Cristo sigue llamando


Cristo sigue llamando




Inspectoría Salesiana de “Santiago el Mayor" León , 24 abril de 2005 nº 44










¡VIVA EL PAPA!





Es reconocida la veneración que Don Bosco sentía por Pío IX. Sin embargo él enseñó siempre a los suyos que no se debía gritar “¡Viva Pío IX!”, sino siempre y sólo “¡Viva el Papa!” En efecto el santo bien sabía que, en una perspectiva de fe, lo que importa no es el Papa, sino su misión; no es la persona concreta, sino el servicio de paternidad y de magisterio que en aquel momento esa persona ha sido llamada a encarnar.













ÍNDICE



  1. Retiro ………………………...3-6

  2. Formación…………………..7-19

  3. Comunicación.…….........20-25

  4. El anaquel……………......26-54




Revista fundada en el 2000


Edita y dirige:

Inspectoría Salesiana "Santiago el Mayor"

Avda. de Antibióticos, 126

Apdo. 425

24080 LEÓN

Tfno.: 987 203712 Fax: 987 259254

e-mail: formacion@salesianos-leon.com


Maqueta y coordina: José Luis Guzón.

Redacción: Segundo Cousido y Mateo González

Depósito Legal: LE 1436-2002

ISSN 1695-3681


RETIRO





CON MARIA AL PADRE


Actos preparatorios


El mes de mayo es conocido como el mes de María; es un tiempo dedicado a la Madre del Salvador, nuestra Madre Auxiliadora. Después de haber meditado y vivido los días más importantes del año litúrgico, los de la Pascua de resurrección, es conveniente dedicar unos momentos a la contemplación de aquella mujer que participó de manera determinante en este misterio de salvación: la Sma. Virgen. Detente unos momentos a dialogar con tu Madre del cielo, quien vela por ti, como el hijo más querido.



Objetivo que deseas lograr

Aumentar la devoción y el amor a la Sma. Virgen, como Madre de Jesucristo, Madre de la Iglesia y Madre nuestra.



Petición


Señor, además del gran don de la salvación, tú nos has dejado a la Virgen Auxiliadora como firme protección. Ella cuida nuestra vida e intercede por nosotros; nos defiende del mal y nos guía por el camino de la imitación de tu Hijo Jesucristo. Te pido aumentes mi amor a Ella y me des luz y fuerza para imitar sus virtudes y aceptar sus consejos de Madre amorosa. Te lo pido por el mismo Cristo Nuestro Señor. Amén.

"Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y entrando le dijo: ‘Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.’ Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: ‘No temas María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin.’ María respondió al ángel: ‘¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?’ El ángel le respondió: ‘El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y este es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible para Dios.’ Dijo María: ‘He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.’ Y el ángel dejándola se fue." (Lc 1, 26-38)


La misión de María

Es increíble, y causa desconcierto al que se detiene a meditar un poco sobre esta realidad, cómo tantos cristianos se olvidan de la misión que ha tenido María en la historia de la salvación, cuando para cada cristiano es la propia historia. Así, pues, para ti es tu historia, la historia de tu salvación. Por esto mismo, María Auxiliadora juega un papel muy importante en tu vida; lo quieras o no, lo reconozcas o no.


Desde el primer pecado, Dios se propuso rescatar al hombre y volver a enseñarle el camino para encontrarse nuevamente con Él, su Creador, Señor y Padre. En Cristo manifestó su proyecto amoroso y descubrió su corazón de Padre misericordioso. Sin embargo, cuando envió a su Hijo para realizar este plan salvífico, quiso que fuera una mujer a recibirlo en su seno y a ofrecerlo a la humanidad entera. Ella era un ser plenamente humano y plenamente libre, y Dios Padre sometió a su libertad la decisión de acoger a su Hijo y permitirle realizar este proyecto.


Desde la eternidad María fue escogida para tan alta misión, y de su personal y libre aceptación del anuncio del ángel dependió el destino de cada hombre. Por el "sí" de la Sma. Virgen tú tienes acceso a la felicidad eterna, tienes la esperanza de poder encontrarte un día con tu Padre Dios y vivir eternamente feliz. El "hágase en mí según tu palabra" cambió el rumbo de la historia humana, permitió al hombre descubrir la paternidad divina y el amor eterno de Quien nos creó y nos llamó a vivir con Él.

Sin Cristo tu vida estaría limitada a tener un principio (que ya tuviste con tu nacimiento) y un fin (que llegará con la muerte). Pero este fin, sin la luz de la fe, sin la revelación de Cristo, sería un volver a la nada, un dejar de existir eternamente. Por eso, sin la fe, la vida no tendría sentido y viviríamos sin esperanza.

La misión de María fue la de dar al hombre la esperanza de vivir eternamente feliz, en los brazos de Dios Padre. María es nuestra Madre porque nos devolvió la vida sobrenatural mediante la cual podemos llegar a Dios Padre.


"Madre de la divina gracia"

Esto rezamos en las letanías de la Sma. Virgen. Si por Ella, por el "sí" pronunciado ante el ángel Gabriel, Jesucristo se encarnó, y haciéndose hombre hizo posible que la humanidad volviera a participar de la gracia de Dios, entonces María es también la Madre de esa gracia divina.



Pero, ¿qué es realmente la gracia? Es todo don que recibimos "gratuitamente" (por eso se llama gracia) de Dios. Ahora bien, no tienes que imaginar la gracia como algo indefinido que se desprende de Dios y llega a nosotros de alguna manera; la gracia divina es Dios mismo que se hace don y se entrega a nosotros. Ese don es, ante todo, Jesucristo, a quien el Padre nos envió para que se entregara por nosotros y viviera en nuestro corazón por siempre. Estar en gracia de Dios es participar de su misma presencia en nosotros.

"Yo soy la vida", dijo Jesús; y en otra ocasión dijo también: "Yo vine para que todos tengan vida y la tengan en abundancia". Tener vida es poseer a Jesús, ser parte de su intimidad divina, de su infinito amor.


El gran regalo de la redención es el Amor mismo de Dios hecho don para el hombre. Ese Amor que es el Espíritu Santo, la tercera persona de la Sma. Trinidad. Por eso S. Pablo nos recordaría que "somos templo del Espíritu Santo", y nos invitaría a tratar nuestro cuerpo como el lugar donde habita Dios.

María es Madre de Jesús, quien es la vida, la gracia, el don del Amor de Dios hecho hombre. Ella fue quien primero recibió esta gracia, naciendo sin pecado original, siendo concebida inmaculada. Ella, después, hizo posible que nuestro Padre celestial nos regalara la vida eterna por obra de Jesucristo nuestro Salvador.


"Puerta del cielo"

Ésta es otra invocación de las letanías que nos recuerda el prodigio de Dios a través de María, "bendita entre las mujeres". Como te habrás dado cuenta por lo dicho anteriormente, la Sma. Virgen ha hecho posible la realización del plan de salvación de Dios, gracias a su disponibilidad y obediencia. Si Jesús nos ha alcanzado la gracia de volver encontrar el camino hacia el Padre, María es quien nos ha abierto las puertas para llegar a Él. El cielo es precisamente el encuentro definitivo con Dios nuestro Padre. Es participar eternamente de la vida divina y gozar para siempre de la presencia de Nuestro Señor.

Seguramente uno de los pensamientos que motivaron a María a aceptar la invitación del Señor, fue el del cielo. Para la Virgen, como para todo cristiano, el cielo debe ser la máxima aspiración en esta vida. El cielo debe ser el ideal y la meta de nuestro peregrinar. El cielo es el encuentro con el Amor eterno, ese Amor que debe ser también la experiencia principal en esta vida terrena.

Sí, porque el cielo es la plenitud de Dios, y Dios es Amor. Por eso el cielo es el amor divino. Cada acto de amor en tu vida es un pedacito de cielo, es una pequeña experiencia de vida eterna. Por eso, quien ama es feliz; porque el cielo es felicidad. De esta felicidad está gozando María en cuerpo y alma, y cerca de Jesús intercede por todos los hombres.

"Un precioso regalo envió al cielo nuestra tierra hoy... Subiendo a lo alto, la Virgen bienaventurada otorgará copiosos dones a los hombres. ¿Y cómo no dará? Ni le falta poder ni voluntad. Reina de los cielos es, misericordiosa es; finalmente, Madre es del Unigénito de Dios" (San Bernardo, Homilía en la Asunción de la B. Virgen María, 1).


Conclusión

El mes de mayo es una oportunidad más para contemplar las maravillas que Dios, nuestro Padre, ha hecho en María y, por Ella, en toda la humanidad. La Sma. Virgen es nuestra "estrella", nuestro norte; es "refugio" en los momentos de tormenta y en las dificultades de nuestra vida. Cuando arrecia la tentación, Ella está a nuestro lado, como la Madre más amorosa que existe. Y piensa qué tan grande es su amor, que Dios la escogió para ser la Madre de su Hijo amado, Jesucristo.


Oración

En tus manos me entrego, Madre mía, para que tú me conduzcas a Cristo y por Él al Padre. Tú sabes que el camino es arduo y difícil, pero sabes también que no hay dificultad que no pueda superarse para llegar al seguro puerto de la vida eterna. Desde ese puerto acógeme tú, Madre mía, y vigila mis pasos para que nunca desfallezca en el camino. A ti consagro las almas que me fueron encomendadas, para que, junto conmigo, lleguen también a la meta final y reciban el abrazo eterno del amor del Padre. Te lo pido por Jesucristo tu Hijo. Amén.









FORMACIÓN



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1.1 Retos de la secularización a la reflexión teológica1

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1. Precisión de conceptos


A fin de evitar equívocos, vamos a clarificar qué entendemos por "secularización" y qué entendemos por "teología".2


a) Secularización


La "secularización" es un proceso cultural que se ha dado en la historia contemporánea de la Europa Occidental y en países afines a ella. Distinto es el caso de la antigua Europa del Este, donde la secularización fue fruto de una opresión política ya desde las escuelas, y no fruto de un proceso cultural espontáneo de aquellas sociedades. La secularización es el proceso de separación de las ciencias sociales y de las ciencias naturales con respecto a la teología. Estas ciencias se separan de la teología, se diferencian de ella y buscan su autonomía. Como consecuencia de esta separación y autonomía, cambia la estructura social y cultural. La fe deja de ser el punto de partida de toda reflexión de sentido, e incluso deja de ser la matriz cultural, y pasa a ser una opción libre entre otras.

En definitiva, la secularización es la defensa de la autonomía de lo humano frente a lo divino o a lo clerical.



b) Secularismo


En cambio, "secularismo" es aquella posición que se ha dado en algunos grupos durante la historia de la secularización, que consiste en presentar como irrelevante e innecesaria cualquier forma de religión. Aquí ya no se da una simple defensa de la autonomía de lo humano, sino una explícita pretensión de suplantar la fe por otros esquemas de sentido. El secularismo tiene una componente agresiva, destructiva, un deseo de acabar con todo aquello que tenga que ver con lo religioso, por lo que tiene de caduco y de infantil.





c) Secularidad


La "secularidad" es un resultado social y cultural del proceso de la secularización. Es aquella sociedad en la que se da una pluralidad de ofertas de sentido. No hay un lazo estrecho entre la cohesión social y la matriz cultural con una religión positiva determinada, pero tampoco se da un rechazo de lo religioso. Es la sociedad hacia la que nos dirigimos.


c) Teología


Sois estudiantes de teología, y por ello debo dar por supuesto que sabéis muy bien qué es la teología, pero prefiero definirla para evitar confusiones. La teología (en nuestro caso, la teología cristiana) es la reflexión interior a la fe en el Dios de Israel y de Jesús, que intenta, desde la experiencia personal y comunitaria, entender con la razón la Revelación de Dios en la historia de Israel y en el acontecimiento Cristo, así como intenta percibir el despliegue de esa revelación salvífica en la historia humana, no sólo pasivamente (comprensión hermenéutica), sino también activamente (construcción práxica). Toda teología cristiana verdadera tiene una doble dimensión hermenéutico-práxica.3



2. El método teológico que quedó atrás con la segunda mitad del siglo XX


En el siglo XX se ha dado un verdadera revolución en la teología cristiana. Empezó la teología protestante, y lo hizo ya en el siglo XIX, aunque fue en el XX cuando este cambio se mostró con mayor fuerza y claridad. La teología católica tardó más en apuntarse al cambio. Los primeros que lo hicieron fueron criticados e incluso condenados por la autoridad eclesial romana. Antes de ver en qué ha consistido el cambio debido a la secularización, demos algunas pinceladas sobre cómo era el método teológico anterior.



2.1 Matriz cultural cristiana


La reflexión teológica no sólo era interior a la fe, lo cual es inevitable, pues de lo contrario no sería teología, sino filosofía de la religión o fenomenología de la religión; era incluso interior a una matriz cultural exclusivamente cristiana. La fe no era una opción libre entre otras, sino el universo de comprensión de una sociedad dada. No se escogía creer en Dios, sino que se debía creer en Dios, pues, de lo contrario, uno se situaba en los márgenes de la sociedad y del universo cultural. Esta realidad histórica milenaria hirió gravemente a la fe, pues ésta sólo puede crecer en libertad, aun cuando haya sido recibida en un universo social donde todo el mundo la acepte.

La falta de libertad dio lugar a una fe que se vivía en clave de poder/sumisión. Como todo el mundo era cristiano en aquella sociedad, había una estructura eclesial con diferentes funciones, que se fue convirtiendo progresivamente en una pirámide de poder, en la que la cúspide tendía a identificarse con Dios, olvidando dos datos importantes de la historia de la Revelación: el primero, que Jesús fue crucificado por las autoridades religiosas; el segundo, que Dios se comunica desde la base social (en la cruz, el lugar social más bajo, Jesús es proclamado Hijo de Dios), y no desde la cima.



2.2 Inteligibilidad de la fe e imposibilidad cultural de rechazarla


La reflexión teológica intentaba explicar con la razón lo que ya era un dato aceptado. Las verdades teológicas ya estaban formuladas por el Magisterio, y su interpretación era vigilada por la Inquisición, que luego se llamó Santo Oficio, y que hoy se llama Congregación para la Doctrina de la Fe. Esta jerarquía piramidal tenía poder sobre el pensamiento de los creyentes: cada creyente sólo podía someterse a ella, o bien encontrarse "fuera de la comunión eclesial".


Con ello, los creyentes vivían una minoría de edad, pues eran tratados como niños. No tenían acceso libre a la Biblia, no podían interpretarla libremente (esto sí era posible en las Iglesias protestantes, aunque con más restricciones de lo que pueda parecer), no podían reflexionar teológicamente en libertad, no podían aceptar que Dios se comunicara también a todos los hombres, incluso fuera de la Iglesia. El discurso teológico era "descendente", desde el Magisterio hacia la sociedad, pasando por todos los estratos eclesiales y sociales.




2.3 A-historicidad de las verdades teológicas


El Dogma se consideraba inamovible. Sólo los concilios ecuménicos tenían autoridad para redactar el Dogma, y éste no podía variar con el paso de los siglos. No existía el factor historia, ni la componente cultural. "La cristiandad" pretendía ser a-histórica. Las verdades teológicas no variaban con el paso del tiempo o con la diferencia cultural. No existía una hermenéutica que no fuera simple interpretación espiritual de las Escrituras. La escuela del P. Mateo Ricci en China y unas pocas más fueron la excepción, y siempre mal vistas por Roma.



3. El método teológico con la secularización: Teología Fundamental


Con el proceso histórico de la secularización, cambia el contexto cultural. La matriz ya no es cristiana, sino plural. Cristianos y no cristianos conviven en el día a día con toda normalidad, sin tribunales inquisitoriales ni de un lado ni del otro. Poco a poco cambian tanto el modo de hacer teología como los contenidos mismos de esta teología. Veamos en primer lugar los cambios en el método teológico.






3.1 Dar razón de la fe en la matriz cultural de la "Muerte de Dios"


La teología ya no parte de datos universalmente aceptados, sino que hasta sus propios fundamentos son puestos en duda por la nueva matriz cultural. Nace la Teología Fundamental, ocupada en estudiar los fundamentos del acto creyente, de la adhesión libre a un supuesto sujeto divino, de la función de la fe en la vida humana. No es que ya no sea haga teología en el interior de la fe, sino que la teología se ve impelida a dar razón de su esperanza.

Nietzsche, en el siglo XIX, anunció la "muerte de Dios". Esa expresión recorrió todo el siglo XX y llegó incluso a anclar en una corriente teológica de los años 70, la "Teología de la Muerte de Dios", que no tuvo eco eclesial. Pero retengamos la idea de "muerte de Dios". Como decíamos al principio, la secularización no comporta necesariamente un rechazo de toda expresión religiosa, sino una afirmación de la autonomía humana. Precisamente eso supone "la muerte de una cierta idea de Dios", aquella que había gobernado la Cristiandad, y por ello supone, en cierta manera, "la muerte del Dios de la cristiandad". Ya no hay un sujeto que esté por encima de todos, aceptado por todos, respetado por todos, con delegaciones en la tierra que gozan de poder casi absoluto. Ha nacido la autonomía humana. El hombre se levanta libre en este nuevo amanecer.

Algunos de los ilustrados del XVIII hablaron de la "mayoría de edad del hombre". Con el siglo XX, con la secularización, llega la "mayoría de edad del creyente". Nuestra fe ya no es la del niño pequeño que sigue sumisamente lo que le dictan sus padres, sino la del adulto que tiene una experiencia de fe y decide orientar su vida en función de ese Dios de vida experimentado personalmente. Con ello, ya no estamos ante una fe en clave de poder/sumisión, sino ante una fe en clave de invitación/libertad. El sujeto creyente se siente invitado a creer, se siente libre de aceptar o no esa invitación. Si lo desea, libremente acepta la fe y la pone en práctica. La no obligatoriedad social de ir a misa, a diferencia de hace medio siglo en los países muy católicos, es un símbolo de la no obligatoriedad de aceptar un Dios en la propia vida.


Con todo esto, la Iglesia pierde poder social. Su discurso ya no es seguido a pie juntillas por toda la sociedad, sino considerado uno entre otros. Y es precisamente esta pérdida de poder, asumida con serenidad, la que sitúa a la Iglesia más cerca del Jesús histórico, que rechazó toda forma de mesianismo político o militar, esto es, toda forma de poder social.

El nuevo discurso teológico ya no es descendente, sino que ahora se da en el interior de la sociedad. La Iglesia ya no habla desde arriba, sino como un colectivo de ciudadanos entre una multitud de miembros de una misma "polis".



3.2 La disciplina teológica frente a la autonomía de las ciencias de la naturaleza y de las ciencias sociales


La teología ya no es la ciencia por antonomasia, como era en la Edad Media. Ni siquiera es aceptada como una ciencia más. Muchos niegan incluso que sea un saber. La ven sólo como expresión ordenada de una fe grupal, pero carente de método científico. La teología tiene ahora que ganarse una reputación epistemológica, como Jesús cuando predicaba. Ya nadie le pone alfombras rojas en la universidades. Ahora tiene que lograr la aceptación cultural a pulso. Todo esto supone una nueva forma de hacer teología.


En este nuevo modo de teologar, el teólogo (hombre o mujer, individuo o comunidad) no está en una Cátedra, sino sentado codo a codo con ciudadanos e intelectuales. El teólogo debe tener la humildad del que está dispuesto a aprender siempre de otros, y el coraje del que está dispuesto a dar razón de una Buena Nueva que le habita en el corazón.


Por un lado, todo lo que anuncia el teólogo tiene que ver con lo humano en todas y cada una de sus dimensiones, pero, por otro lado, la teología no es una ciencia que analice científicamente lo humano, como lo puedan ser la Política, la Sociología, la Psicología, la Economía, la Historia, la Geografía o la Antropología. ¿Qué hacer? ¿Renunciar a lo humano por respetar la autonomía de las ciencias sociales? ¿Erigirse en una ciencia social más? Idéntico problema tiene la teología con las ciencias naturales: ¿qué puede decir la teología sobre el origen del universo, sobre la existencia de una mente permanentemente creadora, sobre bioética? A la teología no le queda más remedio que sentarse a la mesa del diálogo, codo con codo con cualquier otro interlocutor social o cultural.


Lo que diferencia a la teología de las demás disciplinas está claro: sus puntos de partida metodológicos son considerablemente distintos. Las ciencias de la naturaleza parten de la capacidad de la razón humana por conocer, explicar, medir y hasta predecir los fenómenos naturales, y, a través de la técnica, por influir en ellos en interés de la sociedad. Las ciencias sociales parten de la capacidad de la razón humana por conocer, explicar, medir y hasta predecir los fenómenos sociales. La teología, en cambio, ya lo hemos dicho al inicio con otras palabras, se ocupa de entender la Revelación desde nuestro presente histórico, y nuestro presente histórico, sin descartar nada de lo humano, desde la Revelación. ¿Qué une, entonces, a la teología con las ciencias sociales y con las ciencias naturales? Lo que une a la teología con las ciencias sociales es su común interés por lo humano. Lo que le une con las ciencias naturales es su común interés por el cosmos, por todo lo existente, por todo lo creado. Si la teología concibe que el Reino de Dios se realiza en la historia, no puede dejar de mirar con atención los procesos históricos, pero no con un método científico propio, sino con aquellos instrumentos que le aportan las ciencias sociales. En definitiva, las ciencias aportan instrumental, mientras que la teología aporta sentido y ética. Las ciencias aportan análisis, y la teología cosmovisión.



3.3 Teología práxica


En el camino de la secularización, la teología ha recorrido muchos parajes. Uno de ellos ha sido el de lo práxico de la fe. La fe es liberadora, es esencialmente salvífica, soteriológica, y esta liberación pasa por todos los órdenes de lo humano, incluido el de las estructuras políticas y socioeconómicas. En la Cristiandad, la teología tendía a justificar el orden establecido, precisamente porque la Iglesia gozaba de una posición de privilegio en la pirámide social. Había, sí, caridad puntual, pero no análisis ni crítica de las estructuras, con pocas excepciones, como Bartolomé de las Casas o Francisco de Vitoria, o como las Reducciones Jesuitas del Paraguay. Con la secularización, con el anonadamiento de la Iglesia, los cristianos han ido descubriendo la realidad del mundo, cada vez más desigual. Han ido viendo que forma parte del nuevo estado adulto del creyente el hecho de trabajar por un mundo más justo, más libre y más pacífico. Este trabajo no puede ser exclusivamente intraeclesial, mediante grupos cristianos, ONGs cristianas, etc., sino que debe ser un trabajo civil, codo a codo con los demás grupos de ciudadanos. Es lo que el Arzobispo de Milán, Carlo Maria Martini, denominó en la década de los 80 "cristianismo de mediación", aquel cristianismo que no se encierra en sus muros eclesiales, en su microuniverso cristiano, que no se presenta enfrentado a los no cristianos (como sería el "cristianismo de presencia"), sino que sale a la calle a trabajar por un mundo mejor junto con todas aquellas personas que también quieren ese progreso, aunque no compartan explícitamente la fe cristiana, aquellos sujetos que Karl Rahner denominaba "cristianos anónimos", porque vivían como cristianos, sin saberlo.


Todo esto nos lleva a tener en cuenta el principio de responsabilidad: sentirnos responsables con las dimensiones antropológicas, económicas, políticas y culturales.4 Como decía Ellacuría, "hacerse cargo de la realidad", "cargar con la realidad" y "encargarse de la realidad". La teología, por ser teórica, no es en absoluto ajena a lo práctico. No es nada sin lo práctico, pues el anuncio cristiano es eminentemente práctico: una liberación real en la historia, un liberación ofrecida por Dios. La teología es el momento teórico de los procesos prácticos de liberación histórica. Sin ellos, no hay teología. Como no tienen sentido las tácticas del entrenador si no hay partido.



3.4 La experiencia personal, en comunidad, cuna de la reflexión teológica


El hecho de que la fe no sea socialmente evidente, devuelve al creyente a algo nuclear de esa fe: es una experiencia personal, no individual, pues la comunidad juega en ella un papel importante. La teología, sin esa experiencia personal, se convierte en especulación. Con esa experiencia, y desde ella, la teología es la inteligencia de la fe. Por ello, paradójicamente, la secularización ha reenviado a los cristianos a ahondar en su experiencia espiritual, a rebuscar su experiencia "fundante", aquella que funda la fe. La teología espiritual ha experimentado un desarrollo extraordinario en los últimos 40 años, tiempo de secularización. Sin duda, puede haber habido una componente de refugio en un microcosmos cristiano cálido, pero no ha sido esto lo esencial. Lo esencial ha sido el deseo de muchos grupos de cristianos de redescubrir sus orígenes, su experiencia originaria, porque sólo desde ella se puede ser cristiano en un mundo plural, y serlo de manera responsable, no fanática.

La experiencia de fe, siendo personal, tiene al mismo tiempo una dimensión comunitaria. Esto no supone que todo cristiano deba estar inscrito siempre en algún tipo de comunidad establecida, sino que su camino no puede ser individual, como tampoco puede serlo la celebración de su fe. Esta vivencia comunitaria ha supuesto una superación de algunos elementos de la antigua Cristiandad, donde no se valoraba lo comunitario en el sentido del espacio que posibilita el diálogo, el discernimiento y la oración espontánea. En la Cristiandad, más que comunidad, había rebaño: pastor y fieles.


La vivencia comunitaria también ha supuesto una superación de la moderna privatización de la fe. Decimos "moderna" porque en las sociedades de Cristiandad la expresión de la fe tenía mucho de público (misas, procesiones, grandes concentraciones), mientras que uno de los peligros de la Iglesia en la secularización ha sido la de recluir lo religioso a lo privado. La comunidad viva, no la secta cerrada, recuerda una y otra vez que la fe está presente allí donde la vida humana está en juego, y no en pequeños círculos privados.


Y la vivencia comunitaria, como espacio de diálogo libre, supone discernimiento, escucha de unos y de otros, búsqueda sincera de la voluntad de Dios, todo lo opuesto a algunos de los nuevos grupos fundamentalistas que están surgiendo, especialmente en Estados Unidos, con ideología política de extrema derecha y con verborrea pseudocristiana: "The Project for the New American Century".



3.5 El sentido misionero y kerigmático


La Iglesia se redescubre misionera y kerigmática. Los cristianos salen a fuera, participan de las instituciones públicas, como animaba a hacer Juan XXIII hace ahora 40 años en la encíclica Pacem in Terris. Anuncian la liberación que surge de la resurrección de Cristo, y lo hacen participando en todo tipo de procesos de liberación humana. La teología bebe de esta misión, nace en esta salida a fuera, que es al mismo tiempo un viaje al interior, pues para salir a anunciar lo que hemos recibido en el silencio, se hace necesario haber guardado mucho silencio. Viaje a fuera, viaje a dentro: un solo viaje.

Por todo ello, la teología cristiana que ha surgido con la secularización busca su fundamento en la experiencia espiritual (teología espiritual), lo hace acompañando procesos de construcción del Reino de Dios (teología práxica), y se abre a las ciencias humanas (teología fundamental).


4. Los nuevos contenidos teológicos: Teología Dogmática


No sólo el método teológico ha quedado alterado. También los contenidos de la fe. No el Dogma, ni los textos bíblicos, sino su hermenéutica.


4.1 Recuperación del origen del cristianismo: la autonomía de lo humano


De hecho, la autonomía del hombre es una de las grandes aportaciones del cristianismo al espíritu humano. A diferencia de otras religiones de la Antigüedad, el judeocristianismo presentó un Dios que daba al hombre un dominio total sobre todo lo creado. No era el hombre quien estaba sometido a la divinidad, o a las fuerzas de la naturaleza divinizadas, sino que el hombre era erigido en señor de todo, aunque debía reconocer a Dios como tal (había que evitar la tentación de Adán y Eva: "ser como Dios"). Este es el sentido del "todo es vuestro" paulino de la Primera Carta a los Corintios: "Todo es vuestro, vosotros sois de Cristo, Cristo es de Dios" (1Cor 3,22ss).


Jesús, tal como nos hablan de él los evangelios, invita a la autonomía, a la liberación. Al decir que somos hijos de Dios, esto no nos somete, sino que nos da libertad, pues el Padre es la fuente de libertad. Tras el contacto con Jesús, las diferentes personas no salían más atadas a instituciones, costumbres, normas, sino más liberadas. El hecho de que la Palabra de Dios se haga hombre, hace que éste cobre una enorme dignidad. Somos hijos de Dios, porque el Hijo se ha hecho uno de nosotros. Nuestra relación con Dios ya no es un penoso proceso religioso de ascenso, de conquista de la divinidad a través de una larga escalera, sino que Dios mismo se ha situado en el corazón de lo humano.


Por ello, la secularización es el destino lógico del cristianismo. La secularización es hija del cristianismo, y no habría llegado sin él. Lo curioso fue que la Iglesia histórica tardara tanto tiempo en descubrir esto. La Iglesia funcionó prácticamente con categorías no cristianas. No es que estuviera en el error; lo que pasa es que a la verdad se llega mediante un proceso histórico de lenta asimilación, a veces con bruscos vaivenes. La idea de progreso histórico, los principios revolucionarios de libertad, igualdad y fraternidad, hoy redenominados como autonomía, justicia y solidaridad, son principios radicalmente cristianos, introducidos por el cristianismo en el espíritu humano. El liberalismo y el socialismo son hijos del cristianismo, porque lo es la misma Ilustración que los vio nacer.


Surge con ello la Antropología teológica, esto es, el estudio a fondo del ser humano en relación con la imagen humana que se va dibujando a lo largo de los textos bíblicos. La Teología ya no es descendente. En cierto modo, la Antropología (el preguntar humano acerca de lo humano) es el primer peldaño teológico. Se va de la Antropología a la Teología, ascendiendo, aun sabiendo que en el origen del ascenso hay una experiencia teologal.



4.2 Teología de la historia como despliegue de la Revelación en la libertad humana


Si la secularización ha supuesto el regreso de la autonomía de lo humano en teología, allí donde se desarrolla la libertad de esta autonomía es en la historia, en aquel espacio donde el futuro está por construir, donde el hombre despliega su responsabilidad. La Teología de la Historia no es una reflexión nueva. Ya había ahondado en ella san Agustín con su De Civitate Dei en el siglo V, la Escuela de Saint Victor en pleno siglo XII, así como Joaquín de Fiore. Pero hay diferentes modos de concebir la Teología de la Historia: uno, que no es el que aquí contemplamos, y que es el gustó al de Fiore y a Hegel, así como a Bossuet, consiste en intentar entender el plan que Dios ha trazado para la Historia humana. En él, el dedo de Dios dirige la historia, y la función del teológo es descubrir ese sentido. Hay otros modos de concebir la Teología de la Historia, y que aquí nos interesan más. La historia es el espacio en el que el hombre despliega su libertad, esa libertad recibida de Dios como don, y es el espacio en el que se va desplegando, a través de la libertad humana, la salvación de Dios ofrecida a toda la humanidad en Jesucristo.


Estamos ante un despliegue que contiene voluntad de Dios ("id") y libertad humana ("vayamos"). Es el reino de la autonomía humana, paradójicamente fundada en la filiación divina.



4.3 Crítica social y cultural desde la antropología teológica


Todo ello hace que la reflexión teológica se encamine hacia el corazón de lo humano, y hacia una estrecha relación con las ciencias sociales, como hemos visto. Ahora bien, el redescubrimiento de la autonomía de lo humano, o de la autonomía del mundo, puede llevar a una peligrosa idolatría del mundo. El mundo es el nuevo dios. No todo, sino ciertas cosas que adoramos como ídolos. Gaston Fessard decía que las tres divinidades del siglo XX eran el Liberalismo (divinidad de la Razón), el Comunismo (divinidad de la Clase) y el Nacionalismo (divinidad de la Patria). Cada una de ellas tiene una pretensión de dar un sentido total a la existencia humana, y no acepta que ninguna otra entidad esté por encima de ella. Tiende a destruir a lo que le ponga en cuestión su carácter divino.


Por ello, la teología tiene un enorme campo abierto como crítica de idolatrías. Se trata de desenmascarar analíticamente el engaño de los discursos (como hizo Fessard con el Nazismo y Ellacuría con el imperialismo norteamericano) y de presentar con valentía las consecuencias nefastas que puede tener para la vida humana ese engaño. Todo ello desde una antropología que concibe al hombre como un ser libre, social, que tiende a la vida en plenitud.


La secularización ha barrido a Dios del futuro. Antes, desde la fe en Dios, el futuro se veía como don, como Gracia. Ahora el futuro carece de señorío. Es vivido como amenaza. Y ahí la teología tiene otro campo que recorrer, el de la esperanza, el de la utopía, el de la confianza en un futuro que nosotros construimos con la ayuda de Dios.



4.4 ¿Muerte de Dios o Kénosis de la divinidad?


Decíamos que la Teología de la Muerte de Dios (Hamilton, Van Buren, Altizer) tuvo escaso eco en los años 70. Pero el tema de la Muerte de Dios, de su carácter innecesario en la autonomía humana, está aún sobre la mesa. ¿Cuántas veces hemos oído decir que la fe es irrelevante para buscar el bien común?


¿No será que Dios se ha anonadado? ¿No será que tenemos que descubrir el movimiento kenótico de Dios? Él se da vaciándose de sí mismo, dándose a lo otro de sí. La Teología de la Kénosis tiene que renacer en tiempo de secularización. ¿Acaso no anunciamos un Mesías crucificado?5


La experiencia de fe, tal como la vivimos en la tradición cristiana, tiene un doble movimiento: salida de sí y acogida del otro. Toda experiencia auténtica tiene este doble movimiento, que es una participación en la vida intratrinitaria de Dios, en la que se da esta salida de sí y acogida del otro entre las tres personas que forman la comunidad divina.


Poco importa por dónde empecemos. Hagámoslo por la acogida del otro. Toda experiencia de fe es una acogida en la propia vida del Otro con mayúscula, Dios. Nada hay más otro que Dios, y nada más íntimo a nosotros. San Ireneo decía: "el que por su magnitud era invisible, por su amor se hizo visible". Podríamos decir, siguiendo la teología dialéctica de Karl Barth: el que por su magnitud era totalmente otro, por su amor se hizo totalmente interior a nosotros. La fe consiste en este acoger al Totalmente Otro, que es Dios, en nuestra vida. La fe es acogida. Ahora bien, tanto la Ley, como los profetas, como el mismo Jesús, sitúan al Otro divino en el otro social. Hay una interioridad de la Salvación en la liberación social. Como dice la Primera Carta de San Juan, "amémonos unos a otros, pues el amor viene de Dios; todo el que ama es hijo de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, ya que Dios es amor" (1Jn 4,7-8). Como decía Karl Rahner, hay una unidad entre el amor a Dios y el amor al hermano.


Acoger al otro no es fácil, ya que el otro es muy diferente de mí y de los míos: habla otra lengua, viste de otro modo, tiene otras costumbres, otras creencias, otra visión del mundo. Acogerle supone salir de mi cosmovisión, de mi matriz cultural, supone poner en cuestión la estabilidad de mi existencia. Por eso, acoger al otro comporta una salida de sí, como el padre del hijo pródigo, que, para acogerle, le salió al encuentro y le abrazó con fuerza.


La fe comporta una salida de sí, un "éxtasis", una misión, una ruptura con nuestras estructuras interiores. La fe descoloca. Por ello, el Antiguo Testamento está lleno de personas que se echan a andar: es el "salir de sí" geográfico y espiritual; y el Nuevo Testamento está lleno de personas que lo dejan todo para seguir a Jesús: es el "salir de sí" social y espiritual.


Toda experiencia de Dios tiene una componente de acogida y una componente kenótica, de participación en la kénosis del Señor: "Tened los mismos sentimientos de Cristo Jesús, el cual, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de ser igual a Dios; sino que se vació de sí y tomó la condición de esclavo, haciéndose semejante a los hombres. Y mostrándose en figura humana se humilló, se hizo obediente hasta la muerte, una muerte en cruz" (Fl 2,5-8). Dios se muestra saliendo de sí, anonadándose. Al hacerlo, muestra que "Él es amor", y el amor sólo se da como vaciamiento del amante en el amado, un vaciamiento que llena de vida al amante: "Por eso Dios lo encumbró sobre todo y le concedió el título que sobrepasa todo título; de modo que a ese título de Jesús toda rodilla se doble -en el cielo, en la tierra, en el abismo- y toda boca proclame que Jesús, el Mesías, es Señor, para gloria de Dios Padre" (Fl 2,9-11).



4.5 Teología política y nuevas teologías sociales y éticas: todo lo humano es materia de teología


La Teología Política europea y la Teología de la Liberación latinoamericana han mostrado que nada de lo humano escapa a la salvación de Dios, y por ello nada de lo humano está vetado para la teología. Esto ha abierto la puerta a reflexiones interesantísimas de teología. Para hacer teología, ya no hay que dejar nuestra humanidad en la puerta, como dejamos el paraguas, sino que hay que incorporarla: política, economía, sociología, arte, comunicación… Todo es materia teológica porque todo es humano.


Concretamente, diferentes teologías sociales (aquellas que buscan cambios en la estructura social, "históricas" las denominaba Ellacuría) como la teología de la liberación, la teología feminista, la teología negra, la teología africana, … han ido surgiendo en el horizonte eclesial, así como teologías con fuerte preocupación ética, en relación, por ejemplo, con la bioética o con la ética económica.



4.6 La permanente refundación del cristianismo


El cristianismo ha perdido su estaticidad, que le traicionaba. Hemos acabado, ¿definitivamente?, con la idea de que las verdades teológicas tienen un sentido una vez por todas. El cristianismo renace con cada comunidad, con cada generación, con cada cultura. No se trata de un problema de modas, sino de que la experiencia pascual se ofrece a cada generación, y cada generación la acoge desde su presente histórico. La Cristiandad dio la impresión de perennidad, lo que no era sino un burdo engaño porque la humanidad estaba cambiando. Esto no afecta sólo al método, sino al contenido mismo de la fe: la Revelación se está ofreciendo, se está desplegando; la Revelación es oferta de plenitud allí donde hay concavidades humanas.



5. El fin de la secularización: el mercado de las religiones


Seguramente, hace 25 años se hicieron semanas de teología sobre la secularización, como ésta que ahora nos ocupa. Era uno de los temas teológicos y eclesiales más candentes. Hoy no lo es tanto, aunque está bien que un centro de estudios teológicos relexione aún sobre esto, porque tiene que abordar lo real y lo importante, y no simplemente lo que está de moda. De hecho, la secularización empieza a ver su fin. Una supuesta nueva espiritualidad de supermercado y de secta le toma el relevo.





5.1 El "New Age" y la extrema derecha pseudocristiana


En los Estados Unidos ha nacido el "New Age", una nueva concepción de la espiritualidad en la que todas las religiones se encuentran, una fe que es vivencia emotiva y estética, sin argumentación racional de ningún tipo. No se busca el "logos", sino el placer. No el sentido, sino el sentimiento. Sin duda, el New Age tiene puntos interesantes, por lo que tiene de apertura y de creatividad.


No obstante, se está desarrollando actualmente con una carga política de extrema derecha. Hemos hecho alusión antes al "The Project for the New American Century". Digamos ahora una palabra acerca del actual presidente de los Estados Unidos y de su campaña contra Afganistán, contra Irak, y puede que en el futuro contra Siria, contra Irán y contra Corea del Norte. Bush es miembro de una comunidad cristiana, y se siente investido de una misión religiosa: llevar la libertad a todo el mundo, concretamente a los países que tienen suculentos pozos petrolíferos (como Irak) o que tienen una importancia geográfica destacable por ser enlace entre el petróleo y las economías emergentes (por Afganistán tendrá que pasar el oleoducto dirigido a China). Para ello, bombardea los países que haga falta, y luego, una vez sometidos militarmente, los reconstruye con empresas suyas, de su padre o de sus estrechos colaboradores, tal como Charlot hacía en El chico con los cristales que había roto su joven socio.


Que se utilice el cristianismo para justificar ideológicamente el imperialismo norteamericano me parece preocupante. Que no lo veamos es inquietante.



5.2 Religión a la carta


Surge la religión a la carta. Cada uno cree en lo que quiere, y toma elementos de la religión que quiere sin ningún interés por profundizar en ninguna en particular. Desaparece la razonabilidad, desaparece la comunidad, aparece la secta (autodenominada "comunidad" o "iglesia"), surge un individualismo brutal y una simplicidad intelectual alarmante. Es el budismo-cristianismo de los actores de moda de Hollywood.



5.3 La trivialización del fenómeno religioso


Se corre el riesgo de trivializar lo religioso, de reducirlo a folklore, a emotividad, a divertimento, a cóctel refrescante. Concretamente, la Iglesia Católica está recibiendo esta embestida desde las sectas protestantes, no de la Iglesia seria de Lutero, sino de las sectas norteamericanas que se propagan por toda América Latina con el objetivo de desactivar el mensaje social del catolicismo latinoamericano. Son prolongaciones históricas del famoso Informe Rockefeller sobre la Teología de la Liberación. Incluso alguna de esas sectas tiene sucursales en España para captar adeptos, que luego son enviados a América Latina bajo capa de "misioneros".


Se acaba la secularización, y regresa la religión como opio, aún más fuerte que en el siglo de Karl Marx. Pero de esto, quizás, hablaremos otro día.






COMUNICACIÓN



Comunicación social y familia:

volvamos a la carga6



«Es necesario que las autoridades públicas pongan en práctica políticas de reglamentación para asegurar que los medios de comunicación social no actúen contra el bien de la familia».


No voy a decir la perogrullada que la familia, una vez más, está de moda. A la familia-institución le suceden cada día ciento y una mil cosas. La familia entra con pasaporte propio y elocuente en las parrillas de todas las televisiones, de todas las radios, de todos los cines. Hasta hay películas –repetidas en diversas cinematografías– que, para despistar, llevan de entrada el título siguiente: «Familia». O «La familia». O «Vida de Familia». O «La familia y uno más». Se la quiere como modelo de una tradición que, dígase lo que se quiera, sigue estando viva. Ultrajada, machacada a veces, vilipendiada en ocasiones, defendida en otras –que ya es terrible esto de que haya que defender la cuna de uno y el lecho de muerte del mismo–, de uno mismo, quiero decir, pero así es la cosa. Luego, cuando otras instituciones sensatas se ponen serias, lo primero que se les ocurre es hablar de la familia. Y dirigirse a ella porque se entiende que, a pesar de todos los inconvenientes, no conviene que la familia se disuelva como un azucarillo en las aguas turbulentas que esta sociedad nuestra desencadena con frecuencia.


Se enteran de esto los dedicados a la política nacional e internacional y agarran a la familia y la ponen en las banderas de sus propuestas electorales. Se habla de los niños y de las mujeres de la casa y de las que van a trabajar y de las que no tienen trabajo y de si a los padres hay que darles tantos o cuantos días de dedicación familiar tras el nacimiento de los hijos y de cómo se los va a llevar en sillas gestatorias o los ancianos y cómo se van a elevar las pensiones y de cómo se van a rebajar los impuestos familiares. Y se hacen promesas para contener como sea ese drama que nuestro tiempo va descubriendo cada día y que se llama «el maltrato a la mujer».


Quiere decirse con eso que el punto blanco de las campañas no son los ciudadanos, sino las familias de los ciudadanos. Tanto son estas familias las parcelas sociales que verdaderamente preocupan a todos, que hasta se propone un estilo nuevo de familia: la de los gays, la de quienes –sin ser marido y mujer– viven juntos o juntas y aspiran –que ya lo van consiguiendo– hasta la adopción de niños: propios o ajenos. Con los cuales se cuenta como objetos a aceptar –a conseguir, a comprar, incluso– pero cuyas consecuencias educacionales todavía no se han evaluado suficientemente.


No puede sorprender a nadie que, en estas condiciones, a la Iglesia, una vez más, le haya preocupado seriamente la situación de esta familia moderna, distinta, acosada por mil circunstancias que, desgraciadamente, no se había previsto hasta ahora o, si se había previsto, nunca se las había valorado con la suficiente racionalidad y osadía. Aún sigue montando la intemerata la cascada de comentarios que en la prensa nacional –la de todos los medios– que ha provocado un documento de la Conferencia Episcopal Española en el que se comienza haciendo un elogio de la familia y en el que se termina con algunas graves acusaciones a la situación y con unos avisos tutelares que no se han querido entender adecuadamente por muchos comentaristas parcelarios y agresores y que han obligado al Portavoz de la dicha Conferencia a hacer aclaraciones que, desgraciadamente, se debieran haber hecho en el documento mismo y no en las explicaciones posteriores, que siempre será un adobo sospechoso. Lo cual nos conduce a un problema que muchas veces hemos acusado aquellos que, por profesión y entusiasmo, nos hemos dedicado a la información de lo religioso en los medios de comunicación nacionales. Un problema que no es otro que éste: lo que se haya de decir, dígase sin arrimos, sin tibiezas, con una claridad meridiana y sin buscarle las vueltas a la inteligencia social que se está buscando.


Dicho ha quedado por los prelados de España que la familia es el mayor bien de la sociedad, cosa de la que ya sabíamos algo los que siempre hemos creído en la familia. No está mal que se nos repita, pero tampoco se nos descubría nada con la frase. Claro que, a continuación, van los obispos y sueltan el pildorazo de que a la revolución sexual se puede deber en gran parte el drama de las violencias en el seno de la familia y del empobrecimiento social y de la feminización de la pobreza y del aumento de la delincuencia y del fracaso escolar de la juventud. Y que no hay que silenciar esta realidad. Y que el intento de acallar estas realidades, lo único que indica es que estamos viviendo en una sociedad farisaica a la que no le agrada el descubrimiento de estos dramas personales y de familia. Se vive una sexualidad al margen del matrimonio como compromiso común y como destino unitario. Se vive un matrimonio de urgencia, sin plazo fijo, sin suficiente estabilidad, dispuesto a romper yugos y flechas apenas aparezca en el horizonte una circunstancia dolorosa o una decepción que acaso ha venido provocada por el mismo miembro de la pareja que la aprovecha para borrar compromisos y llamarse a andana.


Naturalmente –insisten los obispos– quien mayor daño sufre con esta intoxicación de la vida familiar es el presente y el futuro de los hijos. Se les inculca una neutralidad moral, se promueven campañas supuestamente informativas, se falsea el sexo seguro que acaba, por desgracia, en maternidades no deseadas que desembocarán muchas veces en el aborto y se practica una promiscuidad sexual y emocional que terminará casi siempre en una pérdida de responsabilidad sobre algo tan serio y personal como es el compromiso del amor. A nadie puede sorprenderle que de estas acusaciones –bastante comprobables a poco que se quiera uno asomar a la realidad de las parejas y de sus hijos– salte a los ojos algo que estamos comprobando cada día: la soledad del hombre que se amarga, que sufre su propia limitación moral, que padece errores de apreciación que se revuelen contra él para acentuar el resquemor de unas heridas que marcarán su vida hasta que tenga el valor de reconocer su propia mendacidad. La familia necrosada por la ausencia de un amor de compromiso habrá evitado por narices la naturaleza del pecado y hasta la propia palabra, pero se habrá condenado a sí misma a una cobardía moral absolutamente insatisfactoria.



El Pentecostés que avisa


Y en éstas estamos cuando nos llega, al final de la primavera, la llamarada del Pentecostés. Es decir: el asalto que a la vida vacía del hombre pega intencionalmente la luz y el fuego de un Dios personal al que entendemos como espíritu: el Espíritu Santo. El que viene a comunicar. El que alumbra los caminos del hombre para que pueda llegar a la verdad. El que dice en silencio la palabra definitiva. Y el que le da la pirivuelta a la cobardía de los hombres de fe para que tengan la audacia de salir a las calles a decir la verdad que todo hombre necesita para ser fiel a sí mismo. Hace veintiún siglos fue eso lo que sucedió en la ciudad de Jerusalén: los tímidos y arrugados por la vergüenza y la tristeza salieron a la calle y se comieron al universo. Hasta ellos mismos estaban sorprendidos de la cantidad de lenguas que sabían utilizar y de cómo, a pesar de los idiomas, los entendía todo el mundo.


Y es ahora, cuando van a llegar estos días de la primavera del Espíritu –cuando termina «el invierno de mi primavera» que cantaba una sensacional poetisa de los claustros de Santa Teresa– cuando va el Papa y se saca de la manga una exhortación que da un especial sentido a lo que se llama litúrgicamente «la Jornada de los Medios de Comunicación». Esos medios que alguna vez se llamaron «de masas» cuando no se los entendía bien sino a manera de zafarrancho y que ahora han sido dignificados un poco y se habla de ellos como de «Medios de Comunicación Social». Me gustan más así. Se busca al hombre, a través de ellos, para hacer con el hombre una comunión en la verdad, en la belleza, en la unidad del pensamiento plural que todo hombre digno tiene derecho a realizar. Es ésta una Jornada que nos invita a una reflexión profunda y muy al día –sin sobresaltos de futuro y sin melancolías del pasado–. Una reflexión sobre lo que esta «comunicación» y sobre los medios que la comunicación precisa para ser eficaz y extensiva y sobre la mezquina y fenicia explotación –cuestión de dineros– que de la comunicación se hace por los oportunistas de siempre y por los dictadores de conductas e ideas en los pueblos. Juro por Dios que este negocio de la comunicación es uno de los que más plata y poder –sobre todo, poder– pueden llegar a hacer soñar a sus poseedores a poco que se acierte con el tema que hay que tocar y a su debido tiempo y con los debidos sones.


Fue el Papa Pablo VI –un excelente pontífice y un periodista muy despierto– el que consagró la frase de que los púlpitos de la predicación se han trasladado hoy del interior de las iglesias –aunque los curas sigan sin creérselo– a las plazas de los pueblos y a los escenarios del teatro y a los estudios de una emisora de televisión o de radio y a las páginas de la prensa escrita y de los libros y a las pantallas del cine. Y, en la penúltima –nunca en la última– este púlpito de costumbres y ocio y de modos ha conseguido la velocidad del rayo y se nos ha subido a las casas y a las oficinas y a los despachos de las esquinas con un instrumento que se llamaba «Internet» y que ahora mismo se llama de otras cien maneras distintas porque siempre existirá la posibilidad técnica de disminuir las fórmulas con que la comunicación llega desde el remitente hasta el destinatario. Una última noticia nos decía hace cuatro días que ya, en estos momentos se puede bajar del ordenador en menos de dos segundos una película de más de dos horas. Y quien dice esta película puede referirse igualmente a un discurso del Pontífice, a una enciclopedia de las grandes editoriales, a un museo de artes o de ciencias, a cualquier página de cualquier periódico del mundo. Y también a un espectáculo de ínclita vulgaridad o de sexo desaforado.


Una cosa habría que añadir a esas palabras de Pablo VI: que llegaban tarde y que sigue siendo de escasa repercusión en la mentalidad de muchos creyentes. Más aún: que estamos históricamente en un momento en que los creyentes hemos perdido algunas de las bazas que se habían conquistado con mucho esfuerzo en años anteriores a los que estamos viviendo. Cuando se entrega el premio «Bravo» al periodista y escritor Juan Manuel Prada, tuvo que decir unas palabras de agradecimiento. Y en esas palabras había esta pudorosa y amarga confesión:


«Ahora más que nunca es necesario que quienes confesamos una inspiración cristiana en nuestro trabajo, la mostremos día a día. Quizás uno de los espectáculos más tristes de los últimos años en las modernas sociedades occidentales es constatar cómo los cristianos hemos retrocedido hacia posiciones de retaguardia.


El lugar destacado que ocupábamos en otras épocas con ese afán de ocupar la vanguardia de la cultura, de la política, de la sociedad, se está viendo contrastada en estos años por una actitud cohibida, amedrentada, una especie como de miedo a mostrarnos tal y como somos. De ahí que quizás y de forma cada vez más notoria, más petulante, se esté produciendo un fenómeno de descrédito del cristianismo en los círculos intelectuales. Creo que es responsabilidad nuestra, de quienes ocupamos un puesto destacado en los medios de comunicación cuando, a través de nuestro trabajo, expresamos nuestras ideas, intentar recuperar la vanguardia».



La dimensión moral


Lo que al Papa se le ha ocurrido este año, en su documento de la Jornada, es un aviso y un elogio. El Papa ha dicho que los medios de comunicación, cuando entran al seno de las familias son a la vez un riesgo y una riqueza. Ha dicho que los medios tienen una dimensión moral. Porque la estatura moral de las personas crece o disminuye según las palabras que pronuncian y los mensajes que eligen oír. Estamos en una situación en que la expansión e influencia de los medios se ha desparramado de forma prácticamente ilimitada. Hay más que nunca un alcance familiar de información de educación, de diversión, de estímulo social, de enriquecimiento cultural. Pero la imagen que estos medios de comunicación dan de lo que tiene que ser la familia es una imagen inadecuada.


La infidelidad matrimonial, la vida sexual al margen del matrimonio, la ausencia de una visión moral y espiritual de la pareja humana... presentado todo ello de un modo acrítico, elogiado en muchos momentos, mostrado como signo de una falsa modernidad y de una ausencia de complejos. Se apoya el divorcio y la anticoncepción y el aborto y la homosexualidad...


Y este acoso a la moral perjudica –dice el Papa– al bien común de la sociedad.


Calculo que no es necesario citar películas o programas de televisión o periódicos parcelarios en que estas acusaciones encuentran ejemplos numerosos. Nunca ha habido en nuestras televisiones tanto programa infame: de eso que se dice «del corazón» y en que lo único visible es el escaso respeto que se tiene a la conducta de las gentes y lo fácil que es la transgresión moral. Se colocan en la cima de la popularidad a gentes que no han tenido pudor alguno e ir a confesar sus propios desvíos emocionales, sus conductas infieles, sus peleas intestinas, la clandestinidad de muchas de sus insoportables indecencias. Clandestinidad que, por eso mismo es abortada desde dentro a fin de presentarla como una especie de audacia y desafío a una moral que se juzga caducada e invigente.


No es fácil montar fronteras. No es fácil convencer a nadie de que este tipo de programas tiene que ser respetuosamente orillado. No es fácil indicar que vaya usted a saber si no habría que retirar cualquier tipo de apoyo comercial a esta andanada de incorrecciones, por no llamarlas de manera más brutal y adecuada. En el documento del Papa para este año hay algunas sugerencias dignas de que en las familias se las tenga en cuenta y se haga uso adecuado.


He aquí algunas:


1. Los padres deben conducir a sus hijos a un uso moderado, crítico, vigilante y prudente de los medios de comunicación social especialmente de aquellos que gozan de un mayor y más ancho acceso a los hogares.


2. A los niños pequeños hay que dar una formación justa e inicial sobre estos medios: quiénes los hacen, cómo se hacen, de dónde salen los medios de producción, el dinero que cuestan, cómo no se deben dejar seducir los niños por las marcas de los objetos y de los juguetes y de los chuches.


3. Los padres deben también regular el uso de los medios en casa. Hay que planificar el uso de esos medios. Hay que elegir programas. Hay que procurar que la audiencia sea una audiencia común en el hogar.


4. Los padres deben dar buen ejemplo a los hijos: abstenerse de determinados programas e indicar a los hijos por qué se los elimina, criticar los espacios moralmente criticables, abrir diálogo con los hijos acerca de espacios conflictivos o de difícil percepción, tratar de aclararles las situaciones menos razonables...


5. Las familias deberían manifestar claramente a los productores, a los que patrocinan programas con su publicidad y a las mismas autoridades públicas lo que les agrada y lo que no les agrada.


Con decir de vez en cuando en las cartas al director que se publican en los periódicos que se está contra este o aquel programa o que parece mentira que algún periódico mienta tanto o que exagera hasta la infamia algunas noticias, no se consigue demasiado. Es mucho más eficaz esa negación a la compra de productos pertenecientes a firmas comerciales o empresariales que patrocinan con sus dineros la producción y exhibición de algunos programas.


Hay unas hermosas palabras finales del Papa en este documento. Son éstas:


«Se sabe que no es fácil resistir a las presiones comerciales o a las ideologías interesadas, pero esa resistencia moral es, precisamente, la que los agentes de la comunicación –si son responsables– deben procurar sostener. Naturalmente, esa resistencia es todo un gesto valiente, una osadía y un hondo sentido de la responsabilidad. Los agentes de la comunicación deben presentar con sabiduría y buen juicio las cuestiones que atañen a la sexualidad, al matrimonio, a la vida familiar...


Muchos aceptan y actúan basándose en argumentos libertarios de algunos grupos que contribuyen al debilitamiento del concepto auténtico de familia.


Es necesario que las autoridades públicas pongan en práctica políticas de reglamentación para asegurar que los medios de comunicación social no actúen contra el bien de la familia».



El ANAQUEL





El próximo día 8 de mayo es la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales

PRESENTACIÓN DE LA CARTA DEL PAPA A LOS RESPONSABLES DE LAS COMUNICACIONES

CIUDAD DEL VATICANO, 21 FEB 2005 (VIS).-El arzobispo John P. Foley, presidente del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales, presentó esta mañana en la Oficina de Prensa de la Santa Sede la carta apostólica de Juan Pablo II a los responsables de las comunicaciones sociales, "El desarrollo rápido". Participaron en el acto el secretario de ese dicasterio, obispo Renato Boccardo y el subsecretario, Angelo Scelzo. El Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales comenzará hoy su sesión plenaria.

El prelado recordó que el 4 de diciembre de 1963, cuando era un sacerdote periodista asistió en la basílica de San Pedro a la promulgación del decreto del Concilio Vaticano II sobre las comunicaciones "Inter Mirifica". El entonces obispo Juan Pablo II era uno de los padres conciliares. "Por primera vez -dijo- un concilio de la Iglesia trataba específicamente el tema de las comunicaciones sociales, el decreto solicitaba la preparación de una instrucción pastoral sobre las comunicaciones sociales y pedía la constitución de un departamento especial en el Vaticano que se ocupase de todos los medios de comunicación social".

La carta presentada hoy es, comentó el arzobispo, el resultado del deseo manifestado el pasado año por el Santo Padre, que quería conmemorar el aniversario de "Inter Mirifica" con un documento nuevo. "Me emocioné mucho - explicó- leyendo las palabras del Papa; (...) el documento para mí es una meditación personal, un reto y un plan de acción".

"El 'desarrollo rápido' -afirmó- es una obra maestra de intuición sobre el significado de los medios de comunicación social en nuestra época. Por ejemplo, en el párrafo 3: 'Los medios de comunicación social han alcanzado tal importancia que representan para muchos el principal medio de guía e inspiración para su comportamiento individual, familiar y social. (...) La nuestra es una época de comunicación global, donde muchos momentos de la existencia humana se articulan a través de procesos mediáticos o, por lo menos, deben confrontarse con ellos".

Por su parte el, obispo Boccardo observó que "muchas veces en sus intervenciones Juan Pablo II ha afirmado que las cuestiones planteadas por las comunicaciones sociales en su núcleo son de naturaleza eminentemente antropológica. (...) Considera los medios como agentes activos en la construcción de horizontes culturales y de valores dentro de los que cada hombre y cada mujer se entiende a sí mismo, a los demás, al mundo".

Después, refiriéndose a algunos problemas del mundo de las comunicaciones, afirmó: "Los medios construyen modelos de percepción de la realidad que a menudo obedecen a visiones antropológicas que ya no están inspiradas por el cristianismo. Sin querer parecer apocalípticos, pero sin ceder al mismo tiempo a ingenuas visiones demasiado optimistas, no podemos silenciar que la representación del sentido de la vida que hoy muestran en el ruedo del debate público se encuentre casi completamente alejada de cualquier comprensión cristiana de la vida misma. (...) Basta recordar, además, como con demasiada frecuencia la televisión se transforme en un medio potente de agresiones personales, ocasiones de denigración y ágora de batallas, a menudo, vulgares y sin gusto. De este proceso degenerativo no está exenta la publicidad".

El secretario del consejo notó que era necesaria una seria reflexión ética acerca de la responsabilidad personal y social dentro del mundo de los medios de comunicación, sobre todo de los nuevos medios como Internet. "Internet - dijo- da una nueva definición radical de la relación psicológica de la persona con el espacio y el tiempo. Atrae la atención sobre lo que es tangible, útil, inmediatamente disponible", pero lo que a veces falta es un proceso de "reflexión más profunda". "La persona 'on line' es la persona del presente, de la satisfacción inmediata" que busca respuestas y "la gran Red es almacén de experiencias siempre disponibles".

"Cómo puede la Iglesia -se preguntó el obispo- ayudar a los hombres y mujeres que trabajan en los medios de comunicación y a los que los utilizan a emprender el camino del humanismo nuevo?". "Entre los muchos caminos, Juan Pablo II indica tres: formación, participación y diálogo".

"Los creyentes, hombres y mujeres, que se preocupan por el destino de la humanidad, tienen la responsabilidad del discernimiento cultural. No se nos pide una armadura brillante para vencer a Goliat, sino sencillamente saber elegir pocos y justos guijarros con la sabiduría y el valor de David".




CARTA APOSTÓLICA DEL SUMO PONTÍFICE JUAN PABLO II A LOS RESPONSABLES DE LAS COMUNICACIONES SOCIALES



1. Un signo del progreso que experimenta la sociedad actual consiste, sin duda, en el rápido desarrollo de las tecnologías en el campo de los medios de comunicación. Al contemplar estas novedades en continua evolución resulta aún más actual cuanto se lee en el Decreto del Concilio Ecuménico Vaticano II Inter mirifica promulgado por mi predecesor, el siervo de Dios Pablo VI, el 4 de diciembre de 1963: “Entre los maravillosos inventos de la técnica que, sobre todo en nuestros tiempos, ha extraído el ingenio humano, con la ayuda de Dios, de las cosas creadas, la Madre Iglesia acoge y fomenta con peculiar solicitud aquellos que miran principalmente al espíritu humano y han abierto nuevos caminos para comunicar, con extraordinaria facilidad, todo tipo de noticias, ideas y doctrinas”7.

2 I. Un camino fecundo trazado por el Decreto Inter mirifica

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2. Transcurridos más de cuarenta años desde la publicación de aquel documento, se hace oportuna una nueva reflexión sobre los “desafíos” que las comunicaciones sociales plantean a la Iglesia, la cual, como indicó Pablo VI, “se sentiría culpable ante Dios si no empleara esos poderosos medios”8. De hecho, la Iglesia no ha de contemplar tan sólo el uso de estos medios de comunicación para difundir el Evangelio sino, hoy más que nunca, para integrar el mensaje salvífico en la ‘nueva cultura’ que precisamente los mismos medios crean y amplifican. La Iglesia advierte que el uso de las técnicas y de las tecnologías de la comunicación contemporánea es parte integrante de su propia misión en el tercer milenio.

Movida por esta conciencia, la comunidad cristiana ha dado pasos significativos en el uso de los medios de comunicación para la información religiosa, para la evangelización y la catequesis, para la formación de los agentes de pastoral en este sector y para la educación de una madura responsabilidad de los usuarios y destinatarios de los mismos instrumentos de la comunicación.

3. Los desafíos para la nueva evangelización, en un mundo rico en potencialidad comunicativa como el nuestro, son múltiples. Al tomar en cuenta esta realidad he querido subrayar, en la Carta encíclica Redemptoris missio, que el mundo de la comunicación es el primer areópago del tiempo moderno, capaz de unificar a la humanidad transformándola, como suele decirse, en “una aldea global”. Los medios de comunicación social han alcanzado importancia hasta el punto de que son para muchos el principal instrumento de guía e inspiración para su comportamiento individual, familiar y social. Se trata de un problema complejo, ya que tal cultura, antes que de “los contenidos”, nace del hecho mismo de la existencia de nuevos modos de comunicar, dotados de técnicas y lenguajes inéditos.

Vivimos en una época de comunicación global, en que muchos momentos de la existencia humana se articulan a través de procesos mediáticos o por lo menos deben confrontarse con ellos. Me limito a recordar la formación de la personalidad y de la conciencia, la interpretación y la estructuración de lazos afectivos, la articulación de las fases educativas y formativas, la elaboración y la difusión de fenómenos culturales, el desarrollo de la vida social, política y económica.

En una visión orgánica y correcta del desarrollo del ser humano, los medios de comunicación pueden y deben promover la justicia y la solidaridad, refiriendo los acontecimientos de modo cuidadoso y verdadero, analizando completamente las situaciones y los problemas, y dando voz a las diversas opiniones. Los criterios supremos de la verdad y la justicia en el ejercicio maduro de la libertad y de la responsabilidad, constituyen el horizonte dentro el cual se sitúa una auténtica deontología en el aprovechamiento de los modernos y potentes medios de comunicación social.

3 II. Discernimiento evangélico y compromiso misionero

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4. También el mundo de los medios de comunicación necesita la redención de Cristo. Para analizar, con los ojos de la fe, los procesos  y el valor de las comunicaciones sociales resulta de indudable utilidad la profundización de la Sagrada Escritura, la cual se presenta como un “gran código” de comunicación de un mensaje no efímero y ocasional, sino fundamental en razón de su valor salvífico.

La historia de la salvación narra y documenta la comunicación de Dios con el hombre, comunicación que utiliza todas las formas y modalidades del comunicar. El ser humano ha sido creado a imagen y semejanza de Dios para acoger la revelación divina y para entablar un diálogo de amor con Él. A causa del pecado, esta capacidad de diálogo ha sido alterada, sea a escala personal o social, y los hombres han hecho y continúan haciendo la amarga experiencia de la incomprensión y de la lejanía. Sin embargo Dios no los ha abandonado y les ha enviado a su mismo Hijo (cf. Mc 12, 1‑11). En el Verbo hecho carne el evento comunicativo asume su máxima dimensión salvífica: de este modo se entrega al hombre, en el Espíritu Santo, la capacidad de recibir la salvación y de anunciarla y testimoniarla a sus hermanos.

5. La comunicación entre Dios y la humanidad ha alcanzado por tanto su perfección en el Verbo hecho carne. El acto de amor a través del cual Dios se revela, unido a la respuesta de fe de la humanidad, genera un diálogo fecundo. Precisamente por esto al hacer nuestra, en cierto modo, la petición de los discípulos “enséñanos a orar” (Lc 11, 1), podemos pedirle al Señor que nos guíe para entender cómo comunicarnos con Dios y con los hombres a través de los maravillosos instrumentos de la comunicación social. Reconducidos al horizonte de tal comunicación última y decisiva, los medios de comunicación social se revelan como una oportunidad providencial para llegar a los hombres en cualquier latitud, superando las barreras de tiempo, de espacio y de lengua, formulando en las más diversas modalidades los contenidos de la fe y ofreciendo a quien busca lugares seguros que permitan entrar en diálogo con el misterio de Dios revelado plenamente en Cristo Jesús.

El Verbo encarnado nos ha dejado el ejemplo de cómo comunicarnos con el Padre y con los hombres, sea viviendo momentos de silencio y de recogimiento, sea predicando en todo lugar y con todos los lenguajes posibles. Él explica las Escrituras, se expresa en parábolas, dialoga en la intimidad de las casas, habla en las plazas, en las calles, en las orillas del lago, sobre las cimas de los montes. El encuentro personal con Él no deja indiferente, al contrario, estimula a imitarlo: “Lo que yo os digo en la oscuridad, decidlo vosotros a plena la luz; y lo que os digo al oído, proclamadlo desde los terrados” (Mt 10, 27).

Hay después un momento culminante en el cual la comunicación se hace comunión plena: es el encuentro eucarístico. Reconociendo a Jesús en la “fracción del pan” (cf. Lc 24, 30‑31), los creyentes se sienten impulsados a anunciar su muerte y resurrección y a volverse valientes y gozosos testigos de su Reino (cf. Lc 24, 35).

6. Gracias a la Redención, la capacidad comunicativa de los creyentes se ha sanado y renovado. El encuentro con Cristo los transforma en criaturas nuevas, les permite entrar a formar parte de aquel pueblo que Él ha conquistado con su sangre muriendo sobre la Cruz, y los introduce en la vida íntima de la Trinidad, que es comunicación continua y circular de amor perfecto e infinito entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

La comunicación penetra las dimensiones esenciales de la Iglesia, llamada a anunciar a todos el gozoso mensaje de la salvación. Por esto, ella asume las oportunidades ofrecidas por los instrumentos de la comunicación social como caminos ofrecidos providencialmente por Dios en nuestros días para acrecentar la comunión y hacer más incisivo el anuncio9. Los medios de comunicación permiten manifestar el carácter universal del Pueblo de Dios, favoreciendo un intercambio más intenso e inmediato entre las Iglesias locales y alimentando el recíproco conocimiento y colaboración.

4 III. Cambio de mentalidad y renovación pastoral

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7. En los medios de comunicación la Iglesia encuentra un apoyo excelente para difundir el Evangelio y los valores religiosos, para promover el diálogo y la cooperación ecuménica e interreligiosa, así como para defender aquellos sólidos principios indispensables para la construcción de una sociedad respetuosa de la dignidad de la persona humana y atenta al bien común. Asimismo la Iglesia los emplea con gusto para la propia información y para dilatar los confines de la evangelización, de la catequesis y de la formación, en la conciencia de que su utilización da respuesta al mandato del Señor: “Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación” (Mc 16, 15).

Misión ciertamente no fácil en nuestra época, en la cual se ha difundido en muchos la convicción de que el tiempo de las certezas ha pasado irremediablemente: el hombre debería aprender a vivir en un horizonte de total ausencia de sentido, en busca de lo provisorio y de lo fugaz10. En este contexto, los instrumentos de comunicación pueden ser usados “para proclamar el Evangelio o para reducirlo al silencio en los corazones de los hombres”11. Esto representa un serio reto para los creyentes, sobre todo para los padres, familias y para cuantos son responsables de la formación de la infancia y de la juventud. Es oportuno que, con prudencia y sabiduría pastoral, se fomente en las comunidades eclesiales la dedicación al trabajo en el campo de la comunicación, y así contar con profesionales capaces de un diálogo eficaz con el vasto mundo mediático.

8. Valorizar los medios de comunicación no es sólo tarea de “entendidos” del sector, sino también de toda la comunidad eclesial. Si, como se ha dicho antes, las comunicaciones sociales comprenden todos los ámbitos de la expresión de la fe, es la vida cristiana en conjunto la que debe tener en cuenta la cultura mediática en la que vivimos: desde la liturgia, suprema y fundamental expresión de la comunicación con Dios y con los hermanos, a la catequesis que no puede prescindir del hecho de dirigirse a sujetos influenciados por el lenguaje y la cultura contemporáneos.

El fenómeno actual de las comunicaciones sociales impulsa a la Iglesia a una suerte de “conversión” pastoral y cultural para estar en grado de afrontar de manera adecuada el cambio de época que estamos viviendo. De esta exigencia se deben hacer intérpretes, sobre todo, los Pastores: es importante trabajar para que el anuncio del Evangelio se haga de modo incisivo, que estimule la escucha y favorezca la acogida12. En sintonía con los Pastores deben obrar todos los organismos de consejo y de coordinación de modo que, en su campo específico, se identifiquen las líneas pastorales más adecuadas para una eficaz acción misionera. Las personas consagradas, según su propio carisma, tienen una especial responsabilidad en este campo de las comunicaciones sociales. Una vez formadas espiritual y profesionalmente, “presten de buen grado sus servicios, según las oportunidades pastorales […] para que se eviten, de una parte, los daños provocados por un uso adulterado de los medios y, de otra, se promueva una mejor calidad de las transmisiones, con mensajes respetuosos de la ley moral y ricos en valores humanos y cristianos”13.

9. Al tener precisamente en cuenta la importancia de los medios de comunicación, hace ya quince años que juzgué insuficiente dejarlos a la iniciativa individual o de grupos pequeños y sugerí que se insertaran con claridad en la programación pastoral14. Las nuevas tecnologías, en especial, crean nuevas oportunidades para una comunicación entendida como servicio al gobierno pastoral y a la organización de las diversas tareas de la comunidad cristiana. Piénsese, por ejemplo, en Intenet: no sólo proporciona recursos para una mayor información, sino que también habitúa a las personas a una comunicación interactiva15. Muchos cristianos ya están usando este nuevo instrumento de modo creativo, explorando las potencialidades para la evangelización, para la educación, para la comunicación interna, para la administración y el gobierno. Junto a Internet se van utilizando nuevos medios y verificando nuevas formas de utilizar los instrumentos tradicionales. Los periódicos, las revistas, las  publicaciones varias, la televisión y la radio católicos siguen siendo, todavía hoy, indispensables en el panorama completo de las comunicaciones eclesiales.

Los contenidos –que, naturalmente, se deben adaptar a las necesidades de los diversos grupos-, tendrán siempre por objeto hacer a las personas conscientes de la dimensión ética y moral de la información16. Del mismo modo, es importante garantizar la formación y la atención pastoral de los profesionales de la comunicación. Con frecuencia estas personas se encuentran ante presiones particulares y dilemas éticos que emergen del trabajo cotidiano; muchos de ellos “están sinceramente deseosos de saber y de practicar lo que es justo en el campo ético y moral” y esperan de la Iglesia orientación y apoyo17.

5 IV. Los medios de comunicación, encrucijada de las grandes cuestiones sociales

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10. La Iglesia, que en razón del mensaje de salvación confiado por su Señor es maestra de humanidad, siente el deber de ofrecer su propia contribución para una mejor comprensión de las perspectivas y de las responsabilidades ligadas al actual desarrollo de las comunicaciones sociales. Precisamente porque influyen sobre la conciencia de los individuos, conforman la mentalidad y determinan la visión de las cosas, es necesario insistir de manera clara y fuerte  que los instrumentos de la comunicación social constituyen un patrimonio que se debe tutelar y promover. Es necesario que las comunicaciones sociales entren en un cuadro de derechos y deberes orgánicamente estructurados, sea desde el punto de vista de la formación y responsabilidad ética, cuanto de la referencia a las leyes y a las competencias institucionales.

El positivo desarrollo de los medios de comunicación al servicio del bien común es una responsabilidad de todos y de cada uno18. Debido a los fuertes vínculos que los medios de comunicación tienen con la economía, la política y la cultura, es necesario un sistema de gestión que esté en grado de salvaguardar la centralidad y la dignidad de la persona, el primado de la familia, célula fundamental de la sociedad, y la correcta relación entre las diversas instancias.

11. Se imponen algunas decisiones que se pueden sintetizar en tres opciones fundamentales: formación, participación, diálogo.

En primer lugar es necesaria una vasta obra formativa para que los medios de comunicación sean conocidos y usados de manera consciente y apropiada. Los nuevos lenguajes introducidos por ellos modifican los procesos de aprendizaje y la cualidad de las relaciones interpersonales, por lo cual, sin una adecuada formación se corre el riesgo de que en vez de estar al servicio de las personas, las instrumentalicen y las condicionen gravemente. Esto vale, de manera especial, para los jóvenes que manifiestan una natural propensión a las innovaciones tecnológicas y que, por eso mismo, tienen una mayor necesidad de ser educados en el uso responsable y crítico de los medios de comunicación.

En segundo lugar, quisiera dirigir la atención sobre el acceso a los medios de comunicación y sobre la participación responsable en la gestión de los mismos. Si las comunicaciones sociales son un bien destinado a toda la humanidad, se deben encontrar formas siempre actualizadas para garantizar el pluralismo y para hacer posible una verdadera participación de todos en su gestión, incluso a través de oportunas medidas legislativas. Es necesario hacer crecer la cultura de la corresponsabilidad.

Por último, no se debe olvidar las grandes potencialidades que los medios de comunicación tienen para favorecer el diálogo convirtiéndose en vehículos de conocimiento recíproco, de solidaridad y de paz. Dichos medios constituyen un poderoso recurso positivo si se ponen al servicio de la comprensión entre los pueblos y, en cambio, un “arma” destructiva, si se usan para alimentar injusticias y conflictos. De manera profética, mi predecesor el beato Juan XXIII, en la encíclica Pacem in terris, había ya puesto en guardia a la humanidad sobre tales potenciales riesgos19.

12. Suscita un gran interés la reflexión sobre la participación “de la opinión pública en la Iglesia” y “de la Iglesia en la opinión pública”. Mi predecesor Pío XII, de feliz memoria, al encontrarse con los editores de los periódicos católicos les decía que algo faltaría en vida de la Iglesia si no existiese la opinión pública. Este mismo concepto ha sido confirmado en otras circunstancias20, en el código de derecho canónico, bajo determinadas condiciones, se reconoce el derecho a expresar la propia opinión21. Si es cierto que las verdades de fe no están abiertas a interpretaciones arbitrarias y el respeto por los derechos de los otros crea límites intrínsecos a las expresiones de las propias valoraciones, no es menos cierto que existe en otros campos, entre los católicos, un amplio espacio para el intercambio de opiniones, en un diálogo respetuoso de la justicia y de la prudencia.

Tanto la comunicación en el seno de la comunidad eclesial, como la de Iglesia con el mundo, exigen transparencia y un modo nuevo de afrontar las cuestiones referentes al universo de los medios de comunicación. Tal comunicación debe tender a un diálogo constructivo para promover en la comunidad cristiana una opinión pública rectamente informada y capaz de discernir. La Iglesia, al igual que otras instituciones o grupos,  tiene la necesidad y el derecho de dar a conocer las propias actividades pero al mismo tiempo, cuando sea necesario, debe poder garantizar una adecuada reserva, sin que ello perjudique una comunicación puntual y suficiente de los hechos eclesiales. Es éste uno de los campos donde se requiere una mayor colaboración entre fieles laicos y pastores ya que, como subraya oportunamente el Concilio, “de este trato familiar entre los laicos y pastores son de esperar muchos bienes para la Iglesia, porque así se robustece en los seglares el sentido de su propia responsabilidad, se fomenta el entusiasmo y se asocian con mayor facilidad las fuerzas de los fieles a la obra de los pastores. Pues estos últimos, ayudados por la experiencia de los laicos, pueden juzgar con mayor precisión y aptitud tanto los asuntos espirituales como los temporales, de suerte que la Iglesia entera, fortalecida por todos sus miembros, pueda cumplir con mayor eficacia su misión en favor de la vida del mundo”22.

6 V. Comunicar con la fuerza del Espíritu Santo

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13. El gran reto para los creyentes y para las personas de buena voluntad en nuestro tiempo es el de mantener una comunicación verdadera y libre, que contribuya a consolidar el progreso integral del mundo. A todos se les pide saber cultivar un atento discernimiento y una constante vigilancia, madurando una sana capacidad crítica ante la fuerza persuasiva de los medios de comunicación.

También en este campo los creyentes en Cristo saben que pueden contar con la ayuda del Espíritu Santo. Ayuda aún más necesaria si se considera cuan grandes pueden ser las dificultades intrínsecas a la comunicación, tanto a causa de las ideologías, del deseo de ganancias y de poder, de las rivalidades y de los conflictos entre individuos y grupos, como a causa de la fragilidad humana y de los males sociales. Las modernas tecnologías hacen que crezca de manera impresionante la velocidad, la cantidad y el alcance de la comunicación, pero no favorecen del mismo modo el frágil intercambio entre mente y mente, entre corazón y corazón, que debe caracterizar toda comunicación al servicio de la solidaridad y del amor.

En la historia de la salvación Cristo se nos ha presentado como “comunicador” del Padre: “Dios ... en estos últimos tiempos nos ha hablado por medio del Hijo” (Heb 1,2). Él, Palabra eterna hecha carne, al comunicarse, manifiesta siempre respeto hacia aquellos que le escuchan, les enseña la comprensión de su situación y de sus necesidades, impulsa a la compasión por sus sufrimientos y a la firme resolución de decirles lo que tienen necesidad de escuchar, sin imposiciones ni compromisos, engaño o manipulación. Jesús enseña que la comunicación es un acto moral “El hombre bueno, del buen tesoro saca cosas buenas; el hombre malo, del tesoro malo saca cosas malas. Os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres darán cuenta en el día del Juicio. Porque por tus palabras serás declarado justo y por tus palabras serás condenado” (Mt 12,35-37).

14. El apóstol Pablo ofrece un claro mensaje también para cuantos están comprometidos en las comunicaciones sociales -políticos, comunicadores profesionales, espectadores-: “Por lo tanto desechando la mentira, hablad con verdad cada cual con su prójimo, pues somos miembros los unos de los otros. […]No salga de vuestra boca palabra dañosa, sino la que sea conveniente para edificar según la necesidad y hacer el bien a los que os escuchan” (Ef 4,25.29).

A los operadores de la comunicación y especialmente a los creyentes que trabajan en este importante ámbito de la sociedad, aplico la invitación que desde el inicio de mi ministerio de Pastor de la Iglesia he querido lanzar al mundo entero: “¡No tengáis miedo!”.

¡No tengáis miedo de las nuevas tecnologías!, ya que están “entre las cosas maravillosas” –“Inter mirifica”– que Dios ha puesto a nuestra disposición para descubrir, usar, dar a conocer la verdad; también la verdad sobre nuestra dignidad y sobre nuestro destino de hijos suyos, herederos del Reino eterno.

¡No tengáis miedo de la oposición del mundo! Jesús nos ha asegurado “Yo he vencido al mundo” (Jn 16,33).

¡No tengáis miedo de vuestra debilidad y de vuestra incapacidad! El divino Maestro ha dicho: “Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mt 28,20). Comunicad el mensaje de esperanza, de gracia y de amor de Cristo, manteniendo siempre viva, en este mundo que pasa, la perspectiva eterna del cielo, perspectiva que ningún medio de comunicación podrá alcanzar directamente: “Lo que ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni al corazón del hombre llegó, lo que Dios preparó para los que le aman. ” (1Cor 2,9).

A María, que nos ha dado el Verbo de vida y ha conservado en su corazón las palabras que no perecen, encomiendo el camino de la Iglesia en el mundo de hoy. Que la Virgen Santa nos ayude a comunicar, con todos lo medios, la belleza y la alegría de la vida en Cristo nuestro Salvador.

Desde el Vaticano, 24 de enero de 2005, memoria de san Francisco de Sales, patrono de los periodistas.





ENTRE LA GLOBALIZACIÓN Y LA POBREZA:

EN LA AGENDA PARA EL DESARROLLO Y LA EQUIDAD

6.1

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6.1.1 Oscar Andrés Cardenal Rodríguez Maradiaga

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A casi todos nos toca a diario el fenómeno de la globalización, a excepción de algunos ermitaños o poblaciones indígenas con culturas muy cerradas a su exterior. Mediante las comunicaciones de la radio, la televisión el teléfono móvil, el fax o la Internet, vivimos inmersos en la globalización. Pero realmente pocos están verdaderamente interconectados aprovechando las ventajas que implica la globalización, frente a la gran mayoría que padece sus efectos o desventajas. Esto constituye una nueva forma de exclusión, como la han sido secularmente la pobreza y la miseria, que representan grados de exclusión de los progresos alcanzados en la calidad de vida.


El crecimiento y el desarrollo vistos integralmente, no sólo desde la perspectiva económica, no deberían ser procesos excluyentes, sino favorecedores de todas las personas, sin discriminación, consultando la justicia social y la igualdad de oportunidades, y en particular la equidad o justicia en los casos concretos. Sin embargo, globalización, disminución de la o eliminación de la pobreza, desarrollo y equidad, no son conceptos armónicos dentro de las políticas públicas y dentro de la agenda socioeconómica y política mundial.


Para los ciudadanos en general, para la gente de Iglesia en particular y en ella especialmente para los laicos, el Evangelio y la Doctrina Social de la Iglesia son iluminadores de primer orden a la hora del compromiso y de aportar en las dinámicas caóticas suscitadas en la construcción de lo público en la democracia, así sea desde orillas políticas distintas.



6.2 La globalización no sólo es económica

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Según Joseph E. Stiglitz, Premio Nóbel de Economía del año 2001, “El fenómeno de la globalización es “la integración más estrecha de los países y los pueblos del mundo, producida por la enorme reducción de los costos de transporte y comunicación, y el desmantelamiento de las barreras artificiales a los flujos de bienes, servicios, capitales, conocimientos y (en menor grado) personas a través de las fronteras.”23 Notamos, entonces, en el fenómeno de la globalización varios aspectos que se entrelazan, entre otros: el cultural (integración de países y pueblos del mundo), el económico y el político (reducción de costos y desmantelamiento de barreras fomentando el comercio y –en menor grado– el tránsito de personas).


Por ello, en un mundo complejo en el que cambian velozmente las circunstancias es importante integrar diversas disciplinas en el análisis de las situaciones, no sólo en la interdisciplinariedad sino en la transdisciplinariedad. Los detractores del libre mercado hallan falacias en la globalización,24 precisamente argumentando que la misma es un fenómeno muy complejo como para dejarlo exclusivamente a los economistas, y que por lo mismo requiere un análisis permanente desde distintas perspectivas, como la ciencia y la cultura.



6.3 Características de la Sociedad Global actual

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En nuestros días la globalización está representanta en varios factores objetivos:


  1. Los problemas -o la contaminación del medio ambiente- se han vuelto globales: recalentamiento del planeta, el agujero de ozono cada vez más grande, el agotamiento de las reservas energéticas, incluyendo dentro de poco las de agua potable... No son problemas globales porque todos aportemos al problema sino porque todos lo padecemos, y hay una asimetría o desproporción entre el Norte y Sur, pues el Norte es el mayor contaminador, siendo el Sur el que conserva las reservas que mantienen con vida al planeta.


  1. Aparición de organizaciones globales, como Amnistía Internacional, Transparencia Internacional; Médicos y periodistas “sin Fronteras”, etc. Aparición y desarrollo de grandes transnacionales y el uso de medios digitales en la economía “cero papel” (e-business - e-commerce); dice la ONU que hay unas 37 mil transnacionales de alto rango en el mundo.


  1. El vertiginoso desarrollo del conocimiento (Autopista de conocimiento); la revolución tecnológica en los últimos 40 años sobre la base de la explosión de la información, los sistemas expertos (la tecnología Jini) y la nanotecnología; la convergencia digital de los medios (e-mail en los celulares); el avance en los transportes, en las comunicaciones: aunque en realidad no todos estamos comunicados: falta mucho para que todas las personas puedan participar realmente, en equipo y en redes, aunque se ven ciertos avances como la actividad de la sociedad civil en torno al Foro Social iniciado en Porto Alegre.



¿Qué es lo nuevo en esto de la globalización? Los flujos financieros se han incrementado a un ritmo agigantado en comparación con el producto mundial, lo que ha propiciado un capitalismo especulativo. Cada día circulan por el sistema financiero 1.500 millones de millones de dólares, lo que ha hecho decir a Peter Drucker, uno de los gurús de la administración contemporánea, que el sistema financiero internacional no sirve para financiar nada, no tiene una función económica, es volátil y causa pánico. El empresario que normalmente planeaba sus inversiones entre el mediano y largo plazo no lo puede hacer ahora porque la realidad económica de hoy no es previsible que se mantenga hasta mañana, y porque tiene que competir con otros empresarios que están en mejor posición en el mercado.


Padecemos, como se ha llamado, un “capitalismo de casino”: especulativo y parasitario, que no genera riquezas, pues sólo se aplica a la economía real apenas el 3% de ese caudal diario del sistema financiero, que, en su mayoría, está representando en inversiones a siete días, con todo el efecto recesivo que esto significa, pues el empresario que tiene que endeudarse en el corto y el mediano plazo nunca podrá competir efectivamente y lograr mayores tasas de crecimiento y desarrollo.


George Soros en “La crisis del capitalismo global” así lo ha reconocido también; siendo uno de los más avezados y exitosos financistas reconoce que el sistema es una amenaza más grave que la que en su momento representó la revolución rusa.


América Latina es región de los extremos: con un espectro entre neoliberales acérrimos o partidarios del libre mercado, por una parte, y populistas sin control, por la otra. En esa barahúnda, la mitad de los capitales se escurren subrepticiamente hacia los paraísos fiscales. Uno de ellos, las Islas Caimán, tiene 30 mil bancos para el uso de sus 37 mil habitantes; lo que sucede en realidad es que sus otros clientes satisfacen allí sus necesidades de esconder ganancias ilícitas en todo caso contra el bien común, e ilícitas estrictamente como fruto de la evasión fiscal o del narcotráfico o del tráfico de armas.



Diversos efectos de la globalización


Juan Pablo II, alude expresamente a la “globalización” y a los injustos términos de intercambio que de hecho se verifican: “En el marco de la ‘globalización’, todavía llamada ‘mundialización’, de la economía (cf. CA 58), la transferencia fácil de recursos y sistemas de producción, realizada únicamente en virtud del criterio de provecho máximo y en razón de una competencia sin frenos, es capaz, sí, de elevar las posibilidades de trabajo y el bienestar en algunas regiones, pero deja al mismo tempo a otras regiones menos favorecidas al lado, y puede aumentar la desocupación en países de antigua tradición industrial. La organización ‘globalizada’ del trabajo, aprovechando la pobreza extrema de las poblaciones en vía de desarrollo, trae muchas veces consigo graves situaciones de explotación ignorando las exigencias elementales de la dignidad humana.


En efecto, explica el Papa a este propósito, uno se aprovecha hoy del hecho que las nuevas tecnologías permiten producir y intercambiar casi sin limitación en todas partes del mundo, para reducir la mano de obra calificada e imponerle numerosas constricciones apoyándose, después del fin de los ‘bloques’ y cuando progresivamente desaparecen las fronteras, en una nueva disponibilidad de trabajadores mal remunerados”. Termina el Papa con este juicio todavía mas general: “En sí, un mercado mundial, organizado en forma equilibrada con buena regulación, puede llevar, con el bienestar, también el desarrollo de la cultura, de la democracia, de la solidaridad y de la paz. Pero se pueden esperar bien diversos efectos de un mercado salvaje que, bajo pretexto de competitividad, no prospera sino explotando al máximo al hombre y al medio ambiente. Este tipo de mercado, éticamente inaceptable, no puede sino tener consecuencias desastrosas, por lo menos a largo plazo. Tiende a uniformizar, generalmente en sentido materialista, las culturas y las tradiciones vivas de los pueblos; erradica los valores éticos y culturales fundamentales y comunes; comporta el riesgo de crear un inmenso vacío de valores humanos, ‘vacío antropológico’, sin hablar de grandes peligros para el equilibrio ecológico. Entonces, cómo no temer una explosión de comportamientos desviados y violentos, engendrando fuertes tensiones en el cuerpo social? La libertad misma sería amenazada, y hasta el mercado que se había aprovechado de la ausencia de trabas. En total, la realidad de la ‘globalización’, considerada en modo equilibrado en sus potencialidades positivas como en lo que hace temer, llama a no diferir una armonización entre las ‘exigencias de la economía’ y las exigencias de la ética”. “Es urgente, prosigue, que, sobre el terreno de la libertad, se confirme una cultura de ‘reglas’ no limitada a la promoción de un funcionamiento comercial sino abarcando, con instrumentos jurídicos seguros, la protección de los derechos humanos en todas partes del mundo”.


Previamente Pablo VI, empezó a interesarse directamente del intercambio internacional, y de las condiciones para que sea justo, no un factor de injusticia, y dijo: “Es evidente que la regla del libre cambio no puede seguir rigiendo ella sola las relaciones internacionales. Sus ventajas son sin duda evidentes cuando las partes no se encuentran en condiciones demasiado desiguales de potencia económica: es un estimulo del progreso y recompensa el esfuerzo. Por eso los países industrialmente desarrollados ven en ella una ley de justicia. Pero ya no es lo mismo cuando las condiciones son demasiado desiguales de país a país: los precios que se forman ‘libremente’ en el mercado pueden llevar consigo resultados no equitativos” (Populorum Progressio, n. 58).


Otro elemento fundamental: “Da la impresión, escribe Juan Pablo II, de que, tanto a nivel de naciones como de relaciones internacionales, el libre mercado sea el instrumento más eficaz para colocar los recursos y responder eficazmente a las necesidades” (CA 34). No es una toma de posición absoluta a favor del mercado como único cuadro de organización económica, sin embargo es un juicio bastante favorable. Y hablaba el Papa, en modo igualmente nuevo, en la Centesimus Annus (CA), también de los beneficios, reconociendo que son “un índice de la buena marcha de la empresa “ (CA 35). El empresario es fundamental en la marcha de las sociedades, por su espíritu emprendedor, por su creatividad e innovación, porque en ello se juega el empleo de otras personas.


Sobre los beneficios, después del juicio positivo ya citado sigue también esto: “Sin embargo no son el único índice de las condiciones de la empresa. Es posible que los balances económicos sean correctos y que al mismo tiempo los hombres, que constituyen el patrimonio mas valioso de la empresa, sean humillados y ofendidos en su dignidad. Los beneficios son un elemento regulador de la vida de la empresa, pero no el único, junto con ellos hay que considerar otros factores humanos y morales que, a largo plazo, son por lo menos igualmente esenciales para la vida de la empresa” (CA 35). La empresa como comunidad, es también del resorte de los “constructores de sociedad”, son a su vez artesanos de la paz y de la convivencia.



7 Ahorro e inversión

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Para salir del atolladero en una economía, sigue siendo válida la frase de Adam Smith y puede ser un buen criterio para todos: “Lo que es sensato en el manejo del hogar, no puede ser locura en el manejo del reino.” Así que una política económica que promueva efectivamente el ahorro y la inversión es sana, y es más sana si se disminuyen o suprimen los gastos suntuarios en general, y los no relacionados con la inversión social, como equipos militares, por ejemplo.


Sin embargo, los países de América Latina, de acuerdo con el último informativo de la CEPAL, no ahorran lo necesario y esto se ve reflejado en una pobre inversión que no favorece el crecimiento y, menos, el desarrollo. La formación bruta de capital está estancada y su nivel actual es de 12,5% (más bajo que hace cinco años) aunque parece que la salida de flujos financieros se ha detenido. Sin embargo, en el último quinquenio, se transfirió 4,6% del PIB regional al exterior.


Un rubro importante para el desarrollo de los países es la inversión extranjera directa se redujo nuevamente en el 2003 y quedó en 29.000 millones de dólares, cifra muy por debajo del promedio de los años 1990-2002, equivalente a 38.000 millones de dólares.



Desarrollo y “empresa moderna”


El desarrollo más que el progreso o simple crecimiento, está para la Iglesia sobre la base de la paz, y ésta es un producto de la justicia. A su vez, “... el deber más importante de la justicia es el de permitir a cada país promover su propio desarrollo, dentro del marco de una cooperación exenta de todo espíritu de dominio económico y político.”25


Sobre el “desarrollo” se deben mencionar muchos documentos mayores: Mater et Magistra de Juan XXIII,1961; Gaudium et Spes del Concilio Vaticano II, 1965; Populorum Progressio de Pablo VI, 1967; y Sollicitudo rei socialis de Juan Pablo II, 1988. Se trataba, en todo esto, de hacer entrar a todos los pueblos en el proceso de crecimiento, que conocían ya otros, para que se pueda responder a los requisitos del crecimiento demográfico y a las “nuevas aspiraciones del género humano”, como dice la Gaudium et Spes, n. 65.


En la “empresa moderna” ve el Papa Juan Pablo II el puesto del trabajo humano “moderno”, creativo, un trabajo que implica mucho saber, uso de la inteligencia, y del conocimiento; que, además, se realiza en colaboración (CA 31). Daba así Juan Pablo II una importancia nueva a conceptos de economía digamos “moderna”, en la que, con todo, se guardan algunas reservas cuando no atiende su responsabilidad social.



El desarrollo, en fin, tiene mucho que ver con la investigación e innovación en ciencia y tecnología, que es muy pobre en América Latina, aunque paradójicamente nuestros científicos ocupen destacadas posiciones en los institutos de investigación y Universidades en países desarrollados. La lucha contra las transnacionales farmacéuticas por el mantenimiento de precios asequibles para toda la población en medicamentos es una lucha justa, a favor de los pobres.



7.1 Contratendencias a la globalización

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Más del 80% del producto mundial es derivado de los mercados internos de los propios países, los mercados locales. La vida cotidiana, en lo político, económico, cultural y social, se da en lo local, aunque se esté pensando globalmente: glocalización.


Erróneamente, y ésta es otra falacia, se ha difundido que incrementando las exportaciones se está en la vía del crecimiento y del desarrollo. Antes del TLC -Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá- México exportaba 30 mil millones de dólares y crecía al 5,6%, y ahora exporta 150 mil millones, pero crece al 1% con tendencias recesivas. Francia tuvo exportaciones en 1983 que le representaron el 35% del producto, en 1993 disminuyó al 32%. Alemania entre estos mismo años pasó del 35.1 al 38%, y Japón del 31 disminuyó al 14%, lo que nos hace repensar el aserto keynesiano de que hay que fortalecer los mercados internos, los mercados locales26.


Quienes proclaman el libre mercado a su vez son proteccionistas, pero nosotros hacemos lo que nos dicen que hagamos, no lo que los países que se han desarrollado efectivamente han hecho.


La teoría neoclásica en economía aconsejó a los países el buscar sus propias ventajas comparativas y potenciarlas, como es el ejemplo del cultivo del café en Colombia, e intercambiar estos productos por otros más elaborados de los otros países o por tecnología para hacer estos últimos. Lo que no dijo la teoría era que los precios se derivan de la asimetría de la economía internacional; de ahí el desplome de los precios del café, del azúcar, etc., que determinó el deterioro de los términos de intercambio.


Es interesante analizar también el rubro sobre el gasto de los gobiernos, que el neoliberalismo ha promovido para el adelgazamiento del Estado, cuando en países como Austria, Francia, Japón, estados Unidos, en los últimos 30 años ha tenido un franco incremento. Por el contrario, en América Latina, hemos sufrido por cuenta de la cruenta situación económica, una generalizada desciudadanización, un descreimiento o una desconfianza de los ciudadanos en la construcción de lo público. La privatización en general ha fracasado, y a unos costos monstruosos.


Otras alternativas son posibles: En Singapur el 80% de las viviendas son del Estado, como eran también del Estado –del municipio- las casas en Inglaterra antes del terremoto thatcheriano.


El único país del mundo que ha transitado del subdesarrollo al desarrollo es Corea del Sur, porque reforzó su Estado, e hizo una fuerte inversión pública en educación que hoy se traduce en todas sus patentes de productos de tecnología avanzada. Su inversión en infraestructura en sus ciudades es comparativamente casi igual a la de las grandes capitales del mundo.


En nuestro medio, Chile se logró salvar del efecto tequila porque el capitalismo financiero tenía en su momento cortapisas para su ingreso al país; hoy día, con su ingreso al TLC fue obligado a abandonar esta cláusula de protección.


Con todo, las ventajas de la globalización hasta ahora las han aprovechado más las transnacionales dueñas del mayor poder económico y financiero en el mundo, la mayoría de las cuales no producen empleo sino lo reducen, no invierten en el sector real sino que ponen su dinero en préstamos a la mejor tasa de interés posible, ahogando los esfuerzos productivos. Una nefasta consecuencia de la globalización económica es la globalización de la miseria laboral o del desempleo, pues los grandes capitales se invierten por lo regular donde producen más, casi siempre en función de menores costos laborales. O puestos al mejor postor dentro de las corrientes del capitalismo especulativo internacional, sin consideración humana sino del máximo interés que puedan devengar.



7.2 Origen de la deuda externa

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La deuda externa es una carga muy pesada que en décadas pasadas asumieron los países no tanto para promover su desarrollo como para mantener su defensa frente a la alternativa comunista. Hoy, caído el Muro de Berlín, también cayó la justificación de armarse frente al adversario exterior. Pero la deuda persiste y crece con unos intereses que al momento de adquirirse significaban una carga mucho menor, con el agravante de que los ajustes estructurales que se acuerdan con las entidades multilaterales de crédito han generado mayores desajustes sociales, más pobreza y miseria que desarrollo con justicia social.


Desde principios de los 70s comienza la crisis del keynesianismo, escuela económica que propugna la intervención del Estado en la economía; la crisis culmina en el 94 con un alza inusitada del petróleo denominada en dólares, o mejor petrodólares, que alimentó una satrapía de gobernantes no democráticos (Arabia Saudita: país de la familia Saud, ) y un círculo virtuoso para ellas y los bancos norteamericanos y europeos, con la contrapartida de un círculo vicioso traducido en endeudamiento que disparó la deuda externa y la correspondiente dependencia a niveles sin precedentes. Con la abundancia de los petrodólares los banqueros facilitaron las condiciones de prestarlos, y nuestras élites latinoamericanas accedieron a él con poca prudencia.


Así fue como América Latina se comprometió a pagar intereses insostenibles, y según la CEPAL, -la Comisión Económica de las Naciones Unidas para América Latina-, tuvo el subcontinente en los 80s una década pérdida, y casi media década de los 90s también lo fue e iniciamos un nuevo siglo en las mismas, es decir, con pocas expectativas de verdadero desarrollo.


Hay que advertir que con tales tasas de interés tan altas es imposible el desarrollo interno de nuestros países. Brasil, p.e. está pagando mil millones de dólares semanales, y el industrial brasilero puede conseguir préstamos a tasas superiores al 50% anual, lo que es un gran peso que no le permite competir con empresarios de países desarrollados que a la vez que subsidian a sus productores, como en el sector agrícola, mantienen una tasa de inflación mínima o hasta negativa, como es el caso del Japón.


Desde hace años esta lucha por superar los males de la deuda externa ha sido una constante preocupación del CELAM, y ha desarrollado encuentros con Obispos y dirigentes norteamericanos con el objeto de buscar caminos para lo que Juan Pablo II en la encíclica Centesimus Annus recuerda: “Es necesario encontrar modalidades de reducción, dilación o extinción de la deuda, compatibles con el derecho fundamental de los pueblos a la subsistencia y el progreso.” Más delante el Papa insistiría en la condonación total de la deuda, con ocasión del Jubileo.



8 Pobreza y “Objetivos del Milenio”

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Otro de nuestros desafíos claves es “la pobreza”, esa explosión de carencias en medio de tantos recursos naturales, sociales y culturales como los que tenemos y de un capital humano tan extraordinario y tan dispuesto a trabajar para sacar adelante nuestras sociedades. Nos aquejan un alto grado de desigualdad o concentración de la riqueza y del ingreso y la falta de infraestructura, de investigación, de ciencia, de tecnología y de innovación en los niveles que necesitamos para impulsar el crecimiento y el desarrollo.


En el año 2002 el número de latinoamericanos que vivía en la pobreza llegó a la escandalosa cifra de 220 millones de personas, de los cuales 95 millones son indigentes, lo que representa el 43,4% y 18,8% de la población respectivamente.


En estos nuevos tiempos, “La pobreza, dice el CELAM 27, emerge con nuevas características, incluyendo su feminización. Es más pobre quien no está capacitado para manejar las nuevas tecnologías y no puede competir dentro del proceso de globalización; es pobre, también, no sólo quien no dispone de bienes económicos, sino quien se ve privado de la posibilidad de ejercer sus capacidades, sus funciones y sus libertades...”


Las alternativas ni siquiera deben ser un modelo específico como el que tanto se ha buscado en América Latina, quizás abstracto y quimérico, sino que deben intentarse soluciones propias y novedosas, como por ejemplo a partir del cooperativismo, de empresas mixtas, de modelos verdaderamente inclusivos, con amplia participación de la ciudadanía.



9 Crecimiento en el 2003 e índices de pobreza

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La economía en América Latina, de acuerdo con datos de la CEPAL28, creció en el año de 2003 en 1,5%, y para el 2004 se prevé que pueda crecer en su conjunto en 3,5%. Citemos, por ejemplo, que Chile, Costa Rica, Colombia y Perú crecieron por encima del 3%, pero Brasil apenas lo hizo en 0,1% y México en 1,2% . Con todo, la recuperación no es suficiente para compensar el estancamiento sufrido en la región desde 1997. El 44% de la población, es decir, 227 millones de personas, vive por debajo de la línea de pobreza y el desempleo regional está por el orden del 10,7%. Es cierto que esto de los promedios hay que mirarlo con cuidado porque tenemos focos de miseria y de exclusión en sociedades plenas de confort, así como tenemos focos de confort en sociedades plenas de miseria, como Haití. Para mencionar un caso extraordinario de esto hago referencia a una localidad en el sur de la ciudad de Bogotá, con una población equivalente a Honduras, llamada Ciudad Bolívar, que presenta niveles de pobreza del 82%. Así como sociedades en las que, haciendo el cálculo de la propiedad territorial, el 5% de la población posee en propiedad privada el 70% de las mejores tierras.


9.1 Solidaridad y gratuidad

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La solidaridad, en los términos de Ecclesia in America, es fruto de la comunión, del sentido comunitario implícito en el cristianismo, y “se expresa en el amor cristiano que busca el bien de los otros, especialmente de los más necesitados.”29


La lógica implacable del mercado no puede servir a los cristianos en un proyecto de vida inspirado apenas en la razón del éxito, por encima o a costa de los demás. Expresa el CELAM, en su “Respuesta desde la fe: Anunciar a Jesucristo-Abrirnos con confianza al futuro”, una propuesta singular y radical: “En un contexto de globalización, marcado por una cultura que busca a todo precio la eficiencia y el éxito económico, los cristianos tenemos el desafío de recordar la dimensión de gratuidad, ya que lo más humano no se compra ni se vende, tiene valor pero no tiene precio. En su esencia, el cristianismo es la religión de la gratuidad, por eso cristianismo es Evangelio; ahí todos los excluidos oyen de Jesucristo que Dios los ama de verdad y sin condiciones; ellos no tienen que demostrarle que son buenos, Él los ama primero con un amor que se recibe como regalo.”30


Tan loable objetivo no es posible conseguirlo sin tener en cuenta la dignidad del ser humano, que por lo mismo no puede ser objeto simplemente de la caridad sino que ésta siempre debe culminar en la promoción integral de la persona.


Hacia una Iglesia Casa y Escuela de Comunión y de Solidaridad en un mundo globalizado” reza el título que inspira el actual Plan Global del CELAM, que es un eco de las palabras -que resuena ad intra de la Iglesia- de Juan Pablo II en su exhortación apostólica Novo Millennio Ineunte: “Tenemos que actuar de tal manera que los pobres, en cada comunidad cristiana, se sientan como en su casa. ¿No sería este estilo la más grande y eficaz presentación de la buena nueva del Reino?”31, y se plantea un desafío como subtítulo del mismo Plan: “Humanizar la globalización y globalizar la solidaridad.” A la Iglesia le corresponde, entonces, tomar partido por la evangelización de todos/as desde la opción preferencial por los pobres.


La Iglesia no puede entrar en el debate de la arena política partidista, porque el evangelio es la buena nueva para todos. En materia económica hay posiciones librecambistas en un extremo y en el otro el intervencionismo de Estado; parece por lo expuesto que ambos extremos, como lo enseñaba Aristóteles, son viciosos.


Con todo, tratándose de negociaciones asimétricas, la opción preferencial por lo pobres marca un énfasis fundamental para estar con y para los más débiles y oprimidos. Si el criterio que prevalece en las negociaciones es el del bien común, marcado por la solidaridad y la subsidiariedad, ese es el camino que apoya la Iglesia; por el contrario, cualquier acción que promueva o decida exclusiones injustas de los bienes de la civilización, faltas de equidad para con los pobres, debe ser denunciada con vigor por nuestros expertos, laicos, sacerdotes y religiosos. Desarrollo con equidad, sin perder las ventajas de la globalización, especialmente la expectativa de poder practicar y convenir una solidaridad global, para humanizar la globalización. Una cooperación internacional para el desarrollo fundamentada en un acervo común de cultura, de principios y valores que proclama el cristianismo.



9.1.1 Oscar Andrés Cardenal Rodríguez Maradiaga

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Sevilla, España, 1 de Marzo 2005.

PRIMERA PARÁBOLA

Luis Lozano



LA QUE EXPUSIERON SUS AMIGOS SABIOS



El Padre Dios concedió la palabra a su amigo Sócrates, que empezó enseguida a hacer preguntas. ¿Quién es Dios hoy? ¿Qué es la verdad en este siglo? ¿Qué es el hombre, por qué le diste tanto poder, dónde está el saber humano, por qué presume de saber tanto sabiendo que nada sabe?



INTERVIENE JUAN EL DISCÍPULO


Juan era un enamorado de Platón; así que intervino para pedir que Sócrates y su discípulo explicaran lo que él había aprendido en la Diáspora. El cosmos, el conocimiento, la episteme y la paideia:; que explicaran cómo concebían al dios desconocido al que daban culto en el Areópago.


Juan pensaba que en el mundo pagano de entonces, como en el mundo sin Dios de ahora, había atisbos de la verdad; y que, si hubieran conocido al Ungido, habrían adoptado sus enseñanzas.


Recordó, con permiso del filósofo, que su Maestro dejaba que los niños se acercaran a El; entonces en que los niños eran poco considerados; y se había sabido que Sócrates, el educador de la juventud de Atenas, había sido acusado de pervertirla.



PABLO INTERVIENE


Sin pedir la palabra, se levantó impetuoso Pablo de Tarso. Quería pedir disculpas por lo que había escrito en una Carta a los Romanos en que describía el mundo pagano como una perdición. Pidió perdón por la generalización, y por la afirmación que hizo de que los paganos entontecieron sus razonamientos, y algunos, creyéndose sabios, resultaron ser necios.



INTERVIENEN LOS SABIOS, AMIGOS DEL PADRE DIOS


Agradeció Sócrates a Pablo su excusación. Para no ser muy prolijo indicó que en la biblioteca nueva, que guardaba toda la palabra del hombre en los libros de Dios, encontrarían todos los Santos sus Diálogos. Recordó que en Fedro les podría decir su encendida defensa de la inmortalidad del alma humana. El pensó siempre que la idea era el arquetipo inmutable, la Sabiduría de Dios.


Añadió el filósofo que , ahora que conocía la acción creadora del Padre, siempre sostuvieron los sabios que los elementos que fueron separados en el primer día de la creación – aire, fuego, agua, tierra, luz..- eran el fundamento del cosmos y de la vida.


Recordó que sus demiurgos creadores eran parábolas del Dios Creador y benéfico.


Sócrates adoraba también al dios desconocido, presintiendo un futuro inabarcable entonces. Con cierto rubor dijo también que, en su muerte inocente, tuvo una sensación de ser paradigma de alguien que sería la inocencia misma...



INTERVIENE PLATÓN


El sabio maestro de Aristóteles dijo que él había previsto la idea arquetipo como imagen invisible del Dios único. Explicó que en la caverna había querido presentar la soledad del hombre después de que Prometeo – el hombre – hubiera querido desafiar a Dios;. que el alma permanecía en la caverna hasta que pudiera contemplar las ideas, lo espiritual.


El pensaba que algo no definido todavía, pero ya en el fondo de las almas, proclamaba la existencia de lo desconocido que colmaría el deseo inacabado de conocer del hombre.


Era el amor lo que resumía todas las aspiraciones del hombre; que el cuerpo, era destinado a la muerte; y que , si alguien no lo redimía de la carne, sería una rémora para el espíritu.


Mucho le agradó escuchar esto a Juan el discípulo y a multitud de espiritualistas que poblaban los cielos empíreos.



ARISTÓTELES PUNTUALIZA


Discípulo aventajado de los anteriores, Aristóteles, que paseaba por los corredores de los cielos, y solo se paraba de vez en cuando para contemplar con admiración la imagen de Homero, intervino con gran contento de Tomás de Aquino.


El sabio ateniense hizo un canto de la sabiduría según él la había imaginado. Era para él un espíritu ágil, inteligente, penetrante, libre y bienhechor. Sabiduría que asistió al Ser Creador y que inspiró al mismo Dios Unico.


Tomás explicaba a los de su entorno la idea de Dios del sabio; y que si hubiera conocido a Cristo, hubiera sido mayor que Agustín de Hipona.


Dios Padre se sonrió porque notó que muchos Santos estaban cambiando las ideas retrógradas y se alegraban de que en aquel mundo sin Cristo hubiera ya tanta semilla de bien y de verdad. Esperaba que la intercesión de estos neoconversos en la tierra fuera cambiando también las mentes de los que se resistían a aceptar la idea del Dios globalmente bueno y misericordioso.



MOISÉS PIDE LA PALABRA


No estaba en el orden de la velada celestial, pero, por ser quien la pedía, le dieron la palabra a Moisés, que deseaba puntualizar algunas cosas.


Se la dio presto Dios Padre porque el Legislador de luenga barba, airado muchas veces con su pueblo a pesar de ser el hombre más manso de la tierra, había contribuido a sentar ciertas teorías sobre Dios que escandalizaban a los hombres modernos. Sobre todo, Dios Padre estaba disconforme con el absolutismo de la Ley: la Ley o la muerte; u obedecen mis hijos o serán eliminados.. Es verdad, comentó, que mi pueblo era un pueblo de dura cerviz; pero yo nunca dejé de ser misericordioso y lento a la ira y al castigo. Se lo había dicho muchas veces en persona porque hablaba a Moisés cara a cara todas las tardes. Pero el bueno de Moisés se topaba con la cerrazón de un pueblo balbuciente.


Esto comentaba Dios Padre con su Ungido, mientras ya Moisés empezaba a hablar a la Asamblea.



LAS PUNTUALIZACIONES DE MOISÉS


Yo, decía mientras se mesaba la barba con Miguel Ángel a su lado, llevé al pueblo de Israel desde el destierro a la tierra prometida; lo llevé sobre mis hombros como el padre lleva a sus criaturas.. Pero mis dictados que recogía mi hermano Arón, no fueron relatados con exactitud. Además, desde que, airado, rompí las tablas de la Ley porque había construido un becerro de oro al pueblo en mi ausencia, andaba un tanto desconcertado en su redacción de la palabra.


Yo era consciente del momento que me tocó vivir en la historia de la obra de Dios Padre: el éxodo. Después de la Creación recogida en mi primer Libro, la Pascua era la parábola del Ser Que Es. Era la profecía de tierras nuevas, de cielos nuevos. Era la historia del hombre con Dios Padre; sus amores, sus negaciones, sus dudas y sus adhesiones. Fue la Alianza sempiterna que nunca se rompió del hombre con el Creador. Era el definitivo pacto de Dios Padre: - tú serás mi pueblo – con el hombre : - tú serás mi Dios- .


Después de esto, ya conocéis lo que sucedió cuando hubo llegado el momento culminante. El Espíritu se cierne ahora sobre la tierra entera y con gran esfuerzo está haciendo la nueva creación del Hijo: todo se distingue, todo se hermosea con la luz del Espíritu de Dios Padre.


Y el Padre, que escuchaba con atención, vio que ahora todo era bueno; todo era mucho mejor.



LEE ARÓN


Moisés, que era de edad de ciento veinte años, tenía la voz cansada, y además tartamudeaba un tanto. Esa fue la razón por la que indicó a su hermano Arón que leyera sus aclaraciones.


Dios creó lo primero al hombre, leyó el Levita, mientras algunos entendidos se asombraban. El Ungido le dijo a su Padre Creador: Dame almas, dame vidas, lo demás vendrá después..


Luego creó Dios los cielos y la tierra, separó las aguas, distinguió los luceros, astros y estrellas..; pero primero creó al hombre.. Era lo más lógico porque, siendo su imagen y semejanza, el Ungido, primogénito de toda criatura, quiso recrearse ya con lo que sabía le vendría en el futuro.


Y además, ¿ para qué la ballena si no había hombre, para qué el dinosaurio, el camello .. si no había parques jurásicos? ¿Qué sentido tenía el grillo si no había niños que jugaran con ellos; para qué el jilguero sin ventana; de qué serviría el azor sin el hombre cazador?



COMPAÑERA OS DOY


Ya se vio enseguida que al hombre le faltaba algo imprescindible: alguien a quien amar. Los cielos le asustaban con sus nubes y truenos; las tierras con sus deshielos cuaternarios; eran además habitadas por seres energúmenos , que le hacían pequeño e indefenso.


El Creador, asistido por la Sabiduría eterna, tuvo que preparar el futuro; pensaba ya en tierras nuevas y cielos nuevos. ¿Dónde iba a ayunar su Unigénito, dónde morarían sus escogidos eremitas? Tuvo que inventar el desierto. Adecentó el Genesaret, preparó Jericó...,situó el lugar de Nazaret, modeló el monte Sión, que sería el lugar del Dios Único.


Primero el hombre sin amor; después el amor de la mujer. El desierto fue un capricho del Hijo porque pensaba en el éxodo, la Pascua, sus retiros, sus tentaciones.


Y en su primo Juan, la voz, profeta sin vestidos.., gustador de miel silvestre, amigo de las langostas...



ESTO ES MI CUERPO


También intervino el Hijo en la creación del olivo y de la vid; sorprendido quedó el Padre cuando el Ungido puso el primer grano de trigo en un barbecho.. El pan y el vino, el aceite fueron el mejor regalo que le hizo el Padre a su Hijo Unigénito el día que creo los cielos. Pero fue la tierra su delicia, y en la tierra puso la vid llena de zarcillos, y el olivo cuyas hojas son como besos de ángeles; pero sobre todo inventó el grano de trigo..


Porque Dios , el que siembra, salió un día a sembrar ; y sembraba mijo, y sembraba avena, centeno, algarrobas y yeros; pero no le complacía tal simiente porque eran semillas para animales; y siguió siembra que te siembra : y sembró maíz, girasoles y miles de semillas; pero no encontraba la simiente para el hombre. Y tuvo que llamar a la Sabiduría que había puesto mesa para saciar a los que no saben – los hombres- para saciar a los que buscan – los creyentes-


Y la Sabiduría construyó una casa con siete columnas; y mezcló el vino - (ya la Sabiduría aderezaba el vino, cambiaba el agua en el mejor mosto) – y amasó la hogaza de pan.Y la Sabiduría, arquitecto eterno de Dios, modeló un grano de trigo.


Y vio Dios que esta sí que era semilla para el hombre porque, molida, se hacía pan de ángeles. Y vio cómo el espíritu del viento celeste se cernía sobre las mieses ondulantes de trigo; y a Dios Yavé le subió el olor de su Hijo como el de un campo con buena cosecha. El olor de lagares y eras bendecidas.


Y el Nombre Sobre Todo Nombre la escogió para quedarse entre los hombres...



EL PADRE ES ASISTIDO POR LA SABIDURÍA


El relator siguiente fue Isaías, el hijo de Amós. Empezó con esta introducción:


No era muy distraída la vida en el Empíreo; así que con frecuencia los tres – Padre , Hijo y Espíritu – se reunían en el taller de la creación . Era el entretenimiento que tenían por las tardes eternas. Como los espíritus celestes estaban aquietados y sus mensajeros no tenían mensajes que llevar a la tierra, entretenían muchos ratos con hermosos experimentos.


Entonces fue cuando, jugando el Espíritu con la luz, le salió una aurora boreal. Déjala, dijo el Padre, les encantará a mis amigos. El Ungido también hizo ensayos con la luz; reunió todos los colores y nació el arco iris. Esta, dijo el Padre, será tu señal; el nuncamás de diluvios, condenaciones...Todos los que miren ese signo, serán liberados de la perdición.


Siguió el Espíritu jugando con el viento. De sus manos fueron saliendo la brisa, el solano, el ábrego, el regañón… todos los vientos salieron de sus manos. Le salieron a Dios los vientos como una rosa inabarcable.



SIEMPRE MÁS


Y el hombre, ya situado en el Edén, recibía los susurros, el hálito, el soplo de los cielos y se enorgullecía de su similitud con Dios. Entonces fue cuando, en conversación con su mujer Eva, sintió la curiosidad divina de competir, desafiar, superarse a si mismo. Empezó a mirar a un árbol distinguido y secreto; entonces inventó el hombre el pecado.


Y Dios Padre comentó con el Espíritu que tal vez se habían excedido en la ración de semejanza divina; pero el Hijo disintió de su Padre porque El sería el hombre perfecto. Y no quería diferenciarse de sus hermanos en la carne.


Fue entonces cuando la Sabiduría, que asistía al Creador, el Espíritu empezó a buscar un vientre de mujer para el Unigénito de Dios.



SIEMPRE EL AMOR


La comunicación de los Tres era tan perfecta que nació el Amor. Este es nuestro mejor invento, señaló el Espíritu. Haremos que nuestro Ser Amor se multiplique en el hombre. Haremos que se amen, les ataremos con lazos de amor a unos con otros,. No podrán negarse al amor. Una vez que se encarne el mismo Amor, la cabeza, todos los miembros participarán del amor: les amaremos aunque no quieran ser amados: haremos que se amen aunque no quieran amarse.


Todos los seres sentirán la atracción del amor. Sentirán una atracción mutua que les hará amarse. Las flores atraerán a las abejas, mariposas y al hombre. Fue entonces cuando creó el imán, la ley de la gravedad, la atracción de los opuestos..; fue entonces cuando vio Dios Padre la atracción que ejercía la mujer sobre el hombre. Era la atracción del amor. Esa atracción multiplicaría los vivientes....


Dios mismo atraería a todos los vivientes. Sería como un océano inmenso y benéfico donde vivirán barcos y hombres, arenas y algas, corales y ballenas, pececillos y tiburones...Todo volvería a Dios como todas las aguas vuelven presurosas al océano y nunca se llena.


El océano no tiene Leviatanes, solo tiene inmensidad. Es la globalización de todas las aguas: fuentes y arroyos, manantiales y hontanares, aguaces y surtidores.. Todas las aguas mueren de ansias de mar. Así, pensó Dios Padre, serán todos los seres vivientes: buscarán descansar en los brazos de Dios. Porque verán en Dios un todo envolvente, el total inefable en su cobijo general, donde todo lo individual se perderá en una realidad Superior y Única.


Todos los sabios, Sócrates, Agustín, Platón y Aristóteles, Pitágoras, asintieron, mientras los Santos se unieron a los coros de ángeles que clamaban: Santo, Santo, Santo al Padre, al Hijo, al Espíritu.










J ulia Navarro

La Hermandad de la Sábana Santa

Editorial Plaza & Janés

Barcelona, 2004






Se trata de una novela perteneciente a la corriente actual de novela cuasi-histórica, donde el misterio y las investigaciones policíacas se entrelazan con reflexiones acerca de la fe y la Iglesia.


Un equipo del Departamento de Arte de la policía italiana investiga una serie de incendios y accidentes en la catedral de Turín, sospechosamente relacionados con un grupo de misteriosos personajes, que parece que pretende robar la Sábana Santa. Todos coinciden en tener la lengua cortada y las huellas digitales quemadas. Poco a poco, los carabinieri se irán introduciendo en la historia de la reliquia, que les lleva desde el remoto momento de la aparición del sudario de Cristo hasta misteriosas organizaciones internacionales, altamente poderosas e influyentes.


Esta novela adolece, como muchas otras de su estilo de un flagrante desconocimiento de la historia universal, de la historia de la Iglesia Católica, del corpus doctrinal de esta comunidad y de elementos básicos de teología fundamental. Estas carencias no serían tan importantes si la autora no fuera jalonando su obra de afirmaciones históricas y teóricas pretendidamente reales, pero funestamente confusas. Entre otros, un detalle que desmerece mucho la factura de la novela es la aparición de dos únicas notas a pie de página (¡en un relato de ficción!) que hacen mención, ingenua, a “los Evangelios Apócrifos”, sin más especificaciones.

Sin embargo, la novela puede leerse con gusto si se es consciente de estar leyendo un relato y nada más. El estilo es agradable, ágil, en ningún momento farragoso. La combinación de las diversas historias que se entrelazan (la investigación, el pasado de la Sindone y el grupo de misteriosos potentados) se lleva a cabo con soltura. Volvemos a recomendar desde aquí una novela actual, leída por los hermanos a los que acompañamos en este mundo que el Señor nos ha regalado. Y a caballo regalado, no le mires el diente. Vale.


Manuel Carrasco García-Moreno







A lessandro Baricco

Océano Mar

Editorial Anagrama

(= Compactos 318), 3ª. edición

Barcelona, febrero 2005





Tres “libros” que, enlazados, narran una única historia sucedida en diversos momentos. Un triste naufragio en medio de cualquier océano, donde ocurren las cosas más horribles y las más dulces… Una curiosa posada donde se van encontrando los más diversos y pintorescos personajes: extraños niños, una mujer bellísima, un pintor, una chica con deseos de sanar, un simpático cura, un profesor con un nombre raro y un hombre misterioso. Las historias de estos personajes se entrelazan y se separan de maneras inimaginables en una sinfonía siempre sorprendente. Se desvelará por fin el destino de cada personaje, trazando un paisaje de relaciones, encuentros y desencuentros tan bien urdido como lleno de sutilezas y encantos.

Se trata, según parece, de una de las obras cumbre de Alessandro Baricco. Nacido en Turín en 1958, Baricco es uno de los autores más conocidos y apreciados por los lectores de narrativa en Italia. Es licenciado en filosofía (habiendo realizado su tesis bajo las órdenes de Gianni Vattimo, el conocido pensador de la posmodernidad). Escritor prolífico y reconocido, ha fundado y dirige el taller de literatura Holden, para la literatura creativa e innovadora.


El estilo de Océano mar es similar a la composición de un cuadro: se van dando trazos, al principio aparentemente inconexos. Poco a poco, las figuras van apareciendo, los personajes perfilándose. El paisaje, los colores, la atmósfera va envolviendo al lector según se va introduciendo en el mundo fantástico creado por Baricco…Finalmente, uno puede tener una visión global del todo literario, construido poco a poco, casi artesanalmente por el hábil autor.


Se pueden observar, en la obra, reflejos de otros ejemplos de literatura fantástica, como las obras de García Márquez o la novela india El Dios de las pequeñas cosas de Arundhati Roy personajes descritos paulatinamente a lo largo de la obra; el lector puede comenzar las primeras páginas con la sensación de estar perdiéndose detalles, detalles que irán desvelándose según pasan las hojas; juegos visuales con la disposición de palabras y letras en distintas partes de la página y diversos párrafos…


Junto con estos aspectos, más literarios, cabe decir que Océano mar es un libro con diferentes lecturas: puede leerse como una novela de aventuras y amores, como un poema sinfónico que describe sentimientos y sensaciones, como un ensayo-novela filosófico sobre la levedad de la vida y la necesidad de un “pensamiento débil”… El autor ha logrado, creemos, su objetivo: dar al lector una obra de incalculable valor artístico, de una hermosa factura con la que pueda cada uno volar a donde desee… Este libro es un lienzo por pintar, un mar por descubrir.


Manuel Carrasco García-Moreno


1 JOSÉ SOLS LUCIA es responsable de la Cátedra de Ética y Pensamiento Cristiano del Institut Químic de Sarrià (IQS), Universitat Ramon Llull, Barcelona, y miembro del Centro de Estudios "Cristianisme i Justícia" de Barcelona. josesols@iqs.es

2 La diferenciación entre los tres primeros conceptos toma algunos elementos del artículo reciente de A. DOMINGO MORATALLA, "Del secularismo a la secularidad: tiempo de responsabilidad y astucia institucional", Sal Terrae 1.064 (Febrero 2003),.

3 Desarrollo con amplitud esta reflexión en mi obra reciente, Quan la fe interpreta i transforma, Claret, Barcelona, 2003.

4 Cfr. Domingo MORATALLA, A.: Op. cit., 97ss.

5 Expongo aquí algunas reflexiones que ya presenté en mi conferencia, "Vino a los suyos, y los suyos no le reconocieron". Teología de la kénosis y de la acogida, pronunciada en el Centro de Estudios Teológicos de Sevilla, el 11 de marzo de 2003, en la semana de reflexión sobre "Evangelizar la inmigración".

6 Eduardo T. GIL DE MURO, Cooperador Paulino Nº 124, mayo-agosto 2004. pp 6-11

7 N. 1.

8 Exhortación Apostólica Evangelii nuntiandi (8 de diciembre de 1975): AAS 68 (1976), 35.

9 Cf. Juan Pablo II, Exhortación apostólica post‑sinodal Christifideles laici (30 de diciembre de 1998), 18‑24: AAS (1989), 421‑435; cf. Pontificio Consejo de las Comunicaciones Sociales, Instrucción pastoral Ætatis novæ (22 de febrero de 1992), 10: AAS 84 (1992), 454‑455.

10 Cf. Juan Pablo II, Carta encíclica Fides et ratio (14 de septiembre de 1998), 91: AAS 91 (1999), 76‑77.

11 Pontificio Consejo de las Comunicaciones Sociales, Instrucción pastoral Ætatis novæ (22 de febrero de 1992), 4: AAS 84 (1992), 450.

12 Cfr Juan Pablo II, Exhort. Ap. Post-sinodal, Pastores gregis, 30: L’Osservatore Romano, 17 octubre 2003, p.6.

13 Juan Pablo II, Exhort. Ap. Post-sinodal, Vita consecrata (25 marzo 1996), 99: AAS 88 (1996), 476.

14 Juan Pablo II, Carta enc. Redemptoris missio (7 diciembre 1990), 37: AAS 83 (1991), 282-286.

15 Cf. Pont. Consejo para las Comunicaciones Sociales, La Iglesia e Internet (22 febrero 2002), 6: Ciudad del Vaticano, 2002, pp.13-15.

16 Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Decr. Inter mirifica, 15-16; Pont. Comisión para los Comunicaciones Sociales, Inst. pastoral Communio et progressio (23 mayo 1971), 107: AAS 63 (1971) 631-632; Pont. Consejo para las Comunicaciones Sociales, inst. pastoral Ætatis novæ(22 febrero 1992), 18: AAS 84 (1192), 460.

17 Cf. Ibid., 19: l.c.

18 Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2494.

19 Cf. Juan Pablo II, Mensaje para la 37 jornada mundial de las comunicaciones sociales (24 enero 2003): L’Osservatore Romano, 25 enero 2003, p. 6.

20 Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Lumen Gentium, 37; Pont. Comisión para las Comunicaciones Sociales, Inst. pastoral Communio et progressio (23 mayo 1971), 114-117: AAS (1971), 634-635.

21 Can. 212, § 3: “Tienen el derecho, y a veces incluso el deber, en razón de su propio conocimiento, competencia y prestigio, de manifestar a los Pastores sagrados su opinión sobre aquello que pertenece al bien de la Iglesia y de manifestar a los demás fieles, salvando siempre la integridad de la fe y de las costumbres, la reverencia hacia los Pastores y habida cuenta de la utilidad común y de la dignidad de las personas”.

22 Conc. Ecum. Vat. II, Lumen gentium, 37.

23 Joseph Stiglitz, El malestar de la globalización, Ed. Taurus (2002) p. 37.

24 Boron, Atilio, Director de CLACSO, invitado por el Instituto Pensar de la Universidad Javeriana de Bogotá, conferencia 16-02-04, Auditorio Luis Carlos Galán.

25 Octogesima Adveniens, n. 43

26 Cf. Cifras de Boron, Íb.

27 CELAM, Plan Global 2003-2007, n 71.

28 Ver CEPAL: “Balance preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe 2003”.

29 Ecclesia in America, N° 52.

30CELAM, Secretaría General, Plan Global 2003-2007, ob. Cit., pág. 62.

31 Novo Millennio Ineunte, N° 63.

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