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LA CONGREGACION SALESIANA A PRINCIPIOS DEL SIGLO XX
Temas emergentes en la corrispondencia de P. Giulio Barberis
con el P. Paolo Álbera, Visitador Extraordinario para América
Fernando Peraza
Estas reflexiones se refieren a los contenidos de la obra del padre Brenno Casali
publicada por el Instituto Histórico Salesiano de Roma en 19981. Quieren retomar al-
gunos aspectos particulares, como la fisonomía salesiana de los protagonistas, varios
de los temas emergentes y de las problemáticas más significativas que aparecen en
este epistolario2.
Al leer esas cartas percibimos una Congregación que, pasada la etapa carismá-
tica de los orígenes y de su primera conformación institucional, empieza a organi-
zarse en sus estructuras jurídicas y en la formación inicial de su personal, y que, por
otra parte, afronta problemas propios de una primera inculturación en América y en
Africa3, y difíciles situaciones de supervivencia en Francia.
En el campo de la formación, por ejemplo, nos pueden llamar la atención
ciertas situaciones que guardan relativa analogía con otras que hoy nos causan preo-
cupación y llegan a desafiar nuestra capacidad de responder adecuadamente a con-
cretas circunstancias en uno u otro de los contextos geográficos y culturales en los
que vivimos. El Capítulo General de 1996 compendió esta preocupación de la si-
guiente manera: «La misión, la inculturación, el diálogo y la comunicación exigen un
nuevo estilo de formación, para afrontar el contexto que nos rodea, responder a los
jóvenes y ser corresponsables con los seglares en la misión»4.
Precisamente en la correspondencia de Barberis resuenan de alguna manera los
debates y conclusiones del IXº Capítulo General de 1901, en donde se trataron varios
1 Giulio BARBERIS, Lettere a don Paolo Albera e a don Calogero Gusmano durante la
loro visita alle case d’America (1901-1903). Introduzione, testo critico e note a cura di Brenno
Casali. Roma, Las 1998.
2 En este trabajo usamos las siglas y abreviaciones empleadas en la obra de B. Casali
(pp. 9-10).
3 Es el caso del Cabo de Buena Esperanza (Cape Town). Hay tres situaciones a las que
alude la carta No. 32: la del cabo de Buena Esperanza, en Sud Africa; las otras dos en América
del Sur, en Venezuela y en Colombia. Sobre esas mismas circunstancias insiste en la carta No.
34, un mes más tarde. Limitándonos a Cape Town, puntualiza Barberis que en diciembre los
problemas de la administración económica de la obra se agravan y reina el descontento del per-
sonal (lett. 40); la intervención de los superiores es inmediata. El P. Federico Barni, que está al
frente de la obra, es cambiado por Eneas Tozzi. Con su llegada se abren nuevas perspectivas
(lett. 44, 56, 59).
4 Salesianos y Seglares, Compartir el espíritu y la misión de don Bosco. Documentos
del XXIV Capítulo General de la Sociedad de San Francisco de Sales, Roma, 19 de febrero -
20 de abril de 1996, n. 55.

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386 Fernando Peraza
temas de la fomación, sobre todo intelectual, como el de los estudios universitarios de
los clérigos, requeridos por las crecientes exigencias de el trabajo educativo5. Una
circular posterior de Don Rúa a los Inspectores, urgía sus obligaciones en este sentido:
«Es indispensable que cada Inspector tenga una santa ambición de preparar her-
manos para que lleguen a ser expertos y competentes en cada ramo de la enseñanza,
en la predicación y para las misiones. No se trata de que siempre los laureados
deban venir de Turín. Es necesario que cada Inspector busque lo que sea más conve-
niente. Oriente, para que se obtengan las licenciaturas de Filosofía, de Teología, de
Literatura, de Ciencias y los Títulos de magisterio, a quienes tengan las dotes nece-
sarias para ello: fíjese, eso sí, que sean seguros en la vocación, ejemplares en las vir-
tudes religiosas, y que puedan después prestar su servicio a los demás»6.
Brenno Casali, en la introducción a las cartas, delinea la personalidad de los tres
interlocutores, y encuadra la correspondencia epistolar en el contexto en el que vive y
actúa la Congregación en esos años. Después, resalta los argumentos centrales sobre
los que versan las cartas.
La edición crítica de los textos, hecha con minuciosa escrupulosidad, nos per-
mite tener un conocimiento más objetivo de los hechos y de las personas implicadas
en ellos.
1. Rasgos biográficos y recíproca sintonía espiritual de los protagonistas
Ante todo, ofrecemos algunos datos sobre la semblaza moral de Julio Barberis
(1847-1927), Pablo Álbera (1845-1921) y Calógero Gusmano (1872-1935).
Los dos primeros, educados dentro del ambiente oratoriano de Turín, con la cer-
canía de Don Bosco y gozando de su particular aprecio y confianza, asumieron de
modo muy personal su mentalidad y su estilo educativos y religiosos. Sin embargo,
para Pablo Álbera, Julio Barberis, está «más acostumbrado a obrar según el espíritu
de Don Bosco», y más capacitado para «interpretar los deseos de Don Rúa»7.
A su vez, para Barberis, la «paternidad» y «piedad» de Don Álbera, son causa
de una gran admiración de los hermanos, incluso en América, y es un aprecio que él
comparte incondicionalmente.8 Además, hay otro factor que crea una particular actitud
del P. Barberis respeto a Don Álbera: el haber asumido su puesto en el Capítulo Superior
5 Eugenio CERIA, Annali della società salesiana, vol. III, pp. 148-154.
6 Ib., pp. 146-147.
7 ASC C 085 Álbera-Barberis, A bordo dell’Iberia 21 marzo 1901.
8 «Ti ripeto per lettera ciò che ti dissi a voce, che ti auguro di tutto cuore il buon viaggio,
e che possa fare del bene immenso. All’arrivo desidero vederti allargato di mezzo metro e inro-
bustito in modo da poterla poi durare ancora almeno una cinquantina d’anni; e con tali mani-
poli spirituali che la Congregazione ne senta poi ancora il frutto fra mille anni» (lett. 6).
En el momento de la reorganización del noviciado, sobre todo en cuanto a estudios, es-
cribe a Calógero Gusmano: «Oh se ci fosse qui D. Álbera a suggerire in questi momenti tanto
importanti e che lascieranno tanta impronta per l’avvenire!!! Il Signore farà» (lett. 35).
«Car.mo D. Álbera, forse questa non ti arriverà più per augurarti a tempo felice il
giorno onomastico; ma arriverà sempre a tempo per assicurarti che io non lascio passare quel
giorno senza pregare in particolare per te e senza felicitarmi teco del gran bene che vai fa-

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La Congregación salesiana a principios del siglo XX 387
a título de «prodirector espiritual». Barberis es consciente de que esta situación le crea
la responsabilidad moral de ser el fiel interprete de su mentalidad y sus criterios9.
Esta «substancial consonancia de modos de ver» y este «diálogo continuo y
abierto» que hay entre ellos, va a estrechar tanto sus relaciones recíprocas, como la
comunicación de Don Álbera con el Capítulo Superior del que Barberis es miembro y
secretario10. Efectivamente será Barberis quien haga conocer algunas de las «rela-
ciones» que le hace Don Álbera de su visita, y que los superiores aprecian mucho, ya
que por su nitidez, precisión y prudencia les permiten conocer mejor la realidad de
las cosas11. Por otra parte, la correspondencia que trata de mantener con cierta perio-
dicidad Barberis con Pablo Álbera y Calógero Gusmano, les permitirá estar oportuna-
mente informados de la vida salesiana que se vive en el Centro de la Congregación y
conocer mejor el modo de pensar y de actuar de los superiores mayores12.
El contacto de Calógero Gusmano con Don Bosco fue muy breve: del 1885 al
1888, que fueron los años de su permanencia como estudiante en Valdocco. Vuelto a
su hogar, por delicadas situaciones familiares, vino en 1890 a Foglizzo para hacer su
noviciado y pasó luego, como estudiante de Filosofía a Valsálice (1891-1892). El
resto de su vida salesiana transcurrió en Turín. Desde 1893 aparece en los elencos
como secretario de Julio Barberis. En 1905 fue nombrado pro-secretario del Capítulo
Superior, adjunto a Juan Bautista Lemoyne; y secretario desde 1912.
Las actitudes respecto a Barberis y a Don Álbera, son las que siempre tuvo en el
cumplimiento de su cargo: la fidelidad y la prudencia, la solicitud y consagración a
sus responsabilidades; un sincero aprecio, y familiaridad para con ambos13.
Del epistolario, pues, emergen con rasgos bien precisos las imágenes de Don
Álbera, Barberis y Gusmano. Sus relaciones recíprocas son «de afecto y estima»,
francas y confidenciales en muchos momentos. No sólo cuando Barberis comparte
sentimientos que nacen de una amistad personal14, sino cuando éste siente más la res-
cendo, e senza augurarti di poter tornar presto portantes manipulos – cum exultatione. Io non
era a tavola e seppi solo jeri, che il sig.r D. Rua era intenzionato di scriverti di ritornare se ti
sentivi accasciato dal viaggio, indicandoti di ricominciare poi l’anno seguente a compiere il
giro. Non so però in quali termini ti abbia scritto il sig.r D. Rua. Ad ogni modo io ti vedrei im-
mensamente volontieri. Si teme che nella troppo prolungata lontananza ne abbia a patire nella
salute, e questo non si vorrebbe a tutti i costi» (lett. 53).
9 Al hacerle referencia a Don Álbera sobre una circular enviada en su nombre, le dice
que aunque no siempre pueda hacercela conocer anticipadamente, esté seguro de que todo lo
que escribe está de acuerdo con su modo de pensar, y que le bastaría presentir que «così non
piacerebbe a D. Álbera», para no ponerlo por escrito. Cf lett. 41 (29 de diciembre de 1901).
10 cf Brenno CASALI, Giulio Barberis, Lettere..., pp. 8, 13-14, 21-22, 23-24.
11 «La tua lettera in cui davi relazione delle varie case del Chilì che tu inviasti al sig.r
D. Rua per mezzo mio fu letta in refettorio nostro e si fu molto contenti e soddisfatti, non delle
notizie poco buone che davi di alcune case; ma della chiarezza, precisione, prudenza, con cui
giudicavi le cose e le esponevi. Così, si disse, si ha proprio una chiara conoscenza del come
sono le cose colà» lett. 48; cf lett. 52.
12 cf lett. 18, 24, 56.
13 cf Brenno CASALI, Giulio Barberis, Lettere..., p. 28.
14 Dice que «le encantan las bellas cartas» de Gusmano (lett. 10); que siente muy cer-
cana la relación afectuosa de su amigo (lett. 12). En la lett. 5 alude a los padres del amigo. Al
padre, a quien conoce personalmente, y a la madre, de quien se ha formado una idea por las

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388 Fernando Peraza
ponsabilidad de su cargo de prodirector espiritual, o trata situaciones que pueden
comprometer su obediencia religiosa en un determinado servicio a la Congregación15;
o simplemente, cuando quiere compartir con él un asunto que por su índole moral
o por prudencia de gobierno exigen una reserva mayor16.
2. El contexto inmediato, histórico cultural
2.1. Las cartas publicadas se encuadran directamente dentro del viaje de don
Pablo Álbera a América como «visitador extraordinario» (1900-1903), en el que tuvo
como secretario al P. Calógero Gusmano.
La visita se produjo a raíz de una conmemoración significativa y de un deseo
muy sentido por los salesianos de América17.
La primera era la solemne celebración de los 25 años de la llegada de los sale-
sianos al Nuevo Continente; y el anhelo, más profundo aún y más urgente, era la ne-
cesidad de una Visita Canónica del Rector Mayor, o de otro de los superiores del Ca-
pítulo, en su nombre, según lo prescribían las Constituciones. Se trataba del artículo
6º del capítulo Xº, que todavía no había entrado en vigencia18.
«mil veces» que el hijo le ha hablado de ella. La correspondencia a veces se refiere a situa-
ciones intrascendentes de salud, a preocupaciones ordinarias; o a momentos especialmente sig-
nificativos para su vida espiritual (lett. 4, 10), como la visita a la tumba de Beltrami en
Omegna (lett. 9), las satisfacciones tenidas con los ejercicios espirituales predicados a los mu-
chachos de la «Generala» (lett. 24), la alegría por la fiesta de S. Miguel en Foglizzo (lett. 25).
Ese invierno de 1901 no ha sido invierno. ¡Los días trascurrieron espléndidos! Febrero, por el
contrario, con nieves y viento (lett. 19). Tiene tanto trabajo y se cuida tan poco, que el médico
le ha dicho que acabará siendo un «neurasténico» (lett. 21).
En la (lett. 6) a Don Álbera, se trasparenta el trato fraterno, espontáneo, que alimenta
usualmente con él. En la (lett. 7), habla del cuidado que tiene con las cosas personales dejadas
por su amigo en Turín. Comparte con Álbera y Gusmano, emocionadamente, las celebraciones
de la consagración al S. Corazón en Valdocco y en otros lugares (lett. 13, 14, 16, 26). Se refiere
con ternura al fallecimiento de una hermana suya y de un hermano de Don Álbera, durante un
año que ha sido el de la muerte de varios parientes de salesianos (lett. 45). En las cartas hay ex-
presiones llenas de frescura y calor afectivo, como esta: «Di’ tante cose all’amatissimo D.
Álbera» (lett. 7). «Tante, tantissime cose all’indimenticabile D. Álbera» (lett. 8). «Addio.
Addio. Addio. Sono stanco. Tante, tantissime cose all’indimenticabile Don Álbera e credimi
sempre tuo» (lett. 26). «Non vi è più tempo a nulla. Pel che ti saluto: ti prego riverir tanto il
caro D. Álbera, raccomandarmi tanto alle sue preghiere» (lett. 39).
Escribiendo a D. Álbera desde Avigliana el 19 de diciembre de 1901, termina así su carta
«Dovunque vai saluta i cari confr. da parte mia. Prega sempre per me, che sono e sarò sempre
tuo» (lett. 40).
15 cf lett. 1, 3, 26, 30, 32, 41, 43, 46, 47, 64.
16 cf lett. 23, 31, 41, 44, 47, 48, 49, 50, 52. El 7 de abril, después de haber narrado un
hecho desagradable ocurrido en Turín, dice a Don Álbera: «Fa tu breccia: fa gran bene: io qui
cerco di supplirti alla meglio; ma comincio [a] sospirare il tuo ritorno per ritirarmi confessore
in qualche casetta. Prega anche per me e credimi sempre tuo» (lett. 49).
17 «América». El alcance de esta denominación, nos lo da el catálogo de inspectorías y
naciones visitadas por Don Álbera: Argentina, Uruguay, Brasil, Chile, Bolivia, Perú, Ecuador,
Colombia, Venezuela, Centroamérica y Estados Unidos.
18 «Il Rettor Maggiore visiterà ciascuna casa almeno una volta l’anno, o in persona o per

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La Congregación salesiana a principios del siglo XX 389
A pesar del «placet» de León XIII, a quien, por medio del Card. Mariano Ram-
polla, secretario de estado, se habían dirigido el 13 de marzo de 1900 los provinciales
de Argentina, Uruguay y Paraguay, el sucesor de Don Bosco no pudo complacer esa
filial y ardiente petición. Fue, entonces, cuando Don Rúa con sus consejeros, resolvió
designar al P. Pablo Álbera tanto para representarlo en las festividades de Buenos
Aires, como para la visita a las casas de la Congregación en América19.
El itinerario de Don Álbera quedó definido de esta manera: presidir, a su paso
por España, el primer Capítulo Inspectorial organizado en Barcelona, y que se llevó a
efecto del 11 al 14 de agosto; en Buenos Aires, el segundo Congreso de los Coopera-
dores; y del 20 al 29 de enero, el primer Capítulo Inspectorial sudamericano.
De hecho, la «visita extraordinaria» de Don Álbera se llevó a cabo durante el
año 1900-1901 en Uruguay, Argentina y Brasil; de diciembre de 1901 a agosto de
1902, en Chile, Bolivia, Perú, Ecuador y Colombia. El 28 de este mes salía de Bogotá
para Venezuela; de allí pasó a Centroamérica y Estados Unidos. El 11 de abril de
1903 entraba nuevamente en el Oratorio de Valdocco20.
2.2. El contexto histórico cultural en el que se desarrola esta correspondencia
epistolar contiene aspectos generales que tocan a la vida de la Congregación; y situa-
ciones propias de América Latina. Barberis tiene de estas últimas una visión muy per-
mezzo di Visitatori, per esaminare diligentemente se si compiono i doveri imposti dalle regole
della Congregazione, ed osservare se l’amministrazione delle cose spirituali e temporali tenda
realmente al suo scopo, quale si è di promuovere la gloria di Dio ed il bene delle anime»: Fran-
cesco MOTTO Costituzioni della Società di S. Francesco di Sales [1858-1875], Roma, Las
1982, p. 161.
19 La carta está firmada por los padres José Vespignani y José Gamba. Según ellos, Don
Rúa, dadas sus condiciones de salud, solamente presidiría el «Solemne Congreso de los Coope-
radores Salesianos» y un «especial Capítulo Sudamericano», en Buenos Aires. Así mismo, esta-
ría presente en el lanzamiento de una «obra dedicada a los emigrantes italianos», en la inaugu-
ración de otra «en bien de los muchachos más abandonados, procedentes de las clases popula-
res», en la apertura de la «Exposición de las Misiones y de las Escuelas de Artes y Oficios» de
los Salesianos en América, y en la bendición del proyecto del templo que, como homenaje al
Sumo Pontífice, se pensaba levantar, en honor de Jesucristo Redentor y de María Auxiliadora.
Las Actas del Congreso de Buenos Aires, dejan constancia de la petición elevada por los
inspectores de Argentina y Uruguay al «Card. Vicario de S. S.», y se dice que «si no se consi-
guió (la) venida» de Don Rúa, «al menos se alcanzó que designara como su representante al
Rdmo. Señor Don Pablo Álbera, Director Espiritual de la Pía Sociedad Salesiana». El P. Álbera
fue nombrado «Presidente de la Junta Directiva» del Congreso.
Así mismo, el P. Álbera en la relación del Congreso enviada a Don Rúa, escribe: «En
esta circunstancia he podido admirar la unión verdaderamente fraternal que reina entre los
salesianos de América y los de Europa. Se habló con entusiasmo de D. Bosco, y de D. Rúa, de
María Auxiliadora. La llegada del Sr. Dogliani contribuyó mucho á unir más y más los cora-
zones en la caridad de Jesucristo. ¡Sólo faltaba D. Rúa! ¡cuánto lo sentí!»: Actas del Segundo
Congreso de Cooperadores salesianos celebrado en Buenos Aires los días 19-20-21 Noviembre
de 1900, Buenos Aires, Escuela Tipográfica Salesiana del Colegio Pío IX de Artes y Oficios,
1903, pp. 7, 53, 241-242; cf Brenno CASALI, Giulio Barberis, Lettere..., Appendice, lett. 2.
pp. 227-228.
20 cf José Humberto OLARTE, De Agua de Dios al mundo. Bogotá, Editorial Margabby
Ltda 1991, pp. 156-158.

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390 Fernando Peraza
sonal, condicionada, por su mentalidad y responsabilidades de maestro de novicios y de
director espiritual, y a los escasos dos años y medio que abarca la correspondencia21.
Por otra parte los hechos que son objeto de referencia en el epistolario perte-
necen a una Cogregación en vertiginoso crecimiento númerico, que trata de organizar
todos los aspectos de su vida «religiosa» y pastoral no sólo en Europa sino en di-
versos países del lejano continente americano. Presionada, además, por exigencias ju-
rídicas de la Iglesia, relacionadas con la Constitución Apostólica «Conditae a Cristo»
(2 dic. 1900), y las Normae secundum quas (28 jun.1901), emanadas por la Sagrada
Congregación de Obispos y Regulares. Eran documentos que perfeccionaban la iden-
tidad de los institutos de votos simples y buscaban la revisión de su código jurídico
particular22. En dos aspectos, sobre todo, cuestionarían a la Congregación Salesiana:
en lo relativo al director como confesor ordinario de los salesianos y de los jóvenes
que estaban bajo su dependencia23; y en la autonomía jurídica del Instituto de
las Hijas de María Auxiliadora, como correspondía a una comunidad femenina de
votos simples24.
La Sociedad Salesiana, fundada en 1859, y que contaba a la muerte del fun-
dador con 773 salesianos y 276 novicios, en 1900, bajo el rectorado de Don Rúa, lle-
gaba a 2.723 profesos y a 962 novicios. Solamente en las 12 inspectorías de América
los salesianos eran 844 y los novicios 159.
En Francia, la Ley de supresión de las Ordenes Religiosas, del 1º de julio de
1901, pondría a la Congregación en muy acusadas situaciones de inestablidad25. El 21
de febrero de 1903 escribe Barberis a Calógero Gusmano, que se trata de una «agonía
que se prolonga; una agonía que ya ha comenzado hace varios meses y que no se sabe
si va a terminar algún día». Que «ni hubo, ni hay esperanzas humanas»26.
Todos estos eran factores que dificultaban la comprensión de las situaciones y
de las respuestas; y así se proyectan en este epistolario. Si ya el nombramiento de un
maestro de novicios en Inglaterra ocasionó perplejidades a Barberis27, qué decir de
problemas de toda índole, referentes, por ejemplo, a países tan diferentes como
Brasil28, México29, o Chile30, o a la compleja inspectoría de Colombia y Venezuela en
donde también los «leprocomios» planteaban de suyo serios interrogantes31.
21 cf Brenno CASALI, Giulio Barberis, Lettere..., pp. 29-30.
22 cf Santos Eutimio SASTRE, El ordenamiento de los institutos de votos simples según
las Normae de la Santa Sede (1854-1858), Introducción y textos. Pontificia Università Urba-
niana Roma-Madrid, 1993, pp. 115-136, 260-266, 266-299.
23 Eugenio CERIA, Annali della società salesiana, vol. III, pp. 162-185.
24 Ib., pp. 605-629.
25 Lett. 28, 31, 34, 37, 43, 51, 53, 58, 64.
26 Lett. 64.
27 Lett. 64, p. 223.
28 Lett. 25, 37, 38, 40, 42, 47, 53.
29 Lett. 9, 16, 27, 28, 38, 39, 40, 63.
30 Lett. 28, 29, 47, 48.
31 La visita de Don Álbera había dejado como saldo la impresión de que, aunque «había
salesianos» no se palpaba allí la Congregación. Le parecía que, aunque era excepcional el tra-
bajo en los Lazaretos y admirables y dignos de todo respeto y atención los salesianos compro-
metidos en ellos, faltaban obras educativas, y, por otra parte la unidad fraterna entre los sale-

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La Congregación salesiana a principios del siglo XX 391
Había, además, asuntos que urgía legalizar de acuerdo a exigencias de la Sede
Apostólica; situaciones reales que todavía no daban respuesta a las normas de las
Constituciones; clarificación de otras que debían ser modificadas según la expe-
riencia, sobre todo en cuanto a la formación del personal y la admisión a las órdenes
sagradas. Precisamente, después de la disposición tajante de Roma sobre las confe-
siones, se había originado todo un rompecabezas para organizar de diversa manera
este ministerio32.
Se trata de hechos y situaciones que tuvieron que ser afrontados en el IXº Capí-
tulo General, y que en la ordinaria administración de la Sociedad Salesiana no era
raro creasen división y tensiones entre los mismos miembros del Capítulo Superior.
El 29 de marzo de 1902 escribía Barberis a Don Álbera que, en lo referente a éstos,
«ciascuno pensa con la testa sua ed opera da sé quanto può»; y que «se non vi fosse
in mezzo il santo D. Rua di tanto in tanto ci sarebbe pericolo di battibecchi gravi ed
anche di screzi visibili»33.
El asunto tocante a las relaciones jurídicas con el Instituto de las Hijas de María
Auxiliadora, no aparece en esta correspondencia, aunque ya desde 1901, con las
Normae Secundum Quas, había comenzado a preocupar seriamente tanto a nuestros
Superiores, como a la madre Catalina Daghero y su Consejo34.
3. Temas significativos en las cartas de Barberis
Hay cuestiones que atañen a la Congregación, en general; a Don Rúa y los
miembros del Capítulo Superior, a la vida del Oratorio y sobre todo de los noviciados
sianos sufría una fuerte crisis y había un debilitamiento en la vida espiritual. El mismo Don
Rúa escribiendo al nuevo Inspector, llegado a Bogotá el 11 de diciembre de 1903, le decía:
«Será bueno que, ante todo, dirijas tus preocupaciones y atención al edificio moral de nuestra
Pía Sociedad que se va agrietando por falta del precioso cemento de la caridad, y amenaza
ruina y anemia, porque no hay casi ninguno que piense en cultivar vocaciones»; aunque en
verdad este problema era fruto también de una gran desconfianza en las vocaciones autóctonas:
José Humberto OLARTE, De Agua de Dios al mundo…, pp. 156-158, 158-160, 160-161, 164-
166; cf lett. 27, 28, 32, 34, 49, 52, 59, 62.
32 cf lett. 29, 31, 35, 38, 39, 43.
33 Lett. 48; cf lett. 41, 42, 47, 48, 50; Brenno CASALI, Giulio Barberis, Lettere..., pp. 33-
34, n. 85.
34 El asunto, en efecto, se presentó con caracteres críticos, cuando en 1902, por parte de
Roma se empezó a urgir la reforma de las Constituciones y la adecuación de la vida práctica
del Instituto a las «nuevas» normas establecidas. El Vº Capítulo General, comenzado el 8 de
septiembre de 1906, creyó poder salvar la situación con una propuesta para Roma, en la que, se
pedía ad experimentum un tipo de dependencia del Rector Mayor que parecía salvar la auto-
nomía jurídica interna. Roma rechazó la petición del Capítulo y obligó al Instituto a ceñirse ex-
trictamente a las indicaciones del decreto. «Las nuevas constituciones podían describirse como
una copia fiel del esquema contenido en las Normae y nada más». Los efectos se sucedieron de
inmediato en todos los órdenes de relaciones entre el Instituto y la Sociedad Salesiana. Las
cartas de Barberis son, pues, anteriores a estas situaciones conflictivas: cf Giselda CAPETTI
F.M.A., Il cammino dell’Istituto nel corso di un secolo, II. Roma, Esse-Gi-Esse, 1973, pp. 226,
202-227, 227-245.

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392 Fernando Peraza
de Valsálice, Lombriasco e Ivrea; y hay temas de más amplia perspectiva referentes a
la vida religiosa, la formación inicial y el acceso a las órdenes sagradas. Las alusiones
al salesiano coadjutor son pocas y coyunturales35.
3.1. Aspectos informativos, que ayudan a la comunión y solidaridad fraterna,
o que pueden arrojar luz acerca de situaciones y problemas vividos en América
Barberis se ha propuesto dar información oportuna sobre personas y sucesos36.
Acerca del Oratorio, por ejemplo, no oculta el difícil momento que pasa. Son hechos
que se refieren a su ambiente, su organización y administración interna, sobre todo en
la sección de Artes y Oficios. Problemas que no lograron una solución satisfactoria
sino hasta fines de 190237. «Se constata, pues – concluye en un determinado mo-
mento – que el Oratorio es difícil y es complicado; y que siempre hay descontento
con el director porque hace o porque deja de hacer lo que debe»38.
Sin embargo, el Oratorio mantiene su tónica festiva con el «teatro» como una
de sus más atractivas expresiones populares, que atraen a la gente aunque el tiempo,
por esos días del carnaval, sea frío y lluvioso39.
En el aspecto religioso, precisamente, tienen mucha trascendencia la solemne
Consagración de la Sociedad Salesiana al Sagrado Corazón de Jesús, el 1º de enero
de 1901; y la primera procesión de María Auxiliadora por las calles de la ciudad con
la participación de los comerciantes del sector del Cottolengo y de Porta Palazzo en
los que se mentiene muy vivo y cercano el recuerdo de Don Bosco40.
Noticias sobre la muerte de Domingo Belmonte o sobre la enfermedad de José
Lazzero, retirado a Mathi. El nombramiento de Felipe Rinaldi, como Prefecto
General41, su ingerencia inmediata en el proceso De non culto, dentro de la «causa»
de Bosco42, que, según el parecer de Barberis, se arrastra a veces «a paso de tor-
tuga»43. También la participación del recién nombrado Prefecto General en la consa-
gración del Templo a María Auxiliadora de Barcelona, el 24 de mayo de 190244.
Alusión a personas45, situaciones de familiares de los salesianos46, sucesos de
35 Lett. 7, 16, 25, 30, 37, 41, 44, 54. En la lett. 27 el término se refiere a «famiglio»:
Brenno CASALI, Giulio Barberis, Lettere..., p. 117, n. 29.
36 «Do notizie dell’Oratorio, dei superiori, della Congregazione, e sono universali
perché le sappiate temendo che pochi altri vi scrivano con regolarità dette notizie» (lett. 18).
37 cf lett. 22, 24, 26, 27, 37, 44, 51, 53.
38 cf lett. 54.
39 cf lett. 19, 26, 45, 46.
40 Lett. 13, 14, 15, 26.
41 Lett. 23: «Io desideravo molto […]. Dio sia benedetto. E ciò unicamente perché son
persuaso che da questa scelta ne verrà davvero gloria a Dio, bene alle anime e gran bene alla
nostra pia società». Lett. 24: «[…] sarà ben a posto credo farà mirabilia».
42 Lett. 38, 40, 48.
43 Lett. 28, n. 86.
44 Lett. 53.
45 Vg. León XIII (lett. 13); Miguel Rua (lett. 1, 7, 8, 13. [...] 48, 49, 50, 52, 53, 56, 64);
José Bertello (lett. 2, 15, 27, 38, 41, 47, 56); Andrés Gennaro (lett. 3, 5, 13); Ricardo Brunazzo
(lett. 3, 5); Mons. Luis Lasagna (lett. 8); José Dogliani (lett. 9, 18, 17); Francisco Cerruti (lett.

1.9 Page 9

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La Congregación salesiana a principios del siglo XX 393
Turín47, publicaciones48, iniciativas de nuevas fundaciones49, acontecimientos como
la inauguración de la iglesia de Valsálice que revistió particular esplendor50. Inquietud
por saber las cosas de América, también pensando en que un día debería escribirse la
historia de los salesianos en ese Continente51.
3.2. La Consagración de la Sociedad Salesiana al Sagrado Corazón de Jesús
Era el mismo P. Miguel Rúa quien daba una importancia particular a esta celebración,
que venía ser como una resonancia de la realizada por la Iglesia Universal, el 11 de junio
de 1899. El Primer Concilio Plenario de América Latina, reunido en Roma, llevaba a
cabo esta consagración en la Basílica de Sagrado Corazón, construída por Don Bosco.
Para la Congregación se había fijado la fecha para la última noche del 190052.
A su vez, Don Barberis, al comentar este hecho, sobre todo escribiéndole a Ca-
lógero Gusmano, expresa su fervor espiritual y quiere hacer a audos partícipes del en-
tusiasmo religioso con el que en el Oratorio, en Ivrea y en Foglizzo se había llevado a
cabo. Evoca a Andrés Beltrami, que en forma tan peculiar la había deseado como un
13, 15); Eugenio Bianchi (lett. 1, 13, 19); Pablo León Montaldo (lett. 9); Angel Piccono (lett. 9,
29); Luis Roussin (lett. 9); Juan Zolin (lett. 13; 25, 27, 34, 49, 53); Luis Terrone (lett. 13);
Wiktor Grabelski (lett. 9); Terecio Palomeque (lett. 9); Felipe Rinaldi (lett. 9, 23, 24, 26, 38,
48, 50, 53); Andrés Beltrami (lett. 9, 12, 13, 22); Secondo Marchisio (lett. 13); Lino Carbajal
(lett. 14); Eneas Tozzi (lett. 14, 40, 44); Aquiles Pedrolini (lett. 41); Juan Bautista Francesia
(lett. 42, 53, 54, 56); Aurelio Girtler (lett. 43); Juan Marenco, (lett. 46, 48, 50, 56, 63); Mons.
Juan Cagliero (lett. 26, 47); Mons. Santiago Costamagna (lett. 42, 47); Antonio Fusarini (lett.
47); Domingo Tomatis (lett. 48); Angel Amadei (lett. 49); Juan Bautista Ferrando (lett. 49);
Evasio Rabagliati (lett. 47, 52); Adolfo García (lett. 53). El sr. Luis Martí Codolar (lett. 53); Ja-
cinto Bassignana (lett. 59); Ernesto Coppo (lett. 63); José Bologna (lett. 64); Pedro Pierrot
(lett. 64); Antonio Aime (lett. 59), etc.
46 Es particularmente significativa la carta que dirige a Don Pablo Álbera el 31 de enero
de 1902 (lett. 45). Lo mismo en la que da la noticia de la muerte de la madre de Don Andrés
Gennaro. Una hermana de éste se hará Hija de María Auxiliadora y el padre vivirá con los sa-
lesianos en Foglizzo, «così tutta la casa sarà religiosa» (lett. 59).
47 Como la huelga del gas de febrero de 1902, o las lluvias e inundaciones de octubre y
noviembre de 1901, lett. 46 y 38.
48 Algunas de las obras de Barberis enunciadas en estas cartas: el Vade mecum, lett. 22,
38, 54; don Andrés Beltrami, lett. 25; 30, 38, 54; Manualito de la devoción al Sagrado Co-
razón, lett. 26. Nuevo Reglamento para los Noviciados..., lett. 32; S. Francisco de Sales, lett.
38; La Geografía y la Historia Griega, lett. 38, etc.
49 Vg., Morelia en México, lett. 9; Vienna, lett. 21, 60; Jamaica, lett. 38, 44, 56, 59, 60,
64; Córdova, Argentina, lett. 41; Barranquilla, Colombia, lett. 56; Constantinopoli, lett. 60;
Guatemala, lett. 56; Maracaibo, Venezuela, lett. 60; un hospicio a Farnborough (Hautshire,
Londres), lett. 47.
50 cf lett. 24.
51 «[…] prendi memorie d’ogni sorta che possano servire per la storia delle nostre mis-
sioni», lett. 22, a don Gusmano (28 de marzo de 1901). Le insiste el 6 de diciembre, en una
carta escrita desde Penango que anote el año y el motivo de cada fundación; las necesidades
del lugar y para qué fue llamada allí la Congregación; el bien que se hace actualmente; el
nombre de los directores y sus características; el concepto que la sociedad tiene de los sale-
sianos (lett. 39).
52 Eugenio CERIA, Annali…, vol. III, pp. 87-98.

1.10 Page 10

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394 Fernando Peraza
momento de gracia para la Congregación. Barberis precisamente ese año publicaba
una memoria y unos rasgos personales de su antiguo novicio, que habrían de servirle
para escribir la biografía de Beltrami que daría a la imprenta en 190353.
En síntesis, escribía Barberis, todo había trascurrido en la forma «más sublime,
bella y devota» que hubiera podido desearse!54
3.3. «Quod a Suprema», un decreto que afectó a fondo la tradición salesiana
También en la correspondencia de Barberis, se refleja, y en un momento con
una tónica angustiada, este acontecimiento. El que se quitase al superior salesiano un
aspecto tan característico de su paternidad espiritual, al privarlo de poder ser el con-
fesor de los salesianos y alumnos que dependieran de él, so pena, ipso facto, de sus-
pensión «a divinis», rompía una tradición que había producido frutos espirituales no-
tables en la Congregación. Su mismo perfil específico, que lo identificaba con la
semblanza espiritual de Don Bosco, quedaba desfigurado y, con el tiempo, podría
perder su verdadera identidad carismática. Toda práctica en contrario y todo aspecto
de las Constituciones que no estuviese de acuerdo con esta disposición, debían ser
cambiados de inmediato55.
El forcejeo entre la Congregación y la Sede Apostólica había comenzado en
1899, cuando esta prohibición se había dado para la diócesis de Roma. Buscaba favo-
recer la libertad de conciencia de los religiosos, seminaristas o jóvenes internos de los
colegios, contra arbitrariedades y abusos de autoridad en sus superiores. Dicha prohi-
bición fue, luego, extendida a toda la Congregación, en forma radical e inapelable,
con el decreto Quod a Suprema, promulgado el 24 de abril de 1901 y comunicado al
Procurador de los salesianos el 29 de mayo. Don Rúa «personalmente lo dio a co-
nocer a la comunidad del Oratorio y, luego, en carta del 6 de julio, a toda la Congre-
gación, e invitó a ceñirse a la más estricta obediencia», pero había sido una herida di-
fícilmente restañable para el corazón del sucesor de Don Bosco56.
Pero nuevas tensiones se habrían de producir entre Roma y la Congregación. Don
Rúa hubiera querido, por una parte, demorar la comunicación del decreto hasta el Ca-
pítulo General que debía celebrarse en el mes de septiembre y, por otra, evitar la pu-
blicación del decrero, asegurando que sus determinaciones serían puntualmente obser-
vadas. Esto fue excluído rotundamente por la Santa Sede. Luego, para aclarar algunos
aspectos del decreto don Rúa pidió el parecer del P. Luis Piscetta, director por enton-
53 Giulio BARBERIS, Memorie e Cenni Biografici per servire alla vita del sac. Salesiano
D. Andrea Beltrami. S. Benigno Canavese, Scuola Tip. Salesiana 1901; cf lett. 30: «La vita di
D. Beltrami è finita di comporre: fra un mese uscirá. Ma mi fu affatto impossibile, nonostante
gli sforzi eroici, di fare la 3ª parte che era delle Virtù. Lo faró poi uscire in fascicolo separato»
(7 agosto 1901). La vida saldría con el título de Le virtù del servo di Dio D. Andrea Beltrami
dalla Pia Società di S. Francesco di Sales, S. Benigno Canavese, 1903. Lett. 12, 38, 39, 51.
54 cf lett. 13, 14, 16.
55 El texto del decreto está citado por Eugenio Ceria en Annali della società salesiana,
vol. III, pp. 172, 174 (1).
56 Leal Fernando PERAZA SDB, El director salesiano y la dirección espiritual, CSR,
Quito, 1994, pp. 122-128.

2 Pages 11-20

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2.1 Page 11

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La Congregación salesiana a principios del siglo XX 395
ces de Valsálice, laureado en Teología y autoridad en Moral y en Derecho Canónico. Sa-
bedor el Santo Oficio de las líneas orientativas de Piscetta, no sólo reprochó fuerte-
mente al procurador general, Juan Marenco57, sino que llamó a Roma a Don Rúa, en
donde fue reprendido «con dureza», por lo que la Sagrada Congregación juzgaba un in-
miscuirse en interpretaciones del decreto que sólo le competían a ella. Esta dolorosa si-
tuación se refleja en la carta que el 23 de agosto de1901 dirige Barberis a Don Álbera58.
Las consecuencias preocupantes de esta determinación pronto se hicieron mani-
fiestas. Era muy difícil hallar confesores idóneos para suplir el ministerio de los di-
rectores. En América la carencia de personal complicaba más la solución del asunto59.
Todavía un año más tarde, cuando vencía el plazo para la publicación de las De-
liberaciones del IXº Capítulo, que contenían las modificaciones exigidas por el decre-
to, un retardo en el cumplimiento de esta obligación ocasionó una fuerte intervención
de la Santa Sede, para que se hiciera de inmediato. Barberis, que trascribe a Don Álbe-
ra literalmente la Carta de Roma y concluye pidiéndole angustiadamente oraciones60.
3.4. Problemas jurídicos latentes: sanación de nombramientos de superiores, de de-
liberaciones capitulares, de posibles profesiones inválidas; o problemas refe-
rentes a la aprobación y erección jurídicas de inspectorías y noviciados, al tiro-
cinio práctico, al período de votos temporales previo a la profesión perpetua; a
los miembros que deberían integrar el próximo Capítulo general
Parte del malestar que se constataba en la Congregación provenía de estos
asuntos jurídicos y organizativos pendientes. El mismo IXº Capítulo General (1901)
se resintió61. Para algunos esas anomalías tenían su causa también en el «excesivo
trabajo de los Superiores», por otra parte «ya viejos y cansados»62. Aspectos
57 Juan Marenco (1853-1921), profeso de 1874 y 1875, y ordenado como presbítero este
último año. Fue Vicario General de las Hijas de María Auxiliadora (1892-1899) y Procurador
General de la Congregación del 1899 a 1909. En 1909 fue consagrado obispo de Massa Car-
rara, y en 1917, arzobispo titular de Edessa, e internuncio de Centro América.
58 Lett. 31. Cf lett. 39. Eugenio CERIA, Annali..., vol. III, pp. 175-179.
59 Lett. 30, 43 y las notas 115 y 116 de Brenno CASALI, Giulio Barberis, Lettere..., p. 39.
60 «Prega, prega: pregate, fate pregare, e intanto ottieni dal Sacro Cuore che almeno il
Capitolo si conservi cor unum et anima una, perché pare vada sempre più ciascuno rafforzan-
dosi nel suo giudizio senza badare agli altri, sebbene non vi siano nuovi screzi. Prega pel tuo
Aff.mo in corde Iesú. Sac. Giulio Barberis» (lett. 50).
61 El IXº C. G. se había llevado a cabo en Valsalice del 1 al 5 de septiembre. Los salesianos
eran en ese momento 2.916; las inspectorías, 31. Los miembros por derecho eran 154, y 8 consul-
tores. El Capítulo trató el asunto de los confesores y las reformas constitucionales consecuentes,
del funcionamiento del mismo Capítulo, de la constitución canónica de las inspectorías y de los no-
viciados, de los estudios universitarios de los clérigos y sobre la admisión de éstos a las órdenes sa-
gradas, decidió los 3 años de «tirocinio práctico», etc. Cuando Don Rúa presenta las conclusiones
a la Congregación, inisiste en la necesidad de mejorar la formación, y de proceder con mayor pru-
dencia cuando se trate de nuevas fundaciones. Eugenio CERIA, Annali…, pp. 160-161.
62 El P. Esteban Trione en carta a Mons. Santiago Costamagna (25 de septiembre de
1901) se pronuncia de esta manera: «Il Capitolo Superiore ha troppo lavoro, è di vecchi e
stanchi, non può arrivare a tutto. Non fece la più bella figura nel Capitolo Generale. Pa-
zienza!!. [...] Le forze giovani che crescono sono troppe e riluttano alquanto contro i monu-

2.2 Page 12

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396 Fernando Peraza
que menciona Barberis en sus cartas63.
Barberis presiente cómo estas noticias hayan hecho sufrir a Don Álbera, sobre
todo lo que afectaba directamente a los superiores del Consejo, y trata de atenuarlas
un poco: «fu proprio un uragano; fu un effetto come quando viene l’influenza in un
paese: credo non abbia lasciate gravi tracce. Bisogna aggiungere che i più caldi ri-
guardo a nullità delle deliberazioni, o di elezioni ecc. facevano una trattazione teore-
tica ed erano di buonissimo spirito. Con ciò non voglio dire che non si sia fatto del
male: ma il male vi era e resta; ma non credo sia cresciuto»64.
3.5. Los asuntos consultados a Roma
En la carta dirigida a Calógero Gusmano el 12 de febrero de 1902, Don Julio Bar-
beris escribe el elenco de asuntos consultados a Roma y sobre los que se pronunció la
Congregación de Obispos y Regulares65; y que el Procurador General, Juan Marenco,
hizo conocer a los superiores del Capítulo, el mismo día en que recibió el comunicado66.
El cuadro de «saneamiento» y regularización de situaciones es muy significa-
tivo; el tono de la carta era comprensivo y complaciente, venía a ser, después de
tantas dificultades y contrastes con las autoridades romanas, como «un poco de aceite
sobre las llagas abiertas». «Todo lo que se había solicitado, había sido concedido»67.
La Santa Sede despeja el campo de dudas y dificultades jurídicas, y da normas orien-
tativas. Desde entonces comienza para la Congregación la etapa definitiva de norma-
lización de sus estructuras de gobierno en varios aspectos importantes:
1. Se aprueban y constituyen las dos inspectorías piamontesas: la cispadana y
transpadana; las lígure, lombarda, véneta, emiliana, romana, napolitana y sícula; las
de Francia norte, y la del sur, con Argel; la Belga; las de Inglaterra, España, y Por-
tugal; las tres brasileñas: la del sur, la del norte y la de Mato-Grosso. Las de Uruguay
y Paraguay; las de: Argentina, Patagonia septentrional, y Patagonia meridional. Las
de Chile, Perú y Bolivia; las de Ecuador, Colombia, México, con El Salvador y los
Estados Unidos; y la de Palestina con Alejandría de Egipto.
2. También se aprueban y constituyen los noviciados.
3. Se «sana de raíz» cualquier elección de superiores de cuya legalidad se tu-
viera duda.
4. De la misma manera lo referente a las profesiones.
5. Se aprueban las deliberaciones del IXº Capítulo General (1901), salvo lo que
fuere contrario al decreto Quod a Suprema.
menti antichi»: Brenno CASALI, Giulio Barberis, Lettere..., p. 33, nota 85.
63 cf lett. 27, 30, 31, 32, 34, 38, 40.
64 cf lett. 41.
65 cf lett. 46. Sobre consultas hechas personalmente por Don Rúa que había viajado
a comienzos de diciembre de 1901 a Roma: lett. 38, 39, 40.
66 La comunicación di don Marenco era, efectivamente, del 12 de febrero de 1902, día
de la reunión de los superiores del Capítulo: Brenno CASALI, Giulio Barberis, Lettere..., pp. 33
y 172, nota 58.
67 Lett. 46.

2.3 Page 13

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La Congregación salesiana a principios del siglo XX 397
6. Se aprueba y establece que el próximo Capítulo General sea compuesto por
los inspectores y uno o dos acompañantes por inspectoría. Así quedaría integrada su
asamblea constituyente. Además en este Capítulo: se revisarían y reorganizarían
todas las deliberaciones de los Capítulos precedentes; se establecería la composición
de los Capítulos Generales; las normas para los Capítulos Provinciales y para la con-
formación de los Consejos Inspectoriales.
Las inspectorías como estructuras organizativas y jurídicas de la Congregación
se fueron imponiendo desde 1877. Don Bosco y Don Rúa, en virtud del artículo 17
del capítulo IXº de las Constituciones (1874), que a ellos les parecía pertinente al res-
pecto, habían procedido a fundarlas y a nombrar a sus respectivos inspectores68. Sin
embargo, sólo en 1901 don Miguel Rúa y el Capítulo Superior vieron necesario pedir
a la Sede Apostólica su respectiva erección canónica. Roma, procedió a hacerlo el 20
de enero de 1902, reconociendo las 31 inspectorías existentes.
Hay que anotar, sin embargo, que en la enumeración de inspectorías que nos
ofrece Barberis en la citada carta a Calógero Gusmano, son puestas bajo una sola de-
nominación las tres inspectorías de España: Barcelona-Vizcaya, Castilla, y Anda-
lucía; y que no se nombra a Venezuela. La inspectoría del Sagrado Corazón, fundada
en 1901, incluía las casas inmediatamente dependientes del Capítulo Superior. En
1903 se englobó explícitamente en ella la casa madre de Turín69.
Parece que en medio de las dificultades que había entonces en los trámites y
procesos de la fundación y consolidación de los institutos religiosos, ni Roma, ni
nuestros superiores, hayan urgido antes la aprobación y erección, de las estructuras
provinciales por parte de la Santa Sede. La misma originalidad de nuestra Congrega-
ción, respecto a la conservación y ejercicio de los derechos civiles de los socios, in-
fluía en esta actitud. Esa es la conclusión a que llega el estudio que al respecto hizo
Antonio da Silva Ferreira en 1985. Esto explicaría, a lo menos en parte, los 25 años
de dilación que hubo para zanjar este vacío jurídico70.
4. Barberis. La formación y la animación espiritual de la Congregación
Siempre que en este epistolario el P. Barberis toca asuntos acerca de la forma-
68 Las Constituciones de 1874 concedían al Rector Mayor la potestad de nombrar, de
acuerdo con su Consejo, los «visitadores» que fueran necesarios, para atender a aquellas casas
cuyo número y distancia lo requirieran. Pero el 3 de octubre de 1879 la Sagrada Congregación
de Obispos y Regulares precisa a Don Bosco, que el artículo de las Constituciones no se refería
a provinciales sino a «visitadores». Don Bosco pide excusas en carta del 12 de enero de 1880.
En esa misma comunicación, aclara el uso de la palabra «inspectoría» y por qué la prefiere al
de provincia, arguyendo que es más acorde con las situaciones de la época; cf Antonio DA
SILVA FERREIRA, «O decreto de ereçao canonica das inspetorias salesianas, de 1902», en RSS
6 (1985), pp. 38-39; Francesco MOTTO, Costituzioni della Società di S. Francesco di Sales…,
p. 155.
69 Brenno CASALI, Giulio Barberis, Lettere..., pp. 39-42.
70 Antonio DA SILVA FERREIRA, «O decreto de ereçao canonica...», pp. 35-36.

2.4 Page 14

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398 Fernando Peraza
ción del personal salesiano, demuestra una mentalidad clara, guiada por su particular
y larga experiencia, y una grande preocupación espiritual71.
Barberis, conocedor del pensamiento de Don Bosco y, al mismo tiempo, de las exi-
gencias canónicas, trabajó incansablemente para que se llegara al establecimiento de las
etapas formativas, sin que el tipo de proceso formativo cambiara el modelo pastoral de
religioso concebido por el fundador, con uno tradicionalmente monástico72.
4.1. Los noviciados
Otro asunto al que se refería la Sagrada Congregación era el de la erección canóni-
ca de los noviciados, que implicaba así mismo el estricto cumplimiento de las determi-
naciones canónicas sobre la separación entre profesos y novicios, y la total dedicación de
éstos a sus deberes formativos en casa a propósito, con la guía de superiores adecuados.
De hecho, por medio del citado decreto del 20 de enero de 1902, Roma legalizaba los 26
noviciados ya existentes. Es decir: en Francia, el de Marsella que era para coadjutores y
el de Canon, para clérigos; en la inspectoría catalana, el de Sarriá para clérigos y el de Sant
Vicenç dels Horts, para coadjutores. En la diócesis de Turín estaban los de Lombriasco y
Valsálice para clérigos y el de S. Benigno Canavese e Ivrea, para coadjutores; y también
prestaban su servicio a las inspectorías lígure, lombarda, véneta y emiliana73.
En ese momento la característica, pues, de estas casas en que se hacía la pri-
mera formación, era la separación de clérigos y coadjutores. Esta praxis fue ratificada
por el IXº Capítulo General. No obstante, tres años más tarde, en el Xº Capítulo Ge-
neral (1904), la Congregación vio la conveniencia de cambiar esta modalidad y se de-
cidió, por votación unánime, atenerse al noviciado único74.
71 Julio Barberis ejerció como maestro de novicios desde el sábado 7 de noviembre de
1874, cuando tenía 27 años; pero el nombramiento como lo exigían las reglas lo obtuvo en el
IVº Capítulo General de 1886. En 1879, se trasladó con el noviciado de Valdocco a S. Benigno.
En 1886, con el aumento de novicios, pasó a Foglizzo. En 1887, inaugurado el Seminario para
misiones extranjeras en Valsalice, Barberis fue nombrado director y «maestro de las casas de
noviciado». Del 1884 al 1886, quedando vacante el puesto de director espiritual de la Congre-
gación por la designación episcopal de Juan Cagliero, Barberis lo suplió como vicedirector.
Desempeñó ese cargo hasta cuando el IVº Capítulo General (1886), designó al P. Juan Bonetti
para esa responsabilidad. A la muerte de éste, ocurrida en 1891, el cargo fue asumido por Bar-
beris. Volvió, luego, a ser simplemente maestro de novicios en 1892, cuando el VIº Capítulo
General eligió a P. Pablo Álbera como director espiritual general.
Con el viaje del P. Álbera a América, como visitador extraordinario, Barberis fue desig-
nado para reemplazarlo, con el título de prodirector espiritual (1901); pero, una vez que Don
Álbera renunció a su cargo, el año siguiente, Barberis ocupó su puesto hasta la vuelta de Don
Álbera de América, en 1903. Contemporáneamente fue inspector de la Inspectoría del Sagrado
Corazón, que comprendía las casas de formación (1901-1903). Fue Inspector de la Inspectoría
Central de 1903 a 1911; y director espiritual general, de 1910 hasta su muerte ocurrida el 24 de
noviembre de 1927: Brenno CASALI, Giulio Barberis, Lettere..., pp. 8, 18-22, 25.
72 Los problemas de las dimisorias y de la formación, han sido tratados sintéticamente
por Pietro STELLA, en Fedeltà e rinnovamento, Studi sulle Costituzioni Salesiane. Roma,
Las 1974, pp. 42-49, 49-54.
73 Eugenio CERIA, Annali…., pp. 155-156.
74 Ib.

2.5 Page 15

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La Congregación salesiana a principios del siglo XX 399
El proceso organizativo de los noviciados se debe sobre todo a la dedicación e
inteligencia de Julio Barberis, a partir de los ensayos germinales de Don Bosco, que
buscaba formar un personal religioso en relación pastoral continua con los jóvenes a
cuya misión iba a dedicar toda su vida.
El fundador estuvo siempre vigilante de las modificaciones que se fueron suce-
diendo, y llamando la atención para ir interpretando en la práctica lo que sobre este
punto había personalmente compartido con Pío IX.75 En 1875-1876, Barberis ya veía
conveniente reunir a todos los novicios en Turín, con superiores dedicados por com-
pleto a ellos, y en condiciones más favorables. Ya en 1887, según una apreciación de
Don Rúa, la presencia aislada de novicios en las casas era un hecho del todo excep-
cional, urgido por la necesidad, y debía «de todas maneras» evitarse76. Diez años más
tarde, se publicó el Reglamento para los Noviciados de la Pía Sociedad Salesiana de
S. Francisco de Sales, en que Barberis institucionalizaba, para toda la Congregación,
la praxis y los logros de esos años77. El 22 de agosto de 1901 el Capítulo Superior
urgió la separación de profesos y novicios, y al maestro, del cargo de director.78 Fi-
nalmente, el IXº Capítulo General, celebrado en Valsálice del 1º al 5 de septiembre de
ese mismo año, decidió poner en práctica el Nuevo Reglamento para Noviciados y
Estudiantados, propuesto al estudio el 4 de septiembre, dejando su aprobación para el
próximo Capítulo General, una vez que se hubiesen estudiado los resultados de esta
experiencia79. El mismo Capítulo nombró 17 maestros de novicios.
Respecto a lo específico del noviciado, don Barberis deja transparentar la rique-
za de su experiencia y de su reflexión. Era necesario acentuar el carácter «ascético»,
como insistía Don Rúa80. O sea, el que fuera un momento particular de formación es-
piritual. Durante ese año había que equilibrar este aspecto con la preparación intelec-
tual. En 1901 el Capítulo Superior había ya excluído que se hicieran cursos profanos
de estudio en este tiempo81. El programa se vio circunscrito a asignaturas directamen-
te complementarias de la formación religiosa: el catecismo, la historia sagrada y la his-
toria de la Congregación, la liturgia y el canto sagrado, la pedagogía religiosa82.
Barberis iba constatando los efectos de estos cambios y se goza de ellos: «los
novicios hacían progresos satisfactorios»; había más orden, mejor orientación. «Da
gusto, ver que lo que se hace está ayudando» a los jóvenes. En Lombriasco, los 70
novicios, incluyendo a 10 coadjutores, «van adelantando mes por mes». Ahora, ya
daban más seguridad. Foglizzo estaba en la misma tónica, a pesar de que había al-
75 Francesco MOTTO, Costituzioni della Società di S. Francesco di Sales..., pp. 192-197;
Voto del Rm.o consultore [Fra R. Bianchi], p. 243; Riassunto delle precedenti osservazioni
trasmesso al sac. d. Giovanni Bosco sopra le Costituzioni esibite nell’anno 1873, p. 245; Os-
servazioni [di d. Bosco] sulle Costituzioni della Società di S. Francesco di Sales e loro appli-
cazione, pp. 246-247.
76 ASC A 4370234, Barberis-Rua, S. Benigno Canavese 28 aprile 1887. Cf lett. 32.
77 cf lett. 32.
78 Lett. 32.
79 Eugenio CERIA, Annali…, pp. 155-156.
80 Brenno CASALI, Giulio Barberis, Lettere..., pp. 48-51.
81 Lett. 32.
82 Lett. 32, 35.

2.6 Page 16

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400 Fernando Peraza
gunos formandos muy niños todavía para entender bien las cosas. Pero el resto daba
«pasos gigantescos».
«Este nuevo sistema de noviciado, es decir este verdadero noviciado, hace
pensar con ilusión en un significativo progreso para la Congregación». «En Ivrea y en
Valsálice se ve el fruto de lo que es un noviciado bien llevado: todo camina y en
ambas, las cosas están mejor que antes: hay más espíritu y la formacióin religiosa se
fundamenta mejor»83.
Correspondería ya a las inspectorías aplicar, según sus posibilidades, los logros
obtenidos y las determinaciones tomadas. Esto, a sabiendas de las deficiencias que
sobre todo en algunas inspectorías de América se constataban, como se lo había ya
expresado en marzo anterior Don Álbera, refiriéndose a los esfuerzos que hacía el
P. José Vespignani por el noviciado de Bernal84.
4.2. Los votos y admisión a las órdenes sagradas
La mira en la opción vocacional era, sin duda, la definitiva entrega al Señor,
con los votos, sea temporales o perpetuos. Para Don Bosco, una vez comprobada la
aptitud o ineptitud de algún sujeto, debería resolverse de inmediato su permanencia
en la casa de formación. Pero el asunto de los votos temporales estaba por determi-
narse con precisión. Lo hizo el 22 de agosto de 1901 el Capítulo Superior. Nadie de-
bería ser admitido a la profesión perpetua sin haber antes cumplido su profesión
trienal85. La decisión ponía en orden las cosas de acuerdo a las determinaciones ya
existentes en el artículo 7 del capítulo Xº de las Constituciones86.
Dentro de la importancia que tenían para él los «ejercicios espirituales» y con la
intención explícita de que se procediera en todas estas cosas con mayor seriedad, el P.
Barberis piensa en que precisamente quienes deben emitir sus primeros votos o reno-
varlos, deberían tener tandas aporte, y en las condiciones más favorables87.
Así mismo, uno de los problemas que preocupaban tanto a Barberis como Don
Álbera y a Calógero Gusmano, era el de la precipitación y facilidad con la que en va-
rias partes, sea del Antiguo como del Nuevo Continente, se procedía a la admisión a
las órdenes sagradas. Eran situaciones que influían negativamente en la preparación
espiritual, los estudios, las mismas opciones vocacionales; y hasta en el examen y or-
denamiento de la documentación exigida por el derecho canónico.
Actitudes asumidas por los obispos salesianos Juan Cagliero y Santiago Costa-
83 Lett. 38, 39, 54, 58.
84 ASC C 085 Álbera-Barberis, A bordo dell’Italie, 13 luglio 1901.
85 Brenno CASALI, Giulio Barberis, Lettere..., pp. 35-36; lett. 32; ASC A 0000401 Bar-
beris-Cronache, 23 septiembre 1875 hora 51/4 y A 0000205, 18 septiembre 1878; cf D 868
Verbali, 7 febrero 1879.
86 «Questi voti si faranno per un triennio. Passati poi i tre anni, consentendolo il Capi-
tolo, sarà fatta facoltà ad ognuno di rinnovare i suoi voti per altro triennio, o di farli perpetui,
se vorrà legarsi per tutta la vita. Tuttavia, niuno può essere ammesso alle sacre ordinazioni, ti-
tulo congretationis, se non avrà fatto i voti perpetui», en Francesco MOTTO, Costituzioni della
Società di S. Francesco di Sales..., p. 173.
87 cf lett. 34, 49.

2.7 Page 17

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La Congregación salesiana a principios del siglo XX 401
magna, que sin contar con los superiores mayores procedían a las admisiones, cre-
aban situaciones desconcertantes, hasta el punto que éstos, muchas veces, sólo lle-
gaban a saber del acceso de algunos candidatos al presbiterado cuando en los catá-
logos anuales del personal aparecían ya como sacerdotes (Sac). Pero también se daba
ligereza e irresponsabilidad, en esta materia, entre los inspectores y directores88.
No se podía, pues, «seguir a la buena» en asuntos tan delicados. El juicio de
Barberis es aún pesimista en muchas ocasiones. «¡Se va, escribía, muy mal en estas
cosas!»89
4.3. Superiores que sean de veras superiores y formadores
Esto mismo planteaba, más a fondo, un asunto delicadísimo. El de no poder
contar muchas veces con un personal directivo debidamente capacitado, ni para des-
empeñar las funciones del gobierno, ni para atender espiritualmente a los hermanos.
Sin duda el asunto iba en menoscabo de la calidad de la vida religiosa. Para Barberis
este era: «il male più grande nella Congregazione». «Qualora gli ispettori facessero
più da buoni ispettori [...] e qualora col loro ajuto si potessero avere direttori che
fossero direttori , allora tutto progredirebbe meglio»90.
Por su parte, Don Álbera compartía el mismo criterio del P. Barberis: en el
tiempo de Don Bosco, por razones explicables, muchas cosas iban a la buena; ahora,
se impone que, «fortiter y suaviter», se exija aquello que necesitan los salesianos para
ser «los religiosos que deben ser»91.
En consecuencia, además de referirse al orden que había que poner en varios as-
pectos de la vida religiosa, había que pensar en no apartarse del espíritu del Fundador.
Fue una de las reservas que tuvo don Barberis con la presencia del P. Domingo Bel-
monte en el Capítulo Superior, como Prefecto General, porque le parecía que «non
avesse tutte le idee di don Bosco nelle cose che riguardavano la Congregazione»92.
Fue, así mismo, una de sus preocupación es en lo tocante a los «maestros de novi-
cios». Si no estaban empapados de la primitiva tradición, no daban la suficiente segu-
ridad en la formación de los hermanos. Fue el caso concreto del nombramiento de
maestro de novicios para Burwash en Inglaterra93. El asunto, por otra parte, se agra-
vaba por la rápida expansión de la Sociedad Salesiana y la necesidad, por tanto, de
crear nuevas casas de formación94.
Ante las justas inquitudes que había en varios sectores de la Congregación, vino
a ser providencialmente a Julio Barberis a quien, como miembro del Capítulo Supe-
rior, le habría de corresponder «prendersi cura appunto degli ordinandi, dei noviziati
88 cf lett. de Álbera a Barberis, enviada de Arequipa el 6 de abril de 1902. Este tema
está tratado por Casali en las pp. 45-47.
89 cf lett. 34, 55.
90 cf lett. 39.
91 ASC C 085 Álbera-Barberis, Arequipa 6 abril 1902.
92 Lett. 23; cf lett. 24.
93 cf lett. 64.
94 Brenno CASALI, Giulio Barberis, Lettere..., pp. 11-12, 50.

2.8 Page 18

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402 Fernando Peraza
e dello spirituale della congregazione» de los hermanos, a nivel general95.
Lo hizo, sentando algunos criterios para salir positivamente al encuentro de las
aspiraciones y de las dificultades que en esta materia tenían los salesianos: la claridad
de ideas sobre el verdadero espíritu de la Congregación, la incesante solicitud en el
acompañamiento del personal, la prudente admisión a las órdenes y el mayor cuidado
que debía tenerse con los sacerdotes jóvenes96.
4.4. La vida espiritual de los hermanos
Don Julio Barberis era, pues, muy consciente de que lo tocante a la vida espiri-
tual y la fidelidad al espíritu, venía desde los primeros años de la formación, del aspi-
rantado y del noviciado, etapas, ambas, ya prescritas desde el decreto Regulari Disci-
plinae del 25 de enero de 1848, e interpretadas, de acuerdo con el mismo Pío IX para
nuestra Congregación por Don Bosco97.
Pero también sigue con preocupación la vida ordinaria de los salesianos en sus
lugares de trabajo. Valora el grande bien que se hace y los logros obtenidos por los
hermanos98, aunque se muestra preocupado por su trabajo continuo y agotador, su
precaria salud, la falta de equilibrio que se manifiesta a veces en los asuntos de la
vida práctica o en las proyecciones que se proponen, con el riesgo de no concluir
nada en efectivo; el desconocimiento que algunos denotan en asuntos que ya están
determinados por las reglas o por los superiores99. Pero, sobre todo, siempre enuncia
con grande preocupación las dificultades y desórdenes que se constatan y que alguna
vez le hacen exclamar que son de veras «cosas desconsoladoras». Eran como una lla-
mada de atención no sólo para corregir abusos sino para replantearse cuestiones que
tocaban el gobierno y, sobre todo, la formación y la vida fraterna de los hermanos100.
95 Ib., p. 45.
96 Ib., pp. 37-38, 44-45, 50.
97 Ib., p. 49, nota 167.
98 Algúna pequeña muestra: «Anche di Cuorgnè buonissime notizie. D. Trione dà un
grande impulso e le cose procedono proprio bene» (lett. 24). «La casa [di Foglizzo] cammina
magnificamente bene, sia perché ora è compita materialmente e perciò molto più raccolta, sia
perché è più omogenea […] D. Zolin è un galantuomo, ed un vero santo» (lett. 25). «Le voca-
zioni promettono bene. Qui all’Oratorio si procede magnificamente bene con D. Deagostini e
D. Binelli […] Dalle Scuole Apostoliche mi si dice che vi sarà un buon numero. D. Dones fa
maravigliosamente bene» (lett. 26). De San Salvador y de Uruguay, «con buone notizie» (lett.
56). A pesar del cólera que azota a Jerusalén y a Jaffa, «le cose colà ora pare prendano una
piega proprio buona», y ahora hay perspectivas en el Cabo de buena Esperanza! (lett. 59).
99 Lo anota cuando trata, por ejemplo, de los Capítulos Inspectoriales de Buenos Aires y
de España. El primero, cuyas propuestas parecen a todas luces excesivas para el tiempo y las
condiciones previstas; el segundo, ya celebrado y cuyas deliberaciones han sido impresas, pero
que contienen cosas que los salesianos ya debían conocer y practicar porque estaban ya pres-
critas, lett. 21.
100 Lo afirma respecto a conductas de salesianos que hacen cada uno lo que quiere, que
«se muerden recíprocamente» y son negligentes tanto en su vida de piedad como en la obser-
vancia de las reglas (cf lett. 34). Barberis alude implícita o explícitamente a deficiencias y con-
flictos comunitarios (lett. 14, 16, 32, 34, 41, 49, 50, 53, 54, 59, 60); a rompecabezas econó-
micos (lett. 40, 43); a complejas situaciones personales (lett. 11, 16, 23, 26, 27, 28, 32, 34, 43,

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La Congregación salesiana a principios del siglo XX 403
Sin embargo, Barberis advierte que en la visión que tiene de las cosas «no es pe-
simista», ni lo fue cuando había también problemas dentro de los mismos superiores
del Capítulo101. Lo que pasa es que a veces vienen «marejadas» cuyas «espumas» lle-
gan hasta el cuello, dice textualmente a Don Álbera102. Será, argumenta, que por lo
mismo que tanto ama el Señor a la Congregación, no puede faltar aquella zizaña de la
que ciertamente el Señor sacará algo bueno. Agrega, sin embargo, y con tono bastante
severo y descontento, que de esto deberían sacar provecho aún quienes no le quieren
dar importancia, sobre todo en lo que atañe a la elección, selección y formación de los
clérigos y en la manera mucho más cuidadosa como deberían ser atendidos los nuevos
presbíteros. Presentándose situaciones tan perjudiciales para la Congregación en Amé-
rica, Barberis exhorta tanto a Don Álbera como a Calógero Gusmano, a no dejar de
«reformar» aquello que a su paso constaten que deba ser reformado103.
Respecto a la solución de las deficiencias del personal que ya está en pleno tra-
bajo en las casas, don Barberis insiste en el momento fuerte de los ejercicios espiri-
tuales en los que el personal puede encontrar la manera de dedicarse con seriedad al
cambio de su vida y a revestirse de ese hombre nuevo, que debería ser como el obje-
tivo central que siempre habría que proponerse104.
Para saber lo que le significaban los ejercicios basta leer detenidamente los lu-
gares en los que hace continua referencia a ellos en esta correspondencia105. Y esto por
lo que representan para su vida espiritual personal; por los continuos compromisos de
predicación que asume y por el protagonismo preponderante que toma en su mejor
orientación y organización, dentro de la mentalidad y la praxis ignaciana106, pero te-
niendo siempre en cuenta los asuntos prácticos que atañen al «espíritu» salesiano107.
En verdad, inconforme con la experiencia tenida en la manera de llevarlos a
cabo, don Barberis ve impostergable una «verdadera reforma». Toma en serio y tra-
baja en asuntos como el silencio, la reflexión y la adecuación a las diversas situa-
ciones de los hermanos, y de los mismos aspirantes108.
Pero, en todo el proceso formativo del salesiano, desde la etapa previa al novi-
ciado109, tanto los ejercicios espirituales como los de la buena muerte, están llamados
a mantener la vida espiritual110. Los mismos jóvenes los aceptan con buenas disposi-
ciones, y habría que estar siempre pensando en mejorarlos y hacerlos más eficaces.
44, 48, 49, 52, 54); al cansancio y a duras situaciones de salud (lett. 14, 15, 16, 19, 25, 37, 43,
46, 51, 52, 53). Alguna vez tiene exclamaciones gráficas, como esta, escribiendo sobre Mé-
xico: «È proprio una babilonia colà» (lett. 16); o admirando el sacrificio de Andrea Gennaro,
«Poverino! ha lavorato e lavora da martire» (lett. 19).
101 Lett. 41, 50.
102 Lett. 44.
103 Lett. 39.
104 Lett. 52, 30, 32, 34, 49, 51, 56.
105 Lett. 22, 24, 25, 30, 32, 34, 47, 49, 53.
106 Lett. 52.
107 Lett. 40.
108 Lett. 34, 47, 49, 56.
109 Lett. 55.
110 Lett. 53.

2.10 Page 20

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404 Fernando Peraza
Para llegar a los efectos positivos anhelados, Barberis ve impostergable replantearlos
de nuevo, con claros criterios y una mejor preparación previa de los participantes111.
Anota, cuidadosamente y con particular preocupación, la necesidad de atender
al personal recién salido del Noviciado, para prevenir que sumergido en la actividad
escolar, no vaya a correr el peligro de perder los principios en que parecía estaba ya
arraigado, comenzando así un descenso en su vida espiritual112. Lo mismo en la admi-
sión y preparación para las órdenes sagradas113, y en la atención a los neopresbíteros.
En este trabajo están comprometidos, dice, de manera particular los inspectores y los
directores114.
Se trata, como se ve, de una revisión de todo lo referente a las etapas que hoy
llamamos iniciales de la formación, sin dejar de atender al personal que está ya su-
mergido en la vida práctica
Epílogo
Este, en conclusión, es el cuadro general que emerge de un epistolario ubicado
en circunstancias concretas y fruto de un diálogo espistolar de hermanos corresponsa-
bles al más alto grado de la Congregación.
Los rasgos humanos y espirituales de los tres protagonistas se perfilan con sufi-
ciente claridad. Los tres, preocupados por el bien de los salesianos, buscando man-
tener las líneas del espíritu original y, al mismo tiempo, tratando de responder a pro-
blemas y situaciones puntuales. Unidos por criterios básicos comunes y por una gran
sintonía espiritual. Un epistolario que revela la sinceridad expresiva del afecto fra-
terno, como cuando don Barberis escribe: «Grazie, mio caro don Calogero. Tu mi di-
mostri molto attaccamento, come me ne hai sempre addimostrato; ma voglio che ti
assicuri che è anche grande l’affetto che ho verso di te»115.
Además en estas cartas hay muchos elementos para que el lector pueda conocer
aspectos muy concretos de la vida religiosa de la Congregación, sobre todo en lo que
respecta a la formación y capacitación del personal.
111 Lett. 47, 34.
112 Lett. 42.
113 Lett. 26, 27, 34, 46, 47, 52.
114 Lett. 39.
115 Lett. 12.