3. MEDITATIO


3. MEDITATIO

w ww.olhares.










Los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!

Venid a Galilea,
allí el Señor aguarda;
allí veréis los suyos
la gloria de la Pascua. »


( Secuencia)







  1. Retiro ………………….……….......... 3 - 10

  2. Formación…………….………........ 11 - 15

  3. Comunicación.….…................ 16 - 26

  4. El anaquel……….……................27 - 56






Revista fundada en el año 2000

Segunda época


Dirige: José Luis Guzón

C\\ Las Infantas, 3

09001 Burgos

Tfno. 947275017 Fax: 947 275036

e-mail: jlguzon@salesianos-leon.com


Coordinan: José Luis Guzón y Eusebio Martínez

Redacción: Raimundo Gonçalves

Maquetación: Xabi Camino

Asesoramiento: Segundo Cousido y Mateo González


Depósito Legal: LE 1436-2002

ISSN: 1695-3681







LECTIO DIVINA de Mt. 11, 25 – 30.

Razón de nuestra alegría: ser sus discípulos”


1. Oración inicial


Padre, te damos gracias porque nos congregas todavía una vez más en tu presencia, nos reúnes en tu nombre. Señor, tú nos pones frente a tu Palabra, la que inspiraste a tus profetas: haz que nos acerquemos a esta Palabra con reverencia, con atención, con humildad; haz que no la despreciemos sino que la acojamos en todo lo que nos dice. Sabemos que nuestro corazón está cerrado a menudo, incapaz de comprender la sencillez de tu Palabra. Envíanos tu Espíritu para que podamos acogerla con verdad, con sencillez, para que ella transforme nuestra vida. Haz, Señor, que no te resistamos, que tu Palabra penetre en nosotros como espada de dos filos; que nuestro corazón esté abierto y que nuestra mano no resista; que nuestro ojo no se cierre, que nuestro oído no se vuelva hacia otra parte, sino que nos dediquemos totalmente a esta escucha. Te lo pedimos, Padre, en unión con María por Jesucristo nuestro Señor. AMÉN.


2 . LECTIO: Mateo 11,25-30.


2.1. El texto:


25-26: En aquel tiempo, tomando Jesús la palabra, dijo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. 27: Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. 28-30: «Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera.»



2.2. Un momento de silencio orante

(para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida)



2.2.1. Claves para la Lectura


Cuando Jesús se dio cuenta que los pequeños entendían la buena nueva del Reino, se alegró intensamente. Espontáneamente se dirigió al Padre con una plegaria de acción de gracias e hizo una invitación generosa a todos los que sufren, oprimidos por el peso de la vida. El texto revela la ternura de Jesús al acoger a los pequeños y su bondad al ofrecerse a los pobres como fuente de reposo y de paz.


2.2.2. Una división del texto


  1. Mt 11,25-26; Oración de acción de gracias al Padre

  2. Mt 11,27; Jesús se presenta como el camino que lleva al Padre

  3. Mt 11,28-30; Invitación a todos los que sufren y a los oprimidos


El contexto literario de las palabras de Jesús: capítulos 10-12 del Evangelio de Mateo:


* En el Evangelio de Mateo, el discurso de la Misión ocupa todo el capítulo 10. En la parte narrativa que sigue después de los capítulos 11 y 12, donde se describe cómo Jesús realiza la Misión, aparecen incomprensiones y resistencias que Jesús debe afrontar. Juan Bautista, que miraba a Jesús con una mirada del pasado, no lo comprende (Mt 11, 1-15). El pueblo, que miraba a Jesús sólo por interés, no es capaz de entenderlo (Mt 11, 16-19). Las grandes ciudades en torno al lago, que habían oído la predicación y habían visto los milagros, no quieren abrirse a su mensaje (Mt 11, 20-24). Los escribas y doctores que juzgaban todo a partir de su ciencia, no son capaces de entender la predicación de Jesús (Mt 11,25). Ni siquiera los parientes lo entienden (Mt 12,46-50) Sólo los pequeños entienden y aceptan la buena nueva del Reino (Mt 11,25-30). Los otros quieren sacrificios, pero Jesús quiere misericordia (Mt 12,8). La resistencia contra Jesús lleva a los fariseos a intentar matarlo (Mt 12,9-14). Ellos lo llaman Beelzebul (Mt 12, 22-32). Pero Jesús no cede; él continúa asumiendo la misión del Siervo, descrito por el profeta Isaías (Is 43, 1-4) y citado al completo por Mateo (Mt 12, 15-31).


* Así, este contexto de los capítulos 10-12 sugiere que la aceptación de la buena nueva por parte de los pequeños es la realización de la profecía de Isaías. Jesús es el Mesías esperado, pero es diverso de lo que la mayoría imaginaba. No es el Mesías glorioso nacionalista, ni siquiera un juez severo, ni un Mesías rey poderoso. Sino que es el Mesías humilde y siervo que "no rompe la caña cascada, ni apagará la mecha humeante" (Mt 12,20). Él proseguirá luchando, hasta cuando la justicia y el derecho prevalezcan en el mundo (Mt 12,18. 20-21). La acogida del Reino por parte de los pequeños es la luz que brilla (Mt 5,14), es la sal que da sabor (Mt 5,13), es el grano de mostaza que (una vez convertido en árbol grande) permitirá a las aves del cielo anidar entre sus ramas (Mt 13, 31-32).

1 3.1. Comentario a las palabras de Jesús

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* Mateo 11, 25-26: Sólo los pequeños pueden entender y aceptar la buena nueva del Reino.


Frente a la acogida del mensaje del Reino por parte de los pequeño, Jesús .convierte el fracaso en motivo de alabanza, porque descubre, en ello un designio de Dios; encontrarse con la voluntad de Dios, sea donde sea, es motivo de reconocimiento. Jesús tiene un gran gozo y espontáneamente, transforma su gozo en una oración al Padre: "Te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque ocultaste estas cosas a los sabios y discretos y las revelaste a los pequeñuelos. Sí, Padre, porque así te plugo". Los sabios, los doctores de aquel tiempo, habían creado una serie de leyes en torno a la pureza legal, que después imponían al pueblo en nombre de Dios (Mt 15, 1-9). Ellos pensaban que Dios exigía todas estas observancias, para que el pueblo pudiese tener paz. Pero la ley del amor, revelada por Jesús, afirmaba lo contrario. De hecho, lo que cuenta, no es lo que hacemos por Dios, sino mas bien, ¡lo que Dios, en su gran misericordia, hace por nosotros! Los pequeños oían esta nueva noticia y se alegraban. Los sabios y doctores no conseguían entender tal clase de enseñanza. Hoy, como en aquel tiempo, Jesús está enseñando muchas cosas a los pobres y a los pequeños. Los sabios e inteligentes harán bien en convertirse en discípulos de estos pequeños.


¡Jesús oraba mucho! Oraba con los discípulos, oraba con el pueblo, oraba solo. Pasaba noches enteras en oración. Llegó a resumir todo su mensaje en una oración de siete peticiones, que es el Padre Nuestro. A veces, como en este caso, los evangelios nos informan del contenido de la oración de Jesús (Mt 11,25-26; 26-39; Jn 11,41-42; 17,1-26). Otras veces nos dan a conocer que Jesús rezaba los Salmos (Mt 26,30; 27,46). En la mayoría de los casos, sin embargo, dicen simplemente que Jesús oraba. Hoy por todas partes se están multiplicando los grupos de oración.


En el Evangelio de Mateo, el término pequeños (elachistoi, mikroi, nepioi) a veces indican a los niños, otras veces indica sectores excluidos de la sociedad. No es fácil distinguir. A veces lo que se llama pequeño en un evangelio, es llamado niño en otro. Además, no siempre es fácil distinguir entre lo que pertenece a la época de Jesús y lo que es, por el contrario, del tiempo de las comunidades para las que han sido escritos los evangelios. Pero, aun siendo esto así, lo que resulta claro es el contexto de exclusión que reinaba en aquella época y la imagen de persona acogedora de los pequeños que las comunidades primitivas tenían de Jesús. “Pequeños” son los infantes, inmaduros, influenciables y dependientes, quienes aún precisan de instrucción y protección, para Mateo son los pobres y humildes, cuantos han aceptado a Jesús: sus fieles, los que le han creído, encarnan la fe clarividente de los que aún necesitan de luces, los que precisan aún del maestro, no son pudientes, ni religiosamente entendidos, pero han sido beneficiados por Dios. “Sabios” y “entendidos” son los que, expertos y sagaces, inteligentes y creídos, confían en su propia capacidad de llegar a la verdad.


* Mateo 11,27: :El Hijo conoce al Padre: la intimidad divina imprescindible para evangelizar


Jesús siendo el Hijo, conoce al Padre y sabe lo que el Padre quería, cuando en el pasado, había llamado a Abrahán y a Sara para formar un pueblo o cuando consignó la Ley a Moisés para reforzar la alianza. La experiencia de Dios como Padre ayudaba a Jesús a entender de una manera nueva las cosas que Dios había dicho en el pasado. Lo ayudaba a reconocer errores y límites, dentro de los cuales la buena nueva de Dios había estado prisionera de la ideología dominante. La intimidad con el Padre le ofrecía un criterio nuevo que lo colocaba en contacto directo con el autor de la Biblia. Jesús no iba de la letra a la raíz, sino de la raíz a la letra. El buscaba el sentido en la fuente. Vivir y entenderse como Padre-Hijo capacita para saber del Hijo-Padre: saberse hijo supone saberse del Padre: la vivencia familiar hace familiar el conocimiento; la vinculación vital, la comunión de intereses habilita al Hijo a manifestar definitiva y autoritativamente al Padre. Para entender el sentido de una carta es importante estudiar las palabras que contiene. Pero la amistad con el autor de la carta puede ayudar a descubrir una dimensión más profunda en esas palabras, que el solo estudio no es capaz de revelar. La filiación tiene para Jesús en la oración el ámbito más preciado, es el lugar preferido para expresar la intimidad y éste será el requisito para la revelación. El Evangelio ante todo es revelación de la intimidad mutua del Padre y el Hijo.



* Mateo 11,28-30 Jesús descanso para el seguidor suyo


Jesús invita a todos aquellos que están cansados y promete su descanso. El pueblo de aquel tiempo, vivía cansado, bajo el doble peso de los impuestos y de las observancias exigidas por las leyes de pureza. Y Jesús dice: "Tomad sobre vosotros mi yugo y aprended de mi, que soy manso y humilde de corazón y hallaréis descanso para vuestras almas, pues mi yugo es blando y mi carga ligera". La primera invitación esta dirigida al debilitado, por escasez de fuerza o sometimiento a otros. El cansancio y la fatiga, física o espiritual, proviene del peso que se ha de llevar y esta es la carga del que se impone buscar la perfección en el cumplimiento de la ley; en boca de Jesús se refiere al esfuerzo por cumplir con las exigencias de los fariseos o en la mente del redactor la carga que supone el seguimiento de Cristo; el caso es que Jesús se presenta como desahogo, como descanso para quien fatiga por ser fiel: meta y puerto, Él es el sábado del creyente ( San Agustín). A través del Profeta Jeremías Dios había invitado al pueblo a investigar en el pasado para conocer qué camino bueno podría dar descanso a las almas (Jer. 6,16). Este camino bueno aparece ahora en Cristo. Jesús ofrece descanso a las almas. Él es el camino (Jn 14,6).


Aprended de mi que soy manso y humilde de corazón. Como Moisés, Jesús era manso y humilde (Num 12,3).El seguimiento se realiza como aprendizaje personal; la convivencia es la escuela; el objeto que aprender es una persona: Jesús. Jesús es motivo de seguimiento, lo que importa es lo que es el Maestro para el discípulo. La convivencia es el método de Jesús para participar de su misión. Esta convivencia pasa necesariamente por el corazón y la vida compartida. La razón del descanso que procura el aprendizaje está en el modo de ser del maestro: misericordioso, humilde de corazón. Ambas cualidades no aminoran la radicalidad de sus exigencias, pero si facilita el trato con los discípulos.. La benevolencia del Maestro siempre es gracia, porque su amor es donado, no está en orden a los méritos del discípulo. Aprender de Jesús es ponerse a reposar. Su yugo es salvación: asegura el sometimiento a Dios, la realización de su querer y el sentirse querido. La paz del seguidor de Jesús está en el discipulado: querer mantenerla impone mantenerse aprendiendo sólo de Él. Sólo sabrá que el yugo es suave y la carga ligera quien se someta a la disciplina del Maestro. Sólo sabrá que esto es cierto quien le sea obediente..


En la Biblia muchas veces la palabra humilde es sinónimo de humillado. Jesús no hacía como los escribas que se envanecían de su ciencia, sino que era como el pueblo humilde y humillado. Él, el Maestro, sabía por experiencia qué cosa pasaba por el corazón del pueblo y cuánto el pueblo sufría en la vida de cada día.



Para iluminar las actitudes de Jesús:


* El estilo de Jesús en el anuncio de la buena nueva del Reino


En su modo de anunciar la buena nueva del Reino, Jesús revela una gran pasión por el Padre y por el pueblo humillado. Diferente de los doctores de su tiempo, Jesús anuncia la buena nueva de Dios, en cualquier lugar en donde encuentra gente que lo escucha. En las sinagogas durante la celebración de la Palabra (Mt 4,23). En las casas de los amigos (Mt 13,36). Caminando por los caminos con los discípulos (Mt 12,1-8). En el mar, a lo largo de las playas, sentado en la barca (Mt13,1-3). Sobre la montaña donde proclama las bienaventuranzas (Mt5,1). En las plazas de los pueblos y de las ciudades, donde el pueblo transporta a los enfermos (Mt 14,34-36). También en el templo de Jerusalén durante las peregrinaciones (Mt 26,35). En Jesús ¡ todo es revelación de lo que dentro le anima! No sólo anuncia la buena nueva del Reino, sino que Él es una prueba viva del Reino. En Él aparece ya lo que acontece cuando una persona humana deja que Dios reine y tome posesión de su vida.



* La invitación de la Sabiduría Divina a todos los que la buscan.


Jesús invita a todos los que sufren bajo el peso de la vida a encontrar en Él reposo y alivio (Mt 11,25-30) En esta invitación resuenan las palabras tan bellas de Isaías que consolaba al pueblo cansado por el destierro (Is 55,1-3). Esta invitación está en relación con la Sabiduría Divina, que convoca en torno a sí a las personas (Sir 24,18-19) afirmando que " sus caminos son caminos deleitosos y son paz todas sus sendas" (Prov 3, 17). También dice: " La sabiduría exalta a sus hijos y acoge a los que la buscan. El que la ama, ama la vida, y los que madrugan para salir a su encuentro, serán llenos de alegría" (Sir 4, 11-12). Esta invitación revela un aspecto importante del rostro femenino de Dios, la ternura y el acogimiento que consuela, revitaliza las personas y les hace sentir bien. ¡Jesús es el alivio que Dios ofrece al pueblo fatigado!



2 3.2. Comentario a las palabras de Jesús en clave salesiana. Artículo 11 Constituciones.

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Jesús no sólo rezaba, en el Evangelio de hoy somos capaces de saber el contenido de su oración: la bendición y la acción de gracias al Padre por sus designios. Sólo el Hijo que ha sido engendrado por la obediencia es capaz de descubrir que su alegría radica en saber la Voluntad del Padre y el ponerla en práctica. Sensible como el Padre para que el Reino llegue a los últimos, que son los que la sociedad ha marginado. Orando ha sido la forma en que Jesús se ha dado cuenta de que Dios tiene un plan de salvación para los pequeños y es orando donde se estremece su ser y florece su alegría por esta voluntad divina


La misión salesiana es sólo fruto del diálogo que D. Bosco supo mantener con Jesús el Buen Pastor. Dios ha optado no por lo brillante y lo sobresaliente del mundo, su opción es: lo pequeño, lo insignificante. Debemos aprender como lo hizo D. Bosco a optar por quien Dios ya ha optado y saber que ellos son motivo de la alegría del corazón del Padre.


También nosotros hoy somos testigos de la acción de Jesús con nuestros jóvenes, de manera especial con los “pequeños”. Sentir que la voluntad divina es que los “pequeños” acogen el Reino que se les anuncia, debe ser el motivo de nuestra alegría y la fuente de nuestra oración. Siendo fieles al mensaje que se nos ha dado para comunicar a los que hemos sido enviados seremos los más felices porque comprendemos la dinámica del Corazón que nos envió a ellos. Sabernos queridos en medio de los pequeños es la fuente de nuestra oración de bendición y acción de gracias. No importa el aparente fracaso del anuncio del Evangelio, esto no debe ser raíz de nuestro malestar, lo importante es anunciar el Evangelio a aquellos a los que ha escogido Dios.


Es necesario que hablemos de la importancia de la oración a los jóvenes, pero también es necesario que nos vean rezar y que sepan el contenido de nuestra oración, que se sepan el motivo de nuestra alegría porque en ellos se cumple el proyecto de Dios. Debemos no solamente practicar la oración personal y comunitaria, como Jesús debemos rezar con nuestros jóvenes y expresar el contenido de nuestra oración. Una oración espontánea, de gratitud y bendición. Una oración que surge del corazón ante la admiración de un Dios que siempre “se ha fijado en la pequeñez de sus siervos”. La mejor motivación de la alegría y de la oración de un salesiano es Dios, que ha optado: por los jóvenes, por los pequeños, por nuestros destinatarios y nuestros colaboradores a los que hemos sido enviados. La alegría radica no tanto por los triunfos que cosechamos pastoralmente cuanto por sabernos elegidos por Dios que ha optado por ellos. La comunidad salesiana debe abrir sus puertas a los jóvenes para que éstos se sepan objeto de su oración. La comunidad salesiana es “escuela de oración” llamada no sólo a invitar a los jóvenes a rezar, sino también a que descubran que alabamos el proyecto de Dios sobre ellos.


Una lección que recibimos de este texto, sin forzarlo, es que en todo evangelizador debe darse una vida de oración. Sin oración no hay evangelización. Sin oración compartida no hay posibilidad de comunicar la profundidad del mensaje que se quiere transmitir y el contenido no es otro que el amor profundo que mutuamente se profesan el Padre y el Hijo. No podemos conocer el misterio del Dios si Jesús no nos lo comunica, por eso le damos espacios y tiempos. La misión sólo es fruto del diálogo entre el que envía y el enviado y este diálogo es expresión de una relación de intimidad. No se puede conocer al Padre si no es por el Hijo y no es posible conocer al Hijo si no es por el Padre. El contenido del Evangelio no son sólo valores humanos que transmitir, es una relación que se nos da y se nos desvela: misterio de amor entre el Padre y el Hijo. La oración es el ámbito donde nace toda acción evangelizadora. El evangelizador lo que revela es una relación que Jesús mantiene con el Padre. No transmitimos un Dios fruto de nuestras reflexiones, como Jesús transmitimos una relación profunda con quien nos ha escogido para proclamar el Evangelio, la Buena Noticia para los más desfavorecidos de nuestro mundo. Sin relación del evangelizador con quien le ha enviado no puede haber Evangelio por muy buenas técnicas y eficaces métodos que utilice. Sin una vida de oración y ésta compartida con la comunidad y con los destinatarios no hay posibilidad de evangelizar. La comunidad es el ámbito para compartir la oración del apóstol y es también donde nuestros destinatarios deben aprender a conocer al Dios revelado en Jesús. El Evangelio de Jesús tiene como contenido la Paternidad de Dios, por consiguiente, la filiación en Jesús y como consecuencia la fraternidad entre todos los hombres.


Vivimos en un momento en que nos sobrepasa la tarea evangelizadora y se debilita la conciencia del discipulado en la conciencia del evangelizador; las palabras de Jesús son una invitación a acudir a Él, a sentir en su persona nuestro descanso. Jesús es el salario a nuestra tarea de evangelizadores. No debemos buscar otras “mendicidades”: compensaciones afectivas, triunfos, fama, derechos, jubilación. El evangelizador tiene en Jesús su descanso, su alivio. Una verdadera evangelización lleva al discípulo a buscar a quien es su Evangelio. Si en nuestras constituciones decimos que debemos llevar a los jóvenes a la persona de Cristo, como salesianos ese camino debemos hacerlo primeramente nosotros. Cuando, a veces, buscamos que nos comprendan y nos recompensen por la labor realizada ya sabemos el camino: acudir a Cristo. No hay posibilidad de descanso para el evangelizador que encontrarlo en Jesús. La alegría de la que se nos habla en el Evangelio es fruto no sólo de una cualidad humana es y tiene su fuente en el amor al Padre. La alegría del salesiano tiene su fuente como dicen nuestras Constituciones en haber conocido a Cristo.


El yugo y la carga del Evangelio son suave y ligera. Sólo en el trato con Jesús es donde el salesiano aprende a tener un corazón como el suyo: manso y humilde. Son las dos características que en el sueño de los nueve años de D. Bosco se le piden para trabajar entre aquellos muchachos que en un momento se convierten en “fieras”, pero que sólo un corazón humilde y manso pede convertir en “dóciles corderos”. En el trato personal con Jesús el salesiano encuentra las características de su corazón pastoral. Sólo con un corazón semejante al de su Maestro podrá sentir la carga ligera y el yugo suave. Ser discípulo de Jesús no es nada fácil, pero tenerle a Él de Maestro es encontrar reposo y alivio.



4. Algunas preguntas

¿Cuál es el punto del texto que más ha llamado mi atención y que más me gusta? En la primera parte (25-27), Jesús se dirige al Padre, ¿Qué imagen del Padre revela en su oración? ¿Cuáles son los motivos que le empujan a dar alabanza a Dios? Y yo ¿qué imagen tengo de Dios? ¿Cómo y cuándo alabo al Padre? ¿Mi comunidad y los jóvenes saben el contenido de mi oración?¿Creamos espacios y tiempos para compartir la oración con mis hermanos de comunidad y los jóvenes?¿transmito a los jóvenes reflexiones, conceptos o expreso la vivencia que tengo con Dios?¿A quién se dirige Jesús en la segunda parte (28-30)? ¿Cuál es el yugo que mayormente pesaba sobre el pueblo de aquel tiempo? Y ahora ¿cuál es el yugo que más cansa? ¿Jesús es mi recompensa o busco otras compensaciones?.¿De quien aprendo a tener un corazón manso y humilde?.¿Cuál es el yugo que me da descanso? ¿Cómo pueden las palabras de Jesús ayudar a nuestra comunidad a ser un lugar de reposo para nuestras vidas? Jesús se presenta como revelador y como camino al Padre. ¿Quién es Jesús para mí? Siento a la comunidad como el lugar dónde soy atendido por Jesús, manso y humilde de corazón y hace suave el yugo y ligera la carga?


5. ORATIO (reza lo que has descubierto como denuncia en ti de la Palabra, ora su voluntad)


3 Señor Jesucristo, que eres modelo y fuente de nuestra caridad pastoral, concédenos imitar, en nuestra vida, tu entrega incondicional a la voluntad del Padre, la diligencia amorosa de tu acción de buen Pastor a favor de los hombres, especialmente de los sencillos y los pobres, tu deseo de congregar a los discípulos en la unidad de la comunión fraterna. Por la gracia de tu Espíritu, haz que estos valores evangélicos animen nuestra vida espiritual y nuestra labor apostólica. Tu que vives y reinas por los siglos de los siglos.

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4 6. CONTEMPLATIO (recrea el pasaje que has leído y meditado y contempla el amor de Dios manifestado en ti. Deja que tu corazón entre en diálogo de amor que Él te regala).

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4.1

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4.1.1 JUAN MANUEL RUANO SÁNCHEZ , sdb

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Silencio

VIVIR LA EXPERIENCIA DE DIOS COMO BASE Y FUNDAMENTO DE LA OPCIÓN DE VIDA RELIGIOSA1

Miguel Márquez, ocd


Comienzo abriendo este compartir con un ‘silencio’ en el título y en el corazón, porque al comienzo de toda experiencia le corresponde un silencio respetuoso, sabio, auténtico, que deje espacio a la libertad de Dios.


La experiencia no se refiere exclusivamente, ni en primer lugar, a la presencia, la definición, o la posesión de algo que poder relatar de Dios. Experiencia es también la ausencia, el vacío, el anhelo.., la búsqueda. Todo lo que nos lleva al descubrimiento, al reconocimiento de Dios es, en un sentido verdadero, experiencia de El. Todos tenemos experiencia de Dios, a nuestra manera. Si embargo, estamos decepcionados con nosotros mismos, porque no nos parecemos a los modelos que nos hemos impuesto, estamos descontentos y seguimos soñando convertirnos algún día a Él, encontrarle y recuperar la paz que necesitamos. Pero, en realidad, lo más triste es que algún día caeremos en la cuenta, con gozoso espanto, que toda la vida anduvimos en la palma de su mano (Casaldáliga); ¡Ojalá no se nos apague la vida en el lamento!


Experimentar a Dios no es aprender magia, sortilegios litúrgicos bien aderezados para que se produzca la ansiada Presencia.., no tiene por qué aparecer en un sentido prefigurado, previsto, imaginado, pero sí tiene que coger el corazón, tiene que centrar mi mirada y mi anhelo.


El desafío que nos planteamos es, en palabras de Juan de la Cruz: “entrar más adentro en la espesura.” Que es lo mismo que decir arriesgarnos a descubrirle de nuevo y dejarnos sorprender. La Vida Religiosa no se concibe a sí misma sin este riesgo, sin este vértigo en la exploración del Rostro siempre nuevo de Dios.


Digamos que la tarea crucial es enamorarnos de Dios, o, dicho con más propiedad, dejarnos enamorar.


Superando el pudor, el miedo, podemos nombrar al Señor como lo hacía el místico: ‘mi Amado’. Esa expresión lleva unida en el sujeto una dinámica de audacia, intrepidez. Hemos consagrado nuestra vida a seguirle a Él, y sabemos que a Dios ‘se le conoce por los pies’, caminando sobre sus huellas.


¿Ha llegado la hora de la mística que vaticinaba Rahner? Ellos, los místicos, probablemente son más capaces de dialogar con el mundo, conectados con la raíz, con la experiencia. Muchos acuden al budismo o a otras corrientes no cristianas de espiritualidad, porque, supuestamente, responden más claramente a anhelos vitales, no les adoctrinan, no les encorsetan moralmente como primera y crucial tarea de creyentes. Cierto que no toda conexión con las propias raíces es promesa de verdadera experiencia, y que la mayoría de las sectas enganchan a sus adeptos con promesas fáciles de bienestar integral accesible.

Pocas palabras tan necesitadas de discernimiento con la palabra EXPERIENCIA. “Es una experiencia religiosa”, cantaba Enrique Iglesias en una de sus canciones, aludiendo a una relación chico- chica.


5 Dios en lo real: aterrizar

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Hablamos de una experiencia que se hace verdadera aquí en la carne y en la tierra. No de otra forma nos es cercana la experiencia de Dios que en este presente real tejido de tierra y carne.


En el siglo XVI la palabra éxtasis describía un anhelo de fusión con (o divino que levantaba los sentimientos y el cuerpo de lo real. Anhelo de un éxtasis que llevara a otros mundos (eran tiempos de descubrimientos insospechados).


Igualmente ahora nuestro anhelo no está lejos de aquel del siglo de oro. Pero el éxtasis que nos corresponde vivir como signo de nuestro tiempo no nos puede extrañar de lo real (tampoco a los verdaderos místicos les ‘evadía’ descomprometidamente).


Éxtasis es dejar que la entraña de una realidad se te comunique por dentro y te sea revelada en su lenguaje, olvidándote de ti mismo.


Esta realidad que es la base de la experiencia verdadera, supone sinceridad en el sujeto: ¿Quién soy aquí y ahora?


A Dios no le asquea mi pecado, sino mi renuncia a vivir, a comenzar. Al Dios de Jesús (o que más le ofende es la renuncia a crecer, el asentamiento en la verdad propia con carácter de incuestionabilidad, inamovilidad.


La experiencia se da en la verdad del sujeto, no en su sueño, en su futuro ideal.


La experiencia base de la Vida Religiosa se da en lo real. Los ideales rotos de la Vida Religiosa nos estrellan contra el suelo fecundo de la vida. Hay un constante reciclaje de su propia verdad.


Por tanto, (a experiencia de Dios ya no se describe como batalla frontal frente al mundo, el demonio y la carne: vivimos en esta tierra, somos de carne y hueso y el mal y la división (diabólica: que divide) está omnipresente. No podemos negar ninguna de las tres realidades si queremos hacer una experiencia más auténtica de Dios.






6 No somos dueños de Dios: Dios es libre

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Hay una experiencia de Dios descrita con palabras teológicas. No obstante, las palabras tampoco enjaulan nada, ni a nadie, y menos a Dios. Normalmente hay un lenguaje canonizado para hablar de Dios.


Esto es normal y muy peligroso, porque nos puede hacer rechazar nuevos lenguajes totalmente legítimos. (Ignorancia es rechazar lo que no se conoce, fariseísmo).


¿Qué hacer entonces para procurar la experiencia de Dios?


Hoy que se lleva la magia del niño mago Harry Potter, ¿qué sortilegios, qué habracadabras hay que conocer para acceder al misterios mundo de Dios?


1. Una historia oriental narra cómo el discípulo que anhelaba llegar hasta el final se esforzaba con ahínco y preguntó al maes1ro qué tenía que hacer para alcanzar la iluminación. El maestro comenzó a pulir una teja, hasta que el discípulo le preguntó qué hacía, pregunta que dio pie al maestro a responder con una enseñanza: Trato de pulir esta teja y sacarle brillo. La extrañeza del discípulo hizo al maestro proseguir: Pues igual de difícil que pulir esta teja es pretender alcanzar la iluminación a base de esfuerzo. Este relato ha dejado el dicho popular
Ma Sen (‘pulir una teja’). Lo primero es ser conscientes de que no son nuestras habilidades las que nos abren la puerta de la experiencia. La experiencia verdadera siempre será un Don, que activa nuestras capacidades, pero un Don inmerecido.


2. Lo dice de otro modo la tradición mística en expresión de San Juan de la Cruz: “Así como el sol está madrugando y dando en tu casa para entrar si destapas el agujero, así Dios entrará en tu alma vacía y la llenará de bienes.”
(Llama 3, 46). La condición para que pueda entrar es mi vacío, es decir, mi apertura a Él, porque Él está procurando entrarse en mí como el rayo de sol en la ventana si ésta se abre.


En el pasado la Vida Religiosa: ¿no se ha visto acechada por la
exigencia de ‘merecer’ a Dios a través de una vida santa?


Recuperar la gratuidad de su cercanía nos devuelve más la libertad de nuestra entrega, el gozo de nuestra opción, la radicalidad exenta de autojustificación y orgullo. Dios irrumpe como un regalo. Este descubrimiento gozoso está al origen de la radicalidad de la Vida Religiosa.



Experiencia de Dios en la fragilidad, la contradicción, el conflicto, la noche



Esta fragilidad que nos constituye y de la que tan frecuentemente renegamos, sin embargo, constituye el territorio privilegiado donde Dios ha querido habitar y hacerse uno con nosotros. Pedimos fuerzas, pero en la limitación está el secreto de la confianza. Nunca le deslumbra a Dios el poder y la fuerza humanas. (cf. David y Goliat). Encontrar nuestras propias armas y luces, siendo auténticos, no imitadores ridículos.

Gran parte de nuestra vida discurre esperando ser liberados de problemas, de fardos, de culpas, y se nos pasa el tiempo sin vivir la Presencia real de la Vida en ese instante incómodo, porque ese instante es lugar sagrado. En pleno territorio enemigo adora Gedeón a Yahvé (cf. Jueces 7,15). En el corazón de la contradicción, sin esperar a mañana, hay que aprender a adorar. (Seréis libres, no cuando en vuestros días no haya un sufrimiento, ni un dolor, sino cuando todo eso os aprisione y sepáis elevaros por encima... Jalil Gibrán, El Profeta —de la libertad-)


Presencia en la ausencia. Las espaldas de Dios es lo que ve Moisés. ¿Cuántas veces nos hemos dado cuenta de la relevancia y el gozo que una persona nos ha dejado, precisamente cuando se ha ido, no cuando estaba presente? Y ¿cuántas veces nos hemos dado cuenta de que Dios ha estado en casa, cuando precisamente percibimos su rastro, los restos de la lumbre?


Santa Teresa del Niño Jesús, en los 18 últimos meses de su vida fue hermana de los que en su tiempo vivían la noche de la fe... Los
consagrados quisiéramos ser expertos en ausencias y vacíos, en duda y noches.., no buscar demasiado aprisa el antídoto para cada pequeño vacío de sentido, concedernos escucharlo. Demasiadas respuestas hechas, demasiadas palabras prefabricadas.., demasiada falta de escucha, demasiada seguridad en nuestro aposentamiento. Todo es una invitación a caminar, a descubrir, a abrirnos a El.
(Al que el suelo no le queme en los píes... no tengo nada que decirle, Bertolt Brecht)



7 Escuchar a Dios en los ‘otros’

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Hace algún tiempo una amiga me escribió una carta renegando de Dios, ‘odiando’ a Dios. La carta en manos de algún purista habría sido juzgada de blastema, sin embargo es una carta de enfado frente a Dios muy bien expresado, una carta que refleja de forma incluso respetuosa mucha rabia escondida.


Su carta me aviva en al necesidad de escuchar al Dios que vive y habla a través de los que no están en ‘dentro’, los amargados, los resentidos, los heridos. Saber escuchar sus lamentos y ver a Dios ahí. Descalzarnos ante ellos. En el Nuevo Testamento no es posible desvelar el Rostro de Dios sin la mediación del otro: Lo expresaba bellamente la obra de Los miserables de Víctor Hugo: Amar al semejante es mirar de frente a Dios.



8 Deformaciones, espejismos, manipulaciones

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Lo más preocupante no es que ya no se crea en Dios, sino que se crea en falsos dioses, en falsos inventos. Hay que aprender a callar sobre Dios, en vez de estar tan preocupados por aprender a hablar de Él (Juan Masiá, profesor de Comillas).


En realidad, más que unas apariciones, como diría Cortés, “nos hacen falta unas desapariciones”, para mirarle con ojos más nuevos, más sorprendidos, más de niños.


Las imágenes deformadas que también hemos alimentado y digerido los hombres religiosos nos recuerdan la falta que nos hace la Noche, el crisol, para depurar su rostro. El libro de Baruzi dice: “Juan de la Cruz pasó una atroz noche histórica —la de la pobreza y el abandono extremos- antes de que formulara esa misma experiencia como noche y desierto del espíritu en la vida mística, y, sin duda alguna, recibió de esa experiencia histórica el grosor y la profundidad de su pensamiento y la soberana belleza de su poesía.” (José Jiménez Lozano, Prólogo a la edición castellana de San Juan de la Cruz y el problema de la experiencia mística, de Jean Baruzi, Junta de Castilla y León 1991, p. 18). Aunque tengamos claro que no somos dueños, ni poseemos a Dios, queremos actuar en consecuencia.


¿Somos tan amigos de Dios que le dejamos marchar y volver como Él se quiere? ¿Respetamos sus silencios? ¿Acogemos su novedad?












LOS MEDIOS COMO MEDIO PARA LOS RELIGIOSOS HOY

La VR ante los medios de comunicación, con ellos y a través de ellos2


Ninfa Watt, cst


Somos seguidores de Jesús de Nazaret. Queremos contar su Buena Noticia al mundo, hacer del Evangelio nuestro alimento, guía y horizonte, y ser testigos de lo que hemos visto, oído y experimentado como camino, verdad y vida en nuestra mente y en nuestro corazón. Todo esto como gentes de hoy entre las gentes de hoy que necesitan, como nosotros, valores de eternidad. ¿Sabremos responder a las urgencias de nuestra Iglesia y de nuestra sociedad en el momento presente? Hemos descubierto dónde calmar nuestra sed y cómo llenar de contenido la palabra “hermano”. ¿Sabremos comunicarlo con un lenguaje comprensible para los hombres de nuestro tiempo? ¿Seremos capaces de ofrecerlo como una propuesta de sentido significativa para la humanidad? ¿Nos mantendremos alerta como buscadores incansables de Dios, contenido esencial de nuestro mensaje, y de los cauces más eficaces para comunicarlo? ¿Qué papel juegan, o pueden jugar los medios de comunicación en todo esto?


La puerta de entrada al tema que deseamos compartir será la evangélica.

Empezaremos con dos pasajes del Evangelio que se nos han propuesto como punto de arranque para la reflexión de la vida religiosa que quiere vivir intensamente la pasión por Dios y por la humanidad. Comenzaremos con la samaritana y el samaritano, dos personajes a los que nos acercaremos, esta vez, con ojos periodísticos.



9 La samaritana: una entrevista con noticia

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Llega pues a una ciudad de Samaria llamada Sicar, cerca de la heredad que Jacob dio a su hijo José. Allí estaba el pozo de Jacob. Jesús, como venía fatigado del camino, se sentó junto al pozo. Era alrededor de la hora sexta. Llega una mujer de Samaria a sacar agua. Jesús le dice: “Dame de beber”. Pues sus discípulos se habían ido a la ciudad a comprar comida. Le dice la samaritana: ¿ Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mi, que soy samaritana? (Porque los judíos no se tratan con los samaritanos). Jesús le respondió: Si conocieras el don de

Dios, y quién es el que te dice: ‘Dame de beber tú le habrías pedido a él, y él te habría dado agua viva”.

Le dice la mujer: “Señor, no tienes con qué sacarla y el pozo es hondo; ¿de dónde, pues, tienes esa agua viva? ¿Es que tú eres más grande que nuestro padre Jacob, que nos dio el pozo, y de él bebieron él, sus hijos y sus ganados?” Jesús le respondió: ‘Todo el que beba de esta agua, volverá a tener sed; pero el que beba del agua que yo le dé, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le dé se convertirá en él en fuente de agua que brota para la vida eterna”.


Le dice la mujer: “Señor, dame de esa agua, para que no tenga más sed y no tenga que venir aquí a sacarla” Jesús le dice: “Vete y llama a tu marido y vuelve acá”. Respondió la mujer: “No tengo marido” Jesús le dice: “Bien has dicho que no tienes marido, porque has tenido cinco maridos y el que ahora tienes no es marido tuyo; en eso has dicho la verdad’ Le dice la mujer: “Señor, veo que eres un profeta. Nuestros padres adoraron en este monte y vosotros decís que en Jerusalén es donde se debe adorar’ Jesús le dice: “Créeme, mujer, que llega la hora en que, ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. Vosotros adoráis lo que no conocéis; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de ¡os judíos. Pero llega la hora (ya estamos en ella) en que los adoradores verdaderos adoraran al Padre en espíritu y en verdad, porque así quiere el Padre que sean los que le adoren. Dios es espíritu, y los que le adoran, deben adorarle en espíritu y en verdad”.


Le dice la mujer: “Sé que va a venir el Mesías, el llamado Cristo. Cuando él venga nos lo enseñará todo”. Jesús le dice: “Yo soy, el que te está hablando”.


En esto llegaron sus discípulos y quedaron sorprendidos de que hablara con una mujer. Pero nadie le dijo: “ Qué quieres?” o “Qué hablas con ella?”. La mujer, dejando su cántaro, corrió a la ciudad y dijo a la gente: “Venid a ver un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho. ¿No será éste el Cristo?”. Salieron de la ciudad e iban donde él (Jn 4,5-30).

En el plató, el motivo central del decorado es un pozo, lugar donde calmar la sed y recuperar el aliento. Ahí se produce el encuentro entre un hombre y una mujer. Somos testigos de una entrevista con todos sus elementos. Hay un entrevistador y un entrevistado. Hay preguntas y respuestas. Hay, por una parte, una entrevista de personalidad, en la que se intenta conocer a fondo a un personaje, y una entrevista de declaraciones, en la que se pretende conocer el pensamiento del entrevistado sobre determinados temas. Todo un género periodístico, con sus preguntas abiertas bien planteadas, un hábil proceso de acercamiento y confianza progresiva, un interés creciente a medida que se ahonda en los temas, un desvelamiento del personaje, un sacar a la luz pensamientos y sentimientos que van más allá del interés particular... Pero, ¿quién es el entrevistador y quien el entrevistado? ¿Jesús o la samaritana? ¿Quién hace las preguntas y quién responde? ¿Quién llega a mostrar su interior? ¿Quién es el centro de interés? ¿O hay un desplazamiento del centro de gravedad, de modo qué ya nada es igual a como era al comenzar la entrevista?


Lo cierto es que, una vez concluido ese momento de encuentro, una vez que la

entrevista ha terminado, la samaritana corre a contar, como testigo directo, lo que ha visto y oído. Con la misma premura de todo periodista —pues no lo haría mejor ningún enviado especial, ningún corresponsal desde el lugar de los hechos—, hace su crónica, reproduce la entrevista, difunde la noticia, llama la atención sobre un hecho que ha descubierto de interés general, novedoso, con repercusión para muchos afectados y generador de comentarios y nuevas noticias. Nuevas y buenas noticias, porque es la Buena Noticia que el pueblo esperaba desde siglos.


Los oyentes y espectadores de la samaritana recibieron la información, la comunicación, y, por este “medio”, por esta mediación, se pusieron en contacto directo con el mismo Jesús.



El samaritano: un suceso callejero y la crónica del auxilio en carretera


Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de salteadores, que, después de despojarle y golpearle, se fueron dejándole medio muerto. Casualmente, bajaba por aquel camino un sacerdote y, al verle, dio un rodeo. De igual modo, un levita que pasaba por aquel sitio le vio y dio un rodeo. Pero un samaritano que iba de camino llegó junto a él, y al verle tuvo compasión; y, acercándose, vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino; y montándole sobre su propia cabalgadura, le llevó a una posada y cuidó de él. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y dijo: ‘Cuida de él y si gastas algo más, te lo pagaré cuando vuelva’. ¿ Cuál de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores?”. Él le dio: “El que tuvo misericordia de él” Le dijo Jesús: “Vete y haz tú lo mismo” (Lc 10, 30-37).


Pasamos a otro escenario y a la crónica de un suceso ocurrido en un camino. Va de delincuentes y de ayuda humanitaria. En el lugar de los hechos —no se sabe si con testigos oculares que reprodujeron lo sucedido o si todo se debe a una reconstrucción por las declaraciones posteriores de los afectados— hay un atraco. La víctima es un hombre solo que va de viaje, y los atracadores, al parecer varios desconocidos, lo dejan malherido después de quitarle todo lo que lleva encima. El móvil, según todos los indicios, parece ser el robo. La víctima fue trasladada a un centro de salud por un transeúnte, después de que otros testigos pasasen de largo en un acto de denegación de auxilio. A pesar de la gravedad, se recupera favorablemente.


Esta noticia es sólo eso, un suceso más de una sociedad violenta e indiferente al dolor ajeno. Pero es el punto de arranque de otra noticia, de ésas que aparecen menos en los periódicos porque no son desgracias, sino que hablan de solidaridad, de fraternidad, de entrega, de generosidad de una persona “políticamente incorrecta”, mal vista, excluida.

El samaritano no cuenta lo sucedido con palabras, no hace él la crónica ni convierte el hecho en noticia (no todos han de ser parte activa y directa en los medios de comunicación...). No habla, pero actúa. Se convierte en buena noticia porque encarna los valores de la Buena Noticia, la misericordia, la solidaridad, la compasión, la defensa del más débil, el amor al necesitado, la apertura al otro. Y lo hace con gestos, con acciones, con actitudes, con ese lenguaje que todos entendemos porque está hecho de obras y es testimonio de la verdad.


Para quien quiera ser samaritano, también en otros campos, y aunque no se encuentre todos los días heridos por el camino, hay varias lecciones para aprender en este episodio. ¿Podemos trasladarlas, como actitud, al mundo de los medios de comunicación? El samaritano hace lo que puede y hasta donde puede y sabe. Y llegado a sus propios límites, hace que otros hagan lo que él no puede hacer, pero no por esto se desentiende, sino que lo procura, lo respalda, se implica, lo paga de su bolsillo. “Lo que falte, corre por mi cuenta...”.

Llegados a este punto, vienen a la mente las palabras del Cardenal Martini, siempre lúcido y, como buen comunicador, consciente de la importancia de los medios de comunicación para la humanización y evangelización de la sociedad. En sus preciosas cartas pastorales sobre la comunicación3, siendo arzobispo de Milán, insiste en que “no hay duda de que el primer paso que tiene que dar la comunidad cristiana es ser consciente de que la comunicación de masas es hoy una auténtica prioridad pastoral. Precisamente porque los cristianos necesitan entrar en el mundo de los medios, e incluso gestionarlos directamente, y porque, como comunidad cristiana, nos esperan otras responsabilidades que se seguirán de un “salto cualitativo” en nuestro aprecio de los medios, planteamos cuestiones sobre nuestro compromiso diocesano para hacer uso de los instrumentos de comunicación social”. Subraya entonces el compromiso educativo en este terreno para formar buenos receptores, buenos usuarios de los medios, pero también buenos comunicadores; la urgencia de despertar vocaciones para los medios de comunicación entre la gente joven; la importancia del teatro, el cine, la radio, la televisión y los periódicos como parte de la tarea pastoral y la responsabilidad de entrar directamente en ellos y hacerlo del modo adecuado. Por todo esto hace un llamamiento a los sacerdotes y a las comunidades cristianas para que “revisen sus prioridades pastorales, considerando la inversión en medios de masas como de especial interés para las esperanzas de los hombres y mujeres de hoy”. Y reconoce que “es muy difícil encontrar dinero para la prensa y la radio” porque la gente está acostumbrada a colaborar en otras iniciativas solidarias y de apoyo a las actividades de la Iglesia, pero falta conciencia de la necesidad de invertir también en medios de comunicación para llevar a cabo la tarea evangelizadora y respaldar, multiplicándolas, todas esas otras iniciativas.



10 La vida religiosa en la arena

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La vida religiosa, si quiere estar presente en el mundo de hoy, si quiere ser significativa para la sociedad de nuestro tiempo, no puede vivir de espaldas a los medios ni estar ajena a ellos. Para contar la buena noticia, para comunicar a otros lo conocido y experimentado —como la samaritana—, los medios de comunicación son una mediación ineludible hoy, porque sigue siendo verdad el pensamiento de Gomis, tantas veces repetido, de que lo que no aparece en los medios no existe, porque no tiene repercusión social. Del mismo modo, para comprometerse con las necesidades del mundo, para atender eficazmente a las urgencias de nuestros hermanos —como el samaritano—, de los cercanos y de todos los rincones del planeta, tenemos que contar hoy con los medios de comunicación. En ellos, cada persona, cada grupo, cada comunidad, tendrá que descubrir cuál es su papel, hasta dónde puede llegar, para qué está preparado y qué está en su mano hácer. Y, a partir de ese límite, apoyar de la forma que sea posible lo que otros están en disposición de hacer con mayor preparación profesional, oportunidad o situación estratégica, coordinando fuerzas y compartiendo con generosidad las capacidades y los valores.


Para que esto sea realidad, es necesario caer en la cuenta de la importancia de los medios en nuestra sociedad, descubrir cuál puede ser nuestro espacio de presencia en esos medios, determinar quiénes están listos para desempeñar un papel más directo o activo, y planificar la formación adecuada y la inversión necesaria en personas y en recursos materiales.


Hay que entrar en el terreno de juego, bajar a la arena. Y la arena mancha a quien se empeña en caminar. Pero la otra opción es quedarse en el tendido y contemplar cómo los demás se baten el cobre a su manera y deciden hacia dónde tenemos que mirar.



11 Los medios, siempre y en todas partes4

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Basta mirar a nuestro alrededor y ser conscientes de lo que vemos, oímos, tocamos y vivimos cada día: los medios de comunicación son omnipresentes en nuestra sociedad. Están en todas partes y a todas las horas del día. Por el puesto que les hemos concedido, son casi omnipotentes. Una vez metidos en nuestras casas, en los trabajos, en los lugares de ocio, en nuestras relaciones personales, profesionales y pastorales, en nuestros desplazamientos y en nuestros cauces para conocer la realidad y actuar sobre ella, lo puede casi todo. O, dicho de otro modo: sin ellos podemos muy poco. Sin que podamos sustraernos a ellos —si queremos estar al tanto de lo que sucede—, contribuyen a configurar nuestra visión de la realidad, porque la filtran antes de que llegue a nuestras mentes.


La visión que nos dan de los hechos es una visión parcial, seleccionada y elaborada de la realidad, porque eligen las noticias, las jerarquizan, las elaboran antes de que lleguen a nosotros. Así, lo que conocemos a través de los medios, no es la realidad social, sin más, sino una realidad mediática fragmentada, parcial, seleccionada y elaborada. Pero una vez que llega a nosotros, a millones de personas al mismo tiempo, esa realidad mediática pasa a formar parte de la realidad social, porque llena nuestras conversaciones de cada día, nuestros pensamientos, nuestros temas de interés: hablamos de lo que vemos en las noticias, y a partir de ahí discutimos, pensamos y tomamos decisiones, con los datos que las noticias nos proporcionan y según el ángulo desde el que han sido elaboradas. Hay otros hechos que no se han convertido en noticia, aunque hayan ocurrido; y hay datos de las noticias que no han sido seleccionados, o a los que no se les ha dado importancia, y por tanto quedan ocultos, así como otros posibles ángulos de la noticia. A partir de los datos con los que contamos, a partir de la información que recibimos y por la que nos hacemos una idea de la realidad, formamos nuestras opiniones, tomamos nuestras decisiones y actuamos en la sociedad.


Los medios de comunicación favorecen o dificultan las “espirales del silencio”5. Estas espirales explican un fenómeno muy frecuente en nuestra sociedad. Todos deseamos ser aceptados, acogidos en el grupo, bien vistos. En la sociedad en general, y en cada grupo en particular, hay opiniones que están bien vistas, que son “política- mente correctas”, que están de moda, mientras que otras están mal vistas, son “políticamente incorrectas”, no están de moda (todo esto independientemente de la verdad o bondad de tales opiniones). Por eso, nadie tiene problema en exponer en público opiniones que están bien vistas, porque la persona será bien acogida, mientras que será mucho más difícil manifestar una opinión que no esté bien vista por temor a ser rechazado. De este modo, las opiniones bien vistas, al expresarse en voz alta, se afianzan, se refuerzan, se multiplican, se amplifican. Por el contrario, las opiniones mal vistas, al callarse, se ocultan, entran en una progresiva espiral de silencio que poco a poco las reduce y tiende a hacerlas desaparecer. Hace falta que aparezca alguien con suficiente autoridad moral o prestigio en otros campos para que, al expresar de nuevo en voz alta esa opinión silenciada, sea posible invertir la espiral de silencio y vuelva a tener presencia social ese punto de vista o esa realidad, si es que antes no ha desaparecido.


Los medios actúan como guardabarreras en la medida en que dejan pasar unas noticias y no otras, subrayan unos datos, y no otros, seleccionan una parte de la realidad para sacarla a la luz pública, y no otra. De este modo, crean una imagen de la realidad y de sus posibilidades, y no otra.


Si a la hora de planificar nuestra actuación en el futuro, proyectamos en el tiempo la concepción de la realidad posible que tenemos en nuestra mente, a partir de la realidad que hemos conocido, es vital conocer y valorar las mediaciones por las que llegamos a configurar nuestra visión de la realidad. Si lo que no aparece en los medios, no existe, según la acertada síntesis de Gomis que antes hemos comentado, cabría preguntarse: ¿Dónde están en los medios de comunicación los valores del evangelio? Si creemos que son una propuesta de sentido necesaria para nuestra sociedad, tendrían que estar presentes y no entrar a formar parte de la espiral del silencio. Pero si queremos que esos valores tengan una influencia positiva, constructiva, humanizadora, hemos de hacerlos presentes en los medios quienes creemos en ellos como valor. No podemos esperar a que lo hagan otros, porque somos nosotros quienes reconocemos la fuerza salvadora de Jesús y de su mensaje para toda la humanidad. ¿Dónde hacerlo eficazmente? ¿Cómo hacerlo de forma adecuada? Esos son los pasos que tendríamos que plantearnos.



12 Espacios de presencia

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A lo largo de todo el proceso de elaboración de la información en los medios de comunicación, hay muy distintos espacios que pueden ser ocupados por distintas personas, instituciones o grupos, y de muy diversos modos. La clave está en descubrir cuál es la posible y deseable para cada uno.


En el proceso de producción informativa, descrito de forma muy simple, hay tres fases fundamentales: la recopilación, la elaboración y la difusión.


En la primera fase, recopilación, hay que acudir a las fuentes para recoger todos los datos posibles sobre los hechos, hay que documentarse, hay que hacer acopio de la materia prima informativa. Es tarea de un profesional, es cierto, pero ahí hay un primer espacio de presencia para los no profesionales. En ocasiones, los periodistas acuden a los misioneros, comunidades, instituciones religiosas o representantes de iniciativas de Iglesia como “fuente”. Demandan información, opiniones o declaraciones sobre un determinado tema. Quieren hacer una entrevista, un reportaje, recopilar datos... En ese punto hay que estar y hay que saber estar. Se necesitan fuentes transparentes, asequibles, cercanas, comprensibles. Personas capaces de comprender el trabajo del periodista, de comunicar de forma adecuada a cada medio y con un lenguaje sencillo, claro, directo, cordial, con brevedad. Sencillos como palomas y prudentes como serpientes, según la recomendación del evangelio. Quien mejor conoce la vida religiosa es un religioso o una religiosa que la vive, pero tiene que saber contarlo, “traduciendo”, si hace falta, para que el mensaje pueda llegar; lo mismo con respecto al evangelio o a la vida de la Iglesia y a la actividad de sus miembros. Hay que hablar a los medios con el lenguaje de los medios si se quiere que el mensaje sea comprendido a través de ellos. Los lenguajes eclesiásticos son un auténtico enigma fuera de los ambientes de Iglesia, y muchas veces también dentro de ella. Si queremos que se entienda, hablemos de forma que se entienda, sin esperar que el otro haga el esfuerzo de aprender. Cuando se nos requiere como objeto de la información, podemos ocupar un espacio de presencia de calidad. No hace falta inventar realidades, que son admirables y entusiasmantes muchas de ellas y forman parte de la vida normal de muchos cristianos, pero hay que saber contarlas. Tenemos un auténtico tesoro pero, ciertamente, lo comunicamos bastante mal.


En la segunda y tercera fase, elaboración y difusión, se requieren profesionales. Esto ya corresponde sólo a unos pocos, pero hay que prepararse. Hay que despertar en el mundo religioso vocaciones para este tipo de comunicación y proporcionarles la mejor formación posible para estar, en el terreno profesional, a la altura de los mejores, como corresponde a la calidad del mensaje que se quiere transmitir. Aunque no se haga directamente lo que solemos llamar “periodismo religioso”, lo importante es ser un buen periodista, un buen profesional, y se estará prestando un inestimable servicio a la sociedad.


Sin necesidad de ser un profesional de la comunicación, muchas veces las televisiones, las radios y los periódicos piden colaboraciones de distintos tipos, sobre todo en el campo de la opinión, el análisis o el comentario. También ahí hay que saber estar con la presencia y el lenguaje adecuado a los medios.



Prepararse para actuar


En todos los espacios de presencia se necesita formación. No para todos del mismo modo ni en el mismo grado, pero sí de forma adecuada y explícita para vivir en una sociedad vertebrada por los medios de comunicación.


Se necesita preparación para ser fuente de la información, periodista o comunicador, gestor de medios, participante o colaborador en ellos, o espectador cualificado, positivo, activo y sanamente crítico. También para educar a otros y ayudarles a ser a su vez espectadores o usuarios cualificados. No digamos nada para hacer un uso fructífero de internet y del campo de comunicación que se abre con la navegación por la red.


Esto supone, ciertamente, inversión en tiempo, en personas, en medios y en infraestructuras. Supone un respaldo personal e institucional a quienes puedan hacer aquello a lo que cada uno de nosotros no llega o no está llamado a hacer directamente; respaldo también económico, viendo más allá el destino final y la repercusión de lo que se invierte. Supone, en los niveles correspondientes, profesionalización y buen hacer.



Qué, quién, cuándo, dónde y cómo. ¿Por qué?:

por el Evangelio


Descendiendo a un terreno más concreto, o más práctico, hay que determinar en cada caso cuál ha de ser la implicación personal, comunitaria, congregacional e institucional de la misma CONFER en el campo de los medios de comunicación. Hay que traducir en decisiones planificables y evaluables las conclusiones a las que lleve la reflexión compartida. Así, la unión de intuiciones creativas, de posibilidades, de valores y de recursos hará confluir las sinergias y multiplicar sus efectos de forma realista, realizable, eficaz y evaluable. Si la presencia en los medios es deseable, tenemos que hacer posible lo deseable.


Podríamos preguntarnos cada uno, aportando la riqueza de la variedad y de los distintos ángulos de visión:


Dentro del propio carisma religioso:


¿Cuál ha sido, cuál es, cuál puede o debe ser a partir de ahora nuestro espacio de presencia en los medios?


¿En qué dirección y en qué medida se puede avanzar?


¿Qué paso concreto podríamos dar?


¿Hemos de ser “samaritana” (entrevistadora, redactora, fuente o presentadora de la noticia), “samaritano” (quien hace hasta donde puede y después delega en profesionales a quienes respalda y financia)?


¿En quién podemos delegar?


¿Qué niveles de formación necesitamos y podemos conseguir?


¿Cómo, dónde, cuándo, con quién la vamos a procurar?

Como vida religiosa que quiere compartir, unirse, ser significativa y eficaz:


¿Cuál puede ser en este terreno el fruto de la unión entre congregaciones?


Para poder pensar y decidir juntos, tenemos que detectar los signos de vida que apuntan y, del mismo modo, los obstáculos y bloqueos que nos entorpecen. De ahí, deducir qué cambios tendríamos que provocar y cuáles han de ser nuestras líneas de acción.


Antes de terminar, os ofrezco una oración del cardenal Martini para alabar a Dios, como san Francisco, desde esta aldea global en la que vivimos y en la que los medios de comunicación son una criatura más, creada por el hombre creador a imagen de Dios:


Omnipotente, Altísimo, bondadoso Señor,

sólo tuyas son la alabanza y la gloria,

el honor y la bendición.

Sólo tú lo mereces,

y ninguno de nosotros es digno de mencionarte.

Bendito seas, mi Señor, con todas tus criaturas,

especialmente por nuestra hermana Televisión

que llena las horas de nuestros días;

ella es hermosa y radiante y magnífica

y nos lleva a comprenderte, oh Altísimo.


Bendito seas tú, mi Señor, por nuestra hermana Radio,

por quien las noticias

cruzan los cielos,

y el mundo se me acerca.


Bendito seas tú, mi Señor, por el hermano Periódico

que me informa sobre las tormentas y las calmas

del acontecer humano;

a través de él tú alimentas el conocimiento y la reflexión

de tantas criaturas tuyas.


Bendito seas, mi Señor,

por todo tipo de información,

porque es muy útil

cuando actúa

de forma humilde, honrada y verdadera.


Bendito seas tú, Señor, por los comunicadores

cuando sirven a la verdad con modestia:

gracias a ellos iluminas nuestras mentes

y das fuerza y alegría a nuestros corazones.


Bendito seas, mi Señor, por nuestra fraternal Madre Tierra

que nos mantiene y gobierna,

que produce muchos frutos, y plantas, y flores llenas de color:

ella se convierte cada vez más

en nuestro hogar familiar

que los medios nos ayudan a conocer y amar.


Bendito seas tú, mi Señor, por aquellos que perdonan

por amor a ti

y sufren enfermedad y tribulación.

Benditos aquellos que resisten en paz,

porque ellos serán coronados por ti, Altísimo.


Bendito seas especialmente

por los usuarios de los medios

que tienen presente

que nada en el mundo supera

el valor de la persona humana.


Bendito seas, mi Señor, por nuestra hermana la Muerte corporal,

de quien ninguna persona viva puede escapar:

¡Ay! de los que mueran en pecado mortal;

benditos aquellos que se encuentren abrazados a tu voluntad

porque la segunda muerte no los dañará.


Bendito seas también por aquellos

que recuerdan que todas las cosas pasan

y sólo tú permaneces,

quienes se esfuerzan por trabajar

con justicia y verdad en los medios,

y se preocupan de los débiles

tan expuestos al poder

de las comunicaciones de masas.


Alabad y bendecid a mi Señor,

dadle gracias y servidle con humildad.

Alabadle todos los habitantes de la “aldea global”,

uniendo nuestras voces con las de todas las criaturas.


Jesús, concédeme que también yo pueda tocar con fe el borde de tu manto.


Carlo M. Martini


Sólo me queda decir a qué se refiere ese “borde del manto de Jesús” con el que finaliza la oración. Con su agudeza habitual, Martini descubre, en el pasaje de la hemorroísa, las tres realidades que caracterizan nuestra civilización6: las masas, la persona y la comunicación. Y en ese contexto, una mujer, una persona que surge de la masa en un proceso de profunda personalización, intenta llegar a Jesús, entrar en contacto con él. Y lo hace a través del borde de su manto raído y polvoriento. Ese borde del manto hace posible el encuentro y la sanación. Martini, ante esto, se pregunta si los medios de comunicación no pueden ser hoy, para nosotros, una mediación para un encuentro mucho más profundo con las realidades más hondas, e incluso con el mismo Dios. Por qué no pueden ser hoy los medios de comunicación, para nosotros y para muchos seres humanos, el borde, aunque deshilachado y polvoriento, del manto de Jesús.


Por eso ahora, siguiendo a Jesús, podemos pedirle también nosotros tocar con te ese borde de su manto. Estará arrastrado por el polvo, sucio y ajado muchas veces a fuerza de hacer camino, pero nos acercará, si sabemos entenderlo así, desde las realidades humanas, a las realidades de Dios. Los medios de comunicación pueden ser hoy, para nosotros y para la humanidad de nuestro tiempo, el borde del manto de Jesús.









13 Ciudadanos y cristianos. Reconstrucción de la Teología Pastoral como Teología de la Praxis Cristiana

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14 José Luis MORAL DE LA PARTE

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15 San Pablo, Madrid 2007

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A José Luis Moral de la Parte lo conocemos por sus aportaciones a la Revista “Misión Joven” (Revista de pastoral juvenil): Artículos, introducciones al tema tratado, dirección de la misma durante años. También por los colaboradores que escogió para escribir, muchas veces “primeros espadas” de la teología.


Su estilo ya lo conocemos: para algunos puede aparecer un poco rebuscado, para otros original y profundo y no exento de creatividad y distensión y frescura. Hay quien puede ver demasiadas alusiones filosóficas. En cualquier caso, libres somos de opinar con fundamento, en este libro se conserva la profundidad en las ideas con un grado notable de agilidad y frescura a la hora de leer. Eso sí no se puede hacer una lectura rápida y superficial. Hay que leer las 10 páginas de la introducción relajada y atentamente.



Qué nos presenta este libro:


Otra visión de la Teología Pastoral distinta a la de los clásicos manuales. Estos, al principio, se centraban el las acciones del “pastor”, de ahí pastoral. Lo que el pastor realiza de cara a colaborar en el proyecto de Dios. A veces el resultado podía parecer un recetario.


Con el Concilio Vaticano II el sujeto de la acción pastoral se va desplazando del cura o pastor de almas a la comunidad. Es ésta quien va colaborando en el proyecto salvador de Dios. Todos, según el carisma de cada cual, trabaja o puede trabajar pastoralmente. Lo de que Cristo sea Pastor pasa a la comunidad, sujeto de la pastoral. De ahí surgen unos temas de estudio.


Lo que nos presenta este libro no trata de la acción pastoral “sin más”, sino de la Teología pastoral (que también se llama Teología práctica), lo que conlleva –por ser teología- una dosis de reflexión. Y no es tampoco la Teología pastoral o práctica al modo clásico, sino que como dice el subtítulo (que no aparece en la portada del libro) es una reconstrucción de la Teología Pastoral como Teología de la Praxis cristiana.


¿Y qué tiene esto de novedad? Una mayor atención a la praxis, tanto la explícitamente cristiana como la praxis humana, propia de los ciudadanos, aunque no sean creyentes. Se ha de realizar una doble mirada: al interior de la comunidad cristiana y al exterior, es decir a la comunidad humana.







El cambio de nombre: Teología de la Praxis cristiana


Esta materia, con un cambio de nombre que se justifica a lo largo del libro, resulta, tras la primera lectura del libro, algo mucho más seria y profunda que lo que habitual y clásicamente se viene considerando.


Además, con un alcance vital, porque se trata de “ser plenamente ciudadanos de nuestro tiempo –en grado de “dar esa carne nueva” a la experiencia cristiana- para (...) ensanchar entre todos el horizonte que nos aproxima a los “cielos y tierra nuevos” de la justicia y de la paz” (Pág. 17).


Más aún, en alusión al cambio de nombre, si responder pastoralmente a la situación “pasa por reconstruir el proyecto global implicado en la praxis cristiana y no sólo unos retoques, adaptaciones o, peor aún, unas pías recomendaciones” (pág. 12) y si la Teología de la Praxis cristiana pide una doble tarea fundamental e interrelacionada como es la mirada a la comunidad cristiana y su desarrollo de la experiencia cristiana y la mirada a la comunidad humana y su desarrollo de la experiencia humana actual (ver 527), está bien motivado el título de Ciudadanos y Cristianos, más aún si como dice el autor “no existirá verdadera praxis cristiana de no fundirse con la vivencia de una ciudadanía activa que ponga voz a la justicia (...)” (Pág 16).


15.1

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15.1.1 Cómo hace esta reconstrucción de la Teología Pastoral

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Nos presenta un libro (no fácil de resumir dada la riqueza y en, algunos momentos, la concentración conceptual) que ha estructurado en cuatro partes (trece capítulos), con una introducción y un epílogo, ambos de diez páginas. El resto, de unas seiscientas páginas, lo ocupa el desarrollo (“travesía larga y con no pocos vericuetos”) en el que se trata de fundamentar las distintas etapas del camino hasta desembocar en algo más práctico a partir del capítulo undécimo, ya en la cuarta parte.


Quiere presentar un libro con una cierta “equidistancia” entre un libro de divulgación y un libro para iniciados. Después de la lectura realizada pienso que no lo logra y que está más en esta ladera de los “ya iniciados”.


Si es la lógica de Kant la que vertebra las cuatro partes (qué puedo conocer, qué debo hacer, qué me cabe esperar o, en suma, qué es el hombre) hay que decir que en el desarrollo el autor –fiel a su opción- mantiene una lógica constante y progresiva hasta llegar a la cuarta parte, en la que la dosis de reflexión disminuye para crecer en discurso narrativo.



Primera parte: Contraste ¿Qué es el hombre?


Se presentan como coordenadas fundamentales la aportación del Concilio Vaticano II (muy especialmente en la GS), con lo que suponía de renovación y esperanza para la humanidad en el centro de la cual anda Dios. Por destacar algunos matices importantes enumeraría su carácter pastoral, un nuevo modo de hacer teología con una nueva metodología y nueva sensibilidad hacia los signos de los tiempos, con mayor atención al dato revelado (Escritura), vinculación a la situación del hombre real y teniendo en cuenta las exigencias del saber científico. Con una mirada afectuosa a las personas y cultura del momento para mejor captar los anhelos de los grupos humanos. Además, es importante el Concilio por su apertura, libertad e importancia del diálogo.


Un Concilio que pide una Iglesia descentrada de sí misma y abierta al mundo, Iglesia Misterio y Comunión, Iglesia – Servicio. Un Concilio bajo el signo del hombre y del mundo, “descubriendo en cada ser humano la vocación sincera de la propia humanidad, con lo que de humano –gracias a la Encarnación- se erige en criterio primario de interpretación y, por tanto, “la actividad humana, así como procede del hombre, así también se ordena al hombre” (GS 35). La experiencia humana, pues, se coloca como regla concreta para la interpretación y la acción” (Pág. 44). Con él se revaloriza la autonomía de las realidades temporales y el diálogo de la Iglesia con el mundo.


Ha sido un acontecimiento fundamental de originalidad única para la Teología Pastoral que obliga a repensar y reconstruir la experiencia religiosa cristiana. Repensarla y reconstruirla con categorías y prácticas que recreen la vida y revitalicen la esperanza de los hombres y mujeres de nuestro tiempo. Por eso la importancia de lo humano en relación con Dios y Dios en relación con la realización del hombre, a quien ha hecho “capaz de Dios”, participante de su vida divina.


Es importante en este momento poner en buena relación y sintonía el trinomio “humanidad, razón y revelación”, porque todo lo verdaderamente humano es germinalmente cristiano y nos remite a Dios, que apuesta por lo humano y progresivamente nos encamina a la auténtica humanización. Esto para la Teología Pastoral es sumamente importante. “Los nuevos retos pasan por asumir la secularidad, lo cual obliga a los cristianos a vivir de acuerdo con los valores de la sociedad laica (que no es plegarse, rendirse o desfigurar lo cristiano) e intentar configurar desde ellos tanto las propias formas de vida como el anuncio evangelizador” (Pág. 108).



Segunda parte: Situación ¿Qué podemos conocer?


Vivimos tiempos de crisis en los que la religión resulta extraña, con cambios acelerados y radicales en la visión de la vida, cambios marcados en los procesos y con una especie de ruptura cismática entre cristianismo y mundo contemporáneo, de cuyo drama ya se había dolido seriamente Pablo VI, llegando incluso a verse la contraposición entre cristianismo y modernidad. Se habla, incluso, de “extrañeza” de ser cristiano en un mundo moderno.


Así las cosas, se comienza por describir de forma genérica la Modernidad para, luego, constatada la ruptura con el Cristianismo, centrar el análisis en la “crisis ideológica” y existencial del cristianismo que le impiden dialogar y revitalizar el mundo moderno. ¿Por qué no sentarnos a hablar y ponernos de acuerdo sobre el entendimiento posible?


Y para fomentar el encuentro y diálogo entre Evangelio y Cultura contemporánea se encuentran dificultades que residen en las configuraciones primordiales que acotan el conocimiento; de ahí la necesidad de la plataforma de la teoría del conocimiento: cómo y qué podemos alcanzar a conocer los humanos, base dialogal en torno a la teoría del conocimiento. Se trata, reemprendiendo el diálogo de los tiempos conciliares, de alcanzar acuerdos fundamentales sobre la teoría del conocimiento, procesos básicos para una Teología de la Praxis que lleva consigo repensar y reconstruir lo religioso con un lenguaje inteligible para no encerrarnos en un gueto inaccesible.


Expresiones como “Horizonte de sentido: visión secular y visión cristiana” (...Teocentrismo y esencialismo, cosmovisión secular, autonomía del ser humano y del mundo, giro antropológico y teonomía) o “Crisis ideológica y existencial del cristianismo” (identidad, experiencia) u otras como “Secularización, modernidad, nuevo parámetro cultural” con todo su contenido tal vez requieran una síntesis con un lenguaje más sencillo para evitar lo farragoso de estos capítulos.



Tercera parte: Interpretación ¿Qué nos cabe esperar?

Esperanza: Diálogo para reconstruir la racionalidad y el sentido.


Se trata de interpretar todo lo anterior y se presenta la teoría del conocimiento como condición y base del diálogo imprescindible y necesario.


Tanto al saber cotidiano como al saber científico subyacen unos procesos cognitivos sobre los que hay que reflexionar y ahí entre en juego la epistemología y así conocer la naturaleza del conocimiento humano; tras un breve repaso por su evolución, y la relación entre ciencias empírica y humanas, se llega a unas líneas de consenso epistemológico centradas en la “dimensión evolutiva e histórica del saber humano”, la “ampliación y flexibilización de la racionalidad”, y la “interdisciplinariedad y complementariedad de enfoques”. Conocer y organizar el conocimiento significa dotar a la acción humana de explicaciones causales e interpretativas (...). Conocimiento y ciencia se ha de relacionar con la praxis humana y se han de orientar a la humanización y liberación del hombre.


Y en esto del conocimiento, ¿ha de haber una fundamentación última o un relativismo? Se recalca la importancia que tiene interpretar y comprender, el diálogo, buscar el sentido de los enunciados y de asumir el nuevo paradigma, esa nueva sensibilidad global que refleja estupendamente las innovaciones de la teoría del conocimiento: sensibilidad para una constante confrontación racional, para recomponer el creer desde abajo y dirigiendo la mirada a lo fundamental; y todo para hacer creíble el discurso teológico y la experiencia cristiana, pues para creer hace falta que Dios sea creíble a los ojos interpretativos del hombre.


Siguiendo a K.O. Apel, que ha reflexionado sobre el conjunto de problemas que rodean al conocimiento y la ciencia, aborda en progresión gradual la racionalidad y el sentido. No podemos olvidar quienes queremos repensar la Teología Pastoral lo que significa la visión dinámica de la Modernidad para quienes hemos recibido las fórmulas de fe desde un horizonte cultural estático. Más aún con el “giro lingüístico” del siglo XX. Podemos tener una fundamentación última del conocimiento y acción humana, sin riesgos de relativismo. Y sin olvidar, desde la propuesta de Apel, lo que puede significar para reconstruir la racionalidad y el sentido la “comunidad de comunicación” en relación al campo de la teología.


Tener presente el clima cultural en el que vive el ser humano, sus sensibilidad y mentalidad es básico para repensar la pastoral.


Dentro del paradigma de la modernidad se aborda, ya en el capítulo octavo, la reconstrucción de la racionalidad y del sentido, cosa que repercute en la experiencia cristiana y en la teología. No podemos olvidar que “las profundas trasformaciones sufridas por la racionalidad y el sentido (…) cuestionan la síntesis ideológica (premoderna) del cristianismo en sus mismas raíces” (…). La experiencia cristiana ha de tratar de “reconstruirse en diálogo con la Modernidad, no sólo con la obligación de respetar el nuevo paradigma sino también con la de aportar su “plus” de sentido para revitalizarlo” (Pags. 322-323). Valga la cita de Kasper para ver que el cambio de paradigma no significa cancelar el pasado, sino superarlo recogiéndolo en una síntesis superior (Pág. 327).


Cuatro conceptos (diálogo, experiencia, racionalidad, sentido) fundamentales nos acercan a la cuarta parte. Es imprescindible preguntarse por el sentido de las experiencias humanas y ser cada vez más sensibles a lo de la responsabilidad solidaria. Pero antes está el capítulo noveno “Ciudadanos y cristianos” en el que pone en diálogo “racionalidad y sentido” con la razón religiosa y teológica del cristianismo. Esto nos lleva a una nueva teología.



Cuarta parte: Reconstrucción ¿Qué debemos hacer?

Teología pastoral o práctica como “Teología de la praxis cristiana”


Hemos llegado a la parte más específica e inmediata, sobre todo pensando en los destinatarios. Es la parte crucial y más extensa, por razones obvias. La nueva aportación del autor, experimentada de alguna manera por quien esto escribe, subscribe (valga el juego de palabras) sus intuiciones y su propuesta a modo de ensayo. En palabras del autor la Teología de la Praxis cristiana se define como


reflexión y confrontación crítica de la experiencia cristiana de la comunidad eclesial (...) con la experiencia humana actual, en pos de una realidad social más justa y humanizadora; el objetivo de esta específica correlación de ambas praxis se orienta tanto a la verificación de la propia identidad religiosa (cristianos) como a la inserción y colaboración en las tareas sociales comunes (ciudadanos) para dar sentido a la vida e historia de la humanidad” (pág. 15).


Esta parte, pues, aborda las grandes líneas de la reconstrucción de la teología en general y de la teología pastoral o práctica en particular (cap. 10 y 11); posteriormente, describe la Identidad, niveles de interdisciplinariedad, epistemología y método (praxis hermenéutica) de la Teología de la Praxis cristiana.


En cuanto a este punto último se citan tres momentos: el de la praxis (relación teoría – práctica), el hermeneútico-crítico y el de la praxis cotidiana; ver (encuentro con la praxis), interpretar (verificación de su sentido), actuar (reconstrucción - compromiso por trasformarla en la dirección del Reino). Se trata -prestando atención a los contextos- de observar, interpretar y comprender la realidad de la vida cotidiana de la comunidad cristiana en el conjunto de sus estructuras, relaciones, actividades y prácticas tanto religiosas como sociales; es decir, ha de haber una atención a la vida para, desde ahí, poder proponerse una nueva praxis que confirme y plenifique esa vida en nombre del Dios de Jesús.


El último capítulo ocupa 98 páginas y se presentan, en primer lugar, los principios vertebradores de la praxis, de acuerdo con la doble mirada al interior de la comunidad cristiana y la mirada al exterior para “colaborar con el resto de propuestas y experiencias humanas en las tareas comunes de construcción de una sociedad más justa, verificando, así (…) el sentido liberador de dicha salvación”, si es que se trata de ir viendo cómo se actúa la salvación en cada momento de la historia.


Y volviendo a los principios, se habla de la “praxis” como lugar teológico, del acontecimiento encarnación (paradigma, principio y método), del Dios de Jesús (Dios- amor, Dios creador y salvador, Dios de la Vida), de afrontar la realidad desde el Espíritu de Jesús o vivir con Espíritu. Y llegados a este momento es clave preguntarse por la identidad y espiritualidad de la Comunidad cristiana en el momento histórico que nos toca vivir.


En segundo lugar se presenta el Reino de la Vida como centro del mensaje de Jesús; Reino que se entrega a la humanidad, Reino realizado como realización de la Vida (muerte-resurrección), Reino a cuyo servicio ha de estar la Iglesia. Mas tarde, en correlación con lo dicho sobre el Reino, la humanización como verificación histórica de la salvación al desentrañar el misterio de la Encarnación y con el fortalecimiento de la ciudadanía de cada cristiano; ciudadanía para dar voz a la justicia; y se finaliza con un aspecto con rasgos de novedad y de acuerdo con lo dicho en los capítulos precedentes sobre la Teología de la Praxis cristiana cual es la propuesta de una Iglesia que va “por la comunicación a la comunión” en sintonía con la profundización de la visión conciliar de la “unidad sacramental de la Iglesia”. Y desde ahí se aborda el último punto: Praxis comunicativa, democracia y opinión pública en la Iglesia. Es decir, ésta “tiene que constituirse en la práctica como una comunidad de comunicación con su peculiar identidad sacramental (…)” (Pág. 630).


En el epílogo se aboga no sólo por apoyar el crecimiento de cristianos responsables, sino fortalecer su ciudadanía, en sus variadas dimensiones (política, social, económica, civil, intercultural). Se aboga por una fe hecha experiencia que ponga de manifiesto su dimensión ética recordando constantemente el rostro del Dios del malherido, el Dios con tantos rostros olvidados… Hay que explorar una nueva Teología de la praxis cristiana en el contexto de las sociedades laicas occidentales.


Ángel Téllez Sánchez

C inco panes y dos peces. Testimonio de un obispo vietnamita

NGUYEN van THUAN, François Xavier

Ciudad Nueva, Madrid 200, 4ª ed.

 


Nguyen van Thuan, vietnamita, fue ocho años obisopo de Nhatran y tres meses arzobispo de Saigón. Arrestado por las autoridades comunistas, estuvo trece años confinado en las terribles cárceles de su país. Liberado, se vio obligado al exilio y nunca más se le dejó volver a su tierra ni pudo recuperar la slud perdida en sus años de prisión. Juan Pablo II le elevó a la dignidad cardenalicia. Falleció en septiembre de 2002.

 

Se trata de un pequeño libro de solo 88 páginas pero su brevedad no obsta para que desde las primeras líneas entendamos que se trata de la experiencia dramática de un testigo de la fe, de un testigo de Cristo. Cinco panes y dos peces nos ofrece siete meditaciones, dirigidas en principio a los jóvenes aunque siendo un mensaje general su lectura puede ser provechosa para todo tipo de lectores. Cada capítulo viene  encabezado por una cita del discurso  que Juan Pablo II pronunció en la Jornada Mundial de la Juventud de 1997. Podría decirse que los temas tratados en cada meditación son tradicionales: la oración, María, la eucaristía... Lo verdaderamente original es la manera de exponerlas. En su desarrollo aparece, como no podía ser menos, la terrible experiencia sufrida en las lóbregas cárceles vietnamitas. El lector ve cómo quien sufre ese cautiverio es un cristiano, unl testigo de cristo; vemos a un hombre cuya existencia tiene sentido sólo en Dios. Cada reflexión o meditación se cierra con otras tantas oraciones que son como una carta que Van Thuan escribe a Jesús desde su confinamiento. Son todas ellas muy bonitas, alguna verdaderamente hermosa, llenas de esperanza y de confianza en el triunfo definitivo del reino de Dios.

 

Permítaseme transcribir un fragmento, a mi juicio, muy significativo y que dice mucho de la esperanza con vivía su experiencia de prisionero por la fe cuando aparentemente no cabía tener ninguna esperanza:

 

"Voy a vivir el momento presente colmándolo de amor; pero, ¿cómo? Una noche viene la luz: "Francisco, es muy simple, haz como san Pablo cuando estuvo en la prisión: escribía cartas a varias comunidades". A la mañana siguiente, en octubre de 1975, le hago señal a un niño de siete años, Quang, que regresaba de misa a las 5, todavía de noche: Dile a tu madre que compre blocs viejos de calendarios. Y todas noches de octubre a noviembre de 1975 escribí a mi pueblo mi mensaje desde la cautividad. Cada mañana el niño venía a recoger la hojas para llevarlas a casa y que sus hermanos y hermanas copiaran el mensaje. Así se escribió El camino de la esperanza, que ha sido publicado en ocho idiomas..."

 

El ejemplar que tuve en mis manos pertenecía a la cuarta edición. En la librería Salesiana de La Coruña, en el mes de Enero, ya vi la octava. En este tipo de libros, algo de significar este número de ediciones. Creo que quien quiera que lea este libro sentirá satisfacción y agradecimiento de haberlo leído, que es lo más que se puede pedir a un libro.

Ildefonso García Nebreda




A ntropología bíblica. Tiempos de Gracia

Xavier Pikaza

Sígueme, Salamanca 2006



Xavier Pikaza Ibarrondo, nacido en Orozco en 1931, es un hombre cercano y sabio, de esos que rezuman bondad. Magnífico comunicador. Además, parece que ha nacido para escribir, porque lo hace con profundidad.


Se mueve en la interdisciplinariedad: Biblia, teología, Filosofía, fenomenología de las religiones. Como ejemplo, una de sus tesis doctorales fue sobre Exégesis y Filosofía. Ha sido catedrático en la Universidad Pontificia de Salamanca y ahora se ha retirado, buscando paz y sosiego, a un pueblo de Burgos, desde donde sigue escribiendo, reflexionando y participando en acontecimientos del mundo académico e intelectual desde su perspectiva personal y profesional.


Comenzó siendo profesor de Teología y Biblia y, posteriormente, de Ciencias de las Religiones, campos estos en los que ha mostrado su valía intelectual. Sus muchos libros son una muestra de ello.

Hace más de diez años escribió otro libro sobre Antropología bíblica que ahora ha reestructurado con los elementos más significativos, “dentro de una visión más unitaria y matizada de la realidad humana, para escribir este ensayo/tratado que se ocupa de la historia del hombre desde la perspectiva de la gracia, es decir desde los ritmos principales de la creatividad humana” (p. 14).


Pikaza nos presenta una Antropología bíblica de tipo cristiano enfocada hacia la comprensión del hombre encarnado en Jesús de Nazaret. Una visión del hombre desde la fe en Dios, en la que están presentes las grandes preguntas sobre el ser humano. ¿Qué piensa el hombre de la Biblia sobre su origen y condición humana? ¿Cómo se sitúa ante la ley y la gracia, la libertad y la muerte, la violencia social y el amor gratuito? ¿Cómo interpreta las tareas y las cuestiones radicales de la vida: lo que ha de hacer, lo que puede esperar...?


Es una antropología en seis capítulo o temas que podrían entenderse por aislado. Esta es una primera impresión cuando te sitúas ante el libro; enseguida te das cuenta que son seis momentos o escenas complementarias dentro de todo un proceso de la parábola dramática del hombre; temas que presentan y desarrollan momentos de la antropología bíblica entendida como historia de gracia, responsabilidad y esperanza. Así, desde el génesis hasta el Apocalipsis.


  • Creación como gracia encarnada, presencia de Dios, regalo de vida;

  • Responsabilidad: capacidad de respuesta desde nuestra vida a la Vida de Dios con la creatividad de las obras de nuestras manos (trabajo);

  • Esperanza: la Vida en nosotros como camino abierto, el Reino como revelación suprema de la vida, que los hombres pueden asumir o rechazar, cerrándose en la muerte.

Son seis momentos o seis temas básicos (tres del Antiguo Testamento, tres del Nuevo) a través de los cuales se manifiesta el despliegue de la gracia y el riesgo de la vida humana. “La misma gracia (Dios mismo) se “encarna” en nosotros y nos hace responsables de aquello que somos, haciéndonos por eso mismo libres, capaces de aceptar el don de Dios o de rechazarlo”.


Junto a los conceptos básicos (gracia, responsabilidad y esperanza) que constituyen la trama del libro aparecen otros significativos como amor (donación y vida compartida), pobreza (experiencia de pequeñez y no-imposición), universalidad (apertura hacia todos los hombres, empezando por los más pequeños), perdón (capacidad de superar las situaciones de violencia y ruptura que parecen sin salida).


Es un libro escrito desde la perspectiva católica, pero abierto y en diálogo con otras culturas y religiones y también a los no creyentes que se sienten herederos de las grandes tradiciones culturales de la Biblia. Es algo que el mismo autor ha podido experimentar en conferencias dadas.


Los seis capítulos del libro como edades y formas de la gracia aparecen así:


  • En el principio: mujer y varón, protagonistas libres de su historia. Ante el árbol del bien y del mal. El principio de la moralidad.

  • Tentación apocalíptica: ¿hombre y mujer invadidos por una violencia externa? Entre ángeles y diablos. El juicio de las almas.

  • Sabiduría israelita: justicia desiguales. El camino de los sabios.

  • ¡Ha llegado el Reino! Antropología de Jesús. Un amor gratuito. Evangelio. Gracia provocadora. Más allá de la justicia.

  • Asesinato de Jesús, pecado universal. Antropología de la envidia y de la muerte. Muerte de Jesús: rechazo y triunfo de la gracia.

  • Ha resucitado Jesús. Experiencia pascual y Antropología cristiana. Resurrección: amor sobre la muerte.


Las últimas cuarenta páginas del libro presentan un breve diccionario de temas de antropología bíblica que resultan muy interesantes y que hacen que sea un libro abierto y de búsqueda compartida con el judaísmo y las grandes religiones de la tierra.


Esperamos el milenio de las bodas de lo humano (...)en que los hombres puedan vincularse en amor sobre la gran plaza de la ciudad de puertas siempre abiertas, para que todos los hombres y mujeres de la tierra vengan, se curen y compartan la vida a la luz de Dios” (p. 408).


Ángel Téllez







Cristología para empezar

15.1.2 José Ramón Busto Sáiz

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Sal Terrae, Santander 1991.


Este jesuita, profesor de Biblia en la Universidad de Comillas, nos llama la atención y hace ver en este libro de la Editorial Sal Terrae el desfase que hay entre el cristiano de “a pie” y los “expertos” en temas referentes a Jesús y la reflexión sobre su persona. Lo hace tratando de que la gente lo entienda, cosa no frecuente entre los escritores de este gremio. Y, como dice él mismo en la contraportada, “se trata, entre otras cosas, de recuperar la plena humanidad de Jesús para poder acceder a su plena divinidad, para poder proclamar con conocimiento de causa la afirmación “Jesús es el Cristo”, que constituye el centro de la fe cristiana”


Aunque es un libro de 1991, lo considero uno de esos libritos de “largo alcance” que deberían conocer todos los que se dedican a la enseñanza de la Religión, a la catequesis, a la formación en grupos... En fin, todos los que estén interesados en los temas de cristología, sobre la cual hay tanto libros en el mercado. Y es que hoy, en el ambiente en el que vivimos, los planteamientos catequéticos (con fuerte dosis de una cierta teología dogmática) siguen quedando en el aire cuando no hay una base previa de “mínima reflexión y fundamentación desde la bíblica”.


Como no puede ser de otra manera, se centra –de manera muy breve- en algunos puntos de esta disciplina teológica y partiendo de la investigación moderna sobre Jesús de Nazaret, gracias a los avances de la exégesis bíblica y de otra ciencias humanas, aborda puntos como los evangelios y su función de cara al conocimiento de Jesús.


Sobre la historia de Jesús de Nazaret se plantea la cuestión así: “Qué sabemos sobre Jesús de Nazaret? (Nacimiento, discípulo del bautista, predicación del reino).


En el Mensaje sobre el Reino de detiene en las características: Vinculación a la persona de Jesús, carácter gratuito y universal, principales destinatarios, los pobres, enfermos, marginados...

Al presentar algunos datos relevantes de la actuación de Jesús, habla sobre la oración de Jesús llamando a Dios “Abba” (Padre), las parábolas, los milagros como signos del reino, las comidas con todo tipo de gente, los discípulos y el conflicto originado a causa de su mensaje.


El estudio sobre la muerte de Jesús se realiza en el capítulo tercero. La perpspectiva inicial es la histórica. ¿Por qué mataron a Jesús? ¿Cómo se plantearon el juicio y la muerte de Jesús? Y el planteamiento se hace desde la escena de la expulsión de los mercaderes del templo.


Posteriormente se centra en la acusación del Sanedrín (blasfemo, etc) y la condena de Pilatos. Desde la esfera religiosa (Caifás) se pasa al mundo de la política (Pilatos). Y al final, Jesús asume su muerte, consecuencia de su obrar.


El capítulo cuarto, sobre la resurrección de Jesús sigue siendo tan breve y conciso como interesante. Partiendo de los testimonios literarios (confesiones de fe, himnos, relatos y narraciones de los evangelios) se pasa al contenido y su significado, también desde un punto de vista vital.


El capítulo quinto y último se centra en la fe en Jesucristo. Este planteamiento no es muy frecuente en libritos tan breves sobre Jesucristo. Es ver el origen y evolución de la cristología, sobre todo en los primeros siglos de la historia del cristianismo. Se tocan aspectos como: Jesús Hijo de Dios y verdadero hombre, hermano mayor, salvador.


Capítulo este especialmente necesario de clarificar hoy cuando abundan –casi siempre desde la buena voluntad- los docetismos cristológicos y marianos. Es decir, se tiene poco en cuenta la humanidad de Jesús y se considera a su madre como una especie de semidiosa, “privilegiada” y “llena de títulos” , que apenas si conoce experiencialmente nuestra realidad humana.


Ángel Téllez



Presencias y resonancias de Dios en las fronteras y periferias de la vida.

Alejandro Fernández Barrajón, mercedario

-Presidente de CONFER-


El Señor nos sigue convocando también a nosotros hoy en este proyecto antiguo y siempre nuevo que es Evangelio para que sepamos descubrir esa novedad permanente que encierra para todos aquellos que tienen oídos y quieren oír. Es tiempo de sacar del arcón lo nuevo y lo viejo. (Mt 13,52)

La vida consagrada no es otra cosa que una llamada apremiante a ser signo de la ternura infinita de Dios y a descubrir nuevos iconos –cada generación tiene los suyos- para que ese signo llegue a nuestro pueblo. 34 veces dice Vita Consecrata que tenemos que ser signo.

Abrimos el arcón de la actualidad y descubrimos que la oferta de cosas, de ideologías, de seguridades, de nuevas tecnologías, de ocio refinado, que podemos encontrar en la sociedad postmoderna del estado de bienestar en el que vivimos es deslumbrante. No es extraño que legiones de seres humanos en la indigencia quieran navegar en cayucos de miseria a nuestras playas, paraísos del árbol del bien y del mal.

Ha cambiado sensiblemente en nuestros hermanos la idea sobre Dios, ha cambiado notablemente la geografía de la fe, nuestro tiempo atraviesa un desierto largo de desfragmentación personal e institucional que nos conduce inexorablemente a una debilidad interior y a una inmadurez del espíritu que ya nos está pasando facturas dolorosas. La crisis que vivimos es galopante; no tanto de instituciones como la VR, aunque también, sino sobre todo de las personas, de los individuos. La fuerza y la inversión impresionante que hemos puesto en cuidar todo lo externo y circunstancial no se ha puesto en cuidar lo interior, lo espiritual, los valores, el sentido profundo de la vida y de la historia que vamos haciendo. Y esto se nota cada día más y provoca en nosotros, en todos, una inseguridad permanente. La crisis más fuerte que estamos viviendo es la de la persona. Y en esa medida se ven afectadas nuestras instituciones y proyectos compartidos.


La rapidez con que suceden los acontecimientos y las posibilidades de investigación que se abren paso nos desbordan ya de tal manera que no encontramos un equilibrio ético para saber cómo actuar adecuadamente y esto provoca en nosotros o bien un miedo paralizante o bien iniciativas peligrosas cuyas consecuencias no sabemos controlar. Ahí estamos caminando, sin saber muy bien hacia dónde pero incapaces de parar serenamente y cuestionarnos qué futuro queremos para nuestra vida y cómo podemos hacerla más vida y de más calidad humana. Estamos desbordados.






  • Reconocemos que Dios habita la realidad más humana de la vida.

Y sin embargo se apaga la cuestión de siempre, languidece la pregunta sobre Dios, convertimos en coto privado de reflexión y de búsqueda la experiencia de Dios que ha hecho suspirar y soñar a la humanidad a lo largo de toda su historia y ha llenado de sentido y de vigor la debilidad de nuestra condición quebradiza y peregrina. Recientemente he oído decir a un joven funcionario: ¿Qué mas da que Dios exista o no exista? Entre tantos millones de seres da igual uno más o menos.


No podemos resignarnos a archivar el nombre de Dios a menos que queramos morirnos de un infarto de vulgaridad. La pregunta sobre Dios ha de mantenerse erguida y firme, y de nosotros, los consagrados, depende en gran medida que así sea.


Esta urgencia de buscar a Dios, celebrarlo y anunciarlo se ha convertido en la reflexión de los consagrados en los últimos años en el tema recurrente y vital hasta el punto de que el Encuentro de VR de Madrid ha dicho que la VR o es experiencia de Dios o no será nada. Y no es nuevo. Los primeros monjes del desierto, en aquellas aventuras de soledad y radicalidad, nos regalaron ya a partir del siglo IV el gran valor de la VR de todos los tiempos: la experiencia de Dios, la búsqueda apasionada de Dios. El Concilio, en Perfectae Caritatis nos recuerda la regla suprema de nuestra vida: como quiera que la norma última de la VC es el seguimiento de Cristo, tal como se propone en el Evangelio, ésa ha de tenerse por todos los institutos como regla suprema (PC, 2a)

En esta misma línea va Vita Consecrata que dedica todo su primer capítulo a mostrar cómo la VC es una confesión de la Trinidad


Junto a las hebras multicolores de nuestros carismas que tejen cada día el tapiz siempre deshilachado de la Iglesia y los deseos de humanidad que han encendido en nosotros nuestros fundadores, estamos convocados hoy a tejer ese carisma común que nos interpela fuertemente a los consagrados y nos convoca a ser testigos.


Hemos ejercido en la historia de nuestros pasos carismáticos de casi todo: guardianes de la fe, doctores y maestros, funcionarios y cobradores de impuestos en las mesas del templo como Mateo y ahora, como nunca, el mundo nos necesita como testigos.


Porque el Dios de Abrahán ha oído el rumor de sus hijos esclavos que se eleva hasta él y nos pide con urgencia que saquemos a su pueblo de Egipto, de las manos del Faraón, de los brazos del vacío material, de los ojos del brillo de lo superficial que no contiene germen alguno de vida y esperanza.


El mundo que nos rodea es hogar de Dios para nosotros. Su presencia resuena y sus resonancias lo delatan. Cualquier susurro de dolor se convierte en eco en su presencia. No está lejos; está encarnado; no está muerto, está resucitado, no está jubilado, crea y recrea cada día en nuestras manos el mundo y la vida que brotan de sus entrañas llenas de amor. Es un Dios de vivos.




  • ¿Cómo lo reconocemos?


      • Fomentando una espiritualidad encarnada que descubre a Dios en todas las cosas, personas y acontecimientos.


      • Profundizando en el discernimiento cristiano, discernimiento comunitario, discernimiento social y político basado en análisis crítico de la realidad desde la perspectiva evangélica


Tenemos por delante muchos e impactantes desafíos que no podemos eludir si realmente queremos que la VR y la vida cristiana en general no se conviertan en propuestas descafeinadas e inútiles para el hombre de hoy. El agua bendita, por muy buena que sea, no puede curar las enfermedades y dolencias de la humanidad. Necesitamos nuevas respuestas convincentes y llenas de razón.


¿Y cuáles son esos desafíos que tenemos que asumir y trabajar? Muchos y serios. Problemas reales que no se arreglan sólo con oración y con buena voluntad sino con proyectos meditados y trabajados y respuestas de aterrizaje. Jesús dice en el evangelio que hay ciertos demonios que sólo se echan con oración y ayuno.


Entre los desafíos más urgentes tenemos:


1. La presencia de Dios


Jesucristo, centro y pasión de la vida: El Congreso de Vida Religiosa de Roma, noviembre de 2004, ha querido enmarcarse bajo este eslogan: “Pasión por Cristo, pasión por la humanidad”. Y no ha sido casualidad. La vida consagrada tiene como fin último e irrenunciable la imitación de Cristo. Perfectae Caritatis, ahora que celebramos sus cuarenta años, señala esta prioridad para nuestra vida: Como quiera que la última norma de vida religiosa es el seguimiento de Cristo, tal como lo propone Evangelio, todos los Institutos ha de tenerlos como regla suprema.(PC 2)


El Congreso de VC de Roma ha querido ponernos en camino de seguimiento del maestro que:


    • Nos va seduciendo siempre más.

    • Nos va configurando a su imagen y semejanza.

    • Nos va introduciendo poco a poco en su misterio y en su misión (como a la samaritana).

    • Nos enseña a transformar nuestra pasión en gestos de compasión (como el samaritano).

    • Nos redime de nuestras ambigüedades, infidelidades ante el poder, el tener y el sexo.

    • Nos aconseja interiormente a través de su Espíritu y nos fortifica en el combate.



(Pasión… pág 357)


Espiritualidad encarnada:


Alejados cada día mas del “estado de perfección y de la fuga mundi” Nuestra consagración no es para nosotros es para los hombres y mujeres de hoy a los que queremos contagiar la frescura y novedad del Evangelio.


Autenticidad frente a ritualismos.


Actitud de escucha y discernimiento.


Lectura creyente de la realidad. ¿Cómo hacerla?


Hay métodos para hacer la lectura creyente de la realidad; es necesario darlos a conocer. Los cursos que organizamos los departamentos de CONFER quieren realizar ese análisis y lectura creyente de la realidad; utilizar la metodología del ver, juzgar, actuar y celebrar; hay que analizar las causas de los problemas y comprender la dimensión estructural (política) de la realidad.


Lectio Divina: nos interpela la Palabra.


Compartir si pudor esta experiencia de Dios.


Vivencia sanante del perdón.



2.- La vida fraterna


Elemento nuclear; antes era la oración o la misión.

Relaciones cálidas. Hogar.

Comunidades abiertas, tolerantes, dialogantes,

Aquí se libra una de las batallas más importante de la VC.

Comunidades abiertas a la esperanza.



3.-La misión


Llamada a buscar la competencia en el propio trabajo y a cultivar una fidelidad dinámica a la propia misión, adaptando sus formas, cuando sea necesario, a las nuevas situaciones y a las diversas necesidades…” (VC 37).


Una misión carismática propia.


Una misión carismática compartida: el carisma común de la VC.



4.-La apuesta por lo inter


Intercultural

Intergeneracional

Interreligioso

Intergenérico

Intercongregacional


6.- El laicado


Recuperar la vocación laical. Iglesia es Pueblo de Dios.

Contra inercias clericales y posiciones de privilegio.

No es una concesión; es un derecho que tienen los laicos.



7.- El cultivo de procesos


Desplazamientos geográficos, mentales y afectivos.

Integrar lo transcendente y lo histórico.

Diseñando con opciones concretas el nuevo estilo de VC que queremos.



8.-La justicia, la paz y la integridad de la creación


Espantosa organización del sistema establecido.

Creemos en un Dios encarnado.

Espiritualidad samaritana.

Práctica social transformadora y liberadora.

En RED.



9.- El papel de la mujer y la vida consagrada patriarcal


Queda aún mucho camino por andar hasta que las mujeres asuman realmente su papel en la sociedad y en la iglesia” (Congreso de Roma).

Renovación de la vida contemplativa.



10.- Mística y profecía



11.- Intercongregacionalidad


La unidad de nuestras congregaciones surge necesariamente de una visión común, pero se sostiene a través de una red de relaciones que crean unidad y derriban barreras” (C. Roma).



12.- Dimensión carismática


Ámbito de libertad.

Disponibilidad sin límite.

Para curar heridas.

Para servir a la unidad.

Para cultivar la profecía.

Para leer continuamente la vida desde la Palabra.




13.- Presencias


Purificación de la imagen de Dios ¿Por dónde comenzar?


Hay que trabajar la espiritualidad bíblica pues una lectura actualizada de la Biblia ayuda a esa purificación. También habría que reflexionar sobre la importancia del lugar social en el que estamos situados en la configuración de nuestra imagen de Dios: para nuestra imagen de Dios ¿será lo mismo vivir en lugares acomodados que en lugares periféricos o en medios de exclusión?



14.- Nueva lectura de los votos



15.- Estructuras más ágiles y sencillas


Se necesitan estructuras más ágiles y simples, comunidades abiertas y acogedoras para globalizar una solidaridad compasiva y una red de compromisos por la justicia, al servicio de una cultura de la paz a fin de que los pobres puedan ser escuchados” (C. Roma).



16.- Buscar nuevos iconos


Los artistas ayudarán a las comunidades de VC a contrarrestar la mentalidad consumista, a crear espacios marcados por la belleza para la oración, a encontrar símbolos nuevos, a contar historias nuevas a los hombres y mujeres que escuchan” (C. Roma).


17.- Formación permanente


He aquí porqué todo intento de renovación se traduce en un nuevo ímpetu por la misión evangelizadora. Aprenden a elegir con la ayuda de una formación permanente marcada por intensas experiencias espirituales que conducen a decisiones valientes” (Caminar desde Cristo, 9, 32-33).


18.-Eclesialidad


Riqueza carismática en la Iglesia. Valoración de nuestros carismas.

Comunión sí, uniformidad no.

Superar divisiones, rivalidades y protagonismos.

Superar las barreras que suponen las comunidades, las congregaciones.. Al servicio del Reino.



19.- Comunión y diálogo



Un gran progreso:


Proyectos comunes, comunidades intercongregacionales y de inserción, comunidades con laicos, experiencias asociativas, incorporación en estructuras eclesiales…


Un gran reto:


Personalismos, desconocimiento de carismas, falta de diálogo, prejuicios, “capillismos”, clericalismos, falta de espacios de encuentro…



20.- Opción preferencial por la exclusión


Vivimos un momento de precariedad.

Apostamos por una VR en lo no aparente, en lo gratuito y en lo recíproco.

Una VR apasionada por el Dios encarnado.



21.- Abiertos a la novedad de Dios y del Evangelio


Nuevas formas de vivir los carismas de los fundadores para responder a las llamadas más urgentes de nuestro tiempo, sobre todo las de los jóvenes que son el futuro de Europa (Asamblea UCESM 2006).



22.- Hacia qué vida religiosa queremos caminar


Que exprese la experiencia de Dios y la seducción por el Reino.

Encarnada y samaritana.

Con un estilo definido: inter, flexible, inclusiva, en misión compartida, con cálidas relaciones, festiva, humanizadora y llena de vida.


Se oye la voz de Dios, de manera especial, en las periferias y fronteras de la vida; allí donde el llanto y el grito de la injusticia se elevan hasta Él. Porque este mundo no puede negarse a sí mismo ni encerrase en su propia contemplación narcisista, ni ocultar por mucho tiempo la belleza y la grandeza que lo poseen- imagen de Dios-. Éste mundo está llamado a la plenitud y tiene recursos y medios sobrados para hacer crecer la dignidad de todos los que le habitan en nombre de Dios. Sólo el nombre de Dios y la pregunta sobre Dios nos convocará irremediablemente a las fronteras y periferias. Porque Dios es la plenitud de lo humano, su cayuco salvavidas, su sueño y su paraíso. Y nuestro Dios es un Dios parcial que escoge a los fronterizos, a los sin papeles, a los excluidos porque tiene más entrañas de Padre que de Dios.


    • ¿Cuáles son esos ámbitos de la realidad, periferias y fronteras, cercanas y lejanas?


La comunidad en la que vivo y cada uno/a de los/as hermanos/as; la iglesia local, el barrio, las zonas rurales, los jóvenes, los sectores excluidos (inmigrantes, familias desestructuradas, mujeres y niños víctimas del tráfico, las prostituidas, las maltratadas, los ancianos...), los de otras religiones, los que militan en los movimientos por otra globalización, los pueblos empobrecidos, los que sufren violaciones de derechos humanos...


Sería un desperdicio que pasáramos por las sendas de esta vida sin mirar, sin leer, sin sentir, convirtiéndola en puro objeto de consumo. Cuando somos capaces de detener la mirada, de cultivar la contemplación y la mística, de abrirnos al misterio sin dejar de utilizar la razón, no podemos evadirnos de contemplar en nuestro entorno que Dios habita la realidad más humana de la vida. Y eso nos asombra, nos emociona, nos interpela, nos convoca. No podía ser de otra manera. Ha sido así siempre en cientos de miles de hombres y mujeres que han pasado por estas misma sendas antes que nosotros. La santidad habita nuestra tierra y ha encontrado su mejor aposento en la humanidad. Es el misterio de un Dios encarnado sin metáforas, para que tengamos vida y vida de calidad. En realidad Dios habita la realidad más humana de la vida.



  • Queremos ser testigos de la presencia de Dios aquí y ahora


Y ante este misterio encarnado podíamos convertirnos en simples espectadores, en consumidores de cosas divinas, en vagabundos sentados en el banco del parque viendo cómo pasa la vida. Pero no, nos puede la pasión, una legión de hormigas nos corre por las venas del alma para recordarnos que vivir es un desafío apasionante que tenemos que llenar de nombres y de historias de amor. Estamos llamados a pintar un corazón cada día en la corteza del árbol de esta vieja humanidad como señal de que hemos sido amados y de que sólo vivimos para amar. Queremos ser testigos aquí y ahora de esta presencia de Dios que lo llena todo para insuflar su aliento y su vida en cuanto nos toca la piel. Estamos necesariamente convocados.


    • ¿Cómo podemos ser testigos


Asumiendo personal y comunitariamente un estilo de vida contracultural que cultive la interioridad y la experiencia de Dios, el discernimiento comunitario, la acogida y hospitalidad, la austeridad ecológica, la vivencia de la justicia en nuestras relaciones internas y en nuestras prácticas económicas; el encuentro y la colaboración con los de otras tradiciones culturales y religiosas, y la solidaridad con los excluidos.


    • ¿Cómo llevar este testimonio a nuestra comunidad, a nuestra congregación, a nuestro barrio, a los lugares de encuentro y de debate social?

Con sencillez, humildad, constancia y paciencia, sin complejos de inferioridad ni de superioridad; estando presentes; no dejándonos dominar por los prejuicios ideológicos, a través de los medios de comunicación de CONFER y de toda la vida religiosa, con nuestra presencia en ámbitos sociales y políticos…


Podíamos hacernos los sordos, como levitas acostumbrados a pasar de largo en el camino de Jerusalén a Jericó, como sepultureros que entierran mientras cantan, como sacristanes que rezan sus rezos sólo con los labios. Podíamos. Lo hemos hecho muchas veces. Pero la Vida Consagrada del presente quiere salir al encuentro. Porque sólo en el encuentro se genera vida. La vida consagrada quiere ser hoy samaritana convencida. Y lo está siendo cada día más. En medio de un desierto abarrotado de serpientes, de caminos arenosos sin agua, de cansancio, de nostalgias de las ollas de Egipto… pero no estamos dispuestos a renunciar a la tierra que mana leche y miel para todos. Queremos, como Moisés, tener la cara radiante de vivir y celebrar la presencia de Dios todos los días para bajar de nuestro Tabor y caminar al lado de nuestro pueblo.



  • Acogemos y salimos al encuentro de todos con las actitudes de Jesús.


Queremos salir al encuentro de todos con las actitudes de Jesús. De todos quiere decir de todos, de dentro y de fuera, de cerca y de lejos, convencidos de que los excluidos y orillados de este mundo nos enriquecen, nos evangelizan, nos humanizan y llenan de dignidad nuestro nombre y nuestra fe.


    • ¿Con qué grupos tenemos que encontrarnos y dialogar?


En la Iglesia, con los de otras confesiones y otras religiones, con los movimientos sociales y alternativos, con los alejados e indiferentes…

Apuesta por lo “inter”: Intercongregacional, intercultural, intereclesial, intergeneracional…


Hay que tener en cuenta el dinamismo no sólo de ir, sino de ida y vuelta. Los excluidos nos enriquecen y vitalizan.


Tenemos deberes que hacer, hermanos y hermanas; no hemos aprobado todo en la convocatoria de junio. Hay que revisar nuestras fidelidades, nuestras presencias, nuestras opciones preferenciales, nuestras inversiones, nuestras apuestas y horizontes…hasta que aprobemos la asignatura más difícil, la más abstracta, la troncal: la asignatura de la utopía. No os preocupéis, tenemos tiempo. Nos hemos dado un plazo en CONFER para tres años en el que queremos caminar hacia un horizonte evocador y luminoso. Y no estamos solos. Estamos unidos, habitados y encendidos. Queremos ser pasión por Cristo y por la humanidad.


Nuestra vocación es la suya, nuestro empeño su empeño.


El espíritu del Señor está sobre mí,

porque me ha ungido

para anunciar a los pobres la Buena Nueva,

me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos

y la vista s los ciegos,

para dar libertad a los oprimidos

y proclamar un año de gracia del Señor. (Lc 4,18-19)


16 El reto de una educación integral

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16.1 Variaciones sobre un mismo tema – 1

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16.1.1 Ángel Téllez Sánchez

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1. Estamos muy acostumbrados a escuchar que vivimos en una sociedad pluralista y democrática con un grado creciente de secularización de la cultura y una indiferencia religiosa cada vez más generalizada. Muchas veces, al hablar de la cultura y la sociedad se cargan los acentos en los aspectos negativos.


2. En unos momentos de crispación social y política, con el grave riesgo de olvidar la capacidad de análisis y reflexión desde la serenidad, se gestan los primeros pasos de la nueva ley de educación y se anuncia la puesta en marcha de la nueva materia “Educación para la ciudadanía”, que tantos recelos está causando en ciertas instituciones católicas que la acusan, entre otras cosas, de relativismo moral.


3. Mientras tanto se anuncia el texto (“útil, interesante y sorprendente”, “riguroso, serio, exigente para los alumnos y que no pretende ningún tipo de adoctrinamiento social”) del prestigioso filósofo José Antonio Marina sobre dicha materia, que prácticamente ya tiene preparado, diciendo él mismo que “la iglesia sigue pensando que la moral es monopolio de la religión” (Voz de Galicia, 12 de marzo, pág. 53).


4. En estos “tiempos inciertos” en medio en una cultura de la secularidad y una sociedad guiada por el principio de la laicidad (M. Vidal), en la que existe, en amplios sectores, una mentalidad que considera la fe y la moral cristiana como obstáculos para el desarrollo humano integral y freno a la libertad, se nos pide a los educadores, desde la mirada seria a nuestros orígenes carismáticos, una nueva mentalidad y una forma de enfocar nuestra acción educativo-pastoral “centrando nuestros esfuerzos en la propuesta de una cultura inspirada en los valores del evangelio, promoviendo una visión de la vida, de la persona, de la sociedad, de la historia realmente fecundada por la fe y la propuesta evangélica.


La atención a la cultura que trasmitimos es hoy clave para una pastoral juvenil de calidad y vocacional” (A. Doménech).


5. A quienes estamos tan acostumbrados a escuchar que Don Bosco, con sus sistema educativo, quería hacer “buenos cristianos y honrados ciudadanos” nos puede resultar más cercana –para algunos tal vez lejana por la incertidumbre de su contenido- la expresión de lo que intenta Marina con su libro: “formar buenos ciudadanos, responsables, conscientes de sus deberes y sus obligaciones y con una estructura afectiva e intelectual que les permita enfrentarse con los problemas que van a tener”.


6. Nada que objetar a primera vista, si lo que se pretende no es adoctrinar y esto se puede modelar desde la cosmovisión que subyace a los idearios de los centros educativos (colegios, centros juveniles, plataformas sociales, parroquias...).


7. Más aún si un planteamiento ético abierto desde la cosmovisión cristiana nos ayuda a ver que las formas de proceder de la ética cristiana en nuestra sociedad pluralista y democrática ha de ser:

  • reconocer los auténticos valores humanos,

  • rechazar los contravalores y

  • proponer ideales globales que aporten principios de esperanza para la liberación humana.


La moral o ética civil no sólo interpela la identidad de la moral cristiana, sino también su modo de presencia en la sociedad.


8. De acuerdo con los signos de los tiempos y con la época histórica, la moral cristiana ha de estar presente:


  • superando el imperialismo moral,

  • sin pretender tener un monopolio moral,

  • sin retirarse al gueto de la tranquilidad, de la autosuficiencia y de la conciencia de reserva moral,

  • aceptando que la ética es una instancia inicialmente secular y previa al cristianismo.

  • También ha de aceptar la propuesta de la ética civil, que es afirmar que ésta constituye un alegato y una apuesta a favor de la racionalidad ética de la sociedad democrática.


La racionalidad de la ética civil es una racionalidad que se construye sobre la base de la “no confesionalidad” y sobre el legítimo pluralismo de la vida social y que trata de edificar una convivencia regida por el respeto, el diálogo y la conciencia universal de los seres racionales.

Dentro de este denominador ético común caben variaciones como la “opción moral de los cristianos” o “ética cristiana” que por su propia condición ofrece el mensaje de perfección evangélica vinculada a la realización de los valores del Reino de Dios.


9. Llegados a este punto, después de las reflexiones precedentes, mis inquietudes educativas, para poder hablar de “educación integral” o de “evangelización misionera o de primer anuncio”, me llevan a pensar que hay varias aspectos sobre los que pronunciarse con claridad:


  • Qué entendemos por cultura

  • Descubrir y asumir los valores positivos de la cultura moderna

  • Descubrir los aspectos negativos de la cultura moderna y ver cómo se afrontan, desde que perspectivas y planteamientos (¿enfrentamiento radical? ¿critica?...)

  • Cómo ha de ser una cultura inspirada en los valores del Evangelio (contenidos), y desde ahí ver los rasgos de

  • La visión de la vida

  • Visión o concepción de persona,

  • Rasgos de la sociedad (alternativa),

  • Visión de la historia


Estos planteamientos han de estar presentes y claros en la acción educativo - pastoral en los variados ambientes: Escuelas, Centros juveniles, Plataformas sociales, Parroquias...


17 Sobre "La cultura y los valores" (A modo de avance)

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Hablar de valores nos remite necesariamente al concepto "cultura". No podemos hoy hablar de cultura sin tener en cuenta los valores.

C. Kluckhohn y A.L. Kroeber, después de recensionar 164 defini­ciones de cultura (Bologna 72), concluyen su investigación ofre­ciendo una de­fini­­­­­­­­­­­­­­­ción-síntesis.

"La cultura consiste en modelos, explí­citos e implícitos, de y para el comportamiento, adquiridos y tras­mitidos me­diante símbolos que consti­tuyen el resultado dis­tintivo de los grupos humanos y contienen su en­carnación en los pro­ductos manufacturados; el núcleo esencial de la cul­tura consiste en ideas tradicionales (es decir, derivadas y se­leccionadas históricamente) y, especialmente en los va­lores atribuidos; los sistemas culturales pueden ser consi­derados, por un lado, productos de la ac­ción, y por otro, elementos condicionantes de la acción futura".

La cultura humana presenta necesariamente un aspecto histórico y social, se crea a partir de lo dado (naturale­za), de forma que la cultura hace que el hombre deje de ser animal o se convierta, según expresión de Dewart (Barcelona 69, 136) en un "ex-animal".

La cultura nunca es una adquisición individual, sino que cada colec­tivo, cada comunidad o pueblo ha ido elaborando un estilo de vida. A este sentido antropológico de cultura nos referimos, después de las aportaciones hechas por Tylor a partir de 1871.

En la palabra cultura se ve expresado un sentido socio­lógico y etno­lógico. En este sentido podemos hablar de plu­ralidad de culturas, como hace el Concilio.


"Estilos de vida común diversos y escalas de valor dife­rentes en­­­­­­­­­­­­­­­­­­cuentran su origen en la distinta manera de ser­virse de las cosas, de trabajar, de practicar la reli­gión, de comportarse, de establecer leyes e instituciones jurídi­cas, de desarrollar las ciencias, las artes y de cul­tivar la belleza. Así, las costumbres recibidas forman el patrimonio pro­pio de cada comunidad humana. Así también es como se constituye un medio histórico determinado, en el cual se inserta el hombre de cada nación o tiempo y del que recibe los valores para promover la civiliza­ción humana" (GS 53).

La cultura no es un añadido al ser humano, sino que abarca la vida en su totalidad. "Tampoco es la suma de las ideas, creencias, normas, símbolos y valores interiorizados por el individuo sino, más bien, la síntesis de todos estos elementos y representa un cuadro cultural colec­tivo que mo­dela el comportamiento de los individuos y los grupos" (D'Agostino, F., Salamanca 85, 23).


La cultura como medio humano, propio de una sociedad en un mo­men­to preciso de la historia, es el resultado de la larga marcha empren­dida por la humanidad desde que una ge­neración fue capaz de añadir algo a la experiencia de sus antecesores y a su vez trasmitir este baga­je a la generación siguiente.






Valores de la cultura moderna


Hace algunos años autores tan significativos como T. Queiruga, Martín Velasco, J. M. Rovira, entre otros, hablaban de ciertos rasgos –que exponemos en el recuadro-, que hoy pueden haberse modelado o, incluso cambiado. ¿Qué opinamos y qué apuntamos de novedad?


  • La autonomía del hombre como valor primordial es un valor impor­tante que hay que reconocer honestamente, aunque nos haya llegado lleno de ambigüedades y contradic­ciones.


  • En su aspecto objetivo: los diversos sectores de la realidad se van emancipando de la dirección y tutela de la religión para descansar, de modo cada vez más decidido, en sí mismos. Estamos, también, ante la autonomía de las rea­lidades temporales.



  • As­pecto subjetivo: el hombre se siente progre­siva­mente más due­ño de sí, se marca sus propios objetivos y se da, desde su convicción íntima, sus propias normas.


  • Todo esto se manifiesta en el mundo físico, social y mo­ral.



  • Un mayor respeto a la libertad de conciencia de cada persona, prescindiendo de su credo e ideología.


  • Muchos pueblos han adoptado un sistema social y polí­tico asentado en la democracia. El pueblo tiene mas ca­paci­dad de manifestar su pala­bra y un mayor sentido demo­crático.



  • Se da una dosis grande de alergia a todo tipo de pri­vi­legio o adoc­trinamiento.


  • El mundo es visto desde la racionalidad, lo que quiere decir que se ha desencantado. Hay un mayor dominio de él.



  • Hay un mayor respeto por la dignidad de la per­sona, un sentido más agudo de la libertad, se proclama la igualdad fundamental de los seres humanos.


  • El derecho y deber de la persona a la parti­cipación en la vida so­cial ha adquirido carta de ciudadanía, si bien con sus ambigüedades.



  • Los pueblos y las personas tienen un mayor sen­tido de justicia y mayor conciencia de solidaridad.


  • La ampliación del campo de nuestros conocimientos con la ciencia y progreso en el conocimiento de la realidad. Así como el dominio de las fuerzas de la naturaleza por la téc­nica y la sumisión de esas fuerzas al hombre.


  • La mejora de las condiciones de vida para muchos pue­blos. La di­vulgación y extensión de los bienes cultura­les.


  • El acercamiento de los pueblos gracias a los MCS.


  • Prevalencia de lo vital y experimental sobre lo teóri­co


  • Sensibilidad para lo imaginativo y simbólico del men­saje bíblico, aprecio por la sinceridad.


  • Existen co­­­rrientes minoritarias con alternativas no suficientemente reconocidas que manifiestan cierto grado de compromiso. Podríamos citar a modo de ejemplo los movi­­mien­tos ecologistas, feministas, pacifistas, el creciente inte­rés por el tercer y cuarto mundo... que manifiestan otros valo­res más positivos de la matriz sociocultural.


Concluimos con la aportación de la Gaudium et Spes (4-9 y 29) donde se apuntan como aspectos positivos el hecho de que de la Mo­der­nidad hayan brotado la cultura científica y crítica, la nue­va industrialización tecnológi­ca, la expansión de los medios de comunicación..., un nuevo humanismo que quería eliminar el dolor del mundo y hacer y efectivo el convencimiento de que los beneficios de la cul­tura pueden hacerse re­almente exten­sivos a todas las na­­­ciones.




C on los brazos abiertos. Católicos, divorcio y nuevo matrimonio.

John HOSIE,

Sal Terrae, Santander 1991.





El libro que es objeto de esta recensión es una sencilla —las citas son escasísimas—, ágil y pastoral obra del religioso australiano John Hosie. Desde su experiencia en el trabajo pastoral con divorciados y el contacto con programas de formación y de ayuda a divorciados católicos ofrece esta clarificadora síntesis que responde a dudas frecuentes sobre la situación y los procesos de los católicos en esta situación.


El método de la obra combina los principios básicos de reflexión teológico-moral y la vivencia existencial con la praxis pastoral. De hecho, el libro plantea la presentación de los diferentes temas a partir de las preguntas que suele hacerse la gente o de datos sociológicos para desembocar en una serie de pautas para la reflexión personal o el diálogo grupal. Sus principios son la formación, la información y la clarificación de todo lo relacionado con el divorcio como realidad humana y como institución sacramental y sus derivaciones.


Esta presentación se hace desde una lectura integral de los principios morales y de las intervenciones del magisterio en estas cuestiones. Relativizando posturas extremas, ofrece una visión que alienta a los pastores y ofrece pistas para el crecimiento a quienes viven esta situación. A unos y otros les recuerda su responsabilidad y les impulsa en todo el bien que pueden hacer.


Como apéndice ofrece, además, el documento “Cuando los sueños mueren”, de la obispos de Nueva Zelanda. Aprobado en 1982, fue asumido también por los obispos australianos. Se complementa también con una bibliografía básica sobre las cuestiones que trata, pero se reduce al ámbito de lengua inglesa.


Es una síntesis actual, invita a ir al fondo de los temas y pone sobre la pista a quien desee iniciar el estudio particular de alguno de ellos.



18 Contenido de la obra

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Comprender la ruptura del matrimonio. El divorcio ha ido en aumento en la segunda mitad del siglo XX. La lectura social y política que se ha hecho de este fenómeno nada tiene que ver con la tragedia o el fracaso que supone toda ruptura matrimonial. No hay búsqueda de causas y las leyes no parecen responder a éste fenómeno como un problema en el que hay culpabilidades. Pero la realidad se nos impone: la mitad de los matrimonios fracasa.


La Iglesia, a lo largo de su historia, por fortalecer el matrimonio llegó a subrayar excesivamente el aspecto de fracaso del divorcio identificándolo con el pecado. En el pasado tener en la familia algún divorciado era objeto de vergüenza, se oía que existía la nulidad, pero nadie conocía a alguien que la tuviese. Esto condujo a una situación de rechazo —y autorrechazo— a medida en que el divorcio se fue incrementando. A todo esto se añaden los otros efectos del divorcio: el dolor por la pérdida de custodia de los hijos, tener que buscar un nuevo mundo de relaciones, los efectos que se producen en los hijos…


Anulaciones matrimoniales. Anulación y divorcio no es lo mismo. Frente a muchas legislaciones en las que el divorcio se puede obtener por petición de sólo una de las partes, la anulación es una declaración de la Iglesia de que lo que parecía ser un matrimonio válido era defectuoso en algún aspecto esencial para la naturaleza del verdadero matrimonio. Lo que no implica que los hijos tenidos sean ilegítimos.


La Iglesia actúa siempre con la presunta validez de los matrimonios que celebra —como también de los civiles, de hecho es normal que se pida el divorcio civil antes del inicio del proceso de anulación, y de los de otras confesiones—; con la única excepción del celebrado en desobediencia a una ley eclesiástica.


A la hora de ver las razones para la nulidad hay muchos malentendidos. La clave es siempre examinar en profundidad la vida y el propio matrimonio, por doloroso que esto sea. Las causas de nulidad han ido, por lo tanto, aumentando y van más allá de lo referido a la celebración sacramental y la consumación del matrimonio. El mayor conocimiento de la psicología humana abre mucho este ámbito (capacidades personales, grados de madurez…).


El proceso de la nulidad requiere entrevistas privadas que confluyen en una declaración sobre el matrimonio. A esto se unen los testimonios de posibles testigos. Una vez hecho esto, se hace la elección de los motivos que se alegan, se presenta una solicitud y el tribunal dictamina. El solicitante contribuye a los costes, parecidos a los del divorcio civil.


Nuevo matrimonio. La mayoría de los segundos matrimonios tienen un fracaso mayor que el primero. Hay amarguras no superadas o razones inadecuadas que hacen que no se afronte el dolor. Muchos se casan una segunda vez con una persona con semejanzas emocionales a la primera persona con la que se casaron. Esto es síntoma de algo: hasta que una persona no reconozca las verdaderas motivaciones del divorcio, repetirá los mismos errores. Una persona tiene que reconocer su parte de culpa en el fracaso matrimonial.


Todos estos aspectos han de estar presentes, pues, en una preparación especializada para un nuevo matrimonio. A este respecto, una situación especial que requiere una profunda clarificación previa al nuevo matrimonio es la de los hijos del primer matrimonio.


Católicos casados de nuevo y comunión eucarística. Un nuevo tema con múltiples confusiones. Lo primero que hay que decir, siguiendo la exhortación de Juan Pablo II Familiaris Consortio, es que el divorcio no es pecado y que los divorciados no están excomulgados. Ahora bien, esto suscita un conflicto al que tiene que hacer frente el católico: aun siendo muy probable que el primer matrimonio no fuera en sí mismo vinculante a los ojos de Dios, ello no va a ser establecido de manera oficial inmediatamente. De aquí se deriva la orientación respecto a la comunión.


Junto al proceso canónico —condicionado por la muerte de un testigo, falta de pruebas…—, está el nivel de la decisión en conciencia. Una decisión en conciencia hecha en profundidad hace que una persona se vea auto-obligada a recibir la comunión. Si bien, se han establecido orientaciones —deberían tratar de vivir una honrada vida cristiana y evitar el escándalo recibiendo los sacramentos en lugares donde no se conozca su situación— a fin de que la propia conducta no induzca a otra a cometer pecado.


Una decisión de conciencia corresponde a la persona, es su responsabilidad —aunque se pida consejo—, tal como lo pone de relieve el Vaticano II. La convicción de que el primer matrimonio no debería considerarse nunca válido y vinculante, aun cuando es probable que la Iglesia no lo declare nunca oficialmente. Esto es función de los pastores que se comunique adecuadamente.


¿Puede morir un matrimonio? Muchos creen que obraron con honradez al pronunciar las promesas matrimoniales y pretendían sinceramente que el matrimonio durase de por vida. Esto puede presentar dificultades para una opción en conciencia. Pero, creer que un matrimonio ha sido válido no es prueba de que lo fuera oficialmente.


Aquí hemos de subrayar lo ya dicho: que el proceso de anulación es difícil de entender y que es necesario subrayar los dos niveles, el objetivo y el personal. Tampoco hay ninguna norma eclesial en virtud de la que los divorciados deberían volver a su primer cónyuge.


Esta problemática podemos afrontarla en clave de muerte-resurrección. Una persona que alimente imposibles esperanzas de reavivar un matrimonio acabado se encuentra en un malsano estado de ‘muerte espiritual’. Si afronta el sufrimiento y cierra la puerta al doloroso pasado, podrá comenzar a vivir de nuevo y mirar al futuro con renovada esperanza y confianza. Esta es la clave de interpretación —una alianza por la que un hombre y una mujer establecen entre sí un consorcio de toda la vida—, no la del adulterio o el matrimonio como un contrato en orden a la procreación sexual. Luego, un matrimonio puede morir.

Por ello la Iglesia pide que se agilicen los procesos de nulidad. Aunque lo importante siempre es la ayuda a los matrimonios para que tengan éxito y una excelente preparación previa. Lo que no puede hacer olvidar la necesaria compasión, ayuda y educación a los divorciados.


Jesús y el divorcio. Las palabras y ejemplo de Jesús son vitales en la reflexión y praxis pastoral. Jesús se opone radicalmente al divorcio, lo que no implica el rechazo a los divorciados. Pablo —también Mt—, reforzando las palabras de Jesús, presenta la posibilidad del divorcio y un nuevo matrimonio en determinadas circunstancias. Hay teólogos que presentan por un lado el ideal irrenunciable de Jesús al presentar el matrimonio, pero también se muestra consciente de la debilidad humana, de ahí las excepciones que señalan Pablo y Mt.

La Iglesia considera el matrimonio sacramental indisoluble, lo que no está reñido con el estudio de un mayor número de motivos que pueden dar lugar a una anulación. Y que cuando una persona no dispone de pruebas, pero en conciencia está convencida de que su matrimonio no ha sido válido, la Iglesia respeta su decisión de volver a casarse y reconoce su derecho a recibir la comunión con tal de que evite el escándalo.



Valoración y conclusión


para tantos divorciados. He aquí una palabra clarificadora para tantos desinformados. He aquí una palabra iluminadora para quien afronta en su labor pastoral estas realidades.


Estas son, a mi parecer, los valores de esta obra de síntesis escrita con carácter divulgativo y desde un contexto claramente pastoral y realista. Una sencilla obra que no se queda en esquemas del pasado y asume valientemente las consecuencias y dimensiones del divorcio como fracaso de un proyecto de amor, pero que puede ser semilla de esperanza de algo nuevo que está naciendo.


Son varios los aciertos. A mí me parecen interesantes los continuos subrayados de la necesidad de formación de cara al matrimonio, el acompañamiento que la Iglesia debe proporcionar a quienes se van a casar y a todos aquellos que sufren en sus carnes el fracaso de la ruptura y deben buscar sinceramente las causas de dicha ruptura, la insistencia en la información y la necesidad de explicar bien y certeramente la finalidad y el desarrollo de los procesos de anulación de los matrimonios, el tratamiento de la cuestión de la comunión eucarística de los divorciados vueltos a comulgar desde el la decisión responsable y en conciencia de la persona7, el apoyo a todas las asociaciones y movimientos que se preocupan de acompañar y formar a quienes se han divorciado o se plantean un nuevo matrimonio…


Sabemos, por otra parte, las limitaciones de una obra de divulgación. Podemos reclamarle más rigurosidad, más desarrollo de los principios fundamentales o de la múltiple casuística, una fundamentación de carácter más doctrinal o conforme a la espiritualidad bíblica… Tampoco trata abarcar toda la problemática matrimonial, ni reducir a poco más de cien páginas todo el trabajo de canonistas y de agentes de pastoral en torno a la realidad matrimonial.


A pesar de todo, parece ofrecer una palabra de alivio y esperanza a quien sinceramente busca en su vida responder al plan de Dios y a quienes tienen que acompañar —sin dar remedio rápidos y descarnados— a tantos que tras un matrimonio fallido no están dispuestos a buscar el cómo y el porqué, y pueden volver a cometer los mismos errores. La imagen de Jesús, puesta al final del libro —también el autor podría haber partido de ahí— es la que va orientando las enseñanzas de la Iglesia, que en cada momento tratan de hacer vida tanto en sus palabras como con su ejemplo a Jesús que nos invita a no tener miedo a estas realidades.


Mateo González




1 CONFER 45 (173) (2005) 163-168.

2 CONFER 45 (1973) 115-128.

3 C. M. MARTINI, Comunicar a Cristo hoy. Universidad Pontificia de Salamanca, Salamanca 1998. Aunque las tres cartas pastorales merecen ser leídas, meditadas y compartidas, para el tema que aquí tratamos tiene especial interés la segunda, “El borde de su manto”, pp. 101-176, y más en concreto los capítulos 2 y 3.

4 Algunas reflexiones más amplias y desarrolladas en torno a este tema se pueden encontrar en: N. WATT, “Comunicación on-line. Emisión en abierto”, en Una escuela que conecta, Jornadas de Pastoral Educativa 2001, FERE, Ediciones San Pío X, Madrid, 2001, pp. 63-92.


5 Quien desee conocer más a fondo las teorías de la espiral del silencio puede acudir a los escritos de la experta en comunicación Noelle Neumann.


6 O.c., pp. 101-102.

7 El hecho de que libro se haya finalizado en 1995 no ha permitido que se hagan valoraciones de los documentos pontificios que en torno al año de la Eucaristía ha valorado esta cuestión.

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Inspectoria Salesiana “Santiago el Mayor”