Actas_1994_348.ACG


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del consejo general
año LXXV
abril-junio de 1994
n.º 348
órgano oficial
de animación
y comunicación
para la
congregación salesiana
Direzione Generale
Opere Don Bosco
Roma

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del consejo general
de la sociedad salesiana
de san juan bosco
ÓRGANO OFICIAL DE ANIMACIÓN Y COMUNICACIÓN PARA LA CONGREGACIÓN SALESIANA
N.º 348
año LXXV
abril-junio de 1994
página
1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
«VELAD, TENED CEÑIDA LA CINTURA
Y ENCENDED LAS LÁMPARAS»
3
2. ORIENTACIONES Y DIRECTRICES 2.1. Formación permanente
para los misioneros salesianos
35
2.2. Pedir permiso
40
3. DISPOSICIONES Y NORMAS
(No se dan en este número)
4. ACTIVIDAD DEL C. GENERAL
4.1. De la crónica del Rector Mayor
43
4.2. De la crónica del Consejo General 43
5. DOCUMENTOS Y NOTICIAS
5.1. XVII Semana de Espiritualidad
de la Familia Salesiana
48
5.2. Nuevos inspectores
50
5.3. Estadistica: 31-12-1993
54
5.4. Salesianos difuntos
(1.8 relación de 1994)
57

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Central Catequística Salesiana
Alcalá, 164 - 28028 Madrid
Edición extracomercial
Imprime: Gráficas Don Bosco - Arganda del Rey (Madrid)

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1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
"VELAD, TENED CEÑIDA LA CINTURA
Y ENCENDIDAS LAS LÁMPARAS"
Un tema de actualidad.-"Vida y disciplina religiosa".-Renuencia al concepto de "disciplina".-Signi-
ficado espiritual de la "Regla de vida".-Razones de la Eucaristía.-Exigencias de la profesión reli-
giosa.-Formar para la "libertad consagrada".-La autoridad es un servicio de animación y gobier-
no.-Temas para un examen de conciencia.-José y María.
Roma, solemnidad de san José,
19 de marzo de 1994
Queridos hermanos:
Acabo de regresar de Etiopía, donde he tenido la
dicha de ver una porción viva y esperanzadora de nues-
tro amplio "Proyecto África". Realmente es un placer
convivir con los novicios y salesianos jóvenes que ga-
rantizan el futuro del carisma de san Juan Bosco en
aquella gran nación. ¡Tenemos que agradecérselo a
Dios y a los generosos misioneros que actúan allí con
fidelidad y entusiasmo!
A esta mi experiencia y motivo de esperanza se su-
marán en los próximos meses otros dos hechos porta-
dores de estímulos de crecimiento: el Sínodo especial
de los obispos africanos y la beatificación de sor Mag-
dalena Catalina Morano, Hija de María Auxiliadora.
- El Sínodo africano se celebra en Roma durante el
mes de abril. En su documento de trabajo aparecen las
grandes líneas pastorales de futuro para todo el conti-
nente: inculturación, diálogo ecuménico e interreligio-
so, justicia y paz (dignidad de la persona, promoción

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, N. º 348
4
de la mujer) y medios de comunicación social. Hay
que subrayar en dicho documento el interés por una
pastoral juvenil más adecuada, dado que más del 40 %
de la actual población de África y Madagascar tiene
menos de 18 afíos. Esperamos con particular atención
las orientaciones al respecto. Don Luciano Odorico,
consejero general de nuestras misiones, es uno de los
expertos llamados al servicio del Sínodo.
- Sor Magdalena Morano es la primera Hija de
María Auxiliadora beata después de la canonización de
santa María-Dominica Mazzarello. Su beatificación tie-
ne lugar en Catania (Sicilia) el 30 de abril, durante la
visita del Papa a la histórica ciudad islefía. Sor Magda-
lena es un modelo eminente de auténtica vida salesia-
na, iniciada en el contacto personal con san Juan Bosco
y portadora de una peculiar interioridad apostólica,
tanto en su estilo de unión con Dios como en su espíri-
tu de iniciativa y en el trabajo y magnanimidad de vi-
sión. Nos lleva a la fuente de nuestro carisma y nos es-
timula a renovar su ardor; es una invitación a hacer del
próximo Sínodo sobre la Vida Consagrada de octubre
una especie de plataforma de lanzamiento para vivir
con más fidelidad e intrepidez la herencia de nuestro
Fundador.
l. Un tema de actualidad
El reciente documento vaticano sobre La vida fra-
terna en comunidad, muy concreto y puesto al día, su-
braya también, cuando habla del camino de liberación
que lleva a los religiosos a vivir la comunión fraterna, la
necesidad de un esfuerzo generoso de renuncias y de fi-
delidad a las exigencias de la profesión religiosa: la ne-
gligencia en este campo es fatal. «Se ha hecho notar
desde distintos lugares -leemos en dicho documen-
to- que ha sido éste uno de los puntos débiles del pe-

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5
1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
1. La vida fraterna en co~
munidad, Congrega-
ción de institutos de
Vida Consagrada y so-
ciedades de Vida Apos-
tólica, núm. 23.
2. Cf. 1 Corintios 16,13.
3. Lucas 12,35.
ríodo de renovación a lo largo de estos años. Han creci-
do los conocimientos, se han estudiado diversos aspec-
tos de la vida común; pero no se ha atendido tanto al
compromiso ascético necesario para una liberación ca-
paz de hacer que un grupo de personas sea una frater-
nidad cristiana. La comunión es un don ofrecido, pero
exige al mismo tiempo una respuesta y un paciente en-
trenamiento y lucha para superar la simple espontanei-
dad
y
la
volubilidad
de
los
deseos»
1
Partiendo también de esta otra invitación, quiero
llamar la atención sobre el vital tema de nuestra ascesis
bajo el aspecto de "disciplina religiosa", y analizar su
contenido.
El título de esta circular recuerda algunas expresio-
nes significativas de Pablo 2 y de Lucas 3, que hoy resul-
tan una advertencia oportuna para contestar con espíri-
tu evangélico el clima cultural de permisividad que nos
rodea. Es ciertamente útil, y hasta urgente, considerar
la importancia de la ascesis, para vivir con autenticidad
el valioso don de la consagración apostólica.
2. ''Vida y disciplina religiosa''
Cuando el artículo 134 de nuestras Constituciones
describe la función del vicario general, no le asigna· un
sector especial como a los demás consejeros; se limita a
confiarle el cuidado de un aspecto global de suma im-
portancia en nuestra vida. Dicho aspecto se indica con
dos expresiones relacionadas entre sí y, por tanto, inse-
parables: "vida consagrada" y "disciplina religiosa''. Es
imposible dividirlos, porque son expresión de la misma
realidad carismática. Efectivamente, cuando el artículo
de nuestra Regla se refiere a la vida consagrada, lo hace
desde la perspectiva de la disciplina religiosa, y, cuando
se refiere a la disciplina religiosa, lo hace desde la óptica
de la vida consagrada. De ese modo, se concreta, por

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, N. º 348
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una parte, un aspecto típico de nuestra vida de consa-
grados: el de ser una vida según una Regla, y, por otra,
se amplía el significado que se quiere dar al término
"disciplina", pues con él se hace referencia a la autenti-
cidad de la vida religiosa.
Más que confundirse con la tarea asignada específi-
camente al consejero de formación, el cometido confia-
do al vicario general refuerza e integra la preocupación
global del Rector Mayor, cuyo vicario es, de «promo-
ver, en comunión con el Consejo General, la fidelidad
constante de los socios al carisma salesiano» 4.
Precisamente a partir de unas reflexiones sobre el
artículo 134 de las Constituciones, en el último pleno
del Consejo General (terminado el 7 de enero) se estu-
dió, entre otros temas, el de "La vida y disciplina reli-
giosa", y se pidió al Rector Mayor que diera a conocer
algunas conclusiones en una de sus circulares.
Entre las tareas de los plenos del Consejo General
figura el estudio de algunos temas que ayuden a ilumi-
nar mejor la animación salesiana. Los consejeros se reú-
nen en pequeñas comisiones para un primer análisis
del tema, que después va a la reunión plenaria para sa-
car, entre todos, conclusiones prácticas. Los temas de
estudio se eligen según las prioridades que se detectan
en los contactos con las inspectorías y en los informes
de las visitas.
Ahora bien, aun comprobando que en general la sa-
lud de la Congregación en la "vida y disciplina religio-
sa" es suficientemente buena, aunque por desgracia no
falten descarriados y situaciones mejorables, pareció
que este tema tiene una actualidad especial.
Los motivos que nos apremian a reflexionar juntos
sobre él hay que buscarlos, más que directamente en
nuestra Congregación, en cierto clima de contamina-
ción cultural -permisividad, relajación ética y caída
en la tensión carismática- que se ha creado en la so-
ciedad moderna y abre la puerta a un secularismo muy
4. Constituciones 126.

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7
1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
5. VALENTINO Bosco, Per
una vita consacrata in
difficolta: strategia digo-
verno, LDC, Tur(n
1992, pág. 104.
peligroso para los mismos institutos de Vida Consa-
grada.
Escribe al respecto un autor: «Hablo de la relaja-
ción que se ha producido en el ámbito de la pobreza,
de la castidad y de la obediencia: votos que hoy se in-
terpretan desde diversas partes con criterios acentuada-
mente psicológicos y sociológicos asimilados de manera
laicista. Hablo también del destierro a que se ven so-
metidos valores como la oración personal, la medita-
ción, la ascesis, la dirección espiritual, la humildad y el
servicio, por una voluntad excesivamente humana de
autorrealización, de ocupar los primeros puestos, de
autogestión y de protagonismo» 5•
En este clima que nos rodea, relativista y de hori-
zontes meramente antropológicos, es urgente y vital
para los religiosos el tema de la ascesis necesaria para
vivir el propio carisma.
3. Renuencia al concepto de "disciplina''
6. El Proyecto de Vida de
los Salesianos de Don
Bosco, Roma (Madrid),
1986, págs. 34 s.
Entre los acelerados cambios de los últimos dece-
nios, figura también el de haberse hecho poco simpáti-
cos, e incluso antipáticos al lenguaje corriente, varios
términos utilizados entre los religiosos, tales como
mortificación, observancia, disciplina...
El término "mortificación" respondería, según algu-
nos, a una antropología dualista, ya superada, que va
en contra del cuerpo.
El término "observancia'' tendría sabor legalista, pues
da la primada no a los valores, sino a la norma. Nuestro
mismo Comentario de las Constituciones, teniendo en
cuenta lo que hay de verdad en este recorte, afirma:
«Nuestras Constituciones no están para llevarnos a un
convento donde vivir como observantes; lo que nos pi-
den es vivir con Don Bosco para ser misioneros de los jó-
venes» 6; lo que supone una ascesis todavía más exigente.

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, N. º 348
8
El término "disciplina'' -que por cierto deriva de
"díscere" (aprender) y evoca el estado de discípulo: éste
debe modelar su vida sobre una enseñanza y la práctica
correspondiente 7- de hecho ha visto restringir y em-
pobrecer su significado a lo largo de los siglos, hasta el
punto de llegar a indicar simplemente normas regla-
mentarias, y hasta castigos concretos o los mismos ins-
trumentos usados para las flagelaciones ascéticas; así se
decía, por ejemplo, darse o recibir tantos azotes de dis-
ciplina...
Evidentemente, aquí no nos referimos a tales res-
tricciones; tampoco hablamos de la disciplina militar
ni de la meramente pedagógica o deportiva. Nos referi-
mos al ámbito bíblico del discípulo que escucha y sigue
a Cristo maestro, para aprender de él cómo actuar y
ajustar el estilo personal de vida a las grandes exigencias
de su misterio.
Recordemos algunas afirmaciones sumamente ex-
presivas en favor de la ascesis del discípulo: la que reco-
ge Lucas: «Quien no lleve su cruz detrás de mí, no pue-
de
ser
discípulo
mío»
8
;
la
de
Mateo:
«El
que
se
salte
uno
solo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe
así a los hombres, será el menos importante en el Reino
de los Cielos» 9; la exhortación de san Pedro: «Con la
mente preparada para el servicio y viviendo con sobrie-
dad, poned una esperanza sin reservas en el don que os
va
a
traer
la
manifestación
de
Jesús
el
Mesías»
10
;
la
de
san Juan: «En esto sabemos que lo conocemos: en que
guardamos sus mandamientos» 11; y la de san Pablo: «Es-
tad alerta, manteneos en la fe, sed hombres, sed robus-
tos» 12
Podrían multiplicarse las citas; pero las indicadas
son suficientes para comprender el significado general
que damos al tema.
Nos referimos a una ascesis concreta, a una vigilan-
cia espiritual, a una Regla de vida y a un modo concre-
to de discipulado.
7. Cf. Actas del Consejo
Superior núm. 293, ju-
lio-septiembre de 1979,
circular sobre la Disci-
plina religiosa.
8. Lucas 14,27.
9. Mateo 5,19
10. 1 Pedro 1,13.
11. 1 juan 2,3.
12. 1 Corintios 16,13.

2 Pages 11-20

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9
1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
4. Significado espiritual de la "Regla de vida''
13. El Proyecto de Vida de
los Salesianos de Don
Rosco, Roma (Madrid),
1986, pág. 30.
Cuando hablamos de "consagración religiosa'', nos
ponemos muy por encima de una simple órbita legal o
jurídica; entramos en el concepto bíblico de "alianza'',
personal y comunitaria, entre el Sefi.or y nosotros. Él
nos inunda con el poder y la riqueza de su Espíritu y
nosotros nos entregamos a él hasta las últimas conse-
cuencias. Sin embargo, lo que prometemos supera, por
sí mismo, nuestras posibilidades de fidelidad; en conse-
cuencia, nos comprometemos a seguir una modalidad
o Regla de vida contando con el poder del Espíritu
para cumplirla. Así, vinculamos también los grandes
valores de la consagración a determinadas mediaciones
normativas que sirven de apoyo, defensa y revisión co-
tidiana en la realización de nuestro específico proyecto
de vida evangélica.
En la interesante "Introducción'' al Comentario de
nuestras Constituciones se afirma precisamente que
nosotros entendemos por Regla de vida «no sólo la des-
cripción de la propia inspiración evangélica, sino tam-
bién la normativa práctica de la conducta religiosa, o
sea, un itinerario concreto de seguimiento del Sefi.or
con una disciplina espiritual y una metodología apos-
tólica particular, que oriente cada día la conducta per-
sonal y comunitaria de los profesos» 13.
Prescindir de tales mediaciones significaría hacer
inútil lo que prometimos. ¿Cómo es posible, por ejem-
plo, vivir con todas sus consecuencias la obediencia, la
pobreza y la castidad si dejamos a un lado ciertas nor-
mas específicas de nuestro estilo de vida?
Más que a la letra de tales normas, miramos a la
exigencias vitales de la "gracia de la consagración" que
motivan nuestro esfuerzo por ser coherentes: la verda-
dera "observancia religiosa" procede de un nivel más
alto y más convencido que el de la simple "observancia
legal':

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, N. º 348
10
Con razón, pues, el Vaticano II y el magisterio pos-
terior de los Papas insisten en la importancia de nues-
tro tema.
Leemos en la introducción del decreto Peifectae ca-
ritatis: «Ahora [el santo Sínodo] se propone tratar de la
vida y de la disciplina de los institutos cuyos miembros
hacen profesión de castidad, pobreza y obediencia, y
dar una respuesta a sus necesidades tal como aconseja
nuestra época» 14. Aquí por disciplina se entiende la ob-
servancia fiel de la Regla de vida.
Pablo VI, en su hermosa exhortación apostólica
Evangélica testificatio, dice a los religiosos, aludiendo a
los peligros que hay que superar en el ambiente de
nuestra época: «¿Quién no ve toda la ayuda que os
ofrece [...] el ambiente fraterno de una existencia regu-
lada, con sus normas de vida libremente aceptadas? És-
tas son cada vez más necesarias a quien "entra en su co-
razón", según el sentido bíblico de la palabra» 15•
Y más adelante: «Éste es el sentido de la observan-
cia que señala el ritmo de vuestra vida cotidiana. Una
conciencia vigilante, lejos de considerarla bajo el único
aspecto de obligación de una regla, la juzga por los be-
neficios que aporta, pues asegura mayor plenitud espi-
ritual. Es necesario afirmarlo: la observancia religiosa
requiere, mucho más que la instrucción racional o una
educación de la voluntad, una verdadera iniciación
orientada a cristianizar el ser hasta lo más profundo se-
gún las bienaventuranzas evangélicas» 16•
Nosotros miramos la disciplina religiosa precisa-
mente como mediación imprescindible para "cristiani-
zar" nuestro ser.
Para comprender mejor sus motivaciones, podemos
fijarnos en dos grandes polos de referencia: la Eucaris-
tía y la profesión religiosa.
14. Perfectae caritatis l.
15. Evangélica testificatio
34.
16. Ibídem 36.

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11
17. Marcos2,18.
18. Marcos 2,20.
1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
5. Razones de la Eucaristía
La Eucaristía es ciertamente el momento más ade-
cuado para cristianizar nuestro ser. En ella nos conver-
timos a diario en "discípulos" cultivando en nosotros
los mismos sentimientos de Cristo. Sabemos que sus
primeros seguidores no fueron inicialmente especiales
observantes de una disciplina ascética: «Los discípulos
de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan; ¿por
qué los tuyos no?» 17• Ya no pertenecían al Antiguo Tes-
tamento, en que el ayuno y la penitencia eran sustan-
cialmente impetración de la llegada del Mesías; no lo
necesitaban porque "el novio estaba con ellos". Pero
después de la Pascua, al descubrir la realidad de un
"tiempo de la Iglesia'' en que se espera y se prepara la
venida definitiva del Señor en la parusía, «llegará un
día en que se lleven al novio; aquel día sí que ayuna-
rán» 18•
En este tiempo caracterizado por la dimensión esca-
tológica, la disciplina ascética no quedará abolida, sino
que tomará una modalidad y un significado nuevos,
como testimonio del vivir y sentir con Cristo, que des-
de la Eucaristía sigue dando la gracia de ser verdaderos
"discípulos" para afrontar los desafíos de cada época y
vencer las iniciativas del pecado.
Frente a las prácticas ascéticas del judaísmo y de
otras religiones, el cristiano vive las ascesis con un espí-
ritu nuevo, aunque las prácticas puedan parecer las mis-
mas.
Interesa, pues, captar la novedad de este espíritu.
Podemos encontrar fácilmente las razones profun-
das del nuevo espíritu en la Eucaristía, que nos asimila
a Cristo para constituir juntos su Cuerpo Místico en la
historia. Consideremos dos de ellas: la filiación divina y
la solidaridad humana.
- LA FILIACIÓN DIVINA. Por una parte, Jesucristo
es el unigénito del Padre; vive en la más íntima comu-

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, N. º 348
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nión con él y, en cuanto hombre, la demuestra en una
obediencia perfecta, es decir, en el amor filial que le in-
dujo a su entrega plena en el sacrificio del Calvario.
El corazón humano de Jesús es el de quien obedece
hasta la muerte; pero lo es por la intensidad de su filia-
ción, no por las prácticas legales. Es el Hijo que se
complace íntimamente en realizar el proyecto del Pa-
dre: «Padre mío, si es posible, que se aleje de mí este
trago; sin embargo, no se haga lo que yo quiero, sino lo
que
quieres
tú»
19
- LA SOLIDARIDAD HUMANA. Por otra parte, Jesús
es el segundo Adán, hermano solidario de todos los
hombres, su representante y cabeza ante Dios; es el Re-
dentor que lucha contra el Maligno y se siente corres-
ponsable del pecado de sus hermanos. ¡Debe de ser
algo muy grave el pecado del hombre, si la misericordia
infinita del Padre sólo lo perdona a costa de la cruz! Por
su solidaridad hasta el fondo, el corazón de Jesús -
aunque de Cordero inocente- considera como misión
propia y deber inherente a su fraternidad verdadera y
radical la expiación del mal de la historia del hombre.
Estas dos motivaciones de fondo son la novedad del
misterio de la Encarnación; por tanto, la originalidad
de la Nueva Alianza -donde hacerse "discípulo" para
"cristianizar el propio ser"- lleva consigo un espíritu
nuevo en todo el ámbito ascético penitencial. En la Eu-
caristía todo tiende a convertir en "discípulo", para te-
ner un corazón con los mismos sentimientos de Cristo:
el de su filiación divina ("¡filii in Filio!") y el de su soli-
daridad humana, a fin de ser corresponsables con él en
la Redención.
La actitud del verdadero "discípulo" (¡su "discipli-
na''!) es exactamente la de un amor que se entrega to-
talmente en la filiación obediente al Padre y en la soli-
daridad redentora de los pecados, sobre todo de los
propios destinatarios y hermanos. La disciplina religio-
sa, atentamente confrontada con el misterio eucarísti-
19. Mateo26,39.

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13
1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
co, es una mediación concreta para "cristianizar" nues-
tra vida: no da lugar a marginaciones de la ascética, a
individualismos, a independencias arbitrarias, a mez-
quinas compensaciones contrarias a la radicalidad de
los consejos evangélicos, ni a un estilo superficialmente
mundano donde falta el espíritu de las bienaventuran-
zas (a Jesucristo no se le ocurrió decir nunca: «¡La disci-
plina la vivo yo a mi modo!»).
6. Exigencias de la profesión religiosa
20. Constituciones 193.
21. Actas del Consejo Ge-
neral 319, octubre-di-
ciembre de 1986.
22. Actas del Consejo Ge-
neral 320, enero-mar-
zo de 1987.
23. Cf. Constituciones 3.
Otro gran polo de referencia para valorar la disci-
plina religiosa es, para nosotros, la profesión: «Las
Constituciones obligan a todo socio en virtud de los
compromisos contraídos libremente ante la Iglesia por
la profesión religiosa» 20•
Ya hemos aludido a él; además, está tratado en dos
circulares: una de 1986, para prepararnos al primer
centenario de la muerte de san Juan Bosco 21 , y otra de
1987, cuando se presentó el Comentario de las Consti-
tuciones 22•
Respecto a la profesión, podemos considerar dos as-
pectos particularmente significativos: la consagración
en cuanto "pacto de alianza'' y nuestro modo concreto
de vivirlo, que es una especie de "documento de identi-
dad en la Iglesia''.
- La consagración especial que se produce en la
profesión religiosa une, en pacto de mutua alianza, la
iniciativa de Dios (que nos asegura la asistencia y el po-
der del Espíritu Santo) y la donación personal que hace
de sí quien profesa: es un pacto basado en una misión
específica, en una determinada dimensión comunitaria
y en una vivencia radical de los consejos evangélicos 23•
La alianza supone, por parte de Dios, la fidelidad
indefectible a su acto de consagración, y, por la nues-
tra, el compromiso de poner todas nuestras energías 24

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, N. º 348
14
al servicio del proyecto de vida evangélica del Funda-
dor, "patriarca'' de nuestra alianza.
Se trata de un pacto totalmente libre, donde los
compromisos que se toman no son, de por sí, obligato-
rios para todos los fieles, pero resultan tales para los
consagrados, precisamente en virtud del pacto de la
profesión. Ésta exige lealtad, porque es expresión con-
creta de una amistad que se ha querido anudar de ma-
nera indisoluble. El religioso fortalece su alianza ejerci-
tando a diario su "libertad consagrada'': la consagración
entrena e intensifica la libertad por medio de una pecu-
liar disciplina evangélica. Más adelante diremos algo
sobre las relaciones de la libertad con la disciplina; aquí
basta decir que la profesión religiosa como pacto de
amistad recíproca supone, por nuestra parte, plena «fi-
delidad al compromiso adquirido» como «respuesta
constantemente renovada a la especial alianza que el
Señor ha sellado con nosotros» 25•
De ese modo, el descuido de la disciplina religiosa
es, de hecho, un atentado contra la profesión y una
deslealtad a la amistad que trabamos públicamente con
el Señor.
- El ''documento de identidad" que se entrega a
quien hace la profesión, suele llamarse "Regla de vida''.
Esta define tanto las «riquezas espirituales» del carisma
de nuestro Fundador en la Iglesia, como «el proyecto
apostólico
de
nuestra
Sociedad»
26
,
con
disposiciones
concretas sobre la convivencia, la normativa comunica-
ria, la formación y la corresponsabilidad en el desem-
peño de las distintas funciones.
La fórmula misma con que se hace la profesión de-
clara explícitamente un compromiso concreto: «Según
el camino evangélico trazado en las Constituciones sa-
lesianas» 27, que son «nuestro código fundamental»,
completado por los Reglamentos Generales, «las deci-
siones del Capítulo General», los «directorios generales
e inspectoriales» y «otras determinaciones de la autori-
24. Cf. Constituciones 24.
25. Constituciones 195.
26. Constituciones 192.
27. Constituciones24.

2.7 Page 17

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15
1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
28. Constituciones 191.
29. Constituciones 191.
30. El Proyecto de Vida de
los Salesianos de Don
Bosco, Roma (Madrid),
1986, pág. 33.
dad competente» 28•
Así pues, la Regla señala una disciplina religiosa
concreta que guía «la vida y la acción de las comunida-
des y de los hermanos» 29 en una vivencia que es «mu-
cho más que simple observancia [legal]; exige fidelidad,
demostrada por el testimonio personal, por la comu-
nión de vida en casa, por una creatividad pastoral que
responda a los desafíos de la época, por la conciencia
de Iglesia local y universal, por la predilección de la ju-
ventud necesitada actual y por un infatigable espíritu
de sacrificio vivido día tras día durante todo el año» 30•
¿Por qué hacemos de la Regla nuestro "documento
de identidad en la Iglesia''? Porque es la descripción au-
téntica -aprobada por la Sede Apostólica y profesada
por los salesianos- de la tipología específica del caris-
ma salesiano de san Juan Basca.
Sabemos que la Iglesia es, en el mundo, el "sacra-
mento" universal de salvación, es decir, signo visible
que comunica su misterio mediante determinadas mo-
dalidades existenciales perceptibles por los sentidos. En
el pueblo de Dios son innumerables las modalidades
con que se significa la misión eclesial de salvación en
un multiforme ejercicio de la única santidad; a los reli-
giosos, en particular, les corresponde dar testimonio de
que el mundo no se salva sin el espíritu de las biena-
venturanzas.
Ahora bien, los carismas de vida religiosa son mu-
chos, cada uno con su peculiar modo de vivir, que
muestra a los demás la identidad de la propia vocación
y misión. La práctica de las indicaciones y disposicio-
nes de la Regla de vida entra así, globalmente, en el
ámbito de la cara,cterística "sacramental" de la Iglesia
con que ésta presenta al mundo el misterio de Cristo
«en oración en el monte, anunciando a las gentes el
Reino de Dios, curando a los enfermos y lisiados, con-
virtiendo a los pecadores en fruto bueno, bendiciendo
a los niños, haciendo el bien a todos y siempre abe-

2.8 Page 18

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, N. º 348
diente a la voluntad de Padre que lo ha enviado» 31 .
Al cumplir nuestra Regla de vida, presentamos visi-
blemente al mundo un aspecto concreto de la naturale-
za sacramental de la Iglesia en cuanto "signo" universal
de salvación.
Evidentemente, en nuestra Regla de vida, según la
complejidad indicada en el artículo 191 de las Consti-
tuciones, hay varios niveles de referencia a la disciplina
religiosa, hasta el punto que, en circunstancias especia-
les, es posible que los superiores mayores puedan dar
una dispensa temporal «de determinados artículos dis-
ciplinares»32. Aquí el adjetivo "disciplinares" se toma en
sentido jurídico estricto, para indicar alguna norma
concreta o disposición reglamentaria que no afecta ne-
cesariamente al proyecto mismo del documento de
identidad 33.
Estas posibles excepciones, sin embargo, no dismi-
nuyen la importancia global de la disciplina religiosa;
al contrario, confirman su validez y su profundo signi-
ficado teologal y eclesial. Nos lo recuerdan, con clari-
dad y convicción transmitida en familia de generación
en generación, las palabras iniciales de las Constitucio-
nes: «El libro de la Regla es para nosotros, salesianos, el
testamento vivo de Don Bosco, que nos dice: "Si me
habéis amado hasta ahora, seguid haciéndolo en ade-
lante con la observancia exacta de nuestras Constitu-
ciones"» 34.
"Estar con Don Bosco" significa hacer de la profe-
sión la fuente de nuestra santidad: «Los hermanos que
han vivido o viven con plenitud el proyecto evangélico
de las Constituciones nos estimulan y ayudan en el ca-
mino de santificación. El testimonio de esta santidad
[...] es el don más precioso que podemos ofrecer a los
jóvenes» 35.
Así pues, la disciplina religiosa es para nosotros algo
que caracteriza la imprescindible ascesis cristiana propia
del "discípulo" que quiere participar vitalmente, como
16
31. Lumen gentium 46.
32. Constituciones 193.
33. Vale la pena leer por
completo el comenta-
rio del artículo 193: El
Proyecto de Vida de los
Salesianos de Don Sos-
co, Roma (Madrid),
1985, págs, 1.114-
1.117.
34. Constituciones, proe-
mio.
35. Constituciones 25.

2.9 Page 19

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17
1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
san Juan Bosco, en el misterio del único Maestro.
7. Formar para la libertad consagrada
Nuestra libertad de discípulos es "consagrada'', o
sea, purificada y fortalecida, por el Espíritu Santo y ele-
vada a mayor autenticidad humana. Quizás conviene
reflexionar brevemente sobre las relaciones de la liber-
tad con la disciplina, porque a primera vista parecen
dos polos opuestos; alguien podría decir: a más liber-
tad, menos disciplina, y a más disciplina, menos liber-
tad.
Muchos consideran "libre" a quien tiene poder para
decidir siempre autónomamente según su voluntad y
capricho, a quien puede elegir y cambiar cuando le pa-
rece, a quien es dueño de sus decisiones sin depender
de nadie. Evidentemente, eso es una caricatura que no
respeta la realidad de las cosas, aunque contenga aspec-
tos verdaderos.
Ciertamente, la libertad es un valor fundamental
del hombre que merece suma atención, porque lo
constituye en su ser más profundo. La persona se reali-
za mediante iniciativas de su libertad, pero siempre con
una conciencia recta iluminada por la "verdad" objetiva
y con un actuar verdaderamente libre, sin ser esclavo de
pasiones o ideologías e injusticias, ni de condiciona-
mientos o enfermedades y carencias en el desarrollo
personal.
«La libertad -afirma el Santo Padre en su Carta a
las fomilitl5-- no puede entenderse como libertad para
hacer lo que uno quiera. Libertad significa entrega de
uno mismo; más aún, significa disciplina interior en la
entrega. El concepto de entrega no se reduce a la libre
iniciativa del sujeto, sino que incluye también la di-
mensión del deber. Todo ello se realiza en la "comu-
nión de las personas" [...] El individualismo, en cam-

2.10 Page 20

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, N. º 348
18
bio, supone un uso de la libertad por el que el sujeto
hace lo que quiere, fijando él mismo la verdad de lo
que le gusta o le resulta útil. No admite que otro "quie-
ra'' o exija algo de él en nombre de una verdad objetiva.
No quiere dar a otro teniendo en cuenta la verdad, no
quiere ser una entrega sincera. El individualismo es,
por tanto, siempre egocéntrico y egoísta» 36•
De hecho, la libertad humana tiene muchas limita-
ciones por naturaleza y por la dimensión dramática de
su misma existencia. De algún modo, aparece siempre
prisionera de sí misma, y su desarrollo pleno exige un
gran esfuerzo de liberación.
El pecado, por una parte, constituye una verdadera
tragedia para la libertad, y, por otra, el querer llegar a
una meta y realizar una misióh exige asegurar a la liber-
tad unos comportamientos que están por encima de
ciertas inclinaciones naturales. Hay, pues, una "libertad
de"lo que es freno y opresión por parte del pecado y
una "libertad para" llegar a una meta; ambos aspectos
requieren un proceso de liberación y fortalecimiento
que es preciso lograr con empeño.
Así pues, con la libertad tiene que ver un género de
disciplina que favorezca un proceso concreto de libera-
ción "de" y de liberación "para''.
La antinomia inicial entre libertad y disciplina se
supera mediante la conciencia, que interioriza la conve-
niencia y necesidad de la disciplina y después la aplica
con libertad, en cuanto voluntad personal y no como
imposición ajena. Para ello, hay que formar adecuada-
mente la conciencia en el significado y las aportaciones
de la disciplina: urge cultivar una educación concreta
en la ascesis relacionada existencialmente con el miste-
rio eucarístico y la consagración en la profesión religio-
sa. Si consideramos nuestra disciplina desde la Eucaris-
tía y la profesión religiosa, veremos enseguida su
racionalidad, necesidad y originalidad.
Hoy día existe un peligro de superficialidad en la
36. JUAN PABLO Il, Carta
a lasfámilias, núm. 14.

3 Pages 21-30

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3.1 Page 21

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19
1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
37. 0. BONHOEFFER, Eti-
ca, Bompiani, Milán
1969, págs. 211-212.
formación de la conciencia: el peligro de no dar impor-
tancia a la ascesis. No se trata de ligarse por razones de
ascesis a una mentalidad ni a prácticas de otra época;
tampoco se pretende educar en una especie de servilis-
mo cercano a la hipocresía, sino hacer posible de modo
concreto la entrega total de sí en el amor consagrado.
Ciertamente, la disciplina sin libertad es inacepta-
ble; pero la libertad sin disciplina es arbitraria y lleva
fuera de camino. Sólo la conciencia es capaz de promo-
cionar una disciplina que se apoye en la libertad, de for-
ma que no sea ni inmovilismo conformista ni una espe-
cie de fariseísmo legal. Hay que lograr un equilibrio
armónico entre libertad y disciplina (no existe el dile-
ma: o libertad o disciplina) para superar vitalmente la
insinuación de una oposición irreducible entre las dos.
Escribe un autor: «Jesús se pone ante Dios como ser
obediente y libre. En cuanto hijo obediente, cumple la
voluntad del Padre siguiendo a ciegas la ley que se le
impone; en cuanto libre, se adhiere a aquella voluntad
por convicción íntima y con plena conciencia y gozo
del espíritu; podríamos decir que la crea de nuevo en sí
mismo. La obediencia sin libertad es esclavitud; la li-
bertad sin obediencia es arbitrio; la obediencia sigue a
ciegas, la libertad abre los ojos; la obediencia actúa sin
preguntar, la libertad quiere saber el significado de lo
que hace» 37•
El "discípulo" mira a Cristo ("¡verdad, camino y
vida!") como a modelo de armonía perfecta entre obe-
diencia y libertad, centra la formación de su conciencia
en este aspecto, que se halla en la raíz de toda la ascesis
cristiana y, como salesiano, se esfuerza a diario por
compaginar la aparente contradicción entre disciplina y
libertad para vivir con fidelidad el proyecto evangélico
de su profesión religiosa.
La lucha personal contra el mal, contra las pasiones
e inclinaciones y contra la mentalidad mundana que
nos invade (= libertad "de") y, por otra parte, las exi-

3.2 Page 22

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, N. º 348
20
gencias de la comuni6n fraterna con miras al proyecto
que hay que hacer para cumplir de modo concreto la
misi6n salesiana (= libertad "para") necesitan una asce-
sis constante y una disciplina adecuada -una especie
de entrenamiento diario- vividas con decisi6n y con
espíritu de alegría para evitar, por un lado, los actos de
infidelidad, los individualismos, las superficialidades de
la permisividad, etc. y, por otro, para promocionar jun-
tos la peculiar alianza con Dios y la misión que tene-
mos en la Iglesia.
Así, la formación de una conciencia de "discípulo"
enriquecerá al salesiano con luces y estímulos que ilu-
minan y guían la libertad en su condici6n de "consa-
grado", haciendo propias las exigencias ascéticas de una
disciplina adoptada y vivida por convicci6n y voluntad
personal en la armonía de la vida comunitaria.
8. La autoridad es un servicio de animación
y gobierno
La manera evangélica con que hemos hablado de la
disciplina religiosa supone y exige una comuni6n ma-
dura de los salesianos, fruto de la renovaci6n en el ejer-
cicio de la autoridad y de la corresponsabilidad en la
práctica de la obediencia. La asimilación de las líneas
posconciliares de renovaci6n no se logra con simples
6rdenes desde arriba, sino con una inteligente y cons-
tante labor de animaci6n que ayude a formar convic-
ciones renovadas. La relaci6n entre animación y for-
maci6n permanente es el camino real para educar hoy
en el modo de ser verdaderos "discípulos". Más que
hablar de "superior" y de "súbditos", hay que insistir
en la corresponsabilidad de hermanos que viven en co-
munión con funciones complementarias: «La vocaci6n
común implica la participación responsable y efectiva
de todos los miembros en la vida y la acción de la co-

3.3 Page 23

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21
38. Constituciones 123.
39. Constituciones 121.
1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
munidad» 38•
Ello no elimina la acción de gobierno ni la actitud
de obediencia, sino que transforma profundamente su
ejercicio, haciéndolo más compartido y activo.
Evidentemente, hay que formar a cada uno para su
papel en armonía con el papel de los demás, particular-
mente en lo que se refiere al superior. A veces es un
problema advertir cierta distancia y prejuicios hacia el
que es portador del servicio de la autoridad. Para cum-
plir esta función no se busca al "jefe", sino al pastor
hermano, amigo y padre.
Por desgracia, se observa a veces un desfase en el
ejercicio de la autoridad: cierta resistencia a asumir car-
gos o, después de aceptarlos, se abandonan las exigen-
cias de su responsabilidad, renunciando así a «promo-
ver la caridad, a coordinar el esfuerzo de todos, a
animar, orientar, decidir y corregir» 39; también se nota
descuido en hacer que funcionen adecuadamente los
organismos de participación y corresponsabilidad
(Consejos, asambleas, etc.) o el dejar pasar con facili-
dad; por lo que algún salesiano tiende a liberarse de
ciertos requisitos indicados explícitamente (consultas,
procedimiento que hay que seguir para los nombra-
mientos, etc.).
La falta de un ejercicio correcto de la autoridad in-
fluye negativamente en la disciplina religiosa. Un supe-
rior que interpretara su papel con mentalidad de
"acomplejado" o con una visión superficial de demo-
cracia, reduciría su comunidad religiosa a una convi-
vencia desorganizada y la haría perder la dirección en el
proyecto pastoral y la vitalidad orgánica en la comu-
nión; tampoco lograría evitar los individualismos.
A cada miembro le debe interesar el papel del otro;
en particular, le debe interesar la función coordinadora
de quien tiene el servicio de la autoridad. Es una ayuda
recíproca imprescindible que hay que favorecer en un
clima de fraternidad sincera. Esforzarse todos en culti-

3.4 Page 24

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, N. º 348
22
var tal coordinación es una prioridad de la metodología
espiritual que hace de la comunidad un núcleo de her-
mm1a.sn.1o0' sn.amigos entregados armónicamente a la misma
Hacer comunidad no es sólo estar juntos, sino tam-
bién apreciar y hacer recíprocamente complementarios
los papeles de los otros, dando un puesto de honor al
ejercicio de la autoridad.
9. Temas para un examen de conciencia
El asunto de la disciplina religiosa no es abstracto e
indefinido; se refiere a aspectos muy concretos, precisa-
dos por la tradición salesiana y por nuestra Regla de
vida. Vale, pues, la pena hacer, de cuando en cuando,
un examen de conciencia personal y un escrutinio co-
munitario.
Indicaré aquí algunos temas fecundos para un exa-
men de conciencia sobre nuestra disciplina religiosa.
Son: la vigilancia ascética de la persona, la vivencia de
los consejos evangélicos, las exigencias de la vida co-
mún, la corresponsabilidad y el proyecto educativo-
pastoral.
a. La vigilancia ascética de la persona
Nuestra vida espiritual tiene siempre dos aspectos
complementarios; no se identifican, pero tampoco se
separan; siguen juntos durante toda la existencia: son el
aspecto místico y el aspecto ascético. El primero es par-
ticipación viva en el goroso misterio del amor de Dios
y de Cristo resucitado; el segundo destaca el esfuerzo
redentor de colaboración con Cristo en la lucha contra
el pecado; hay que procurar que el primero pueda reali-
zarse en nuestra condición humana.
Esforzarse por asegurar la consistencia del segundo
aspecto, que implica el esfuerzo de la voluntad, no

3.5 Page 25

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23
1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
40. Cf. Constitudones 21.
41. Cf. Actas del Consejo
Superior, núm. 300,
abril-junio de 1981.
constituye en absoluto una especie de concesión al pe-
lagianismo, sino una prolongación en nosotros de exi-
gencias históricas concretas de la encarnación redentora
vivida por Cristo.
En la vida consagrada siempre se ha dado mucha
importancia a la práctica ascética, sobre todo entre los
monjes (cuyo "monasterio" se llamaba en algunos luga-
res "asceterio"). Ciertamente hay varias clases de asce-
sis, no sólo según los diferentes carismas, sino también
según la concepción antropológica de cada tiempo y
cultura.
Los salesianos tenemos un carisma especial de vida
apostólica y lo vivimos en una hora en que, según las
ciencias antropológicas, es posible hablar de nueva ti-
pología cultural. La ascesis de nuestra espiritualidad
tiene, por ello, una modalidad específica propia, que
hoy debemos cuidar e intensificar. Comienza por cada
persona: por sus convicciones, por sus reflexiones sobre
el espíritu salesiano y por su confrontación sincera con
nuestra Regla de vida.
San Juan Bosco "modelo" 40 emite haces de luz al
respecto.
En el célebre sueño del personaje de los diez dia-
mantes 41 , nuestra "mística" se indica por los diamantes
del pecho, que dan brillo al "da mihi ánimas", es decir,
a la caridad pastoral, acompañada por la gran vitalidad
de las otras dos virtudes teologales, y se considera aten-
tamente nuestra "ascesis" por los diamantes de la espal-
da, particularmente mediante los dos de los hombros,
que sostienen el manto. Estos últimos hacen de unión
entre el aspecto místico y el ascético y los llevan juntos
a la vida cotidiana: son el trabajo y la templanza.
No es éste el momento de desarrollar su rico conte-
nido, pero sí de señalar su importancia espiritual: se
trata de un tema verdaderamente fecundo para noso-
tros. El artículo 18 de las Constituciones ofrece una
síntesis sobre la que orientar nuestro examen de con-

3.6 Page 26

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, N. º 348
24
ciencia al respecto. Vemos inmediatamente que se trata
de una disciplina "espiritual", no medida simplemente
por la observancia de una norma determinada, pues no
se trata de un artículo meramente "disciplinar" -
como decíamos en otra página- del que cabría ser dis-
pensado aunque sólo excepcionalmente, sino de una
dimensión de la santidad salesiana.
El escrutinio que hay que hacer, pues, se refiere, ante
todo, a una actitud evangélica de fondo, para la que in-
cluso se podrán dar normas concretas, pequeñas quizás,
pero que muestran la importancia de lo cotidiano.
b. La vivencia de los consejos evangélicos
Un tema importante que da origen a una vigilancia
ascética especial es la vivencia de los tres consejos evan-
gélicos, asumidos como votos en la profesión religiosa:
la obediencia, la pobreza y la castidad. Muestran la ra-
dicalidad con que deseamos ser "discípulos" del Señor.
Aquí la gran disciplina religiosa se concreta en acti-
tudes permanentes, indicadas con claridad en nuestra
Regla de vida: «Seguimos a Jesucristo [...] y participa-
mos más íntimamente en el misterio de su Pascua [...]
y en su vida en el Espíritu» 42,
lA OBEDIENCIA. En el sueño del personaje de los
diez diamantes, Don Bosco sitúa la obediencia en el
centro del cuadrilátero de la espalda; para los religiosos
de vida apostólica que hemos recibido un carisma que
se caracteriza por la misión, la obediencia tiene una
prioridad que guía toda la vida consagrada. Vale la
pena examinarnos atentamente meditando los artículos
de la Regla que presentan este voto; por él vivimos -
con espíritu libre y responsable- «la obediencia de
Cristo cumpliendo la misión que se nos ha confiado» 43;
ponemos toda nuestra capacidad y los dones que rene-
mos «al servicio de la misión común» 44; «en lugar de
hacer obras de penitencia -nos dice Don Bosco- ha-
cedlas de obediencia» 45; desde tal perspectiva, cultiva-
42. Constituciones60.
43. Constituciones64.
44. Constituciones 69.

3.7 Page 27

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25
1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
45. Constituciones?!.
46. Cf. Constituciones 70.
47. Cf. Constituciones 16.
48. Constituciones 55.
49. Constituciones 67.
50. Actas del Consejo Ge-
neral, núm. 345, julio-
septiembre de 1993.
51. Constituciones 79.
mas un coloquio fraterno con el superior 46 para con-
frontar existencialmente nuestra fidelidad a la profe-
sión y el modo de cumplir la misión común. Y el supe-
rior, en clima de familia 47, estará «en el centro de la
comunidad, como hermano entre hermanos que reco-
nocen su responsabilidad y autoridad» 48•
En el actual contexto cultural, que rodea la volun-
tad humana y su libertad de un clima de autorrealiza-
ción, autogestión y protagonismo individual, el discí-
pulo de Cristo obediente tiene que convencerse de que
debe perfeccionar su libertad de consagrado; lo hará
"personalmente", pero nunca con individualismo.
De aquí la importancia de una obediencia profun-
damente convencida, «poniendo en ello todas las fuer-
zas de inteligencia y de voluntad, así como los dones de
naturaleza y de gracia» 49•
LA POBREZA del salesiano, como "discípulo" de
Cristo, tiene un realismo muy práctico y una modali-
dad original de realización. Sobre ella reflexionamos no
hace mucho en una circular 50 para vivir mejor el pro-
yecto evangélico de nuestra Regla de vida. Dimos tam-
bién sugerencias para un escrutinio de la pobreza, que
precisó el ecónomo general en una intervención muy
concreta; gracias a Dios, no pocas comunidades han
hecho ya revisiones fructuosas en este sentido.
Aquí existe una gran disciplina religiosa -acompa-
ñada de normas muy prácticas- que asegura la radica-
lidad del seguimiento del Señor.
Es una pobreza rica de iniciativa y de desprendi-
miento del corazón, que emplea los bienes con genero-
sidad para la misión de servicio a los pobres. «Recordad
-advierte Don Bosco- que no es nuestro lo que te-
nemos, sino de los pobres. ¡Ay de nosotros, si no lo em-
pleamos bien!» 51
No olvidemos lo que nuestro Padre dejó escrito en
su testamento espiritual: «Cuando comience entre no-
sotros el bienestar y las comodidades, nuestra pía So-

3.8 Page 28

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, N. º 348
26
ciedad habrá terminado su camino» 52•
LA CASTIDAD es, entre nosotros, «la virtud que
hay que cultivar con más esmero» (Don Bosco). «Nues-
tra tradición siempre ha considerado la castidad como
virtud radiante, portadora de un mensaje especial para
la educación de la juventud» 53•
Supone una disciplina personal y comunitaria nada
indiferente, pues la práctica de la castidad afecta a incli-
naciones muy profundas de la naturaleza humana 54; «li-
bera y potencia nuestra capacidad de hacernos todo
para todos; desarrolla en nosotros el sentido cristiano de
las relaciones personales, favorece amistades auténticas y
contribuye a hacer de la comunidad una familia» 55•
Sabemos que los votos que profesamos son tres as-
pectos complementarios de una sola actitud de fondo:
la plena entrega de sí al Señor con vistas a la misión.
Pero, de hecho, donde se experimenta de modo más
concreto la realidad y totalidad de dicha entrega es en
la sinceridad y alegría con que vivimos nuestro celibato
por el Reino: «Los consejos evangélicos, al favorecer la
purificación del corazón y la libertad de espíritu, hacen
solícita y fecunda nuestra caridad pastoral» 56• Tanto
más si pensamos que una característica íntima del Sis-
tema Preventivo es la de "hacernos amar" como signos
y portadores del amor del Señor a nuestros destinata-
rios. Un diligente y continuo examen de conciencia al
respecto asegura la radicalidad no sólo de la castidad,
sino también de la pobreza y la obediencia.
La disciplina de la guarda del corazón es un aspecto
ascético fundamental que custodia y favorece la alianza
de la consagración; es un aspecto religioso imprescindi-
ble que hay que cuidar a diario, porque «la castidad no
es una conquista que se logra de una vez para siempre:
tiene momentos de paz y momentos de prueba» 57•
De ahí la necesidad de cultivar determinadas actitu-
des y de recurrir a medios prácticos y apropiados en
una sociedad hedonista que se distingue por la pseudo-
52. Comtituciones de la So-
ciedad de san Francisco
de Sales, Roma (Ma-
drid), pág. 261.
53. Con.rtituciones 81.
54. Cf. Con.rtituciones 82.
55. Comtituciones 83.
56. Constituciones 61.
57. Constituciones 84.

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27
58. Constituciones 84.
1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
liberación del sexo. Se necesita la máxima sinceridad
consigo mismo en los afectos y decisión para cortar,
desde el principio, ciertas compensaciones que llevan
fuera de camino.
Las Constituciones ofrecen un cuadro para nuestro
examen:
- vivir en el trabajo y en la templanza;
- practicar la mortificación y la guarda de los senti-
dos;
- utilizar con discreción y prudencia los instrumentos
de comunicación social;
- no descuidar los medios naturales que favorecen la
salud física y mental;
- intensificar la unión con Dios en la oración;
- alimentar el amor a Cristo en la mesa de la Palabra
y de la Eucaristía;
- frecuentar sinceramente el sacramento de la Recon-
ciliación;
- abrirse a un guía espiritual;
- fijarse constantemente en el ejemplo de san Juan
Bosco;
- acudir con filial confianza a María Inmaculada y
Auxiliadora 58•
c. Exigencias de la vida común
La opción comunitaria es un elemento esencial de
nuestra consagración religiosa. La comunidad no es
una cosa hecha, sino algo que se construye día tras día.
Tiene razón el reciente documento vaticano al dedicar
un capítulo a la «Comunidad religiosa, lugar donde se
llega a ser hermanos». Nuestra comunidad salesiana tie-
ne una originalidad y estilo propios, que hay que saber
conservar e incrementar. La Regla de vida nos ofrece
varios elementos importantes para su ordenación espe-
cífica.
,
El XXIII Capítulo General indicó también el "día
de la comunidad", que de cuando en cuando puede dar

3.10 Page 30

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, N. º 348
28
pie a un diligente examen de conciencia sobre este
punto vital.
Los vínculos para vivir y trabajar juntos en comu-
nión son «la caridad fraterna, la misión apostólica y la
práctica de los consejos evangélicos» 59, es decir, los
componentes de nuestra consagración 60, que hay que
asumir y cuidar "personalmente", como hemos dicho,
aunque sin "individualismos".
Nuestra comunidad apostólica «se caracteriza por el
espíritu de familia, que anima todos los momentos de
su vida: el trabajo y la oración, las comidas y los tiem-
pos de distensión, los contactos y las reuniones. En di-
ma de amistad fraterna, nos comunicamos alegrías y
penas, y compartimos corresponsablemente experien-
cias y proyectos apostólicos» 61
En particular, hay que revisar y asegurar la dimen-
sión comunitaria de la oración, tan fundamental y vital
para la construcción de una comunidad cuyos vínculos
no nacen de la carne ni de la sangre.
Para construir la comunidad se requiere evidente-
mente una metodología que disponga a la bondad, al
perdón, a la amistad en casa, a las virtudes sociales de
la convivencia, a la comunicación y a la práctica de los
consejos evangélicos en relación con la misma comuni-
dad, y que mida también su fraternidad por el creci-
miento de comunión con la Iglesia local, con la Familia
Salesiana y, especialmente, con los seglares más cerca-
nos a nosotros.
59. Constituciones 50.
60. Cf. Constituciones 3.
61. Constituciones 51.
d. La corresponsabilidad
La dimensión comunitaria de nuestra disciplina re-
ligiosa debe lograr que crezca a diario la corresponsabi-
lidad. El primer sujeto de la misión salesiana es la co-
munidad inspectorial y local 62; quiere decir que hay
que reflexionar juntos y revisar igualmente juntos la ac-
tividad y eficacia de nuestra presencia en la zona.
Habrá que hacer, por tanto, un examen de concien-
62. Cf. Constituciones44.

4 Pages 31-40

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4.1 Page 31

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29
63. Constituciones 175.
1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
cia sobre el ejercicio de la autoridad y sobre el proyecto
apost6lico de la comunidad. Todo salesiano debe sen-
tirse "miembro" con funciones complementarias de las
tareas de los demás, en verdadera sintonía con el supe-
rior, miembro que, como los demás, «trabaja corres-
ponsablemente para la misi6n apost6lica» 63•
La corresponsabilidad se hace participaci6n activa y
seria en todos los niveles de la dimensi6n comunitaria:
la vida y actividad de la casa, la participaci6n en deter-
minadas tareas e iniciativas inspectoriales y, también, la
colaboraci6n sincera en actividades especiales del Rector
Mayor con su Consejo (por ejemplo, la consulta para
elegir a los responsables del gobierno, Const. 123).
Convendrá examinar nivel por nivel, a fin de fo-
mentar y purificar la disciplina de la corresponsabilidad.
64. XXIII Capítulo Gene-
ral, núms. 215 y ss.
e. El proyecto educativo-pastoral
A primera vista podría parecer que la consideraci6n
de un proyecto ejecutivo no entra en el ámbito de un
examen de conciencia sobre nuestra disciplina religiosa.
Pero la realidad es que la afecta, pues en el proyecto se
concentra buena parte de nuestra voluntad de renova-
ci6n y porque la disciplina misma, en cuanto actitud
espiritual, no se limita a cumplir normas, sino que ade-
más suscita la creatividad, el espíritu de iniciativa y la
corresponsabilidad en determinados espacios de nues-
tra misi6n.
Como hemos visto, estamos llamados a educar y
evangelizar comunitariamente: el XXIII Capítulo Ge-
neral nos record6 de forma muy precisa los compromi-
sos operativos de la comunidad 64, que debe presentarse
como "signo de fe", "escuela de fe" y "centro de comu-
ni6n y participaci6n"; lo cual supone sin duda en los
salesianos no pocas actitudes de disciplina espiritual,
concretadas en programas adecuados de formaci6n per-
manente.
Por otro lado, el cumplimiento del artículo 31 de

4.2 Page 32

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, N. º 348
30
las Constituciones, para colaborar dentro de la Iglesia
en la nueva evangelización, se guía por las indicaciones
normativas del segundo capítulo de los Reglamentos
Generales: son los artículos del 4 al 1O, que ofrecen un
qigente panorama de revisión. ¿Cómo hacer, por
ejemplo, que la comunidad sea verdaderamente "nú-
cleo animador" 65 de la comunidad más amplia que es la
educativo-pastoral?
La preparación del "proyecto" exige asistencia y co-
rresponsabilidad, que después será interés sincero y
constante por su ejecución y revisión, pues la aplica-
ción del proyecto requiere disciplina y colaboración, es
decir, que cada uno cumpla con generosidad y compe-
tencia la parte que le atañe, que dé cuenta a quien debe
hacerlo y que no asuma independientemente de la co-
munidad (del superior) compromisos que lo alejen o li-
miten en la realización del proyecto común.
De ese modo, la disposición a hacer un escrutinio
actualizado sobre nuestra disciplina religiosa lleva al
centro vivo de la renovación posconciliar, donde, al
ahondar en la índole propia de nuestro carisma, se han
abierto horizontes más amplios a muchas palabras y
conceptos usados rutinariamente de forma restrictiva,
tales como: consagración, misión, comunidad, votos,
fraternidad, autoridad, formación, etcétera; entre ellos
figura también el concepto de "disciplina", elevado
ahora al nivel espiritual de actuar como "discípulo"
convencido y fiel que procura vivir y hacer crecer el ca-
risma del Fundador.
¿Cuál sería, pues, el peligro de "indisciplina" hoy
para un salesiano, para una comunidad, para una ins-
pectoría, para la Congregación?
Además de la inobservancia de normas precisas de
la Regla de vida -por ejemplo, sobre la vivencia de los
consejos evangélicos-, habría que subrayar la pereza o
falta de interés por entrar en las nuevas órbitas conci-
liares a las que nos lanzaron los últimos capítulos gene-
65. Reglamentos
Generales 5.

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31
1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
rales. Las excusas de la lentitud para seguir las líneas
concretas de tal renovación ocultan una falta de actitud
de "discípulo" porque se vive distraído con otras curio-
sidades, o porque se ha estancado en ciertos hábitos, o
porque se ha perdido el fervor de la comunión mundial
del propio carisma.
Quien asimila las grandes líneas renovadoras, in-
cluidas en nuestra Regla de vida tras su elaboración, da
testimonio de las convicciones personales y comunita-
rias, que se hacen disciplina operativa.
66. Mateo 5,17; 19-20.
67. Mateo 23,23.
10. José y María
Concluimos estas reflexiones sobre el valor de la
disciplina religiosa recordando el ejemplo de José (en
cuya fiesta he terminado la presente circular) y de Ma-
ría, así como el testimonio de los Apóstoles.
Jesucristo atacó la observancia de la Ley según los
fariseos; pero no la suprimió, sino que le dio plenitud:
«No he venido a abolir, sino a dar plenitud [...] El que
se salte uno solo de los preceptos menos importantes, y
se lo enseñe así a los hombres, será el menos importan-
te en el Reino de los Cielos. Pero quien los cumpla y
enseñe será grande en el Reino de los Cielos. Si no sois
mejores que los letrados y fariseos, no entraréis en el
Reino de los Cielos» 66•
Así pues, no a la inobservancia, pero tampoco una
observancia de falsa mentaiidad legalista. Jesús condena
severamente esta última en los fariseos y letrados: «¡Ay
de vosotros, letrados y fariseos hipócritas, que pagáis el
diezmo de la menta, del anís y del comino, y descuidáis
lo más grave de la Ley: el derecho, la compasión y la
sinceridad!» 67•
El verdadero significado de la observancia de la Ley
lo podemqs admirar en José y María cuando van al
templo para la purificación y la presentación del pri-

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, N. º 348
32
mogénito 68• La razón inmediata de este acto es, según
el hagiógrafo, la prescripción de la Ley; pero de hecho
se convierte en una mediación providencial que hace
vislumbrar la realidad insondable de la Nueva Alianza.
La observancia de la Ley se pone aquí al servicio de va-
lores superiores que hacen descubrir a José y a María
un panorama de gracia: el misterio del templo y el co-
mienzo de una nueva liturgia, la alegría profética de Si-
meón y de Ana, agradecidos a Dios por su fidelidad a
la promesa y convertidos en proclamadores de su reali-
zación en una alianza nueva, y la misteriosa perspectiva
sacrificial en el futuro de la vida de Jesús, inherente al
ofrecimiento de este primogénito (el primogénito era
considerado el memorial de la liberación de la esclavi-
tud) que llevará a plenitud la historia de la salvación,
nueva manifestación de lo alto para dar un sentido
muy particular a la existencia de María y de José, elegi-
dos para cuidar con solicitud y amor a quien iba a ser
luz de los pueblos y la meta anhelada de toda la difícil
aventura humana. ·
La lectura mediata de ese acontecimiento de obser-
vancia de la Ley puede ayudar a iluminar las nuevas
perspectivas de toda la disciplina cristiana.
Recordábamos al principio la extrañeza de algunos
observadores de Jesús que, al ver que los discípulos de
Juan y de los fariseos ayunaban mientras que los suyos
no, le preguntan por qué. La respuesta alude a la pre-
sencia del novio 69; es el paso de la Antigua Alianza a la
Nueva, y «no se echa vino nuevo en odres viejos» 70•
En la Nueva Alianza hay otro género de obediencia
a Dios y de ejercicio ascético que implica más y es más
radical. Jesús mismo lo enseñó y lo vivió hasta el derra-
mamiento de su sangre.
En la presentación del niño Jesús en el templo,
todo se sitúa en órbita sacrificial: la oblación de sí a
Dios con actitud filial. Esto lleva consigo por necesidad
una actitud permanente de ascesis contra todo egoísmo
68. Cf. Lucas2,22-24.
69. Cf. Marcos2,1s ss.

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33
71. Romanos 8, 12.
72. 1 Corientios 9,25-27.
1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
que supera las normas legales, pero las incluye y santifi-
ca dando cabida también a las disposiciones disciplina-
res propias de un proyecto genuino de discipulado. La
órbita sacrificial de la vida cristiana hace que cada uno
cargue con su cruz para seguir a Jesús con lealtad.
Los Apóstoles entendieron perfectamente el sentido
concreto de ser discípulos y llevaron su testimonio has-
ta el martirio.
San Pablo analiza la necesidad de esta actitud ascé-
tica también por la presencia del viejo Adán en cada
uno de nosotros: deseamos el bien, pero no lo hace-
mos; sin embargo, «estamos en deuda, pero no con la
carne [...], sino con el Espíritu» 71
Por ello el Apóstol exhorta a los fieles a esforzarse
como atletas que corren en el estadio. Para vencer hay
que entrenarse: «Un atleta se impone toda clase de pri-
vaciones; ellos para ganar una corona que se marchita;
nosotros, en cambio, una que no se marchita. Por eso
corro yo, pero no al azar; boxeo, pero no contra el aire:
mis golpes van a mi cuerpo, y lo tengo a mi servicio,
no sea que, después de predicar a los otros, me descali-
fiquen a mí» 72•
En la vida de la Iglesia, esa actitud ha estado siem-
pre viva. Particularmente en la plurisecular experiencia
de la Vida Religiosa, la praxis ascética, confirmada ex-
presamente por una Regla de vida adecuada a cada ca-
risma, es un aspecto constitutivo del seguimiento de
Cristo. La validez e importancia de la observancia no se
calcula con la medida del pecado, sino por la coheren-
cia de un discípulo que ama. Las Constituciones reno-
vadas no terminan, como antes, con un artículo que
declaraba, con preocupación legal discutible, que «las
presentes reglas no obligan, por sí, bajo pena de peca-
do», sino que subrayan la "alianza'' concreta de la pro-
fesión y sus exigencias de fidelidad. La alianza implica,
por parte de Dios, el don de la gracia de la consagra-
ción, que da fuerza para poder observar plenamente la

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, N. º 348
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Regla de vida; por parte, del consagrado, implica el
ofrecimiento total de sí, no simplemente haciendo los
votos, sino adoptando en plenitud todo el proyecto
evangélico del Fundador. Con razón, pues, ahora el
texto de la Regla termina así: «Meditamos [las Consti-
tuciones] en la fe, y nos comprometemos a practicarlas:
son para nosotros, discípulos del Señor, un camino que
conduce al Amor» 73
Es un camino ya seguido por muchos salesianos
santos y autenticado por la específica autoridad de la
Sede Apostólica.
73. Constituciones 196.
Que el Espíritu del Señor nos ayude a comprender
toda la renovación traída por el Vaticano II a la vida re-
ligiosa hoy; ciertamente el próximo Sínodo ordinario
de octubre la seguirá estudiando y la lanzará de nuevo.
Que la invitación de esta circular a meditar sobre la
disciplina religiosa nos lleve a mayor seriedad de com-
promiso, a una corresponsabilidad más consciente y a
una comunión vivida con mayor gozo.
Que María Auxiliadora, con solicitud materna, nos
obtenga la intensificación de nuestra alianza con el Se-
ñor, y nos haga más coherentes y generosos también en
la práctica de la ascesis salesiana.
Mi saludo más cordial a cada uno de vosotros, uni-
dos en la oración.
Vuestro afectísimo en Don Bosco,
EGIDIO VIGANÓ

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