Ca-
pitulo Generai.

4.9 Page 39

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37
1. CARTA DEL RECTOR MA YOR
Gratitud al presbitero y oracion a Maria por él
Para concluir, queridos hermanos, resultan suge-
rentes los pensamientos contenidos en las dos ulti-
mas proposiciones de los padres sinodales.
a . 48.
Lumen gentium
l i.
- Ante todo, una proclamaci6n publica de gra-
titud al presbitero: su ministerio es necesario para
el bien de la Iglesia; su vinud redunda en creci-
miento de espiritualidad en los demas; por sus ser-
vicios, especialmente con la administraci6n de los
sacramentos 48 , se infunde dinamicidad a la consa-
graci6n bautismal que hace de todos un pueblo sa-
cerdotal para la liturgia de la vida. El presbitero
es servidor a tiempo pleno de nuestra dignidad cris-
tiana de verdaderos hijos de Dios. Brota, pues, es-
pontaneo del coraz6n un fuene sentimiento de gra-
titud a cuantos han seguido la llamada del Sefior
entregandose con generosidad a la labor ministerial.
El presbitero interesa de verdad a los creyentes; es
un don de Dios que hay que saber apreciar, amar
y considerar corno pane viva de la propia existencia.
En la beatificaci6n de los presbiteros José Alla-
mano y Anfbal Maria de Francia, el Papa dijo con
raz6n : «El mayor castigo que el Sefior puede infligir
a un pueblo es privarle de sus ministros; mejor di-
cho , de ministros seguo su coraz6n». Sintamonos
invitados a intensificar nuestra oraci6n por las voca-
ciones sacerdotales, por que su formaci6n sea opti-
ma seguo las circunstancias actuales y por la perse-
verancia y santidad de los sacerdotes. Y procuremos
que crezca en la gente, que lo tiene olvidado , la
grandeza y necesidad del sacerdote en la sociedad.
Asf demostraremos que verdaderamente nos intere-
sa el sacerdote del dos mil.
- El otro pensamiento, contenido en la ultima
proposici6n, es el que se refiere a la Santfsima Vir-

4.10 Page 40

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL N. 0 335
38
geo , «Madre de Cristo y Madre de los sacerdotes».
Cristo fue consagrado en su seno sacerdote de la
Nueva Alianza. Estuvo con él al pie de la cruz en
el acto supremo del nuevo y unico sacrificio. Com-
parti6 con los Ap6stoles en el cena.culo la espera
de la efusi6n del Espfritu Santo para comenzar el
ministerio . Asunta al cielo , acompafia a Cristo, sa-
cerdote eterno , en su mediaci6n permanente. Co-
mo madre e imagen de la Iglesia, vuelca su solici-
tud sobre los amigos de su Hijo que , mediante el
ministerio ordenado, participan de modo panicular
en su sacerdocio para bien de todos.
La formaci6n del presbitero se refiere a ella, sea
corno a la persona humana que mejor y mas piena-
mente respondi6 a la vocaci6n de Dios, sea corno
a la disdpula que acept6 la palabra del Padre en
sf misma y la engendr6 para todos. Marfa, reina
de los Ap6stoles, aparece corno fulgido estfmulo y
auxilio de la comuni6n eclesial e ilumina constante-
mente su misi6n con su matemidad virginal .
Confiemos en su solkita intercesi6n y encomen-
demos a su materno cuidado la pastoral de las vo-
caciones, su formaci6n en las actuales circunstancias,
la interioridad de los sacerdotes de todas las Iglesias
paniculares y, especialmente, la de los salesianos pres-
bfteros, a fin de que su espfritu apostolico y su com-
petencia ministerial crezcan seguo el modelo admi-
rable de los ardorosos corazones sacerdotales de san
Juan Bosco y de san Francisco de Sales.
Asf, toda la Congregaci6n y la familia salesiana
y muchedumbres cada vez mas numerosas de j6ve-
nes y de pueblo cristiano celebraran en la vida de
cada dfa aquel sacerdocio bautismal que incorpora
los actos de amor de cada uno al supremo acto pas-
cual de Cristo , que es lo mas grande que ningun
otro podfa hacer.
Sf, el sacerdocio de la Nueva Alianza lleva verda-
deramente la historia del hombre a concentrarse en

5 Pages 41-50

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5.1 Page 41

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39
1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
la cumbre del amor, construyendo asi gradualmente
a lo largo de los siglos aquel reino de Dios donde
el Amor sera todo en todos.
jQue el ciento cincuenta aniversario de la orde-
naci6n de san Juan Bosco suscite en la Congrega-
ci6n el aprecio intimo y el sentido vivo del sacerdo-
cio comun, a través de una autenticidad mayor del
ministerial !
Os saluda cordialmente en el Sefior,
EGIDIO VIGANÒ
_J

5.2 Page 42

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