Formacion_formadores


Formacion_formadores

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2. ORIENTACIONES Y DIRECTRICES
2.1 LA FORMACIÓN DE LOS FORMADORES
Ivo COELHO
Consejero General para la Formación
La formación -dice san Juan Pablo II en Vita Consecrata- es «una
participación en la acción del Padre que, mediante el Espíritu, infunde
en el corazón de los jóvenes y de las jóvenes los sentimientos del Hijo»
(VC 66). Mientras que el Padre es el «formador por excelencia» y la prin-
cipal responsabilidad de la respuesta corresponde totalmente a aquél
que es llamado, Dios quiere servirse de instrumentos humanos en la
tarea de la formación, «poniendo al lado de los que Él llama algunos
hermanos y hermanas mayores» (VC 66).
Esta carta quiere prestar atención no tanto a quien está en forma-
ción, sino más bien a la persona del formador, a la luz del camino que
la congregación ha llevado desde el Concilio Vaticano II en adelante,
por el que todos somos ahora más conscientes de que es la misión la
que da a toda nuestra existencia su tono concreto; que la formación es
un proceso que dura toda la vida; que la comunidad educativopastoral
es el sujeto de la misión, compartida con tantos seglares y miembros
de la Familia Salesiana, con un claro papel de la comunidad religiosa
salesiana en su interior; en definitiva -con el camino abierto por los
últimos capítulos generales- que nuestra identidad es la de ser perso-
nas consagradas, que viven su vocación en las dos formas de Salesiano
laico y Salesiano sacerdote.
l. Preparar formadores y no solo docentes
El reconocimiento de la necesidad de formación para los formadores
está bien documentado en el magisterio de la Congregación, a partir de
R 78, que dice: «Tengan las comunidades formadoras un Director y un
equipo de formadores especialmente preparados, sobre todo en lo refe-
rente a la dirección espiritual. ..» En la línea de Potissimum institutioni

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, núm. 426
(1990), Pastores dabo vobis (1992), Directrices sobre la preparación de
los formadores en los seminarios (1993), Vita consecrata (1996), y pro-
bablemente también La colaboración entre institutos para la formación
(1998), la tercera edición de nuestra Ratio (2000) retoma el tema de la
formación de los formadores y lo propone de diversos modos1• Como
afirma Directrices en 1993, «no basta el sentido común sino que es ne-
cesaria una mirada atenta y afinada mediante un buen conocimiento
de las ciencias humanas para ir más allá de las apariencias y del nivel
superficial de las motivaciones y de los comportamientos, y ayudar al
alumno a conocerse a fondo, a aceptarse con serenidad, a corregirse y a
madurar...»2• El mismo documento hace una útil distinción entre una Jase
inicial y una fase sucesiva en la formación de los formadores (48-71), y
Vita Consecrata ha insistido en la creación de «estructuras adecuadas pa-
ra la formación de los formadores» añadiendo que estas estén «posible-
mente en lugares que permitan el contacto con la cultura en la que será
ejercido después el propio servicio pastoral» (VC 66).
En una importante carta de 2009, «La formación de formadores de
la formación inicial», el consejero para la formación, don Francesco Ce-
reda, habló de la necesidad de una elección muy cuidada de los forma-
dores y de su formación; ha definido la tarea de los formadores (ayudar
a la transformación, acompañar, favorecer el primado de la vida espi-
ritual, comunicar el carisma de Don Bosco, trabajar en equipo); y ha
ofrecido una lista de oportunidades para la formación de los formado-
res a nivel personal, local, inspectorial y mundial3. Las mismas orienta-
ciones han sido repetidas con ocasión de la revisión de la consistencia
cuantitativa y cualitativa de la comunidad formativa y de la Evaluación
y orientaciones sobre la formación intelectual en la formación inicial4.
1 Cf. FSDB (online 2016), núms. 237-239, 246, 384-286, 416, 489, 547-548, 571. Vale la
pena notar el hecho de que no hay una sección enteramente dedicada a la forma-
ción de los formadores.
2 CONGREGACIÓN PARA LA EDUCACIÓN CATÓIJCA, Directrices sobre la preparación de los
formadores en los seminarios (1993) 57. Cf. FSDB (2016) 237.
3 Francesco CEREDA, «Formación de formadores de la formación inicial», ACG 404
(2009), sección 4.
4 Valutazione e orientamentt ctrca la formazione intellettuale nella formazione ini-
ziale. Valutazione e orientamenti approvati dal Rettor Maggiore e dal Consiglio gene-
rale, Roma, 25 de julio de 2012.

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2. ORIENTACIONES Y DIRECTRICES
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Se constata que «hoy en la Congregación la mayor parte de los
formadores no ha recibido, y actualmente no recibe, ninguna o escasa
preparación específica para la formación. Frecuentemente las Inspec-
torías preparan los formadores, haciéndoles obtener un título en algún
campo particular de estudio; tal cualificación es necesaria para la cul-
tura personal del formador y como preparación para su papel docente,
pero no es suficiente para su tarea formativa»5• Diez años después, la
situación no parece haber cambiado. En «Vocación y formación», don
Pascual Chávez habla de la necesidad de «preparar formadores y no so-
lo profesores»6• Podemos decir que la preparación de los formadores no
es todavía una praxis sistemática en la congregación.
2. El modelo de formación
El objetivo que tenemos delante nos hace escoger el recorrido a
seguir. La formación de los formadores depende mucho del objetivo,
del tipo de formación que deseamos, para la que queremos tener guías
bien preparados.
El objetivo de la formación para la vida consagrada propuesto en
Vita Consecrata no es ni una simple conformidad exterior ni un con-
junto de actitudes y capacidades para hacerlas propias, sino más bien la
alta meta de «asumir los mismos sentimientos (phronein) de Cristo» {Fil
2, 5). Es configuración con Cristo, revestirse de Cristo (Rom 13, 14), de-
jando que Cristo se forme en nosotros (Gál 4, 19), compartiendo la total
entrega del Hijo al Padre y a sus hermanos y hermanas, llegando a ser
su memorial viviente hasta el punto de compartir también sus concretas
opciones de vida(VC 22, 66).
El objetivo de la formación salesiana, podremos añadir, es la confi-
guración con Cristo Buen Pastor tras las huellas de Don Bosco.
Un auténtico objetivo educativo se ha de transformar en método.
¿Cuáles son las consecuencias operativas del objetivo de «asumir los
mismos sentimientos de Cristo»?
Se repite con insistencia que la formación es ante todo obra de
Dios. Es el Padre quien llama y quien, a través del Espíritu, plasma los
5 F. CEREDA, ACG 404, sección 3.
6 P. CHAVEZ, Vocación y formación, ACG 416 (2013) sección 1, p. 10.

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, núm. 426
sentimientos del Hijo en el corazón de los jóvenes. Pero Dios respeta
nuestra libertad, y por tanto, la formación; lejos de ser una empresa
«en un único sentido», necesita nuestra respuesta a la llamada de Dios.
Inserta en la formación hay una dinámica de llamada y respuesta, un
diálogo entre dos libertades y dos amores. La formación es una obra di-
vina en la que estamos llamados a colaborar. Tanto es así, que nuestras
Constituciones ven la formación como respuesta a la vocación (C 96).
Precisamente dentro de esta dinámica de llamada y respuesta es
donde los formadores encuentran su lugar.
Un primer punto que se sigue de esto es que la formación implica
una dinámica de libertad. «Si debe formar el 'corazón', en el sentido
bíblico y pleno del término, para que el joven tenga los mismos sen-
timientos del Hijo y descubra la belleza del seguimiento, entonces el
proceso educativo se convierte en formación a la libertad (VC 66)»7. La
gracia incide sobre nuestra libertad, pero no la anula nunca - menos
la gracia más potente: porque la gracia es amor, y la libertad es un ele-
mento constitutivo del amor: sin libertad no hay amor ni ninguna posi-
bilidad de una respuesta amorosa.
«En efecto, si el objetivo de la formación fuese tan sólo la preparación
para cierto tipo de apostolado o un cierto estilo de vida, o buscara sola-
mente la posesión de ciertas cualidades virtuosas en vista del ministerio,
entonces la metodología pedagógica podría ser diferente y con otro criterio
(por ejemplo, el fortalecimiento de la voluntad, la capacidad para la ascesis
y la renuncia, la preparación para el apostolado), pero si se debe formar el
«corazón• con el cual el joven tenga los mismos sentimientos del Hijo, en-
tonces no puede existir otro camino posible que el de la libertad. El cora-
zón del hombre puede y debe ser educado y evangelizado, purificado y li-
berado con todo el sufrimiento que ello conlleva, hasta el punto de
experimentar esas actitudes en forma siempre más natural y casi connatu-
ralmente, gracias a una sabia disciplina, casi por connaturalidad hacia aque-
llos sentimientos. No hay una educación auténtica para la consagración al
reino que no tenga que pasar por las fases negativas y positivas, ascéticas y
místicas, de una formación a la libertad -en concreto- como conciencia de
los propios condicionamientos internos, incluso inconscientes, y la capaci-
dad de ser cada vez menos dependientes (libertad 'de'); la libertad como un
don recibido de Dios en Cristo y continuamente revitalizado por el don de
7 Amedeo CENCINI, «La formazione oggi: Ministero e mistero,» en: http://www.
ofmconv.org/x/CENCINI.htm#N_l3_.

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2. ORIENTACIONES Y DIRECTRICES
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los sacramentos y de la nueva vida en Cristo (libertad 'en') y la libertad co-
mo riqueza de la vida interior y del amor por Dios, como consecuencia de
la calidad de los deseos y la fuerza para perseguirlos (libertad 'para')»8•
Un clima de auténtica libertad ayuda al joven Salesiano en forma-
ción a superar sus resistencias interiores y los miedos, le hace gradual-
mente consciente de sus motivaciones profundas -nunca unívocas-,
habilitándole a reconocer y expresar lo que de verdad motiva sus op-
ciones, tanto a sí mismo como a quien le acompaña en el camino. De
este modo, a los pasos externos de adhesión a la vida salesiana que
marcan el recorrido de la formación inicial -primera profesión y reno-
vación de votos- corresponderá una adhesión interior cada vez más
auténtica y sincera.
La educación para la libertad debería ser el método de la formación
para la consagración. Por eso, si se puede definir el Sistema Preventivo
como una pedagogía de la libertad, podremos decir que el Sistema Pre-
ventivo es, de hecho, el método de la formación9• En este contexto po-
demos recordar la ya famosa conversación del Papa Francisco con los
Superiores Generales en 2013:
«Los problemas no se resuelven simplemente prohibiendo hacer esto o
aquello. Es necesario dialogar y contrastar. Para evitar problemas, en algu-
nas casas de formación, los jóvenes aprietan los dientes, procuran no come-
ter errores, siguen las reglas sonriendo mucho, esperando el día en el que
se les diga: "Muy bien has terminado la formación". Esto es hipocresía fruto
del clericalismo, que es uno de los males más terribles.... Yo lo sintetizo en
un consejo que una vez recibí cuando era joven: "Si quieres seguir adelante,
piensa claramente y habla de manera confusa". Esa fue una clara invitación
a la hipocresía. Tenemos que evitar eso a toda costa»10•
En segundo lugar, la formación implica una dinámica de atención
a la experiencia. Según nuestras Constituciones, la formación es una
cuestión de «vivir la experiencia de los valores de la vocación salesia-
na» (C 98). Si Dios está plasmando en nosotros los sentimientos del
8 Amedeo CENcINI, ibídem.
9 C 104 pide formadores «capaces de diálogo». C 112 pide que el maestro de novicios
«tenga facilidad para las relaciones humanas y capacidad de diálogo; por su bondad
inspire confianza a los novicios».
10 «Svegliate il Mondo», Charla del Papa Francisco con los Superiores Generales, La
Civilta Cattolica 2014 1 3-17 3925 (4 de enero de 2014) 10-11.

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, núm. 426
Hijo, cuanto más atentos estemos a este trabajo suyo, mejor podremos
corresponder y colaborar con Él. Un buen formador sabe cómo dirigir
la atención del joven en formación hacia la acción de Dios en su vida,
habilitándole para aquella permanente apertura al discernimiento (do-
cibilitas) que permite descubrir en todo lo que se vive una oportunidad
de crecimiento y de formación. Esta es la base de todo lo que nuestras
Constituciones tienen que decir sobre formación, y dado que ya hemos
hecho una reflexión al respecto en las ACG 425 sobre la formación que
es permanente, ahora nos detenemos aquí11•
En tercer lugar está la dinámica de la belleza, la vía pulchritudinis
(EG 15, 167). La colocación de la formación en el seno de la Trinidad
hace la vida consagrada partícipe de la belleza de Dios mismo. En la
Exhortación Apostólica de 1996, la belleza se convierte en una clave de
lectura de la vida consagrada. La pastoral vocacional y la formación de-
ben saber comunicar la belleza de la sequela (VC 64, 66). El joven debe
estar formado para ver y gustar lo bello (y no solo lo santo y lo debi-
do), la belleza, la fascinación y el esplendor del Señor que llama y de
la vida a la que estamos llamados. Es la belleza de su modo de vivir la
que vuelve irradiante la presencia del formador. Aquí está toda la diná-
mica del ejemplo, del testimonio. Como el joven Don Bosco ha apren-
dido en la escuela de don Cafasso, solo el fuego enciende otro fuego12•
Belleza que atrae y que comunica el gozo del Evangelio: el magisterio
del Papa Francisco se mueve constantemente en estas coordenadas y es
interesante que al mirar a la vida religiosa la referencia al gozo se haga
en él todavía más directa e insistente. Si es verdad para todos, lo es con
mayor razón para un formador.
Así, el objetivo de la formación salesiana -la configuración con
Cristo buen pastor- se transforma en un método; un método que im-
plica una dinámica de libertad, de aprendizaje experiencia! de la diná-
mica de la belleza. Este objetivo y este método guiarán la preparación
de los formadores.
Otros dos aspectos. Tenemos que evitar asumir la idea -tan natu-
ral para la cultura moderna del atomismo individualista- de que la
formación es un proceso únicamente cara a cara, individual. El sujeto
11 Cf. Ivo COEIHO, «La formación permanente,, ACG 425 (2017) 26-38.
12 Cf. Giuseppe CAFASso, F.sercizi spirituali al clero. I: Meditazioni, 641-642.

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2. ORIENTACIONES Y DIRECTRICES
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de la formación es la comunidad: esto es propiamente lo que debe ser.
Creemos en un Dios Comunión, y la formación es un proceso profun-
damente trinitario, en el que estamos llamados a colaborar. Es muy sig-
nificativo que todos los recientes documentos del Magisterio insistan en
la unidad del equipo formativo13, y es bajo esta luz que se puede enten-
der la insistencia de don Francesco Cereda en el hecho de que el papel
fundamental de la guía espiritual personal no debería de ningún modo
minimizar la necesidad de un equipo de formadores14• Es en el contexto
de la comunidad y de un equipo de formadores unido que tiene lugar
el momento indispensable del coloquio con el Director y el acompaña-
miento espiritual personal. En el contexto de la formación al sacerdo-
cio, en efecto, la nueva Ratio Fundamenta/is Institutionis Sacerdotalis
insiste al decir que la formación «tiene un carácter eminentemente co-
munitario desde su origen»15•
Para nosotros, Salesianos consagrados, la comunidad es elemento
esencial de nuestra identidad (C 3). Si la misión salesiana es confiada a
la comunidad y no a individuos (C 44), esto sirve con mayor razón para
la delicadísima misión de formar jóvenes Salesianos. Sin un sano am-
biente formativo, la aportación también muy válida de cada formador
a nivel individual puede acabar frustrada. Se ha de prestar mucha aten-
ción y cuidado a la formación del equipo formativo a todos los niveles:
mundial, inspectorial y local.
Y en esto tenemos que insistir igualmente en el hecho de que la co-
munidad se expande en círculos concéntricos. La comunidad religiosa
salesiana es núcleo animador de la comunidad educativo pastoral y de
todos los que comparten la misión de Don Bosco - miembros de la
Familia Salesiana y seglares que llevan adelante con nosotros la misma
misión. Este modo de entender y la praxis que se sigue no son todavía
compartidos plenamente en la vida de la congregación: existen notables
diferencias de planteamiento y de intensidad. Se hace, por tanto, aún
más urgente encontrar modos eficaces para integrar en los itinerarios
formativos este modo de ser comunidad, comprometiéndose con bue-
13 Cf. OT5; PI 32; PDV66; Directrices (1993) 29-32.
l4 Francesco CEREDA, ACG 404, 66.
15 CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, El don de la vocación presbiteral: Ratio Fundamenta/is
Institutionis Sacerdotalis, Roma 2016, Introducción, sección 3.

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, núm. 426
nas prácticas y formando convicciones, reflexionando sobre experien-
cias educativo-pastorales llevadas a cabo junto a quienes comparten la
misma misión, y planificando itinerarios formativos comunes.
Podremos insistir además en la especificidad que lleva la vida con-
sagrada a nuestra vocación. Desde hace demasiado tiempo nos hemos
conformado con pensar en la formación sacerdotal y religiosa como
«bastante parecidas». El sacerdocio salesiano y el sacerdocio religioso
son dos estados diversos de vida dentro de la Iglesia. «A diferencia del
ministerio ordenado que tiene una consistencia institucional supra-
personal, gracias a la cual es válido también el ministerio de un sacer-
dote indigno, la vida consagrada consiste en su totalidad en la cualidad
de la respuesta amante de los que la viven»16• Esta diversidad tiene una
influencia decisiva en el modo en que se configura en las respectivas
vocaciones el itinerario de configuración con Cristo y el crecimiento
en la santidad. El descuido de lo que es típico de nuestra identidad
primaria como religiosos lleva a una generalización en la formación
y consecuentemente también en el modo de vivir la vida consagrada,
situación que lamentablemente es bastante frecuente. Una de las tareas
más urgentes que tenemos por delante es encontrar modos eficaces de
ser guías en la formación de religiosos salesianos, que al mismo tiempo
son sacerdotes.
3. Consideraciones concretas
sobre la formación de los formadores
a) En primer lugar tenemos que reconocer con respecto a la for-
mación inicial que existe una gran diversidad en las regiones de la
congregación. Tenemos numerosas casas de formación «clásicas» en su
tipología, pero hay también un número creciente de casas más pequeñas
donde con frecuencia se encuentran diversas etapas de formación inicial
en la misma comunidad. Con la disminución numérica y de recursos hay
Regiones que en este momento llevan adelante con seriedad y no sin
dificultad la reorganización de sus casas de formación. En este contexto
16 Andrea BoZZOLO, «Salesiano prete e Salesiano coadiutore. Spunti per un'interpreta-
zione teologica», en Sapientiam dedit illi. Studi su don Basca e sul carisma salesiano,
(Roma, 2015) 335.

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2. ORIENTACIONES Y DIRECTRICES
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se encuentra frecuentemente el temor por parte de las Inspectorías de
«quedarse sin ninguna casa de formación». Sin embargo, esto no es así,
ya que casi todas las Inspectorías tienen su propio prenoviciado; y lue-
go, en todas las Inspectorías está la fase del tirocinio, que es importantí-
sima en el arco formativo y no se debe ni olvidar ni descuidar. También,
así como la formación dura toda la vida, cada Director de comunidad es
formador y custodio del carisma. Por tanto, ninguna Inspectoría se pue-
de eximir de la tarea de preparar formadores. Por esta razón se ha pedi-
do recientemente a todas las Inspectorías que tengan un plan de cualifi-
cación para preparar hermanos en las áreas más relevantes para nuestro
crecimiento carismático y para la tarea de formadores.
b) Es necesario un intenso trabajo de concientización con respecto a
la formación de los formadores. Este tipo de formación debe llegar a ser,
sobre todo, creación de mentalidad, cultura, para después hacerse siste-
mática y eficaz. Sin duda que los Inspectores y los delegados de forma-
ción tienen una tarea fundamental en este campo. Pero no es menos im-
portante la convicción de parte de quienes están directamente implicados
en el servicio de formadores, y que, como ya hemos dicho, no tenemos
que olvidamos de los Directores de las comunidades donde hay tiroci-
nantes, y en definitiva todos los Directores de las comunidades locales.
e) Elementos fundamentales. Si los formadores deben ayudar a los
formandos a asumir los mismos sentimientos de Cristo, ellos mismos en
primer lugar están llamados a ser verdaderas imágenes, iconos vivientes
de Cristo. Y si nuestra vocación específica en la Iglesia es seguir a Cris-
to como Salesianos consagrados sacerdotes y coadjutores, los formado-
res deberán cuidar ante todo el propio crecimiento personal en Cristo,
en el espíritu de Don Bosco, como personas consagradas.
En tal formación de formadores podemos distinguir tres componen-
tes: contenidos, capacidad, y la misma persona del formador.
En cuanto se refiere a los contenidos, podemos presumir que la ma-
yor parte de los formadores haya tenido una sólida formación filosófica
y teológica. Pero se debe insistir en un buen asentamiento en el carisma
salesiano. La Universidad Pontificia Salesiana, UPS, ofrece varias posibi-
lidades para una sólida base teórica y metodológica, junto con la pro-
fundización de métodos y competencias útiles, tanto en la Facultad de
Ciencias de la Educación como en la Facultad de Teología.

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, núm. 426
Con respecto al aprendizaje de las capacidades, tenemos buenos
cursos, tanto en nuestra Universidad como en otros lugares. Los cursos
que ayudan a desarrollar y afinar la capacidad de escucha feedback,
acompañamiento, etc. son preciosas posibilidades de formación para el
formador.
d) Sobre todo, debemos prestar atención a la persona delformador.
Las Directrices de 1993 exigen un tiempo «de formación prolongado y
de recuperación radical de las temáticas educativas» y añade:
«Esos períodos de formación pretenden favorecer un esmerado examen
de la personalidad misma del formador, de su trabajo ministerial, y de su
modo de concebir y vivir la propia misión educativa.
Períodos de formación de este género deberían incluir cursos bien selec-
cionados y expresamente programados, tanto en el campo de las ciencias
eclesiásticas como en el de las ciencias humanas, junto con ejercicios prácti-
cos dirigidos por un supervisor y sometidos con él a atenta revisión crítica.
Así, el formador podrá adquirir un conocimiento más profundo de sus ca-
pacidades y aptitudes, aceptar más serenamente sus limitaciones, y actuali-
zar y perfeccionar los criterios en que se inspirará su propia actividad.
En los programas de formación permanente de ese alcance, deben pre-
verse períodos largos de renovación espiritual, (mes ignaciano, ejercicios es-
pirituales, tiempos de desierto), para permitir al formador examinar de nuevo
su propia misión en sus conexiones y raíces espirituales y teológicas más
profundas,P.
Tenemos aquí elementos valiosos: valorización y elaboración de
la experiencia personal, pastoral y de formación; ejercicios prácticos
acompañados de supervisión; periodos de renovación espiritual.
Podremos insistir en particular en el área del crecimiento afectivo y
psicológico. Los formadores tienen que aprender a reconocer y gestio-
nar las propias emociones, prestando atención y tratando los propios
problemas, incoherencias, comportamientos auto-destructivos y tenden-
cias sexuales inmaduras, mejorando al mismo tiempo sus puntos fuer-
tes y sus competencias.
Hay pocas cosas tan capaces de regenerar vida como lo hace el con-
tacto con un formador sano y libre. Es la dinámica de la belleza que se
despliega: «El hombre contemporáneo escucha más a gusto a los que
17 CONGREGACIÓN PARA LA EDUCACIÓN CATóIJCA, Directrices sobre fa preparación de los
formadores en los seminarios (1993) 70-71.

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2. ORIENTACIONES Y DIRECTRICES
43
dan testimonio que a los que enseñan o si escuchan a los que enseñan,
es porque dan testimonio», dice el beato Pablo VI (EN 41). Por el contra-
rio, un formador cuya vida no está bien integrada puede hacer un daño
enorme a los formandos. Favoritismos, posesividad, rivalidad, venganza,
búsqueda de favores sexuales, pueden dejar en los formandos heridas
que duran toda la vida18• Podría ser un buen ejercicio para los formado-
res confrontarse ante las quince enfermedades enumeradas por el Papa
Francisco en su mensaje de navidad en 2014 a la Curia Romana19• En la
medida en que los formadores son personas sanas, integradas y libres,
se convierten en «puentes, no obstáculos» (PDV 43) para los formandos
en su camino hacia Dios.
Nuestra tradición ha insistido siempre en una adecuada experiencia
pastoral (e 104), y esto es maravilloso, siempre que el formador haya
sido ayudado a aprender de estas experiencias, en forma de vivir ha-
ciendo «experiencia de los valores de la vocación salesiana» (e 98). La
misión, como decía don Pascual Chávez, es la «casa» y la «causa» de la
formación.
«Inmerso en el mundo y en las preocupaciones de la vida pastoral, el Sa-
celesiano aprende a encontrar a Dios a través de aquellos a los quees enviado
95). La formación consiste fundamental y principalmente en este apren-
dizaje. La meta consiste en encontrar a Dios en la vida que se lleva adelante
mientras se vive la llamada... Donde falte la conciencia de estar haciendo
ante Dios lo que Él nos ha confiado, no podrá haber formación alguna, por
muchos años que se pasen en las llamadas 'casas y etapas de formación'»20•
e) Los formadores deben comprender el Sistema Preventivo como
una pedagogía de la libertad. Sobre todo en las culturas en las que la
jerarquía y la autoridad son importantes, los equipos de formadores de-
berán tomar conciencia de su modelo operativo de formación y adoptar
medidas para cambiar, de modo que la formación pueda verdaderamen-
18 Cfr. SÍNODO DE LOS OBISPOS, XV Asamblea General Ordinaria, Los jóvenes, la fe y el
discernimiento vocacional. Documento preparatorio (Citta del Vaticano: Librería Edi-
trice Vaticana, 2017) 111.2: Las figuras de referencia.
l9 Papa FRANCISCO, «La Curia Romana y el Cuerpo de Cristo», Presentación de las
felicitaciones navideñas de la curia romana, 22 de dicembre de 2014, en: https://
w2.vatican.va/content/francesco/es/speeches/2014/december/documents/papa-
francesco_20141222_curia-romana.html.
20 Pascual CHÁVEZ, «Vocación y formación, don y compromiso», ACG 416, 25.

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, núm. 426
te llegar al corazón de cada persona, superando el conformismo exterior
que se limita a condicionar los comportamientos (con frecuencia sólo
durante el tiempo en el que el control externo permanece con fuerza).
En este contexto el periodo del tirocinio -que desde el punto
de vista salesiano es la fase más característica de la formación inicial
(FSDB 428)- es igualmente una fase extremadamente significativa e
importante para la preparación específica, aún remota, de los forma-
dores. Quien no hubiera alcanzado en modo satisfactorio los objetivos
típicos de esta etapa, sobre todo en cuanto concierne al conocimiento y
la práctica del Sistema Preventivo (C 115), no estará en grado de llegar
a ser un buen Salesiano formador.
Uno de los elementos clave para la formación de los formadores se-
rá por tanto la valoración de la propia experiencia del tirocinio, revisan-
do la valoración global de la misma pedida por la Ratio («Al término del
tirocinio se haga una evaluación global de la experiencia por parte del
Inspector, de la comunidad y del hermano» - FSDB 444) Obviamente es
de gran ayuda si este tipo de escrutinio global se ha escrito y archivado.
Las comisiones regionales e inspectoriales de formación deberán verifi-
car y asegurar esta praxis. Esta valoración será el primer elemento en la
selección de los formadores.
Todo intento de acelerar el tirocinio o por impulso de la prisa por
recibir la ordenación o por el «privilegio» concedido a algún hermano
particularmente brillante desde el punto de vista académico, debe ser
rechazado.
Por esta misma razón, los Directores de comunidades en las que
están presentes tirocinantes se han de considerar formadores de primer
nivel. Todo lo que se dice sobre la formación se aplica ante todo y sin
reserva a ellos, que deben ser guías formativos bien preparados para
su tarea. Los Inspectores tienen una responsabilidad sagrada a este res-
pecto y el deber de estar seguros de que las comunidades que reciben
tirocinantes sean ambientes formativos sanos y de calidad. Lo mismo se
debe decir de modo análogo del quinquenio, tanto para los Salesianos
coadjutores como para los Salesianos sacerdotes.
t) En nuestras sociedades y comunidades cada vez más multicultu-
rales, los formadores tienen que cuidar las propias actitudes ante las
diferencias culturales, de manera que se pueda promover la formación

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2. ORIENTACIONES Y DIRECTRICES
45
en la interculturalidad. Como dice el documento 1'A vino nuevo, odres
nuevos
11
:
«El
objetivo
de
la
vida
consagrada
no
será
el
de
mantenerse
como estado permanente en las diferentes culturas que encontrará, sino
el de mantener permanente la conversión evangélica en el corazón de
la construcción progresiva de una realidad humana intercultural»21 Las
estructuras interinspectoriales o internacionales para la formación de
nuestros jóvenes exige formadores que estén verdaderamente convenci-
dos de que
«el cristianismo no dispone de un único modelo cultural, sino que, 'per-
maneciendo plenamente él mismo, en la total fidelidad al anuncio evangéli-
co y a las tradiciones eclesiales, llevará también el rostro de tantas culturas
y tantos pueblos en los que ha sido acogido y se ha enraizado'. Esto conlle-
va la capacidad y la humildad de no imponer un sistema cultural, sino fe-
cundar toda cultura con la semilla del Evangelio y de la propia tradición ca-
rismática evitando cuidadosamente la 'vanidosa sacralización de la propia
cultura'» (''A vino nuevo", 37).
En la práctica, gran parte depende de la persona del formador:
cuando un formador tiene fortaleza interior, y se ha dedicado seria-
mente a prestar atención a sus reacciones ante el que es diferente a
él mismo, estará por esta actitud ya en posesión de un puente abierto
hacia el otro.
g) Dado que nosotros -y en particular nuestros hermanos jóve-
nes- vivimos en una nueva era mediática, en la que la tecnología está
creando y transformando visiblemente la cultura, los formadores deben
estar en grado de comprender y relacionarse con personas que son ciu-
dadanos del continente digital.
Mientras que la formación de formadores no exige necesariamente
una licencia o un doctorado, las licencias en la UPS en la formación de
los formadores en las Facultades de Ciencias de la Educación y de Teo-
logía permanecen como ofertas válidas. Muy apreciado por un número
creciente de religiosos y de sacerdotes diocesanos es el curso semestral
de la UPS para la formación permanente de formadores.
21 CONGREGACIÓN PARA LA VIDA CONSAGRADA Y LAS SOCIBDADES DE VIDA APOSTÓUCA, A vi-
no nuevo, odres nuevos (2017), 40.

2.4 Page 14

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46
ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, núm. 426
i) Para la salesianidad, tenemos cursos más breves en nuestros cen-
tros de formación permanente (Quito, Parañaque-Manila, Berkeley, Ban-
galore) y cursos más extensos en la facultad de teología de la UPS.
Mientras que todos los formadores deben hacer al menos un curso
breve de salesianidad, tenemos que insistir en que cada Inspectoría ten-
ga uno o dos expertos en salesianidad con una licencia o un doctorado
en la UPS.
j) La preparación de acompañantes espirituales es una de las gran-
des tareas que la congregación tiene que afrontar hoy, y está bien ex-
presada en el Aguinaldo de este año 2018, «Cultivemos el arte de escu-
char y acompañar», plenamente de acuerdo con el camino sinodal que
está haciendo toda la Iglesia sobre «los jóvenes, la fe y el discernimiento
vocacional»22• El elemento principal e indispensable es el camino de di-
rección espiritual con el que el formador cuida del propio crecimiento23•
Un curso práctico sobre el acompañamiento espiritual mejorará lo que
se aprende ante todo personalmente haciéndose acompañar por un
guía. Además de las oportunidades de las que se puede servir en los
diversos contextos eclesiales, de los centros de la Congregación (España,
Quito, Bangalore) que ofrecen estupendas aportaciones en este cam-
po, tenemos la intención de instituir una Escuela de Acompañamiento
Salesiana24 como uno de los frutos del proceso sobre el acompañamien-
to espiritual salesiano llevado adelante por los dicasterios de pastoral
juvenil y formación.
k) Existen además varias iniciativas para la formación permanente
de los formadores a nivel inspectorial, regional y mundial. Sin restar
valor y utilidad a nada, estas propuestas no sustituyen la necesidad de
una formación inicial de los formadores (cf. PDV66).
1) Invito a las comisiones inspectoriales y regionales de formación a
ofrecemos sus reflexiones y sugerencias sobre los diferentes puntos ex-
presados en estas orientaciones. De manera particular: (1) cómo formar
religiosos salesianos que también son sacerdotes; (2) cómo hacer que
22 Ángel FERNÁNDEZ ARTIME, Señor, dame esa agua (Jn 4,15). Cultivemos el arte de escu-
chary acompañar. Aguinaldo 2018, Roma, 16 de julio de 2017, supra pp. 3-31.
23 CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, Directorio para el ministerio y la vida de los presbíteros
(nueva ed. 2013) 73.
24 Cf. Francesco CEREDA, ACG 404, 80 (sección cuarta).

2.5 Page 15

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2. ORIENTACIONES Y DIRECTRICES
47
las experiencias pastorales del tirocinio y del quinquenio puedan llegar
a ser un elemento integrante de la preparación de los formadores; (3)
cómo hacer que la misión compartida con los seglares y con la Familia
Salesiana - en particular con la comunidad educativo pastoral - sea
un elemento integrante de la formación inicial.
m) Finalmente, esperamos un cambio en las líneas de gobierno: no
se hará ningún nombramiento de formadores en una casa de formación
inicial sin una formación específica previa; se hará una modificación en
este sentido en los módulos para el nombramiento de Directores (espe-
cialmente de las comunidades formadoras) y de los maestros de novicios
(F19 y F20); y se introducirá un nuevo módulo para el nombramiento
de los encargados de prenoviciados.
Cuando Juan Bosco recién ordenado sacerdote fue a pedir conse-
jo a don Cafasso sobre la elección para su ministerio sacerdotal entre
las tres que se le presentaban (vicepárroco en Castelnuevo, capellán de
Murialdo, instructor de una noble familia en Génova), don Cafasso -al
final de una serie de encuentros en los que hay que notar la atención
que daba a la experiencia interior- sugiere a su paisano neosacerdote
dejar a parte todas estas posibilidades e ir a la Residencia Sacerdotal
para realizar otros tres años de formación, que serán la 'matriz' de todo
aquello que Don Bosco será y hará el resto de su vida.
Invertir en formación para nuestra congregación es carismática-
mente el modo más provechoso y más santo de emplear los mejores
recursos disponibles. Si este sigue siendo el mensaje que ofrecemos al
mundo y a la Iglesia dedicando nuestras vidas y nuestros recursos a la
formación de los jóvenes e implicamos a todos los que podamos en el
mismo dinamismo apostólico, tanto mejor llevaremos en el corazón la
formación de quien cuida de las nuevas generaciones de Salesianos.
«Nadie sabe cuánto bien hace el bien que hace»: estas palabras de
nuestro padre adquieren toda su plenitud de significado si las aplica-
mos al acompañamiento de un candidato, de un novicio, de un herma-
no joven. Ahí está en desarrollo un potencial de vida sin límites, confia-
do a quien está un poco más adelante en el camino de la vida salesiana.
No podemos por menos que dedicaros lo mejor de nosotros mismos
como hermanos, Inspectorías y congregación.