RMAguinaldo|2009

COMENTARIO DEL RECTOR MAYOR

AL AGUINALDO PARA EL AÑO 2009


150º aniversario de la Fundación de la Congregación Salesiana



La Familia Salesiana ayer y hoy:

la semilla se ha convertido en un árbol

y el árbol en un bosque



«El Reino de los cielos se parece a un grano de mostaza que uno

siembra en su huerta; aunque es la más pequeña de las semillas,

cuando crece es más alta que las hortalizas; se hace un arbusto más

alto que las hortalizas, y vienen los pájaros a anidar en sus ramas».

.

(Lc 4,18-19)



Queridísimos hermanos y hermanas de la Familia Salesiana:

Os saludo con el corazón de Don Bosco, de cuyo celo y caridad pastoral nació nuestra Familia espiritual y apostólica. Nosotros somos el fruto más precioso y fecundo de su entrega total a Dios y de su pasión de ver a los jóvenes, especialmente a los más pobres, necesitados y en peligro, lograr la plenitud de vida en Cristo.

Después de los Aguinaldos tan propositivos y comprometedores de los tres últimos años, heme aquí para proponeros otro aún más urgente, exigente y prometedor. Es un Aguinaldo que tiene mucho que ver con nuestra identidad y con nuestra misión. De él depende, efectivamente, una presencia más visible en la Iglesia y en la sociedad y una acción más eficaz para afrontar los grandes desafíos del mundo de hoy.

El año 2009 deberá ayudarnos a hacer cada vez más real la convicción de Don Bosco, que la educación de los jóvenes requiere una gran red de personas entregadas a ellos y una decidida sinergia de intervenciones para alcanzar las metas que los jóvenes esperan para ser significativos para la sociedad. Por esto, en nombre de Don Bosco os pido:

Comprometámonos

a hacer de la Familia Salesiana

un vasto movimiento de personas

para la salvación de los jóvenes.


Hay dos acontecimientos que justifican la elección del tema de este Aguinaldo para 2009: el 150º aniversario de fundación de la Congregación Salesiana y la preparación del bicentenario del nacimiento de Don Bosco (1815-2015). Con la celebración del primero comenzamos la preparación del segundo. Lo hacemos recordando la llamada de Juan Pablo II en el Jubileo de 2000: «¡Toda familia religiosa vivirá bien el Jubileo volviendo con pureza de corazón al espíritu del Fundador !».

Por tanto, para nosotros, esta celebración jubilar significa fidelidad renovada y creativa a Don Bosco, a su espiritualidad, a su misión.

Será un Año Santo salesiano , durante el cual estamos llamados a revivir con luminosidad y a comunicar con entusiasmo las experiencias de vida, las modalidades de acción, los rasgos de espíritu que dirigieron a Don Bosco y, primer a entre tantos otros, a Madre Mazzarello a la santidad.

En este sentido, no puedo dejar de recordar lo que fue la experiencia de Don Bosco. En un primer momento él se consagró personalmente en cuerpo y alma a la salvación de los jóvenes que veía perdidos por las calles; luego invitó a algunos a compartir su trabajo apostólico, abriéndose a una especie de primera forma de ‘Familia Salesiana’. Pero, después de haber visto que tantos lo abandonaban y se quedaba solo o casi, reunió alrededor de sí a un grupo de jóvenes y los educó par a for mar con él una familia religiosa: así nacieron los Salesianos; después, vinieron otros grupos, estructurados en diversos niveles, pero con los mismos objetivos apostólicos. Esta rápida visión d e recorrido histórico ilumina qué es la Familia Salesiana y su relación con el núcleo fundamental, los consagrados —SDB y FMA—, cuyo corazón y cuyo motor, como por otra parte el de toda la Familia Salesiana,es la pasión del «Da mihi animas, cetera tolle» . Ésta contiene el espíritu que debe caracterizar a todos los miembros y grupos de la Familia Salesiana.

Me parece natural que cuanto más completa es la consagración, tanto más es la responsabilidad en la animación. Esta convicción nos ha sido confirmada por el Santo Padre, Benedicto, en el Discurso XVI en la Audiencia a los Capitulares del 31 de marzo de 2008: «Quiso Don Bosco que la continuidad de su carisma quedara en la Iglesia gracias a la opción de la vida consagrada. Hoy el Movimiento Salesiano sólo podrá crecer en fidelidad carismática si en su seno subsiste un núcleo fuerte y total de personas consagradas».


El 150º aniversario de fundación de la Sociedad Salesiana es una ocasión privilegiada para reflexionar sobre la idea original de Don Bosco y sobre la fundación concreta de los grupos originarios, suscitados y cultivados por él: los Salesianos de Don Bosco, las Hijas de María Auxiliadora, la Asociación de los Cooperadores Salesianos, la Asociación de los Devotos de María Auxiliadora.

Pues bien, partiendo de la parábola empleada por Jesús para explicar el Reino de los cielos y su dinamismo, me atrevo a decir que la semilla sembrada por Don Bosco ha crecido hasta convertirse en un árbol frondoso y robusto, verdadero don de Dios a la Iglesia y al mundo. En efecto, la Familia Salesiana ha vivido una auténtica primavera. A los grupos originarios se han unido, bajo el impulso del Espíritu Santo, otros grupos que, con vocaciones específicas, han enriquecido la comunión y ampliado la misión salesiana.

Hoy es evidente a los ojos de todos cómo ha aumentado la Familia, se ha multiplicado el trabajo realizado y el que soñamos; se ha extendido sin límites el campo de acción en beneficio de tantos jóvenes y adultos. De todo esto damos gracias al Señor y tomamos conciencia de nuestra mayor responsabilidad, precisamente porque como toda vocación, también ésta de la Familia Salesiana está al servicio de la misión, en nuestro caso de la salvación de la juventud, especialmente la más pobre, abandonada y en peligro.

El espíritu, la mentalidad, la experiencia pastoral, la visión del mundo y de la Iglesia llevaron a Don Bosco hacia algunas convicciones y a las iniciativas correspondientes:

la misión universal de salvación de la Iglesia , que debe asumirse de manera solidaria, de salvar todo el hombre y a todos los hombres. Dentro de tal misión sus hijos y seguidores se deben caracterizar por la preferencia hacia los jóvenes, los pobres, los pueblos no evangelizados;

la utilidad, más aún, la urgencia y la necesidad impelente de unirse espiritualmente y de asociarse operativamente para empresas que respondan al fin indicado;

las posibilidades de que el espíritu que se le había dado tenía que ser vivido en diversos estados de vida y, por tanto, tenía que contribuir a través de la unión de los «buenos» a la gran misión de la Iglesia, insertándose en ella con «las prioridades» salesianas;

la fundación de los primeros grupos : reunidos espiritualmente alrededor de la experiencia or atoriana, como misión, como estilo, como método y como espíritu:

  • con diverso vínculo respecto de la Congregación Salesiana (núcleo original),

  • con diversa consistencia asociativa;

  • con diverso nivel de compromiso público cristiano como requisito de pertenencia.

La función histórica de los SDB, de las FMA, de los SS.CC.

Estas intuiciones se han desarrollado según la comprensión que los seguidores de Don Bosco podían tener en el contexto de una cierta visión y vida de Iglesia. Este desarrollo se nota:

— en la permanencia y extensión de los grupos fundados por Don Bosco;

— en las actualizaciones y revisiones periódicas de los elementos organizativos y espirituales;

— en el sentido de las relaciones vitales que estos grupos mantienen entre sí.

Mientras tanto, otros grupos han ido surgiendo en diversos continentes con características análogas, porque fueron fundados por Salesianos.

Entre éstos ciertamente emerge el grupo de las Voluntarias de Don Bosco, traducción del espíritu salesiano en la secularidad consagr ada, que era también una novedad en la Iglesia.

Las nuevas condiciones creadas por el Concilio Vaticano II (Iglesia comunión, renovación de los Institutos de vida consagrada, vuelta al carisma original, emergencia del laicado) han llevado a descubrir y a evidenciar el carácter de «familia» carismática que la constelación de grupos surgidos podía tener, y a formular también orientaciones operativas en ese sentido: comunicación entre los grupos, expresiones de comunión, función animadora de los Salesianos, el Rector Mayor como referencia significativa, elementos comunes de la espiritualidad.

Esta nueva mentalidad, sin embargo, debe todavía pasar del papel a la vida de cada grupo y a la vida de cada miembro de los grupos, con el fin de que la Familia Salesiana se viva como una dimensión de su vocación. «¡Sin vosotros, ya no somos nosotros!».

Algunos hechos han acompañado y sostenido el desarrollo de la Familia:

Se ha solicitado formalmente y reconocido públicamente la pertenencia de los grupos que habían surgido después de la muer te de Don Bosco.

En su conjunto los grupos oficialmente reconocidos son 23:

  1. La Sociedad de San Francisco de Sales (Salesianos de Don Bosco)

  2. El Instituto de las Hijas de María Auxiliadora

  3. La Asociación de los Salesianos Cooperadores

  4. La Asociación de María Auxiliadora

  5. La Asociación de los Antiguos Alumnos y de las Antiguas Alumnas de Don Bosco

  6. La Asociación de los Antiguos Alumnos y de las Antiguas Alumnas de las Hijas de María Auxiliadora

  7. El Instituto de las Voluntarias de Don Bosco

  8. Las Hijas de los Sagrados Corazones de Jesús y de María

  9. Las Salesianas Oblatas del Sagrado Corazón de Jesús

  10. Las Apóstoles de la Sagrada Familia

  11. Las Hermanas de la Caridad de Miyazaki

  12. Las Hermanas Misioneras de María Auxiliadora

  13. Las Hijas del Divino Salvador

  14. Las Siervas del Corazón Inmaculado de María

  15. Las Hermanas de Jesús Adolescente

  16. La Asociación Damas Salesianas

  17. Los Voluntarios Con Don Bosco

  18. Las Hermanas Catequistas de María Inmaculada Auxiliador a

  19. Las Hijas de la Realeza de María Inmaculada

  20. Los Testigos del Resucitado 2000

  21. La Congregación de San Miguel Arcángel

  22. La Congregación de las Hermanas de la Resurrección

  23. La Congregación de las Hermanas Anunciadoras del Señor.

Han nacido también otros grupos que esper an que maduren las condiciones para ser formalmente reconocidos como miembros de la Familia Salesiana; mientras tanto, se cultiva el terreno en el que otros grupos podrían todavía manifestarse.

La Familia Salesiana ha reflexionado sobre la propia identidad (cfr. ACG 358), sobre los elementos que se refieren a su consistencia y unidad, sobre su organización para la comunicación (cfr. Carta de la Comunión y Carta de la Misión )

Cada grupo ha tratado de reforzarse, dándose Estatutos o Reglamentos de Vida, líneas para la formación de los miembros, síntesis de la propia específica espiritualidad salesiana, y comprometiéndose a mejorar la organización y encontrar caminos u oportunidades de crecimiento y desarrollo.

Se ha hecho un esfuerzo común para profundizar las posibilidades y definir las modalidades de comunión entre todos; ha sido referencia válida, primero, la Carta de la Comunión y, luego, la Carta de la Misión , que es preciso seguir difundiendo, estudiándolas y realizándolas.

La Iglesia ha entrado en una nueva fase de comunión, marcada por los Sínodos continentales y de la Iglesia universal, por el diálogo ecuménico, por el movimiento interreligioso, por la solidaridad globalizada, por el compromiso de la reconciliación.

Características de tal comunión son:

— la revisión de los fundamentos,

— una mayor extensión,

— la comprensión más adecuada de sus condiciones,

— una mayor visibilidad,

— una mayor operatividad apostólica y misionera,

— su referencia a la misión: «La comunión engendra comunión y se configura esencialmente como comunión misionera» (ChL. 32).

Aunque la nuestr a es una Familia preferentemente apostólica, por el hecho de ser familia ahonda sus raíces en el misterio de la Trinidad, origen, modelo y meta de toda familia. Contemplando al Dios-Amor, al Dios-Comunión, al Dios-Familia, comprendemos qué significa para nosotros la misión («ser signos y portadores del amor de Dios»), la espiritualidad de comunión, el ser familia.

El Padre nos hace pensar en la amplitud del corazón por la que, miembros y grupos de la Familia Salesiana, nos acogemos y reconocemos como hermanos y hermanas, hombres y mujeres amados por Él: por Él llamados personalmente a tr abajar en su campo por un mismo fin. La mezquindad del corazón humano puede levantar bar reras, crear distancias y separaciones, buscar —como entre los Apóstoles— el primer puesto, en daño del Reino. A veces son nuestros miedos o reservas a la unidad misma con los otros los que producen efectos semejantes. Corazón, como el del Padre, significa afecto verdadero y profundo por los jóvenes y por cuantos consumen la vida por ellos.

Se traduce en cordialidad, valoración de todos y de cada uno, reconocimiento por cuanto cada uno puede y es capaz de dar.

El Espíritu Santo nos indica una segunda actitud para construir familia: la acogida grata y gozosa de la diversidad. Manifestación del Espíritu son las muchas lenguas, los diversos carismas, los diversos miembros de un cuerpo. Son los millares de millones de hombres, cada uno plasmado singularmente como hijo de Dios. El Espíritu no se repite, no produce en serie.

Don Bosco fue maestro en hacer florecer la unidad en la diversidad de tipos y temperamentos, de condiciones y capacidades. En su tiempo esta sensibilidad era menos presente. Hoy, en cambio, la diversidad constituye un desafío educativo y pastoral par a la convivencia humana, para el testimonio eclesial y para la Familia Salesiana.

Diversidad quiere decir abundancia de relaciones, variedad de fuerzas, fertilidad de campos y, por tanto, fecundidad sin cálculo.

¡Qué incompar able opor tunidad de diálogo, de intercambio de experiencias espirituales y educativas pueden ofrecer en la Familia Salesiana hombres y mujeres, consagrados y seglares, sacerdotes y laicos, en su singular condición de maridos, esposas e hijos, jóvenes, adultos y ancianos, obreros, profesionales o estudiantes, gente de pueblos y culturas variados, en plenitud de fuerzas o en la prueba de la enfermedad, santos y pecadores !

Ciertamente, la unidad entre diversos no es un hecho de naturaleza; pero precisamente par a que nosotros tuviésemos la fuerza de superar el instinto de autoafirmación, Jesús ha pedido: «¡Que todos sean uno!» (cfr. Jn 17,11).

Jesús, el Señor, el Hijo que se ha hecho nuestro compañero de viaje, que reconcilia todas las cosas, las que están en el cielo como las que están en la tierra (cfr. Col 1,20), recapitulándolas en Dios, nos indica una tercera actitud: la voluntad de caminar juntos hacia una meta compartida, de colocarnos juntos en un espacio nada etéreo, el Reino; de formar una comunidad reconocible de discípulos que asume conjuntamente su mandato: «Id a todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura» (Mc 16,15).

He aquí las tres actitudes indispensables para crecer en comunión: la amplitud de corazón, la acogida de la diversidad, la voluntad de caminar juntos hacia una meta compartida.

«La comunión genera comunión y esencialmente se configura como comunión misionera» ( ChL 32). Ahora bien, en el tercer milenio nuestra meta principal es expresar, de modo más evidente, la comunión en la misión , teniendo presentes los siguientes criterios:

  • Según las constantes de los orígenes y del desarrollo de la Familia Salesiana:

Una cosa ha permanecido constante, como preciosa herencia:

la pasión educativa, en particular por los jóvenes más pobres a quienes ayudamos a ser conscientes de la propia dignidad de personas, del valor y de las posibilidades que su vida tiene para Dios y para el mundo.

¡«Da mihi animas»! ¡Es el lema de Don Bosco que hacemos nuestro! Nosotros miramos a los jóvenes, a su dimensión espiritual, y de ellos queremos ocuparnos para despertarles la vocación de ser hijos de Dios y ayudarlos a realizarla, siguiendo el Sistema Preventivo, es decir, a través de la razón, la religión y el cariño. Esto implica un desapego de todo cuanto nos puede distraer de nuestra entrega a Dios y a los jóvenes. He aquí el significado del «cetera tolle» , que es la segunda parte de nuestro lema.

  • Conforme a las condiciones del mundo de hoy :

El mundo unificado a través de la comunicación, caracterizado por la complejidad, por el carácter transversal de muchas causas, por la posibilidad de redes, ofrece un escenario nuevo para la misión cristiana, promocional, educativa, juvenil.

La Familia Salesiana tratará conjuntamente de dar espesor a la propia presencia en la sociedad e incidencia a su acción educativa: hay el problema juvenil, hay la vida que custodiar, hay la pobreza en sus diversas expresiones que se deben eliminar; hay la paz que promover; hay los derechos humanos declarados que deben hacerse reales; hay Jesucristo que debenos dar a conocer.

  • Como fruto de los últimos Aguinaldos :

Los Aguinaldos de estos últimos tres años han puesto en evidencia la emergencia educativa, el compromiso por la familia, la promoción de la vida, la preferencia por los pobres, la solidaridad globalizada, la nueva evangelización.

Esta nueva fase de la Familia Salesiana estará marcada por una ardiente y activa caridad, llena de fantasía y generosidad: la que ha hecho de Don Bosco una imagen de Jesús Buen Pastor, reconocible por los jóvenes y por la gente humilde de su tiempo. Nosotros, Familia Salesiana, estamos llamados hoy, en el siglo XXI, a modelar nuestro corazón, pobre y a veces también pecador, sobre el de Jesús en el que Dios se ha manifestado al mundo como Aquel que da la vida, para que el hombre sea feliz y tenga vida en abundancia (cfr. Jn 10,10).

Surgen inmediatamente algunas exigencias para continuar el camino de crecimiento y alcanzar la meta de la comunión en la misión, que nos hemos propuesto:

  • Profundizar, par a comprenderlo mejor, el p osible campo común y las características operativas de la Misión.

Todo esto comporta mirar, reflexionar, dialogar, estudiar, rezar juntos para encontrar el camino que hay que recorrer en espíritu de comunión. Es el signo del amor que los jóvenes esperan y del que ciertamente sentirán el impacto y el beneficio.

  • Poner en el centro la espiritualidad como impulso para la comunión por la misión, confor me con el tiempo de la Iglesia y con las condiciones de la experiencia religiosa actual; de ello se deduce la urgencia de la formación de los miembros y la implicación de otros.

La santidad: ésta es la fuente y la energía de la que «deriva un vasto movimiento de personas que, de diferentes formas, trabajan por la salvación de la juventud» ( Const . SDB 5): la Familia Salesiana. No se puede pensar que ella puede ser el resultado de una organización incluso perfecta o de técnicas refinadas de agregación. La ha suscitado el Espíritu y vive del Espíritu.

A esta Familia hago la presente invitación a adquirir una nueva mentalidad, a pensar y obrar siempre como Movimiento, con intenso espíritu de comunión (concordia), con convencida voluntad de sinergia (unidad de propósitos), con madura capacidad de trabajar en red (unidad de proyectos). En el Reglamento de los Salesianos Cooperadores, Don Bosco escribió: «En todo tiempo se juzgó necesaria la unión entre los buenos para ayudarse recíprocamente en hacer el bien y tener alejado el mal… Las fuerzas débiles, unidas, se hacen fuertes: Vis unita fortior, funiculus triplex difficile rumpitur» . No debemos olvidar nunca que hemos sido fundados por un Santo de la caridad social, Don Bosco (cfr. Deus Caritas Est , núm. 40), pero que era consciente de que el trabajo educativo pastor al tiene necesidad de una caridad en cooperación, para la que el Espíritu Santo suscita carismas.

Asegurar la capacidad autónoma de los grupos en cuanto al propio desarrollo, a la formación de los propios socios, a las iniciativas apostólicas.

Comprender y experimentar formas ágiles de colaboración : «pensar globalmente, obrar localmente».

Profundizar la experiencia salesiana que se desarrolla en la condición laical .

Fruto de este Aguinaldo debe ser, pues, un esfuerzo conjunto más visible y también más concreto en la línea de la misión.

Son muchas las propuestas que hay que comprobar, teniendo en cuenta la evolución de la vida y de cier tas prioridades. A esto apuntan la Carta de la Comunión y la Carta de la Misión de la Familia Salesiana. Mientras la primera precisa cuidadosamente nuestro ADN común, es decir aquellos elementos que caracterizan nuestra identidad carismática salesiana, la segunda representa una declar ación de propósitos y de orientaciones. El objetivo de ambas es, en primer lugar, el de crear conciencia, formar mentalidades, hacer surgir una «cultura de la Familia Salesiana» Las dos deben llevar a cada uno de los miembros de los diversos grupos a sentir que sin los otros no es lo que debe ser y, por consiguiente, deben producir sinergias variadas, múltiples, no todas institucionalizadas. Espero y deseo que un fruto de este Aguinaldo sea la Carta de la espiritualidad , de la que he hablado varias veces. La espiritualidad es la motivación de fondo y el dinamismo más potente del compromiso de cada miembro de la Familia Salesiana, la que puede garantizar una mayor eficacia e incidencia en la acción educativa y evangelizadora.

La referencia a la Carta de la Comunión y a la Carta de la Misión nos ofrece la oportunidad de reflexionar sobre las posibles condiciones de sinergias en la misión. Debemos, ante todo, tener presente que nosotros tenemos ya una misión común y la estamos realizando. Es la misión suscitada y articulada por el Espíritu Santo en diferentes servicios e iniciativas, en diferentes modalidades de intervención, pero en convergencia de objetivos, contenidos y métodos, como se lee en todas las constituciones, reglamentos o estatutos de los diversos grupos.

Esto ha sido obra del Espíritu Santo, cuando del tronco salesiano ha hecho germinar y crecer una nueva rama con sus específicas características. Esto nos debe hacer comprender que la primera condición par a la comunión y la misión común es que cada grupo realice, con el mayor esfuerzo posible, la propia vocación y misión, que le infunda continua vitalidad con fidelidad y creatividad. El Espíritu ya nos ha articulado en hombres y mujeres, consagrados y laicos, presentes entre la juventud, entre los enfermos, entre los pueblos que evangelizar, etc.

Si cada grupo, con el espíritu y los objetivos que están declarados en el propio estatuto y que son conformes con la espiritualidad salesiana, cumple este fin, tenemos la misión salesiana ya cumplida.

La primera gran ayuda y la mejor realización de la Carta de la Comunión y de la Carta de la Misió n es, pues, la conciencia de complementariedad al servicio de una gran misión, a la que debe seguir la apertura y la disponibilidad para apoyar y sostener la misión común por par te de cada grupo.

Pero nuestros tiempos consienten y requieren nuevas expresiones de la misión común. Hay hoy, como hemos subrayado en los Aguinaldos de los últimos años, causas transversales (como la familia, la vida, la educación, los derechos de los menores, el problema de la paz, el tema de la mujer, la protección de la naturaleza), que pueden comprometernos a todos. Hay, sobre todo, la solidaridad global que se está expresando de diversas formas y busca adhesiones, declaraciones públicas, presiones sobre los organismos que orientan la vida de las naciones y del mundo. Y hay también nuevas posibilidades de vinculación en red y de comunicación; y esto lleva a diversas formas de intervención y a activar sinergias que antes no eran posibles. Nosotros queremos que produzcan frutos las posibilidades todavía inexploradas en la misión salesiana y aprovechar las oportunidades que nos ofrece nuestro tiempo, haciendo converger capacidades adquiridas y creatividad renovadora.

Estoy convencido de que la Familia Salesiana se presentará con credibilidad en la Iglesia y ser á pastoral, espiritual y vocacionalmente fecunda para los jóvenes, si logra trabajar conjuntamente por ellos, como verdadero Movimiento. No debemos olvidar que el Movimiento se caracteriza por algunas ideas-fuerza y un espíritu común. Más que en un estatuto, es en un espíritu y en una pr axis donde se encuentran y convergen los miembros de los diversos grupos de un movimiento. ¡Es una adhesión más vital que formal! Desde esta perspectiva el Movimiento Salesiano es mucho más grande que la Familia Salesiana, porque incluye a los mismos jóvenes, a los padres de nuestros destinatarios, a los colaboradores, a los voluntarios, a los simpatizantes de la obra salesiana, a los bienhechores, también a los no cristianos, como sucede en tantas partes del mundo, especialmente en Asia, pero no sólo. Se trata de personas que participan parcialmente en la misión o en el carisma salesiano. Ellos son los “Amigos de Don Bosco” . Es en el interior de tan gran Movimiento donde se encuentra la Familia Salesiana como su núcleo animador.

¿Con qué recursos contamos?

  • En primer lugar apuntamos a la formación de las personas y al robustecimiento de las comunidades o grupos.

  • Pero tenemos también necesidad de la elaboración y de la adquisición de una cultura o mentalidad carismática común, para lo que deben ser vir la Carta de la Comunión y la Carta de la Misión.

  • El apoyo organizativo es ciertamente útil, pero tiene sólo un valor subsidiario y debe adaptarse a las exigencias y a las situaciones concretas.

Por tanto, seguimos creyendo que la Familia Salesiana es, ante todo, hoy todavía, una realidad carismática, cuyos grandes recursos son el Espíritu y la creatividad; todo esto apoyado en una suficiente estructura organizativa.

Respecto de la misión, hay todavía otro aspecto que hacer notar.

Nos decimos cor responsables en la misión. Pero debemos tener presente que la misión, que se refiere a diversos campos (áreas, dimensiones), con objetivos y espíritu comunes, no implica necesariamente corresponsabilidad en cada iniciativa particular o en cada territorio par ticular. Según se desciende de la visión del gran ámbito de la misión a su realización concreta, se verá si convienen colaboraciones bilaterales, trilaterales, sin aferrarnos apriorísticamente a ninguna estructura global que guíe preventivamente la totalidad. Tener un objetivo claro y seguir el curso de la vida y de la realidad es lo que nos conviene. como hemos repetido en el sexenio pasado sobre el pensar globalmente y el obrar localmente, dando fuer te vitalidad a las células, a los organismos esenciales, a los organismos intermedios y, finalmente, a la estructura última.

Los jóvenes

Todos tratamos de trabajar con el mayor número de jóvenes con diversas iniciativas. Obser vamos que entre los jóvenes se están consolidando, especialmente en estos últimos tiempos, los grupos juveniles que quieren hacer un camino de crecimiento humano y de fe conforme al Sistema Preventivo, que —sabemos— no es sólo metodología, sino también un modo de concebir los contenidos. En ellos se forman los líderes, que son llamados animadores, acompañantes, etc. Se está consolidando, en particular, el Movimiento Juvenil Salesiano (MJS), en el que convergen grupos juveniles que nacen y se forman en la Familia Salesiana y que quieren for mar parte de ella. Ésta es una posibilidad ofrecida a todos. Hasta ahora en la animación del MJS hay una fuerte colaboración entre los Salesianos y las Hijas de María Auxiliadora. Deseo y espero que en el futuro se haga más intensa la participación también de los Salesianos Cooperadores y de los Antiguos Alumnos, promoviendo el MJS entre sus grupos juveniles.

También ésta es una iniciativa que se ha concordado entre las ramas de la Familia Salesiana más cercanas entre sí y más presentes en el campo juvenil. En efecto, FMA y SDB tienen una larga experiencia, muchas obras y organismos de animación activos ya desde hace mucho tiempo. Pero la participación está abierta a todos los demás. La participación se realiza a partir de una plataforma que se elabora en la ocasión de cada encuentro o acontecimiento.

Para los grupos juveniles es útil tener una plataforma común de formación humana, de camino de fe y de propuesta vocacional, porque todo esto realiza el concepto educativo de Don Bosco.

Por tanto, hay sinergias ya existentes y posibilidades de apertur as a otros en el Movimiento Juvenil Salesiano, que ya nota que tiene una conciencia mundial. Recorriendo la Congregación he visto cómo el mensaje del Rector Mayor mandado cada año desde Turín, con ocasión de la Fiesta de Don Bosco, agrega mundialmente a los grupos que están presentes en los diversos continentes. Hay, pues, un espacio juvenil donde podemos educar a los jóvenes también en las futuras sinergias y en la futura solidaridad.

Lo demuestra también el éxito de las Jornadas Mundiales de la Juventud, que llegan a reunir, a pesar de las distancias y los costos, a jóvenes de todas las partes del mundo, pertenecientes a grupos diocesanos, a grupos animados por institutos religiosos, por los movimientos, o simplemente que se identifican con este tipo de iniciativas.

La propuesta vocacional

Unido al tema del MJS está el de la propuesta vocacional, de la orientación vocacional y de nuestro testimonio. Sabemos que Don Bosco, que tenía una gr an estima de los seglares, gozaba cuando podía dar a la Iglesia sacerdotes y consagrados. En efecto, si es verdad que todos tienen igual dignidad e igual llamada a la santidad, es también verdad que en la dinámica temporal del reino de Dios hay vocaciones que mueven par ticularmente la comunidad eclesial. Entonces es impor tante que nosotros estemos unidos también en este objetivo.

Haciendo hacer a nuestros grupos o a nuestros jóvenes un camino de formación humana y cristiana, les proponemos el abanico de las vocaciones, haciendo también notar el mayor compromiso de «sequela Christi» propio de algunas vocaciones específicas.

La finalidad de los grupos juveniles, formados por nuestras ramas particulares de la Familia Salesiana, no es tener un cultivo de polluelos para la propia Asociación. Nuestra finalidad es la educación cristiana y la orientación del joven en la vida. Debemos saber hacer llegar al joven la llamada de Cristo, indicando cómo en la dinámica temporal del Reino hay también vocaciones de mayor compromiso. Debemos ser capaces de suscitar en los jóvenes deseos de formación y de disponibilidad, ser capaces de orientarlos hacia vocaciones de ser vicio y de gran significado (entre éstas coloco también el voluntariado), todo en el realismo del Reino.

Las Misiones

Un tercer campo en el que estamos ya colaborando, un campo que la solidaridad y cooperación actual pueden ensanchar ofreciendo nuevas posibilidades, son las misiones. En las últimas expediciones misioneras se ha ido consolidando, al lado de los religiosos, la presencia de seglares, individuos, parejas e incluso familias enteras. Es precioso constatar que, dentro de la Familia Salesiana, hay grupos que incluyen el trabajo misionero en su misma denominación.

El trabajo misionero, sin embargo, tiene diversidad de expresiones y de iniciativas, especialmente en este nuestro tiempo en que se habla de solidaridad globalizada. Hay nuevas posibilidades de compromiso misionero. Hay la posibilidad de la presencia personal, hay la posibilidad del hermanamiento y la del sostén a distancia en diversas formas.

Viendo la diferencia entre las distintas partes del mundo, pienso cuán precioso sería si hubiese una red de hermanamientos en grado de aportar recursos que respondan a las diversas necesidades; y donde hay fuerzas disponibles, estar abiertos a colaboraciones temporales o incluso definitivas. Esto en fase de proyecto y sucesivamente por su realización en sinergia.



El “Boletín Salesiano”

Hay otro sector, muy impor tante, donde ya estamos colaborando: es el campo de la comunicación en la Iglesia y en la sociedad. Cada grupo tiene el propio órgano de comunicación interna, que distribuye luego fuera del grupo. Pero sabéis que hay una revista o un órgano que nos representa a todos y es el “Boletín Salesiano” . Nosotros decimos que es un órgano para la Familia Salesiana, para el Movimiento Salesiano y para toda la opinión salesiana del mundo, que presenta el punto de vista de la Familia sobre las realidades que estamos viviendo, y abre al mundo una ventana sobre la realidad salesiana.

Es verdad que el “Boletín” está gestionado y llevado adelante por la Congregación Salesiana. Sería superfluo y pesado crear un grueso organismo de representatividad. Se está dando cada vez mayor espacio a la Familia Salesiana en el consejo de redacción y se van presentando nuestras realidades, más bien que «dividir en lotes» las páginas, lo que no es oportuno. De la imagen que el “Boletín” logra crear, todos recibimos su beneficio.

Sería interesante, a través de todas las sinergias que hay que poner en acto, obrar cada vez más como Movimiento y así tener una presencia visible en la realidad social y eclesial. Debemos superar dos peligros, que no son nada imaginarios: por una parte, un protagonismo demasiado aclamado y, por otra, un absentismo injustificable.

Más que una obra de gran propaganda o afirmación declamada en la Iglesia local, debería ser bien clar a nuestra presencia solidaria con el Obispo, con los sacerdotes; deberíamos mostrar nuestra capacidad de obr ar por algunas causas, haciendo ver que no estamos en función de nosotros mismos, sino de la comunidad eclesial que, a su vez, está en función de la salvación del mundo.

Con el fin de que la cultura de la Familia, es decir, la visión y la mentalidad del trabajar juntos, pase a todas las ramas y a todo el árbol es indispensable que todos los socios de cada grupo se hagan conscientes de pertenecer a un vasto Movimiento de personas, nacido del corazón apostólico de Don Bosco, y se manifiesten dispuestos a las sinergias, a las convergencias, a las colaboraciones múltiples, diversas, ágiles, actualizables. No buscamos una gran organización que establezca desde el vértice las cosas que hacer, sino un fuerte impulso de espiritualidad para dar vida a las células y a los órganos, para que ellos creen las colaboraciones posibles.

De esta perspectiva nace como primera tarea la de hacer leer a todos la Carta de la Comunión y la Carta de la Misión . Se encuentran en ellas las grandes ideas que transmitir y las grandes opciones que tomar.

Pero, además del estudio de estos documentos, ayudará hacer entre los diversos grupos experiencias de convivencia, de espiritualidad, de fraternidad, de colaboración. Esto elevará el nivel de confianza recíproca, el aprecio de las posibilidades que el carisma y la Familia de Don Bosco tienen. La meta es siempre pasar de la concordia a la comunión de objetivos, a la colaboración y corresponsabilidad en proyectos comunes sobre el territorio, social y eclesial.

He aquí algunos pasos para hacer que la Familia Salesiana llegue a ser un vasto Movimiento al ser vicio de la salvación de los jóvenes.

Para ello hay que esforzarse en:

hacer objeto de estudio y de profundización la Carta de la Comunión y la Carta de la Misión por parte de cada grupo de la Familia Salesiana, para hacer crecer en cada miembro la cultura de Familia y la conciencia de Movimiento;

— compar tir las conclusiones de este estudio en la «Consulta» local e inspectorial de la Familia Salesiana y escoger, como conclusión, algunas líneas operativas de participación y sinergia al servicio de la misión salesiana en el propio territorio.

Estudiar juntos, entre los diversos grupos de la Familia Salesiana presentes en un territorio, la situación de los jóvenes de hoy, sobre todo alrededor de los grandes desafíos de la vida, de la pobreza en sus diversas expresiones, de la evangelización, de la paz, de los derechos humanos… y buscar:

— caminos para mejorar las iniciativas ya en acto, mediante una mayor colaboración y trabajo en red;

— nuevas iniciativas que promover con la aportación específica de los diversos grupos presentes.

Dar mayor consistencia a la Consulta local y a la Consulta inspectorial de la Familia Salesiana, buscando la forma más adecuada para realizarla, para que no sea sólo una ocasión de intercambio de ideas y experiencias, sino sobre todo un instrumento:

— para reflexionar juntos sobre los desafíos de la misión en el propio territorio y para compar tir algunas líneas fundamentales de respuesta que cada grupo se esfuerza por asumir según sus posibilidades;

— para buscar caminos de colaboración ágil y bien articulada en proyectos educativos y de evangelización, sobre todo al ser vicio de los jóvenes.

La animación del Movimiento Juvenil Salesiano,

  • desarrollando en los diversos grupos juveniles animados por los grupos de la Familia Salesiana el compromiso de compar-tir y participar en el Movimiento Juvenil Salesiano;

  • implicándose en el acompañamiento de los grupos y de los jóvenes;

  • compartiendo en el camino formativo de los grupos un itinerario de educación en la fe que los ayude a descubrir y asumir la propia vocación apostólica en la Iglesia y en la sociedad.

La animación y promoción entre los jóvenes y los adultos del Voluntariado salesiano social y misionero como respuesta salesiana a los grandes desafíos del mundo juvenil de hoy, en particular de los más pobres y en peligro.

La promoción de vocaciones sacerdotales, religiosas y laicales de especial compromiso para el servicio de la Iglesia y en particular en la Familia Salesiana , mediante:

  • la participación en las iniciativas vocacionales promovidas en la Iglesia local;

  • el testimonio de la propia vida vivida como vocación, y la presentación de las diversas vocaciones en la Iglesia y en la sociedad, de modo especial en la Familia Salesiana;

  • una particular atención y acompañamiento de los jóvenes en su camino de pareja con iniciativas adecuadas;

  • el apoyo a las familias y a los padres en su compromiso educativo, promoviendo escuelas de padres, grupos de parejas, etc.

Concluyo con una oración a Don Bosco, padre carismático de toda la Familia Salesiana, compuesta por don Egidio Viganò. Me parece más que nunca oportuna porque está particular mente pensada y es programática.

Y, como de costumbre, con un cuento ilustrativo del Aguinaldo.

San Pablo —hablando de la realidad de la Iglesia— había hecho suya la metáfora del cuerpo que «aun siendo uno tiene muchos miembros y todos los miembros, aun siendo muchos, son un solo cuerpo» (1 Cor 12,12). Para hablar de la Familia Salesiana yo he preferido subrayar junto a la unidad, a la que hace referencia la imagen del cuerpo, la vitalidad, el dinamismo propio del movimiento, por lo que he usado la imagen del bosque, también para recordar la parábola inicial de la semilla que se hace árbol y del árbol que llega a ser bosque.

He aquí la oración de la Familia Salesiana:

Padre y maestro de la juventud,

San Juan Bosco,

que, dócil a los dones del Espíritu Santo,

legaste a la Familia Salesiana

el tesoro de tu predilección

por «los pequeños y los pobres»,


enséñanos a ser cada día par a ellos

signos y portadores del amor de Dios,

cultivando en nuestro ánimo

los mismos sentimientos de Cristo Buen Pastor.


Pide para todos los miembros de tu Familia

un corazón bondadoso,

constancia en el trabajo,

sabiduría en el discernimiento,

valor para testimoniar el sentido de Iglesia

y generosidad misionera.


Alcánzanos del Señor

la gracia de ser fieles a la alianza especial

que el Señor ha sellado con nosotros,

y haz que, guiados por María,

recor ramos gozosamente con los jóvenes

el camino que conduce al amor.

Amén.



Y he aquí el cuento metafórico :

El aullido del lobo corrió como un escalofrío a lo largo de toda la montaña. Un ciervo, que roía plácidamente la rica hierba cubierta de rocío, se asustó y se alejó corriendo a más no poder, a través del pinar.

La imponente cornamenta del ciervo desfloraba y sacudía las ramas. Una piña hinchada y madura se desgajó de una rama de abeto y rodó hacia abajo por la pendiente, saltó sobre el saliente de una roca y, con un golpe sonoro, acabó en una hondonada húmeda y bien expuesta.

Un puñado de semillas salió disparada de su cómodo alojamiento y se esparció en la tierra.

«¡Hurra!, gritaron las semillas al unísono. ¡Llegó el momento!». «¡Lo hemos conseguido! ¡Aquí no hay ardillas ni topos, estamos fuera de peligro!».

Comenzaron con entusiasmo a germinar para cumplir la misión que ardía en su pequeño corazón y que es la función de todo árbol: tener el cielo unido a la tierr a. Para ello, los árboles echan raíces profundas y extienden ramas nudosas hacia el cielo. Si no hubiese árboles, el cielo ya habría desaparecido.

Comenzaron, pues, las semillas a esconderse en la tierra, pero descubrieron bien pronto que siendo tantas provocaban algunos conflictos.

«¡Cór rete un poco más allá, por favor!».

«¡Está atenta! Me has metido el botón en un ojo!».

Y así sucesivamente. De todos modos, rozándose y codeándose, todas las semillas encontr aron un rinconcito para germinar.

Todas menos una.

Una hermosa y robusta semilla declaró claramente sus intenciones:«¡Me parecéis un montón de ineptas! Amontonadas como estáis, os robáis el terreno una a otra y crecéis raquíticas y desmirriadas. No quiero tener nada que ver con vosotras. Por mí sola podré llegar a ser un árbol grande, noble e imponente. ¡Yo sola!».

Con la ayuda del viento, la semilla logró alejarse de sus hermanas y hundió sus raíces, solitaria, en la cresta de la montaña.

Después de alguna estación, gracias a la nieve, a la lluvia y al sol, llegó a ser un magnífico abeto joven que dominaba el valle, donde sus hermanas se habían convertido en un bosque que ofrecía sombra y descanso fresco a los caminantes y a los animales de la montaña.

Aunque no faltaban problemas.

«¡Estáte quieto con esas ramas! Me tiras las agujas».

«¡Me robas el sol! Ponte más allá…».

«¿Quieres dejar de despeinarme?».

El abeto solitario los miraba irónico y soberbio. Él tenía todo el sol y el espacio que deseaba.

Pero una noche de final de agosto, las estrellas y la luna desaparecieron bajo un montón de nubarrones amenazadores. Silbando y revoloteando, el viento descargó una serie de ráfagas cada vez más violentas, hasta que desolando la montaña se abatió la tempestad.

Los abetos del bosque se estrecharon los unos contra los otros, temblando, pero protegiéndose y sosteniéndose recíprocamente.

Cuando la tempestad se aplacó, los abetos estaban extenuados por la larga lucha, pero se encontr aban a salvo.

Todos menos uno.

Del abeto soberbio solitario no quedaba sino un trozo astillado y melancólico en la cima de la montaña.

En la primavera sucesiva, los rayos del sol acariciaban decenas de tiernos vástagos que la brisa de la noche acunaba emocionada. Entre las ramas de los abetos muchos pájaros y ardillas habían encontrado refugio. Superado el invierno, en la base de los troncos robustos, habían nacido plantas y flores de mil colores.

Er a el don que, sin quererlo, el viento y la lluvia de la tempestad habían hechoa la montaña.

Queridísimos hermanos y hermanas, amigos todos, os deseo un año 2009 rico de gracias y os confío el compromiso de hacer realmente de la Familia Salesiana un vasto y solidario movimiento de personas para la salvación de los jóvenes.

Con afecto, en Don Bosco





Pascual CHÁVEZ VILLANUEVA

Rector Mayor