CG28|es|Inspectoría San Lucas, de Venezuela

03/03/2020

BUENAS NOCHES CG28

INSPECTORÍA SAN LUCAS, DE VENEZUELA



Mensaje para las Buenas Noches

1.- Compartimos nuestras alegrías. Somos una provincia con 144 SDB y 4 novicios; el 68 % somos venezolanos de nacimiento, y el 28 % lo conforma los hermanos que en su juventud llegaron como misioneros de España e Italia, para la fecha con un promedio de 50 años de estadía en Venezuela. Los otros hermanos provienen de Vietnam, Siria, Polonia, Congo y Madagascar. Nuestra edad promedio es de 55 años; contamos con 41 SDB jóvenes en la formación inicial; es de notar que en los últimos años hemos tenido una disminución en la cantidad de vocaciones y un repunte en la perseverancia vocacional.

Somos una Inspectoría con una gran variedad de servicios. Conformamos 22 comunidades, con varias obras que gestionamos con los Laicos y algunas obras confiadas a algún grupo de la Familia Salesiana. Nuestras Presencias apostólicas hacen vida en sectores muy populares del país; allí desarrollamos servicios educativos pastorales en parroquias, escuelas, centros de capacitación para jóvenes desescolarizados, centros juveniles y oratorios.

Una expresión fuerte de nuestra inspectoría es la Presencia misionera entre los pueblos indígenas del Estado Amazonas (Yanomami; Huottüja o Piaroas; Hiwi o Guajibos): hay cuatro comunidades que allí desarrollan la pastoral propia de esta opción. También tenemos una Presencia en el Estado Zulia donde atendemos una población indígena aunque más criollizada (Wayú o Guajiros).

Junto a esas Presencias misioneras, hay dos programas que los Salesianos de Venezuela llevamos con mucha satisfacción, en respuesta a los retos de la opción preferencial: se trata de la Red de Centros de capacitación Juventud y Trabajo, para la juventud desescolarizada; y la Red de Casas Don Bosco para niños y adolescentes en alto riesgo. Estas obras se han convertido en punta de lanza para nuestra misión salesiana entre los más pobres. 

En cuanto a Juventud y Trabajo, aunque ha disminuido el número de jóvenes que atendemos a causa de la complicada situación del país, sigue siendo una respuesta a la juventud que dejó los estudios o que trabaja en modo calificado. Son más de 3000 los jóvenes que son atendidos, que de no estar en nuestros Centros, serían presa fácil para la delincuencia y el desempleo. Por su parte, la Red de Casas Don Bosco se ha mantenido en los números de atención a niños y adolescentes; actualmente tiene un nuevo impulso gracias a la solidaridad de proyectos financiados desde el exterior.

2.- Compartimos nuestras preocupaciones por la situación que vivimos en el país, demasiado compleja. Para comprender algo del presente tan nefasto que estamos enfrentando, necesitamos remontarnos a mediados del siglo pasado. Desde sus inicios en 1953, nuestra práctica democrática no fue del todo educada para la participación ciudadana. El ejercicio de elecciones para la alternabilidad en el gobierno estuvo viciado con la corrupción y por los halagos de promesas de ocasión; nos faltó desde el inicio una certera formación en la participación política, con la veeduría y la corresponsabilidad propias del buen ciudadano.

La riqueza natural que Dios regaló a nuestra tierra con el potencial del petróleo y la variada minería de tan alta calidad en nuestro subsuelo (oro, hierro, coltán, torio), paradójicamente lo convertimos en un factor de progresivo empobrecimiento; dedicados con esmero a las tareas en el campo geológico, fuimos descuidando el agro, la producción textil y nuestro gran potencial turístico; las micro empresas de origen privado que podían surgir desde esos rubros alternativos, fueron acosadas por los grandes intereses económicos –nosotros llamamos “roscas”- viciados por supuesto por el mal social que también nos aqueja en Venezuela, la corrupción.

La situación económica está muy complicada. El bum petrolero de los años 70 no fue optimizado para el beneficio de toda la población y sus requerimientos de desarrollo sostenible. Entre nosotros hay unos índices financieros que en cualquier cálculo inteligente no encuentran cabida. Como ejemplo de referencia, baste citar le caso de nuestro salario mínimo mensual: $usa 3,71; si se añade el bono alimenticio por dádiva del régimen, asciende a $usa 6,71 mensual.

Las consecuencias socio económicas son fáciles de comprender: el empobrecimiento progresivo de un pueblo, que siendo rico en valores, con una identidad cultural muy valiosa en torno a la familia, con esmero en el trabajo y en variados artes, con un particular sentido del humor caribeño, nos encontramos ahora en una situación de enajenación. Nos sentimos ajenos a nosotros mismos: es como un destierro porque sin salir del espacio geográfico, estamos viviendo fuera de nuestra cultura. Se pueden comprender así la implosión social que vivimos, con el fenómeno migratorio que nos afecta, como a los países de destino, en especial nuestros países vecinos y hermanos en América Latina.

En ese contexto socio económico y cultural tan complejo, el ejercicio político de los partidos también se fue debilitando, hasta que llegó un momento en el que se le quitó su verdadera importancia en el devenir nacional. Ese debilitamiento político, fue utilizado por la ideología del llamado “Socialismo del siglo XXI” que desde 1998 se vino atornillando en nuestras instancias de gobierno, con una pretendida revolución que se ha convertido en modo de opresión, empeorado por las prácticas criminales de quienes actualmente usurpan el poder y el gobierno del país.

- La Vida Consagrada en Venezuela está dando un claro testimonio de profecía por su presencia de caridad, especialmente en los campos de la educación, de la salud, con el acompañamiento pastoral en medio de las comunidades pobres. Respetando los carismas y las variadas formas de respuesta a los retos de la nueva evangelización, creo poder decir que la Vida Consagrada en Venezuela se ha ido conformando en un testimonio corporativo de fidelidad a Cristo en medio de los retos sociales y pastorales tan desafiantes. Los religiosos que se han tenido que ir del País, ha sido por causa de salud, no por descontento vocacional o por abandono de la misión confiada. Con el liderazgo de la Conferencia Episcopal, los Consagrados en Venezuela estamos dando pasos sinodales –caminando juntos- en la construcción de la Venezuela según el Reino de Dios.

3.- Compartimos lo que más nos desafía. En estos tiempos difíciles la fuerza de nuestra fidelidad es el foco desafiante que nos despierta del letargo y del desánimo que quiere cundir. Se nos llama a ser testigos de la esperanza, sembradores pacientes de una democracia solidaria desde el evangelio de Cristo el Buen Pastor, con la pedagogía y la espiritualidad de san Juan Bosco, que en sus coordenadas vivió desafíos semejantes y dio respuesta preventiva a sus jóvenes y a la sociedad de transición hacia la nueva República que surgía.

Enfrentamos desafíos de primera mano, como son la atención primaria al hambre, al desabastecimiento de alimentos y de medicinas; en el campo de la educación formal, es un desafío poder mantener la calidad en los diversos actores –estudiantes y docentes- de todos niveles de estudio; el mantenimiento de las estructuras es otro serio problema. La problemática es tan compleja, que por momentos pareciera nublar lo que en verdad sí es el desafío más importante: la transformación de un pueblo según Dios. Del desorden social, del desánimo, de la anarquía, de la práctica de la corrupción, a la práctica consolidada de la solidaridad, con un desarrollo socio económico sostenible, en el ejercicio de la justicia y la democracia.

4.- Enfatizamos alguna de nuestras buenas prácticas. La situación tan estrecha nos ha despertado la solidaridad y la paciencia del bien; estamos aprendiendo formas de colaboración interinstitucionales, con acciones desarrolladas en alianzas corporativas; esto se vive entre las familias, entre los vecinos, entre grupos civiles organizados, entre las Congregaciones. Es una escuela el aprender a ofrecernos acciones solidarias que activen la responsabilidad, porque de lo contrario corremos el riesgo de darle paso a un pueblo dedicado a la mendicidad. Estamos aprendido a darle calidad a los servicios de la opción por los más necesitados: ollas solidarias, ahorros cooperativos, farmacias vecinales, asistencias legales, entre otras.

Su oración, sus aportes y sus sugerencias son todas bienvenidas para seguir dando los mejores servicios que Dios espera de nosotros en esa porción de Dios: Venezuela. Buena noche.