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EL DISCURSO MISIONERO SALESIANO A TRAVÉS
DE «RACCOLTA DI VEDUTE DELLA MISSIONE SALESIANA
DELLA PATAGONIA» DE DOMENICO MILANESIO (1904)
Maria Andrea Nicoletti *
A través del opúsculo Raccolta di vedute delle Missione salesiane della
Patagonia, escrito por Domenico Milanesio en 1904, analizaremos el discurso
misionero que subyace en este texto de marcado carácter propagandístico.
Este librito, busca la colaboración de los Cooperadores salesianos para las mi-
siones patagónicas, despertando su interés, a través del contraste de imágenes
y la resignificación de su tema central: las misiones salesianas y sus actores.
Mediante este escrito y por medio de una secuencia de fotos, dibujos,
mapas y textos, Milanesio presenta la primera historia de las misiones a
través de un conjunto de biografías de sus protagonistas y de escenas signifi-
cativas de la evangelización. De esta manera, y en función del objetivo evan-
gelizador, este misionero resignifica a los contradestinatarios de su discurso:
los indígenas patagónicos, como sujetos de evangelización.
1. Raccolta di vedute della missione salesiana della Patagonia: caracterí-
sticas generales del texto
Raccolta de vedute del misionero Domenico Milanesio1, es un texto que
expone de antemano sus objetivos: retribuir a los Cooperadores Salesianos2
que han ayudado con sus fondos a las misiones de la Patagonia, tentándolos a
continuar con esta empresa.
* Investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Cientificas y Técnicas con sede en
la Universidad Nacional del Comahue (Argentina).
1 Remitimos a la biografía del articulo: María Andrea NICOLETTI – Pedro NAVARRO
FLORIA, Un proyecto de colonización italiana en Patagonia: Domenico Milanesio, sdb y su
opúsculo Consigli e proposte agli emigranti italiani alle regioni patagonichhe dell’America
del Sud (1904), en «Ricerche Storiche Salesiane» 45 (2004) 327-361.
2 Constituciones y Reglamentos Generales de los Salesianos de Don Bosco, Madrid,
CCS, 1985, artículo 5, p. 22.

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La acción de los Cooperadores se enmarca en un objetivo de común ac-
ción social, en un contexto europeo de unidad de acción de los católicos y de
resurgimiento misionero en territorios ad gentes3.
En ese sentido, Raccolta di vedute, forma parte de un conjunto de textos
que constituyeron una vía de unión entre los Cooperadores y la Congrega-
ción. Iniciado con el Bolletino Salesiano en 1877, de amplio alcance social,
en estos textos se daban a conocer noticias de la Obra salesiana en todo el
mundo mediante las cartas de los misioneros y la publicación de las gracias
obtenidas por la Virgen María Auxiliadora.
Raccolta di vedute, siguiendo esta misma línea, aúna las voluntades de
estos católicos, refuerza dicha comunicación y viene a engrosar la informa-
ción existente en el Bolletino salesiano, especialmente destinado a captar la
colaboración para los «infieles».
Las tres primeras imágenes del librito4, apelan a la fe de estos Coope-
radores y a sus obligaciones como católicos, hijos de la Iglesia y parte de la
Familia Salesiana. Por medio de su secuencia, advertimos las «huellas acerca
de los valores que se reivindican o se rechazan, a través del análisis de los
condicionamientos que rigieron los criterios de dicha selección temática»5. Se
visualizan en este caso, valores y referencias que aparecen como motivadoras
para ese grupo, como es el caso de estas imágenes sagradas: Cristo, la Virgen
Auxiliadora y el Santuario de Valdocco.
El punto de partida del opúsculo es la devoción central salesiana6: la
imagen de la Virgen bajo la advocación de la Auxiliadora7. La intervención de
3 Fidel GONZÁLEZ, Los movimientos en la Historia de la Iglesia, Madrid, Encuentro,
1999. p. 156.
4 La primera es una reproducción del cuadro titulado «Imagen de María Santísima Auxi-
liadora. Venerada en el Santuario de Turín-Valdocco. Patrona de la Pía Sociedad Salesiana y de
sus misiones en el extranjero. Coronada por decreto de Su Santidad León XIII el 17 de mayo
de 1903» p. IV. Al reverso un dibujo de un Cristo glorioso cuyo epígrafe es «Id y enseñad a
todos los pueblos y bautizadlos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo» (Mt, 28,
19). Seguidamente se ilustra la explicación sobre el Santuario de María Auxiliadora con una
foto del mismo, p. V. Domenico MILANESIO, Raccolta di vedute delle missioni Salesiane della
Patagonia, Torino, Oratorio San Francesco di Sales, 1904. pp. III, IV y V.
5 Leticia PRISLEI, Fotografía y cine. La “lectura” de la imagen en perspectiva histórica,
en Entrepasados. Revista de Historia, 23, (fines 2002), pp. 14-15.
6 La vida de don Bosco ha estado signada por intervenciones marianas. En 1814 había
sido instituida la fiesta de la Auxiliadora el 24 de mayo. En Turín había una imagen venerada en
la iglesia de San Francisco de Paula y una asociación. En 1848 se encuentran ya colocadas en su
mesa de trabajo algunas estampas con el título Auxilium Christianorum. Definitivamente en 1862
y ante los sucesos de las guerras de la independencia, don Bosco adopta esta devoción mariana.
Entre 1868 y 1879 don Bosco escribe siete pequeñas obras sobre la devoción a María Auxilia-
dora”. Alfredo VIDELA TORRES, Vida de San Juan Bosco, Santiago, Don Bosco, 1999, p. 102.
7 La imagen que precede al escrito es la del cuadro de siete metros de alto que don

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“… missione salesiana della Patagonia” de Domenico Milanesio (1904) 91
la Providencia marca todo el texto con la presentación del Santuario de María
Auxiliadora en Valdocco8, desde donde parten las expediciones salesianas a
América9.
Esta referencia inicial alude al simbolismo relevante que tiene la Virgen
Auxiliadora10 en relación con el tema misionero en las luchas contra los pue-
blos no cristianos. María Auxiliadora aparece en este libro, no sólo por medio
del Santuario, sino en un episodio que refuerza su rol mediador en la obra de
las misiones: salvando a los misioneros salesianos de una tempestad cuando
se acercaban a su tierra de misión en la Patagonia.
Con una breve frase Milanesio introduce a los lectores en el objetivo del
libro: la obra evangelizadora en Patagonia y los misioneros salesianos que
«Esparcen por doquier la semilla de la divina palabra» (V) 11.
Dentro de la estructura de la obra, dividida en títulos sueltos, no capí-
tulos, podemos distinguir dos partes: la primera centrada en la construcción
de la historia de las misiones salesianas en Patagonia a través de una serie de
biografías; y la segunda, relacionada directamente con el desarrollo de esta
misión salesiana en particular.
El texto, escrito en italiano, tiene incorporado una secuencia de fotos, di-
bujos, cuadros y mapas, para ilustrar el tema, y tres temáticas muy definidas:
1. La descripción de las misiones que han sido fundadas en la Patagonia hasta
1904; 2. Las costumbres de sus pobladores; 3. Los resultados de la evangeli-
zación a través de la conversión de los caciques Valentín Sayhueque y Ma-
nuel Namuncurá.
Bosco mandó a pintar al artista Tomás Lorenzone, para poner en el Santuario con precisas indi-
caciones suyas. En este cuadro se sintetiza la teología de don Bosco sobre la Virgen Auxilia-
dora y su intervención en la Iglesia en donde la Virgen es su auxilio y sostén, especialmente
sobre el Papa y los Obispos.
8 Entre los sueños de don Bosco se encuentra uno que relata como don Bosco vio en el
aire un globo de fuego luminosísimo sobre el terreno en el que más tarde se levantó la Iglesia
de María Auxiliadora. Fausto JIMÉNEZ, Los sueños de Don Bosco, Madrid, CCS, 1995. Sueño,
17 El Globo de fuego (1854) p. 350 cfr. MB 5, 64 y Mbe 5, 58.
9 Fausto JIMÉNEZ, Los sueños…, sueño n° 10 La pastorcilla y el rebaño (1844), p. 99
cfr. MB 2, 243-245 y Mbe 2, 191-192.
10 El título de Auxilium Chistianorum para la Virgen aparece en la invocación de las
Letanías y se reitera en períodos difíciles para la Iglesia.
11 Todos lo número romanos entre paréntesis que aparecen en este texto responden a
la paginación original de D. MILANESIO, Raccolta di vedute…

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2. La construcción de la historia de las misiones salesianas a través de
las biografías
A veinticinco años de la llegada de los Salesianos a la Patagonia, Mila-
nesio construye la primera historia salesiana de las Misiones en tierras
australes, y lo hace a través de las biografías de quienes las llevaron a cabo.
Homogeneizando a las personas que presenta a través de un mismo molde
biográfico, «construye un patrimonio común que se constituye en el prin-
cipio/fundamento de una nueva identidad»12. Fundando de esta manera las
bases de la memoria, escribe esta primera historia para descubrir «en el ayer
los precedentes de las prácticas que solicita, las raíces de los valores que
preconiza, el anuncio del proyecto que propone»13.
Milanesio muestra a las personas reales y concretas que sostienen el
proyecto y la empresa salesiana a través de un conjunto de biografías cuyo
punto en común es la evangelización en la Patagonia. En orden de impor-
tancia, este conjunto biográfico se inicia con don Bosco y termina con el
mismo autor del opúsculo. Las biografías se presentan como modelos en fun-
ción del objetivo evangelizador y están dispuestas en jerarquía en relación a
la construcción de la historia de las misiones salesianas en la Patagonia. Es
evidente el orden decreciente de envergadura de cada personaje y como a
partir de cada biografía, el lector puede adentrarse en la historia misma de las
misiones mediante el recorrido breve de la vida de quienes las hicieron posi-
bles y tuvieron en ellas intervención directa. Todas ellas señalan los datos
más relevantes de la actuación de cada uno de ellos en orden cronológico,
destacando su fecha y lugar de nacimiento y una breve trayectoria. En todas,
se señala la vinculación directa del personaje con las misiones de la Pata-
gonia, el lugar que ocupó en la empresa, su importancia y cómo la llevó a
cabo. Finalmente, el autor destaca en cada biografía particular, el modo en el
que actuaron la Providencia y don Bosco para ayudar a cumplir ese objetivo.
A través de la biografía de don Bosco, Milanesio nos presenta una sín-
tesis de la obra salesiana completa. Introduce en ella el objetivo del libro y
nos muestra el propósito de la misión en América: la asistencia y la instruc-
ción de los inmigrantes italianos (de ello dará cuenta Milanesio en su opú-
sculo Consigli e proposte, 190414) y especialmente, «la asistencia e instruc-
ción de los pueblos salvajes» (p. VI) en Raccolta di vedute.
12 León POMER, La construcción del imaginario histórico argentino, Buenos Aires,
EAL, 1998, p. 13.
13 Ibid.
14 M. A. NICOLETTI - P. NAVARRO FLORIA, Un proyecto de colonización italiana…

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Inmediatamente Milanesio presenta al sucesor de don Bosco, don Rua,
en quien cae la responsabilidad de la Obra al momento de este libro. Su
semblanza apunta a destacar que nada ha cambiado. Don Rua es el interprete
más fiel,
«La imagen más exacta de Don Bosco» (p. VII).
Incluso su biografía cierra con una frase de don Bosco en la que se
destaca su santidad. Para Milanesio los Cooperadores pueden quedarse
tranquilos: don Rua seguirá fielmente el espíritu que inicialmente animó a la
obra misionera salesiana.
Seguidamente, la figura de Giovanni Cagliero destaca aquí entre las
otras figuras relacionadas con las misiones por su vinculación tan íntima y
directa con don Bosco. Cagliero representa además la administración inicial
y más importante de las misiones salesianas, no sólo porque se hizo cargo de
la primera expedición, sino porque fue el primer obispo salesiano y vicario de
la Patagonia.
La única figura de las aquí tratadas que no pertenece a la Congregación
es monseñor Mariano Espinosa, mencionado como la autoridad argentina
eclesiástica mas allegada a los Salesianos, aunque el gestor del ingreso de la
Congregación fue el arzobispo de Buenos Aires Federico Aneiros. Pero hay
un punto que a Milanesio seguramente lo inclinó más por la figura de Espi-
nosa que por la del arzobispo Aneiros: mientras que Aneiros estuvo involu-
crado en el complejo conflicto por el Vicariato apostólico15, Espinosa
«Tuvo siempre afecto a los hijos de Don Bosco» (p. IX)
y además los acompañó en el campo de misión. Su vida siempre estuvo
signada por una preocupación constante en torno a la evangelización
ad gentes que precedió y abrió el campo de misión de los Salesianos en la
Patagonia.
Milanesio agrega dos figuras salesianas claves en relación a la obra mi-
sionera: monseñor Costamagna y monseñor Fagnano. El primero fue cabeza
de la tercera expedición misionera, su superior en la expedición que lo trajo a
la Argentina y figura clave en la incorporación y formación de las Hijas de
María Auxiliadora en las misiones. En ambos, se destaca que después de
cumplir con uno de los objetivos propuestos por don Bosco: la asistencia a los
inmigrantes italianos, se dedicaron a las misiones ad gentes: Costamagna en
15 María Andrea NICOLETTI, La conflictiva incorporación de la Patagonia como tierra
de misión (1879-1907), en Boletín americanista 54 (2004) 157.

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la Patagonia norte y Fagnano en la Patagonia Austral con su modelo reduc-
cional que Milanesio tanto admiraba16.
Costamagna fue el primer salesiano en entrar a la Patagonia de la mano
del ejército argentino. Sus impresiones fueron las semblanzas iniciales del de-
solador panorama de muerte y miseria que había dejado el ejército17. Su expe-
riencia misionera con «infieles», fue la primera al lado de monseñor Espinosa
con un catecismo bilingüe18. Experiencia que marcó a fuego a los siguientes
misioneros, y sirvió para que don Bosco dejara en claro que había que sepa-
rarse inmediatamente de la acción del ejército si se quería llegar a buen fin
con la evangelización19.
Cierran las biografías con la vida del mismo autor, introducida por los
editores. Se destaca con el único pie de página de la obra, que la idea de pre-
sentar la vida del autor del libro fue una exclusiva iniciativa de los editores y
que se basa en una reseña ya publicada en el Boletín Salesiano de 1895.
Igual que en las restantes biografías, la de Milanesio sigue la misma ma-
triz, su vida ligada a don Bosco y su acción en las misiones. Pero en ella,
como en las demás, se destaca un aspecto sobresaliente del misionero: sus
incansables viajes, tantos
«Que si se juntan las líneas recorridas en estos 23 años, esta sería una
línea más larga que la periferia del globo» (p. XV).
Milanesio se propone aglutinar estos hechos para construir la historia de
las misiones salesianas, resignificando cada uno de ellos y otorgándoles
espesor histórico para componer así la memoria de las misiones patagónicas y
su particular identidad salesiana. «A partir de la intención de reunir los obje-
tivos en un espacio nuevo y específico, dedicado a dar consistencia material
al pasado, el valor de estos cambia, adquiriendo calidad de históricos»20.
Construida a partir de las biografías, esta historia es una historia lineal
que empieza con don Bosco y remite permanentemente a su persona. Su an-
claje son las ideas y los objetivos de don Bosco y su construcción es referen-
16 José GARÓFOLI, Datos biográficos y excursiones apostólicas del Padre Milanesio,
Turín, Benigno Cavanese, 1928, p. 182, carta del ASC, A 4420271, Carta de Domenico Mila-
nesio a Don Rúa, Concepción de Chile, 27 de mayo de 1894.
17 Archivo Central Salesiano, Caja 203.1, Patagonia, Carta del padre Santiago Costa-
magna a Don Bosco sobre la conquista de la Patagonia, Carmen de Patagones, 23 de junio
de 1879. En adelante: ACS.
18 Pequeño catecismo castellano-indio, Buenos Aires, La América del sud, 1879.
19 MB XVIII, 345.
20 Lilia Ana BERTONI, Construir la nacionalidad: héroes, estatuas y fiestas patrias,
1887-1891, en «Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana ‘Dr. Emilio Ravi-
gnani’», 5 (1992), 102.

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“… missione salesiana della Patagonia” de Domenico Milanesio (1904) 95
cial, en función de la fidelidad en el cumplimiento de cada miembro de la
Congregación de esos objetivos. Los hacedores de la historia son algunos ac-
tores claves, claramente individualizados y seleccionados por su importancia
en la intervención directa de la acción misionera. Esta acción no sólo es una
construcción que se va haciendo en el campo misionero, tiene detrás un claro
respaldo administrativo: el de la Iglesia, encarnado en Cagliero y Fagnano
con el Vicariato y la Prefectura, y el del Arzobispado de Buenos Aires
con monseñor Espinosa. Los destinatarios de la Obra, en cambio, aparecen
mencionados genéricamente y sólo en función de la acción evangelizadora:
los «salvajes» de la Patagonia.
Milanesio nos presenta una obra en plena construcción, sostenida y res-
paldada por una cabeza: don Bosco, y por los miembros de la Congregación:
Cagliero, Costamagna, Fagnano y el mismo Milanesio. La construcción de la
historia de las misiones no representa sólo un factor aglutinante de cohesión
para la Congregación, es también un mecanismo de acción, de comunicación,
de difusión y control, que busca posicionarse dentro de la historia y la tradi-
ción de las misiones en la Iglesia católica.
3. Las misiones salesianas de la Patagonia en acción
En la segunda parte, la específicamente misionera, Milanesio no parece
seguir un orden determinado, ni cronológico ni temático. Nos introduce direc-
tamente en el corazón de la misión: la administración del bautismo y la pré-
dica del misionero.
Como en dos puestas en escena, Milanesio nos muestra el bautismo de
un cacique y el adoctrinamiento (p. XVI). La trascripción del texto del credo
en lengua nativa o sea en mapudungun, que acompaña a la primera escena,
demuestra la metodología misionera para la prédica en la lengua originaria.
En la segunda escena aparece un grupo de indígenas escuchando al misio-
nero. La prédica toma forma de interrogatorio del misionero hacia los indí-
genas, pero la única voz que aparece es la del mismo misionero. La temática
gira en torno a la creación, un tema muy cercano también a la religión indí-
gena. Desde allí el misionero sostiene las diferencias con la religión católica
introduciéndoles el mensaje central del Evangelio de Cristo:
«Debéis amar también a aquellos que os hacen el mal» (p. XVII),
en base al principio con el que inició la prédica: la creación del mismo Padre
Común. Al final del texto, en la frase de despedida
«Espero volver a veros dentro de pocos días»,

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Milanesio deja en claro que la misión es itinerante, y esto lo reafirma
nuevamente cuando sostiene:
«Yo deseo que no olvidéis todo cuanto os he dicho» (p. XVII).
La introducción a la temática misionera la cierra nuevamente con una
biografía, pero una biografía singular: el salesiano Francisco Agosta, ahogado
al cruzar el río Neuquén en su tarea misionera. Queda claro que aunque Mila-
nesio no escribe la palabra martirio, que sí aparece en otros escritos21, sobre-
sale la idea de su muerte como signo de martirio en las misiones salesiana de
la Patagonia.
Desde el punto de vista teológico el martirio siempre ha sido señalado
como indispensable «para el primer anuncio evangélico y, de modo especial,
para la implantación de la Iglesia»22. Los detalles de su biografía y su inser-
ción son funcionales a la idea de presentar dentro de las misiones salesianas
esta característica que toma relevancia en todas las misiones ad gentes. Si
bien Agosta no muere a causa de la prédica de la fe a manos de los indígenas,
característica singular de la que resulta la verdadera significación del mar-
tirio, Milanesio desliza esta idea nuevamente al mencionar en la misión de
Junín de los Andes cómo los misioneros jesuitas, anteriores a los Salesianos,
murieron a causa de la sidra envenenada, bebida que se realiza con el fruto
característico de la zona: la manzana.
Las misiones que Milanesio elige describir son las misiones del Neu-
quén que él mismo construyó y de las que formó parte: Chos Malal y Junín de
los Andes. Para dar una idea aproximada sobre la ubicación y acceso a las mi-
siones, Milanesio introduce un capítulo sobre las distancias desde la capital,
Buenos Aires y otras ciudades, y los medios de transporte que circulaban por
la zona y su accesibilidad, tema que desarrolló con mas precisión en su
escrito Consigli e proposte23 ese mismo año.
En el caso de la misión de Chos Malal, solapadamente, el misionero
hace alusión al enfrentamiento con el gobernador Olascoaga24
«Resentido por la ausencia de Milanesio, a cuya causa atribuía la
desgracia del suceso» (p. XX),
que le valieron un tiempo de prisión y privaciones25. En la Misión de Junín
21 José GARÓFOLI, Datos biográficos y excursiones apostólicas…
22 Juan ESQUERDA BIFET, Teología de la Evangelización. Curso de Misionología.
Madrid, BAC, 1995, p. 462.
23 M. A. NICOLETTI - P. NAVARRO FLORIA, Un proyecto de colonización italiana…
24 Gobernador del Neuquén (1884-1890).
25 Archivo Histórico de las Misiones Salesianas de la Patagonia, Milanesio, Apuntes.
En adelante: AHMSP.

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de los Andes, que ha sido construida y sostenida por medio de las limosnas,
Milanesio destaca el sacrificio y la precariedad del medio en el cual tuvo que
levantar una vivienda que servía para toda la actividad misionera. En con-
traste con esa situación poco ventajosa, la misión logra, según Milanesio,
cifras importantes de bautismos respecto de la población de la zona: unos
dos mil bautismos en torno a una población de 12 mil personas en todo el
territorio. Allí Milanesio expone claramente cuáles son los resultados de las
limosnas de los Cooperadores.
En la explicación sobre la misión de Junín, el centro no es el texto sino
la foto. Allí aparecen los misioneros, Milanesio entre ellos mostrando un
manzano. El misionero aprovecha la explicación del fruto típico de la zona y
su utilidad para volver a la idea de martirio misionológico que presentó con el
padre Agosta. Presenta una historia de las misiones de la zona, en la que hace
referencia a las misiones jesuitas de la época colonial, posicionando en este
caso a los Salesianos como sus continuadores. Destaca entonces la muerte por
martirio de los jesuitas cuando los indígenas les ofrecieron sidra envenenada.
Atendiendo a la Historia de las Misiones, Milanesio comete un error al
escribir que el conjunto de misioneros perecieron de esta forma. Si bien es
verdad que todos ellos murieron mártires, sólo dos fueron a causa de la sidra
envenenada26.
En la segunda parte del relato, Milanesio introduce el tema de las cos-
tumbres indígenas, y lo hace de un modo peculiar: un llamado a los «civili-
zados» a cristianizar a estos «infieles». Pone en boca de los mismos indígenas
este angustiante pedido para que corran en su ayuda.
Seguidamente muestra como los misioneros acuden a evangelizar a los
indígenas presentando los medios de transporte en la Patagonia. A costa de
sacrificios y sometidos a los avatares de la naturaleza y la soledad, el misio-
nero hace su tarea a través de misiones volantes, visitando las distintas tribus
indígenas con
«Prudencia evangélica y paciencia heroica» (p. XXVI),
características que resaltó también en su Manual misionero27.
Los usos y costumbres indígenas descriptas en este opúsculo son: la
indumentaria de la mujer, los alimentos, la vivienda y la caza del puma y el
guanaco. Las descripciones son acompañadas por apreciaciones del autor
26 Dos jesuitas murieron envenenados: De la Laguna y Guillelmo, éste último en manos
del cacique Manqueunai el 19 de mayo de 1716.
27 María Andrea NICOLETTI, Misiones ad gentes: Manuales misioneros salesianos para
la Evangelización de la Patagonia, en «Ricerche Storiche Salesiane» 40 (2002) 34-35.

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98 Maria Andrea Nicoletti
siempre relacionadas con el tema misionero. La explicación de la indumen-
taria de la mujer cierra con la predisposición natural que tienen las mujeres
indígenas a recibir la Fe católica y los cambios que esta recepción ocasionaría
mejorando esta natural tendencia.
En el caso de la comida describe el fruto típico de la zona: el piñón. Los
piñones que no son cosechados son devorados por las urracas cuyo graznido
es imitado por los tehuelches en una ceremonia en la que estos indígenas
reciben a sus príncipes cuando vuelven de la caza o de alguna campaña. Mi-
lanesio aprovecha para comentar que esa misma ceremonia la realizan con
la llegada del misionero.
Finalmente el salesiano presenta en los últimos capítulos una serie de
resultados misioneros concretos: un cuadro de las misiones con la obra sale-
siana en el que realiza algunas evaluaciones numéricas: 129.600 «civili-
zados» y 26.000 indígenas pertenecientes a las seis razas en las misiones su-
damericanas salesianas (Argentina y Chile). La población del Vicariato y la
Pampa Central cuenta, según Milanesio, con 123.100 almas en una propor-
ción de 44 sacerdotes o sea uno cada 2797 almas y en la Prefectura uno por
cada 2031 habitantes. En cuanto a los coadjutores hay uno cada 4244 habi-
tantes en el Vicariato y Pampa Central y uno cada 855 en la Tierra del Fuego.
Finalmente concluye las Misiones salesianas benefician a un territorio de
1.147.099 kilómetros cuadrados (p. XL-XLI). En su incesante búsqueda de
verosimilitud, la resignificación del espacio misionero debe presentarse obje-
tivamente con datos que lo respalden:
«Finalmente que las Misiones Salesianas benefician un territorio que mide
una superficie aproximada de 1.147.099 km cuadrados» y en particular la
de Neuquén, (territorio a su cargo) que «se extiende desde las orillas del
río Neuquén hasta el Río Limay (y) tienen una superficie de alrededor de
109.000 kilómetros cuadrados» (pp. XL y XLI).
La Obra misionera salesiana puede ser incluso mensurable. Los datos en
kilómetros cuadrados no hacen más que enfatizar la importancia de la obra y
la búsqueda de cooperación.
El librito concluye con el resultado concreto de las misiones: la «conver-
sión» de dos grandes caciques: Sayhueque y Namuncurá. Hace en ambos
referencia a su antiguo poder, sus relaciones con las autoridades argentinas
y con los misioneros salesianos.
Presentado el texto pasaremos entonces al análisis de su contenido
misionero.

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“… missione salesiana della Patagonia” de Domenico Milanesio (1904) 99
4. El discurso misionero de Raccolta di vedute
Milanesio construye a través de un conjunto de representaciones plas-
madas en un texto propagandístico, un universo al que denomina «misiones
salesianas en la Patagonia». Sin embargo, Milanesio se preocupa e insiste en
darle a esta referencialidad por él elaborada, un marco de verosimilitud desde
el momento que titula a su escrito: «Antología de lo visto» y porque la provee
de mapas, cuadros estadísticos, fotos y dibujos. Este conjunto de fotos son la
prueba contundente de la búsqueda de verosimilitud porque representan el re-
flejo inmediato y preciso. Sin embargo, como veremos, también las fotos
pueden ser un factor de manipulación en la construcción del discurso a través
de la selección que el autor hizo de las mismas. Estas no han sido presentadas
aisladas o en apéndice, todas tienen un epígrafe y se apoyan en un texto des-
criptivo. «El acto de sacar una foto necesariamente implica una selección
entre los ‘hechos’ y la ‘realidad, ‘revelando’ y ‘velando’», en el que se mani-
fiesta «el proceso y la intencionalidad de que al hacer algo visible, simultá-
neamente hacemos que otra imágenes se hagan invisibles»28.
Desde lo escrito Milanesio marca la impronta de verosimilitud y credibi-
lidad con el relato de su experiencia en los recorridos misioneros. Los hechos
que narra y sus descripciones pueden ser creídas por los Cooperadores – y es
ese el objetivo de su discurso – porque él los ha visto, los ha experimentado
y los ha vivido, no transmite en este caso experiencias de terceros.
Profundizando aún más el problema de la referencialidad y verosimilitud
de su discurso, podemos observar como Milanesio no abandona en ningún
momento ese objetivo. Solamente desplaza su lugar de narrador – aunque lo
hace relativamente – con la introducción de otros personajes o hechos que
legitimen la labor misionera salesiana induciendo la colaboración de los
Cooperadores.
Si en la primera parte y tras la presentación del trabajo, Milanesio no
narra directamente los hechos, los respalda primero en las figuras del Cristo
resucitado y la Virgen patrona de los Salesianos, María Auxiliadora, dándole
a la obra una credibilidad que va más allá de las posibilidades humanas. Pero,
para demostrar que el proyecto salesiano ha sido elaborado, gestionado, res-
paldado y llevado a cabo por hombres concretos, Milanesio presenta una
pléyade de personas que han sido y son en ese momento la representación
fidedigna de la Obra salesiana, entre quienes se incluye.
28 Sergio CAVIGLIA, El mundo a través de uno mismo. La fotografía etnográfica en Pa-
tagonia. Cuarto Congreso de Historia Social y Política de la Patagonia Argentino-chilena.
Trevelin, 15-17 de noviembre de 2001, pp. 1 y 5.

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100 Maria Andrea Nicoletti
Mientras las restantes figuras representan el pasado de las misiones en la
Patagonia, sólo él y don Rúa, por entonces Rector Mayor, se posicionan como
el presente y la puesta en marcha de la empresa salesiana. A partir de allí, Mi-
lanesio no abandona la narración directa de los hechos, interviniendo en la
misma acción misionera. Para demostrarlo predominan en los textos referidos
a la misión, la palabra misionero con mayúscula y una serie de verbos de rea-
lización (ayudar, desarrollar, realizar, poner manos a la obra, fundar, asistir,
instruir, hacer, enviar, convertir, evangelizar, crear, construir, educar, admi-
nistrar sacramentos, visitar, cazar, etc.).
Si el objetivo del opúsculo es la colaboración de los Cooperadores en
las misiones, su discurso busca presentar una realidad que genere un cambio
en las actitudes, conductas y creencias de estos colaboradores mediante la
resignificación del hilo conductor del libro: las misiones salesianas de la
Patagonia.
Este objetivo, posiciona a los Cooperadores como destinatarios de este
discurso, y a los indígenas de la Patagonia como paradestinatarios29, cons-
truidos en tercera persona y tomando la palabra sólo a través del Milanesio
en un claro rol mediador.
Al posicionarlos en tercera persona Milanesio les quita la voz, y cuando
se las otorga en realidad pone en sus palabras su propio discurso, en el que
destaca la necesidad de que estos sean escuchados por los «civilizados», re-
presentados por los Cooperadores para ser ayudados. Milanesio refuerza aquí
la imagen del «infiel»30 iniciada por don Bosco, imagen que él mismo resi-
gnificó, incluso en términos teóricos, en su campo de misión31. Este concepto
lo inicia sutilmente en la biografía de don Bosco con la mención de los «sal-
vajes» y los «patagones» (p. VI) y lo desarrolla profusamente en otros
escritos éditos e inéditos32.
29 Silvia SIGAL y Eliseo VERÓN, Perón o muerte. Los fundamentos discursivos del fenó-
meno peronista, Buenos Aires, Legasa, 1985.
30 María Andrea NICOLETTI, La imagen del indígena de la Patagonia aportes científicos
y sociales de Don Bosco y los salesianos (1880-1920), en Francesco MOTTO (a cura di), L’O-
pera Salesiana dal 1880 al 1922, Significativitá e portata sociale, I, Roma, LAS, 2001, p. 360.
31 María Andrea NICOLETTI, «Derecho a ser educados»: conceptos sobre educación y
evangelización para los indígenas de la Patagonia a través del escrito inédito de un misionero
salesiano”, en Anuario de Historia de la Educación 4 (2003).
32 BoS, noviembre de 1894. Distingue «tres clases de indígenas»: «los manzaneros,
oriundos de la Araucanía, a los pampas, indios legítimos de la Patagonia central, y a algunos
de los tehuelches, gentes del sur». BoS, septiembre de 1896, p. 195. Relato de misiones por
La Pampa y la cordillera en 1896. Allí distingue araucanos, pampas y tehuelches. Domenico
MILANESIO, La Patagonia, lingua, industria, costumi e religione dei patagoni, Buenos Aires,
Escuela Tipográfica salesiana, 1898, p. 38. Presenta «las tres diferentes razas de indios de la
Patagonia y Tierra del Fuego». AHMSP, M6D, MILANESIO, (s/f), Apuntes históricos relativos
a la misión salesiana de Carmen de Patagones. M. (abril 1883).

2.3 Page 13

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“… missione salesiana della Patagonia” de Domenico Milanesio (1904) 101
En su discurso Milanesio busca transmitir representaciones para que los
Cooperadores evalúen y confronten. Su discurso funciona como una interfase
entre el mundo y las imágenes que él transmite y las que ya forman parte del
mundo europeo de los Cooperadores. Las nuevas representaciones influyen
en las representaciones de sus destinatarios con la clara intención de estimular
la cooperación a la obra. Las imágenes (fotos y dibujos)
«al ser ‘miradas’ producen sentimientos y emociones (imágenes mentales)
y a través de ellas penetramos en lo más oscuro, en las sombras de nuestro
inconsciente. El dominio de la imagen es muchas veces más fuerte que la
letra pues convoca y suscita en forma más directa las formas más prima-
rias del psiquismo y remiten al lenguaje más universal y primario (orden
de lo imaginario) que el pensamiento abstracto (orden de lo simbólico)»33.
Su reformulación y resignificación sobre el mundo indígena patagónico
resultará clave para
«Que los cooperadores y las cooperadoras aprendan cuán oportuna resulta
su caridad para estas lejanas misiones»34.
Queda claro que las imágenes que transmite Milanesio no tienen como
objetivo presentar un registro etnográfico ni científico fidedigno sino esti-
mular la cooperación sistematizando un universo con este particular interés.
En su discurso realiza un proceso selectivo en base a sus propios signos35 con
el fin de sistematizar y fijar un mundo más estable y coherente del que él ve,
una «representación sistemática y organizada de la realidad»36. El conjunto de
imágenes y representaciones que transmite Milanesio es completo, en el sen-
tido que busca incorporar a las misiones salesianas como parte de la Obra
salesiana y aún más de la Historia salesiana. Milanesio les otorga pasado, les
proporciona memoria colectiva, las incluye en un lugar de la Historia. Como
práctica discursiva representa, constituye y construye el mundo de las
misiones salesianas en la Patagonia de 1904.
En este discurso, el misionero percibe, interpreta y representa un modelo
mental del contexto, que incluye necesariamente una representación de sí
mismo, de sus destinatarios, los Cooperadores, y de sus paradestinatarios, los
indígenas de la Patagonia. Permanentemente transmite una representación
junto con la representación del «otro». En ese sentido, el discurso misionero
33 Sergio CAVIGLIA, El mundo a través de uno mismo…, p. 2.
34 BS, 1883, 112-113.
35 En el sentido ideológico como reflejo y refracción.
36 Robert HODGE, y Gunther KRESS, El Lenguaje como ideología, en Cuadernos de
Sociolinguística y Lingüística crítica, N° 1, Universidad de Buenos Aires, 1993, p. 21.

2.4 Page 14

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102 Maria Andrea Nicoletti
que transmite Milanesio, construye identidades sociales y relaciones de
poder, que «reparten, definen papeles, modelan a los individuos»37.
El mismo Milanesio se autoproduce en su rol misionero como mediador
ante sujetos que, por su situación que el mismo califica de «inferioridad»,
necesitan del ejercicio de su autoridad. En Raccolta di vedute, el misionero
es presentado como una figura con autoridad equiparada a la del cacique al
que reciben
«con aquel honor y con aquel ceremonial que usan para sus príncipes
cuando vuelven de alguna campaña o gran empresa» (p. XXXII).
A través de distintos mecanismo de enunciación de su discurso, aporta
una representación38 de sí mismo, y más que de sí mismo del modelo del mi-
sionero salesiano. Milanesio elabora a partir de sí, una representación prototí-
pica del misionero patagónico, que confronta con la representación que sus
destinatarios ya tienen sobre el mundo de las misiones, la Patagonia y los
indígenas. Este prototipo lo concluye en su escrito inédito de 1912 con el
Reglamento Misionero39.
La representación central en el discurso de Raccolta di vedute, a la que
denominamos «misiones salesianas de la Patagonia», es una construcción que
resulta del cruce de por lo menos tres representaciones que aparecen en este
texto: los indígenas, la Patagonia y los misioneros. La interacción que estas
representaciones experimentan al confrontar con viejas representaciones, las
que ya tenían sobre estos temas los Cooperadores, tienen como resultado una
resignificación a partir de su reelaboración.
Su efectividad comienza a ser palpable cuando pasan a formar parte del
mundo social circundante y son a su vez internalizadas en los discursos.
4. Imágenes y discurso
La particularidad de este escrito de Milanesio se encuentra en la alter-
nancia de textos con imágenes. Milanesio presenta en su librito una serie de
37 Roger CHARTIER, El poder, el sujeto, la verdad. Foucault lector de Foucault, en
Escribir las prácticas. Foucault, de Certau, Marin. Buenos Aires, Manantial, 1996, p. 116.
38 Más que imagen hablamos de representación social, porque imagen es la reproduc-
ción mental de un objeto exterior relacionada con los mecanismos perceptivos y representación
social es un proceso de construcción mental de un objeto cuya existencia depende del propio
proceso de representación. Tomás IBÁÑEZ, (comp), Ideologías de la vida cotidiana.Psicología
de las representaciones sociales, Barcelona, Sendas, 1988.
39 María Andrea NICOLETTI, Bases y principios para la evangelización salesiana en
Patagonia: el principio reglamento misionero de Domenico Milanesio, 1912, en Atekna, 1,
(2003) 115-137.

2.5 Page 15

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“… missione salesiana della Patagonia” de Domenico Milanesio (1904) 103
fotografías y dibujos que no sólo ilustran un texto sino que reafirman su
contenido e intentan proporcionar mayor verosimilitud a su discurso. En un
contexto positivista
«la cámara de registro era concebida como el aparato capaz de ‘captar la
realidad’ y de producir ‘copias fieles de lo real’. Como sabemos, la idea
de que la tecnología audiovisual posibilita una ‘reproducción exacta de
la realidad’ se ha sustentado en parte en la iconicidad de las imágenes
visuales donde la similitud o el parecido con aquello que representan,
produce una cierta apariencia natural que da sensación de realidad y le
confiere el grado de ‘objetividad’ al registro».
Pero, como señala Joan Costa, «la objetividad es solo el efecto de una
ilusión intelectual, no de una ilusión óptica»40.
En sí mismas las fotos, como las representaciones, conllevan una inten-
ción de parte del fotógrafo y también, en este caso, de quien selecciona una
serie de fotos, sumado al impacto en quien las observa.
«La información visual que proveen las fotografías se inscribe en las
creencias, disposiciones, sentimientos e ideologías correspondientes a una
situación social, económica o cultural determinada. Por ende la imagen
transmite otra cosa a parte de sí misma, y esta otra cosa mantiene rela-
ciones con la sociedad que la produce y consume»41.
Además de las fotos, otro elemento importante que alterna con éstas en
Raccolta di vedute, son los dibujos y mapas ¿Por qué aparecen estos dibujos
en lugar de las fotos? ¿Qué muestran y que pretenden mostrar? ¿Qué se puede
mostrar en foto y qué es más conveniente mostrar en dibujo? La opacidad42
del análisis de las fotos y los dibujos nos ayuda a comprender qué intención
se oculta a través de esta alternancia y selección, que conllevan una determi-
nada direccionalidad discursiva.
Milanesio introduce dibujos en los momentos en los que le resulta impo-
sible anteponer la «verosimilitud de la foto». Pero, como él deja en claro a los
Cooperadores en su título, si el contenido de ese libro es lo que él ha visto,
los dibujos deberían ser tan creíbles como las fotos. La imposibilidad de foto-
grafiar una acción en la que él mismo es protagonista, como el bautismo del
cacique (p. XVI) o la prédica a los indígenas (p. XVII), es representada con
40 J. COSTA, La Fotografía, entre la sumisión y la subversión, Barcelona, Trillas, 1991
cit. en Cristian JURE, Reflexiones sobre la incorporación de la cámara en la investigación,
Actas del VI Congreso Argentino de Antropología Social, Mar del Plata, 14 al 16 de septiembre
de 2000, p. 6.
41 Leticia PRISLEI, Fotografía y cine…, p. 16.
42 Ibid., pp. 15-16.

2.6 Page 16

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104 Maria Andrea Nicoletti
un dibujo que tiene tanto o más intencionalidad que la foto porque permite
estereotipar a los protagonistas de la misión: el misionero y los indígenas y
presentarlos con los atributos que a él le interesa mostrar.
Finalmente introduce los mapas, otra alternativa que impone verosimi-
litud. Milanesio muestra dos mapas: uno de la Argentina desde Córdoba
y Mendoza hasta Tierra del Fuego en el que aparece coloreada la Patagonia
(las marcas y algunos nombres han sido puestos a mano), y otro de Neuquén.
En el primero están marcados los recorridos misioneros en forma de circuitos
uniendo puntos entre localidades. La disposición de los distintos grupos indí-
genas: onas, alacalufes y tehuelches, a quienes ubica correctamente, no así a
los manzaneros y pampas43. En este mapa se distinguen las provincias
(Buenos Aires, Mendoza, San Luis y Córdoba) y los territorios nacionales
(La Pampa, Río Negro, Neuquén, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego
incluyendo las islas Malvinas), los principales accidentes geográficos, los ríos
y algunas localidades importantes. Las referencias indican las superficies de
los territorios misioneros y se señalan establecimientos de misiones en los
que existen dos o tres casas, exceptuando Bahía Blanca con cuatro.
El mapa contrapuesto es el de Neuquén, un mapa político que cuenta
con la marcación de ríos y relieve, cuya referencia indica solo la fundación de
tres casas: una en Chos Malal y dos en Junín. Estos mapas salesianos estaban
confeccionados sobre mapas oficiales con los límites políticos correspon-
dientes a ese período, que no responden necesariamente a la disposición de
los grupos indígenas mencionados. Sin embargo, los indígenas aparecen, a di-
ferencia de los mapas estatales, como una suerte de contradiscurso, en el que
se encuentran dispersos en la Patagonia en contraposición a sus fundaciones
(casas de misión) fijas en el espacio. Las referencias sobresalientes son los
indígenas y las casas de misión, que exponen el discurso de «evangelización
y civilización» de la Congregación.
Como las imágenes visuales se recomponen tanto «desde la memoria
(evocación), como desde la imaginación (como en realidad me hubiera gu-
stado que fuera ese lugar)»44, entendemos que esta selección de imágenes
apela a un discurso, que en este caso Milanesio, arma en función de reforzar
este claro propósito de cooperación a la Obra misionera. Las imágenes de los
«sujetos de evangelización», los indígenas, y su entorno, el paisaje patagó-
43 A los manzaneros y a los pampas los coloca en espacios amplios y poco precisos.
44 Alejandra MACCHI, Indicadores visuales de la percepción humana en la evocación
gráfica espacial, en Actas del VI Congreso Argentino de Antropología Social, Mar del Plata,
14 al 16 de septiembre de 2000, p. 2.

2.7 Page 17

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“… missione salesiana della Patagonia” de Domenico Milanesio (1904) 105
Mapa de la Patagonia (p. XII)

2.8 Page 18

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106 Maria Andrea Nicoletti
nico, son seleccionados de tal forma, que su presentación se articula en ten-
sión de la construcción de un nuevo sujeto: el indígena evangelizado y un
nuevo espacio: «la Patagonia como tierra de misión».
a) Los sujetos de la evangelización: entre los «salvajes» y los «infieles»
El texto Raccolta di vedute menciona como sujetos de evangelización a
los «salvajes» y entre estos en particular a los Patagones. La terminología que
utiliza en la biografía referida a don Bosco está relacionada con el conoci-
miento que por entonces circulaba en la sociedad europea sobre las culturas
indígenas de la Patagonia. Por ello, aunque en la compilación escrita por don
Bosco y Giulio Barberis La Patagonia e le terre australi del continente ame-
ricano45 advertimos un claro conocimiento sobre las diferencias étnicas de
cada grupo, Milanesio utiliza la categoría más genérica y comprensible a los
europeos: «salvajes», una condición funcional a la justificación de la evange-
lización ad gentes46. Esta categoría que conlleva en sí misma una posición et-
nocéntrica respecto al «otro» distinto, cuya única especificación es la de «pa-
tagones», una identidad también impuesta por la misma cultura dominante47.
La población indígena presentada en Raccolta di vedute es posterior a
las campañas militares. Sin embargo en el libro, en un par de fotos de estudio
sobre las «patagonas» (p. XXVII), y un dibujo que representa a la familia
«arauco-patagona» (p. XVI), los aborígenes son presentados sin las modifica-
ciones «civilizadoras» impuestas por la conquista sino «como tipos raciales
puros, en aislamiento social y temporal»48. Tanto el misionero Carbajal49
45 [Giovanni BOSCO- GIULIO BARBERIS], La Patagonia e le terre australi del continente
americano. Introducción y texto crítico por Jesús Borrego. (= Piccola Biblioteca dell’Istituto
Storico Salesiano, 11). Roma, LAS 1988.
46 Pedro NAVARRO FLORIA y María Andrea NICOLETTI, Una imagen alternativa de las
culturas indígenas de la Patagonia: Don Bosco y la Congregación Salesiana, en Boletín de
Historia y Geografía, 15, Santiago, 2001.
47 Lidia NACUZZI, Identidades impuestas. Tehuelches, aucas y pampas en el norte de la
Patagonia, Buenos Aires, Sociedad argentina de Antropología, 1998.
48 Carlos MASOTTA, Almas robadas. Exotismo y ambigüedad en las postales etnográ-
ficas argentinas, en Cuadernos del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoa-
mericano, 19, Buenos Aires, 2000/2002, p. 433.
49 Carbajal dice que «no se sabía tampoco el número de indígenas antes de la conquista
y conjetura que los cálculos que se hacían eran de unos 40 mil pampas, 15 mil araucanos del
Neuquén y 20 mil patagones… la población civilizada antes de la conquista de los indios, se
reducía a unas tres mil personas… pero desde el momento que se abrieron las puertas del de-
sierto, la población empezó a cercer en forma de invasión y conquista. Ya en 1885 la población
ascendía a 30 mil y en 1895 a 60 mil y a esta fecha (1904) a 140 mil incluyendo el territorio
chileno de Magallanes y Bahía Blanca» BoS, 1904, 20-34, «Las misiones de la Patagonia».
Calcula 50 mil indios existentes en los primeros años del presente siglo (XX), desde el Río Co-

2.9 Page 19

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“… missione salesiana della Patagonia” de Domenico Milanesio (1904) 107
como él mismo, ya habían realizado estimaciones sobre la población indígena
y «civilizada». Milanesio, unos años antes que Lino Carbajal, había hecho
una estimación
«entre 45 y 50 mil habitantes de los cuales 12 mil son indígenas», y
agrega que «añadiendo otros 50 mil que se encuentran en el Territorio de
La Pampa, en el distrito de Bahía Blanca y Tierra del Fuego, tendremos
aproximadamente 100 mil habitantes en las Misiones salesianas del ex-
tremo de América del Sud»50.
En Raccolta di vedute afirma que
«En los tiempos de la conquista no se contaban más que seis o siete mil
cristianos. Hoy es la región más poblada de cristianos contando veinte mil
y más habitantes la mayor parte civilizados» (p. XIII).
En el cuadro sobre las misiones salesianas, clasifica la población en
urbana y rural, blancos e indígenas en relación al personal misionero.
«De este cuadro resulta:
1° Que la población civilizada de nuestras misiones de Sud América
en las dos Repúblicas Argentina y Chilena es aproximadamente de
129.600 y la de los indígenas de las seis razas de 26000 habitantes.
2° Que en el Vicariato de Monseñor Cagliero y en la Pampa Central
sobre 123100 almas hay apenas 44 sacerdotes, esto es uno cada 2797
almas y en la Prefectura de Monseñor Fagnano uno cada 2031 habitantes;
3° Que en la Patagonia Septentrional y Pampa Central hay un
coadjutor por cada 4244 habitantes y en la Tierra de Fuego uno cada 855
habitantes» (pp. XL y XLI).
A través de fotos y dibujos los indígenas siempre aparecen en conjunto,
salvo dos caciques que están dibujados, y ninguno de ellos aparece en una
foto o dibujo personal. La alternancia de fotos y dibujos entre indígenas y los
paisanos del lugar con sus costumbres51, divide claramente a los pobladores
de la Patagonia en los «civilizados» y los indígenas. Resulta llamativa la in-
corporación de dos dibujos sobre gauchos, una en compañía de un misionero
lorado a la Tierra del Fuego. «En 1880 se calculaban 31 mil del Colorado al Cabo de Hornos,
- 23 mil en la Patagonia y 8 mil en la Tierra del Fuego -. De los 23 mil eran semicivilizados 9
en la Patagonia, y sólo tres mil en la Tierra del Fuego… Al presente (1900) los indios salvajes
de la Patagonia son en número 5 mil quinientos y 4 mil doscientos en la Tierra del Fuego».
Lino del Valle CARBAJAL, La Patagonia. Torino, Benigno Cavanese, 1879, I, pp. 204 y 205.
50 D. MILANESIO, La Patagonia…, p. 37.
51 Las escenas costumbristas de indígenas y gauchos son en su mayoría dibujos: gauchos
comiendo un asado (p. XXXI), las boleadoras, la caza del puma, el avestruz (p. XXXV), la
escena de la caza (p. XXXVI) un conjunto de tolderías indígenas (p. XXXIV) y los caballos
atravesando un río (p. XXXVII).

2.10 Page 20

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108 Maria Andrea Nicoletti
y otra comiendo un asado, en contraposición a dos dibujos de la caza y la
faena, en donde los indígenas son los protagonistas de estas actividades
(p. XXXI). Los gauchos han sido recreados estereotipados y en «esceno-
grafías teatrales… que se constituyeron mutuamente mediante un juego de
contrastes en sus caracterízaciones. Con todo, la representación de los indí-
genas contó con características propias que no se resolvieron exclusivamente
en esa relación»52. Estos últimos son mostrados por Milanesio como «in-
fieles» sin evangelizar por un lado, e indígenas que están siendo evangeli-
zados, a los que en ocasiones llama mestizos53, por el otro. De esta manera
estos dos grupos están representados en las fotos que muestran a los «Indí-
genas onas»(selk’nam) (p. XLIV), a la «Madre arauco-patagona mestiza
con dos de sus hijas» (p. XLIV), a los «Indios músicos en la Isla Dawson»
(p. XLV), y a las «Hilanderas en la Isla Dawson. Indios de la Candelaria.
Tierra del Fuego» (p. XLVI).
El pedido de evangelización y «civilización» de parte de los indígenas
está ilustrado con la foto de un bosque en San Martín de los Andes, que evoca
el angustiante «lamento que sale de la oscura selva», solicitando a los «civili-
zados» en este caso los Cooperadores, que acudan en su ayuda (p. XXXIII).
Para los indígenas de la Tierra del Fuego, el paso de la «infidelidad» a la civi-
lización, se muestra a través de un collage de fotos de las misiones: la Iglesia,
la caza de focas, los indígenas onas y acalalufes, una familia fueguina civi-
lizada e indígenas en la Misión (p. XLII).
En general, con excepción de las fotos de las mujeres arauco-patagonas
de estudio, que ya señalamos (pp. XXVIII, IVI), los indígenas aparecen
acompañados por los misioneros en la misma acción evangelizadora54, lle-
gando a caballo hasta sus casas o visitándolos para adoctrinarlos e impartirles
el bautismo.
La acción de la prédica misionera aparece escenificada mediante dos di-
bujos titulados «Grupo de indios Arauco Patagones en el acto de recibir el
52 Carlos MASOTA, Almas robadas…, p. 432.
53 Una de ellas parece una típica foto de estudio que muestra a una joven madre ma-
puche con sus hijas adolescentes ornamentadas frente a su casa. En el índice Milanesio la titula
como «madre arauco-patagona mestiza». Sus vestidos largos con ponchos prendidos con tupu,
también llevan pectorales (trapelacucha), la cadena que los sostiene (kilkai) y un collar (tra-
pipel). En la otra foto una mapuche parada frente a una casa de madera esta hilando mientras
un grupo de mujeres la mira sentada desde atrás (p. XXVIII).
54 Dos fotos muestran al misionero visitando familias indígenas pampas en sus casas,
en una frente a la puerta en la otra a caballo posiblemente con un catecúmeno que parece ser
indígena ante una familia que sale a recibirlo (p. XXIX). Pero el misionero no sólo visita a
los indígenas. Un dibujo lo muestra con alba y la Biblia en la mano junto a un niño visitando
a una «familia de gauchos pampeanos».

3 Pages 21-30

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3.1 Page 21

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“… missione salesiana della Patagonia” de Domenico Milanesio (1904) 109
Santo Bautismo», y «Una lección del misionero a los indios» (pp. XVI
y XVII).
En la primera, el Misionero está bautizando al cacique y los indígenas
que aparecen como telón de fondo tienen ropas de paisanos. En la otra se-
cuencia, Milanesio muestra al Misionero predicado a un conjunto desorde-
nado de indígenas con su típico quillango. Entendemos que en esta puesta en
escena Milanesio logra mostrar con un solo golpe de vista el proceso com-
pleto de evangelización en la Patagonia.
Dibujos
pp. XVI
y XVII

3.2 Page 22

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110 Maria Andrea Nicoletti
Los «infieles» de la escena en la que el misionero predica el Evangelio
no están contextualizados ni el tiempo ni en el espacio, son simplemente «in-
dios». En cambio, la otra escena muestra el bautismo del cacique pertene-
ciente a un grupo de indígenas bien definidos: los «arauco-patagones» y en
1881. Estos no están ya vestidos con quillangos sino con ropa de paisanos
y se disponen en escena, como en un coro, a presenciar el bautismo de su
cacique.
Sin embargo, los frutos de la evangelización se muestran en la secuencia
al final, con dos dibujos y una foto: 1) el dibujo de la cara de Sayhueque; 2)
un dibujo que representa a Milanesio estrechándole la mano a Namuncurá
cuando le entrega una carta, sin duda la carta de su rendición; 3) la foto de
Cagliero con los Namuncurá en la que aparecen Manuel vestido de militar y
el pequeño Ceferino junto al Vicario tomado de su mano.
El Gran cacique Sayhueque
(p. XXXVIII)
El cacique Namuncurá
(p. XXXIX)
Si bien el discurso crítico hacia el Estado se visualiza de forma mas la-
tente en Consigli e proposte, Milanesio desliza algunas observaciones en las
que manifiestan la acción violenta contra el indígena cuando habla clara-
mente de un acto de «conquista» de parte del Estado en dos ocasiones (pp. XI

3.3 Page 23

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“… missione salesiana della Patagonia” de Domenico Milanesio (1904) 111
Monseñor Cagliero con el cacique Namuncurá
(p. XXXVIII)
y XIII), y la inacción sobre esta población marginal de la que debe hacerse
cargo la Congregación y sus cooperadores cuando pone en boca de los indí-
genas el clamor para que vengan a «civilizarlos» (p. XXV).
Menciona la entrada de los Salesianos a la Patagonia con el ejército del
General Julio Roca
«En el 1879 no sin graves incomodidades y sacrificios estuvo a la derecha
del General Roca (monseñor Costamagna), que iba por orden del Go-
bierno a la conquista de la Patagonia» (XI).
Situación que don Bosco ya había advertido55 y denunciado56 y que
Giacomo Costamagna57 le corroboraba. En Raccolta di vedute se repite esa
55 [Juan BOSCO - JULIO BARBERIS], La Patagonia y las tierras australes del continente
americano. Introducción y traducción por Ernesto Szanto, Archivo de las Misiones Salesinas
de la Patagonia Norte, Bahia Blanca, 1985, p. 134; cf G. BOSCO, La Patagonia…, p. 134. En
adelante: J. BOSCO, La Patagonia
56 MB XVIII, 345.
57 ACS, Caja 203.1, Carta de Costamagna a Don Bosco, Patagones, 23 de junio de 1879.

3.4 Page 24

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112 Maria Andrea Nicoletti
imagen del ejército, cuando Milanesio menciona a la tribu de Sayhueque y
deja en claro que
«Su tribu fue diezmada» (XXXVII)
y en el caso de Namuncurá que el cacique
«Desplegó rápidamente una maestría poco común, actividad y valor en
defender los derechos de su gente» (XXXIX).
Por otro lado, en el apartado sobre los caciques, Milanesio reconoce la
autoridad de Namuncurá con potestad para firmar
«Acuerdos con los Presidentes de la República y recibía fuertes contribu-
ciones del Gobierno, para que respetasen las fronteras y no invadiesen las
provincias limítrofes» (XXXIX).
La idea de conquista encaja en este esquema en el que chocan dos
fuerzas, una con gobierno sobre el territorio y la otra que busca por la fuerza
usurparlo. ¿Pero cuál es el rol de los misioneros en este enfrentamiento? Mi-
lanesio muestra en este escrito claramente el poder de su rol mediador y lo
hace patente con un dibujo en el que él mismo aparece persuadiendo al ca-
cique de rendirse ante las fuerzas argentinas (p. XXXIX). Sin embargo, en el
texto se corre de este rol diciendo que en realidad Namuncurá se rindió «por
consejo de su tío Reuquecurá» (p. XXXIX) cuando en realidad en la carta a
Namuncurá el mismo Milanesio lo persuade de esta acción, ofreciendo su
mediación como garantía58.
Si bien el misionero reconoce la brutalidad del ejército, no aparece la
imagen del indígena empobrecido, diezmado y marginado que muestra Costa-
magna, en su carta más bien aparece el estereotipo costumbrista, la imagen
congelada anterior a la conquista o el indígena bautizado en proceso de «civi-
lización». Incluso, menciona las «concesiones de ocho leguas de terreno en
los valles del río Aluminé», donde él vive con su familia «que el gobierno
otorga a Namuncurá»59. Concesión que no fue inmediata por lo que la agru-
pación Namuncurá deambuló hasta que la ley se efectivizó tras veintitrés
años de espera.
58 AHMSP, Carta del padre Domingo Milanesio al cacique Namuncurá, Roca 20 de
abril de 1882. Milanesio le garantiza empeñando su palabra que será bien recibido por las
autoridades.
59 El gobierno otorgó 8 leguas de campo sobre la margen derecha del Río Negro en
Chipaelpó por ley 3092 de 1894.

3.5 Page 25

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“… missione salesiana della Patagonia” de Domenico Milanesio (1904) 113
b) El entorno: postales de la Patagonia
Las imágenes visuales que acompañan al texto, han sido armadas en una
secuencia60, a modo de álbum, que «vinculada a una problemática rearticulan
el significado de cada foto en relación con las otras que integran la se-
cuencia». La problemática articuladora es la de las misiones salesianas de la
Patagonia.
«Esta dimensión analítica se completa con la posibilidad de producir, a su
vez, un texto álbum que actúe en el plano reflexivo pero también emotivo
de la sociedad, para reconocer/reconocerse en un pasado pasible de ser
mirado y pensado al mismo tiempo de manera que se supere el plano de la
memoria y se arribe al de la historia»61.
Hay un conjunto de fotos de tipo costumbristas que muestran paisajes y
poblados y en medio de ellos a las misiones salesianas. Esta secuencia de
fotos intenta mostrar un espacio desconocido para el grupo de europeos al
que va dirigido este opúsculo. Espacio que había sido calificado como exube-
rante por su naturaleza desbordante e inhóspita62. Por otro lado, debe ilustrar
y corroborar la calificación de espacio «inculto»,63 un espacio en construc-
ción, que muestra entre sus adelantos significativos hacia la «civilización» a
las misiones salesianas. Misiones que parecen haber dominado a la «exube-
rante naturaleza patagónica».Las dos fotos de poblados que se presentan
como Chos Malal y Junín de los Andes, se muestran en secuencia con la
correspondiente a la misión salesiana.
Encontramos dos fotos que señalan elementos propios del lugar, a los
que especialmente se describe en los textos como exuberantes, son las fotos
del piñon (fruto de la araucaria) y la manzana. Los manzanos han sido domi-
60 Advertimos las siguientes secuencias de imágenes: las imágenes del Cristo resucitado,
María Auxiliadora y el Santuario de Valdocco, las fotos de los miembros de la Congregación y
monseñor Espinosa que muestran la historia salesiana de las misiones a través de sus hace-
dores, dos mapas contrapuestos que muestran los centros de misión, la secuencia de la evange-
lización con dos dibujos que muestran el adoctrinamiento y el bautismo y al final del texto a
los caciques convertidos, una secuencia de seis fotos de las misiones (Junín, San Martín, Chos
Malal, Misiones de la Isla Dawson, San Rafael en la Isla Dawson), paisajes de la Patagonia
(bosque de San Martín de los Andes y Territorio del Neuquén), Costumbres de la Patagonia
(escenas de caza, flora y fauna). En cuanto a los indígenas aparecen las siguientes secuencias:
ocho imágenes de indígenas “civilizados”, bautizados, en las misiones o acompañados por
un misionero, once imágenes indígenas sólos en estado “puro” y tres imágenes de indígenas
contrapuestos a los gauchos. D. MILANESIO, Raccolta di vedute…
61 L. PRISLEI, Fotografía y cine…, pp. 14-15.
62 J. BOSCO, La Patagonia
63 Antonio DA SILVA FERREIRA, Due sogni sulle missioni della Patagonia e dell’America
Latina, in «Ricerche Storiche Salesiane», 28 (1996) 101-139.

3.6 Page 26

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114 Maria Andrea Nicoletti
Albergue campestre y casa de negocios en la confluencia del Río Neuquén
y Limay. Territorio del Neuquén (XIX)
nados por la «civilización». Los misioneros lo señalan en la foto junto a un
sonriente monseñor Cagliero.
Paisajes inmensos y desérticos parecen no tener nada que evocar del
espacio urbano y rural europeo, como el paisaje de Ñorquín en el que se ve el
río y la estepa. Justamente lo que evocan es el contraste y la diferencia. Ese
contraste contiene una interpelación a los Cooperadores, porque la «civiliza-
ción» está en marcha a través de esos primeros caseríos y misiones, como el
«albergue campestre y casa de negocios en la confluencia del Río Neuquén y
Limay. Territorio del Neuquén» (p. XIX). Esta foto ilustra el paisaje de los
ríos y la escasa vegetación, que sirven como marco a una importante acti-
vidad económica la que se advierte por la cantidad de carretas y caballos tras
las grandes casas de negocios que preceden al poblado.
La evocación espacial se construye sobre variables que componen un
tipo64. En cuanto a su naturaleza conceptual ese espacio «posee la misma con-
dición esencial no se corresponde con ninguna en particular»65, por ejemplo, la
64 Según esta afirmación, la definición de esquema/ tipo que fundamentaría el estudio de
una lógica - gráfica aplicable a la evocación espacial, se sustentaría en los tres niveles que pro-
pone Carlos Martí, en su “Ensayo sobre el tipo”: su naturaleza conceptual, la definición/confi-
guración general y la descripción. Alejandra MACCHI, Indicadores visuales…, p. 5.
65 Ibid.

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“… missione salesiana della Patagonia” de Domenico Milanesio (1904) 115
foto del poblado de Junín de los Andes que como los anteriores, se ve como un
caserío en medio de la naturaleza, en este caso rodeado de montañas.
Mediante la evocación «se buscan, similitudes estructurales al margen
de las diferencias mas aparentes o epiteliales»66. La insistencia en la se-
cuencia de fotos de los medios de transporte en Patagonia provocan esta evo-
cación que toma elementos familiares del entorno rural italiano como las car-
retas, los caballos y los bueyes, pero con un texto que marca las diferencias
con el paisaje patagónico enfatizado en las enormes distancias.
Otra foto en la que aparece el mismo Milanesio, señala con su persona la
construcción de ese nuevo espacio que no es sino misionero. Con un telón de
fondo propiamente patagónico como el paso de Pucón camino a Chile (1890)
La nueva casa de la Misión de Junín de los Andes (XXII)
y Chos Malal, Capital del Territorio del Neuquén (XX)
66 La definición o configuración general. Ibid., p. 2.

3.8 Page 28

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116 Maria Andrea Nicoletti
a los pies del volcán Lanín, Milanesio aparece con el señor Luiggi de Boc-
card y otros dos compañeros de viaje mirando a la cámara. Milanesio es el
único que se encuentra en esta actitud y sobresale del grupo.
El paisaje patagónico es sólo un telón de fondo, lo central es la misión y
el misionero salesiano, que muestran lo que se ha hecho hasta ese momento y
lo que aún -en virtud de la colaboración de los Cooperadores- falta hacer. Tal
es el caso de la foto de la Casa de Misión de Junín de los Andes en la que se
ven un misionero a caballo, los dos colegios y en el frente los Salesianos y
Hermanas con los niños y niñas.
Milanesio quiere destacar que estas obras se han hecho con el sacrificio
y el esfuerzo de los misioneros al punto de haber sido encarcelados por ello.
La foto de Chos Malal, acompaña un breve texto sobre ese hecho. En ella
aparece un caserío, algunas construcciones rodeadas con alambrado y peones
trabajando. Al fondo el misionero señala con una cruz la casa donde estuvo
confinado por el gobernador Olascoaga, sin siquiera mencionarlo.
Las imágenes del espacio patagónico buscan evocar una «situación espa-
cial» y «construir una conexión de familiaridad con ese espacio»67, interpelando
a los Cooperadores para que ayuden a «completar» en el sentido «civilizador» y
misionero, el espacio patagónico, presentado como «tierra de misión».
c) La Patagonia como tierra de misión
Monseñor Espinosa los
«Quiso colaboradores en la redención moral de aquellas tierras» (IX).
Así caracterizaba Milanesio, a través de una de las biografías, a la Pata-
gonia como un territorio gentil, necesitado de redención. Estas tierras que se
encuentran «envueltas en un profundo misterio como si estuviesen defendidas
por un muro infranqueable», muro que aún no ha podido ser liberado por la
Fe y permanece según don Bosco, en las «tinieblas de la ignorancia»68.
La significación más profunda de la construcción de la Patagonia como
tierra de misión fue la caracterización de un territorio ad gentes 69 que sostu-
67 Ibid., p. 2.
68 G. BOSCO, La Patagonia…, p. 40.
69 En la teología y la acción misionera se distingue entre la misión ordinaria (en comuni-
dades evangelizadas) y la misión ad gentes, es decir, la acción apostólica especial en comuni-
dades no evangelizadas o insuficientemente evangelizadas.

3.9 Page 29

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“… missione salesiana della Patagonia” de Domenico Milanesio (1904) 117
viera la administración de un Vicariato enteramente ofrecido a la Congrega-
ción salesiana
«que pueda ejercer la autoridad eclesiástica sobre los Pampas y Patagones
que por ahora no pertenecen a ningún diocesano ni gobierno civil»70.
En ese sentido la construcción de la Patagonia como tierra de misión
forma parte de su conflictiva incorporación a la Nación y de las disputas ad-
ministrativas que surgieron alrededor de la figura del Vicariato apostólico71.
En cuanto a la representación social, este espacio misionero,
«responde a la interacción […] que opera particularmente sobre los aspectos
sensibles de la vivencia humana en relación con el espacio habitable,
aquellos que el individuo incorpora en su devenir cotidiano, aprehendién-
dolos desde las diferentes características y jerarquías que los definen»72.
Milanesio resignifica a la Patagonia en Raccolta di vedute, mostrándonos
la intervención de esta construcción político-administrativa a la que aludimos,
pero agregando además otras significaciones que nos ayudan a ver este
espacio, no sólo en cuanto a su paisaje, sino a en cuanto a su resignificación
desde el propósito misionero salesiano, que lo reconstruye y lo transforma.
Esta representación aparece anteriormente en otro escrito salesiano de 1886.
Más extenso y pormenorizado, este texto de Lino del Valle Carbajal,
puede ser el molde de otros textos, en este caso Raccolta di vedute, que ven a
la Patagonia «natural y virgen», transformada por una acción particular: la de
los Salesianos, que resignificaron su sentido pasando de la tierra «de infieles»
a la «tierra misionera».
La Patagonia sostiene en esta representación un antes y un después. Car-
bajal lo marca directamente con una pregunta introductoria: «¿Qué eran la
Patagonia y La Pampa en 1875 cuando llegaron los Salesianos con Monseñor
Cagliero por Director?»73. Surge entonces un tipo de actitud y de mirada
hacia el espacio que
«reivindica la tradición de tomar posesión, mediante la letra, de tierras que
hasta el momento habían estado fuera de su alcance, en nombre de los va-
lores que esta letra representa: la cultura, la civilización, la productividad»74.
70 E III, Lettera 1453 al Prefetto di Propaganda Fide.
71 María Andrea NICOLETTI, La conflictiva incorporación…
72 Alejandra MACCHI, Indicadores visuales…, p. 2.
73 BoS, 1904, 20. Las Misiones de la Patagonia y Monseñor Cagliero.
74 Jens ANDERMANN, Mapas de poder. Una arqueología literaria del espacio argentino,
Buenos Aires, Beatriz Viterbo, 2000, p. 109. Andermann lo llama dispositivo de apreciación.

3.10 Page 30

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118 Maria Andrea Nicoletti
En Raccolta di vedute este dispositivo de apreciación75 se manifiesta en la
construcción de un espacio que pasa a ser por excelencia misionero y es nar-
rado y mostrado como tal. La identidad construida como «tierra de misión»
contiene elementos propios y elementos distintivos que se definen de acuerdo a
las críticas u observaciones realizadas en el texto a otros actores. Los elementos
propios devienen de la impronta misionera y salesiana que la Congregación im-
prime al territorio en este texto: la naturaleza fantástica y romántica anterior a
su llegada y la naturaleza que pone serios obstáculos a la tarea evangelizadora.
Estas apreciaciones de la naturaleza son contrapuestas por la apreciación de la
acción de distintos grupos sobre ella, acción transformadora y civilizadora de la
Iglesia y el Estado. Sin embargo esta acción es distintiva porque en ella aparece
como verdaderamente transformadora y fundante la acción de la Congregación
en contraposición con la del Estado, que ni siquiera, como señala Milanesio,
construye transportes apropiados para una mejor comunicación entre los cen-
tros de misión y que además, como ya vimos, se muestra violenta.
La naturaleza aparece resignificada bajo dos variables íntimamente rela-
cionadas y en función del propósito misionero de la Congregación: una es la
descripción romántica de una tierra exuberante y generosa; la otra es la natu-
raleza indómita que pone obstáculos a la labor misionera.
La Patagonia desde su descripción natural nace para los Salesianos en el
«sueño» de don Bosco de 187276 calificada como «inculta». Este concepto
tiene una doble significación ya que no sólo representa una tierra virgen en la
que todo está por hacerse, desde la misión hasta la administración civil, sino
que advierte la necesidad del trabajo de la tierra como un modo efectivo de
enseñar la «civilización» y lograr el sometimiento de sus habitantes. Esta re-
presentación se enriquece con su escrito de 1876 «La Patagonia y las tierras
australes del continente americano»77, como tierras de un «clima inhóspito» y
prácticamente «inexploradas»78. Sin embargo después de esta caracterización
realiza una descripción física pormenorizada de sus límites, su posición
astronómica, sus dimensiones, su clima, accidentes geográficos, relieve, ríos y
lagos, minerales, plantas y animales79, dotando de verosimilitud a la narración
de la Patagonia «desierta».
75 Ibid.
76 Ambas versiones en el original italiano, en Antonio DA SILVA FERREIRA, Due sogni…
cf F. JIMÉNEZ, Los sueños…, sueño 86, y MBe X, 60-61. Este sueño describe a los indígenas y
a los misioneros mártires de la época colonial, pasando después a los indígenas del siglo XIX
guiados por los Salesianos en procesión rezando el rosario.
77 G. BOSCO, La Patagonia…, p. 16. Cf María Andrea NICOLETTI, La imagen del indí-
gena de la Patagonia…
78 Ibid.
79 G. BOSCO, La Patagonia…, pp. 43-63.

4 Pages 31-40

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4.1 Page 31

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“… missione salesiana della Patagonia” de Domenico Milanesio (1904) 119
El mismo camino, pero con más énfasis, repite después el misionero
Carbajal mostrándonos en su relato un
«Desierto temido, un desierto estéril, habitado por los mas belicosos y au-
daces indios de la Argentina… nadie sabía lo que en realidad era La
Pampa y la Patagonia, a pesar de los viajeros y cautivos que habían pa-
sado por ellas como un infierno de Dante… por sus orillas y costas era
algo aterrador; llanuras inmensas, cubiertas de espinas y pastos duros, de
arenales interminables, de lagunas saladas, de tierras malditas, sin vegeta-
ción alguna, o bosques impenetrables de arbustos raquíticos, escuálidos,
achaparrados, retorcidos y espinosos… el agua no se veía por ninguna
parte… de los grandes ríos… sólo se conocía su curso inferior porque
todo lo restante estaba en poder de las hordas salvajes… a esto se le agre-
gaban los huracanes de tierra, de arenas, de polvos grises que salían de
esos antros, donde parecían reinar en una perpetua agitación, en un con-
tinuo remolinear para atormentar furiosos las soledades infecundas».
Finalmente la Patagonia exuberante y prometedora se muestra plena-
mente en el «sueño» de don Bosco de 188380, esta vez relacionada directa-
mente con el trabajo misionero salesiano. Los Salesianos según esta represen-
tación logran transformar el territorio hostil y desbordante en una tierra «redi-
mida»: si algo queda por hacer aún, esto lo podrán realizar sus continuadores,
su grande y único auxilio, los Salesianos que él mismo (Cagliero) formó.
«La República Argentina puede quedar satisfecha y dar gracias a la divina
providencia, que ha incorporado a la civilización una región inmensa que
a paso de gigante corre hacia el progreso. La Iglesia, madre amorosa de
todos los hombres, no puede menos que congratularse por este resultado
que uno de sus hijos a llevado a cabo en veinte años de apostolado»81.
Una Patagonia abierta y generosa en la que todos tienen acceso a sus ri-
quezas, sobre todo los inmigrantes, los indígenas y los misioneros, como en-
cuadra Milanesio en sus escritos de 1904 a estas tierras.
«El territorio del Neuquén, por lo que corresponde a la cordillera de los
Andes es una de las regiones que ofrece, entre todas las otras tierras pa-
tagónicas, las mejores ventajas para ser poblada» (p. XIII); «quien quiera
establecerse en las bellas, fértiles y espaciosos valles a pie, o entre los
pasos de los majestuosos Andes, debe resignarse a hacer más o menos, al-
rededor de 400 kilómetros a caballo, o en carro». «La estación más pro-
picia para inmigrar es la primavera, esto es de Septiembre a Enero. Ya que
80 Existen dos versiones: una larga y otra corta. Tres manuscritos en el ACS contienen la
versión corta, y otros siete del mismo repositorio contienen la versión larga. Ambas versiones,
en ANTONIO DA SILVA FERREIRA, Due sogni sulle missioni della Patagonia e dell’America
Latina, in: «Ricerche Storiche Salesiane» 28 (1996) 101-139; cf en castellano, en F. JIMÉNEZ,
Los sueños…, sueño 126, y MB XVI, 324-332.
81 BoS, 1904, 20. Las Misiones de la Patagonia y Monseñor Cagliero.

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120 Maria Andrea Nicoletti
llegando en verano, hay tiempo de proveerse, antes que arribe el invierno,
la casa y cuanto se considera necesario para estar en aquellos lugares»
(XIX).
Esta misma afirmación la repite en Consigli e proposte al caracterizar
a las tierras cordilleranas y del Alto Valle como las más aptas para la agri-
cultura82.
Milanesio nos describe una Patagonia que ofrece posibilidades y que na-
turalmente brinda alimento incluso sin el trabajo del hombre: una Patagonia
paradisíaca en el sentido bíblico. Esto lo ejemplifica con las descripciones de
la manzana, el piñón, el puma, el avestruz y el guanaco, que ilustra, para que
los Cooperadores se aproximen a su imagen con fotos (pp. XXIV, XXXII) y
dibujos (pp. XXXI, XXXV, XXXVI, XXXVII). La manzana
«crece abundantísima en la pendiente de la cordillera» a la que «nunca
una mano práctica la poda, o recurre de tierras sus raíces» y sin embargo
«estas plantas suelen cargarse de tanta fruta que es una verdadera mara-
villa verlas» (p. XXIV). El piñón fruto de la araucaria «abunda preferente-
mente en los pasos de las montañas que corresponden al territorio del
Neuquén»«cada piña tiene regularmente más de un centenar. Los indí-
genas la recogen para proveerse en el invierno. Lo comen cocido en agua
o sea tostado en las cenizas bien calientes» (pp. XXXII). Los animales
proporcionan abrigo y comercio «constituyen el mayor lucro de su mísera
industria, la carne de ambos animales asada sobre un asador y condi-
mentada con sal les suministra un sustancioso y apetitoso alimento»
(p. XXXVI).
Sin embargo esa naturaleza generosa y romántica que también describe
en Consigli e proposte83,se vuelve indómita y brutal ante la presencia del mi-
sionero. Reaparece aquí la idea de los primeros misioneros americanos de la
época colonial, desafiando a la naturaleza para llevar la Palabra de Dios.
«En estos viajes interminables sujetos a los excesos de calor y de frío, a la
furia de los vientos, a los cambios repentinos del clima, (los misioneros)
duermen por costumbre sobre el suelo desnudo, se alimentan de carne
asada, beben agua algunas veces amarga y fangosa… Aquí cruzando un
río, allí atravesando una larguísima montaña» (p. XXVI).
En esos avatares, la Providencia actúa a favor de los misioneros prote-
giéndolos de las fuerzas naturales, tal como relata Milanesio sobre la primera
tentativa de los Salesianos para llegar a la Patagonia:
82 Domenico MILANESIO, Consigli e proposte agli emigranti italiani alle regioni patago-
niche dell’America del Sud esposti popolarmente dal sac. Domenico Milanesio, miss. sal. nella
Patagonia, Torino, Tipografia Salesiana, 1904, pp. 42-44.
83 Domenico MILANESIO, Consigli e proposte…, p. 33.

4.3 Page 33

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“… missione salesiana della Patagonia” de Domenico Milanesio (1904) 121
«En 1878 (Monseñor Costamagna) embarcándose en el Santa Rosa para ir
a una larga Misión en Patagonia, escapó por gracia especial de María
Santísima de una terrible tempestad, quedando en vano entonces su ardo-
rosa tentativa» (p. XI).
La naturaleza pone obstáculo a la afanosa tarea de misión. Ésta
«Parecía conjurarse a entorpecer o retardar la benéfica acción. ¿Cómo
cruzar los desconocidos desiertos, los anchurosos ríos, las empinadas
montañas? ¿Cómo reducir a la vida civilizada aquellos tan indómitos
salvajes que por tantos años habían resistido a toda idea de cambio
de vida?»84.
5. En síntesis
Raccolta di vedute, con su particular estilo propagandístico, nos intro-
duce en el mundo de las misiones salesianas de los primeros veinticinco años
en tierra patagónica. Es un texto dirigido a los Cooperadores Salesianos en
busca de ayuda para «civilizar» y «convertir» a los indígenas de la Patagonia.
Milanesio intercala textos, fotos, dibujos y mapas, armando un discurso
mediante el cual reconstruye la representación clave del texto – las misiones
salesianas de la Patagonia – otorgándoles espesor histórico, identidad y signi-
ficación.
En constante referencia contrastante con el mundo europeo de los Coo-
peradores, el discurso propagandístico de Milanesio crea de por sí una rea-
lidad verosímil y particular sobre las misiones salesianas y su entorno: la Pa-
tagonia. Su escrito presenta una visión directa de ese mundo, se apoya con
datos descriptivos y estadísticos, fotos y mapas, que enfatizan estos rasgos y
le imprimen certeza. Milanesio transmite un conjunto de imágenes y repre-
sentaciones completas, porque busca incorporar a las misiones salesianas en
la historia de la Congregación proporcionándoles pasado y memoria colec-
tiva, un lugar en la Historia.
Este salesiano presenta una realidad cuyo objetivo es lograr un cambio
en las creencias, las actitudes y las conductas, en este caso de quienes nece-
sita que colaboren para el sostenimiento de las misiones. Para ello, busca resi-
gnificar cargando de contenido a las misiones salesianas y sus actores: indí-
genas y misioneros, a los que confronta con viejas representaciones y estereo-
tipos sociales que ya tenían los europeos de esa época. Cada una de estas re-
84 BoS, 1904, 28. Las Misiones de la Patagonia y Monseñor Cagliero.

4.4 Page 34

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122 Maria Andrea Nicoletti
presentaciones, aporta por su espesor histórico una resignificación del indí-
gena patagónico, de su territorio y de los misioneros que lo recorrieron y
evangelizaron.
En el discurso que trasluce Raccolta di vedute, los Cooperadores fun-
cionan como los destinatarios, en contraposición de los indígenas como para-
destinatarios, cuya voz sólo puede ser escuchada a través del misionero en su
claro rol mediador. El misionero percibe, interpreta y representa un modelo
mental del contexto que incluye una representación de sí mismo, de su desti-
natario y de quienes habla. Su discurso misionero construye identidades so-
ciales y relaciones de poder. Como práctica discursiva representa, constituye
y construye el mundo de las misiones salesianas en la Patagonia del 1904.
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4.5 Page 35

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“… missione salesiana della Patagonia” de Domenico Milanesio (1904) 123
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Caja 203.1, Patagonia
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