CG27 Saludo final

DIREZIONE  GENERALE  OPERE  DON BOSCO
    Via  della Pisana 1111 -  00163 Roma

  Rector Mayor

EL CG 27
Una  oportunidad para ser más de Dios, más de los  Hermanos, más de los jóvenes.

El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto,
 
porque separados de mí, nada pueden hacer.
 
La gloria de mi Padre consiste
 
 en que ustedes den fruto  abundante,
 
y así sean mis discípulos.”
 
(Jn. 15, 5.8)

Queridos Hermanos: con  esta intervención mía y el saludo final que nos daremos entre todos concluimos  nuestro Capítulo General 27, un verdadero tiempo de Gracia y de Presencia del  Espíritu.
  Creo que hemos hecho  realidad lo que se recoge en nuestras Constituciones. Ha sido un momento  particularmente importante, un “signo de la unidad de la Congregación en su  diversidad” (Cost 146), en el que en un encuentro verdaderamente fraterno hemos  llevado a cabo la reflexión comunitaria que nos ayudará a mantenernos fieles al  Evangelio y al Carisma de nuestro Fundador, y sensibles a las necesidades de  los tiempos y de los lugares (Cfr. Cost 146).
  En estas sencillas  páginas, que dirijo a los Hermanos Capitulares y a todos los Hermanos en la  Congregación, pretendo expresar algunas de las cosas que me parecen más  importantes y que pueden acompañar la reflexión y asimilación de lo que es  central: lo que el Capítulo General ofrece a toda la Congregación como fruto  del trabajo, la reflexión y la vida compartida durante su desarrollo.

  1. BREVE  RECORRIDO DE LAS DIVERSAS ETAPAS DEL CG27

Las siete semanas que  hemos vivido como Capítulo General se han distinguido por los diversos  momentos  que le han dado un carácter  propio y le han ayudado a hacer un camino más profundo:

Hemos comenzado  nuestro Capítulo en Turín y alrededores, con  una Peregrinación personal y comunitaria  a ‘nuestro lugar de nacimiento: I  Becchi’. Con gran intuición el Rector Mayor, P. Pascual Chávez, propuso  iniciar el camino con este Icono que tanto nos agradó: todos, por nuestra  condición de salesianos, hemos nacido en I Becchi. Fue pues un volver a nuestro  lugar de nacimiento, no sólo al de Don Bosco. Entonces, nuestro corazón  salesiano se vio envuelto, sin duda, en esta atmósfera histórico-espiritual.  Lugares como I Becchi – Colle Don Bosco, Valdocco (Capilla Pinardi, San  Francisco de Sales y Basílica de María Auxiliadora…), Valsalice, Santuario de  la Consolata y San Juan Evangelista…, fueron los escenarios que fuertemente nos  interpelaron, en un hermoso clima de meditación, oración y fraternidad.  Comenzábamos a conocernos más y mejor,  y  a poner las bases de algo que ha sido muy especial en nuestro CG27: una fuerte  experiencia de comunión y fraternidad desde la diversidad y universalidad de  nuestra Congregación.
  Muchos de nosotros no llegábamos a nuestro  ‘
lugar de nacimiento’ por primera  vez, ya que antes habíamos estado allí, pero esta ocasión estaba cargada de una  singularidad: el aquí y ahora del Capítulo General. Otros hermanos visitaban  por primera vez ‘su I Becchi’ y “nuestros  lugares santos” como experiencia espiritual y carismática que revivir, como  espacio y oportunidad para quedar más vinculados y ‘atrapados’ por la  fascinación que Don Bosco despierta en todos y, muy especialmente, en nosotros  sus hijos. Para todos, sin duda, han sido unos días que han tocado  profundamente el corazón, porque I Becchi y Valdocco nunca dejan indiferente a nadie  con corazón salesiano.

Llegados a Roma dedicamos algunas jornadas  a la presentación  y conocimiento del estado de la Congregación con la relación del Rector  Mayor y la presentación de los diversos sectores y regiones. La entrega  posterior del libro que recoge el estado de la Congregación cerraba ese espacio  tan cuidado que tuvimos en la presentación de datos, estadísticas, evaluación  del programa del sexenio y logros y carencias que se percibían en el momento  presente. Sin duda fue de gran ayuda conocer y profundizar esta relación para  tomar conciencia de la realidad de nuestra Congregación, con sus luces y   sombras, y con la certeza de que todos somos Congregación y todos le damos vida  y luz, o la limitamos con las propias carencias.
  La relación nos permitió, sin duda, enfocar  con más precisión las ulteriores aproximaciones al tema que nos esperaba como  núcleo del CG27.

Creo no exagerar si digo que en  los días de Ejercicios Espirituales,desde un primer momento, nos  envolvió un ambiente especial.
  Varias veces manifestamos en esos días y en  las semanas siguientes la convicción de que estábamos viviendo muchos momentos  en una profunda clave de Fe, de Esperanza y de Presencia del Espíritu. En este  sentido, vivimos los Ejercicios Espirituales centrados en la interpelación que  nos hacía la Palabra de Dios, con un esmerado silencio, con muchos momentos  personales y comunitarios de oración, con cuidadas celebraciones de la  Eucaristía y una celebración de la Reconciliación en la que nos sentimos  gozosamente envueltos. Todo ello, enmarcado en las reflexiones que nos  invitaban desde el Evangelio a la autenticidad, nos fue preparando para lo que íbamos  a vivir y trabajar en días posteriores.
  Tengo la sensación de que se produjo en  nosotros, a nivel personal y comunitario, una vivencia espiritual y de Fe que  sacaba lo mejor de nosotros. Cuando se experimenta el 
abandono en el Amor de Dios, Amor que siempre es sanador en sí mismo,  el Espíritu hace que cada persona se disponga  a dar todo lo bueno que tiene en sí. Y pienso que esa ha  sido la actitud vital con la que hemos  comenzado los trabajos capitulares propiamente dichos.

Las tres primeras semanas de  los trabajos capitulares se han caracterizado por esa inmersión en las tareas  que nos permitió tomar contacto con el desafío propuesto en la carta de  convocatoria del Rector Mayor: ser Testigos  de la radicalidad evangélica como Místicos en el Espíritu, Profetas de la  fraternidad y Servidores de los jóvenes. Los trabajos en comisiones y su  primera devolución en el aula nos dejó la sensación de que teníamos muchas  luces y también sombras que nos gustaría  que no impidiesen ser, en realidad, eso para que lo que hemos sido  soñados, esa opción hermosa que hemos hecho por nuestra vida religiosa  consagrada como Discípulos del Señor con el estilo de Don Bosco.
  Entre líneas he creído ver es esos primeros  momentos una añoranza: la añoranza de poder mirar la realidad de cada  comunidad, de cada presencia salesiana, de cada Inspectoría y de la  Congregación toda, realmente como un cuerpo muy vivo y lleno de  autenticidad,  y un cuerpo, por lo tanto,  en el que nos duele cuando por uno mismo o por otros no llegamos a dar la talla  que quisiéramos, no se dan actitudes propias de quienes aman de verdad a los  jóvenes, cuidan de sus vidas, y por ellos dan Vida y dan la propia vida. Se  percibía el deseo de querer 
volar más  alto con veracidad, autenticidad, radicalidad y se sentía que, a veces, ni  siquiera se lograba dejar el suelo.
  El Rector Mayor, P. Pascual Chávez, nos  invitó a mirar con perspectiva, con esperanzado realismo y valentía, a la hora  de proponernos desafíos como Congregación. Las ulteriores reflexiones, diálogos,  e intervenciones en el aula  estuvieron  mucho más en esta sintonía.
  Y añado algo más. El fruto de nuestro  capítulo no puede estar tan sólo en la búsqueda de novedades. La fuerza en este  CG27 pasa en primer lugar por la conversión personal y la transformación de  ánimo y mente de todos los participantes; pasa a través de nuestra capacidad de  entusiasmar a nuestros hermanos y comunicarles la ‘
Buena Nueva’ de lo que hemos visto y oído, lo que hemos soñado  y compartido, de la fraternidad que se ha hecho vida en estas semanas. Y todo  esto con la esperanza de que seamos capaces de ser generadores de vida y  suscitadores del deseo de afrontar en las Inspectorías, con verdadero ánimo,  este nuevo momento de nuestra Congregación y de nuestras Vidas: un nuevo momento  de evangelización y pasión por los jóvenes.

Acompañados de manera muy especial en el  discernimiento por el P. José Cristo Rey García Paredes, comenzamos la semana  que nos llevaría a la elección del nuevo Rector Mayor y el Consejo General.
  Mucho de lo ya expresado sobre nuestra  peregrinación a los lugares santos salesianos y a los Ejercicios Espirituales,  tuvo su concreción en esta semana. Cada uno la hemos vivido con la propia  sensibilidad y con resonancias muy personales, pero me atrevería a decir que la  mayoría de nosotros sentimos que ha sido una semana de búsqueda de lo mejor  desde la fe: una búsqueda en conciencia, con libertad y veracidad. Creo no ser  el único en decir que lo aprobado como metodología para la elección de los  consejeros de sectores fue un gran acierto. Es muy posible que una posterior  profundización en el siguiente Capítulo General nos permita afinar un poco más  el método, extensible quizá en el discernimiento incluso para la elección del  Rector Mayor y su Vicario y de los Consejeros Regionales.
  La semana estuvo marcada, por tanto, por  una profunda experiencia de búsqueda, en la verdad que viene del Espíritu, y  también por un verdadero agradecimiento a quienes aceptábamos la nueva  responsabilidad, y más aún a los hermanos que terminaban sus seis o más años de  servicio, comenzando por el Rector Mayor P. Pascual Chávez, su Vicario P.  Adriano Bregolín y los demás miembros del Consejo General. Ellos han dado lo  mejor de sí mismos en estos años con una entrega sin medida al bien de la Congregación  y de la misión. Emotivos aplausos, como en las últimas buenas noches del Rector  Mayor P. Pascual, fueron manifiesta expresión de ese profundo agradecimiento.

El lunes 31 de marzo, tuvimos un esperado  regalo. La audiencia con el Papa Franciscocolmó, sin duda, las expectativas incluso de los más exigentes. El  Papa nos cautivó con su cercanía y sencillez, de la que tanto se habla, también  con su espontaneidad y por esa decisión, tan aplaudida, de dar un saludo   personalmente a cada uno de los miembros de nuestra Asamblea Capitular, siendo  presentado cada hermano por el P. Pascual Chávez y estando yo a su lado, como  testigo de este especial momento.
  Pero además, nos hemos traído con nosotros  un mensaje del Papa Francisco que no nos puede resultar simplemente anecdótico.  Es más, no lo será puesto que forma parte de nuestras conclusiones del  Capítulo, de estas  palabras finales mías  y también de la programación y decisiones que competerán al Rector Mayor y su  Consejo, y a los capitulares en sus Inspectorías, una vez de regreso en las  mismas.
  El Papa nos ha subrayado varias cosas muy  importantes, algunas de las cuales tan sólo las enumero aquí, y otras tendrán  su desarrollo en páginas posteriores:

  1. Ocorre  preparare i giovani a lavorare nella società secondo lo spirito del Vangelo,  come operatori di giustizia e di pace, e a vivere da protagnisti nella Chiesa”.

  2. Abbiate  avuto sempre davanti a voi Don Bosco e i giovani; Don Bosco con il suo motto:  “Da mihi animas, cetera tolle”. Lui rafforzava questo programa con altri due  elementi: lavoro e temperanza”.

  3. La  povertà di Don Bosco e di mamma Margherita ispiri ad ogni salesiano e ad ogni  vostra comunità una vita essenziale e austera, vicinanza ai poveri, trasparenza  e responsabilità nella gestione dei beni”.

  4. Andare  incontro ai giovani emarginati richiede coraggio, maturità e molta preghiera. E  a questo lavoro si devono inviare i migliori! I migliori.

  5. Grazie  a Dio voi non vivete e non lavorate como individui isolati, ma come comunità: e  ringraziate a Dio di questo!

  6. Le  vocazioni apostoliche sono ordinariamente frutto di una buona Pastorale  giovanile. La cura delle vocazioni richiede attenzioni specifiche…”

2.CLAVES CON  LAS QUE LEER LA REFLEXIÓN DEL CG27

2.1 COMO DON BOSCO, ENVUELTOS EN LA  TRAMA DE DIOS

Por la profesión religiosa nos  ofrecemos a Dios, para seguir a Cristo y trabajar con Él en la construcción del  Reino.” (Cost 3). En nuestro documento capitular reconocemos que por más que el tiempo que nos toca vivir no sea el que más facilita la trascendencia, nosotros  tenemos el deseo, tanto personal como comunitariamente de dar la primacía a  Dios en nuestra vida, estimulados por la santidad salesiana y la sed de  autenticidad de los jóvenes. A esto mismo nos invitó el Papa cuando al inicio  de su saludo nos dijo que “cuando se piensa trabajar por el bien de las almas,  se supera la tentación de la mundanidad espiritual, no se buscan otras cosas,  sino sólo a Dios y su Reino”. Esta fue la gran certeza y pasión de Don Bosco  que se vio envuelto por completo en la ‘Trama  de Dios’ y abandonándose en Él llegaba incluso hasta la temeridad.
  Es  en esta  dimensión trascendente, en este  asegurar que toda nuestra vida esté en la 
trama  de Dios y Él tenga el primado de  nuestras vidas, donde encontramos nuestra fortaleza cuando se hace  realidad, y es  también donde descubrimos  nuestra fragilidad. 
  Estamos  llamados a conducir nuestro corazón, nuestra mente y todas las energías al  ´principio´ y a los ´orígenes´, al amor primero, ese en el que hemos  experimentado 
la alegría de sentirnos  mirados por el Señor Jesús y por el que hemos dicho sí. La primacía de Dios la queremos vivir en la contemplación  cotidiana de la vida ordinaria, en el seguimiento de Cristo.
  Como  sugería unas líneas más arriba, aquí ha de darse nuestra mayor  conversión. Ciertamente  encontramos muchos hermanos que son  ejemplares en este aspecto pero  cuando  tantos Rectores Mayores (por referirme sólo a los últimos: Don Viganó, Don Vecchi  y Don Pascual Chávez)  nos han advertido  de esta  fragilidad, significa que es  algo que tenemos que tomar más en serio. El CG27 nos invita a invertir esta  tendencia. Sería realmente preocupante que alguno llegue a pensar que la  ‘fragilidad que constatamos en la vivencia de  la primacía de Dios en nuestras vidas’ fuese algo propio de nuestro ADN  salesiano. ¡No lo es! No lo fue en Don Bosco que, por el contrario, vivió  envuelto radicalmente en la 
trama de  Dios. Por lo tanto, para nosotros es ¡nada más y nada menos! que punto central de nuestra conversión, esa que  nos llevará a una mayor radicalidad por el Reino.

2.2 UNA FRATERNIDAD QUE SEA  ‘IRRESISTIBLEMENTE’ PROFÉTICA

La misión apostólica, la comunidad  fraterna y la práctica de los consejos evangélicos son los elementos  inseparables de nuestra consagración” (Cost.3)
  En  diversos momentos de la asamblea capitular hemos manifestado nuestra convicción  de que la fraternidad vivida como comunidad es una de las maneras de hacer  experiencia de Dios, de vivir la mística de la fraternidad, en un mundo donde a  veces las relaciones humanas están tan dañadas. “La 
fraternidad vivida en  comunidad, hecha de acogida, respeto, ayuda recíproca, comprensión,  cortesía, perdón y alegría, da testimonio de la fuerza humanizante del  Evangelio”, nos dijo también el Papa Francisco.
  Y  esta es otra clave desde la que leer no solo el documento capitular sino sobre  todo nuestra vida y la revisión que de ella hacemos y queremos seguir haciendo.  Los jóvenes necesitan de nosotros que seamos en verdad Hermanos. Hermanos que,  con la sencillez y el espíritu de familia típico de Don Bosco, vivamos una  fraternidad auténtica que, aunque no está exenta de las dificultades de lo  cotidiano, crece y se purifica desde la fe llegando a ser tan ´Contracultural´  y atractiva como lo propone el Evangelio.
  En  la 
Profecía de una verdadera fraternidad  vivida en la sencillez cotidiana tenemos una gran oportunidad de renovación  y  crecimiento.
  También  nos va a suponer, no pocas veces, un cambio de mentalidad. Con no poca  frecuencia, en todos los puntos cardinales donde está implantada nuestra  Congregación corremos un cierto peligro de sacrificar la comunidad, la  fraternidad y a veces incluso la comunión, en aras del trabajo, la actividad o  incluso el mero activismo. De ahí que nuestras Constituciones, con pedagogía  preventiva, expresen que los tres elementos de la consagración son  inseparables. Cuando uno de ellos es débil o inexistente, no podemos hablar de  consagración desde el carisma de Don Bosco; será otra realidad, pero no la  salesiana.

2.3 UNA RADICALIDAD MUY SALESIANA:  “TRABAJO Y TEMPLANZA”

El trabajo y la templanza harán  florecer la Congregación” (Cost.18). Un binomio tan conocido por nosotros que  Don Viganó, en sus reflexiones sobre la Gracia de Unidad, definía como  ´inseparable´. “Las dos armas con las cuales nosotros lograremos vencer todo y  a todos, escribió Don Bosco” (Don Bosco citado en las ACG, 413,p.43).
  El  Papa también se refirió a este binomio en sus palabras  de la audiencia mientras nos  animaba con  este compromiso: ”La Templanza se refiere al sentido de la medida, al  contentarse, al ser simples. La pobreza de Don Bosco y de mamá Margarita  inspire a cada salesiano y a cada comunidad una vida esencial y austera,  cercana a los pobres, transparente y responsable en la gestión de los bienes”.
  En  la reflexión capitular hemos plasmado diversas indicaciones al respecto. Es muy  clara la enseñanza que sobre este binomio nos ha dejado Don Pascual Chávez en  la convocatoria al CG27, y podemos leer de igual manera a Don Vecchi y Don  Viganó. No nos falta iluminación al respecto. Creo que el desafío pasa por la  vida, y si bien es cierto que en tantísimas partes de la Congregación tenemos  presencias que tienen como prioridad a los últimos, los más pobres, los  excluidos, es igualmente cierto que el brillo de ese testimonio es pleno si  nuestro modo de vida se caracteriza por la sobriedad, la austeridad e incluso  la pobreza. Indudablemente la confrontación con esta realidad que hemos profesado pasa a través de la conciencia personal de cada uno, pero tendremos que  ayudarnos comunitariamente durante este sexenio. Estamos invitados a hacer que  el testimonio de pobreza y sobriedad sea más evidente donde no lo es. Cualquier  movimiento, avance, giro que se dé en las diversas Inspectorías en este sentido  será muestra de autenticidad y de concreción de la 
radicalidad evangélica que nos proponemos. 

2.4 SERVIDORES DE LOS JÓVENES, NO  DUEÑOS DE NADA NI DE NADIE....

Nuestra vocación tiene el sello de un  don especial de Dios: la predilección por los jóvenes. «Me basta que sean  jóvenes, para que los ame con toda mi alma». Este amor, expresión de la caridad  pastoral, da sentido a toda nuestra vida.” (Cost 14).
  Con  Don Bosco, seguimos al Señor Jesús que puso en el centro a un niño cuando se le  preguntó acerca de qué era lo más importante para el Reino. Nosotros,  salesianos de Don Bosco, 
gestados en I  Becchi como él y nacidos en Valdocco, hemos ofrecido nuestra vida al Padre  para ser Consagrados por Él, a fin de vivir para los jóvenes. Como hemos  expresado en el documento capitular, los jóvenes son “nuestra zarza  ardiente” (Cfr. Es 3,2 ss). Por   medio de ellos Dios nos habla y en ellos nos espera. Ellos son la razón por la  que nos hemos sentido capaces de decir sí a la llamada del Señor, ellos son la  razón de nuestra vida como salesianos-educadores-pastores de los jóvenes ¿cómo  podríamos quedarnos a mitad de camino?, ¿cómo podríamos dedicarnos solo por  momentos, como si de jornada laboral se tratara? Y más aún, ¿cómo podríamos  estar tranquilos cuando en nuestro barrio, zona, ciudad hay jóvenes castigados   por la pobreza, la soledad, la violencia familiar, la agresividad de quien les  domina…?
  Estamos  llamados a prestarles la voz que en esas circunstancias de vida ellos no  tienen, llamados a ofrecerles la amistad, la ayuda, la acogida, la presencia  del adulto que les quiere bien, que solo quiere de ellos que sean felices,  ‘aquí y en la eternidad’. Ser los amigos, hermanos, educadores y padres que  sólo quieren que sean protagonistas y dueños de su propia vida…. Y desde esta  clave sólo es posible ser servidor y nunca dueño, patrón, “autoridad”…

  1. HACIA DÓNDE  DIRIGIR NUESTRAS OPCIONES FUTURAS

DESPUÉS DEL  CG27

Como es fácil de entender, en una intervención como ésta,  no pretendo sugerir todas las opciones que podríamos tomar después del  Capítulo. Lo vivido en él, las amplias reflexiones que hemos compartido, y el  estudio que hemos hecho del estado de la Congregación nos permite vislumbrar  algunos de los caminos que considero irrenunciables  y prioritarios. Las  Inspectorías  establecerán, sin duda, algunas otras opciones adecuadas a su contexto y  realidad, siempre en el marco del CG27.
  Hago tan sólo un elenco de las que me parecen más  prioritarias  y universales.  Posteriormente el Consejo General, con su  consiguiente programación, y las Inspectorías con las suyas, podrán establecer  el itinerario adecuado a seguir en todo el mundo salesiano.
 

3.1 CONOCIMIENTO, ESTUDIO Y ASIMILACIÓN DEL CG27
  En algunas de las primeras intervenciones en aula, así  como en las reuniones de comisión se fue manifestando la preocupación por  lograr un 
documento final que no esté destinado a “aparcarse” en una  biblioteca, sin incidencia para una renovación. A fin de superar ese temor  considero que el primer paso ha de ser el  compromiso de todos nosotros por pensar los modos y el método espiritual –algo  más que simples estrategias-, que puedan favorecer el conocimiento de lo que el CG27 ofrece para toda la Congregación. Posteriormente, los invito a buscar la  manera adecuada de llegar a su asimilación personal y comunitaria e incluso a  la conversión (si el Espíritu así nos lo concede). Sólo esta asimilación y  conversión será generadora de vida nueva.
  Pienso que sería un error pensar que con favorecer el  conocimiento del CG27 a los hermanos en un retiro o encuentro de fin de semana,  el objetivo estaría cumplido. 
Es por esto que propongo que dediquemos al menos  estos tres primeros años a leerlo, reflexionarlo, meditarlo, y hacerlo objeto  de nuestras programaciones locales e inspectoriales, y de los diversos planes  de animación y gobierno de las Inspectorías; verificarlo luego  en el capítulo Inspectorial próximo (el conocido como Capitulo Inspectorial Intermedio)  y ver qué  frutos está dando. 

3.2 PROFUNDIDAD DE VIDA INTERIOR:  TESTIGOS DEL DIOS DE LA VIDA
  Como manifesté en páginas anteriores, creo que  reconocemos en la Congregación que, hablando en términos generales, la 
profundidad de vida interior no es nuestra  mayor fortaleza. Me resisto, les decía, a admitir que sea algo de nuestro  ADN salesiano porque ni Don Bosco fue así ni nos quiso así. Y del  reconocimiento de esta flaqueza (abundantemente expresada por los Rectores  Mayores precedentes, así como por algunos Capítulos Generales), y con la ayuda  del Espíritu, hemos de encontrar la fuerza para revertir la tendencia. Se  requiere  una  auténtica conversión a la radicalidad  evangélica que toca  mente y corazón.  Cuando el Papa Juan Pablo II, dirigiéndose a la Vida Consagrada, nos pide que  la vida espiritual esté ‘al primo posto’, no nos está invitando a un  extraño espiritualismo sino a esa profundidad de vida que nos hace al mismo  tiempo realmente fraternos y generosos en el darnos a los demás, a la misión, y  en especial a los más  pobres, haciendo  así verdaderamente atractiva nuestra opción de vida.
  Esta profundidad de vida, esta autenticidad, esta  radicalidad evangélica, este camino de santificación es el “don más precioso  que podemos ofrecer a los jóvenes” (Cost 25). De hecho en Don Bosco no se  explica su predilección radical por los jóvenes sin Jesucristo.  “En el seguimiento (
sequela) de Cristo  se encuentra la fuente, la vertiente de su originalidad y vitalidad. Esto es un  don inicial de lo Alto, el ´primer carisma´ de Don Bosco”. (Don Viganó, ACG  290, p.16).
 
Es por eso que  me atrevo a sugerir que cada Comunidad  Local pueda ´decirse´ en modo concreto, y como fruto del CG27, qué piensa y  propone a fin de que se pueda notar este poner ‘a Dios en el primer lugar’, en  su ser comunidad salesiana convocada por el Señor y que no sólo se reúne sino  que vive en su nombre. 

3.3 CUIDÁNDONOS, CUIDANDO A NUESTROS  HERMANOS, CUIDANDO NUESTRAS COMUNIDADES

Por eso nos reunimos en comunidades,  en las que nos amamos hasta compartirlo todo en espíritu de familia y  construimos la comunión de las personas” (Cost 49).
  Para  nosotros, salesianos, la vida comunitaria, la ‘comunión de la vida en común’,  no es tan sólo una circunstancia, una manera de organizarnos, un medio para ser  más eficaces en la acción. Para nosotros la auténtica fraternidad que se vive  en la comunión de personas es esencial, constitutivo; es uno de los tres  elementos inseparables de los que habla el ya citado artículo 3 de nuestras  Constituciones.
  Y por  la fuerza testimonial que tiene la fraternidad evangélica es por lo que invito  a todos a tomar verdadera conciencia de que hemos de cuidarnos a nosotros  mismos, para estar bien y vocacionalmente en forma, y hemos de cuidar a  nuestros hermanos de comunidad con actitudes de verdadera “acogida, respeto,  ayuda recíproca, comprensión, cortesía, perdón y alegría” (audiencia con el  Papa). Vivir un verdadero amor fraterno que, en definitiva, acepta e integra  las diferencias y combate la soledad y el aislamiento; y hemos de cuidar por lo  mismo nuestras comunidades en las Inspectorías.
  Ya  lo di a entender en páginas anteriores. Con frecuencia sacrificamos la vida  comunitaria y los espacios y momentos comunitarios en aras del trabajo. Esta  realidad nos cobra, al fin, demasiadas facturas tremendamente dolorosas. 
Es por eso que pido a cada Inspectoría llevar a cabo un verdadero estudio y  esfuerzo práctico para cuidar y consolidar nuestras comunidades, garantizar la  solidez en calidad humana y en número de hermanos, aunque sea al precio de que  algunas presencias no puedan tener comunidad religiosa, y avanzar en la resignificación y rediseño de las Casas y de las Inspectoríastal como  se nos viene pidiendo en los últimos años y en diversas visitas de conjunto a  las Regiones. Ciertamente hemos de vencer grandes resistencias que nacen de los  afectos, de los años vividos en una casa, de la presión de la misma comunidad  educativa, del barrio o asociaciones ciudadanas, y hasta de gobiernos locales y  regionales…, pero las dificultades previsibles no pueden mermar ni nuestra  lucidez ni nuestra capacidad para actuar con una  libertad prudente.

3.4 ME BASTA QUE SEÁIS JÓVENES PARA  AMAROS
  En el CG26 leemos que volver a los jóvenes es ‘estar en  el patio’, y sabemos que este estar en  el patio va más allá del espacio físico. Es querer estar con ellos y entre  ellos, es encontrarlos en nuestra vida cotidiana, es conocer su mundo, animar  su protagonismo, acompañarlos en el despertar de su sentido de Dios y animarlos  con valentía a vivir su existencia como la vivió el Señor Jesús.
  Cuando uno contempla a Don Bosco en lo que nos cuentan  quienes más lo han estudiado y en la fascinación que él mismo despierta, queda  impactado por la fuerza de su pasión vocacional por los jóvenes. Don Ricceri  escribe en una de sus cartas un fragmento que  me resulta hermoso, cuando dice: “La predilección pastoral hacia los  muchachos y jóvenes se mostraba en Don Bosco como una especie de ´pasión´, o  mejor, como su ´supervocación´ a la cual se dedicó evitando todo obstáculo y  dejando toda cosa, incluso buena, que le dificultara de alguna manera su   realización” (ACG 284, 1976,p.31).
  Y la predilección por los jóvenes llega a ser su más  grande opción de fondo en su vida, y es  la misión de la Congregación. Es mucho lo que podríamos encontrar ya  escrito y pensado sobre esta realidad de Don Bosco y también lo dicho en  nuestros Capítulos Generales. El último de ellos, el CG26 dedica varias líneas  de acción a este “volver a los jóvenes”.
  Lo de la ´vuelta a los jóvenes´ no lo hemos hablado como  Asamblea Capitular, y por eso mismo no estoy seguro en qué medida se ha hecho  realidad en este último sexenio, pero es algo que siempre será de permanente  actualidad. 
Es por eso que me atrevo a pedir a cada Inspectoría y a  las comunidades locales que, como respuesta al plan de animación y gobierno de  cada Inspectoría, allí donde un hermano tiene fuerza, pasión educativa y  evangelizadora, vocación auténtica para ser por y para los jóvenes y en medio  de ellos, sea cual sea su edad, se haga lo posible para que pueda verse libre  de otras tareas y gestiones, y pueda hacer lo que mejor debiéramos saber por  vocación:  ser educadores-pastores de los jóvenes. Invito a concretar y traducir más todavía en decisiones de gobierno lo que bien  sabemos como fruto de un patrimonio de herencia salesiana. 

3.5 COMO PARA DON BOSCO: NUESTRA  PRIORIDAD SON LOS JÓVENES MÁS POBRES, LOS ÚLTIMOS, LOS EXCLUIDOS
  Don Vecchi escribe en una de sus cartas: “Los jóvenes  pobres pues han sido y son también un don para los salesianos. El retorno a  ellos nos hará recuperar la característica central de nuestra espiritualidad y  de nuestra práctica pedagógica: la relación de amistad que crea correspondencia  y deseo de crecer” (ACG, 359,p.24). Evidentemente nadie puede interpretar que  Don Vecchi esté defendiendo la pobreza, pero sí se entiende que donde  lamentablemente haya pobreza y jóvenes pobres, si nosotros estamos con ellos y  en medio de ellos, ellos son los primeros que nos hacen un bien, nos  evangelizan y nos ayudan a vivir en verdad el Evangelio con el carisma de Don  Bosco. Me animo a decir que 
son los  jóvenes pobres quienes nos van a salvar.
  Nuestro ser 
Siervos  de los jóvenes pasa, tal como hemos reflexionado en nuestro Capítulo  General, por dejar nuestras seguridades, no solo de vida sino incluso de acción  pastoral, para caminar hacia una pastoral  ‘en salida’  que parte de las  necesidades profundas de los jóvenes y en especial los más pobres. “Trabajando  con los jóvenes, ustedes encuentran el mundo de la exclusión juvenil. Y esto es  tremendo.” (Audiencia con el Papa).
 
Es por eso que me atrevo a pedir que con el “coraje,  madurez y mucha oración” con el que se nos envía a los jóvenes más excluidos,  optemos en cada una de las Inspectorías por revisar dónde hemos de estar, dónde  hemos de quedarnos, adonde hemos de ir y de donde podemos marcharnos… Con su  clamor y sus gritos de dolor los jóvenes más necesitados nos interpelan. Ellos,  a su modo, nos llaman. Esto se traduce en espacios de reflexión en cada Inspectoría durante este  sexenio para que, a la luz del CG27 y nuestra opción por ser Servidores de los jóvenes…. hacia las  periferias, lleguemos a decisiones de gobierno Inspectorial, siempre en  diálogo con los Hermanos, que hagan realidad lo que les pido con coraje,  madurez y profunda mirada de Fe. No tengamos miedo a ser proféticos en esto.  

3.6 EVANGELIZADORES DE LOS JÓVENES,  ‘COMPAÑEROS DE CAMINO’, VALIENTES EN PROPONERLES DESAFÍOS
  El artículo 6 de nuestras Constituciones encierra en  esencia toda la riqueza de la misión que por carisma tenemos confiada: “…Fieles  a los compromisos heredados de Don Bosco, somos evangelizadores de los jóvenes,  especialmente de los más pobres; tenemos cuidado especial de las vocaciones  apostólicas; somos educadores en la fe en los ambientes populares, sobre todo  con la comunicación social, y anunciamos el Evangelio a los pueblos que no lo  conocen”. Este es y seguirá siendo nuestro gran desafío porque aún en los  mejores logros, siempre podremos llegar a más, nunca será suficiente y, con  cierta frecuencia, hasta podremos constatar que nos quedamos a medio camino.
  Don Bosco es nuestro gran modelo en este ‘saber hacer’  con corazón salesiano en la educación y evangelización de los jóvenes. Sus  jóvenes estaban convencidos de que Don Bosco les quería, y quería su bien,  tanto en esta vida como en la eternidad. Y es por eso que aceptaban su  propuesta de conocimiento y amistad con el Señor. Como educadores debemos saber  estar con el joven y acompañarlo desde su realidad y situación concreta, en su  personal proceso de maduración. Como evangelizadores, nuestra meta es acompañar  a los jóvenes para que, en libertad, puedan encontrarse con el Señor Jesús.
  Por eso hermanos, aún en la brevedad de estas líneas no  puedo dejar de subrayar este apartado como 
esencial: somos evangelizadores  de los jóvenes, y como Congregación, como  comunidades Inspectoriales y locales concretas, debemos vivir y crecer en una verdadera predilección pastoral por los jóvenes. Será muy difícil conseguirlo si no damos carácter de prioridad y urgencia al Anuncio del Señor Jesús a los jóvenes y,  al mismo tiempo, somos capaces de acompañarlos  en su realidad de vida. Lo que  tendría que ser nuestra fortaleza: acompañar  a cada joven desde su situación, es con frecuencia tarea que dejamos a  otros o que decimos no saber hacer. Y en ese acompañar, es de vital importancia implantar la cultura vocacional de la que se  nos ha hablado tanto. Todavía no lo hemos conseguido. Suele darnos miedo, o  la descalificamos con la ‘auto justificación’ de que no creemos que lo que haya  que hacer sea echar ‘ninguna caña de pesca’. Si realmente lo creemos así y  ‘vendemos este discurso’ estamos matando  algo que es muy nuestro, muy de nuestro carisma: la capacidad de acompañar a  cada adolescente, a cada joven en sus búsquedas personales, en sus desafíos, en  sus preguntas sobre la vida, en sus opciones de vida. Algo que es fascinante en nuestra vocación  salesiana, lo dejamos de lado o en manos de otros... o de nadie. Es por eso que me atrevo a pedir a cada Inspectoría que también se destine a los hermanos  más capaces para cuidar la  pastoral juvenil y vocacional, con verdaderas propuestas evangelizadoras,  desarrollando itinerarios sistemáticos de educación en la Fe, privilegiando la atención a la persona y el  acompañamiento personal de las mismas, proponiéndoles valientes desafíos en el  discernir sus proyectos de vida, con propuestas igualmente valientes para  todo tipo de vocaciones en la Iglesia, también la vocación salesiana en sus  diversas formas, e implicando a la comunidad toda.
  Ojalá no se haga realidad lo que constataba el CG23 –una  de las más brillantes miradas de nuestro magisterio capitular sobre la  educación de los jóvenes en la Fe-, cuando dice que en este camino a seguir al  que he hecho referencia, puede llegar el momento del abandono, “no sólo por las  dificultades que plantea la Fe, sino por la falta de atención de los  educadores, más preocupados de las cosas que de acompañar fraternalmente el  diálogo entre el joven y Dios” (CG23, nº137).
 

3.7 CON LOS LAICOS EN LA URGENCIA DE  LA MISIÓN COMPARTIDA
  En nuestra reflexión capitular hemos constatado un mayor  protagonismo de los laicos, favorecido por la corresponsabilidad y la misión  compartida en la comunidad educativo-pastoral. Ya dieciocho años atrás, en el  CG24 –por no remontarnos a  un magisterio  anterior-, se pedía al Rector Mayor y su Consejo que diese a conocer  iniciativas y experiencias de colaboración entre los sdb y laicos (CG 24, nº  127), y se reconocía, en la reflexión capitular del mismo que “el camino de la  implicación lleva a la comunión en el espíritu y el de la corresponsabilidad  hace compartir la misión salesiana. Comunión y participación, implicación y  corresponsabilidad son las dos caras de la misma medalla” (CG24, nº 22).
  Hemos ido avanzando en nuestra mirada sobre la 
misión compartida. El P. Pascual Chávez  nos expresó varias veces, como fruto de su reflexión sobre este tema, que con  la mirada y visión teológica y eclesiológica de hoy, no cabe imaginar la misión  salesiana sin los laicos, porque es también vital para nuestro carisma lo que  ellos tienen para aportarle.
  Yo añado esto, queridos hermanos: 
La Misión compartida entre sdb y laicos, ha dejado de ser opcional, si  es que alguien lo sigue pensando así, y esto porque la misión salesiana en el  mundo de hoy nos lo pide encarecidamente.  Es cierto que en la Congregación tenemos  diversas ‘velocidades’ en las Inspectorías y en relación de unas con otras, pero la misión compartida entre laicos y  sdb, la reflexión sobre dicha misión, el proceso de conversión de parte de nuestros  hermanos sdb al respecto, es  irrenunciable. Es por eso que me atrevo a pedir para cada Inspectoría que se haga realidad en este primer  trienio, después del CG27, la concreción del Proyecto y programa de misión  compartida que se está llevando a cabo entre sdb y laicos –donde ya se da tal  realidad-, o bien el estudio de la realidad Inspectorial y el Proyecto y  programa concreto a desarrollar en los años de recorrido hasta el siguiente  Capítulo General. 

3.8 MISIO ‘AD GENTES’, PROYECTO EUROPA  Y BICENTENARIO
  No desarrollo estos temas. Tan sólo dejo constancia de  que no se trata de olvido alguno sino, por el contrario, de que son tres  realidades  que en la programación del  sexenio tienen ya un sitio propio. Los dos últimos
, Proyecto Europa y Bicentenario, porque ya tienen su propio  desarrollo, que hemos de seguir tutelando, y la Acción Misionera de la  Congregación  (Misio ‘Ad Gentes’)  porque formará parte de una atención particular, siempre enmarcada en la  coordinación de todos los sectores de la misión que abarca la pastoral juvenil,  especialmente para los más pobres, la educación de las clases populares, con un  cuidado esmerado desde la comunicación social, y el anuncio del Evangelio a los  pueblos que no lo conocen -Misio ad  gentes- (cfr. C.6)

3.9 UN GRACIAS DESDE EL CORAZÓN
  No podría terminar estas palabras sin hacer referencia al  anterior Rector Mayor y su Consejo. Han pasado 18 años desde la última vez que  un Rector Mayor sucede a  su predecesor.  Anteriormente, por motivos de salud no fue posible.
  Es por eso que tengo la plena certeza de que estas  palabras mías como Rector Mayor son las palabras de toda la Asamblea Capitular  del CG27, de todos los hermanos de la Congregación, de toda la Familia  Salesiana y de tantos jóvenes del mundo que quisieran tener voz en este  momento.
  Desde el corazón, Gracias, Muchas Gracias querido Don  Pascual, IXº Sucesor de Don Bosco, que has sido nuestro Rector Mayor durante  los últimos doce años, dando vida, entregando tu vida, siendo Padre,  conduciendo nuestra Congregación con certeza y seguridad, como buen capitán que  sabe encontrar el rumbo a pesar de las nieblas y las llegadas de la noche en  cada atardecer. Gracias porque has sido Padre para toda la Familia Salesiana, y  entusiasta Sucesor de Don Bosco para los jóvenes de todas las partes del mundo.  Gracias por tu Magisterio rico y sólido, gracias por traer a buen puerto la  nave de la Congregación en esta larga travesía de los doce últimos años. El  Señor te bendiga y Don Bosco premie toda tu entrega en su nombre.
  Y un gracias también vivo y lleno de afecto a tu Vicario  y a todos los miembros del Consejo General, quienes, por  seis o doce años han cuidado con celo cada  una de las parcelas (sean Sectores de animación o Regiones del mundo) que les  confiaste y les confió la Congregación. En nombre de todos los hermanos, de la  Familia Salesiana y de los jóvenes un gracias grande por tanta generosidad  y entrega.

Concluyo  invocando a la Madre,  a nuestra Madre Auxiliadora a quien, en la  oración que nos ha preparado para este documento capitular el P. Pascual, la  invocamos como Mujer de la Escucha, Madre de la comunidad nueva y Sierva de los  pobres. Que Ella, con su intercesión nos consiga el don del Espíritu para tener  un corazón más de Dios, junto con los  hermanos,  para los jóvenes y entre  ellos.
  Que Don Bosco nos guíe y acompañe para hacer vida lo que  vivimos, pensamos y soñamos en este CG27. Que con un corazón semejante al suyo  nos haga 
verdaderos buscadores de Dios (Místicos), hermanos capaces de Amar a quienes Dios nos  pone en el camino de la vida (Profetas de la fraternidad), y verdaderos Servidores de los jóvenes con  el corazón del Buen Pastor.

Roma,  12 de abril de 2014