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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL

DE LA SOCIEDAD SALESIANA DE SAN JUAN BOSCO

N: 333 - año LXXImayo 1990


XXIII CAPÍTULO GENERAL

DE LA SOCIEDAD

DE SAN FRANCISCO DE SALES

Roma, 9 de marzo - 5 de mayo de 1990




DOCUMENTO CAPITULAR:

EDUCAR

A LOS JÓVENES

EN LA FE


DISPOSICIONES

ORIENTACIONES

ANEXOS






EDITORIAL CCS

MADRID











© 1990 Editorial CCS, Alcalá, 164 / 28028 Madrid


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ISBN: 84-7043-580-9

Depósito legal: M-28563-1990

Fotocomposición: FER Fotocomposición, S. A.

Imprime: Gráficas Don Bosco. Arganda (Madrid)


ÍNDICE GENERAL

núm. pág.

Abreviaturas y siglas 4

PRESENTACIÓN DEL RECTOR MAYOR....5


DOCUMENTO CAPITULAR

«EDUCAR A LOS JÓVENES EN LA FE, TAREA Y RETO PARA LA COMUNIDAD SALESIANA HOY»


Introducción 1-14 12


Primera parte

LA REALIDAD JUVENIL, RETO PARA LA COMUNIDAD SALESIANA

  1. Contextos en que viven las comunidades salesianas 15-44 18

  2. Situación de la juventud45-6326

  3. Los jóvenes ante la fe 64-7432

  4. Retos más urgentes75-8835


Segunda parte

EL CAMINO DE FE

  1. La comunidad ante los retos89-9341

  2. El camino de educación en la fe94-15743

Al encuentro de Dios en el joven94-9643

Punto de partida97-10044

La propuesta de vida cristiana101-11145

Áreas de atención48

  1. Meta global 112-115 48

  2. Cuatro grandes áreas116-119 49

  • Hacia la madurez humana 120-129 51

  • Hacia un encuentro auténtico con Jesucristo 130-139 55

  • Hacia una intensa pertenencia eclesial 140-14858

  • Hacia un compromiso por el Reino 149-15761

3.Espiritualidad juvenil salesiana 158-18064

Preámbulo 158-16064

Presentación sintética 16166

1. Espiritualidad de lo cotidiano 162-16467

  1. Espiritualidad de la alegría y el optimismo 165-16668

  2. Espiritualidad de la amistad con Jesucristo el Señor 167-16869

  3. Espiritualidad de comunión eclesial. 169-17769

  4. Espiritualidad de servicio responsable 178-18073

4. Algunos núcleos más importantes de la

educación en la fe 181-21475

  1. Formación de la conciencia 182-19175

  2. Educación en el amor 192-20278

  3. Dimensión social de la caridad 203-21480


Tercera parte

COMPROMISOS OPERATIVOS DE LA COMUNIDAD

Preámbulo215-218 86

1.DISPOSICIONES CAPITULARES 88

1.1. Testimonio de una comunidad que

se renueva continuamente 219-224 88

  1. La comunidad salesiana se inserta en el contexto

y en el mundo juvenil con nueva calidad pastoral225-231 89

  1. La comunidad salesiana, animadora de la

comunidad educativa y de la familia salesiana 232-238 91

  1. La comunidad desarrolla una pastoral orgánica239-246 92

  2. La comunidad salesiana presta una atención

particular a la orientación vocacional 247-253 93

  1. La comunidad desarrolla una nueva

forma de comunicación 254-260 95


2.ORIENTACIONES OPERATIVAS PARA SITUACIONES PARTICULARES 261-299 97

  1. Ambientes de amplia acogida 262-26697

  2. Ambientes de educación sistemática 267-27398

  3. El grupo juvenil 274-28399

  4. Trato personal con el joven 284-289100

  5. Comunidades para jóvenes en dificultad 290-294101

  6. Grandes concentraciones juveniles 295-299102


Conclusión 300 103


DISPOSICIONES SOBRE TEXTOS LEGISLATIVOS Y OTRAS ORIENTACIONES


1Modificaciones o añadiduras al texto de las Constituciones 107

2Una modificación en el texto de los Reglamentos Generales109

3 Interpretaciones prácticas de textos de las Constituciones

o de los Reglamentos109

  1. Disposiciones sobre grupos de inspectorías 109

  1. Orientación operativa para la presencia salesiana en África110


ANEXOS

  1. Mensaje de S.S. Juan Pablo II en la inauguración

del XXIII Capítulo General 112

  1. Saludo del cardenal Juan Jerónimo Hamer114

  2. Discurso del Rector Mayor al inaugurar el XXIII Capítulo General117

4.Palabras de homenaje del Rector Mayor al Santo Padre125

  1. Discurso de S.S. Juan Pablo II a los capitulares

en su visita del 1 de mayo126

  1. Saludo a las Hijas de María Auxiliadora,

miembros del XIX Capítulo General de su Instituto129

  1. El XXIII Capítulo General a los

Cooperadores y Cooperadoras salesianos130

  1. El XXIII Capítulo General a los Antiguos Alumnos/as salesianos 132

  2. Discurso del Rector Mayor en la

clausura del XXIII Capítulo General134

  1. Carta a los jóvenes 144

  2. Crónica del XXIII Capítulo General 149

  3. Relación de participantes en el XXIII Capítulo General161


ÍNDICE DE MATERIAS166




ABREVIATURAS Y SIGLAS



Abreviaturas

art.artículo

can.canon

cap.capítulo

cf.confróntese

núm.número

o.c.obra citada

pág.página

v.véase


Siglas de documentos eclesiales


AAApostolicam Actuositatem

ChLChristifideles Laici

DdbDocumento de base (para un catecismo universal, edic. italiana)

DVDei Verbum

ENEvangelii Nuntiandi

GSGaudium et Spes

JPJuvenum Patris

LGLumen Gentium

MCMarialis Cultus

RHRedemptor Hominis


Siglas de fuentes salesianas


ACGActas del Consejo General

ACSActas del Consejo Superior (hasta 1984)

CGCapítulo General

CGECapítulo General Especial (ó XX)

Const.Constituciones

FSDBFormación de los Salesianos de Don Bosco (Ratio)

MBMemorie Biografiche di san Giovanni Bosco *

MBeMemorias Biográficas de san Juan Bosco, versión española

RVAReglamento de Vida Apostólica

Reglam.Reglamentos Generales

SDBSalesianos de Don Bosco

VDBVoluntarias de Don Bosco


* La traducción está hecha directamente del Documento capitular italiano. Indicamos en cada caso la paginación de la versión española.

PRESENTACIÓN


Queridos hermanos:

Comenzamos un nuevo sexenio. Lo hacemos llenos le confianza en el Señor, persuadidos de que el XXIII Capítulo General ha sido para nosotros una gracia de su Espíritu. Él nos guiará en el camino que vamos a recorrer. La actitud que debe cultivar todo hermano, y cada comunidad, será aquella de la que dio un testimonio eminente el nuevo beato, Felipe Rinaldi, según vimos en la circular de primeros de año (ACG 332, enero-marzo 1990).


1. Actas del XXIII Capítulo General


Os presento las 'actas' del XXIII Capítulo General. Contienen un material muy rico, que orientará nuestra vida y actividad apostólica.

En ellas se ha recogido la documentación oficial del quehacer capitular, o sea: el documento acerca de la educación de los jóvenes en la fe, los cambios o añadiduras a las Constituciones y Reglamentos, algunas interpretaciones prácticas de textos de la Regla, disposiciones relativas a grupos de inspectorías, una orientación operativa para nuestra presencia en África, una breve crónica del acontecimiento capitular, y la 'Carta a los jóvenes', pedida al Rector Mayor por la Asamblea.

Encontraréis, asimismo, varios discursos y saludos iniciales, particularmente los tan ricos en sugerencias del Santo Padre y de S. Em. el cardenal Prefecto de la Congregación de Institutos de Vida Consagrada.

Este valioso material representa también el fruto de un largo trabajo de preparación, empezado el mes de agosto de 1988 con la convocatoria del Capítulo (ACG 327) y realizado con un esfuerzo ampliamente comunitario, pues los capítulos inspectoriales produjeron interesantes aportaciones, de las que la Comi­sión precapitular hizo una radiografía fiel y orgánica, presentando una estimulante síntesis que pudiera servir para redactar un posible texto capitular y abundancia de oportunas reflexiones. En el trabajo de los capitulares han influido también dos volúmenes con, respectivamente, el 'Informe del Rector Mayor' sobre el sexenio 1984-1990 y las 'Estadísticas' generales de la Congregación. Ambos ofrecen un panorama concreto y razonado de nuestra realidad y de sus progresos, expectativas, problemas y posibilidades.


2. Documento capitular


La asamblea capitular, en dos meses de intenso intercambio, supo formular conclusiones válidas. Partió de la diversidad de contextos en que actúan nuestras comunidades, analizando la complejidad de la condición juvenil, interpretando la actitud de los jóvenes ante la fe e individuando los retos universal-mente más significativos. A las múltiples interpelaciones respondió ofreciendo un camino de educación inspirado en la vivencia pedagógico-pastoral de san Juan Bosco. Para garantizar su actuación, individuó asimismo algunas opciones concretas encaminadas a la práctica.

Creo que será útil subrayar algunos aspectos que son como el armazón de todo. Tomarlos en cuenta facilitará la recta interpretación del documento y promoverá la aplicación de sus disposiciones y orientaciones.


2.1 Es importante, en primer lugar, tener presente que el camino para educar a los jóvenes en la fe se mueve en el ámbito de la nueva evangelización (cf. ACG 331). Esto incluye varias exigencias. El requisito de fondo es poner, como objetivo, la autenticidad de la fe, su interiorización y la credibilidad de quien la profesa, a fin de saber interpretar las novedades de los signos de los tiempos y afrontar los retos de La irrelevancia, de la lejanía y de la multiplicidad de mensajes y propuestas. El Santo Padre nos dijo que la educación de los jóvenes en la fe «es una de las grandes cuestiones de la nueva evangelización; es justo que busquéis hoy caminos adecuados y lenguajes idóneos, con plena fidelidad a vuestro carisma y a toda la enseñanza de la Iglesia» (Discurso al Capítulo General, núm. 3).

El documento no se detiene a examinar cada una de nuestras instituciones, cosa ya hecha por capítulos anteriores, abriendo incluso camino a nuevas iniciativas. El aspecto prioritario que quiere evidenciar como urgencia más sentida es, propiamente, nuestra capacidad de adecuarnos, doquiera estemos ahora o después, a las interpelaciones de la cultura emergente y a los desafíos de los contextos reales. Urge encender en los jóvenes un vivo deseo de la fe cristiana y, una vez encendido, acompañarlos paso a paso hasta la plenitud de la vida en el Espíritu.

La nueva evangelización nos pide concretamente una nueva educación, sobre la que debemos reflexionar con fidelidad a los orígenes. Toda la preocupación del texto se dirige a la calidad de nuestra acción educativa. Su clave de lectura es la propuesta de un camino pedagógico impregnado de Evangelio.

Lo cual significa dedicarse a un crecimiento progresivo de la fe hasta su maduración, y no sólo una siembra, una propuesta ocasional o algún que otro gesto o rito tradicional. El camino señalado por el documento requiere no sólo trabajo de siembra, sino también constancia y pericia en el cultivo y serio esfuerzo para llevarlo adelante; es decir, requiere una pedagogía de la santidad verdaderamente original.


2.2El sujeto responsable, para nosotros imprescindible si queremos acompañar a los jóvenes en el camino de la fe, es la comunidad, Inspectorial y local. El documento no se demora en la naturaleza y estructura de la comunidad salesiana, ya afrontadas con profundidad anteriormente, sino en su calidad y credibilidad. La comunidad debe ser visiblemente signo y escuela de fe viva. Si no responde a esta exigencia, el documento capitular se quedará en papel de biblioteca, pues el camino propuesto arranca de la fe explícita de la comunidad, para propagarse y crecer en la fe de los jóvenes: «de la fe a la fe» (cf. Comentario del Rector Mayor al aguinaldo de 1990).

La comunidad salesiana es el primer sujeto de todo, el hilo conductor que une las diversas partes del texto: vive con intensidad gozosa el seguimiento de Cris­to, confiesa su misterio mediante el testimonio consagrado, sintoniza y escruta atentamente el contexto donde actúa, descubre en él las semillas de Evange­lio, interpreta los deseos de fe, intuye los pasos que hay que dar en el camino, lo recorre y lo verifica continuamente a la luz de la palabra de Dios.

El primer destinatario del documento es, por tanto, la comunidad; a ella se dirige el XXIII Capítulo General para encomendarle su realización.


2.3EL XXIII Capítulo General fundamenta la credibilidad de la comunidad en su metodología salesiana para educar a los jóvenes en la fe sobre dos pilares característicos y complementarios: la espiritualidad y la pedagogía. Se trata de dos dinamismos en los que converge el sistema preventivo que nos transmitió san Juan Bosco «como modo de vivir y trabajar, para comunicar el Evangelio y salvar a los jóvenes con ellos y por medio de ellos. Este sistema informa nuestras relaciones con Dios, el trato personal con los demás y la vida de comunidad, en la práctica de una caridad que sabe hacerse amar» (Const. 20). Don Bosco nos dejó un patrimonio rico y original donde inspirarnos. Pensemos en la descripción del espíritu salesiano hecha en el segundo capítulo de las Constituciones. Dicho espíritu constituye el alma de nuestro estilo de convivencia con los jóvenes y de nuestro avanzar con ellos por el camino de fe. El Papa nos habló de espiritualidad en su mensaje inicial y en el discurso del uno de mayo. «Espiritualidad —decía en el último— significa participación viva en la potencia del Espíritu Santo... Los jóvenes deben tener conciencia de la vida nueva recibida en el sacramento del Bautismo y llevada a plenitud en la Confirma­ción», y saber que de ella procede la fuerza de síntesis personal entre fe y vida que es posible a quien cultiva en sí mismo el don del Espíritu (núm. 5).Nuestra espiritualidad se distingue por ser pedagógica. La calidad pastoral de la comunidad se mide por su evangelizar educando. Se trata de saber cultivar pacientemente la semilla depositada en el corazón de los jóvenes, incluso cuando la han sembrado otros. La comunidad entera está llamada a seguir con atención a los jóvenes en diálogo de fe, más allá del simple cumplimiento de obligaciones institucionales; aquí no hay clichés que puedan repetirse; es preciso intensificar la capacidad de animar, implicar y corresponsabilizar, o sea, de educar.


2.4 Pero es imposible que la comunidad ofrezca y desarrolle la fe de los jóvenes si no vive, de forma activa y actualizada, la comunión de orientaciones e iniciativas propias de la Iglesia.

Entre las prioridades propuestas por el concilio Vaticano II y varios sínodos posteriores, figura la animación de los seglares. El documento capitular habla de ello con miras a la educación de los jóvenes en la fe. Lo subraya el Rector Mayor en el discurso final, diciendo que esa labor nos obliga a colocarnos de hecho en las fronteras de la nueva evangelización y de la nueva educación (cf. Christifideles laici).

Las disposiciones del Capítulo nos indican dos espacios precisos en este tipo de animación e implicación: la comunidad educativo-pastoral y la familia salesiana. En ambos actúan no pocos seglares con quehaceres, formas y posibilidades distintas.

El XXIII Capítulo General pide a la comunidad, en cada uno de sus niveles —local, inspectorial y mundial—, que cultive durante los próximos seis años esta área de animación, en favor de los jóvenes. Con tal fin, indica tareas concretas a las casas y a las inspectorías, y sugiere al Rector Mayor con su Consejo que «ofrezca elementos y líneas para un 'proyecto seglares' en nuestra Congregación».


2.5 El documento propone, asimismo, como medio imprescindible para crecer en la espiritualidad y competencia pedagógica y en la animación de los se­glares, la formación permanente.

La primera disposición capitular se refiere precisamente a la necesidad de saber progresar en esta tarea renovadora. «Durante el próximo sexenio —dispone— la Congregación asumirá como compromiso prioritario la formación y cualificación continua de los salesianos. Cuidará especialmente la interioridad apostólica, que es a la vez caridad pastoral y capacidad pedagógica» (núm. 221).

La formación permanente está llamada a poner, una vez más, en el centro a la comunidad, pues se trata de obtener «el testimonio de una comunidad que se renueva continuamente». La comunidad es el sujeto privilegiado de nuestro crecimiento cualitativo gracias a su testimonio cotidiano, mediante la corres­ponsabilidad y el discernimiento, con la participación activa en la comunión de la Iglesia local y con la fidelidad dinámica al Fundador, venciendo los diferentes peligros del sutil genericismo, individuado como peligro actual en la verificación sobre la vida de las comunidades (cf. Informe del Rector Mayor, 291-298) y que constituye un aspecto de nuestra superficialidad espiritual.


3. El acontecimiento del XXIII Capítulo General


Todo capítulo general debería ser, según las Constituciones, «el principal signo de unidad de la Congregación dentro de su diversidad» (art. 146); es decir, debería tener un significado vital que fuera mucho más allá de sus documentos.

El XXIII Capítulo General lo ha sido indudablemente, aun teniendo en cuenta que todo acontecimiento humano lleva consigo aspectos menos positivos y deficiencias.

En este Capítulo hemos de subrayar dos signos extraordinarios de peculiar dimensión eclesial: la solemne beatificación del tercer sucesor de san Juan Bosco, Felipe Rinaldi, en la plaza de San Pedro abarrotada de fieles, y la intervención personal del Santo Padre Juan Pablo II con el mensaje inicial y con su histórica visita a la sede misma del Capítulo.


También ha habido otros muchos aspectos fuertemente positivos: la alegría en la vida de familia de todos los capitulares, los intercambios de las variadísimas experiencias (¡las famosas 'buenas noches'!), la sintonía de todos con el espíritu del Fundador, la creciente conciencia de la importancia de nuestra comunión mundial, la sensibilidad y respeto hacia las diversidades culturales, la sensación mutuamente confesada de vivir una hora especial de gracia, la altura de intenciones, promovida desde el principio por el retiro espiritual bajo la guía de nuestro benemérito obispo hondureño, monseñor Óscar Rodríguez, y el hecho de haber sido un capítulo ordinario de nueva factura.

El XXIII Capítulo General ha sido de verdad «signo de la unidad de la Congregación»; los capitulares han llevado su promesa de vitalidad a todas las inspectorías como peculiar don de esta visita del Espíritu Santo. Podemos afirmar que, por medio de este Capítulo, «toda la Sociedad, dejándose guiar por el Espíritu del Señor, [se ha esforzado] por conocer en [este] momento de la historia, la voluntad de Dios, para servir mejor a la Iglesia» (Const. 146).


4. Labor del sexenio


Os invito, pues, queridos hermanos, a estudiar y poner en práctica cuanto nos propone el XXIII Capítulo General para ser misioneros de los jóvenes.

La aplicación de sus disposiciones y orientaciones nos llevará a primera fila entre los obreros de la viña: sea porque la Iglesia está buscando precisamente un método pastoral adecuado a los tiempos nuevos, sea porque mira con prioridad a la nueva evangelización de los jóvenes, como os decía al comentar el aguinaldo de este año. Habrá que ver después si somos capaces de ir tan adelante... Es lo que deseamos a jóvenes y ancianos, sanos y enfermos, a fin de que todos aportemos tesoros de éxito según la medida de la gracia que el Señor da a cada uno de muchos modos diferentes.

El secreto para llegar está en el testimonio de la interioridad apostólica, que mediante su gracia de unidad nos hace pastores y pedagogos: pedagogos, por ser pastores de los jóvenes; y pastores, por ser educadores cristianos.

Terminaba yo el informe del sexenio 1984-1990 «subrayando cuál es la condición de fondo más urgente para nuestra actividad salesiana. Se formula -—escribí— con una palabra que es para nosotros un reclamo: espiritualidad» (pág. 272). Efectivamente, dicen las Constituciones: «Como Don Bosco, estamos llamados, todos y en todas las ocasiones, a ser educadores de la fe. Nuestra ciencia más eminente es, por tanto, conocer a Jesucristo, y nuestra alegría más íntima, revelar a todos las riquezas insondables de su misterio» (art. 34).

Pidamos a María Auxiliadora, estrella de la evange­lización, que nos ayude a sumergirnos cada vez más en el misterio de Cristo, hermano y Señor, a fin de que, con él a nuestro lado, no caminemos en tinieblas, sino que tengamos, para nosotros y para los jóvenes, la luz de la vida.


Roma,

fiesta de la Santísima Trinidad,

10 de junio de 1990

Egidio Viganó

Rector Mayor





DOCUMENTO CAPITULAR





Educar

a los jóvenes en la fe,

tarea y reto para

la comunidad salesiana

hoy



INTRODUCCIÓN


La Congregación Salesiana


1La Congregación Salesiana, guiada por el Espíritu Santo y fiel al carisma de su Fundador, ha realizado en estos años un proceso de renovación y definición de su propia identidad.

Ahora queremos repasar, a grandes rasgos, la historia que nos ha llevado de la misión salesiana al camino de educación en la fe, pues la labor educativo-pastoral de la Congregación no es una serie de acontecimientos y acciones que se deslizan unos tras otros sin sentido ni conexión, sino que es el conjunto de vivencias que, animados por el Espíritu de Dios, hemos tenido en la historia de la salvación.


solidaria con el mundo y su historia


2Nuestra misión de educadores nos hace íntimamente solidarios con el mundo y su historia (cf. Const. 7), pues educar quiere decir participar con amor en el crecimiento de las personas y en la construcción de su futuro.

Afrontamos esta historia a la luz del plan de salvación, guiados por la sabiduría de la Iglesia, que es su signo e instrumento.

Las actuales tendencias del mundo subrayan la función central de la persona en todos los problemas que marcan las vicisitudes humanas. «Somos testigos del nacimiento de un nuevo humanismo, donde el hombre queda definido principalmente por la responsabilidad para con sus hermanos y ante la historia» (GS 55). Por consiguiente, la educación de la persona es urgente y prioritaria en este contexto.


en el corazón de la Iglesia


3La Iglesia, guiada por el Espíritu, captó en el Concilio Vaticano II, los signos de los tiempos; recuperó la conciencia de su ser misterio; renovó su comunión interna y planteó su presencia en el mundo de cara a la misión. Como experta en humanidad, se sintió de nuevo llamada a educar y acompañar al hombre. Diversos documentos y asambleas autorizadas ofrecieron orientaciones prácticas para realizar todo esto.

Desde entonces han madurado muchas cosas en la conciencia y en la vida de los fieles.


al servicio de la nueva evangelización


4En los últimos años se ha hecho urgente la necesidad de una nueva evangelización: «nueva en su ardor, en su método y en sus expresiones» (Juan Pablo II, AAS 75, 1983, pág. 778). Ésta halla su razón en las inéditas situaciones eclesiales, sociales, económicas, políticas y culturales que se caracterizan por un creciente y acelerado proceso de cambio y por el acumularse de cuestiones que interpelan la responsabilidad de todos.

Así pues, es nuevo el contexto; nuevos son también sus objetivos generales: se trata de renovar el entramado humano de la sociedad, aceptando dar nueva vida, ante todo, al espíritu evangélico en las comunidades eclesiales.

La nueva evangelización se dirige a la persona, «centro y cumbre de todo lo que existe en la tierra» (ChL 37). Es consciente, sin embargo, dé que el respeto a la persona exige solidaridad incluso en el ámbito mundial. Alma y sustento de esta solidaridad es la caridad. Así, la persona y la sociedad se transforman gracias a una cultura nueva, más atenta a la totalidad de las necesidades del ser humano que a las exigencias de la moral individual.


a partir de la misión (XX Capítulo General)


5Nuestra Congregación se ha movido solidaria con el mundo (cf. Const. 7) y en comunión con la Iglesia .cf. Const. 6), llevando su pequeña historia al gran carril del camino de la humanidad. El Capítulo General Especial centró su atención en nuestra misión específica, e indicó dos condiciones realizarla: primera, dejarse guiar por el Espíritu para entender bien el carisma del Fundador, participar intensamente en la vida de la Iglesia y captar las señales emitidas por los jóvenes en la historia del mundo, cuya levadura escondida es el Espíritu Santo; segunda, estar dispuestos a realizar con confianza nuevos éxodos y opciones, ya que la juventud nunca aceptaría una actitud de miedo ante la vida, de sospecha frente a la nueva cultura o de escaso entusiasmo ante los grandes quehaceres que se perfilaban.


asumida por la comunidad con un proyecto (XXI Capítulo General)


6Seis años más tarde, los salesianos captaban todo esto mucho mejor. El XXI Capítulo General se propuso entonces ser más concreto y operativo indicando sus consecuencias. Descubría una feliz coincidencia entre las expectativas y nuestra misión, y, en la mi­sión evangelizadora, la característica fundamental de nuestra identidad.

Pero, ¿cómo evangelizar a los jóvenes?

El XXI Capítulo General se apoyaba en dos prioridades: la primera era la comunidad salesiana, sujeto de la misión y animadora de numerosas fuerzas apostólicas; y la segunda, un proyecto educativo-pastoral.

La comunidad se convertía en centro de comunión y participación; y el proyecto —es decir, el sistema preventivo bien entendido y actualizado— sería nuestro modo original de hacer real la evangelización de los jóvenes.


como consagración apostólica (XXII Capítulo General)


7El XXII Capítulo General llevó a término la elaboración de nuestra Regla de vida y reconoció definitivamente la indisoluble unidad que tienen para nosotros la misión apostólica, la vida comunitaria y la profesión de los consejos evangélicos (cf. Const. 3), haciendo de esta consagración apostólica una apasionada opción de Dios mediante el amor a los jóvenes, su hijos. Despertando en el corazón de éstos los sentimientos de filiación y la convicción de la presencia del Padre, el salesiano realiza su vivencia radical del Evangelio.


Nuevos retos


8 Esta lectura de la historia salesiana, inspirada en una comunión profunda con la Iglesia y en la solidaridad con el mundo de los jóvenes, especialmente de los más pobres, nos ha hecho mirar a éstos con concreción y amor. Su modo de ser y de vivir nos ha planteado interrogantes urgentes e importantes:

  • ¿Qué es hoy Dios para ellos? ¿Cómo influye la fe en su vida?

  • ¿Cómo realizar nuestra misión de educadores en la fe en estos tiempos nuevos y en las nuevas situaciones?

Estos interrogantes han movido nuestra reflexión, enriquecida con los mensajes procedentes de los acontecimientos y celebraciones juveniles del año centenario. Los jóvenes se muestran sensibles a los valores de una nueva propuesta de vida, que en san Juan Bosco tiene un maestro capaz de ofrecerles «una educación nueva, simultáneamente creativa y fiel» (JP 13).

Nació entonces con naturalidad, y se difundió, el deseo de hacer un camino de fe con ellos, a la luz de la pedagogía de la santidad juvenil salesiana.


captados en todas las inspectorías


9 Los capítulos inspectoriales, orientados y estimulados por esta sensibilidad, se movieron en un ámbito práctico: verificar la eficacia de la educación salesiana con miras a la vida de fe de los jóvenes. Las inquietantes preguntas que mandaron eran las de siempre; no obstante, bajo el acoso de la nueva época, se mostra­ban nuevas en su tono y en la exigencia de concreción:

¿Cómo hay que entender la fe en los ambientes donde ésta debe ser luz y sal? ¿Cómo referir la vida de fe a la existencia personal? ¿Qué significa hoy educar en la fe? ¿Cómo transmitir la fe y cómo acompañar los jóvenes hacia ella?


y respondidos por el XXIII Capítulo General


10Es preciso construir un camino a medida de los jóvenes, pensando en un tipo de hombre que sea capaz de vivir las exigencias de la fe en la historia actual. El proyecto alcanza así el punto deseado.

A partir de ahí se han individuado tres temas fundamentales, que han ocupado largamente la atención de los capitulares y en los que se articula la reflexión del XXIII Capítulo General: la situación de los jóvenes en sus propios ambientes, el camino de fe, y la espiritualidad juvenil salesiana.


inspirándose en la pedagogía del Padre


11La educación de los jóvenes en la fe se inspira en la acción de Dios. «Con próvida gradualidad fue descubriendo el misterio de su amor, llevando a los hombres, por medio de la historia y de la antigua alianza, hacia el encuentro con Cristo. Acudió en ayuda de los hombres mediante hechos y palabras que les fueran familiares, hablando a su pueblo según el género de cultura propio de las diversas situaciones históricas y mostrando su condescendencia, de la forma más elevada, en el Hijo hecho carne» (Ddb 15; cf. DV4. 7. 13).


testimoniada por el Hijo


12La venida de Jesucristo, el Señor, recoge toda la obra educativa del Padre. Es el Emmanuel, Dios con nosotros, y es reconocido por los suyos como rabí y maestro (cf. Jn 3, 2; 9, 2). Está dotado de una original autoridad de magisterio, es capaz de hacerlos reflexionar acerca de los acontecimientos humanos librándolos de los prejuicios corrientes, está atento a su formación y no duda en utilizar las formas más apropiadas de comunicación.

Jesús manifiesta, de modo convincente, la pedagogía del amor, tanto en la donación de sí mismo al otro, como sabiendo acoger y defender a los pequeños y a los pecadores y proponiendo a los jóvenes que vayan más allá de ciertas metas, por buenas que sean, y avancen hacia el camino exigente y más elevado del reino de Dios.

Obviamente, Cristo es mucho más que un educador genial; es el Hijo de Dios hecho hombre, el que da sentido pleno a todo lo que tiene importancia y valor humanos. Desde entonces, hacia él se dirige, como a su verdadero y definitivo «proyecto de hombre», la labor fundamental de la educación, que para ser completamente humana deberá ser verdaderamente cristiana.


difundida por el Espíritu Santo


13El Espíritu Santo renueva y difunde en la Iglesia esta sabiduría pedagógica. Es él quien nos conduce al descubrimiento de Cristo y de su Evangelio, a encontraren su originalidad el espíritu de nuestro Fundador, aceptar los clamores del mundo y a participar activamente en la vida de la Iglesia.

La Iglesia, experta en humanidad, es por lo mismo experta en educación. En ella todo se ordena al creci­miento del hombre. En su interior siempre han nacido y se han formado maestros, pastores y doctores, que encarnaron intensamente su amor al hombre y su capacidad educadora. Por su labor fecunda y mediante instituciones de inestimable valor humano y cultural, la historia de la Iglesia se identifica en buena medida con la historia de la educación de muchos pueblos.


para que los jóvenes tengan vida


14En este espacio de tan vasto aliento, en esta misión de posibilidades infinitas nos situamos los Salesianos tras las huellas de san Juan Bosco, convencidos de que lo que triunfa sobre el mundo (cf. Jn 5, 4) es la fe y de que «la gloria de Dios es el hombre viviente» S. Ireneo). A la vida de los jóvenes queremos dedicar nuestras energías, acogiendo la palabra del Señor: «He venido para tengan vida, y la tengan abundante» (Jn 10, 10).




Primera parte




LA REALIDAD

JUVENIL,

RETO PARA

LA COMUNIDAD

SALESIANA



1


CONTEXTOS EN QUE VIVEN

LAS COMUNIDADES SALESIANAS


La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros (Jn 1, 14).


Mirada pastoral a los contextos


15 Nuestras comunidades, puestas por la voluntad de Dios en un determinado ambiente humano, comprenden que tal es el lugar concreto donde se les pide estar su fe como testimonio creíble y anuncio vida.

Por ello procuran entender a fondo los contextos en que se hallan y compartir las esperanzas de la gente leyéndolos atentamente a la luz de la palabra de Dios. Advierten así, con mayor claridad, los interrogantes que hoy plantean a la fe la sociedad, y la cultura, y logran más fácilmente captar las condiciones en que se realiza el crecimiento humano y religioso de los jóvenes, así como las dificultades que hallan en su esfuerzo de madurar como cristianos.


16Nuestra reflexión sobre la educación de los jóvenes en la fe parte, pues, del ámbito de la cultura en que se vive, es decir, de los criterios de juicio, de los valores determinantes, de los puntos de interés, de las líneas de pensamiento y de los modelos de vida (cf. EN 19).

Nuestra reflexión es pastoral: quiere captar la relación que tienen dichos elementos con el designio de salvación que Dios encomendó a su Iglesia (cf. EN 19). Aprovecha con confianza la aportación de las ciencias competentes y se basa en análisis autorizados; pero no se propone ser exhaustiva: sólo subraya los aspectos que, individuados por nuestras comunidades, favorecen más el crecimiento de los jóvenes en la fe.


17La presentación de los diversos contextos ayuda a entender la complejidad de las situaciones en que deben trabajar las comunidades, y les hace comprender que tienen que tomaren seria consideración el propio contexto, si quieren hacer con los jóvenes un camino de fe.

Por otra parte no debemos olvidar que el mundo, a pesar de las diferencias a que se ha aludido, es cada vez más una aldea, especialmente a causa de los me­dios de comunicación social y de la facilidad de transporte. Tendencias culturales, modas y formas de vida se difunden simultáneamente más o menos por todas partes. Se perfila, pues, una época en la que habrá que abrirse a los diferentes contextos, captando sus problemas y solidarizándose con ellos.

Los tipos de contextos que vamos a examinar caracterizan determinadas áreas geográficas, pero en ninguna de ellas se encuentran en estado puro; al contrario, es fácil que se entrecrucen en una misma zona de la tierra, condicionándose y modificándose recíprocamente.

Los describimos en torno a cuatro puntos de referencia entre los que hay interacción mutua: el sistema sociopolítico y económico, algunas tendencias culturales, la religiosidad, y la situación juvenil.

Sera precisamente esta última la perspectiva desde la que se miran las otras tres.

Contextos donde abundan los bienes materiales


18Muchas comunidades trabajan en contextos que se distinguen por la abundancia de bienes materiales. En ellos los problemas de la comida, de la vivienda, del trabajo, de la instrucción y de la seguridad social parecen resueltos. Las personas, al tener garantizadas sus exigencias humanas primarias y facilitada la adquisición y ampliación de la cultura, disponen de los instrumentos necesarios para su desarrollo completo.

El sistema político, por su parte, tiende a asegurar un amplio margen de libertad y de participación en la vida pública. Las clases menos acomodadas pueden crecer mejor económica y socialmente. También el papel de la mujer es más reconocido y mejor valorizado en los diversos ámbitos de la vida social.

La tecnología impulsa constantemente hacia un mayor y derriba algunos condicionamientos de la libertad. Sin embargo, cuando la mentalidad tecnológica se asume sin sentido crítico, condiciona el modo de pensar y cualquier otra forma de acercamiento a la vida.

Lo privado parece dilatarse cada vez más, particularmente con referencia a la moral: se llega incluso a no aceptar ninguna injerencia de normas que vayan más allá de la simple reglamentación de la convivencia social.

Cuando la sociedad está fuertemente marcada por el afán de lucro, engendra pobrezas antiguas y nuevas. Se afirman, entonces, dentro del mismo contexto, consistentes minorías insatisfechas, y las naciones pobres sufren el peso de las consecuencias que producen las opciones señaladas por esta línea.

Todo ello no nos deja indiferentes, pues de hecho plasma un modo de ver la vida y la relación entre individuos y sociedades, que influye en todos, particularmente en los más jóvenes.


19La Iglesia es consciente de que cuantitativamente se en minoría y de que es cada vez más irrelevante ámbito de la cultura, a veces no sin cierta responsabilidad de los cristianos mismos.

Pero somos también testigos de que aumenta el número de personas capaces de vivir con intensidad y coherencia los valores evangélicos y de manifestar su pertenencia eclesial.

Están convencidas de que la Iglesia está llamada a ser signo e instrumento del salvación del hombre (cf. LG 1) y se comprometen seria y concretamente en proyectos de animación, solidaridad y promoción social.


20En tal contexto hallamos numerosas expresiones de religiosidad popular, que, consolidadas a lo largo de los siglos, han alcanzado niveles de piedad auténtica, están presentes en no pocas familias y pueden admirarse todavía en manifestaciones y lugares de culto característicos. Pero también se difunden fenómenos de nuevas formas de religiosidad y de sectas autónomas de inspiración teosófica neo oriental y neopagana.


21Por otro lado, hay jóvenes que actúan de forma consistente en lo social. Se comprometen en movimientos ecológicos y pacifistas, en la defensa y promoción de los derechos humanos, a menudo pagando personalmente las consecuencias de luchar contra las diversas formas de injusticia.

Si bien algunos, por falta de formación en el quehacer político, se distancian de los partidos, quizá los encontramos generosamente entregados a labores de voluntariado, capaces de comprometerse en la transformación de la sociedad.

Los jóvenes son, además, un componente importante y significativo de los movimientos eclesiales. Por otra parte, se les ofrecen amplias y hasta excesivas posibilidades de goce y de experiencias. Es fácil entonces caer en la tentación de buscar lo inmediato —acrecentando así la incapacidad de diferir la satisfacción de apetencias— y en una visión utilitaria, que entorpece la comprensión de valores tales como la gratuidad y el sacrificio. Todo ello es amplificado por la presión de los medios de comunicación.

En este clima social, no pocos se sienten acuciados a buscar nuevas experiencias, a vivir la sexualidad como mero placer, a refugiarse en la droga y el alcohol y a acudir a la violencia.


Contextos de empobrecimiento


22 Numerosas comunidades salesianas viven en sociedades estructuralmente precarias. Son sociedades en las que el empobrecimiento económico, político y cultural resulta incontenible debido a la convergencia de muchos factores, tales como la injusticia y la violencia institucionalizadas, la dependencia económica y la deuda exterior, que aumenta la distancia Norte y Sur.

Hay una masa de personas —con frecuencia, la mayor parte de la población— que aumenta cada vez cuando se produce cualquier crisis. Espera acceder a los bienes indispensables para vivir humanamente como personas, pero nunca lo logra. Bienes esenciales son los mínimos para sobrevivir y para la salud, la suficiencia económica, el trabajo, la instrucción básica, la cualificación profesional, la retribución justa del trabajo, el reconocimiento de los derechos elementales y la voz para defender las propias razones en la vida social.

Elemento determinante de una madura conciencia colectiva y de una conciencia cristiana formada es la convicción de que tal estado de cosas no sólo es provocado, sino que se mantiene y se agrava mediante factores estructurales, sobre todo de tipo económico, gestionados por fuerzas externas, con fuertes colaboraciones dentro de la realidad de los distintos países.


23El pueblo, en su dura vida diaria y en la sencillez de expresiones, conserva todavía y manifiesta el patrimonio de su cultura. Son valores ricos de humanidad, tales como la cordialidad, la acogida, la solidaridad, el sentido de la comunión y de la fiesta. Vive una religiosidad popular de intensa referencia a Dios; mantiene gestos de devoción y concepciones religio­sas fundamentales, aunque no siempre éstas logren impregnar la vida personal e impulsar a un serio y determinante compromiso social.


24Especialmente en áreas donde la población católica es mayoría, la Iglesia ha sido con frecuencia voz de los pobres, asumiendo sus aspiraciones de libertad y de liberación, en tutela de los derechos humanos. Por esta decidida opción preferente, se ha hecho conciencia crítica ante opciones políticas y económicas.

En estas difíciles situaciones, numerosas comuni­dades eclesiales son buena noticia vivida y expresión de una Iglesia que se compromete en la evangelización y en la edificación del Reino.

Pero también se multiplican y difunden sectas que instrumentalizan el sentimiento religioso natural de la gente.


25En estas naciones, gran parte de la población está formada por jóvenes, que sufren dichas extremas diferencias socioeconómicas y educativas, y ante las cuales reaccionan con distintas actitudes: de esperanza, de frustración o de rebelión, a veces violenta.

Impresiona profundamente comprobar el número de quienes no saben lo que es la juventud, porque pasan de una niñez de miseria a una vida prematura­mente adulta, marcada por la necesidad de trabajo, que de ordinario se vive con precariedad.


26A pesar de todo, es evidente y significativo el fenómeno de jóvenes que se comprometen y se asocian, tanto en el ámbito eclesial como en el social y político.


Contextos de otras religiones


27No son pocas las comunidades que actúan en ambientes fuertemente caracterizados por la presencia de antiguas y grandes religiones: hinduismo, budismo, confucianismo, islam y otras religiones tradicionales. Aunque son mutuas y profundas sus divergencias, sin embargo, cabe agruparlas bajo un denominador común: el sentido religioso de la transcendencia.

Durante muchos siglos, y a veces milenios, estas religiones han sido fuente de energías espirituales.

Algunas de sus intuiciones y verdades fundamentales sobre la vida humana, el mundo y el misterio últi­mo que está en la raíz de cuanto existe, ejercen un influjo particular en muchos jóvenes. Algunas religio­nes ofrecen motivaciones válidas, a veces sorprendentes, para orientar y asumir las pruebas de la vida. Con la llegada de la tecnología y del secularismo, en vez de declinar o desintegrarse, han demostrado estar en recuperación, e incluso parece que se refuerzan y llevan su influjo más allá de sus ámbitos tradicio­nales.


28Una de las características más evidentes de dichas religiones es su profundo arraigo en la cultura; ello les permite amalgamarse bien con la vida del pueblo, impregnar todo el entramado de la sociedad e inspirar comportamientos, apoyando así el logro de una identidad precisa y de un rostro bien delineado.

Donde se hallan en la necesidad de convivir en el mismo contexto plurirreligioso, estas religiones inculcan muchas veces un espíritu de tolerancia, de coexistencia pacífica y de acogida y hospitalidad, a pesar de ocasionales explosiones de violencia, fruto de corrientes de intransigencia.

Junto a los efectos positivos sobre las culturas, no puede ignorarse cierto peso negativo, a veces en los principios, a menudo en los modos con que, en la práctica, estas creencias en algunos ambientes han hecho de soporte, durante siglos y siglos, al inmovilismo de sociedades fuertemente discriminatorias. En concreto, han evidenciado cierta tendencia a negar algunos valores de la liberación, y han sancionado y agravado la división en castas o clases sociales, o la discriminación entre hombre y mujer, entre adultos y jóvenes.


29El cuadro socioeconómico de las sociedades en que están colocadas tales religiones es muy variado.

Hay países que han obtenido un alto nivel tecnológico y económico, y otros caminan hacia significativas metas de desarrollo, mientras que algunos presentan formas graves de pobreza colectiva y carencias importantes en las estructuras políticas. En estos últimos se lucha para que la mayoría pueda gozar de un digno nivel de vida.


30En estos contextos, la Iglesia es, de hecho, minoría. Su presencia pasa desapercibida, o incluso se obstaculiza. Resulta entonces difícil, cuando no imposible, anunciar abiertamente el Evangelio y ofrecer la propuesta cristiana.

Las comunidades salesianas son aceptadas generalmente, gracias al servicio social y cultural que prestan. Situaciones como éstas pueden causar en los hermanos sufrimiento y desánimo. Pero no se cierra la puerta al diálogo, si bien hay que reconocer que no siempre resulta fácil dicha actitud, porque o no todos la comparten o cuesta encontrar su expresión justa.


31La juventud experimenta la complejidad de estas situaciones.

La gran mayoría de la población tiene menos de veinticuatro años. Muchos jóvenes viven, a causa de la pobreza, en condiciones de grave precariedad y les resulta imposible acceder a los niveles mínimos de instrucción y de preparación para el trabajo.

La inseguridad ante el futuro, un presente que no llena y otras formas de presión, impulsan a algunos a refugiarse en la droga, en el alcohol, en la delincuen­cia, en el suicidio o en la emigración.

En cambio, los que viven en situaciones económi­cas de favor pueden disfrutar de los servicios sociales de educación y promoción. Pero, aunque se esfuerzan por obtener mejoras en la vida, fácilmente se hallan expuestos a las tentaciones del consumismo.


32Hay, sin embargo, un aspecto positivo que emerge de la vida de estos jóvenes: en la lucha actual por la transformación social, muchos de ellos desempeñan un papel de empuje hacia el progreso. Se dedican a despertar la conciencia del pueblo, organizando y movilizando grupos que trabajen por la justicia y la paz, y participando personalmente como agentes sociales y animadores de comunidad.


Nuevos países independientes


33Dado el gran esfuerzo hecho en estos últimos años por la Congregación para estar presente en África, han aumentado las comunidades salesianas que actúan en contextos donde está en marcha un proceso irreversible de descolonización. Es un movimiento iniciado con las recientes independencias políticas pero requiere superar aún ciertas servidumbres culturales y económicas.

En tal contexto no es difícil hallar, en el desarrollo de la vida social, una serie de dificultades debidas a la inestabilidad política, fruto de ineficiencia, corrup­ción de los dirigentes e injerencia de potencias ex­tranjeras.

En el intento de favorecer la unidad cultural nacional, son evidentes los esfuerzos para integrar sensibilidades de grupos y tradiciones de tribu con distinto patrimonio cultural.

Se observan asimismo importantes intentos de amalgamar exigencias culturales locales con formas de vida importadas; pero el resultado no siempre es satisfactorio. Existe, además, una auténtica tensión, que a veces se convierte en choque, entre fidelidad a las propias raíces y proceso de modernización, que avanza acompañado por el mito del consumismo. Este mito, al inducir a adecuarse a los comportamientos occidentales, hasta en las aldeas más apartadas causa la pérdida casi total de los valores tribales.


34En general, la educación no ha logrado ofrecer modelos propios capaces de sintonizar con la situación de las personas y de la sociedad local. Los modelos propuestos parecen transposiciones de tendencias y programas pensados para otros ambientes.

Todo ello ha sucedido cuando se presentaba imperiosa la necesidad de servicios educativos; en el esfuerzo de satisfacer tal demanda, no se ha prestado suficiente atención a la respectiva calidad cultural y pedagógica.


35Las sociedades de estos nuevos países independien­tes se caracterizan por un clima general de religiosidad, que llega a todos los aspectos de la existencia y se expresa en la esfera de la vida personal y pública. Se manifiesta como actitud de admiración y de aper­tura al mundo religioso, mezclado con formas de miedo y sumisión a fuerzas desconocidas que inclinan hacia la magia.


36La fe cristiana —particularmente la Iglesia católica— se ha extendido con rapidez en el corto espacio de un siglo de plantación y evangelización.

Las comunidades cristianas y la organización eclesiástica caminan hacia una creciente consolidación e indigenización.

Lenta pero progresivamente la fe se ha encarnado en la cultura local. Abundan las vocaciones y son múltiples los carismas.

Pero donde la evangelización es demasiado reciente, se han producido situaciones en que la fe es todavía superficial y fáciles los sincretismos en la vida práctica. En cuantos abrazan el cristianismo es toda­vía débil y ambivalente la unidad entre fe y vida, sobre todo en el ámbito de la moral familiar, en la economía y en la política. Para muchos el punto neurálgico es una sólida propuesta de catecumenado.

Son numerosas las Iglesias africanas cristianas independientes y las sectas y movimientos basados en un fuerte sincretismo religioso.

El anuncio del Evangelio encuentra todavía un campo bien dispuesto, por lo que hoy son evidentes los progresos de la evangelización en las distintas naciones. La acompaña, por parte de las comunidades cristianas, la búsqueda de una expresión de fe propia.


37Los jóvenes constituyen la gran mayoría de la población. Pero viven en estado de preocupante y radical precariedad, que influye en su crecimiento, en la educación y en el trabajo, en la opción religiosa y en la vida moral.

Determinante es su condición fuertemente subalterna con respecto a los adultos: el joven africano no cuenta en absoluto, y menos aún la chica, mientras que la presencia salesiana propone su valorización.

Determinante es también el éxodo masivo de la aldea hacia el arrabal de la ciudad, la urbanización salvaje y no dirigida, la doble mentalidad -tradicional y moderna- que se manifiesta en la sociedad. Se quiere abandonar los modelos de vida propia de la cultura para seguir otros, dando a este tránsito el significado de promoción cultural.


Salida de regímenes autoritarios


38Otras comunidades se están reconstruyendo o remodelando tras largos y difíciles años de trabajo apostólico en sociedades fuertemente controladas por regímenes autoritarios. En este momento se disponen a acompañar el cambio, rápido e imprevisto, hacia otro sistema de vida social y política. La situación, llena de esperanza, se presenta aún fluida y en evolución.

El nuevo clima de libertad consiente participación política y expresiones culturales y religiosas múltiples. Se trabaja por construir la sociedad en esta dirección.

Al mismo tiempo emerge un fuerte deseo de bienes económicos, impedidos durante mucho tiempo, que impulsa a imitar el estilo de vida típico de los contextos del bienestar. No faltan voces que ponen en guardia contra el peligro de tomar sus aspectos peores.


39El fenómeno religioso no es idéntico en todos los países. Se define por diversos elementos: la tradición, el papel de defensa de los derechos del hombre asumido por las Iglesias durante el período anterior, la integración entre práctica cristiana y cultura popular, la adhesión a la fe por parte de la mayoría de la población, la defensa de los valores cristianos, el esfuerzo continuo y constante de la Iglesia por educar en la fe.

Aunque es cierto que el largo período de ateísmo oficial —impuesto mediante el sistema escolar y la presión cultural, y difundido por todos los medios de la comunicación social y con la discriminación políti­ca y social de los creyentes— no ha extinguido en la mayoría un fundamental sentido religioso, sin embargo ha dejado una huella profunda.

El respeto del patrimonio cultural se halla muy debilitado. Por este motivo las sectas religiosas encuentran terreno favorable en la juventud que busca valores permanentes.


40Se reconoce hoy que las comunidades, signos y personalidades ligados al mundo religioso han sido válidos puntos de referencia y apoyo para las fuerzas que han acuciado y sostenido la salida de tal sistema.

Así, la fe cristiana se ha presentado como fuerza histórica, capaz de suscitar cohesión y resistencia, en promover eficazmente la libertad y dignidad humana.


41El papel de los jóvenes ha sido importante.

Se veían constreñidos a vivir encuadrados por el poder político, expresado con estilos rígidos de educación y en organizaciones del régimen desde su adolescencia. Sin embargo, muchos no sólo han resistido a opresiones de todo género, sino que han actuado como verdaderos apóstoles en medio de sus compañeros. Han tomado parte como protagonistas y han estimulado el cambio social, especialmente en las universidades y en el mundo de la fábrica.

Hoy se abren también para ellos, aunque limitados por las dificultades económicas, múltiples posibilidades culturales. No ha terminado para ellos la búsqueda de cómo orientar las opciones actuales y hacia qué salida caminar en el futuro. Es una búsqueda que compromete, sobre todo por el vacío de ideas y cultura que ha dejado el hundimiento del sistema ideológico (marxista), pero que espera ser colmado rápidamente.


Grupos autóctonos y minorías étnicas


42Otro contexto, que destacamos como significativo para la presencia salesiana entre los jóvenes, es aquel donde viven algunos hermanos que actúan en medio de grupos autóctonos. Similares a éstos cabría decir que son las situaciones de algunas minorías étnicas. Tales grupos pertenecen a contextos sociopolíticos más amplios que, de hecho, los tienen marginados, cuando no totalmente excluidos.

Estos grupos viven y se organizan socialmente de modo diverso del contexto en que se hallan. Su forma tradicional de vida no suele valorizarse, y frente a ellos se adopta una actitud de mera tolerancia. Se los considera una especie de reserva arqueológica, de presencia extraña: los ven como una realidad en vías de extinción, elementos que o se integran o se arrojan fuera de la convivencia social.

Sin embargo, presentan valores dignos de nota y una visión peculiar del mundo que hoy interesa particularmente comprender y ahondar.

Entre las características de estos grupos, emerge su amor a la tierra, que consideran madre y espacio vital que garantiza su identidad como grupo humano, verdadero pueblo y auténtica nación.

La familia desempeña la función de unidad de trabajo, es centro de los valores comunitarios y defensa contra la disgregación y el colonialismo.

Saben vivir profundos valores humanos y sociales; por ejemplo, un relevante sentido religioso. Les es natural una actitud contemplativa, un estilo de vida sencilla y la sensibilidad estética ante la hermosura de la naturaleza.

Su expresión asociativa encuentra la mejor forma en su constituirse en federaciones, capaces de crear fuerte solidaridad para defender sus derechos.


43 La Iglesia vive con ellos mediante la presencia de numerosas comunidades de religiosos y religiosas. En estos últimos tiempos se ha convertido en un valeroso signo y realidad de salvación contra los repetidos intentos de despojo y destrucción.

Los misioneros se han hecho activos promotores de su desarrollo, les ayudan a ser protagonistas de la his­toria, a tomar conciencia de su identidad cultural y a recuperar las raíces.

Los catequistas y demás ministerios son una válida ayuda para iniciar un camino catecumenal, que los lleve a la fe sin desarraigarlos de la cultura propia.

Muchos jóvenes, animados y sostenidos por la pre­sencia de misioneros y voluntarios, se han organizado en cooperativas, poseen una atenta conciencia crítica y preparación para incorporarse al contexto que los rodea.


44Las generaciones más jóvenes han podido gozar de mejor instrucción. Entre ellos ha surgido, a veces, la tendencia a abandonar los grupos de origen.

Algunos, atraídos por las mayores posibilidades de bienestar, emigran a la ciudad, comprometiendo su patrimonio de humanidad y de fe y exponiéndose al peligro de tomar del nuevo ambiente las actitudes más negativas.



2


SITUACIÓN DE LA JUVENTUD


Os escribo a vosotros, jóvenes, porque sois

fuertes, y la palabra de Dios permanece en

vosotros (1 In 2, 14).


45La comunidad salesiana se confronta con los diversos contextos porque le interesa entender la situación en que se hallan los jóvenes y cómo reaccionan ante ella. No siempre resulta fácil. Las competencias edu­cativo-pastorales parecen perderse frente a la vida de los jóvenes, que se presentan con diferencias conside­rables, aunque también con no pocas convergencias. Esta variedad de situaciones incluye aspectos positivos y negativos, que abren perspectivas o conllevan peligros para la educación en la fe.


ALGUNOS DATOS DE LA SITUACIÓN JUVENIL


Diversas formas de pobreza


46En todo contexto hay diversas formas de pobreza, que con frecuencia asumen dimensiones alarmantes por su extensión y efectos devastadores.

Para quien las sufre, representan una dificultad, y, de algún modo, un obstáculo para su desarrollo. En otros, por el contrario, pueden madurar sensibilida­des nuevas con respecto a las vividas por el mundo adulto que los rodea.


47La reacción de los jóvenes frente a tantas formas de pobreza no es idéntica en todas partes.

Algunos se hacen adversarios, a veces violentos, contra los responsables de la organización social.

Tratan de salir de su situación de indigencia por todos los medios, y organizan formas de lucha. Dado su permanente conflicto con la sociedad, no encuentran tiempo para abrirse a otros credos distintos de la ideología que los domina.

Una parte considerable de la juventud, en cambio aguarda pasivamente la solución de sus problemas, pues no hallan dentro de sí energía ni voluntad sufi­ciente para proyectar un futuro diverso. Son jóvenes sin perspectivas, replegados sobre el presente y preo­cupados por la supervivencia.

Sin embargo, aumenta el número de jóvenes que se hacen conciencia crítica de la sociedad civil y religiosa, y actúan de modo capilar para difundir la convicción de que realmente es posible cambiar. Captan los problemas más inmediatos de su sociedad y prestan atención a las exigencias mundiales en los puntos dramáticos de la distancia económica entre Norte y Sur, de los gastos militares, de la coexistencia pacífi­ca entre los pueblos y de la discriminación social. Buscan nuevos caminos de liberación, y piden apoyo a las comunidades civiles y eclesiales. Los vemos solidarios y comprometidos en favor del prójimo y generosos. Nacen y se desarrollan entre ellos muchas vocaciones, y la Iglesia encuentra agentes de pastoral, catequistas, animadores de comunidad, voluntarios...

Deseo de realizarse


48Un aspecto interesante que implica en buena medida a la juventud de todos los contextos es el deseo de construirse hoy una personalidad humana válida.

Asistimos al desmoronamiento de muchos modelos tradicionales. Frente a la pluralidad de los nuevos, los jóvenes se hallan solos en la búsqueda de sentido. Se multiplican los lugares y grupos que ofrecen propuestas de formación.

Así, han aparecido influjos y dependencias difíciles de controlar.

Los mensajes técnicamente cuidados y psicológicamente atentos a las demandas juveniles rompen su mundo interior y determinan sujetos de identidad débil.

Muchos jóvenes aparecen con frecuencia temerosos, inciertos ante el futuro e incapaces de decisiones claras y de larga duración.


Búsqueda de nuevos valores


49Por otra parte, muchos jóvenes no se rinden ni abandonan tan fácilmente el sueño de construir una sociedad diferente y nueva. Invocan nuevos valores, que sean capaces de regenerar las relaciones inter­personales y de ofrecer una estructura social más rica.

En la vida juvenil emergen algunas insistencias: la centralidad de la persona, principio, sujeto y fin de todas las instituciones sociales; el descubrimiento del valor de la igualdad de dignidad y de la reciprocidad entre el hombre y la mujer; un modo nuevo de enta­blar relaciones, basadas en la libertad y en la justicia; un conjunto de valores vinculados a la diversidad (por ejemplo: la tolerancia, el ecumenismo, el respeto a lo diverso), y a la solidaridad (la nueva visión de la paz y del desarrollo, la totalidad y globalidad del crecimiento); una renovada atención a las realidades culturales y religiosas, más allá del progreso técnico; una fuerte sensibilidad hacia los grandes problemas del mundo, favorecida también por la notable posibi­lidad que tienen los jóvenes de encontrarse con otras realidades y con tradiciones culturales y religiosas distintas; un significativo descubrimiento del ambien­te y de la necesidad de salvaguardarlo.

50Hay, por otro lado, dos actitudes que condicionan fuertemente la construcción de identidades nuevas: el conformismo, entendido como adaptación irresponsable y acrítica, incapaz de verse a sí mismo en términos de originalidad y novedad; y el pragmatismo, que se presenta con la preocupación de buscar el presente inmediato.


Demanda de nuevas relaciones


51Encontramos por doquier una fuerte demanda de nuevas relaciones, que es, ante todo, búsqueda de comunicación para superar el aislamiento y establecer una confrontación. No se excluye el deseo de satisfacer necesidades y exigencias inmediatas: se espera resolver más fácilmente las dificultades y los problemas de la vida cotidiana. Sin embargo, a menudo se tiende a relaciones interpersonales estables y fecundas de compromisos operativos.


52El vínculo con el mundo de los adultos, si bien continúa siendo problemático, hoy día está menos cargado de tensión y agresividad, que a veces, por desgracia, se ven sustituidas por formas de apatía y desazón. De todas maneras, vivimos una época de mayor serenidad.

Con los demás jóvenes, la relación se expresa en formas y espacios espontáneos, donde la implicación resulta muy intensa.

El estar juntos chicos y chicas es actualmente un hecho que cada vez se universaliza más. Se vive con naturalidad. El compartir experiencias y procesos de formación favorece una complementariedad que enriquece mutuamente. Sin embargo, no es raro que la promiscuidad conduzca a banalizar la relación. El vínculo afectivamente fuerte puede romperse cuando parece que otra relación responde mejor a lo que uno espera.


INSTITUCIONES EDUCATIVAS


53En la situación juvenil merece una atención particular la relación que los jóvenes entablan con las instituciones que son agentes de educación.

Un factor común que se ha tener en cuenta es que los jóvenes se sienten simultáneamente dentro y fuera de dichas instituciones. Están dentro, y, a pesar de todas las apariencias contrarias, la relación es consistente: los jóvenes procuran servirse lo más posible de ellas con miras a su crecimiento personal. Están fuera, y las instituciones tienen una influencia relativa en sus opciones de vida, determinadas por criterios que no coinciden con los de las instituciones.


La familia


54La familia continúa siendo hoy, en la crisis de las instituciones, un remanso para los jóvenes. Representa un refugio tranquilo y un sincero ambiente afectivo que, de ordinario, establece entre adultos y jóve­nes una relación positiva de respeto y de autonomía" recíproca. Sin embargo, el índice de su valencia educativa y religiosa es bajo. Las nuevas pertenencias que el joven se construye fuera de la familia, la distancia cultural entre jóvenes y adultos, y la imposibilidad de tos padres para seguir a sus hijos después de la adolescencia, hacen que la familia quede más bien fuera del proceso de crecimiento. Aunque sigue siendo lugar de afecto y comprensión, ya no se vive como primer ambiente de maduración cultural.


55No pocas familias, en los diferentes contextos, se sienten hoy afectadas por una crisis grave, que se caracteriza por la debilitación de los lazos internos y por una exagerada búsqueda de autonomía.

Muchos jóvenes sufren las consecuencias de este desarreglo familiar causado por la infidelidad, por la superficialidad de relaciones, por el divorcio, por la miseria, por el alcoholismo, por la droga.

Aumenta el número de personas psicológicamente no preparadas para la paternidad o maternidad e incapaces de dar afecto a los hijos o al cónyuge.

Estas situaciones producen en muchos jóvenes, graves consecuencias que se manifiestan en vistosas carencias afectivas inseguridades, inadaptación y peligro de desvío.


La institución escolar


56En el sistema educativo de nuestras complejas sociedades se nota un predominio de la instrucción y del dato científico sobre las metas educativas y la formación global de la persona. Este hecho crea una ruptura entre sistema educativo y vida, entre ense­ñanza y formación global de la persona, y hace difícil la elaboración de una cultura personal. Además, la interferencia de otros muchos agentes de educación limita el influjo de todas, y relativiza las propuestas y los contenidos que se ofrecen a los jóvenes.


Las instituciones religiosas


57Las estructuras religiosas gozan hoy de un creciente interés y una confianza renovada, si bien su influjo en las decisiones y opciones de vida de los jóvenes es sólo parcial y sectorial.

Por comodidad de análisis reducimos el desigual mundo religioso de los jóvenes a dos categorías fundamentales. .


58La mayoría de los jóvenes opina que su búsqueda de un nuevo modo de vivir es incompatible con la poca flexibilidad de la institución religiosa, que parecería no favorecer las novedades que continuamente pide la vida. Por ello, al alejarse de la institución, estos jóvenes se ven inducidos a considerar su vivencia religiosa como algo interior y privado, que no influye de manera significativa en su vida concreta.


59Una minoría, en cambio, siente fuertemente la comunión con las personas que tienen los mismos sentimientos y orientaciones culturales y religiosas. Sabe expresar con fuerza y tenacidad un compromiso coherente con su fe religiosa, la manifiesta públicamente y trata de elaborar sus gestos, símbolos y contenidos a fin de hacerla más expresiva en un mundo que está cambiando.


OTRAS SITUACIONES, QUE INFLUYEN EN LOS JÓVENES


El trabajo


60El puesto y la cualidad del trabajo influyen considerablemente en los jóvenes y en su identidad personal y social.

Para muchos de ellos es condición imprescindible de supervivencia personal y familiar; instaura una re­lación nueva con los adultos y procura un puesto en la vida social.

Para otros el trabajo determina la salida de la familia, una gestión independiente de la vida personal y una confirmación social de las propias capacidades.

En ambos casos, el trabajo crea en el joven una mayor seguridad de sí mismo, nuevas actitudes: en el puesto de trabajo nacen solidaridades y amistades, se intercambian experiencias y se reciben influjos.

Muchas veces la entrada en el mundo del trabajo rompe la débil participación en la comunidad cristia­na, y la fe misma corre peligro de ser cada vez menos influyente, hasta el punto de resultar ajena a la vida.

Por otro lado, crece el número de jóvenes que en el puesto de trabajo logran traducir su fe a compromiso social.

No hay que olvidar dos aspectos.

Los jóvenes, numerosos en algunos países, constreñidos a un prolongado estado de desempleo o de tra­bajo intermitente, sufren un sentimiento de fracaso personal y de inutilidad social, y viven en situación de dependencia económica y familiar.

Para muchos chicos, en cambio, la experiencia del trabajo es demasiado precoz. Es el fenómeno del trabajo de menores, realizado con frecuencia en condiciones de precariedad, de explotación y sin garantías para la seguridad física y la salvaguardia de los derechos personales. A estos muchachos se les cierra el acceso a las instituciones educativas y a un mínimo de cultura. De ahí que puedan lanzarse a evasiones fáciles o, incluso, a situaciones que llevan al descarrío.


El grupo juvenil


61Importancia particular tiene el grupo juvenil en el camino de formación. Es, sin duda, una realidad extendida y rica en perspectivas.

En contacto con los de su edad, el joven halla criterios de vida y orientaciones prácticas, lee los hechos de la experiencia confrontándolos con el pasado, y se expresa con protagonismo gratificador.

Para muchos jóvenes el grupo es el único camino para hacer frente a la fragmentación que acecha continuamente su vida. Así es más fácil superar la sole­dad, parte integrante del proceso de desarrollo personal.

A veces la adhesión a los ideales del grupo es parcial y éste se convierte en refugio o en evasión de las dificultades que presenta la vida.

La calle


62La calle es siempre lugar de refugio para los jóvenes pobres, separados de su familia o marginados por la sociedad, que deben echar mano de cualquier medio para sobrevivir. En los contextos de pobreza, para muchos es la única casa, el único puesto de trabajo y la única escuela de vida.

Pero hoy la calle ha tomado una dimensión nueva. La búsqueda de nuevas relaciones y el deseo de liber­tad llevan a los jóvenes a inventar lugares de reunión y encuentro simples y de acceso inmediato. En este sentido resulta indicador el fuerte influjo de la calle, de las salas de diversión o de agrupación, donde los mensajes se construyen, se multiplican o se anulan: recíprocamente.

Los jóvenes buscan en ella el placer del encuentro y el gusto del estar unos con otros. No se juntan para hacer algo, sino para hablar, para compartir y, sobre todo, para divertirse.

Crece la fuerza y la incidencia del tiempo libre en la formación de la identidad personal de los jóvenes, hasta el punto de eclipsar la importancia de las insti­tuciones educativas clásicas.

La calle y demás espacios de agrupación ayudan a salir de la soledad, producto característico de la sociedad actual; suplen carencias afectivas y ofrecen posibilidades de encuentro y.de amistad.

Pero en la calle -y en los otros ambientes de reunión espontánea- es fácil ser presa de mensajes cargados de solicitaciones ambiguas, que estimulan al goce de lo inmediato, a la masificación y a la evasión mediante el alcohol, la droga y otras formas de comportamientos descarriados.


La comunicación social


63Los jóvenes comunican con facilidad por medio de los lenguajes nuevos (música, televisión, videoclips) que crean una nueva cultura, a menudo desconocida por los adultos, para quienes resulta incomprensible, pero dentro de la que los jóvenes se mueven con naturalidad. Estos lenguajes difunden modelos de vida (cf. Const. 43) y producen informaciones continuas y abundantes sobre el mundo y sus problemas.

Los jóvenes son, en general, sus grandes usuarios. Para algunos, los medios de comunicación social son ocasiones positivas de crecimiento. Empleándolos con inteligencia, adquieren una verdadera conciencia crítica y una mentalidad más abierta. Logran madurar opciones más documentadas y de mayor compromiso, y cultivan la sensibilidad hacia los valores de la paz, de la justicia y de la tolerancia.

En cambio, otros jóvenes se aproximan a los me­dios de comunicación social acríticamente, exponiéndose al peligro de dependencias cada vez más fuertes. Para ellos son instrumentos de evasión, oca­sión de nuevos condicionamientos, de falsas necesidades y de modelos erróneos de vida.




3


LOS JÓVENES ANTE LA FE


Salió el sembrador a sembrar. Al sembrar,

algo cayó al borde del camino... Otro poco

cayó en terreno pedregoso... Otro poco cayó

entre zarzas... El resto cayó en tierra buena

(Mc 4, 3-8).


En los contextos y situaciones que acabamos de describir, ¿cómo ven los jóvenes la fe?, ¿qué esperan de ella?, ¿qué le piden?


Jóvenes que están lejos de la fe


64Hay jóvenes que están lejos de la fe. Es la categoría más numerosa, aunque en ese conjunto son diversas las raíces de su lejanía y sus manifestaciones.

Algunos están lejos porque, aunque han vivido en familias sustancialmente sensibles al hecho religioso, poco a poco, debido a la influencia de ambientes que se hallan en progresiva descristianización, han perdido la fe sin haberla negado conscientemente. Es el alejamiento silencioso.

Hay otros que están lejos por la sencilla razón de que han nacido en familias y contextos culturales donde el sentido de la vida, sus criterios y las perte­nencias son autónomos y del todo ajenos a los valores religiosos.

Otros están lejos porque, faltos de las condiciones fundamentales para vivir, empobrecidos y marginados, ni siquiera saben que hay valores cristianos y religiosos; o, si lo saben, los ven sin peso ni significado para su vida, abrumada por la angustia del sobrevivir diario.


65A la categoría de lejanos pertenecen también los jóvenes que excluyen de modo explícito toda referen­cia religiosa. Pueden haber pasado de una religiosidad intensa a su rechazo, por una educación equivocada.

Los motivos son muy variados: o por testimonios negativos; o porque no se ha cuidado pedagógicamente la calidad, gradualidad y asimilación de tal religiosidad; o porque ha sido reemplazada con la adhe­sión a sistemas de pensamiento o a movimientos políticos que no reconocen la capacidad humanizadora de la vivencia religiosa; o, porque llevados por el consumismo, han preferido el camino de acumular bienestar, y la fe es para ellos irrelevante y obstáculo...

66Finalmente, tenemos los jóvenes que dicen que están lejos de Dios porque prescinden de las prácticas religiosas y de las instituciones eclesiales o del magis­terio, pero no del compromiso ético. Éstos ofrecen buena base y suficiente disponibilidad para el diálogo.


Jóvenes abiertos al hecho religioso


67Hay jóvenes abiertos a cierta participación. Sienten la necesidad real, muchas veces confusa, de significa­do para su vida y de valores con que motivar sus opciones y actos.

Son los jóvenes denominados «del deseo», sensi­bles a los estímulos religiosos. Pero se detienen tam­bién fácilmente en el ámbito de una religiosidad de circunstancias, en las que viven ráfagas de emoción y de práctica religiosa al encontrarse con personas o acontecimientos excepcionales.

De hecho, no se preocupan de conocer orgánicamente el misterio cristiano ni de practicar con cohe­rencia las enseñanzas de la Iglesia.

Sin embargo, ofrecen alguna buena disposición para el diálogo y la profundización.


Jóvenes de simple práctica religiosa


68Semejantes a éstos son de algún modo, aunque con acentuaciones diversas, los jóvenes de una práctica religiosa no motivada, los que cumplen con regularidad los actos religiosos de precepto, pero sin vivir su calidad y plenitud. Lo hacen más por hábito social que como expresión consciente de la búsqueda de Dios y de la llegada de su Reino. Por iniciativa propia, ni se deciden ni se disponen a darse a Cristo y al prójimo, entre otras razones porque es insuficiente la maduración de su opción religiosa.

Por eso mismo, la fe no despliega en ellos todas sus posibilidades, no se capta la vida cristiana en sus as­pectos proféticos de aventura original, la caridad no se hace donación, testimonio, servicio eclesial, compromiso sociopolítico.

Jóvenes comprometidos


69El círculo de los jóvenes comprometidos es el más limitado; pero su presencia es verdadero signo de esperanza.

Para ellos la fe es un don: es un descubrimiento, una sorpresa y siempre una alegría. Su reflexión acer­ca del misterio cristiano es continua; su esfuerzo de coherencia, permanente, y las diversas formas de compromiso apostólico y sociopolítico y las distintas vocaciones, vividas con generosidad, hacen que su pertenencia a la Iglesia sea profunda y manifiesta.


70Entre éstos, hay jóvenes que han vivido sencillamente, en la bondad y en la entrega a los demás, hasta la santidad.

Los conoce nuestra tradición: Domingo Savio, Laura Vicuña, Ceferino Namuncurá y otros.

Don Bosco los hizo protagonistas extraordinarios de la evangelización de los demás jóvenes. Nuestros documentos los señalan como «meta de plenitud de la evangelización» (cf. XXI Capítulo General, núms. 27-28).

Dios los toma para sí y los pone al servicio de sus compañeros y de la comunidad. Su existencia revela muchos aspectos de la fuerza operante del Espíritu, y es un estímulo para las comunidades salesianas.


71El encuentro con jóvenes que pertenecen a las distintas denominaciones cristianas ya no es hoy día para nosotros un hecho excepcional.

La Congregación Salesiana ha entrado en áreas geográficas tradicionalmente ligadas a tales confesiones. Es cada vez más frecuente que chicos y jóvenes de confesiones diversas acudan a nuestras obras.

Con el movimiento ecuménico se ha instaurado recientemente, más o menos en todas partes, un nuevo clima, la tolerancia religiosa y el deseo generalizado de unidad que distingue a nuestra época, por influjo del Vaticano II.

Estos jóvenes, por razón de su fe, reflejan y viven una tensión espiritual y exigencias morales que en muchos aspectos coinciden con las del mundo católico. Entre ellos hay quien está abierto al diálogo sobre los valores religiosos y dispuestos a trabajar con nosotros por el Reino. Vienen a nuestras obras con simpatía, o por opción personal, o porque sus familias encuentran atractivo el clima de nuestros ambientes, o por razones de conveniencia.

Mediante el respeto mutuo y la valorización de su opción religiosa, pueden superarse el recelo y el contraste. Hay más estima y solidaridad en la realización de proyectos comunes.

En cambio, no ocurre así con las sectas fundamentalistas, propagadas en diversos contextos.


Jóvenes de otras religiones


72También los jóvenes de las otras religiones se presentan con las características de los tipos descritos: desde los lejanos hasta los comprometidos.

Muchos de ellos admiran a Jesucristo, pero la mayoría no optan por el cristianismo. Las razones son muchas: el miedo a que, si se hacen cristianos, tendrán que separarse de la cultura y tradición del propio grupo social; el arraigado sentimiento de que el cristianismo es depositario de una fe importada y extranjera; en algunos países, también la falta de libertad religiosa. Influye asimismo el hecho de que muchos cristianos no viven como tales, u ofrecen un testimonio poco creíble luchando unos contra otro; aunque invocan al mismo Cristo.

Todo ello pesa y condiciona los primeros pasos hacia la fe.


73Pesa igualmente la interpretación que se hace de la crisis moral y religiosa que sufren países tradicionalmente cristianos, como si se debiera a un fracaso colosal del cristianismo, tanto más que algunos jóvenes de Occidente van a esos pueblos en busca de paz, armonía e iluminación. Parece que el cristianismo tiene poco o nada que ofrecer que no se halle ya en sus religiones.

La autosuficiencia, nacida de la interpretación de estos hechos -en parte verdadera, en parte discutible-, es una dificultad para el diálogo e impedimento para acoger con corazón pobre el escándalo del Evangelio.


74A pesar de todo, estas religiones ofrecen, en conjunto, una buena base de confrontación con el cristianismo. Se tratará de ayudar a descubrir su capacidad de abrirse a Dios y a la propuesta de fe, de facilitar el discernimiento de lo verdadero y auténtico con respecto a lo falso e ilusorio, de acompañar a los jóvenes en el encuentro de comunión con Dios, aprovechando el bien que hay en su fe y en sus aspiraciones.



4


RETOS MÁS URGENTES



Cuando atardece, decís: «Hará buen tiempo,

porque el cielo se pone rojo fuego», y al

amanecer: «Hoy habrá tormenta, porque el

cielo está de un rojo sombrío». Entonces,

¿sabéis interpretar la cara del cielo, pero no

podéis interpretar los signos de los tiempos?

(Mt 16,2-3).


75La lectura de los contextos, la situación juvenil y la postura concreta de los jóvenes ante la fe hacen que In Congregación Salesiana sienta el reto de tomar población y comprometerse. Pero, ¿en qué dirección?

En su discernimiento, el XXIII Capítulo General ha individuado, en los hechos, algunos retos que, a su Juicio, por gravedad, urgencia y amplitud, parecen interpelar más directamente y con mayor fuerza a las comunidades. Son retos que se presentan, por una parte, como desafíos a nuestra vocación de educadores en la fe y, por otra, como oportunidades reales cargadas de posibilidades. Son nuevas ocasiones que solicitan creatividad y coraje.

Expresan de manera pormenorizada la doble vertiente que la fe está llamada a iluminar y dar significado: la persona y la sociedad, la identidad personal y la solidaridad entre los hombres.


Indicamos cinco:


- reto de los lejanos y ajenos a la fe;

- reto de la pobreza;

- reto de la irrelevancia de la fe en la vida y en la cultura;

- reto de las otras religiones;

- reto de la vida.


Lejos de la fe y ajenos a ella


76El reto de los jóvenes que viven lejos del mundo de la fe o le son ajenos es el dato más universal que ofrecen los análisis realizados. Lo encontramos incluso en quienes han seguido las primeras etapas de la iniciación cristiana.

Muchos jóvenes, con posibilidad de elegir libremente, encierran su vida en una visión secularista que los atrae más, se limitan al presente y pierden la conciencia del propio destino.


77Los jóvenes que viven lejos de la fe son numerosos; suponen un fuerte reto a la comunidad salesiana, que comprende que muchas veces está lejos de ellos por mentalidad y por falta de comunicación:

- ¿Cómo llegar a los jóvenes superando las barreras físicas, psicológicas y culturales que nos separan de su mundo?

- ¿Cómo ponerse en contacto con los que, aun frecuentando nuestros ambientes, se hallan lejos de la fe y no se interesan por ella?

La manera misma de vivir y presentar la fe por par­te de la comunidad se ve sacudida y apremiada a interrogarse:

- ¿La comunidad vive verdaderamente la fe como dimensión que da sabor y orientación a la 'vida? ¿Cuáles son, pues, los caminos que la muestran en su verdadero valor ante los jóvenes de hoy y les ayudan a seguirla?


Pobreza


78La condición social de pobreza interpela y reta a todo hombre de buena voluntad. La imposibilidad o gran dificultad práctica de realizarse como persona, por no poder disfrutar de las condiciones mínimas para un desarrollo adecuado, plantean interrogantes serios.

Son preguntas que resultan todavía más angustiosas cuando se capta que el empobrecimiento de muchos está en relación directa con el enriquecimiento de unos pocos.


79Quien, como discípulo de Cristo, ve esta realidad y la siente en su corazón, está llamado a conllevar con empatía estas situaciones y a hacerse solidario con quien las sufre.

El carácter profético de la vida religiosa nos pide encanar a la Iglesia, deseosa de abandonarse al radi­calismo de las bienaventuranzas y de dar testimonio de ella. Este don del Espíritu nos hace más sensibles 111 reto de la pobreza.

Dios, «rico en misericordia» (Ef 2, 4), nos envía a ser voz de quien no la tiene, a hacemos pobres con los pobres. a tomar sobre nosotros su causa, a buscar justicia para los que padecen injusticia, a colaborar en la transformación de una realidad que se halla lejos del reino de Dios.


80Observando esta condición social de pobreza con los ojos de san Juan Bosco y viendo cómo destruye a numerosos jóvenes cuyo horizonte de vida se limita a la búsqueda de lo inmediato para sobrevivir o a un ideal vacío de significado, sentimos el reto de hacer más consistente y cualificada la presencia' salesiana en medio de los pobres.

Y nos preguntamos:

- ¿Cómo vive la comunidad salesiana el radicalis­mo de la bienaventuranza de la pobreza, cómo la testimonia? ¿Qué educación y qué vida cristiana presentamos a los jóvenes que viven en un mundo de pobreza, de injusticia, de miseria y de abandono, para que sea significativa y liberadora?

- Especialmente en los países del bienestar, ¿cómo educamos a los jóvenes en darse cuenta de la Injusticia que engendra el mundo de la abundancia?


81Uno de los aspectos del reto es que los jóvenes marginados y empobrecidos, en la medida en que se ha­cen transparentes al Evangelio, se convierten en nuestros evangelizadores:

«Reconocemos los valores evangélicos de que son portadores», dicen las Constituciones (cf. Art. 29).


82Las comunidades salesianas están llamadas a ser signo de esperanza para estos jóvenes. Desde el mo­mento en que compartimos con ellos todo nuestro amor de educadores que viven de fe, nos sentimos obligados a salir de las situaciones de letargo e indiferencia.

El encuentro cotidiano con estos jóvenes, enriquecido por los signos de la presencia de Cristo, produce en las comunidades nuevos estímulos para una fe vivida con más verdad, ayuda a celebrar el Reino y la salvación, a buscar con realismo nuevos motivos de conversión y de solidaridad, y a hacer de la fe una realidad salvífica de la historia.


Irrelevancia de la fe


83La irrelevancia de la fe en la vida y en la cultura es un axioma de la sociedad moderna, como si estuviera fuera de discusión y consolidado que ser religioso está en antagonismo con las leyes y dinamismos que mueven al hombre de hoy en la economía, en la política y en la gestión del poder.

En el mundo del bienestar, y de rechazo también en otros contextos, el valor religioso ha sido puesto al margen de los elementos de la nueva sociedad y de los aspectos que se consideran esenciales al vivir social.

Para los jóvenes, especialmente para los que se mueven en este clima, la pregunta sobre Dios no es relevante y el lenguaje religioso (salvación, pecado, fe, futuro) ha perdido significado. Carece, pues, de sentido hablar de la relación fe - vida o fe - cultura. La propuesta religiosa no encuentra ya espacio cultural para expresarse de forma comprensible. ¡Es el aspecto dramático del obviamente legítimo proceso de secularización!


84¿Y los jóvenes creyentes? También ellos tienden a vivir su fe como algo privado sin vinculación con la vida real, que la rechaza. Estas situaciones de aislamiento, de privatización y de lejanía se viven y se hallan diseminadas en todas partes, especialmente por obra de los medios de comunicación social.

Los jóvenes muy pronto parecen encontrarse frente ti una alternativa sin salida:

- ¿Orientarse en lo social y abrirse a la vida adulta sin seguir criterios religiosos ni inspirarse en ellos? ¿O permanecer fieles al propio horizonte de ideas -el de la fe- cultivando lo privado?

También los salesianos se preguntan:

- ¿Cómo educar a los jóvenes en la reconstrucción de una nueva identidad cristiana dentro de los procesos de desarrollo de los valores humanos?


85De rechazo, la comunidad misma corre peligro de no poder hacer creíble su fe ni poderla transmitir, si no encuentra el lugar adecuado, la duración suficiente y el lenguaje necesario para educar en la fe a aquellos a quienes es enviada.

El lugar sólo puede ser el de la vida y la historia: es la nueva realidad social; la duración es la de las diversas etapas o edades de la vida; el lenguaje, el que sea capaz de comunicar en la nueva cultura.

El reto es grande, y hasta inmenso. Aquí no se trata solo de dar una respuesta abstracta; se trata de todo el dinamismo de la vida y la civilización, se trata del significado de las diferentes iniciativas de la existencia diaria y, simultáneamente, de las premisas para cualquier proyecto de educación que quiera presentarse como posible. Se trata, en el fondo, de poder seguir esperando.


Encuentro con las otras religiones


86El encuentro con las otras religiones es un reto que se halla en los diferentes contextos descritos con características y modos diversos, aunque con algo común.

¿Cómo hacer presente a Jesucristo. «el que ha penetrado de modo único e irrepetible en el miste del hombre y ha entrado en su corazón?" (RH 8).

Tras dos mil años de cristianismo, en estos contextos aparece como una religión ajena a las propias sensibilidades culturales y extranjeras; a veces incluso la consideran peligrosa algunos grupos religiosos de tendencia fundamentalista: ¡quien se siente amenazado, se cierra y hace inútiles las posibilidades de conocimiento mutuo, de colaboración y de intercambio! El diálogo sincero y práctico, una atenta y profunda encarnación de la fe cristiana y una valiente evangelización de la cultura (cf. Const. 7) y el testimonio de una comunidad que trabaja en la caridad y el servicio con entusiasmo y capacidad de sacrificio, son la mejor respuesta al reto del encuentro con los jóvenes de otras religiones.

- ¿Cómo puede realizar la comunidad un diálogo sincero y abierto con estas religiones, subrayando sus valores positivos aunque reconociendo sus límites? ¿Cómo vivir los valores salesianos del sistema preventivo, sobre todo, el amor y la bondad, como el primer testimonio cristiano y el mejor camino para hacer presente el Evangelio (cf. Reglam. 22)?


La vida


87Los retos que hemos visto hasta aquí están individuados en los hechos y producen inquietudes y oportunidades reales.

Pero hay uno que es síntesis y origen de los demás que pasa por todos ellos: el reto de la vida.


88Muchos jóvenes la experimentan en sus manifestaciones más dolorosas: en el hambre que busca pan, en la opresión que busca libertad, en la soledad que busca comunión, en la profanación que busca dignidad, en la inestabilidad que busca seguridad, en el absurdo que busca sentido, en la violencia que busca la paz.

Hay jóvenes que son felices en sus estudios, en su familia, con los amigos, en el bienestar y en el tiempo libre y acaban por no sentir necesidad de la fe ni de otra vida.

Hay, por último, quienes desean vivir en plenitud. Este anhelo de vida adquiere hoy características propias: búsqueda de nueva calidad de vida en la que, superadas las necesidades primarias, se ofrezcan respuestas a otras necesidades más personales, relacionales y religiosas; sensibilidad hacia la dignidad de la persona humana y sus derechos; búsqueda de nuevas motivaciones-para vivir como verdadero hombre en e1 mundo de hoy.


* * *


La resonancia de estos cinco retos implica la existencia entera de la comunidad salesiana, afecta a to­dos los aspectos de su identidad y le obliga a verificar y evaluar su ser y su hacer. Si se mide con Jesús de Nazaret, comprobará si está al servicio de la vida destruida y amenazada por tantas muertes, y deberá revisar su concepto de salvación cristiana a la luz del artículo 31 de las Constituciones: «Educamos y evan­gelizamos siguiendo un proyecto de promoción integral del hombre, orientado a Cristo, hombre perfecto».






Segunda parte




EL CAMINO

DE FE



1


LA COMUNIDAD ANTE LOS RETOS


Dos discípulos de Jesús iban andando...

Jesús en persona se acercó y se puso a

caminar con ellos... (Lc 24, 13. 15).


La comunidad interpelada

89La comunidad salesiana se siente interpelada por los retos. Los capta con humildad y pasión pastoral, y se deja retar. Está convencida de que no se trata sólo 01.' simples problemas juveniles, sino de signos de los tiempos. El Señor se manifiesta por medio de ellos y la interpela.

La comunidad responde verificando su vida y las perspectivas y proyectos que han guiado hasta ahora su quehacer pastoral, convencido de que puede ir al encuentro de los jóvenes, pues en la tradición salesiana se manifiesta una coincidencia feliz entre lo que piden los jóvenes y lo que nuestra consagración apos­tólica se siente estimulada a darles.


reconsidera la misión recibida


90En la raíz de esta esperanza hay algunas convicciones. La misión juvenil, donde todo hermano y comunidad experimentan la alegría del propio servicio, nos permite caminar al paso de los tiempos. Colaboramos en la obra de Dios, y para ello él nos da su gracia y su luz.

Mediante sus solicitaciones, los jóvenes nos impi­den quedamos en el pasado, nos educan y nos apremian a encontrar respuestas nuevas y valientes.

La aurora de una nueva evangelización (ChL 34)nos convoca a trabajar en la edificación de una sociedad más humana, y nos pide, sobre todo, renovar en contextos nuevos, casi con un salto de calidad, nuestra fe en la Buena Noticia traída al hombre por Jesucristo, el Señor.


se esfuerza por dar una respuesta


91Estamos convencidos de que Dios actúa en la historia, de que el Espíritu del Señor resucitado está presente dondequiera se realiza el bien y llama a la comunidad a confesar a Cristo y despertar su propia fe.

No tenemos respuestas puntuales ni de eficacia se­gura para el conjunto de los retos ni para algunos en particular. Estos retos no son dificultades pasajeras, sino indicaciones de un cambio de época que debemos aprender a discernir a la luz de la fe.


inspirándose en la experiencia de Don Bosco


92A esta convicción nos lleva también nuestra experiencia espiritual vivida tras las huellas de Don Bosco.

El Espíritu, presente en su corazón, atraía a los jóvenes, más allá de su persona, hacia Dios. En la comple­jidad de las situaciones y con la precariedad de recursos, «vivía como si viera al Invisible» (Hb 11, 27; cf. Const. 21). Sembraba con confianza estímulos de fe y gestos de bondad, y formaba personas que fueran sus portadores.

Es la experiencia que queremos comunicar hoya los jóvenes: por esta presencia misteriosa del Espíritu, la vida lleva consigo, incluso en la pobreza, la fuerza de la liberación y la semilla de la felicidad.

Esto es, en sustancia, educar en la fe.

Nos proponemos, pues, dejamos convertir por sus desafíos, y les ayudamos a apostar por la fe. Confia­mos en poder ofrecerles un camino que del deseo de vida los lleve a su plenitud, es decir, a madurar un estilo de existencia que calque el de Jesús de Nazaret tal como lo vivió Don Bosco.

Esto es, en sustancia. la espiritualidad juvenil salesiana.


siguiendo el ejemplo del Señor


93Todo esto lo hacemos a ejemplo de Señor y siguiendo el método de su caridad de Buen Pastor (cf. Const. 11) en el camino de Emaús (cf. Lc 24, 13-36). Repetimos sus actitudes: tomamos la iniciativa del encuentro y nos ponemos al lado de los jóvenes; con ellos hacemos el camino escuchando y compartiendo sus inquietudes y anhelos; les explicamos con paciencia el exigente mensaje del Evangelio; y con ellos nos detenemos, para repetir el gesto de partir el pan y suscitar en ellos el ardor de la fe, que los transforma en testigos y anunciadores creíbles.



2


EL CAMINO

DE EDUCACIÓN EN LA FE


Jesús iba creciendo en sabiduría, en

estatura y en gracia ante Dios v los hombres

(Lc 2, 52).


AL ENCUENTRO DE DIOS EN EL JOVEN


Obra de Dios


94Educar a los jóvenes en la fe es, para el salesiano, trabajo y oración. Es consciente de que trabajando por la salvación de la juventud vive la experiencia de la paternidad de Dios (d. Consto 12), que «precede a toda criatura con su providencia, la acompaña con su presencia y la salva dando su propia vida» (Const. 20).

Don Bosco nos enseñó a reconocer la presencia operante de Dios en nuestro quehacer educativo y a' sentirla como vida y amor.


reconocida


95Creemos que Dios ama a los jóvenes. Tal es la fe que está en el origen de nuestra vocación y que motiva nuestra vida y todas nuestras actividades pastorales.

Creemos que Jesús quiere compartir su vida con, los jóvenes, que son la esperanza de un futuro nuevo, y llevan dentro de sí, ocultas en sus anhelos, las semillas del Reino.

Creemos que el Espíritu se hace presente en los jóvenes y que por su medio quiere edificar una comunidad humana y cristiana más auténtica. Él trabaja ya en cada uno y en los grupos: les ha confiado una tarea profética para que la realicen en el mundo, que es también el mundo de todos nosotros.

Creemos que Dios nos está esperando en los jóvenes para ofrecemos la gracia del encuentro con él y disponemos a servirle en ellos, reconociendo su dignidad y educándoles en la plenitud de la vida. ,

La tarea educativa resulta ser, así, el lugar privilegiado de nuestro encuentro con él.


en toda situación juvenil


96En virtud de esta gracia, ningún joven puede quedar excluido de nuestra esperanza y de nuestra acción, sobre todo si sufre pobreza, derrota y pecado. Tenemos la certeza de que en cada uno de ellos Dios ha depositado el germen de su vida nueva.

Esto nos impulsa a procurar que sean conscientes de tal don y a trabajar con ellos para que desarrollen ha vida en plenitud. Cuando nuestra entrega parece no alcanzar su objetivo, seguimos creyendo que Dios procede nuestro sufrimiento como Dios de la esperanza y de la salvación.

PUNTO DE PARTIDA

Ir a los jóvenes


97Nuestro compromiso de educar a los jóvenes en la fe choca a menudo contra un obstáculo: a muchos jóvenes no les llega ni nuestro mensaje ni nuestro testimonio. Entre nosotros y la mayoría de ellos hay una distancia, que muchas veces es física, pero que es sobre todo psicológica y cultural.

Eliminar distancias, hacemos cercanos, aproximarnos a ellos es, por consiguiente, el primer paso. También aquí Don Bosco es nuestro maestro. «Siento, queridos jóvenes -escribía desde Roma en 1884- el peso de estar lejos de vosotros: el no veros ni oíros me causa una pena que no podéis imaginar» (MB XVII, 107). Buscaba a los jóvenes: iba por calles y plazas; entraba en obras y lugares de trabajo. Se acercaba a ellos y los invitaba a ir a su oratorio.

Este amor y los gestos que lo acompañaban no per­tenecían sólo a un método pedagógico, sino que eran la expresión original de su fe en el Señor y de su voluntad de anunciar a Cristo a los jóvenes,

ir a donde se hallan


98Ir y acercarse a los jóvenes donde se hallan, acogerlos desinteresadamente y con solicitud en nuestros ambientes y ponemos en atenta escucha de sus demandas y aspiraciones, son para nosotros opciones fundamentales que preceden a cualquier otro paso de educación en la fe.


valorizando cuanto ya tienen


99El camino de la educación en la fe empieza con la valorización del patrimonio que todo joven lleva dentro de sí, y que un verdadero educador sabe descubrir con inteligencia y paciencia. Utilizará oportunamente la razón y su sensibilidad pastoral para desenterrar el deseo de Dios, a veces sepultado, pero no del todo muerto en el corazón del joven. Pondrá en acción su carga de comprensión y afecto procurando hacerse querer.

La acogida crea una circulación de recíproca amistad estima y responsabilidad, hasta el punto de suscitar en el joven la conciencia de que su persona tiene un valor y un significado que supera cuanto él había imaginado. Esto pone en movimiento sus mejores energías.

en un ambiente educativo


100La acogida cala más hondo cuando lo que implica al joven no es sólo una persona, sino todo un ambiente lleno de vida y de propuestas. El paradigma de todos nuestros ambientes es el oratorio: «casa que acoge, parroquia que evangeliza, escuela que encamina hacia la vida y patio donde se comparte la amistad y la alegría» (Const. 40).

El ambiente oratoriano no es fundamentalmente una estructura educativa específica, sino el clima que debe distinguir a cualquier obra salesiana. Las relaciones marcadas por la confianza y el espíritu de familia, la alegría y la fiesta acompañadas por la laboriosidad y el cumplimiento del deber, las expresiones libres y múltiples del protagonismo juvenil, así como presencia amiga de educadores que saben hacer propuestas que responden a los intereses de los jóvenes y al mismo tiempo sugieren opciones de valores y de fe. Constituyen sus principales características.

A este clima se refiere Don Bosco con nostalgia en la carta de Roma el año 1884, cuando pide que vuelvan «los días del afecto y de la confianza entre jóvenes y [salesianos]... los días de los corazones abiertos con toda sencillez... de la caridad y de la verdadera alegría...» (MB XVII, 114; MBe XVII, 105).

Don Bosco supo crear ambientes donde aunaba educación y fe y donde los jóvenes se hacían misioneros de sus compañeros. Por esto, siempre fue exigente en la calidad educativa de sus ambientes: no vacilante en tomar decisiones por dolorosas que fueran con respecto a los chicos y colaboradores que de algún modo rechazaran abiertamente o comprometieran el clima educativo.

Así, en la íntima relación entre el encuentro personal con cada joven por parte del educador y el rico estímulo del ambiente, han fructificado en la historia salesiana realidades ejemplares de santidad juvenil.


PROPUESTA DE VIDA CRISTIANA


101Un encuentro significativo o la acogida cordial en un ambiente son la ocasión para comenzar un camino hacia la fe o para seguir adelante en su itinerario. Entonces se pone en marcha el corazón oratoriano, del salesiano, su vivencia personal de fe en Jesucristo y su capacidad pedagógica. En su orientar hacia la fe, el estilo salesiano sigue algunos criterios.


Propuesta de fe dentro del proceso educativo


102El proceso educativo, en el que se trabaja para la promoción total de la persona, es el espacio privilegiado en que se propone la fe a los jóvenes. Tal orientación es decisiva para definir características y contenidos del camino. En él se valorizan no sólo los aspectos religiosos, sino también cuanto se refiere al crecimiento de la persona, hasta llegar a su madurez.


Los jóvenes y Cristo


103Hay que trazar, pues, el camino teniendo en cuenta dos referencias: el trabajo que los jóvenes deben hacer para formar su personalidad, por una parte; y, por otra, el llamamiento preciso de Cristo, que los invita a construirla según la revelación que se manifestó en él.

La vida de los jóvenes es, a la vez, punto obligado donde partir para un camino de fe, referencia continua en su desarrollo y punto de llegada, cuando ha transformado y encauzado hacia la plenitud en Jesucristo.

El anuncio de Jesucristo, renovado continuamente es el aspecto fundamental de todo el camino; no es algo ajeno o yuxtapuesto a la vivencia del joven. En dicha vivencia se hace camino, verdad y plenitud de vida.

Tenemos, así, un verdadero camino hacia la fe y un camino preciso de fe, que parte de esta convicción: Jesucristo se manifestó como el verdadero hombre, y sólo por él entra plenamente en la vida todo ser humano. El camino tiende definitivamente a asegurar consolidar el encuentro con él, realizado en la comunidad eclesial y en una intensa vida cristiana


Un camino educativo


104Hay que tener en cuenta que se trata de un camino educativo, que toma a los jóvenes en la situación en que se hallan y se compromete a sostenerlos y orientarlos en sus pasos hacia la plenitud de humanidad que les es posible.

Cabe, por tanto, recorrerlo también en situaciones donde el anuncio explícito de Cristo resulta difícil, irrealizable, o donde todavía hay que crear las condiciones mínimas para que pueda ser escuchado. En semejante situación de precariedad, la referencia al Evangelio hace de inspiradora, indicando valores hu­manos auténticos y dando confianza al paciente y silencioso testimonio de los educadores.

105Precisamente en virtud de esta lógica, el camino pone en el centro de la atención algunos aspectos.


a) Un camino que privilegia a los últimos y a los más pobres


El camino se adapta a los que tienen que comenzar: la opción salesiana de privilegiar a los más pobres es condición previa para dialogar con todos, incluso con quienes están menos informados acerca del acontecimiento cristiano.

El lenguaje fácil e inmediato, un ambiente acogedor y el estilo de trato familiar hacen accesible el misterio salvífico, y resultan buena noticia e invitación para quienes están lejos.

El colocarse al lado de los últimos y de los más pobres no determinará sólo el comienzo del camino, Mino también cualquier etapa posterior, incluidas las finales.

A quien ya ha recorrido un tramo de camino no se le, puede pedir que comience de nuevo; pero cabe invitarle a volver siempre a las realidades, palabras y signos más sencillos y fundamentales, a fin de soste­ner con su testimonio y acción el caminar de quienes están comenzando.


b) que no acaba nunca


106El camino no acaba nunca, avanza siempre hacia nuevas metas. Sigue hasta los horizontes de donación y de santidad que el Espíritu sabe mostrar a los jóvenes. La ejemplar historia de Domingo Savio y Laura Vicuña es paradigma de nuestra vivencia educativa, nos hace reconocer los frutos extraordinarios que la vida de fe produce en los jóvenes.

Nuestra misión educativo pastoral tendrá, pues, carencias cuando no seamos capaces de descubrir e nuestros ambientes este don de Dios, o no estemos preparados para sostener una respuesta generosa.


c) que se acomoda al paso de cada joven


107Además de privilegiar a los pobres, últimos y lejanos y ofrecer propuestas para los más adelantados, el camino requiere una tercera sensibilidad: reconocer que cada joven tiene un paso distinto de los demás que los resultados de las etapas no son iguales para todos, y que, por consiguiente, el recorrido hay que adecuarlo a cada caso. Si la fe es diálogo de amor de Dios y con Dios, si es alianza propuesta por Dios en la vida concreta, quiere decir que no existen clichés que puedan repetirse.

Nosotros, constituidos por iniciativa del Espíritu en amigos de Dios y de los jóvenes, procuramos prevenir, favorecer y seguir sus palabras y sus gestos.


108Los mismos fracasos educativos pueden ser un componente de todo camino. No los vemos como algo accidental o dimensión ajena al proceso educativo. Son parte integrante, y han de asumirse con actitud de comprensión. En algunos casos son fruto de las graves condiciones en que viven ciertos jóvenes.


109Resulta, pues, evidente que el camino se ha de pensar como único, porque única es la meta hacia la que avanza, únicas las indicaciones ligadas a la naturaleza de la fe y constantes algunas características de la vivencia juvenil.

Pero no es difícil comprender que hay que determinar progresivamente itinerarios particulares, propor­cionados a los jóvenes que los recorren.

Los itinerarios se presentan precisamente como determinaciones más detalladas de experiencias, conte­nidos y metas, según los jóvenes y las situaciones particulares.


d) que se realiza en comunidad


110Hay un aspecto que no podemos descuidar: la comunidad educativa, formada en su conjunto por jóvenes y adultos. Es el sujeto que hace el camino hacia la fe y de fe. No caben distinciones como la siguiente: los jóvenes son únicamente destinatarios de la propuesta, mientras que los adultos sólo han de ser considerados sus autorizados elaboradores técnicos. Se­mejante perspectiva llevaría todo esto al ámbito de unos servicios profesionales desconectados de la vida. ¡Es san Pablo en persona quien nos recuerda cómo se nos engendra a la fe!

El camino es único e implica a todos y siempre. Aunque interpela a cada persona de cara a sus responsabilidades específicas ante Dios, sin embargo la propuesta es apoyada por todos los que reconocen en Jesucristo el fundamento y el sentido de la vida.


111En la comunidad educativo-pastoral son educadores de los jóvenes en la fe todas las personas, tanto las que desempeñan tareas de educación y desarrollo hu­mano como las que trabajan más explícitamente en la vertiente de la fe.

Su mayor alegría es comunicarles las insondables, riquezas de Cristo (d. Const. 34). Todos los medios y actividades deben confluir en servir a la misma persona, a fin de ayudarle a crecer en la vida y en el encuentro con el Señor resucitado.




ÁREAS DE ATENCIÓN


  1. Meta global


Para que creáis que Jesús es el Mesías,

el Hijo de Dios, y, para los que creyendo,

tengáis vida en su nombre (Jn 20, 21).


Un hombre orientado hacia Cristo


112Todo trazado de camino queda definido siempre por el punto al que se quiere llegar: la meta. Debemos tener claro cuál es el tipo de hombre y creyente que hay que promover en las circunstancias concre­tas de nuestra vida y sociedad, convencidos de que también el Espíritu de Jesucristo lo va plasmando a partir de una nueva creación.


113Es la dirección que señalan nuestras Constituciones: «Educamos y evangelizamos siguiendo un proyecto de promoción integral del hombre, orientado a Cristo, el hombre perfecto. Fieles a la idea.de nuestro Fundador, nuestro objetivo es formar honrados ciu­dadanos y buenos cristianos» (Const. 31).

La primera idea de este texto subraya la configuración sustancial a Cristo, Hijo y hermano que da su vida por todos y es resucitado por el Padre. La segunda -«honrados ciudadanos y buenos cristianos» se orienta hacia la realización histórica del tipo de cristiano llamado a vivir en la Iglesia y en la sociedad en un tiempo preciso y en un espacio determinado.


que sabe integrar fe y vida


114Para decir esto, en muchos contextos se prefiere utilizar una fórmula densa y expresiva: se habla de integración entre fe y vida. Es la respuesta al reto más dramático y provocador de que hemos hablado en otras páginas: la irrelevancia y la separación entre fe, vida y cultura, que se manifiestan simultáneamente en la sociedad y en las personas.

La meta que propone el camino al joven es construir su personalidad teniendo a Cristo como referen­cia en el plano de la mentalidad y de la vida. Tal referencia, al hacerse progresivamente explícita e interiorizada, le ayudará a ver la historia como Cristo, a juzgar la vida como él, a elegir y amar como él, a esperar como él enseña y a vivir en él la comunión con el Padre y el Espíritu Santo.

Por la fecundidad misteriosa de esta referencia, la persona se construye en unidad existencial: asume sus responsabilidades y busca el significado último de su vida.

Situada en un pueblo de creyentes, logra con libertad vivir intensamente la fe, anunciarla y celebrarla con alegría en la realidad de cada día.


115Como consecuencia, maduran y resultan connaturales las actitudes humanas que llevan a abrirse sinceramente a la verdad, a respetar y amar a las personas, a expresar su propia libertad en la donación y en servicio. Es el ejercicio de la fe, la esperanza y la caridad como estilo de vida. Mentalidad, vida cotidiana y presencia en la comunidad: he ahí los tres campos en que se mide la verdad del buen cristiano y del honrado ciudadano.

El binomio salesiano subraya el valor de la dimensión comunitaria, social y política de la fe y de la caridad, que lleva a asumir responsabilidades precisas en la construcción de una sociedad renovada.

  1. Cuatro grandes áreas


Cuatro grandes aspectos de la maduración cristiana


116El camino se ve como crecimiento progresivo hacia esa meta.

Por lo tanto, nos comprometemos en cuatro grandes aspectos de la maduración cristiana, que vamos a llamar áreas.

Las podemos indicar esquemáticamente como:

- crecimiento humano hacia una vida que se deberá asumir como vivencia religiosa;

- encuentro con Jesucristo, el hombre perfecto, que llevará a descubrir en él el sentido de la existencia humana individual y social: el Salvador del hombre;

- inserción progresiva en la comunidad de los creyentes, captada como signo e instrumento de la salvación de la humanidad;

- compromiso y vocación en la línea de la trans­formación del mundo.

Dentro de estas áreas, tendremos que:

- cultivar algunas actitudes, que habrán de revisarse con frecuencia;

- individuar algunos núcleos de conocimientos imprescindibles para comprender adecuadamente la vida cristiana;

- elegir experiencias capaces de favorecer el resultado, y proponer actitudes y conocimientos.


que responden a los retos


117Estos cuatro grandes aspectos parten de los retos planteados a la fe de los jóvenes y a nuestra misión de educadores por parte de la actual situación cultural y juvenil. En efecto, de los retos emerge la petición de vida y el significado de la fe en la maduración de la propia identidad y en la historia humana. El peligro que corre la fe es el de ser irrelevante para la existencia y para el proceso histórico.

Las áreas pretenden asumir cuanto el hombre estima como verdadero valor y depositar ahí la semilla de la fe como su perfección y sentido último. Pretenden, en conjunto, presentar el Reino, injertado en el corazón de la historia (la gran historia del mundo o la pequeña historia personal),y al mismo tiempo presentar a los verdaderos creyentes como llamados por el amor de Dios a trabajar en la fermentación de la historia humana.

Así la fe no queda separada ni yuxtapuesta a lo que es humano, histórico, temporal, secular; sino que, al terminar dentro, le da significado, lo ilumina e inclu­so lo transciende llevando nuestros horizontes más allá, de la historia.


cuyo significado hay que comprender bien


118Las áreas no se ven ni deben ser vistas, ni en la persona ni en la acción educativa, como sectores separados. Están presentes a la vez y se reclaman continuamente unas a otras.

No cabe considerar primero sólo la vertiente del crecimiento humano y después el de la fe. Hay que reconocer a la fe una energía peculiar en todo el crecimiento de la persona. La referencia a Jesucristo y a la Iglesia es constante y cruza todas las áreas, aun sabiendo que se explicita y se concentra en determinados momentos. Cuando la palabra de Dios ha llenado la vida, el crecimiento humano no se detiene: continúa y se manifiesta con nuevas expresiones.

Aquí necesitamos presentar estos contenidos en progresión lógica; pero no significa que queramos Introducir a considerados sucesivos en el tiempo.


119Sin embargo, es imposible pensar en ningún adelanto si el sujeto no asume la propuesta. Los contenidos que deseamos acentuar en cada área no son lecciones ofrecidas desde fuera o materiales que hay que trabajar, sino maduraciones que se dan en la persona en virtud de sus opciones. Hay que prestar, pues, mucha atención a que se interiorice como es debido a cada una de las propuestas.

La educación en la fe, pues; se ve como humanización, sentido de la vida, elección de valores y compromiso eclesial y social.





Primera área


HACIA LA MADUREZ HUMANA


Todo lo que es verdadero, noble, justo,

puro, amable, laudable; todo lo que es

virtud o mérito tenedlo en cuenta (Flp 4,8)


Vida y fe se reclaman mutuamente


120Nos referimos ante todo a los jóvenes pobres. Su pobreza se presenta en formas diversas: pobreza de condiciones de vida, de sentido, de perspectivas, de posibilidades, de conciencia, de recursos. Es la vida misma la que se encuentra depauperada al faltarle sus principales recursos. No aflorará ninguna vivencia religiosa mientras no se descubra la vida en su verdadero significado. Y, viceversa, toda experiencia de vida verdadera despierta una tensión religiosa.

A partir de la admirable armonía de gracia y naturaleza, tan significativamente manifestada en la persona de Don Bosco educador, el salesiano comprende fácilmente que la fe reclama la vida, y la vida, reconocida en su valor, siente -de algún modo- necesidad de la fe. En virtud de la gracia, no hay ruptura, sino continuidad, entre creación y redención.


121El camino de fe comienza en el «hazte humilde, fuerte y robusto» (MB I, 125; MBe I, 116) bajo la guía, materna de María y el apoyo de los educadores.

La primera indicación para sostener el desarrollo de esta área es prestar atención a las exigencias características de cada etapa del crecimiento:

- la infancia descubre con maravilla el mundo circundante;

- la niñez se abre a cuanto existe en su derredor y a la relación positiva con las demás personas;

- la búsqueda de orientación, el esfuerzo por lograr una síntesis satisfactoria y el deseo, propio del joven, de participar y ofrecer aportaciones a la vida social.


Los primeros pasos hacia los jóvenes


122Por esto no podemos descuidar, sino que debemos tomar en serio, la situación particular en que se hallan muchos jóvenes.

La praxis salesiana quiere ayudar a superar las carencias radicales, económicas o afectivas que de he­cho condicionan la posterior apertura a lo valores.

En esta labor, la fe se proclama ya en el testimonio de la caridad. Al mismo tiempo, la persona supera fuertes condicionamientos y se hace libre. Por esta línea se mueve toda la iniciativa que quiera ofrecer a los jóvenes condiciones dignas de vida, lugares de distensión, o medios con que prepararse para el mundo de! trabajo y adquirir una cultura suficiente. Así se crean las condiciones favorables para que los jóvenes se abran a buscar y aceptar la verdad y el gusto por los valores auténticos que los conducen a la plena madurez humana y los hacen protagonistas de su vida (cf. Const.32).


requieren, en el educador, ciencia y sabiduría


123Para descifrar mejor los problemas y elaborar las propuestas más convenientes en esta primera área, el educador en la fe se sirve también de las ciencias de la educación, utilizándolas con la sabiduría que le sugiere la mirada de la fe.

El panorama de los modelos educativos se presenta confuso. El educador en la fe elige y organiza sus actuaciones con la mirada puesta en la imagen del hombre cuyo reflejo percibe contemplando el misterio de Dios presente en Jesús de Nazaret.

El hombre maduro es aquel que escucha con atención los interrogantes que plantean la vida y el mundo, capta el misterio que los envuelve y busca su significado mediante la, reflexión y el trabajo.

Es el modelo que nos ofrece la sólida tradición salesiana cuando hace de la religión el punto de referencia para la educación. Lo subraya bien la carta Juvenum Patris al decir que «el término religión indica que la pedagogía de Don Bosco es, por naturaleza, trascendente» (núm. 11).


124Desde esta perspectiva, presentamos algunas metas que alcanzar y diversas experiencias que proponer.


a)llevan a aceptar la vida


En primer lugar el joven debe aceptar la vida. Lo cual significa, ante todo, que debe aceptarse a sí mismo.

Para algunos jóvenes esto ocurre de manera espontánea. El hallarse en un mundo de personas que los quieren, dialogan con ellos y trabajan por construir la historia, pequeña o grande, les sirve de gran ayuda.

En cambio, otros encuentran aquí la primera y gran apuesta. Piensan -y lo sufren en su interior- que su vida no merece la pena de ser vivida. Vivencias negativas o carencias fundamentales los llevan a dejar que corra o a cederla a bajo precio. El educador de la fe debe acompañarlos con inteligencia y corazón, a fin de que reconozcan el valor inestimable de la vida.

Así descubren su doble carácter de don y tarea. Es un paso imprescindible para hacerse sujeto de la propia historia y responsable del crecimiento personal. Si se ofrecen experiencias positivas, si se les ayuda a descifrar los condicionamientos culturales y estructurales, personales y colectivos en que ha discurrido hasta ahora su historia, comprenden que es posible el cambio, que hay futuro, que vale la pena esperar.

Cuando se superan estos primeros cierres a la vida, es posible hacer aflorar otros interrogantes, suscitar otras actitudes y poner en movimiento otras energías.


a abrirse a los demás


125La idea positiva de sí mismo lleva a una progresiva apertura a las relaciones interpersonales y capacita para comunicar con los demás, reconociendo su valor y aceptando su diversidad y limitaciones. Dispone también a entrar en relación positiva con el ambiente, con la realidad y con el mundo.

La pedagogía salesiana asigna el desarrollo de esta dimensión a las actividades que los jóvenes realizan juntos en clima de alegría y colaboración. En ellas encuentran adultos capaces de amar las causas más nobles y de transmitir su entusiasmo.


b)a hacer que emerjan las aspiraciones profundas


126La acogida de la vida, su exploración y el anhelo de gustarla hasta el fondo descubren y hacen palpar la profundidad de las aspiraciones humanas y sus límites. Aquí tenemos otro paso que dar y una serie de experiencias que proponer, en línea con el encuentro entre vida y fe. El adulto es capaz de expresar con propiedad esta percepción, mientras que el adolescente y el joven todavía la viven confusamente y la sufren en su carne.

El educador debe ponerse a su lado y ayudarlos a darse cuenta de ella con vivencias enriquecedoras.

Tales son las denominadas experiencias de plenitud, es decir, la realización de ideales soñados intensamente; por ejemplo, la donación, el protagonismo, la renuncia de la propia comodidad para servir a los más necesitados, la contemplación de la naturaleza o de la verdad, los momentos de realización.

También las vivencias de limitación y miseria son capaces de ayudar acrecer y madurar interiormente; por ejemplo, la insatisfacción personal, la conciencia de la propia pobreza, y las situaciones humanas de dolor y de miseria.

Pero, ¿cómo puede comprender todo esto un joven? Escuchando su voz interior y aprendiendo a leer los fenómenos de la convivencia humana. Seguido por el educador, se abre a la dimensión ética y madura en dos direcciones: capta la influencia de sus actitudes y obras en la vida personal, y comprende su responsabilidad para aquellos con quienes comparte de hecho los principales bienes. Separar ambo aspectos o subordinarlos entre sí es provocar el nacimiento y fortalecimiento de la raíz del individualismo. Son dos vertientes por donde corre la maduración de la persona.


c)a descubrir el sentido de la vida


127Toma así cuerpo la pregunta sobre el sentido de la vida y la búsqueda de su último significado. No se trata de un problema intelectual. Más allá del cómo logran expresarlo, muchos jóvenes se interesan por su sentido particularmente cuando sienten en su vida una insatisfacción profunda, a veces radical, y piensan en el futuro. La insatisfacción puede tener orígenes y motivaciones diversas: frustración ante la imposibilidad de alcanzar un modelo de felicidad anhelada, o sentimiento de vado después de vivir propuestas que prometían colmar las propias necesidades.

En este proceso de maduración, los educadores desempeñan un papel insustituible. Están llamados a ofrecer ayuda en la reflexión, haciendo accesible a los jóvenes la riqueza de la propia experiencia de adultos.

Existen algunos ambientes que, por su naturaleza, ofrecen una reflexión sistemática sobre los problemas del hombre. La praxis salesiana dispone también: de modalidades menos formales, tales como valoraciones rápidas, aunque no superficiales, de acontecimientos y situaciones, o conversaciones espontáneas en contexto de distensión y juego, o confrontaciones personales convenientemente preparadas.


.


d)a anhelar lo transcendente.


128En el joven, la pregunta y búsqueda de sentido se hace invocación, o sea, deseo de una respuesta, horizonte o perspectiva que facilite la solución del interrogante planteado por la vida acerca de su origen y termino, acerca de la tarea propia de la persona para llegar a su plenitud.

Todo proceso de educación debería tener .ahí su meta. Se realiza una vivencia que es también religiosa, porque la persona llega a entrar en el proyecto de Dios.




Respuesta a los retos


129Los pasos que acabamos de indicar tratan de salir al encuentro de los retos lanzados por la cultura actual, pues, frente a la lógica de la autosuficiencia y el secularismo, propone un modo alternativo de ser plenamente hombre.

En muchos contextos se afirma que el primer paso que deben dar los jóvenes es percibir el vacío de los ídolos que amenazan su vida y captar la manifestación de Dios en la creación y en la persona humana. Nace entonces la propuesta de reconstruir una identidad personal en una época en que a menudo parece en crisis o rota.

La praxis salesiana no sólo sostiene idealmente el valor fundamental de la vivencia religiosa en la formación de la personalidad, sino que privilegia de forma concreta algunas modalidades para ayudada a madurar. Son: valorización de la vitalidad y expresión juvenil, participación en actividades donde pueda experimentarse el propio valer y la alegría de compartir, implicación en situaciones de necesidad, y tiempos de reflexión.

Cuando el joven ha llegado a niveles más profundos y ha elegido la fe como clave para interpretar su existencia personal, se le acompaña y estimula a elaborar una visión cristiana orgánica de la vida y de la historia.







Segunda área


HACIA UN ENCUENTRO AUTÉNTICO CON JESUCRISTO


Yo soy la luz del mundo: el que me sigue

no camina en tinieblas, sino que tendrá

la luz de la vida (Jn 8. 12).


Plenitud de vida en Cristo


130Nuestro servicio de educadores en la fe no puede detenerse en el nivel de conocimiento humano, aunque su inspiración sea cristiana.

La educación en la fe pide seguir hacia la confrontación y aceptación de un hecho revelado: la vida del hombre sólo alcanza su plenitud en Jesucristo. «Yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante» (Jn 10, 10): he ahí la respuesta definitiva a clamor que surge de la existencia en forma de invocación.


Encuentro con Cristo


131Pero el encuentro con Jesucristo no es un hecho cualquiera. La educación en la fe tiende a prepararlo, ofrecerlo y ahondarlo, para que sea encuentro personal en la fe.

Es muy frecuente hallar entre los jóvenes una simpatía vaga por Jesucristo. Abundan los mensajes e imágenes suyas lanzados al mercado por los medios de comunicación social, y numerosos son los jóvenes que conservan huellas de una vivencia religiosa infantil, con impresiones externas y genéricas sobre la vida de la comunidad cristiana: su encuentro con Cristo es a menudo superficial y fugaz. Por otra parte, una exposición sistemática de la fe puede resultar" para estos jóvenes, sólo una teoría hermosa o la ideología articulada de un grupo religioso, pero no un anuncio y promesa de salvación.

¿Qué camino seguir para poner al joven en contacto profundo con Cristo? ¿Qué aspectos de su misterio conviene subrayar?


mediante el testimonio


132Esta área se centra con fuerza en el testimonio de los cristianos. Para estimular y sostener el encuentro de fe con Jesucristo se requiere la vida de una comunidad creyente y su interpretación mediante la palabra de la fe.

En las estructuras donde actuamos, se dan a veces fracasos porque transmitimos de manera impersonal fórmulas de fe que, desconectadas de su eficacia para la vida, resultan totalmente incomprensibles.

La fe es buscada y anhelada cuando los jóvenes se encuentran con una vivencia evangélica auténtica.


133He aquí algunas metas a que tender progresivamente, a fin de que el encuentro con Jesucristo supere la mera curiosidad y se transforme en encuentro de fe.


  1. De los signos


134Una meta, que requiere su correspondiente núcleo de contenidos y experiencias, es percibir los signos de Cristo el Salvador, su presencia en la comunidad y su Influjo en la historia humana.

Estos signos se hallan:

- en las personas que pertenecen a la comunidad,

- en las actitudes que suscita en ellas la memoria de Cristo,

- en el culto cristiano celebrado dignamente.

Es una meta al alcance de todos, incluso de quien está menos cerca del acontecimiento cristiano.

Los signos poseen lenguaje y transmiten mensajes. La pedagogía los selecciona, prepara y presenta de modo que hablen con fuerza a la sensibilidad de los jóvenes.

Pero hay signos y mensajes que se le escapan a! nuestra voluntad. Los producen el estilo de la institución educativa o pastoral, la relación de las personas entre sí, el buen gusto y el sentido religioso que aparece en los signos de la fe: objetos, lugares, gestos.


al testimonio


135La percepción de los signos puede disponer a entender el testimonio de los discípulos de Cristo. Los gestos humanos y de fe de las personas que están cer­ca de los jóvenes constituyen la primera invitación a. la fe. No nos referimos sólo a los gestos religiosos sino también a la disponibilidad para un diálogo con: los jóvenes y a la capacidad de comprometerse en la salvación de los pobres.

El testimonio revela a los jóvenes el valor universal de la fe, cuando llegan a conocer modelos eminentes: de caridad o compromiso cuya motivación y fuerza proceden del amor a Cristo.


  1. Del testimonio al anuncio,


136El testimonio se explicita mediante el anuncio de Jesucristo, de su historia humano-divina y de las enseñanzas que proclamó. Un anuncio que, por parte de los educadores, es una clara confesión de fe.

Las circunstancias aconsejarán el camino preferible: la conversación personal, la catequesis, un diálogo interreligioso sereno. De todos modos, hay que garantizar el carácter de Buena Noticia. Hay que presentar a Jesucristo como verdad que ilumina la búsqueda del joven, como vida que estimula las energías de bien y como camino que lleva a la plenitud.

En esta óptica, la palabra de Dios debe aparecer a: cada uno como apertura a los problemas personales, respuesta a las preguntas que uno se plantea, extensión a los valores propios y, a la vez, satisfacción de los anhelos personales.


  1. Del anuncio al descubrimiento de la persona de Cristo


137El anuncio lleva a descubrir la presencia de Cristo en la propia vida como clave de felicidad y de sentido.

Empieza entonces el proceso de conversión que, al transformar la existencia, conduce a su edad adulta la forma de Cristo que el Bautismo imprimió en nosotros.

El anuncio y el descubrimiento exigen posteriormente la adhesión a la persona de Cristo. Del Cristo anunciado, el camino de fe procede hacia el Cristo limado, contemplado y, finalmente, seguido en actitud de discípulo.

No todo es igual. El Maestro propone recorridos nuevos, pide ciertas rupturas, indica éxodos y relanza en la dirección de las fuertes exigencias evangélicas.

En este punto del camino es posible que se produzca la primera gran cesión en cuantos lo han empezado, no sólo por las dificultades que plantea la fe, sino también por la falta de atención de los educadores, más preocupados de las cosas que de acompañar fraternamente el diálogo entre el joven y Dios.


  1. Transformación de la vida


138La perseverancia en la conversión y en el seguimiento de Cristo lleva, como consecuencia, a elaborar la propia visión de la vida, a vivirla de modo nuevo, a romper con la alienante actitud de pecado y con los modelos de vida que de ahí se derivan.

Se exige una nueva comprensión de la realidad y compartir lo que fue amor apasionado de Jesucristo: el reino de Dios.

Para los que continúan, tras la catequesis debe realizarse la confrontación de la fe con los grandes problemas culturales. Son problemas que se sienten intensamente, fundamentales para una verdadera maduración de la mentalidad de fe. Ésta requiere una coherencia precisa de pensamiento y vida. Olvidar tal, aspecto significa preparar la tantas veces lamentada ruptura entre fe y cultura personal, entre práctica religiosa individual y ética social. Hay que esforzarse, por tanto, en acompañar a quienes toman en serio la confrontación de su vida con la fe.


  1. Fe robusta y dinámica


139La práctica de la fe, por último, implica el arraigo de actitudes y comportamientos, sostenidos por las relativas convicciones. La educación en la fe capacita al' creyente para dar razón de su esperanza (cf. 1 Pe 3, 15).

La fe que reconoce la presencia y el amor del Padre desemboca en actitud filial para con él: la piedad. La oración es el lenguaje que nos da el Espíritu para dirigimos al Padre; hay que desarrollarla según las diversas formas que han ido madurando en la tradición cristiana.

El cultivo de la piedad tuvo, en épocas pasadas, formas pedagógicas adecuadas a la condición de los jóvenes de entonces. Para nosotros es hoy urgente estudiar momentos y formas convenientes de iniciación, comenzando por la familia.





Tercera área


HACIA UNA INTENSA PERTENENCIA ECLESIAL


Eran constantes en escuchar la enseñanza

de los apóstoles, en la vida común,

en la fracción del pan y en las oraciones

(Hch 2, 42).


Encuentro con Cristo en la Iglesia


140El encuentro con Jesucristo en la fe tiene su lugar de privilegio en la Iglesia. Movido por el testimonio vivo de la comunidad cristiana o de algún creyente, el joven madura por medio de una comunión plena en el pueblo de Dios.

Sin la fe de la Iglesia, la nuestra y la de los jóvenes, sería muy pobre. Faltaría la referencia imprescindible para vivir como creyentes. Si no se participa en la vida de la Iglesia se está lejos de donde tiene lugar, de modo privilegiado, el don de la salvación.

El objetivo final de este recorrido es ayudar a los jóvenes a vivir como Iglesia, madurando así en el sentido de pertenencia a la comunidad cristiana.


Pertenencia que madura progresivamente


141La pertenencia de los jóvenes a la Iglesia no alcanza la madurez inmediatamente.

Si los educadores-pastores no la entienden bien y no la cuidan con sabiduría se quedará en simpatía genérica, adhesión externa y prudente distancia y autonomía.

Los jóvenes se mueven hoy con realismo entre pertenencias múltiples y limitadas. La pertenencia eclesial sólo puede madurar como adhesión del corazón y de la mente, si la Iglesia es percibida como comunión con Dios y con los hombres en la fe y en la caridad como signo e instrumento del Reino, pues las instituciones, sean civiles o religiosas, únicamente logra un consenso parcial y externo. Se ha entendido que persona es superior a ellas como valor y como finalidad. Sólo si se ve una Iglesia más centrada en las personas -la de Jesucristo, las de los creyentes y la de los hombres que ha de salvar- que en la organización o en la legislación, podrá estimular una decisión de fe.


142También en este aspecto hay actitudes, contenido y vivencias que definen un camino. Cabe describir, las partiendo siempre de los más pobres respecto la fe.


  1. Necesidad de amistad y de relaciones interpersonales


143El primer aspecto es darse cuenta de las necesidades que tienen los jóvenes de amistad y de relaciones interpersonales profundas, de participación y de solidaridad; hacer que emerja su sentido de fiesta, el gusto de estar unos con otros.

Los educadores aceptan estos valores, los ahondan y los comparten en los momentos en que los jóvenes los expresan, procurando darles mayor profundidad.

En pleno acuerdo con la tradición salesiana, todo esto se carga ya de significado eclesial, si se realiza en, un ambiente de amplia acogida donde sea posible entrar en contacto con los creyentes, con los signos eclesiales y con las comunidades cristianas.

  1. Anhelo de grupo


144Otro conjunto de actitudes y contenidos eclesiales maduran dentro del grupo juvenil, donde el joven se siente personalmente aceptado y valorizado. Él mismo experimenta la alegría de compartir, se abre a la comunicación y a la responsabilidad en clima de confianza mutua. Así aprende también a comprender y a perdonar.


  1. El grupo como lugar de descubrimiento de la Iglesia


145Cuando estos grupos se hallan dentro de amplias comunidades educativas o cristianas que trabajan en un proyecto común, constituyen ya una vivencia concreta de Iglesia. Así se adquiere una mayor conciencia y se llega al descubrimiento de la Iglesia en cuanto comunión más profunda y como servicio universal.

Sin embargo, esto sólo ocurre cuando en la comunidad están vivos los signos de la realidad eclesial: el esfuerzo de comunión entre personas, la presencia complementaria de vocaciones diversas, el juicio Evangélico sobre los acontecimientos, la celebración de la fe.

Es útil también el encuentro con otros creyentes, el contacto con otros grupos y comunidades cristianas con las que sea posible comunicar experiencias y compartir proyectos comunes de trabajo social y Apostólico.

Es provechoso igualmente un conocimiento suficiente de la historia de la Iglesia, que ayude a descubrir la presencia y acción de Jesucristo, que siempre suscita en ella nuevas energías de renovación y santidad.


  1. Acto de fe en la Iglesia


146Tendremos una etapa importante en el desarrollo del sentido eclesial cuando éste se haga acto de fe en la Iglesia.

Acompañamos a personas y grupos hacia esta meta, ayudándoles a poner la palabra de Dios en el centro de la propia existencia. A su luz ésta se lee de nuevo y se aprende a compartirla y celebrarla con otros creyentes.

Se participa en la pastoral orgánica de la Iglesia local, se valorizan las enseñanzas del Papa y de los obispos, reconociendo su misión de unidad y de guía.


  1. Experiencias de participación en la comunidad cristiana


147La experiencia positiva de participación juvenil en la vida de la comunidad cristiana hace crecer el sentido de pertenencia a la Iglesia. Cuando las comunidades cristianas acogen y valorizan su aportación de vitalidad, los jóvenes asumen sus propias responsabilidades, asimilan los valores y exigencias de la comunidad y se sienten estimulados a la creatividad y al compromiso.


  1. Celebrar la salvación


148La participación más intensa en el misterio de la Iglesia se realiza en la oración, la escucha de la Palabra y la celebración de la salvación. En la fe se com­prende que la Iglesia es mediación del encuentro con Dios. Se vive esta mediación con gratitud, para configurarse a Cristo en el pensamiento y en la vida.

Siguiendo una tradición que viene de Don Bosco, proponemos este encuentro sobre todo, aunque no sólo, en los sacramentos de la Eucaristía y de la Reconciliación. En ellos vivimos, junto a los jóvenes, la relación personal con Cristo que reconcilia y perdona, que se entrega y crea comunión, que llama y en­vía y estimula a ser artífices de una sociedad nueva.

La participación frecuente en estos sacramentos parece pasar por momentos de estancamiento. El secreto para superarla es educar en las actitudes que: están en la base de la celebración cristiana: el silencio, la escucha, la alabanza, la adoración; es formar en el lenguaje simbólico, concretamente en los símbolos fundamentales de los sacramentos; es ofrecer experiencias de celebraciones graduales y bien cuidadas acompañar todo ello con una catequesis sacramental con tal progresiva que haga ver la relación que hay entre la celebración y la vida juvenil iluminada por la fe en Jesucristo.

En todo esto hay que captar la profundidad del misterio y la sensibilidad juvenil, pues son necesarias la educación en la celebración y la educación dentro de la celebración.

La catequesis de la Confirmación adquiere una función importante como medio privilegiado para suscitar en el chico y en el joven el sentido de la presencia del Espíritu y la voluntad de comprometerse por el Reino.

La catequesis del Matrimonio dispone para vivir el amor como persona madura, abrirse generosamente a la vida y expresar la Iglesia en la propia familia.




Cuarta área


HACIA UN COMPROMISO POR EL REINO


Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu…

En cada uno se manifiesta el Espíritu

para el bien común (1Cor 12,4.7).


La vida como vocación


149En la pedagogía salesiana de la fe la opción vocacional es el fruto maduro e imprescindible de todo crecimiento humano y cristiano. «Educamos a los jóvenes para que desarrollen su propia vocación humana y bautismal, mediante una vida diaria progresivamente inspirada y unificada por el Evangelio» (Const. 37).

La fe no puede reducirse a mero asenso intelectual. El creyente confiesa la verdad comprometiendo propia vida por la causa de Dios, salvador del hombre.

La vocación cristiana sólo se comprende haciendo referencia al Reino, que es a la vez don de Dios y obra del hombre.

Dios es el protagonista, que desea la vida y la felicidad del hombre y realiza esta voluntad de muchos modos diferentes; el hombre es invitado a acoger este don con disponibilidad total y a jugarse la vida por el proyecto de Dios.

El cristiano, por tanto, vive su vocación reconociendo el señorío y el amor de Dios y comprometiendo sus propias fuerzas hasta la radicalidad. Aceptando que todo es don de Dios y que nosotros únicamente somos siervos; pero comprueba también la necesidad del duro esfuerzo cotidiano para vencer la potencia de la muerte y consolidar la vida. Somos, pues, verdaderos discípulos y amigos de Jesucristo porque estamos dispuestos con él a cumplir la voluntad del Padre sirviendo al hombre hasta la cruz.

El compromiso vocacional será en toda responsabilidad familiar, profesional, social y política; para algunos florecerá en consagración de significado particular: ministerio sacerdotal, vida religiosa, compromiso, secular.


Descubrir el propio lugar en la construcción del Reino.


150El objetivo de esta área es ayudar a los jóvenes descubrir su puesto en la construcción del Reino y a asumirlo con alegría y decisión.

Para llegar a esta meta, cabe imaginar algunos pasos, a modo de etapas de un camino.


  1. Hacer aflorar lo positivo de todo joven


151Todo joven tiene en sí cosas positivas; apoyándose en ellas, pueden lograrse grandes resultados. «Todo joven... tiene un punto sensible al bien. La primera obligación del educador es descubrir ese punto, esa cuerda sensible del corazón, y sacar provecho de ella» (MB V, 367; MBe V, 266).

En primer lugar es preciso hacer aflorar estas cosas positivas mediante un paciente trabajo de atención sobre sí mismo, de confrontación con los demás, de escucha y de reflexión.

De este descubrimiento gozoso de las propias posibilidades, a pesar de los límites y obstáculos, nace el deseo de hacer fructificar los dones recibidos.

Éstos son: primeramente la vida, hilo conductor de todo el camino de fe, que hay que aprender a administrar la salud; la inteligencia y el corazón; el patrimonio humano y religioso de la familia; la amistad, los bienes materiales, las dificultades que ayudan a superarse...

El joven se mira a sí mismo y en su derredor, y descubre el lazo de solidaridad que une a las perso­nas entre sí.


  1. Alegría de comunicar los propios dones


152No basta tener dones y posibilidades. Es preciso ser verdaderamente feliz con ellos. Aquí entran las primeras y diversas experiencias de compartir. El joven se entrena a la generosidad y disponibilidad. Son actitudes que producen alegría: para tener más vida hay que darla.

Se colocan, mientras, las bases de una vivencia cristiana sólida, tal como se ha descrito en las áreas anteriores, basada en un encuentro con Cristo que sea capaz de hacer resonar una invitación y una llamada, y en la percepción de la Iglesia como misión en el mundo, realizada de múltiples maneras y con variedad de medios.

Todo ello es imprescindible para referirse de algún modo a la vocación.


  1. Propuesta vocacional explícita


154Estamos en el momento del anuncio vocación. Hay una catequesis que encauza a los jóvenes, mediante la palabra y el contacto con modelos, hacia la reflexión vocacional. Les hace ver cuál es la vocación de todos y cuáles son las diversas formas de servicio al Reino.

A este anuncio el joven responde con la atención y la escucha: «¿Qué debo hacer, Señor?» (Hch 22, 10) se pregunta qué sendas seguir para atender la llamada a ofrecer su vida. Así se encamina a un diálogo interior donde cada uno debe escuchar y responder personalmente.


154La propuesta explicita de quien acompaña al joven le ayudará a vislumbrar posibilidades nuevas para su existencia. Para algunos la llamada procede de la presencia de modelos ricos en significado y cualidades evangélicas. En cambio, otros aseguran que nunca habrían sabido interpretar la llamada, de no haberles hecho invitación explícita a comprometerse en un género de vida como cristianos seglares, religiosos o presbíteros.

La propuesta llega a veces de una comunidad que, a la vez implica y testimonia, es capaz de animar y de narrar su historia. La presentación del Fundador y la referencia afectuosa a los orígenes son determinantes para el nacimiento de algunas decisiones. Lo mismo cabe afirmar del conocimiento de los compromisos actuales de la comunidad, particularmente de los más difíciles y significativos.


  1. Discernimiento vocacional


155El anuncio vocacional acogido estimula el discernimiento. El joven se valora a sí mismo y los dones recibidos a la luz de las invitaciones que se le han hecho y a los servicios y ministerios que fundamentalmente ya conoce. No lo hace sólo mediante un análisis racional, sino que se abre a la generosidad y vive la llamada como iniciativa del Señor, procurando dar su sí desde lo íntimo de su conciencia. Sabe que la vocación va a implicar toda su persona: preferencias, relaciones, energías y dinamismos.

Es un proceso delicado. Se trata de todo el universo personal en movimiento, que va organizándose en torno a una opción, que no depende sólo de intereses y cualidades naturales, sino de la disponibilidad a reconocer la presencia de Dios en la propia vida y de en la propia vida y de una libertad capaz de aceptar la invitación de la gracia.

Todos los elementos de la vida espiritual colaboran al buen resultado del discernimiento. Sin embargo, algunos merecen mayor atención:

- la oración-meditación, que hace pasar de la superficie de la vida a su interior: la persona se encuentra a sí misma y oye con mayor facilidad la llamada que le hace Dios;

- la orientación personal o dirección espiritual, capaz de ofrecer contenidos motivantes, de capacitar al joven para leer los signos en su vida personal, de iluminar los momentos de articulación vocacional, de verificar el camino de conocimiento, y de ayudar a superar la dependencia de estímulos externos e incluso del educador;

- el compromiso apostólico, que ayuda a madurar un amor que se hace donación en la comunidad cristiana y en la sociedad.


  1. Opción vocacional


156El discernimiento orienta hacia una primera opción vocacional.

Son muchos los factores que ayudan a individuarla: desde las inclinaciones espontáneas hasta la imagen que la comunidad cristiana ofrece como lugar donde comprometerse. El punto determinante, sin embargo, es que el joven logre ver todo esto como llamarada personal y esté dispuesto a responder como María: Heme aquí, Señor.

Más que sobre un trabajo que hacer, sea religioso o profano, se concentrará en el sentido singular que debe dar a su existencia: hacer de ella una confesión del valor absoluto de Dios y respuesta a su amor.


Presencia de María en el camino


157La presencia materna de María inspira intensamente todo el recorrido en su conjunto y en cada área. Para todo joven se podrá repetir: «Todo lo ha hecho ella» (cf. SANTIAGO COSTAMAGNA, Conferencias a los hijos de Don Bosco, Santiago de Chile 1900, pág. 165).

María es la primera entre los creyentes y la discípula más perfecta de Cristo (cf. MC 35). La palabra de Dios se hizo carne e historia en su alma y en su persona antes de hacerlo en su seno. Por ello, representa al vivo el camino fatigoso pero feliz de cada individuo de la humanidad hacia su plenitud. En María los caminos del hombre se cruzan con los de Dios. Es, por tanto, clave de interpretación, modelo, tipo y camino.

María se sintió y fue proclamada dichosa, feliz en la pobreza, por el don de Dios, por su disponibilidad.

María acompañó a la Iglesia naciente; hoy participa con la riqueza de su maternidad en la maduración histórica de la comunidad cristiana, y en su misión en el mundo.



3


ESPIRITUALIDAD JUVENIL SALESIANA


Lo que aprendisteis, recibisteis, oísteis y

visteis en mi, ponedlo por obra (Flp 4, 9).



PREÁMBULO



La espiritualidad salesiana

158El camino de educación en la fe revela progresivamente a los jóvenes un proyecto original de vida cristiana y les ayuda a tomar conciencia de él.

El joven aprende a expresar un modo nuevo de ser creyente en el mundo, y organiza la vida en torno a algunas percepciones de fe, opciones de valores y actitudes evangélicas: vive una espiritualidad.

La investigación sobre una espiritualidad juvenil salesiana, idónea para los tiempos nuevos, tuvo, en los capítulos generales especial y veintiuno, momentos históricos de profundización. Ahora el XXIII Capítulo General la re lanza a las comunidades y entre los jóvenes. La búsqueda sigue; pero la realidad viene de lejos.

La primera formulación aparece en el sueño de los nueve años: «Hazte humilde, fuerte y robusto» (MB 1 125; MBe 1,116). Para ello, Juanito Bosco recibirá en María una madre y maestra que le acompañará en misión juvenil.

Más tarde, en el ámbito de Valdocco, inspirado por Don Bosco, florecen expresiones diversas de santidad y de vida en el Espíritu. Las biografías de Domingo Savio, Francisco Besucco y Miguel Magone describen la santidad juvenil del primer oratorio, que, reconocida oficialmente por la Iglesia, será ofrecida a toda la juventud mediante la canonización de Domingo Savio y la beatificación de Laura Vicuña.

Por otra parte, nuestra tradición siempre ha presentado el sistema preventivo como proyecto de espiritualidad. En el trinomio 'razón, religión, y amor', fundidos en una sola vivencia por la gracia de unidad, se hallan el contenido y el método del acompaña­miento espiritual.

El Joven Cristiano [Juventud Instruida] y los Reglamentos escritos para los alumnos de las casas salesia­nas transmiten, en el contexto sencillo de la vida or­dinaria, las líneas de la espiritualidad salesiana.

Salesiana no es, por tanto, el distintivo particular de un grupo; señala la fuente carismática unida a la corriente espiritual del humanismo de san Francisco de Sales, aplicado por Don Bosco en el oratorio.


es espiritualidad juvenil


159El protagonismo juvenil halló en Valdocco un espacio amplio en todos los sectores de la vida, hasta el punto de que los jóvenes fueron llamados por Don Bosco a ser cofundadores, con él, de una nueva Congregación.

Por su parte, los jóvenes le ayudaron a iniciar, en la vida, de cada día, un estilo de santidad nueva, acomodada, a las exigencias típicas del desarrollo del chico. Fueron así, de algún modo simultáneamente discípulos y maestros.

En todas las comunidades salesianas hoy, igual que ayer en el oratorio de Don Bosco, el compromiso espiritual nace de un encuentro que hace brotar la amistad, de la que manan la referencia continua y la compañía buscada para ahondar en la vocación bautismal, y el camino hacia la madurez de fe.

El dicho «quiero estar siempre con Don Bosco» (cf. MB V, 526; MBe V, 375; cf. también MB VI, 334-335; MBe VI, 257) indica la opción de un modo particular de crecer en la vida del Espíritu: la experiencia de vida cristiana es anterior a la reflexión sistemática.


es, por lo tanto, una espiritualidad educativa


160Poner al joven, con sus dinamismos interiores, en el centro de la atención del educador y como criterio práctico para establecer los itinerarios que hay que seguir, es la característica fundamental de la espiritualidad juvenil: es una espiritualidad educativa. '

Se dirige a todos los jóvenes indistintamente, pero: da la preferencia a los más pobres. Asumir los retos de quienes están lejos o son ajenos a la fe y la irrelevancia de ésta en la vida, pide que los educadores acompañen y compartan la vida de los jóvenes:, «Amad lo que agrada a los jóvenes -repite Don Bosco a los salesianos en la situación actual-, y los jóvenes amarán lo que es del gusto de los superiores» (cf. MB XVII, 111; MBe XVII, 102).

La meta del trabajo del salesiano es hacer que los jóvenes crezcan en plenitud, hasta «la medida de Cristo, el hombre perfecto» (cf. Ef 4, 13. 15).




PRESENTACIÓN SINTÉTICA

Núcleos fundamentales


161Con objeto de ayudar a las comunidades en una lectura rápida de la propuesta y estimuladas a una profundización posterior, se ofrece una descripción de los núcleos de la espiritualidad juvenil salesiana.


  1. Espiritualidad de lo cotidiano


Lo cotidiano inspirado en Jesús de Nazaret (cf. Consto 12) es el lugar donde el joven reconoce la presencia activa de Dios y vive su realización personal.


  1. Espiritualidad de la alegría y el optimismo


Lo cotidiano se vive con alegría y optimismo, sin por ello renunciar al esfuerzo ni a la responsabilidad (cf. Consto 17 y 18).


  1. Espiritualidad de la amistad con Jesucristo, el Señor


Lo cotidiano es recreado por el Cristo de la Pas­cua (cf. Const. 34), que da las razones de la espe­ranza e introduce en una vida que halla en él la plenitud de sentido.


  1. Espiritualidad de comunión eclesial


Lo cotidiano se experimenta en la Iglesia (cf. Const. 13 y 35), ambiente natural para crecer en la fe por medio de los sacramentos.

En la Iglesia encontramos a María Santísima (cf. Const.20 y 34), primera creyente, que precede, acompaña e inspira.


  1. Espiritualidad de servicio responsable


Lo cotidiano se les entrega a los jóvenes en un servicio (cf. Const. 31) generoso, ordinario y extraordinario.




1. Espiritualidad de lo cotidiano


Es síntesis entre fe y vida


162El reto fundamental para un creyente y para una comunidad es transformar, en virtud de la fe, la vida ordinaria en vivencia evangélica Es fácil proclamarse cristiano de modo genérico; pero es difícil vivir como cristiano, cortando los nudos que hacen problemática la existencia y abriéndose a las exigencias prácticas de las bienaventuranzas. La armonía interior de un joven y su alegría de vivir requieren la gracia de unidad.

En la vivencia salesiana esto es una intuición, gozosa y fundamental a la vez: no es necesario alejarse de la vida ordinaria para buscar al Señor.

Las primeras páginas del 'Joven Cristiano' ('Juventud Instruida') proclaman esta necesidad juvenil: “Quiero que seáis felices” (cf. MB III, 9; MBe III, 20: “Voy a indicaros un plan de vida que pueda manteneros alegres y contentos”). Cuando los salesianos, prolongando al Don Bosco de Valdocco, viven la caridad pastoral y crean un ambiente de familia donde «se siente la necesidad y la alegría de compartirlo todo» (Const. 16), facilitan la armonía y suscitan en los jóvenes la pregunta sobre la felicidad.


es descubrimiento de la Encarnación


163En la base de la valoración positiva de la vida cotidiana se halla el descubrimiento continuo del hecho de la Encarnación. La condición humana de Jesucristo revela que Dios está presente en la vida y afirma la trascendencia divina. Jesús hombre es el sacramento, del Padre, la gran mediación definitiva que hace cercano y presente a Dios.

Nos enseña que el lugar para encontrar a Dios es la realidad humana: la nuestra y la ajena, la actual y la histórica. «Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de estos mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis» (Mt 25, 40). Por consiguiente, es la vida humana la que nos introduce en el acontecimiento de la Encarnación.

La vida es, por tanto y primeramente, don ofrecido a todos; don misterioso, por las expectativas que sus­cita a manera de cofre que encierra significados y horizontes imprevistos.


es amor a la vida

164Asumir con coherencia lo ordinario de la existencia; aceptar los retos, interrogantes y tensiones del crecimiento; procurar recomponer los fragmentos en la unidad realizada por el Espíritu en el bautismo; trabajar en superar las ambigüedades que hay en la vida de cada día; fermentar con el amor cualquier opción: tal es el paso obligado para descubrir y amar lo cotidiano como realidad nueva donde Dios actúa como padre.

En el afecto del salesiano que «con bondad, respeto y paciencia» (Const. 15) acompaña la realización de su personalidad y en la acogida incondicional de la comunidad que muestra su predilección por ellos (cf. Const. 14), los jóvenes descubren un signo de Dios que ama y previene.

A pesar de las experiencias negativas de la paternidad o de las relaciones familiares que puedan haber vivido el corazón nuevo que se están construyendo les ayuda a mirar el mundo de manera distinta.

Esta mirada ayudará a percibir que en el origen de nuestra vida, tal como es, con sus impulsos y aspiraciones, hay una llamada de Dios.

«Amar la vida no fragmentada, sino proyectada como vocación, quiere decir aceptar la llamada a trabajar como constructores de humanidad, de justicia y de paz […] Amar la vida en toda su profundidad, abierta a la cultura y a los ideales, a compartir y a ser solidario, siendo capaz de la valentía de soñar como Don Bosco mundos nuevos, hombres nuevos» (RECTOR MAYOR en Confrontación DB 88).


2. Espiritualidad de la alegría y el optimismo


La alegría de la bondad


165Lo que aparece evidente en Valdocco es la alegría, el optimismo, la esperanza.

Don Bosco es el santo de la alegría de vivir. Sus chicos aprendieron tan bien la lección, que afirmaban, con lenguaje típicamente oratoriano, que «la santidad consiste en estar muy alegres» (cf. MB V, 356; MBe V, 256).

Don Bosco ofreció a los jóvenes marginados de su tiempo la posibilidad de experimentar la vida como fiesta y la fe como felicidad.

La música, el teatro, las excursiones, el deporte y la alegría cotidiana de un patio siempre han sido valorizados por la pedagogía salesiana como elementos

Educativos de importancia capital. Suscitan numerosas energías de bien, que se orientarán hacia un compromiso de servicio y de caridad.

La fiesta salesiana nunca es manifestación de un vacío interior que busca compensaciones; ni ocasión para distraer de una realidad que muchas veces es dura y que, por tanto, se desea esquivar; es ocasión para construir amistad y desarrollar cuánto hay de positivo en los jóvenes.

Este estilo de santidad podría maravillar a ciertos expertos de espiritualidad y pedagogía, temerosos de que disminuyan las exigencias evangélicas y los compromisos educativos. Sin embargo, para Don Bosco la fuente de la alegría es la vida de gracia, que impone al joven un difícil tirocinio de ascesis y de bondad.


y el esfuerzo del crecimiento


166Don Bosco, durante toda su vida, encaminó a los jóvenes por la senda de la santidad sencilla, serena y alegre, uniendo en una sola experiencia vital el patio, el estudio serio y un constante sentido del deber.

Hoy ofrece, como respuesta fiel al amor gratuito de Dios, una valiosa lectura del Evangelio con el espíritu de las bienaventuranzas, la cuales proclaman, ante todo, quién es Dios para nosotros y cuál debe ser nuestro compromiso de creyentes para edificar su Reino. Al estimular a vivir en unidad la alegría y el deber nos enseñan también a asumir, en el seguimiento de Cristo, la cruz en cuanto dimensión pascual de la opción evangélica y, por consiguiente, del desarrollo en humanidad según la talla de Cristo, muerto y resucitado.

Fuera de un camino seriamente comprometido resulta cada vez más difícil. El salesiano lo recordará con frecuencia a sus jóvenes, cuando tengan la impresión de que reestructurar la propia vida a la luz del Evangelio requiere el alejamiento de bienes irrenunciables.

La libertad, la justicia, la solidaridad y la corporeidad pondrán muchas veces al joven creyente ante una alternativa: o estar con Jesucristo el Señor aceptando la tribulación de la fe, u optar por realizar la vida fuera de su zona de influencia.

Es un momento crucial, un paso arduo pero necesario, para llegar a la síntesis donde se experimenta la dicha de: contemplar simultáneamente al Señor de la de la vida y de la historia.

Juan Pablo II, con intuición feliz, definió el lugar de la infancia y adolescencia de Juanito Bosco como colina de las bienaventuranzas juveniles, porque de ella parte un mensaje de alegría y responsabilidad para los jóvenes que miran a Don Bosco como a padre y maestro.



3. Espiritualidad de la amistad con Jesucristo el Señor


Encuentro con Jesucristo resucitado


167Vivir el espíritu de las bienaventuranzas con el estilo de Valdocco es hacer surgir una amistad íntima entre Jesucristo y el joven. Ya no se contenta con primer encuentro ni con la simpatía hacia el Señor; se quiere ahondar su conocimiento y la adhesión a persona y a su causa. Se busca una respuesta concreta a su amor, correspondiendo mediante el compromiso y la generosidad. Cuando los jóvenes llegan a esta relación con Jesucristo el Señor, se abren a la radicalidad evangélica.

La experiencia del oratorio con la historia personal y comunitaria de Domingo Savio, Francisco Besuco y Miguel Magone dice que todos los jóvenes pueden recorrer la senda de esta amistad con Cristo.

Amigo, maestro y salvador son términos que describen la centralidad de la persona de Jesucristo en la vida espiritual de los jóvenes con estilo salesiano.

La dimensión personal de la relación -«Jesús es mi amigo y compañero», afirma Francisco Besuco- El Pastorcillo de los Alpes, JUAN BOSCO, Obras fundamentales, BAC, Madrid 1987, estimula a conocer la totalidad del misterio de Cristo, muerto y resucitado.


para adquirir un corazón nuevo


168Era preocupación constante de Don Bosco el edificar en la fe caminando «con los jóvenes para llevarlos a la persona del Señor resucitado, de modo que [...crecieran] como hombres nuevos» (cf. Const. 34)

Le gustaba repetir que «la educación es cosa de corazón». También el camino de la espiritualidad requiere un corazón nuevo. Si no se llega a ese centro que mueve la vida humana, no se logrará ninguna conversión profunda y duradera.

En contacto con el Señor resucitado, los jóvenes adquieren un amor más intenso a la vida. En amistad con el Señor resucitado se forja un corazón oratoriano que vibra con la alborozada sensibilidad juvenil y con la fuerza silenciosa pero eficaz del Espíritu Santo.


4. Espiritualidad de comunión eclesial


Deseo de vivir en compañía


169Sostenidos por una espiritualidad que nace de la relación entre personas que tienen en Cristo un amigo común, los jóvenes de los ambientes salesianos sienten una necesidad grande de estar juntos. Como amigos comparten y celebran la alegría de vivir, para ayudarse unos a otros. Así son levadura en medio de los demás chicos y jóvenes.

Por exigencia natural, además, organizan, y de algún modo institucionalizan, la amistad creando grupos de acuerdo con los intereses más variados de su existencia: desde el juego hasta la cultura y el compromiso religioso.

A menudo, entre los grupos se desarrolla una conexión, porque ven que participan en los mismos ideales y valores.

Así se orientan hacia un movimiento juvenil inspirado en los rasgos espirituales de Don Bosco.


para una comunión en la responsabilidad


170La relación personal con Cristo resucitado y la experiencia de grupo desembocan en una relación filial con la Iglesia.

Don Bosco fue un hombre de comunión. Enseñó a los jóvenes a vivir el misterio de la Iglesia, que contiene, en la debilidad de lo humano, la gracia invisible de la presencia de Dios.

Su testimonio personal de cada día y el ambiente de familia creado en el oratorio suscitaron en los jóvenes el sentido de la colaboración y corresponsabilidad.

También hoy la diversidad de intereses, dones y valores que conviven en la comunidad educativa son un testimonio de la presencia del Señor, que une a todos en un solo corazón y en un alma sola. Tal espíritu de familia es signo eficaz de la Iglesia que se desea construir juntos, para un servicio fraterno al más necesitado.


hacia la Iglesia particular


171La historia de los jóvenes del oratorio, mientras vivía Don Bosco, abunda en expresiones concretas de amor a la Iglesia.

La comunión busca continuamente el modo unirse a todas las fuerzas que trabajan por la salvación y por la edificación del reino de Dios.

Esta comunión se manifiesta en la estima y fraternidad activa hacia los pastores y cuantos cooperan para el bien de todos, particularmente de los jóvenes.

Busca, además, el diálogo y entendimiento con los responsables de la pastoral local, dejándose guiar por una visión madura de fe, capaz de comprender y aceptar los aspectos humanos de la Iglesia, sus limitaciones y sus carencias.

Se abre, por último, a los problemas humanos y juveniles que surgen en los diversos contextos.

La espiritualidad se mide y crece en la confrontación con la historia de las personas.


hacia la Iglesia universal


172Sentir como propios los grandes intereses de la Iglesia universal, interviniendo de manera proporcionada a la capacidad de cada uno, es algo constante en la .historia salesiana.

La preparación de la primera expedición misionera de nuestra Congregación, por ejemplo, tiene el sabor de una gran aventura religiosa: todo el oratorio se veía involucrado, y cada uno se sentía parte activo. Fue una experiencia que desarrolló entre los jóvenes una viva sensibilidad hacia el carácter mundial del trabajo apostólico.

Uno de los elementos que forman la espiritualidad juvenil salesiana es el amor explícito al Papa y la adhesión convencida a su magisterio. La persona del Sumo Pontífice es signo visible de unidad para toda la Iglesia. Es una presencia providencial para el servicio que realiza en el nombre de Cristo Señor a favor de toda la humanidad.


Cristo encontrado en los sacramentos


173El encuentro y la relación con Cristo resucitado se viven de manera particular en la celebración de los sacramentos. La tradición salesiana reconoce y afirma su importancia en el crecimiento cristiano de los jóvenes.

Actualmente, siguiendo la renovación conciliar, las comunidades revalorizan los sacramentos de la iniciación.

Así, el Bautismo, inicio del camino de educación en la fe, compromete a los jóvenes en una catequesis renovada y en un testimonio de vida coherente con su configuración a Cristo, el Señor.

Así, la Confirmación, sacramento que lleva a realizar la madurez de la fe mediante los dones del Espíritu, asume importancia particular en la edad juvenil.

Sin embargo, la pedagogía de santidad en Don Bosco evidenció, de modo privilegiado, el valor educativo de la Reconciliación y de la Eucaristía.


un el sacramento del perdón


174El sacramento de la Reconciliación, que celebra el de Dios más fuerte que el pecado, Don Bosco lo presentaba a sus jóvenes como uno de los pilares fun­damentales del edificio educativo.

Por ello, en Valdocco se celebraba con frecuencia y se le prestaban atenciones particulares.

Se cuidaban, ante todo, su preparación en un ambiente acogedor, rico de amistad y fraternidad. Así se ayudaba a los jóvenes a superar la natural renuencia a manifestar los secretos del propio corazón.

Se procuraba orientarlo hacia la vida, es decir, tenía que mejorar las relaciones interpersonales; crear las condiciones para un esfuerzo más evidente en el cumplimiento de los deberes personales; sostener la conversión y renovación del corazón, para que el joven pudiera darse a Dios con un propósito eficaz.

Por último, se prolongaba en la dirección espiritual para reforzar la adhesión al Señor, y en el encuentro fraterno con el educador compartiendo gozosamente la vida.

Los frutos educativos del sacramento de la Reconciliación son muchos:

- Los jóvenes, sostenidos por un amor que comprende y perdona, encuentran la fuerza para reconocer su pecado y su debilidad, necesitada de apoyo y acompañamiento;

- aprenden a resistir la tentación de la autosuficiencia;

- ofrecen el perdón, para intercambiar la reconciliación recibida;

- se educan en el respeto a las personas;

- se forman una conciencia recta y coherente


Acudir con regularidad al sacramento de la Reconciliación da eficacia al proceso de conversión y renovación

en el sacramento de la Eucaristía


175La celebración de la Eucaristía, preparada en clima de solidaridad y amistad, se vive como encuentro festivo, lleno de símbolos y expresiones juveniles. Es celebración gozosa de la vida.

Resulta, así, para los jóvenes un momento significativo de crecimiento religioso.

En el sistema salesiano se dice que es el segundo pilar del edificio educativo. En la Eucaristía aprende el joven a organizar su vida a la luz del misterio de Cristo que se da por amor.

Aprende a supeditada, ante todo, a las exigencias de la comunión, superando egoísmos e inhibiciones.

Es llevado a buscar la donación generosa de sí mismo, abriéndose a las necesidades de sus compañeros y comprometiéndose en actividades apostólicas adecuadas a su edad y maduración cristiana.

La Eucaristía es, así, para él fuente de nuevas energías de crecimiento en la gracia. «La educación en el verdadero amor pasa necesariamente por la Eucaristía» (RECTOR MAYOR, ACG núm. 327, pág. 13).

La tradición salesiana recuerda otra expresión típica de relación con la persona de Jesucristo el Señor: la visita y oración ante el Santísimo Sacramento. Don Bosco insiste en la visita como medio para agradecer a Dios los dones de la existencia.


en la oración


176La oración, hecha con estilo salesiano, posee algunas características particulares.

Es la oración del buen cristiano, sencilla y popular: ahonda sus raíces en la vida. Le gusta el clima festivo de los encuentros de jóvenes, pero sabe encontrar también el momento para un diálogo personal con el Señor. Se expresa con fórmulas breves y espontáneas, tomadas de la palabra de Dios y de la liturgia.

Cada generación está llamada a inventar su oración, con fidelidad a la tradición y en confrontación valiente con la cultura y sus problemas.

Por ello, la oración salesiana sabe aceptar las nuevas modalidades que ayudan a los jóvenes a encontrar al Señor en la vida cotidiana. O sea, es flexible y creativa siempre atenta a las orientaciones renovadoras. de la Iglesia.

Don Bosco empleaba con más frecuencia el término piedad que el de oración. La piedad expresa la conciencia de estar inmersos en la paternidad de Dios y mira, más que a las palabras, a los gestos del amor de quien desea agradar en todo al Señor.


María, Madre y Auxiliadora de la Iglesia


177La espiritualidad juvenil salesiana da un puesto de privilegio a la persona de María.

Don Bosco, desde el principio de su vocación en el sueño de los nueve años, la recibió como guía y apoyo (cf. Const. 8). Con su ayuda materna cumplió el plan que el Señor tenía sobre su vida. Al final, pudo decir con verdad: «Todo lo ha hecho María» (cf. SANTIAGO COSTAMAGNA, O.C. pág. 165).

Los jóvenes, en contacto con la comunidad salesiana, aprenden a mirar a María como a la que «infunde esperanza» (cf. Const. 34) y les sugiere algunas actitudes típicamente evangélicas: la escucha, la fidelidad, la pureza, la donación, el servicio.

Todos los jóvenes tienen algunas épocas difíciles de transformación, pero también de entusiasmo, por la novedad que los espera y que desean con toda su alma. María, invocada y honrada bajo el título de Auxiliadora, es para ellos «signo de esperanza cierta y de consuelo» (LG 68).

Cuando los jóvenes que viven en el ambiente salesiano llegan a una devoción mariana motivada, descubren los horizontes hacia donde los impulsa María Auxiliadora: un ardiente celo apostólico en la lucha contra el pecado y contra una visión del mundo y del hombre contraria a las bienaventuranzas y al mandamiento nuevo.



5. Espiritualidad de servicio responsable


Hacerse ciudadanos honrados y buenos cristianos


178El joven creyente, impulsado por el Espíritu, está al servicio del hombre, como hace la Iglesia, experta en humanidad. El servicio mide el camino de la espiritualidad.

Don Bosco, padre y maestro de la juventud, instaba a sus jóvenes a ser «ciudadanos honrados y bueno cristianos». La síntesis de ambos elementos es el fruto más maduro de la espiritualidad juvenil. La simplicidad de la fórmula esconde la labor que debe hacerse: y el compromiso nunca realizado del todo.

Ser ciudadano honrado supone hoy, para un joven, promover la dignidad de la persona y sus derechos, en todos los contextos; vivir con generosidad en la familia y prepararse para formarla sobre bases de la donación recíproca; favorecer la solidaridad, espe­cialmente para con los más pobres; realizar el propio trabajo con honradez y competencia profesional; promover la justicia, la paz y el bien común en la políti­ca, respetar la creación; favorecer la cultura (cf. ChL 17 y 44).


con la creatividad del amor


179La historia de los jóvenes en el oratorio, cuando aún vivía Don Bosco, es rica en este aprendizaje de la vida cristiana: estar al servicio de los demás, de manera ordinaria y a veces con formas extraordinarias.

Hoy día se abren ante el joven nuevos campos de servicio. Por ejemplo, la animación educativa y cultu­ral en el territorio para vencer la marginación y defender una cultura de participación, y el voluntariado civil y misionero para colaborar con otros organismos en la promoción humana y en la evangelización.

El amor a la vida, en el signo del Espíritu y con el estilo de Don Bosco, sabe encontrar cauces adecuados para dar salida a las mejores energías del mundo juvenil.


hasta comprometer toda la vida como y con Don Bosco


180Muchos jóvenes son ricos en recursos espirituales, presentan gérmenes de vocación apostólica y llegan hasta hacer madurar el encuentro y simpatía inicial por Don Bosco en voluntad de darse a él para continuar su misión.

El conocimiento de los problemas que viven a diario sus compañeros encuentra en muchos jóvenes la primera respuesta de actuación educativa.

Muchas vocaciones nacen, de hecho, de una experiencia de servicio en un barrio, en arrabales pobres, en una catequesis del oratorio, en la visita a los enfermos, en tareas de voluntariado y de educación. Los jóvenes se preguntan: ¿A qué espacios sociales y eclesiales puedo ir para demostrar mi amor a la vida y al Señor de la vida? Para algunos es cierta la llamada a formar una familia y a ejercer una profesión, como servicio responsable a la Iglesia y a los hombres. Otros tienen cada vez más clara su opción por el sacerdocio y la vida religiosa.

Todos, en uno y otro caso, guiados por el Espíritu del Señor y animados por los valores de la espiritualidad salesiana, acogen y viven la propia existencia como vocación.




1



ALGUNOS NÚCLEOS

MÁS IMPORTANTES

DE LA EDUCACIÓN EN LA FE


Hermanos, vuestra vocación es la libertad:

no una libertad para que se aproveche

el egoísmo; al contrarío, sed esclavos

unos de otros por amor (Gal 5, 15).


181El camino de fe y la espiritualidad juvenil salesiana asumen con seriedad el compromiso del joven que trabaja por construirse una identidad conciliando dinámicamente los impulsos de sus energías internas, los numerosos y variados mensajes o propuestas que surgen del contexto y los horizontes que le permite vislumbrar la hora actual.

La fe en Cristo se sitúa en el centro de esta tarea como fuente de sentido, esperanza de vida futura, don de Dios y energía que transforma la historia.

El influjo de la fe en la vida, o su irrelevancia práctica se manifiestan hoy en algunos aspectos de la existencia individual y de la cultura, que por ello resultan su banco de pruebas,

No se trata de puntos particulares, sino de espacios donde se concentran el significado, la fuerza y los aspectos conflictivos de la fe.

Vamos a ver tres de ellos.


  1. FORMACIÓN DE LA CONCIENCIA


Fuerte sentido de la libertad


182Una mirada al mundo moderno hace ver inmediatamente algunos criterios de conducta que para nosotros son ocasión o dificultad en la labor de educar a los jóvenes en la fe.

Fuerte es el sentido, ante todo, de la libertad individual. En el campo político como en el religioso, en la mentalidad y en los modos de vivir, la libertad es para todos un bien inviolable. Se está dispuesto a renunciar a muchas cosas, pero no a la autonomía de determinación.

Norma que no se interioriza, no sólo pierde significado en el cuadro orgánico de los valores personales sino que es ignorada formalmente. Se llega incluso a actitudes de relativismo que cierran a la verdad moral objetiva.


Su reflejo en los jóvenes


183En los jóvenes se refleja esta situación general, cuando ya se hallan bajo el influjo de otros elementos característicos de su edad que hacen más difíciles las intervenciones para formar su conciencia.

La fuerte carga emotiva, ligada al desarrollo de la persona y a la fragilidad volitiva, los pone, respecto a las normas de la conciencia, en condición de debilidad: oyen su voz, pero de manera apenas perceptible; entrevén la orientación que deben seguir, pero sin la lucidez necesaria.

A menudo corren peligro de adoptar actitudes ambiguas, acosados por las solicitaciones que reciben de los medios de comunicación social y por efecto de lo que comúnmente llamamos moda.

Las posibilidades de acceso y opción que se les ofrecen por todas partes, son excesivas e impiden una selección coherente de valores armonizados entre sí, pues se ven más llevados a superponer criterios y referencias llegados de fuentes diversas, que a elaborar un código coherente de vida.


184Pero, por encima de sus limitaciones, la conciencia juvenil acoge de forma espontánea el nuevo humanismo (cf. GS 55) y sus valores: sentido de la libertad, dignidad absoluta de la persona, sentido del propio de vida, necesidad de autenticidad y autonomía. Son aspectos que se abren al Evangelio.


185Es una situación como la que acabamos de insinuar ¿Será posible formar la conciencia moral? El educador comprende que el camino de educación en la fe tiene un punto de paso obligado en la formación de la conciencia. Sabe que la conciencia es el lugar de encuentro personalizado entre el hombre y Dios; el sagrario de Dios, en cuya inviolable interioridad el hombre oye la palabra-llamada de Dios y le da respuesta.

Una conciencia distorsionada es simultáneamente causa y efecto de una visión falseada de Dios, de su palabra y de la salvación. Impide, por tanto, cual­quier proyecto de fe que quiera plantearse sobre Dios Padre, sobre Cristo Salvador, sobre la construcción de su Reino y sobre espiritualidad.


Intervención educativa


186Desde un punto de vista global, hay que educar en una mentalidad de fe que no tema confrontarse con los valores, sino que los dirija hacia contextos regidos por la ley humana y por el Evangelio.

Para lograrlo, convendrá tener en cuenta algunas indicaciones.

La primera es ayudar al joven a adquirir la suficiente capacidad de juicio y de discernimiento ético. Debe estar en condiciones de distinguir el bien del mal, el pecado y las estructuras de pecado, la acción de Dios en su persona y en la historia. Tender a un discernimiento de este género, como eje de formación de la conciencia, significa también aclarar el objetivo de toda la formación moral: hacerse capaz de ejercer moralmente la propia autonomía y responsabilidad.

Pero conviene no olvidar que sólo se logra una conciencia cristiana cuando se ayuda al joven a confrontar su vida con el Evangelio y con el magisterio eclesial.

En el proceso educativo.la apertura a la verdad objetiva es condición previa para aceptar la palabra de Dios.

Es un reto que obliga al educador a ser fiel en sentar de manera íntegra los principios morales, comprendiendo la situación concreta de los jóvenes.


187Se necesita igualmente una seria formación crítica acerca de los modelos culturales y ciertas normas de convivencia social que contrastan con valores fundamentales. Hay que saber tomar posición frente a ellos, provocando una situación de objeción sobre la base de la propia conciencia, inspirada en Cristo y su Evangelio. Esto defiende de ambigüedades justificadas racionalmente, de ideologías recurrentes y de superficialidad de juicio acerca de los acontecimientos, cuya naturaleza más profunda delata.

Muchos abandonos del compromiso religioso se han debido a una fe no injertada en la cultura, o a un malogrado crecimiento cultural en el campo religioso, que .no ha acompañado adecuadamente al progreso técnico.


Lectura evangélica de la realidad


188Por otra parte, para poder formular juicios acerca de los movimientos culturales del propio tiempo y sobre los valores que continuamente emergen de la historia, es imprescindible saberlos leer evangélicamente. La palabra del Señor tiene dentro de sí criterios insustituibles que permiten dar un juicio de valores sobre los actos del hombre.

Cuando el Evangelio anuncia la Buena Noticia quiere calar en la vida de las personas y ofrecerles una visión de la realidad en cuyo centro está la relación con Dios Padre y con su Hijo Salvador. Para intervenir educativamente, por tanto, no basta expresar una condena rápida de cuanto sabe a lluevo y no corresponde a lo que se ha hecho siempre.

De cara a la educación en y de la fe es in dispensable situarse positivamente en los espacios Significativos de la vida moderna y afrontaros con competencia.


Catequesis específica


189No siempre es fácil, sobre todo a los jóvenes, pasar de los principios evangélicos a la concreción de la vida cotidiana.

Se necesita una catequesis que ayude a valorar la moralidad de los gestos y comportamientos, para motivar la conciencia -último criterio subjetivo del actuar- y para captar la relación entre norma y fe, entre cultura y fe.

El ambiente y el testimonio son sus elementos determinantes.


Sentido del misterio, del pecado, de la limitación


190Existe por último, otro aspecto importante que recordar: el sentido del misterio que envuelve la vida de ludo hombre.

Al lado del misterio luminoso que nos vincula al Señor y que se realizó en la encarnación del Hijo de Dios y con el don del Espíritu que mora en nuestros corazones, existe también, y constatamos que actúa en todos nosotros, el misterio de la iniquidad y del pecado. Ninguna conquista podrá ocultar la debilidad que llevamos dentro desde que comenzamos a vivir que con gestos, palabras, intenciones y durezas de corazón crece cada vez más, cegando nuestros ojos ante el bien y haciendo vacilantes nuestros Pasos en el camino de la santidad.

Somos criaturas; somos, por ello, limitados y frágiles. Es la base constitutiva de nuestra identidad personal y de la moral natural. Somos pecadores y, por tanto, necesitados de luz y de fuerza. Educar en el misterio del hombre es educar en el sentido de la medida de sí mismo y de las propias posibilidades reales.


Necesidad de confrontarse con una norma


191De esta situación nace la necesidad de confrontarnos con la norma, cuya función es iluminar y sostén del desarrollo de la vivencia.

Existe, ante todo, una norma que se ha de tener en cuenta en las orientaciones y decisiones personales.

Contamos también con la experiencia de la Iglesia que recoge de la vida de los creyentes iluminado por la palabra de Dios, de la atención inteligente a los signos de los tiempos y de la historia de la santidad reconocida y oculta, las líneas fundamentales de una existencia cristiana.

El camino no es fácil. Requiere contacto diario con la vida del joven, amplia disponibilidad para el diálogo y la dirección espiritual, y gran estima y experiencia vital del sacramento de la Reconciliación.


  1. EDUCACIÓN EN EL AMOR


Situación


192Nuestro contexto sociocultural estimula y facilita la comunicación y el intercambio afectivo.

Por su parte, los jóvenes apuestan por el amor con gran resolución, desafiando prejuicios y censuras culturales, estimuladas por la edad, deseosas de colmar carencias afectivo-familiares y sensibles al valor del, encuentro-intercambio como expresión de donación y confianza.

Anhelan vivir este don. Sin embargo, por una serie de condicionamientos internos y externos, sólo logran hacer de él un uso consumista.

El amor es, ciertamente, una dimensión fundamental de la persona. Es el resorte que hace saltar la vida. Es lo que da sentido a la existencia, abriéndola a la comprensión y a la oblatividad.

Los jóvenes lo viven con totalidad y exclusividad, hasta el punto de posponerle cualquier otro valor y compromiso,

La radicalidad con que se entregan no corresponde, sin embargo, a la duración del ofrecimiento, Lo viven en su fugacidad. Y, si bien el encuentro tendería a realizar un deseo de autenticidad, a menudo la fuerza del sentimiento se ve arrollada por la carga sexual.

La búsqueda de la persona a quien amar aísla necesariamente de los demás y del grupo, y pronto lo abandonan.


Consecuencias para el camino de fe


193Todo esto se refleja en el plano de la construcción de la personalidad y en el más específico de la madu­ración de la vida cristiana.

Cuando el amor se vive de manera conflictiva y su contenido sexual llega a ocupar el puesto preeminen­te, frena el crecimiento global. Realizado de forma egoísta, el gesto del amor no abre al futuro, porque se concentra sólo en el sentimiento presente y tiende a prescindir de la evolución de las personas.

Efectos similares produce, en algunos contextos, la situación de muchos jóvenes que acusan la ausencia de la figura paterna o incluso la falta de progenitores. No tienen ninguna experiencia de una relación equilibrada con padres y hermanos. Llevan en sí carencias difícilmente colmables, y no tienen defensas ante las provocaciones de la sociedad.

En su proceso de desarrollo, sustituyen valores por gustos, ya que confunden felicidad y placer. Les falta un proyecto que defina el sentido de su realización personal.

También el ambiente, formado por personas que viven una experiencia análoga, constituye una forma de cultura generalizada que, en vez de corregir dichas tendencias, de hecho las estabiliza y sanciona.



194En tales situaciones, la comprensión auténtica del amor, para el cristiano, sólo puede darse en el horizonte de Dios. Es Dios quien ha querido la persona en la reciprocidad hombre-mujer, llamándolos a una comunión profunda, capaz de significar la realidad, misma de Dios.


Intervención educativa


195El salesiano, atento en su labor educativa a favorecer y promover la maduración de los jóvenes, siente hoy un compromiso especial para educar en el amor. Está convencido de que el misterio de Cristo, su vida y sus hechos, son propiamente la revelación plena y normativa del amor auténtico.

La típica vivencia de Don Bosco y el contenido educativo espiritual del sistema preventivo le orientan hacia algunas opciones sencillas pero eficaces.


196Como primera cosa, es fundamental crear alrededor de los jóvenes, en todos los ambientes, un clima educativo rico en intercambios comunicativo -afectivo. El sentirse acogido, reconocido, estimado y querido es la mejor lección sobre el amor. Cuando debilitan los signos y gestos de familia, los jóvenes fácilmente se alejan, no sólo de forma material, también y sobre todo afectivamente.

197La educación completa de la persona y el apoyo de la gracia llevarán a chicos y chicas a apreciar los valores auténticos de la pureza (respeto de sí mismo y de los otros, dignidad de la persona, transparencia en las relaciones...) como anuncio del Reino y como denuncia de cualquier forma de instrumentalización y esclavitud.


198Cuando la comunicación entre chicos y chicas se vive como momento de enriquecimiento mutuo, abre al dialogo y a la atención hacia el otro. Hace descu­brir la riqueza de la reciprocidad, que llega hasta el nivel del sentimiento y de la inteligencia, del pensamiento y de la acción. Nace, así, el descubrimiento del otro, acogido en su ser y respetado en su dignidad de persona.

199Una educación adecuada, por tanto, hace captar la sexualidad como valor que madura a la persona y como don que se ha de intercambiar en una relación definitiva, exclusiva, total y abierta a la procreación responsable.


200El trato con personas que viven este amor tiene la fuerza del testimonio. Ciertas actitudes nacidas de la comunión y gratuidad se intuyen y se asimilan con fuerza. El gozo de una vocación vivida con convicción repercute en los jóvenes, y les facilita una apertura seria y serena al amor que sabe aceptar las exigencias que implica.

201El testimonio del salesiano que vive de manera límpida y gozosa su donación en la castidad hace comprender al joven la posibilidad de vivir así el amor. El joven que camina a su lado se preguntará por el Señor de la vida, que llena el corazón de una criatura de modo tan total. Comprenderá que el amor resulta, a título pleno, proyecto de vida que puede expresarse de mil formas diversas.

El mismo servicio fraterno a los pequeños y a los pobres, así como el contacto gradual y guiado con situaciones de sufrimiento, educan para vivir un amor desinteresado.



202Una catequesis cuidadosa hará comprender al joven la realidad y las dimensiones de este amor; lo guiará hacia la aceptación del proyecto de Dios, amor fuente de todo amor, y lo preparará para vivirlo en el matrimonio cristiano.



  1. DIMENSIÓN SOCIAL DE LA CARIDAD


Situación


203El XXIII Capítulo General ha vivido el significado mundial de la vocación salesiana. Lo que más llegaba la mente y al corazón era la narración viva y cotidiana de la historia de miles de salesianos que día a día se ven solicitados por la tragedia de los pobres, la afrontan y dan la vida por ellos. El desafío es continuo, tanto porque la pobreza material parece dilatarse sin medida en muchos países, como porque en los contextos de bienestar económico nacen y estallan nuevas y trágicas formas de pobreza: desvío, marginación, explotación de personas y droga.


Elemento esencial de la ética cristiana


204Pero la pobreza es sólo la luz roja de un desequilibrio social en un momento de transformación global. Otros motivos de preocupación se condensan en horizonte, si bien aparecen asimismo evidentes nos de esperanza. Afloran nuevos problemas que quieren la participación activa de todos: la paz, el ambiente y el uso de los bienes, la cuestión moral en cada país, las relaciones internacionales, los derechos de los indefensos.

El reto va entonces mucho más allá. Se trata.de preparar una generación capaz de construir un orden social más humano para todos. La dimensión social de la caridad se presenta, pues, como «manifestación de una fe creíble» (JUAN PABLO II), ya que es «dimensión constitutiva de la predicación del Evangelio» (SÍNODO de 1971, De iustitia in mundo). En otras palabras, es un aspecto fundamental en la acción de Iglesia «para la redención de la estirpe humana y liberación de cualquier forma de opresión» (cf. EN 29-39). De ahí que la dimensión social de la caridad sea un elemento esencial de la ética cristiana.



Necesidad de formar una mentalidad


205Se trata por tanto, de superar un género de indiferencia generalizada, de ir contra corriente y educar en el valor de la solidaridad, contra la praxis de la competencia exacerbada y del provecho individual.

Para los jóvenes es muy fuerte la tentación de refugiarse en lo privado y en una gestión consumista de la vida. La mayor parte no confía en la posibilidad de hacer algo válido y duradero. Hay que añadir el recelo que nace de la grave ruptura entre ética y política, cuya señal más frecuente se nos da en las noticias de corrupción, puntualmente referidas y mañosamente amplificadas por los medios de comunicación social.


206El reto afecta a todos los educadores de los jóvenes, especialmente de los que viven en situación de pobreza y subdesarrollo. Aquí la esperanza se hunde día a día, porque se tiene la convicción de que hay mecanismos perversos de explotación. La corrupción en todos los niveles engendra nuevas y trágicas situacio­nes de pobreza. Algunos jóvenes querrían cambiar, transformar…; pero la impaciencia típicamente juvenil y la imposibilidad experimentada de hacerlo les lleva de hecho a actitudes de violencia y a estados de sentimiento de frustración permanente.

No obstante, muchos de ellos se sienten responsables del futuro de su país. ¿Cómo ayudarles a que sea proyecto concreto este noble sentimiento sin caer en la tentación de la violencia, de lo utópico, o bien en las formas de religiosidad intimista que las sectas ofrecen con abundancia y a buen precio? ¿Qué hacer sobre todo, para que no sucumban a las tentaciones del consumismo o a la explotación de sus hermanos?


Respuesta histórica de Don Bosco


207Para responder a este desafío, nos sale al encuentro la actuación ejemplar de Don Bosco.

Aunque en situaciones sociales y políticas distintas, la realidad que impresionó al joven sacerdote Juan Bosco en su primer impacto con el (la) Turín de la inmigración y de la explotación juvenil era parecida, en ciertos aspectos, a la de ahora. Para afrontarla eligió el camino de una educación completa que respondiera a las necesidades de los jóvenes de entonces. Su escuela de santidad se hacía proyecto de vida quehaceres concretos: una espiritualidad no intimista, sino comprometida en la acción.


208La comunidad salesiana tiene, pues, conciencia que la lucha contra la pobreza, la injusticia y el desarrollo forma parte de su misión (cf. Const. 33) y se siente profundamente implicada en ella según su carisma peculiar y el estilo de Don Bosco: con inteligencia y realismo y, siempre, con caridad (cf. CGE núm. 72).

Convencida igualmente de que una educación eficaz en la dimensión social de la caridad constituye la verificación de su capacidad de comunicar la fe, la comunidad salesiana procura, ante todo, testimoniar la justicia y la paz ante los jóvenes y promoverlas en todas partes. Por consiguiente, vive en profunda sintonía con los grandes problemas del mundo y está atenta a los sufrimientos del ambiente donde se halla.

En contextos de bienestar económico, sabrá orientar a los jóvenes para que se sitúen frente a la sociedad, ayudándoles sobre todo a descubrir el mundo oculto, pero no por ello menos trágico, de las nuevas pobrezas y de sus causas estructurales.

Pero quienes más intensamente sienten este reto son las comunidades que actúan en contextos de pobreza. Aquí les corresponde motivar, mediante, educación, a los jóvenes y a la gente del pueblo, para que sean protagonistas de su propia liberación.


Educar en el valor de la persona


209En este punto, nace la necesidad urgente de individuar actitudes y proyectar iniciativas que ayuden a los jóvenes de hoy a expresar con la vida la verdadera dimensión social de la caridad.

La indicación más general es trabajar, en el camino de la fe, para hacer resaltar el valor absoluto de la persona y su inviolabilidad, que está por encima de los bienes materiales y de toda organización. Aquí tenemos la clave crítica para evaluar situaciones éticamente anormales (corrupción, privilegio, irrespon­sabilidad, explotación, engaño) y hacer opciones personales frente a los despiadados mecanismos de la manipulación.

Cuando haya madurado esta personalización, será posible jugarse la vida en lo social. Hay que apoyarla valorizando la originalidad de cada joven y su dimensión interpersonal. Debe comprender realmente que, en la vida, su destino se realiza junto a otras personas y en la capacidad de darse a ellas. Cuando esta perspectiva queda interiorizada mediante motivaciones cristianas profundas, se hace criterio de las relaciones con los demás y fuente de tenaz compromiso histórico.


  1. Entender la compleja realidad socio política


210La primera atención que hay que tener es acompañar a los jóvenes en el conocimiento adecuado de la compleja realidad sociopolítica. Nos referimos a un estudio serio, sistemático y documentado. En dos niveles. Ante todo, en el de la realidad del propio barrio, ciudad y nación: situaciones de necesidad, instituciones, modalidades de ejercer el poder político y económico, modelos culturales que influyen en el bien común.

Simultáneamente, hay que mirar al mundo, a sus problemas y dramas y a los mecanismos perversos que en muchos países agigantan las situaciones de sufrimiento e injusticia. Esta seriedad de acercamiento debe ayudar a los jóvenes a evaluar crítica y serenamente los diversos sistemas y los múltiples hechos sociopolíticos.

Obviamente, la información no basta. Hay orientar todos los conocimientos parciales hacia la unidad de una síntesis operativa: una fe-pasión que aliente con eficacia, en la verdad y en la paz, a construir la civilización del amor. La enseñanza socia la Iglesia se ofrece aquí como clave de lectura de la realidad e indicación de las metas ideales a tender.


  1. Introducir a los jóvenes en situaciones que piden solidaridad


211Es posible y deseable ir más allá. Ayuda poco el mero análisis de la realidad.

Las comunidades que actúan en contextos de, pobreza y miseria trabajarán para que los jóvenes y el pueblo se hagan responsables de su desarrollo, superando la resignación con conciencia viva de la propia dignidad y haciéndose cargo no sólo de su miseria, sino también de la de quienes están a su lado.

En cambio, para las comunidades que actúan contextos de bienestar, se tratará de introducir físicamente a los jóvenes en el mundo de aquellos hombres y mujeres que reclaman solidaridad y ayuda. Es momento más delicado. El impacto con este mundo debe purificarse de falsas curiosidades y emotividades. No se trata sólo de hacer experiencia de un contexto, situación o mundo problemático. El objetivo es llegar a las personas, hacerse cargo de su drama, humano. Así se ayudará a superar cierta mentalidad quien está dispuesto a servir a los pobres, pero no a compartir su vida. La actitud espiritual se define, entonces, por la estima y búsqueda de los valores que cada uno lleva dentro de sí incluso en situaciones de degradación personal. Es la etapa de escuchar, convertirse y compartir


  1. Responder con proyectos concretos de solidaridad


212El impacto personal con los problemas y clamores mundo exige aprender, desde joven, a elaborar proyectos de solidaridad precisos y concretos y a madurar formas de actuación social.

La educación sociopolítica no admite ingenuidad­es, sino que requiere algunas atenciones de fondo:

- la superación, en los jóvenes, de actitudes superficiales, faltas de aquella conciencia social en la que tanto insiste la enseñanza de la Iglesia;

- la debida relación entre obras de caridad y obligaciones de justicia (cf. AA 8);

- el análisis paciente para transformar las estruc­turas que tienen y mantienen su peso en las si­tuaciones;

- la elaboración de proyectos no hechos sólo para los pobres, sino con ellos, de forma que, asumiéndolos, sean capaces de administrar su propia vida.

Siempre y en todas partes -a ejemplo de Don Bosco, que reivindicaba con fuerza el alcance social de su obra- es necesario educar a los jóvenes para que se esfuercen por implicar a los responsables en los niveles social, político y religioso. Sólo así los proyectos podrán ser ejemplares y, ocasionalmente, imitados y multiplicados.


Solidaridad cimentada en el Evangelio y en la fe


213Cada una de las etapas descritas nos pide que ayudemos a los jóvenes a reforzar las motivaciones en la fe.

Educar en la solidaridad es hacer comprender que la solidaridad debe ser expresión de un encuentro con Cristo. De ahí la importancia de la escucha y adhesión profunda a la palabra de Dios y de la oración, mediante las cuales los jóvenes se encaminan hacia la construcción de sí mismos antes que hacia la de los demás, y evitan el peligro del activismo y eficientismo. El sólido arraigo en la enseñanza de la Iglesia les dará luz para orientar su acción hacia metas y modalidades inspiradas por el amor cristiano.


Sin eludir las exigencias de participación política


214Las iniciativas con que madurar esta sensibilidad y formación de los jóvenes pueden referirse a diversos espacios: al territorio en que se vive, a los países en vías de desarrollo donde sea posible emplear energías y tiempo, y a la animación de ambientes juveniles.

Pero hay un aspecto en el que los salesianos estamos llamados a actuar con convicción: el de encaminar a los jóvenes hacia el compromiso y la participación en la política, es decir, hacia la «compleja variada acción económica, social, legislativa, administrativa y cultural destinada a promover orgánica e institucionalmente el bien común» (ChL 42).

Este ámbito lo tenemos un poco descuidado y olvidado. Quizá se teme tropezar con formas de colaboración o caer en los complejos mecanismos de la competencia electoral, o ser infieles a nuestro modo de participar en el compromiso de la Iglesia por la justicia y la paz (cf. Const. 33). No por ello deja de ser un reto que hemos de aceptar y un riesgo que tenemos que correr. Las comunidades juveniles más vivas sabrán pedir a sus mejores miembros también este servicio, en nombre de la dimensión social de la caridad. Al principio será un compromiso limitado, restringido al propio barrio y ciudad; sucesivamente irán descubriéndose otros cauces. Este objetivo servirá asimismo para favorecer en los jóvenes una actitud positiva hacia la realidad política y para abrirse a la confianza de que, también en este nivel, es posible cambiar cosas y situaciones.

La caridad evangélica, hecha proyecto concreto, seguirá así trazando en la historia nuevos caminos de justicia.



Tercera parte




COMPROMISOS

OPERATIVOS

DE LA COMUNIDAD




COMPROMISOS

OPERATIVOS

DE LA COMUNIDAD


Vosotros sois la sal de la tierra...

Vosotros sois la luz del mundo...

Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que

vean vuestras buenas obras y den gloria

a vuestro Padre que está en el cielo

(Mt 5, 13-14. 16).


PREÁMBULO


La comunidad


215La tarea de educar a los jóvenes en la fe dentro del contexto de la nueva evangelización lleva a la comunidad a revisarse y renovarse a la luz del Evangelio y de nuestra Regla de vida.

Los precedentes capítulos generales ofrecieron reflexiones estimulantes acerca de la comunidad salesiana evangelizada y evangelizadora. Ahora, más que repetir su síntesis doctrinal, es oportuno evidenciar algunos temas íntimamente vinculados al quehacer de educar en la fe.


signo de fe


216La comunidad sabe que está constituida, por vocación, en signo de la fe. Se alegra de ello y da gracias al Señor, aun reconociendo su propia debilidad. Procura dar transparencia y autenticidad evangélica a su vida, pues sabe que no es posible comunicar la fe si no la vive como la gran riqueza de su propia existencia.

Se repite a sí misma que «para hacer el discernimiento y la renovación necesarios, no bastan los historiadores, ni los teólogos ni los políticos ni los organizadores; hacen falta los hombres llamados 'es­pirituales', hombres de fe, sensibles a las cosas de' Dios y dispuestos a una obediencia valiente: como fue nuestro Fundador» (CGE 18).

Así encuentra el camino concreto para robustecer su testimonio en la oración, mediante la que diariamente «reaviva la conciencia de su relación íntima y vital con Dios y de su misión de salvación» (Const. 85), y en la comunión fraterna, mediante la cual «los hermanos viven con sencillez su entrega personal y la capacidad de compartir en la acogida y la hospitalidad» (Const. 56)

Es signo eficaz, cuando acoge y valoriza la generosidad y el dinamismo de los salesianos jóvenes, la aportación original de los diversos carismas, el sufrimiento de los salesianos enfermos y la presencia serena y paterna de los ancianos.

Da transparencia a su seguimiento de Cristo, convencida de que «en un mundo tentado por el ateísmo y por la idolatría del placer, de la posesión y del poder, [su] modo de vivir testimonia, especialmente a los jóvenes, que Dios existe y [que] su amor puede llenar una vida» (Const. 62).



escuela de fe


217Pero la comunidad, precisamente porque es signo, está llamada, en cuanto salesiana, a ser escuela de fe para los jóvenes. Es, sobre todo, misionera, o sea, hace de la misión su razón de ser y de actuar. Esto pide atención y discernimiento, para confrontar la fe con la realidad circundante. La evolución continua del mundo y de la sociedad afecta a los jóvenes y, en consecuencia, interpela a sus educadores.

La renovación espiritual y pastoral son dos aspectos que se compenetran y son interdependientes. Esto requiere actitudes de confianza, encuentro, comprensión y diálogo con el mundo; creatividad pastoral, para responder a los retos con criterio oratoriano; discernimiento y fidelidad al estilo pedagógico salesiano, que se hace proyecto educativo concreto, pensado y actuado corresponsablemente.


centro de comunión


218La comunidad no es sólo signo y escuela de fe, sino que además, en virtud de su vida consagrada, se hace centro de comunión y participación, capaz de reunir y estimular a cuantos llama el Espíritu a trabajar por los jóvenes. «Actúa en comunión con la Iglesia particular» (Const. 57), de la que recibe orientación y apoyo a la que ofrece su peculiar aportación carismática (cf. Const. 48).


* * *


De esta visión de la comunidad -signo, escuela y centro de comunión y participación- y de la confrontación con los retos, con el camino de fe y con la espiritualidad juvenil salesiana, arrancan algunas disposiciones que parecen más urgentes y algunas orientaciones operativas para educar a los jóvenes en la fe.





1


DISPOSICIONES CAPITULARES


1.1 EL CAMINO DE FE DE LOS JÓVENES REQUIERE EL TESTIMONIO DE UNA COMUNIDAD QUE SE RENUEVA CONTINUAMENTE


Testimonio


219El testimonio es el único lenguaje capaz de convencer a los jóvenes de que «Dios existe y [que] su ame puede llenar una vida» (Const. 62). Es, por tanto, ir prescindible que la comunidad viva y haga transparente su fe en Jesucristo, a cuyo encuentro quiere acompañar a los jóvenes.

Los salesianos, llamados por el Señor a ser «signos y portadores del amor de Dios a los jóvenes, especialmente a los más pobres» (Const. 2), necesitamos centrar nuestra atención y ardor en tres grandes aspectos que dan fuerza al testimonio.

El primero es la unidad de la comunidad, signo evangélico que Jesús pide a sus discípulos, enviados por él al mundo a llevar la Buena Noticia.

El segundo es la proclamación del mensaje que, al principio, puede incluso limitarse al don de la acogida o a un gesto de confianza, como sucedió con Bartolomé Garelli.

El tercero es el servicio al mundo, en particular a los jóvenes, y especialmente a los más pobres.


Formación permanente


220Estos tres aspectos nos exigen robustecer la vida religiosa y poner al día nuestras competencias. La cultura en evolución continua exige una renovación constante, si queremos llevar a la historia la novedad de Cristo. Por tanto, no se puede hablar de educación en la fe sin implicar la vida del salesiano, que es, por vocación, un enviado a los jóvenes y, por profesión, su educador.

Debe dar a Dios y a los jóvenes lo mejor de su tiempo y de sus posibilidades. La formación religiosa y la formación profesional se basan, a pesar de su diversidad, en la misma gracia de unidad.

La formación permanente, que capacita al salesiano para su misión de educador y apóstol, debe ser una constante irrenunciable en su vida. El lugar donde realizarla es la comunidad local e inspectorial.


EN CONSECUENCIA:


221Durante el próximo sexenio, la Congregación asumirá como compromiso prioritario la formación y cualificación continua de los salesianos.

Cuidará, especialmente, la interioridad apostólica, que es a la vez caridad pastoral y capacidad pedagógica.


PARA ELLO:


222Toda comunidad local, animada por su director, tenga un programa anual de formación permanente, preferiblemente con ritmo semanal ('día de la comunidad') o quincenal. Participen los salesianos en las reuniones comunitarias, que son «ocasiones para renovar el sentido religioso pastoral de su vida y capacitarse para hacer su trabajo con más competencia» (Const. 119).


223Cada Inspectoría prepare un plan orgánico de formación permanente de los salesianos con miras a su renovación espiritual, a su cualificación pastoral y a su competencia educativa y profesional.

Prepare a los salesianos, sobre todo, para las tareas de educadores en la fe, de animadores de las comunidades pastorales, de formadores de seglares.

Prevea iniciativas particulares que formen a los directores en el campo de la dirección espiritual, comunitaria y personal.


224El Rector Mayor con su Consejo asista y siga los planes inspectoriales mediante oportunas indicaciones. Verifíquelos en las visitas de conjunto que se hagan durante el sexenio.



1.2 EL CAMINO DE FE DE LOS JÓVENES REQUIERE QUE LA COMUNIDAD SALESIANA SE INSERTE EN EL CONTEXTO Y EN EL MUNDO JUVENIL CON NUEVA CALIDAD PASTORAL


Inserción más viva en el mundo de los jóvenes


225El alejamiento de los jóvenes respecto a la fe, y a menudo también nuestra lejanía de ellos, nos pide la valentía de una inserción más viva en su mundo y en el contexto social donde viven.

Todo salesiano está, pues, llamado a ser personalmente compañero de viaje de los jóvenes. Lo cual lleva consigo experiencia directa de su mundo, escucha de sus demandas y aspiraciones, adquisición de su cultura y lenguaje, y disponibilidad para compartir experiencias y proyectos, pensado no sólo para ellos, sino también, y sobre todo, con ellos.

Se trata de dar un verdadero salto de calidad, una vuelta a los jóvenes con renovada sensibilidad pastoral y con mayor competencia educativa.


Ser comunidad significativa en el territorio y en la Iglesia


226Esta empresa no corresponde sólo a cada salesiano en particular. Toca a la comunidad y, de modo muy especial, a su proyecto educativo y pastoral. Debe adquirir la aptitud de revisarse y de proyectar continuamente el significado juvenil de la obra y su capacidad de dialogar con la realidad circundante y con las instituciones sociales y educativas del barrio y de la ciudad; la capacidad de irradiar su pasión educadora mediante planes que respondan a las expectativas de los jóvenes, de actuar en interacción continua con la realidad que la rodea y en que está integrada vitalmente.

En cuanto experiencia viva de Iglesia, la comunidad salesiana debe participar con claridad en los proyectos y propuestas de pastoral juvenil en la Iglesia local. Debe aprender a recibir de ella estímulos, pero también a comunicarle experiencias y a ofrecerle proyectos de educación en la fe de todos los jóvenes, especialmente de los más pobres y lejanos.


Responsabilidad de la inspectoría


227Pero la necesidad de crear una relación viva entre obra salesiana, territorio e Iglesia no afecta sólo a la responsabilidad de la comunidad local; toca a la comunidad inspectorial revisar continuamente y proyectar de nuevo cada obra de la Inspectoría con miras a su significación eclesial y social. Tal reflexión continua llevará consigo también el deber de tomar algunas decisiones difíciles, pero importantes. A veces habrá que tener el valor de trasladar una obra a contextos sociales y eclesiales más acordes con la misión salesiana o de abrir obras nuevas para responder a nuevas urgencias y a nuevos frentes de trabajo salesiano.

Al tomar estas decisiones, el inspector con su Consejo hallará en el Consejo General orientaciones y apoyo.


EN CONSECUENCIA


228La Congregación se compromete, en el próximo sexenio, a cualificar sus presencias desde el punto d vista de la educación en la fe y, si es necesario, replantearlas para un mayor contacto con los jóvenes, especialmente, los más pobres.


PARA ELLO


229La comunidad local buscará caminos concretos para dar nueva vitalidad a su presencia entre los jóvenes, y valorizará toda forma de comunicación y solidaridad con el territorio, mediante la participación y la conexión con las instituciones que trabajan por la promoción de la educación y de la cultura del pueblo.

Verificará anualmente, en un escrutinio, la eficacia de su labor evangelizadora; reorganizará, en con secuencia, las actividades y reajustará las tareas y compromisos de cada salesiano, para concentrar sus recursos en los objetivos de la educación en la fe.


230Antes de concluir el próximo capítulo inspectorial, toda inspectoría revisará su proyecto educativo-pastoral salesiano (PEPS). En él:

- prestará atención particular a la inserción viva de cada obra dentro de la Iglesia local y en el territorio;

- revisará la calidad educativa de las obras y su alcance y significado desde el punto de vista juvenil, abriendo, si fuera necesario, una reflexión para un posible cambio de lugar;

- individuará también frentes de trabajo nuevos y urgentes, principalmente entre los jóvenes que tienen mayores dificultades, organizando para ellos alguna presencia, como signo de nuestro ir a los jóvenes que están más lejos de la fe;

- traducirá el camino de fe propuesto por el XXIII Capítulo General a itinerarios concretos, adecuados a sus destinatarios y a los contextos en que actúa.


231El Rector Mayor con su Consejo, al estudiar la situación particular de cada inspectoría, oriente sus reflexiones, y decisiones para adecuar los quehaceres pastorales a las nuevas situaciones.







1.3 EL CAMINO DE FE DE LOS JÓVENES REQUIERE QUE LA COMUNIDAD SALESIANA SE HAGA ANIMADORA DE LA COMUNIDAD EDUCATIVO-PASTORAL Y DE LA FAMILIA SALESIANA


La comunidad educativa


232Donde quiera que trabajemos, realizamos la comunidad educativo-pastoral. «Ésta, en clima de familia, integra a jóvenes y adultos, padres y educadores, de modo que pueda convertirse en una experiencia de Iglesia, reveladora del plan de Dios» (Const. 47). Aun siendo cierto que es una forma apta para mejorar la organización educativa y para utilizar mejor las diferentes competencias de los seglares, no obstante es, sobre todo, una experiencia de comunión y corresponsabilidad.

Construir la comunidad educativo-pastoral significa lograr envolver directamente a todos los miembros y hacerlos corresponsables de la experiencia educativa y de la formación cristiana.

No resulta fácil. Es, por tanto, urgente un cambio de mentalidad en cuantos la componen; ante todo, los salesianos.

Corresponsabilidad de los seglares


233Tal cambio se refiere, sobre todo, a la valorización de los seglares. Numéricamente son la parte más consistente de las comunidades educativo-pastorales. Es necesario crear con ellos relaciones de corresponsabilidad madura. Es urgente, sobre todo, emprende un camino de formación. Las experiencias hechas hasta ahora garantizan, a pesar de ciertas dificultades resultados satisfactorios. Por lo demás, en esta dirección nos impulsan sin descanso las orientaciones de la Iglesia, que ha tenido una expresión reciente en la exhortación apostólica Christifideles laici.


La familia salesiana


234Particulares incumbencias de animación tenemos respecto a los grupos de la familia salesiana, que vive la misma espiritualidad y participa en idéntica misión juvenil, actuando corresponsablemente con nosotros en las obras, o trabajando con el estilo de Don Bosco en variados campos de actividad. Su presencia en el territorio es un elemento nada indiferente para la educación de los jóvenes. Nos proponemos, pues, extenderla y reforzarla. Sentimos la responsabilidad de su formación espiritual, educativa y pastoral, y la apoyamos en sus iniciativas a favor de la juventud o del ambiente.


EN CONSECUENCIA:


235La Congregación se compromete, en el próximo sexenio, a realizar en todas sus presencias la comunidad educativo-pastoral. En ella cuidará, sobre todo, la cualificación de los seglares, de modo particular de los miembros de la familia salesiana, desde el punto de vida cristiano, pedagógico y salesiano.


PARA ELLO:


236Antes de concluir el próximo capítulo inspectorial, cada comunidad local perfeccione y realice en su obra la comunidad educativo-pastoral. Traduzca a Iniciativas locales concretas el programa inspectorial de formación de los seglares, de que se habla en el número siguiente, prestando un cuidado particular a la formación de los miembros de la familia salesiana. Ésta sea siempre implicada y comprometida en los programas de educación en la fe.

El inspector verifique, durante la visita inspectorial, el camino hecho por la comunidad en este campo.


237La Inspectoría prepare un programa de formación de seglares que promueva su profesionalidad, capacidad educativa y testimonio con miras a la educación en la fe. Ofrezca iniciativas de conexión, establezca criterios de corresponsabilidad y participación para todas las obras, y experimente formas particulares de gestión de la obra mediante la colaboración de los seglares.


238El Rector Mayor, por medio de los dicasterios competentes, ofrezca elementos y líneas para un proyecto seglares en nuestra Congregación.



1.4 EL CAMINO DE FE DE LOS JÓVENES REQUIERE QUE LA COMUNIDAD DESARROLLE UNA PASTORAL ORGÁNICA


Comunión operativa


239La comunión eclesial tiene su fuente en el Espíritu Santo. Se expresa en la fe, en la esperanza y en la caridad, y se manifiesta de modo eminente en la co­munión operativa.

La Iglesia desarrollando actividades diferencia, por medio de sus miembros, tiende a una sola finalidad: la salvación del hombre en Cristo. Los servicios y ministerios están para esta unidad, y así contribuyen a desarrollar y cualificar la acción pastoral.


Estructuras de unidad


240También en nuestra Congregación hay servicios y estructuras de animación pastoral. El Capítulo General Especial pedía estructuras de unidad y orientación, más que de división y de mera organización de iniciativas sectoriales. Las estructuras deben favorecer la integración de la fe en la vida, deben ayudar a comprender mejor y expresar la complementariedad de todos los valores en Cristo (cf. CGE 712).

Para superar una pastoral de muchas iniciativas no conectadas entre sí y para crear la comunión operada va en torno a las grandes finalidades y al estilo de nuestro hacer, hay que lograr que las actuaciones y las personas converjan en determinados objetivos.


241Tal convergencia la requiere el sujeto de la educación, el joven, a quien se dirigen las diversas propuestas, que se han de armonizar y adecuar a todas sus exigencias auténticas.

La requiere el sujeto que actúa, es decir, la comunidad educativo-pastoral, pues, si no comparte las finalidades y las líneas que se han de seguir, el camino de fe quedaría comprometido.

La requiere asimismo la necesidad de hacer posible la circulación de experiencias y modelos pastorales de ámbito regional, continental y mundial, de acuerdo con la orientación actual de la Iglesia.


EN CONSECUENCIA:


242En sintonía con la pastoral de la Iglesia y la sensibilidad del XXIII Capítulo General, la Congregación Salesiana, por medio de sus organismos de animación mundial, inspectorial y local, promueva la comunicación y coordinación, y concuerde líneas operativas y actuaciones diferenciadas.


PARA ELLO:

243En toda comunidad local y demás formas de presencia salesiana establézcanse los cargos de modo que la educación en la fe resulte un compromiso corresponsable de todos los salesianos, mientras que las incumbencias particulares de animación (catequesis, liturgia, dirección espiritual, trabajo apostólico) se encomendarán a cada uno de ellos de acuerdo con sus normas del directorio inspectorial


244El inspector con su Consejo es el responsable de la pastoral de la Inspectoría. Nombrará un delegado suyo de pastoral juvenil, que coordinará a un equipo que asegure la convergencia de todas las iniciativas en el objetivo de la educación en la fe y haga posible comunicación operativa entre las inspectorías.


245Los centros nacionales o regionales de pastoral juvenil serán seguidos por los inspectores responsables, se organizarán según el criterio de la centralidad de la educación en la fe, y estarán formados por personal preparado y suficiente, y dotados de medios adecuados.


246Los servicios, actividades, iniciativas y obras orientadas a educar a los jóvenes en la fe tendrán una referencia unificadora en el dicasterio de pastoral juvenil.



1.5 EL CAMINO DE FE DE LOS JÓVENES REQUIERE QUE LA COMUNIDAD SALESIANA PRESTE UNA ATENCIÓN PARTICULAR A LA ORIENTACIÓN VOCACIONAL


Dimensión que cualifica


247La orientación vocacional constituye el vértice y «coronamiento de nuestra labor educativo-pastoral (Const. 37).

Sin embargo, no hay que verlo como momento final del camino de fe, sino como dimensión que debe estar presente siempre cualificando todas las áreas de actuación y todas las etapas.


248Lo cual vale todavía más para los salesianos, porque el cuidado de las vocaciones apostólicas es una característica de nuestra misión, hasta el punto de ser uno de los fines de nuestra Congregación (cf. Const. 6).

Luminoso resulta también aquí el ejemplo de Don Bosco. En una época de profundas transformaciones sociales y de grave crisis para la Iglesia, supo abrir nuevos cauces de promoción vocacional para la Iglesia y para su naciente Congregación (cf. Memorias Biográficas V, cap. 33, págs. 388-412; MBe V, 281-296).



Nuevas experiencias


249En los últimos años nuestra Congregación ha hecho una larga reflexión para afrontar la nueva situación, caracterizada, por una parte, por la prolongación de la edad juvenil con el consiguiente retraso de las decisiones y, por otra, por el fenómeno de la secularización, que ha afectado a las instituciones educativas y, en particular, a la familia.

La disminución de vocaciones para la vida sacerdotal y religiosa ha estimulado aún más a la Congregación a revisar la calidad de su vida religiosa y la fuerza de nuestra propuesta educativa.

Además de renovar las formas tradicionales de orientación y acompañamiento vocacional, ha sabido dar a nuevas y variadas experiencias, tales como grupos de referencia vocacional, comunidad propuesta, escuelas de oración, retiros, campamentos y semanas vocacionales. Sobre todo, ha visto, en la experiencia de grupo, un esperanzador lugar de promoción vocacional. En fin, el renovado entusiasmo mi­sionero ha abierto a muchos jóvenes nuevos horizontes vocacionales.


250La reflexión de la Congregación se ha centrado particularmente en la comunidad local como lugar decisivo para cualquier proyecto serio de pastoral vocacional.

En realidad, es en la casa salesiana donde los jóvenes se ponen en contacto con nuestra vocación. La comunidad local es la que tiene capacidad para individuar los signos de la llamada, realizar una orientación seria, hacer una propuesta vocacional explícita y acompañar al joven en un camino de discernimiento de la voluntad de Dios hacia la decisión vocacional.


EN CONSECUENCIA:


251La orientación, la propuesta y el acompañamiento vocacional sean partes cualificantes de los itinerarios de fe a lo largo de todas sus etapas.


PARA ELLO:


252Cada comunidad local exprese, en su proyecto educativo-pastoral, las modalidades con que proveer a orientar a todos los jóvenes hacia el descubrimiento de su vocación en la Iglesia y acompañar a quienes muestren signos de vocación para una consagración especial.

Ofrezca a los jóvenes experiencias concretas de trabajo y de servicio gratuito a los más pobres: el voluntariado, por ejemplo. Cree experiencias de grupo con clara mira vocacional.

Recupere el director su papel de orientador de los jóvenes mediante el encuentro personal y de grupo, invite a los más dispuestos a compartir los momentos más significativos de nuestra vida, y enrólelos en nuestra labor apostólica.

Cada comunidad haga conocer y amar la historia y la vida de la Congregación.


253El inspector verifique si la dimensión vocacional tiene el espacio que le corresponde en el proyecto de toda obra y grupo juvenil; cuide la preparación de los salesianos, tanto en lo que se refiere a la orientación vocacional como a la dirección espiritual.

Nombre, dentro del equipo inspectorial de pastoral juvenil, un animador que oriente y coordine la dimensión vocacional y tenga las conexiones necesarias con la pastoral vocacional de la Iglesia local.


1.6 EL CAMINO DE FE DE LOS JÓVENES REQUIERE QUE LA COMUNIDAD DESARROLLE UNA NUEVA FORMA DE COMUNICACIÓN


Importancia de la comunicación


254La capacidad de comunicar y sintonizar con personas y acontecimientos distingue el desarrollo del ser humano y, sobre todo, el crecimiento del joven.

La comunicación es a menudo un factor determinante de supervivencia y desarrollo, pues abarca todos los ámbitos de la vida social y todas las dimensiones de la vida personal.

No sólo proporciona información, sino que comunica ideas, crea fácilmente consensos y propone modelos de vida y de conducta.


para el joven


255El Joven vive en esta sociedad de comunicación-relación. Está abierto a recibir cualquier mensaje y forma de comunicación, y personalmente es capaz de producir y suministrar nuevos mensajes.

Aprende a mantenerse informado, y siente la necesidad de saber controlar, seleccionar y valorar los mensajes que recibe.

No le basta la información verbal y cultural: busca también la simbólica, gestual y corporal. Ante el bombardeo de los medios de comunicación de masas, se ve obligado a hacer frente a su poder nivelador.


reto para los educadores


256Todo ello es un reto para los educadores: por una parte, en su capacidad de hablar en un mundo que usa habitualmente lenguajes múltiples; por otra, porque el uso de los medios de comunicación social es imprescindible para anunciar la Palabra de salvación.

La Congregación se siente implicada en esta dimensión, tanto más que una de sus finalidades es ser educadora «de la fe en los ambientes populares, so­bre todo con la comunicación social» (Const. 6).

Don Bosco había intuido su importancia y aceptado su reto. De ahí que «para defender y sostener la fe del pueblo, [acometiera] empresas apostólicas originales» (Const.43).


EN CONSECUENCIA:


257El próximo sexenio, la Congregación se compromete a adecuada utilización de la comunicación social, para transmitir el mensaje cristiano y para educar a los jóvenes en la fe.


PARA ELLO:


258La comunidad local cuide su capacidad comunicativa:

- ayudando a cada salesiano a ser buen comunicador, capaz de emplear un lenguaje idóneo para los jóvenes y el pueblo, especialmente en la liturgia y en la catequesis;


- aprovechando todos los medios (relaciones, ambientación de la casa, teatro, vídeos, música, salas...) con que se emiten mensajes, para disponer a la fe y difundir el mensaje de la salvación;

- cuidando, en particular, la educación de los jóvenes en las diversas formas de comunicación y en la lectura crítica de los mensajes.


259El inspector nombre un encargado inspectorial de la comunicación social. El cual:

- asistirá a cada comunidad en la promoción de las distintas realidades comunicadoras;

- prestará su servicio a los diversos sectores de actividad y se relacionará con los organismos locales, eclesiásticos y civiles.

En lo que se refiere a la educación de los jóvenes, actúa dentro del equipo de pastoral juvenil.


260El consejero general de comunicación social:

- estimule la formación del salesiano en cuanto comunicador;

- asista a las comunidades en el uso de los diversos medios de comunicación;

- oriente, sobre todo en las nuevas sociedades, la puesta en marcha de proyectos concretos que respondan a las necesidades de los distintos países en el campo de la comunicación social (editoriales, centros de producción de audiovisuales y vídeos para la educación en la fe, radios populares, etcétera).





2


ORIENTACIONES OPERATIVAS

PARA SITUACIONES

PARTICULARES



261Las comunidades y los salesianos que actúan en situaciones particulares y orientan experiencias juveniles específicas han de tomar muy en serio el camino hacia la fe y de fe y ofrecerlo a través de itinerarios adecuados.

El XXIII Capítulo General, remitiendo a las ideas propuestas por el XXI Capítulo General y otros docu­mentos de la Congregación, se limita a algunas indicaciones fundamentales, íntimamente unidas a la propuesta que se hace en este documento. Somos conscientes de que dicha propuesta debe formar par­te de un proyecto educativo más amplio. Sin embargo, ahora interesa sobre todo evidenciar en las distintas iniciativas el género de relación que se entablaron el joven y las posibilidades que ofrece para educar en la fe.


2.1 AMBIENTES DE AMPLIA ACOGIDA


262Los ambientes de amplia acogida -oratorios, centros juveniles y otros- realizan una labor progresiva de educación y crecimiento en la fe. Están al servicio de una amplia zona o del territorio de una parroquia. Se presentan como obra de frontera entre lo religioso y lo civil, entre lo secular y lo eclesial: en esa colocación están toda su originalidad y también su riesgo.

Que puedan perder calidad educativa y pastoral no es un peligro imaginario. La amplia acogida, la diversidad de jóvenes que acuden, el clima de libertad en que se hacen las propuestas y la escasez de personal pueden comprometer el programa de educación la fe, que por necesidad debe ser muy diversificado.



EN CONSECUENCIA:


Para el próximo sexenio, se pide un esfuerzo particular:

263-En cualificar el ambiente. La acogida de todos exige que estos ambientes se caractericen por principios y modalidades evangélicas, evidenciadas en los objetivos generales, en la organización, en las relaciones personales, en los comportamientos concretos en el clima de familia.


264-En reafirmar que el alma del oratorio-centro juvenil es la evangelización; por lo cual, hay que cuidar la formación religiosa y la catequesis de los jóvenes evitando cualquier forma de improvisación. La demanda de vida y compañía se ha de cultivar tanto las reuniones de masa como en los grupos y en los contactos personales.


265- En distribuir el tiempo y los medios para aplicar las indicaciones precedentes. Todo oratorio-centro juvenil, además del aspecto educativo-pastoral, deberá preparar, con propuestas precisas de tiempo y agentes, iniciativas:

  • para ponerse en contacto con los jóvenes para anunciar la fe,

  • para la catequesis,

  • para formar a quienes estén dispuestos a un camino de fe maduro y a la búsqueda de su vocación.


266-En promover, de manera muy especial, la formación pedagógica, cultural y -religiosa de los animadores, que son la expresión más lograda del trabajo oratoriano, uno de sus fines buscados con mayor atención.


2.2 AMBIENTES DE EDUCACIÓN SISTEMÁTICA


267La actuación en ambientes preparados para un programa de educación sistemática (colegios, centros de preparación para el trabajo, internados, residencias de estudiantes y de trabajadores, y otros) puede favorecer un trabajo sistemático de educación en la fe. Ésta se sitúa dentro de una visión del mundo y de la vida que el joven logra estudiando las asignaturas proyectando su futuro personal.


268En estos ambientes han aumentado las exigencias de los programas culturales.

El tiempo de permanencia de los jóvenes con nosotros para actividades recreativas, culturales y formativas ha disminuido sensiblemente.

Se nota, además, una especie de ruptura entre la institución y la vida. La enseñanza no toca los problemas de vida de los jóvenes. Se produce una separa­ción entre la institución y la educación, entre la educación y la educación en la fe.

En la raíz no está únicamente el programa cultural, con escasas posibilidades de disponer de tiempo y de contactos, sino también la concepción que sostiene la separación de ambos aspectos, cuando no su total equiparación.


269Hay salesianos y colaboradores seglares que trabajan y prodigan energías en estas estructuras para el crecimiento educativo y cultural de los jóvenes.


EN CONSECUENCIA:


Deberán fomentar de manera más orgánica sus situaciones siguiendo estas líneas:


270- Reflexionar, con miras a la educación en la fe, tanto sobre el sentido global de la cultura y el trabajo, como sobre la enseñanza de cada asignatura. A fin de evidenciar su dimensión religiosa como aspecto profundo de la realidad.


271- Considerar la enseñanza de la religión como aspecto importante de formación cultural y de anuncio de la fe. Para ello, hay que garantizar la orientación correcta del contenido, el tiempo necesario en el horario, la puesta al día de los profesores y cuantos elementos puedan favorecer la mejor realización de esta enseñanza.

Durante todo el proceso de formación en la fe, téngase en cuenta la diversidad de los jóvenes con relación a ella.

A los organismos inspectoriales les corresponde promover iniciativas con que cualificar a salesianos y a colaboradores seglares para esta labor. Dichos organismos deberán verificar los programas y su calidad.


272- Prever en el horario celebraciones de fe para toda la comunidad escolar y/o para grupos particulares. Así se ofrecerán experiencias concretas de lo que se ha comunicado mediante la palabra.


273- Seguir personalmente y en grupo a todos los jóvenes, particularmente a los que muestran mayor sensibilidad hacia propuestas culturales y de fe. Los salesianos dedíquense a estos jóvenes directamente compartiendo con los colaboradores seglares los aspectos de tipo organizativo y administrativo.



2.3. EL GRUPO JUVENIL


274La vida de grupo es un elemento fundamental de la tradición pedagógica salesiana.

El grupo juvenil forma parte de organizaciones más amplias (asociaciones, ambientes educativos, parroquias); es sujeto de iniciativas especiales de apostolado (voluntariado, actividades expresivas, turismo, deporte...). En todos estos aspectos no miramos a su organización particular ni a su finalidad inmediata, sino al objetivo último de la formación en la fe de los jóvenes que participan en ellos.

El grupo es el lugar donde se personalizan las propuestas educativas y religiosas; es el espacio de la expresión y de la responsabilidad; es el lugar de la co­municación interpersonal y donde se proyectan las Iniciativas. Con frecuencia es el único elemento estructural que ofrece a los jóvenes ocasión para que accedan a los valores humanos y a la educación en la fe.

En nuestros ambientes se da acogida y vida a gran de grupos, para responder adecuadamente a un verdadero interés juvenil.

275Los grupos y asociaciones juveniles que, aun manteniendo su autonomía organizativa, se reconocen en la espiritualidad y pedagogía salesiana, forman de modo implícito o explícito el Movimiento Juvenil Salesiano (MJS).

Es un don original del Espíritu a la comunidad de los creyentes, una riqueza que pertenece a la Iglesia y de los jóvenes.

Durante el año centenario se manifestó con vigor y creció en conciencia.


276En el Movimiento Juvenil Salesiano todos los grupos viven, aunque en niveles distintos, los valores d la espiritualidad juvenil salesiana.

El Movimiento Juvenil Salesiano es una realidad abierta de círculos concéntricos, que une a muchos jóvenes: desde los más lejanos, para quienes la espiritualidad es una referencia que sólo entrevén por el ambiente en que se sienten acogidos, hasta los que de modo consciente y explícito hacen propia la propuesta salesiana. Estos últimos constituyen el núcleo animador de todo el Movimiento.

Es, por tanto, un movimiento educativo original.

277La circulación de mensajes y valores de la espiritualidad en el Movimiento Juvenil Salesiano no requiere una organización rígida y centralizada. Se basa en la comunicación libre entre grupos. Sólo considera necesaria una estructura mínima para organizar la coordinación de iniciativas comunes.

Sobre esta base, se favorecen los encuentros que sean ocasiones significativas de diálogo, confrontación, formación cristiana y expresión juvenil.

Los grupos actúan y se unen entre sí en la comunidad educativa local, donde viven en interacción, para enriquecerse y crear un clima cultural mente vivaz cristianamente comprometido.

Este primer ámbito tendrá una expresión más amplia en el nivel inspectorial e interinspectorial, donde se favorecen el intercambio y la comunicación entre grupos, para verificar su influjo en el territorio y su colocación y labor en la Iglesia local


278Acerca de la educación en la fe, no siempre los grupos logran promover con eficacia la propuesta cristiana que figura en sus proyectos.

La atención predominante a los intereses inmediatos de los jóvenes, los animadores -con frecuencia poco motivados en relación con la propuesta de fe- y las preocupaciones más de organización que de formación pueden determinar un prejuicio al trabajo de la educación en la fe.


EN CONSECUENCIA:


Se pide a los animadores de grupos, a los responsables de asociaciones, al director y a los consejos loca­les, al inspector y a los responsables inspectoriales:


279- que promuevan la actividad de los grupos en nuestras obras, incluso como medio privilegiado para llegar a los lejanos y favorecer el proceso de una educación auténtica en la fe;


280- que expliciten, para cada grupo o constelación de grupos, la propuesta del itinerario hacia la fe y de fe, inspirada en los elementos fundamentales de la espiritualidad juvenil salesiana a partir de los intereses inmediatos de los jóvenes;


281- que programen anualmente un camino de formación pedagógica y salesiana para los animadores de grupo, y prevean su verificación;


282- que cuiden la comunicación entre grupos, creando puntos de referencia y coordinación, aunque respetando siempre la autonomía organizativa;


283- que profundicen continuamente en la espiritualidad juvenil salesiana, valorizando también los lugares de los orígenes históricos salesianos.



2.4 RELACIÓN PERSONAL CON EL JOVEN


284La educación en la fe tiene un espacio de privilegio en el trato personal. Don Bosco fue, en esto, un maestro incomparable.

Sus principales expresiones son la búsqueda de cada joven en su ambiente, el coloquio educativo, la dirección espiritual y el encuentro sacramental.

En los últimos tiempos, se ha hecho sentir mucho su necesidad, por la complejidad de los problemas, que afrontan los jóvenes y por la atención persona: que requieren. Sin embargo, no siempre la nueva de manda ha visto preparados a los salesianos. Por otra parte, quienes han asumido esta labor se preguntan cómo realizarla con estilo salesiano y con el mayor provecho posible.


EN CONSECUENCIA:


Partiendo de la validez indiscutible del acompañamiento personal, se quiere alentar a los salesianos a la disponibilidad, ofreciéndoles algunas indicaciones:


285- Profundícese en las inspectorías el estilo típicamente salesiano de acompañamiento personal. Es un conjunto convergente de elementos que sostienen la maduración cristiana, tales como el clima, la asistencia-compañía, las actividades participadas, la palabra personal, las exhortaciones breves a los grupos, las celebraciones.


286- Anímese a los salesianos, y prepárense ellos, para ofrecer, en el trato personal con los jóvenes, el testimonio de su propia fe y las orientaciones que necesitan.


287- El director tome muy en serio el encuentro personal con los jóvenes, particularmente con aquellos cuyo camino está llegando a una opción importante de vida.


288- En las casas de retiro para jóvenes, y en momentos de importancia particular (ejercicios espirituales, por ejemplo), sepan los jóvenes que pueden gozar, con plena libertad, de esta forma de orientación.


289- Un momento privilegiado del encuentro personal con el joven se vive en el sacramento de la Reconciliación.

Cuide el inspector la preparación de los salesianos para este ministerio, tan importante en la pedagogía salesiana.



2.5 COMUNIDADES PARA JÓVENES EN DIFICULTAD


290Estos años han nacido y se han consolidado comunidades de acogida para chicos y jóvenes en dificultad.

Son testimonio del arrojo nunca extinguido en nuestra Congregación y del valor del sistema preventivo. Son puntos de referencia y de promoción de la solidaridad: reciben la aprobación general, logran aunar múltiples colaboraciones, crean mentalidad solidaria en la gente y obtienen apoyo de la sociedad.


La educación en la fe tiene, en estas comunidades, aspectos típicos.


EN CONSECUENCIA:


Indicamos algunas orientaciones operativas.


291- Es fundamental el signo del acercamiento a estos jóvenes y a su mundo.

El salesiano vive así, con el estilo de Don Bosco, el encuentro con Bartolomé Garelli. Echado fuera y marginado, halla en él un corazón que lo acoge, unos ojos que le sonríen, una mano que le ayuda siendo capaz de compartir su dolor y esperanza y de sostener su voluntad para comenzar o seguir. Empieza a caer la barrera de la desconfianza, y quizá hasta de la hostilidad o el prejuicio que, de hecho, habían alejado a estos jóvenes de la Iglesia y de Dios. Es el primer paso.


292- Para estos chicos, el contacto diario con hombres nuevos, capaces de suscitar admiración y despertar en ellos lo mejor que llevan dentro de sí -recursos intensamente humanos y que, por tanto coinciden con valores evangélicos-, es una experiencia verdaderamente original.

La amistad solícita, el clima de familia, la sencillez y bondad y la promoción de la dignidad personal constituyen un testimonio que hace surgir en los jóvenes las preguntas: ¿quiénes sois?, ¿por qué actuáis así?

La respuesta, dada de muchos modos y en tiempos diversos según las circunstancias de cada chico, se hace anuncio de Cristo compañero de camino y de amor del Padre, de su proyecto de salvación y de felicidad; es ofrecimiento de liberación de la esclavitud de plenitud de vida,


293- El camino de educación en la fe, comenzado así es un proceso delicado, difícil y a menudo expuesto al fracaso. Aquí demostramos nuestra fe en la educación, nuestra seguridad en la fuerza de la oración, de la gracia y de la paciencia de Cristo, Recordamos con admiración el procedimiento seguido por Don Bosco con Miguel Magone.


294- El educador aprovecha con entusiasmo los aspectos positivos que hay en el joven, Toda la comunidad lo alienta, comprende y perdona, pronta a arreglar cualquier rotura, a comenzar de nuevo y dispuesta a probar una vez más, para que no pierda nunca la esperanza.

Sostenido y acompañado de esta manera, el joven se abrirá no sólo a una crítica madura del sistema, sino también a una revisión profunda de su vida y a la autocrítica, que en el sacramento de la Reconciliación se hará gracia de perdón y fuerza de recuperación.

El ambiente de familia, la solidaridad comunitaria y la disponibilidad para superar el egocentrismo y darse a los hermanos crecerá hasta convertirse en experiencia de comunión eucarística.

Así, educaremos evangelizando y evangelizaremos educando.



2.6 GRANDES CONCENTRACIONES JUVENILES


295Últimamente se están multiplicando los momentos de grandes concentraciones juveniles. Responden a la necesidad que sienten los jóvenes de expresarse colectivamente en el plano humano y religioso. Las propuestas nacen a menudo de los grupos comprometidos, pero implican también a otros jóvenes bien dispuestos o interesados de algún modo. El día de la Juventud instituido por Juan Pablo II responde a esta necesidad, sentida también en ámbitos más restringidos. A lo largo del año, diversas inspectorías viven jornadas en las que se intensifica el diálogo entre todos los componentes juveniles.

También la peregrinación es una forma cultural presente en muchos pueblos, signo de la Iglesia peregrina. Une a la gente en los sentimientos, gestos y recuerdos al ponerla en contacto con lugares significativos para la religiosidad popular y para la memoria de los santos que actuaron allí. Los jóvenes viven esta experiencia con deseo de crecer y, a veces, como una manifestación de fe mediante el sacrificio de un largo caminar. Necesitan ambientes donde reflexionar y personas que los acojan.


296Sin embargo, en cuanto a la maduración en la fe, el resultado no es siempre seguro. El clima de fiesta, con sus valores innegables, es la connotación inmediata que todos captan. El educador de la fe debe ayudar a no enfatizar este clima en detrimento de los contenidos.

Toda concentración debe resultar, en su conjunto un verdadero anuncio.


EN CONSECUENCIA:


297- Su realización, dentro de la variedad de los momentos y expresiones, prevea una convergencia cuidada de contenidos en lo que se refiere a la fe una buena calidad en la comunicación: oración y celebración, música, entretenimientos, juego, convivencia, actividades escénicas, encuentro con testigo. Debates…


298-Se necesita un periodo conveniente de preparación; hay que pensar igualmente en el después de la fiesta.

Ambos períodos requieren la participación activa de un número proporcionado de animadores/as, especialmente jóvenes.


299- La revisión debe tener en cuenta dos datos que definen el sentido de la concentración: los jóvenes que de participantes ocasionales se deciden a empezar un camino de fe, y los que maduran compromisos concretos, sociales o apostólicos en su ambiente.



CONCLUSIÓN


300Hemos hecho idealmente con nuestros jóvenes

un viaje hacia la fe.

Lo hemos realizado a la luz del Espíritu Santo,

que nos ha ayudado a comprender y escuchar

su voz en ellos.

La fatiga del recorrido

se ha visto compensada

por la alegría del descubrimiento.

Si, después de leer estas páginas,

alguien dice que en conjunto

no hay ninguna novedad.

bajos ciertos aspectos tiene razón,

porque sólo hablan de nuestra misión de salesianos.

dedicados a educar a los jóvenes en la fe:

nuestra misión de ayer, pues,

y de hoy y de siempre,

mientras haya chicos y juventud.

Son las cosas esenciales,

que continuamente han de ser meditadas,

conservadas en el corazón

y, sobre todo practicadas.


Si al leer estas páginas,

alguien se siente «hombre de poca fe».

atemorizado por lo que se le pide.

sepa

que también nosotros nos hemos visto

como hombres de fe diminuta

cual una semilla.

Es el grano de mostaza,

depositado en la tierra de Dios

para que crezca.

Semilla

que ni el roce de las jornadas de trabajo

podrá destruir

ni llevársela el viento,

porque la caridad no fallará

mientras Dios Trinidad sea amor.


Nos encomendamos, pues, a la caridad pastoral,

don y energía del amor del Padre,

de la que nos es signo Cristo,

derramada en nosotros por el Espíritu Santo.


El amor es la única fuerza a la que nadie se resiente

Don Bosco nos alienta diciéndonos:

«Si no es posible alcanzar la última letra del alfabeto

pero se puede llegar al abecedé,.

¿por qué dejar de hacer ese poco?»

(MB XII, 207; MBe XII, 183).


En fin,

si al leer estas páginas

alguien ha vuelto a escuchar hoy

la voz de Don Bosco

y ha sentido alegría y contento

ante esta energía de Espíritu Santo

que, gracias a la intervención de María Auxiliadora

se va difundiendo en la Iglesia;

si, tras algún momento de cansancio,

quiere seguir el camino hacia la misión,

alegrémonos todos,

porque el Señor está con nosotros:

«¿No ardía nuestro corazón

mientras nos hablaba

por el camino...?» (Lc 24, 32).








DISPOSICIONES

SOBRE TEXTOS LEGISLATIVOS

Y OTRAS ORIENTACIONES



. Cambios e interpretaciones

de textos legislativos

. Grupos de inspectorías

. Presencia salesiana en África



DISPOSICIONES Y ORIENTACIONES SOBRE CONSTITUCIONES Y REGLAMENTOS


El XXIII Capítulo General estudió con atención las propuestas llegadas de los capítulos inspectoriales o de algunos hermanos acerca de ciertos puntos del derecho propio o de las estructuras operativas de la Congregación, y aprobó varias modificaciones o añadiduras a los textos legislativos, así como algunas disposiciones y orientaciones para la interpretación práctica de dichos textos o para la animación de las estructuras de la Congregación.


1. MODIFICACIONES O AÑADIDURAS AL TEXTO DE LAS CONSTITUCIONES


301El XXIII Capítulo General, con una mayoría superior a los dos tercios de los presentes, a tenor del artículo 152 de las Constituciones, acordó las siguien­tes modificaciones o añadiduras al texto de las Constituciones de la Sociedad de san Francisco de Sales.

Dichas modificaciones y añadiduras, transmitidas a la Congregación de institutos de vida consagrada y de sociedades de vida apostólica, fueron aprobadas y confirmadas el 25 de mayo de 1990 (prot. n. T. 9-1/ 90). Por tanto, entran en el texto de las Constituciones.

Se indican, a continuación, las pequeñas modificaciones y añadiduras, cuyo carácter es práctico y de precisión jurídica.


1.1. Supresión del núm. 14 del § 1 del art. 132 de las Constituciones


302Con relación al § 1 del art. 132 de las Constituciones, que enumera los casos en que el Rector Mayor debe tener el consentimiento de su Consejo, se acuerda suprimir el núm. 14, que dice: los demás casos previstos por el derecho universal.

Las motivaciones para dicha supresión son principalmente éstas:

- el mencionado núm. 14 del citado artículo es superfluo, pues está claro que el Rector Mayor debe tener el consentimiento de su Consejo de los casos prescritos por el derecho común;

- además, el hecho de que el núm. 14 aparezca final del § 1 del art. 132 representa una limitación genérica (no delimitada con exactitud) del poder del Consejo de dar el consentimiento, incluso para los casos en que no se requiere estrictamente la totalidad de los consejeros.

Al evitar la especificación de esta norma general en el texto de las Constituciones, bastará seguir las indicaciones dadas por el Código de derecho canónico.


1.2. Modificación del § 2 del art. 132 de las Constituciones


303En cuanto al art. 132 de las Constituciones, se acuerda modificar el § 2 del modo siguiente:

«El Rector Mayor debe tener el consentimiento de los consejeros presentes en la sede, reunidos en número no inferior a tres, en los casos siguientes:

1. dispensa de la profesión religiosa temporal;

2. nombramiento de consejeros inspectoriales (167C);

3. concesión de autorización para las operaciones financieras enumeradas en el artículo 188 de las Constituciones, salvo lo que prevé el artículo 132, § 1, 12».


Explicaciones y motivos:

Con esta modificación se rebaja de cinco a tres el número mínimo de consejeros necesarios para dar el consentimiento en algunas materias consideradas de particular urgencia (para las que, por tanto, no se puede esperar a la próxima sesión plenaria del Consejo).

Así, el Capítulo General acoge y sanciona una modificación al texto de las Constituciones ya pedida a la Sede Apostólica por el Consejo General, como derogación a las Constituciones, y que la Congregación de religiosos e institutos seculares había concedido el 16 de marzo de 1985, «hasta el próximo capítulo general».

El motivo de la modificación es de carácter práctico. Teniendo en cuenta que los consejeros regionales, por su labor de conexión con las inspectorías de su Región, deben estar fuera de la sede durante un tiempo considerable, y que también otros consejeros, en ciertos periodos, deben dedicarse a la animación de las inspectorías se experimentó una no pequeña dificultad de tener en la sede al menos cinco consejeros (además del Rector Mayor o el Vicario), para resolver casos urgentes. De ahí la decisión de rebajar de cinco a tres el número mínimo de consejeros necesarios para atender los casos aludidos sin tener que esperar demasiado tiempo.


1.3. Modificación del art. 151,8 de las Constituciones

304Con relación al art. 151 de las Constituciones, que enumera los miembros del capítulo general de nuestra Sociedad, se acuerdan las siguientes integraciones (en bastardilla) en el núm. 8:

«8. los delegados de las circunscripciones jurídicas de que habla el art. 156 de las Constituciones, profesos de votos perpetuos, elegidos a tenor del art. 171, 5 de las Constituciones y a tenor de los Reglamentos Generales».


Explicación:


Como se ve, son precisiones jurídicas necesarias:

-se alude al art. 156 de las Constituciones, donde se describen las «circunscripciones jurídicas en que se divide nuestra Sociedad, y que envía delegados al capítulo general;

-se cita asimismo explícitamente el art. 171, 5 de las Constituciones, donde se establece que los delegados (uno o dos) para el capítulo general y sus suplentes son elegidos por el capítulo inspectorial; las modalidades se especifican en los Reglamentos Generales.





2. MODIFICACIÓN EN LOS REGLAMENTOS GENERALES


Modificación al art. 76,4 de los Reglamentos Generales


305Con relación al art. 76 de los Reglamentos Generales, se acuerda que el núm. 4 se modifique así:

«4. por los bienhechores y miembros de la familia salesiana difuntos, se celebrará una misa en cada comunidad el primer día litúrgicamente libre del mes de noviembre, que es el 5».

Motivo. Esta modificación se debe a que el día 13 de noviembre, que los Reglamentos Generales indicaban para el sufragio de los bienhechores y los miembros de la familia salesiana difuntos, ahora está asignado, en nuestro misal propio, a la memoria anual de los beatos mártires Luis Versiglia y Calixto Caravario. Para dicho sufragio se eligió el primer día litúrgicamente libre del mes de noviembre, el 5.


3. INTERPRETAQONES PRÁCTICAS DE TEXTOS DE LAS CONSTITUCIONES Y DE LOS REGLAMENTOS


Las siguientes interpretaciones prácticas, a tenor del art. 192 de las Constituciones, fueron acordadas por el XXIII Capítulo General para responder a exigencias surgidas en la definición de algunos problemas concretos, especialmente en ocasión de las elecciones para el capítulo inspectorial o general.


3.1. Interpretación práctica del art. 151, 7 y 8


306«El XXIII Capítulo General dispone que el inspector o el superior de Visitaduría que preside el capítulo inspectorial, pero que cesará antes de celebrarse el capítulo general, pueda tener voz pasiva en la elección del delegado para el capítulo general».

Motivación: Esta disposición fue aprobada para resolver una duda y sancionar el pleno derecho de voz activa y pasiva que tiene, en la elección del delegado para el capítulo general, el inspector (o el superior de visitaduría) que, en el momento de la elección, empeña todavía el cargo, pero que ya habrá cesado al celebrarse el capítulo general.


3.2. Con relación al art. 164 de los Reglamentos Generales


307«El XXIII Capítulo General declara que, tanto el teléfono como el telefax se equiparan, en caso de necesidad, a la carta de que habla el art. 164 de los Reglamentos Generales, con tal de que las indicaciones transmitidas sean recibidas por los escrutadores que quedan obligados al secreto».


4. DISPOSICIONES SOBRE GRUPOS DE INSPECTORÌAS


Con respecto a los grupos de inspectorías, el XXIII Capítulo General aprobó dos disposiciones: una para determinar la Región a que pertenecen las inspectorías de Checoslovaquia y de Hungría; con la otra se prorroga por un sexenio más la delegación especial para las inspectorías de Polonia.

He aquí el texto de dichas disposiciones:



3084.1 «El XXIII Capítulo General dispone que las inspectorías de Checoslovaquia y de Hungría pertenezcan a la Región Norte de Europa y África Central».


3094.2 «El XXIII Capítulo General, aunque desea un progresivo camino hacia una integración más plena de las inspectorías de Polonia en la Europa salesiana, sin embargo juzgando que aún tienen suficiente validez las motivaciones aducidas por el Capítulo General Especial (1971), establece que se confíen una vez más por un sexenio las inspectorías de Polonia a un delegado personal del Rector Mayor».


5. ORIENTACIÓN OPERATIVA PARA LA PRESENCIA SALESIANA EN ÁFRICA


310En el ámbito de la verificación de la presencia salesiana en África, y con referencia a la estructura de conexión, para una mayor eficacia de animación, el XXIII Capítulo General aprobó la siguiente orientación operativa:

«El XXIII Capítulo General encomienda al Rector Mayor con su Consejo el cuidado de ejercer, mediante las formas que parezcan más idóneas, un papel especial de coordinación, a fin de ayudar a los salesianos que trabajan en África a tomar conciencia de la cultura africana, de modo que se orienten de modo eficaz el crecimiento de las presencias salesianas, la Actividad pastoral y, en particular, el proceso de formación».




ANEXOS



1. Mensaje de Pablo II en la inauguración del Capitulo General

2. Saludo del cardenal Juan Jerónimo Hamer

3. Discurso del Rector Mayor al inaugurar el Capítulo General

4. Palabras de homenaje del Rector Mayor al Santo Padre

5. Discurso de Juan Pablo II a los capitulares el 1 de mayo

6. Saludo a las Hijas de María Auxiliadora del XIX Capitulo General

7. El XXIII Capitulo General a los Cooperadores y Cooperadoras

8. El XXIII Capítulo Generala los Antiguos Alumnos

9. Discurso del Rector Mayor al clausurar el XXIII Capítulo General

10. Carta a los jóvenes

11. Crónica del XXIII Capítulo General

12. Relación de participantes en el XXIII Capítulo General





ANEXO 1


MENSAJE DE S.S. JUAN PABLO II AL INAUGURARSE EL XXIII CAPÍTULO GENERAL


Al amado hijo Egidio VIGANÓ,

Rector Mayor

de la Sociedad de san Francisco de Sales.


311Llegue mi saludo, con los mejores deseos de buen trabajo, a usted y a todos los salesianos que participan en el XXIII Capítulo General de esa Congregación.

La asamblea capitular es, para todo instituto religioso, un punto firme de donde partir para una nueva profundización del propio carisma. La que estáis para por empezar, debe constituir, pues, para vosotros una ocasión de privilegio no sólo para ahondar en la misión que os confió san Juan Bosco, sino también para seguir mejorando la calidad de la labor pastoral que realizáis los Salesianos en muchas Iglesias particulares con especial atención a la juventud.

Vuestro trabajo institucional, en efecto, se encamina, sobre todo, a educar a los jóvenes, de cuya respuesta depende el porvenir de la fe, pues la esperanza de un mundo más cristiano renace con cada nueva generación, siempre que ésta pueda gozar de una educación conveniente, inspirada en el Evangelio. También hoy, por tanto, es preciso trabajar para que madure en los jóvenes una convencida síntesis entre fe y vida, de modo que puedan ser en la sociedad testigos valientes y creíbles del gran misterio de Cristo, principio y coronamiento de toda la esperanza cristiana.


312Tengo la certeza de que, siguiendo la reconocida tradición pedagógica de vuestra Congregación, no dejaréis de trazar, para lograr este fin, proyectos concretos y actualizados. San Juan Bosco os invita no sólo a dedicaros a los jóvenes, sino a educar mediante un proyecto. Como os decía con motivo de la clausura del centenario de la muerte de vuestro Fundador, éste os dejó «una síntesis vital entre saber pedagógico y praxis educativa». Debéis, pues, procurar aplicar al desarrollo del tema, «unificando en síntesis los complejos elementos destinados a promover el desarrollo total del muchacho y del joven».

Con esta perspectiva, quiero recordaros, capitulares, dos aspectos que debéis profundizar con esmero: la espiritualidad juvenil y la dimensión social de caridad. Son dos grandes preocupaciones pastorales de la Iglesia.


313Ante todo, en la educación de los jóvenes no basta apoyarse en la simple racionalidad de una ética humana, ni es suficiente una instrucción religiosa meramente académica; hay que suscitar convicciones personales profundas que conduzcan a una vida inspirada en los valores perennes del Evangelio. Es preciso tender a formar santos. «En la Iglesia y en el mundo -escribí en la carta Júvenum Patris- la visión de una educación completa, según aparece encarnada en san Juan Bosco, es una pedagogía realista de santidad. Urge recuperar el verdadero concepto de santidad, en cuanto elemento de la vida de todo creyente. La originalidad y audacia de la propuesta de una santidad juvenil es intrínseca al arte educativo de este gran Santo, que con razón puede definirse maestro de espiritualidad juvenil» (núm. 16).


314En segundo lugar, en vuestra actividad de educadores y pastores debe tomar consistencia la dimensión social de la caridad, pues los signos de los tiempos le señalan nuevos espacios, a la luz de una renovada conciencia del bien común. Se abren hoy ante la caridad de los cristianos, con perspectivas cada vez más amplias, los múltiples campos de la vida ciudadana y política, San Juan Bosco os enseñó a formar ciudadanos responsables mediante la maduración de convicciones concretas de fe que se traduzcan a opciones operativas que respondan a las necesidades que van surgiendo poco a poco. Tarea vuestra es individuar los objetivos actualmente prioritarios, hacia los que hacer confluir el trabajo de la juventud que se os ha confiado.

¡Que María Auxiliadora os guíe como madre! Su sincera y filial devoción os estimulará a afrontar con generosidad y a superar victoriosamente las numerosas dificultades que podáis encontrar en vuestro camino.

Deseando un éxito feliz a la actividad del Capítulo General, invoco sobre usted y sobre los capitulares la efusión de los dones del Espíritu Santo. Como prenda de los cuales, imparto a todos la implorada bendición apostólica, que gustosamente extiendo a vuestra Congregación y a toda la familia salesiana.

Vaticano, 22 de febrero de 1990, festividad de la

Cátedra de san Pedro apóstol.


JUAN PABLO II





ANEXO 2


SALUDO DEL CARDENAL JUAN-JERÓNIMO HAMER,

prefecto de la congregación

de institutos de vida consagrada

y de sociedades de vida apostólica


315Estoy aquí para saludaros en mi condición de prefecto de la Congregación de institutos de vida consagrada y sociedades de vida apostólica. Al hacerlo, quiero señalaros la importancia de una reunión como la vuestra y la confianza que tenemos en vosotros, e invitaros a asumir vuestra tarea con lucidez y valentía.

Sois un capítulo general, representáis a toda la Sociedad Salesiana de san Juan Bosco, sois el signo de su unidad en la diversidad.

Estáis aquí para hacer una reflexión fraterna y comunitaria que os ayude a ser más fieles al Evangelio y al carisma de vuestro santo Fundador, dispuestos a responder a las necesidades de nuestro tiempo y de los diversos lugares.

Todos juntos, dejándoos guiar por el Espíritu del Señor, os vais a esforzar por conocer la voluntad de Dios para servir mejor a la Iglesia en el mundo de hoy.

Sin embargo, no sois únicamente un grupo de hermanos y amigos que se reúnen para tener intercambios interesantes y quizá hasta fructuosos, pero sin compromiso personal; de ningún modo. Vuestra reflexión debe ser comunitaria y comprometerse: tiene que llegar a decisiones, pues sois un capítulo general: poseéis la autoridad suprema en la Sociedad Salesiana; debéis ejercerla según vuestras Constituciones.

Estáis reunidos aquí en asamblea de gobierno. Lo que se espera de vosotros son reflexiones y disposiciones que, bien profundizadas, desemboquen en orientaciones precisas y en tomas de posición neta y claras.

Entre las decisiones que vais a tomar, figura, en su puesto, la elección del Rector Mayor y los miembros del Consejo General. Os corresponde también dar le­yes para toda vuestra Sociedad y tratar, de modo responsable, los asuntos más importantes.


316Ahora bien, esto se ha de hacer con una óptica muy precisa: la fidelidad a vuestro patrimonio y al servicio específico que la Iglesia espera de vosotros.

Sois religiosos, sois apóstoles, y estáis al servicio de los jóvenes. Lo sois de forma inseparable en la indiso­luble unidad de vida.

Vuestras Constituciones (art. 2) lo dicen claramen­te: «Los Salesianos de Don Bosco formamos una comunidad de bautizados que, dóciles a la voz del Espíritu, nos proponemos realizar, en una forma específica de vida religiosa, el proyecto apostólico del Fundador: ser en la Iglesia signos y portadores del amor de Dios a los jóvenes, especialmente a lo más pobres. En el cumplimiento de esta misión encontramos el camino de nuestra santificación».

Os habéis preparado bien para vuestro trabajo de capitulares. Sé que una comisión precapitular ha realizado una labor preparatoria considerable, que tenéis a vuestra disposición. Este documento de trabajo se orienta plenamente al tema del capítulo: 'educar a los jóvenes en la fe' dando la preferencia al aspecto operativo, aunque sin descuidar los elementos de análisis y reflexión.

No me corresponde a mí entrar en el tema; lo haréis vosotros, capitulares. Sin embargo, he visto con satisfacción que la mencionada comisión ha procurado respetar, desde su mismo punto de partida, el equilibrio que tiene que caracterizar a todo capítulo general en cuanto órgano de gobierno pastoral.

Vuestra misión en la Iglesia es un servicio. Esforzaos por estar espiritual y humanamente preparados y cualificados para dar vuestra aportación a la evangelización de los jóvenes, especialmente a la de los más necesitados, de los más pobres. Y así os ponéis a disposición de quienes, en las distintas diócesis, tienen la responsabilidad de la evangelización como sucesores de los apóstoles.

Vuestras Constituciones (art. 48) lo dicen de forma muy acertada: «La Iglesia particular es el lugar donde la comunidad vive y realiza su compromiso apostólico. Nos incorporamos a su pastoral, que tiene en el obispo su primer responsable y, en las directrices de las conferencias episcopales, un principio de acción: de mayor alcance. Le ofrecemos la aportación de la obra y la pedagogía salesiana, y de ella recibimos orientaciones y apoyo».

Comentando esta última frase, cabe afirmar: «El primer punto subraya la riqueza que los Salesianos deben llevar a la Iglesia particular: la acción pastoral típica de Don Bosco y su sistema preventivo. En cambio, el segundo [os] estimula a acoger las orientaciones de los pastores, a fin de poder: caminar con cohesión en una pastoral de conjunto y recibir apoyo de toda la Iglesia en [vuestro] trabajo» (El Proyecto de vida de los Salesianos de Don Bosco, Madrid, 1987, pág. 481).


317Permitidme aún que, en este saludo antes de inaugurar formalmente vuestro capítulo, subraye otro punto: un capítulo general es un acto de comunión eclesial.

Ciertamente un capítulo es una asamblea como cualquier otra, en cuanto que responde a determinadas leyes de la psicología social: están las reglas para un debate organizado; tenéis la traducción simultánea y, probablemente, el apoyo de ordenadores y una secretaría bien provista. Todo ello es útil y hasta imprescindible, como ocurre en las asambleas modernas algo numerosas, particularmente si son internacionales.

Sin embargo, un capítulo tiene una nota específica: es un hecho de comunión eclesial. No es un acto de la sociedad civil, cuyo objeto es organizar el orden temporal; es un hecho de Iglesia. Nos hallamos en el orden espiritual. La vida religiosa no tiene más objetivo que el de la Iglesia: la salvación de los hombres.

Por tanto, nuestras fuentes serán espirituales: el Evangelio, ya que ignorarlo es ignorar a Cristo; la tradición espiritual de la Iglesia y su magisterio; la tradición de vuestro instituto desde la época del Fundador, el Derecho Canónico, y toda una riqueza que vuestras Constituciones deben traer hoy hasta vosotros.

Por ello, acudimos con frecuencia a la oración. A vuestro capítulo le ha precedido Una tanda de ejercicios espirituales: iniciativa excelente. Ahora no dudaréis en dar a la celebración eucarística y a la oración amplio espacio en el desarrollo de vuestro capítulo. Para esto cabe inspirarse en el concilio ecuménico Vaticano II, que fue una celebración. No tendría yo dificultad en hablar de celebración de un capítulo general. Lo que cuenta, ante todo, es una atmósfera de oración y recogimiento que ponga la reflexión y el debate en su nivel justo.

A menudo en los capítulos generales de hoy se usa la hermosísima oración al Espíritu Santo Ádsumus, que rezaban los padres del Vaticano II antes de cada sesión durante los cuatro años del Concilio. Permitid que cite sus primeras frases, porque están llenas de enseñanza para vosotros. Adsumus, Domine Sancte Spiritus; adsumus, peccati quidem immanitate detenti, sed in nomine tuo specialiter congregati. Veni ad nos et esto nobiscum.

En versión [española]: Henos aquí, Señor, Espíritu Santo; henos en tu presencia, temerosos sí por la enormidad de nuestros pecados, pero congregado especialmente en tu nombre. Ven y quédate con nosotros».

Nadie puede participar en un capítulo con la seguridad y presunción del fariseo, nadie puede tomar la responsabilidad de los otros en nombre de su propia virtud; asumimos el trabajo capitular con la humildad del publicano. Pero lo hacemos sin pusilanimidad con determinación y valentía, porque es el Espíritu Santo quien nos ha convocado y confiamos en que va a realizar su obra en nosotros, en nuestra persona, en nuestra acción.

La oración Ádsumus no hace más que parafrasear el dicho de Cristo: «Donde dos o tres se hallan reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos». Que Jesucristo, pues, esté con vosotros y os asista su Espíritu. Os lo deseo a cuantos estáis hoy reunidos aquí para el XXIII Capítulo General de la Sociedad Salesiana.


9 de marzo de 1990




ANEXO 3


DISCURSO DEL RECTOR MAYOR don Egidio VIGANÓ, al inaugurar el XXIII Capítulo General


Eminentísimo cardenal Hamer,

Eminencias,

madres, hermanas y hermanos responsables de grupos de la familia salesiana,

capitulares:


318Un saludo agradecido a S. Em.a el prefecto de la Congregación de institutos de vida consagrada y a los eminentísimos señores cardenales que con su presencia ponen de relieve el sentido eclesial de nuestro Capítulo General.

Un gracias cordial a la madre general de las Hijas de María Auxiliadora, a los presidentes de los Cooperadores, Antiguos Alumnos y Exalumnas, a la responsable mayor de las Voluntarias de Don Bosco y a la superiora general de las Oblatas Salesianas, que representan la adhesión de incontables hermanos y her­manas de la familia salesiana en el mundo.

Y un cálido saludo de bienvenida a todos los capitulares, llegados aquí desde ochenta y cinco circunscripciones jurídicas de nuestra Sociedad.


1. El XXIII Capítulo General


Estamos inaugurando oficialmente el XXIII Capítulo General de la Sociedad de san Francisco de Sales.

Cuando Don Bosco convocó el primero, en 1877, los participantes eran veintitrés, y su duración fue de trece días completos.

Cuando, casi un siglo más tarde, se celebró, en, 1971, el XX Capítulo General, sus miembros eran doscientos dos, y la duración fue de seis meses y veintiséis días: se trataba de un capítulo especial, o sea, excepcional.

Los que le siguieron -el veintiuno y el veintidós- estuvieron también implicados, de algún modo, en la necesidad de ser especiales, y duraron alrededor de cuatro meses cada uno.

Hoy, en este veintitrés Capítulo General, sus miembros deberían ser doscientos siete, pues uno -el doscientos ocho- recibió no hace mucho la consagración episcopal, y nos preguntamos cuánto tiempo va a durar.

Creo que es útil empezarlo proponiendo al respecto un plan de principio. En el Consejo General, teniendo en cuenta que se trata de un capítulo ordinario, se pensó sugerir a los colegas de asamblea, es decir, a vosotros, queridos capitulares, que tengáis a bien tomar desde el principio la decisión de no superar los dos meses. A nosotros nos pareció razonable poner como fecha tope el próximo 12 de mayo.


2. Un Capítulo General ordinario


319¿Por qué consideramos ordinario este Capítulo?

En realidad, el carácter de ordinario es inherente a la naturaleza de un capítulo general normal. Su explicación, pues, se halla en el texto constitucional. Lo que, en cambio, habría que explicar es la calificación de especial o extraordinario. Aquí nos interesa subrayar el aspecto de ordinario, con el fin de señalar que para nosotros está, de hecho, concluida la vasta, delicada e imprescindible labor de revisión global de los documentos de nuestra identidad en la Iglesia. Así pues, hemos terminado la tarea especial, pedida por el Vaticano II, y surge de nuevo la necesidad ordinaria de afrontar sólo algún aspecto vital, en cuyo estudio se verán proyectar también, en la práctica, las grandes conquistas de los capítulos anteriores.

En la Regla hallamos indicadas las incumbencias que han de afrontarse. Las conocemos. Sin embargo, ahora debemos consideradas a partir de la situación nueva en que cada uno de nosotros se halla como capitular, es decir, miembro de una asamblea que representa a todo el Instituto y que, según nuestro derecho, posee colegialmente «la autoridad suprema en la Sociedad» (Const. 147). Esta óptica de conciencia capitular despertará la convicción personal de la grave responsabilidad que tiene cada uno de nosotros.'

¿Cuáles son los principales deberes que nos aguardan?


2.1 Ante todo la tarea de cuidar y animar un carisma suscitado por el Espíritu para bien de la Iglesia


320Es un quehacer que se deduce del artículo 6 de las Constituciones, que afirma: «La vocación salesiana nos sitúa en el corazón de la Iglesia y nos pone plenamente al servicio de su misión». Lo especifica el 146, diciendo que los trabajos de un capítulo general deben ordenarse a buscar la «voluntad de Dios, para servir mejor a la Iglesia».

Empezamos hoy un acontecimiento que, como hemos visto, tiene una dimensión netamente eclesial. La autoridad suprema de la asamblea capitular es sólo para dentro de la Congregación, pues hay otras autoridades superiores a las que debemos hacer referencia constante. «La Sociedad Salesiana -recuerdan las Constituciones- tiene como superior supremo al Sumo Pontífice, a cuya autoridad los socios se someten filialmente aun en virtud del voto de obediencia, estando a su disposición para bien de la Iglesia universal. Acogen con docilidad su magisterio y ayudan a los fieles, especialmente si son jóvenes, a aceptar sus enseñanzas» (art. 125).

El Derecho Canónico precisa: que a un capítulo general «le compete, sobre todo, defender el patrimonio del instituto... y procurar la acomodación y renovación de acuerdo con el mismo» (canon 631), o sea, que estamos investidos de autoridad, para custodiar fielmente la intención y proyectos del Fundador «acerca de la naturaleza, fin, espíritu y carácter de cada instituto, así como también sus sanas tradiciones, todo lo cual constituye el patrimonio del instituto» (canon 578).


2.2 Otra tarea es el cuidado de la unidad de vida en la Congregación


321Nuestra Asamblea debe constituir su «principal signo» (Const. 146). A pesar de la diversidad de situaciones y culturas, estamos llamados a testimoniar y robustecer aquí los vínculos de comunión plena en el mismo espíritu y misión, con convencida y realmente vivida adhesión a una misma profesión religiosa.

La dinámica de un capítulo no se inspira en las prácticas democráticas de un parlamento, sino en la originalidad del misterio de la Iglesia; en consecuencia, se esfuerza por afianzar, con sinceridad fraterna, las motivaciones de comunión, a fin de lograr unanimidad en la asamblea, ya que uno es efectivamente el carisma, uno su Fundador y una su Regla de vida.

En el primer Capítulo General, este aspecto era más fácil. «Nos hallamos todavía en nuestros principios -afirmaba Don Bosco-; nuestro número no es aún extraordinariamente grande. Hasta ahora: el Oratorio ha sido el centro para todos... Más adelante, si no se ponen todos los medios para soldar bien este vínculo, pronto llegaremos a un estadio heterogéneo donde ya no será absoluta, entre nosotros, la unidad. Es preciso hacer todo lo posible para mantenemos en un solo espíritu» (MB XIII, 286; MBe XIII, 251).

En este sentido el capítulo general es una especie de alto y especializado cursillo de formación permanente sobre los valores de la unidad en el espíritu salesiano, organizado para multiplicadores cualificados al servicio de todas las inspectorías.


2.3 Otra labor es el esfuerzo comunitario para dar dinamismo al carisma


322Los Reglamentos Generales afirman que, al convocar el capítulo, el Rector Mayor indique su principal objetivo (cf. art. 111). El tema propuesto para nuestra asamblea es la educación de los jóvenes en la fe. Queremos dar dinamismo a la calidad pastoral de nuestras obras. Por tanto, debemos orientar nuestro trabajo hacia un crecimiento, con fidelidad dinámica a san Juan Bosco, en dos sentidos: una adhesión más genuina a las misión evangelizadora, y mejor sensibilidad y capacidad pedagógica de respuesta a las interpelaciones de los tiempos y lugares (cf. Const. 146).

Las sugerencias de los capítulos inspectoriales y el documento de trabajo que tenemos en los Esquemas precapitulares ofrecen una plataforma de lanzamiento para trazar orientaciones operativas.

Todos estamos convencidos de que nuestra labor apostólica pasa por la educación; pero la prioridad que hay que esclarecer es la de asegurar, en la práctica, cómo y mediante qué pasos impregnada y guiada por el aliento pastoral.

He ahí un discernimiento de peculiar urgencia, a fin de garantizar la identidad salesiana en la praxis.


2.4 Es también incumbencia del capítulo general el considerar las propuestas de cambio de algunas leyes internas


323Nuestra asamblea tiene la potestad de «legislar para toda la Sociedad» (Const. 147).

Los tres últimos capítulos generales elaboraron el texto de nuestras leyes (año 1984).

Según propuestas llegadas, sugeridas por la experiencia, habría que examinar aún de nuevo este Capítulo varios artículos, que oportunamente indicará el regulador.


3. Delicada responsabilidad de las elecciones:


324Algo que incidirá mucho en la vida de la Congregación es la elección del Rector Mayor y los miembros del Consejo General (cf. Const. 147).

Aquí es donde se ve quizá más claramente en qué consiste la autoridad suprema del capítulo general (Const.147; cf.120).

Vale la pena reflexionar sobre ello un momento.

Ante todo, querría hacer notar que el calificativo de suprema subraya, para nuestra conciencia capitular, una responsabilidad verdaderamente extraordinaria altísima, aun cuando en la Iglesia -ya hemos aludido a ello- no tenga un sentido absoluto e ilimitado. Es interesante observar que no todos los capítulos generales de los institutos de vida consagrada tienen las mismas competencias. Hay diferencias considerables la fisonomía de cada uno depende de la naturaleza de su carisma y de las indicaciones del derecho propio.

La autoridad de nuestra asamblea es suprema, sobre todo, en el sentido de que es la fuente de toda autoridad en la Congregación. «Hay que recordar -dijo el Capítulo General Especial- que, entre nosotros, la autoridad de los diversos superiores no deriva inmediatamente de una posible voluntad de designación por parte de la base, sino que tiene su origen en el acto de la erección canónica de la Sociedad. Existe, pues, en toda la Congregación un solo núcleo y una sola fuente de autoridad. Y esta autoridad, recibida de la Iglesia, pasa por la voluntad electiva del capítulo general, para concentrarse, según las Constituciones, en el ministerio del Rector Mayor y del Consejo General» (núm. 721).

La experiencia nos enseña que este ministerio resulta fuertemente vital. Es verdad que la autoridad del capítulo general es suprema, en cuanto que tiene la potestad legislativa y la facultad de dar directrices auténticas y orientaciones universales de animación y gobierno; sin embargo, no le corresponde la potestad judicial normal ni la ejecutiva. El capítulo general no es un organismo permanente de gobierno; es una realidad discontinua, que tiene lugar cada seis años.

Durante su misma celebración, el Rector Mayor con el Consejo General sigue ejerciendo las funciones necesarias -más urgentes- para la buena marcha de la vida en la Congregación, igual que hacen en sus relativas circunscripciones los capitulares que son inspectores. En las Constituciones escritas por Don Bosco, al tratar del gobierno interno de la Sociedad ni siquiera se habla de la autoridad suprema del capítulo general.

Lo digo para subrayar la importancia suprema de las elecciones.

El papel del Rector Mayor y de los miembros del Consejo General tiene, por constitución y de hecho, una incidencia decisiva, permanente, práctica e inmediata en toda la vida del Instituto.

Hay que prepararse, por tanto, a este acto electivo con atenta conciencia, madurada en la oración y en un discernimiento objetivo de los posibles candidatos, plenamente dirigido a dar vitalidad al carisma de san Juan Bosco, sin acentuar motivaciones no esenciales, que podrían ser nocivas.

En este momento, en nombre propio y en nombre de los miembros del actual Consejo General -al concluir el mandato de seis años recibido, en obediencia, del XXII Capítulo General-, puedo decir que se ha procurado trabajar intensamente y con lealtad por el bien de la Congregación. Personalmente, siento el deber de pedir perdón por las deficiencias que han acompañado mi servicio.

En el Consejo General, con sus múltiples tareas, se adquieren conocimientos, sensibilidades, visiones de conjunto, sentido de Iglesia, criterios de prioridad y equilibrio de identidad, que no afloran en los otros cargos de la vida salesiana. Puede afirmarse que, el Consejo General resulta verdadera escuela de alta especialización para servir a la Congregación. Pero en él pasan los años y se envejece. Convendrá, pues, pensar también en nuevos candidatos más jóvenes y muy capaces.

Esta responsabilidad de las elecciones es, asimismo, una de las más delicadas, si pensamos en la incidencia vital que el Rector Mayor y el Consejo Genera ejercen, por su función, en toda la familia salesiana.


4. Tema del XXIII Capítulo General


325En la circular de convocación de este XXIII Capítulo General (ACG núm. 327, octubre-diciembre de 1988), al explicar el carácter ordinario de este capítulo, afirmaba yo que en él «se quiere centrar la atención de los salesianos en un argumento específico de orden operativo, considerado de particular urgencia para toda la Congregación, aunque de algún modo sea sectorial, en el sentido de que no se refiere a la totalidad de la vida salesiana».

La expresión «aunque de algún modo sea sectorial» es verdadera en cuanto que propiamente sólo se refiere al aspecto operativo de nuestras actividades concretas, dando ya por adquiridos los grandes fundamentos espirituales y doctrinal es. Si, en cambio, se interpreta el vocablo 'sectorial' como algo secundario que no implica, de forma prioritaria, a toda nuestra renovación, se le daría una interpretación errónea.

En efecto, la labor de educar a los jóvenes en la fe pone en el centro del trabajo capitular el sistema preventivo de San Juan Bosco como ortopraxis (cf. circular publicada en Actas del Consejo Superior, núm. 290: julio-diciembre de 1978) de la vida salesiana en toda comunidad local; es decir, como lugar de verificación y medida de fidelidad.

No quiero decir que este Capítulo va a estudiar el sistema preventivo, sino que debe tener continuamente en cuenta su verdadera finalidad, su naturaleza carismática y su original metodología.


5. El sistema preventivo, fruto y fuente de espiritualidad salesiana


326Es sugestivo observar que en las Constituciones se habla del sistema preventivo de dos maneras diferentes y complementarias: una, en el artículo 20, cuando se trata del espíritu salesiano y donde figura como uno de sus elementos; la otra, en el 38 y el 39, que hablan de nuestro servicio educativo-pastoral.

Pienso que, para nuestra asamblea, es fundamental considerar el sistema preventivo desde la óptica del espíritu salesiano. En tal sentido, se describe en cuanto «modo de vivir y trabajar, para comunicar el Evangelio y salvar a los jóvenes con ellos y por medio de ellos. Este sistema informa nuestras relaciones con Dios, el trato personal con los demás y la vida de comunidad en la práctica de una caridad que sabe hacerse amar» (Const. 20).

Cabe hablar del sistema preventivo simplemente como de un método educativo que consiste en la bondad, la racionabilidad y la promoción cultural. Esto es verdad. No obstante, si pensamos en la distinción -que a menudo es también, por desgracia, separación- que se hace entre educar -como acción humana de cultura- y educar en la fe -como acción eclesial de evangelización-, y si recordamos igualmente que para san Juan Bosco ambos aspectos deben intercambiar mutuamente sus valores de modo que en la praxis salesiana no se separe nunca el hombre del cristiano -«ser honrado ciudadano porque se es buen cristiano» (MB IV, 19; MBe IV, 25)-, debemos concluir que la educación en la fe está llamada, en nuestro sistema, a impregnar todo el quehacer educativo.

De ahí que el gran reto que nos lanza el tema del Capítulo sea la espiritualidad evangelizadora y misionera en nuestras comunidades. Somos educadores porque somos pastores en la Iglesia de Cristo. El carácter pastoral es el alma de nuestra competencia pedagógica, igual que el 'da mihi ánimas' es el secreto que vivifica todo nuestro espíritu.

Las actuales exigencias de renovación pastoral llevan consigo, para nosotros, el que lo que suele llamarse 'nueva evangelización' se traduzca a 'nueva educación'. Pero esto requiere densidad espiritual.

En los diferentes aspectos de novedad que acompañan a la educación, según las interpelaciones socioculturales de las distintas situaciones, hemos de lograr que emerja la intrínseca inseparabilidad del 'evangelizar educando'; estamos llamados a mejorar nuestra calidad de educadores, pero porque somos misioneros de los jóvenes.

«En cuanto a san Juan Bosco -nos escribió el Papa-, puede decirse que el rasgo peculiar de su genio está vinculado la praxis educativa que llamó 'sistema preventivo'. Este representa, en cierto modo la síntesis de su sabiduría pedagógica, y constituye el mensaje profético que legó a los suyos y a toda Iglesia» (JP 8). Más adelante, exhortándonos a descubrir en su herencia las premisas para responder también hoy a las dificultades y expectativas de los jóvenes, nos recuerda que el primer secreto del buen resultado de esta pedagogía se halla en el corazón de Don Bosco educador: en su intensa caridad pastoral es decir, en educar «en virtud de una energía interior que une, de forma inseparable, amor a Dios y amor al prójimo. De esa manera logra una síntesis entre actividad evangelizadora y quehacer educativo. Su labor de evangelizar a los jóvenes… se coloca en el proceso de formación humana, consciente de las deficiencias, pero también optimista en cuanto a la maduración progresiva, de modo que la fe se convierta en elemento unificador e iluminante de su personalidad» (JP 15).

Por ello -añade-, será criterio fundamental, para el educador, «tener percepción clara del fin último, que es precisamente la educación en la fe, ya que en el arte de educar, los objetivos desempeñan un papel determinante. Su visión incompleta o errónea, o su olvido, es causa de unilateralidad o desvío, además de ser señal de incompetencia» (JP 16).

Así pues, el espíritu salesiano exige, en la conciencia de todo hermano en su trabajo, la percepción clara del fin pastoral, que ha de tener en cuenta constantemente al trazar y realizar proyectos e itinerarios.


6. Un deseo y una esperanza


327La preparación de nuestro capítulo ha sido seria en las inspectorías y en la comisión precapitular. Prueba de ello es el grueso volumen -¡de quinientas cinco páginas!- que tenemos entre manos: Schemi precapitolari.

No obstante, el valor del trabajo de esta asamblea no se va a juzgar por el número de páginas, sino por la calidad y concreción de las directrices y orienta­ciones que dé.

Quiero subrayar dos aspectos que sugiere el documento de trabajo: el primero es la necesidad de perfeccionar el proyecto educativo-pastoral con criterios salesianos, a fin de obtener itinerarios específicamente idóneos para los diferentes grupos de jóvenes; el segundo es la espiritualidad juvenil. Me parece iluminador dar relieve, aunque sea brevemente, a este segundo.

Creo que, al respecto, conviene empezar recordando una estimulante afirmación del mártir san Ignacio en su carta a los romanos. «Lo único que para mí habéis de pedir -escribe- es que tenga fortaleza interior y exterior, para que no sólo hable, sino que esté también interiormente convencido, de forma que sea cristiano no sólo de nombre, sino también de hecho… Porque cuando arrecia la adversidad del mundo, la fe cristiana no es simplemente fruto de persuasión, sino de potencia» (Rom III); o sea, es un participar del poder de Dios, en cuanto que la presencia del Espíritu Santo infunde en el corazón una espiritualidad que es fuerza vital.

Lo dije al comentar el aguinaldo de este año: Tengo la convicción de que la síntesis orgánica entre fe y vida que hemos de ayudar a que madure hoy en los jóvenes -en un mundo tan ajeno y adverso- se obtiene sólo mediante la fuerza de una espiritualidad' concreta. De ello nos da testimonio san Juan Bosco, que del arte de educar hizo una verdadera pedagogía de santidad.

La espiritualidad es una energía interior, formada conjuntamente por convicciones y por entusiasmo evangélico, y dotada de potencia unificadora que hace que crezcan armónicamente, en el joven, los diversos aspectos de su maduración humana y cristiana.

Nuestra praxis educadora debería brotar de una espiritualidad pujante -la de la comunidad-, que suscite en torno a sí una espiritualidad juvenil dinámica y contagiosa; debería, por tanto, promover y fomentar el asociacionismo, no para vaciar de calidad educativo-pastoral nuestras obras, sino para ser su levadura mediante el protagonismo de los jóvenes, convertidos en sujetos portadores de una síntesis vital entre Evangelio y cultura. Este aspecto, tan querido de san Juan Bosco, hay que relanzarlo por todos los medios, particularmente en una sociedad pluralista que fácilmente conduce al relativismo y a la indiferencia.

No hay duda que de esta necesidad de potencia espiritual surge el gran reto a nuestras comunidades: la espiritualidad juvenil tiene como fuente ambiental e inicio pedagógico la espiritualidad de los salesianos. Es aquí donde se mide su verdadera paternidad: ¡de la fe de los educadores a la fe de los jóvenes! Pensemos en lo que dicen las Constituciones: «Esta Sociedad comenzó siendo una simple catequesis… Como Don Bosco, estamos llamados todos, y en toda ocasión, a ser educadores de la fe… Caminamos con los jóvenes para llevarlos a la persona del Señor resucitado, de modo que, descubriendo en él y en su Evangelio el sentido supremo de su propia existencia, crezcan como hombres nuevos» (art. 34).


7. Nuestra confianza en el auxilio de María


328Para concluir, elevemos nuestro pensamiento a la Santísima Virgen.

Sabemos que María es «la que creyó». Consiguientemente, es modelo de todos por la plenitud de su fe. El día de Pentecostés quedó, con los apóstoles, inundada de la potencia del Espíritu Santo, que perfeccionó en su corazón una fuerte espiritualidad, manifestada en la gratitud victoriosa del Magníficat.

«Guiado por María, que fue su maestra -afirman las Constituciones-, Don Bosco vivió, en el trato con los jóvenes del primer oratorio, una experiencia espiritual y educativa que llamó 'sistema preventivo', o sea, un amor que se dona gratuitamente, inspirándose en la caridad de Dios, que precede a toda criatura con su providencia, la acompaña con su presencia y la salva dando su propia vida. Don Bosco nos la transmite como modo de vivir y trabajar, para comunicar el Evangelio» (art. 20). Tal es el motivo por el que la aplicación fiel del sistema preventivo, ortopraxis de nuestra consagración religiosa, resulta el lugar teológico de nuestra espiritualidad apostólica.

Que María Auxiliadora nos ilumine y guíe en nues­tro camino hacia el tercer milenio, a fin de que, como Kan Juan Bosco, vivamos arraigados en la potencia del Espíritu y seamos, así, válidos educadores de los jóvenes en la fe.


¡Que María, estrella de la evangelización, de robustez a nuestra espiritualidad!

Gracias.


Roma, 9 de marzo de 1990.



ANEXO 4


PALABRAS DE HOMENAJE DEL RECTOR MAYOR AL SANTO PADRE


Santo Padre:

329Nos admira y llena de gratitud este su gesto paterno de querer venir a visitamos en la sede de nuestro Capítulo General.

Se hallan aquí reunidos más de doscientos capitulares, llegados de los cinco continentes; sólo faltan, por dificultades políticas, los representantes de Vietnam.

Estamos concluyendo nuestro trabajo sobre el tema de la educación de los jóvenes en la fe. Hemos pasado revista a muchos contextos juveniles muy diversos entre sí; hemos examinado los principales retos que de ahí brotan para la Iglesia; hemos realizado; en diálogo la búsqueda de criterios válidos inspirados en la praxis educativa de san Juan Bosco, para poder dar algunas orientaciones operativas que guíen a nuestras comunidades en el arduo quehacer de la nueva evangelización.

Escuchamos las apremiantes interpelaciones en una hora de cambió de época, que requiere mayor capacidad profética, enraizada en la lectura fiel e ilu­minada del carisma del Fundador y que camine hacia el tercer milenio con un discernimiento atento y pastoral de los signos de los tiempos.

En tan atrayente labor nos ha estimulado también el reciente viaje ministerial de Vuestra Santidad a Checoslovaquia. En él admiramos el amor a la verdad que hace libres. la valentía y la claridad pedagógica en proclamarla, la magnanimidad en proyectar sus horizontes sociales, la actualidad histórica al paso con el acelerado devenir de los acontecimientos y testimonio de bondad por encima de partes, a fin de promover la comunión de los pueblos, de modo que ha hecho hablar de 'milagro' nada menos que en ciertos ambientes profanos.

Creemos que la, nueva evangelización tiene verdadera necesidad de un clima propiamente milagroso en el sentido de una sintonía más fuerte con el Espíritu Santo, de manera que los agentes de pastoral) actúen sumergidos con convicción personal en su poder, unidos místicamente a Cristo resucitado -supremo pastor vivo y activo- y puestos filialmente en I manos de María -madre de la Iglesia y su auxilio permanente-. La novedad milagrosa será así fruto del Espíritu que enciende en los corazones el ardor y la audacia de la fe auténtica.

Este clima de ardor pastoral deberá apoyarse en la, interioridad apostólica que Vuestra Santidad puso del relieve el último domingo al declarar beato al sacerdote Felipe Rinaldi, que para nosotros, en este Capítulo General, ha sido modelo e intercesor. Con él el igual que él, comprendemos que la actividad evangelizadora requiere intensa robustez interior, soporte de una espiritualidad peculiar.

Pedimos a Vuestra Santidad que bendiga nuestros propósitos y nos alcance, para ello, la abundancia de los dones del Espíritu del Señor.

Procuraremos corresponder a su exquisita bondad y a la extraordinaria delicadeza de esta visita con nuestra redoblada adhesión a la cátedra de Pedro y con un infatigable compromiso operativo de ser en la Iglesia, como Vuestra Santidad, solícitos misioneros de los jóvenes.

Gracias.

ANEXO 5


DISCURSO DE S.S. JUAN PABLO

a los capitulares salesianos

en su visita del 1 de mayo de 1990


Queridos capitulares de la Sociedad Salesiana de san Juan Bosco:


330 1. Tengo la alegría de estar aquí con vosotros en una circunstancia tan significativa, en la luz jubilosa de la elevación al honor de los altares de vuestro hermano don Felipe Rinaldi, al que precisamente anteayer tuve la dicha de proclamar beato.

Os saludo afectuosamente y agradezco tan cordial acogida a cada uno de vosotros, que representáis a toda la Familia salesiana. Dirijo en primer lugar un pensamiento particular al queridísimo don Egidio Viganó, confirmado una vez más como Rector Mayor; en su persona quiero saludar a todo vuestro instituto religioso. A la confianza que le habéis demostrado encomendándole de nuevo la guía de vuestra Congregación, uno de corazón mis mejores deseos de que, junto con sus colaboradores del nuevo Consejo General, elegidos también por esta asamblea capitular, pueda proseguir eficazmente la labor tan valiosa realizada hasta ahora.

3312. He tenido interés particular en venir a vuestra casa para manifestaros de forma concreta mi aliento personal y la gratitud de la Iglesia, a cuyo servicio trabajáis tan activamente.

Todos conocen las múltiples actividades salesianas, que ya han llegado a todos los rincones del mundo. Las obras son variadas, y modernas las estructuras que hacen de soporte a vuestro apostolado; pero es siempre idéntico el espíritu que las anima: el carisma particular que os distingue, heredado de don Juan Bosco, santo de la juventud.

Que en el centro de vuestras atenciones figuren pues, siempre los jóvenes, esperanza de la Iglesia y del mundo, hacia los que todos miran con confianza, trepidación. En las naciones más ricas, igual que en los países más pobres, estad siempre a su servicio, atentos particularmente a los más débiles y marginados. Llevad a cada uno de ellos la esperanza del Evangelio, que los ayude a afrontar con valentía la vida, resistiendo a las tentaciones del egoísmo y del desaliento. Sed para ellos padres y hermanos, como os, enseñó san Juan Bosco.

Procurad que todo el proceso educativo se ordene al fin religioso de la salvación. Esta pedagogía realista, de la santidad, típica de vuestro Fundador, maestro de espiritualidad juvenil, lleva consigo el esfuerzo constante de ayudar a los chicos que tenéis encomendados a que abran el corazón a los valores absolutos interpretando su existencia y los acontecimientos de la historia «desde la profundidad y las riquezas del misterio» (Juvenum Patris, núm. 15).

Vasta es la misión y ardua la tarea; pero la Iglesia mira con confianza a vuestro instituto y os alienta a seguir por este camino. Sed educadores de la fe y, llenos de confianza en la ayuda de Dios, escrutad con vigilante atención los signos de los tiempos en el particular período histórico que estamos viviendo.

3323. Me alegra y doy gracias al Señor porque en vuestro Capítulo General estáis reflexionando precisamente sobre temas tan complejos y delicados, buscando los oportunos criterios de iluminación y las necesarias orientaciones prácticas. Habéis elegido bien: la educación de los jóvenes es una de las grandes cuestiones de la nueva evangelización; es justo que busquéis hoy caminos adecuados y lenguajes idóneos, con plena fidelidad a vuestro carisma y a toda la enseñanza de la Iglesia.

Deseo aprovechar este grato encuentro para poner de relieve algunos valores fundamentales que considero de actualidad especial para quien, como vosotros, realiza la misión educadora de la Iglesia con los jóvenes.

Quiero subrayar ante todo, como elemento fundamental, la fuerza de síntesis unitiva que brota de la caridad pastoral. Es fruto del poder del Espíritu Santo, que garantiza la inseparabilidad vital entre unión con Dios y entrega al prójimo, entre interioridad evangélica y acción apostólica, entre corazón orante y manos activas. Los dos grandes santos Francisco de Sales y Juan Bosco dieron testimonio e hicieron fructificar en la Iglesia esta espléndida gracia de unidad. Si ésta se resquebraja, queda abierto el espacio para los activismos o los intimismos, que constituyen una tentación insidiosa para los institutos de vida apostólica. En cambio, las secretas riquezas que encierra esta gracia de unidad son la confirmación explícita, demostrada mediante toda la vida de ambos santos, de que la unión con Dios es la verdadera fuente del amor activo al prójimo. Cuanto más contemple un salesiano el misterio del Padre infinitamente misericordioso, del Hijo generosamente hermano y del Espíritu Santo poderosamente presente en el mundo como renovador, tanto más se sentirá apremiado, por este insondable misterio, a darse a los jóvenes para que maduren humanamente y se salven.

3334. Otro aspecto importante es la original opción pedagógica de vuestro Fundador, que consiste en la educación evangelizadora de los jóvenes. En este sentido fue un verdadero genio del corazón, pues no es fácil saber centrar las iniciativas de la caridad pastoral en el área cultural de la educación: supone actitudes y competencias propias y con exigencias concretas, incluso de profesionalidad pedagógica.

Se trata de una misión atrayente que de modo continuo debe revisarse y confrontarse con Cristo, el hombre nuevo, mediante una fe límpida y profunda que se nutra a diario de Eucaristía y se manifieste en la sencillez y el sacrificio del vivir cotidiano.

3345. Surge inmediatamente otro valor inestimable, al que ya hemos aludido: suscitar entre los jóvenes una auténtica espiritualidad.

Espiritualidad significa participación viva en la potencia del Espíritu Santo, recibida en el sacramento; del Bautismo y llevada a plenitud en la Confirmación. Los jóvenes deben tener conciencia de la vida nueva que se les dio en estos sacramentos y saber que de ella procede la fuerza de síntesis personal entre fe y vida, que es posible a quien cultiva en sí mismo el don del Espíritu.

¡Cuánta necesidad tenemos hoy en la Iglesia de que los jóvenes se eduquen en la amistad con Cristo y con María, en el entusiasmo por la vida, en una generosidad de compromiso, en el servicio a los demás, o sea, en una espiritualidad concreta que los haga protago­nistas de la evangelización y artífices de la renovación social!

3356. Queridos Salesianos de Don Bosco, mirad siempre a vuestro santo Fundador y a la genialidad evangélica de su método pedagógico, y relanzaréis entre los jóvenes su valiosa herencia. Su mensaje educativo «requiere aún ser profundizado, adaptado y renovado con inteligencia y valentía, precisamente porque han cambiado los contextos socioculturales, eclesiales y pastorales» (Juvenum Patris, núm. 13).

Invoco sobre todos vosotros la protección continua de María Auxiliadora, Madre de la Iglesia. Que ella os sea, como lo fue para san Juan Bosco, maestra y guía, la estrella de la nueva evangelización.

A vosotros, a vuestros hermanos en religión y a todos los miembros de la numerosa familia salesiana imparto de corazón la bendición apostólica.



ANEXO 6


SALUDO A LAS HIJAS DE MARÍA AUXILIADORA

que participan en el XIX Capítulo General de su Instituto


A la reverendísima madre Marinela Castagno y a las reverendas Hijas de María Auxiliadora miembros del XIX Capítulo General de su Instituto.

336Al clausurar nuestro XXIII Capítulo General, deseamos dirigirnos como capitulares a vosotras, queridas Hijas de María Auxiliadora, que vais a comenzar este mismo trabajo capitular al servicio del Instituto y de la Iglesia.

Durante los dos meses de nuestra reflexión en que nos hemos confrontado con la educación de los jóvenes en la fe, al comprobar la amplitud de los retos que interpelan a la juventud y esperan respuesta de la iniciativa y capacidad de todos nosotros, educadores y educadoras formados en la escuela de san Juan Bosco, hemos sentido a menudo la necesidad de crecer en la unidad de familia, para servir a la misión que tenemos en común. Esta necesidad la ha subrayado también usted, reverendísima madre Marinela, que, en dos ocasiones a lo largo de nuestro Capítulo General, nos ha hecho una fraterna invitación de fidelidad al patrimonio carismático del Fundador, que juntos estamos llamados a conservar, desarrollar y transmitir.

La reciente glorificación de don Felipe Rinaldi, verdadero regalo de la bondad del Padre, la hemos visto y vivido también como nueva señal y estímulo para la comunión y colaboración recíproca en relanzar la espiritualidad salesiana.

Somos conscientes de que vivimos un tiempo de Espíritu Santo. A la puerta del tercer milenio, ante lo angustiosos llamamientos de la juventud y de los pobres y ante los retos de la nueva evangelización, nuestra vocación de misioneros y misioneras de la juventud está llamada a renovarse, iluminarse y extenderse con dinamismo y creatividad.

Nos gustaría poder comunicaros y compartir con vosotras el entusiasmo que el Señor ha suscitado nuestros corazones durante estos días de gracia. Ojalá podáis vivir también vosotras una experiencia de luz, y de fuerza en el Señor Resucitado y con la presencia entre vosotras de la energía transformadora del Espíritu que hace nuevas todas las cosas.

Invoquemos conjuntamente a María Auxiliadora, inspiradora y madre de nuestra vocación, para pedirle que nos haga sentir hermanos y hermanas cada vez más auténticos, herederos de una riqueza de gracia y espiritualidad para la salvación de la juventud, sobre todo de la más pobre y necesitada.

Contad con nuestra oración y con nuestro recuerdo afectuoso. Que os siga asistiendo con predilección el beato Felipe Rinaldi, especialmente para que vuestro Capítulo General tenga un resultado feliz.I

Que San Juan Bosco y santa María Mazzarello, desde el cielo, guíen vuestro trabajo e intercedan por toda nuestra familia.

Los salesianos miembros del XXIII Capítulo General

Roma, 5 de mayo de 1990.



ANEXO 7


EL XXIII CAPÍTULO GENERAL A LOS COOPERADORES SALESIANOS


3371. Habla Don Bosco a los cooperadores y cooperadoras: «He aquí, pues, cuál debe ser más directamente el objetivo de los cooperadores salesianos; he aquí en qué deben ocuparse... ¿Queréis hacer una cosa buena? Educad a la juventud. ¿Queréis hacer una cosa santísima? Educad a la juventud. ¿Queréis hacer una cosa divina? Educad a la juventud. Más aún, esto es lo más divino de las cosas divinas» (Turín, 16 de mayo de 1878; MB XIII, 629).


2. El XXIII Capítulo General de los Salesianos, al clausurarse tras haber considerado detenidamente el tema de la educación de los jóvenes en la fe, os invita a todos, cooperadores y cooperadoras, a responder con solicitud, generosidad y entusiasmo a la voz insistente de san Juan Bosco, que hoy, a la puerta del tercer milenio, os exhorta a trabajar apostólicamente.

¡Quiera Dios que oigan esta llamada particularmente los más jóvenes de vosotros y la reciban con alegría, para ser misioneros de sus coetáneos! Es el mismo san Juan Bosco quien, por medio de este Capítulo General, os alienta de nuevo a asociaras a su trabajo de educación, sobre todo de educación de los jóvenes en la fe, siendo para ellos evangelio vivo. (cf. RVA 13).


3. El Evangelio es imprescindible como el agua, el fuego, el amor... Sin Evangelio, la sociedad se deshumaniza. La prueba histórica documentada de esta ver­dad la tenemos ante nuestros ojos. Es, por tanto, urgente hacer que crezcan los valores evangélicos en los jóvenes, porvenir de la sociedad y de la Iglesia. Hay que preparar «ciudadanos honrados y buenos cristianos» para el ya cercano tercer milenio. Es urgente garantizar la presencia transformadora de la fe cristiana en los ambientes, en los, mecanismos humano-históricos, en los centros estratégicos de los sistemas y en las estructuras socioeconómicas y socioculturales, evangelizando los signos de los tiempos: tal es la nueva evangelización a que nos invita el papa Juan Pablo II.

4. La fe no vive sin encarnarse en las actividades y culturas que hacen crecer al hombre, no vive sin servir a la humanidad para cimentar su esperanza y entender su amor. Por consiguiente, es necesario «rehacer en todas partes el entramado cristiano de la sociedad humana» (ChL 34). Esta encarnación constituye lo específico de vuestra vocación secular: en virtud de la participación en el oficio profético de Cristo, estáis plenamente implicados en esta tarea de la Iglesia (cf. ChL .34). Lo dice claramente el segundo capítulo del Reglamento de vida apostólica cuando expone la amplia gama de vuestro quehacer en la Iglesia y en el mundo.

3385. Puesto que san Juan Bosco quiso injertar vuestra secularidad en la vocación religiosa de los Salesianos e Hijas de María Auxiliadora, no estáis solos en esta labor inmensa: vivimos en comunión, somos familia movilizada apostólicamente, en el Espíritu Santo y en la Iglesia, para depositar semillas de cielo en los surcos de nuestra tierra.

Comprendemos que a los Salesianos nos falta mucho para llegar a un ejercicio efectivo de nuestra incumbencia y responsabilidad de animación y para contribuir a la formación y al desarrollo de vuestra misión seglar. Más que en el ámbito de la eficiencia organizativa, vuestra presencia hay que verla en la línea de complementariedad apostólica: los Cooperadores, mediante lo específico de vuestro ministerio, participáis en el cumplimiento de la única misión salesiana; sois parte de nosotros mismos.


6. Permitid, pues, que este Capítulo, alentado por el magisterio del Papa acerca de los seglares (cf. exhortación apostólica Christifideles laici) y convencido de la identidad salesiana (cf. Constituciones SDB y circular del Rector Mayor sobre los Cooperadores), haga, por fidelidad a vuestro y nuestro Fundador, un llamamiento a todos los salesianos a crecer en esta dirección: es uno de las tareas esenciales para el próximo sexenio.


7. Es, pues, de nuevo Don Bosco quien nos manda codo a codo, hermanos en la unidad de su familia espiritual y «dispuestos no a hacer promesas, sino a dedicar hechos, solicitudes, esfuerzos y sacrificios» (MB XJII, 262; MBe XIII, 230), a los jóvenes, especialmente «a los pobres, abandonados y expuestos al peligro» y a contribuir constructivamente y de diversos modos, mediante la índole genial del propio carisma, al quehacer apostólico de la Iglesia y comunicando a los jóvenes y a cuantos hallemos en nuestro camino el amor inconmensurable del Padre del cielo.

Miremos al nuevo beato, Felipe Rinaldi, que nos enseña a afrontar con autenticidad salesiana las exigencias propias del correr de los tiempos« (E. VIGANÓ, en ACG 332, pág. 61).


Los miembros del XXIII Capítulo General

Roma, 5 de mayo de 1990.



ANEXO 8


EL XXIII CAPÍTULO GENERAL A LOS ANTIGUOS ALUMNOS/AS SALESIANOS


3391. Recibid, queridos antiguos alumnos/as, nuestro saludo acompañado de nuestra gratitud por vuestro mensaje.

En los meses de nuestra reflexión capitular, los miembros del XXIII Capítulo General, llegados de todos los continentes, hemos sentido con fuerza que estamos llamados a dar, siguiendo a san Juan Bosco, respuesta a los grandes retos que proceden del mundo de los jóvenes y de los múltiples contextos socioculturales donde viven. La amplitud y la urgencia de esta empresa implican a toda la familia salesiana.

Por ello apelamos también a vosotros, antiguas alumnas y antiguos alumnos salesianos. Os vemos trabajar en nuestras obras y en todos los ámbitos de la sociedad como colaboradores calificados y comprometidos a vivir como san Juan Bosco la misión, atrayente y difícil, de educar a la juventud.

Al renovaros nuestra confianza, os enviamos algunas directrices de marcha para compartir la misma tarea educativa.


3402. En primer lugar, somos conscientes de que esta tarea requiere hoy un esfuerzo profundo: recuperar la pasión por los jóvenes. Esto nos lleva juntos a diversos frentes.

Los jóvenes son la esperanza de un futuro nuevo, y llevan en sí, como insertas en sus anhelos, semillas de bien y semillas del Reino. Con ellos es posible edificar una comunidad humana más auténtica.

Esta convicción nos impulsa a mirar cada vez más a los jóvenes con los ojos de san Juan Bosco, a amados como los amaba él y a estar cerca de ellos, según indicaban los antiguos alumnos del oratorio en el sueño-carta de Roma (1884).

Sabemos que Dios educa a su pueblo mediante una pedagogía que sabe adaptarse a las múltiples circunstancias caminando al paso de los pueblos. Por ello trabajamos entusiastas con todos los jóvenes de cualquier condición social, cultural y religiosa, a fin de ayudarles a construir su vida en la solidaridad, en el compromiso y en la alegría. Sin embargo, estamos convencidos -los días de nuestro Capítulo lo han subrayado de modo especial- de que la plenitud de este camino de educación únicamente se logra cuando los jóvenes pueden realizar la síntesis expresada en el binomio que tanto gustaba a san Juan Bosco: «ciudadanos honrados y buenos cristianos».

El Estatuto renovado de vuestra Confederación, que recibimos durante el Capítulo, habla de este compromiso vuestro.


3413. Los antiguos alumnos y antiguas alumnas estáis llamados, en virtud de la educación recibida, a ser en la sociedad testigos y portadores de una misión juvenil.

Los que de vosotros tenéis el don de la fe cristiana participáis también en la actividad educadora de la Iglesia, pues en virtud de la dignidad bautismal todo fiel es corresponsable de esta tarea.

La presencia activa de vuestra Confederación podrá extenderse a una multiplicidad de formas y actividades, y podrá desplegarse tanto en estructuras eclesial es o ambientes civiles y sociales, donde a menudo falta atención a los problemas juveniles, como en obras propias de nuestra familia.

Especialmente en las instituciones salesianas vemos la importancia de lograr una auténtica comunidad educativa, es decir, una comunidad que implique a jóvenes, padres de familia y religiosos, y a todos los colaboradores, junto con vosotros, antiguos alumnos y antiguas alumnas; una comunidad educativa que sea vivencia de comunicación y corresponsabilidad antes que instrumento de organización y eficiencia.

Ello requiere, como es obvio, preparar una estrategia de implicación de todos, según la variedad de sus competencias, en clima de corresponsabilidad.

De vosotros, en particular, esperamos la aportación de vuestra experiencia de seglares que actúan con el espíritu y la magnanimidad de san Juan Bosco, intensificando el cambio de mentalidad que piden los tiempos.

3424. La sociedad, con sus constantes y profunda: transformaciones, nos reta: urge recuperar y vivir con profesionalidad cultural, pedagógica y espiritual los compromisos que impone la responsabilidad en la familia de san Juan Bosco. Estamos, pues, llamado con sentido de seriedad y concreción a realizar un camino sistemático de actualización y crecimiento en la capacidad educativa.


343Los Salesianos somos conscientes de la tarea que nos encomienda la Congregación para acompañaros y ayudaros en este camino de formación humana, espiritual y salesiana.

Todos debemos mejorar: los jóvenes nos necesitan maduros y competentes en lo específico de nuestro servicio.


5. Queridos antiguos alumnos y antiguas alumnas, el momento histórico que vivimos es tiempo de gracia. Hicimos memoria de san Juan Bosco durante el centenario de su muerte; ahora, en nuestro Capítulo, hemos asistido a la beatificación de don Felipe Rinaldi, heredero de la paternidad y sabiduría pedagógica del Fundador, primer organizador de los exalumnos y exalumnas. Son signos proféticos que infunden aliento y esperanza.

Que, la solicitud materna de María Auxiliadora y la intercesión de los santos de nuestra familia nos obtengan el don de amar a los jóvenes y saberlos educar, caminando juntos, hasta lograr que se, encuentren con quien es la plenitud de la vida.

Cordialmente y con esperanza,


Los miembros del XXIII Capítulo General

Roma, 5 de mayo de 1990.



ANEXO 9


DISCURSO DEL RECTOR MAYOR DON EDIGIO VIGANÓ

EN LA CLAUSURA DEL XXIII CAPÍTULO GENERAL


Queridos hermanos capitulares:

344El primer sentimiento que brota del corazón, a la hora de clausurar nuestro trabajo, es el agradecimiento sincero al Señor, que nos ha acompañado en estos meses de búsqueda y convivencia fraterna. Ha sido una experiencia de comunión fecunda y activa que debemos llevar a los salesianos y hacer que fructifique en las casas.

Nuestro agradecimiento se extiende también mutuamente a nosotros mismos, de los unos hacia los otros; lo dirigimos de manera especial al sacrificado y hábil regulador, Francisco Maraccani, a los miembros de la Intercomisión, especialmente a su presidente, Juan Edmundo Vecchi, y a su portavoz, Antonio Martinelli; a los salesianos de la casa generalicia, que nos han atendido con bondad servicial; y, de modo particular, a las beneméritas religiosas y sus jóvenes que nunca han dejado de rezar por nosotros y nos han dado de comer y cuidado de los modos más diversos con humilde, desinteresada y laboriosa amabilidad. La Eucaristía final será verdaderamente para todos nosotros una acción de gracias muy viva y compartida en fraternidad jubilosa.

Permitidme ahora algunas reflexiones sobre nuestro XXIII Capítulo General, a fin de subrayar la fuerza de tracción que proporciona a la Congregación, para el próximo sexenio.


Mensaje del XXIII Capítulo General


345Uno de vosotros ha comparado nuestro documento capitular a la famosa carta de Don Bosco de 1884: un mensaje desde Roma para volver a los orígenes en la modalidad salesiana de educar a los jóvenes en la fe.

En nuestra asamblea se ha respirado la convicción de la hora acelerada que viven los pueblos en este último retazo del segundo milenio de la fe cristiana. Se ha comprendido con mayor profundidad que el verdadero carisma fundamental regalado a la Iglesia en la segunda mitad de este siglo fue el concilio ecuménico Vaticano II, que nos introdujo en el misterio de Cristo y de la Iglesia y en el misterio del hombre y de la historia, pues los pastores -como afirmó Pablo VI-, precisamente por amor a Cristo, se dirigie­ron, que no se desviaron, hacia el hombre.

Así, por obra del Espíritu Santo, comenzó en la Iglesia una era de nueva evangelización. Las novedades producidas han sido considerables. Pero toda novedad en el devenir se ha de confrontar con la novedad suprema: la Pascua dé Cristo. Nace, por tanto, para los discípulos del Señor, una amplia tarea de reflexión, de creatividad, de nuevo comienzo.

Yo diría que a los Salesianos de Don Bosco se nos asigna, en esta reflexión creativa, la responsabilidad de refundar el oratorio, pues, de acuerdo con lo que nos sugieren las Constituciones, sabemos que «al cumplir hoy nuestra misión, la experiencia de Valdocco sigue siendo criterio permanente de discernimiento y renovación de toda actividad y obra» (art. 40).

Debemos considerar la nueva evangelización entre los jóvenes con el criterio oratoriano del Fundador.


Explosión de las culturas


346Demos una mirada, aunque sólo fugazmente, a lo que ocurre en la sociedad. El hombre, y por tanto su cultura, existe de hecho, después de Cristo, en situación escatológica: cuanto más se camina hacia adelante, más se refracta el sentido del futuro absoluto hacia el futuro histórico. Sólo Jesucristo resucitado revela al hombre lo que el hombre es de verdad hacia dónde va. Prescindir de su Evangelio producto carencias, desvíos y mutilaciones en las culturas; la más evidente y dañosa es la pérdida del sentido de pecado, camuflada bajo racionalizaciones pseudo-científicas. El ocaso de ciertas ideologías a que estamos asistiendo es una advertencia desconcertante; para todos y una fuerte invitación a llenar el vacío que dejan, proclamando los grandes ideales evangélicos acerca del hombre en su totalidad.

Un peligro para la naciente cultura suele fluir del, progreso científico-técnico, lleno de dinamismo y promesas positivas, es cierto; pero que hace creer con facilidad a los no creyentes que es el único motor de la historia, favoreciendo así una mentalidad pos religiosa. Es obvio que la ciencia y la técnica son bienes magníficos; pero no explican el significado de la existencia ni hablan de las grandes finalidades del hombre. Son progreso de civilización, pero no poseen las verdades transcendentes. Llevan fácilmente a concepciones, en definitiva, materialistas.

Es urgente bautizar este dinamismo providencial mediante una nueva evangelización que favorezca, en la sociedad, el nacimiento de una cultura intrínsecamente posmaterialista.

En la actualidad hay que saber evangelizar desde las raíces, colaborar en el inicio de un nuevo humanismo, ser, en cuanto creyentes, operadores de cultura, artífices de una convivencia humana más acorde con la dignidad de las personas.


Aportación de lo específico cristiano


347Pero, ¿qué aporta de específico el creyente con su fe cristiana a la cultura? He ahí la pregunta clave. Los jóvenes eran su respuesta no tanto en expresiones verbales o de razonamiento, cuanto en el testimonio de vida y en la praxis real.

La respuesta es: El creyente aporta a la cultura los valores del misterio de Cristo. Para quien vive de fe, como para san Pablo, «la vida es Cristo» (Flp 1,21); sabe que en Cristo es «criatura nueva» (2 Cor 5, 17) Y que en el proyecto del Creador figura el plan de «recapitular en Cristo todas las cosas del cielo y de la tierra» (Ef 1, 10). Es decir, sabe que, en la historia del hombre, Cristo es el vértice absoluto, el alfa y la omega, y que la victoria que vence al mundo es la fe.

Cristo no es fundador de una religión más, ni es fe un iniciador de movimiento religioso que, procediendo del hombre, asciende hacia Dios. Baja de Dios a los hombres y hace historia con los acontecimientos de su existencia humana, mostrando así por qué es segundo Adán, Cabeza del cuerpo y Señor.

Ante él, más que de religión se habla de fe. De modo que el cristianismo no es simplemente la forma más sublime de religión humana, sino el dato de hecho más inefable de la encarnación de Dios. Por ello, la fe cristiana es historia: historia de la salvación, injertada, indisolublemente en la historia humana. La fe, por consiguiente, es más que religión: es contacto solidario, es alianza, es actitud vital que eleva y purifica las mismas expresiones de religiosidad humana que necesariamente la acompañan y revisten. Esta cristiana fe es, por sí misma, energía del devenir, como lo es la encarnación del Verbo, que da principio al hombre nuevo; esta fe crece en los pueblos a lo largo de los siglos para transformar la sociedad y preparar la construcción del Reino; cuando se vive con autenticidad, es exactamente lo contrario de la religión opio del pueblo. Esta objetividad de la fe cristiana nos lleva a formular un principio que nos interesa sumamente como educadores en la fe, pues el misterio de se hace medida y luz de una antropología verdadera y cabal. Y, dado que la antropología es el sustrato de toda cultura, esta fe -por obra de la evangelización- presta a la cultura el servicio más alto.

He ahí por qué, en la nueva evangelización, debe estar con fuerte presencia la capacidad profética del proclamar y testimoniar el misterio de Cristo, la luz de su Evangelio y sus hechos históricos para salvar la humanidad. Ahí está el centro y el vértice de la educación en la fe.


Originalidad de la evangelización de la juventud


348La formación de los jóvenes en la fe es parte vital de la nueva evangelización; ofrece aspectos peculiares: exige una nueva educación.

San Juan Bosco, suscitado por el Espíritu para esta tarea, dejó en herencia a su familia un camino original que le ha merecido, en la Iglesia, el título de padre y maestro de la juventud. Su manera de hacer une indisolublemente evangelización y educación. No es sencillo -nos ha recordado el Papa-; lleva consigo riesgos. En su realización hay muchos elementos distintos entre sí, clasificables en dos polos en tensión, que es preciso saber armonizar.

He aquí, a título de ejemplo, una breve lista de tales elementos:

- un polo: educar (acción cultural); otro: educar en la fe (acción eclesial);

- un polo: tener profesionalidad pedagógica; otro: poseer competencia pastoral;

- un polo: hacer promoción humana; otro: cultivar el crecimiento cristiano;

- un polo: estar con los jóvenes; otro: vivir unido a Dios;

- un polo: inculturarse constantemente; otro: evangelizar la cultura con valentía;

- un polo: apreciar los valores de la laicidad; otro: recapitular todo en Cristo;

- un polo: favorecer el oratorio como casa, escuela y patio; otro, tener el arte sintético de hacer parroquia; etcétera.

349La síntesis viva entre ambos polos es posible por una fuerza de lo alto, que -como también nos recordó el Papa- se llama gracia de unidad. Se vive con una espiritualidad -o sea, mediante una participación en el amor vivo y presente del Espíritu Santo- que llamamos caridad pastoral y que vincula inseparablemente entre sí el estar unido a Dios y el vivir con los jóvenes. Es un aspecto de la continuación del misterio de la encarnación. Si en Navidad nació el hombre que introdujo en la vida un dinamismo nuevo, en Pascua se manifestó en plenitud su novedad de contenido. Apareció el novísimo absoluto de la historia, introduciendo en la cultura una misteriosa situación escatológica. En Navidad la Palabra se injertó en la cultura humana; en Pascua lanzó, mediante el don de sí mismo en la cruz, la evangelización de tal cultura. Entre inculturación del Evangelio y evangelización de la cultura hay una distinción neta y una correlación mutua que, en Cristo, une dos aspectos que en sí son diferentes: pertenecer a la cultura y corregir la cultura.

La caridad pastoral sigue el mismo camino con el ardor de una espiritualidad vivida con conciencia cada vez más clara.

Al empezar el Capítulo nos hicimos una pregunta: ¿De qué fe se trata? Ahora podemos decir que se trata de una fe que es energía histórica que, para nosotros, se traduce a una espiritualidad concreta que facilita la síntesis existencial entre valores de la cultura y valores del Evangelio, forja al salesiano como educador y hace que el joven madure y crezca como ciudadano de cuerpo entero. Por ella el salesiano se hace educador competente porque es verdadero pastor, y el joven se hace ciudadano honesto porque es buen cristiano. Este doble porqué no es reductivo, sino causal: subraya la fuerza de nuestra espiritualidad salesiana en cuanto expresión dinámica y cotidiana de la gracia de unidad.


Fisonomía oratoriana de la praxis de Don Bosco


350He hablado de refundar el oratorio de Don Bosco. Para nosotros, la nueva evangelización pasa y crece: por el criterio oratoriano.

No me detengo a explicar sus aspectos complementarios ni las múltiples riquezas que lo hacen particu­larmente valioso. Hago observar que tal criterio está intrínseca e indisolublemente ligado al sistema preventivo. En el discurso inaugural del Capítulo hablé de este sistema como fruto y fuente de espiritualidad salesiana, subrayando la óptica del artículo 20 de las Constituciones. Es un «modo de vivir y trabajar, para comunicar el Evangelio y salvar a los jóvenes con ellos y por medio de ellos. Este sistema informa nuestras relaciones con Dios, el trato personal con los demás y la vida de comunidad en la práctica de una caridad que sabe hacerse amar». Este artículo veinte, junto con el cuarenta, que habla del oratorio, nos ofrece las directrices de fondo para nuestra actividad: en la nueva educación. La espiritualidad del ardor pastoral asume la praxis de la pedagogía de la bondad, para hacer del salesiano un agente eficaz de la nueva evangelización.

Os decía, al inaugurar nuestro trabajo, que el calificativo de 'ordinario' dado a este Capítulo no debía considerarse como algo sectorial, pues el tema elegido proyectaba las metas alcanzadas en los capítulos anteriores -que habían considerado nuestra identidad eclesial- sobre el terreno práctico de la labor educativa: tenía que servir para aplicar cada vez mejor los principios enunciados. Este XXIII Capítulo General centra la identidad y fidelidad a san Juan Bosco en la educación de los jóvenes en la fe. Debemos crear en el mundo una manera de estar con los jóvenes que sea como un gran oratorio, por encima de las estructuras, siempre necesarias; manifestará de modo concreto la verdad y el genio del corazón de Don Bosco, su amistad y presencia educativa en medio de los jóvenes y su preocupación central de salvación.

Quizá hemos vivido no pocos años un tanto encerrados estáticamente en obras evidentemente válidas. El criterio oratoriano no derriba estructuras, sino que va más allá: requiere fantasía y dinamismo, estimulados siempre por el anhelo pastoral del respirar por las almas, según expresión fijada por el beato Felipe Rinaldi.

El documento capitular subraya varios aspectos de esta movilización oratoriana, tanto en el camino que se ha de recorrer, como en la energía con que hay que hacerlo. Recordemos las cuatro áreas, con sus amplísimos espacios; recordemos la espiritualidad salesiana con sus raíces en la atractiva corriente del gran san Francisco de Sales y la peculiar aplicación juvenil y popular de san Juan Bosco. Me parece que este XXIII Capítulo General nos regala, en su documento, un rico panorama de orientaciones y sugerencias que debemos cuidar y acrecentar; su puesta en práctica devolverá a las inspectorías el dinamismo imprescindible para quien acomete un camino de fe que desea avanzar al paso de la actual aceleración de la historia. Es como si se nos invitara a refundar, de cara al tercer milenio, el carisma del oratorio.


Vibrante llamamiento a la comunidad inspectorial y local


351Como es natural, el relanzamiento oratoriano tiene un sujeto directamente responsable de su éxito. Si el sujeto no responde al insistente llamamiento, nuestro hermoso documento capitular se quedará en papel de biblioteca. Dicho sujeto es, precisamente, la comunidad inspectorial y local.

Las orientaciones operativas del Capítulo son explicitas y exigentes; pero no hacen más que afianzar propósitos tomados en la solemne renovación de la profesión salesiana hecha por todas las comunidades en mayo de 1988. Nuestro documento capitular señala, pues, con autoridad cuál es el camino que hay que recorrer. .

El Rector Mayor con su Consejo, y los inspectores y directores, están llamados a renovar todo un estilo de animación. La comunidad no debe girar en torno a si misma sólo por afán de observancia religiosa, sino que debe sentirse objetivamente acuciada por las interpelaciones del contexto juvenil. La naturaleza de nuestra consagración es apostólica; se nutre, por tanto, intrínsecamente del clamor de los destinatarios., Es la educación en la fe y son los mismos jóvenes quienes, con sus anhelos y carencias, exigen a la comunidad estar llena del espíritu de san Juan Bosco. Dado que es condición intrínseca de éxito, la caridad pastoral le hará programar el camino de fe siempre, con el objetivo del ardor de la espiritualidad. De ahí la necesidad imperiosa de que la comunidad armonice vitalmente, entre sí, metodología y espiritualidad, que son como el cuerpo y el alma de la labor pedagógico pastoral.


352En el Capítulo se ha hablado con frecuencia de formación permanente, no sólo como cursillo intermitente para algunos -realidad ciertamente válida-, sino como actitud constante madurada por medio de iniciativas inspectoriales y locales que ayuden a llevar a la práctica, en las casas y cotidianamente, las directrices capitulares.

Quiero decir, al respecto, que en toda inspectoría, se han de planificar oportunamente un conjunto de iniciativas para conocer y asimilar este XXIII Capítulo General, y formular, así, propósitos adecuados a la condición juvenil del propio ambiente.

No es preciso repetir aquí lo que ya ha dicho autorizadamente el Capítulo. Simplemente me gustaría poder exorcizar la tentación de desaliento. Todo lo que ofrece el documento es muy hermoso; pero, ¿con qué salesianos hacerlo, por ejemplo, en esta casa? Porque sin duda hay dificultades concretas que debemos afrontar.

Hay que reaccionar comenzando por uno mismo; convencerse de que en toda casa hay muchas más posibilidades de lo que a veces se piensa; sobre todo hay que aumentar la fe en la presencia verdadera; activa del Espíritu, en la energía de la resurrección proporcionada por Cristo en los sacramentos, en la ayuda materna y constante de María, en la intercesión de san Juan Bosco, de nuestros santos y de toda la Iglesia celestial.

Es verdaderamente necesario renovar el ardor de la fe que triunfa sobre el mundo y hace milagros. Entre nosotros es urgente recuperar la interioridad genuina.


353En relación con la comunidad inspectorial, quiero añadir algo sobre la utilidad y corresponsabilidad de nuevas propuestas interinspectoriales. Uno de los aspectos interesantes a que hemos asistido en nuestra convivencia capitular ha sido la convicción de mayor apertura de los responsables a los dinamismos del devenir y a los muchos y vastos problemas que superan las fronteras de una inspectoría y de las Iglesias locales. Esta tendencia hacia una intercomunión más amplia es ciertamente un signo de los tiempos, captado con particular inmediatez y simpatía por los jóvenes.

Hemos visto, por ejemplo, a los capitulares de Europa interesarse por la famosa casa común o también por las propuestas del plan 'Alpeadria'; hemos visto a quienes trabajan en África hablar de mayor intercomunión de presencia en el continente; hemos visto crecer la fraternidad y las posibilidades de colaboración entre las inspectorías de una región o de un país. Es una tendencia de hecho que abre nuevas perspectivas a la pastoral juvenil e invita a crecer en la propia talla y a dirigir la .mirada a horizontes más vastos que influyen concretamente, y mucho, en la educación de los jóvenes en la fe.

Esta amplitud interinspectorial existe ya, por ejemplo, en el sector de la formación, y conviene favorecerla aún más; pero aquí lo característico es que se nos invita a incrementarla en el ámbito de la pastoral juvenil.

Hay que saberla cultivar con inteligencia y mediante programaciones adecuadas que involucren también a otros grupos de nuestra familia. Esto hará circular aire fresco y llevará a dar nuevos pasos adelante. El éxito depende de la adhesión de todos a las orientaciones que hemos concretado en este Capítulo.

Sin embargo, el elemento que más va a mover a los grupos juveniles a sintonizarse mutuamente, siendo como la aurora de una esperanza inédita y envolvente, será la comunión de todos en la espiritualidad que con razón se llama 'salesiana' y que hará percibir vitalmente los vínculos de una especie de parentesco personalizante.


Implicación laical


354Un punto que vale la pena subrayar es la implicación de los seglares con vistas a la educación de los jóvenes en la fe. Toda comunidad debe poder animar a un número creciente de seglares, sean de nuestra familia (cooperadores, antiguos alumnos), o colaboradores en nuestras obras. Es una exigencia de la eclesiología conciliar, sobre la que han insistido recientemente el Papa y el episcopado. Tal implicación supone no sólo una mentalidad eclesial más actualizada en los salesianos -meta que urge alcanzar- sino también conciencia de la originalidad de nuestro espíritu, vivido como bien que hay que transmitir a otros con comunicabilidad contagiosa. También esto requiere cambio de mentalidad y conversión de corazón. Pero, ¿será posible en las comunidades actuales? Es una pregunta inquietante que nos hace pensar en la indispensabilidad de iniciativas bien cuidadas.

Me parece importante hacer observar que la formación del laicado es, en la Iglesia, una prioridad pastoral de máxima urgencia; supera el compromiso por parte de los seglares, como si sólo ellos estuvieran implicados en él, pues afecta igualmente al clero, a los religiosos y a las religiosas.

Sabemos que en el sector de los religiosos y religiosas -también entre nosotros- falta al respecto sensibilidad conciliar. Debemos abrimos más a esta área de formación: nos hará madurar en nuestra vocación. Recordemos que el concepto de formación ha experimentado, en estas décadas, un fuerte desplazamiento de significado a causa de los acelerados cambios culturales. Ahora la formación se mide por la capacidad de adecuación permanente o continua. Por la formación permanente se juzga y se programa incluso la formación inicial. Quiere decir que el verdadero concepto de formación hoy comporta una ductilidad existencial, una preocupación diaria y una tarea que dura toda la vida.

Si, para realizar esta tarea, consideramos la estructura de la exhortación apostólica Christifideles laici, vemos que el crecimiento cristiano de los seglares tiene cuatro grandes objetivos: identidad bautismal (cap. 1°), comunión eclesial (cap. 2°), nuevas fronteras de la evangelización (cap. 3°) y complementariedad de las distintas vocaciones (cap. 4°). El punto que nos interesa a nosotros específicamente aquí es el capítulo tercero -nuevas fronteras de la evangelización-, sobre todo del número 36 al 44.

Hoy día se usa fácilmente la expresión 'nueva evangelización'; pero quizá no siempre se hace con la visión concreta de sus interpelaciones, que son mucha y desde diversos sectores. En los mencionados números se señalan las principales fronteras de la laicidad de las que brotan numerosos aspectos de novedad interpelación: dignidad de la persona, derecho inviolable a la vida, libertad religiosa, la familia célula de la sociedad, amor de solidaridad en los distintos niveles, responsabilidad política, dimensión económica social y, por último a modo de síntesis, la cultura y las culturas de los pueblos.

Son fronteras a las que se asoma ampliamente una actualizada programación para educar a los jóvenes en la fe.


Dimensión social de la caridad


355Un punto manifiestamente vinculado a la nueva evangelización es la dimensión social de la caridad. El documento capitular lo ha hecho objeto de consideración, estudiando tres de los principales elementos clave de la educación en la fe. Me parece importante subrayar bien, con relación a ello, dos aspectos.

El primero es insistir en que hay que poseer verdadera competencia en la doctrina social de la Iglesia. Esto exige una dedicación atenta, que comporta cambios de mentalidad en no pocos salesianos. Es urgente adquirir una idea clara de esta doctrina, sin dejarse arrastrar por complejos de moda surgidos en ciertos ambientes y que aún circulan en algunas partes, como si se tratara de una especie de mediación ideológica, unilateral y conceptual. La encíclica Sollicitudo rei socialis especifica, en el número 41, su identidad: no es ni tercera vía ni ideología, sino interpretación de la realidad con la óptica del Evangelio. Pertenece -dice la encíclica- al campo «de la teología, especialmente de la teología moral». Su difusión y enseñanza «forman parte de la misión evangelizadora de la Iglesia». Versa propiamente sobre el aspecto ético de los problemas, aunque teniendo también en cuenta los aspectos técnicos. Es mediación de la sabiduría evangélica con que la Iglesia se presenta al mundo como especialista en humanidad y madre valiente de la verdad que hace libre.

El segundo aspecto es la autenticidad salesiana de las iniciativas y tareas que se toman en este ámbito. Ciertamente en nuestra Congregación hay que hacer más y progresar. El artículo 33 de las Constituciones nos lo pide, aunque con un discernimiento claro que garantice la identidad de nuestro carisma. En este campo es fácil quedarse atrás o pasarse; lastimosamente, lo hemos experimentado también aquí y allí en la Congregación: defectos de un aburguesamiento inmóvil en su situación o exageraciones de sabor ideológico lanzadas de forma arbitraria. Desnaturalizar, en uno u otro sentido, nuestra vocación y misión específica seria traicionar a los jóvenes pobres.

Ciertamente el clamor de la juventud pobre y necesitada nos debe interpelar siempre y movemos, incluso con sacrificio, a iniciativas valientes. Es importante que las inspectorías sepan conservar, en todas nuestras presencias, el equilibrio de compromiso que nos caracteriza como amigos y educadores de los jóvenes del pueblo, recordando lo que decía nuestro Fundador: «Me basta que seáis jóvenes para que os quiera con toda mi alma». Es una afirmación que siempre orienta nuestra evaluación. De todos modos, la presencia en medio de los jóvenes pobres y con los aprendices del mundo del trabajo nos apremia sin cesar a crecer como comunicadores especiales, para ellos, de la enseñanza social de la Iglesia.


Aliento apostólico del Santo Padre


356Hemos recibido, casi como final del Capítulo, la entusiasmante visita de sucesor de Pedro. Para nosotros ha sido un regalo extraordinario, que podemos ver como acontecimiento histórico que se ha de leer en relación con el significado de actualidad que posee el carisma de san Juan Bosco en la Iglesia. Juan Pablo II ya había hablado al Consejo General -el 4 de febrero de 1989 con motivo de la clausura de las celebraciones del centenario- sobre la importancia del tema elegido para este Capítulo. Al inaugurar nuestro trabajo capitular nos mandó un mensaje estimulante. Ahora, con generosa bondad, ha querido tener la iniciativa de venir a hablamos en nuestra sede capitular. Habría querido hacerlo la tarde del domingo 29 de abril, tras la solemne beatificación de don Felipe Rinaldi, pero no fue posible. Vino el uno de mayo, memoria litúrgica de san José obrero, y no sólo nos habló del tema capitular, sino que se entretuvo afablemente con nosotros, nos saludó a todos uno por uno, compartió nuestra mesa y participó con simpatía en nuestro estilo de alegría familiar. Su mensaje, su discurso y su coloquio en el comedor guiarán el estudio y la asimilación de las orientaciones capitulares.

Pero nuestro compromiso de educar a los jóvenes en la fe halla, también en otras importantes intervenciones suyas, luces especiales y directrices concretas para vivir con actualidad y fidelidad nuestra vocación salesiana. No podemos dejar de recordar su inestimable carta Juvenum Patris, que seguirá siendo para nosotros la invitación más autorizada a relanzar, con fidelidad a san Juan Bosco y a nuestra época, el criterio oratoriano mediante la praxis educativa del sistema preventivo. La meditación de esta carta nos ayudará a profundizar con claridad y garantía los aspectos más comprometedores del camino de fe.

También la iniciativa tomada por el Santo Padre de conferir oficialmente a san Juan Bosco, en la Iglesia, el título universal de Juventutis pater et magister, nos debe estimular constantemente a la contemplación del don que el Espíritu del Señor quiso hacer a la juventud del mundo con la vivencia oratoriana de nuestro Fundador.

No podíamos tener una señal de estima y un aliento más autorizados acerca de la urgente necesidad de entregamos con todas las fuerzas a vivir con nuevo ardor apostólico nuestra vocación y hacemos amar por los jóvenes en cuanto «signos y portadores [para ellos] del amor de Dios». La generosa dedicación a la tarea de educarlos en la fe será la demostración práctica de la utilidad del carisma salesiano en un pueblo de Dios que camina hacia el tercer milenio.

Tan inolvidable visita fortalecerá nuestra sincera y recia adhesión al ministerio de Pedro, según nos la describen las Constituciones (artículos 13 y 125); es uno de los grandes valores que heredamos de san Juan Bosco.

Nuestro Fundador presentó a la Santa Sede, el 23 de febrero de 1874, un resumen sobre la vida e identidad de la Pía Sociedad de san Francisco de Sales, donde afirma: «El principal fin de la Congregación ha sido siempre, desde el principio, apoyar y defender la autoridad de la Cabeza suprema de la Iglesia en medio de la clase menos acomodada de la sociedad, particularmente de la juventud que vive expuesta al peligro» (Opere edite, reimpresión anastática, vol. XXV pág. [380]: núm. XV).


Nuestra confianza en María


357Termino dirigiendo un pensamiento a la Santísima Virgen María, Auxiliadora y Madre de la Iglesia, estrella de la evangelización, la mayor maestra de fe para todos los tiempos: la que creyó.

Nuestra Congregación se puso en sus manos solemnemente el 14 de enero de 1984, al inaugurar el XXII Capítulo General. Dicen las Constituciones que tal entrega nos ayuda a «ser, entre los jóvenes, testigos del amor inagotable de su Hijo» (art. 8). El XXIII Capítulo General quiere encomendarle a ella, de modo especial, dos grandes valores que hemos visto crecer durante la experiencia de trabajo de estos meses: la comunión en la identidad fraterna de todas las inspectorías y el relanzamiento de una verdadera espiritualidad juvenil.

En primer lugar, la fraterna comunión en una sólida unidad de todas las inspectorías entre sí y con el Rector Mayor y su Consejo. «El Capítulo General -dicen nuestras Constituciones- es el principal, signo de la unidad de la Congregación dentro de su diversidad. Es la reunión fraterna donde los salesianos reflexionan comunitariamente para mantenerse, fieles al Evangelio y al carisma del Fundador, y sensibles a las necesidades de los tiempos y lugares» (art. 146). Encomendamos a María Auxiliadora el preciado estilo de familia con que san Juan Bosco nos enseñó a vivir la unidad de la Congregación; también el Papa lo alabó en su grata visita. Pidamos a María que avive en nosotros no sólo los sentimientos de fraternidad genuina, sino también el estilo jubiloso de manifestarlos para ser sus portadores a todos los salesianos del mundo. Todo capítulo general está llamado a ser siempre acontecimiento que robustezca la unidad familiar. ¡Sed sus portadores a todas las casas!


En segundo lugar ponemos en manos de María nuestro propósito de avanzar por el camino de la fe intensificando el cultivo y profundización de la espiritualidad salesiana. Le pedimos que nos ayude a compartir con los jóvenes el patrimonio espiritual propio de la órbita del humanismo cristiano de san Francisco de Sales, ratificado magistralmente por san Juan Bosco en favor de la juventud popular. María guió personalmente a nuestro Fundador en esta vivencia educativa y le enseñó a llevar a los jóvenes hacia la santidad.

Considero un auspicio profético el hecho de concluir nuestra tarea capitular precisamente en la fiesta de santo Domingo Savio. Es una coincidencia providencial que nos indica la meta a que deseamos llegar: ¡un modelo vivo de espiritualidad juvenil y de asociacionismo apostólico protagonizado por jóvenes!

Cuando en septiembre de 1988 se realizó solemnemente en los Becchi la beatificación de Laura Vicuña, el Santo Padre llamó a aquel querido lugar salesiano 'colina de las bienaventuranzas juveniles', en medio de un fragoroso aplauso de decenas de miles de adolescentes y jóvenes que confirmaban su acepta­ción entusiasta. ¡Que desde, allí se difunda por el mundo la espiritualidad de las bienaventuranzas juveniles!

Como materna respuesta a nuestra entrega, esperamos de la intercesión de María el don de la plenitud del Espíritu Santo, que garantice, en nosotros, un corazón verdaderamente oratoriano para ser en el mundo válidos educadores de los jóvenes en la fe.


Gracias, y hasta la vista.



ANEXO 10


CARTA A LOS JÓVENES


La Asamblea capitular, al concluir su reflexión sobre el camino de fe, durante la que miró constantemente a los jóvenes con la simpatía y el amor de san Juan Bosco, pidió al Rector Mayor, sucesor del Santo, que escribiera a los jóvenes una carta-mensaje, interpretando los sentimientos de los capitulares y de todos los salesianos.

La carta, enviada oportunamente a las inspectorías, se publica ahora entre los documentos capitulares.


A vosotros, jóvenes,

a ti, que lees esta carta:


358Tengo la alegría de ponerme en contacto con cada uno de vosotros en nombre de Don Bosco, padre, maestro y amigo.

Soy portavoz de los numerosos salesianos esparcidos por los cinco continentes, cuya patria y compañía sois los jóvenes.

El Señor ha infundido en el corazón salesiano una gran pasión: estar con los jóvenes, comprenderlos en lo más íntimo de su ser y compartir sus fatigas y esperanzas, sus sueños y proyectos. Don Bosco es el genial modelo de este corazón que late por los jóvenes: transformó su predilección por la juventud en misión, haciéndola la razón de ser de su existencia y lanzó el método de la bondad, manifiesto por el que todo salesiano apuesta su trabajo en favor de los jóvenes.


3591. Tú, querido amigo, tratas de abrirte cada día a las maravillas de la vida: exploras el mundo que te rodea, te entregas a la amistad, saboreas la alegría de existir, construyes tu futuro, que deseas feliz, y te comprometes en las cosas que valen. Sí, quieres realizar en plenitud el don de la vida.

Pues bien, precisamente por eso, Don Bosco se hizo tu amigo. Pero su generosa pasión se remonta al supremo Maestro de amor que da sabor, sentido y energía a la vida de todos. La amistad de Don Bosco con los jóvenes, y también la nuestra, tiene su raíz en la fascinante personalidad de Jesucristo, que vino y viene con el poder de Dios a hacer nuevas todas las cosas, a llenar el devenir humano de esperanza, de justicia, de grandes ideales y valores y de felicidad verdadera. En él se intuye la grandeza del hombre: es el Dios cercano que se hace compañero de viaje y se convierte realmente en camino, verdad y vida nueva.


3602. Sin embargo, ahora la humanidad está viviendo cambios profundos. También los jóvenes os preguntáis por los numerosos y grandes problemas que afligen a personas y sociedades.

Asistimos a algo imprevisto: se desploman mitos que tenían decenios de vida, se derrumban ideologías que hasta ayer eran moda; al mismo tiempo aparecen en lontananza preocupantes fenómenos que, a pesar de todo, seducen. No pocos jóvenes son los primeros en sacudirse las cargas que oprimen su libertad y no dejan que florezca la vida: buscan nuevos caminos para proclamar valores que hay que robustecer.

Pero están al acecho nuevos ídolos y recientes espejismos que cautivan: hay que tener una conciencia vigilante y un corazón atento, para que no triunfe lo efímero, el placer, la violencia, el deseo de dominio, la indiferencia o el desaliento. Se impone, pues, una búsqueda seria y un discernimiento valiente.

Vuestras reacciones, jóvenes, son acicate para los educadores. Ante tantas novedades, los salesianos no se resignan a ser simples espectadores que miran desde la ventana. Por eso, han tenido una iniciativa, que han llamado XXIII Capítulo General, o sea, asamblea mundial, celebrada en medio de un trabajo intenso durante los meses de marzo y abril. A ella han acudido de todos los continentes para reflexionar, confrontarse y proyectar en torno a un tema que les parece urgente: cómo educar a los jóvenes en la fe en este nuestro tiempo. Ha sido un acontecimiento cuyas proyecciones operativas quieren implicaros también a los jóvenes: nos gustaría que suscitase en nosotros en vosotros un vigoroso impulso para renovar nuestra amistad y estimulamos a caminar juntos hacia los ideales del verdadero proyecto de hombre.

Ahora bien, los contextos juveniles de los pueblos son distintos. Frente a tanta complejidad, era importante comprender las culturas, captar los anhelos juveniles e individuar los retos que brotan de las principales situaciones. Hemos visto que la fe en Cristo n se conoce ni se valora en su original aspecto de historia de salvación, es decir, de hecho central para todos. Ni siquiera en los países de tradición Cristiana es ya posible darla por descontada.

Los salesianos sentíamos la necesidad de preguntamos por el modo de vivir como creyentes en el Señor, apasionados por la causa de su Reino y dedicados en cuerpo y alma a proclamar su Buena Noticia entre los jóvenes, como ser creíbles hoy; que camino hacer con vosotros, jóvenes, para crecer en la vida nueva; qué estilo de convivencia realizar en las comunidades educativas (oratorio, colegio, grupo), siempre prontos para dar razón de nuestra esperanza a quien nos la pida (cf. 1 Pe 3, 15).

Como veis, los interrogantes no son de poca monta. Nos los planteamos con sinceridad, y hemos intentado darles respuesta, trazando el camino que nos gustaría recorrer a vuestro lado y concretando la meta que pretendemos alcanzar.


3613. La primera cosa evidente sobre la que reflexionar es el diagnóstico de la salud y capacidad de visión de vuestros ojos juveniles: dónde se clava vuestra mirada, vuestra sensibilidad, vuestros anhelos y vuestras preocupaciones.

Actualmente los jóvenes advertís, mejor que antaño, un crecimiento de conciencia en los valores de cada persona. Estáis convencidos de que siempre y en todas partes cada uno ha de ser considerado digno de vivir: sujeto de su propia existencia y responsable de su destino. De ahí que, si una relación educativa se basara en la falta de interés, en la indiferencia o en la manipulación de los personas, chocaría de frente contra la conciencia de vuestra dignidad.

Jóvenes y adultos nos educamos recíprocamente, aportando cada uno el don de lo que es. No es, por tanto, una fórmula de moda el invitaros a caminar con nosotros; es una exigencia pedagógica de raíces profundas.

En cuanto adultos que trabajan en la educación de los jóvenes, los salesianos sentimos la urgencia de renovar una especie de pacto educativo con vosotros, para avanzar juntos por el camino de la fe.

Un pacto educativo obliga, pero hace crecer. Proponerse caminar juntos requiere atención y simpatía hacia los compañeros de viaje; pide interés recíproco para sintonizar en la misma longitud de onda, disponibilidad para individuar valores auténticos y deseo de compartir las razones que llenan de sentido la vida.

Para realizar todo esto, los salesianos necesitamos de los jóvenes. A vosotros, a ti, os corresponde, una aportación insustituible: el vigor de la juventud, las ganas de vivir, la ilusión de esperar, la fantasía de buscar, la generosidad de actuar y el entusiasmo por compromisos concretos de acción.

Las áreas de interés son variadas, pero complementarias; no hay monotonía ni uniformidad; se camina hacia una meta común a la que se llegará con velocidad distinta, pero teniendo siempre clara la ruta. Todos miramos al objetivo.

El XXIII Capítulo General ha mandado a los salesianos un documento muy interesante, que señala las; diferentes posibilidades de este camino, según las múltiples situaciones de salida. Acércate a alguno de ellos y pídele que te muestre sus valiosas sugerencias, análisis, reflexiones y orientaciones.

Es un don de actualidad para caminar hacia el año dos mil y para enriquecer de juventud la historia, que evidentemente irá más allá, adentrándose con una esperanza más fuerte en el tercer milenio de la fe cristiana.


3624.Pero hay un tema fundamental que ofrezco a tu consideración. Nuestra fe se centra en la historia concreta del hombre: no es en absoluto la religión 'opio del pueblo' ironizada y combatida por ciertas ideologías

En la época de los antiguos mitos politeístas, se tenía a la fe cristiana como una especie de ateísmo, porque nunca aceptó los dioses del Olimpo ni los ídolos de la ciudad. Más recientemente, en el clima de un ateísmo arrollador, siempre ha profesado un realismo tan fuerte, que salta los estrechos horizontes del materialismo, proclamando nada menos que la resurrección de la carne y la llegada de una tierra nueva.

Esta fe pone su mirada en el hombre de Nazaret, Jesucristo, hecho Señor de la historia en Jerusalén mediante la Pascua de la Nueva Alianza. Él nos reveló quién es Dios: ¡amor y sólo amor! ¡Padre, que creó el mundo para nosotros y nos acompaña con misericordia infinita; Hijo, que se hizo uno de nosotros haciéndose punto omega de la humanidad por los siglos; Espíritu Santo, que es portador de verdad y potencia de novedad! Un Dios uno y trino, fuente y corona de todo.

Amor, pues, que nos invita a participar como protagonistas, para que la creación progrese gracias a nuestro trabajo, con la ciencia, la técnica, la ecología...; que nos señala la historia como patria de su aventura de donación para luchar junto a él contra el mal a favor de la justicia, la solidaridad, la paz...; que nos acompaña y ayuda a construir el verdadero proyecto de hombre mediante el primado de los valores de la resurrección.

Así, el portador de esta fe, el auténtico creyente, aprecia en el mundo los valores de la verdadera laici­dad; en las vicisitudes históricas, los de la genuina liberación; en los cambios y signos de los tiempos, los de la auténtica evolución.

No digas que todo esto resulta difícil y abstracto; es la realidad suprema, tanto más fascinante cuanto más se cala en ella. Aquí está la verdad que anhela la inteligencia y que abre vastos horizontes al protagonismo del hombre.

Mira, la fe cristiana tiene los ojos abiertos a todo; no se refugia en la obscuridad ni se complace en ritos ocultos; busca la luz del misterio del Amor y goza participando en sus riquezas. Todo hombre siente en lo profundo de su ser el instinto y la nostalgia de este misterio y de su plenitud de verdad, luz y belleza. Se parece al sol que, aunque no puedes fijar en él tus ojos, ilumina y calienta todo, incitando a celebrar la gran fiesta de la vida.

Te decía que la fe dirige su mirada al acontecimiento de Cristo. De verdad, Cristo no te es extraño: tiene sumo interés en que te realices plenamente; te interpela para hacerte crecer. Te ama: murió y vive para ti; te pide una relación de amistad personal como respuesta al diálogo empezado por él: diálogo amplio, objetivo e implicante. Estaría de hecho terriblemente distraído quien no se percatara de su amor y de su verdad.

Además, como la amistad de fe no es un mito, fantasía o ideología, sino historia, te ofrece ayuda y modelo en una mujer, María, su madre, “la que creyó”, puesta por el Señor mismo como Auxiliadora de todos los creyentes. Ella te acompaña maternalmente a lo largo del camino que se te propone.


3635. Pero, ¿cómo podrás avanzar por este camino? Siguiendo las huellas de Don Bosco, el XXIII Capítulo General te ofrece el modo salesiano de hacerla mediante una propuesta concreta de espiritualidad juvenil.

Aquí tienes el gran secreto del éxito. La espiritualidad es una energía interior que no deja de crecer y te pone gradualmente en sintonía Con el Espíritu del Señor, realmente presente en la vida de cada uno con la suavidad de su poder. Con él se progresa de forma increíble: ¡fíjate en Domingo Savio, Laura Vicuña y Pedro-Jorge Frassati! Con la energía de una espiritualidad, el Señor te ayuda a realizar y testimoniar aquella síntesis de fe y vida que es el contenido propio de la santidad.

Se trata de vivir la fe sumergiéndose en lo cotidiana como lugar privilegiado donde escuchar con realismo las invitaciones del Espíritu. Lo que Don Bosco, maestro de espiritualidad juvenil, indica pedagógicamente no es sólo oración o compromiso en cosas excepcionales, sino propuesta que abarca la totalidad de la existencia en sus más diversas y múltiples expresiones.

De ese modo, la vida transcurre en la alegría y en el trabajo, pues el Espíritu no te quiere triste ni extranjero en tu patria. Tu juventud es un gran valor: ¡tiene rasgos de semejanza con su presencia creadora! En tu camino debes conjugar alegría y esperanza, anhelo de donación y responsabilidad, voluntad de preparación a la vida y solidaridad. El tipo de espiritualidad que te ofrece san Juan Bosco educa en la formación de una conciencia personal atenta a la vivencia progresiva del misterio, hasta hacer que brote en energía de vida. Tal es el sentido en que la espiritualidad se hace fuerza impulsara que da dinamismo cristiano a la existencia.

En este avanzar evangélico no caminas solo, vas en compañía: el grupo, la comunidad local de creyentes y la Iglesia toda -cuerpo de Cristo y Pueblo de Dios- te acompañan etapa a etapa en tu marcha hacia adelante.


* * *


3646. He ahí la substancia de lo que deseaba comunicarte San Juan Bosco te llama por tu nombre; te propone un proyecto; te ofrece buena compañía; te señala un ideal de santidad juvenil que no es difícil: sencilla y cotidiana, interior y apostólica, alegre y compartida. Una vez más te hace a ti y a todos los jóvenes una invitación que le sale del alma. Te la transmito con el eslogan 'jóvenes para los jóvenes', inventado por algunos de vosotros. Ya has intuido su significado: cultivar la amistad con Cristo quiere decir ponerse de su parte, hacerse cargo de su proyecto concreto vivir para los demás, hacer crecer el bien en la sociedad. Las bienaventuranzas del Evangelio, que Son la autobiografía de Jesús, constituyen la verdadera modalidad interior de comprometerse.

Las recurrentes formas de muerte, tales como la explotación, la alienación, la prepotencia, la injusticia, la discriminación, la intolerancia... son amenazas que hacen declinar la vida y arruinan la historia. ¡Se necesitan luchadores para el triunfo del bien! Así mediante el espíritu de las bienaventuranzas, la fe cristiana aparecerá de verdad como energía de la historia.

Eres tú, sois vosotros, quienes tenéis que aportar esta fuerza espiritual para transformar el mundo.


3657. Es interesante pensar que a cada generación le corresponde escribir una historia propia, un evangelio propio; todo nuevo flujo de la juventud es una hora de esperanza. Como ha escrito un autor célebre, «si un día se enfriara el ánimo juvenil, el mundo entero comenzaría a tiritar».

Rezo por ti, rezo por todos vosotros, jóvenes. Lo hacen también los salesianos.

Y san Juan Bosco, proclamado por el Papa «padre y maestro de la juventud», intercede, va delante y guía con su ardoroso corazón de discípulo del Señor.

A ti y a todos, mi mejor deseo de que corráis hacia la meta. Con gran simpatía y en nombre de los salesianos,


Roma, Pentecostés del Espíritu, 3 de junio de 1990


Egidio VIGANÓ

Sucesor de Don Bosco



ANEXO 11


CRÓNICA DEL

XXIII CAPÍTULO GENERAL


1. Convocatoria y presentación


366La carta que convocaba el XXIII Capítulo General llegó a las comunidades de nuestra Congregación en el número 327 de Actas del Consejo General (octubre de 1988). Escribía el Rector Mayor: 'El Capítulo tendrá lugar en la casa generalicia de Roma -vía de la Pisana, número 1111- a partir del 4 de marzo de 1990 durante un período que, espero, no supere los dos meses». Su principal objetivo será tratar el tema: «Educar a los jóvenes en la fe, tarea y desafío para la comunidad salesiana hoy» (cf. ACG 327, pág. 4-5).

Su preparación ya había comenzado antes, durante el verano de 1988, pues, en el mismo fascículo de Actas, don Francisco Maraccani, que ya tenía el nombramiento de regulador, presentaba una serie de pistas de reflexión, preparadas por una Comisión técnica, formada precisamente para estudiar el método que se podría seguir en el trabajo capitular y ofrecer a comunidades y salesianos algunas pistas de verificación y reflexión sobre los principales aspectos del tema.

De acuerdo con la convocatoria y las pistas de reflexión, se celebran, de diciembre de 1988 a julio de 1989, los capítulos inspectoriales, momento fundamental de participación, en que las comunidades inspectoriales eligen a sus delegados para el Capítulo General y estudian su tema, prestando atención a la situación específica de los jóvenes en su propia zona.

Según las fechas establecidas, antes de terminar el mes de julio de 1989 las inspectorías mandan a Roma las actas de elección de delegados y sus valiosas aportaciones sobre el tema capitular.

El mes de septiembre de 1989' se reúne en Roma la Comisión precapitular, nombrada por el Rector Mayor, compuesta por dieciocho miembros -procedentes de quince inspectorías y once naciones- y presidida por el regulador. Esta comisión, después de examinar el abundante material enviado por las inspectorías, en un mes de trabajo intenso prepara un 'dossier' de Esquemas precapitulares, volumen de, más de quinientas páginas dividido en dos secciones: la primera con la llamada radiografía, síntesis adecuadamente ordenada de las aportaciones y propuestas llegadas de los capítulos inspectoriales y salesianos acerca del tema del XXIII Capítulo General; la, segunda sección ofrece el documento de trabajo redactado por dicha comisión y entregado a los capitulares para el debate en la Asamblea y para formular orientaciones operativas destinadas a toda la Congregación.

En diciembre de 1989 se remiten los Esquemas precapitulares a los miembros del XXIII Capítulo General que así tienen la posibilidad de estudiarlos y de prepararse para su cometido.


2. Llegada de los capitulares y ejercicios espirituales


367El 4 de marzo de 1990, primer domingo de Cuaresma, los capitulares y observadores llegan, de todas las partes del mundo salesiano, a la sede de Roma para empezar la gran asamblea. De los doscientos siete capitulares sólo no pueden acudir los de Vietnam; por primera vez, después de casi treinta años, asisten los inspectores y delegados de Checoslovaquia y Hungría. Hay cinco observadores, invitados por el Rector Mayor; más tarde llegará también Santiago Mésidor, de Haití.

A las seis de la tarde se tiene en el aula magna la primera reunión, para recibir el saludo del Rector Mayor y del director de la casa generalicia y las primeras comunicaciones del regulador. Desde el principio se respira clima de la fraternidad y de familia y se saborea la alegría de estar juntos.

Media hora después comienzan los ejercicios espirituales, predicados por el obispo salesiano monseñor Óscar Rodríguez, secretario general del CELAM. Sus meditaciones tocan algunos aspectos cruciales de lo que va a ser tema del Capítulo: los retos de la nueva evangelización para la educación de los jóvenes, forjadores del tercer milenio.

La palabra cálida, fraterna y competente de Monseñor, que orienta la reflexión sobre la tarea de educadores en la fe según el designio de Dios y con el estilo de san Juan Bosco frente a los grandes retos de la hora actual, y el clima de recogimiento y oración, demostrado particularmente en las celebraciones comunitarias, son medio eficaz para entrar en la óptica espiritual que caracteriza al Capítulo. Las buenas noches del Rector Mayor, que sellan cada día, contribuyen en gran manera a reforzar este clima.


3. Inauguración oficial del XXIII Capítulo General


368El XXIII Capítulo General empieza por la mañana del viernes, 9 de marzo, con la concelebración presidida por el Rector Mayor: es la invocación solemne y coral al Espíritu Santo, para que asista con su luz y su fuerza al Capítulo General.

A las diez y media, tiene lugar la ceremonia de inauguración oficial. En el aula magna, además de los capitulares, están presentes el cardenal Juan-Jerónimo Hamer, prefecto de la Congregación de instituto de vida consagrada, los tres cardenales salesianos Alfonso Stíckler, Rosalio Castillo Lara y Antonio Javierre Ortas, los obispos salesianos Óscar Rodríguez, Fernando Legal, la superiora general de las Hijas de María Auxiliadora madre Marinela Castagno con su vicaria, la responsable mayor de las voluntarias de Don Bosco Juana Martinelli, la representante de las Oblatas del Sagrado Corazón, madre Bice Carini, el coordinador central de los Cooperadores, Pablo Santoni, el presidente de los Antiguos Alumnos José Castelli, la representante de las Antiguas Alumnas de las Hijas de María Auxiliadora Silvana Aloisi, y otros huéspedes.

El regulador constituye, de acuerdo con el Reglamento, la secretaría, y declara inaugurado oficialmente el XXIII Capítulo General.

El Rector Mayor lee el mensaje enviado por S.S. Juan Pablo II, en el que después del saludo augural, indica su deseo de que los salesianos sepan trazar proyectos concretos y actuales para realizar la «síntesis vital entre saber pedagógico y praxis educativa» que san Juan Bosco nos dejó como herencia. En la perspectiva específica del tema capitular, Juan Pablo II subraya dos aspectos que profundizar: la espiritualidad juvenil y la dimensión social de la caridad (cf. Anexo 1).

A continuación interviene el cardenal Hamer, que saluda y transmite su mensaje a los miembros del Capítulo. «Estáis reunidos aquí -afirma- en asamblea de gobierno. Lo que se espera de vosotros son reflexiones y disposiciones que, bien profundizadas, desemboquen en orientaciones precisas...». Al referirse a la misión de los Salesianos en la Iglesia, añade: «Vuestra misión en la Iglesia es un servicio. Esforzaos por estar espiritual y humanamente preparados y cualificados para vuestra aportación a la evangelización de los jóvenes, especialmente, la de los más necesitados, de los más pobres. Y así os ponéis a disposición de quienes, en las distintas diócesis, tienen la responsabilidad de la evangelización como sucesores de los apóstoles» (cf. Anexo 2).

Siguen después los saludos de los representantes de la familia salesiana. Intervienen: la madre general de las Hijas de María Auxiliadora, la representante de las Oblatas, la responsable mayor de las Voluntarias de Don Bosco, el coordinador central de los Cooperadores, el presidente de los Antiguos Alumnos salesianos y la representante de las Antiguas Alumnas de las Hijas de María Auxiliadora.

Toma inmediatamente la palabra al Rector Mayor, que, en su calidad de presidente del Capítulo, lee el discurso programático de inauguración. Presenta el XXIII Capítulo General en su índole de capítulo ordinario, después de los capítulos que definieron la identidad del carisma salesiano a la luz del Vaticano II; se detiene en las incumbencias específicas del Capítulo, entre las que subraya la delicada responsabilidad de las elecciones; presenta algunos aspectos del tema confiado a este XXIII Capítulo General, encuadrándolo en la óptica del sistema preventivo y deseando, en particular, que pueda llegarse a perfeccionar el proyecto educativo-pastoral con criterios salesianos para itinerarios de fe y a delinear una espiritualidad juvenil concreta. «Tengo la convicción -asegura el Rector Mayor- de que la síntesis orgánica entre fe y vida que hemos de ayudar a madurar hoy día en los jóvenes... sólo se obtiene mediante la fuerza de una espiritualidad concreta» (cf. Anexo 3).


4. Informe del Rector Mayor


369A las cinco de la tarde del mismo día 9 de marzo, el Rector Mayor presenta a la Asamblea capitular su informe sobre el estado de la Congregación, a tenor del artículo 119 de los Reglamentos Generales. El informe comprende un volumen de doscientas setenta y dos páginas, titulado La Sociedad de san Francisco Sales en el sexenio 1984-1990, más otro volumen, como anexo, con Datos estadísticos.

Al presentarlo, el Rector Mayor repasa brevemente las partes del informe. La primera ofrece una visión sintética de cada Región salesiana; en la segunda hace una valoración de nivel mundial acerca de las áreas de cada sector central, según las incumbencias de animación que le asignan las Constituciones; la tercera se refiere al funcionamiento de algunos servicios e instituciones de interés general; por último, en la cuarta hace un juicio global, centrando la atención; en algunos aspectos que nos interpelan de modo particular. Es sobre todo aquí, en el análisis de las situaciones, en los problemas, en los retos y en los motivos de esperanza, donde se detiene la reflexión del Rector Mayor.I

Tras un día de estudio personal, los capitulares exponen sus observaciones, piden aclaraciones y preguntan con miras al debate previsto en la Asamblea. Ésta se reúne en dos tiempos sucesivos el 12 y el 13 de marzo. El Rector Mayor contesta puntualmente y con claridad a las numerosas interpelaciones sobre los temas más candentes hoy día en la Congregación.

El estudio del informe y la confrontación que le sigue reafirman la convicción de la vitalidad de la Congregación en los diferentes contextos en que actúa, del vasto quehacer desplegado en la misión juvenil, pero, también hacen ver los grandes retos que las nuevas situaciones plantean hoy a los salesianos que quieran ser fieles a su carisma para bien de los jóvenes.


5. Primer debate general


370Concluido el análisis del informe del Rector Mayor, el Capítulo entra inmediatamente en el trabajo sobre el tema que tiene asignado.

El día 13 de marzo el regulador presenta el Reglamento del Capítulo e informa amplia y detalladamente sobre los Esquemas precapitulares, que los capitulares habían recibido anteriormente y que ahora tienen que ser sometidos al discernimiento de la Asamblea. En particular, se examina el documento de trabajo, preparado por la Comisión precapitular, acerca del cual se pide un juicio global.

El día siguiente, 14 de marzo, después de aprobar el Reglamento y de nombrar los moderadores, comienza el primer debate general sobre el documento precapitular. Este debate, que se había preparado con el estudio personal y los trabajos de grupo, continúa el día 15.

El debate ofrece las primeras indicaciones generales para los objetivos de este Capítulo. Ante todo, la Asamblea considera útil el documento precapitular como base de trabajo y, consiguientemente, se toma como punto de referencia para el trabajo posterior de las comisiones.

Aparecen asimismo algunas líneas precisas para lo que se espera de todo el trabajo de verificación y reflexión. El documento del Capítulo deberá ser pastoral, muy concreto, operativo y dirigido a los salesianos en sus distintas situaciones y contextos en cuanto educadores de la fe. Se desea vivamente presentar a san Juan Bosco y su vida de educador y de evangelizador, hablando a los jóvenes sí, pero caminando con ellos. La actitud es de diálogo, escucha y servicio, educando en la fe y educándonos a nosotros mismos en la fe.


6. Comisiones de trabajo


371Aclarados los objetivos principales del Capítulo, se afronta el método de trabajo. El primer punto que se toma en consideración es la formación de las comisiones, previstas por el Reglamento del Capítulo.

El problema es delicado, pues se quiere un método de trabajo ágil y eficaz, que tenga en cuenta la sólida unidad del tema asignado al Capítulo.

El regulador ofrece una hipótesis sobre el método de trabajo, estudiada anteriormente por la Comisión precapitular y también por el Consejo General. Sigue un amplio debate, que sirve para esclarecer muchos aspectos de la cuestión y, especialmente, para lograr la óptica acertada desde la que proceder expedita eficazmente.

Al final del debate, el 15 de marzo la Asamblea vota la creación de cuatro comisiones que estudien todo el tema del Capítulo. Cada una de ellas podrá dividirse en grupos lingüísticos o por contextos, para agilizar el trabajo. Más tarde se creará una pequeña comisión coordinadora (Intercomisión), que irá recibiendo las indicaciones de las cuatro comisiones y de la Asamblea, a fin de ir redactando el documento capitular.

Se crea también la quinta comisión, encargada de estudiar las propuestas sobre las Constituciones y los Reglamentos Generales y otros problemas que carácter estructural.

Formadas las comisiones, cada una elige su presidente, portavoz y secretario.

Ahora ya es posible organizar la Comisión central de coordinación, de la que forman parte el presidente del Capítulo, el regulador, los moderadores y cinco miembros elegidos por la Asamblea, elección que recae en los presidentes de la comisión.


7. Trabajo intenso y comunión de familia


372Cumplidos, en la primera semana de Capítulo, todos los requisitos generales, muy importantes para la eficacia del trabajo, el lunes 19 de marzo, fiesta de san José, las comisiones pueden entrar de lleno en el análisis del documento de base, confrontado con los resultados de los capítulos inspectoriales y con el intercambio de experiencias en las comisiones y en los grupos.

Durante tres semanas, el trabajo se desarrolla en las comisiones, que dan cuenta a la Asamblea, presentando observaciones y propuestas a medida que se examinan las diversas partes del tema. Tienen lugar, así, sucesivos y animados debates generales, que primeramente definen algunos núcleos de fondo y, des­pués, la estructura y líneas esenciales de las tres partes en que se ha dividido el documento.

Trabajo de comisión, de grupo y de asamblea, reuniones regionales y otras citas llenan el día ordinario del capitular sin solución de continuidad, con sus cuatro tiempos de trabajo: dos por la mañana (de 9 a 11 y de 11:30 a 13) y dos por la tarde (de 16 a 17:30 y de 18 a 19:30 horas).

Pero el Capítulo tiene también otros momentos, en los que se pone de manifiesto el espíritu de familia, la comunicación recíproca, y la alegría salesiana. Un grupo de animación de la vida comunitaria, integrado por capitulares de distinta procedencia, prepara especialmente algunos entretenimientos después de cenar y otros instantes de fraternidad.

Gran relieve tienen las celebraciones de la oración. Por la mañana se hacen ordinariamente en grupos lingüísticos; antes de cenar, todos juntos, vísperas y buenas noches. Un día por semana, además del domingo, hay celebración comunitaria de la Eucaristía, bien preparada por los diversos grupos. A presidir algunas de ellas acuden, con ejemplar disponibilidad y fraternidad, nuestros cardenales salesianos: Rosalio Castillo, el día de la Anunciación; Antonio Javierre Ortas, el jueves de Pascua; Alfonso Stíckler, el 25 de abril, y Raúl Silva Henríquez, el 1 de mayo.

Un momento siempre esperado son las buenas noches. La primera semana es el Rector Mayor, que habla de la vida y problemas de la Congregación. Después, cada noche al terminar las vísperas, pasan uno tras otro los inspectores presentando sus respectivas zonas. Es un panorama muy interesante, que se va delineando progresivamente y refleja la vasta actividad de la Congregación, su esfuerzo por responder a las necesidades y esperanzas de los jóvenes y los problemas y dificultades que halla en su camino. Conmovedores son, en particular, los testimonios de los salesianos del Este europeo (Checoslovaquia y Hungría), que cuentan cómo han logrado conservar e incluso, robustecer el carisma de san Juan Bosco en los difíciles años de su historia reciente.


8. La Intercomisión y el final de la primera etapa de trabajo


373Apenas comienza el trabajo de las comisiones, se ve la necesidad de definir la Intercomisión en que se había pensado como posibilidad para coordinar el trabajo de las comisiones y redactar el texto unificado, que luego sería sometido nuevamente a la Asamblea.

Por ello, el 24 de marzo, tras las necesarias explicaciones en la Asamblea para precisar cuáles serían el camino y las incumbencias de dicha Intercomisión, se procede a constituirla. La forman los cuatro porta-voces de comisiones, cuatro miembros elegidos por éstas y otros cuatro seleccionados y nombrados por el presidente del Capítulo.

La Intercomisión, a su vez, elige como presidente al padre Juan E. Vecchi y como portavoz a don Antonio Martinelli, e inmediatamente se pone a elaborar la primera parte del tema a base de cuanto le pasan las comisiones y lo que emerge en la Asamblea. Muy pronto está en condiciones de ofrecer un borrador de la estructura y realiza algunos sondeos para definir mejor su contenido.

Con este ritmo de trabajo, tras varias idas y venidas de las comisiones a la Asamblea y de ésta a la Intercomisión, y viceversa, se logra concluir, a primeros de abril, la primera etapa del trabajo. En la Asamblea las comisiones presentan sus informes y tienen lugar los debates sobre cada una parte. La Intercomisión prepara la estructura general, al menos de las dos primeras partes.

Hacia el final de la primera etapa del trabajo. el Rector Mayor, en su calidad de presidente, analiza el momento en que se está y subraya algunos puntos importantes que convendrá tener en cuenta: conciencia capitular y meta de unanimidad a que se quiere llegar mediante el diálogo fraterno y la confrontación; percepción de responsabilidad universal requerida por la naturaleza del Capítulo General;' óptica específica para leer las interpelaciones y retos desde la caridad pastoral, centro del espíritu salesiano; atención que se ha de prestar a las dos recomendaciones del Santo Padre: la espiritualidad juvenil y la dimensión social de la caridad.

Se habla también de la duración del Capítulo. En vista de lo cual, la Comisión central de coordinación puede presentar una hipótesis más detallada de la marcha del resto del trabajo.


9. Quinta comisión: Constituciones y Reglamentos


374Mientras las cuatro comisiones y la Asamblea estudian el tema específico del Capítulo -educar a los jóvenes en la fe- la quinta examina las observaciones y propuestas llegadas de los capítulos inspectoriales y de varios salesianos acerca de nuestro derecho propio (Constituciones y Reglamentos) y algunos aspectos de las estructuras de animación y gobierno de la Congregación.

No eran muchas las propuestas de revisión de los textos legislativos, ampliamente considerados por anteriores capítulos generales y aprobados por el XXII Capítulo General. Sin embargo, para ciertos puntos se piden pequeñas correcciones de carácter jurídico o práctico, y para otros se insiste en sugerencias ya presentadas en dichos capítulos.

La quinta Comisión estudia todas estas cuestiones y las lleva a la Asamblea, para que dé su opinión.

Gracias al debate y a oportunas votaciones de sondeo, se decide admitir únicamente las modificaciones que parecen urgentes y necesarias.

Por esta razón, las modificaciones a las Constituciones y a los Reglamentos que acepta la Asamblea son pocas y no substanciales. Se añaden algunas interpretaciones prácticas, que el Capítulo sanciona a tenor del artículo 192 de las Constituciones.

Un punto sobre el que la Asamblea reflexiona más despacio es la configuración de las regiones salesianas. De la confrontación realizada se deduce la oportunidad de dejar fundamentalmente invariada su configuración actual, aunque previendo que, durante el sexenio, convendrá prepararse a un panorama distinto.

Además, la Asamblea aprueba una orientación operativa específica para mejorar la coordinación de la presencia salesiana en África.

10. Elección del Rector Mayor


375Cuando ha transcurrido aproximadamente un mes de Capítulo, llega el momento importante de las elecciones. En su discurso inaugural el Rector Mayor ya había subrayado la responsabilidad especial de todos. La convivencia capitular y el intercambio fraterno de ideas habían servido también para conocer a las personas y las incumbencias de cada cargo, con miras al necesario discernimiento.

Con objeto de disponerse inmediatamente a cumplir esta responsabilidad, toda la tarde del 6 de abril, vísperas del día señalado para elegir al Rector Mayor, se dedica al recogimiento y oración.

El 7 de abril empieza con la concelebración solemne de la Eucaristía, en que se implora la luz de Espíritu Santo. A las nueve de la mañana comienzan las operaciones de voto. Hacia las doce, el gran momento: don Egidio Viganó es reelegido para el tercer sexenio. El cálido aplauso de la Asamblea indica la alegría de todos.

Don Luis Fiora, capitular de más edad, sube al estrado y, en nombre de la Asamblea, pregunta al elegido si acepta. Contesta brevemente don Egidio: «En nombre de la obediencia religiosa, digo: obedezco». Y dirige unas palabras a la Asamblea. Se repite el aplauso, y los capitulares pasan por la presidencia para felicitar al reelegido.

La noticia se difunde rápidamente. Después de comer, llegan numerosos salesianos y grupos de la familia salesiana que desean saludar y felicitar al padre Viganó. Por la noche, la comunidad capitular, los miembros de la casa generalicia y las religiosas y jóvenes que les ayudan celebran en torno al Rector Mayor una velada de fraternidad y alegría.


11. Elección del Consejo General


376Nada más ser reelegido, había dicho el Rector Mayor, entre otras cosas: «Espero buenos colaboradores».

Y sus colaboradores, o sea, los miembros del Consejo General, son elegidos del 9 al 11 de abril en varías sesiones sucesivas de votaciones.

El día 9 se elige al vicario del Rector Mayor en la persona de Juan Edmundo Vecchi, que dice al aceptar: «Asumo esta incumbencia no sólo con serenidad sino también con entusiasmo, confiando sobre todo en la señal que el Señor me da en la seriedad de Vuestro discernimiento... Me dispongo, pues, a ejemplo de mis ilustres predecesores -beato Miguel Rúa, venerable Felipe Rinaldi y, últimamente, don Cayetano Scrivo-, a colaborar en plena comunión y filial entendimiento con el Rector Mayor, don Egidio Viganó...».

El día siguiente, 10 de abril, tiene lugar la elección de los consejeros de sectores especiales. La Asamblea elije a José Nicolussi para consejero de formación; a Lucas Van Looy, para consejero de pastoral juvenil; a Antonio Martinelli, para consejero de familia salesiana y comunicación social; a Luciano Odorico, para consejero de misiones; a Homero Parón, para ecónomo general. Al aceptar, cada uno de ellos expresa el agradecimiento a quien deja el cargo tras haber servido con entrega a la Congregación.

Por último, el miércoles 11 son elegidos los consejeros regionales con esta asignación: Carlos Techera, América-Atlántico; Guillermo García Montaño, Amé­rica-Pacífico/Caribe; Martín McPake, la región de lengua inglesa; Tomás Panakézham, Asia; Antonio Rodríguez TalIón, la región Ibérica; Juan Fredigotti, Italia y Oriente Medio; Domingo Britschu, Norte de Europa y África Central. La delegación de Polonia estará representada por un delegado del Rector Mayor, que éste nombrará.


12. Celebración de la Pascua


377La primera etapa del trabajo y las elecciones del Rector Mayor y su Consejo ocupan al Capítulo hasta Pascua.

Muchos miembros de éste comienzan la Semana Santa en la plaza de San Pedro celebrando el día de la juventud -Domingo de Ramos- junto al Santo Padre. Sin embargo, lo más significativo es, para la comunidad capitular, la Misa vespertina de la Cena del Señor. El Rector Mayor, a los pocos días de ser reelegido, preside la Eucaristía y destaca el significado del momento. «Estamos celebrando -dice- esta Eucaristía en la Cena del Señor como asamblea capitular salesiana. Cada uno de nosotros está aquí representando a los salesianos de las diversas comunidades. Podemos decir que el sentido fraterno, el afecto del corazón, el mandato constitucional y las responsabilidades capitulares hacen de nuestra asamblea eucarística la síntesis viva de la Congregación y el precioso núcleo animador de la gran familia salesiana ... Aquí juntos, participando en el memorial de la Cena del Señor, aseguramos para ,todas las latitudes la identidad en el mismo espíritu y en la misma misión, armonizamos en comunión orgánica la pluriformidad de nuestras diferencias contextuales, proclamamos la unidad y actualidad del carisma de san Juan Bosco y, alimentándonos juntos del único pan eucarístico, formamos un solo cuerpo con Cristo, para ser signos y portadores de su amor a los jóvenes».

Durante los siguientes días del triduo pascual, el Capítulo se concede una pausa. Varios capitulares, que permanecen en Roma, asisten a las celebraciones pascuales en los lugares sagrados romanos, unidos al Sumo Pontífice.

La celebración de la Pascua se prolonga durante el tiempo que queda de Capítulo. Entre sus momentos más significativos, recordamos dos: la misa comunitaria del jueves de la octava de Pascua, presidida por el cardenal Antonio Javierre Ortas, y la original iniciativa del 'vía lucis', realizada el 26 de abril, a la caída del sol, en el solar de las catacumbas de San Calixto, con la asistencia del Consejo General de las Hijas de María Auxiliadora. Este ejercicio piadoso sigue la estructura del vía crucis: catorce estaciones que van marcando el camino pascual de Cristo hasta culminar en el misterio de Pentecostés. A los salesianos nos recuerda el artículo 34 de las Constituciones: «Caminamos con los jóvenes para llevarlos a la persona del Señor resucitado».


13. Segunda etapa de trabajo


378Concluido tan breve descanso, el martes de Pascua se reúne de nuevo la Asamblea para comenzar la segunda etapa de trabajo. Los capitulares reciben, casi completo, el documento que, con intensa y sacrificada labor, había reparado la Intercomisión, basándose en las propuestas de las Comisiones y de los debates.

Empieza, así, una nueva confrontación, cuyos interlocutores son ahora los grupos, la Asamblea y la Intercomisión. Las diversas partes de documento se analizan preferentemente en grupos regionales o constituidos en torno a temas específicos; después pasa a la Asamblea para ver el grado de aceptación comunitaria que alcanza y de nuevo va a la Intercomisión, para que incluya las correcciones y añadiduras oportunas.

Los debates de la Asamblea sobre cada una de las partes desembocan en la primera votación del documento, en la que cabe la posibilidad de votar 'iuxta modum', ofreciendo sugerencias que ayuden a definir mejor el texto.

Es una etapa que implica un trabajo asiduo y nada fácil. A menudo ocupa tiempo de trabajo fuera del horario normal, sobre todo para poder determinar las disposiciones y orientaciones concretas que deberán guiar a las comunidades.


14. El esperado día de la beatificación de don Felipe Rinaldi


379Caminando poco a poco en la confrontación y reflexión para dar respuesta a los grandes temas que hoy plantea la nueva evangelización, el Capítulo llega al suspirado día de la beatificación de don Felipe Rinaldi, tercer sucesor de san Juan Bosco.

¡Fecha anhelada! Ya en los ejercicios espirituales el ejemplo de don Felipe había brillado ante los capitulares como faro luminoso que señala la meta de un camino de santidad recorrido en la escuela del Fundador. Durante el Capítulo era frecuente y espontánea la referencia a don Felipe al hablar del método de la bondad y de la espiritualidad.

Ahora que ha llegado el día, éste se muestra más rico en gracia y más desbordante de alegría de cuanto se esperaba.

Por la mañana, en la plaza de San Pedro, donde la multitud es numerosísima, se experimenta a la vez emoción y alegría al oír al Santo Padre que proclama beato a este humilde servidor que había dado todo por los jóvenes y por sus hermanos. Es hermoso contemplarlo junto a otros beatos que habían testimoniado la misma caridad hasta la prueba del martirio.

Por la tarde, en nuestra Universidad, los capitulares asisten a un solemne acto académico en honor del nuevo beato. El cardenal Rosalio Castillo Lara hace la conmemoración oficial. Pero hay también otros testimonios, entre los que sobresalen el conmovedor de la religiosa salvada por el milagro, Carlota de Noni, y la alegría incontenible por el don hecho a la familia salesiana y a la Iglesia.


15. Visita del Papa


380El uno de mayo será un día inolvidable no sólo para los capitulares, sino para toda nuestra Congregación. Juan Pablo II, a quien se le había pedido que los recibiera en audiencia, con un gesto exquisito de amistad quiso desplazarse él para visitar al Capítulo en su sede.

Es la una menos cuarto cuando a los capitulares; reunidos en asamblea, se les anuncia que ha llegado el Papa. Después de algunos minutos, en los que el Santo Padre ora ante el Tabernáculo de nuestra capilla y saluda a los salesianos de la casa generalicia, entra en la sala del Capítulo, acogido con un aplauso emocionado y el canto del Oremus pro Pontífice. Le acompañan, además de su secretario personal y monseñor Monduzzi, nuestros cardenales Raúl Silva Hen­ríquez, Alfonso Stíckler, Rosalio Castillo Lara y Antonio Javierre Ortas, el obispo de la diócesis monseñor Diego Bona, y los obispos salesianos Pedro Carretto, Ignacio Velasco y Óscar Rodríguez.

¡Es un acontecimiento histórico! «Nos admira y llena de gratitud este su gesto paterno -saluda emocionado el Rector Mayor- de querer venir a visitamos y hablamos en la sede de nuestro Capítulo General» (cf. Anexo 4).

«Queridos capitulares de la Sociedad Salesiana de san Juan Bosco -responde Juan Pablo II-, tengo la alegría de estar con vosotros en una circunstancia tan significativa, en la luz jubilosa de la elevación al honor de los altares de vuestro hermano don Felipe Rinaldi, al que precisamente anteayer tuve la dicha de proclamar beato. Os saludo afectuosamente y agradezco tan cordial acogida a cada uno de vosotros, que representáis a toda la familia salesiana».

Terminado el discurso, de unos diez minutos (cf. Anexo 5), el Papa, que se halla en el estrado, invita a los capitulares a subir a él, y los saluda uno a uno con un apretón de manos y unas palabras, Los fotógrafos fijan cada instante, mientras la Asamblea canta la 'Virgen Negra'... Después, el Papa desciende del estrado y se coloca en el centro del salón para la foto recuerdo.

Pero hay más. El Santo Padre se queda a comer con la comunidad capitular, compartiendo así un momento característico de alegría familiar. Hay júbilo y entusiasmo, que se manifiestan en un saludo amistoso y con algunos cantos bien seleccionados por los grupos regionales.

Al final, el Papa toma la palabra y en tono familiar recuerda y agradece. He aquí sus palabras, tal como fueron grabadas:


«Dicen que un hombre, al iniciar el septuagésimo año de su vida, se hace más retrospectivo. Me doy cuenta de que también en mí se produce esa mirada hacia atrás, pues, al encontrarme aquí, vuelvo a otro ambiente, a otro lugar salesiano de mi ciudad y de mi parroquia, de donde salí: la parroquia de san Estanislao de Kostka, de Cracovia [aplauso]. En ellas pasé mi juventud, difícil a causa de la guerra, pero también llena de inspiraciones gracias a la parroquia y a las personas que conocí allí durante la ocupación nazi. He vuelto varias veces: como sacerdote, para celebrar la primera misa; como obispo, también para la primera misa; como arzobispo de Cracovia y como cardenal... Siempre he vuelto a vivir estas primicias en aquella su iglesia, que era mi iglesia parroquial (no la única, porque antes estuvo la de Wadowice). Y después, siempre había un recibimiento y una comida, igual que aquí. ¡Tengo que decir que las comidas se parecen todas! También esta atmósfera salesiana de las comidas es similar, la de Roma y la de Cracovia. Pero, ¡aquí en Roma hoy está una síntesis salesiana de todo el mundo!

Os agradezco una vez más esta invitación salesiana, en un día en que en el Vaticano se llama 'día libre' [aplauso]. En un día dedicado litúrgicamente a san José, se celebra la fiesta del trabajo dejando de trabajar. Me parece justo: creo que está en la línea del Génesis. También nuestro Creador nos dio ejemplo en este sentido: ¡celebrar el trabajo dejando de trabajar! Gracias por esta fiesta del trabajo vivida con los representantes de la gran familia salesiana de todo el mundo.

Quiera Dios que continuéis siempre en esta misma línea. Si he hallado en este comedor, aquí en Roma -¿estamos en Roma o fuera de Roma? [aplauso], nos hallamos en una diócesis suburbicaria de Roma…- la continuación del ambiente de Cracovia, quiere decir que existe la continuidad de un principio orgánico, que pasa a todos los ambientes salesianos, estén donde estén.

Esto pertenece al espíritu de familia. La familia aspira siempre a estar junta. Aunque vivan lejos (los miembros de la familia), aspiran a vivir la misma vida, el mismo ambiente, las mismas costumbres. Esto es muy bueno para una familia humana, pero no lo es menos para una familia religiosa.

¡Qué numerosa es vuestra familia! Verdaderamente la Providencia os ha bendecido de verdad; ha bendecido la obra de vuestro Fundador, don Juan Bosco, dándole gran capacidad de atraer, Vuestra vocación es siempre atrayente. Siempre van juntos él -Don Bosco-, los salesianos y los jóvenes, No se pierde este punto de atracción entre ellos, no debe perderse, porque los jóvenes necesitan de alguien que los ame y, también nosotros, los sacerdotes, religiosos y pastores, necesitamos amar, amar a los jóvenes. Naturalmente, no sólo a ellos; están también los ancianos, los pobres, los que sufren y otras muchas categorías de personas.

No obstante, yo diría que es muy importante conservar este vínculo orgánico con los jóvenes. Son ricos, tienen una gran potencialidad -más o menos desarrollada-, pero siempre potencialidad real. Si emplean bien sus talentos, sus potencialidades, se hacen verdaderamente ricos y pueden enriquecer a los demás. Enriquecer, como enriqueció Jesucristo, que siendo rico se hizo pobre para enriquecemos (cf. 2 Cor 8, 9). Se trata de esta pobreza y de esta riqueza.

Pero los jóvenes pueden imitar al hijo pródigo, perdiendo y despilfarrando todo. De ahí que enseñarles el modo de enriquecer a los demás y no malgastar su propia persona, sus riquezas y potencialidades es una gran obra de caridad, obra pastoral, obra de Cristo. Aquí está también el genio de san Juan Bosco, que debe ser siempre vuestro carisma.

¡Haga el Señor que sigáis por esta línea, la línea del carisma salesiano de san Juan Bosco! Gracias.


El cálido y prolongado aplauso de todo el comedor fue signo de la gratitud y alegría por tan paterno y generoso gesto de su visita al Capítulo.

Tras saludar a las Hijas de María Auxiliadora y a las jóvenes que colaboran con ellas en la casa generalicia, el Santo Padre regresa al Vaticano.

El histórico encuentro será siempre un estímulo a ser cada vez más fieles a la vocación y misión salesiana en la Iglesia.


16. Votación del documento capitular


381Concluidas, en la última semana de abril, las primeras votaciones con posibilidad de mandar sugerencias, la Intercomisión, tras un intenso trabajo para examinarlas e incluirlas en el texto, prepara la redacción definitiva del documento. El lunes, 30 de abril, lo entrega, casi completo, a los capitulares, a fin de que puedan leerlo de nuevo y controlarlo antes de la votación definitiva. Sólo faltan pequeñas aclaraciones y retoques, que la Intercomisión logra presentar a la Asamblea con admirable solicitud.

Se llega así al viernes, 4 de mayo, día establecido para la votación final. Se votan cada una de las partes y cada uno de los capítulos del documento, agrupan­do oportunamente sus números; en particular, se votan una por una las disposiciones capitulares y las orientaciones operativas. Es grande la satisfacción al ver que en todos los puntos hay convergencia, muy superior a la mayoría requerida. Al final se vota globalmente el documento: la aprobación del texto es acogida con un aplauso de contento.

Conviene decir que ya anteriormente la Asamblea había aprobado las pequeñas modificaciones a las Constituciones y a los Reglamentos, así como otras disposiciones acerca de las estructuras.


17. Saludos, mensajes y una propuesta


382El XXIII Capítulo General camina hacia su final. Antes de terminar, la Asamblea piensa en algunos gestos de saludo y buenos deseos, mediante los que expresar su fraternidad y aliento.

Los primeros en que se pensó fueron los grupos de la familia salesiana -Cooperadores/as y Antiguos Alumnos/as salesianos- que habían enviado al Capítulo su saludo. Para ambos, la comisión central de coordinación había encargado a varios capitulares que prepararan un breve mensaje, que se hizo ver a los capitulares, para que opinaran y transmitieran sus, observaciones y sugerencias. Ahora los mensajes, oportunamente revisados, vuelven a la Asamblea, que: da parecer favorable (cf. Anexos 7 y 8).

Hay, sin embargo, un acontecimiento que los capitulares desean destacar de modo especial: el próximo mes de septiembre las Hijas de María Auxiliadora celebran su XIX Capítulo General con un tema muy cercano al del nuestro XXIII Capítulo General. La Asamblea pide, por ello, que se envíe a la Madre General y a las capitulares un saludo y augurio que les, asegure la cercanía fraterna y la oración por el buen resultado de tan gran acontecimiento (cf. Anexo 6).

¿Y los jóvenes? Indudablemente han estado presentes en nuestro Capítulo, y cabe decir incluso que, en muchos aspectos, han sido sus protagonistas. Se pregunta: ¿Cómo hacerles oír la voz de la Congregación reunida en Capítulo? Entre las propuestas que se hacen, la Asamblea prefiere una: que el Rector Mayor, en su calidad de sucesor de san Juan Bosco, escriba una carta a los jóvenes, en la que se haga portavoz de los salesianos, que por los jóvenes quieren, igual que Don Bosco, dar toda su vida (cf. Anexo 10).

Por último, entre estos mensajes no hay que olvidar una iniciativa singular, promovida por un grupo de capitulares: proponer a san Juan Bosco como patrono especial de los deportistas, incluidos los profesionales


18. Clausura del XXIII Capítulo General


383Finalmente, el sábado 5 de mayo, a los cincuenta y ocho días de su inauguración oficial, el XXIII Capítulo General llega a su clausura. Por la tarde, reunidos por última vez en asamblea general, los capitulares cumplen los últimos requisitos previstos por el Reglamento. Después, cuando capitulares y observadores han firmado al pie de la última acta de sesión, el Rector Mayor pronuncia su discurso final: es una mirada autorizada al camino recorrido, a las metas logradas y al quehacer que se le abre a la Congregación para el próximo sexenio.

Al trazar el mensaje del XXIII Capítulo General, el Rector Mayor repasa algunos puntos más sobresalientes de la reflexión capitular que han pasado a ser indicaciones operativas: la explosión de las culturas, la aportación de lo específico cristiano, la originalidad de la evangelización de la juventud, la fisonomía oratoriana de la praxis de san Juan Bosco, un vibrante llamamiento a la comunidad inspectorial y local, la implicación de los seglares, la dimensión social de la caridad. El Rector Mayor termina volviendo su pensamiento a la Santísima Virgen María, Auxiliadora y Madre de la Iglesia, estrella de la evangelización. «Nuestra Congregación -recuerda- se puso en sus manos solemnemente el14 de enero de 1984, al inaugurar el XXII Capítulo General. Dicen las Constituciones que tal entrega nos ayuda a 'ser entre los jóvenes testigos del amor inagotable de su Hijo' (Const. 8). El XXIII Capítulo General quiere encomendarle a ella, de modo especial, dos grandes valores que hemos visto crecer durante el trabajo de estos meses: la comunión en la identidad fraterna de todas las inspectorías y el relanzamiento de una verdadera espiritualidad juvenil» (cf. Anexo 9).

Un vibrante y prolongado aplauso asegura al Rector Mayor la gratitud y el afecto de todos los capitulares.

A las seis de la tarde, la solemne concelebración de la Eucaristía, en que se conmemora anticipadamente a santo Domingo Savio, robustece aún más los vínculos de unidad espiritual y de compromiso apostólico. Y, precisamente como broche de la celebración eucarística, el regulador, don Francisco Maraccani, declara clausurado oficialmente el XXIII Capítulo General.

Cada uno regresa a su inspectoría, vuelve a sus jóvenes, para reanudar con los salesianos y con los jóvenes el camino de fe que el Capítulo ha querido ilustrar a la luz del proyecto de santidad juvenil que san Juan Bosco testimonió y nos dejó como herencia.

ANEXO 12


RELACIÓN DE LOS PARTICIPANTES EN EL XXIII CAPITULO GENERAL



Consejo General

1. P. Egidio Viganó

2. P. Cayetano Scrivo

3. P. Pablo Natali

4. P. Juan Edmundo Vecchi

5. P. Sergio Cuevas León

6. P. Lucas Van Looy

7. P. Hornero Parón

8. P. Luis Bosoni

9. P. Domingo Britschu

10. P. Martín McPake

11. P. Tomás Panakhézam

12. P. José Antonio Rico

13. P. P. Carlos Techera

14. P. Francisco Maraccani

15. P. Luis Fiora


Rector Mayor

Vicario

Consejero de formación

Consejero de pastoral juvenil

Consejero de FS y CS

Consejero de misiones

Ecónomo general

Consejero regional

Consejero regional

Consejero regional

Consejero regional

Consejero regional

Consejero regional

Secretario y regulador

Procurador general



Región América-Atlántico

16. P. Juan Cantini

17. P. Santiago Negrotti

18. P. Benjamín Stochetti

19. P. Benito Santecchia

20. P. Juan Antolín Briones

21. P. Walter Luis Jara

22. P. Hugo Izurieta

23. P. Luis Timossi

24. P. Mario del Degan

25. P. Mario Persig

26. P. Decio Zandonade

27. P. Cleto Caliman Camatta

28. P. José Marinoni

29. P. José Foralosso

30. P. Benjamín Morando

31. P. Juan Sucarrats

32. P. José Juvencio Balestieri

33. P. Marcos Sandrini

34. P. Orsini Linard Nuvens

35. P. Raimundo Costa

36. P. Luis Gonzaga Piccoli

37. P. Nivaldo Luis Pessinati

38. P. Ascensio Zabala

39. P. Bienvenido Maciel

40. P. Víctor Reyes

41. P. Claudio Muniz


Inspector: Argentina-Buenos Aires Delegado: Argentina-Buenos Aires Inspector: Argentina-Bahía Blanca Delegado: Argentina-Bahía Blanca

Inspector: Argentina-Córdoba

Delegado: Argentina-Córdoba

Inspector: Argentina-La Plata

Delegado: Argentina-La Plata Inspector: Argentina-Rosario

Delegado: Argentina-Rosario

Inspector: Brasil-Belo Horizonte Delegado: Brasil-Belo Horizonte Inspector: Brasil-Campo Grande Delegado: Brasil-Campo Grande

Inspector: Brasil-Manáus

Delegado: Brasil-Manáus

Inspector: Brasil-Porto Alegre

Delegado: Brasil-Porto Alegre

Inspector: Brasil-Recife

Delegado: Brasil-Recife

Inspector: Brasil-Sao Paulo

Delegado: Brasil-Sao Paulo

Inspector: Paraguay

Delegado: Paraguay

Inspector: Uruguay

Delegado: Uruguay





Región América-Pacifico-Caribe



42. P. Ángel Soto

43. P. Julio Soto

44. P. Carlos Longo

45. P. José Iriarte Aguirrezábal

46. P. Luis Ricardo Chinchilla

47. P. Óscar Julio Vian Morales

48. P. Ricardo Ezzati

49. P. José Nicolussi

50. P. Alfredo Videla

51. P. Carlos Julio Aponte

52. P. Camilo CastrelIón

53. P. Juan Bautista Calle

54. P. Marcos Barón

55. P. Germán Delgado

56. L. Gregorio Pérez

57. L. Luis Ganis

58. P. Pascual Chávez

59. P. José Luis Plasencia

60. P. Guillermo García M.

61. P. Fco. Javier Altamirano

62. P. Carlos Giacomuzzi

63. P. Carlos Cordero

64. P. Juan Pablo Perón

65. P. José Ángel Divassón


Inspector: Antillas

Delegado: Antillas

Inspector: Bolivia

Delegado: Bolivia

Inspector: Centroamérica

Delegado: Centroamérica

Inspector: Chile

Delegado: Chile

Delegado: Chile

Inspector: Colombia-Bogotá

Delegado: Colombia-Bogotá

Inspector: Colombia-Medellín

Delegado: Colombia-Medellín

Inspector: Ecuador

Delegado: Ecuador

Delegado: Ecuador

Inspector: México-Guadalajara

Delegado: México-Guadalajara

Inspector: México-México

Delegado: México-México

Inspector: Perú

Delegado: Perú

Inspector: Venezuela

Delegado: Venezuela



Región de lengua Inglesa

66. P. Patricio Lonergan

67. P. Juan Coleman

68. P. Julián Fox

69. P. Norman Ford

70. P. Ricardo Authier

71. P. Nino Cavoto

72. P. Miguel Winstanley

73. P. Jaime Gallagher

74. P. José Harrington

75. P. Juan Finnegan

76. P. Ricardo McCormick

77. P. Patricio Angelucci

78. L. Emilio Dubé

79. P. Tomás Prendiville

80. P. Ricardo Wanner


Sup. Visit.: África Meridional

Delegado: África Meridional

Inspector: Australia

Delegado: Australia

Sup. Visit.: Canadá Este

Delegado: Canadá Este

Inspector: Gran Bretaña

Delegado: Gran Bretaña

Inspector: Irlanda

Delegado: Irlanda

Inspector: Estados Unidos Este

Delegado: Estados Unidos Este

Delegado: Estados Unidos Este

Inspector: Estados Unidos Oeste

Delegado: Estados Unidos Oeste



Región Asia

81. P. Juan Bautista Zen

82. P. Savio Hon Tai-Fai

83. P. Tomás Thail

84. P. Luciano Odorico

85. P. Francisco Pánfilo.

86. P. Francisco Gustilo

87. P. Mario Baclig

88. P. Bautista Massa

89. P. Francisco Mizobe Osamu

90. P. Loddy Pires

91. P. Joaquín D'Souza

92. P. Sebastián Alancheril

93. P. Tomás Polackal

94. P. Luciano Colussi

95. P. Scaria Nedumala

96. P. Tomás Mulayinkal

97. P:Juan Kalapuraputhenpura

98. P. Domingo Jala

99. P. José Thelekkat

100. P. José Thekedathu

101. P. Pablo Puthanangady

102. P. Jacob Malayatti

103. P. Vicente Durairaj

104. P. José Raj Jaswant

105. P. Juan-Pedro Sathiaraj

106. P. Marcos Cuvelier

107. P. Pablo Hwang

108. P. Tito Pedrón

109. P. José Banchong

110. –

111.-


Inspector: China

Delegado: China

Sup. Visit.: África Este

Delegado: África Este

Inspector: Filipinas

Delegado: Filipinas

Delegado: Filipinas

Inspector: Japón

Delegado: Japón

Inspector: India-Bombay

Delegado: India-Bombay

Inspector: India-Calcuta

Delegado: India-Calcuta

Delegado: India-Calcuta

Inspector: India-Dimapur

Delegado: India-Dimapur

Inspector: India-Guwahati

Delegado: India-Guwahati

Delegado: India-Guwahati

Inspector: India-Bangalur

Delegado: India-Bangalur

Delegado: India-Bangalur

Inspector: India-Madrás

Delegado: India-Madrás

Delegado: India-Madrás

Sup. Visitad.: Corea

Delegado: Corea

Inspector: Tailandia

Delegado: Tailandia

Sup. Visit.: Vietnam

Delegado: Vietnam


Región Ibérica

112. P. David Bernardo

113. P. Simón Pedro Cruz

114. P. Miguel Carabias Flores

115. P. Antonio Doménech

116. P. Francisco Ríu Rovira

117. P. Ricardo Arias Gómez

118. P. Ángel Miranda Regojo

119. P. Arcadio Cuadrado

120. P. Antonio Rodríguez Tallón

121. P. Eusebio Muñoz Ruiz

122. P. Filiberto Rodríguez

123. P. J. Antonio Sanmartín

124. P. Antonio García Martínez

125. P. Aureliano Laguna Vegas

126. P. Manuel Castro Barco

127. P. Eugenio Alburquerque

128. P. Francisco Vázquez

129. P. Antonio Calero

130. P. M. Asurmendi Aramendía

131. P. Cándido Orduna Abadía


Inspector: Portugal

Delegado: Portugal

Inspector España-Barcelona

Delegado España-Barcelona

Delegado: España-Barcelona

Inspector: España-Bilbao

Delegado: España-Bilbao

Delegado: España-Bilbao

Inspector: España-Córdoba

Delegado: España-Córdoba

Inspector: España-León

Delegado: España-León

Delegado: España-León

Inspector: España-Madrid

Delegado: España-Madrid

Delegado: España-Madrid

Inspector: España-Sevilla

Delegado: España-Sevilla

Inspector: España-Valencia

Delegado: España-Valencia


Región Italia-Oriente Medio

132. P. Cayetano Galbusera

133. P. Dalmacio Maggi

134. P. Ángel Viganó

135. L. Silvano dalla Torre

136. P. Fausto Perrenchio

137. P. Amaldo Scaglioni

138. P. Enio Ronchi

139. P. Eugenio Riva

140. P. Pascual Liberatore

141. P. Vicente Savio

142. P. Antonio Martinelli

143. P. Vito Orlando

144. P. Nicolás Palmisano

145. P. Carlos Filippini

146. P. Julián Palizzi

147. P. Hilario Spera

148. P. Juan Luis Pussino

149. P. Antonio Petrosino

150. P. José Casti

151. P. Juan Lilliu

152. P. Victorio Costanzo

153. P. Vito Luis Perrelli

154. P. Humberto Romeo

155. P. Luis Basset

156. P. Luis Testa

157. P. Juan Ghiglione

158. P. Juan Filippin

159. P. Luis Zuppini

160. P. Alberto Trevisan

161. P. Juan Fredigotti

162. P. Adrián Bregolin

163. P. Alfredo Picchioni

164. P. Victorio Pozzo


Inspector: Italia-Adriática

Delegado: Italia-Adriática

Inspector: Italia-Central

Delegado: Italia-Central

Delegado: Italia-Central

Inspector: Italia-Lombardo Emiliana Delegado: Italia-Lombarda Emiliana Delegado: Italia-Lombarda Emiliana

Inspector: Italia-Ligur Toscana

Delegado: Italia-Ligur Toscana

Inspector: Italia-Meridional

Delegado: Italia-Meridional

Delegado: Italia-Meridional

Inspector: Italia-Novara Suiza

Delegado: Italia-Novara Suiza

Inspector: Italia-Novara Suiza

Delegado: Italia-Romana

Delegado: Italia-Romana

Sup. Visitad.: Italia-Cerdeña

Delegado: Italia-Cerdeña

Inspector: Italia-Sicilia

Delegado: Italia-Sicilia

Delegado: Italia-Sicilia

Inspector: Italia-Subalpina

Delegado Italia-Subalpina

Delegado: Italia-Subalpina

Inspector: Italia-Véneta Este

Delegado: Italia-Véneta Este

Delegado: Italia-Véneta Este

Inspector: Italia-Véneta Oeste

Delegado: Italia-Véneta Oeste

Inspector: Oriente Medio

Delegado: Oriente Medio



Región Norte de Europa y África Central

165. P. Juan Dingenen

166. P. Juan Pedro Tafunga

167. P. José Keler

168. P. Bernardo Maier

169. P. Luciano Desmet

170. P. Enrique Biesmans

171. P. Miguel Doutreluingne

172. P. Gerardo Durieux

173. P. José Kaiser

174. P. Andrés Dermek

175. P. Ladislao Vik

176. P. Francisco Kunetka (1)

177. P. Morando Wirth

178. P. Edmundo Klenk

179. P. Gerardo Balbo

180. P. Ivo Réaudin

181. P. Reinhard Helbing

182. P. Juan Pablo Müller

183. P. Augusto Brecheisen

184. P. José Grünner

185. P. Juan Schoch

186. P. Estanislao Hocevar

187. P. Franco Skrabl

188. P. Mirko Barbaric

189. P. Marcos Pranjic

190. p, Andrés Asma

191. P. Berto Van Vliet

192. P. Juan Pásztor

193. P. Juan Baji


Inspector: África Central

Delegado: África Central

Inspector: Austria

Delegado: Austria

Inspector: Bélgica Norte

Delegado: Bélgica Norte

Inspector: Bélgica Sur

Delegado: Bélgica Sur

Inspector: Checoslovaquia-Bratislava Delegado: Checoslovaquia-Bratislava

Inspector: Checoslovaquia-Praga

Delegado: Checoslovaquia-Praga

Inspector: Francia-Lyon

Delegado: Francia-Lyon

Inspector: Francia-París

Delegado: Francia-París

Inspector: Alemania-Norte

Delegado: Alemania-Norte

Inspector: Alemania-Sur

Delegado: Alemania-Sur

Delegado: Alemania-Sur

Inspector: Yugoslavia-Liubliana

Delegado: Yugoslavia-Liubliana

Inspector: Yugoslavia-Zagreb

Delegado: Yugoslavia-Zagreb

Inspector: Holanda

Delegado: Holanda

Inspector: Hungría

Delegado: Hungría





Delegación de Polonia

194. P. Zdzislaw Weder

195. P. Alejandroo Janeczek

196. P. Zbigniew Malinowski

197. P. Estanislao Skopiak

198. P. Estanislao Styrna

199. P. Juan Gliscinski

200. P. Adán Smigielski

201. P. José Wilk

202. P. Pedro Biegus

203. P. Mariano Dziubiñski

204. P. Francisco Krasoñ


Inspector: Polonia-Varsovia

Delegado: Polonia-Varsovia

Delegado: Polonia-Varsovia

Inspector: Polonia-Pila

Delegado: Polonia-Pila

Delegado: Polonia-Pila

Inspector: Polonia-Breslau

Delegado: Polonia-Breslau

Inspector: Polonia-Cracovia

Delegado: Polonia-Cracovia

Delegado: Polonia-Cracovia



Visitaduría Universidad Pontificia Salesiana


205. P. Adrián Van Luyn

206. P. Tarsicio Bertone


Sup. Vis.: UPS

Delegado: UPS



Casa generalicia


207. L. Renato Romaldi


Delegado: RMG



Observadores


1. P. Agustin Dzidziel

2. L. Cipriano Dusabeyezu

3. L. Fernando Martín

4. L. Nelo Valeri

5. L. Pedro Vespa

6. P. Santiago Mésidor


Deleg. del Rector Mayor para Polonia África Central

México-México

India-Guwahati

Italia-Roma

Haiti



Secretarios adjuntos

P. Jacinto Aucello

P. Francisco Castellanos

P. Mario Mauri


Casa generalicia

Casa generalicia

Casa generalicia



Afectos a la traducción


P. Nicolás Merino Urién

P. Jaime O'Halloran

P. Lamberto Petit

P. Jorge WilIiams



Español

Inglés

Francés

Inglés



(1) Sustituido por José Kopecky desde el 15 de abril.



ÍNDICE DE MATERIAS

(Las cifras remiten los números marginales)


Acogida

Jesús manifiesta la pedagogía del amor en la - de los pequeños y de los pecadores 12;

valores de - en algunos contextos 23 28;

- del salesiano, signo de Dios para el joven 98-99 105 164 219;

- de la vida 124;

- como actitud para favorecer la pertenencia eclesial 143;

la educación en la fe en los ambientes de amplia - (oratorios, centros juveniles y otros) 262-266;

comunidades de - para jóvenes en dificultad 290-294

África

compromiso de la Congregación en - 33s;

orientación operativa para la presencia salesiana en - 310


Alegría

espiritualidad de la - como núcleo fundamental de la espiritualidad juvenil salesiana: la - de la bondad 165, y el esfuerzo del crecimiento 166


Ambiente/s

el - humano, lugar concreto en que la comunidad manifiesta su fe 1;

- oratoriano, paradigma de todos nuestros ambientes 100;

- acogedor para quien empieza el camino de fe 105;

- salesiano y vivencia de Iglesia 169-170;

para educar en el amor, crear - ricos de intercambios comunicativo-afectivos 196;

la educación en la fe en - de amplia acogida (oratorios, centros juveniles y otros) 262-266, en - de educación sistemática 267-273;

nuevos - (lugares) de agrupación y educación: calle, salas de diversión y de reunión, etc. 62;

v. también Situaciones


Amistad

ocasiones de - para los jóvenes en el trabajo 60, en la calle y demás lugares de agrupación 62;

necesidad de - en el joven 143 169;

presencia de - de los educadores, elemento fundamental del ambiente educativo salesiano y del camino de fe 99-100 107 124 143 159 290;

Valor de la - en el camino vocacional 151;

espiritualidad juvenil salesiana como espiritualidad de la - con Jesucristo 167-168;

la - en la espiritualidad de comunión eclesial 169-170;

el clima de - en la celebración de la Eucaristía 175;

v. también Fiesta


Amor

pedagogía del - testimoniada por Jesucristo 12, por san Juan Bosco 97;

el testimonio de modelos inspirados en el - de Cristo revela a los jóvenes el valor de la fe 135;

el compromiso apostólico madura el -, que se hace don en la comunidad cristiana y en la sociedad 155;

en el - del salesiano los jóvenes descubren un signo de Dios que ama (lo que les lleva a amar la vida) 164;

Reconciliación y Eucaristía, sacramentos del - 174-175;

educación en el -: situación 192, cómo se refleja en el camino de fe 193-196, aspectos de una educación adecuada 197.200, el testimonio del salesiano 201, una catequesis atenta 202;

para construir la civilización del - 210-214;

v. también Caridad, Vida.


Animadores

promoción de - en el oratorio-centro juvenil 266;

programación y verificación anual de un camino de formación pedagógica y salesiana para - de grupo 281;

- de las grandes concentraciones juveniles 298;

la inspectoría prepare a los salesianos para ser - de comunidad 222;

el inspector nombre un - que oriente y coordine la dimensión vocacional y esté en relación con la Iglesia local 253


Antiguos Alumnos

mensaje del XXIII CG a los - 339.343: descubrir la pasión por los jóvenes y verlos como Don Bosco 340;

- llamados a ser testigos de una misión juvenil 341;

importancia de realizar una comunidad educativa auténtica 341;

responsabilidad de los SDB en la formación humana, espiritual y salesiana de los - 342

Áreas

- de atención en el camino para educar en la fe: meta global (un hombre orientado hacia Cristo que sepa integrar fe y vida) 112-115;

cuatro grandes aspectos de la maduración cristiana como - 116-119: hacia la madurez humana 120-129, hacia el encuentro auténtico con Jesucristo 130-139, hacia una pertenencia eclesial intensa 140-148, hacia un compromiso por el Reino 149-156


Bautismo

la vocación bautismal en la espiritualidad juvenil salesiana 159 164 173;

opción vocacional como desarrollo de la vocación humana y bautismal 149s;

espiritualidad, participación viva en la fuerza del Espíritu Santo recibida en el - y llevada a plenitud en la Confirmación (discurso del Papa al CG) 334


Bienaventuranzas

espíritu y exigencias de las - en la espiritualidad juvenil salesiana 162 166 167


Bosco (Don)

- hizo a los jóvenes protagonistas de la evangelización de otros jóvenes 70 159;

la vivencia espiritual siguiendo a - en la raíz de nuestra esperanza 92;

- nos enseña a reconocer la presencia activa de Dios en los jóvenes 94;

- maestro en ir a los jóvenes 97 100;

- modelo de integración de fe y vida 120, y síntesis entre fe y vida 162 178 180;

para - la religión es punto de referencia en la educación 123 159;

- santo de la alegría 165-166;

- maestro de las bienaventuranzas 166 y del encuentro con Cristo 167-168;

- educador de los jóvenes para una comunión de res­ponsabilidad 170;

- Y el amor a la Iglesia 171;

- Y el valor educativo de los sacramentos 148 173-175 y de la oración 176;

- y María 177;

- Y la comprensión de la fórmula 'ciudadanos honrados y buenos cristianos 178-180;

la vida ejemplar de - en su contexto social 207;

- Y la orientación vocacional 248;

cf. 154 (presentación de:- en la propuesta vocacional);

- y el reto de los medios de comunicación 256;

- y Bartolomé Garelli, tipo de acercamiento a los chicos y jóvenes en dificultad 291;

- invita a educar mediante un proyecto con la originalidad y la audacia de la propuesta de una santidad juvenil (mensaje del Papa) 312-313;

- genio del corazón, transmisor de una original opción pedagógica (discurso del Papa al CG) 332


Calle

los jóvenes y la - (como ambiente) 62


Camino (de educación en la fe)

construir un - a medida de los jóvenes: respuesta del XXIII Capítulo General 10;

las comunidades deben tomar en consideración su propio contexto si quieren hacer un - de fe con los jóvenes 17;

en el origen del -, la obra de Dios reconocida en toda

situación juvenil 94-96;

punto de partida del -: ir a los jóvenes 97-100; momentos del - propuesta de fe en el - educativo con características especiales (criterios) 101-111;

áreas de atención: meta global (un hombre orientado hacia Cristo, que sepa integrar fe y vida) 112-115;

cuatro grandes aspectos de la maduración humana como áreas 116-119: hacia la madurez humana 120-129, hacia el encuentro auténtico con Cristo 130-139, hacia una pertenencia eclesial intensa 140-148, hacia un compromiso por el Reino 149-156;

presencia de María en el - de fe 157;

- de fe y formación de la conciencia 185;

cómo se refleja la relación actual vida/amor en el 193;

el - de fe de los jóvenes requiere el testimonio de la comunidad 219-220;

el - de fe de los jóvenes requiere que la comunidad se inserte en el mundo juvenil con una nueva calidad pastoral 225-230;

el - de fe de los jóvenes requiere que la comunidad salesiana sea animadora de la comunidad educativo-pastoral y

de la familia salesiana 232-238;

el - de fe de los jóvenes pide a la comunidad una pastoral orgánica 239-246, una atención particular a la orientación vocacional 247-253, y una nueva forma de comunicación 254.260;

el - de fe de los jóvenes en situaciones particulares: en ambientes de amplia acogida 262-266, en ambientes de

educación sistemática 267-273, en los grupos juveniles 274-283, en el trato personal con el joven 284-289, en las

comunidades para jóvenes en dificultad 290-294, en las

grandes concentraciones juveniles 295-299;

el - vocacional

v. Vocación


Capítulo/s General/es

misión salesiana en el - Especial 5, en el XXI - 6, en el

XXII - 7, en el XXIII - 8-11;

el XXIII - relanza la investigación sobre la espiritualidad juvenil salesiana estudiada en el - Especial y en el XXI - 158;

XXIII - Y confrontación de los salesianos con los pobres en el mundo 203-204;

coincidencia de ideas con el XXI - para situaciones particulares que orientan experiencias juveniles específicas 261;

importancia y notas distintivas del - (saludo del card. Hamer) 315-317;

características y objetivos del XXIII - (discurso inaugural del Rector Mayor) 318-323;

mensaje del XXIII - (discurso final del Rector Mayor) 345


Caridad

seguimos el método de la - del Buen Pastor 93;

la -, característica del ambiente oratoriano 100;

- e integración de fe y vida 115 122;

el testimonio de modelos eminentes de - revela a los jóvenes el valor de la fe 135;

viviendo la - pastoral y el ambiente de familia, los salesianos suscitan en los jóvenes el interrogante de la felicidad 162;

la formación de los salesianos cuidará la interioridad apostólica, que es simultáneamente - pastoral y capacidad pedagógica 221;

de la - pastoral nace la fuerza de síntesis unitiva (discurso del Papa al CG) 332; cf. 349;

dimensión social de la -: componente esencial de la ética cristiana 203-204, necesidad de una educación general

205-207, respuesta histórica de Don Bosco 207-208, educar en el valor de la persona 209, conocer la compleja realidad sociopolítica 210, introducir a los jóvenes en si­tuaciones que piden solidaridad 211, responder mediante proyectos concretos de solidaridad 212, solidaridad fundada en el Evangelio y en la fe 213, así como en exigencias de participación política 214;

en la actividad educativa y pastoral salesiana deberá estar presente la dimensión social de la - (mensaje del Papa) 314;

un punto claramente vinculado a la nueva evangelización es la dimensión social de la - (discurso final del RM) 355;

v. también Amor


Catequesis

- que favorece el anuncio 136, y lleva a la transformación de la vida 138 (confrontación con los grandes problemas culturales);

- sacramental progresiva 148;

- que encamina a la reflexión vocacional 153;

- específica para formar la conciencia 189, - y educación en el amor 202;

la - en el oratorio-centro juvenil 264-265;

la comunidad cuide la capacidad comunicativa en la - 258;

v. también Evangelización, Fe (educación en la)


Centros

- de pastoral nacionales y regionales 245;

educación en la fe en - juveniles 262-266, en - de preparación para el trabajo (ambientes de educación sistemática) 267-273


Ciencias (de la educación)

nuestra reflexión acerca de los contextos aprovecha la aportación de las - competentes 16;

para la maduración de la fe el educador se sirve de las - 123;

compromiso de cualificar a los salesianos (cualificación pastoral y competencia educativo-profesional) 221 223

Colaboración

clima de - en los ambientes salesianos 125;

Don Bosco ejemplo de educación de los jóvenes en la - 170;

los grupos de la familia salesiana colaboran con nosotros como corresponsables 234;

la inspectoría estimule la - de los seglares 237


Comunicación

los jóvenes desean la - 51;

falta de - con los jóvenes que están lejos de la fe 77;

necesidad de un lenguaje capaz de comunicar en la nueva cultura 85;

- interpersonal 125 144 192-196;

promoción de la - pastoral en los diversos niveles de la Congregación 242-246;

el camino de fe de los jóvenes necesita que la comunidad desarrolle una nueva forma de -: importancia de la - 254, para el joven 255, reto para los educadores 256, orientaciones operativas 257-260;

cultivar la - entre grupos juveniles 282, en las grandes concentraciones juveniles 297;

v. también Relaciones


Comunicación social

a causa de los medios de - el mundo es cada vez más una aldea 17;

los jóvenes y la - 63 183 254 255;

la - y la irrelevancia de la fe 84;

- reto para los educadores salesianos 256;

compromiso de la Congregación en la - para este sexenio 257, comunidad local y - 258, el inspector y el encargado inspectorial de la - (incumbencias) 259, el consejero general de - (incumbencias) 260;

v, también Comunicación


Comunidad

la - salesiana, prioridad en el XXI CG 6;

la - procura comprender el contexto en que vive 15s;

la - interpelada por los retos juveniles 89;

su respuesta y las convicciones que la alimentan 90-93 208-214;

la - y la nueva evangelización 215: signo de fe 216, escuela de fe 217, centro de comunión 218, testigo de Jesucristo 219-220;

- local: programa anual de formación permanente para - 222'

- e inserción evangelizadora en su contexto y en el mundo juvenil (escrutinio anual) 229, - y realización de la - educativo-pastoral 236, los cargos en la - 243;

- lugar determinante para la pastoral vocacional 250, concreta sus modalidades en el proyecto educativo-pastoral y las realiza 252, cuida su propia capacidad comunicativa 258;

experiencias de participación juvenil en la - cristiana 147;

la - educativo-pastoral, ámbito único para el proceso de educación en la fe 110-111 170 232-233;

el camino de fe de los jóvenes pide que la - salesiana sea animadora de la - educativo-pastoral 232-238; necesaria unidad y convergencia operativa en la - educativo-pastoral 242, orientaciones operativas 242-246;

- para jóvenes en dificultad 290-294;

vibrante llamamiento a la - inspectorial y local (discurso final del RM) 351-352, iniciativas interinspectoriales (ibíd.) 353;

v. también Educación, Fe, Retos


Concentraciones

las grandes - juveniles 295-296, tengan calidad de anuncio 297-299


Conciencia

formación de la -: fuerte sentido de libertad 182, cómo se refleja en los jóvenes 183-185, intervención educativa 186-187, lectura evangélica de la realidad 188, catequesis específica 189, sentido del misterio, del pecado y de las limitaciones 190, necesidad de confrontarse con una norma 191


Concilio Vaticano II

estímulos del - a educar y acompañar al hombre 3; nuevo clima ecuménico por influjo del - 71


Confirmación

catequesis de la - para suscitar el sentido de la presencia del Espíritu 148;

la - lleva a realizar la madurez de la fe 173; espiritualidad, participación viva en la fuerza del Espíritu Santo recibida en el Bautismo y llevada a plenitud en la Confirmación (discurso del Papa al CG) 334


Congregación

camino de renovación recorrido por nuestra - en estos años 1-10;

la - se siente desafiada al leer los contextos y la situación de los jóvenes ante la fe 75s;

compromiso prioritario de nuestra - para la formación permanente y la cualificación continua de los salesianos. 221-224;

compromiso de nuestra - para cualificar sus presencias con miras a la educación en la fe 228-231, para construir en todas sus presencias la comunidad educativo-pastoral y para cualificar a los seglares 235-238;

nuestra - y las estructuras de animación pastoral: necesidad de comunión operativa 240, orientaciones operativas 242-246;

reflexión hecha por nuestra - acerca de la orientación vocacional 249-250;

dar a conocer y hacer amar la historia y la vida de nuestra - 252;

implicación de nuestra - en los problemas de la comunicación social 256, orientaciones operativas 257-260


Consejo General

v. Rector Mayor


Constituciones

cambios y añadiduras en el texto de las - 301-304: supresión del núm. 14 del § 1 del art. 132 de las - 302; modificación del § 2 del arto. 132 de las - 303; modificación del art. 151, 8 de - 304;

interpretación práctica del art. 151, 7 y 8 de - 306


Contextos

- en que viven las comunidades salesianas: mirada pastoral a los - 15-17, - donde abundan los bienes materiales 18-21, - de empobrecimiento 22-26, - de otras religiones 27-32, de nuevos países independientes 33-37, de salida de regímenes autoritarios 38-41, de grupos autóctonos y minorías étnicas 42-44

v. también inserción


Conversión

el camino de - a la persona de Cristo 137-138


Cooperadores salesianos

mensaje del XXIII CG a - 337-338: invitación en nombre de san Juan Bosco a asociarse en su trabajo de educación en la fe y de fe de los jóvenes 337, complementariedad apostólica en la familia salesiana y llamamiento a los salesianos 338


Cotidiano

espiritualidad de lo -: es síntesis entre fe y vida 162, descubrimiento de la riqueza de la Encarnación 163, amor a la vida 164


Cristo

v. Jesucristo


Criterios

- que sigue el estilo salesiano al orientar hacia la fe 101-111: propuesta de fe en el proceso educativo 102, con dos polos constantes: los jóvenes y Cristo 103;

es camino educativo 104, que da la preferencia a los últimos y a los más pobres 105, que avanza siempre hacia nuevas metas 106, que se adecua al paso de todo joven

107-109, que se realiza en comunidad 110-111


Crónica

- del XXIII CG 366-383


Cualificación

- continua de los salesianos, compromiso prioritario en este sexenio 221 223;

- de las presencias para la educación en la fe 228-231


Cultura

situación juvenil y -; en contextos con abundancia de bienes materiales 19, en contextos de empobrecimiento 22-23, en contextos de otras religiones 28, en los nuevos países independientes 33-34, en la salida de regímenes autoritarios 39, en grupos autóctonos y minorías étnicas 42.

-vivida y fe 16;

irrelevancia de la fe en la - actual 83-85, confrontación entre fe y problemas de la - 138 186-188 228;

el camino hacia la madurez humana como respuesta a los retos de la –actual 129;

la - y demás dimensiones en los ambientes de educación sistemática 267-273;

explosión de la - y nueva evangelización (discurso final del RM) 346-347;

v. también Contextos


Delegado

el - de pastoral juvenil y su equipo 244

Dicasterio/s

el Rector Mayor ofrezca, por medio de los -, elementos

y pautas para un 'proyecto seglares' en nuestra Congregación 238;

el de pastoral juvenil, referencia unificadora de los servicios, actividades y obras dedicados a la educación de la juventud 246;

v. también Rector Mayor


Dios

presencia de - Padre en la vivencia del salesiano 7;

la pedagogía de - Padre, modelo para educar a los jóvenes en la fe 11, testimoniada por el Hijo 12, distribuida por el Espíritu Santo 13;

- como interrogante para los jóvenes 8;

irrelevancia del tema de - 83;

la misión juvenil, colaboración en la obra de - 90-91; la obra de - reconocida en toda situación juvenil está en el origen del camino de educación en la fe 94-96; apertura a - en el descubrimiento del sentido de la vida 128;

lo humano como lugar del encuentro con -en la espiritualidad juvenil salesiana 163-164;

- horizonte de comprensión auténtica del amor 194; la comunidad salesiana testigo de - 219-220

v. también Jesucristo, Espíritu Santo


Dirección espiritual

- en el discernimiento vocacional 155;

- en el sistema preventivo 158;

- prolongación de la Reconciliación 174;

iniciativas de formación en la - 223 253;

- como encuentro personal con el joven 284-298

Director

la comunidad local, animada por el - tenga un programa anual de formación permanente 222;

la inspectoría prevea iniciativas con que formar a los en el campo de la dirección espiritual 223;

el - recupere el papel de orientador de los jóvenes 252; obligaciones del - con los grupos juveniles y en la espiritualidad juvenil salesiana 279-283;

el - ponga sumo interés en la relación personal con los jóvenes 287


Discernimiento

educar en el - ético 186-187;

- vocacional 155 250 252-253


Disposiciones

- sobre grupos de inspectorías 308-309;

- capitulares acerca de los compromisos operativos de la comunidad 219-256


Economía

sistema económico y contextos donde abundan los bienes materiales 18, en contextos de empobrecimiento 22 24 - 25, en contextos de otras religiones 29, en los nuevos países independientes 33, en la salida de regímenes autoritarios 38


Educación

historia del trabajo de la Congregación en la - 1-10;

la - se inspira en la pedagogía de Dios 11-14;

la - en los nuevos países independientes 34 37;

las instituciones educativas y los jóvenes 53: familia 54-55, instituciones educativas 54, instituciones religiosas 57-59; el oratorio, paradigma de todo ambiente educativo salesiano 100;

el proceso educativo, espacio privilegiado para el camino hacia la fe 102-111;

ciencia y sabiduría que requiere la - 123, algunas metas esenciales 124-129;

la espiritualidad salesiana es juvenil y, por tanto, educativa 160;

algunos núcleos más importantes de la - en la fe 181: formación de la conciencia 182-191, - en el amor 192-202, dimensión social (sociopolítica) de la caridad 203-214;

cumbre y corona de la - es la orientación vocacional 247;

- en la fe en los ambientes de - sistemática 267-273;

la - de los jóvenes es una de las grandes cuestiones de la nueva evangelización (discurso del Papa al CG) 332;

nueva -, exigida por la nueva evangelización: síntesis pedagógica del ,método de Don Bosco (discurso final del RM) 348-349;

v. también Camino, Fe, Maduración


Encarnación

descubrimiento de la - en la espiritualidad juvenil salesiana 163


Escrutinio

- anual de la comunidad local sobre su inserción evangelizadora en su contexto y en el mundo juvenil 229


Escuela

los jóvenes y la - (instituciones educativas) 56;

la calle, - de vida para muchos jóvenes en contextos de pobreza 62;

la comunidad, - de fe para los jóvenes 217;

la educación en la fe dentro de la - (ambientes de educa­ción sistemática) 267-273


Esperanza

nuestras comunidades, signo de - 82 85;

ejercicio de la - como estilo de vida 115 124;

la -, característica del ambiente de Valdocco 165;

María Santísima, fuente de - 177


Espíritu Santo

- guía en el camino de renovación de nuestra Congregación 1 5;

- difunde la sabiduría pedagógica del Padre 13;

obra del - en los jóvenes, base para educar en la fe 91 92 95 112 164 (recomponer la unidad) 168;

- y vida como proyecto vocacional 178-180;

- fuente de comunión operativa en la pastoral 239; espiritualidad significa participación en la fuerza viva del - recibida en el Bautismo y llevada a plenitud en la Confirmación (discurso del Papa al CG) 334

Espiritualidad (Juvenil Salesiana)

- como vivencia 92;

- : espiritualidad salesiana y juvenil y, por tanto, educativa 158.160;

núcleos fundamentales de la - 161: - de lo cotidiano 162-164, - de la alegría y el optimismo 165-166, - de la amistad con Jesucristo 167-168, - de comunión eclesial

169.177, - de servicio responsable 178-180;

ahondamiento de la - por parte de los responsables de grupos juveniles y del MJS 283;

- juvenil que se ha de profundizar: Don Bosco, maestro de - juvenil (mensaje del Papa) 313;

la síntesis orgánica entre fe y vida que ha de madurar en los jóvenes sólo se obtiene mediante la fuerza de una - concreta (discurso inaugural del RM) 327;

suscitar entre los jóvenes una - auténtica (discurso del Papa al CG) 334


Eucaristía

participación en el misterio de la Iglesia mediante la – 148;

el encuentro con Cristo y con los hermanos en el sacramento de la - 175;

acompañamiento de los jóvenes en dificultad hasta el encuentro en la - 294;

v. también Sacramentos


Evangelio

anuncio del - a los jóvenes 136-137;

- y vida cotidiana 149 184 186-189;

lectura del - en la espiritualidad juvenil salesiana 162 - 163 166;

la dimensión social de la caridad, dimensión constitutiva del - 204;

la comunidad salesiana, llamada a revisarse y renovarse a la luz del - 215-218;

v. también Palabra de Dios


Evangelización

la nueva -, razones y contexto 4;

nueva - y misión juvenil salesiana 90-91;

nueva - y comunidad salesiana 215-218;

necesidad del testimonio de la comunidad 219-220;

la comunidad local busca caminos concretos para dar nueva vida a su presencia entre los jóvenes, y revisa anualmente mediante un escrutinio la eficacia de su acción

evangelizadora 229;

- alma del oratorio-centro juvenil 264;

explosión de las culturas y nueva - (discurso final del RM) 346-347;

originalidad de la - de la juventud en la praxis educativa de Don Bosco (ibíd.) 348


Familia

la - y los jóvenes 54-55 193-196;

iniciación en la fe a partir de la - 139;

preparación para formar una - 148 178180


Familia salesiana

el camino de fe de los jóvenes requiere que la comunidad salesiana sea animadora de la - 234;

compromisos operativos 235-236;

estamos en comunión, somos familia movilizada apostólicamente (del mensaje del XXIII CG a los Cooperadores) 338;

compromiso de animación de los seglares de la familia salesiana (discurso final del RM) 354


Fe

de la misión al camino de educación en la - 1-14;

nuevos interrogantes para la - de los jóvenes 8-9, y respuesta del XXIII CG 10-14;

- y contextos: v. Contextos;

perspectivas y peligros para la educación de los jóvenes en la -: v. Jóvenes (situaciones);

los jóvenes ante la -: jóvenes lejanos 64-66, jóvenes abiertos al tema religioso 67, jóvenes de simple práctica religiosa 68, jóvenes comprometidos 69-70, jóvenes de otras confesiones cristianas 71, jóvenes de otras religiones 72-74;

retos para la educación en la - 75: de quienes están lejos de la - o le son ajenos 76-77, de la pobreza 78-82, de la irrelevancia de la - en la vida y en la cultura 83-85, del encuentro con otras religiones 86, de la vida 87-88;

camino de educación en la -: origen 94-96, aspectos 101-111, meta global y áreas de atención 112-156 (v. también Camino);

integración de - y vida 114-115 138 162-164 178-180 186-187;

confrontación entre - y problemas culturales 138;

cf. 349 (discurso final del RM);

hacia una - robusta y dinámica 139;

acto de - en la Iglesia 146;

algunos núcleos más importantes en la educación de la -: formación de la conciencia 182-191, educación en el amor 192-202, dimensión social de la caridad 203-214;

el camino de fe de los jóvenes exige a la comunidad: testimonio 219-224, inserción en el contexto y en el mundo juvenil 225-231, animación de la comunidad educativo-pastoral y de la familia salesiana 232-238, una pastoral orgánica 239-246, atención a la orientación vocacional 247-253, una nueva forma de comunicación 254-260;

la educación en la - en algunas situaciones particulares 261: ambientes de amplia acogida 262-266, ambientes de educación sistemática 267-273, grupo juvenil 274-283, trato personal con el joven 284-289, comunidades para jóvenes en dificultad 290-294, grandes concentraciones juveniles 295-299


Fiesta

características de la - salesiana 165


Finalidad

oriéntese todo el proceso educativo hacia la - religiosa de la salvación (discurso del Papa, 1 de mayo) 331;

v. también Meta


Formación permanente

necesidad de - para la comunidad salesiana 220;

- compromiso prioritario de nuestra Congregación en este sexenio 221: programa anual de - en toda comunidad local 222, plan orgánico de - en cada inspectoría 223;

- como actitud constante que madura por medio de iniciativas inspectoriales y locales que ayuden a poner en práctica en las casas y a diario las directrices capitulares (discurso final del RM) 352


Fracasos

- educativos: significado 108


Grupos

importancia del - juvenil entre los agentes de educación 61;

ansia de - 144, - como lugar donde descubrir la Iglesia 145;

los - en la comunión eclesial 169;

- vocacionales 249-252;

la dimensión vocacional en todo - 253;

- juvenil en la educación en la fe 274;

Movimiento Juvenil Salesiano 275-277, orientaciones operativas 278-283


Hijas de María Auxiliadora

saludo a las - miembros de su XIX Capítulo General 336

Historia

nuestra Congregación en la - de la salvación: de la misión al camino de educación en la fe 1-14;

solidaridad con la - 2;

camino parta injertar el Reino en la - 117;

v. también Bosco (Don), Congregación


Hombre

el nuevo humanismo hace urgente la educación del como persona 2-3;

los jóvenes son sensibles al nuevo humanismo 184;

en el camino de fe hay que pensar qué tipo (imagen) de - se debe construir 10 112-113 123 129;

Jesucristo, verdadero y definitivo proyecto de hombre 12,

un - perfecto, meta del camino del - 103 113 116 130;

también la espiritualidad juvenil salesiana tiende a hacer

que los jóvenes crezcan según la medida de Cristo, perfecto 160; cf. también 347;

la espiritualidad salesiana es espiritualidad de servicio al - 178s;

el área de la maduración humana 120-129

Iglesia

en comunión con la - 3 5 8;

la - experta en educación 13;

- y cultura 16;

la -en contextos donde abundan los bienes materiales 19, en contextos de empobrecimiento 24, en contextos de otras religiones 30, en los nuevos países independientes 36, en la salida de regímenes autoritarios 39 40, en grupos autóctonos y minorías étnicas 43;

situación de los jóvenes ante la - : jóvenes que viven lejos de la fe 66, jóvenes abiertos a cierta participación 67-68, jóvenes comprometidos 69;

la referencia a la - es constante y cruza todas las áreas 118;

el camino hacia una pertenencia intensa a la -: el encuentro con Cristo en la - 140, pertenencia que madura progresivamente 141-142, necesidad de amistad y de relaciones interpersonales 143, anhelo de grupo 144, el grupo como lugar donde descubrir la - 145, acto de fe en la - 146, vivencias de participación en la comunidad cristiana 147, celebrar la salvación 148;

la espiritualidad juvenil salesiana es espiritualidad de comunión eclesial: deseo de vivir con otros 169, para una comunión en la responsabilidad 170, hacia la - particu­lar 171 226, hacia la - universal 172, con Cristo encontrado en los sacramentos 173, en el sacramento del perdón 174, en el sacramento de la Eucaristía 175, en la oración 176;

María, Madre y Auxiliadora de la - 177;

confrontación con la experiencia de la - en la formación de la conciencia 191, con la enseñanza social de la – 210-214, con las orientaciones de la - en 'Christifideles laici' 233;

comunión operativa pastoral en la - 226 239-242; relación con la - local en ]a pastoral vocacional 253; la misión salesiana al servicio de la - (card. Hamer) 316;

el CG acto de comunión eclesial (ibíd.) 317;

la - mira con confianza a los Salesianos y les alienta a seguir por el camino de la educación de los jóvenes (discurso del Papa al CG) 331


Inserción

la comunidad vive en sintonía con los grandes problemas del mundo y está atenta a los sufrimientos del ambiente donde vive 208;

- de la comunidad salesiana en su contexto y' en el mundo juvenil con una nueva calidad pastoral 225-230;

la - en la Iglesia local y en el territorio al revisar el proyecto educativo-pastoral 230


Inspector/Inspectorías

retos captados por las - 8-9;

toda - prepare un plan orgánico de formación permanente de los salesianos 223;

responsabilidades de las -respecto a la inserción en su contexto y en el mundo juvenil 227;

antes de terminar el próximo capítulo inspectorial toda - revisará el proyecto educativo-pastoral salesiano 230; el - verifica el camino hecho en la realización de la comunidad educativo-pastoral 236;

la - prepare un programa de formación de los seglares 237;

el - con su Consejo es el responsable de la pastoral de la -: nombrará un delegado de pastoral juvenil 244;

el - nombre un encargado inspectorial de comunicación social (incumbencias) 259;

el - verifique la dimensión vocacional, nombre un animador inspectorial que coordine la pastoral ¡vocacional 253;

los organismos de la - y la enseñanza de la religión en los ambientes de educación sistemática 271;

obligaciones del - y de los responsables inspectoriales

para con los grupos juveniles y el Movimiento Juvenil Salesiano 278-283;

decisiones capitulares sobre los grupos de - 308-309


Instituciones educativas

relación de los jóvenes con las - 53: familia 54-55, insti­tución escolar 56, instituciones religiosas 57-59;

otros agentes de educación: trabajo 60, grupo juvenil 61, calle y demás ambientes de agrupación espontánea 62, comunicación social 63;

compromisos de la Congregación: en ambientes de amplia acogida 262-266, en grupos juveniles 274-283, en las grandes concentraciones juveniles 295-299


Integración

- entre fe y vida («buen cristiano y ciudadano honrado»)114-115;

v. también Fe, Vida


Interiorización

necesaria - de toda propuesta 119; - de las normas 182 191;

v. también Conciencia


Internados

la educación en la fe en los - 267-273


Itinerarios

los - de fe, determinaciones del camino a medida de los jóvenes que lo recorren 109, tarea para el próximo capítulo inspectorial 230 261;

la pastoral vocacional, aspecto que cualifica los - de fe 251

- que se han de explicitar para todo grupo juvenil y constelación de grupos 280


Jesucristo

- testigo de. la obra educativa del Padre 12;

- y nuestro encuentro con otras religiones 86;

- y el reto de la vida 88;

el estilo de existencia de - vía y método del camino de fe 92-93;

- punto de referencia del camino de educación en la fe 103 104 110 111 123;

un hombre orientado hacia Cristo, meta global del camino de educación en la fe 112-114;

la referencia a - es constante y cruza todas las áreas 118;

el camino hacia el encuentro auténtico con -: plenitud de vida en - 130, el encuentro con - 131 gracias al testimonio 132;

algunas metas: de los signos de Cristo al testimonio 134-135, del testimonio al anuncio 136, del anuncio al descubrimiento de la persona de - 137, transformación de la vida 138, 166, fe robusta y dinámica 139;

el encuentro con - en la Iglesia 140s (v. también Iglesia);

espiritualidad juvenil salesiana y descubrimiento continuo de la Encarnación de - 163, seguimiento de - crucificado 166;

la espiritualidad juvenil salesiana como espiritualidad de la amistad con el Señor: encuentro con – resucitado 167, para adquirir un corazón nuevo 168;

- encontrado en los sacramentos 173, en el sacramento del perdón 174, en el sacramento de la Eucaristía 175, en la oración 176;

la comunidad salesiana testigo del seguimiento de - 216;

el anuncio de - en las comunidades de chicos y jóvenes en dificultad 292-293


Jóvenes

la evangelización de los - en el XX CG 5, en el XXI CG 6, en el XXII CG 7, en el XXIII CG 8-14;

los - en los diversos contextos: en contextos donde abundan los bienes materiales 21, en contextos de empobrecimiento 25, en contextos de otras religiones 31, en los nuevos países independientes 37, en la salida de regímenes autoritarios 41, en grupos autóctonos y minorías étnicas 44;

compromiso de los - en lo social: en contextos donde abundan los bienes materiales 21, en contextos de empobrecimiento 26, en contextos de otras religiones 32, en la salida de regímenes autoritarios 41, ante las distintas formas de pobreza 47, en el trabajo 60;

aspectos positivos y negativos de la situación de los - 45: frente a la pobreza 46-47, deseo de realizarse 48, búsqueda de nuevos valores 49-50, ansia de nuevas relaciones 51-52;

los - y las instituciones educativas 53: familia 54-44, escuela 56, instituciones religiosas 57-59;

otros agentes de educación: el trabajo 60, el grupo juvenil 61, la calle 62, la comunicación social 63 ,255;

los - ante la fe: los que están lejos de ella 64-66, abiertos al tema religioso 67, de simple práctica religiosa 68, comprometidos 69-70, de otras confesiones cristianas 71. de otras religiones 72-74;

Dios y su obra en los -, en el origen del camino de educación en la fe 94-96;

nuestro trabajo: ir a los - 97, donde se encuentren 98, valorizando lo que ya tienen 99, ofreciéndoles un ambiente educativo (ambiente 'oratoriano') 100;

la espiritualidad salesiana es juvenil 159;

los - y el sentido de la libertad: formación de la conciencia 182-191 (v. también Conciencia);

educación de los - en la solidaridad (sociopolítica) 203-214 (v. también Caridad);

el camino de fe de los - exige a la comunidad: testimonio 219-220, inserción en el contexto y en el mundo de los jóvenes con nueva calidad pastoral 225-230, animación de la comunidad educativo-pastoral y de la familia salesiana 232-234, una pastoral orgánica 239-246, atención particular a la orientación vocacional 247-259, una nueva forma de comunicación 254-260;

situaciones específicas de los - (orientaciones operativas) 261: ambientes de amplia acogida 262-266, ambientes de educación sistemática 267.273, grupo juvenil 274-283, trato personal con el joven 284-289, comunidades para jóvenes en dificultad 290-294, grandes concentraciones juveniles 295-299;

«en el centro de vuestra atención estén siempre los - ... sed para ellos padres y hermanos como os enseñó Don Bosco» (discurso del Papa al CG) 331;

Carta a los jóvenes 358-365;

v. también Camino, Evangelización, Fe


Laicos

v. Seglares


Lejos de la fe

jóvenes religiosamente -: situaciones 64-66, reto para nuestra vocación de educadores en la fe 76-77 97-100 225. destinatarios privilegiados del camino de educación en la fe 105 226 230


Lenguaje

irrelevancia del - religioso y retos que plantea 83-85; - fácil e inmediato para quienes empiezan el camino 105;

- de los signos 134 148;

el testimonio, - que convence a los jóvenes 219; importancia del - para el joven 254-255;

el - como reto a los educadores 256, orientaciones operativas 257-260;

cuidar la capacidad del salesiano para emplear un - adecuado 258;

v. también Comunicación, Comunicación social, Testimonio


Libertad/Liberación

- en contextos donde abundan los bienes materiales 18;

aspiraciones a la - e Iglesia en contextos de empobrecimiento 24;

nuevo clima de libertad en los países que salen de regímenes autoritarios 38 40;

los jóvenes y la - en los cambios de sociedad 47 88; nuestra acción educativa y la - 80 115 122 166;

fuerte sentido actual de - 182, cómo se refleja en los jóvenes 183-185, intervención educativa 186-187, lectura evangélica de la realidad 188, catequesis especifica con sentido del misterio, del pecado y de las limitaciones 190, necesidad de confrontarse con una norma 191;

liberación de las viejas y nuevas formas de pobreza 204-208;

v. también Caridad (dimensión social), Pobreza


Maduración

cuatro grandes aspectos de - cristiana 116-119: hacia la - humana 120-129, hacia el encuentro auténtico con Cristo 130-139, hacia una pertenencia eclesial intensa 140-148, hacia un compromiso por el Reino 149-156;

- progresiva de la pertenencia a la Iglesia 141-148; cómo se refleja en la - la actual relación vida/amor 193-196


María Santísima

presencia materna de - en el camino de fe 121 157;

- Madre y Auxiliadora de la Iglesia en la espiritualidad juvenil salesiana 177;

nuestra confianza en - (discurso inaugural del RM) 328;

« - sea para vosotros, como para san Juan Bosco, maestra y guía, estrella de la nueva evangelización» (discurso del Papa al CG) 335;

encomendamos a - la comunión en la identidad fraterna de todas las inspectorías y el relanzamiento de una verdadera espiritualidad juvenil (discurso final del RM) 357


Matrimonio

la catequesis sobre el - prepara para vivir el amor 148


Meta/s

- global del camino de educación en la fe: un hombre orientado hacia Cristo 112-113, que sepa integrar fe y vida 114-115;

- del camino hacia la madurez humana: acogida de la vida 124, apertura al prójimo 125, lograr que afloren de las aspiraciones profundas 126, descubrimiento del sentido de la vida 127, anhelo de transcendencia 128

v. también Finalidad


Misión

de la - a la educación en la fe 1-3: la - en el XX CG 5, en el XXI CG 6, en el XXII CG 7, en el XXIII CG 8-11;

unidad de - y consagración en 'el XXII CG 7;

- razón de ser de la comunidad salesiana 217;

- juvenil, colaboración a la obra de Dios 90-91 94-96;

vocaciones y - 180;

- y dimensión social de la caridad 203-214;

«vasta es la - y ardua la tarea; pero la Iglesia mira con confianza a vuestro Instituto y os alienta a seguir adelante» (discurso del Papa al CG) 331


Misiones

la primera expedición misionera salesiana, suscitadora de sensibilidad mundial entre los jóvenes 172;

el reavivado entusiasmo misionero abre nuevos horizontes vocacionales 249


Misterio

el sentido del - en la vida de toda persona 190


Modelo/s

- y educación en los nuevos países independientes 34;

- educativo de la tradición salesiana 123, metas 124-129;

- y propuesta vocacional 153-154;

- que propone la comunicación social 254


Movimiento Juvenil Salesiano

naturaleza del - 275-276, comunicación entre grupos del - 277, orientaciones operativas para la educación en la fe dentro del - 278-283


Mundo

solidaridad con el - y su historia 2 203 208; -de los jóvenes: v. Jóvenes;

v. también Caridad, Sociedad


Norma

necesidad de confrontarse con una - 191


Núcleos más importantes

algunos - de la educación en la fe 181: formación de la conciencia 182-191, educación en el amor 192-202, di­mensión social de la caridad 203-204


Oración

- en el camino de fe 139;

mediante la - se realiza la participación más intensa en el misterio de la Iglesia 148;

- y discernimiento vocacional 155;

encuentro con Cristo en la - dentro de la espiritualidad juvenil salesiana 176


Oratorio

- paradigma de todos nuestros ambientes educativos 100;

- de Valdocco, cuna de la espiritualidad juvenil salesiana 158, ambiente favorable para la vocación 179;

educación de la fe en el - 262-266;

los salesianos tienen la responsabilidad de refundar el - (discurso final del RM) 345, fisonomía oratoriana de la praxis de Don Bosco (ibíd.) 350

Orientación/ es

- operativas para situaciones particulares 261-299: ambientes de amplia acogida 262-266, ambientes de educación sistemática 267.273, grupo juvenil 274-283, relación personal con el joven 284-289, comunidades para jóvenes en dificultad 290-294, grandes concentraciones juveniles 295-299'

- operativa para la presencia salesiana en África 310;

- vocacional: v. Vocación


Palabra de Dios

leer los contextos a la luz de la - 15;

la - en la maduración cristiana 118 136 186;

la - en el centro de la propia existencia en la Iglesia 146 148;

la - en la iluminación de la conciencia 191, Y en la ma­duración del compromiso social 213;

- y uso de .los medios de comunicación social 256;

v. también Evangelio


Papa

reconocimiento de la misión del - y de los pastores de la Iglesia 146 171;

amor y adhesión al -, componentes de la espiritualidad juvenil salesiana 172;

mensaje del - al XXIII Capítulo General 311-314; saludo del RM al - el uno de mayo 329;

discurso del - al XXIII CG en su visita del uno de mayo 330-335;

aliento apostólico del - (discurso final del RM) 356; crónica de la visita del - 380


Pastoral

la reflexión capitular es pastoral 16;

el camino de fe de los jóvenes exige una - orgánica: comunión operativa 239, estructuras de unidad 240-241, cargos en la comunidad local 243, el inspector con el delegado y el equipo de - juvenil 244, centros de - nacionales o regionales 245, referencia unificadora del Dicasterio de - juvenil 246;

participación en la - de la Iglesia local 146 171 226; forman parte del equipo inspectorial de - juvenil: el delegado 244, el animador de - vocacional 253, el encargado de la comunicación social 259


Pecado

sentido del - 190

v. también Conciencia, Reconciliación


Peregrinación

- en cuanto concentración juvenil 295

Persona/personalidad

educación de la -, compromiso prioritario 2;

deseo de construirse una - válida, anhelo actual de la juventud 48;

- y valores 49 50 184 192-194 198;

educar en el valor de la - 209;

la nueva evangelización y la - 4;

- cuyo punto de referencia sea Cristo, meta global del camino 114;

descubrimiento de la - de Cristo 137;

v, también Jesucristo;

v. también Conciencia, Amor


Pertenencia

maduración progresiva de la - a la Iglesia 141-148


Piedad

- como actitud filial hacia el Padre 139 176;

v. también Oración, Dios


Pobreza

- en contextos donde abundan bienes materiales 18, en contextos de empobrecimiento 22, en contextos de otras religiones 29, en los nuevos países independientes 37;

la calle como única escuela de vida en contextos de - 62;

reacciones de los jóvenes ante las diversas formas de - 46-47;

la - como reto a nuestra vocación de educadores en la fe 78-82 203-204;

el camino de educación en la fe da la preferencia a los más pobres 105 120 266;

el XXIII CG y la confrontación continua con las formas antiguas y nuevas de - 203-204, el reto que son y la necesidad de formar la mentalidad 205-206, respuesta histórica de Don Bosco 207, y de la comunidad salesiana 208, educar en el valor de la persona 209, encauzar al conocimiento de la compleja realidad sociopolítica 210, introducir a los jóvenes en situaciones que invocan solidaridad 211, responder con proyectos concretos de solidaridad 212, solidaridad fundada en el Evangelio y en la fe 213, así como en exigencias de participación política 214;

v. también Caridad (dimensión social)


Política

- y contextos donde abundan los bienes materiales 18, y contextos de empobrecimiento 22, y contextos de otras religiones 29, y nuevos países independientes 33, y salida de regímenes autoritarios 38-39, y grupos autóctonos y minorías étnicas 42;

ética y -; fracturas 205-206, necesidad de una educación general 205, educar en el valor de la persona 209, encauzar el conocimiento de la compleja realidad sociopolítica 210, introducir a los jóvenes en situaciones que invocan solidaridad 211, responder mediante proyectos concretos de solidaridad fundada en el Evangelio y en la fe 213, así como en exigencias de participación política 214

Proyectos

- educativo-pastoral: prioridad en el XXI CG 6, su objetivo 10, 12;

verificación del - como respuesta a los retos de los jóvenes 89 225;

revisión del - antes de o durante el próximo capítulo inspectorial 230;

pastoral vocacional en el - local 252-253;

el camino de educación en la fe como - original de vida cristiana, sistema preventivo como - de espiritualidad 158;

v. también Espiritualidad; el amor como - de vida 193 201;

dimensión social de la caridad y - de solidaridad 212-214;

compartir los - con los jóvenes 225-226


Pureza

- y educación en el amor 197 201;

testimonio de castidad del salesiano y educación amor 201;

v. también Amor


Reconciliación

encuentro con Cristo en el sacramento de la - 174 191;

el sacramento de la -, momento privilegiado de encuentro personal con el joven 289;

el sacramento de -, gracia y fuerza para los jóvenes en dificultad 294;

v. también Conciencia, Sacramentos


Rector Mayor

el - con su Consejo orienta, sigue y verifica los planes inspectoriales de formación permanente 224, ofrece orientaciones y apoyo a las decisiones inspectoriales acerca de la significación y alcance eclesial y social de las obras 227, orienta las reflexiones y decisiones de las inspectorías para adecuar el trabajo pastoral a las nuevas situaciones 231;

- ofrece, por medio de los dicasterios competentes, elementos y pautas para un 'proyecto seglares' 238;

discurso del - en la inauguración del XXIII CG 318-328: saludo del - al Santo Padre 329;

discurso del - en la clausura del XXIII CG 344-357;

informe del RM al XXIII CG (crónica) 369;

carta a los jóvenes 358-365


Reglamentos

- Generales: cambio en el arto 76,4 305 307


Reino de Dios

hacia un compromiso por el -, camino vocacional 149-156


Relación

- personal con el joven y educación en la fe (orientaciones) 284-289


Relaciones

ansia de nuevas - por parte de los jóvenes 51-52; necesidad de - interpersonales en el camino hacia la fe 143-145;

el crecimiento de los jóvenes y las - de comunicación 254-255, reto a los educadores 256


Religión

jóvenes e instituciones de la - 57-59;

valor de la vivencia religiosa en la formación de la personalidad 129;

cualificar la enseñanza de la - en los ambientes de educación sistemática 271


Religiones

características de los contextos de otras - 27-32;

los jóvenes de otras - ante la fe 72-74;

el encuentro con otras - reto para nuestras comunidades de educadores en la fe 86


Religiosidad

- (popular) en contextos donde abundan los bienes materiales 20, en contextos de empobrecimiento 23, en contextos de otras religiones 27.28, en los nuevos países independientes 35, en la salida de regímenes autoritarios 39, en grupos autóctonos y minorías étnicas 42;

- juvenil y estructuras religiosas 57-59;

jóvenes y -: los que están lejos de la fe 64-66, abiertos al tema religioso 67, jóvenes de simple práctica religiosa 68, comprometidos 69-70, de otras confesiones cristianas 71, de otras religiones 72-74


Residencias

educación de la fe en - para estudiantes y trabajadores 267-273


Responsabilidad

Don Bosco, ejemplo de educador de los jóvenes en la - participada 170 159;

apertura a la - en el grupo juvenil 144, toma de - en la Iglesia 147;

- en el compromiso vocacional 149s;

la espiritualidad juvenil salesiana como espiritualidad de servicio responsable 178-180;

formación del joven en la - ética 126 186-187 203-205;

introducir a los jóvenes en situaciones que piden - y solidaridad social 211-214;

- común en la comunidad educativa: v. Comunidad;

nuestra - para con la familia salesiana 233;

v. también Conciencia, Comunidad

Retos

los nuevos - del mundo de los jóvenes 8, captados por todas las inspectorías 9, Y respondidos por el XXIII CG l0, inspirándose en la pedagogía del Padre 11, testimoniada por el Hijo 12, difundida por el Espíritu Santo 13, para que los jóvenes tengan vida 14;

los - más urgentes, individuados por el XXIII CG 75: jóvenes que están lejos o son ajenos a la fe 76-77, pobreza 78-82 203-204, irrelevancia de la fe 83-85, encuentro con otras religiones 86, la vida 87-88;

respuesta de la comunidad salesiana a los - juveniles 89;

convicciones que hay en la raíz de su esperanza 90-93; cuatro grandes aspectos de la maduración cristiana, res­puesta a los - de la actual situación cultural y juvenil 117;

v. también Maduración;

un camino hacia la maduración humana como respuesta a los - 129;

la espiritualidad juvenil salesiana ante el - fundamental para todo creyente 162-164

Sacramentos

-, celebración de la salvación 148;

-, encuentro con Cristo resucitado 173, en el - del perdón 174, y en la Eucaristía 175;

v. también Bautismo, Confirmación. Eucaristía, Reconciliación


Santidad

- juvenil salesiana y camino de fe 8 70 106; expresiones de - juvenil salesiana en nuestra tradición 100 158-160 165;

la originalidad y audacia de la propuesta de una santidad juvenil es intrínseca al arte educativo de Don Bosco (mensaje del Papa) 313;

v. también Espiritualidad


Seglares

la inspectoría prepare a los salesianos para ser formadores de - 223;

valorización y corresponsabilidad de los - 232-233, orientaciones operativas 235-238;

implicación de los - con miras a la educación de los jóvenes en la fe (discurso final del RM) 354


Servicio

la espiritualidad de un - responsable, núcleo fundamental de la espiritualidad juvenil salesiana: hacerse ciudadanos honrados y buenos cristianos 178, con la creatividad del amor 179, hasta comprometer toda la vida como y con Don Bosco 180;

- y educación en al amor 201;

ofrecer a los jóvenes experiencias de - como camino vocacional 252;

compromiso de - de la comunidad salesiana 219-220;

v. también Voluntariado


Sexualidad

la - entre los jóvenes de algunos contextos 21 192;

cómo se refleja en el camino de fe 193-195;

educación de la - 197-200


Signo/s

- de la presencia de Cristo y su presentación a los jóvenes 134-135;

la comunidad salesiana, - de fe 216;

el - de ir a los jóvenes en dificultad 291


Sistema preventivo

- prioridad subrayada por el XXI CG 6;

- en el encuentro con otras religiones 86;

- proyecto de espiritualidad 158;

- y educación en el amor 193-196;

- y acogida de los jóvenes en dificultad 290-294;

- fruto y fuente de espiritualidad salesiana (discurso inaugural del RM) 326


Situación (de la juventud)

algunos datos de la -: pobreza 46-47, anhelo de realización personal 48, búsqueda de nuevos valores 49-50, ansia de nuevas relaciones 51-52;

la juventud frente a los agentes de educación (familia, es­cuela, instituciones religiosas) 53-59, el trabajo 60, el grupo juvenil 61, la calle 62, la comunicación social 63


Situaciones

orientaciones operativas para - particulares 261: ambientes de amplia acogida 262-266, ambientes de educación sistemática 267-273, el grupo juvenil 274-283, la relación personal con el joven 284-2S9, comunidades para chicos y jóvenes en dificultad 290-294, grandes concentra­ciones juveniles 295-299

Sociedad/social

la - en contextos con abundancia de bienes materiales 18, en contextos de empobrecimiento 22, en contextos de otras religiones 29, en los nuevos países independientes 33, en la salida de regímenes autoritarios 38, en grupos autóctonos y minorías étnicas 42;

una personalidad capaz de construir una - renovada, meta global del camino de educación en la fe 112-115; servicio responsable a la - 178-180;

dimensión social de la caridad: componente esencial de la ética cristiana 203-204, necesidad de formar mentalidades 205-206, respuesta histórica de Don Bosco 207-20S, educar en el valor de la persona 209, encauzar hacia el conocimiento de la compleja realidad sociopolítica 210, introducir a los jóvenes en situaciones que piden solidaridad 211, responder con proyectos concretos de solidaridad 212, solidaridad fundada en el Evangelio y en la fe 213, así como en exigencias de participación política 214;

cf. 314 (mensaje del Papa) 355 (discurso final del RM);

v. también Contextos, Jóvenes, Servicio, Vida


Solidaridad

- con el mundo y su historia 2, con el mundo de los jóvenes 8;

caridad y - en la nueva evangelización 4;

valor de la - subrayado en los diversos contextos 19 23 42 49;

- que hay que procurar despertar en los jóvenes 143 151

164 178;

necesidad de educar en la - 205-206, respuesta histórica de Don Bosco 207-208, educar en el valor de la persona 209, encauzar hacia el conocimiento de la compleja realidad sociopolítica 210, introducir a los jóvenes en situaciones que piden - 211, responder con proyectos concretos de - 212, una - fundada en el Evangelio y en la fe 213, así como en exigencias de participación política 214;

v. también Caridad (dimensión social)


Territorio

animación educativa y cultural del - 179;

la comunidad local valorice toda forma de comunicación y solidaridad con su propio - 229;

toda inspectoría prestará atención a la inserción viva de cada una de sus obras en el Iglesia local y en el - 230


Testimonio

el - de los cristianos, vía fundamental para un encuentro auténtico con Jesucristo 131-132 l35;

el - en la educación en el amor 200-201;

el camino de fe de los jóvenes requiere el - de una comunidad 219, que se renueva constantemente 220;

la comunidad salesiana y el - de la dimensión social de la caridad 208-214;

el - de las comunidades de acogida para chicos y jóvenes en dificultad 290


Trabajo

necesidad del ~ en los diversos contextos 18 22 25 31 37;

los jóvenes y el - 60;

iniciativas que preparan a los jóvenes para el mundo del -, primeros pasos del camino de fe 122;

centros de preparación para el - (entre los ambientes de educación sistemática) 267s.


Unidad

- misión/consagración en el XXII CG 7;

la gracia de - 162 164 220;

- de la comunidad salesiana, signo evangélico 219;

- operativa pastoral en la Iglesia y en nuestra Congregación 239, estructuras de - 240-246;

la gracia de -, testimoniada por san Francisco de Sales y san Juan Bosco confirma que la unión con Dios es la verdadera fuente del amor eficaz al prójimo (discurso del Papa al CG) 332;

gracia de - que se realiza la síntesis entre educación y evangelización (discurso final del RM) 348-349


Valores

la búsqueda de nuevos - en la juventud actual 49-50; reto para la educación en la fe al desarrollar los - humanos 84-85 117 183;

ayuda para superar las carencias que condicionan la apertura a los – 122 193;

estima y búsqueda de los - en las personas 211;

v. también Jóvenes


Vida

la irrelevancia de la fe en la -, reto 83-85;

el reto de la -, síntesis y origen de los demás retos 87-88;

ayudar a acoger la - 124, y a gustarla abriéndose al prójimo 125, haciendo que afloren las aspiraciones profundas 126, descubriendo su sentido 127, abierta a lo transcendente 128;

integración de fe y - 114.115 120 162 164 178-180;

la propuesta de - cristiana en un camino educativo 101-111

plenitud de - en Cristo 130, transformación de la – en Cristo 138;

la - como vocación 149 151-154;

la - humana como lugar de encuentro con Dios en la espiritualidad juvenil salesiana (amor a la -) 163-164 180;

la Eucaristía, celebración jubilosa de la - 175;

elaboración de un código coherente de - : v. Conciencia;

v. también Amor


Violencia

jóvenes y - en contextos de abundancia de bienes mate. riales 21, en contextos de empobrecimiento 22 25, en contextos de otras religiones 31, como reacción a las di­versas formas de pobreza 47 206 .

Vivencia

- espiritual que debemos desarrollar en los jóvenes 92; el anuncio de Jesucristo introducido en la - del joven 103;

vida y - religiosa 120 132;

- de Iglesia 140s;

- unitaria del sistema preventivo 158;

compartir la - de los jóvenes 160;

la - evangélica, síntesis de fe y vida 162-164;

la - de grupo y la educación en la fe 144 274;

v. también Cotidiano


Vocación

hacia un compromiso por el Reino: la vida como - 149,

descubrir el propio lugar 150, procurar que aflore lo positivo de todo joven 151, alegría de poner al servicio del prójimo los propios dones 152, propuesta vocacional explícita 153-154, discernimiento vocacional 155, opción vocacional 156;

- nacida de experiencias de servicio 180;

El camino de fe de los jóvenes exige que la comunidad salesiana preste atención particular a la orientación vocacional: dimensión que cualifica 247-248, nuevas experiencias 249-250, forma parte de los itinerarios de fe 251, orientaciones operativas 252-253;

en el oratorio-centro juvenil 265


Voluntariado

- civil y misionero 179;

ofrecer a los jóvenes experiencias de - 252