CG28|es|Informe del Rector Mayor


INFORME DEL RECTOR MAYOR

AL CAPÍTULO GENERAL 28





1. TESTIGOS DE LA RADICALIDAD EVANGÉLICA: A LA LUZ DEL CG27


En continuidad con los últimos Capítulos generales, el CG27 invitaba con fuerza a toda la Congregación salesiana a vivir con radicalidad nuestra consagración apostólica. El llamamiento recordaba la necesidad y la importancia de redescubrir la identidad salesiana, viviendo la gracia de unidad y el gozo de nuestra vocación. El Capítulo nos pedía que realizásemos una fuerte, experiencia espiritual, convirtiéndonos en buscadores de Dios, capaces de construir una auténtica fraternidad de vida y de acción en nuestras comunidades, para dedicarnos generosamente a la misión salesiana caminando con los jóvenes.


Mirando al sexenio pasado, como también se hizo en el CG27, podemos comprender tanto las muchas manifestaciones de fidelidad como las situaciones de incoherencia y discrepancia que han puesto en evidencia en los últimos años. Esto es lo que pretendo verificar en estas primeras páginas.


1.1. Llamados a vivir más plenamente la primacía de Dios en nuestra vida y en nuestras comunidades.


El CG27 fue un don, una gracia y una oportunidad que nos ha empujado a ser más de Dios, más de los hermanos y más de los jóvenes, como dije tanto en mi primera carta como en el discurso conclusivo del Capítulo. Como consagrados, deseamos dar la primacía a Dios en nuestra vida. Ciertamente, hay muchos hermanos que viven cada día así, estimulados por la llamada a la santidad vivida por Don Bosco y por los que, junto a él, crecieron en una auténtica escuela de santidad, pero también alentados por la sed de vida y de autenticidad de muchos jóvenes en todo el mundo. Son numerosos los signos, a menudo simples, que hacen visible la primacía de Dios en nuestra vida cotidiana: el rico patrimonio de la espiritualidad de la vida cotidiana, caracterizada por un bellísimo espíritu de familia y por relaciones interpersonales positivas, cordiales y sanas; la disponibilidad, que se manifiesta muchas veces, en el acompañar la vida de los jóvenes y de sus familias y la paternidad espiritual1; la donación generosa, serena y gozosa de cada uno de nosotros por amor de Dios y de los hermanos...


Como lo fue para Don Bosco, también para nosotros, la primacía de Dios es lo que da plenitud a la vida consagrada, haciendo que evitemos «el riesgo de dejarnos absorber por las actividades, olvidándonos de que somos, por encima de todo, “buscadores de Dios” y testigos de su amor en medio de los jóvenes y de los pobres»2.

En este sexenio, hemos recordado que este camino solo es posible viviendo, tanto personal como comunitariamente, una conversión continua, siempre necesaria, ya que la meta nunca se logra de un modo definitivo. Hemos tratado de transmitir a las comunidades y a las Inspectorías una visión de fe, nunca de desesperación, que nos permitiera descubrir a Dios viviendo y regocijándonos cada día por los eventos que tanto nos hablan de Él.

Han sido numerosos los esfuerzos, las tentativas, las solicitudes de atención, las invitaciones que muchos de nosotros hemos hecho para vivir caminos de autenticidad. Y es mucho el bien que se hace en nuestra Congregación, en las comunidades y en los hermanos, cada día, cada uno de los días.


Con humildad también debemos reconocer que encontramos formas de autorreferencialidad y autosuficiencia que llevan a alguno a vivir sin la conciencia de ser colaboradores de Dios.

El CG27 afirmaba: «Ha disminuido progresivamente la visibilidad y credibilidad de nuestra vida consagrada»3. En estos años hemos tratado de sensibilizar a los hermanos y hacerlos tomar conciencia de esta situación, insistiendo, como dice san Pablo, "a tiempo y a destiempo" (Cf. 2 Tim 4,2); pero no podemos negar que, con frecuencia y por desgracia todavía hoy, la gente y los jóvenes nos reconocen más por el trabajo que hacemos que por ser Salesianos de Don Bosco, es decir, religiosos consagrados, llamados a dar testimonio de manera clara, transparente y sin dudas la esencia de su consagración.

Todavía queda mucho camino por recorrer. Seguramente podemos decir que la falta de visibilidad es el punto sensible de la vida consagrada tras el Vaticano II. Sin embargo, el hecho de que esto también les ocurra a otros consagrados no es motivo para sentirnos aliviados de ninguna preocupación y responsabilidad.

En definitiva, se trata de vivir una existencia en la que, a través de pequeños pasos, se testimonia que la conversión es posible, y de esta manera se manifiesta la identidad de nuestra vida consagrada; se trata de cultivar una sana tensión espiritual, que nos mantiene en camino, incluso si hoy parece poco valorada; de llevar a cabo un camino de transformación constante de la mente y el corazón, que debe ser un proceso deseado, buscado y aceptado personalmente. Todo esto constituye un proceso necesario para ayudarnos en vista de una regeneración siempre necesaria, porque la vida se desgasta, reduce y tiende a hacer desaparecer detalles importantes, lo que nos lleva a relativizar lo que no debe relativizarse, etc. Encontramos esta perspectiva en las palabras de san Juan Pablo II en la exhortación apostólica Vita consecrata: «Por tanto, la vida espiritual debe ocupar el primer lugar (…). De esta opción prioritaria, desarrollada en el compromiso personal y comunitario, depende la fecundidad apostólica, la generosidad en el amor a los pobres y el mismo atractivo vocacional ante las nuevas generaciones»4.


En estos seis años hemos tenido muy en cuenta, tanto yo como el Consejo General, las líneas programáticas del discurso de clausura del CG27. Evidentemente era algo más que un discurso. Su propósito era trazar un camino concreto y comprensible, en sintonía con el espíritu vivido y con las reflexiones del CG27. Ya entonces expresaba una convicción: «Sería realmente preocupante que alguno llegue a pensar que la fragilidad que constatamos en la vivencia de la primacía de Dios en nuestras vidas fuese algo propio de nuestro ADN salesiano»5, porque no fue así ni para Don Bosco ni para muchos de sus hijos con quienes maduró el carisma. Obviamente Don Bosco no quería que fuera así. Por tanto, creo que debemos continuar este camino, conscientes de estar en el camino correcto, para vivir una vida religiosa más auténtica; es el camino de la propia, sencilla santificación, el «don más precioso que podemos ofrecer a los jóvenes»6. Y sabemos que no es posible hablar de Don Bosco y de su predilección por los chicos y los jóvenes sin tener una predilección y una pasión todavía más fascinante por Jesucristo.



1.2. Una llamada a vivir una vida fraterna auténticamente atrayente


Para nosotros, Salesianos de Don Bosco, la vida comunitaria, la fraternidad evangélica vivida en comunidad, es una forma de realizar la experiencia de Dios. Es vivir la "mística de la fraternidad", elemento esencial de nuestra consagración apostólica. Nos dice el papa Francisco: «Allí está la verdadera sanación, ya que el modo de relacionarnos con los demás que realmente nos sana en lugar de enfermarnos es una fraternidad mística, contemplativa, que sabe mirar la grandeza sagrada del prójimo, que sabe descubrir a Dios en cada ser humano, que sabe tolerar las molestias de la convivencia aferrándose al amor de Dios, que sabe abrir el corazón al amor divino para buscar la felicidad de los demás como la busca su Padre bueno (…) ¡No nos dejemos robar la comunidad!»7.

Ciertamente, nuestros jóvenes son muy sensibles, especialmente en estos tiempos, a las señales que transmitimos, al testimonio que damos, más que a las palabras. En general, buscan relaciones sanas y transparentes, al menos con nosotros. Muchos de ellos experimentan divisiones y rupturas dentro de sus propias familias y nosotros, cuando vivimos nuestra fraternidad de manera convincente, les mostramos otro mundo, otra forma de relacionarse, otros valores sencillos y profundos al mismo tiempo.


Sabemos muy bien que en Valdocco, a lo largo de los años, no todo fue perfecto. Conocemos bien el dolor de Don Bosco que se refleja en la Carta de Roma. Y, sin embargo, hablamos del "espíritu de Valdocco", del espíritu de familia, de ese "gusto de hogar y de familia" que tanto le gustaba a Don Bosco, en las relaciones entre los Salesianos y los chicos. Este es el ideal de fraternidad que debe brillar en nuestras comunidades.


Se han realizado importantes esfuerzos durante el sexenio, en este sentido. Os puedo asegurar que en todas las Inspectorías han surgido iniciativas diversas para acompañar y ayudar a las comunidades y hermanos a realizar pasos concretos en este campo. No somos insensibles a este compromiso. Todo lo contrario. Al mismo tiempo, reconocemos que persisten fragilidades y limitaciones personales, que empañan la luminosidad y ocultan la luz que debiera ser irradiada.

- La tendencia de algunos hermanos a vivir cómodamente o la hiperactividad de otros alimentan la creencia de que el tiempo compartido en comunidad es un tiempo "robado" al espacio "privado" de cada persona o a la tarea que uno puede llevar a cabo.

- A veces, en forma de "respeto" o de "tolerancia", se oculta la actitud de indiferencia hacia los hermanos.

- «Las relaciones personales en la comunidad pueden llegar a ser formales, fragmentadas y poco significativas»8. En el estudio de las Inspectorías realizado en el Consejo General después de las visitas extraordinarias, se concluye, casi de manera generalizada, que el individualismo, el individualismo siempre creciente, es la gran enfermedad de nuestra vida fraterna. Tanto en lo que se refiere a misión y al trabajo como a los momentos y tiempos libres. Se subraya cada vez más la forma de relacionarse de manera funcional y el repliegue a la "esfera de lo privado" -en no pocas ocasiones con un uso personal, que no siempre es adecuado, de los mass-media. Ciertamente, muchos hermanos caminan pidiendo, honrando sus compromisos y dando lo mejor de sí mismos para vivir una auténtica fraternidad evangélica. Pero junto a ellos encuentran actitudes, ya recordadas, que mutilan sus sueños. Sin duda, todo esto forma parte de nuestra fragilidad y cae dentro de ese camino de conversión y de crecimiento que cada uno está llamado a recorrer.


1.3. Siempre con los jóvenes y para los jóvenes.


En el CG27 habíamos afirmado que los jóvenes son «nuestra zarza ardiendo»9. A través de ellos, Dios siempre nos ha hablado y nos habla hoy. A través de los chicos, el Espíritu ha configurado el corazón de Don Bosco. Qué estupendo icono para recordarnos que estamos tocando el misterio de la vida y que, para esto, como Moisés, también nosotros debemos quitarnos las sandalias para podernos asombrar y contemplar en silencio lo que Dios está haciendo en nuestra vida, en la vida de nuestros hermanos y en la historia de nuestros chicos y jóvenes. Y no olvidemos que podemos vivir auténticamente la primacía de Dios, en su más profunda expresión vocacional como Salesianos de Don Bosco, estando entre los jóvenes y al servicio de los jóvenes, ya que el Señor nos espera en ellos y nos ha soñado, en Don Bosco, para ellos.


Todo esto hace que el carisma salesiano de Don Bosco sea fascinante y despierte tanta atracción en los jóvenes, por ejemplo, en los más de 435 novicios que cada año desean prepararse para vivir como Salesianos de Don Bosco. Precisamente por esta razón no podemos pararnos a la mitad; no podemos privar de sus aspiraciones a los chicos y a los jóvenes que se encuentran con los Salesianos cada día. No podemos decepcionarlos.


El papa Francisco nos ha preguntado, directamente y con especial fuerza, en la carta que envió, en persona del Rector Mayor, a todos los Salesianos con motivo del Bicentenario del nacimiento de Don Bosco, escribiendo sin rodeos: «Don Bosco os ayude a no defraudar las aspiraciones profundas de los jóvenes: la necesidad de vida, apertura, alegría, libertad, futuro; el deseo de colaborar en la construcción de un mundo más justo y fraterno, en el desarrollo para todos los pueblos, en la tutela de la naturaleza y de los ambientes de vida. Con el ejemplo de Don Bosco, les ayudaréis a experimentar que solo en la vida de gracia, es decir, en la amistad con Cristo, se cumplen en pleno los ideales más auténticos. Tendréis la alegría de acompañarlos en la búsqueda de síntesis entre fe, cultura y vida, en los momentos en que se toman las decisiones difíciles»10.


Creo que sea justo afirmar que la Congregación es diligente y atenta a la realidad de los chicos y los jóvenes. No hemos perdido nuestro camino. No nos hemos alejado de la esencia del carisma. Hemos puesto energía, esfuerzo, compromiso y determinación para seguir y acompañar a nuestros jóvenes, para conocer y encontrar a los que hoy no son reconocidos. Y en todo esto, muchos de nuestros hermanos han perdido la vida.


Para ser sincero, no está mal reconocer que no pocas veces entre los jóvenes y nosotros, o entre nosotros y los jóvenes, se crean distancias: físicas, pero también mentales y culturales. No es menos cierto que, para algunos hermanos, las tareas de gestión son más atractivas y gratificantes que la presencia entre los jóvenes. No es menos cierto que, a veces, los patios permanecen vacíos porque falta la presencia de los Salesianos. No es menos cierto que a veces entre ser servidores de los jóvenes y nuestras seguridades, gana la elección por nuestras comodidades (tener espacios cómodos, ser reconocidos, tener tiempo libre y privacidad...). En definitiva, el amor está en juego, la realización concreta de lo que decía Don Bosco: «Me basta que seáis jóvenes, para amaros con ardor»11.


1.4. En camino en la Iglesia y con el papa Francisco


En diversos ambientes he querido y he tenido que recordar que nosotros, fieles al legado que hemos recibido de Don Bosco, estamos con el Papa: hoy Francisco, ayer Benedicto XVI, anteayer Juan Pablo II (hoy santo). Y en esta condición de navegación en el gran río que es la Iglesia, hemos vivido un excepcional sexenio de Gracia.

Permitidme decir que, si hubiéramos soñado con una animación de la Congregación y de la Familia Salesiana por parte de la Iglesia para esta pequeña porción que somos, nunca la hubiéramos soñado tan cercana a la esencia más pura del carisma de Don Bosco.

Las diversas exhortaciones apostólicas de los últimos tiempos, la celebración de los últimos tres Sínodos, sobre la familia y sobre los jóvenes, así como la palabra del Papa sobre ellos, nos han ofrecido una reflexión eclesial completa, que no solo nos anima, sino que nos sumerge en la riqueza del pensamiento de la Iglesia, que sin duda iluminará las reflexiones de nuestro Capítulo. Evidentemente no podemos ni debemos hacer un trabajo capitular que no tenga en cuenta la sensibilidad, el conocimiento y la riqueza pastoral que la Iglesia y, de modo particular el Papa, nos han ofrecido.



2. OTRAS REFLEXIONES SOBRE EL ESTADO DE LA CONGREGACIÓN


2.1. Protagonismo de los jóvenes, evangelización y Movimiento Juvenil Salesiano


En las páginas de este informe dedicadas a la Pastoral Juvenil del sexenio, se ofrece una exposición detallada de los muchos procesos y de las iniciativas realizadas en este período. Creemos que siempre debemos decir que la evangelización de los chicos, de los jóvenes y de todos nuestros destinatarios es un resultado y, al mismo tiempo, un desafío permanente; es una realidad de la que, aunque nos alegremos por el bien hecho, nunca nos sentimos completamente satisfechos, porque siempre parecerá insuficiente. Es cierto que el liderazgo (leadership) de los jóvenes está en continuo crecimiento en muchas áreas de la Congregación. También es cierto que el Movimiento Juvenil Salesiano se presenta como uno de los resultados más positivos de nuestro trabajo de evangelización, debido al hecho de que los jóvenes son, a menudo, animadores y evangelizadores de otros jóvenes. Todo esto nos alegra profundamente. También reconocemos que, en algunas áreas de la Congregación, la realidad del voluntariado es un factor que ayuda a los mismos jóvenes a madurar en las dimensiones más importantes de la vida, incluida la dimensión vocacional y misionera.


Considero importantes los siguientes retos:


La evangelización es nuestra gran tarea y nuestro reto. Ofrecer, en cada presencia, procesos de educación a la fe y propuestas de crecimiento integral debe ser una prioridad que me atrevería a definir de extrema urgencia. En algunas ocasiones, de hecho, ante las dificultades inhibimos nuestra acción evangelizadora y educativa. En general, sin embargo, necesitaríamos una mayor capacidad de propuesta, de un mayor ardor apostólico. Podríamos decir que lo que hacemos nunca es suficiente. Necesitamos comunidades educativo-pastorales que continúen creciendo en la convicción y en el compromiso a favor de la acción educativa y evangelizadora como punto unificador, que nos involucra y nos compromete a todos y de una manera más exigente.


Por otro lado, hemos repetido hasta el cansancio que no basta con organizar acciones y eventos, sino que es necesario dar vida a los procesos educativo-pastorales y de evangelización en los que la identidad carismática, pastoral y pedagógica de toda la acción salesiana dé respuesta a los cambios que se están viviendo en este siglo. A menudo y en muchos contextos, la realización de este compromiso todavía deja mucho que desear y sigue pendiente.


La atención a la formación y a los procesos de acompañamiento de todos los jóvenes, especialmente de los jóvenes animadores, catequistas, etc., así como el acompañamiento en los foros y en las organizaciones para la defensa de los derechos humanos, de los derechos de los niños, del desarrollo, de la justicia y paz, etc., deben convertirse en una prioridad para el Salesiano de hoy y de mañana. Nuestra pastoral juvenil trabaja de esta manera y no puede permanecer aislada, como si fuera un microcosmos salesiano.


En nuestra misión salesiana, la familia debe continuar "conquistando" un espacio de mayor atención, ya que sigue siendo esencial para la maduración de los adolescentes y de los jóvenes. En muchas ocasiones representa un refugio de las adversidades ambientales particulares. Hay bastantes familias que sufren las consecuencias de divisiones y fragmentaciones debido, a veces, a padres que no están suficientemente preparados y maduros para la paternidad o la maternidad. Por tanto, en las situaciones más favorables o más deficientes, nuestro cuidado pastoral debe incluir como prioridad la dedicación a las familias junto con la que se brinda a los jóvenes.


2.2. Un compromiso prioritario: la escucha y el acompañamiento de los jóvenes


El CG27 ha expresado en repetidas ocasiones la preocupación y el compromiso que, como Salesianos, debemos tener en el acompañamiento de los jóvenes12. Creo que es justo decir que, poco a poco, estamos adquiriendo una mayor conciencia de la importancia de acompañar a los jóvenes en el conocimiento y en el crecimiento personal y en el camino de encuentro con Jesús.


Con palabras a veces diferentes a lo largo del tiempo, durante decenios estamos hablando de acogida incondicional de los jóvenes, de disponibilidad para el encuentro personal con ellos, de diálogo, de escucha y de celebración de la reconciliación, de disponibilidad de "hablar sobre una inquietud vocacional" o de "mis dudas", como suelen decir ellos mismos.


En este sexenio, se han hecho esfuerzos para prestar especial atención al área de la escucha y del acompañamiento de los jóvenes. También lo habíamos tratado en el sexenio precedente y, en los estos últimos años, hemos intensificado esta animación. La difusión y el mayor conocimiento del Cuadro de referencia de la Pastoral juvenil salesiana en todas las regiones de la Congregación fue de gran ayuda. El congreso celebrado en Madrid sobre el tema Pastoral juvenil y la familia nos ha sensibilizado aún más. La celebración del Sínodo de los obispos sobre Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional tuvo una importancia y un valor especiales para nosotros, lo que nos llevó a elaborar el documento Jóvenes salesianos y acompañamiento: preparado conjuntamente por los dicasterios para la Formación y para la Pastoral juvenil, este documento fue estudiado por el Rector Mayor y por el Consejo General antes de ser aprobado. Su conocimiento y aplicación serán muy útiles y favorecerán, sin duda, tanto el discernimiento como el acompañamiento y la formación inicial de los Salesianos en las diversas fases.


Es evidente que lo que sucede en la pastoral juvenil influye en la formación de los Salesianos y viceversa. Si en nuestra pastoral juvenil se realiza un buen acompañamiento y discernimiento vocacional, las vocaciones salesianas, que por la gracia y llamada del Señor puedan germinar, tendrán una excelente disposición en los procesos de formación. Y si, en las etapas formativas, se ofrece un buen acompañamiento, es de suponer que en el futuro tendremos Salesianos bien preparados y bien dispuestos para el trabajo de la pastoral juvenil y para el acompañamiento de los jóvenes.

Veo en esta tarea actual, y en el futuro cercano, una magnífica oportunidad para nuestra Congregación, gracias a los jóvenes de nuestras presencias en todo el mundo y a los jóvenes hermanos, que serán cada vez más sensibles a seguir un camino que ya han vivido y experimentado. El mismo papa Francisco, en el último número de la exhortación apostólica Christus vivit, expresa el deseo de que los jóvenes recorran este hermoso camino y les dice: «El Espíritu Santo los empuje en esta carrera hacia adelante. La Iglesia necesita su entusiasmo, sus intuiciones, su fe. ¡Nos hacen falta! Y cuando lleguen donde nosotros todavía no hemos llegado, tengan paciencia para esperarnos»13.


2.3. Un sexenio rico de animación misionera


La realidad misionera de la Congregación es verdaderamente grande y hermosa. Los contextos y las circunstancias en los que compartimos la vida y la misión con diferentes personas y diferentes grupos étnicos son muy ricos, pero en general, me parece, son poco conocidos. Por esta razón, en este informe me ha parecido muy interesante ofrecer las siguientes informaciones a todos los miembros de la asamblea capitular.


Actualmente, la Congregación está presente en 134 países: 43 en África, 24 en América, 29 en Asia, 32 en Europa y 6 en Oceanía. La presencia ha sido suspendida, por el momento, en Yemen, donde nuestro hermano don Tom Uzhunnalil estuvo secuestrado durante 557 días. Se han cerrado las presencias en dos países: Irán y Andorra. Al mismo tiempo, hemos establecido nuevas presencias en otras dos naciones: Malasia y Gambia. Y hemos recibido solicitudes para abrir nuevas comunidades en Afganistán, Argelia, Guinea Bissau, Kazajistán, Iraq, Suecia, Santo Tomé y Príncipe, Somalia y Vanuatu.


  • A.- Contextos religiosos particulares


Contexto islámico:

El fenómeno de la diversidad religiosa y de la diferencia multicultural es cada vez más transversal y no solo geográficamente caracterizado. Nuestra presencia en países con mayoría musulmana, donde el carisma de Don Bosco está al servicio de los jóvenes como testimonio evangélico y de diálogo interreligioso, se concentra particularmente en la Inspectoría del Medio Oriente (MOR), en un contexto árabe musulmán: Siria, Palestina y Egipto. En el Líbano e Israel las obras tienen sus propias características, debidas a la importante presencia cristiana en el primero y judío-musulmán en el segundo. También podemos recordar las nuevas presencias en Kuwait y los Emiratos Árabes Unidos y también en los países del Magreb: Marruecos y Túnez.


En el contexto asiático, con caracteres muy diferentes, tenemos presencia en Azerbaiyán, Bangladesh, Indonesia y Malasia, Pakistán y Turquía.

En contexto europeo: Albania, Kosovo, Bosnia-Herzegovina.

En contexto africano: Burkina Faso, Chad, Gambia, Guinea Conakry, Malí, Senegal, Sierra Leona y Sudán.

En contexto budista: Camboya, China, Corea, Japón (con religiones predominantemente budistas y sintoístas), Mongolia, Myanmar, Nepal, Sri Lanka, Tailandia, Taiwán y Vietnam.

En el contexto cristiano-ortodoxo: Bielorrusia, Bulgaria, Georgia, Etiopía, Eritrea, Moldavia, Montenegro, Rumanía, Rusia, Serbia y Ucrania.


  • B.- Contextos de movilidad humana y migraciones


Refugiados e inmigrantes internos (IDP-Internally Displaced People-Desplazados internos): además de la transversalidad del fenómeno, que afecta a muchas naciones, estamos presentes en lugares muy significativos respecto a la dramática realidad de los refugiados e inmigrantes dentro de su propio país. A modo de ejemplo: Burundi, África Central, Egipto, Etiopía, India, Kenia, Líbano, Nigeria, República Democrática del Congo, Ruanda, Siria, Sudán, Sudán del Sur, Turquía, Ucrania y Uganda.


El fenómeno migratorio, enorme y diferenciado, es de tal magnitud que, de una forma u otra, la Congregación se encuentra inmersa en él en gran medida. Como ejemplo, enumero algunas presencias más significativas, tanto en lo que respecta a los lugares de partida como a los de destino, donde trabajamos a favor de los migrantes y de las personas desplazadas: Alemania, Bangladesh, Bélgica, Canadá, Cuba, Colombia, El Salvador , España, Estados Unidos, Etiopía, Egipto, Francia, Gran Bretaña, Ghana, Guatemala, Haití, Honduras, India, Irlanda, Italia, Marruecos, México, Myanmar, Nepal, Nigeria, Nueva Zelanda, Países Bajos, Perú, Polonia, Portugal, República Dominicana, Senegal, Ucrania, Venezuela...


  • C.- Contextos de grupos étnicos


La elaboración de una lista más o menos exhaustiva de estas realidades es una tarea muy compleja, para la cual, por el momento, no tenemos datos suficientemente adecuados.

Estas son realidades que se presentan ricas y diferenciadas en los distintos continentes. Por ejemplo, pensemos en los gitanos en Europa, la gran cantidad de minorías étnicas en el noreste de India, los cientos de grupos étnicos presentes en los 43 países del continente africano. En toda América nos encontramos con diferentes pueblos, como los del área andina (quechua, aimara, mapuche) o del área mesoamericana (quetchi, mixes, zapoteco, chilanteco...) o los de la Amazonía.


En clima con el último Sínodo de los obispos, celebrado en octubre de 2019, quiero insistir más en nuestras presencias amazónicas. La Congregación está presente en la Amazonía en cuatro países: Brasil, Ecuador, Perú y Venezuela; a esto se agrega el Chaco paraguayo, que está estrechamente relacionado con la realidad amazónica. En esta región tenemos 47 comunidades salesianas con 245 hermanos. Veintidós comunidades están ubicadas en un contexto urbano y veinticinco en un contexto rural. Estamos presentes entre las 62 poblaciones originarias de la Amazonía: en la Iglesia somos la Congregación más presente entre estos pueblos. Hay 1.219 comunidades católicas y 2.123 trabajadores pastorales que trabajan en zonas rurales con 612.231 personas, de las cuales el 66,7% son católicos14.


Según el territorio de las Inspectorías, podemos enumerar estos pueblos:

Brasil Campo Grande (BCG) con los pueblos Xavante, Bororo, Terena, Guaraní, Kaiowá, Kinikianau, Atikum, Guató, Ofaié, Kadiwíeu, Kura Bakairi.

Brasil Manaus (BMA): con Tukano, Tariano, Dessano, Piratapuia, Hupda, Cubeo, Uanano, Barassano, Mirititapuia, Arapaso, Tuyuka, Carapanasso, Baré, Yanomani, Baniwa.

Ecuador (ECU) con los pueblos Shuar, Achuar, Saraguro, Kitchwa.

Perú (PER), con los Achuar, Shawi, Kandozi, Wampis, Awajun, Kitchwa, Chapra, Kuca-macucamilla, Shivillo, Shipibo-Conivo, Machiguengas.

Venezuela (VEN), con Arawaco, Hiwi, Piaroa, Yanomami, Sanema, Yekauana, Wayúu, Wotuha, Eñepa, Hoti, Maco, Puinave, Yavarana, Piapoco, Baniba, Baré, Curripaco, Yeral, Warekena, Inga.

Paraguay (PAR) con los pueblos Ayoreo, Maskoy, Ishir, Tomarajo.

Es importante subrayar que actualmente 18 hermanos con votos perpetuos o en formación, 8 prenovicios y 12 aspirantes son originarios de la Amazonía (Tuyuka, Desano, Traiano, Arapaso, Tukano, Baniwa, Bororo, Xavante, Shuar, Kitchwa).


Lo que he pretendido presentar, queridos hermanos, es una "fotografía" de la bellísima realidad misionera de nuestra Congregación. Entre los que apoyan esta realidad hoy y entre los que sentaron las bases, podemos contar con más de 10.400 Salesianos misioneros ad gentes, desde la primera expedición misionera de Don Bosco en 1875 hasta la última que acabamos de enviar, es decir, la número 150. Muchas veces nuestras hermanas, Hijas de María Auxiliadora, han junto ido con nosotros, a menudo para llevar a cabo una acción misionera complementaria.

Estos misioneros y misioneras, con la gracia de Dios y la acción del Espíritu, sembraron y plantaron la esencia del carisma salesiano de Don Bosco, que se desarrolló en los cinco continentes.


El Concilio Vaticano II hizo una fuerte llamada a todas las Congregaciones e Institutos para la tarea apostólica y evangelizadora en tierras de misión15.


Aunque en la tradición salesiana no había un "carácter misionero" indiscutible, quisimos responder igualmente a esta llamada, sabiendo que, desde una edad temprana, Don Bosco también alimentaba la esperanza de ser misionero. Este pensamiento nunca lo abandonó16. Este era su gran ideal y lo realizó a través de sus hijos y de sus hijas. Fuimos decididamente misioneros y "los sucesores de Don Bosco, fieles al espíritu del Fundador, siempre han hecho un esfuerzo especial en la acción misionera de la Congregación"17. Puedo aseguraros, que nosotros también continuaremos haciéndolo.

2.4. Con un camino continuo, siempre en crecimiento, como Familia Salesiana de Don Bosco


El CG27 afirmaba que ha crecido la conciencia de ser Familia Salesiana18. Digo lo mismo de estos últimos seis años. Seguramente, el trabajo realizado por las Inspectorías y las comunidades locales ha sido, a menudo, muy importante. Las Jornadas de espiritualidad salesiana han tenido una gran acogida y una participación notable y significativa. El Aguinaldo propuesto cada año sigue siendo solicitado y apreciado por los 32 grupos que conforman la Familia Salesiana en el mundo. En cada contexto y lugar, elegimos lo que mejor puede expresar, en la cultura local, la esencia del mensaje, que ciertamente está presente y se difunde por todo el mundo salesiano. La propuesta del tema es un elemento que muestra, cada año y siempre más, nuestra identidad como familia religiosa en el mundo, ¡nuestro ser familia de Don Bosco! Y la Carta de identidad de la Familia Salesiana es la referencia en la que encontramos, precisamente, nuestra identidad como familia y en la que cada grupo -nosotros en particular- se reconoce como miembro de esta familia.


La reflexión iniciada por el CGE20 sobre la Familia Salesiana sigue siendo de suma importancia hoy en día, ya que constituye la base de nuestro ser familia de Don Bosco y define nuestra pertenencia y nuestro servicio a la misma. El Capítulo General Especial afirmaba: «Los Salesianos no pueden hacer una reflexión profunda e integral de su propia vocación en la Iglesia sin referirse a todos los que, con ellos, son portadores de la voluntad del Fundador. Con este fin, procuran una mejor unidad de todos, aun dentro de la diversidad de cada uno»19.


El camino de unidad y comunión recorrido a lo largo de estos años ha llevado a la publicación, en diferentes momentos, de tres documentos que expresan nuestra identidad y tienen la intención de ayudar a continuar ese camino: La Carta de comunión de la Familia Salesiana de Don Bosco, preparada por don Egidio Viganò y publicada en 1995; la Carta de la Misión de la Familia Salesiana publicada por don Juan E. Vecchi el año 2000; y la Carta de Identidad de la Familia Salesiana promulgada por don Pascual Chávez en 2012 y que, como fruto maduro, es expresión de una identidad carismática bien consolidada.


Durante el sexenio ha habido una rica animación por parte del Secretariado para la Familia Salesiana en contacto con las Inspectorías y las regiones, especialmente acompañando a los grupos que requieren una atención especial de nuestra parte como Salesianos de Don Bosco. Nuestro Capítulo ciertamente hará una verificación del Secretariado de la Familia Salesiana, como se hizo al final del sexenio anterior.


También ha sido positiva la reflexión compartida y madurada en estos seis años en torno a los siguientes núcleos:

La responsabilidad del acompañamiento que como Salesianos de Don Bosco tenemos y debemos tener hacia la Familia Salesiana, explicada en el art. 45 de la Carta de identidad de la Familia Salesiana.

La asimilación de la figura y el papel de los delegados inspectoriales y locales de los grupos de la Familia Salesiana en lo que se refiere a nuestro servicio de animación.

La maduración y la actualización de los criterios y condiciones necesarios para pertenecer oficialmente a la Familia Salesiana.


En el próximo sexenio será muy significativo lo que se pueda realizar en vista de la coordinación y de la reflexión en la animación de la Familia Salesiana, junto con los sectores de la Formación y de la Pastoral juvenil de nuestra Congregación. Los frutos que puedan nacer de este acuerdo permitirán un salto cualitativo a nuestra realidad que ya es positiva.


2.5. El salesiano coadjutor (salesiano laico) en la Congregación


«Hay cosas que no pueden hacerlas los sacerdotes y los clérigos y las haréis vosotros»20, decía Don Bosco. Muchas veces, visitando las Inspectorías de la Congregación en los cinco continentes, me han hecho esta pregunta: "¿Qué sucede con la vocación del salesiano coadjutor, que parece estar en crisis?". No he dudado en dar una respuesta que considero ponderada y meditada con el tiempo. También la expondré aquí, pero primero quiero comenzar con algunos datos.

Es cierto que, entre el sexenio anterior y este, ha disminuido el número de hermanos coadjutores en la Congregación. Según los datos relativos a 2001, antes del comienzo de CG25, el número era 2.317; en diciembre de 2007 el número era de 2.092, es decir, 225 menos que el sexenio anterior. En diciembre de 2013, antes del CG27, el número de coadjutores en la Congregación era de 1.758: 334 menos que el sexenio anterior. Los datos que teníamos a fines de 2018 dicen que hay 1.589 coadjutores, es decir, 169 menos, y representan el 11.20% del número total de hermanos en la Congregación.

Desde hace algunos años, la Congregación se ha comprometido especialmente a acompañar, en las Inspectorías, la realidad de la vocación de los hermanos coadjutores. Todos los Rectores Mayores asumieron esta tarea. También lo hemos hecho durante este sexenio. Se han constituido algunas comunidades para garantizar una formación específica para el salesiano coadjutor. En general, nuestros hermanos coadjutores tienen una gran cualificación personal en todas partes y realizan servicios pastorales muy valiosos, incluso en el ámbito de administración y de gobierno. Fue el CG26 el que, refiriéndose a las dos formas de la vocación consagrada salesiana, recordó que «estamos llamados a dar prioridad y visibilidad a la unidad de la consagración apostólica, incluso realizándola en las dos diversas formas (...). Conscientes de que la Congregación pondría en peligro su identidad, si no conservase esta complementariedad, estamos llamados a profundizar la originalidad salesiana del ministerio ordenado y a promover con mayor empeño la vocación del Salesiano Coadjutor»21.

Vuelvo a la pregunta inicial: entonces, ¿qué está pasando? En primer lugar, no podemos decir que "el problema" concierna a los hermanos coadjutores. No creo que pueda decirse, con equidad y a la luz de un análisis atento, que nuestros hermanos coadjutores estén viviendo una crisis de identidad en su vocación. En general, ellos, no dudan de su vocación. Sino que nuestra Congregación carga con el peso de un clericalismo muy fuerte, tan presente en la Iglesia como entre nosotros. Tanto por razones relacionadas con la cultura de los diversos países, como por razones de los propios grupos étnicos, hay Inspectorías, particularmente en las regiones de África, el sur de Asia y Oceanía, donde la realidad de los coadjutores salesianos es casi inexistente. La presión ambiental, que condiciona a todas las vocaciones hacia el sacerdocio es, en algunos casos, muy acentuada y particularmente agresiva. Algunas de estas Inspectorías corren el riesgo de no tener, en un futuro no muy lejano, ningún salesiano coadjutor entre sus miembros. Este hecho es grave. No puede considerarse un tema de poca importancia o vinculado a las circunstancias del momento. El carisma, en estas Inspectorías, no se expresa en toda su riqueza, como la única vocación vivida en sus dos formas, si falta una de ellas: «Nuestra sociedad se compone de clérigos y laicos que viven la misma vocación en complementariedad fraterna»22. En otras Inspectorías, por el contrario, siempre ha habido una clarísima opción de gobierno para favorecer ambas vocaciones. Vietnam nos ofrece el ejemplo más significativo: hoy esa Inspectoría tiene más de 68 salesianos coadjutores, en su mayoría jóvenes en formación. En Vietnam, ha sido clarísima la opción a favor de la misión ad gentes, hecha antes de pensar solo en las necesidades del propio territorio. De hecho, hay más de 138 misioneros salesianos vietnamitas en el mundo.

Doy este ejemplo para mostrar que, en una misma realidad, conviven juntas la "cara" y la "cruz" de una vocación; este hecho confirma que no hay crisis en la vocación del coadjutor, sino una crisis de modelos y una fuerte tendencia a favorecer solo la vocación al presbiterado. Ya en el informe al Capítulo General anterior, hace seis años, el Rector Mayor señaló el riesgo de que la tendencia clericalista, si no se abordaba seriamente, podría conducir a la Congregación al desarrollo de «una mentalidad clasista y clerical»23. Estoy totalmente de acuerdo con esta afirmación.

La vocación salesiana que viven nuestros hermanos coadjutores es una vocación de gran actualidad y de grandes posibilidades para el trabajo educativo pastoral en la sociedad actual, en contextos en los que no se acepta la figura del presbítero.


Somos conscientes de que nuestra única vocación religiosa, vivida como clérigos y laicos, manifiesta la igualdad fundamental entre nosotros y una profunda unidad. La dimensión secular de la vocación le permite al salesiano coadjutor vivir las características de la vida religiosa como laico consagrado. Participa en la vida y misión del Señor dentro de la Iglesia a partir del ejercicio de su sacerdocio bautismal, para llevar a cabo la misión de evangelización y santificación no sacramental como propia de su consagración religiosa, y para ejercer su apostolado como educador de jóvenes en muchísimas dimensiones de la vida, en el mundo del trabajo y en la experiencia de múltiples valores humanos y cristianos.

Don Ricaldone expresó este sentido de unidad en la vida y en la misión de los Salesianos sacerdotes y laicos (coadjutores) diciendo: «Los hijos de san Juan Bosco deben trabajar codo con codo, completarse, avanzar fraternalmente unidos en la implementación de los objetivos idénticos de su misión (...) No son elementos separados o como divergentes, sino los herederos, los instrumentos, los ejecutores del mismo programa divino»24.

Por tanto, mi llamamiento de hoy se convierte en un grito, que llama a tomar la situación muy en serio, allí donde la figura del coadjutor salesiano se está volviendo inexistente: este no es un problema que otros deben resolver, sino que se refiere al afecto por una vocación específica, que cada uno de nosotros debe demostrar de una manera cada vez más visible.


2.6. "Capacidad vocacional"


Esta es la expresión utilizada por el don Vecchi en el discurso de clausura del CG24 para referirse a una característica, precisamente la de la capacidad vocacional, como una cualidad esencial «que debe distinguir a todo salesiano y comunidad salesiana»25.

Aquí tenemos otro de los grandes retos que nos desafían hoy y que son permanentes: ¡siempre y para siempre!


No ocultemos que, a pesar de tener un promedio de cerca de 440 novicios cada año, todavía hay grandes cambios y transformaciones en nuestra "geografía vocacional":

- En general, el porcentaje de novicios que hacen su primera profesión aumenta continuamente en todas las regiones de la Congregación y la perseverancia en los años de formación inicial crece significativamente, alcanzando entre un 25 y un 32% más que en los últimos 15 años, a pesar de la caída del número de novicios.

- Sin embargo, la "respuesta vocacional" de los candidatos a la vida salesiana en Europa, en la Región Interamérica y en el América Cono Sur está disminuyendo. Se reduce el número respecto a años anteriores en todas las Inspectorías de la India, en algunas Inspectorías de África y en algunas de Asia Este Oceanía.

- Otras Inspectorías de África y alguna de Asia Este Oceanía están experimentando un crecimiento vocacional.


Ciertamente, debemos prestar atención a estos cambios y evoluciones.


Es necesario darse cuenta de ello y profundizar su interpretación también a la luz de los datos estadísticos. La "capacidad vocacional" debe ser una característica distintiva de cada salesiano. Favoreciendo una verdadera pastoral juvenil y una educación a la fe auténtica, ella conduce a una cultura vocacional, donde todas las opciones de vida son posibles, incluso la vida consagrada.

Sabemos que «educamos a los jóvenes para que desarrollen su propia vocación humana y bautismal mediante una vida diaria progresivamente inspirada y unificada por el Evangelio»26. Por tanto, en nuestra práctica pedagógica salesiana, la elección vocacional representa el fruto maduro al que cada joven debería llegar en su propio crecimiento humano y cristiano. Nuestro modelo educativo tiene elementos muy hermosos, que deberían ser la sustancia de nuestra capacidad vocacional, de nuestra firme creencia de que también estos tiempos son favorables para una siembra de esperanza. Ayudar a cada chico, chica y joven, animarlos en la autoestima, acompañarlos al descubrimiento de los muchos valores presentes en sus corazones y en sus vidas, ayudar a los jóvenes a descubrir que, cuando existe el don de sí mismo, se sienten más felices. y por esta razón se ejercitan en la generosidad y en la disponibilidad; ser capaces, de acuerdo con los ritmos de cada joven, de hacer propuestas explícitas para todo tipo de vocaciones (incluso cuando se percibe la llamada a la vida consagrada), favoreciendo el acompañamiento y el discernimiento: todo esto forma parte de nuestra capacidad vocacional natural. Sin duda una esperanza y un desafío importante para nuestro futuro inmediato.


No tengo la intención de agregar nada más sobre este tema. Para expresar la urgencia de este desafío, creo que es suficiente recordar lo que se escribió al final del CG27: «Somos evangelizadores de los jóvenes y, como Congregación, como comunidades inspectoriales y locales concretas debemos vivir y crecer en una verdadera predilección pastoral por los jóvenes. Será muy difícil conseguirlo si no damos carácter de prioridad y urgencia al anuncio del Señor Jesús a los jóvenes y, al mismo tiempo, somos capaces de acompañarlos en su realidad de vida. Lo que tendría que ser nuestra fortaleza, acompañar a cada joven desde su situación, es, con frecuencia, tarea que dejamos a otros o que decimos no saber hacer. Y en ese acompañar, es de vital importancia implantar la cultura vocacional de la que se nos ha hablado tanto. Todavía no lo hemos conseguido»27.



3. RESPONDER A LAS NECESIDADES DE LA ANIMACIÓN Y DEL GOBIERNO


3.1. Animación del Rector Mayor en las visitas a la Congregación durante el sexenio


Uno de los objetivos que tenía la intención de conseguir como Rector Mayor, que he compartido con el Consejo General y que juntos hemos valorado muy positivamente, era el de acompañar, en la medida de lo posible, a las Inspectorías de la Congregación. Por esta razón, las visitas de animación y la ayuda al gobierno de las Inspectorías por parte del Rector Mayor han sido importantes y significativas.

Durante el sexenio, tuve la oportunidad de visitar todas las Inspectorías y todas las Visitadurías de la Congregación, así como varias delegaciones que, aunque perteneciendo al territorio de una Inspectoría o de una Visitaduría, tienen la característica de estar presentes en un contexto geográfico particular. Este es el caso, por ejemplo, de Bielorrusia, Mongolia, Nepal, etc.

Evidentemente, la realización de estas visitas ha requerido un esfuerzo considerable y un ejercicio continuo de disciplina y método en la programación de la agenda del Rector Mayor. En cualquier caso, este compromiso ha sido bien recompensado por la alegría de poder ofrecer a los hermanos la oportunidad de expresar fuertemente la comunión con el resto de la Congregación.

Los países visitados han sido 100.


Los hermanos salesianos a quienes pude saludar y conocer, a quienes pude ofrecer una palabra y con quienes celebré la eucaristía y compartí momentos de convivencia, han sido cerca de 13.100; aproximadamente el 92.25% de la Congregación. Este ha sido, sin duda, uno de los aspectos más significativos del sexenio. En muchas ocasiones he repetido que el hecho de que el Rector Mayor pueda reunirse personalmente con sus hermanos salesianos es muy importante y gratificante, y por sí solo justifica plenamente la posibilidad de que el Rector Mayor haya viajado por el mundo salesiano en los seis años de su mandato. Al mismo tiempo, ha sido muy significativo para mí poder conocer todas las Inspectorías y reunir muchos elementos útiles para cumplir mi tarea como Rector Mayor y para ayudar al Consejo General en el servicio de animación y de gobierno de la Congregación.

En las mismas visitas me reuní con diversos grupos de la Familia Salesiana de todo el mundo. Ha sido una experiencia muy significativa y, al mismo tiempo, excepcional. Me ha permitido constatar la hermosa realidad que tenemos, el extraordinario sentido de pertenencia y la comunión existente, así como la gratitud de todos los grupos hacia el Rector Mayor como padre de toda la Familia Salesiana, referencia y garante de la comunión carismática en el nombre de Don Bosco.


Todas las Inspectorías y las Visitadurías del mundo han preparado siempre cuidadosamente la visita del Rector Mayor, considerándola una oportunidad extraordinaria. Nunca han faltado los siguientes encuentros del Rector Mayor:


- El encuentro con los hermanos, repetido en uno, dos o tres lugares, para que pudiese participar el mayor número.

- El encuentro con los miembros del Consejo inspectorial, que duraba varias horas. A menudo, estuvo presente en estas reuniones el Consejero regional de la zona.

- El encuentro, en uno, dos o tres lugares, con la Familia Salesiana del país o del territorio en el que trabaja una Inspectoría.

- Uno o más encuentros significativos con los jóvenes de cada Inspectoría.



3.2. Animación y gobierno de la Congregación y de las Inspectorías


Desde el comienzo del sexenio, hemos percibido muy claramente que la animación y el gobierno de la Congregación, tanto a nivel mundial como a nivel de cada una de las Inspectorías, tenían que ser una prioridad. La historia, más que centenaria, de la Congregación enseña que una animación sin gobierno conduce a un estado de aparente tranquilidad, en el que puede considerarse legítimo hacer todo lo que se quiera, pero, en el fondo, deja una gran insatisfacción, ya que no corresponde a la esencia ni de la vida religiosa ni de la vida salesiana. Por otro lado, un gobierno sin animación, presencia fraterna, paternidad y acompañamiento se convertiría en una gestión puramente autoritaria y dañaría gravemente a la Congregación y las Inspectorías.


Por esta razón, al comienzo del sexenio elegimos, como prioridad, la proximidad y el acompañamiento del Inspector y de su Consejo para ayudar en la animación y en el gobierno de las Inspectorías. Este compromiso se ha concretizado en dos iniciativas que, en opinión de los mismos Inspectores que las vivieron, han sido de gran ayuda.


  • El primer encuentro con el Inspector y la entrega de la "Carta de navegación".

Una vez que se ha demostrado la propia disponibilidad de prestar el servicio de Inspector, el hermano es convocado a Roma, aproximadamente un mes después de su nombramiento, para reunirse personalmente con el Rector Mayor, con su Vicario, con el Ecónomo general y los Consejeros generales de los sectores. Al final de la visita, el Rector Mayor entrega una carta al nuevo Inspector en la que le agradece su disponibilidad y le comunica lo que los hermanos de la Inspectoría han expresado en la consulta de discernimiento en vista del nombramiento (los elementos de fuerza y debilidad de la Inspectoría) y, finalmente, se ofrecen algunas indicaciones sobre lo que debe tener en cuenta al comienzo de su servicio. Esta "carta de navegación" es, principalmente, una herramienta para el Inspector y su Consejo que, si lo consideran oportuno, se puede dar a conocer al menos a los directores o, incluso, a todos los hermanos.

Como dije, hasta la fecha todos los Inspectores han subrayado y apreciado la gran ayuda brindada a través de estas indicaciones como guía para comenzar su servicio.


  • Semana de espiritualidad para Inspectores al comienzo de su cuarto año.

Al final del tercero o comienzo del cuarto año de su servicio, los Inspectores -generalmente en grupos de 10-14- se reúnen en Turín durante la última semana de septiembre, que coincide con la reunión de entrega de los crucifijos. a los hermanos misioneros que forman parte de expedición misionera anual. Se trata de una semana de espiritualidad, de tranquilidad, de oración y de salesianidad en los lugares de nuestra memoria histórica; los Inspectores tienen abundantes espacios de oración, de reflexión, que permiten que el Señor y la santidad salesiana del lugar toquen sus corazones. Se les da la oportunidad de conocer tanto al Rector Mayor como a su Vicario, con el objetivo de revisar el servicio de los primeros tres años, trazando un primer balance y proyectando el tiempo restante con serenidad y esperanza.

Hasta la fecha, todos los Inspectores han descrito este tiempo como uno de los más bellos e intensos de su vida salesiana, lejos de las urgencias y de los ritmos exigentes de su agenda en sus propias Inspectorías.


Con estas dos nuevas iniciativas del sexenio, que se agregaron al encuentro de formación de los nuevos Inspectores y a las visitas de conjunto, que ya forman parte de nuestro patrimonio salesiano, se ha llevado a cabo un auténtico acompañamiento de los Inspectores y sus respectivos Consejos. Esto ha permitido ayudar y apoyar mucho, sobre todo, a los Inspectores, haciendo concreta y visible la cercanía del Rector Mayor y su Consejo respecto a cada uno. También ha permitido conocer de cerca la vida de las Inspectorías, incluida su vida cotidiana. De esta manera, el Rector Mayor ha podido tener un mayor y mejor conocimiento de las Inspectorías, así como una comprensión de las necesidades y de las dificultades propias de cada realidad de la Congregación.


  • Cercanía a las Inspectorías con dificultades particulares

La vida de las Inspectorías no es ni homogénea ni uniforme. Aun siendo única la identidad carismática, la historia particular de cada Inspectoría, el camino típico, en algunos casos incluso centenario y en otros de reciente fundación, las diferencias culturales, étnicas, sociales, raciales y nacionales, han supuesto que algunas de ellas estaban viviendo dificultades particulares en el gobierno, en la gestión de los bienes, en la crisis política y económica de su propio país, en los conflictos armados, etc.

La lista de Inspectorías que necesitaban apoyo, no solo económico, sino también de animación y de gobierno, es larga. Creo que puedo afirmar que el Rector Mayor y su Consejo han dado prioridad a la cercanía de estas Inspectorías y de estos hermanos. En algunos casos, tanto el Rector Mayor, su Vicario y el Ecónomo general como los Consejeros del sector se han hecho presentes para acompañar y ayudar a las Inspectorías en dificultades particulares.


3.3. La acción de gobierno del Rector Mayor y de su Consejo en el nombramiento de Inspectores, de los consejeros inspectoriales y de los directores de comunidades salesianas de todo el mundo


Puede ser obvio, pero tengo la intención de resaltar algo a lo que hemos prestado especial atención en el Consejo General, como asunto de suma importancia, a saber, el nombramiento de Inspectores. Hemos tenido en altísima consideración los resultados de la consulta, tomándonos el tiempo necesario para hacer un discernimiento correcto. Siempre hemos tratado de nombrar al Inspector más idóneo para el momento de la Inspectoría, de acuerdo con las posibilidades. Puedo decir que estamos contentos de cómo lo hicimos. Y podemos decir lo mismo respecto al nombramiento de los consejeros inspectoriales. Hemos dedicado tiempo, hemos hablado sobre cada persona, gracias también al hecho de que algunos o muchos miembros del Consejo general conocían bien a los candidatos.

La atención prestada a los directores de las comunidades no ha sido menos relevante. En algunas ocasiones tuvimos que suspender los nombramientos para solicitar aclaraciones o para comunicar que no podían aceptarse debido a alguna contraindicación existente.

El proceso para identificar y nombrar a los directores para las casas de formación de las regiones fue más exigente. Gracias a este esfuerzo y este discernimiento, estamos seguros, lo más humanamente posible, de haber asegurado buenos candidatos en las comunidades. Varias veces le hemos pedido a un Inspector o un grupo de Inspectores del curatorium que buscase un candidato con un perfil más apropiado, porque estamos convencidos de que las etapas de la formación inicial condicionan el presente y mucho más el futuro de la Congregación.


3.4. Mayor valoración del servicio del Vicario del Inspector


«El Vicario es el primer colaborador del Inspector en todo lo que se refiere al gobierno ordinario de la Inspectoría y en los asuntos que se le hayan encomendado particularmente». Con estas palabras nuestras Constituciones en el art. 168 definen la función y figura del Vicario inspectorial. Parece que no haya nada que agregar. Sin embargo, en los últimos años hemos observado que, en la mayoría de las Inspectorías, el Vicario del Inspector ha sido de vital importancia como ayuda del Inspector, colaborando con él para el mantenimiento de un buen estado de salud de la Inspectoría, afrontando con él las situaciones más difíciles y asumiendo personalmente el servicio de acompañamiento para la solución de las situaciones irregulares, etc.


Lamentablemente, debe tenerse en cuenta que un buen número de Inspectorías no tienen un Vicario a tiempo pleno para llevar a cabo las funciones que se le asignan. Desafortunadamente, la falta de fuerzas lleva al Inspector a pedirle a su Vicario, que también es el director de una casa -quizás compleja y capaz de ocuparle permanentemente-, muchos otros asuntos, impidiéndole, de hecho, que realice sus propias funciones, más allá de diálogos con el Inspector y de su presencia en el Consejo inspectorial.


3.5. Un sexenio de "purificación"


Si en los informes de los dos sexenios precedentes, el Rector Mayor hablaba de dos cuestiones sobre las cuales reflexionar -una de esas dos relacionada con los abusos sexuales-, creo que puedo hacer una evaluación ponderada y serena al afirmar que hemos vivido en la Congregación un sexenio de gracia y serenidad en muchos aspectos y, al mismo tiempo, un sexenio que, con dolor, nos está llevando y nos llevará a una auténtica "purificación", que nos hará cada vez más fieles a la llamada recibida de Dios.

Al comienzo del sexenio, hemos constatado que la Congregación estaba lastrada por una pesada carga. Era el peso del abundante número de situaciones conocidas como "irregulares". Algunas más recientes y otras sin resolver durante mucho tiempo, tanto por descuido y olvido como por no haber encontrado una manera de afrontarlas, por la debilidad de algunos que no saben cómo abordar y resolver situaciones dolorosas. El trabajo realizado en el Consejo general al abordar estas situaciones, en sintonía con las Inspectorías respectivas, y no sin insistencia por nuestra parte, ha llevado a la solución de muchas de estas situaciones.


Sin embargo, debo subrayar que lo que importa no es la solución de una situación irregular en sí misma, sino el hecho de que, como Congregación, nos sentimos más libres, más aliviados y capaces de ser cada vez más conscientes de que el camino de la fidelidad vocacional no tiene atajos. Como hermanos somos y seremos más conscientes de la fragilidad intrínseca que nos concierne y, al mismo tiempo, sentimos que, al decir Salesianos de Don Bosco, estamos afirmando, incluso ahora, el deseo de querer ser Salesianos como Don Bosco nos ha soñado, para vivir nuestra vida, como religiosos consagrados, con la mayor autenticidad posible. En este sentido, esta purificación es gracia y bendición.


3.6. Porque "fraile o no fraile, me quedo con Don Bosco"28


Con la referencia a Juan Cagliero, este querido hermano, gran misionero y hombre de Congregación, deseo aludir a otro aspecto que -lo confieso- crea en mí mucho sufrimiento. Me refiero a esos hermanos, -en número de 20 a 25 cada año- que, con el consentimiento del Consejo general, presentan la solicitud al Santo Padre de abandonar la Congregación en vista de su incardinación, según el derecho canónico, en una diócesis, previamente identificada.

El dolor no se refiere a la pérdida de un hermano -en general, a menos que el obispo después de un tiempo los rechace, y que, por lo general, ya no regresan a la Congregación-, ni al hecho de que se vaya después de haber sido formado intelectualmente y con un buen bagaje de experiencia. No se trata de eso. Lo que me duele es lo que hace preguntarme: ¿dónde está el amor por Don Bosco que llevó al joven Juan Cagliero a pronunciar esa expresión tan significativa?


Por lo general, esos hermanos dicen que llevan a Don Bosco en sus corazones. Y no tengo motivos para dudarlo. Pero no es lo mismo. Les irá bien como sacerdotes. Ciertamente. Pero no es lo mismo. El corazón del Salesiano, también del sacerdote salesiano, es un corazón que piensa y sueña, sufre y se gasta en la donación y servicio a los jóvenes. Es el corazón de quienes, como Don Bosco, dicen: «Tengo prometido a Dios que incluso mi último aliento será para mis pobres jóvenes»29. Es el corazón de quien es amigo, hermano y padre para los chicos que no tienen amigo, hermano o padre; y, sin duda, los jóvenes no encontrarán todo esto en esos hermanos, porque los dejarán para vivir de manera diferente. Es el corazón del salesiano que ama a su Congregación y a sus hermanos, y por eso ha profesado ante Dios: «con plena libertad te ofrezco todo mi ser, comprometiéndome a entregar todas mis energías a quienes me envíes, especialmente a los jóvenes más pobres, a vivir en la Sociedad Salesiana en comunión fraterna de espíritu y de acción»30.


¿Qué hay detrás de esta opción?

Los eruditos señalan, sobre todo, estas señales de debilidad: «frecuentes abandonos de la vida religiosa en favor de la vida sacerdotal parroquial, la fácil asunción de parroquias por parte de los Institutos consideradas por estos como un lugar de refugio y reciclaje en lugar de verdaderos centros misioneros (.. .), las incertidumbres de los jóvenes a quienes les resulta difícil comprender, durante la formación, la identidad específica del religioso presbítero y experimentan situaciones llenas de ambigüedad»31.


Hay muchos elementos que coexisten en estas situaciones y las motivaciones no son siempre las mismas ni igualmente claras. Sin embargo, mirando hacia el futuro, este fenómeno nos enseña que tenemos un déficit de identidad carismática salesiana.


A la luz de la reflexión del CG26, existe el riesgo, referido en particular para los salesianos presbíteros, tanto de un genericismo pastoral, que hace irreconocible el espíritu de nuestro Fundador en lo que se vive y en la forma en que se transmite, como de un individualismo apostólico, que a menudo conduce a compromisos y ocupaciones pastorales lejos de la lógica de la vida religiosa. En nombre de estos apostolados, llegamos a justificar la ausencia de la comunidad, la inadecuación para la vida fraterna, la necesidad de una gestión individual de lo que hacemos, la autonomía económica, incluida la transparencia, etc.


Se acabó el tiempo en el que algunos decían: «¡Basta con Don Bosco! ¡Basta con nuestra autorreferencialidad!». Hoy, en un mundo sujeto a un rapidísimo cambio de valores, digo que necesitamos, como agua para el sediento, que los Salesianos de hoy y del mañana tengan una fuerte identidad carismática, y que el amor por el Señor Jesús pueda pasar por esa llamada que nos hizo volver nuestra mirada hacia Don Bosco y hacia los chicos más pobres, junto con nuestros hermanos salesianos. Está claro que necesitamos hacer evidente dónde están las raíces de las dos formas de vida de la única vocación consagrada como Salesianos de Don Bosco.



3.7. Transparencia y solidaridad económica y disponibilidad de los hermanos


«La responsabilidad, la transparencia y la salvaguardia de la confianza son principios inclusivos: no hay responsabilidad sin transparencia, la transparencia engendra confianza, la confianza supone la una y la otra»32.


La transparencia es, en parte, un resultado logrado y al mismo tiempo un gran desafío siempre abierto. Os puedo asegurar que, durante este sexenio, esta ha sido una prioridad para el Rector Mayor y su Consejo, y se ha propuesto insistentemente a todos los Inspectores de nuestra Congregación.

Debemos vivir la transparencia en las múltiples dimensiones de nuestra vida consagrada; y una cosa que todos entendemos de inmediato es lo que se refiere al uso de bienes y su administración. Siempre está en juego una gran responsabilidad en el uso de los bienes.


Me gustaría señalar algunos aspectos de gran importancia:


- El principal y primer criterio de gestión correcta no puede ser el de obtener beneficios y ventajas personales.

- Las mismas opciones de gestión siempre deben estar motivadas de manera coherente, respetando la naturaleza ética de lo que se hace o se decide.

- La responsabilidad implica también que siempre se deba rendir cuenta a alguien (siempre hay una responsabilidad ante la sociedad civil, ante la Iglesia y ante nuestra Congregación).

- Esta transparencia debe buscarse sabiendo que la exigencia de vigilancia y el control «no hay que entenderlos como una limitación a la autonomía del ente o como falta de confianza; son más bien un servicio a la comunión y la transparencia, y sirven también para tutelar a quienes desempeñan delicadas tareas de administración»33.


Creo que puedo decir que, en nuestra Congregación, se está llevando a cabo un camino progresivo de cara a la transparencia y a la responsabilidad. La insistente acción llevada a cabo a lo largo de los años está dando sus frutos. El cambio de mentalidad propiciado por las leyes civiles también brinda una ayuda importante, que requieren cada vez más legalidad y exactitud, especialmente en algunos continentes. Sin lugar a duda, la doctrina y la reflexión sobre el buen uso de nuestros medios han sido siempre muy claras en nuestro magisterio congregacional, desde las Constituciones y Reglamentos hasta los diversos Capítulos Generales. Cuando no se siguieron las pautas y disposiciones, fue más por la fragilidad humana y por la falta de capacidades y competencias que por la falta de guías e indicaciones adecuadas.


Como confirmación de esto, recuerdo una afirmación importante del Capítulo General Especial: «Los hermanos dedicados a la gestión de los bienes, además de llevar con esmero y cuidado una sana administración, que es garantía de observancia de la pobreza individual y colectiva, actuarán como depositarios de bienes de la Iglesia, no permitiéndose a sí mismos ningún uso personal ni arbitrario. Recordando constantemente que lo que administran es un precioso fruto del trabajo de los hermanos y un signo tangible de la Providencia, que nos sostiene por medio de la generosidad y de los sacrificios, a veces incalculables, de los bienhechores»34.


Me gustaría destacar, como resultado del camino realizado en este campo, la disminución progresiva de "astucias" y del consiguiente daño a las peticiones para obtener ayuda financiera del Rector Mayor y, a través de él, de las procuras misioneras. Los datos presentados para pedir ayuda en el campo de la formación son hoy más realistas y auténticos. Cada vez hay menos casos en los que se verifica que algunos solicitan la misma contribución a distintas "agencias" y se benefician de este engaño. Esto no es "astucia", y mucho menos "evangélica". Una mayor coordinación entre el Economato general y las procuras misioneras y el intercambio de información ayuda a superar estas distorsiones.


Un gran paso dado, tanto por su significado como por la real ayuda económica proporcionada en estos años difíciles que hemos vivido en la Direzione Generale Opere Don Bosco, con conflictos judiciales (a causa del conocido "caso Gerini"), ha sido la decisión tomada por el CG27 para que la solidaridad de las Inspectorías, de acuerdo con sus diferentes posibilidades, pudiese ayudar a sostener el servicio de animación y gobierno del Rector Mayor y de su Consejo, así como de la comunidad salesiana que le ayuda a favor de toda la Congregación en el mundo.


Esta ayuda ha sido muy importante. En muchas ocasiones ha servido para hacer frente a las situaciones de emergencia que hemos vivido, tanto en la Sede Central como en algunas Inspectorías. Deseo aprovechar esta oportunidad para agradecer la generosidad mostrada por todos. Y renuevo la solicitud de ayuda para este fin. Al mismo tiempo, en la dinámica de solidaridad y comunión, el Rector Mayor con su Consejo acompañará apoyando, especialmente a través de las procuras que dependen directamente de él, a casi dos tercios de las Inspectorías de la Congregación, con algún tipo de ayuda: para la formación, la construcción de estructuras educativas y otras necesidades.

Agradezco nuevamente la generosidad cada vez mayor que muestran algunas Inspectorías más sólidas, desde un punto de vista económico, hacia las más pobres. Es muy significativo y hermoso.


Finalmente, quiero subrayar una forma de solidaridad todavía más importante que la mencionada hasta ahora. Me refiero a la solidaridad vinculada al intercambio de hermanos entre las diferentes Inspectorías. No hay necesidad de decir mucho más de lo que todos sabemos. Todos profesamos como Salesianos de Don Bosco en la Congregación salesiana. La profesión religiosa ante Dios no se hace ni para una Inspectoría ni para una nación. Por esta razón, queridos hermanos, en el próximo sexenio, después de un comienzo tímido en el anterior, tendrán que distinguirse más todavía por este intercambio mutuo, donación, disponibilidad por parte de los hermanos de las Inspectorías que tienen la gracia de un mayor número de vocaciones -y que suelen ser las más pobres-, a favor de la misión pastoral y juvenil que la Congregación está llamada a llevar a cabo en todas partes del mundo. Nos están llamando desde muchas naciones para abrir nuevas presencias y no podemos negarnos a responder por falta de disponibilidad. Indudablemente, tendremos que dar pasos significativos en esta dirección. No parecería muy justo que las Inspectorías que tienen más vocaciones y están creciendo más continúen aceptando ayuda de cualquier tipo del resto de la Congregación, pero no estén dispuestas a ofrecer la riqueza que poseen. Una riqueza que, como en los Hechos de los Apóstoles, no está hecha de oro ni de plata, sino que es el mismo Señor Jesucristo en la persona de los hermanos salesianos que están dispuestos a servir generosamente dondequiera sean requeridos por las necesidades.


3.8. Providencia y gracia: del caso Gerini al Sacro Cuore (Roma)


Mientras escribo este informe para el Capítulo General, se está haciendo un intento final para resolver el largo contencioso del "caso Gerini", si es posible, con un acuerdo que tenga ventajas no solo para nuestros adversarios sino también para nosotros. En el informe anterior al CG27, el Rector Mayor informó sobre este "caso", cuyo conflicto se había intensificado aún más desde 2007, cuando se firmó una transacción con las contrapartes en junio de ese año, involucrando a la Direzione Generale (es decir, la Congregación, nosotros Salesianos) como garante y no a la Fundación Gerini, que es el verdadero objeto del contencioso35. La situación se ha agravado considerablemente a raíz de un “arbitraje legal” que ha evaluado errónea y exageradamente el valor del patrimonio de la Fundación y consecuentemente colocó a la Direzione Generale en la situación de tener que pagar montos económicos exorbitantes, nunca poseídos e imposibles de obtener. Todo esto también ha justificado nuestra resistencia, a través de medios legales y judiciales que han tratado de impedir que los adversarios logren esta ventaja económica inicua y desproporcionada. Desde entonces (2007) han sido doce años de enfrentamientos agotadores y costosos en los tribunales.

En estos seis años también se ha firmado un acuerdo con la Fundación Gerini que se compromete, a través de la venta de sus bienes, a restituir a la Congregación el importe que la Direzione Generale anticipó para cumplir sus obligaciones como garante de la transacción de 2007.


En este sexenio, precisamente en junio de 2017, nuestros adversarios se convirtieron en propietarios de nuestra Casa generalicia conocida como La Pisana, gracias a la orden ejecutiva firmada por el juez. Su intención era ejercer la máxima presión para obtener el dinero como contravalor de la Pisana. A cambio, devolverían la propiedad de la casa en la que vivíamos.

Puedo asegurar al Capítulo General y a toda la Congregación que el momento fue muy delicado. Sin embargo, para mí y para el Consejo General era muy clara una convicción: ¡no hacer nada que pudiera dejar a los futuros Rectores Mayores una gran deuda durante muchos años! Se podrían haber encontrado otras soluciones, pero esta no. Al mismo tiempo, no habíamos olvidado la sugerencia escuchada durante el CG27 sobre nuestra permanencia en la sede de Pisana. A la luz de todo esto, hemos llevado a cabo un sereno discernimiento en la fe al tomar la decisión, creo que valiente, de abandonar la Casa generalicia de la Pisana. Por tanto, no de “perderla” sino de “dejarla” a nuestros adversarios según el valor establecido por el juez. De este modo, su deuda con ellos se habría reducido, como ha ocurrido en la práctica.

No teníamos ningún sitio donde ir. Y teníamos que dejar libre una casa tan significativa, con 50 años de historia, con realidades únicas como, por ejemplo, el archivo histórico central salesiano, en tres meses. Pero la decisión fue firme y clara.

La disponibilidad de los hermanos de la comunidad de la Casa generalicia fue ejemplar. En tres meses, nos mudamos al Sacro Cuore de Roma, una casa perteneciente a la Inspectoría de la ICC. Estos hermanos nos acogieron con gran generosidad, poniendo a disposición todos los espacios necesarios.


En ese momento informé a toda la Congregación. La decisión tomada fue muy bien recibida en todas partes del mundo, tanto por los hermanos salesianos como por los miembros de los grupos de la Familia Salesiana.

El mismo Papa Francisco me dijo, en una audiencia privada, que había orado mucho por nosotros y que estaba contento con la decisión tomada sobre lo que significaba y testimoniaba.

Por estas razones, creo que puedo afirmar que hemos vivido un tiempo de verdadera Providencia y gracia del Señor.


Después de un año y medio compartiendo los espacios de la casa con el Inspector de la ICC y su Consejo y con la comunidad del Sacro Cuore, a través de frecuentes diálogos y contactos, hemos llegado a la decisión de hacer definitivamente del Sacro Cuore, presencia emblemática deseada por el mismo Don Bosco y quien le costó tantos esfuerzos, la sede del Rector Mayor y de su Consejo y de la comunidad que colabora con ellos en los diversos servicios a la Congregación y a la Familia Salesiana en el mundo. La Inspectoría de la ICC ha identificado un lugar adecuado para trasladar sus oficinas y la comunidad; y lo mismo hizo el Centro Nacional de Pastoral Juvenil de las Inspectorías italianas (CISI). Los gastos para la reestructuración de los espacios que acogerán a las dos nuevas comunidades y sus respectivos servicios han sido sufragados por el Rector Mayor y su Consejo. Además, la Inspectoría de la ICC será reembolsada por el valor económico de la casa del Sacro Cuore (con la excepción de la Basílica).









4. MIRANDO AL FUTURO CON FE Y ESPERANZA



4.1. Una esperanza fundada en Aquel “de quién me he fiado” (2 Tim 1,12)


En la Carta apostólica enviada a todos los consagrados con motivo del Año dedicado a la Vida Consagrada, el papa Francisco indicó tres objetivos muy específicos: mirar al pasado con gratitud, vivir el presente con pasión y abrazar el futuro con esperanza36.


Creo que lo que el Santo Padre propone para toda vida religiosa es aplicable, sin duda alguna, a nuestra Congregación y puede ser un programa para nuestro CG28. Nosotros también tenemos un gran pasado que contemplar con auténtica gratitud, agradeciendo al Espíritu Santo por el gran don que nuestro amado padre Don Bosco ha sido para la Iglesia y la Familia Salesiana.

No hay duda de que muchos hermanos viven el presente con auténtica pasión educativa y evangelizadora, como lo fue para Don Bosco; con la misma pasión por la salvación de los jóvenes que animó a Don Bosco, un verdadero evangelizador y catequista, un gran educador en la fe, con una fuerte y tierna devoción a la Virgen María, Inmaculada y Auxiliadora.


Pero esta llamada a la autenticidad pasa hoy por un futuro abrazado con esperanza. No ocultamos las dificultades que la vida consagrada vive, y nosotros en ella. Estas son las dificultades de las que habla el propio Papa37: disminución de las vocaciones, envejecimiento especialmente en el mundo occidental, problemas económicos, desafío de la internacionalidad y de la globalización, peligros del relativismo, marginación, irrelevancia social, etc.

Sin duda nos reconocemos en la realidad de la que habla el Papa; pero es en estas dificultades, que compartimos con muchos religiosos y religiosas en el mundo, donde debemos realizar cuenta nuestra esperanza, fruto de la fe en el Señor de la historia, que nos acompaña repitiendo: «No les tengas miedo, que yo estoy contigo»38.

Aunque, moderadamente, nuestra Congregación también ha sufrido una disminución numérica durante el sexenio. Pero la esperanza de la que hablamos no se basa ni en los números ni en las obras; ni podemos ceder a la tentación de refugiarnos en la búsqueda de la eficiencia, confiando solo en nuestras fuerzas. Se necesita otra visión. Se trata de la esperanza que se funda en Aquel en quien hemos depositado nuestra confianza y que nos sostiene39. Solo una fuerte experiencia de Dios puede sostener y dar un sólido fundamento a nuestra vida religiosa, convirtiéndose en su fuente y misión principal, capaz de hacernos testigos de Dios con nuestra vida. De lo contrario, corremos el riesgo de no comunicar nada valioso y no entender nuestra tarea específica como religiosos y Salesianos en el mundo de hoy.

Nuestro CG28 deberá tener una mirada profética, no tanto para indicar las vías mediante las que la Congregación pueda simplemente "sobrevivir" durante algunos decenios, cuanto para ofrecer la frescura de un carisma que tratamos de encarnar, aunque con nuestros límites, con el gran deseo de ser Don Bosco hoy, en el siglo XXI y en el futuro. Personalmente, considero que es un "pecado" carismático preocuparse solo por la "supervivencia". Nuestra Congregación no puede caer, de ninguna manera, en esta tentación. Creo que no hemos sucumbido a la tentación, pero siempre debemos tener cuidado y estar muy atentos en esto. Solo si permanecemos como "buscadores de Dios" nos liberaremos del inmovilismo, de la tentación del desaliento y del estancamiento, y podremos vivir para la misión, recibida como una llamada de Dios en Don Bosco.


El futuro de nuestra Congregación deberá ser atravesado por la esperanza en la que «como para Don Bosco, también para nosotros, la primacía de Dios es el punto de apoyo que da razón de nuestra existencia en la Iglesia y en el mundo. Esta primacía da sentido a nuestra vida consagrada, hace que evitemos el riesgo de dejarnos absorber por las actividades, olvidándonos de que somos, por encima de todo, «buscadores de Dios» y testigos de su amor en medio de los jóvenes y de los pobres. Estamos, por tanto, llamados a reconducir nuestro corazón, nuestra mente y todas nuestras energías hacia el «principio» y los «orígenes»40 de nuestro carisma y de la llamada vocacional para cada uno de nosotros. Con esta claridad, tomaremos la decisión decisiva de lo que fue esencial para Don Bosco: ¡llevar a los chicos al encuentro con Jesús!


4.2. Dios sigue bendiciéndonos. El desafío de una formación cuidadosa, valiente y responsable


Ciertamente recordamos que en el sexenio precedente vocación y formación fueron uno de los temas que ocuparon el Rector Mayor y su Consejo41. Pues bien, puedo asegurar a la Asamblea capitular y a toda la Congregación, representada por vosotros, que también durante este sexenio, la formación inicial y permanente en la Congregación han sido una verdadera prioridad. Se ha trabajado muy intensamente, con mayor éxito en la formación inicial en todas sus fases, en la reconfiguración de las casas de formación de la Congregación, en la preparación de formadores y en la constitución de buenos equipos formativos capaces de acompañar las diversas etapas.

Las mayores deficiencias se encuentran en la formación permanente, cuestión que aún no se ha resuelto satisfactoriamente, a pesar de las numerosas y repetidas iniciativas y propuestas de capacitación ya consolidadas.

Durante los tres últimos sexenios la Congregación ha dado pasos significativos en lo que se refiere a la identidad salesiana como consagrados y al compromiso de un mejor acompañamiento en la formación permanente e inicial. Creo que puedo decir que, en estos últimos seis años, se ha realizado un trabajo importante para lograr una mejor coordinación y una colaboración efectiva entre los diversos dicasterios o sectores.


En estrecha continuidad con el sexenio anterior, de 2014 a 2020 se ha intentado favorecer una mejor comprensión de la vocación consagrada salesiana en sus dos formas específicas. Se ha hecho un buen camino, pero, sin embargo, todavía tenemos la tarea de ayudar a cada hermano y a cada comunidad a vivir nuestra identidad de consagrados con mayor profundidad y convicción. El CG28 podrá decir su propia palabra, pero lo más probable es que veamos claramente que los Salesianos que necesita la juventud de hoy deben ser personas que vivan su vocación como consagrados, coadjutores o presbíteros, con un profundo sentido de Dios, una profunda convicción, una total transparencia de vida y un gran gozo interior y exterior.


Aunque el número de candidatos a la vida salesiana es muy diferente según las regiones, como Congregación, consideramos una bendición del Señor el número de novicios que cada año comienzan la vida salesiana. Sin duda, el Señor espera que nuestro trabajo en la pastoral juvenil y en el acompañamiento continúe dando mucho fruto.


Hay otros signos que, humanamente hablando, nos hablan de la esperanza y del camino decidido que tendremos que seguir en los próximos años:

- La reducción numérica de este sexenio, considerando las situaciones irregulares afrontadas y resueltas, ha sido significativamente menor que en el pasado. En diciembre de 2013, el Anuario de la Congregación señalaba 14.371 salesianos y 122 obispos. Hoy, los Salesianos son 14.184 en total.

La diferencia se entiende mejor y se reconoce la tendencia positiva si se tiene en cuenta el hecho de que en estos cinco años se han resuelto 583 situaciones irregulares: se trataba, principalmente, de hermanos que aparecían formalmente todavía como Salesianos, pero que habían dejado la Congregación hacía años. La caída real en los números en estos cinco años ha sido de unos 100 hermanos. Esta "contención" puede infundir mucha esperanza en el futuro, siempre que cuidemos constantemente la vocación de los hermanos, en primer lugar, de nosotros mismos y de la comunidad local e inspectorial de la que formamos parte.

- El porcentaje de abandonos en las etapas formativas también ha disminuido ligeramente, reduciendo el número de salidas en este sexenio.

- El ejercicio de escucha realizado con el estudio y la investigación, dirigido a más de 3.000 hermanos en formación y a sus formadores, ha puesto en evidencia algunos puntos débiles de la formación inicial. Ser consciente de esto es una ayuda para el crecimiento.

- El discernimiento vocacional en el pastoral juvenil y en los aspirantes y prenovicios ayudará, como ha sucedido en los últimos 15 años, a lograr una mayor perseverancia tanto en el noviciado como en el período de la profesión temporal.

- También creemos que los procesos adecuados de discernimiento y de acompañamiento en la animación vocacional conducirán a una mejora significativa en la formación y una disminución del fenómeno de la fragilidad vocacional, especialmente en algunas regiones de la Congregación.



- La preparación cada vez más atenta de los formadores representa otra gran oportunidad; debemos continuar en esta dirección la línea potenciada en el sexenio. Se ha hecho un esfuerzo importante para la formación de formadores y de los equipos de formación en las diversas fases. Se ha ido dando pasos. Sin embargo, hay situaciones en la Congregación aún marcadas por una considerable fragilidad. Comprometerse en la formación de formadores, para proporcionarles las competencias necesarias para su tarea, es un camino largo y exigente. En cualquier caso, estamos seguros de los frutos que traerá a la formación.

- Nuestra formación no puede ser algo abstracto. La misión del salesiano para los jóvenes de hoy condiciona la formación del salesiano. Es importante ayudar a los jóvenes salesianos a descubrir de manera vital que la misión de hoy es una misión compartida con seglares y, a veces, con otros consagrados. Desde el comienzo de la Congregación nos hemos formado en la misión y para la misión. Lo que se vivió en Valdocco con Don Bosco sigue siendo un modelo para nosotros hoy.

- En la formación del salesiano de hoy, la escucha y el diálogo, el respeto y la aceptación de los ritmos personales de crecimiento y maduración deben caracterizar los próximos años. Formar no significa "formatear" y el "caminar con" debe conducir a procesos de auténtico crecimiento y transformación personal. Este compromiso requiere que los formadores tengan una visión clara y la flexibilidad necesaria para aceptar estar siempre en camino. En este sentido hablamos de formadores capaces de vivir en continuo "éxodo".

- La esperanza de la que estamos hablando se verá verdaderamente reforzada por las acciones que haremos y que darán una auténtica continuidad a las diversas etapas de la formación.

- Finalmente, debemos crecer en la convicción de que la formación dura toda la vida y, por esta razón, todas las fases de la vida deben estar acompañadas, incluso la fase de madurez salesiana y de ancianidad.


Esta visión, que la Congregación ha alcanzado hoy, siguiendo el camino recorrido en los últimos decenios, debe profundizarse, ciertamente, en este Capítulo General.


4.3. ¡Te necesitamos entre nosotros: el grito de los jóvenes al CG28!


Leemos en la carta de Roma: «Observé y vi que muy pocos sacerdotes y clérigos se mezclaban entre los jóvenes y menos aún tomaban parte en sus diversiones. Los superiores no eran ya el alma del recreo. La mayor parte de ellos paseaban hablando entre ellos, sin fijarse en lo que hacían los alumnos; otros miraban el re­creo sin preocuparse de los jóvenes (...). Concluyo: ¿Sabéis qué desea de vosotros este pobre anciano que por sus queridos jóvenes ha consumido toda su vida? Nada más que, hechas las debidas proporciones, vuelvan los días felices del antiguo Oratorio. Los días del amor y de la confianza cristiana entre los jóvenes y los superiores; los días del espíritu de condescendencia y tolerancia por amor de Jesu­cristo de los unos hacia los otros; los días de los corazones abiertos con to­da sencillez y candor, los días de la caridad y de la alegría para todos»42.


Estimados hermanos, os puedo asegurar, ya al comienzo de nuestro CG28, que la voz de los jóvenes de todo el mundo es un grito que nos pide que estemos entre ellos, con ellos y para ellos.


En todas las Inspectorías y países donde estamos presentes, cuando hemos preguntado a los jóvenes qué esperan de nosotros y qué quieren de nosotros, su grito fue precisamente ese.

Sin duda, esta reflexión nos ocupará en los próximos días y probablemente será una de las grandes líneas programáticas para el futuro. Porque la vida del carisma de nuestra Congregación pasa por un auténtico y siempre permanente ‘volver a Don Bosco’ para reemplazar, donde sea necesario, la gestión con la presencia, la administración con la prioridad por cada joven, la autoridad como poder con el servicio, hasta que las palabras de nuestro Padre se hagan realidad, cada día, para cada uno de nosotros: «En lo que se refiere al bien de la juventud en peligro o sirve para ganar almas para Dios, yo me lanzo hasta con temeridad»43.

El Magisterio de nuestra Congregación está lleno de hermosas páginas y expresiones que nos recuerdan que ellos, los jóvenes, son nuestra prioridad; somos nosotros mismos, Salesianos de Don Bosco, los que lo decimos. En este CG28 son los mismos jóvenes los que nos lo gritan, nos lo suplican. De los muchos pasajes que he leído y en los que he reflexionado, ofrezco uno a la Asamblea capitular. Estas son algunas líneas del mensaje CG25 a los jóvenes, en el que les dijimos:


Reunidos en Roma

Procedentes de todos los Continentes,

nosotros, Salesianos de Don Bosco,

os escribimos a vosotros, Jóvenes,

porque sois la razón de nuestra vida.

(...)

Queremos estar con vosotros y para vosotros

en las situaciones de pobreza,

en los dramas de la guerra,

en los conflictos que dividen

y dondequiera que se encuentre amenazada la vida

y obstaculizado su crecimiento.

Estamos con vosotros en la búsqueda del Amor,

que da sentido pleno a la vida y produce felicidad.

(...)

Queremos deciros que

las puertas de nuestros corazones

y de nuestras casas

están siempre están abiertas para vosotros44.


Seguir cumpliendo estas promesas es una garantía de fidelidad a Don Bosco y, en él, al Señor.


4.4. Una Congregación salesiana en el siglo XXI con prioridad para los más pobres.


En CG27 dijimos: «Queremos ser una Congregación de pobres para los pobres. Como Don Bosco, creemos que esta es nuestra forma de vivir radicalmente el Evangelio, para estar más disponibles y prestos para reconocer las necesidades de los jóvenes, realizando en nuestras vidas un verdadero éxodo hacia los más necesitados. Los inmigrantes, los refugiados y los jóvenes en paro son un desafío para nosotros Salesianos en todas las partes del mundo»45.

Don Bosco concentró toda su vida en los jóvenes y supo adaptarse a ellos, a su realidad y a su ambiente. Nosotros también, con el mismo amor y la misma voluntad educativa y evangelizadora, tendremos que seguir descubriendo los tesoros que cada uno de ellos lleva en su corazón.


Nuestra prioridad absoluta sigue siendo los jóvenes y, entre ellos, los «pobres, abandonados y en peligro». El mismo Don Bosco usa frecuentemente esta expresión, desde el primer artículo de las Constituciones que él escribió. Por tanto, es una «prioridad dentro de la prioridad: la ayuda a los ‘más necesitados’»46. Y los últimos Capítulos Generales, de una forma u otra, en un contexto u otro, siempre han centrado la atención en la misión en favor de los jóvenes más pobres y necesitados.

Siempre ha existido el miedo a no ser completamente fieles a esta prioridad. Don Ricceri en el CGE20 ya advirtió sobre este peligro e invitó a corregir «ciertas hipertrofias de obras orientadas en un sentido que no dan claro testimonio del carisma salesiano (en favor de los pobres) y la atrofia que, en cambio, afecta a otras típicas y características del carisma salesiano»47.


Yo mismo en el discurso de clausura del CG27 dije: «Me atrevo a pedir que, con «coraje, madurez y mucha oración», con lo que se nos envía a los jóvenes más excluidos, optemos en cada una de las Inspectorías por revisar dónde hemos de estar, dónde hemos de quedarnos, adónde hemos de ir y de dónde podemos marcharnos... Con su clamor y sus gritos de dolor, los jóvenes más necesitados nos interpelan»48.


Creo que puedo decir honestamente que, en estos seis años, la Congregación ha estado atenta y vigilante con respecto a esta prioridad. He repetido en todo el mundo que cuando se debe tomar una decisión, no se debe pasar por alto una elección pastoral, de cualquier tipo; no se debe descuidar la prioridad de los jóvenes y de los chicos más necesitados. Y creo que no nos hemos desviado en el camino. Pero, al mismo tiempo, debo recordar que existe una tendencia muy fuerte, en algunos países e Inspectorías, especialmente en ambientes escolares, a poner en el primer puesto a quienes "pueden pagar" olvidando a los más pobres. Es una tentación que se justifica fácilmente "a priori" con la necesidad de sostener las obras, con la necesidad de garantizar su sostenibilidad, sin buscar lo suficiente, hasta el final, esos medios alternativos que garantizan la sostenibilidad de las obras y sin nunca -digo nunca- transformar nuestras presencias en espacios elitistas o espacios reservados solo para aquellos que tienen muchas oportunidades. De hecho, entre los hermanos y en las Inspectorías existe el peligro real de pensar solo, o, sobre todo, en el bienestar y la propia comodidad, y de no estar disponibles para ir a las zonas más pobres de la Inspectoría o abandonar las ciudades por presencias más remotas y humildes. Es particularmente preocupante que, en algunas situaciones, algunos jóvenes salesianos no tengan en sus corazones el deseo de la radical entrega y donación de sí mismos, sea cual sea el precio que pagar o el esfuerzo que tienen que hacer.


Mientras escribo esta reflexión, convencido de la existencia de muchas opciones a favor de los pobres presentes en nuestra Congregación, pero también del gran peligro de permanecer a medio camino, vuelvo la mirada y pienso en lo que la Madre Teresa de Calcuta (hoy santa) nos recomendó cuando intervino en el CG22, el 17 de abril de 1984: «No dejéis que nadie y nada separen vuestro amor por Cristo del amor por los pobres»49.


En este CG28, mirar al futuro con esperanza debe significar, también en este caso, volver a Don Bosco y proponer a la Congregación auténticos desafíos de vida que llenen el corazón de cada salesiano, para ser como Don Bosco hoy y para los jóvenes de hoy.



4.5. En una Congregación que cree realmente en la misión compartida con los seglares.


Al hacer una rápida búsqueda en nuestros Capítulos Generales, desde el CGE20 hasta el CG27, he buscado, con cierta curiosidad, todos los números que se refiriesen directa, concreta y ampliamente a los seglares, a su formación y a su compromiso, a su colaboración, a la misión realizada compartida... Todas estas expresiones aparecen en 82 números; donde más en el CG24 dedicado al tema "Salesianos y seglares: compartir el espíritu y la misión de Don Bosco".

Este dato nos habla, hermanos, de una sensibilidad, en nuestra reflexión y en nuestro magisterio, que viene de lejos. En algunas zonas de la Congregación se ha hecho un buen camino; pero en general, la realidad confirma hoy que tomar este camino, aceptarlo e integrarlo en la vida de las Inspectorías y hermanos no es tan evidente y fácil. Este problema también deberá ser abordado por nuestro CG28.

Don Bosco siempre fue el hombre del buen trato, del diálogo, de la amistad, siempre buscando colaboradores. Ya en 1972 nuestro CGE20 dijo que «también nosotros debemos ser generosamente abiertos, haciendo corresponsables de nuestra tarea pastoral a los laicos que tienen ‘una función específica y absolutamente necesaria en la misión de la Iglesia’»50. Y en ese mismo Capítulo, hace 49 años, ya se preveía que «los laicos deberían asumir funciones administrativas ejercidas actualmente por nosotros»51, y también se invitaba «pedir el asesoramiento y la colaboración de los laicos en la administración de las obras, constituyendo eventualmente consejos para administración en la que ellos participen activamente»52. La reflexión actual nos hace comprender que la misión compartida es mucho más que una delegación de funciones administrativas. Esto es cierto, pero a menudo sucede que es precisamente en la cesión de funciones administrativas, donde algún hermano ofrece más resistencia. De hecho, precisamente allí se requiere que se realicen tareas y programas «en comunión con los laicos corresponsables en la tarea pastoral»53.

El informe del Rector Mayor al CG21 ofreció una declaración importante al respecto: «Reconocemos que, especialmente hoy, no solo y no principalmente por un estado de necesidad, sino por claros motivos de eclesiología y de pedagogía, tenemos necesidad de seglares que sean colaboradores nuestros, conscientes y hábiles, para completar eficazmente nuestra obra educativa, pastoral y evangelizadora»54. Hermanos, estamos en este camino. Nuestra Congregación en los próximos años debe realizar pasos decididos en esta dirección. ¿Incluso donde hay más abundancia de vocaciones? Ciertamente. Sobre todo, porque esto nos hará institucionalmente mucho más libres y nos ofrecerá muchas oportunidades personales para concentrar directamente muchas energías en la misión evangelizadora, catequética y pastoral.

Escribo esto sabiendo que es un punto "sensible e incómodo". Sensible e incómodo como todo lo que se ha dicho anteriormente, tanto por parte mía como, en su momento, por don Pascual Chávez, sobre la cuestión del clericalismo. En cualquier caso, la impopularidad de algunos problemas no puede quitarles el coraje de ponerlos en evidencia. Es una tarea asociada a este servicio. Sobre este tema, invito a toda la asamblea a ser valiente.


«Los seglares tienen el derecho al papel de colaboradores y corresponsables. Y deben ser preparados para este fin»55, se escribió en el CG21. Ya he señalado algunas razones en las que la Congregación es muy clara: «Cuando los colaboradores seglares son cristianos convencidos, su presencia pone a los jóvenes ante a una más completa gama de modelos de vida cristiana, da mayor posibilidad a los SDB de usar sus energías en el campo específico de animadores, y permite un diálogo más vasto y más actual con los problemas de la familia y de la profesión»56.


La decisión está en nuestras manos. La vida nos muestra que es el camino correcto. Solo será necesario superar nuestra resistencia en favor de una misión capaz de establecer estilos nuevos, positivos y contagiosos en la misión compartida entre Salesianos y seglares. Me gustaría subrayar que la formación inicial de las nuevas generaciones de Salesianos debe afrontar directamente esta realidad.


4.6. Capaces de interceptar y acompañar el nuevo cambio del paradigma de la comunicación


Estamos en los umbrales de una era totalmente nueva en el campo de las comunicaciones sociales57. Ya en 1971, la Instrucción pastoral Communio et Progressio destacó la existencia de esta realidad totalmente nueva. Hoy, al contemplar el mundo en que vivimos y el ámbito de las comunicaciones sociales, nos encontramos exactamente en lo que hace 49 años era simplemente un bosquejo.

En todas partes se escucha afirmar que estamos experimentando un cambio de "paradigma". En poco tiempo, las tecnologías, las costumbres y las mentalidades humanas han cambiado. En la próxima década, a partir de 2020, se esperan grandes cambios a escala global. Muchos países ya están inmersos en el mundo de las "inteligencias artificiales", de la comunicación con tecnología 5G, en los "Big Data", en las biotecnologías, en el uso de las nanotecnologías, etc.

Es evidente que estamos en una era de cambios profundos que afectan no solo a nuestra forma de pensar y actuar, sino también a nuestra vida religiosa y la forma en que expresamos nuestra consagración y nuestra fe. Como educadores, observamos cada día a los adolescentes y jóvenes que cambian, rapidísimamente, de hábitos, de formas de mirar, pensar y comprender el mundo, las relaciones personales y de grupo, los valores fundamentales de la existencia, del mundo y de Dios (manifestando fe o indiferencia).


Se constata, en el mundo el desarrollo de los medios de comunicación de masa, el aumento de las plataformas de comunicación online cuyos contenidos son generados por los propios usuarios. Esta categoría incluye los blogs, forum online, los diferentes medios online que permiten crear y compartir tantísimos contenidos. Entre las plataformas más importantes encontramos las principales redes sociales social-network (hoy Facebook, Twitter, Instagram... y mañana otras) definidas como "plataformas digitales de comunicación global que ponen en contacto a un gran número de usuarios". Estas redes sociales y su canal privilegiado "Internet" se han convertido en herramientas fundamentales de uso "intensivo" e "imprescindible" en la socialización juvenil, con el dilema de qué es virtual, de qué es real o de cómo lo virtual es siempre "real" porque forma parte de la vida.

Los lugares donde viven los jóvenes no son solo espacios físicos, sino "lugares digitales", que se convierten en lugares reales porque los jóvenes y también muchos adultos se encuentran allí, cada instante, en cualquier momento. Allí hacen que se escuche su voz y presencia. Este universo virtual crece exponencialmente en un intercambio comunicativo que reduce las distancias entre los macro grupos de "amigos desconocidos" que se conectan y se comunican entre sí.

Se vislumbra un nuevo mundo de relaciones con un proceso simple llamado "interacción". Una retroalimentación (feed-back) continua que alimenta a los jóvenes que viven en el universo de las tres "www". Y en esta interacción se intercambian un número infinito de mensajes, fotografías, vídeos, con sus contenidos que hacen crecer a esta juventud inmersa en el mundo de las pantallas, en lo que podría ser el futuro de hoy: capturados en los modernos smartphone (teléfonos inteligentes), los jóvenes son "prosumidores": al mismo tiempo consumidores y productores de información e incluso conocimiento.


Esta realidad podría describirse más tarde y profundizarse más a fondo. Para nosotros, educadores de jóvenes, es más que evidente, que tener una actitud apocalíptica, negativa e indiferente hacia la realidad que estamos describiendo no puede ser nuestra perspectiva educativa ni nuestra práctica. Por el contrario, por nuestra parte debe haber una actitud "inteligente" y "activa", lo que implica una comprensión profunda e integral de las posibilidades y límites que ofrecen estos medios, tratando de generar un conocimiento de los nuevos idiomas, para hacerlos propios para conocerlos, comprenderlos, dialogar con ellos de manera crítica, comprometiéndonos a acompañar a nuestros jóvenes.


Don Bosco, refiriéndose a la buena prensa, el medio de comunicación de su tiempo escribió: «Te ruego que no descuides este aspecto tan importante de nuestra misión"58; y en la carta circular a los salesianos del 19 de marzo de 1885 dijo: «La prensa fue una de las principales empresas que me confió la Divina Providencia. No dudo en llamar a este medio divino, ya que Dios mismo lo usó para la regeneración del hombre»59. Y al que se convertiría en el futuro papa Pío XI, llegó a decirle: «En este (campo), Don Bosco siempre quiere estar a la vanguardia del progreso»60.


Me pregunto si, como educadores de los jóvenes, nuestra Congregación y los Salesianos de hoy y de mañana serán capaces de prepararse cada vez mejor para este nuevo contexto digital en el que viven los jóvenes.


Me pregunto si, como educadores de los jóvenes, conocemos, reflexionamos, nos ubicamos y profundizamos en la realidad de las redes sociales (social-network) hasta el punto de ser competitivos para interactuar con los jóvenes que encontramos.


Queda pendiente un desafío para nosotros, educadores. Preguntémonos si los espacios educativos formales que ofrecemos en las escuelas, en las parroquias y en los oratorios, en las ISU (Instituciones Universitarias Salesianas), serán lo suficientemente "sensibles" y "permeables" como para estar en sintonía con los jóvenes y su "mundo digital".


Esta es una dimensión de tal importancia que no podemos descuidar, como si no fuera algo vital, fundamental en la evangelización y educación de los jóvenes. Y como es tan vital y fundamental, debe tenerse en cuenta seriamente en la formación de las nuevas generaciones de Salesianos, ya que es un campo en el que ellos, "nativos digitales", están llamados a ser, como nosotros, educadores y evangelizadores. jóvenes en una Congregación, la nuestra, donde educamos y evangelizamos «sobre todo con la comunicación social»61.



CONCLUSIÓN: EXORCIZAR LA TENTACIÓN DEL DESALIENTO Y CONFIRMAR LA ESPERANZA QUE NOS VIENE DEL SEÑOR


Termino este informe. Lo he preparado con pasión y convicción y tendría mucho más para compartir. Tal vez podamos hacerlo en el diálogo de los próximos días, gracias a vuestras preguntas.

Quiero terminar haciendo mía una expresión de don Egidio Viganò en su discurso de clausura del CG23. Decía: «No es preciso repetir aquí lo que ha dicho autorizadamente el Capítulo. Simplemente me gustaría poder exorcizar la tentación de desaliento. Todo lo que ofrece el documento es muy hermoso; pero ¿con qué Salesianos hacerlo, por ejemplo, en esta casa? Porque sin duda hay dificultades concretas que debemos afrontar.

Hay que reaccionar comenzando por uno mismo; convencerse de que en toda casa hay muchas más posibilidades de lo que a veces se piensa; sobre todo, hay que aumentar la fe en la presencia verdadera y activa del Espíritu, en la energía de la resurrección proporcionada por Cristo en los sacramentos, en la ayuda materna y constante de María, en la intercesión de san Juan Bosco, de nuestros santos y de toda la Iglesia celestial»62.


En definitiva, la diferencia entre optimismo y esperanza está precisamente en la fe. En algunas ocasiones podemos ser optimistas si los datos que manejamos nos dan resultados favorables, pero esta actitud es frágil y efímera. Día a día, debemos comenzar el camino no tanto con optimismo cuanto con esperanza. Esa esperanza que tiene sus raíces, precisamente, en la fe y en la presencia del Espíritu. Una esperanza que sabe lo que significa tener una Madre Auxiliadora que continúa ‘haciendo todo’ mientras acompaña a la Familia de Don Bosco; y un Padre, Don Bosco, que continúa guiando, incluso con pobres mediaciones humanas, esta obra que ni siquiera es suya, sino que es fruto del Espíritu. Que este mismo Espíritu Santo pueda guiarnos en la tarea del Capítulo que toda la Congregación nos ha confiado.


Un abrazo fraterno de vuestro hermano



Don Ángel Fernández Artime SDB

Rector Mayor

1 Cf. CG27, 3.

2 CG27, 32.

3 CG27, 28

4 VC, 93.

5 CG27, p.174.

6 Const. 25.

7 EG, 92.

8 CG27, 42.

9 CG27, 52.

10 Francisco, Como Don Bosco, con los jóvenes y para los jóvenes. Carta del papa Francisco al Rector Mayor de los Salesianos.

11 J. Bosco, El joven cristiano instruido en sus deberes y en los ejercicios de piedad cristiana, en Instituto Histórico Salesiano, Fuentes Salesianas. Don Bosco y su obra, Editorial CCS, Madrid 2015, p. 559.

12 Los números que hacen referencia al acompañamiento en el CG27 son: 1, 18, 27, 38, 59, 74.2, 75.1

13 ChV, 299.

14 Cf. M. Lasarte-D. Medeiros (Coords), Amazonia Salesiana. El Sinodo nos interpela, Elle Di Ci, Leumann (Torino) 2019, p. 19.

15 Ad gentes, 40.

16 Cf. MBe II, 161-162.

17 E. Ceria, Annali, II-IV passim; ACS, Indices ad vocem Missio.

18 Cf. CG27, 19.

19 CGE20, 151.

20 MBe XVI, 265.

21 CG26, 55.

22 Const. 4.

23 CG27, Relazione del Rettor Maggiore al Capitolo, Roma 2014, p. 331.

24 ACS 93 (1939), p.180.

25 CG24, 252.

26 Const. 37.

27 Discurso del Rector Mayor, don Ángel Fernández Artime, en la clausura del CG27, en ACG 418, p. 186.

28 Cf. MBe VI, 257.

29 MBe XVIII, 229.

30 Const. 24.

31 A. Montan, Il religioso presbitero nella Chiesa oggi: attualità, contenuti, prospettiva di un qualificato seminario della CISM, en CISM, Il religioso presbitero nella Chiesa oggi. Atti del Seminario di studio (Roma, 31 marzo 2005), editado por A. Montan, Il Calamo, Roma, 2005, 7-17, 7.

32 CIVCSVA, Economía al servicio del carisma y de la misión. Orientaciones, LEV, Città del Vaticano 2018, n. 41.

33 Ibidem.

34 CGE20, 726.

35 Cf. Informe del Rector Mayor al CG27, Roma, 2014, p. 334.

36 Cf. Francisco, Carta apostólica a todos los consagrados con ocasión del año de la vida consagrada, Città del Vaticano 2014.

37 Cf. o.c., 15-16.

38 Jer 1,8.

39 Cf. 2 Tim 1,12.

40 CG27, 32.

41 Cf. CG27, Informe del Rector Mayor, o.c. p. 328.

42 J. Bosco, Carta de Roma a la comunidad salesiana del Oratorio de Turín-Valdocco, en Instituto Histórico Salesiano, Fuentes salesianas. Don Bosco y su obra, Editorial CCS, Madrid 2015, pp. 404, 408.

43 Const. 19 y MBe XIV, 564.

44 CG25, 139.

45 CG27, 55.

46 CGE20, 48.

47 CGE20, 181.

48 CG27, p. 128.

49 CG22, p. 109.

50 CGE20, 428.

51 CGE20, 393.

52 CGE20, 620.

53 CGE20, 439.

54 CG21, 66

55 CG21, 76.

56 CG21, 77.

57 Cf. Communio et Progressio 181, 187, citado en CGE20, 442.

58 Epistolario IV, 321.

59 Epistolario IV, 318-319.

60 MBe XIX, 267.

61 Const. 6.

62 CG23, 352.

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