CG24|es|Documentos 3














DOCUMENTO CAPITULAR








SALESIANOS Y SEGLARES:

COMPARTIR EN COMUNIÓN

EL ESPÍRITU Y LA MISIÓN DE SAN JUAN BOSCO



INTRODUCCIÓN


EL ACONTECIMIENTO DE GRACIA DEL 12 DE ABRIL DE 1846



— Hay un terreno:

es propiedad del señor José Pinardi.

Venga y hará un buen contrato...

— Al domingo siguiente, solemnidad de Pascua,

llevamos allí

todos los enseres de iglesia y de recreo,

y tomamos posesión del nuevo lugar.1


[1]

Un aniversario providencial

El 150 aniversario de la llegada de san Juan Bo­sco a Valdocco, celebrado durante el Capítulo General, nos ha hecho meditar con mayor atención la historia de nuestros orígenes.

Esta página autobiográfica de san Juan Bosco nos emociona. Pone al descubierto su corazón, tan parecido al del Buen Pastor: su pasión por la educación, su audacia para el apostolado, su aguante en las pruebas, su incertidumbre por el futuro, su confianza filial en la Providencia y su alegría por la ayuda inesperada.

Nos llenan de admiración las maravillas del Espíritu, pero al mismo tiempo son también un desafío.

Parece como si el santo Fundador nos invitara a entrar en el mundo que nació y creció a su alrededor: el mundo de la comunión en el espíritu y en la misión.

Él está allí. Le rodea una multitud de chicos en un prado que debe abandonar sin saber adónde ir ni qué hacer.

Llega entonces un tal Pancracio Soave, que le hace una propue­sta en nombre de José Pinardi: hay un terreno donde reunir a los chicos. Se trata de un pobre cobertizo, que podría hacer de capilla y, alrededor, una faja de terreno para los juegos.

Al domingo siguiente llegan dos señores que se le ofrecen para ayudarle.2

Más tarde irán Margarita, su madre, y otros.

Es la historia de un amor contagioso e irradiante que at­rae a su círculo de luz y de fuerza a muchas personas, a una Familia, a un Movimiento...

Los salesianos, herederos de aquellos primeros jóvenes que se quedaron con Don Bosco para siempre, nos encontramos en compañía de muchos seglares, hombres y mujeres de nuestro tiempo, que sienten el mismo re­clamo y nos piden poder actuar con el corazón y el estilo del Padre y Maestro de los jóvenes.

Entrar en aquel círculo de luz y de fuerza es lo que nos proponemos hacer con nuestra reflexión capitular:

partiendo del estado actual de la relación entre SDB y seglares (primera parte);

presentando el rico dinamismo que brota del carisma de san Juan Bosco (segunda parte);

proyectándonos hacia el futuro para compart­ir tareas concretas en el espíritu y en la misión (tercera parte).


[2]

Celebramos la memoria de aquel acontecimiento de hace 150 años con la alabanza y acción de gracias:


Padre, a ti nuestra acción de gracias:


por san Juan Bosco y el sueño que le inspiraste,

las pruebas que le dieron temple

y los signos que le guiaron;


por quienes han compartido su indómita pasión:

hombres y mujeres, religiosos y seglares

de todo tiempo y lugar;


por el humilde principio de Valdocco

y por todos los ambientes educativos,

llamados a ser revelación y regalo de tu amor;


por la inmensa muchedumbre de jóvenes

que invaden nuestra vida e inquietan nuestro corazón

para que sea el del Buen Pastor.


Padre, a ti nuestra acción de gracias:


con María,

nuestra potente Auxiliadora.

en el Espíritu Santo

por Jesucristo resucitado.


Amén.

NOTAS A PIE DE PÁGINA: Introducción



PRIMERA PARTE


LOS SALESIANOS Y LOS SEGLARES HOY:


SITUACIÓN




Al atardecer de aquel día

contemplaba yo la multitud

de chiquillos que se divertían,

y pensé en la mies abundante

que iba madurando para mi sagrado ministerio...

Dios mío, exclamé,

¿por qué no me señalas de una vez

el lugar donde quieres

que recoja a estos chicos?

Dámelo a conocer o dime qué debo hacer.


(MO, pág. 134)




CAPÍTULO PRIMERO

Elementos para comprender la situación (núms. 3-18)


CAPÍTULO SEGUNDO

Situación de la relación entre SDB y seglares(núms. 19-51)


CAPÍTULO TERCERO

Perspectivas(núms. 52-56)



CAPÍTULO PRIMERO


ELEMENTOS PARA COMPRENDER LA SITUACIÓN



1. HORIZONTE:

JUNTOS EN EL ESPÍRITU Y EN LA MISIÓN AL SERVICIO DE LOS JÓVENES


[3]

El comienzo y el modelo

En el origen de la historia salesiana está el amor de predile­cción de san Juan Bosco por la juventud pobre y su atención a las clases populares. Animado por la caridad del Buen Pastor, reúne en ­torno a sí a un gran número de personas, porque la nueva condició­n juvenil, tal como se le presenta en la ciudad de Turín, pide una respuesta inmediata y nueva.

Así nace el Oratorio de Valdocco, verdadero "laboratorio" en el que san Juan Bosco y otros sacerdotes, seglares adultos, jóvenes y algunas mujeres —entre las que figura en primer lugar su madre— viven el original y simpático estilo de predilección por los jóvenes que llamamos Sistema Preventivo. Tal sistema, en Valdocco primero y después en Mornese y otros lugares, es una verdadera espiritua­lidad que une a educadores y jóvenes en el mismo camino de santidad.

Es una espiritualidad que vive de forma muy especial en el corazón y en las acciones de los miembros de la Familia Salesiana y de un vasto movimiento de personas, como don de Dios a su Iglesia para salvar a la juventud y santificar a quienes se les unen.


[4]

Dimensión secular y profética del carisma

La misión juvenil y popular tiene una dimensión secular especial, “porque es un carisma suscitado en la Iglesia para el mun­do”.3

El carisma de san Juan Bosco, precisamente porque es para la educación, se sitúa en la vertiente de la cultura y tiene una correspondencia singular con la actividad de los seglares.

Puesto que es misión, va más allá de la comunidad salesiana y sus obras, ya que misión y obras no se identifi­can, aunque éstas sean necesarias como lugar de convocación y formación del vasto movimiento que trabaja por la juventud dentro y fuera de las estructuras salesianas, en la Iglesia y en las instituciones de la sociedad civil.

Esta misión posee también una dimensión profética, por el signifi­cado que toma en los problemas educativos y sociales y por las perspectivas nuevas de existencia a que abre. El evangelizar edu­cando y educar evangeli­zando es mensaje de esperanza, levadura y luz cuando no puede alcanzar directa­mente a todas las personas ni cubrir materialmente todos los espacios y actividades donde vive el hombre.4

La atención a los valores seculares fue tan intensa en san Juan Bosco, que lo impulsó a crear una original figura de laico consagrado: el salesiano coadjutor, que tiene en sí una especie de pro­pensión innata a ser levadura apostólica en las realidades seculares, vistas en su consistencia autónoma; por ello la comunidad sa­lesiana, “enriquecida por su componente laical, puede ir al mundo de una forma apostólicamente más eficaz”.5


[5]

Mediaciones eficaces:

la comunidad educativo-pastoral (CEP)

y el proyecto educativo-pastoral salesiano (PEPS)


La misión es única, pero sus realizaciones son múltiples, tantas como las situaciones y los contextos históricos, geográficos, re­ligiosos y culturales donde viven los jóvenes.

El proyecto educativo-pastoral salesiano es la mediación histórica y el instrumento operativo de la misión en todas las latitudes y culturas.

El proyecto, pues, no es un hecho técnico, sino el horizonte cultural al que referirse continuamente; lo exige la incultura­ción del carisma.

Lo prepara y realiza, en toda obra salesiana, la comunidad educativo-pastoral, conjunto de personas (jóvenes y adultos, padres y educa­dores, religiosos y seglares, representantes de otras instituciones ec­lesiales y civiles e incluso miembros de otras religiones, hombres y mujeres de buena voluntad) que trabajan juntos en la educación y evangeliza­ción de los jóvenes, especialmente los más pobres.



2. CONTEXTO: EL MUNDO Y LA IGLESIA


[6]

Encarnación del carisma

El carisma salesiano, suscitado en la Iglesia para bien del mundo, debe encarnarse en las situaciones culturales, si quiere desplegar sus posibilidades de servicio a los jóvenes y a las clases populares. En el encuentro con las culturas demuestra su vitalidad y ad­quiere características nuevas y enriquece­doras.



2.1. En el mundo de hoy


[7]

Nuevo escenario

La década de los años 90 presenta un nuevo escenario económico, político, so­cial y cultural, tras los acontecimientos que señalaron el final del conflicto Este-Oeste.

Algunas de tales tendencias influyen de modo particular en nuestra vida y acción.


[8]

Supremacía de lo económico

El sistema económico‑político neolibe­ral agrava el empobrecimiento, la injusticia y el desequilibrio so­cial en la mayor parte del mundo, de forma que grandes grupos eco­nómicos multinacionales obtienen ingentes ganancias y marginan progresivamente a las áreas más pobres de la tierra, con el consiguiente aumento de nuevas formas de miseria.

La supremacía absoluta del factor económico produce, al menos, las siguientes con­secuencias graves: eliminación de las fronteras económicas, dificultad de mantener los logros sociales de los trabajadores y el espa­cio de acción de las pequeñas unidades de producción, desempleo, pérdida del valor adquisitivo de los salarios, necesidad de emigrar, limi­tación de expresión y posibilidad de acción para las minorías étnicas y los grupos que sufren diversas clases de marginación.

La progresiva exclusión económica y social produce, además, formas de "empobrecimiento antropológico", que se manifiesta en un sentimiento general de inferioridad, que afecta a enteras clases sociales y poblaciones, oprimidas cultural­mente por la ideología dominante ("cul­turicidio").

La presentación masiva y martilleante de ciertos modelos produce cambios en los procesos mentales y en los criterios de valoración, agrava la dificultad de lograr una identidad humana y cristiana sólida y aumenta la incertidumbre del futuro. Simultáneamente las nuevas posibilidades de información, intercomu­ni­ca­ció­n y acción dan una configuración diversa a las sociedades y con­vivencias.

La globalización económica y los nuevos agrupamientos de naciones en bloques podrán tener consecuencias socioculturales de carácter todavía incierto y de resultados obscuros.


[9]

Ambigüedad de la comunicación

El nacimiento de una cultura planetaria de orientación masificadora y de carácter pluralista condiciona la percepción del mundo y de la Iglesia y, más aún, el sentido mismo de la vida.

El reto de la comunicación interpersonal se hace más difícil por el de­bili­tamiento de los valores culturales y por la proliferación de lenguajes y nuevas formas de incomunicabilidad.

La comunicación pasa por canales nuevos: lenguajes multi­mediales, medios de comunicación social, acceso a la informaci­ón, cibernética... Todo ello produce cambios de mentalidad y requiere nuevos modos de aprendizaje. Se necesitan nuevas capacidades.

La eficacia del saber, los códigos de la modernidad y posmodernidad, el aprender a trabajar en grupo, el acceso a la información y el u­so crítico de los medios de comunicación social son factores que piden a SDB y seglares más competencia profesional y una actualización constante.


[10]

Familia y educación

Parece que la familia y las instituciones tradicionales de educación pier­den su papel privilegiado de antaño en la madu­ración de la persona.

A la familia, sin embargo, se le reconoce todavía una importancia fundamen­tal en el campo de la educación.

En la nueva situación cultural se difunde una interpretación subjetiva de la sexualidad; surgen nuevas formas de organización familiar como núcleos afectivos, que relativizan el modelo tradicional del matrimonio y de la familia.

Todo ello hace inciertos y problemáticos los procesos de educación, la inte­gración entre las diversas instituciones de educación y la misma capacidad educadora de los adultos.

En tal situación de la familia, suena a reto lo que escribía don Egidio Viganò: “¿Puede hoy un educador formar a sus jóvenes sin profundizar, aclarar y dar nueva vitalidad a los valores de la familia?”6


[11]

Malestar juvenil

El malestar tiende a hacerse más hondo por las carencias edu­cativas de las instituciones (especialmente la familia, la escuela, la Iglesia, etc.) y por la dificultad de éstas para conectar con los lenguajes de los jóvenes y colmar la superficialidad y el vacío de valores.

En algunos contextos, la desazón juvenil se debe a las nuevas y antiguas formas de pobreza, a la falta de perspectivas de vida y oportunidades sociales y a formas de racismo étnico, cul­tural y religioso.

En todo ello vemos un signo de los tiempos y, por tanto, una llamada de Dios a renovar nuestra misión educativa.


[12]

Presencia de la mujer

En todos los ámbitos de la vida social, la mujer está logrando una presencia significativa que facilita el reconocimiento de sus derechos. En la Iglesia, se siente llamada a asumir un papel de participación y correspon­sabi­lidad.

En todos los campos se presta atención a lo específicamente femenino, por la aportación que puede ofrecer para mejorar la calidad de vida y enriquecer de valores todos los ámbitos.


[13]

Aspecto múltiple del fenómeno religioso

Vemos que sigue adelante el proceso de secularización, no sólo en la religiosidad, sino también en aspectos fundamentales de la vida: familia, educaci­ón, conciencia moral, costumbres, e­xpresiones culturales. En algunos contextos parece como que se eclipsa lo di­vino. Sin embargo, asistimos también a una nueva sen­sibilidad ante los valores espirituales y a la búsqueda de nuevas formas de relación con lo transcendente, sobre todo entre los jóvenes.

Por otra parte, el fenómeno religioso toma un aspecto múltiple, a veces incierto y con frecuencia ambiguo.

Hay también una indiferencia religiosa generalizada, particularmente hacia los aspectos institucionales, mientras que se nota cierta tendencia a la pri­vatiza­ción.

El anhelo de lo espiritual lleva a muchos, especialmen­te jóvenes, a movimientos y sectas que ofrecen experiencias inten­sas pero problemá­ticas por carecer de una visión plena de ­la persona y de un contenido objetivo de la verdad.

Paralelamente nos encontramos con manifestaciones de sincretismo religioso, supersticiones y otras expresiones de carácter esotérico, reen­carnacionista. Un particular poder de captación parece tener hoy el movimiento que se conoce con el nombre de "Nueva Era" (New Age).

Al lado de todo esto, hay que subrayar una demanda de interiori­dad y una sed de espiritualidad, la atención al diálogo ecuménico y la asistencia a encuentros de oración entre las grandes religiones para rezar por la justicia y la paz en el mundo.


[14]

Signos de esperanza

Sin embargo, el nuevo escenario económico, sociopolítico y cultural deja entrever, a nivel planetario, ciertas líneas de tendencia de un substancial valor positivo, aunque deban purificarse de la ambigüe­dad histórica con que se presentan.

De hecho comprobamos el nacimiento de nuevas sensibilidades transver­sales, que centran la atención y movilizan las energías de la comunidad mundial.

La vasta agenda de grandes acontecimientos con que las Naciones Unidas sellan el final del siglo XX son su prueba y signo.7

Se trata de hechos supranaciona­les, que indican, como camino de futuro, algunos presupuestos para una nueva postura éti­ca, social y política. Son una perspectiva concreta de "respuesta social global", que recupera el respe­to de la persona, la participación comunitaria y la justicia socia­l ante las incertidum­bres del momento histórico actual.

Son, pues, puntos de referencia obli­gada, que dan consistencia y legitiman lo que suele llamarse "nuevos sujetos sociales y políticos": el niño, el joven, la mujer, el individuo, la familia, las organiza­cio­nes no gubernamentales, las minorías sociales y étnicas, los marginados, etc.

Por último, esta nueva sensibilidad considera los problemas más angustiosos de la humanidad: el reconocimiento de la dignidad de la persona humana, la educaci­ón, la política demográfica, la ecología, el desarrollo, el desempleo y la marginación social, la convi­vencia pacífica en sociedades pluriétnicas y plurirreli­giosas, la paz.

En este cuadro de referencia conflictivo y ambiguo, tanto la Iglesia como nuestra Congregación tratan de formular sus grandes objetivos y trazar sus líneas de acción para ser propuesta de solidaridad y fuente de esperanza.



2.2. En la Iglesia


[15]

Nuevo camino de la Iglesia

En este contexto mundial y a las puertas del tercer milenio, la Iglesia vive, de forma cada vez más consciente, el nuevo clima eclesioló­gico creado por el Vaticano II, y lanza su presencia en el mundo contemporá­neo con un intenso esfuerzo de incultura­ción y de implicación activa de todas sus fuerzas.

El punto de partida es su autocomprensión como pueblo de Dios, llamado a ser levadura en la histo­ria.

En este pueblo resulta cada vez más evidente, como si­gno de los tiempos, el protagonismo de los seglares. Es, sobre todo, la exhortación Christifide­les laici la que afirma con au­toridad el carácter secular del laico, sujeto agente, con todo derecho, de la evange­lización en el pueblo de Dios.

Al mismo tiempo, la reflexión y la práctica pastoral están consi­derando de nuevo la figura de los ministros ordenados, para recuperar la figura ge­nuina del pastor, que se pone al servicio de todas las vocaciones para que lleguen a ser ministerios; así construye la comunión eclesial, orientando a todos a compartir la misión­ para salvar al mundo. La exhortación apostólica Pastores dabo vobis dio nuevo impulso al ministerio ordenado, puesto al servicio de una Iglesia totalmente ministerial.

En el camino posconciliar, cuya última etapa es la reciente exhortación apostólica Vita con­secrata, también los consagrados tienen más clara su identidad en la Iglesia y han llegado a la convicción de que los seglares pueden compartir su mismo carisma. Por eso se les “invita a participar de mo­do más intenso en la espiritualidad y misión del Institu­to”,8 abriendo así “un esperanza­dor nuevo capítulo en la historia de las relaciones entre las personas consagradas y el laicado”.9

La misma exhortación reconoce que la “comunión y colabora­ción con los seglares [es] uno de los frutos de la doctrina de la Iglesia vista como comunión”.10


[16]

El reto de la nueva evangelización

El progresivo empobrecimiento que se produce en el mundo, la difusión de la cultura posmoderna y el reconocimiento de las nuevas culturas, puestos en relación con el mensaje de Jesucristo y con la reflexión del Vaticano II, han llevado a la Iglesia a hacer una opción pastoral de calidad: la nueva evangelización, que se caracteriza por el a­nun­cio de Jesucristo, por la promoción hu­mana y por la inculturación del Evangelio desde la perspectiva de la opción por los pobres y los jóvenes. Ello la obliga a un camino de conversión, de modo que la pobreza y la libertad sean signos que hagan creíble el Evangelio de las Bienaventuranzas.

En el espíritu de la nueva evangelización —que requiere nuevo ar­dor, nuevos métodos y nuevas expresiones— la Iglesia ha vivido durante los últimos decenios un fuerte compromiso social, gracias a la voz profética de muchos cristianos, del Magisterio y de las Asambleas Episcopales en varios continen­tes.11

Se difunde un nuevo estilo de ser Iglesia, que va hacia el hombre, comparte sus alegrías y esperanzas,12 respeta las culturas y se interesa por el futuro de la humanidad: la justicia y la paz, la familia, la vida y los valores éticos, el ecumenismo y el diálogo interreligioso, la política y la economía, los jóvenes y la educación.13.

La nueva evangelización se presenta, pues, como el proyecto globa­l de un renovado compromiso misionero, respuesta concreta al llamamiento de la encíclica Redemptoris missio.


[17]

Camino de la Congregación Salesiana

La Congregación siente como propias las preocupaciones y esp­eranzas de los jóvenes y de la Iglesia, de la que quiere ser signo ef­icaz en su servicio al mundo, al que ha sido enviada.

Hoy día son motivo de alegría para nuestra Congregación:

su expansión misionera en África, en el Este europeo y en Asia;

el hecho de que muchos seglares participen y compartan el carisma de san Juan Bosco y su misión, dentro y fuera las obras salesianas;

la presencia del voluntariado seglar en algunos sectores del Movi­miento Salesiano;

el anhelo que hay en muchos SDB de una espiritualidad más profunda, de una mejora de calidad en su pastoral juvenil y de una mejor integración en la pastoral de las Iglesias locales.

También nuestra Congregación sufre los efectos de la secularización­ y otros aspectos ambiguos del mundo contemporáneo:

la disminución, a veces drástica, de vocaciones, especialmente de coadjuto­res, en muchas naciones tradicionalmente cristianas;

la superficialidad espiritual que, en la medida en que se acep­tan formas de aburguesamiento, enfría el celo pastoral e incapacita para penetrar en el mundo juvenil;

la presencia de síntomas de individualismo, que se advierte en ciertos proyectos personales sin ninguna referencia al proyecto comu­nitario;

la escasa valoración de la fuerza educadora y apostólica del laicado, especial­mente femenino, debida al poco conocimiento de la teología del laicado y a cierta dificultad para comprender el ánimo femenino.


La Congregación, en sus últimos capítulos generales,14 sobre todo a partir del Especial, ha ido adquiriendo cada vez mayor conciencia de sí misma y de su misión en la Iglesia y en el mundo.

Simultáneamente, en el ámbito de su misión con los jóvenes y las clases populares, ha procurado implicar, en un vasto movi­miento, a personas —particular­men­te seglares— que se sienten atraídas por el carisma y la espiritualidad de san Juan Bosco.


[18]

El XXIV Capítulo General

Si por un lado el XXIV Capítulo General es una etapa significativa en el camino de renovación, por otro quiere ser también un punto de par­tida: con rostro nuevo, la Congregación salesiana desea caminar hacia el tercer milenio implicando en su espíritu y misión al mayor número posible de hombres y mujeres que quieran trabajar con ella por el Reino educando y evangelizan­do.



NOTAS A PIE DE PáGINA: 1ª parte, cap. 1º



CAPÍTULO SEGUNDO


SITUACIÓN DE LA RELACIÓN

ENTRE SALESIANOS y seglares



1. DESEOS Y REALIZACIONES


1.1. Aspectos positivos de la relación entre SDB y seglares


[19]

Nueva conciencia en la comunidad salesiana

Los capítulos inspectoriales ponen de manifiesto una interesante convergencia en la necesidad de una relación profunda, en los ámbitos operativo y existencial, entre SDB y seglares.

Casi por doquier hay ya realizaciones positivas. La misma celebración de los capítulos inspectoriales abrió posibilidades insospechadas. Muchos seglares se implicaron en el ámbito local e inspectorial compartiendo con los salesianos su reflexión sobre el tema del XXIV Capítulo General.

La comunidad salesiana es cada vez más consciente de que tiene un papel y una tarea concreta de animación y formación para con la Familia Salesiana y los seglares que comparten su misión.

En diversos contextos de la Congregación se señalan experiencias significativas. Muchas comunidades descubren poco a poco su papel y, superadas las primeras incertidumbres, comprueban lo positi­vo que es confiar a seglares ciertos ámbitos de responsabilidad.

A medida que crece la nueva sensibilidad y se subraya el camino que están haciendo las comunidades y cada salesiano, se pide con insistencia un cambio de mentalidad más decidido, para llegar a una verdadera acogida de la presencia seg­lar y a una nueva atención a la mujer, reconociendo y aceptando los valores de la complementariedad y reciprocidad.

En algunas naciones donde la mujer se ve relegada a un papel subordinado al hombre, su implicación aparece como novedad y profecía.


[20]

Lugares de una relación más intensa entre SDB y seglares

La reflexión en común, el proyecto compartido y la relación con los seglares son experiencias positivas, sobre todo en las "nuevas presencias", surgidas como respuesta ágil e inmediata a los problemas que plantean el malestar juvenil, la margi­na­ción, etc.

En dichas presencias tienen lugar también las mejores formas de participa­ción seglar y de voluntariado.

La relación es también positiva en las parroquias, en los colegios y escuelas y en­ los oratorios y centros juveniles abiertos a la zona. También aquí aumenta el lugar para los seglares.

En las misiones, el protagonismo seglar es un hecho consolidado, aunque podría serles útil una formación mejor pensada y más sistemática.

Merece, igualmente, una mención especial, por su valor educativo, la labor de los padres y el papel de las familias en muchas de nuestras presencias, que a veces desemboca en asociaciones reconocidas inspectorial y nacional­mente.


[21]

Implicación gradual de los seglares

La implicación de los seglares en el espíritu salesiano es un camino gradual hacia la comunión. La mayoría de las veces comienza en un encuentro más o menos casual con san Juan Bosco y su obra. Surgen así una serie de actitudes que van de la simpa­tía, nacida en el primer contacto con san Juan Bosco y con el ambiente y el estilo salesiano, al interés por conocer mejor su carisma; de la asunción de los valores y forma de vida de los salesianos a la comunión en el espíritu por el descubrimiento de una vocación.

Así se camina hacia el descubrimiento "vocacional" por parte de muchos seglares: una llamada a vivir los valores de la laicidad en la voca­ción cristiana y salesiana; un ofrecimiento de tiempo, fuerzas y habilidades para la misión.


[22]

Participación de los seglares en la misión

También la participación en la misión salesiana se presenta como una realidad variada, gradual y progresiva: va de la simple pre­sencia por obligación —de quien presta un servicio, ofrece su preparación profesional y nada más o porque es de la parroquia salesiana— a ­la colaboración por motivos de trabajo o por opción libre y a la corresponsabilidad de quien asume con nosotros la mis­ión.

El camino de la implicación lleva a la comunión en el espíritu, y el de la corresponsabilidad hace compartir la misión salesiana. Comunión y participa­ción, implicación y corresponsabilidad son las dos caras de la misma medalla.


[23]

Variedad de seglares

Al compartir la misión juvenil y popular, los sale­sianos entran de hecho en relación con una variada gama de colaboradores: católicos conscientes de su identidad, católicos de práctica religiosa más o menos constante; cristianos no católicos; miembros de otras religiones; adheridos a grupos religiosos, incluso cristianos, de tendencia fundamentali­sta; seglares agnósticos o indiferentes en tema de religión.

No son pocos, en todas las partes del mundo, los seglares que comparten el trabajo por los jóvenes en cuanto miembros de un grupo de la Familia Salesiana.

Todos ellos, por su amor a los jóvenes y a san Juan Bosco, forman parte, a sabiendas o sin saberlo, de un “vasto movimiento de personas que, de diferentes formas, trabajan por la salvación de la juventud”.15


[24]

Compromiso de los jóvenes

En toda nuestra Congregación aparece cada vez más claro un amplio panorama del compromiso juvenil, que pone de manifiesto nuevas sen­sibilidades y perspecti­vas prometedoras. Esta nueva estación de implicación juvenil en la misión salesiana comienza por el descubrimiento de la anima­ción, vivida como actualización, en términos modernos, de una intuición de san Juan Bo­sco según la cual los jóvenes deben ser misioneros de los jóvenes.

Actualmente son muchos los jóvenes que trabajan con los SDB en los oratorios y centros juveniles, en las escuelas y colegios, en las comu­nidades eclesiales, en las parroquias y en las misiones. Son catequi­stas, animadores de grupos, delegados de clase o responsables de diversas iniciativas pastorales, culturales, artísticas, musicales y litúrgicas.

Muchas Inspectorías han invertido tiempo y medios para formar a los jóvenes. Las escuelas y cursillos de animadores juveniles, las formas de coordinación en el ámbito local, inspectorial y nacional, los comités y organizaciones juveniles, los equipos de pastoral juvenil, ciertas publicaciones como instrumentos de unión, los encuentros anua­les y las fiestas de jóvenes son iniciativas que han surgido y crecen en muchas zonas del mundo salesiano.

[25]

Significativa aportación de la mujer

Los nuevos frentes de la misión salesiana y el gradual descubrimiento del valor de la feminidad, la apertura de la comunidad a la zona y a la Iglesia local, así como la disminución del perso­nal salesiano en nuestras obras, han abierto muchos espacios educa­tivos y pastorales a la mujer en la misión salesiana. El nuevo clima posconciliar ha llevado, pues, gradualmente a una may­or implicaci­ón de la mujer en las obras y actividades salesianas.

La presencia de la mujer en nuestros ambientes educati­vos tradicionales, particularmente en las escuelas y colegios, por no hablar de las par­roquias y oratorios, y en los más recientes lugares educativos y pa­storales, incluso con cargos de gran responsabi­lidad, ha enriquecido la actuación práctica del Sistema Preventivo; ha creado un clima afectivamente más natural y sereno con los rasgos específicos de la feminidad en su sensibilidad, relación y modos de pensar y de hacer.

Sin embargo, camina con lentitud la asimilación de los valores de la complementarie­dad y reciprocidad femenina.

En esta comprensión, una ayuda significativa nos la dan las Hijas María Auxiliadora, ya que en no pocos contextos se viven desde hace tiempo algunas formas de compartir la pastoral, respetando lo específico de cada uno.


[26]

Voluntariado

La realidad del voluntariado está muy extendida entre jóvenes y a­dultos, y es de gran actualidad en este momento histórico. En nuestra Congregación, en la Iglesia y en la sociedad se ve como un nue­vo estilo de "apertura al otro". Es un modo concreto y privilegiado de encontrar seglares formados y motivados. Es un reto que el laicado —cristiano y no cristiano— lanza contra las injusticias y los egoísmos dominantes.

Las modalidades de realización del voluntariado son varias:

en la propia nación o inspectoría, o en el extranjero;

a corto o largo plazo (desde un período de un mes por lo menos, hasta varios años),

en proyectos aprobados y financiados por instituciones públicas o en otros, patrocinados por organismos privados: comunidades, inspectorías, instituciones locales, organizaciones no gubernamentales, etc.


El voluntariado es muchas veces un fruto vocacional signifi­cativo y una confirmación del camino educativo seguido por los jóvenes con los SDB y de la propuesta de apertura al prójimo hecha por la pastoral juvenil.

Los jóvenes animadores se muestran sensibles y solidarios con el mundo de la pobreza y de la marginación juvenil: necesitados en general, chicos de la calle, menores de edad en situación de riesgo, drogadictos.

La disponibilidad para el servicio lleva a diversas formas de voluntariado y a otras opciones de vida exigentes. La creatividad y el ímpetu juvenil en este campo nos interpelan y estimulan a ir más allá de las experiencias consolidadas.

El voluntariado juvenil requiere a veces que el joven viva en la comunidad salesiana. Las experiencias en este campo son generalmente positivas. No pocos jóvenes han elegido la vida salesiana tras un período de contacto directo con la co­munidad salesiana y con su misión.

En los últimos años, muchas de nuestras comunidades han vivido experien­cias de actividad en zonas misioneras con jóvenes ani­madores. Al hacer su revisión, se ha visto que los primeros be­neficiados son los jóvenes enviados.

En algunos contextos existe también, por objeción de conciencia, un servicio alternativo del militar: se trata de un compromiso juvenil bien definido en el tiempo, gratuito, especialmente en favor de los jóvenes, como servicio social o como servicio educativo.


[27]

Gestión seglar y proyecto inspectorial

Las inspectorías cumplen su misión con actividades y obras animadas, ordinariamente, por una comunidad salesiana local.

Sin embargo, en los últimos años no pocas inspectorías, tras madura reflexión, han confiado algunas actividades u obras a la gestión seglar dentro del proyecto y responsabi­lidad inspectorial. También se han aceptado en el pro­yecto y responsabilidad inspectorial algunas actividades u obras educativas surgidas de modo autónomo y llevadas por seglares.

En algunas de ellas hay comunidad salesiana, en otras no.

En ciertos casos la relación entre SDB y seglares ha adoptado formas jurídicamen­te reconocidas:

la cogestión: indica un tipo de participación, regulada por contrato, donde los seglares y los religiosos se ponen en el mismo nivel de responsabilidad;

la tutela: es un caso particular de cogestión: la responsabilidad de la organización y gestión, así como la pedagógica y didáctica, la asumen por completo los seglares; los salesianos salen garan­tes, ante la Iglesia local, del carácter católico y sale­siano de la escuela.


[28]

Motivos de estas opciones

Los motivos que han llevado a ciertas inspectorías a estas opciones son muchos:

la nueva eclesiología de comunión, que reconoce y valora la dignidad, vocación y misión del seglar cristiano;

la disponibilidad de seglares preparados a tomar parte en la misión de san Juan Bosco con responsabilidad directa;

la necesidad de llevar el carisma de san Juan Bosco a una zona determinada;

la urgencia de los problemas juveniles en un determinado lugar;

la petición de las Iglesias locales o de instituciones educativas o no educati­vas;

la voluntad de no cerrar una actividad u obra, válida y bien considerada, por falta de personal salesiano que la pueda llevar adelante.


[29]

Exigencias de formación y de organización

Estas situaciones han provocado nuevas necesidades de formación, para que los seglares puedan garantizar la identidad salesiana de una obra o actividad y ayudar a los salesianos a reconocer la implicación­ de los seglares en el espíritu y la misión de san Juan Bosco.

Como es obvio, tales situaciones requieren nuevos modelos de organización; los ordinarios, aunque siguen respondiendo a muchas cir­cunstancias concretas, ya no cubren toda la actividad sa­lesiana.

La misma comunidad salesiana debe buscar criterios adecuados para garantizar la identidad carismática de obras llevadas por seglares y preparar nuevas orientaciones de acción.



1.2. Resistencias y dificultades en la relación


Junto a las muchas señales de crecimiento positivo en la relación de los SDB con los seglares, los capítulos inspectoriales no ocultan la persistencia de dificultades y pro­blemas.


[30]

Dificultades de los salesianos y de las comunidades

Las comunidades no siempre tienen la debida flexibilidad para a­coger los estímulos y novedades que llegan de los seglares.

En algunos casos puede prevalecer una actitud de defensa. Entonces los seglares tienen la sensación de que se frena su celo apostólico.

En otros, la comunidad, en su conjunto, no logra entablar relaciones significativas con los seglares.

La misma disponibilidad para acompañarlos y animarlos encuentra difi­cultades por la escasez numérica de los SDB, absorbidos con frecuencia por quehaceres de organización y adminis­tración y, sobre todo, porque todo esto podría poner en peligro el carácter significativo de la comunidad salesiana.

En las dificultades de relación de los SDB con los seglares también hablan algunos capítulos inspectoriales de las dife­rencias de horizonte cultural y de niveles de vida: una percepción diversa de los valores que viven la comunidad salesiana y los seg­lares en sus familias, las condiciones socioeconó­micas, especialmente en las naciones en vías de desarrollo, y los niveles sociales considerablemente distintos.


[31]

Dificultades que predominan entre los seglares

Algunas dificultades de relación sentidas por los seglares hay que atri­buirlas a divergencias en el modo de interpretar el hecho educativo, al poco conocimiento de la vida consagrada y a carencias en su forma­ción pedagógica y didáctica.

A veces el tema económico crea, entre los SDB y los seglares, dificultades de diálogo, atención y escucha mutua, compro­metiendo así su participación en la misión.


[32]

Dificultades de los jóvenes

La relación entre los SDB y los jóvenes no siempre es ni rica ni profunda.

Los jóvenes querrían que los salesianos se ocuparan menos de la organiza­ción y tuvieran más tiempo y tranqulidad para estar con ellos y dirigirlos.

Los salesianos, por su parte, se lamentan a veces de que los jóvenes viven su compromiso como una simple experiencia en una especie de paréntesis; lo cual no es buen precedente para opciones más decisivas.

No obstante, muchas dificultades dependen también de que lo que esperan los salesianos no coincide con lo que los jóven­es dan o pueden dar.

A veces prevalecen las limitaciones propias de la con­dición juvenil: la volubilidad, la inconstancia y la movilidad típicas de sus años.


[33]

Lenta integración de la mujer

La integración de la mujer supone cambios en la cultura institucional y en la acción pastoral, incorpora nuevos aspectos y valores del mundo femenino y lleva a una nueva comprensión de la identidad masculina. Todo ello puede crear dificultades al sale­siano y a la mujer, llamados a trabajar en el mismo proyecto. Hay que ser consciente de que es un problema que no sólo tiene que ver con las ideas, sino también con la afectividad, la capacidad de relación y los hábitos. De todo ello se derivan consecuencias evidentes para la formación del salesia­no, así como para el estilo particular de la presencia femenina en nuestros ambientes.

Debemos reconocer que todavía no se ha hecho la debida reflexión sobre este asunto. La presencia femenina en nuestras obras es, a veces, más una consecuencia de situaciones culturales y sociales que de opciones bien pensadas y compartidas por todos.

También conviene subrayar que la presencia femenina en nuestras obras es, en ciertos casos, predominante, tanto entre los agentes de la educación y de la pastoral, como entre sus destinatarios. En algunos casos, su presencia preponderante podría terminar en una problemática "feminización" de la obra salesiana.


[34]

Problemas del voluntariado

Tampoco la experiencia del voluntariado está exenta de problemas.

Los más graves se dan en las naciones en vías de desarrollo, aunque también los hay, con connotaciones distintas, en las expe­riencias que se hacen en la propia nación.

Hay que decir, ante todo, que el voluntario no siempre vive una relación estrecha con la comunidad de procedencia; tampoco parece suficiente la comunica­ción entre la comunidad que lo envía y la que lo acoge, tanto en la etapa de prepara­ción como en la experiencia y en el regreso.

Particularmente importantes son los problemas que se le plantean al voluntario cuando regresa a casa:

a) problemas jurídico‑económicos: puesto de trabajo y seguridad social, aspecto sanitario, etc. El voluntario encuentra a menudo dif­icultad para encontrar trabajo, sobre todo si se trata —como sería de desear— de algo que vaya de acuerdo con su experiencia y con las opciones fundamentales de su vi­da;

b) problema vocacional-apostólico: inserción en el proyecto educativo‑­pastoral local, inspectorial, eclesial. A veces la comunidad no es suficien­te­mente sensible a la riqueza cultura­l que el voluntario lleva consigo y quiere ofrecer al ambien­te adonde vuelve;

c) problemas psicológico-afectivos: acogida por parte de ­la comunidad, como expresión de aprecio de la experiencia que ha vivido y preocupación por su inserción en el ámbito familia­r, apostólico, laboral y en los grupos de volunta­riado, posi­blemente en conexión con la Familia Salesiana. También hay que prestar una atención especial a los vínculos afectivos y de amistad que el voluntario puede haber trabado en el lugar de su misión; también en esto necesita ser acompañado y ayudado por la comunidad.


1.3. La relación de SDB y seglares en algunas situaciones particulares


[35]

Contextos plurirreligiosos y pluriculturales

En diferentes partes y contextos del mundo salesiano hay un hecho que llama la atención: la presencia considerable de seglares de diversas culturas y credos en nuestra misión. Sobre todo en Asia y África, su presencia resulta a veces mayoritaria; pero es posible que su número aumente también en naciones tradicionalmente cristianas.

Lo que con frecuencia impresiona, en muchos de ellos, es la calidad de su aportación, su fuerte sentido de pertenencia y su estima y veneración por la figura de san Juan Bosco y la mis­ión salesiana.


[36]

Variedad de situaciones

Debemos reconocer que el panorama de esta presencia seglar pluricultural y plurirreligiosa es de lo más variado, no sólo por su origen cultural, étnico y lingüístico, sino también por su opción y carácter religioso: hay quien no cree, quien profesa alguna de las grandes religiones monoteístas y quien se adhiere a nuevos movimientos de inspiración oriental o posmoderna.

Entre los mismos cristianos, hay quien forma parte de otras confesiones y quien, considerándose cristiano, da su nombre a diversas sectas; algunos, por desgracia, se muestran indiferentes o incluso hostiles; por último, otros son personas de buena voluntad y respetan nuestra fe.

El pluralismo cultural y religioso contiene riquezas insospechadas y puede facilitar un intercambio de dones que beneficiaría a todos; pero también puede dar origen a un sincretismo fácil y ser causa de tensión, hostilidad e incluso violencia, como, por desgracia, sucede en la sociedad actual.


[37]

Hacia la unidad y la pertenencia

A pesar de todo, en el corazón humano hay un deseo de buscar la u­nidad en la diversidad, de llegar a convergencias, de caminar juntos. Entre nuestros colaboradores hay quien siente con fuerza tales aspiraciones y pide unirse más estrechamente a nosotros para compartir la misión juvenil.

En algunos late el deseo de sentirse de nuestra Fa­milia, pero les resulta difícil por la tensión que producen los diferentes modos de pensar, de vivir la propia vida y de darle un significado último.


[38]

Retos y respuestas

Tales situaciones y problemas plantean algunos interro­gantes:

¿Qué relación entablar entre los SDB y esos seg­lares?

¿Cómo hacer de la comunidad educativo-pastoral, del proyecto educativo-pastoral salesiano y de otras iniciativas un lugar de encuentro, crecimiento y enriquecimiento mutuo e instrumento de mayor eficacia para la misión juvenil?

¿Cómo asegurar la identidad salesiana de nuestras obras y actividades?

¿Cómo darles cabida en el Movimiento Salesiano?


Son interrogantes que constituyen un verdadero reto para las comunidades salesianas.




2. MODALIDADES OPERATIVAS DE LA COMUNIÓN Y PARTICIPACIÓN:

LA COMUNIDAD EDUCATIVO-PASTORAL (CEP)

Y EL PROYECTO EDUCATIVO-PASTORAL SALESIANO (PEPS)



2.1. El camino que se ha hecho


[39]

Un modelo operativo común

En la comunidad educativo-pastoral son particularmente intensas y visi­bles la comunión y la participación en el espíritu y en la misión­ de san Juan Bosco por parte de SDB y de seglares.

El modelo operativo que suele compartirse ya en todas partes y que parece el único válido y viable en las condiciones actuales, es el siguiente: Los salesianos como núcleo animador; implicación y corresponsabilidad de los seglares, y preparación de un proyecto posible y adecuado a los destinata­rios, a las fuerzas y al contexto.

Sin embargo, el papel efectivo de los salesianos en tal modelo es distinto. En no pocas obras logran ser núcleo; en otras van siendo una presencia de acom­pañamiento y garantía; en otras únicamente son un apoyo y orientación a distancia.16

Quiere decir que la misión no la realiza sólo la comunidad sale­siana; en ella participa un vasto movimiento de personas: “En nuestras obras formamos la comunidad educativa y pastoral. Ésta, en clima de familia, integra a jóvenes y adultos, padres y educadores, de modo que pueda convertirse en una experiencia de Iglesia, re­veladora del plan de Dios”.17


[40]

Problemas abiertos

Los capítulos inspectoriales han reafirmado el papel de la comu­nidad salesiana como núcleo animador de la comunidad educativo-pastoral18 y han comprobado positivamente el crecimiento de la conciencia comunitaria en tal sentido.

No obstante, los cambios actuales han producido ciertas novedades que dejan abiertos algunos problemas:

la animación de la comunidad educativo-pastoral ya no puede depender sólo de la co­munidad salesiana; requiere también la aportación seglar;

hay que seguir adelante en el camino de corresponsabilidad de toda la co­munidad salesiana en la animación de la comunidad educativo-pastoral y superar sus deficiencias cuantitativas y cualitativas;

conviene buscar las soluciones oportunas para que haya una relación institu­cional clara entre la comunidad salesiana y la participación seglar en las decisiones de la comunidad educativo-pastoral, particularmente entre el Consejo local de la comunidad salesiana y los órganos de corresponsa­bilidad en la comunidad educativo-pastoral;

hay que ver cómo la comunidad salesiana puede ser núcleo animador en obras que tienen un convenio con algún organismo público, así como en asociacio­nes que cuentan con un reconocimiento jurídico civil y poseen estatutos y Consejos de administración propios.



[41]

Camino de la comunidad educativo-pastoral (CEP)

La realización, aunque sólo sea inicial, de la comunidad educativo-pastoral, ha producido resultados positivos: se ha compartido más el trabajo de los salesianos; las funciones y tareas propiamente lai­cales han adquirido más claridad; los mismos jóvenes se han beneficiado del enriquecimiento de la presencia educa­tiva.

También ha mejorado la articulación de los diversos organismos y con­sejos, que facilitan una participación más activa y mayor integració­n de los seglares. Su corresponsabilidad y participación crece, sobre todo en los centros juveniles, asociaciones y grupos de intereses varios.

Ello se debe al crecimiento del sentido de pertenencia a la comunidad educativo-pastoral y de la participación en la educación por parte de sus diversos componentes.

En algunos contextos, la presencia de personas de otros credos religiosos no parece ser un obstáculo grave al proceso educativo; al contrario, a veces enriquece la comunidad educativo-pastoral.


[42]

El proyecto educativo-pastoral (PEPS):

mediación de la misión

Desde el XXI Capítulo General se reconoce que el proyecto educativo-pastoral salesiano es imprescindible para cumplir la misión salesiana. En todas las latitudes y culturas, cada vez se entienden mejor los proyectos educativo-pasto­rales como realización histórica de la mis­ión.

También es importante subrayar que los seglares han manifestado el deseo de implicarse más en la realización del proyecto educativo-pastoral salesiano.

La preparación, ejecución y revisión de dicho proyecto es una opor­tunidad para formar la mentalidad de vivir y trabajar juntos.

Las comunidades educativo-pastorales que han hecho el proyecto educativo-pastoral salesiano lo viven ahora como criterio y guía de una acción compartida, como control de su acción, como instrumento operativo de animación y como espacio privilegiado para la formación permanen­te de SDB y seglares.


[43]

Formarse actuando

La actuación del nuevo modelo operativo ha hecho comprender la necesidad de actualización y de mayor competencia profesional; pero también se ha visto que el primero y mejor modo de formarse y formar en el compartir y en la corresponsabilidad es el buen funcionamiento de la comunidad educativo-pastoral.

Cuando la realización ha sido como debía ser, se ha visto la ori­ginalidad y fecundidad de la formación recíproca.

En algunas comunidades se ha ido más allá: se han organizado reuniones de carácter exclusivamente formativo y se han puesto en marcha experiencias de implicación en iniciativas de tipo religioso (retiros, celebracio­nes, oración) para todos los miem­bros de la comunidad educativa.


2.2. Dificultades de realización


[44]

No es fácil la puesta en marcha

Al poner en marcha la comunidad educativo-pastoral ha habido dificultades por parte de los SDB y por parte seglar; a veces se han debido a la legislación civil y a la escasa comprensión de las relaciones entre comunidad religiosa salesiana y comunidad educativa.

No obstante, hay que señalar que las relaciones entre ambas comunidades sufren también los efectos de los cambios que tienen lugar en el interior de de la comunidad religiosa: la disminución numérica de salesianos, sus cada vez mayores frentes de intervención, los ritmos de vida, la edad, la salud...

Las experiencias actuales, por tanto, no son iguales: las hay po­sitivas y de vanguardia; otras caminan despacio y con resistencias.


[45]

Malestar entre los consagrados

La maduración posconciliar de la vocación laical plantea interrogantes sobre la identidad del SDB en cuanto consagrado.

En algunos se notan sensibilidades preocupantes:

a veces el SDB puede sentirse con doble personalidad: consagrado en la vida comunitaria y seglar en el trabajo profesional, sin nada que le diferencie de los seglares;

algunos opinan que el seglar puede hacer todo o casi todo lo que hacía y hace el consagrado, sin perder su carácter de seglar;

otros piensan que el bien que hacen como consagrados en una co­munidad que les limita, lo podrían hacer con más eficacia como seglares comprometidos;

por último, sigue habiendo actitudes de clericalismo, que se manifiestan en la dificultad de pensar en clave de comunidad edu­cativa, o en la resistencia a confiar a los seglares tareas de decisión y coordinación.


Por lo demás, tampoco faltan seglares que no se sienten a gusto con los SDB, pues a veces éstos, más que consagrados, parecen empresarios o gestores que sólo se interesan por la eficacia...

¡Nos preguntamos si no hemos anulado todas las diferencias! Se requiere, pues, un equilibrio más maduro.

Si, por un lado, en el descubrimiento actual de la vocación seglar puede haber una reacción contra la presunta superioridad de los con­sagrados —como más competentes y responsables en la educación y únicos portadores del carisma—, por otro la insistencia en la vocación del seglar debe poner de relieve también la identidad del consagrado como fuerza dinámica específica para la educación y para la animación de la comunidad educativo-pastoral.


[46]

Comunicación e implicación

La situación actual de las comunidades educativo-pastorales pone de manifiesto la insuficiencia de la comunicación, de la implicación y de la corresponsabi­lidad plena.

La apertura recíproca entre SDB y seglares se reduce, a veces, a una comunicación interpersonal que no encuentra el apoyo de una comunica­ción institucionalizada en la comunidad educativo-pastoral.

Esta situación hace disminuir la corresponsabilidad, cuando se hace el pro­yecto, y la asunción personal, por parte de todos —SDB ­y seglares—, de las consecuencias de los programas concretos.

Todavía no se ha logrado implicar a todos los miembros de la comunidad educativo-pastoral, valorar­ bien las posibilidades y aptitudes de los seglares ni hacerlos corresponsables de la educación y formación cristiana.

Tampoco los Cooperadores y demás seglares de la Familia Salesiana que trabajan en obras han encontrado todavía en la comunidad educativo-pastoral una integración adecuada a su vocación salesiana.


[47]

Falta de proyecto educativo-pastoral salesiano

Todavía no existe en todas las obras salesianas el proyecto educativo-pastoral salesiano.

Su falta es un obstáculo para que SDB y seglares compartan el mismo camino.

A veces lo hace un solo miembro de la co­munidad.

Entonces corre peligro de quedarse en simple documento teórico, poco conocido por los seglares y por cuantos forman la comunidad educativo-pastoral No será punto de convergencia y confrontación en la labor de cada día.

Hay, además, comunidades salesianas a las que les cuesta asu­mir plenamente su papel de centro de comunión y participación. En tales casos, el proyecto educativo-pastoral no se lleva adelante de modo sistemático, y la pastoral sólo se ve como labor de los SDB o de los animadores pastorales y no como tarea de toda la comunidad educativa.



3. FORMAS DE COMUNIÓN, PARTICIPACIÓN Y PERTENENCIA:

LA FAMILIA SALESIANA Y EL MOVIMIENTO SALESIANO


[48]

La Familia Salesiana

San Juan Bosco, “además de la Sociedad de San Francisco de Sales, fundó el I­nstituto de Hijas de María Auxiliadora y la Asociación de Cooperadores Salesianos”.19 Estos grupos y otros que nacieron más tarde forman la Familia Sale­siana.20

La unidad de la Familia Salesiana crece por la comprensión de la misión común a partir de la vocación específica de cada uno.

El camino posconciliar nos trae una valiosa herencia de metas alcanzadas: la publicación de los documentos oficiales de cada rama de la Familia Salesiana con miras a la animación y vida de las asociaciones; el documento Identidad de la Comunió­n; la participa­ción de algunos seglares en el XXIV Capítulo General, signo visible y profético de un itinerario de formación que debemos seguir juntos.

Sin embargo, no todos han asimilado el cambio de mentalidad para reconocer la responsabilidad común en la misión juvenil, incluso porque no siempre se ha hecho el discernimiento vocacional en los diferentes grupos prestando atención al papel del seglar cristiano.

Existen aún ámbitos en los que cierto paternalismo debilita la autonomía de los seglares, y la escasa formación compromete la cor­responsabilidad en la misión.


[49]

El Movimiento Salesiano

Sería un empobrecimiento y una simplificación excesiva reducir a la sola Familia Salesiana el área de influencia de la persona y del mensaje de san Juan Bosco.

Desde el principio de la Obra Salesiana se creó en torno a nuestro Fundador un vasto movimiento21 de personas y grupos, hombres y mujeres, de las más variadas condiciones de vida. En la historia, el Movimiento se ha distinguido por una convergencia espiritual y por compartir el objetivo de la educación, con tal amplitud que su implicación llega incluso a quien está fuera del horizonte cristiano.

El modelo de Valdocco ha superado los límites de una cultura y una tierra; el objetivo de formar "buenos cristianos y ciudadanos honrados" se ha extendido a todo el mundo. Hoy la presencia sa­lesiana se encarna en los más variados contextos, incluso en los que tienen un planteamiento pluricultural y plurirreligioso, y logra una amplia gama de colaboraciones.

Utilizando imágenes que ayuden a comprender esto, po­dríamos decir que lo mismo que todo eco pertenece a una voz, todo flujo de agua a su manantial y toda rama a su raíz, y que todo círculo, incluso el más lejano e imperceptible, es concéntrico al impulso inicial, lo mismo sucede con quienes “trabajan por la salvación de la juv­entud” en nombre de san Juan Bosco.

El Movimiento Salesiano no es una realidad con una organizaci­ón precisa; es, sobre todo, una conciencia, un espíritu, una movilización, una pertenencia afectiva y efectiva con vistas al bien de los jóv­enes.

Aunque no siempre ni los SDB ni la Familia Salesiana tienen conciencia de la riqueza y amplitud de la irradiación del cari­sma de san Juan Bosco, tales valores los advierten muy bien quienes desean ser implicados en los procesos de la educación.

Hay dos indicadores más claros:

a. el voluntariado juvenil y social, entendido como ofrecimiento de tiempo, entrega y compromiso, soporte y servicio a la pastoral y a la promoción humana;

b. el diálogo y la implicación educativa que tiene lugar en todos los con­tinentes con diversa intensidad cultural y religiosa, en un proceso interactivo de intercambio de dones y de ecumenismo.


[50]

En este amplio contexto de Movimiento Salesiano se inserta la multiforme realidad de los Amigos de Don Bosco: simpatizantes, admiradores, bienhechores, colaboradores, asesores técnicos, creyentes y no creyentes, no cristianos.22 Aunque con diversos matices, presentan la siguiente identidad:

demuestran una actitud de simpatía por san Juan Bo­sco, su espíritu y su misión;

le profesan afecto;

quieren colaborar, de diversos modos, en iniciativas de bien, compartiendo así la misión salesiana.


Se reconoce que los Amigos de Don Bosco forman parte de un mo­vimiento más amplio que la realidad actual de la Familia Salesiana. Su inserción en el espíritu y en la misión de san Juan Bosco varía, con las más diversas gradaciones y actitudes, según la imagen de los círculos concéntricos: para unos se trata de una implicación directa, para otros de participación indirecta.


[51]

A partir del centenario de 1988 y del XXIII Capítulo General, los SDB, la Familia Salesiana y el Movimiento Salesiano comparten un auténtico camino de comunión y participación.

Los jóvenes son su parte más sensible y la que mejor responde: aceptan de buena gana ponerse en movimiento para vivir la opción salesiana al servi­cio de los jóvenes.

Aunque no en todas las inspectorías se han logrado los mismos objetivos ni se comparte igualmente, la verdad es que en todas partes se ha procurado entablar con los SDB una nueva modalidad de encuentro, capaz de producir resultados vocacionales y de abrir con los jóvenes nuevas fronteras hacia los lejanos e indiferentes, como respuesta a las nuevas demandas y a los nuevos retos.


El Movimiento Juvenil Salesiano ha obtenido reconoci­miento oficial de la Santa Sede: participa en las reuniones del "Consejo de Seglares".

Es un movimiento de carácter educativo que se brinda a todo joven que tenga espíritu misionero.

Los más sensibles saben que son portadores de un patri­monio precioso para la Congregación, y piden que se les ayude a descubrir su proyecto de vida y a elegir un camino que robustezca su espiritualidad y testimonio.

El alma del Movimiento Juvenil Salesiano no es la organización, sino la espiritu­alidad juvenil salesiana: tal es el punto de encuentro de todos los grupos.

La espiritualidad requiere, por tanto, un esfuerzo constante de formaci­ón. Hay que prestar una atención particular a la orientación vocacional de los jóvenes, de modo que se inserten en el mundo eclesial y social con opciones y compromisos que respondan a los problemas del mundo actual.

NOTAS A PIE DE PÁGINA. 1ª Parte, cap. 2º



CAPÍTULO TERCERO


PERSPECTIVAS


[52]

Del contexto del mundo actual, de la Iglesia y de la situación relacional entre SDB y seglares surgen algunas perspectivas que necesitan un fundamento doctrinal que oriente nuestra acción, como apertura significati­va hacia un futuro de novedad y de fecundidad cari­smática.



1. EXTENDER LA IMPLICACIÓN EN EL ESPÍRITU Y EN LA MISIÓN


[53]

Nuestra misión requiere hoy la convocación de todas las fuerzas de la Familia Salesiana y del vasto movimiento de personas que giran en torno a san Juan Bosco, para afrontar estratégicamente el actual momento sociocultural y religioso, de valor pluriforme, con un servicio adecuado en el contexto de la comunidad civil local y de la Iglesia particular, lugares ordinarios de la acción e­ducativa.

La relación entre SDB y seglares favorece el crecimiento del religioso como signo profético de la novedad del Reino: su consagración da tes­timonio de la supremacía de Dios y celebra el amor del Padre en el corazón del hombre y en la historia.

Dicha relación produce en el salesiano un cambio de mentalidad y le abre a un nuevo estilo de comunión y pa­rticipación.

De los salesianos dicen los seglares que desearían sentirlos más cercanos, más solícitos en la animación y coordi­nación y más atentos a su acompañamien­to.

Los jóvenes piden con insistencia que el salesiano los inicie en los problemas de la vida y los abra a la zona y a la Iglesia local, asociándolos a su misión con espacios de corresponsabilidad.

También la presencia de la mujer ayuda a los salesianos, no sólo a entender el universo femenino, sino también a vivir una relación educativa más plena: el hombre y la mujer hacen que el joven —él y ella— descubra su identidad personal y acepte como enriquecedor lo que tiene de específico para ofrecerlo como don en la recipro­cidad.

Los salesianos jóvenes reciben un apoyo más eficaz cuan­do, desde la formación inicial, se les orienta a experiencias de cola­boración con seglares, tanto en el terreno práctico, como en la confección del proyecto educativo-pastoral.



2. FOMENTAR UN NUEVO ESTILO DE COMUNIÓN Y CORRESPON­SABILIDAD


[54]

El hecho de estar juntos en algunos momentos importantes y de dar más cabida al encuentro y a la participación robustece el espíritu de familia, favorece la reciprocidad e intensifica la colaboración.

Se impone, pues, un nuevo estilo de comunicación, si queremos ser eficaces ante retos tan complejos como la inculturación, los nue­vos contextos y la condición juvenil.

La apertura al diálogo, a lo nuevo, a la riqueza y dones de nuestr­os colaboradores aumentará la capacidad de dar nuevas respuestas.

Este estilo nuevo estimula al seglar a asumir responsabilidades en la misión. El compromiso lleva, sobre todo entre los jóvenes, a hacer un discernimiento vocacional y a optar por la vida de consagración.

Gracias a tales estímulos, el salesiano comprende que es signo de la supremacía de Dios en la vida, profecía del Reino, testigo­ de comunión, agente de salvación entre los jóvenes y guí­a de vida espiritual.

Ya lo decía don Egidio Viganò al convocar el XXIV Capítulo General: “Afron­tar el tema de los seglares significa hablar a la comunidad salesiana de sí misma, de plantear de nuevo sus servicios y tareas y de su modo de ser y obrar... El testimonio de fidelidad al do­n de Dios, recibido y encarnado por una comunidad más at­enta a las exigencias y a la corresponsabilidad de los seglares, compromete en la vertiente de la identidad: la supremacía de la espiritualidad”.23



3. PROMOVER UN CAMINO DE FORMACIÓN EN COMÚN


[55]

La misión, la inculturación, el diálogo y la comunicación exigen un nuevo estilo de formación, para afrontar el contexto que nos rodea, responder a los jóvenes y ser corresponsables con los seglares en la misión.

Lo primero que piden los seglares es que se haga un plan de formación con vistas a su preparación espiritual y carismática.

En segundo lugar dicen que la formación en la comunión y participa­ción debería hacerse en común.

Juntos se ha de afrontar la condición juvenil, que ha cambiado; juntos se va a los amplios contextos plurirreligiosos y pluriculturales; ju­ntos se vive la fecundidad de la comunidad educativo-pastoral y la eficacia del proyecto educativo-pastoral; ju­ntos se buscan espacios nuevos, tales como el voluntaria­do u otras expe­riencias significativas.

Cada vez es también mayor la convicción de que el campo del trabajo cotidiano es lugar del crecimiento auténtico: la red de relaciones que se entablan en una comunidad educativo-pastoral viva y operante es lugar de intensa formación permanente, que abarca los aspectos humanos, pedagógicos y salesianos. Estas relaci­ones transmiten mensajes, capacitan para nuevos lenguajes, favorecen una escucha más atenta del mundo y la cultura juvenil, espe­cialmente cuando la comunidad educativo-pastoral cultiva el protagonismo de los jóvenes.



[56]

Sensibles a los retos que llegan de nuestro mundo, particularmente del mundo juvenil, y a la luz de los dones de Dios y de la vo­cación que hemos recibido, somos conscientes de nuestras limitaciones; por eso rezamos:



Con corazón humilde te confesamos,

Padre,


nuestra incapacidad para acoger los retos del mundo juvenil,

la fragilidad de una fe que no se atreve a esperar,

la tibieza de una pasión que ya no impulsa a buscar vías nuevas,

los innumerables temores

que obstaculizan el intercambio de nuestros dones,

el cansancio, las omisiones y otras muchas pobrezas.


A pesar de todo,

Padre,

con confianza de hijos y celebrando el poder de tu gracia,

nos atrevemos a pedirte:


fe más madura,

amor a los jóvenes,

audacia apostólica,

renovada creatividad,

optimismo salesiano,

voluntad de comunión

y una caridad paciente.


Amén.


NOTAS A PIE DE PÁGINA: 1ª parte, cap. 3º


1

. Giovanni Bosco, Memorie dell'Oratorio di San Francesco di Sales dal 1815 al 1855, editadas por el ISS, Fonti, Serie I, 5 (Roma, LAS 1992, págs. 135-137 pássim)

2. Cf. MO I, 429

3. E. Viganò, ACG 350, pág. 14

4. cf. Informe del Vicario del Rector Mayor, núm. 297

5. XXI CG, 178

6. ACG 349, pág. 5

7. En 1989, la Asamblea General de la ONU aprobó la Convención Internacio­nal de los Derechos del Niño y del Adolescente (persona da 0 a 18 años), consolidando la doctrina de la protección plena de la población infantil y juvenil.

‑ En 1990, en Tailandia, el PNUD, el Banco Mundial, la UNESCO y la UNICEF celebraron la Conferencia Mundial sobre "Educación para todos", de donde salió un "Plan Mundial de Acción para satisfacer las necesidades fundamentales del aprendizaje".

‑ El año 1992, en Río de Janeiro, la Conferencia Mundial sobre el Ambien­te introdujo en la agenda de la humanidad el concepto de desarrollo armónico con las exigencias ambientales, que cada vez influirá más en la relación del hombre con el ambiente.

‑ El año 1993, el Congreso Mundial sobre los Derechos Humanos, celebrado en Viena, puso la libertad, el respeto y la dignidad de la persona humana, como criterio fundamental para justificar cualquier medida en el campo económico, social y político.

‑ En 1994, el Año internacional de la Familia dio im­portantes indicaciones en el campo de los derechos económicos, sociales y culturales de la familia.

La Conferencia Mundial sobre Población y Desarrollo, de El Cairo, en coherencia con el Congreso de Viena, reafirmó la integridad de la persona humana ante el Estado, en materia de política demográ­fica.

‑ El año 1995, la Conferencia cumbre sobre el Desarrollo Social, que tuvo lugar en Copenhague, debatió cuestiones sobre el desempleo y la marginación social, formulando por vez primera medidas sociales de carácter global.

En Pekín, la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer tomó la decisión de seguir profundizando esta clase de cuestiones, haciendo hincapié en la valoración del trabajo femenino.

‑ Para 1996 está prevista, en Estambul, la Conferencia Hábitat II, que estudiará los asentamientos humanos, cuestión funda­mental para concretar los derechos sociales y mejorar la calidad de vida en el planeta para el próximo siglo.

8. VC 54

9. Ibídem

10. Ibídem

11.

La preocupación por una nueva evangelización es general. Además de los documentos pontificios citados, en los últimos años se ha manifestado en importantes asambleas de carácter continental. La de los Obispos de Europa: "Somos testigos de Cristo que nos ha liberado" (1992); la cuarta Conferencia General del Episcopado Latinoamericano de Santo Domingo sobre el tema "Nueva Evangelización, Promoción Humana, Cultura Cristiana ‑ Jesucristo ayer, hoy y siempre" (octubre de 1992), y la Asamblea especial del Sínodo de los Obispos para África (La Iglesia en África y su misión evangelizadora camino del año 2000 "Seréis mis testigos") en abril de 1994.

Actualmente se preparan un Sínodo de los Obispos para Asia y otro para las Américas.

12. Gaudium et spes 1

13. Recordamos los encuentros del Papa con los jóvenes de todo el mundo: Roma 1985, Buenos Aires 1987, Santiago de Compostela 1989, Czestochowa 1991, Denver 1993, Manila 1995.

También nuestras "Confrontaciones de Jóvenes" han sido expresión de la propuesta educativa a los grupos y han dado incremento y conciencia al MJS.

14. El horizonte de la misión salesiana ha caracterizado la re­flexión del posconcilio en la Congregación.

En el Capítulo General Especial (1971), la Congregación reconsidera su carisma y la misión salesiana a la luz de la enseñanza del Concilio Vaticano II.

El XXI Capítulo General (1978): la reflexión sobre la evangelización, inspirada en la exhortación apostólica "Evangelii nuntiandi", señaló a la comu­nidad salesiana evangelizada, alcanzada y renovada por el Evangelio, como la comunidad evangelizadora y animadora de otras fuerzas apostólicas, convocadas con miras a un verdadero compartir la misión sa­lesiana.

El XXII Capítulo General (1984), al final de una reflexión que había durado cerca de 15 años, dio a la Congregación el texto definitivo de las Constitucio­nes renovadas.

El XXIII Capítulo General (1990), en vista de los retos lanzados por la situación de los jóvenes en los diferentes contextos culturales, sociales y reli­giosos del mundo, especialmente en la fe, trazó un itinerario para educar a los jóvenes en la fe.

15. Const. 5

16. Cf. Informe del Vicario del Rector Mayor, núm. 250

17. Const. 47

18. Cf. Const. 47 y Reglam. 5

19

. Const. 5

20. Cf. Ibídem

21. Cf. Const. 5; Identidad de la Comunió­n, 32

22. Cf. E. Viganò, ACG 350, pág. 6

23. ACG 350, págs. 22‑23