Manuel Aparici - Su estancia en la Universidad Pontificia de Salamanca, Facultad de Teología

MANUEL APARICI

SU ESTANCIA EN LA UNIVERSIDAD PONTIFICIA DE SALAMANCA, FACULTAD DE TEOLOGÍA

Desde el 1/10/1947 hasta el 30/5/1950, fecha en que es designado

Consiliario Nacional de los Jóvenes de Acción Católica



Recién ordenado sacerdote, el Siervo de Dios continuó su formación sacerdotal en la Universidad Pontificia de Salamanca, Facultad de Teología, desde 1947 a 1950.

Al igual que en el Seminario –afirma Mons. José Cerviño y Cerviño, Obispo Emérito de Tuy-Vigo– «no le eran fáciles los estudios, dada su edad y su incorporación tardía a los mismos; pero no se amilanó por ello y pudo concluirlos favorablemente. Su salud tampoco le fue propicia, pero vivió con ánimo generoso sus enfermedades» 1.

El 1 de julio de 1948, el Vicario General y Deán del Arzobispado de Zaragoza, Rvdo. D. Hernán Cortés, le decía en relación con los estudios: «Ya ve que tengo razón cuando le modero en ciertos afanes. Oro por usted; cuídese. Después de Dios y de la salud, que Él quiera que tengamos, son secundarios hasta los exámenes. De todos modos, celebraré que los termine. Ya me dirá cómo queda» 2.

Cursó en total veinte asignaturas con las siguientes calificaciones: diecisiete sobresalientes y tres notables (8). Fue Bachiller en Teología en el Curso 1948/1949 con la califi-cación de notable (8) y Licenciado en mayo de 1950 con la calificación de aprobado (6), según certificado de fecha 19 de agosto de 1994 firmado por D. Marceliano Arranz Rodrigo, Catedrático y Secretario de la Universidad, Facultad de Teología con el Vº Bº del Decano de la misma (firma ilegible) 3.

Su formación sacerdotal duró, pues, nueve años, desde octubre de 1941, fecha en que ingresó en el Seminario, hasta mayo de 1950, fecha en que tuvo que finalizar sus estudios en la Universidad Pontificia de Salamanca para hacerse cargo de la Consiliaría Nacional de la Juventud de Acción Católica para la que había sido nombrado en dicho mes y año. No pudo, pues, doctorarse en Teología como tenía pensado su Obispo.

Hacía de la Sagrada Teología no sólo tema de estudio, sino también meditación y vida; intentaba lograr eso mismo de cada uno de sus compañeros con su palabra y su ejemplo. Estudio, sí. Era su principal obligación. Pero además de estudio –decía– un poco de ministerio sacerdotal. Así daba Ejercicios Espirituales 4 y retiros mensuales a sacerdotes, seminaristas y seglares; hacía dirección espiritual, era confesor de muchos de ellos, les aconsejaba y alentaba, mantenía correspondencia después de intensas jornadas (con frecuencia le daban las dos de la madrugada), contestaba las consultas de conciencia que se le hacían y mantenía conversaciones apostólicas y espirituales con los hermanos, etc. Les «buscaba, además, directores de Ejercicios Espirituales y de retiros con hondura teológica y sobrenatural» 5 y les «preparaba encuentros con hombres de Dios como D. José María García Lahiguera, D. Casimiro Morcillo y tareas como novenarios a la Inmaculada, predicación de Semana Santa, etc. […] Le abrasaba la idea de despertar el celo apostólico en todos los que estaban a su lado» 6. Pero repetía: «menos prisa humana y más impaciencia divina» 7.

«En los Ejercicios –según Ana María Rivera Ramírez, testigo 8–, en los que seguía a San Ignacio, se apreciaba el cansancio, el problema circulatorio que parecía tener. Era difícil acertar con el asiento, cojines, probando lo posible sin lograr verle cómodo. En estas condiciones daba meditaciones como si no le pasara nada, largas, estilo contemplaciones, que se nos pasaban volando. Se mantenía en ellas e igual en las comidas y tiempos libres, un silencio no impuesto, apenas recomendado, espontáneo, fruto de ver las verdades vivamente expuestas en Ejercicios que duraban ocho días y recibir esas verdades como vividas, como experimentadas.

»Especialmente las meditaciones sobre la Virgen no se olvidan nunca.

»Siempre, en todas las exposiciones, el amor de Dios se hacía tan visible, tan verdadero, expresado de tal forma que brotaba amor nuestro a Dios.

»Con los ejemplos de las distintas formas de amor humano, se pasaba suave y fácilmente al Único Amor. Inhabitación, Jesús Sacramentado, la Pasión, “en Él vivimos, nos movemos y somos”, con abundantes citas del Nuevo Testamento y Santos Padres. También el testimonio de los santos, de los mártires y de los jóvenes que vivían entregados.

»Insistía mucho en el amor del Padre y de Jesucristo por entregarle y entregarse en la Pasión y Muerte.

»Para entender el dolor sufrido por Jesucristo bajaba a detalles en que lo experimentásemos (brazos en cruz, etc.) puesto que éramos jóvenes y sanas. Pequeñas mortificaciones dolorosas, dolores que vinieran por sí solos … En todo ello eran sus palabras: si yo siento este dolor ¡Qué dolor tendría Cristo que se hizo todo llagas, bocas abiertas en su Cuerpo para poder decirnos por ellas “te amo”!

»En los pequeños dolores míos, mi reacción primera de ¡cuánto me duele! que pasara a ser ¡cuánto me amas!

»Las consecuencias al oírle eran siempre alegría y paz; sentido de la propia nada y luz sobre el hondo pecado propio de desamor, no correspondencia … mas nunca desánimo sino confianza en ese amor de Dios y la intercesión amorosa de la Virgen, corredentora, omnipotencia suplicante, forzó la hora en Caná …

»Era claro ver en Aparici a Dios Padre, a Cristo perdonando, amando, acogiendo, medio de recibir su Amor Divino» 9.


«[...] Cuando salíamos a predicar, –dice el Rvdo. D. Manuel Pérez Barreiro– daba el horniento para hablar de Dios y según Dios a las almas. Se me recuerda este caso: Iba yo a predicar, primera cuaresma de mi vida sacerdotal, a un pueblecito de Plasencia; estaba nervioso. Me refugié en el Sr. Abade 10; me dijo: “Hazles ver que, si tú vas a predicarles, es porque Dios les ama y quiere que se conviertan a Él; diles esto; díselo muchas veces y con mucho cariño, verás qué fruto obtienes”. Y así fue. Yo soy especialmente deudor a su cariño» 11.


Con relación a su formación, Florencio López [no se sabe quien fue, ni de quién o quienes le defendía. Lo cierto, por el contenido de la carta, es que le defendía] le dice el 31 de mayo de 1948:


«Desde luego puede asegurarte que, aunque directamente, abiertamente, no parecía que hiciera nada en tu formación, sí puedo asegurarte que me preocupé, mucho más de lo que a primera vista pudiera parecer; y que desde lejos hice cosas que sólo Dios conoce, para que redundasen en beneficio de tu formación. Tuve, entre otras, la ilusión de que te dejaran en paz, y de que en la soledad y recogimiento y, sobre todo, sin ninguna otra distinción, te pudieras dedicar a lo tuyo. Y eso que en alguna ocasión pudo parecer rigor excesivo e incluso incomprensión, no era más que un grandísimo afán de que tu formación sacerdotal pudiera cristalizar, con tiempo, calor y reposo. Yo ya sé que no todo el mundo lo entendería. Pero me importaba mucho más tu formación que el concepto que de mí pudieran formarse en alguna ocasión» 12.

1.Llegó a Salamanca revestido de una aureola heroica.

¡Qué hombre bueno, qué sacerdote cabal!


«En las fichas biográficas que han circulado en periódicos y revistas con ocasión de la muerte de Manolo Aparici –escribe a su fallecimiento José María Javierre en la revista “Incunable” un recuerdo bajo el título “Recuerdo de Incunable para Manuel Aparici– 13 hay una laguna: un par de años a los que nadie da importancia, entre su primera Misa y el regreso del antiguo Presidente de la Juventud para ocupar el puesto de Consiliario Nacional. Es el tiempo que Aparici pasa en Salamanca como alumno de la Universidad Pontificia. Ejerce entonces una influencia silenciosa –como suele ocurrir en cuanto se refiere a nuestra intimidad sacerdotal–, pero muy profunda, sobre varias promociones de estudiantes salmantinos.

»Manolo llegó a Salamanca revestido de una aureola heroica que las circunstancias de su acción juvenil en la guerra y la postguerra le habían merecido. Poseía las dos notas capaces de arrebatarnos en aquel momento exacto: Una fiebre de ideales nobles –peregrinación, sacrificio, oración ardiente, entrega– y un afán apostólico bien probado en su vida de seglar. El tuvo que notar que los curas jóvenes que estudiábamos entonces en Salamanca le mirábamos con ojos de admiración y respeto. Pero supo disimular: a nadie he visto más sencillo, más cordial, más humilde, dispuesto a oír y a comprender. Dispuesto incluso a participar en nuestras aventuras y a fracasar en nuestros ensayos. Después de algunas aventuras pintorescas habíamos pedido al Sr. Obispo que nos dejara a los estudiantes del “Jaime Balmes” (Colegio de Nobles Irlandeses, entonces Colegio Mayor Sacerdotal “Jaime Balmes”) 14–con sede por aquel entonces en el descascarillado y magnífico palacio de Irlandeses– gobernarnos por nosotros mismos.

»Cuando llegó Aparici le nombramos Rector por aclamación. Manolo pidió limosna en Madrid para apuntalar la economía del Colegio; agenció becas y viáticos 15; compró los muebles para una salita de estar –nunca olvidaré la cara de desconsuelo que ponía Manolo cuando una tarde el tresillo voló por la ventada al patio a impulsos de la furia embriagada de un amigo irlandés–; organizó Retiros y Ejercicios; creó la Academia Sacerdotal, en cuyo seno germinó la idea de “INCUNABLE” 16; y hasta presidió nuestros festejos “religiosos y civiles” en los días de huelga que alguna vez nos atrevimos a organizar como protesta contra el olvido de fechas insignes en el calendario escolar. En el “Balmes” de entonces estudiábamos como fieras, vivíamos una temperatura sacerdotal enardecida, nos queríamos mucho […] y lo pasábamos “bomba”. Respaldados por la dirección espiritual cálida y exigente de Manolo, a quienes muchos de nosotros habíamos entregado confiadamente nuestro corazón.

»¡Qué hombre bueno, qué sacerdote cabal! Aparici dio testimonio de fe, de piedad, de amor.

»No era gran teólogo, ni siquiera pertenecía al tipo intelectual 17. En sus pláticas, en sus conversaciones, decía cosas oscuras y complicadas en torno a los grados de humildad, al esquema de las virtudes, a las edades de la vida interior; las fierecillas escolásticas que estábamos a su alrededor sonreíamos pícaramente cuando Manolo se perdía en esos berenjenales. Pero nos cogíamos a su mano porque el nos entraba de verdad en la nube donde el Señor habita: Manolo percibía el misterio de la existencia sacerdotal, paladeaba los jugos de la fe. Esto, esto es la radiografía exacta: Aparici tenía fe, vivía de la fe. Como el justo. Como Abrahám [...].

»¿Era ingenuo Manolo? Sí, era ingenuo. Aunque se puede ser bueno del todo, y Manolo era bueno, sin ceder, sin entregarse a la ingenuidad Aparici traía en su alma toda la resaca de caballero andante que la guerra española le dejó dentro. Él se sabía Capitán de Peregrinos. Nunca pensó en calcular los dividendos que a él podían corresponderle por el esfuerzo realizado, y por eso quienes había sido con él compañeros de Ideal le miraban ahora con cierta lástima, porque ya ellos sacaban las sumas y gozaban la renta de las hermosas palabras. Manolo continuaba creyendo en los altos ideales. Y quedó desplazado, anacrónico. Excesivo, Aparici re-sultaba excesivo. Tenía demasiada fe, demasiado fervor. Su nombre no entró en la baraja de importantes, no le tocó sitio en el extraño escalafón que nos fabricamos los clérigos, donde pueden dosificarse la devoción y las ambiciones secretas, donde pueden cohabitar las frases pías y el codazo ventajista. A Manolo no le interesaba medrar: estuvo al margen del tinglado. Era un sacerdote verdadero. Ensamblado en el Cuerpo Místico de Cristo: que santa manía la suya, situarlo todo en el gran mapa del Cuerpo Místico.

»Ocurrió que el Señor signó la vida de Aparici con la tiza de las grandes ocasiones: ocho años en cruz. Según la partida de nacimiento, ya no era joven y, sin embargo, todos le pensábamos como un muchacho escogido por Dios para el sufrimiento. Allí, en su sillón, en la soledad del hombre vencido, esperaba las visitas que casi nunca llegaban: “Tenemos que ir a verle; cuánto hace que no has visto a Manolo; ayer le encontré un poco mejor … ”. No era falta de cariño, sino esta falta de tiempo a que nos condena la vida de ingrato ajetreo. Manolo sabe que es precisamente de cariño el marco en que los sacerdotes de su época salmantina conservan su recuerdo. Y también “Incunable”».


2.Su vida era la normal de un alumno


El Rvdo. D. Manuel Pérez Barreiro lo recuerda así: «Su vida era la normal de un alumno que estudia medita, asiste a clase, pasea, ora largos ratos ante el Sagrario –era edificante verle arrodillado– participa activamente en las alegrías y las penas de los estudiantes sacerdotes–residentes 18 en el mismo Colegio, alienta y aconseja cuando íbamos a misionar o cuando volvíamos, etc.» 19.

«[...] Manolo –añade– no sólo estaba entre y con los compañeros, era además el hombre hecho que intervenía, llegado el caso, ante las autoridades académicas, ante el Gran Canciller, ante las autoridades civiles a nivel de Madrid. Esto lo hacía sin el menor aparato o empaque. Si era necesario actuaba» 20.

«[...] Al hablar de los alumnos –sigue diciendo–, pongo, en mi mente, a la cabeza de los mismos a Manolo Aparici con su benéfica influencia en los alumnos, con su entereza ante los profsores y con su valentía ante las autoridades tanto docentes como académicas». «Intervenía, llegado el caso y si era necesario, ante unos y otras, ante el Gran Canciller, ante las autoridades civiles a nivel de Madrid y lo hacía sin el menor aparato o empaque». Ante todos pesaba muy mucho este hombre de Dios» 21.

«Le observábamos como un alumno más –asegura por su parte Mons. José Cerviño Cerviño–, pero intensamente volcado en los estudios [...]» 22.

3.Se le estimaba como un hombre de una sola pieza y como sacerdote,

intachable y muy sobrenatural


El Rvdo. D. Manuel Pérez Barreiro nos dice que:

«Se le estimaba como hombre de una sola pieza y como sacerdote, intachable y muy sobrenatural; a la par se valoraba mucho su criterio a todos los niveles: Gran Canciller, Rectorado, profesorado, alumnos-compañeros-sacerdotes-sacerdotes. Esta fama era avalada por su conducta de cada día y momento» 23.

«Su trato se caracterizaba por un natural sentido sobrenatural; en Manolo no asomaba lo ficticio por ninguna parte; con él se estaba a gusto; se le podía contradecir sin miedo a perder la paz o la amistad; escuchaba y contestaba con la misma paz. Era todo tan llano, tan divino y tan humano [...]» 24.

«Admitía el diálogo, pero sin violencia. Cuando surgían discusiones y/o se calentaban los ánimos, Manolo intervenía serenando el ambiente y nos decía: “Discutamos pero siempre con caridad”. Siempre tenía razones para poner paz y dar visión sobrenatural del percance ocurrido [...].

»Sus dictámenes, consejos, orientaciones, etc. siempre eran dictados desde la perspectiva de la fe. No se preocupaba por agradar o por quedar bien; sí cuidaba mucho el decir y hacer el bien. No era precipitado en sus juicios, era pausado y aplomado. Era meditador asiduo de la vida de Jesucristo, del misterio de Cristo, del misterio del Cuerpo Místico, de la Teología del Espíritu Santo con sus dones y frutos [...].

»Soy testigo receptor de su influencia positivísima en mi alma y en el grupo de sacerdotes que vivíamos en el Colegio de Nobles Irlandeses. Mons. Cerviño y el P. Gálvez y muchos otros pueden hablar de esto […]» 25.

«Era un hombre enamorado de la Santa Madre Iglesia y de la Jerarquía. Sufría por la Iglesia cuando topaba con personas consagradas que no servían su vocación» 26.

«Ejerció una influencia silenciosa, pero profunda, sobre varias promociones de estudiantes salmantinos. Fue director o responsable del grupo de vocaciones tardías que se formaban en la Universidad 27.

«[...] Salamanca nos hizo mucho bien a los alumnos de la Universidad Pontificia de Salamanca por medio de tres factores: Los profesores, en clase; los libros, en las horas de estudio; por último, los amigos, en los momentos de expansión. El alma de todo este torrente de vitalidad era Manolo [...] el alma de aquel modo de ser alumnos de la Universidad Pontificia se lo debemos a él [...].

»El grupo (lo integraban: Manuel Aparici, José María Javierre, José Cerviño, Librado Callejo, Marcelino Martín de Castro, Batanero, Vicente Vilar Hueso, Sanchís, etc.) no era cerrado; a él pertenecían todos los amigos de Manolo, estuvieran o no en Salamanca; al grupo se integraban todos los nuevos alumnos que venían a la Universidad. Así se sumó José Gálvez, de Madrid, Elidio Fernández, canónigo de Lamego (Portugal). Considerábamos amigos nuestros los amigos de Manolo: D. José María García Lahiguera, D. Juan Ricote, Alberto Martín Artajo, Ibáñez Martín que nos visitaron en Salamanca siendo ministros [...]»28.


Para Mons. José Cerviño «fue ejemplar sacerdote, en su vida espiritual, en su relación con Obispos y Sacerdotes, en su celo apostólico, en su vivencia de la Comunidad Presbiteral, en la que se consideraba un hermano más y estimulaba a los otros en la misma línea. Actuó como consejero a nivel personal y de los grupos con los que trataba […]. Fue especial promotor y alentador de la santidad sacerdotal y de la vida comunitaria en el Colegio. Promovió conferencias de tipo pastoral. También se preocupó de las mejoras materiales del Colegio. Vivía con austeridad. Y con gran alegría».


«Forjó también un proyecto de Colegio de Consiliarios de Acción Católica 29; proyecto de vida en común» 30, «Sentía verdadera angustia espiritual por la escasez de sacerdotes Consiliarios de Acción Católica» 31,

Fue, además, Director responsable del grupo de vocaciones tardías que se formaban en la Universidad.


4.Salamanca hizo mucho bien a los alumnos.

El alma de todo este torrente de vitalidad era el Siervo de Dios


«[...] Salamanca –dice el Rvdo. D. Manuel Pérez Barreiro– 32 nos hizo mucho bien a los alumnos de la Universidad Pontificia por medio de tres factores: Los profesores, en clase; los libros, en las horas de estudio; por último, los amigos, en los momentos de expansión. El alma de todo este torrente de vitalidad era Manolo Aparici; yo nunca había reflexionado sobre este particular; sin embargo, al hacer recuento de los que integraban el grupo (Aparici, José María Javierre, Cerviño, Librado Callejo, Marcelino Martín de Castro, Batanero, Vicente Vilar Hueso, Sanchís, etc., incluidos algunos operarios), reconozco que el alma de aquel modo de ser alumnos de la Universidad Pontificia de Salamanca lo debemos a Manolo. El grupo no era cerrado; a él pertenecían todos los amigos de Manolo, estuvieran o no en Salamanca; al grupo se integraban todos los nuevos alumnos que venían a la Universidad. Así se sumó José Gálvez, de Madrid; Elidio Fernández, canónigo de Lamego (Portugal); considerábamos amigos nuestros los amigos de Manolo: D. José María García Lahiguera; D. Juan Ricote, Alberto Martín Artajo, Ibáñez Martín que nos visitaron en Salamanca siendo ministros ... ».


5.Reglamento del Colegio Mayor Sacerdotal «Jaime Balmes»


En fecha que se desconoce, el Siervo de Dios redactó el Reglamento del Colegio Mayor Sacerdotal «Jaime Balmes»:


«Fin


»El Colegio Mayor Sacerdotal “Jaime Balmes” tiene por fin no sólo facilitar residencia en ambiente de recogimiento, estudio y oración, santa alegría y hermandad sacerdotal a los sacerdotes alumnos de la Pontificia Universidad de Salamanca, sino completar y perfeccionar su formación ascético-apostólica de acuerdo con el pensamiento de los Pontífices.

»Miembros


Serán miembros del Colegio los sacerdotes alumnos de la Pontificia Universidad que se comprometan a la observancia del Reglamento del Colegio y a cooperar lealmente en las instituciones formativas del mismo.


»Régimen


Estará dirigido por el Rector nombrado por S.E.R. el Obispo de Salamanca, Gran Canciller de la Pontificia Universidad.


»Consejo Asesor


Con objeto de asesorar y auxiliar al Rector en la dirección del Colegio se constituirá al comenzar el curso por tantos sacerdotes como facultades elegidos por los colegiales alumnos de cada una de ellas y por un colegial de libre designación del Rector.

Presidido por el Rector se reunirá como mínimo una vez al mes».


6.¿Permanecer en irlandeses o cambiar al Colegio de Santiago?


Meses después de su llegada a Salamanca pasó del Colegio de Nobles Irlandeses al Colegio Mayor Santiago Apóstol, no sin antes pedir consejo a D. José María García Lahiguera.

Con fecha 22 de noviembre de 1947 éste en contestación a la suya [carta ésta que no se ha encontrado entre sus escritos y documentos], le dice:

«Me pides sólo cuatro letras para darte mi parecer y aún consejo respecto a tu permanencia en Irlandeses o cambio al Colegio de Santiago. Yo querría contestar a tu extensa carta con algo más de cuatro líneas. Pero si espero tiempo más olgado que el presente, me encontraré con no atender a tu requerimiento urgente. Van, pues, cuatro líneas sobre tu consulta y … dos más: sobre tu espíritu.

»Me parece oportuno tu cambio de residencia, ya que los tétricos “térmicos”, en este caso los veteranos “Marcelino y Batanero” te hablan de doce grados bajo y lo demás. La prudencia tiene su campo y sus límites. Sin dar un cuarto al pregonero, lo haces y se ha terminado. Da cuenta de ello, exponiendo motivos, al Sr. Obispo Auxiliar [D. Casimiro Morcillo].

»Y de tu espíritu, esas dos líneas: Es acertado el camino espiritual que tu alma va recorriendo; por tanto, síguelo sin temor, antes bien afianzando e intensificando esa intimidad amorosa con quien es para el sacerdote el confidente más entrañable. Y pide mucho por los suyos, “pro eis”.

»Ruega para que quien tanto dice de esto, lo viva alguna vez, tu buen padre en Cristo.

»P/S. Un abrazo a los madrileños, y a Gálvez un estirón de orejas por su éxito, que era de esperar» 33.


En fecha que se desconoce hace unas reflexiones sobre el Colegio, en nota manuscrita incompleta como otras muchas que figuran entre sus escritos y documentos.


«[...] El Colegio –escribe–, al pretender formar sacerdotalmente al núcleo selecto de vocaciones sacerdotales surgido del movimiento apostólico suscitado por León XIII, Pío X y Pío XI con la Acción Católica y principalmente con la Juventud, habrá de proyectar su ideal o empresa en la misma línea en que sus colegiales lo empezaron a vivir en la Juventud de Acción Católica; puesto que la conciencia más o menos refleja que adquirieron de que la consecución de ese ideal valía más que su propia vida fue lo que les determinó a entregarse a Cristo para que les participara su sacerdocio.

»El ideal cristiano de la generación del siglo XX lo concretó S.S. Pío XI en la “Mit Brennender Sorge” al decir: “Una Cristiandad en que todos los miembros vigilen sobre sí mismos; que desechen toda tendencia a lo puramente exterior y mundano; que se atengan seriamente a los preceptos de Dios y de la Iglesia, y se mantengan, por consiguiente, en el amor de Dios y en la solícita caridad para el prójimo, podrá y deberá ser ejemplo y guía para el mundo profundamente enfermo, que busca sostén y dirección si es que no se quiere que sobrevenga una enorme catástrofe o una decadencia indescriptible”.

»Y la Juventud de España por medio de la Acción Católica se adscribió a él, prometiendo cooperar a la gracia para hacer de nuestra Patria y de los Pueblos Hispanos la Vanguardia de esta Cristiandad.

»Todas nuestras vocaciones tienen el sentido renovador de la vida cristiana que aparece en las Encíclicas Pontificias, substrato profundo de nuestra formación.

Ahora bien, esta misión ... » (Así terminan sus reflexiones).

7.A los cuatro meses de su llegada, Dios le prueba con la

enfermedad de su madre


Preocupado por la salud de su madre, solicita consejo a D. Camisiro Morcillo, Obispo Auxiliar de Madrid-Alcalá. Éste le contesta 34 que «no cabe, en el asunto que propones, darte un consejo sin riesgo de equivocarse. Pero voy a intentar dártelo condicional: Si los médicos opinan que a tu madre puede repetirle pronto el ataque, puedes y debes venir a terminar el curso en Madrid. Pero, si como sucede frecuentemente en estos casos, el primer ataque no va seguido del segundo y tercero sino después de meses y años, no debes perder los cuatro meses de curso que llevas en Salamanca.

»Más me inclino a recomendarte que te quedes ahí porque confío en que el nuevo ataque se hará esperar, y, en último caso, para el curso próximo a la vista del curso de la enfermedad de tu madre se podría decidir. Sin embargo, procede tú con libertad y decide según la prudencia te aconseje ... ».


Tres días después, el 23 de enero, el Dr. D. Javier García de Leániz Aparici, primo del Siervo de Dios y testigo en su Causa de Canonización, le dice:


«El acceso sufrido por tu madre hace unos días no fue tan siquiera un amago de angina de pecho, ya que se trató únicamente de una crisis de nostalgia algo más fuerte que las molestias que periódicamente aquejan en el pecho, pero sin llegar, ni mucho menos, a la intensidad de aquel otro que tuvo estando tú aquí. […]. Por eso, creo que debes estar tranquilo ya que, dentro de la seguridad que cabe en medicina, es muy improbable que estas crisis degeneren en una verdadera angina de pecho».


8.Ya está en el Colegio de Santiago. Esto también le exige ser santo


Por carta de fecha 18 de mayo de 1948, el Siervo de Dios le dice a Sor Carmen:


«Estoy en el Colegio de Santiago, esto también me exige ser santo; no tengo cargo alguno; en él soy Manolo, pero Manolo tiene obligación de ser luz en lo alto del candelero.

»Encomienden mucho la Academia Sacerdotal del Beato Juan de Ávila. Los alumnos sacerdotes de la Universidad estamos unidos en amor de servicio de Cristo mediante Vanguardia de Cristiandad. Soñamos con hacer de esta Universidad mente y corazón de la Hispanidad, pero, aunque el Señor bendice los esfuerzos, todavía su sacerdote no se le ha entregado del todo. No olviden nuestra hermandad; siento que me ayudan, pero fuercen al Señor para que me venza.

»Termino, son las dos de la madrugada y ha sido intensa la jornada.

»En Jesús, en su Corazón, víctimas, ustedes y yo, por sus almas, las bendice en Jesús este su pobre sacerdote.

»P/S. Encomienden también las gestiones económicas pro Colegio de Santiago» 35.


Once meses antes, el 10 de julio de 1947 [no estaba todavía en Salamanca, estaba de coadjutor provisional en San Lorenzo de El Escorial], le dice a Sor Carmen:


«[...] Mi estancia en Salamanca y probablemente en el Colegio de Santiago decidirá a tu hermano Pepe a ir allí, pues el quiso venir a Madrid porque aquí estaba yo; pero además me permitirá trabajar por la incorporación a la empresa “España y lo hispánico Vanguardia de Cristiandad” entre todos los estudiantes de estas Órdenes 36 y de las distintas Diócesis de España y tal vez de Hispanoamérica, puesto que se está trabajando para la apertura de un Colegio Hispanoamericano.

»Verás que siento mi vocación y me reconozco instrumento ; pero ayudadme; yo sé que Él me escogió porque era el tipo medio del joven español frívolo, pecador, indiferente en religión y hasta un poco anticlerical, pero con un corazón capaz de entregarse a Él en cuanto me mostrara –como lo hizo– que murió de amor por amarme. Este conocimiento, que Él me dio, de la miseria radical mía fue la gracia grande que alentó mi vida de Presidente. ¡Cómo dudar de que su gracia pudiera hacer santos a mis muchachos de España, cuando su gracia me había transformado a mí en lo que era! ... » 37.


9.Nuestra Academia sacerdotal ¿Una Academia más?


Bajo el título «Nuestra Academia Sacerdotal: ¿Una Academia más?», la revista «Incunable», 1 (1948) 4, publica lo siguiente, sin firma 38:


«No lo quisiéramos. Ha surgido bajo el patronazgo del Maestro Evangelizador de la Andalucía en el ambiente universitario de esta Salamanca que rezuma en su historia y en su arte saber y reconquista. Digámoslo así sencillamente: No es más que la resultante de los deseos que anidan en los pechos de todos los sacerdotes españoles en la hora presente: Unidad, pensamiento firme y de líneas seguras siempre perennes y siempre nuevas, y, en suma, caridad, celo sacerdotal. No cabía decir más. En el Colegio Mayor “Jaime Balmes”, sacerdotes universitarios, reunidos semanalmente, estudian los grandes problemas del sacerdocio actual en orden a la vida de la Iglesia, y, sobre todo, del sacerdocio, que, por su posición, ha de encauzar al mundo intelectual. No cabe duda: Ante la desorientación de la intelectualidad, necesitamos ciencia y espíritu: No somos los primeros es verdad, pero tampoco debemos dormirnos sobre lo ya andado.

»Nos apoyamos, ante todo, en esa unidad que existe, pero latente acaso. Este grupo de diversos sacerdotes de diversas regiones y Diócesis somos símbolo de la hermandad de todo el sacerdocio español. Es necesario polarizar en la unidad de nuestro sacerdocio la atención de todos los que participamos de él. “Unum sint”. No olvidemos, el mismo traje talar, aunque variado en sus formas y en sus colores, no es más que la expresión única que nos señala como un mundo aparte del otro, aunque a él ordenado. Para esa unidad, los primeros quisiéramos serlo nosotros. En el Reglamento de nuestra Academia figura un artículo en el que se advierte: Pueden perte-necer a la misma todos los sacerdotes y clérigos residentes en Salamanca de ambos cleros. (hemos anotado “ambos cleros”, aunque, dicho sea de paso, esta frase no nos suena, porque, a la verdad, ¿no es una tan sólo la porción de la heredad del Señor? ¿Puede haber, por tanto, más que un único clero?

»Intentaremos trazar, en segundo término, una línea de orientación clara en el pensamiento religioso moderno. No nos apartamos de las enseñanzas tradicionales, pero quere-mos concrecionarlas, amoldarlas, darles matiz viviente, actual, para el mundo en el que nos desenvolvemos. No queremos alejarnos tampoco de las grandes figuras del apostolado y del intelectualismo, tanto eclesiástico como seglar, y por ello es norma de nuestro Reglamento escuchar en nuestras reuniones la voz de estos avisados maestros. Prueba de nuestros pro-pósitos, este periódico, con aire revolucionario tal vez, pero en el fondo nada más que con el espíritu vitalista de la Iglesia de Cristo. Este órgano será el diagrama del movimiento de nuestra Academia.

»Caridad y celo sacerdotal, lo hemos apuntado ya: Somos para el mundo. Ese mundo nos lo han madurado ya generaciones pasadas. Espera sólo los rayos últimos de la luz solar, espléndida, que dore esos frutos, y la mano impulsiva que los recoja.

»Con la aprobación y bendición del Sr. Obispo de Salamanca, Gran Canciller de la Universidad Pontificia, hemos comenzado nuestras tareas. Queremos ser, no una Academia más, sino una Sección de la gran Academia sacerdotal que formamos todos los sacerdotes apóstoles en el campo de nuestra España [...]. ¡Comillas, Granada, Roma, Salamanca, Seminarios de la Patria!: Somos un sólo Ideal y un sólo amor».


10.Academia Sacerdotal


En fecha que se desconoce, el Siervo de Dios redacta el texto de una Academia Sacerdotal; texto que se ofrece seguidamente tal y como ha aparecido entre sus escritos y documentos por su similitud con el apartado anterior:

«Concepto de una Academia Sacerdotal. Difícil es definir. “Adsunt colectivo”.

»Más que definir, indagar.

»Él nos reunió (distintas Diócesis y Naciones; distintas edades y experiencias) en un sacerdocio común (aspiración común realizada = arsenal de Salamanca, mismo espíritu de verdad, de justicia y de amor) prestos a servir y sacrificarnos con entusiasmo de “cruzados” (Dios lo quiere = llamamiento del Papa; supervivientes de la Cruzada, amigos y hermanos (mártires y héroes) con el Papa (inclinamos nuestra frente a su memoria-testamentarios; reconocemos nuestra deuda: por su muerte, vivimos; por su muerte, podemos formarnos) podemos formarnos (pudo haber Seminarios; hay una Pontificia; son diácono invisible de nuestras ansias).

»Se tambaleaba el edificio del catolicismo en nuestra Patria y quiso el Señor recimentarlo con huesos y sangre de mártires.

»Por eso, con entusiasmo de cruzados unidos en un espíritu de verdad, de justicia y de amor, prestos a servir y sacrificarnos por la misma Empresa que ellos: que sea católica el alma de la sociedad futura.

»Tamaña Empresa requiere, lo dice el Papa, apostolado gigante.

»¿Apóstoles gigantes? No. (Soberbia, vanidad, hinchamiento del “yo” y división).

»Apóstol gigante = Cristo, la Iglesia”».


En otra ocasión, en fecha que también se desconoce, escribe:


«Comunión de sacerdotes alumnos para ahondar en el conocimiento vital del Sacerdocio del Maestro.

»Concepto vago: Peligro en querer definir las Obras nacientes que suscita el Espíritu de Dios. Definir es poner límites.

»Se trata de saber que quiere Él y Él significa su voluntad por las circunstancias.

»Sacerdotes-españoles alumnos de la Universidad Pontificia de Salamanca en 1948.


»Sacerdotes


»“Ex hominibus assumptus”: Con todos sus valores humanos.

»“Pro hominibus constituistus in his quae sunt ad Deum”: Mediadores-comunión con los dos extremos: cono-cimiento de Dios y de los hombres.


»Españoles


»No hemos elegido nacer en España, sino que Él mismo que nos eligió “ab aeternum” para hacernos partícipes de su Sacerdocio, nos hizo nacer en España.

»No podemos desconocer las gracias que Él derramó en nuestra Patria a lo largo de los siglos. Y menos la de la Cruzada de la que nos hizo coetáneos».

11.Anhelos y aspiraciones de este alma generosa durante

su estancia en Salamanca


Poco es lo que nos ha dejado escrito en su Diario Espiritual sobre su primer año en Salamanca (Curso 1947/1948: Desde el 1/10/1947 al 30/9/48; de los otros dos cursos: 1948/1949 y 1949/1950, nada nos dice). Pero por lo poco que dice se puede afirmar que los anhelos de su alma seguían siendo los mismos, pero más vivos e intensos: ser hostia y víctima que se ofrece en todo al Señor, al que se dirige como Maestro Bueno, por la plena santificación de todos los sacerdotes, seminaristas y novicios. Entiende que cada obstáculo que ponga a Jesús para que reproduzca en él su pasión es ayuda que resta a sus hermanos. «[…] El mundo sacerdotal –escribe– que me rodea necesita de mi entrega total a Cristo [...]». «[...] Comenzaré de nuevo por el camino de las penitencias heroicas» 39.

Le pide que le desmenuce como grano de trigo en el cumplimiento de su voluntad para ser con él hostia y víctima en el altar y que le ayude para vivir crucificado con Él.

«[...] No tendré más remedio que lanzarme de verdad por el camino de la cruz tantas veces prometida; pero hasta ahora tan poco amada […].Y ahora sí que no hay más dilaciones ... Tiene que empezar mi vivir penitente, haciéndome. como mi Maestro Jesús, avaro de dolores» 40.

«...] Vénceme, esposo mío, creo en ti y espero en ti; tú me haces saber que me amas infinitamente, no tardes tanto, ¡oh Jesús!, en hacerme totalmente fiel. Por todas esas almas cuya salvación has vinculado a mi entrega total a ti, ¡hazme comenzar valientemente la crucifixión total de mi ser!» 41.

Al mismo tiempo, pide ayuda a la Madre porque no puede hacer esperar más a Jesús, ya que si no empieza a ser santo se quedará en mediocridad y defraudará a Jesús que insistentemente le pide que se entregue totalmente a Él.

«En ti confío, ¡oh Señora!, en tu omnipotencia de súplica puesta al servicio del amor que me tienes en tu Hijo. Es preciso, Madre, que yo sea todo de tu Hijo. Señora ¿no te moverán las lágrimas de tu pobre hijito sacerdote? Yo soy muy ruin y cobarde, indigno de la gracia de la crucifixión total de mi ser; pero tú, Señora, eres mi Madre, te consagré mi sacerdocio y tu oración lo puede todo. Ora por mí, ¡oh María!, pídele a tu Hijo, esposo de mi alma, que no tarde, su gracia lo puede todo, alcánzame gracia eficaz para que busque siempre y en todo su cruz» 42.

Siente en su alma el dulzor vivificante de la sangre preciosa de Cristo purificándola y hermoseándola.

En su humildad, reconoce que tiene que pedirle a alguno de los hermanos sacerdotes que conviven con él que le ayude a ser santo, pues ve con una claridad deslumbrante que es preciso serlo.

Vive una comunión perpetua a través de todas las obligaciones de su vida cotidiana. Reduce su descanso a seis horas y media y aumenta el tiempo dedicado a la oración y al estudio para estar a tono de sus hermanos. No pierde ni un minuto. Trata de disminuir las sobremesas y reanudar la lectura espiritual. No obstante, no cree que estudie con el interés apasionante del que busca la Verdad que ha de salvar a las almas.

Recuerda con emoción contenida su primera Cuaresma de sacerdote y su Ordenación Sacerdotal así como el amor de la Madre que le acaricia con ternura.

Finaliza recordando su marcha hacia Salamanca y su itinerario en ella durante el primer año de estancia.

«Me llevó tu gracia a Salamanca. Allí, tú derramaste caridad para mí en todos tus sacerdotes; primero en el Colegio Irlandés, todos: madrileños y no madrileños me acogieron con amor. Lo mismo me manifestaste por tu Vicario en aquella Diócesis. Y tú no dejaste de darme tu luz para que viera que todos y cada uno de los componentes de aquella Universidad eran manifestación de tu amor para mi alma. Después me llevaste al Colegio de Santiago y en él ¡cuantísima gracia derramaste! ¡Tantas Misas de Comunidad celebradas en las que tú hacías estremecer mi corazón con tu amor a los que comulgaban tu sagrado Cuerpo de mi mano! Pero tus gracias culminaron el 31 de mayo; hiciste que me ofreciera a ti con voto de víctima por la plena santificación de mis hermanos en sacerdocio y 19 días más tarde me postrabas en cama, y aunque no podía celebrar la Santa Misa derramaste en tal forma tu gracia en mí que mi vida era una oración continuada, una continua acción de gracias; mi oración no era más que apretar contra mi corazón el crucifijo que me regalaron por mi primera Misa mis compañeros de Seminario de Madrid. ¡Qué feliz me sentía en mi enfermedad! Al fin padecía por ti. Después me vine a Madrid; los primeros días, menos mal; después empecé a entibiarme; pero hoy tus amados jóvenes desde SIGNO me han dicho lo que tú esperas de mí, y ya no puede haber más vacilaciones, pues “para Santiago he de ser santo”» 43.


En su humildad, reconoce que tiene que pedirle a alguno de los hermanos sacerdotes que conviven con él que le ayude a ser santo, pues ve con una claridad deslumbrante que es preciso serlo.

Vive una comunión perpetua a través de todas las obligaciones de su vida cotidiana. Reduce su descanso a seis horas y media y aumenta el tiempo dedicado a la oración y al estudio para estar a tono de sus hermanos. No pierde ni un minuto. Trata de disminuir las sobremesas y reanudar la lectura espiritual. No obstante, no cree que estudie con el interés apasionante del que busca la Verdad que ha de salvar a las almas.

Recuerda con emoción contenida su primera Cuaresma de sacerdote y su Ordenación Sacerdotal así como el amor de la Madre que le acaricia con ternura.

De su Diario Espiritual es lo que sigue:


Primer trimestre


«Reanudo el anotar diariamente la marcha de mi alma.

»Ayer de un modo implícito hice el voto de hacer todos los días una hora de oración y tener tres como mínimo de estudio.

»Sin embargo, no estoy tranquilo. Me parece que aún no he empezado a ser hostia y víctima que en todo momento se ofrece al Señor por la plena santificación de todos sus sacerdotes.

»Es verdad que casi no pierdo minuto para la oración y el estudio, habiendo reducido el descanso a seis horas y media.

»Tengo que disminuir las sobremesas y reanudar la lectura espiritual y llevar examen particular sobre un momento de reflexión al comienzo de mis obras rezando la oración: Maestro Bueno, desmenúzame como grano de trigo en el cumplimiento de tu voluntad para ser contigo hostia y víctima en el altar. Amén.

»Y también llevar la cuenta de gastos» 44.


«Poca cruz en este día. Cincuenta y cinco minutos de oración y sin estudio.

»Y, sin embargo, el mundo sacerdotal que me rodea necesita de mi entrega total a Cristo.

»Después de estos Ejercicios que van a hacer los hermanos, creo que se podrá hacer muy buena labor. Es preciso que en Madrid acentúe la oración para estar a tono de mis hermanos cuando regrese» 45.


«Vuelvo otra vez al Diario.

»Hoy no he hecho más que treinta y cinco minutos de oración y he estudiado poco. Tenía que contestar la consulta de conciencia que se me había hecho.

»Pero, a pesar de todo, tengo que decir: “Domine, tu omnia nosti, tu scis quia amo te”. Pues Jesús es quien me hace ser fiel; mas todavía falta mucho para ser la víctima que le prometí ser.

»Es verdad que he estado enfermo una semana y que aún no estoy bien; pero ¿no querrá acaso el Señor que a pesar de las dolencias y de la fiebre siga la vida normal de cruz?» 46.


»Casi un mes sin anotar nada. Creo que mi alma se ha estancado. No estudio con el interés apasionante del que busca la Verdad que ha de salvar a las almas.

»Y, sin embargo, veo con una claridad deslumbrante que es preciso que sea santo.

»¡Ayúdame Jesús a vivir crucificado contigo» 47.!


Segundo trimestre


«He confesado hoy. Siento en mi alma el dulzor vivificante de la sangre preciosa de Cristo purificándola y hermoseándola.

»“Nunc coeli”. Hoy recomienzo otra vez. Un mes he tenido olvidado mi examen escrito; pero su gracia me ha urgido y de nuevo empiezo.


»Propósitos


»Confesarme cada ocho días, con un confesor fijo. Tengo hambre de agradar a Jesús; El me ha dado a conocer que se llena de gozo cuando baja a las manos de un sacerdote suyo que tiene el alma pura y transparente como una lágrima de amor reparador y penitente; y Él me hace sentir que quiere que más y más bañe mi alma en su sangre purificadora en el sacramento de la penitencia.

»Hacerlo todo para causarle gozo, viviendo una comunión perpetua a través de todas las obligaciones de mi vida cotidiana. Repasar los propósitos de Ejercicios de Órdenes y del verano y recomenzar a cumplirlos, siendo en todo granito de trigo que se deja desmenuzar en manos de Jesús. Cuidar muy bien el examen diario» 48.


«Por la misericordia de Dios y la fidelidad de mi Maestro y mi todo, Jesús, no tengo conciencia de haberle ofendido en estos días, aunque sí veo que todo lo he hecho con muy poco amor, salvo la Santa Misa y la oración de la mañana. Pero Él es mi amigo y en su fidelidad confío» 49.


«El Señor me ha concedido la gracia de conversación apostólica y espiritual con un hermano sacerdote. Me ha hablado de un compromiso apostólico sacerdotal que tiene hecho con otros futuros sacerdotes de su Diócesis.

»Si yo, como me parece que quiere el Señor, me lanzo a promover algo parecido entre los sacerdotes con los que Jesús me ha dado (ilegible) unión de caridad, no tendré más remedio que lanzarme de verdad por el camino de la cruz tantas veces prometida; pero hasta ahora tan poco amada» 50.

«El Señor, en su amor para con su sacerdote, me ha puesto hoy delante del alma las promesas que le hice siendo seminarista. Y ahora sí que no hay más dilaciones. En cuanto regrese de Madrid tiene que empezar mi vivir penitente, haciéndome, como mi Maestro Jesús, avaro de dolores.

»Habiéndome ofrecido a Él como víctima por la mayor santificación posible de todos los sacerdotes, seminaristas y novicios, cada obstáculo que ponga a Jesús para que reproduzca su pasión en mí es ayuda que resto a mis hermanos.

»Confiando en su amor comenzaré de nuevo por el camino de las penitencias heroicas. Amén» 51.


«Ayer confesé. Hoy es el Domingo de Cuadragésima y me ha dicho con las palabras que nos conservó S. Lucas: “Ecce ascendimus Jerosolyman, et consummabuntur omnia quae scripta sunt per prophetas de Filio hominis. Tradetur enim gentibus, et illudetur, et flagelabitur, et conspuetur, et postquam flagellaverint, occident eum, et tertia die resurget”. Y si Cristo es hodie, heri et in saecula, también ahora quiere subir en mí y conmigo a Jerusalén para que mi alma alcance esa visión de paz, que quiere decir Jerusalén; pero ese subir a Jerusalén es también subir a la cruz. Es mi primera Cuaresma de sacerdote alter-Christus y se ha de consumar lo que el Espíritu profetizó por boca de Pablo sobre los sacerdotes “quos praescivit, et praedestinavit conformes fieri imagini dilecto Filii sui” y la imagen que expresa la plenitud de la misión evangelizadora y redentora de Cristo es la de Cristo crucificado.

»Además, en toda esta semana pasada el sentimiento o conocimiento afectivo que El me ha dado es que estaba en el monte del amor, que es el Calvario. Insistentemente me repite: “Tengo mi Corazón en apreturas”; ansío comunicarte la noticia del amor del Padre; pero como le dije a mis Apóstoles así te digo a ti: “Adhuc multa habeo vobis dicere; sed non potestis portare modo. Cum autem venerit ille spiritus veritatis docebit vos omnem veritatem”. Porque sólo en la cruz puedo comunicar la plenitud del conocimiento del amor divino, hace falta pues, amado sacerdote mío, que subas a mi cruz, que te claves en mi cruz y que vivas en ella. Entonces podrá el Espíritu difundir en tu corazón la plenitud del amor divino que yo, la Palabra de Verdad del Padre, os revelé en la cruz» 52.


Tercer trimestre


«Ya ves, amado Jesús. Pasó la Santa Cuaresma, la Semana Mayor y está adentrada la Pascua y tu pobre sacerdote sigue igual: sin acabar de entregarse, sin acabar de abrazarse a su cruz, a la que tú le ofreces.

»Tres tandas de Ejercicios me hiciste dar: en las tres me hiciste palpar la eficacia de tu gracia; pero aún te pongo obstáculos. Vénceme, esposo mío, creo en ti y espero en ti; tú me haces saber que me amas infinitamente, no tardes tanto, ¡oh Jesús!, en hacerme totalmente fiel. Por todas esas almas cuya salvación has vinculado a mi entrega total a ti, ¡hazme comenzar valientemente la crucifixión total de mi ser!» 53.


«Todo el día me ha hecho sentir el Señor que estaban fijos en mí los ojos misericordiosos de su Madre Santísima y Madre mía también. Todo el día el amor de mi Madre María me ha estado acariciando el alma.

»En ti confío, ¡oh Señora!, en tu omnipotencia de súplica puesta al servicio del amor que me tienes en tu Hijo. Es preciso, Madre, que yo sea todo de tu Hijo. Señora ¿no te moverán las lágrimas de tu pobre hijito sacerdote? Yo soy muy ruin y cobarde, indigno de la gracia de la crucifixión total de mi ser; pero tú, Señora, eres mi Madre, te consagré mi sacerdocio y tu oración lo puede todo. Ora por mí, ¡oh María!, pídele a tu Hijo, esposo de mi alma, que no tarde, su gracia lo puede todo, alcánzame gracia eficaz para que busque siempre y en todo su cruz» 54.


«He confesado hoy. Tengo que pedirle a alguno de los hermanos sacerdotes que conviven conmigo que me ayude a ser santo.

»No puedo hacer esperar más a Jesús. Si en este mes en que cuento con la ayuda apreciadísima de la Santísima Virgen, mi Madre, no empiezo a ser santo, me quedaré en mediocridad y defraudaré a Jesús que insistentemente me pide que me entregue totalmente a Él.

»Ya no hay más dilaciones; desde mañana, con su gracia, empieza una nueva etapa de mi entrega a la cruz de Jesús»55 .


«En el santo rosario Jesús me ha hecho sentir que tiene sed y que yo no la satisfago. He renovado propósitos. Ahora tiene que ser, “Nunc Coeli”. ¡Ayúdame, oh Jesús!

»Balance de hoy: Oración, cuarenta y cinco minutos; estudio, cuatro horas; poca presencia de Dios; cilicio, hasta las 3.

»Mañana, con tu gracia, empiezo. ¡Ayúdame, Señor!

»Arcángel Miguel vence al dragón en mí. Amén» 56.


«Bendita sea la adorable Trinidad!

»El Divino Espíritu, en la acción de gracias de la Santa Misa y ahora al despedirme de Jesús en el Sagrario antes de retirarme al descanso, sin palabras me ha dado a entender que no me abandonará, que me santificará y crucificará, como tan incesantemente le pido.

»Mi Dios y Señor no ceja de favorecerme haciendo conocer de forma nueva, con un conocimiento que no parece que radica y se asienta en la mente, sino en el corazón, su amor infinito» 57.


«Tu amor, ¡oh mi Dios!, uno y trino me ha preparado este santo retiro.

»Un año hará el día 31 de aquel momento en que me hicisteis sacerdos in aeternum y después de tanta y tantísima gracia vuestra tan poco aprovechada por mi parte, me concedéis esta nueva e inmensa gracia de recogerme en vuestro divino Corazón, para decirme: “Hijo mío, mira, contempla cuánto amor he querido manifestarte durante este año, ya que casi te pasó desapercibido, quiero ahora hacer balance contigo, no para regañarte, sino para perdonarte y decirte que te sigo amando”.

»Balance de un año de sacerdocio:


»31 de mayo

»Mediación Universal de María. Día el más grande de mi vida. El Señor ungió mis manos con el beso de su amor y me hizo su sacerdote, extendió sus divinos poderes a mi pobre ser, que desde aquel día es suyo. Día de inmenso gozo y emoción en el que viví sin vivir en mí, en el que Él habló continuamente en el fondo de mi alma.

»3 de junio

»Día de mi Primera Misa solemne. Me estorbaba la gente. Sólo un cuarto de hora pude llorar a solas, de amor. A la tarde, las manos que Él acarició, acariciaron a sus pequeñuelos y les repartieron pan.


»4 de junio

»Misa en el Seminario Menor.


»8 de junio

»1ª Misa de Luengo en Segovia.


»13 de junio

»1ª Misa de Roca y procesión del Sagrado Corazón en el Seminario.


»15 de junio

»Misa cantada en Guadalupe.


»17 y 18 de junio. Salamanca

»Misas en el Colegio de Santiago y el Seminario.

»22 de junio

»Misa en Toledo y consagración de Vizcarra.


»29 de junio

»Misa en la casa de S. Pablo.


»30 de junio

»Retiro al Consejo Diocesano de Madrid» 58.

«Él, mi Señor y mi Dios, mi esposo amado, me hace volver los ojos a su corazón.

»Tras de unos días de disipación interior y de olvido, Él, siempre fiel, ha llamado a la puerta de mi corazón. No hay más remedio, tengo que ser santo, Él me muestra que es su deseo y me lo muestra por todos los medios.

»Señor, ¡qué ingrato es tu sacerdote! y tú ¡cuánto le amas! Tras de un curso 1947-48 en que no dejaste de mostrarme tu amor ¡qué poco te amo! Mas confío en ti, me refugio en tu Corazón amoroso para que me hagas arder en tu amor.

»¡Ayúdame, amado esposo, a evocar las caricias de tu amor!

»Me llevó tu gracia a Salamanca. Allí, tú derramaste caridad para mí en todos tus sacerdotes; primero en el Colegio Irlandés, todos: madrileños y no madrileños me acogieron con amor. Lo mismo me manifestaste por tu Vicario en aquella Diócesis. Y tú no dejaste de darme tu luz para que viera que todos y cada uno de los componentes de aquella Universidad eran manifestación de tu amor para mi alma. Después me llevaste al Colegio de Santiago y en él ¡cuantísima gracia derramaste! ¡Tantas Misas de Comunidad celebradas en las que tu hacías estremecer mi corazón con tu amor a los que comulgaban tu sagrado Cuerpo de mi mano! Pero tus gracias culminaron el 31 de mayo; hiciste que me ofreciera a ti con voto de víctima por la plena santificación de mis hermanos en sacerdocio y 19 días más tarde me postrabas en cama, y aunque no podía celebrar la Santa Misa derramaste en tal forma tu gracia en mí que mi vida era una oración continuada, una continua acción de gracias; mi oración no era más que apretar contra mi corazón el crucifijo que me regalaron por mi primera Misa mis compañeros de Seminario de Madrid. ¡Qué feliz me sentía en mi enfermedad! Al fin padecía por ti. Después me vine a Madrid; los primeros días, menos mal; después empecé a entibiarme; pero hoy tus amados jóvenes desde SIGNO me han dicho lo que tú esperas de mí, y ya no puede haber más vacilaciones, pues “para Santiago he de ser santo”» 59.


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12.Los amó hasta el fin 60


»La historia de la Iglesia o la de los hombres injertados en Cristo por virtud de su gracia es una manifestación de ese amor.

»La crucifixión de S. Pedro, la degollación de Santiago y S. Pablo, la trituración de S. Ignacio por los dientes de las fieras, el fuego que abrasa a S. Lorenzo, la vida austera y santa de S. Benito, los arrobos y penitencias de S. Bernardo, los sufrimientos de Teresa, las impaciencias de Javier, la vida toda de la Iglesia es el triunfo de ese amor, pues pareciéndole poco los sufrimientos de su pasión para demostrarnos su amor, que con alegría los sufre por rescatarnos de la culpa, quiere sufrir en sus elegidos para a través del tiempo ir proclamando con la voz de la carne y de la sangre, puesto en cruz por desposarnos con Él, que nos ama, que nos ama, que nos ama hasta la muerte y muerte de cruz.

»La liturgia, la plegaria oficial de la Iglesia es otra prueba de este amor hasta el fin. Todas las almas que viven por su amor se unen a su plegaria eucarística y con un solo acento y una misma lengua; en toda la redondez de la tierra y en todos los instantes resuena el cántico de su amor interpretado por la lengua de los hombres que están en Él concrucificados».


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«En este día ha querido el Señor que comience a ejercitar mi alma en el conocimiento de su amor.

»Después de una temporada de tibieza y desgana en su santo servicio, mi Esposo bondadosísimo me trae a Él para purificarme en el fuego de su amor.


»Principio y fundamento


»Soy de Dios. Por creación, por redención, por consagración sacerdotal ... Y soy para Dios. Para unirme a Dios en su Cristo a través de todos los instantes en los que su amor me conserva y me da el operar, tanto natural, como sobrenatural.

»Soy para la gloria de Dios. Este debía de ser el pensamiento inspirador de todas mis obras y, sin embargo, en esta última temporada nunca o casi nunca actuaba este pensamiento que es, precisamente, mi razón de ser.

»Tampoco me apliqué, aunque Él me instaba con su gracia, a conocer la infinita amabilidad suya que El se digna manifestarme en su Hijo Jesucristo Señor nuestro. Mi oración, cuando la hacía, era tan perezosa y distraída, que no llegaba hasta Él. Y, sin embargo, Él me ha traído a Ejercicios» 61.


13.¿Cómo le veían otros compañeros?


Mons. José Cerviño y Cerviño,

Obispo Emérito de Tui–Vigo y testigo


Su trato con el Siervo de Dios fue bastante íntimo. Coincidían en querer vivir a fondo el espíritu sacerdotal. Durante su estancia en el Colegio Mayor procuraron dar vida a la Academia «Juan de Ávila» para su formación espiritual y pastoral, incluso utilizaron como lema el «pro eis» evangélico, para expresar su preocupación por los sacerdotes. Este lema pasó más tarde a ser el lema del escudo episcopal de Mons. Cerviño. Se debió, en gran parte, al influjo que ejerció sobre el testigo aquella experiencia de vida sacerdotal orientada por el Siervo de Dios.

«Me parece que su canonización no sólo encuentra un fundamento serio en su vida real, sino que puede ser muy valiosa para ofrecer un ejemplo de laico y de sacerdote verdaderamente modélico [...]. Para mí fue un gran compañero, amigo y, sobre todo, guía espiritual […]. He recordado gozosamente su vida y virtudes y he confiado en su valimiento por mi santificación y mi labor apostólica [...] al que he tenido en mi vida sacerdotal como modelo de entrega al Señor y a los hermanos» 62.

«[...] Para mí es el recuerdo de un Congreso que me ayudó a reencontrarme con la personalidad de un gran apóstol seglar y de un ejemplar sacerdote, a quien tuve la suerte de tratar de cerca. Que el Señor nos dé el consuelo de un final feliz de un proceso promovido por Vds» 63.

«Con gozoso saludo en estas fiestas navideñas, y que sigan con ilusión el desarrollo del proceso, hasta que veamos ese final feliz, que todos esperamos y deseamos.

»Supongo que el Apóstol Santiago será un buen mediador para que el Capitán de Peregrinos sea glorificado como una de los grandes testigos del Evangelio, sobre todo para la Juventud» 64.


«[...] Me habló de su alejamiento de la vida cristiana en algún momento de su juventud.

»[...] Tuve la suerte de estar a su lado en la Peregrinación a Santiago –él y yo emocionados– cuando autobuses y camiones partían de retorno a sus lugares de origen, entre cantos de alegría por el gozoso momento.

»No le fue fácil su vida en el Seminario, en medio de gente mucho más joven que él. Pero su inteligencia y su formación superaron obstáculos, y, sobre todo, le ayudó su vivencia de la fe, su confianza en Dios. Y desde luego siempre quiso profundizar en los estudios teológicos. Por eso, a pesar de su edad madura, frecuentó las clases en la Facultad de Teología de la Universidad Pontifica de Salamanca. Allí le observábamos como un alumno más, pero intensamente volcado en los estudios.

»[...] Fue ejemplar sacerdote, en su vida espiritual, en su relación con Obispos y sacerdotes, en su celo apostólico, en su vivencia de la Comunidad presbiteral, en la que se consideraba un hermano más y estimulaba a los otros en la misma línea. Actuó como consejero a nivel personal y de los grupos con los que trataba.

»[...] Fue especial promotor y alentador de la santidad sacerdotal y de la vida comunitaria en el Colegio. Promovió Conferencias de tipo pastoral. También se preocupó de las mejoras materiales del Colegio. Vivía con austeridad. Y con gran alegría.

»Su cercanía humana, su dulzura en el trato, su sintonía con las preocupaciones de los demás, su espiritualidad profunda, su amor a los jóvenes, a la Iglesia y al Papa.

»[...] Su entereza ante la enfermedad, su paciencia, su paz interior y la actitud de entrega total en las manos del Padre.

»Todos sintieron su muerte y revivieron su admiración por la figura sacerdotal ejemplar que reflejaba al exterior.

»Tenía una idea clara del papel del seglar cristiano en la Iglesia y en el mundo, anticipándose a la doctrina del Concilio Vaticano II. Le preocupaba la adhesión a la Jerarquía de la Iglesia y ayudaba a valorar la vocación sacerdotal como algo fundamental en la Iglesia [...].

» Su fe. Es uno de los aspectos de su vida que más nos impresionaba a todos. Vivía totalmente en las manos de Dios. Hablaba como quien estaba en permanente comunicación con el Señor. Su preocupación por la juventud miraba especialmente a despertar y animar en ellos la fe. Su exposición sobre la doctrina de la Iglesia ayudaba a esclarecer los Misterios de la fe católica.

«Su conocimiento y meditación de la palabra de Dios –y en especial de los Evangelios– fueron el normal alimento de su fe viva [...].

»En mis contactos personales –así como en la convivencia en el Colegio Mayor donde vivíamos– procuraba siempre estimular el espíritu de oración y total conformidad con la voluntad del Señor.

»Los difíciles momentos que le tocó vivir en la Iglesia española -durante la República, la Guerra Civil y la posguerra- puso siempre su confianza en Dios, con la seguridad de que todo obedecía a una Providencia especial sobre España y, en concreto, sobre la juventud española. Creo veía con clarividencia un resurgir de la religiosidad y, en concreto, de las vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa, que él promovía. Y, dado su entusiasmo por el Apostolado seglar, animaba al compromiso cristiano del laicado para la renovación de la Iglesia española ya antes del Concilio Vaticano II.

»Nos transmitía a todos el fuego de su amor a Dios Padre, la intimidad con Jesucristo, y la devoción al Espíritu Santo. Nos lo hacía vivir en sus palabras y en el testimonio de su vida de unión con Dios. Celebraba la Eucaristía con singular devoción, como encuentro personal con Jesucristo. También en esto puedo dar testimonio de que influyó en mis actitudes personales de confianza en el Señor.

»Era en él un reflejo de su amor a Dios. Se preocupaba, sobre todo, de los problemas espirituales. Sentía especial compasión de los pecadores; estimulaba la virtud en quienes buscaban la perfección; vivía con especial solicitud la santificación de los sacerdotes.

»No sólo nunca le oímos críticas negativas respecto a la conducta de otros, sino que procuraba salvar en ellos cuanto había de positivo.

»Con los que vivíamos en el mismo Colegio procuró fomentar la fraternidad, el servicio solidario, el espíritu de auténtica comunidad cristiana y sacerdotal. Creo que cuantos le tratamos, salimos beneficiados de su amistad y de sus lecciones de bondad.

»Durante el tiempo de su permanencia con nosotros en el Colegio Mayor de Salamanca, tuvo ocasión de mostrar su capacidad de regir y coordinar la vida del grupo sacerdotal, superando los naturales conflictos entre quienes convivíamos bajo el mismo techo. Asimismo animó nuestras reuniones de reflexión sobre la vida espiritual y el apostolado, expresando criterios evangélicos de actuación. Creo que todo ello obedecía, no a motivaciones puramente humanas, sino con espíritu sobrenatural.

»En su condición de seglar y posteriormente como Sacerdote, procuró siempre hacer la voluntad del Señor. Especialmente mantuvo fidelidad a sus deberes sacerdotales, y observó la disciplina eclesiástica como expresión de la obediencia prometida en su ordenación.

»Su delicadeza con el prójimo era la mejor muestra del espíritu de justicia que le animaba. Procuraba juzgar y discernir los conflictos con realidad, sin dejarse llevar de meros sentimientos de simpatía.

»En algún caso tuvo que intervenir ante un Sacerdote extranjero para corregirle evangélicamente. Trató de influir sobre él, aunque no llegó a lograr su objetivo en totalidad. Esta persona, aun cuando por debilidad hacía caso omiso de sus consejos, le respetaba y le admiraba por su prudencia y espíritu sacerdotal.

»Nos contaba algunas veces los momentos difíciles de su vida como seglar y más tarde como seminarista. Parece supo hacer frente valientemente a esas dificultades. Durante el tiempo de sus estudios superiores en la Universidad Pontificia, no le eran fáciles los esfuerzos, dada su edad y su incorporación tardía a los estudios teológicos; pero no se amilanó por ello y pudo concluirlos favorablemente.

»Su salud tampoco le fue propicia, pero vivió con ánimo generoso sus enfermedades. Creo que dio ejemplo, sobre todo en su última enfermedad, de un talante cristiano, aceptando el sufrimiento, no sólo con resignación, sino con espíritu evangélico de asimilación a los sufrimientos de Cristo.

»De temperamento naturalmente fuerte y apasionado, supo controlar sus inclinaciones al mal, a partir de su conversión [...].

»Pude contemplar su templanza en el comer y en el beber, como también en sus reacciones temperamentales. Era austero y mortificado para sí mismo; pero procuró siempre que los que vivíamos en el Colegio tuviéramos un mejor acondicionamiento, y así logró que se instalase la calefacción, para evitar el duro clima salmantino en el invierno. Aunque le gustaba un atuendo digno, rehuía el lujo y las cosas superfluas.

»[...] A su salud –aunque débil– le dedicó los convenientes cuidados, dejándose guiar por los médicos.

»Atento siempre a la vida de Jesús, procuró ejercitar en sí mismo y haciendo vivir a los demás la pobreza, como imitación de Cristo y como testimonio en su tarea apostólica.

»Austero en el cuidado de su persona y en su modo de vivir, nos dio ejemplo de comportamiento sacerdotal. Tenía como modelo más cercano a San Juan de Ávila. Ni ambicionó cargos, ni poder, ni dinero.

»A su vez procuró huir del ocio, con su actividad constante de formación y de apostolado. El trabajo fue norma de su vida.

»La opinión entre los compañeros sacerdotes era que D. Manuel Aparici vivía en una actitud de total sumisión, no sólo a los explícitos mandatos, sino también a las orientaciones disciplinares y pastorales de la Jerarquía. Y lo hacía con plena docilidad, aunque su juicio personal no coincidiera teóricamente con tales normas. Eso mismo inculcaba a los que estábamos a su lado. Y [...] fue ése también el talante con que orientaba a los jóvenes.

»Tuve siempre la sensación de que vivió la castidad íntegramente. También era opinión común que hacía uso de penitencias corporales. Y que guardó siempre el mayor recato en el trato con las personas.

»Se reconocía pequeño y pobre ante Dios y respetaba la autoridad y el talante de los demás. A mí me hizo mucho bien su actitud sensible y dialogante.

»Alma orante, transmitía el espíritu contemplativo a cuantos le rodeábamos. Cultivaba no sólo la oración personal sino también la comunitaria [...].

»Ante nosotros destacaba por su actitud profundamente cristiana, virtuosa, ejemplar.

»Creo que era unánime la opinión sobre su espíritu verdaderamente ejemplar como cristiano y como Sacerdote. Hombre alegre y espontáneo, no podía disimular esas formas externas de santidad.

»Había la convicción generalizada de que había aceptado gozosamente sus sufrimientos ofreciéndoles por la Iglesia, y en especial por los jóvenes y por los sacerdotes.

»Creo que la fama de santidad ha ido creciendo entre los que le conocieron.

»He confiado en su valimiento por mi santificación y mi labor apostólica [...].

»[...] Con el deseo de que su Causa prospere para bien de la Iglesia y honor del Siervo de Dios, al que he tenido en mi vida sacerdotal como modelo de entrega al Señor y a los hermanos» 65.


Rvdo. D. Antonio J. Sanchís Martínez


Su primera noticia de Manuel Aparici fue en 1940 con ocasión de la Peregrinación Nacional de los Jóvenes de Acción Católica al Pilar de Zaragoza. Posteriormente en 1948 le conoció en la Universidad Pontificia de Salamanca con motivo de ir a estudiar Derecho Canónico. En esa fecha el Siervo de Dios era Rector del Colegio Sacerdotal «Jaime Balmes», y lo trató hasta su fallecimiento. A partir de entonces el Siervo de Dios fue su confesor semanal hasta 1950. Su trato seguía siendo íntimo, aunque se debilitó un tanto debido a la distancia. Le visitó durante su enfermedad.

Manuel Aparici le propuso irse con él a Madrid como Viceconsiliario de la Acción Católica, pero su Arzobispo (el testigo era de Valencia) creyó más conveniente que permaneciera en la Diócesis dada la escasez de sacerdotes.


«Me impresionó enormemente que un seglar estuviera hablando más de una hora con el entusiasmo con que lo hizo [con ocasión de la Peregrinación Nacional de los Jóvenes de Acción Católica al Pilar de Zaragoza] [...].

»Me hizo ir a la Peregrinación Nacional a Roma, octubre-noviembre de 1950, con motivo del Año Santo y la definición dogmática del dogma de la Asunción de Nuestra Señora. Entonces pude comprobar el trato exquisito que me tributaba: alojados en el campamento “San Giorgio” en tiendas de campaña, me preguntó si tenía frío; por la noche, una vez acostados, vi que se acercaba y me cubría con una manta; también me estimuló, ante mis temores, a que dirigiera el canto gregoriano a toda la asamblea. Recuerdo una anécdota significativa: cuando llegó la audiencia ante el Papa, no teniendo él manteo me pidió que le dejara el mío, lo que hice gustosamente.

»El 10 de enero de 1951 recibí una carta suya [...], en la que lamentaba la negativa del Arzobispo a acceder a su petición de que formara parte del equipo de Consiliarios Nacionales, invitándome a “ofrecer nuestra contrariedad al Señor por la misma Obra en la que los dos habíamos soñado en trabajar juntos”, según su propia expresión.

»[...] Destacaría su enorme personalidad humana y cristiana, que atraía a todo el que tenía trato directo con él, de tal manera que por el Colegio pasaron personalidades de la talla de Martín Artajo, García Lahiguera, Ruiz-Giménez, etc. [...] que debía su vocación y carrera diplomática al Siervo de Dios.

»[...] Su obediencia a la Jerarquía era estricto.

»Sobre la naturaleza y el ejercicio del ministerio sacerdotal era clásica su afirmación de ofrecerse como víctima por el bien de los hermanos, dándole un valor amplio y profundo al sacrificio. Su disponibilidad sigue siendo válida, al igual que otros planteamientos que rigieron su vida.

»En sus obras y sus palabras se advertía siempre una fe intensa, vivida en grado extraordinario. En las circunstancias normales de la vida, como en los momentos más difíciles siempre vivió la virtud de la fe en grado heroico, interpretando todos los acontecimientos con espíritu sobrenatural.

»Su trato me ayudó siempre a vivir yo personalmente la virtud de la fe.

«Me consta que [...] vivió la virtud de la esperanza, porque me la supo transmitir a mí. Observé en varias ocasiones que en medio de contrariedades y prueba de su vida mantenía la serenidad de espíritu, consecuencia de su esperanza.

»Practicó la virtud de la caridad para con Dios en grado eminente, poniéndola como norma de conducta en su vida, con un deseo de entregarse a Dios [...].

»Sorprendía por su unción y devoción especial al celebrar la liturgia y ejercicios de piedad colectivos y comunitarios.

»[...] Vivía la presencia de Dios en todos los momentos de su vida, lo que trascendía en sus palabras y gestos. Consecuencia de ello fue el influjo que sobre mi vida espiritual tuve durante los años que me dirigí con él.

»[...] Ejerció habitualmente en las diversas etapas de su vida un amor extraordinario para con su prójimo, no sólo de cara a los alejados, sino también a los que vivían cerca de él [...]. Buscaba y conseguía recursos para reducir al mínimo los gastos personales de los residentes y dar posibilidad a los sacerdotes con menos recursos de que estudiaran allí.

»[...] Ejerció la virtud de la prudencia sobrenatural en grado heroico, sobre todo en sus consejos, exhortaciones y conversaciones [...].

»[...] Extremadamente estricto en el cumplimiento de las leyes de la Iglesia y siempre fiel a la llamada de Dios.

»Respetó siempre el derecho de las otras personas. Cumplió con los deberes de justicia para con los trabajadores y empleados y fue agradecido con los bienhechores.

»[...] Ya muy enfermo, le vi con la misma disposición de aceptación de la voluntad de Dios que había mantenido siempre. Vivió la fortaleza de espíritu.

»Fue una persona enormemente sencilla, a pesar de las circunstancias favorables de que gozaba por su posición social. No tenía afición ninguna por el lujo, capricho o cosa superflua [...]. Muy amante del trabajo, servicial [...]. Era sencillo con las personas que debía tratar por razón de su cargo. No buscó honores ni cargos públicos y aceptó con humildad los que le propusieron.

»Ejerció siempre las virtudes manifestando equilibrio, constancia, prontitud de ánimo y alegría espiritual, que le hacían destacar en grado heroico [...]. Era una persona extraordi-naria» 66.


14.Cartas de su madre 67


Son cartas llenas de amor; cartas sencillas de una madre a un hijo. ¡Con qué ternura describe las cosas sencillas de su vida! ¡Qué penosa se le hace la separación! Pero espera ilusionada las cartas de su hijo, tan llenas de cariño y amor al Señor, que le consuelan.


Con fecha 12 de noviembre de 1947 le dice:


«Queridísimo hijo Manolo:

»Recibimos tus dos cartas que me gustaron mucho y leí con todo el inmenso cariño que sabes te tengo. La última, sobre todo, me parecía aún más bonita que los artículos del “Id a Jesús”; ésa era casi más para tu hermana que para mí. Ahora quiero que me hagas otra platiquita para mí sobre el tema que tengo de que por mis pocos o ningún mérito mío, no tenga nada que ofrecer ni presentar a Dios, y por esto desconfío y temo por mi salvación, haciéndome este temor sufrir mucho; también sobre la poca preparación y fervor para la comunión.

»Hoy he pasado el día tontón por no haber venido Matilde [hermana del Siervo de Dios] hasta ahora, que son las 7,30.

»Tengo crisis doméstica; la cocinera falta por fin, aunque todavía no está fuera de casa ya no tengo; veremos si acierto. Teresa me habla de una de su pueblo que dice es de confianza y buena, no sé que hacer.

»Estoy deseando que vuelvas.

»Mil besos de tu madre que te quiere con todo el alma.

»P/S. Cada día me acostumbro menos a que no estés en casa.

»Estoy disgustada porque o no me hace efecto el (ilegible) pues no será bueno y no obedece mi naturaleza. Me analicé y tengo l6-10 a pesar de ponerme 20 unidades; me tienen éstos en gran preocupación y cuando más falta me hace Javier [Dr. García de Leániz Aparici] , no viene. Estoy triste».


Al día siguiente le escribe de nuevo:


«Queridísimo hijo:

»Ayer te escribimos Matilde y yo. Como se echó la carta tarde, tal vez recibas las dos juntas.

»Te pongo estas letras porque se me olvidó decirte que no dejes de escribir al Banco y a la Telefónica para que suspendan en absoluto los primeros el pago de toda clase de recibos y los otros que nos vayan a cobrar, sino poco a poco me quedo sin (ilegible). Sin nada. Dime su descubierto.

»Dime cuando vas a venir otra vez. Cada día se me hace más penosa tanta separación y soledad.

»Sobre las consultas de tu hermana yo creo que por su salud conviene que haga hábito y propósito de comulgar los viernes. Pero ella es muy bastante. También a pesar de lo que ella te diga, creo yo que un poco de pereza de levantarse algo más temprano.

»Adiós hijo mío. Escríbeme prontito que tus cartas, tan llenas de cariño y amor a Nuestro Señor, me consuelan. No dejes de hacer mi encargo si no precisa que yo firme. Hazlo desde ahí directamente y si yo tuviera que firmar me los mandas, con sobre puesto, para que yo no tenga más que firmar, cerrarlas y enviarlas por correo.

»Millones de besos de tu madre que te quiere muchísimo».


Con fecha 15 de mayo de 1948 le dice:


«Queridísimo hijo mío Manolo:

»Recibí tu cariñosa carta que, como siempre, me sirvió de gran consuelo, alegrándome mucho del buen resultado (aunque esperado) de tus exámenes y deseando llegue el 21 para tener la alegría de estar unos días reunidos.

»Ayer, día 14, tuvieron una niña muy hermosa Alfredito y María Antonia, y están deseando que vengas cuanto antes para que la bautices.

»Llamó Lancecita (?) Leániz para que la diéramos tu teléfono para llamarte, para ver si podías venir para la primera comunión de su hija; no sé en qué habéis quedado.

»Te mando una nota del Hispano, que como es el segundo aviso, que recordarás que te envié el anterior, si te parece contestas desde ahí diciendo que por ausencia de Madrid te presentarás dentro de unos días. Tú sabrás, poco más o menos, para qué es.

»Todavía no he escrito al del aceite por habérseme extraviado tu carta con la dirección, que hoy encontré. Mañana lo haré para enterarme del precio. Estuvo aquí hace pocos días una hija o hermana de éste para decirme que tuviera preparados los envases para enviarlo. He visto y son carísimos, pues de 50 kilos son 160 pesetas y como son muchos kilos no sé por donde va a salir.

»De dinero estoy muy mal. Del Consejo todavía no me han enviado nada a pesar de haber yo llamado a Navarrete diciéndole me lo enviara. Escríbeles tú enseguida para que lo hagan. Yo no puedo resistir más por no estar D. Evaristo que es con quien más confianza tengo. No dejes de hacerlo.

»Hasta pronto, te envía miles de besos tu madre que con todo el alma te quiere, te quiere.

»P/S. De lo de Matilde todavía no han dado curso a nada. El tío Manolo escribió; cree que tú no te ocupas de lo suyo, así que, aunque no sea más que dos letras, escríbele».


Con motivo del aniversario de su primera Misa, le dice con fecha 2 de junio de 1948:


«Queridísimo hijo de mi alma:

»No me olvido que mañana, día tres, hace un año del día felicísimo para todos de tu primera Misa, fecha inolvidable en que Dios me hizo la gracia de darme un hijo sacerdote suyo, aunque tantas penas me ha costado, por la separación de tantos años, que algunas veces me hecho protestar, pero Nuestro Señor sabe que con todo mi corazón le amo y que aunque en ti le doy lo que es suyo, también eres mi hijo queridísimo y acepto cuantos sacrificios puedas costarme que a mi edad ya tan avanzada es bastante sensible.

»Recuerdo como si estuviera pasando todo este día tan señalado y miro mucho las fotos de tu primera Misa tengo.

»En este momento recibo tu cariñosa carta por la que veo lo feliz que eres en tu estado sacerdotal, siempre le pedí a Dios que así sea.

»Supongo que ya habrás recibido el paquete que se te mandé con el rosario, los cigarrillos, y una carta con acuse de recibo, que supongo sería la de D. Hernán puesto que (ilegible) no ha recibido ninguna. Te incluso unas cartas (ilegible) por si tenía (ilegible).

»Mañana recibiré la Santa Comunión ofreciéndola para que Dios te haga un santo como siempre se lo pido.

«Te envío muchos besos con toda mi alma. Tu madre que te quiere muchísimo».


Esta última carta incompleta (son hojas sueltas) no lleva fecha, pero todo hace pensar por su contenido que Manuel Aparici estaba en Salamanca.


«Pensarás hijo mío –dicen las hojas sueltas– que es algo de pereza el motivo de no haberte escrito; no es así, es que he tenido un fuerte enfriamiento teniendo que guardar cama dos días. Ayer me levanté y hoy ya me encuentro bastante mejor. El lunes se casó Rafaela; no sé si sabías la fecha fija. Pídele a Dios que sea feliz, que ya sufrió bastante y es muy buena. Yo no fui a la boda por estar ese día en cama.

»Ayer estuvieron tía Pilar y Pilarcita. Me traía esta última el importe de los cursillos que las diste en Chamartín, y como para mí era difícil poder girártelo le dije que lo hiciera ella para que lo tuvieras tú por si te hacía falta; son 250 pesetas. Te lo ha girado Alfredito, así que ya sabes de que es, y si te parece que procede acusa recibo. Si hubiera sido hoy cuando hubieran bajado hubiera descontado de ahí 84 pesetas del día de haber de Aduanas que han venido a cobrar y lo del recibo del revocado de la fachada. Hoy me han venido esas dos recetas que me han desnivelado por completo. Creo que no te hubiera parecido mal, tú verás lo que haces.

»Creo no te olvidarás de felicitar al tío Andrés; si no lo has hecho, hazlo, que son muy cariñosos y le gustará. Creo se marchaban a Quiñones. Escríbeles allí.

»Dime si dijiste al hermano del sacerdote D. Saturnino que estuvo a verte el día que te marchaste lo que te encargué del pan y los huevos y qué te dijo.

»De José Luis [hermano del Siervo de Dios] sigo sin tener carta, y me apena mucho; escríbele.

»El tío Gustavo sigue lo mismo: invisible».


Y para finalizar dos cartas del Siervo de Dios a su madre y hermana Matilde, únicas que figuran entre sus escritos y documentos 68.


*«Sigo sin recibir noticias vuestras. Hoy me figuro que estaréis de boda puesto que es la fecha que tenían acordada Rafaela y su novio para casarse; supongo que como no pensaban celebrar nada no cometeréis excesos en tomar pasteles y dulces.

»Yo sigo bien, aunque aquí hace, sobre todo por las mañanas y por la noche, bastante más frío que en Madrid. Tenemos restricciones en la luz y precisamente la cortan a las cinco de la mañana hasta las siete y media lo que indica que aquí la gente no es muy madrugadora; pero a nosotros nos fastidian, pues tenemos que levantarnos con velas ya que como tenemos que decir la Santa Misa ..., desayunar con alguna calma e ir a la Universidad en la que se entra a las nueve no podemos levantarnos después de las seis y media.

»Dime si te mandaron el aviso del Banco relativo al ingreso de la letra que presentaste a descuento.

»De Zaragoza me ha escrito el Consiliario de la Juventud de allí diciéndome que adonde quería que me envíen una Virgen del Pilar que los jóvenes de allí encargaron cuando canté Misa y que ya tienen terminada. Le voy a decir que la envíen ahí y ya verás tú, según el tamaño, donde la colocas.

»Con millones de besos y abrazos os envía todo su cariño vuestro hijo y hermano, que en el Señor os bendice.

»P/S. Si envían de Aduanas el recibo del día de haber págalo, que yo te lo daré cuando vaya».

*«Sigo sin recibir carta vuestra –les decía en la segunda–, lo que aun explicándomelo, por lo que a ti te cuesta el escribir, sin embargo me apena, pues yo también quiero tener noticias vuestras.

»Aquí va aumentando poco a poco el frío en las horas extremas del día: por la mañana temprano y a la noche, mientras que en las horas centrales del día como está muy despejado hace una temperatura muy agradable.

»Supongo que te habrá llamado por fin Puchol por si quieres algo para mí.

»Contadme de la boda de Rafaela, si habéis tenido alguna noticia de José Luis y los suyos.

»Aquí mi vida sigue desenvolviéndose con el mismo ritmo ordi-nario: Oración, clases, estudio y vuelta a empezar, así que nada puedo contaros de nuevo. Y es que todos los días son iguales y contado uno, ya están contados todos los que siguen.

»Los compañeros del Colegio muy buenos todos; ayudándonos mutuamente; y esperando que lleguen las fechas en que volver a nuestras familias.

»No sé todavía cuando iré por ahí; pero procuraré que sea el 22 aunque sean sólo veinticuatro horas.

»Os envía millones de besos y abrazos vuestros hijo y hermano que en el Señor os bendice».


15.Soneto a Manuel Aparici con motivo del segundo aniversario de su

Ordenación Sacerdotal


Con fecha 31 de mayo de 1949, Alfredo Rubio de Castarlenas dedica un soneto a Manuel Aparici con motivo del segundo aniversario de su Ordenación Sacerdotal:


«Ya dos años que el trigo cada día

se hace Carne de Dios en vuestras manos

Y la uva en vuestros dedos –artesanos

de milagros– es Sangre de Agonía.


La Hostia-Sol levantáis en geografía

de divinos albores cotidianos;

luego alzáis por celestes meridianos

la Luna-Cáliz-Aurea Epifanía-.

Feliz vos que al umbral de la jornada

sois gigante columna coronada

por Dios mismo, ¡eterno Capitel!


Y sois después la celestial fontana

que generosa, Aguas Vivas mana

a los ciervos que están sedientos de Él» 69.


1 C.P. pp. 449-461.

2 C.P. p. 8479.

3 C.P. pp. 716-717.

4 «Acabo de terminar la primera tanda de Ejercicios dada a los Jóvenes de Acción Católica aquí en Salamanca –le dice a Sor Carmen el 18 de marzo de 1948–. Los puse bajo el amparo de su hermano Antonio; su vida ha sido el libro de lectura; ya he visto en los propósitos de algunos la influencia de su ejemplo y su intersección. Encomienden a mis muchachos para que Jesús los haga fieles.

»Del 19 al 23 doy otra tanda interna a preuniversitarias de Madrid y del 26 al 1 otra a un grupo elegido de jóvenes de Madrid que ya han hecho cuatro o cinco veces Ejercicios internos; quieren hacerlos bien. Encomienden a este sacerdote de Cristo, pues todavía no vive en cruz y es preciso.

»¡Cómo me ha dolido no ser santo al recibir las confesiones de estos chicos! Veo muy claro que Él me quiere en cruz para que sus amados jóvenes no pequen; ayúdenme ustedes. Confío en Él; me hace saber que es fiel y que llegará a crucificarme totalmente, pero ¡me tarda tanto!» (C.P. pp. 1768-1769).

5 Rvdo. D. Manuel Pérez Barreiro, compañero de curso del Siervo de Dios y residente en el mismo Colegio de Nobles Irlandeses por el año 1947/1948 (Sus cartas de fechas 28 de mayo de 1976 y 24 de agosto de 1993. Página web de la Asociación de Peregrinos de la Iglesia: www.peregrinosdelaiglesia.org).

6 Cf. Rvdo. D. Manuel Pérez Barreiro (C.P. pp. 497-518).

7 «La impaciencia es divina –decía–. Nace del amor. La prisa, no, porque nace del temor y se mide contra reloj. El Espíritu Santo nunca llega tarde» (Mons. Jesús Espinosa Rodríguez. C.P. pp. 9839-9843).

8 Ponemos aquí su testimonio aunque ella, naturalmente, no era alumna de Salamanca, por la descripción tan precisa que hace.

9 C.P. pp. 691-700.

10 Surgió muy pronto el trato entre ellos. A Manuel Pérez Barreiro le daba apuro llamarle de tú y le llamaba cariñosamente «Sr. Abade», según usanza gallega de llamar «Abade» a los sacerdotes, a lo cual Manuel Aparici correspondió llamándole «Abaiciño». Éste se confesó con él bastantes veces.

11 Su carta de fecha 28 de mayo de 1976 (Página web de la Asociación de Peregrinos de la Iglesia: www.peregrinosdelaiglesia.org).

12 C.P. p. 8482.

13 Núm. 5, 1964/1965. (C.P. p. 9260).

Aunque se trata del testimonio de su compañero en Salamanca a raíz de su muerte lo ponemos aquí porque nos habla de la llegada a Salamanca del Siervo de Dios.

14 La pensión del mes de octubre de 1947 con todos los gastos incluidos tales como teléfono, etc. (único recibo del que se dispone) ascendió a 456 Pts, (Página web de la Asociación de Peregrinos de la Iglesia: www.peregrinosdelaiglesia.org).

15 Extremo éste que confirma Mons. Cerviño (C.P. pp. 449-461).

16 De la que fue promotor, según el Rvdo. D. Luís María Torrá Cuixart. (Su carta del 20 de junio de 1994). Sin embargo, según el Rvdo. D. Manuel Pérez Barreiro, fue creada por el Siervo de Dios, si bien en otro momento dice que intervino en su creación. Durante su estancia en Salamanca, publicaría en la revista una serie de artículos (Página web de la Asociación de Peregrinos de la Iglesia: www.peregrinosdelaiglesia.org).

17 «Y nada más, le decía Miguel Benzo, sacerdote, por carta de fecha 10 de junio de 1948. No quiero entretenerte más porque te supongo sumergido en exámenes. Vosotros, los intelectuales ... ».

El Siervo de Dios tenía con él una relación muy estrecha. Fue Maestro de Ceremonia en la primera Misa del Siervo de Dios. Miguel Benzo escribió de él en Ecclesia con fecha 5 de septiembre de 1964: «Y aquel hombre de cuarenta años emprendió alegremente la trabajosa subida de las declinaciones latinas, los razonamientos escolásticos y los textos teológicos. De la habitación helada, y los largos pasillos recorridos en dos filas. De las escaleras trabajosamente barridas, y de los grasientos mandiles en el servicio del comedor. De la silenciosa hora en la Capilla y de los ingratos exámenes, que a sus compañeros, en plena edad de estudios, les eran más fácil superar con brillantez»

Por otro lado decir, que Carlos Mántica cita a Miguel Benzo, como profesor de teología del Seminario Hispanoamericano de Madrid, páginas 63 y 64, en su libro «Para caminar en Cursillos de Cristiandad», Secretariado Nacional de Cursillos de Cristiandad de España, Madrid, con prólogo de Sebastián Gayá, 1981.


18 «Los alumnos sacerdotes de la Universidad –le dice a Sor Carmen con fecha 18 de mayo de 1948– estamos unidos en amor de servicio de Cristo mediante Vanguardia de Cristiandad. Soñamos con hacer de esta Universidad mente y corazón de la Hispanidad, pero, aunque el Señor bendice los esfuerzos, todavía su sacerdote no se le ha entregado del todo. No olviden nuestra hermandad; siento que me ayudan, pero fuercen al Señor para que me venza».

19 Su carta de fecha 3 de noviembre de 1989 (Página web de la Asociación de Peregrinos de la Iglesia: ww.peregrinosdelaiglesia.org).

20 «[...] Los años de Salamanca han sentido los embates de muchas presiones ideológicas; Aparici, mientras estuvo, siempre ha sido nuestro bastión ante los diferentes embates de cualquier índole que fuesen ... » (Rvdo. D. Manuel Pérez Barreiro. Su carta de fecha 28 de mayo de 1976. Página web de la Asociación de Peregrinos de la Iglesia; ww.peregrinosdelaiglesia.org).

21 Página web de la Asociación de Peregrinos de la Iglesia: www.peregrinosdelaiglesia.org

22 C.P. pp. 449-461.

23 Sus cartas de fechas 28 de mayo de 1976 y 24 de agosto de 1993 (Página web .de la Asociación de Peregrinos de la Iglesia: www.peregrinosdelaiglesia.org).

24 Su carta de fecha 3 de noviembre de 1989 (Página web de Peregrinos de la Iglesia: www.peregrinosdelaiglesia.or)..

25 Sus cartas de fechas 28 de mayo de 1976 y 24 de agosto de 1993. Página web de la Asociación de Peregrinos de la Iglesia: www.peregrinosdelaiglesia.org).

26 Sus cartas de fechas 28 de mayo de 1976 y 24 de agosto de 1993 (Página web de la Asociación de Peregrinos de la Iglesia: www.peregrinosdelaiglesia.org).

27 Con fecha 4 de octubre de 1947 José María Gil–Robles le dice a Manuel Aparici: «Me han causado enorme satisfacción las noticias que me has mandado respecto a vuestro proyecto de Seminario de Vocaciones Tardías en Salamanca. Me parece una obra extraordinariamente necesaria, que muchos y grandes frutos puede dar. Creo que puedes acudir a Javier Aznar y a su generosidad tan conocida [...]. Visítale, pues, y si te parece invoca mi nombre» (Página web de la Asociación de Peregrinos de la Iglesia: ww.peregrinosdelaiglesia.org).

28 Cartas de fechas 28 de mayo de 1976 y 24 de agosto de 1993 (Página web de la Asociación de Peregrinos de la Iglesia: ww.peregrinosdelaiglesia.org).

29 «Desde marzo de 1933 funcionaba en Madrid la “Casa del Consiliario” para la formación de sacerdotes consagrados especialmente a la Acción Católica. Entre los primeros asistentes figuraban, entre otros, D. Vicente Enrique y Tarancón a sus 26 años; D. Juan Hervás [...] y D. Emilio Bellón», afirma en su declaración el Rvdo. D. Antonio Santamaría González (C.P. pp. 519-539). «La misión nuestra, en la Casa del Consiliario -¡y éramos cinco! [P. Herranz, D. Emilio Bellón, luego Consiliario General de los Jóvenes de Acción Católica durante la guerra, D. Pío Escudeiro Salgueiro, D. Juan Hervás, más tarde Obispo de Mallorca y D. Vicente Enrique y Tarancón, más tarde Cardenal], era salir para (estar recorriendo continuamente) todas las Diócesis de España para “ir” como propagandistas de la Acción Católica ... », según declara el Cardenal Vicente Enrique y Tarancón (C.P. pp. 9790-9810).

30 Rvdo. D. Antonio J. Sanchís Martínez. Su carta de fecha 27 de diciembre de 1993 (Página web de la Asociación de Peregrinos de la Iglesia: ww.peregrinosdelaiglesia.org).

31 Informe de los Peritos Archivistas (C.P. pp. 9504-9638).

32 Cartas de fechas 28 de mayo de 1976 y 24 de agosto de 1993 (Página web. de la Asociación de peregrinos de la Iglesia: www.peregrinosdelaiglesia.org).

33 C.P. pp. 8579-8580.

34 La carta de contestación lleva fecha 20 de enero de 1948 (Página web de la Asociación de Peregrinos de la Iglesia: ww.peregrinosdelaiglesia.org).

35 C.P. pp. 1768-1769.

36 En Salamanca estaban las Casas de Estudio de casi todas las Órdenes y Congregaciones religiosas.

37 C.P. pp. 1741-1744.

38 Por su estilo, texto, etc., se puede afirmar que su autor es el Siervo de Dios.

39 Diario 30/01/1948.

40 Diario 22/01/1948.

41 Diario 18/04/1948.

42 Diario 01/05/1948.

43 Diario. Festividad de Santiago Apóstol.

44 Diario 27/10/1947.

45 Diario 28/10/1947.

46 Diario 18/11/1947.

47 Diario 16/12/1947.

48 Diario 17/01/1948.

49 Diario 21/01/1948.

50 Diario 22/01/1948.

51 Diario 30/01/1948.

52 Diario 07/02/1948.

53 Diario 18/04/1948.

54 Diario 01/05/1948.

55 Diario 06/05/1948.

56 Diario 07/5/1948.

57 Diario 06/05/1948.

58 Diario 29/05/1948.

59 Diario Fiesta de Santiago

60 Parece una hoja suelta. No parece formar parte del Diario. Acaso sea algún guión de sermón.

61 Festividad de la conversión de San Pablo.

62 C.P. pp. 449-461.

63 BORDÓN DE PEREGRINO, Boletín de la Asociación de Peregrinos de la OIglesia, Febrero 2004.

64 BORDÓN DE PEREGRINO, Boletín de la Asociación de Peregrinos de la Iglesia, Enero 32005.

65 C.P. pp. 449-461.

66 C.P. pp. 519-539.

67 En este apartado facilitamos las cartas aparecidas entre sus documentos y escritos que le dirigió su madre siendo estudiante en Salamanca (una de ellas está incompleta), así como dos cartas del Siervo de Dios a su madre y hermana Matilde (Página web de la Asociación de Peregrinos de la Iglesia: www.peregrinosdelaiglesia.org).

68 Página web de la Asociación de Peregrinos de la Iglesia: ww.peregrinosdelaiglesia.org

69 Página web de la Asociación de Peregrinos de la Iglesia: www.peregrinosdelaiglesia.opr

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