CG28|es|Homilía del Rector Mayor en la Eucaristía del primer encuentro de los capitulares

HOMILÍA DEL RECTOR MAYOR

EN LA EUCARISTÍA del PRIMER ENCUENTRO

DE LOS CAPITULARES


Domingo, 16 de febrero de 2020



Mis queridos hermanos: ¡Nos hemos saludado anteriormente y he dado a cada uno la bienvenida a Valdocco! Ahora lo hago aquí, en este santo lugar salesiano que es la Basílica de María Auxiliadora.

Bienvenidos a Valdocco y a esta Basílica donde nuestro Padre tantas veces ha rezado con sus muchachos.

Bienvenidos a este Valdocco donde el Espíritu Santo ha hecho florecer y madurar el espíritu salesiano en Don Bosco para bien de la Iglesia.

Bienvenidos a este Valdocco en el que todos hemos nacido salesianamente. I Becchi, lugar del nacimiento a la vida de nuestro Padre Don Bosco, y Valdocco, lugar del primer Oratorio estable y del nacimiento de nuestra Congregación están llenos de significado y sentido para nosotros. Varias veces he manifestado, en ocasiones diversas, que aquí, en Valdocco, todo nos habla.

Bienvenidos a la celebración del 28CG aquí, en nuestro Valdocco, adonde regresamos 62 años después del último capítulo aquí celebrado.

Hoy el Señor nos llama y bendice, la Auxiliadora nos recibe en su casa y Don Bosco se siente feliz, sin duda, de ver una representación de sus hijos de todo el mundo en un nuevo capítulo general mucho más numeroso que aquel primero presidido por él mismo en Valsálice, con 23 capitulares.

Venimos, sin duda, con tantas vivencias, emociones y expectativas en el corazón de cada uno. Y venimos para ser mediación humana en la acción del Espíritu Santo en estas próximas siete semanas. Si no fuese así no sería el Capítulo General de la Sociedad de San Francisco de Sales. Sería solamente un congreso de los muchos que cada día llevan a cabo miles de instituciones de todo tipo.

Es esta presencia del Espíritu la que fundamenta hoy nuestra esperanza de continuar siendo fieles a Don Bosco y a su misión: entre nosotros está presente activamente Aquel mismo que ha suscitado y guiado a Don Bosco, es decir el Espíritu Santo. Su presencia nos permitirá llevar a cabo nuestra unión con Don Bosco y nuestra comunión en la ‘salesianidad’. Y del mismo modo que condujo a nuestro padre a realizar la misión a la que fue llamado en la Iglesia y el mundo de su tiempo, igualmente nos acompañará a nosotros a llevar a cabo en nuestras exigencias actuales. El Santo Espíritu de Dios nos ayudará, con su impulso y nuestro dejarnos modelar y guiar por Él, para “estar con Don Bosco y con los tiempos”, como escribió don Albera, o mejor aún, nos ayudará a estar con Don Bosco hoy, y ser los salesianos que hoy necesitan los jóvenes, las familias y las diversas sociedades.


De esto se trata cuando la palabra de Dios de hoy en boca de san Pablo hace referencia a la verdadera sabiduría que no es la de este mundo ni la de los dominadores de este mismo mundo, la de los hombres de poder, sino otra, la del mismo Dios que ha estado escondida y que el mismo Dios ha comunicado para nuestro bien.

Sigue diciendo el mismo San Pablo que a nosotros se nos ha revelado esta Sabiduría por medio del Espíritu, pues el Espíritu conoce bien todas las cosas, también en la profundidad de Dios.

Y esto requerirá de nosotros, como capitulares de este momento de la historia de nuestra Congregación: reconocer nuestra fragilidad y limitaciones y ‘volvernos al Espíritu’, sin el cual no podemos hacer nada positivo para el Reino de los Cielos y en nombre del Evangelio del Señor Jesús ponernos en actitud de súplica, de escucha diligente y de docilidad. Como en su día dijo el XXCGE, “para actuar con verdadero discernimiento y auténtica renovación no bastan los historiadores, ni los teólogos, ni los políticos ni los organizadores: hacen falta hombres profundamente ‘espirituales’; hombres de fe, que vibren por las cosas de Dios y estén dispuestos a una obediencia decidida como la de nuestro Fundador. La genuina fidelidad a Don Bosco no consiste en copiarlo en lo exterior, sino en imitar la fidelidad de Don Bosco a las mociones del Espíritu Santo” 1.


Nos preguntaremos en las próximas semanas cómo ser hoy esos salesianos de don Bosco, consagrados por Dios, capaces de testimoniar su Amor, especialmente a los jóvenes, a los de hoy y los más pobres y necesitados de entre estos. Sabemos que la misión que el Señor nos ha confiado tiene un objetivo que supera nuestras pobres fuerzas; pero él no nos deja solos. Es Él quien tiene la iniciativa generosa. Nos llama a la misión salesiana en la vida religiosa y establece su pacto de Alianza con nosotros en la consagración, que penetra nuestro modo de ser y obrar.

Nuestro padre ha sido llamado por Dios para realizar en la Iglesia un servicio apostólico juvenil y popular y desde ahí ha vivido su propio ser sacerdote, su carisma de fundador y también la entrega de sí mismo al Señor. Iluminado por el Espíritu, y dejándose aconsejar por quienes le pudieron ayudar en ese momento fundó la Sociedad de San Francisco de Sales (18.12.1859), sociedad de consagrados que no tenía otra finalidad más que la de la ofrecer a la Iglesia apóstoles totalmente consagrados al servicio de los jóvenes.

Hoy, nuestro CG28 pretender ayudar a la Congregación a mostrar como seguir siendo hoy esos apóstoles consagrados al servicio de los jóvenes en este mundo de hoy y en los contextos de hoy.

Y en todo esto recorrido sabemos que junto al Santo Espíritu también nosotros, como nuestro padre, tendremos una Maestra, María, la Mujer de Fe de quien escribe Romano Guardini que la de María “es una fe que persevera en lo incomprensible, esperando que llegue la luz de Dios”. Ella nos va a llevar de la mano en este nuestro Capítulo General. Mirándola vemos cómo Dios nos sorprende, Dios nos pide fidelidad y Dios es nuestra fuerza.


En esto veo un programa para nuestro Capítulo:

  • Creo verdaderamente que en la docilidad que tengamos al Espíritu Santo, nuestro Dios nos sorprenderá como salesianos de Don Bosco para los jóvenes de hoy.

  • En la fidelidad con la que sigamos respondiendo, nuestro Dios asegurará el buen camino de nuestra Congregación.

  • En la esperanza con la que contemplemos desde la Fe el futuro, nuestro Dios nos dará la fuerza para seguir soñando, como Don Bosco, lo mejor para nuestros jóvenes, en especial quienes más nos necesiten.


Docilidad, Fidelidad y Esperanza: Señor, ¡que se haga tu Voluntad en nosotros, Amén!


1XXCGE, n. 18