0. INTRODUCCIÓN


0. INTRODUCCIÓN




Inspectoría Salesiana de “Santiago el Mayor" León , 24 diciembre de 2003 nº 31









DON BOSCO Y LOS ARTESANOS







No es Don Bosco, pero podía serlo. Es un salesiano que asiste a los jóvenes artesanos en su clase de carpintería. En Tierra Santa. No cabe duda que Don Bosco y la Congregación han jugado un papel muy especial en la formación de los jóvenes obreros. Cuando nos planteamos y revisamos nuestro pasado mediante la conmemoración de los Cincuenta años de la Inspectoría o a través de nuestro XVI Capítulo Inspectorial está bien recordar algo de lo que ha constituido nuestro mejor pasado, no para repetirlo, sino para idear el nuevo futuro.
























ÍNDICE



  1. Retiro ……………………3-8

  2. Formación……………..9-15

  3. Comunicación.……...16-19

  4. El anaquel…………….20-65

  5. Técnicas ……..……….20-35

  6. Necrologio …………...36-44

  7. ¿Qué cultura?.......…45-65



Revista fundada en el 2000


Edita y dirige:

Inspectoría Salesiana "Santiago el Mayor"

Avda. de Antibióticos, 126

Apdo. 425

24080 LEÓN

Tfno.: 987 203712 Fax: 987 259254


Maqueta y coordina: José Luis Guzón.

Redacción: Segundo Cousido y Mateo González

Depósito Legal: LE 1436-2002

ISSN 1695-3681


RETIRO






ALGUNAS CARACTERÍSTICAS

DE LA PRIMERA COMUNIDAD RELIGIOSA

FUNDADA POR S. JUAN BOSCO (1841-1859)


Marcos Mellado


El objetivo general del PAI 2003/2004 invita a que las comunidades sean “casa y escuela de comunión”. Es un objetivo en el que avanzar un poco más este curso, continuando el camino carismático que venimos recorriendo desde nuestro nacimiento. Miremos a los orígenes, a las fuentes, a las raíces; miremos a D. Bosco y a la primera comunidad salesiana que él organizó. Descubramos algunos de sus rasgos; seguro que nos impulsarán a vivir ese ideal de “casa y escuela de oración”.

Me parece que las características más importantes de la primera comunidad religiosa fundada por S. Juan Bosco son cinco: el amor, la libertad, la alegría, la oración y las “negatividades”. Además, el trabajo y la templanza-moderación parecen ser, respectivamente, la cancha y manera de vivir las cinco primeras características.

Al afirmar esas cinco características como fundamentos de la espiritualidad salesiana, estamos haciendo un guiño a todo lo humano y a todo lo cristiano. Porque al hacer una síntesis nueva de los principales valores salesianos, estamos también haciendo una síntesis de todo lo humano y de todo lo cristiano; con esas características estamos señalando el fundamento de la humanidad a la que pertenecemos y rasgos centrales del ser cristiano.

Por amor entendemos el área total de la afectividad. Por libertad entendemos el área de la propia autonomía. Por oración entendemos el área de la propia trascendencia. Por alegría entendemos el área de la propia felicidad. Por “negatividades” entendemos el área de la cruz, el desasimiento... Todo ello en el trabajo y la templanza, pues el hombre ama, ora, es libre, vive alegremente y padece de una manera moderada; el hombre, el cristiano, el salesiano come, duerme, trabaja es sobrio de una manera moderada.

Es cierto que D. Bosco, en alguna ocasión, dijo que iría hasta la temeridad; pero se ha de entender como expresión de su celo y de la “epiqueia” que los santos han sabido vivir en sus vidas.



1 1. EL AMOR

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El amor encierra todo el área de la afectividad humana. El amor es la familia y la familiaridad; amor es la amistad y la confraternidad; amor es la relación entre los diversos miembros de la comunidad; amor es la comunión que ata y une a los diversos; amar es conversar y tener confianza los unos con los otros; amar es moverse, jugar juntos, charlar, contar chistes, reírse...

Amar es, sobre todo, la vida de patio, las salidas al campo, las excursiones, las acampadas, todo lo que es libre, todo lo que no se puede reglamentar, todo lo que es alegre, todo lo que brota del corazón, todo aquello en lo que el corazón manda, todo lo que es afecto.

Amar es respetar la dignidad del otro, amar es sacrificarse por el otro, amar es orar por el otro, amar es ver al Otro en el otro, amar es ver el Rostro del Otro en el rostro del otro, amar es compartirlo todo con el otro...

Amar es todo esto y mucho más, amar es inventar cada día la manera de amar al otro, amar es inventar cada día el amor para que el amor nunca sea aburrido; un amor aburrido no es amor.

Estas cosas las expresaba D. Bosco en las cartas de Roma y en otros documentos, y las resumía diciendo que “no basta amar a los jóvenes, es necesario que el joven se sienta amado”. Y también: “me basta que seáis jóvenes para que os ame”, como diciendo que les amaba no porque fueran buenos o por ser hijos de Dios, sino “por el mero hecho de ser jóvenes”. O “me habéis robado el corazón”... “Porque habrá personas que sean más inteligentes que yo o más ricas que yo, o... pero difícilmente encontraréis a una persona que os ame más que yo”.

Y el amor de D. Bosco es libre y desinteresado. A D. Bosco le interesaba la felicidad de sus ‘biricchini’, la salvación y la Vida de sus jóvenes. Tan desinteresado era este amor, que era capaz de dejarse desollar por un aprendiz de barbero, con tal de ganárselo para el Oratorio. D. Bosco pasa por mil calamidades con tal de ganarse a los chavales; siempre será el cura de los chiquillos abandonados, y para ello tiene que hacer de todo: barrer, cocinar, ensayar teatro, organizar la música, dar clase,...

Pero D. Bosco no es sólo pura actividad; el amor que mueve a D. Bosco le lleva también a pensar, a organizar, a descubrir caminos adecuados para su misión. La rutina no es buena compañera del amor.

D. Bosco se las ingeniaba para que el cúmulo de dones recibidos de Dios llegaran a los jóvenes. Puede decirse que D. Bosco es puro don de Dios que, a su vez, se dona y se convierte en don de Dios para los jóvenes.

Así se vivía en la primera comunidad salesiana. Fortalezcamos un poco hoy esta raíz propia de nuestra vida salesiana.

¡Viva el amor de D. Bosco!


2 2. LIBERTAD

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Quizás pocas veces nos hayamos preguntado, ¿cómo andaba D. Bosco de libertad?, o ¿qué libertad daba D. Bosco a los demás?

La experiencia dice que sin libertad no es posible amar y ser amado. Y D. Bosco daba a sus muchachos la libertad que necesitaban para educarse en el amor, en la oración, en la alegría y en las negatividades.

D. Albera solía repetir una fórmula aprendida de D. Bosco: “libremente por amor”. Y así lo proponía D. Bosco cuando se trataba de acercar a los jóvenes a los sacramentos. Con esa libertad y ese amor D. Bosco se lanzaba a todo lo que fuera necesario, “hasta la temeridad”. La templanza no le impedía llegar a la temeridad y al ‘progresismo’, pues D. Bosco había leído el Evangelio en clave de ardor, de valentía, de coraje. Por eso el camino de D. Bosco siempre estaba haciéndose, se va haciendo a medida que camina.

Y D. Bosco promueve la libertad entre los suyos, da a todos “la libertad de saltar, correr, gritar... (hasta romper)”. Es cierto que en las paredes del Oratorio hay frases que señalan el verdadero camino a seguir, pero en medio de una gran libertad. Un salesiano que conoció a D. Bosco anciano me confesaba que, en aquel tiempo, el Oratorio era un ‘jaleo’. Con ello estaba expresando que, en verdad, la libertad es un ‘lío’, y D. Bosco lo vivió con sus jóvenes.

La libertad y el amor se conjugan en la experiencia educativa y comunitaria de D. Bosco, sin que se anulen o se debiliten. La fórmula “libremente por amor” hace que se potencien mutuamente. Por ello, D. Bosco consultaba también a sus clérigos y a los muchachos muchas cosas, demostrando confianza y amor. Cuando tenía que cambiar algunas cosas, cuando había que elegir entre ‘monjas o mujerers’ para sustituir a Mamá Margarita... Decidían por amor, “libertad en el amor”.


3 3. ALEGRÍA

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Al hablar de “alegría” hay que referirse al área de la felicidad, tanto externa como interna. A veces, por distinguir, se dice que la felicidad es interna y la alegría es una expresión externa. Pero, en realidad, no puede haber alegría externa sin felicidad interna. El joven manifiesta en su alegría la felicidad que lleva en el corazón.

Y D. Bosco no hablaba de esas realidades en términos abstractos; se remitía siempre a lo que el joven podía percibir, sentir, gozar. Sus expresiones iban dirigidas a los jóvenes concretos: “sé feliz”, “vive alegre”.

La juventud de las personas las lleva a moverse, a estar inquietos, a ‘mover el esqueleto’... y sin todo eso no pueden ser felices. Por eso D. Bosco hacia que Brosio desfilase por el Oratorio con sus soldados, pues suscitaba la alegría y la felicidad de sus chicos. Y tantas otras manifestaciones de música, gimnasia, deporte, veladas,... no eran sino la expresión externa de la felicidad interior.

La organización del Oratorio conjugaba perfectamente esta expresión externa e interna de la felicidad-alegría. Se conjugaban celebración de los sacramentos-oración con juegos-actividades, capilla con patio. Un muchacho nuevo que no participa de la alegría del patio pronto tiene su ‘ángel’ que le indica el confesonario de D. Bosco para encender en él la auténtica alegría. Una asistencia bien entendida, a su vez, empieza en el patio y acaba en la capilla. Y D. Bosco solía repetir que Domingo Savio con sus juegos le llevaba más oratorianos al confesonario que sus sacerdotes con los sermones.

Esa sí que es una asistencia bien entendida. El patio que es sólo patio no conduce a la santidad. La alegría de la amistad en el patio debe concluir en la amistad de oración, en la capilla, expresión de lo que decía Domingo Savio: “nosotros hacemos consistir la santidad en estar siempre alegres”. Esta expresión de Domingo Savio refleja las enseñanzas de D. Bosco (rememorando la alegría de santos tan cercanos como Felipe Neri y Luis Gonzaga) y la cantinela de Madre Mazzarello en sus cartas: “ser y estar alegres”.

Como el resto de las características de la comunidad salesiana, la alegría no puede separarse del resto. Y tampoco puede separarse el fondo humano, cristiano o salesiano en el que se sustenta.

Tenemos, por tanto, otra de las características que crean auténtica comunidad, la alegría salesiana. Así lo fue en los inicios de nuestra Congregación, así puede serlo también ahora.


4 4. LA ORACIÓN

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Todos sabemos que el “abogado del diablo” preguntó en plena sesión a los cardenales que “¿cuándo oraba D. Bosco?”. Y la respuesta fue otra pegunta: “¿cuándo no oraba D. Bosco?” Y el mismo papa de D. Bosco señalo que el lema benedictino ‘ora et labora’ había sido superado por la comunidad salesiana con “el trabajo es oración”, que no yuxtapone esas dos acciones sino que las une.

Algunos se preguntaron si esto suponía eliminar los momentos puntuales de oración. Pero en la primera comunidad fundada por D. Bosco no sucedió tal problema, pues muchos salesianos llegaron a la santidad por el trabajo santificado y santificador. ¿Quién les enseñó a trabajar unidos a Dios?. El mismo D. Bosco, con el tipo de espiritualidad que les imprimió desde el principio.

Esto lo recogió D. Ricaldone, a los pocos días de la canonización de D. Bosco, en una circular indicando que el santo conjugaba “una desbordante actividad en medio de una gran unión con Dios”. Así debe decirse de todo salesiano; de modo que en un salesiano hay que excluir igualmente el adjetivo de “vago” como el de “estar desconectado de Dios cuando trabaja”.

En toda la historia de la espiritualidad se ve el esfuerzo por conjugar el trabajo y la oración. D. Bosco es un hito más en esa historia; él acentúa el polo del trabajo, pero bien motivado en la unión con Dios. En otras épocas se hablaba de “ora et labora”, de “contemplativos en la acción y activos en la contemplación”... En la época de D. Bosco se rezaba mucho. Lo que había que inventar eran religiosos que trabajasen mucho, y que lo hiciesen con “templanza”. Hoy, sobre todo en la cultura occidental, también se insiste mucho en la necesidad del trabajo eficaz, pero falta apuntar el rasgo de la templanza que convierte el trabajo en solidaridad, en compartir, en superación del consumismo,... y hace posible la oración.

Lo que no cabe duda es que la postura genuina de D. Bosco era la de trabajo incansable desde una oración auténtica, que tiene bien organizados sus momentos sencillos de oración. Sólo en esta clave se puede entender la expresión de D. Bosco: “el trabajo es oración”.


5 5. LAS “NEGATIVIDADES”

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D. Bosco era un hombre libre que repartía libertad; D. Bosco era un hombre al que le gustaba paladear las mieles del amor, de la amistad, de la amorevolezza, de la afectividad; D. Bosco era un hombre al que gustaba recogerse hasta perderse en Dios por medio de la oración y la contemplación; D. Bosco era un hombre al que le gustaba el juego, la alegría, la felicidad. Bien sabemos que D. Bosco era todo eso. Pero, como a todos los mortales, también a D. Bosco había muchas cosas que no le gustaban.

D. Bosco sacaba adelante el Oratorio, pero nunca exento de fatigas y dificultades. Llegó a decir: “Ninguno puede imaginar las repugnancias, las antipatías, los descorazonamientos, las oscuridades, las desilusiones, las amarguras, las ingratitudes que afligieron al Oratorio durante 20 años”. Infinidad de cosas desagradaban a D. Bosco, pero todo lo sobrellevó como hombre fuerte, como cristiano fuerte, como salesiano fuerte. Y, además, supo unir la fortaleza de un padre a la ternura de una madre; y todo ello sin perder la alegría y el buen humor.

Es ley de vida cristiana: la cruz es salvadora, exige sacrificio y es expresión de amor. También en D. Bosco se aplica esta ley. Su amor a los jóvenes es intenso y constante; por ello lleva esperanzado la cruz de cada día, con el fin de lograr vida y salvación para sus jóvenes. Don Bosco daba su vida por los jóvenes, se crucificaba por ellos, porque les amaba y para que lograsen la Vida. Precisamente a esos momentos de inmensas dificultades en los comienzos (no sabía si hacerse religioso o misionero, no sabía si fundar una Congregación o continuar como sacerdote diocesano, no sabía dónde recoger a los muchachos ...), D. Bosco llamó “!quei bei tempi¡” (¡aquellos hermosos tiempos!)

Esta vivencia de D. Bosco se la hizo comprender a su madre, mostrándole el crucifijo en aquellas situaciones que invitaban a tirar la toalla. También a sus muchachos les hacía ver la necesidad de sacrificios y pequeñas cruces de cada circunstancia, con el fin de sentirse seguidores de Jesús en su obra salvadora.

También en D. Bosco y en el carisma salesiano se cumple la ley cristiana de la cruz: de la cruz a la luz y de la luz a la cruz. Así se podrá redimir la pobreza del joven, cuando el trabajo generoso por vencer dicha pobreza es la propia cruz del salesiano a través de la cual se llega a la luz.

Hemos entresacado algunos rasgos que marcaron la vida ordinaria de la primera comunidad salesiana, de los salesianos y jóvenes que la formaron. Esos rasgos, aplicados a nuestra situación concreta, pueden servirnos como criterios de discernimiento para lograr una vivencia más auténtica del carisma. Amor, libertad, oración, alegría, asunción de las ‘negatividades’ pueden resultar términos abstractos o genéricos; D. Bosco, sin embargo, era persona práctica y aplicaba los principios a las situaciones reales. Hagamos un ejercicio de ‘aplicar’ esos términos grandes a lo cotidiano de nuestra vida comunitaria; así lograremos vivir con más fidelidad el espíritu de comunión propio de nuestro carisma salesiano.



ALGUNAS EXPRESIONES QUE INVITAN A PENSAR:


  1. -Sin trabajo salesiano no hay espiritualidad ni mística salesiana.

  2. -Sin templanza ni moderación no hay mística salesiana.

  3. -Sin templanza no hay oración.

  4. -Sin oración no hay alegría.

  5. -Sin alegría no hay santidad.

  6. -Sin paternidad salesiana no hay comunidad salesiana.

  7. -Sin oración no hay trabajo salesiano.

  8. -Sin unión con Dios no hay comunidad salesiana.

  9. -Sin pasión y cruz salesianas no hay liberación del joven.








FORMACIÓN



¿Qué podemos hacer los religiosos por la paz?1


Los consagrados y consagradas no nos planteamos ahora por primera vez nuestro compromiso por la paz. Buen conocedor de la historia de la vida con­sagrada y del magisterio eclesial, el autor sugiere un salto cualitativo para que la vida religiosa siga haciendo un servicio significativo a la paz.


6 Marciano Vidal2

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Los religiosos no comenzamos ahora a interesarnos por la paz. En la historia común de la vida religiosa existen muchas tradiciones de servicio auténtico y desinteresado a favor de la paz y de en­trega generosa para aliviar los males que acarrea la guerra. Son las tradiciones del pacifismo como estilo de vida y como cauce de evangelización:


  • a modo de Francisco de Asís que en­saya una comunicación pacífica entre la Cristiandad y el Islam;

  • a modo de Bartolomé de las Casas que propugna una evangelización alterna­tiva desde la aceptación pacífica del "otro" y no desde la fuerza violenta del poder.

Son las tradiciones de presencia sa­nante en medio de la gente que sufre los "desastres" de la guerra:

  • abriendo el ámbito religioso -casas y obras- para acoger a desplazados, a lesio­nados, a malheridos;

  • propiciando una fase postbélica de sanación en el cuerpo (pienso en el servi­cio a los heridos por "minas personales") o en el espíritu (rememoro la acogida a personas y a familias traumatizadas por guerras civiles o interétnicas);

  • llegando a hacerse presentes -como servicio de suplencia- en el mismo cam­po de batalla.


Quede subrayado, mediante estas pin­celadas, lo mucho que ha hecho y hace la vida religiosa en favor de la paz y en con­tra de la guerra. Lo hago no sólo para rei­vindicar la memoria de las generaciones pasadas y presentes sino también para apoyar en terreno firme el salto cualitati­vo que propongo a fin de que la vida reli­giosa siga haciéndose significativa en el servicio a la paz.


Es preciso introducir una variación histórica en nuestro empeño por la paci­ficación de la humanidad. Buenos deseos no nos faltan. Lo que nos pasa es que no sabemos qué hacer para que nuestra op­ción por la paz se traduzca en acciones significativas y eficaces. Ofrezco mi punto de vista, anotando a continuación una serie de esas acciones significativas por donde encauzar nuestros deseos por la paz.



6.1 La paz: factor imprescindible en la "unificación" del carisma religioso

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La diversidad de carismas en la vida religiosa es un dato de la historia y una afirmación de la teología. Siendo multi­forme la necesidad humana e inagotable la fuerza del Espíritu, la vida religiosa ha sabido expresarse de múltiples modos y ha conseguido adaptarse, de forma creati­va, a las peculiares necesidades humanas de cada época, cultura y situación.


Estas afirmaciones no impiden tomar conciencia de una realidad que ha ido to­mando cuerpo desde hace algunas déca­das. Es la configuración de un "carisma convergente" dentro de la vida religiosa en su conjunto. Se constata el creciente fenómeno de la "unificación" del carisma religioso. Existen, cada vez más, opcio­nes de vida y de compromiso comparti­das por el conjunto de los religiosos.


Ese "supracarisma" o "carisma común" aumenta continuamente, a veces sin tomar conciencia expresa de ello. A él le corresponden: la "opción por el po­bre", como opción prioritaria comúnmen­te compartida; el servicio a la causa del hombre, mediante el trabajo por la im­plantación de la "justicia" según el refe­rente axiológico de los derechos huma­nos; la aceptación de la "solidaridad" co­mo orientación y organización de los in­numerables servicios que presta la vida religiosa a la sociedad civil.


Estoy convencido de que la opción por la paz es un elemento imprescindible que ha de acrecentar el "supracarisma" o "ca­risma común" de la vida religiosa hoy. Los religiosos han de optar por la paz co­mo una de sus tareas prioritarias.


Las "obras de la paz" surgirán en cada persona y en cada grupo. Pero, en cuanto pertenecientes al "carisma común", no han de tener etiquetado propio. Ello su­pondrá, entre otras opciones estratégicas:


  • Aceptar como sujeto o ámbito de re­flexión, de programación y de evaluación las instancias u órganos comunes de la vi­da religiosa (CONFER, etc.).


  • Dejando la ejecución de las iniciati­vas a cada grupo religioso, según sus po­sibilidades, no prescindir de la colabora­ción y del intercambio intercongregacio­nal o supracongregacional.





La paz: concepto análogo y realidad multiforme


Se ha afirmado que la palabra "paz" lo dice todo y no dice nada. La paz es lo que resulta una vez que se dan otras realida­des. Eso es lo que indican los axiomas que se han utilizado como lemas de la paz: "la paz es obra de la justicia" (Pío XII, recogiendo el texto de Is 23, 7; cf. GS 78); "el desarrollo es el nuevo nom­bre de paz" (Pablo VI; cf. PP 87); "la paz es el fruto de la solidaridad" (Juan Pablo II; cf. CA, 39).


La riqueza significativa de la paz apa­rece también en frases lapidarias que se encuentran en documentos del Magisterio eclesiástico reciente: "La paz no es la me­ra ausencia de la guerra, ni se reduce al solo equilibrio de las fuerzas adversarias, ni surge de una hegemonía despótica, si­no que con toda exactitud y propiedades se llama obra de la justicia (Is 23, 7)" (GS, 78). "La paz no se reduce a una au­sencia de guerra, fruto del equilibrio siempre precario de las fuerzas. La paz se construye día a día en la instauración de un orden querido por Dios, que comporta una justicia más perfecta entre los hom­bres" (PP, 76). "La paz en la tierra, supre­ma aspiración de toda la humanidad a través de la historia, es indudable que no puede establecerse ni consolidarse si no se respeta fielmente el orden establecido por Dios" (PT, 2).


El Episcopado Latinoamericano resu­mió en Medellín (1968) el "evangelio de la paz" en tres rasgos. "Tres notas carac­terizan, en efecto, la concepción cristiana de la paz: es obra de la justicia; es un que­hacer permanente; es fruto del amor".


La opción de los religiosos ha de asu­mir ese significado pletórico y pluridi­mensional de la paz. Utilizando cate­gorías de la filosofía escolástica, se pue­de decir que la paz es -un concepto ni equívoco ni unívoco sino análogo:


  • Hay paz interior, cuando la persona se siente pacificada consigo misma, con los demás, con Dios.

  • Hay paz interpersonal, consecuencia de una convivencia pacificada y pacifica­dora.

  • Hay paz entre los grupos, fruto de la tolerancia, del pluralismo y de la conver­gencia en una unidad superior.

  • Hay paz social, en cuanto expresión de un vivir humano apoyado, según la ex­presión de Juan XXIII, sobre los cuatro pi­lares de la verdad, la justicia, el amor y la libertad (PT, 1).


La opción de los religiosos por la paz, si quiere ser lúcida y significativa, no puede olvidar ninguno de los ámbitos y formas en que se realiza el bien de la paz. Pero no; se ha de caer en la trampa de "in­teriorizar" y de "personalizar" excesiva­mente el concepto de la paz. Ésta se rea­liza, como' "primer analogado", en la rea­lidad social. Es, por lo tanto, prima­riamente, una condición de la vida huma­na en todo su conjunto: una paz "social" y "perpetua". Juan Pablo II se sitúa en es­ta perspectiva al indicar que la paz es un "valor indivisible" y es un "bien univer­sal" (1986).






6.2 Lucidez crítica en el análisis de la realidad

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Para trabajar con eficacia en un pro­yecto de paz se precisa partir de un análi­sis crítico de la realidad social. No basta con proclamas grandilocuentes ni con utopías al margen del realismo histórico. La utopía forma parte del imaginario de nuestra tradición religiosa: "las espadas se convertirán en arados; las lanzas en podaderas". Sin perder la fuerza de ese imaginario utópico, es preciso integrar a él el análisis crítico de la realidad social.


Los discursos sobre la guerra suelen ser "falsedades" socialmente vigentes. Las auténticas razones corresponden a los intereses que no son verbalizados ni utilizados en los razonamientos. La gue­rra es ella misma en su conjunto una gran maquinaria de "mentiras", en la que los intereses económicos, geopolíticos, es­tratégico-militares son recubiertos por pretendidas justificaciones. Si el discur­so no rompe la capa de la aparente inge­nuidad y no penetra en el interior de ese juego de intereses reales no puede produ­cir verdad ni aportar la luz de la razón (y, en su caso, la orientación procedente de la fe).


Para optar eficazmente por la paz es necesario utilizar un análisis crítico de la realidad social. Se dice que la violencia comienza a ser derrotada cuando comien­za a ser "nombrada" en su auténtica rea­lidad. También la amenaza de la guerra comienza a ser vencida cuando es domi­nada por un discurso crítico sobre los me­canismos reales que la sustentan. La paz comienza cuando se inicia esa conversión a la verdad de la paz (cf. GS 77).


Pertenece a los religiosos estar libres de intereses. También les corresponde vi­vir en la autenticidad y no en la apariencia. Por otra parte, los religiosos suelen ser los conocedores inmediatos de la rea­lidad social. A ellos no les pertenece ni "hacer política" ni "hacer diplomacia" de la paz. La aportación peculiar de la vida religiosa, en este aspecto, es:


  • "Señalar" (con la dialéctica del anun­cio-denuncia) los mecanismos perversos que impiden la paz.

  • Proponer los cauces reales por los que es posible construir la paz histórica. Esta propuesta ha de hacerse sin "política" ni "diplomacia", sino con la "parresía" evangélica que es la versión cristiana del "descaro" de los filósofos cínicos.



6.3 Opción por la paz y estrategias de los religiosos

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Dado el límite asignado a esta refle­xión, anoto con brevedad taquigráfica cuatro estrategias a tener en cuenta en la opción de los religiosos por la paz.


6.3.1 La cultura ética de la paz

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La paz se construye de muchos modos. Dados los ámbitos en los que acaece el compromiso social de los religiosos, creo que a ellos les corresponde, ante todo, la creación de una cultura de la paz. Más importantes y decisivas que las estrate­gias antibelicistas son las mediaciones positivas a favor de la paz:

  • Sensibilizar a la opinión pública ha­cia el bien de la paz.

  • Organizar programas de educación para la paz.

  • Propiciar un sistema educativo mul­ticultural, plurirreligioso y de opciones sociales diferentes.

  • Ensayar formas no violentas ni com­petitivas en las relaciones interpersona­les.

  • "Desarmar" el corazón humano ("de piedra"), creando la alternativa de un co­razón pacífico ("de carne") que sea com­prometido, solidario, reconciliador y misericorde.


Aportación específica de los religiosos es comprometerse en la creación de una cultura ética de la paz. Labor suya es in­troducir hilos de pacificación en el tejido social. A los religiosos les corresponde "tejer" con hilos de unión y "destejer" los mecanismos de separación.



Objeto de estudio y de praxis social


Los religiosos suelen situar sus aporta­ciones específicas en dos campos com­plementarios: el de la reflexión puntera (saber teológico y ciencias humanas) y el de las praxis fronterizas. Su opción por la paz ha de situarse en esta doble vertiente. Sin minusvalorar la dimensión práxica, quiero enfatizar la importancia de la re­flexión.


Sería hoy una aportación correspon­diente a la urgencia de los signos de los tiempos crear, por parte de los religiosos, instancias de reflexión sobre la paz. Los estudios de las décadas precedentes sobre la justicia, la cultura, y la solidaridad pre­cisan hoy una continuidad en reflexiones sobre la paz. En casi todos los países, y de modo especial en algunos (de los que no excluyo a España), es de particular ne­cesidad una reflexión seria e imparcial sobre la pacificación humano-cristiana en todos sus amplios significados.


Los religiosos tienen estructuras académicas suficientes en las que poder conducir ese tipo de reflexión. Los en­cuentros comunes de los religiosos constituyen un ámbito propicio para una programación en esa dirección. La for­mación permanente puede ser revitaliza­da con esa misma temática. Los Secreta­riados de "Justicia y Paz", sin dejar de insistir en la justicia, no han de descuidar la paz.


6.3.2 Opciones pacifistas

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Es reconocido por todos que la tradi­ción eclesial en relación con la violencia no se agota en la postura de la "guerra justa". Aunque minoritaria en número de seguidores, ha sido también significativa la actitud "pacifista". Una y otra no son excluyentes; por el contrario, han de apoyarse mutuamente y también mutuamente relativizarse.


Opino que, más que a cualquier otro grupo eclesial, le corresponde a los reli­giosos apoyar y sustentar la postura paci­fista. Sin entrar ahora en la exposición de los presupuestos teóricos y de las formas concretas de la actitud pacifista, quiero dejar constancia de la connaturalidad de ésta con la vida religiosa. Juzgo válido apoyar las alternativas pacifistas (obje­ción de conciencia, insumisión, no violencia activa, etc.), con tal de que:


  • conlleven cuestionamiento, oposi­ción y lucha contra la violencia estructu­ral;

  • se inserten en la posibilidad de lo re­al y no decaigan en una actitud "románti­ca" o de "utopía fantasmagórica";

  • actúen no sólo como una postura per­sonal-profética, sino como un movimien­to social-histórico;

  • se traduzcan en un programa serio de estrategias y tácticas encaminadas a vencer las violencias injustas.



Revisar los imaginarios “violentos” de la experiencia religiosa

y recrear otros imaginarios de signo pacificador


La experiencia religiosa es vivida con simbólicas muy variadas y en imagina­rios muy diversos. Opino que la opción de los religiosos por la paz ha de llevar a una "revisión" de los símbolos violentos -a veces, abiertamente belicistas- con que se ha expresado y se ha vivido la ex­periencia religiosa. Es llamativa la pre­sencia de una simbólica de tipo "bélico" en algunas formas expresivas de la vida espiritual:


  • La representación de Dios como "guerrero".

  • La comprensión "militante" de la Iglesia.

  • La simbolización de la vida espiri­tual como "combate", "lucha", "esfuer­zo", etc.


La apuesta por una opción de paz con­duce necesariamente a recuperar otros símbolos y otros imaginarios para expre­sar la vida espiritual. Es la simbólica:

  • De la "pacificación": entender la vi­da espiritual como sosiego, como quie­tud, como expansión de sí mismo sin miedo ni cautela.

  • De la "relación erótica", según la tra­dición del Carmelo tanto femenino como masculino.


Termino esta reflexión apelando al carácter "evangélico" de la vida religiosa. Ésta tiene su razón de ser, su origen y fundamento, en el seguimiento de Jesús para realizar el Reinado de Dios. Tanto a la configuración del Reinado de Dios co­mo al seguimiento de Jesús les corres­ponde el valor de la paz. "Él (Cristo: el Reino de Dios personalizado) es nuestra paz" (Ef 2, 14). Por ser evangélica, la vi­da religiosa es siempre una "propuesta contra-cultural". La pacificación perma­nente y universal forma parte de esa "contra-cultura" que genera el êthos evangélico.




COMUNICACIÓN



Un binomio importante3


E1 binomio «Iglesia y comu­nicación» puede ser visto también desde una pers­pectiva histórica al examinar las principales intervenciones del ma­gisterio, de los Papas y de la curia romana, acerca de cada uno de los medios de comunicación y del fe­nómeno general de la comunica­ción. Pero ¿con qué fin hacemos una reseña de estas intervenciones y de su evolución histórica? Dado el interés cada vez más creciente de la Iglesia por la comunicación, es muy útil cultivar una memoria histórica para no pensar que la Igle­sia se ha despreocupado por la co­municación, o que su interés haya comenzado solo desde hace algu­nos años. Ignorar lo que la Iglesia ha dicho y hecho en el pasado acer­ca de la comunicación, es no tener memoria histórica.


Una reseña histórica permite además, seguir paso a paso la ma­durez de la reflexión del magiste­rio en tema de comunicación. La evolución que se puede trazar, con documentos en la mano, se pue­de resumir así brevemente: de un juicio de desconfianza y de conde­na, se ha pasado a un juicio de neu­tralidad de los medios; a recono­cer que los medios son dones de Dios que el hombre puede mani­pular; a reconocer que los medios son necesarios para la evangeliza­ción; a los medios considerados como ámbito de la pastoral, a la co­municación entendida como fon­do de la pastoral y finalmente a en­tender la comunicación como cul­tura que hay que evangelizar con el método de la inculturación. Na­turalmente las etapas de crecimien­to no están exentas de la conviven­cia con fases precedentes o con re­trocesos que parecen desconocer los estadios más sofisticados.


En el estudio histórico del ma­gisterio acerca de la comunicación se puede entrever la diferencia en­tre lo que se ha afirmado teórica­mente en los textos y la práctica eclesial, que muchas está en con­traste con las declaraciones de los documentos. De esto no hay que maravillarse ni querer descubrir con morbosidad las miopías y miserias humanas que existen por doquier en este mundo, sino que hay que tener mucho equilibrio para asu­mir el bien y el mal. Esta honestidad histórica es recomendada por Juan Pablo II en la carta apostó­lica Tertio millennio adveniente (10.11.1994), cuando invita a la Iglesia a «no pasar el umbral del nuevo milenio sin incitar a sus hi­jos a purificarse y arrepentirse de los errores, infidelidades, incohe­rencias o atrasos. Reconocer las caí­das del pasado es un acto de leal­tad y coraje que nos ayuda a con­solidar nuestra fe, nos previene y nos da la capacidad de afrontar las tentaciones y las dificultades del presente» (n. 33).


Los pecados contra la unidad (n. 34), los métodos de intolerancia y de violencia en aras de la verdad (n. 35) y un examen de concien­cia para la Iglesia del presente (n. 36) se pueden enfocar también desde el punto de vista de la co­municación. Tomemos los docu­mentos eclesiales que se refieren a la prensa del período de 1450 a 1830. El texto de referencia es del P. Jesuita Enrique Baragli, titula­do: «Comunicación, comunión e Iglesia», editado en Roma en 1973 por el Estudio romano de la comu­nicación social.


El invento de la prensa de Jo­hanes Gensfleisch, llamado Guten­berg, se llevó a cabo a mediados de 1440 (1454 aproximadamen­te) y, posiblemente en 1456 se imprimió la Biblia de las 42 líneas, conocida como la Biblia de Guten­berg. En 1457 se imprimió la pri­mera obra de la cual se conoce la fecha exacta de impresión, Salte­rio de Magonza.


El primer documento sobre la prensa es el breve pontificio Acce­pimus literas vostras (17.3.1479) dirigido al rector y a los decanos de la universidad de Colonia como respuesta a la correspondencia que ellos habían enviado al Papa. Al ini­cio el texto se complace por la obra de quienes escriben, porque han «prohibido la lectura, la impresión y venta de libros infectados de he­rejía y han reprimido la ignoran­cia de las mujerzuelas». Luego el Papa, para corroborar esta obra concede «licencia y facultad para reprimir con censuras eclesiásticas y con otros medios adecuados a los impresores, comerciantes y lecto­res de dichos libros».


La segunda intervención pon­tificia es la constitución Inter mul­tiplices (17.11.1487) de Inocencio VIII quien determina una discipli­na para la prensa, que llegará tal cual hasta nuestros días. La opi­nión sobre la prensa es modera­da: «Como es considerada muy útil porque facilita la multiplicación de libros importantes, de la misma manera sería muy dañosa, si quien dispone de ella la usa con maldad imprimiendo cosas nocivas». Para combatir los libros que difunden errores sobre la fe, o sean contra­rios a ésta, el Papa toma una se­rie de medidas que son: a) todos los libros deben estar sometidos al juicio del maestro del sacro pala­cio o a los ordinarios del lugar; b) es obligatorio tener licencia para imprimir (imprimatur); c) los libreros y lectores de­ben entregar los li­bros que no tienen licencia de impre­sión, para ser que­mados públicamente; d) se establece una serie de penas pecuniarias y corporales para quienes no obedezcan las precedentes disposiciones. Alejandro VI con la constitución Homónima Intermul­tiplices (1.6.1501) asume el con­tenido del texto citado con algunas modificaciones. León X con la constitución Inter sollicitudines (4.5.1515) propone las mismas medidas contra la prensa que es nociva a la fe.


La crisis iniciada con Lutero en 1517, que es continuada por Me­lanton, Bucero, Zwinglio y Calvino, el anglicanismo y la respues­ta de la contrarreforma y de la re­forma católica propuesta por el concilio de Trento (1545-1563) ex­plica el efecto de las declaraciones del Papa acerca de la prensa. Lu­tero reconoce las ventajas de la prensa y en un discurso afirma: «La prensa es la más novedosa y la mejor obra de Dios para difundir la verdadera religión en toda la tierra». Gracias a la prensa las ideas de Lutero se difunden en Europa con gran rapidez. León X con la Bula Exurge, Domine (15.6.1520) prohíbe con penas canónicas, la impresión, lectura y difusión de los escritos de Lutero.


Los libros en circulación de este autor, deben ser decomisados y quemados públicamente. Pablo II, con la bula Consueverunt Romani (13.4.1536) excomulga a quien lea los libros de Lutero. El mismo Pablo II con la constitución Licet ab initio (21.7.1542) instituye en la curia romana un colegio de car­denales super negotio fidei. Des­de 1543 comienzan a circular en Europa Índices de libros prohibi­dos; el concilio de Trento en las se­siones XVIII y XXV ordena al Papa que publique un Índice de libros prohibidos y Pablo IV en enero de 1599 lleva a cabo esta disposi­ción. Será Pío IV con la bula Do­mini gregis (24.3.1564) quien aprue­ba y publica oficialmente el Índi­ce de los libros prohibidos».


Con la constitución Immensa Aetemi Dei (22.1.1587) Sixto V re­forma la curia romana e instituye, junto a la congregación pro sanc­ta inquisitione, una congregación pro indice librorum prohibitorum y otra pro typographía vaticana. Se remonta a Sixto V la institución de la tipografía políglota vaticana con el breve Eam semper, del 27.4.1587. Clemente VIII, primero con el breve Gregem Dominicum (17.5.1539) y luego con la constitución Sacro­ sanctum catholicae (17.10.1595) aprueba una nueva edición del Índice y retoca la cuarta y la novena regla establecida por Pío IV. Ale­jandro VII, con dos de los decre­tos (24.9.1665 y 18.3.1666) da una profunda revisión a la décima regla del índice Tridentino. Des­pués de Sixto V son tres las con­gregaciones romanas que vigilan sobre la difusión de las ideas: la congregación de la Inquisición, del Santo Oficio y del índice. Por este tiempo se inicia la época de las mi­siones a los pueblos de los recien­tes descubrimientos y en la congre­gación de Propaganda Fide (ins­tituida en 1622), surge la Tipografía Políglota con caracteres para diver­sas lenguas con el fin de abastecer de libros a los misioneros.


Con la constitución Sollicíta ac próvida (9.7.1753) Benedicto XIV revisa a fondo los criterios de in­terpretación para la censura y la inscripción al Índice de los libros. Con el decreto Quae ad catholi­ce (23.12.1753) Benedicto XIV aprueba y promulga una nueva edición del Índice elaborado según las nuevas reglas. La primera y única encíclica dedicada a la prensa es Christianae Reipublícae salus (27.11.1766) de Clemente XIII que reitera la condena contra «el mortal flagelo de tantos libros», movilizan­do al máximo la vigilancia de los obispos. Además de estos impor­tantes textos del magisterio papal, hay otros textos menores de papas, congregaciones romanas, obispos y encargados para la censura, cu­yos temas se refieren a las traduc­ciones en lengua vernácula de la Biblia, las órdenes de los aduane­ros, libreros, impresores, revoca­ción de licencias para leer libros prohibidos, disposiciones contra los hebreos, invitaciones a las universi­dades a colaborar en la elaboración del Índice, permisos para conservar los libros prohibidos en las bibliote­cas y lo referente a las indulgencias.


Para valorar estas numerosas declaraciones debemos ubicarnos en el contexto histórico del tiem­po. La vida de la Iglesia atraviesa periodos turbulentos. Las vicisitu­des del papado en el 400, el naci­miento del luteranismo, el anglica­nismo, la contrarreforma católica, las guerras de religión, el jansenis­mo, la obra de la inquisición, el ga­licanismo, el iluminismo, la maso­nería, el febronianismo, el josefis­mo, los problemas del estado pon­tificio con Napoleón, etc. La his­toria de las intervenciones sobre la prensa revelan el anhelo de la de­fensa contra las herejías y las ideas contrarias a la Iglesia, adoptando medios censores o represivos. Pero el poder político ha sido genero­so. En Maguncia en 1486 nace el primer oficio laico de censura y desde entonces ha comenzado la larga historia de la censura laica.


En esta época se da el gran paso de la cultura del manuscrito a la cultura tipográfica. Cambia el modo de leer, el libro, de objeto raro y ex­clusivo de la gente culta, pasa a ser disponible y al alcance de todos; el latín es sustituido por lenguas ver­náculas: Ahora el documento está siempre presente y ya no hay que hacer esfuerzo por memorizar; se acentúa el aislamiento de la lectura, nacen los derechos de autor, sur­gen las grandes bibliotecas públi­cas y se desarrolla cada vez más el arte tipográfico.


La censura es progresivamen­te abolida en el ámbito civil. El 8 de abril de 1695 el Licensing Act es abolido en Inglaterra; le siguen otras naciones y se culmina con el reconocimiento de América (12 de junio de 1776) y de la revolución francesa (1789) que proclama en el n. l l de la Declaración de los de­rechos del hombre y del ciudadano: «La libre comunicación del pensa­miento y de la opinión es uno de los más preciosos derechos del hombre; por tanto, todo ciudadano puede ha­blar, escribir e imprimir libremente, con la obligación de responder por el abuso de esta libertad en los ca­sos previstos por la ley». La libertad de opinión que deriva de la aboli­ción de los textos eclesiales exami­nados, se identifica con el peligro de la herejía, de las creencias erróneas, del gnosticismo y del ateísmo.


La progresiva autonomía cultu­ral y política frente al papado y a la fe católica, favorece el nacimien­to de una filosofía que exalta la ra­zón y la posibilidad humana del progreso; surge el valor de una con­ciencia individual que lleva a la vo­luntad de determinar la historia y se constituye poco a poco una cien­cia de observación no basada ya en ideologías filosófico-religiosas.


Las intervenciones eclesiales so­bre la prensa en esos cuatro siglos absorben casi por completo las pre­ocupaciones de una Iglesia «atrin­cherada» y que vive defendiéndose de los enemigos que se sirven pre­cisamente de la prensa para atacarla. Con el pasar del tiempo esta actitud de defensa hace que el «enemigo» en lugar de combatir, vaya a otro lugar a construir una sociedad sin Iglesia y sin inspiración religiosa. La cultura y la historia ya no quie­ren definirse en relación a la fe, sino que buscan en otros principios los fundamentos de su identidad.







El anaquel





  Técnicas de comunicación

Principios de la comunicación




7 Índice de materias

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CAPITULO I

Introducción

Concepto y objetivos de la comunicación

Proceso y elementos de la comunicación

Competencia comunicativa

Variables en el proceso


CAPITULO II

La comunicación como fuente de conflicto

La comunicación como fuente de crecimiento

La escucha de la palabra hablada

El circuito de retorno. Feedback


PARA RECORDAR

Aplicación Nº I CASO






7.1 OBJETIVOS DE ESTA PARTE

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Al finalizar esta parte el participante deberá conocer:


  • Objetivos de la comunicación.

  • Proceso de la comunicación.

  • Tipos de comunicación.

  • Problemas y barreras de comunicación.

  • La comunicación como fuente de crecimiento .

  • ¿Qué es la ventana de "Johari "?

  • La escucha y la palabra.

  • Técnicas de escucha.

  • La escucha activa y sus características.

  • El feedback, su Uso y aplicaciones.



CAPITULO 1


¿Qué es la comunicación?


Introducción


El hombre es en esencia un ser para la comunicación. Los animales también se comunican, y desde luego de forma maravillosa; pero sus recursos son limitados y sus estructuras de comunicación instintivas y relativamente simples.


Igual que como ser racional, o quizás más, el ser humano podría definirse como la especie parlante y comunicativa. Hasta en la soledad más absoluta el hombre se comunica y habla consigo mismo.


Probablemente el lenguaje tenga su origen en la necesidad comunicativa entre los individuos de una tribu, lo mismo que la escritura. La danza, la pintura y escultura, así como otras manifestaciones primitivas, surgen como consecuencia de la necesidad y deseo del hombre de comunicar y expresar.


Los primeros intercambios informativos se harían, lógicamente, de forma directa, cara a cara, y se referirían al contacto de la vida cotidiana: la caza y la pesca, la agricultura, las enfermedades, las luchas tribales, etc.


La multiplicación de las sociedades primitivas fue obligando a inventar y establecer nuevos métodos y sistemas para superar los inconvenientes que iban surgiendo. Por ejemplo, el salvar distancias. El hombre resuelve el problema creando el mensajero: surge el "medio de comunicación".


Con la aparición de la escritura la comunicación da el importante paso de la permanencia en el tiempo. Y además posibilita la difusión masiva de los mensajes. Parece que los romanos fueron los primeros en utilizar la escritura como medio de comunicación masiva. En poblaciones y caminos colocaron letreros públicos con información, a modo de carteleras, escritas al carbón sobre paredes blancas.


Por primera vez -se establece el circuito o proceso de la comunicación social: El emisor produce un mensaje cifrado en un código (escritura) a través de un canal o medio (cartel) hacia un receptor (el pueblo) que ha de descodificar el mensaje e interpretarlo adecuadamente.


También por primera vez el mensaje no se envía directamente: el emisor y el receptor no están cara a cara ni se conocen en concreto. Ya no hay comunicación directa, sino indirecta y con diversos receptores.



Concepto y objetivos de la comunicación


La realidad es que el término comunicación se utiliza de forma genérica para denominar áreas y contenidos enormemente dispares. Y ello es lógico, puesto que siempre hay implicados elementos o intenciones que se pueden encuadrar en ese amplio concepto.


Se puede hablar, por ejemplo, de:


  • Comunicación de masas.

  • Comunicación social.

  • Comunicación interpersonal.

  • Comunicación de grupos, o asambleas, o auditorios.

  • Comunicación intergrupal.

  • Comunicación empresarial.


Pues bien, cualquiera de los temas anteriores contemplan las condiciones para ser englobados bajo el título de comunicación, pues un concepto usualmente válido de esta palabra viene dado por la siguiente definición:


"La comunicación es un proceso mediante el cual quien emite el mensaje desea entrar en relación con quien lo recibe para conseguir un cierto objetivo".


Esta sería una definición sencilla y aséptica de lo que es la comunicación. Los objetivos podían ser:


  • Simplemente informar o ser informado.

  • Influir emocionalmente.

  • Influir racionalmente con argumentos (convencer).

  • Mover a una acción concreta por la fuerza.

  • Entretener, pasar el rato.

  • Persuadir de que es bueno para el receptor actual.

  • Varios otros.


Probablemente de todos estos objetivos los más frecuentes en la comunicación sean los de persuadir e influir sobre los demás, ya sea en el sentir, pensar o actuar.


Aristóteles ya definió la retórica (comunicación) como la búsqueda de todos los medios posibles de persuasión.


D.K Berlo dice que "nos comunicamos para influir y afectar a otros intencionalmente".





Proceso y elementos de la comunicación


Una fuente de comunicación elabora un mensaje sobre un tema o un objeto -contenido- y con un cierto objetivo, el cual habrá de ser codificado con un lenguaje probablemente emitido por un transmisor, eligiendo un cierto canal de comunicación o transporte ligado a un determinado medio de comunicación y procurando evitar o superar los posibles ruidos o interferencias que suponen filtros, a fin de que el mensaje le llegue al destinatario produciendo en él el efecto deseado. Para ello puede hacer falta un receptor a través del cual se canalice la descodificación del mensaje.


La comunicación se completa en sentido estricto cuando se produce una cierta respuesta del destinatario hacia la fuente que concibió y elaboró el mensaje.


Esta descripción se podría diagramar de la siguiente forma:


Objeto y objetivo del mensaje

Ruidos e interferencias


Efecto producido




Emisor

Transmisor

Mensaje

Canal y medio


Receptor

Destinatario






Respuesta - feedback






COMPETENCIA COMUNICATIVA


1. Incompetencia inconsciente


Algunos de nosotros nos encontramos a veces con problemas de comunicación, sin darnos cuenta de que esto ocurre y sin reparar en las posibilidades de hacerlo de otro modo. La gente inconscientemente incompetente ignora que está intentando alcanzar un objetivo inapropiado y poco realista en términos de las actitudes, habilidades, posibilidades y necesidades del receptor.



2. Incompetencia consciente


Otros, nos damos cuenta de nuestras limitaciones comunicativas. Sentimos nuestra falta de capacidad para hablar, expresarnos y escuchar. Ante esta circunstancia se esgrimen varias defensas:


  • Huir de la situación.

  • Mecanismo de racionalización; razonar "aceptablemente" esta conducta, en lugar de reconocer esta carencia.

  • Proyección: buscar fuera el error o el defecto para explicar el fallo.

  • Buscar o pedir apoyo profesional y emprender la acción para corregir esta circunstancia.


Competencia consciente


Las personas que son conscientemente competentes conocen los factores humanos que intervienen en las situaciones de comunicación, incluyendo las barreras que deben ser superadas y controladas.


Competencia inconsciente


Puede tratarse de comunicantes eficaces, pero no son capaces de explicar esta habilidad. Esta virtud es muy valiosa, pero arriesgada frente a problemas de comunicación.



Variables en el proceso y en sus elementos


Volviendo al esquema general del proceso de la comunicación y los elementos que lo componen, pueden darse multitud de variables en ambos. Cualquier tipo de comunicación puede encajar en dicho esquema. He aquí algunos ejemplos:


La comunicación física elemental que supone el llamar a un timbre para que alguien abra la puerta. Aquí la fuente o emisor es quien lleva por medio del dedo (transmisor), siendo el objetivo que le abran la puerta. La codificación del mensaje puede ser pulsar un par de veces o tres el timbre (canal), que por medio de la electricidad hace vibrar la campana (receptor), con lo que el destinatario (si está y ... quiere) abrirá la puerta: efecto cumplido expresado por la propia respuesta (feedback) que es el abrir. El ruido podría ser, por ejemplo, la radio puesta que no permite oír el timbre; o bien que el destinatario está echando una cabezadita y ni se entera de que suena, con lo que no se cumpliría el objetivo.


La comunicación entre el "farero" que emite a través del faro una señales luminosas con un código establecido para hacer llegar el mensaje de peligro al capitán del barco a través del aire, por medio de la luz y superando la niebla ("ruido").


Entre las múltiples variables que se pueden dar en los elementos de diferentes procesos de comunicación vamos a contemplar algunas como las siguientes:


Que la fuente sea múltiple o única. Ejemplos: un escrito firmado por varias personas o una obra de teatro de autor único.


Que el tipo de código puede ser muy variable: desde el morse a las señales de un faro hasta la intención de la inscripción de una camiseta pasando por el estilo de un pintor. Que el canal puede ser tan directo como el de un beso hasta la relativa complicación de una red informática.


Que el ruido puede ser tan dispar como el simple ruido de una moto que pasa y no me deja oír hasta el más sofisticado, pero no menos real, de una voz monótona o un sombrero "especial" que localiza la atención del perceptor y le distrae, produciendo un interferencia.


Que el destinatario sea una sola persona, varias o una amplia audiencia. O incluso que no llegue el mensaje al destinatario por efecto de los propios ruidos (p.ej.: una carta que se pierde) a través del canal, o por una mala descodificación del receptor (no entender el nombre del destinatario, etc.)


Que la respuesta sea el aplauso de un concierto, la bronca de un jefe, la pita de un árbitro, el abrazo de un amigo, la retroacción de lo entendido (feedback) o el silencio -ausencia de respuesta-.


Los lenguajes o medios de expresión utilizados en la codificación del mensaje pueden ser más variados de lo que a primera vista pueda parecer, ya que los seres humanos disponemos de múltiples modalidades expresivas, y varias de ellas pueden ir combinadas. He aquí los posibles lenguajes:


  • Lenguaje sonoro (verbal) – auditivo.


  • Lenguaje escrito (semiótico) – visual.

7.1.1 Lenguaje audiovisual.

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  • Lenguaje olfativo.


  • Lenguaje gustativo.


  • Lenguaje táctil (corporal de contacto).


  • Lenguaje Kinésico o gestual, mímico.


  • Lenguaje total: el contenido de todos ellos.


En lo que se refiere al lenguaje basado en la palabra, ya sea oral o escrita, hay una serie de aspectos interesantes. Cada uno de ellos son objeto de estudio profundo, dando lugar a disciplinas independientes. Nos referimos a los aspectos:


  • FILOLOGICO: origen y etimología.

  • SEMANTICO: significado y contexto.

  • LINGÜISTICO: estructura fonética.

  • GRAMATICAL: formas y expresiones correctas.

  • SINTACTICO: orden y estructura lógica.

  • ESTILISTICO: estructura estética.


Como vemos, es enorme el número de variables que puede darse en el proceso de la comunicación y en sus elementos, y aún quedarían otros muchos aspectos y detalles a mencionar.



La comunicacion interpersonal


Los lenguajes más frecuentes que se utilizan en la comunicación interpersonal son:

Verbal

Hablar - escuchar




Escrito

Escribir - leer


No verbal

Contacto


Corporal

Tocar - notar



Gestual

Gestos - percibir


Mixto


Mezcla de los anteriores



Podemos decir sin temor a equivocarnos que, muy frecuentemente, el papel que juega la comunicación no expresada en palabras (los gestos, tonos de voz y acciones corporales) suele ser más significativo y potente que las propias palabras que se pronuncian o escriben.


Pese a la simplificación que hacemos del esquema de la comunicación interpersonal, ésta no es en modo alguno un proceso sencillo, ya que intervienen igualmente múltiples variables tanto en el emisor, como en la estructura y contenido del mensaje, como el receptor, que pueden distorsionar la misma.




MENSAJE

Efecto


Objetivo





Emisor

Receptor


Canal




Respuesta - Feedback





Por otra parte, la Comunicación Interpersonal supone en sí misma disciplina de la que se ha escrito multitud de libros y tratados, y se seguirá haciendo. Se trata de uno de los temas más apasionantes de la Psicología aplicada, que puede ser enfocado desde ángulos y bajo planteamientos muy diferentes, y que se pueden concretar en diversos modelos.


Se puede decir que para que la comunicación real se produzca y el proceso se complete es preciso que se materialice el efecto, en el receptor, ligado al objetivo del emisor. Ello al menos desde el planteamiento intencional del que produce el mensaje. Más aún, que se entere el emisor de que ello ocurre.


Suponiendo que el mensaje coincidiera con la pretensión de quien lo fragua, podrían darse las siguientes situaciones:

Mensaje

NO recibido por el receptor

Mensaje

recibido, pero...


NO entendido

Mensaje

recibido y


entendido, pero...


NO asimilado

Mensaje

recibido,


entendido y


asimilado, pero...


NO reflejado en el comportamiento

Mensaje

recibido,


entendido,


asimilado y


reflejado en el comportamiento, pero...


NO se entera de ello el emisor

Mensaje

recibido,


entendido,


asimilado,


reflejado en el comportamiento


y el emisor sabe que es así.






























Comunicación completada


Un ejemplo sencillo de comunicación completada sería el siguiente: Supongamos una comunicación interpersonal en la que el emisor lanza el siguiente mensaje:


"Como vas a Galicia te aconsejo que cojas el paraguas. Además han dicho por la tele que está diluviando y que continuará mañana”:


El receptor recoge el mensaje, lo entiende, lo asimila a su esquema mental razonando, por ejemplo: "es buena idea. A Galicia conviene ir siempre con paraguas, y más si ya llueve; por tanto lo voy a coger". Lo coge, lo pone en la maleta y el emisor se da cuenta de que lo ha hecho así. Se ha conseguido el efecto pretendido por el emisor.


Frente a esto, podría ocurrir que el receptor estuviera distraído y ni escuchara el mensaje, o que no lo hubiera entendido, o que simplemente dijera para sí mismo: "¡Qué más da!. Ya llevo gabardina. Y además el agua es sana. Por otra parte, si lo dice la tele seguro que hace sol".


La consecuencia será no cogerlo. O bien que lo cogiera (efecto conseguido) pero no hacérselo saber al emisor; en este caso sería una comunicación de retorno (feedback o respuesta) hacia quien emitió el mensaje. Sería una comunicación unidireccional.



Capítulo 2


El conflicto y el crecimiento


La comunicación como fuente de conflicto


El conflicto puede sobrevenir por la distorsión, la percepción o el subconsciente.


"Yo se que tu crees que entiendes lo que piensas que dije, pero no estoy seguro de que te des cuenta de que lo que oíste no es lo que yo quise decir"


Una buena comunicación depende de nosotros, al menos en un 51%, tanto si somos emisores como receptores.


El arco de distorsión


El mensaje que envía el emisor es distinto del mensaje que recibe el receptor. Los filtros existen tanto en el origen como en el destino. Esos filtros son los causantes de la distorsión. Algunos de estos filtros podrían ser:

7.1.2 La condición física

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La curva de energía del individuo condiciona a la modalidad de esta.



El estado emocional


La condición emocional del momento en que se transmite o se recibe un mensaje afecta a este dé forma directamente proporcional. "Pantalla emocional"



La capacidad intelectual


La capacidad intelectual del individuo estimula las respuestas, el feedback y mejora la calidad de emisión del mensaje.



La experiencia pasada


De una parte la propia historia del individuo, sus actitudes para consigo mismo, para con los demás o la organización; así como las expectativas de quienes actúan como receptores, sus prejuicios, estereotipos, etc., constituyen la red de filtros que permiten que exista diversidad en el contenido y en el entendimiento de los mensajes a lo largo del diálogo:


LO QUE ENTIENDES QUE ESTAS DICIENDO

LO QUE REALMENTE ESTAS DICIENDO

LO QUE LA OTRA PERSONA OYE

LO QUE LA OTRA PERSONA DICE

LO QUE PIENSAS QUE LA OTRA PERSONA DICE.


Si se toma conciencia de estos fenómenos naturales en el proceso de comunicación es selectivamente fácil desmontar el “arco de distorsión", de lo contrario, el conflicto es continuo.


La percepción


Percepción y comunicación están estrechamente relacionadas.. Somos selectivos y tomamos del mensaje lo que se corresponde con nuestro mundo de intereses.


A veces, supone un titánico esfuerzo el prescindir por un momento de nuestra perspectiva para tratar de calar en el punto de vista del otro.



El subconsciente


Somos conscientes de una parte de "nuestra" realidad, la otra se nos escapa.


El hombre se comunica de modo consciente desde su imagen, desde ese punto entabla un diálogo con su interlocutor, pero quizás este recibe al mismo tiempo otro mensaje que proviene de su "yo" más profundo del que no tiene conciencia. Al recibir este doble mensaje, a veces contradictorio, el interlocutor, queda perplejo.


Hemos analizado tres posibles fuentes de conflicto en el proceso de comunicación, obedece a fenómenos puramente naturales; no hay en ellos bondad o maldad alguna. Lo importante es tomar conciencia de su existencia y adiestramos en técnicas que nos faciliten la superación del conflicto.



La comunicación como fuente de crecimiento


Según A. Maslow, el hombre tiende a la autorrealización, a explorar al máximo sus recursos.


Lógicamente, esto lo hará mejor cuantos más datos tenga sobre sus propias posibilidades, limitaciones a través de una comunicación eficaz podrá contar con más datos sobre estos para alcanzar así la más plena realización.


La ventana de Johari”


La hipótesis sobre "La Ventana de Johari", se debe a Joe Luft y Harris Ingham, quienes la presentan del siguiente modo:




YO


CONOZCO

NO CONOZCO

O

T

R

O

S

CONOCEN

YO-ABIERTO

YO-CIEGO














NO CONOCEN

YO-OCULTO

YO-DESCONOCIDO







YO-ABIERTO


Lo que conocemos sobre nosotros, y conoce nuestro interlocutor; es decir, los datos más externos de nuestra realidad. La comunicación normal, efectiva y productiva se da generalmente desde este estado; apenas existe compromiso personal.



YO-OCULTO


Lo que yo conozco y los demás ignoran, sobre todo mi vida emocional. No obstante, podemos comunicar efectivamente, en función de nuestra educación, carácter o experiencia. Podemos abrimos a otras personas en determinadas condiciones.



YO-CIEGO


Lo que yo no conozco, pero ellos si conocen; es el "yo" del desconcierto. Es duro admitir esta parte de nuestro "yo", pero quizá esté aquí el principió de la solución.



YO-DESCONOCIDO


Lo que ni conocen ellos ni conozco yo. El mundo de las motivaciones desconocidas, que con frecuencia constatamos a la hora de tomar decisiones fundamentales.


El "modelo cibernético" como hipótesis de trabajo nos indica el interés en explorar nuestras áreas desconocidas y conocer con realismo nuestros propios recursos. Los demás pueden damos información subjetiva sobre el "yo-ciego", y lo que parece obvio, y también alumbrarnos en el área del "yo-desconocido", se trataría de establecer en circuito de información con retorno que nos facilite datos sobre el impacto que causamos los demás, para así tomar mejor las decisiones futuras.



La escucha de la palabra hablada


El 70 % de nuestro tiempo en que permanecemos despiertos lo empleamos en comunicar. Distribuyéndose así:


  • 9 % en escribir

  • 16 % en leer

  • 30 % en hablar

  • 45 % en escuchar


A pesar de que hasta hace relativamente poco el tiempo se ocupaba exclusivamente en leer y escribir. Se hablaba y se escuchaba pero, menos lo último. Respecto a la escucha hay muchos mitos. De entre estos:


  • Escuchar es cuestión de inteligencia.

  • La capacidad de escuchar está estrechamente relacionada con la agudeza auditiva.

  • La práctica diaria hace innecesaria una formación específica para escuchar.

  • El sistema educativo, al enseñarnos a leer y escribir ya nos enseña automáticamente a escuchar.

  • Aprender a leer escribir es más importante que aprender a escuchar.

  • Cuando uno quiere escucha bien.

  • Escuchar es una función pasiva por lo que no exige habilidad ni esfuerzos especiales. El buen éxito de la comunicación depende del que habla y no del que escucha.


Peligros ocultos que pueden ocasionar una mala escucha:


  • Desinterés.

  • Distraerse con la personalidad del orador.

  • Batalla verbal, interrumpiendo al locutor para "desafiarle" en algún punto.

  • Buscar solamente los hechos, el buen oyente es el que escucha las ideas y no los hechos, ya que, al comprenderlas, las emplea para dar sentido a todo el discurso.

  • Almacenar papel; tomando voluminosas notas sobre la charla.

  • Escuchar a medias.

  • Falsa cortesía, todos lo conferenciantes tienen la obligación absoluta de hacerse oír.

  • Huir de la dificultad.

  • Vocabulario provocativo, una sola palabra puede tener poder de desconcertar al oyente.

  • Falsa seguridad. Se emplean 100 palabras por minuto; la velocidad del pensamiento es de 400 palabras por minuto.

  • La diferencia produce una falsa sensación de seguridad.

  • Esta diferencia estimula todo tipo de divagaciones mentales.



Técnicas para aprender a escuchar


Observar y evaluar


Mientras tratamos de observar las afirmaciones de la otra persona, loo que significa para nosotros, nos obligamos a escuchar.


7.1.3 Indagar y anticipar

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Tratar de adivinar mentalmente los puntos que la otra persona va a desarrollar.


7.1.4 Dominar y revisar

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Dominar mentalmente lo que una persona dice, es un método de absorber el tiempo que, de otro modo dedicaría a divagar.


7.1.5 Ordenar y especular

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En general, la gente no quiere decir todo lo que dice y no dice todo lo que quiere decir. Lo que una persona no dice puede ser más importante que lo que dice.



La escucha activa


Una cosa es oír y otra escuchar. La escucha activa permite indicar al otro que realmente estamos escuchando, es decir, que estamos REFORZANDOLE, facilitando un buen feedback.


Mirada atenta

7.1.6 Afirmaciones:

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7.1.7 ¡Hum!, ¡ajá! Ya veo, ¡Bien! Comprendo

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Reformulación – Paráfrasis


Preguntar con sus propias afirmaciones


Resumen


Acotaciones parciales al discurso


Con esto, estamos expresando que hemos entendido y sobre todo atendido y ver si es lo que se quiere decir para comprender bien el mensaje.



El circuito de información de retorno (feedback)


El feedback consiste en transmitir a la otra persona como nos afecta su conducta, e implica la relación inversa. Lo lógico es que esta información de retorno induzca a modificaciones positivas de actitudes y comportamientos y ofrezca además la oportunidad de detectar hasta que punto desvirtuamos o no los mensajes que se nos envían.


7.1.8 Algunas formas para que se produzca feedback

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  • La información de retorno ha de ser descriptiva, no evaluativa y concreta.

  • Ha de tener en cuenta las necesidades de ambos interlocutores.

  • A ser posible, ha de ser inmediata.

  • Se centra en un comportamiento susceptible de modificación.

  • Nunca se impone.

  • Debe dar oportunidad de contrastar la información de retorno con otros miembros del grupo.


7.1.9 Para estimular el feedback adecuado

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  • Decir a la gente que se desea el FEEDBACK.

  • Identificar las zonas en las que se desea FEEDBACK.

  • Dedicar un tiempo especial para la elaboración regular de sesiones de FEEDBACK.

  • Hacer uso del silencio para estimular el FEEDBACK.

  • Observar las respuestas no verbales. Hacer preguntas abiertas.

  • Recompensar el FEEDBACK.



Para recordar


Podemos mejorar nuestra comunicación, haciéndonos entender mejor y comprendiendo a los demás.


  • La comunicación es un proceso voluntario que persigue un cierto objetivo.

  • Lo más común es influir o persuadir a otros.

  • Los ruidos e interferencias son los filtros que pueden modificar el objetivo del mensaje.

  • A veces, no somos responsables del resultado final de nuestro mensaje.

  • A veces, no somos responsables del resultado final de nuestro mensaje.

  • Hay variadas formas de comenzar, todas ellas pueden conseguir el mismo fin.

  • Disponemos de medios para conocer hasta que punto nuestro mensaje se corresponde en su llegada con la atención inicial.

  • Los conflictos se generan principalmente por: el arco de distorsión, el estado emocional, las experiencias vividas, la capacidad intelectual, y la condición física. La percepción y el subconsciente.

  • La comunicación se puede entender como oportunidad de crecimiento, si lo deseamos.

  • Se puede aprender a escuchar.





Reseña



Pierre DESCOUVEMONT,

Guía de las dificultades de la vida cotidiana,

Desclée, Bilbao - 1998 - 263 págs.


El autor es un sacerdote de la diócesis de Cambrai (Francia). Ha sido profesor de filosofía de bachillerato durante más de veinticinco años, para pasar luego a consiliario de jóvenes. En la actualidad es consiliario nacional de los Equipos de Nuestra Señora de Francia.

Es asimismo el autor de Guía de las dificultades de la fe católica (Desclée de Brouwer, 1992). Ha escrito diferentes obras sobre Teresa de Lisieux.

¿Quién de nosotros no se ha sentido algún día desanimado, abrumado por ciertos aspectos de su pasado, inquieto por su futuro, exasperado por los otros, por su trabajo... o por toda su vida? ¿quién no se ha sentido obligado a constatar su orgullo, su apego al dinero, sus dificultades para vencer este o aquel defecto? ¿Quién no ha pensado alguna vez: Dios exagera, Dios no me escucha...?

El autor ha recibido en confidencia estas preguntas y estos sufrimientos en el ejercicio de su ministerio, que le ha llevado a predicar en casas de ejercicios, monasterios, comunidades nuevas, a los públicos más variados. En este marco ha ido elaborando una serie de «remedios» específicos y concretos destinados a las personas que le pedían su consejo, reflejándolos, a veces, por escrito.

Ahí tiene su origen este libro, que pretende ampliar estas «recetas espirituales» a todos aquellos cuya espalda se dobla bajo el peso de unos fardos que no saben cómo compartir. El autor, a lo largo de doce capítulos, nos acompaña a través de los «meandros» de nuestra naturaleza, de nuestra psicología herida, y nos muestra salidas, al mismo tiempo humanas y cristianas, para vencer estos problemas y percibir la luz que libera.

(Tomado de la contraportada del libro)

Este libro es muy adecuado para una lectura espiritual comunitaria y también para una lectura personal, reposada, que se vaya ejercitando en la reflexión profunda que va desgranando el autor.

Se inscribe el libro en la colección: «Cristianismo y Sociedad» y hace el número 53 de dicha colección.

Este texto, que transcribo, de las páginas finales resume el optimismo que rezuman estos pensamientos escritos con sabiduría y amor:

Debemos reemprender la lucha cada mañana con un alma de vencedor. Somos los más fuertes, pues podemos contar con todos nuestros aliados del cielo y de la tierra, y los hombros del Buen Pastor están siempre ahí, para llevar a la oveja que reconozca su debilidad y la necesidad que de Él tiene. (p. 253)



NECROLOGIO SALESIANO DE LA INSPECTORÍA DE SANTIAGO EL MAYOR-LEÓN


ENERO


PRESENTACIÓN

«Para que tengan Vida...» (Jn 10,10).


Aquí tenemos, en nuestras manos, una selección de los salesianos difuntos en nuestra historia como congregación. Es un necrologio a nuestra medida, pensado para las casas de nuestra Inspectoría. La pretensión de nuestro necrologio es perpetuar nuestra memoria agradecida por todos aquellos que nos han precedido, una memoria a nuestra medida ya que queremos que sea un necrologio de familia.


Lo mismo que los niños rebuscan entre los enseres del desván, objetos que rescaten de la memoria antiguas historias… así nosotros miramos —con curiosidad y con sentimiento— a todos aquellos que hemos conocido, de los que nos han hablado, y de los que no.


Estas páginas rezuman Vida y vidas. La Vida que nos promete Jesucristo se perpetúa en nuestros hermanos. Al mirar esta serie de nombres no somos de esos que pedimos al Señor: “Señor, permíteme primero ir y enterrar a mi padre” (Mt 8,21). Sino de los que creemos en su promesa de Vida en abundancia (cf. Jn 10,10) y dejamos “que los muertos entierren a sus muertos” (cf. Mt 8,22)


En este volumen presentamos la selección que hemos preparado de entre los salesianos difuntos fallecidos en el primer mes del año. De todos los hermanos que aquí constan, queda consignado su nombre completo, el lugar de su fallecimiento, el año y la edad de defunción. Para abreviar la presentación de nuestro trabajo hemos empleado las siguientes abreviaturas:


  • Sac.: Salesiano presbítero.

  • Coad.: Salesiano coadjutor.

  • Mons.: Salesiano obispo o arzobispo.

  • Diác.: Salesiano diácono.

  • Est.: Salesiano estudiante (clérigo o seminarista)



ENERO


1

Mons. Federico Emanuel. Murió en Génova (Italia), en 1962, a los 90 años. Fue obispo auxiliar de Sabina durante 18 años y de Castellammare di Stabia durante 15.

Coad. Andrés García García. Murió en Mohernando (Guadalajara), en 1967, a los 82 años.

Coad. Justiniano del Prado Lara. Murió en Bilbao, en 1980, a los 87 años.

Sac. Francisco Ureña Arroyo. Murió en Úbeda (Jaén), en 1986, a los 67 años.

Coad. Antonio Jordana Ramoneda. Murió en Pamplona, en 1995, a los 86 años.

Sac. Eduardo Ramos Sánchez. Murió en Mérida, en 1996, a los 86 años.


2

Est. Justiniano Espinosa Cortés. Murió en Barcelona, en 1902, a los 20 años.

Sac. Daniel Conde y Conde. Murió en Alicante, en 1949, a los 66 años.

Mons. Fortunado Chirichigno Pantolido. Murió en Lima (Perú), en 1953, a los 75 años. Fue obispo de Piura y Tumbes durante doce años.

Sac. Avelín González Patiño. Murió en Ronda (Málaga), en 1984, a los 75 años.

Sac. Teófilo Rebollo Rodríguez. Murió en el Tibidabo de Barcelona, en 1986, a los 81 años.

Sac. José Bosch Benejam. Murió en San Vicenç dels Horts, en 1997, a los 56 años.


3

Est. Gumersindo Ruiz Maso. Murió en Sarriá (Barcelona), en 1896, a los 21 años.

Sac. Mateo Juanes Alonso. Murió en Salamanca, en 1929, a los 31 años.

Sac. Ramón Peyteado Rodríguez. Murió en Valencia, en 1942, a los 70 años.

Est. José García Talamillo. Murió en Madrid, en 1948, a los 26 años.

Sac. Mariano Mallada Loriente y Est. Luis Fernández Olite. Murieron en un trágico accidente en Balaguer (Lérida), en 1969, tenían 69 y 25 años respectivamente.

Sac. Carlo Braga. Murió en la casa San Fernando en Pampanga (Filipinas), en 1971, a los 82 años. Fue durante 27 años inspector: 22 años en China y cinco en Filipinas, a donde llevó la obra salesiana.

Sac. Rafael Iñesta Pérez. Murió en Alicante, en 1999, a los 61 años.

Sac. Salvatore de Bonis. Murió en Roma, en 2002, a los 83 años. Fue durante 18 años inspector.


4

Sac. Giuseppe Bologna. Murió en Turín, en 1907, a los 60 años. Fue inspector durante nueve años.

Sac. Gabriel Martín Hernández. Murió en Valencia, en 1944, a los 44 años.

Sac. José Ruiz Olmo. Murió en Córdoba, en 1985, a los 76 años. Fue inspector durante un sexenio.

Sac. Rómulo Piñol Areste. Murió en Barcelona, en 2000, a los 87 años.


5

Est. Agustín Diéguez. Murió en Madrid, en 1928, a los 27 años de edad.

Sac. Ludwik Mroczek. Murió en Oswiecim (Polonia), en 1942, a los 37 años. Está introducida su causa de martirio.

Sac. Joaquín Cabello Alhama. Murió en Puerto Real (Cádiz), en 1969, a los 67 años.

Sac. Emilio García Cantos. Murió en Rota (Cádiz), en 1993, a los 67 años.

Sac. Salvador Penín-Pérez Seguín. Murió en Vigo, en 1998, a los 74 años. Trabajador, apóstol de la alegría, lleno de sentido de pobreza, fiel a la oración son los rasgos de este artista del cine. Toda su vida es un ejemplo de la puesta en práctica del sistema educativo de Don Bosco.


6

Mons. Julio González Ruiz. Murió en Lima (Perú), en 1986, a los 63 años. Fue obispo durante 27 años.

Sac. Miguel Puerto Barés. Murió en Córdoba, en 1987, a los 63 años.

Sac. José María Santos López. Murió en Sevilla, en 1990, a los 55 años.

Coad. Francisco Gelpí Ripoll. Murió en Campello (Alicante), en 2001, a los 76 años.


7

Est. Alfredo Martín. Murió en Vecinos (Salamanca), en 1925, a los 22 años.

Coad. Maximino Aragón Donis. Murió en Campello (Alicante), en 1949, a los 84 años.

Sac. Leandro Sáiz Asturias. Murió en Barcelona, en 1999, a los 85 años.


8

Sac. Luis Rivera Ferreiro. Murió en Mataró (Barcelona), en 1942, a los 37 años.

Sac. Ernesto Miglietti. Murió en Barcelona, en 1952, a los 75 años.

Coad. José Campo de los Reyes. Murió en Sevilla, en 1957, a los 87 años.

Sac. Miguel Salgado Corral. Murió en Vigo de pulmonía, en 1965, a los 87 años. Es su intensa vida desarrollo su misión en Cataluña, Navarra, el País Vasco o Galicia. Allá por donde pasó siempre mostró su buen humor y simpatía, aderezados por una profunda humildad que han hecho que permanezca en el corazón de muchos por estar dotado del don de consejo.

Coad. Antonio Polonio Córdoba. Murió en Antequera (Málaga), en 1978, a los 56 años.


9

Sac. Santiago García Cruz. Murió en Utrera (Sevilla), en 1962, a los 41 años.

Coad. Benito Pando Altube. Murió en Rentería (Guipúzcoa), en 1976, a los 37 años.

Sac. José María Agüero Naranjo. Murió en Barcelona, en 1998, a los 76 años.


10

Sac. Mariano Lacasa Pérez. Murió en Campello (Alicante), en 1920, a los 37 años.

Coad. Francisco Llacayo Llange. Murió en Deusto (Vizcaya), en 1944, a los 74 años.

Mons. Felice Guerra. Murió en Gaeta (Italia), en 1957, a los 91 años. Durante diez años fue arzobispo de Santiago de Cuba y durante 32 obispo titular de Verissa.

Sac. Olegario Salán Fernández. Murió en Zamora, en 1976, a los 58 años. Pudo profesar tras tener que refugiarse durante la Guerra Civil. A lo largo de su vida salesiana pasó por toda la geografía de la Inspectoría Céltica, destacando su abnegación y sacrificio como director en el Cambados de los primeros años. Tenía un carácter íntegro, resultado de la autosugestión, de la abnegación, del esfuerzo espiritual y ascético sostenido con denuedo y perseverancia durante toda su vida, con una voluntad inflexible y constante.

Mons. Michele Alagna Foderà. Murió en Marsala (Italia), en 2002, a los 89 años. Fue durante 14 años vicario apostólico de Río Negro y durante ocho años obispo de Sao Gabriel da Cachoeira.


11

Coad. José Manuel Oyarzábal Landa. Murió en Baracaldo (Vizcaya), en 1930, a los 63 años.

Sac. Michelangelo Fava. Murió en Turín, en 1966, a los 63 años. Fue inspector durante 14 años.

Coad. Antonio Pedro Martín Martín. Murió en Cabezo de Torres (Murcia), en 1981, a los 81 años.


12

Sac. Francisco Olmedo Morilla. Murió en Carmona (Sevilla), en 1981, a los 73 años.


13

Est. Vicente José Rodríguez del Río. Murió en Madrid, en 1939, a los 21 años.

Coad. Francisco Blanco Llavería. Murió en Ronda (Málaga), en 1958, a los 80 años.

Sac. Eduardo Gancedo Ibarrondo. Murió en Béjar (Salamanca), en 1994, a los 85 años.

Sac. Joaquín Vilaseca Ubach. Murió en Horta (Barcelona), también en 1994, a los 52 años.

Sac. Francisco Ghigo. Murió en San Luis (Argentina), en 1995, a los 74 años. Fue inspector durante cuatro años.

Sac. Ambrosio Díaz Rivas. Murió en Campello (Alicante), en 1998, a los 87 años. Fue inspector de Sevilla durante seis años.


14

Sac. Giovanni Ettore Camposeraneo. Murió en Santander, en 1902, a los 42 años.

Sac. Francesco Atzeni (Podda). Murió en Utrera (Sevilla), en 1932, a los 81 años.

Est. Alfonso Bouzas Pérez. Murió en su pueblo, Allariz, en 1934, a los 23 años. Por su delicada salud encontró la muerte durante el trienio. Desde su infancia destacó por ser un hombre con una profunda y rica vida interior por su confianza ilimitada en el Señor.

Sac. Rafael Noguer Bosch. Murió en Valencia, en 1934, a los 70 años.

Coad. Ramón Vidal Nus. Murió en Sarriá (Barcelona), en 1936, a los 69 años.

Coad. Gaspar Mestre Beltrán. Este artista murió en Sarriá (Barcelona), en 1962, a los 74 años.

Sac. Mariano Carrillo Arriaga. Murió en Morelia (México), en 1983, a los 75 años. Fue inspector durante doce años.

Sac. Vicente Ballester Domingo. Murió en Barcelona, en 1984, a los 82 años.


15

Sac. Giuseppe Vespigniani. Murió en Turín, en 1932, a los 78 años. Curado varias veces por mediación de Don Bosco, fue, durante 30 años, inspector en Argentina, y, durante diez años, consejero prefesional en el Capítulo Superior.

Sac. Antonio Hernández Martín. Murió en San José del Valle (Cádiz), en 1934, a los 28 años.

Sac. Oreste Trinchieri. Murió en San Francisco (Estados Unidos), en 1936, a los 51 años. Fue inspector durante ocho años.

Sac. Carmelo Diana di Paola. Murió en Cádiz, en 1938, a los 61 años.

Sac. Martín Lázaro de Aiusa. Murió en Sarriá (Barcelona), en 1941, a los 36 años.

Sac. Eligio Cinato. Murió en Cherrapunjee (India), en 1964, a los 66 años. Fue inspector durante doce años.

Coad. Ramón Soler Pérez. Murió en el Madrid, en 1968, a los 76 años.

Sac. Luis Hernández Ledesma. Murió en Sevilla, en 1972, a los 68 años.

Sac. Jesús Jiménez Sánchez. Murió en Madrid, en 2001, a los 70 años.


16

Est. Salvador Peris Muñoz. Murió en Campello (Alicante), en 1909, a los 25 años.

Sac. Eusebio Echalecu Hermosilla. Murió en Valencia, en 1925, a los 63 años.

Mons. Jean Baptiste Couturon. Murió en Ressins (Francia), en 1963, a los 82 años. Fue administrador apostólico de Registro Araguaya durante diez años.

Coad. Adolfo Fores Tomás. Murió en Valencia, en 1971, a los 25 años.

Sac. Emiliano Serrano García. Murió en Salamanca, en 1981, a los 71 años.

Sac. Juan Marín del Amor. Murió en Alcoy (Alicante), en 1985, a los 74 años.

Sac. Féliz Azpeleta Prieto. Murió en Madrid, en 1987, a los 80 años.


17

Sac. Angelo Savio. Murió en Guaranda (Ecuador), en 1893, a los 58 años. Fue, durante tres años, el primer ecónomo general.

Sac. Secundino Bárcena Fernández. Murió en Alicante, en 1922, a los 34 años.

Sac. Giovanni Battista Francesia. Murió en Turín, en 1930, a los 92 años. Fue inspector durante 24 años.

Coad. Antonio Fernández Bravo. Murió en Santander, en 1945, a los 24 años.

Sac. Ignac Stuchly. Murió en Lukov (Checoslovaquia), en 1953, a los 84 años. Fue inspector durante 14 años. Está introducida su causa de canonización.

Sac. Kazimieras Patalavicius. Murió en Madrid, 1983, a los 71 años.


18

Sac. Tomás Serra Mías. Murió en Béjar (Salamanca), en 1901, a los 58 años.

Sac. Antonio Alessi (Perin). Murió en Bombay (India), en 1995, a los 89 años. Fue inspector durante 14 años.


19

Diác. Abel Germonprez. Murió en Gerona, en 1906, a los 27 años.

Sac. Alicio Amador Elvira Primero. Murió en Barcelona, en 2001, a los 68 años.


20

Sac. Juan José Suárez Duque. Murió en Mendoza (Álava), en 1963, a los 58 años.

Sac. Maximiliano Francoy Palacín. Natural de Huesca, fue el primer director de Arévalo. Después fue director del teologado de Carabanchel e inspector de la Céltica. Murió en Madrid, en 1974, a los 70 años.


21

Sac. Gluigi Rocca (Banfi). Murió en Turín, en 1909, a los 56 años. Fue ecónomo general durante 13 años.

Est. Antonio Velasco Castro y est. Andrés Aparicio Cerro. Murieron en el frente de Teruel, en 1938, con 27 y 24 años respectivamente. Andrés Aparicio era de nuestra inspectoría, y se sintió mucho su repentino fallecimiento.

Sac. Ignacio Vallet Goytisolo. Murió en Barcelona, en 1959, a los 40 años.

Sac. Pedro Rodríguez Corral. Murió en Vigo, en 1989, a los 88 años. Hombre entero y de buena fibra, agudo y de fino humor; servidor incansable y leal de la Congregación; apóstol del Maria Auxiliadora a quien dejó en cada lugar como el mejor recuerdo de su paso por donde trabajó; padre bueno en el confesonario y clarividente director de almas. Esto fue lo que hizo en su larga vida, de ochenta y ­siete años...

Coad. Jesús Cobo Sanz. Murió en Santander, en 1997, a los 76 años.

Coad. Gumersindo Rodríguez García. Murió en Vigo, en 2001, a los 89 años. Con su intensa vida ha dejado un modelo de cómo se puede amar a Dios y trabajar intensamente por los jóvenes, durante muchos años, sin un lamento, sin un mal gesto, sabiendo y valorando que trabaja por un buen Amo.



22

Sac. Rafael López González. Murió en Ronda (Málaga), en 1985, a los 70 años.

Coad. Lorenzo Verdaguer Moret. Murió en Barcelona-Martí Codolar, en 1986, a los 85 años.

Sac. Casimiro García Usún. Murió en Logroño, en 1999, a los 69 años.


23

Sac. Louis Laudet. Murió en Sevilla, en 1920, a los 41 años.

Sac. Francisco Casado Aguilar. Murió en Ronda (Málaga), en 1956, a los 80 años.

Sac. Hyppolite Faure. Murió en Marsella (Francia), en 1961, a los 83 años. Fue inspector durante doce años.

Sac. Eduardo Villar Reina. Murió en Las Palmas, en 1963, a los 60 años.

Sac. José Camps Fernández. Murió en Córdoba, en 1964, a los 84 años.

Sac. Adolfo Puerto Barés. Murió en Málaga, en 1980, a los 65 años.

Coad. Joaquín Garrués Goñi. Murió en Pamplona, en 1988, a los 93 años.

Coad Abaslón Cuevas Guerra. Murió en Albacete, en 1989, a los 84 años.

Sac. Luis Rojo Olea. Murió en Baracaldo (Vizcaya), en 2000, a los 62 años.

Sac. Juan Edmundo Vecchi. Murió en Roma, en 2002, a los 71 años. Fue, durante doce años, miembro del consejo general, durante seis años, vicario del Rector Mayor y, durante seis, Rector Mayor de la Congregación.


24

Sac. Félix Prioli. Murió en Córdoba, en 1926, a los 25 años.

Sac. Michele Casari. Murió en Córdoba, en 1927, a los 62 años.

Sac. Antonio Álvarez Fraga. Murió en Orense, en 1936, a los 62 años. «Un sacerdote benemérito, un sacerdote ejemplar y celoso», decían quienes le conocían bien; tal fue su profundidad de vida religiosa y sacerdotal y la carga de amor que distribuyó en su vida apostólica, plural y dinámica, cuyo objetivo único, el gozo y el tormento de evangelizar, fue la salvación de las almas.

Est. José Ramos Marcos. Murió en Madrid, en 1950, a los 25 años.

Coad. Antonio Camacho Ayants. Murió en Sevilla, en 1978, a los 84 años.


25

Sac. Alessandro Luchelli. Murió en Turín, en 1938, a los 74 años. Fue inspector durante once años.

Sac. René-Marie Picron. Murió en Butare (Ruanda), en 1991, a los 85 años. Fue inspector durante siete años.


26

Coad. Lajos Szennik. Murió en Madrid, en 1972, a los 89 años.

Sac. Antonio Úbeda Gracía. Murió en Barcelona, en 1992, a los 74 años.


27

Sac. Jaime Montaner Castells. Murió en Pamplona, en 1944, a los 73 años.

Mons. Sebhat-Laab Worku. Murió en Dais Abeba (Etiopía), en 1991, a los 72 años. Fue durante 13 años arzobispo de Adigrad.


28

Sac. Leandro Urra Mez-Quiriz. Murió en Madrid, en 1903, a los 26 años.

Sac. Francisco Morales Valero. Murió en Málaga, en 1910, a los 28 años.

Sac. Federico Pareja Mesa. Murió en Ciudadela (Baleares), en 1933, a los 80 años.

Coad. Andrés Rafael Paricio Sanz. Murió en Huesca, en 1939, a los 70 años.

Coad. Modesto Domínguez Castellano. Murió en Sevilla, en 1970, a los 91 años.

Sac. Raimundo Gironés Suñçe. Murió en Barcelona, en 1974, a los 76 años.

Sac. José Gutiérrez Rodríguez. Murió en Barcelona, en 1996, a los 83 años.


29

Sac. Clemente Guede Gavilanes. Murió en Puerto Real (Cádiz), en 1957, a los 69 años.

Coad. Francisco Sanz Casado. Murió en Mataró (Barcelona), en 1969, a los 45 años.

Sac. Georg Nitsch. Murió en Oberthalheim (Austria), en 1973, a los 73 años. Fue inspector durante doce años.

Sac. Tomás Baraut Obiols. Murió en Barcelona, en 1987, a los 85 años. Fue inspector durante once años.

Coad. Tomás Aranda Mohedano. Murió en Sevilla, en 1999, a los 89 años.


30

Coad. Antonio Anglada Juanneda. Murió en Barcelona, en 1983, a los 77 años.

Sac. Marie-Ange Berichel. Murió en Saint-Brieuc (Francia), en 1985, a los 79 años. Fue inspector durante doce años.


31

Est. Germán Ledo Guede. Murió en Barcelona, en 1924, a los 28 años.

Sac. Bartolomeo Fascie. Murió en Turín, en 1937, a los 76 años. Fue inspector durante once años y consejero escolástico general durante 16 años.

Sac. Luigi Besnate. Murió en Treviglio (Italia), en 1947, a los 67 años. Fue inspector durante un sexenio.

Sac. Jesús Morales Morales. Murió en Sevilla, en 1987, a los 73 años.

Sac. Stefano Dell’Angela. Murió en Tokio (Japón), en 1999, a los 79 años. Fue inspector durante seis años.

*Sac. Eloy Rey Vidal. Murió en La Coruña, en 2003, a los años. Natural de Maceda (Ourense), fue director de varias casas de la Inspectoría. De 1997 a 2001 fue el querido párroco de Santa Cruz de Castrelo-Cambados. Destacó siempre por su bondad, su sencillez y su delicadeza de trato. Rasgos profundamente humanos pero en ellos se veía la huella de Dios y la existencia de una fe fuerte y profunda.




V CONGRESO “CATÓLICOS Y VIDA PÚBLICA”

¿QUÉ CULTURA?

Bajo el patrocinio de la Fundación Universitaria San Pablo-CEU, se celebró en Madrid, del 14 al 16 de noviembre de 2003, el Vº Congreso “Católicos y Vida Pública”


  1. EL POR QUÉ DE ESTOS CONGRESOS.


Estos Congresos, que asume directamente la Asociación Católica Nacional de Propagandista (ACNP), fundada por el Cardenal Herrera Oria, responden a lo que el mismo título indica: la acción de los Católicos en la Vida Pública, en la que los católicos de los más diversos carismas abordan los problemas de la vida pública. En estos Congresos se pretende potenciar el diálogo interno del catolicismo y concienciar a los católicos de la importancia del papel que juegan o pueden jugar en el seno de la sociedad española. Se da así una respuesta a lo que la Iglesia viene pidiendo a los católicos: que su fe se manifieste públicamente y se comprometan a presentar y vivir, a cara descubierta, el mensaje de Jesús en la vida de cada día e iluminar las realidades públicas a la luz de las enseñanzas del Evangelio y de la Iglesia.


La ACNP, a cuyos componentes se les conoce popularmente como los “propagandistas”, quiere hacer ver que la fe de los católicos, si es auténtica, se hace vida, por lo que resulta imposible dejarla en casa al cerrar la puerta, como muchos pretenden. Este Foro de “Católicos y Vida Pública” trabaja para que vaya calando la idea de que la fe nos obliga a actuar coherentemente en nuestras actividades diarias para construir ‘la ciudad de Dios’ que no es otra que la ciudad de los hombres.


Juan Pablo II, en las Christifideles Laici, dice: “Las nuevas situaciones…reclaman hoy con fuerza muy particular la acción de los fieles seglares. Si el no comprometerse ha sido siempre algo inaceptable, el tiempo presente lo hace aún más culpable. A nadie le es lícito permanecer ocioso” y no responder a la llamada de ir a trabajar a la viña.


Estos Congresos llaman a las conciencias para hacer ver que los católicos se tienen que mojar, que tienen que luchar por las causas que nos importan, por los derechos más puros y esenciales: el derecho a la vida, el derecho de los padres de educar a los hijos en su fe, el derecho de libertad de opinión y expresión, el derecho a la libertad de asociación, el derecho a existir. Son una llamada a la madurez dentro de la vida de la Iglesia a la que cada uno aporta su originalidad, carisma y realidad, pero todos unidos en comunión con el cuerpo de Cristo. Representan un esfuerzo para aunar fuerzas y caminar unidos.


Católicos y Vida Pública”, foro nacido en 1999, dentro de la ACNP, a impulsos de un conjuntado y animoso equipo presidido por Alfonso Coronel de Palma, se pensó para ayudar a superar el dualismo del hombre actual, la esquizofrenia en la que vivimos, que nos exige dividir nuestro ser, nuestro existencia, en compartimentos estancos. Como en el otro gran debate de Fe - Razón que la Iglesia propone como Fe y Razón, aquí, en contra de la separación de católicos por un lado y vida pública por otro, se propone Católicos y Vida Pública.


Como allí se escuchó, los males que aquejan a la sociedad y nos irritan, no vienen en su mayor parte de fuera, de los que quieren convertir nuestra sociedad en pagana, nihilista, laicista, hedonista, relativista, escéptica e individualista, sino que vienen en gran medida de dentro de la Iglesia, en la medida que los católicos critican, se lamentan y denostan la situación, mientras guardan su fe en un pañuelo y no la hacen fructificar según sus capacidades; una fe así entendida es una fe muerta y son los católicos lo que con su cobardía ayudan al entierro del mensaje de Jesús, a apagar la luz y colaborar en la obscuridad y en la muerte de Dios.


Estos Congresos son una bocanada de aire fresco, de ilusión y esperanza; los que los organizan y comulgan en la práctica con sus objetivos, se convierten en luz del mundo y sal de la tierra. Con toda naturalidad, los directivos terminan sus intervenciones con una oración e invocando la compañía fuerte y fiel de María, y manifiestan que pidieron hacía meses a las monjas de clausura que oraran por esta intención. El hecho mismo de ofrecer cada día la Eucaristía a los a los asistentes al Congreso fue una expresión patente de mostrar una conexión natural entre un acto de la vida pública, como es un Congreso, con este elemento vital de nuestra fe.


  1. EL V CONGRESO


  1. ¿Qué cultura?


Este Congreso ha venido precedido por otros que han puesto de manifiesto la línea de este Foro de Católicos y Vida Pública. Los contenidos han sido los siguientes. En 1999: Los católicos y la política. En 2000: Educar para una nueva sociedad. En 2001: Los retos y la sociedad de la información. En 2002: Desafíos globales: La Doctrina Social de la Iglesia, hoy. El V Congreso quiso afrontar un tema de siempre pero hoy más vivo: el de la Cultura, pero intencionadamente enunciado como ¿Qué Cultura?.


Durante tres días, 14, 15 y la mañana del 16, de debatió el amplio y apasionante tema de “cultura”, tan amplio que son muchas las definiciones que de la misma dan filósofos, sociólogos, antropólogos y filólogos; todos tratan de ‘atrapar’ este concepto que tanta influencia tiene en los individuos y las sociedades. Éstas, y nosotros en ellas, están inmersas en unas pautas de comportamiento que condicionan, en buena medida su forma de creer, de pensar y, por tanto, de vivir. La selección de este tema, además de interesante, ha sido muy oportuno en un momento en que los marcos de referencia que componen una cultura cambian o desaparecen por momentos y dejan desnortadas a muchas personas y colectivos. Sucede esto además en tiempos de globalización en que es posible, gracias a fuerzas y medios poderosos, imponer una única cultura, un pensamiento único. Los marcos de referencia son tan movedizos que apenas queda tiempo para asimilar lo nuevo, bien sea para aceptarlo o para rechazarlo. Se vuelve urgente afrontar el problema ante el volumen de conceptos e ideas, con el mayor respeto a la manera de ser y pensar de los demás, pero también, y esto es lo que ha perseguido este Foro, con decisión y claridad para promulgar la cultura de la fe, la cultura cristiana que tanta importancia y transcendencia ha tenido en Europa y que más de uno se empeña en infravalorarla o ignorarla. Nos encontramos ante un espíritu significativamente prosaico, racionalista y materialista del Occidente actual que más afecta de lleno, y esta situación exige respuestas prontas y adecuadas; postura ésta que responde a la llamada de Juan Pablo II cuando recuerda a Europa que no olvide sus raíces.


Este V Congreso ha pretendido encender una antorcha que ilumine lo que se debe tener en cuenta a la hora de hablar de cultura: qué valores transmitimos los católicos desde nuestra conducta personal, familiar o desde el grupo en que nos encontramos metidos. ¿Puede un católico quedar impasible y con los brazos cruzados ante la cultura del becerro de oro, de los cuerpos tiranizados, del usar y tirar, del hedonismo, de la sexualidad por sí misma, de la violencia, de la nada, de la cultura de la muerte?


Ya no es solo que el mundo cambie o se apunte a la cultura de la moda, a la imperante impuesta por intereses económicos, sociales, filosóficos o incluso religiosos, como el difuso movimiento de la New Age. Hay algo más; a la sociedad la van recubriendo de una capa sobre la que resbalan las ideas y los pensamientos profundos, el vestigio, el ruido y la velocidad, el ‘todo pasa’ y fluye sin sentido, es decir , lo pasajero, que es el mejor caldo de cultivo para vivir envuelto en las aguas de la frivolidad y superficialidad.


Lo estable y permanente, aun aceptando las variaciones que se quieran sin cambiar el fondo y las estructuras, son como viajeros que no encuentran alojamiento. Brota así la cultura del ‘todo vale’, de hacer una cosa o la contraria. Conceptos que han dado solidez a la sociedad, como amor, entrega, gratuidad, acogida, fidelidad, dignidad, justicia y paz, se vuelven palabras vacías de contenido o utilizadas con fines egoístas. En esta situación caótica y desmesurada se impone la reflexión.


Los organizadores de este V Congreso han pretendido remansar estas ideas de modo que sepamos escoger los valores en lo que tienen de permanente con el fin de que encuentren cobijo, alojamiento en los espíritus y luego queden reflejados en comportamientos éticos y morales. Respondiendo a la filosofía que subyace en este Foro de Católicos y Vida Pública, el Congreso ha querido gritar que no podemos cruzarnos de brazos ante quienes nos quieren marcar unas determinadas pautas de conducta, de cultura, que, frecuentemente, lesionan la dignidad de la persona. Muy al contrario, los católicos que siguen el camino, la verdad y la vida de Jesús, tienen capacidad para analizar la realidad tal cual es y, desde nuestros principios, modificarla desde el rol que le toque desempeñar en la vida. No basta decir ‘soy católico’; es preciso traducir en la vida pública los principios que conforman nuestra fe. Sólo así se dejarían de oir lamentaciones que reflejan cobardía y enervan nuestras energías, a fin de que no tengamos que oir una vez más que los hijos de las tinieblas son más listos que los hijos de la luz.


  1. Algunos datos


A estos planteamientos respondieron las 5 Ponencias, las 15 Mesas Redondas animadas por 62 personas, y las 131 Comunicaciones presentadas resumidas por otros tantos comunicantes. Todas estas aportaciones quedarán recogidas, como en los Congresos anteriores, la publicación de las Actas que reflejarán en su integridad todas las intervenciones.


Participaron en el Congreso 1.350 personas, según recogí personalmente de boca de la Coordinadora General, Carla Díez de Rivera; algunos medios reflejaron un número bastante menor. A estos habría que añadir los 8.077 internautas que participaron on-line via ya que el Congreso fue transmitido por internet y fueron muchos los que, desde diversas partes del mundo, intervinieron con preguntas dirigidas a los ponentes y a los que se les daba preferencia. El día 15 se registraron unas 5.000 entradas.


Dado el gran número de participantes, que va en aumento cada año, se dispuso, además del Aula Magna, del Salón de Grados y otra gran aula, en donde, además de celebrarse Mesas redondas y exponerse las Comunicaciones, se podía seguir las intervenciones de los cinco ponentes, a través de un circuito cerrado de televisión.


Como novedad, este año se preparó un ‘congreso’ para niños, con el objeto de que sus padres pudieran participar tranquilamente en el Congreso y acercar a estos niños a algo que podría ser como simiente para el futuro. Se disponía de un local apto para 100 niños de 2 a 7 años. A su disposición había construcciones y mecanos, manualidades, puzzles, caminadores, balancines y arrastres. También había espectáculo de animación infantil: los más pequeños podían participar en un mini congreso cultural asistiendo a un espectáculo de guiñol, payasos y teatro. Para niños de 8 a 12 años se organizó un concurso de pintura rápida, taller de teatro, así como acividades deportivas. Tanto para unos como para otros había los correspondientes monitores y azafatas para desarrollar las actividades y atender a cualquier necesidad. Fue un acierto, un éxito.


Con el fin de evitar la dispersión, aprovechar mejor las horas y facilitar la convivencia, los congresistas podíamos realizar los almuerzos bajo una gran carpa instalada en los campos de deportes de la Universidad San Pablo-CEU, donde se celebraba el Congreso. Además del almuerzo iban incluido en el importe de la inscripción, los cafés de los descansos, la cena informal del 15 para los que asistieron a la proyección de la película “Our God’s brother” (Hermano de nuestro Dios), del Director Krzysztof Zanussi, cuyos diálogos están escritos por Karol Wojtyla, y la copa de la despedida. El servicio de azafatas y voluntarios fue muy correcto y eficaz. Se contaba además con servicio médico. Para escuchar las intervenciones en italiano, francés, inglés y polaco, se dispuso de un aparato de traducción simultánea que se recogía dejando en depósito el carnet del D.N.I.


El Comité organizador del Congreso lo componían 227 personas, muchas de ellas muy conocidas en el mundo de la política y de las distintas ramas del saber. El Comité ejecutivo estaba compuesto por 18 personas, por cierto, sólo una mujer, además de la ya citada Coordinadora General, Carla Díez de Rivera, cuya actuación fue muy alabada..



  1. LOS CONTENIDOS DEL CONGRESO


La reflexión y debate sobre “¿Qué cultura?” se propuso a través de Ponencias, Mesas Redondas y Comunicaciones. Las Ponencias, que centraban lo fundamental del Congreso, fueron cinco; el 14 y 15, dos cada día y el 16, una; fueron presididas y presentadas por personalidades públicas de reconocido prestigio. Las Mesas Redondas fueron 15: tres por la mañana y otras tres por la tarde los dos primeros días, y otras tres en la mañana de 16, correspondientes a los tres lugares de reunión. Eran presentadas y moderadas por algún intelectual, político, del mundo de las artes o de la Administración; en ellas solían intervenir otras tres personas (en algún caso dos o cuatro) que presentaban el tema desde su particular especialidad. A continuación de las intervenciones y debate sobre los temas de cada Mesa Redonda, seguía la lectura resumida de las Comunicaciones que regulaba la personas que había presidido la Mesa Redonda El resumen de todo este rico y denso material se ciñe a las cinco Ponencias, a las que asistían todos los congresistas, y a las cinco Mesas Redondas y correspondientes Comunicaciones que uno podía escoger. Del resto se citarán los temas, moderadores y relatores.


Antes de iniciarse la exposición de la primera ponencia, intervino el Nuncio de Su Santidad en España, Mons. Manuel Monteiro de Castro quien, en un cuarto de hora y con muy precisos conceptos y medidas palabras, reflexionó sobre tres puntos: Cultura y Civilización; Diaconía de la Verdad y la Belleza; y el Evangelio en la cultura de Europa. Destacó la ambivalencia de los términos de cultura y civilización, que no deben confundirse, de culturas y contraculturas y pseudoculturas y cómo una cultura influye en la configuración de una civilización. Afirmó que la Iglesia ha sido siempre promotora de la verdadera cultura, al servicio de la persona y en la búsqueda-diaconía de la verdad y la belleza como elementos vitales de la cultura. Terminó recalcando que en esta Europa se puede vivir la cultura del Evangelio, que se encuentra en las raíces cristianas que han configurado esta realidad llamada Europa y en la cual España ha tenido tanto que ver.


Seguidamente presentó el Congreso D. Alfonso Coronel de Palma y Martínez-Agulló, Presidente de la ACNP y de la Fundación Universitaria San Pablo-CEU. Recordó lo que había dicho Pablo VI: el gran drama del siglo XX es la separación entre cultura y fe, así como el tesón de Juan Pablo II en hacer ver que una fe que no se hace cultura es débil e insignificativa. “Si Dios no existe, todo vale”; si no tenemos y mostramos nuestra fe no vivificaremos nuestra sociedad y seremos culpables de esa situación. Reconoció que la sociedad mediática cierra el paso a una visión cristiana de la vida y que para ello es preciso manifestarse coherentes con la propia fe, algo que este Foro quiere manifestar y animar. “La falta de presencia de los católicos en el mundo de la cultura se debe, en buena medida, a la debilidad de la fe y en que las industrias culturales se encargan de que las manifestaciones de la cultura cristiana no salgan en la foto”


  1. Ponencias


La primera ponencia corrió a cargo de Andrea Riccardi, Catedrático de Historia de la Universidad de Roma y fundador de la Comunidad de San Egidio; ha sido también mediador pontificio en los últimos conflictos internacionales. Presidió la mesa y presentó al ponente, D. Leopoldo Calvo-Sotelo Bustelo, Ex-Presidente del Gobierno. Entre sus pensamientos cabría destacar estos: Hay una cultura de la que se quieren apropiar los agnósticos; por eso, y para hacer frente a esa situación, hay que ahondar en la fe pues sería negligente quien no se preocupara de entender lo que se cree; es cierto que no vemos las cosas con seguridad pero la inseguridad debe ser un estímulo para la búsqueda y afirmación de nuestra fe y salir de la privacidad a la que se acogen no pocos católicos.


La Ponencia de Riccardi llevaba por título “Los nuevos mártires del siglo XX”. Su intervención, brillante y conmovedora, se hacía eco del punto 13 de la Exhortación Apostólica de Juan Pablo II, “La Iglesia en Europa”: ‘Los mártires y los testigos de la fe’, en la que el Papa presenta a los mártires como signos de esperanza pues “el martirio es la encarnación suprema del Evangelio de la esperanza”, uno de los elementos que configuran la cultura cristiana: la gratuidad con que los cristianos sirven a los demás y aceptan ser perseguidos e inmolados por confesar la fe en Cristo y manifestarla como especial testimonio para los demás, dando así razón de su esperanza..


Afirmó que no se podía entender Europa sin la profecía del martirio, en especial en el s. XX: ‘un siglo negro, de sombras cargadas de violencias’. Riccardi hizo un recorrido histórico que respiraba un doloroso orgullo. Delante de nuestros ojos aparecía el holocausto judío, el bombardeo de Hiroshima, las matanzas de la Rusia comunista y de las naciones por ella sojuzgada sin olvidar el martirio español. Con energía afirmó que “el martirio cristiano del siglo XX ha sido un tema no abordado del que hemos tomado conciencia tarde”; según él no se puede hablar de una cultura cristiana prescindiendo de la vida de los pueblos martirizados; es la hora de reivindicar en la historia un lugar donde se haga memoria de tantas personas desconocidas que han vivido radicalmente el Evangelio hasta entregar su vida por los demás. Hizo una relación detallada de tantos casos en diversas partes del mundo que provocaba el estremecimiento. La historia martirial de los primeros cristianos se ha visto reflejada por otros cristianos en estos tiempos. Por eso afirmó: “Hay que abrir el testamento de los mártires; sus voces aún no se han oído”; los mártires han escrito una “historia de la caridad” dando la vida por los que les rodeaban y implorando perdón de sus asesinos. Han sido mártires no sólo católicos, también evangélicos, ortodoxos y anglicanos; esto ha reflejado la comunión en el sufrimiento”. Como escribe Juan Pablo II en la mencionada Exhortación, los mártires, al pertenecer a diversas confesiones “brillan como signo de esperanza para el camino ecuménico”. Los mártires, precisó, no son héroes o suicidas, sino personas humildes que se han mantenido fuertes en la debilidad, teniendo miedo pero sin renunciar a su fe. Las palabras de Riccardi daban una respuesta fáctica a las dudas y temores de muchos católicos que ocultan vergonzosamente su fe y a los que sólo se les pide un comportamiento coherente en la vida pública sin tener que llegar a situaciones extremas de derramar su sangre. Sencillamente: el martirio es una manera de entender la cultura cristiana.

La segunda ponencia fue desarrollada por el sacerdote Michael Schooyans, Catedrático de la Universidad de Lovaina y buen conocedor de una amplia documentación sobre la ONU y sus Organismos. Presidió la mesa y presentó al ponente José Mª Gil-Robles y Gil-Delgado, Presidente en la Delegación de la Comisión Parlamentaria Mista EU-Bulgaria. Después de destacar que el tema de Schooyans era de mucha actualidad, entre otras afirmaciones hizo la siguiente: “La misión de la Iglesia no es tanto mantener la unidad, que sí es importante, sino más bien la de evangelizar”; el fondo de la ponencia iba a tener muy presente esta afirmación.


El título de la ponencia de Schoogans llevaba por título: “Cultura y globalización”. La conexión de ambos términos es evidente; basta pensar cómo tantos elementos de una cultura se hacen presentes rápidamente en todos los países gracias a los medios de comunicación de tal modo que se puede llegar a una cultura global en la que se incluyan elementos identificativos de las variadas culturas. La exposición fue clara y concisa, como corresponde al estilo cartesiano de un intelectual francés. Se detiene en presentar los elementos que, según él, configuran una cultura; destaca el tradicional factor socializador cultural de la familia, que es seminario de la ‘res publica’, cuna del derecho, célula de la organización, agrupación y de la asociación. Estos elementos son captados por el niño por ósmosis lo que le facilitará cumplir el principio de que cada uno está llamado a ser autor de cultura, de tal manera que la cultura se convierte en la traducción de la intersubjetividad; por eso, los atentados contra la familia revisten una especial gravedad porque se convierten en atentados contra la sociedad, elemento cohesionador de los grupos humanos. La cultura amalgama las variedades sociales, entre ellas las religiosas; de ahí que, en nuestra cultura europea y en las que ésta ha influido, estén teñidas de cristianismo. Por ello el Estado debe ayudar, en su papel subsidiario, a la vida de las asociaciones y a no prescindir de ellas o aplastarlas, lo que llevaría al estatalismo o a la anarquía, realidades que, por desgracia, son fáciles de constatar.


En esta clave adquiere especial relieve el fenómeno de la globalización-mundialización, antes conocido como cosmopolitismo, proyecto imperial, pax romana…; es imparable debido a los adelantos tecnológicos y con valores ambivalentes. En el mundo actual se percibe una mayor cooperación pero esto no puede hacerse a cualquier precio so pena de alienar a las personas. Se camina a una sociedad civil mundial, pero debe hacerse sobre la base de valores supremos reconocidos por todos. Para ello es el hombre el que debe cambiar y ser cambiado. Teniendo presente este criterio antropocentrista, Schooyans hizo un alegato muy duro contra la ONU y la UE, ésta a impulsos e imitación de aquélla, ya que están imponiendo una cultura de muerte. Se parte de que el hombre es un depredador que hay que controlarlo ‘fabricarlo’, clonarlo, según criterio técnicos, con la consecuencia de la desaparición de la familia que es la base de la transmisión de la cultura. La ONU y muchas ONGs representan un monismo panteista; el hombre no es una persona abierta a valores como el de la reciprocidad; necesitan una policía de las almas que está representada en los diversos organismos de la ONU. En este sentido el ponente afirmó que nos encontramos en presencia de una sovietización de la cultura, un refrito del universalismo marxista; subyace el sistema internacional político según el pensamiento de Kelsen. Entre 1945 y 1948 se construye una ONU sobre verdades y valores morales que tienen como centro la supremacía del hombre; esa orientación se ha diluido y acabado; ahora priman los valores comerciales que son negociables; se hacen pactos y convenciones para imponerse la homosexualidad, el aborto, el infanticidio, las parejas de hecho, etc. que van adquiriendo fuerza de ley facilitado todo ello por el fenómeno de la globalización. Nace así lo que se ha dado en llamar el “Nuevo Orden Internacional”; otros valores, como los religiosos, quedan reducidos a la esfera privada. Se constata que la UE repite el modelo de la ONU; de hecho, y es tema actual, los proyectos de la UE excluyen toda referencia cristiana; no es de extrañar que Juan Pablo II, sensible al hombre, que es “la gloria de Dios”, alce su voz frente a esta deriva cultural impuesta por fuerzas poderosas.


La globalización, tal como se está poniendo en práctica, postula una revisión cultural para la que están trabajando la ONU y la UE; es algo peor, según Schooyans, que la ‘revolución cultural’ de Mao; el proyecto se encamina a una sola cultura unidimensional: el iluminismo ateo y masónico. No se puede hacer del pasado tabla rasa, descartar la historia; pasar del obscurantismo a una ideología iluminista; sólo hay cultura donde hay memoria histórica e intercambios; no hay cultura sin la igual dignidad de todos los hombres: todos deben poder participar en la instrucción, educación y cultura; de lo contrario se globaliza la pobreza y una sociedad que no comparte, cuando lo que procede es, según Juan Pablo II, globalizar la solidaridad.


Recordó el ponente que un nóbel en 1992 midió económicamente el papel de la familia en el capital humano y cultural, y en concreto el papel de la madre que contribuye en más del 30% en el PIB mundial. Una vez más recalcó que el ataque a la familia conduce al totalitarismo y qe en esa situación, el papel especial de la religión en la globalización de la cultura, no encuentra su espacio. Una globalización así entendida está basada en la arena y conduce al despotismo que cada vez se vislumbra con más claridad.


Concluyó Schoogans afirmando que la Iglesia defiende los valores humanos proclamados y grandes y conocidos documentos, en los que se reconoce a los hombres como personas hechas a imagen de Dios, que es el corazón de una globalización como debe ser. Puso a la Madre Teresa de Calculta como signo de la Buena Noticia, de la esperanza cristiana y pidió a todos que se movilizasen como ella y como el Papa para promover, frente a una cultura de la muerte, una cultura de la vida.


Terminada su exposición, clara y apasionada, contestó a varias preguntas sobre qué se podía hacer. Fue conciso: que los Obispos repitan la voz del Papa, pues hay Obispos que la silencian; no deben ser tanto las Conferencias Episcopales, que no recibieron la imposición de manos, sino los Obispos. Pidió que se escribiera masivamente a Diputados y Senadores, pues suelen ser sensibles a este procedimiento, y mandar esas cartas a los periódicos. Sugirió crear grupos de presión y puso como ejemplo el de 40 católicos norteamericanos que, con dedicación completa, se dedicaron a defender la escuela privada en aquel Estado y lo consiguieron. Eso es una manera de ser católicos en la vida pública. Concluyó que, además de trabajar en esa línea, se rece al Señor, “como dicen ustedes: a Dios rogando y con el mazo dando”


La tercera ponencia corrió a cargo de Kiko Argüello, iniciador del Camino Neocatecumenal. Artista (pintor, compositor).Presidió y presentó al ponente Gerardo Rocha, Presiente de la Universidad Santo Tomás de Chile y Presidente Fundador de IC-USTA.


El tema desarrollado por Kiko Argüello, escogido por él, fue “La belleza que salva al mundo”, título de entrada algo desconcertante, repitiendo a Dostoievski: ‘la belleza salvará al mundo’ pero que luego encajaba con el tema del Congreso: la cultura de la belleza, de lo unificado y de la bondad, cuyo ideal más genuino es Cristo, que salva, haciéndose eco de la expresión de Pablo VI, “Sin belleza no hay salvación”; una belleza que alguien ha descrito como la escritura de Dios. Su presencia en el Aula hizo que seguramente fuera el día de más asistentes, algunos expresamente venidos para esta ocasión y que congregó a un numeroso grupo de periodistas y fotógrafos. Manifestó de entrada que no era conferenciante, -era la primera conferencia pública en nuestro país-, sino un predicador, afirmación que se hizo evidente a lo largo de su intervención, que no fue ni lineal ni estructurada, por lo que, al final, el oyente tenía que hacer un esfuerzo para sintetizar su pensamiento. No habría preguntas al final ni coloquio. Su exposición puede calificarse como la historia de un crescendo. Bastaría imaginarse el nacimiento de un río, un hilo de agua, débil, que va dando sus primeros pasos; después, un arroyo cantarín que va descubriendo un mundo para él desconocido, que va creciendo y se hace ya río, ancho y profundo, de reposado navegar y que se precipita en torrente entre rocas y acaba en cascada y catarata de abrumadora belleza. Así fue su intervención, titubeante al principio, interrumpida -‘¿por dónde iba?; ‘es que no sé lo que estaba diciendo’ - pintando un cuadro con pinceladas dispersas y poco a poco encendiendo su voz, apasionándose y volcando toda sus vivencias, sus profundas creencias que casi hipnotizaban y envolvían. Era explicable en una persona que vive en Roma como sede de los grandes fundadores, alma de más de un millón de kikos, repartidos en más de 105 países, con cerca de 17.000 comunidades, en 883 diócesis y en 4.900 parroquias, con 52 seminarios, 730 sacerdotes, más de 1.500 seminaristas y alguna universidades, como la de San Antonio de Murcia, considerado como uno de los renovadores más carismáticos dentro de la Iglesia.


Era inevitable que se presentase y narrase su evolución interior, desde la increencia, el sartrismo, el sin sentido de la vida, y, por una circunstancia providencial, hasta el lento encuentro con Cristo, vivo y sufriente en las chabolas de Palomeras Altas, donde la miseria, la marginación y la ignorancia las vio como el “fruto de los pecados del mundo”. Y a Cristo, el descrito por Isaías, varón de dolores, en esos hermanos, le siguió, y a Él, en ellos, se entregó; “compartí la vida de los miserables, con las ratas y los perros vagabundos me daban calor; me fui allí no para ayudar, no para hacer obras sociales, sino para ponerme a los pies de Cristo, con la Biblia, con una guitarra, con frío, con muchísimo frío. allí encontré a Cristo crucificado”, a quien, como San Pablo, luego predicó: “ay de mi si no predicase”. Todo dicho con voz queda, como contando la historia de otra persona. Para los que no le conocían, esta historia personal les resultaba profundamente impactante y conmovedora, y explicaba la trayectoria de Kiko Argüello.


No podía eludir el tema de la belleza y a ella le dedicó parte de su intervención; citó a los artistas que admiraba, y fue adentrándose en las expresiones de la belleza del arte a través de algunos pintores y escultores, belleza que es fruto de diversos elementos que se combinan en relación armónica, que reflejan la armonía de la creación del hombre y del autor de todo, Dios. “La belleza está en la dignidad propia y en la de los demás y lo que se relaciona profundamente con la belleza es el amor”, de tal manera, afirmaba que los “hombres sin la belleza desembocan en la desesperanza, en el suicidio” y es que en “la estética de la belleza hay un profundo secreto que es el amor”. “Hay un eco en la naturaleza, en su belleza: alguien te ama”. En esta línea interpelaba a la Iglesia que tenía que plantearse un nuevo tipo de estética para el siglo XXI y pedía el replanteamiento del modelo de construcciones y disposición de los templos, tema en el que se esfuerza el Camino Neocatecumenal y para lo cual “trabajamos con un grupo de arquitectos, artistas y escultores cristianos para que esto sea posible”. En esta línea se iba entendiendo su propuesta de belleza como un componente de una cultura cristiana; por eso decía: “El ser persona siempre está en relación con el amor y con alguien. El hombre ha sido creado para ser amado, como una esposa que Dios embellece. Pero este hombre, al separarse de Dios, ha experimentado la muerte óntica; él quiere ser, quiere amar, pero no puedo hacerlo porque amar significa matar el yo y que aparezca el tú”. Su pensamiento se clarificaba con esta afirmación: “La Iglesia es el Cuerpo de Cristo resucitado donde los cristianos ven que Dios es amor; esta es la belleza que salva al mundo; la fe salva al mundo”, de tal manera que “Dios juzgará al hombre por lo que no ha gozado de la belleza que hizo para él”.


Su ‘sermón’ se alimentaba de citas bíblicas, especialmente del Apocalipsis para reflejar la situación del mundo actual, a la nueva Babilonia que él la encontraba en Nueva York. Frente a esta gran ciudad, a lo que simboliza esta ciudad, afirmó que “está la Jerusalén celeste, que desciende del cielo, bella toda ella. Esta ciudad es la Iglesia, es Cristo que habita en ella y en cada uno de nosotros. Cristo ha vencido sobre la muerte, y esta victoria me llega a mi porque Cristo intercede por mi para que yo pueda recibir, desde el cielo, un nuevo espíritu, la fe; la fe que salva al mundo por la necedad de la predicación”. Esta parte de su ‘predicación’, pronunciada, como toda su intervención, de pie, era ya un río en cascada, sin la chaqueta de la que se desembarazó, y con un Cristo en la mano, moviéndose por el estrado, fijando su mirada en los asistentes que le circundaban, como un profeta o, como alguno quería ver, como un telepredicador.


Pero donde su palabra, su expresión y tono se hizo catarata fue al describir la situación actual de ateísmo y la vehemente llamada a los presentes a combatirlo. Con la cruz alzada en sus manos, preguntó. “¿dónde están los apóstoles si queremos reevangelizar Europa?; ésta espera una nueva evangelización, pero ¿dónde están los cristianos?”. Denunció cómo los poderes sociales nos han cambiado el agua, en referencia al “ambiente de ateísmo predominante, donde todos hacemos lo mismo sin darnos cuenta”. Frente al paradigma de la ‘gran ciudad’, personificada en los millones de abortos en el mundo, en la eutanasia, el suicidio, la homosexualidad y la secularización y en “una cultura que está tocando el árbol de la vida con la clonación”, contrapuso la ‘Jerusalén celestial’, anunciada por la Iglesia. Su voz, ya ronca, se hacía trueno, denunciando que “en las grandes ciudades se tienen los hospitales lejos, se mata a los ancianos, porque existe un terror fortísimo ante el sufrimiento” y recordó a los que “obedecen al demonio y caen en sus redes, divorciándose, engañando a la mujer, entrando en las drogas, promoviendo el aborto y la eutanasia”. Ante esta situación recordó las palabras de Jesús a Magdalena: “Dile a mis hermanos…”, es decir, llevar a Cristo a esta sociedad que está viviendo su época más trágica, llevarlo, sobre todo, a través de las parroquias, ese tipo de parroquias que Kiko Argüello promociona y que muchos obispos de Estados Unidos y de Italia y algunos países, le invitan a que lo explique, lo mismo que la pedagogía y el alma del Camino Neocatecumenal.


Fue muy largo y encendido el aplauso que cerró su intervención y que concluyó con un “recemos ahora y rezad por mi”, cosa que se hizo puestos todos en pie, en el aula y en las otras salas en las que se transmitieron sus palabras. Decía al principio que no era fácil sintetizar su largo parlamento; baste con estos núcleos de su intervención que se quedan escasos cuando uno da un repaso a todas las notas tomadas y a su grabación. Sí aparece como clara su afirmación de que nuestra cultura necesita de la belleza, una belleza que salva al mundo.


La cuarta ponencia fue desarrollada por Manuel Melo Guevara, colombiano, Ex-Ministro de Comunicaciones, de Economía, Doctor profesor de Económicas y Política en la Universidad Javeriana de Bogotá, Director de “El Siglo”, y gobernador, entre otras cosas. Presidió y presentó al ponente José Manuel Otero-Novas, Ex-Ministro de Educación y Abogado del Estado. Entre sus afirmaciones resaltó que, según se transmita la cultura, se producen procesos o recesos en la misma. Los cristianos admitimos una verdad objetiva, la transmitida, y la podemos transmitir con el ánimo de convencer, ajena al relativismo, proponiendo y no imponiendo el mensaje, algo, esto último, que desgraciadamente ha acontecido en tiempos pasados. Jesús mandó transmitir su buena noticia pero con tolerancia: no juzguéis…, mi reino no es de este mundo…, mete tu espada en la vaina…; la tolerancia, y no la presión, es el camino para extender la verdad, porque la verdad siempre se impone por la verdad misma. Hay que respetar y exigir a los demás el mismo respeto para nosotros.


El título de la ponencia fue “La transmisión de la cultura”. Melo fundamentó el desarrollo del tema en Juan Pablo II a quien calificó como modelo de transmisor de la fe como forma de una cultura. Recordó que en la transmisión de la cultura conviene tener presente que quienes olvidan el pasado están condenados a no vivir en el futuro. En la transmisión y difusión de la cultura, advirtió, no deben desaprovecharse todos los medios tecnológicos que la ciencia pone en nuestras manos, algo que a veces y en algunas partes se ha descuidado. Los cristianos hemos recibido una cultura basada en el Evangelio y en los valores que ofrece al hombre; y esa cultura debemos trasmitirla, de acuerdo con el mandato del Señor; “si no lo hacemos, ¿para qué vivimos?” preguntó. “Una cosa es vegetar y otra vivir; no podemos eludir la transmisión de nuestra cultura y debemos negarnos ante un cristianismo que vegeta”, afirmó, recordando las parábolas de los denarios y de la lámpara bajo el celemín. Reconoció que en el proceso histórico de la transmisión se ha pasado de la intolerancia a la confluencia y, en este sentido, puso como modelo de evangelizador y transmisor de la fe a Juan Pablo II, pues habla convencido de lo que dice, porque se compromete con la verdad y es valiente a la hora de pedir perdón por los errores que han obscurecido la transmisión de la cultura cristiana.


En este proceso de transmisión el Papa, en línea con la ‘Ecclesiam suam’ de Pablo VI, se ha destacado por no despreciar al interlocutor, escuchar sus puntos de vista y exponer con convicción y claridad los propios; y teniendo en cuenta la doctrina de Juan XXIII, ha sido valiente en rechazar los sistemas opresores que han querido aniquilar la cultura cristiana pero ha sabido comprender y aceptar a las personas; gracias a esta postura fue posible el final del ‘telón de acero’ y de todo lo que ello suponía, el comunismo, “que fue un resfriado de la humanidad que con él finalizaba toda una historia”.


En esta transmisión de la cultura cristiana consideró necesario aceptar la cultura dominante a donde se va, al modo que lo hizo San Pablo, que no condena la cultura griega sino que se ofrece a hablar del Dios desconocido a quienes recordaban en uno de sus altares. Esta actitud de respeto a la cultura no significa respeto al error, sino respeto al hombre, cuyo valor es en Juan Pablo II uno de los ejes de su mensajes al mundo y porque es imagen de Dios a quien se respeta en el hombre. “De esto ya te volveremos a escuchar en otra ocasión” y Pablo respetó esta actitud porque la facultad de comunicar y transmitir no está solo en hablar sino en que la otra cultura se vea en la necesidad de hablar y expresarse para establecer un diálogo a través del cual se vaya hacia el camino de la verdad. Con todo, recordó que muchas veces, antes de trasmitir una cultura cristiana a otras gentes, se hace urgente entrar dentro de la cultura propia, de la que nos envuelve, sobre todo en tiempos de increencia, de postcristianismo y de obscurecimiento del Dios que informa nuestra cultura. Hay un paganismo científico que hay que mirar de frente y afrontar con valentía, ofreciéndole con inteligencia y con amor el mensaje de Cristo, su fe, para que ésta se haga cultura y vaya transformándola como así aconteció en los tiempos de implantación de la fe en las culturas paganas..


Terminó afirmando que “los problemas de hoy tienen las respuestas de siempre, pero expresadas con formas nuevas, como viene haciendo el Papa” y reconoció con realismo que ante “el doloroso desperdicio de los medios en un mundo globalizado abierto a todos los mensajes”, Juan Pablo II ha puesto su voz en su presencia física, en la radio y en la TV para transmitir la cultura de la fe en Cristo salvador e inyectar esa fe en una cultura efímera y muchas veces inhumana. A pesar de esto y de las dificultades, repitió el famoso grito del Papa: “No tengáis miedo; abrid las puertas a Cristo”.


En el coloquio se afirmó que hoy la Iglesia sí que sigue transmitiendo una cultura; pero en determinados ambientes, más que una transmisión de la cultura, lo que se está haciendo es una manipulación de la misma, de una manera tan sutil que muchos quedan envueltos en esa dinámica, inconscientes de lo que acontece. Respeto al principio de proponer más que imponer, hubo referencias al problema de la droga en su país, Colombia. Respondió que allí el criterio ante esta dolorosa realidad es la tolerancia cero, pues Colombia ha pagado mucho por este tema; se ha ganado dinero fácil y se ha deteriorado la fibra moral del pueblo, se han perdido muchas vidas, ha habido muertes de ciudadanos, de obispos y sacerdotes. Y encima el provecho de todo este negocio no se ha quedado en el país sino que se ha ido a otras partes del mundo y a otras manos.


La quinta y última ponencia tuvo lugar el domingo 16, en la clausura del Congreso y fue desarrollada por Janne Haaland Matlary, Ex-Ministra de Noruega, profesora de Política Internacional de la Universidad de Oslo, miembro de la Academia Pontificia de Justicia y Paz, y del Consejo de la Familia de la Santa Sede.


Su ponencia llevaba por título “Una cuestión de vida o muerte: la recuperación de las raíces cristianas en la política europea”, un tema de actualidad y que se hacía eco al debate sobre si debe figurar en la Constitución Europea una referencia al cristianismo como elemento constitutivo del ser de Europa. La ponente supo ganarse la atención e interés de los asistentes por su exposición sencilla y clara, sin concesiones a la retórica, muy propio de los nórdicos, con un dosis de ingenuo humor y teniendo en cuenta la realidad de su país como punto de partida para la reflexión. En los inicios de su tradición cultural estuvo ausente el derecho romano y en estos momentos el Obispo de Oslo afirma que Dios no tiene que ver con la Política; no es políticamente correcto defender lo contrario, porque se tiende a privatizar el cristianismo como un hobby. Haaland deja muy claro desde el principio su pensamiento: “Un cristiano que no lo sea en el orden público no es cristiano, ni conoce su fe. El cristianismo es una cuestión pública; y si un día el substrato cristiano de nuestra cultura fuese eliminado, no habría futuro”. Por eso ella apuesta por Juan Pablo II, porque valientemente dice que el Cristianismo va conexo al pluralismo y la democracia pues estas realidades políticas se nutren de los valores de la antropología cristiana.


Para sustentar sus afirmaciones pone como ejemplo la evolución histórica de su país y hace un viaje hacia mil años atrás, haciendo ver que fue el cristianismo el que consiguió que Noruega llegase a ser una nueva sociedad. Hacia el 1010, Olaf, el wikingo guerrero, llega con su huestes hasta las costas hispánicas, conoce una nueva cultura y la fe cristiana en la que es bautizado; a su retorno se impone la tarea de convertir a su pueblo en el que, entre otras bárbaras costumbres, era normal el infanticidio, la eliminación de los ancianos, la poligamia y la normal desconfianza en los demás. El que más tarde se convertiría en San Olaf, empieza su tarea con los de más nivel educativo; no fue bien recibido este proceso porque afectaba a unas costumbres tradicionales muy enraizadas en la vida del pueblo. Es cierto que Olaf estaba lejos de utilizar el método que nos ha recordado el Papa: él imponía, no proponía, aunque, para entenderlo, hay que ponerse en aquel contexto. Y así, lentamente, a través del cristianismo, Noruega se transformó en una nueva sociedad, alcanzando el nivel cultural de los demás pueblos europeos. Hoy, sin embargo, reconoce que vuelve un nuevo paganismo retornando a las antiguas costumbres, a la cultura pre-Olaf, pero de un modo más refinado. Por eso, el creyente, debe decir las cosas como son, aunque no sea políticamente correcto. Afirmó, y eso valía para todos, que no pretendían crear un Estado cristiano con normas cristianas por ser cristianas sino porque esto es bueno y justo. Si algo es bueno y justo, debe ser para todos. No es que haya una verdad cristiana, sino que hay verdad o no hay verdad y lo que hay que hacer es crear un Estado en la verdad del ser humano. En su país hablar de Verdad no es posible y si no se acepta el concepto de Verdad, todo será subjetivismo y relativismo, algo que recuerda a Ratzinger cuando afirma que: “La negación de la Verdad es un gran problema europeo”. Cita uno de los principios de la Razón Práctica de Kant para configurar el concepto de Bien Común, pero que en su país no es fácilmente comprensible por lo ya anteriormente manifestado, porque carecen de la tradición de lo que implica el Derecho Natural. Teniendo presente las afirmaciones del Papa en la “Ecclesia in Europa”, recuerda que, bajo la influencia humanista de la Iglesia, la democracia y la igualdad se desarrollaron en Europa y luego se extendieron por los otros continentes, y ello en virtud de que el concepto de ley es un concepto universal, no un contrato privado; por eso el infanticidio, el genocidio y otros males presentes hay que considerarlos universalmente malos en cuanto no están amparados por una ley universal; en el fondo todos tenemos claro lo que es malo o bueno para el hombre; el retorno a la “barbarie” lleva a privilegiar los derechos de los peces, de los perros…llegando a la situación de que el idioma es cada vez menos lógico y menos universal y de que los políticos hablen cada vez más de sensaciones y emociones y olvidan aplicar el concepto razonado. Por eso considera que es urgente restablecer la política de la ley y la lógica, de los universales, es decir, restituir una cultura cristiana que hizo grande a Europa.


Esta tarea Haaland la reduce a cuatro ámbitos. El primero es el de la promoción de los derechos humanos, en especial el de la dignidad del hombre, frente al utilitarismo vigente, el retorno a los tiempos del primer Olaf, para quien el no nacido no existe y el anciano ya no vale. Para ello el cristiano tiene la obligación de restituir lo sagrado, el valor de la vida y de la personas, “ver al otro cara a cara”, como afirmaba Levinas. El segundo es el de la familia, concepto hoy muy controvertido y para algunos un término sólo ideológico; esto guarda un nexo profundo con los divorcios y el matrimonio a prueba. Los cristianos son los que, por principio, se casan de por vida. Las actuales leyes permisivas del matrimonio se han impuesto como una ventana de respiro pero luego, por esa ventana, ha entrado una tormenta que lo ha arrasado todo. El tercer ámbito tiene que ver con la solidaridad; prima el consumo y el materialismo; los ‘otros’ son un objeto para el mercado y la moda; “uno es lo que puede comprar”; el hombre es lo que come, citando a Feuerbach; de ahí que la justicia no brille de un modo especial en los sistemas económicos y de que los políticos puedan hacer bien poco ante los economistas. Finalmente la ponente se refiere al ámbito de la libertad de interferencia; admite que la política es importante pero no tan importante como para que se impida la libertad de interferir; los políticos no deben meterse en todo; sigue en pie el principio de la doctrina social de la Iglesia, el de la subsidiariedad; hay políticos y algunas ONGs que quieren gobernar y dirigir toda la vida humana, algo que ya había denunciado el ponente Schooyans, y pretenden redifinir la sexualidad (la homosexualidad) y la familia (el divorcio y el aborto).


Por ello Janne Haaland consideraba una cuestión de vida o muerte para nuestra sociedad y su futuro recuperar las raíces cristianas en la política europea, las que hicieron grande, sólida y habitable Europa. Sus palabras, defendiendo la doctrina del Papa sobre este punto, son un ejemplo de una cristiana, de una católica que actúa a cara descubierta en la vida pública, porque, como había afirmado, “el cristianismo es una cuestión pública”.



  1. Las Mesas Redondas


Complemento de las Ponencias fueron las Mesas Redondas que tenían lugar después de las mismas, tras un descanso. Los días 14 y 15 hubo tres por la mañana y tres por la tarde; el día 16, tres por la mañana. Quince Mesas Redondas que se fueron desarrollando en tres locales diversos; todas afrontaban temas muy interesantes pero sólo había la posibilidad física de participar en las cinco por las que uno optara. Resumiré las cinco por las que opté.


En la mañana del día 14 participé el que llevaba por título: Afirmación de la razón y pretensión de la verdad. Presentó el tema Alejando de Llano, Ex-Rector de la Universidad de Navarra, de la que es Director del Instituto de Antropología y Ética y Catedrático de Metafísica de la Facultad de Filosofía y Letras. Hizo notar que vivimos en una cultura de la certeza y no tanto de la verdad, aunque no debemos de negarnos a aquella. No se posee la verdad, sino que es la verdad quien nos posee y esta no puede ser tratada si no se la ama, si no se la busca con amor. Tres fueron los relatores que reflexionaron sobre diversos temas.


José J. Escandell Cucarella, Secretario General del Instituto de Humanidades Ángel Ayala del CEU, centró su reflexión sobre el relativismo y el escepticismo, posturas que rompen la comunicación, no posibilitando que la vida se construya sobre la verdad y la razón; defender una verdad relativa es hablar de un círculo cuadrado. La verdad, según Husserl, es única e idéntica. El mundo se mantiene gracias a la razón y la verdad. Tanto el relativismo como el escepticismo no tienen sentido lógico. El escepticismo es un imposible, es una postura teatral, como el relativismo que es una pura arbitrariedad. Este tiene “sus” ventajas: se reduce a cuestiones morales; huye del propio yo (el escéptico está dispensado de conocerse a si mismo); y en política facilita y justifica los sistemas totalitarios.


Juan Antonio Martínez Camino, teólogo y Secretario de la Conferencia Episcopal Española, continúa con el tema anterior, afirmando que el relativismo es rasgo de la cultura actual; si esas corrientes fueran sólidas, la Iglesia no podría abrir la boca; sin embargo el Papa ha hablado muy claro en los documentos Veritatis Splendor y en Fides et Ratio. El ser humano funciona con la presunción de su verdad, la que le hace ver que hay una realidad que le supera: conoce lo finito en contraposición de lo infinito y admite la pluralidad porque intuye la unidad, y lo particular porque supone lo universal, lo condicionado que le abre a lo incondicionado, del mismo modo que se vincula a lo absoluto frente a lo relativo, y descubre el fundamento frente al fenómeno. En el fondo el hombre busca la paz, la felicidad, el amor y si lo alcanza quiere aún más, lo que le lleva a descubrir un horizonte cada vez más amplio, como un peregrino que siempre camina. En este sentido se puede afirmar que la Razón está abierta y desemboca en la Verdad.


Víctor Manuel Tirado San Juan, Profesor de la Universidad de Salamanca, en su intervención gira en torno al Positivismo y Pragmatismo que afirman la verdad de acuerdo con sus planteamientos y conducen y sustentan un nuevo humanismo basado en artilugios positivistas. La verdad se justifica en la medida que es pragmática una actitud o planteamiento, postura esta no coincidente con la larga tradición de la filosofía occidental que se ha sustentado en el hombre, la verdad y la razón; en esta deriva de la nueva cultura basada en estos principios ha tenido que ver el nihilismo: no hay verdad, nada es verdad. Hizo una observación a tono que nuestro tiempo: el que se propugne un ‘pensamiento único’ y pueda llegar a establecerse por consenso, no por eso se podrá decir que se ha alcanzado la verdad única.


Al final de las tres exposiciones, y como se haría en los días siguientes, se abrió un coloquio entre los asistentes y los relatores, sobre cuestiones expresadas en la relación o bien para exponer matices, por parte de unos y otros. Las numerosas intervenciones que se dieron esos días demostraron el interés suscitado por los relatores y que obligaban al moderador no conceder la palabra a todos, con el fin de acomodarse al horario previsto.


Las otras dos Mesas Redondas de esa mañana versaron sobre los siguientes temas: Cuando la fe se hace cultura y Un mundo nuevo: desarrollo sostenible, con tres intervinientes en cada una, académicos y catedráticos

En la tarde del 14, la Mesa redonda sirvió para reflexionar sobre el tema tan de actualidad en Europa Multiculturalismo, Pluralismo e Interculturalismo. Presidió Ramón Armengod, Embajador de España y Ex-Director de la Escuela Diplomática. Reconoció que era un tema difícil y cuyo debate está abierto; después de haber sido monoculturales y debido a la globalización, nos vemos obligados a vivir de diversas recetas y coexistir con culturas distintas. El multicularismo nos habla de culturas dominantes que conviven con culturas menores, siendo el pluriculturalismo una variación dulcificada del multiculturalismo.


Jean Marie Brunot, Delegado de Relaciones Internacionales de las Semanas Sociales de Francia, y que habló como miembro de las mismas, manifestó la preocupación de que no se tengan en cuenta los principios de la civilización cristiana en la construcción de la nueva Europa.

Hizo las siguientes observaciones sobre el multiculturalismo: El fenómeno no es nuevo aunque hoy se ha generalizado y se ha hecho insoslayable debido a la emigración y a la evolución de nuestros hábitos, influidos por el turismo y los medios de comunicación; la situación es propicia para ir creando un ambiente de relativismo y de indiferentismo; se avivan los estereotipos, los extremismos y los integrismos, no sólo musulmanes; supone el reto de saber vivir juntos; no conviene olvidar que la civilización europea es fruto también de un movimiento común de diferencias nacionales. Esta situación ha llevado al Comité de las Semanas Sociales de Francia, en su centenario, a tratar en Lille, del 23 al 26 de agosto del 2004 el tema de “Europa, una sociedad por inventar”. Como dato de interés que esto ha suscitado, se espera la asistencia de cerca de tres mil franceses más otros mil venidos de Europa; el mismo Papa ha aceptado la invitación de asistir.


Giovanni Cantoni, Director Nacional de la Asociación Cívico-Cultural Alianza Católica, después de apuntar unos perfiles que delimitan este fenómeno y de que aún no existe una organización y legislación que regule deberes y obligaciones de unos y otros, apuntó algunos principios. El emigrante debe ser tratado como persona humana, sobre todo si son indigentes; en cuanto a la cultura hay que acogerlos mientras no se opongan a los derechos humanos; ¿hasta dónde llega el derecho a sus manifestaciones si no se adecuan a la mayoría de la población?; esto puede facilitarse si quienes acogen viven la cultura de la acogida; en cuanto al Bien Común es preciso prestar atención a los pequeños y jóvenes que van creciendo en un nuevo ambiente, tratando de lograr un equilibrio cultural que permite el desarrollo de la lengua y de sus valores y al tiempo la adaptación a la fisonomía peculiar de quien los acoge. Este equilibrio no se consigue sólo con la legislación; va más allá. El problema no es fácil y ni el mismo Papa ha ofrecido fórmulas definitivas ni mágicas. Destaco una afirmación suya: “Una lengua no se defiende por ley, sino hablándola”. En cuanto al interculturalismo afirmó que se encuentran las culturas y las personas: el encuentro cultural es personal; las personas son los vasos comuncantes de las cultura.


Samir Khalil Samir, Profesor de la Universidad St. Joseph de Beirut (Líbano) y del Pontificio Instituto Oriental (Roma), habla desde su condición de árabe y se pregunta cómo nace el problema, -que se hace ya notorio en 1971 en Canadá, después en USA y en 1990 en Europa-, en el contexto europeo sobre todo en cuanto a la emigración; recuerda que Europa ha vivido un multiculturalismo milenario y que hoy, con la globalización, ha llegado a ser parte de nuestra cultura; las culturas cambian al contacto de unas con otras. Reconoce que en este fenómeno la emigración, el Este y de África, es la que más ha influido; ya no es un gota a gota como antes; hoy es masiva y no se ve modo de arreglarlo. La parte islámica, más o menos desde 1970, es un movimiento fundamentalista identitario; para ellos Europa, en donde pueden vivir, es un continente tolerante y por tanto ha llegado la hora de hacer propaganda. Después de 1980, ya no sólo se busca vivir; tiende a vivir como son pues son diversos. Ante esta realidad se abren varias actitudes: la asimilación total, considerar todas las culturas paritarias con los mismos derecho o aceptar que cada una es una comunidad diversa pero reconociendo una supracomunidad. Samir reconoce que si bien el multiculturalismo es bello, en la práctica es imposible pues las culturales son milenarias. Lo mejor sería contar con una “cultura guía” que debe aceptar aquel que llega a otro país. Lo que sucede es que la cultura no es una “cosa”, es un ser vivo; el emigrante desea integrarse y tener capacidad para conseguirlo, pero a veces hay elementos tan profundos, como los éticos y religiosos, que resultan incompatibles.


Esta Mesa Redonda generó un amplio debate, que se alargó un cuarto de hora más de lo debido; pero es que el tema, tan sensible en nuestra sociedad y en Europa en general, se lo merecía. Los tres comparecientes se explayaron y acotaron sus intervenciones, aún más largas que las relaciones presentadas. Con más espacio hubiera sido interesante exponerlas aquí.


Las otras dos Mesas Redondas reflexionaron sobre estos temas: Europa y su identidad cultural y América y España, vocación común con cuatro intervinientes en la primera y tres en la segunda


La Mesa Redonda de la mañana del 15 versó sobre La afirmación de la belleza, a tono con la ponencia que a primera hora, había desarrollado Kiko Argüello. Presidió Aníbal Vial, Rector de la Universidad Santo Tomás de Chile, quien hace una breve introducción al tema, citando a Ortega para quien la elegancia es la suma de la ética más la estética, en el sentido de que la elegancia es saber elegir bien. Se pregunta qué garantiza el que algo sea bueno, si lo bello o el bien. Para ello echa mano de unos comentarios de Vargas Llosa y de una exposición que hace en torno a un pensamiento de Santa Teresa de Lisieux.


Joaquín Allende Luco, Poeta, Miembro de Número de la Academia Chilena de la Lengua, Correspondiente de la Real Academia Española y perteneciente a un Instituto Secular, hizo las siguientes afirmaciones: La belleza es aparición, epifanía, la desvelamos porque está oculta, no siempre a la vista. Es diferenciada: María Goretti fue y es la imagen pura de la Iglesia, es como un fogonazo que ofrece la Iglesia.. El tedio domina y se quiere sustituir por la droga, pasar del vértigo al éxtasis. La naturaleza, en cuanto bella, se transforma en Historia; el ejemplo es Cristo en el cual se encarna la belleza, la emoción, él conmueve: es la belleza del ser amado.


María Dolores de Asís Garrote, catedrática emérita de Literatura de la Universidad Complutense de Madrid y Profesora Extraordinaria de la Universidad San Pablo-CEU, afirmó que la belleza es, según Platón, el “esplendor de la verdad”. Para ello hace un condensado discurso sobre la belleza en base a diversos autores; la palabra ‘normal’, habla; la palabra poética se sitúa en las cercanías del ser.


Ignacio Llamas Cabeza, pintor y Licenciado en Bellas Artes, recuerda que Dios es verdad, belleza y bondad; que el arte forma parte del conocimiento y es una forma de relación con la belleza absoluta; considera el arte como una relación porque el arte no está tanto en los elementos como en la relación dentro de la obra de arte, dialogando entre el pasado y el futuo y en el momento de inspiración y de la ejecución.


Alfonso López Quintás, Catedrático Emérito de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid y Miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, puso de manifiesto su vasto saber y buen decir. Para él Europa, en su formación, no sólo soñó con el espíritu sino que vivió en el espíritu, a través de relaciones; eso es lo que hacen las ciencias, las matemáticas, la física que usan la relación como elemento de su lenguaje. La ciencia se genera cuando brota la relación, la armonía, la proporción. La misma música es ritmo porque entraña relación y melodía armónica. Algo parecido sucede con la cultura cuyo esquema se reduce a una proporción armónica; eso sucede también en la ética: según se asume se la conoce y eso nos hace asumirla más. Otro tanto puede decirse de la experiencia religiosa: a Dios se le busca porque se le encuentra. El Universo nos presenta el amor; el hombre es rey del Universo si crea unidad y armonía.


Estos intervinientes coincidieron es bastantes de las afirmaciones que es esa mañana había hecho Kiko Argüello, sobre todo en el concepto de belleza como relación. El coloquio dio ocasión a que López Quintás, objeto de varias preguntas, explicitara mucho más sus afirmaciones, como cuando afirmó que si bien hay reglas objetivas sobre la belleza, como la teoría de la “sección áurea”, una medida ya clásica, eso no basta; hace falta que el sujeto se relacione con el objeto. Dentro de un lenguaje poético y religioso afirmó que los hombres que miran al cielo crean armonía y que María es el esplendor de bien y la belleza porque es el sacramento de Cristo, bien y belleza por excelencia.


Las otras dos Mesas Redondas trataron los siguientes temas: Expresiones artísticas de una cultura evangelizadora y El tiempo y el espacio en la convivencia humana, con tres intervinientes en cada una de ellas..


En la tarde del 15, la Mesa Redonda trató el tema de La familia: el eclipse del padre, como un elemento a tener en cuenta en la transmisión de la cultura, tema que había sido objeto de la ponencia de esa tarde. Presidió y presentó el tema Mercedes Salisachs, escritora. Su intervención derivó hacia reflexiones ajenas al tema de la Mesa Redonda, pero a una tal escritora, ya entrada en años, se le podía permitir hablar de otras cosas, por lo demás interesantes. Nos recordaba que nos estamos moviendo en un terreno pantanoso y desorientado que nos lleva a la ignorancia, como cuando se dice que ‘la castidad castra’; lo que sí castra el cerebro es el sexo desbocado; algunos aceptan de las Sagrada Escritura lo que les va y lo que no, lo ignoran; lo que hoy se proclama como ‘progreso’ lo considera el regreso a las cavernas. Nadie es más vulnerable que el ser humano que está más inclinado a destruir lo que suponga esfuerzo pues lo considera como un yugo. Ya cercana al tema afirmó que aprender a vivir es más una obligación familiar que una tarea de los colegios.


Carlos Cremades, Empresario y Coordinador de Escuela de Padres, reconoció que, en la actual civilización postindustrial, el padre ejerce a tiempo parcial, y algo la madre, aunque no tanto. Se pregunta si este eclipse del padre puede frenarse y retornar a formas del pasado; “jugar” con el papel del padre es vital pues él abre horizontes, crea seguridad, pone límites y reglas. A veces los padres aportan bienes materiales, pero no valores morales, con lo que su figura mengua y camina hacia su eclipse, con las consecuencias negativas que ello supone. Este problema es mayor en la adolescencia pues siendo una edad difícil, es necesaria la influencia del padre para encauzar a los hijos. Propone que llegue a ser posible encontrar en el padre la figura de lo que representa el Dios Padre.


Agustín Domingo Moratalla, ahora profesor de filosofía, ha sido Director General de la Familia, del Menor y de Adopciones, así como Consejero de Bienestar Social de la Generalidad de Valencia. Sobre el tema apunta los siguientes aspectos: No es operativo ser nostálgicos de los comportamientos pasados; lo que conviene hacer es recuperar la confianza dentro de la familia. Unos reivindican la tradición y la autoridad; si los valores que se propugnan no calan es porque se ha roto con la tradición. Critica el atomismo individualista; ante esa realidad es preciso recuperar los bienes compartidos y sociales que se viven en la familia, asumiendo comunidades de servicios realizados por todos los miembros de la familia pues eso crea espacios de identificación; de lo contrario no querrán irse de casa cuando llega la hora pues para ellos la familia se convierte en la mejor empresa de servicios. Propugna una nueva ética familiar presidida por el imperativo del diálogo. La vida familiar, como proyecto, se negocia con el diálogo. Propone como figura de la familia a un Dios Padre misericordioso, el de la parábola que espera el retorno del hijo, y que encierra dolor, perdón y generosidad. Concluye con Bertrand Russel: “El secreto de la felicidad está en haber elegido bien a los padres”.


María Teresa López López, Profesora de Hacienda pública de la UCM y Vicepresidenta de la Fundación Acción Familiar, propone los cuatro fundamentos de la familia. El primero: La familia como base de la sociedad, pues es lo más importante de la misma, para la transmisión de una escuela de valores y el desarrollo de los hijos como fruto del amor humano. El segundo: la familia como espacio de libertad y responsabilidad; en esto el Estado no puede sustituir a la familia. Hay apoyos a la familia que son erróneos, como dejar el colegio muy tarde o llenar a los chicos de exceso de deberes para hacer en casa. Los padres tienen que dedicar tiempo a sus hijos pues son su mejor tesoro. La familia aporta a la sociedad más de lo que aporta cada uno de sus miembros. El tercero: la distribución de papeles y funciones; dos son los principales: el permanente, ser padre y madre, el “ser”, y los esporádicos y temporales: los encargos y deberes, el “hacer”; éste cambia con la cultura; aquél es permanente; de hecho las personas son valorados por lo que son, aunque cierta cultura valore a las personas por lo que hacen. Y el cuarto: la responsabilidad de los padres que asumen su matrimonio voluntariamente, en el amor y en la continuidad; de ese modo podrán hacer frente a los problemas de los hijos, como el de las depresiones que sufren y que son el doble de los padres y el triple de sus abuelos. Hizo una última reflexión sobre la terminología que suele reflejar lo más hondo de ciertas actitudes; cuando se hace la declaración de la renta se habla, como elemento que desgrava, de las “cargas familiares”, de los hijos o de los mayores; muy al contrario, son privilegios. Enseñar a los hijos a ganarse la vida y crecer en valores, es una tarea insustituible de los padres.


Las otras dos Mesas redondas trataron los siguientes temas: Educar, algo más que instruir y La industria cultural con tres intervinientes en la primera y dos en la segunda.


La última Mesa Redonda, en la mañana del domingo 16, afrontó la Biotecnología: ¿un futuro posthumano?, tema éste que se debate cada día más en nuestra cultura. Presidió y presentó el tema Manuel Silva, Diputado del Parlamento catalán. Apuntó los siguientes hechos: la píldora abortiva, el aborto, las técnicas de fecundación in vitro, la conservación de células embrionarias, la clonación, la manipulación de la línea genética y la eutanasia. Hay corrientes de pensamientos que imponen la “carga de la prueba” de por qué no se pueden llevar adelante estos planteamientos.


Ángela Aparisi Miralles, Directora del Instituto de Derechos Humanos de la Universidad de Navarra y Profesora Titular de Filosofía del Derecho, manifestó algo que está en la mente de todos, que la biotecnología está cambiando la forma de entender la naturaleza humana, hecho éste muy sensible. Hasta ahora eran muchos los factores que escapaban a nuestra voluntad; ahora se puede hipotizar que esos factores pueden depender de la voluntad de otro, de tal manera que se puede determinar, por voluntad ajena, el sexo y la línea genética. En la fecundación in vitro no somos concebidos, sino producidos como objetos (hay unos 200.000 embriones conservados). Así se nos roba nuestra biografía. Si nos congelan se nos roba nuestro presente y nuestro futuro y puede conseguirse que una especie llegue a dominar a la otra; hasta puede predecirse el futuro con un diagnóstico preimplantatorio, es decir, tomar una decisión ajena a nosotros. ¿Qué cabe esperar de la experimentación humana?. Por de pronto tener claro que el ser humano no puede ser reducido a objeto y que el destino de la humanidad dependerá de cómo se considere al ser humano, como un objeto o como una persona.


Blanca Fernández Capel Baños, Diputada y Profesora de la Facultad de Medicina de la Universidad de Granada. Empezó afirmando que “el que clona a la oveja, clona al pastor” Nos enfrentamos a un problema ante la cultura europea y la cristiana. Por una parte se quiere dar respuesta a las necesidades humanas y por otro hay que tener en cuenta el área de protección del ser humano, ya que el futuro de la sociedad depende del futuro del hombre; ¿pero qué hombre? ¿el que es fruto de la biotecnología?. Es cierto que la tecnología hace frente a temas de salud, alimentación, industria, agricultura a base de aplicar sus conocimientos; necesitamos plantas, microorganismos, crear industrias, hidrocarburantes, plásticos, fármacos, antibióticos; pero manipular al hombre es algo cualitativamente diferente. De momento la ONU está en contra de la clonación terapéutica y la clonación germinal. Los problemas que se presentan deben tener respuestas racionales, no emotivas. Lo que sí, afirmó, se debe dar de lado es la manipulación humana; esto nunca.

El Sr. Silva, que presidía la mesa, concluyó afirmando que creía que el Parlamento no aprobaría estos asuntos que están a debate, pero reconoció que la gravedad de los mismos han pasado de puntillas ante la sociedad; en ocho años se han cambiado los límites: de un pasado de límites a no límites, iniciando una pendiente de vértigo. Cada vez se manipula más el lenguaje, como, por ejemplo, el ya conocido de ‘interrupción del embarazo’, en vez de ‘aborto’, muerte del feto, como aquél de ‘interrupción del vuelo’ por ‘abatir el avión’. Los científicos católicos tienen ante sí una gran tarea y responsabilidad. En estos asuntos se mueve mucho dinero; si es por buscar lo bueno, vale; pero si sólo es por ganar dinero, no vale y es inadmisible.


Las otras dos Mesas redondas de esta mañana trataron los temas de “Ecología humana” y “Ciencia y Transcendencia”, con tres intervinientes en cada una de ellas.


  1. Comunicaciones


Como se dice al principio de este informe, hubo 131 Comunicaciones, leídas muy resumidas, y que aparecerán en su integridad cuando se publiquen las Actas. Para este informe es irrelevante hacer referencia a las mismas.


  1. CLAUSURA DEL CONGRESO


El domingo, día 16, además de la ponencia de Janne Haaland, de la Mesa Redonda sobre “Biotecnología: ¿un futuro posthumano?” y de las palabras de clausura del Presidente de la Fundación San Pablo, Alfonso Coronel de Palma, quien expresó su gratitud por su presencia a todos los asistentes, a los ponentes y a quienes intervinieron en las Mesas Redondas, y a los colaboradores para que todo se hubiera realizado con normalidad, hubo dos actos que propiamente clausuraban este Vº Congreso de “Cristianos y Vida Pública”.


El primero fue la Santa Misa presidida por el Cardenal Arzobispo de Madrid, Monseñor Antonio María Rouco Varela, a las 10,30, en la Capilla del Colegio Mayor San Pablo. Cabe destacar el numeroso público asistentes, lo que obligó a ocupar el espacio anexo a la capilla que sirve de salón de actos; la actuación de una coral que interpreto a la perfección varias partituras; y la homilía del Sr. Cardenal, en la que instó a los católicos a “renovar nuestra responsabilidad” en la conformación de una cultura basada en los valores cristianos y en el respeto a la identidad del otro; subrayó que “nos encontramos ante una cultura atravesada por el pecado, en la que hay que volver a insertar criterios que enriquezcan a la sociedad frente a la cultura dominante”. Al término de la celebración, el Sr. Cardenal procedió a la lectura de un mensaje de Juan Pablo II a los participantes en el Congreso, en el que animaba a “ser presencia y fermento de la Buena Noticia en sus diversos ambientes”, al tiempo que les invitaba a “servir a la evangelización de la cultura en la sociedad española”. El acto fue televisado.


El otro acto fue la comida de clausura bajo la carpa utilizada esos día en los descansos y tomarse un café y unas pastas. Fue un acto de confraternización muy vivo y familiar, en donde era posible pulsar las opiniones de los asistentes y la satisfacción por lo escuchado y vivido; se respiraba una serena euforia y, quien más quien menos, adelantaba su presencia para el próximo Congreso. La organización y la altura del mismo eran garantía de que este Foro ya estaba en buen camino y va marcando un hito importante de la presencia de los católicos españoles en la vida pública.


Félix Domínguez Rodríguez


1 En Vida Religiosa, abril 2003. Nº 4 - vol 95.

2 Redentorista. Profesor de Teología Moral en el Instituto Superior de Ciencias Morales y en la Universidad Pontificia de Comillas (Madrid).

3 Silvio Sassi, en Cooperador Paulino 112, enero-febrero de 2003.

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