Cristo sigue llamando


Cristo sigue llamando




Inspectoría Salesiana de “Santiago el Mayor" León , 24 de noviembre de 2002 nº 21












D ON Y REGALO: Elogio de Rubén

Se acercan las Navidades, se acercan unas fechas que tienen para todos nosotros una resonancia especial. Uno de los protagonistas de estas fechas son los regalos. Ciertamente, que esa realidad del regalo se puede vivir de una manera alternativa. Un cuento de Navidad de Bruno Ferrero puede ayudarnos a reflexionar: "Cuando finalmente llegaron ante el Rey niño, los tres Magos se arrodillaron y ofrecieron sus dones. Después fueron invitados los pajes. El primero dio al Niño un beso; el segundo un ramito de flores del campo. Cuando llegó su turno, Rubén tenía los ojos llenos de lágrimas y, mientras alargaba los brazos para dar a entender que no tenía nada que regalar, una lágrima cayó sobre su mano vacía. Con inmenso estupor, todos vieron al Niño despertarse, posar su manita en las del paje y estrecharlas. Después el Niño sonrió y el paje abrió su mano. La lágrima se había transformado en una perla que llenó de resplandores la estancia. Y en el cielo los ángeles se pusieron a cantar" (B. FERRERO, Historias de Navidad, CCS, Madrid 2002, 124-5).


_______________________________________________




















ÍNDICE



  1. Retiro ……………..3-20

  2. Formación………..21-35

  3. Comunicación.…..36-40

  4. El anaquel………..41-48

  • El queso……………….….41-42

  • Técnicas de emisión de

Mensajes 2…………………43-46

  • Reseñas……………….….47-48




Revista fundada en el 2000


Edita y dirige:

Inspectoría Salesiana "Santiago el Mayor"

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Maqueta y coordina: José Luis Guzón.

Redacción: Segundo Cousido.

Depósito Legal: LE 1436-2002

ISSN 1695-3681


RETIRO




COMUNIDAD Y MISIÓN:

Vino nuevo en odres nuevos” (Mc 2,22).



  1. El porqué de un título (“¿Vino nuevo en odres nuevos?”)


El contenido de lo que llamamos cristianismo es, en palabras del libro de los Hechos, una forma de vida (...) Ahora bien, las comunidades cristianas están llamadas a ser contextos vitales en los que las personas compartan esa nueva forma de vida (...) La comunidad es, así, el lugar de la “verificación” y la ratificación personal y social del cristianismo como nueva forma de vida”.1

Esta es la constatación, realizada por un autor actual de prestigio, a la hora de analizar el problema de la transmisión de la fe en el mundo actual. Aplicado al tema que ofrecemos, nos delinea la perspectiva desde la que vamos a entender este título de “Comunidad y misión”. Vamos a basarnos fundamentalmente en algunas de las principales reflexiones y orientaciones que nos ofrece nuestro reciente Capítulo General XXV.2

Como salesianos, nos reunimos en comunidades no sólo para desarrollar la misión entre los jóvenes, sino para ser, con nuestra vida, misión y anuncio del evangelio como forma de vida. Es decir, que “vivimos el seguimiento de Cristo en comunidades, en las que encontramos respuesta a las profundas aspiraciones del corazón, somos signos de amor y de unidad para los jóvenes y nuestra vida comunitaria se convierte en experiencia cotidiana de espiritualidad”3.

Este segundo aspecto quiere ser el central en este tema de retiro. No hablaremos de la misión salesiana realizada desde la comunidad, sino de la propia comunidad como fuente de misión, como testimonio significativo y creíble, con su vida, del mensaje que dice anunciar.

Es decir, tomamos como punto de partida que la comunidad religiosa, en sus personas concretas y en su dinámica interna de vida, debe ser el principal anuncio evangélico para sus destinatarios. Por tanto, “para llegar a ser lo que está llamada a ser, la comunidad no puede constituir un mundo artificial y aislado del mundo en el que discurre la vida real de las personas y la historia de la humanidad (...)Tal vez ahí radique una de las causas fundamentales de la crisis de la transmisión de la fe. La clave para que ésta pueda realizarse es el testimonio de las comunidades que nace del humilde esfuerzo de muchos por realizar, aunque sea de forma deficiente e imperfecta, una vida diaria impregnada por el espíritu cristiano... Desde este contexto de experiencia, el cristianismo tiene la posibilidad de interesar de nuevo a padres e hijos, a maestros y alumnos”4 Es decir, se precisan comunidades significativas.

Siempre nos solemos referir a la significatividad de nuestras obras, de nuestros servicios pastorales. Y “existe el peligro de que se identifique la misión con las obras, y éstas con las estructuras y los servicios. Entonces les resulta difícil a los jóvenes percibir la comunidad como forma alternativa de vida, desafío a las propuestas de la sociedad y profecía concreta de futuro... Los recursos presentes en los jóvenes de hoy favorecen la acogida de la propuesta evangélica. Sin embargo, la incidencia de nuestra propuesta queda debilitada en comunidades que no viven una intensa experiencia espiritual con clara referencia a las motivaciones evangélicas y a una auténtica caridad pastoral”5.


Esta perspectiva en que asumimos el tema de comunidad y misión es relativamente nueva en la reflexión de la Congregación. El Rector Mayor, Don Pascual Chávez, la ha presentado desde la imagen evangélica del vino nuevo y los odres nuevos. En el evangelio, Jesús nos dice: “A vino nuevo, odres nuevos”. Con esta imagen, expresa cómo la novedad de su persona, predicación y acciones no caben en los odres viejos de la religiosidad y las estructuras sociales del judaísmo de su tiempo.

Pues bien, el Rector Mayor nos viene a decir lo contrario: “a odres nuevos, vino nuevo”. “En estos años de transformación, se ha ido configurando una nueva forma de vida religiosa salesiana. Tenemos ya los “odres nuevos”: una nueva evangelización, una nueva educación, un nuevo modelo pastoral, una nueva formación. Poco a poco, hay que ir produciendo también el “vino nuevo”: el nuevo evangelizador, el nuevo educador,... y la nueva comunidad salesiana... Hoy la preocupación de la Congregación es la de crear con cada comunidad salesiana una presencia significativa y eficaz (...) el futuro pasa a través de su fuerza mística, su sólida experiencia de Dios, la superación de todo tipo de aburguesamiento, atonía y mediocridad, su ir a lo esencial: ¡Volvamos a Don Bosco y volvamos a los jóvenes!”6.

Es decir, nuestras comunidades religiosas están llamadas a ser ese vino nuevo que podrá hacer eficaces los odres nuevos de la nueva evangelización, la nueva educación y los planteamientos largamente consensuados por la Congregación acerca de la Pastoral Juvenil. De nada sirven esos odres nuevos si están destinados a corromperse por contener el vino viejo de nuestra vida personal y comunitaria irrelevante e inconsecuente.

Ya el Capítulo General XXIV nos decía que “no es sólo el hacer, sino el ser lo que, sobre todo, da calidad al religioso” 7, comentando una afirmación de la Vita Consecrata: “Más que con la palabra, el religioso da testimonio de tales maravillas con el elocuente lenguaje de una existencia transfigurada, capaz de sorprender al mundo” 8.

Nos preguntamos pues por la significatividad de nuestra comunidad religiosa cara a nuestros destinatarios y educadores seglares. ¿Cómo podemos ser, personal y comunitariamente, anuncio salvador, misión salesiana? ¿Qué significa hoy ser vino nuevo que hace honor y da sabor a esos odres nuevos que ya tenemos? Este es, en realidad, uno de los principales objetivos que ha planteado y abordado nuestro último Capítulo General: “no se trataba de repetir la doctrina ya conocida sobre la comunidad, sino de encontrar caminos eficaces para motivar de nuevo a las comunidades a manifestar con sencillez y claridad la identidad religiosa de las nuevas situaciones; determinar las condiciones y criterios esenciales que permitan, más aún, estimulen a vivir de forma gozosa, humanamente significativa, nuestra profesada fraternidad en el seguimiento de Cristo”9 Y ser así, por tanto, misión y testimonio entre los jóvenes y los colaboradores seglares; vino nuevo en odres nuevos.



  1. Comunidad y misión: el momento en que nos encontramos.


    1. El camino realizado por la Iglesia y la Congregación


Durante estos últimos años después del Concilio Vaticano II, la vida consagrada ha vivido una apremiante invitación a renovarse, a hacerse elocuente y significativa. Se habla incluso de refundación de la vida religiosa. Nuestra Congregación ha realizado este proceso de una forma intensa y fecunda. El nuevo Rector Mayor, Don Pascual Chávez, se ha detenido a examinar dicho proceso a través de la contribución realizada por los últimos seis Capítulos Generales.10

Hay un hecho importante en la Vida Religiosa desde el postconcilio que también nos influye. Antes “resultaba fácil identificar a los religiosos, su forma de vida, su lugar en la Iglesia: la profesión de los consejos evangélicos, la vida en casas religiosas o monasterios, el hábito... lo separaba efectivamente del “mundo” y los diferenciaba de los laicos dentro de la misma Iglesia. Después de todo el proceso de transformación, la Vida Religiosa ya no es fácil identificarla y ubicarla como forma de vida. Y no porque se haya dejado el hábito, sino por una serie de factores externos (secularización, irrelevancia de lo religioso, pluralismo y relativismo religioso) e internos (superación de estructuras, revalorización del matrimonio y la sexualidad, etc.)11

Es decir, “tras el concilio, la vida consagrada pierde el monopolio de la radicalidad evangélica, de la santidad y de la misión. Esto es, para mostrar qué añade al ser cristiano su consagración, ya no puede esgrimir que la vocación religiosa consiste en abrazar un estado o camino de perfección, ni en profesar con votos de pobreza, castidad, obediencia... ahí no puede emplazarse la “especificidad” del ser religioso o religiosa. Dentro de una Iglesia-comunión, cualquiera de los grupos que integran el Pueblo de Dios, por una parte, ha de definir y gestionar su identidad en estrecha relación con los demás; por otra, ya no podrá delimitar ni desarrollar la misión si no es complementándose con el resto”.12

Desde luego que la vida religiosa en general, y la salesiana en particular, ha realizado un importante camino en la definición de su identidad y tarea. Haciendo balance de estos años, nos dice nuestro Rector Mayor: “La imagen, después de veinte años de camino, es la de una Congregación abierta a múltiples campos de trabajo, en ambientes en los que continuamente aparecen nuevos desafíos educativos y pastorales; que proyecta intervenciones variadas y a veces inéditas; con una vida de comunión que ha ganado en mayor sentido de fraternidad, de respeto a la persona, de ejercicio de la autoridad, de profundidad de las relaciones interpersonales, de corresponsabilidad en la toma de decisiones”.13

Pero sigue siendo importante preguntarse qué es lo que aporta de específico la vida consagrada; cuál es el testimonio fundamental que, desde su identidad, tiene que dar la comunidad religiosa, dentro de la sociedad y la Iglesia, para ser misión y anuncio.



    1. Las claves del momento presente de la vida religiosa.


Parece existir una clara coincidencia sobre lo que constituye hoy la clave para que la vida religiosa en general, y las comunidades religiosas en particular, sean significativas y misioneras. “En los escritos actuales sobre la vida religiosa, y en lo que muchos y muchas pensamos, lo escribamos o no, existe una convergencia sumamente llamativa: que nuestro problema más hondo es Dios y que Dios es también la solución más honda a nuestros problemas, nuestro futuro (...) Nada ni nadie sacará a la Vida Religiosa de su impass actual que no sea Dios y lo que Dios pide de ella en el seguimiento de su Hijo Jesús”.14


No se sabe si esta afirmación de que nuestro problema como religiosos y la solución al mismo a la vez que nuestro futuro, es Dios; suena a perogrullada o por el contrario resulta ofensiva o demasiado fuerte. Pero si nos detenemos a analizar el argumento, parece claro. “El acento específico que está llamada a encarnar la vida religiosa no es otro que Dios mismo: la confesión de su primacía, de su radical importancia, no ya sólo para la construcción del mundo futuro, sino de este mundo nuestro. Ese sería el carisma religioso, el modo religioso de estar en el mundo (...) lo nuestro es encarnar la afirmación de que nuestro mundo no será nunca el mundo que Dios sueña para el hombre si Dios no está presente en su construcción, si no lo construimos junto a él y fundamentados en su amor”.15


Y todo lo demás, aunque importante, pasa a segundo plano o resulta ineficaz o irrelevante, si falla este dato fundamental. “Un religioso o religiosa no podrá justificarse sin más por el contenido de su trabajo, por cansado o heroico que éste sea, sino por el modo de hacerlo: por el hecho de trabajar con Dios (...) si no ponemos nuestra pasión en encontrar a Dios donde está y en hacerlo presente allí donde no está porque ha sido expulsado, no aportamos ninguna novedad al mundo”.16


Por tanto, “la vida religiosa, tal como se experimenta a sí misma en el momento actual y de cara a su propio futuro, tendrá que recolocar las fuentes de su identidad y de su misión en el corazón mismo de Dios. Significa que su presente se abrirá hacia un futuro mejor –mejor para ella, para la Iglesia y para el mundo- en la medida exacta en que se reciba sólo de Dios y viva sólo para su Reino”.17


La vida consagrada no puede asentarse sino sobre la experiencia de Dios. Quizá discurre por ahí el desafío más importante: ofrecer y proporcionar una auténtica vivencia del Absoluto, vivir y manifestar el ansia de Dios, la búsqueda de Dios sin la que no se entiende el cristianismo mismo. Estamos no ante una cuestión de funcionamiento, sino de fundamento o, si se quiere, ante un problema de ser. Así y antes de nada, los religiosos deben ser maestros espirituales repletos de libertad y capacidad para servir de “buena noticia” a un mundo particularmente huérfano de ella... y al mismo tiempo, sellar visiblemente una nueva alianza con los hombres de nuestros días: una clara y descarada opción por los pobres de este mundo”.18

Y este carácter significativo de la Vida Religiosa en Dios y desde Dios, es preciso testimoniarlo en comunidad. “Hombres y mujeres santos los encontramos individualmente en todas las congregaciones y en muchos lugares. Comunidades o colectividades santas, no. Ahí radica la causa mayor de lo que últimamente viene llamándose invisibilidad cultural de la Vida Religiosa. Un cuerpo religioso culturalmente invisible, no tiene poder para conferir identidades fuertes a sus miembros ni para convocar a nuevos sujetos. Sin una cultura compartida, sin símbolos y modos coparticipados de acceder a Dios y de estar en el mundo, los miembros de un cuerpo religioso corren el peligro de diluirse en la cultura a la que pertenecen y en cuyo interior viven”.19



    1. Las claves del momento presente de la vida religiosa salesiana.


No es otra cosa distinta lo que se nos dice al hablar de la significatividad de la vida religiosa salesiana.20 La identidad de la vida religiosa salesiana no consiste ni en los votos, ni en las Constituciones, y ni siquiera en la misión, sino en su peculiar relación con Cristo. La vida evangélica no es privativa de los salesianos; y la misión educativo-pastoral puede y de hecho es realizada también por los laicos, incluso con más competencia. La identidad de la vida religiosa salesiana proviene de la llamada de Dios a la perfección en el amor, dentro de la llamada universal a la santidad, siendo “signos y portadores del amor de Dios a los jóvenes, especialmente a los más pobres”: la realización de este amor, expresión de la caridad pastoral es el que da significado y significatividad a toda nuestra vida. Se trata pues, del amor con que Dios nos ama, nos llama y nos envía, del amor con que lo amamos y amamos a los hermanos y a los jóvenes, del amor que es contenido y método de la misión, del amor que es consagración, comunión y misión. La tarea de toda comunidad religiosa, en el corazón de la Iglesia, no es adquirir un más de santidad o de perfección que los no religiosos, sino asegurar que esta buena nueva del Dios-Amor predicado se haga realidad. Por tanto, sólo una vida comunitaria caracterizada por el amor, tendrá la energía de revelar a Dios y ser creíble, y provocará en los jóvenes y seglares el interrogante del porqué de nuestra vida.


Hoy la preocupación de la vida religiosa, en general, y de la Congregación, en particular, no puede ser la de la supervivencia, sino la de crear una presencia significativa y eficaz. Es cuestión de profecía. Esto supone –decía Don Vecchi- dar vida a una presencia que suscite interrogantes, dé razones de esperanza, convoque personas, suscite colaboraciones, active una comunión cada vez más fecunda, para realizar juntos un proyecto de vida y de acción según el Evangelio. Lo que se desea es una forma de vida fascinante y atrayente, que dé el primado a la profecía más que a la organización, que privilegie a las personas más que a las estructuras (...) el futuro de la Vida Religiosa pasa a través de su fuerza mística, su sólida experiencia de Dios, la superación de todo tipo de aburguesamiento, atonía y mediocridad. La vida religiosa nació y tiene sentido sólo como signo de la búsqueda y el primado de Dios. Su misión es la de ser sacramento: “ser signos y portadores del amor de Dios (Const. 2), especialmente a favor de los más necesitados, para que éstos puedan hacer la experiencia de que Dios existe y los ama. El problema es el de la identidad y de la identificación. Lo que nos caracteriza y nos hace inteligibles es una fuerte experiencia de Dios, que cambien profundamente nuestra vida, y una comunidad en la que se empiece a vivir con novedad de vida”.21


La categoría que resume este planteamiento de fondo es la de la santidad. Una categoría puesta de relieve ya por el Papa Juan Pablo II en la “Nuovo Millenio Ineunte”: “la perspectiva en la que se debe situar el camino pastoral es la de la santidad, desde la oración y la escucha de la Palabra de Dios”.22 Una categoría recogida por nuestros documentos, ya no sólo como una propuesta educativa y evangelizadora para nuestros destinatarios23, sino como una tarea y una obligación nuestra, personal y comunitariamente. La Congregación nos pide de una forma directa, sin tapujos, descaradamente, que nos propongamos de nuevo, una vez más, sin componendas o excusas, la santidad como tarea y como testimonio. Una santidad personal y comunitaria: “respondemos al don de Dios con un camino comunitario y personal de santidad hacia la plena madurez de Cristo”.24 Porque “la santidad es el camino más exigente que queremos realizar junto con nuestras comunidades; es ‘el don más precioso que podemos ofrecer a los jóvenes’ (C 25); es la meta más alta que debemos proponer con valor a todos”25


Es precisamente la ausencia de santidad personal y comunitaria, la ausencia o menor presencia de Dios en nuestras vidas y comunidades religiosas, la raíz de la a veces deficiente o incompleta renovación de nuestra vida religiosa y nuestra misión salesiana. Nos dice el Rector Mayor: “mirando el camino recorrido por la Congregación en estos treinta años, se puede notar que el cambio no ha sido siempre lineal. Pienso que la resistencia mayor no ha sido por la renovación de las Constituciones o de las estructuras de gobierno o de la práctica pastoral, sino por la renovación espiritual, que supone una profunda conversión interior”.26

Y para que esto no se quede en pura poesía, o en mera declaración de intenciones, se nos propone hacer realidad este ser misión y anuncio, desde nuestra vida comunitaria, mediante unas formas concretas. Nuestro último Capítulo General ofrece unas orientaciones operativas, algunas de las cuales pueden ser objeto de nuestra reflexión y apropiación personal.



  1. Las formas concretas de hacer realidad la significatividad de nuestra comunidad:

    1. La vivencia personal espiritual y de los consejos evangélicos.


La renovación de la vida espiritual de cada uno de nosotros, salesianos, está a la base de la significatividad de una comunidad religiosa en la que jóvenes y seglares perciban la primacía de Dios. Pero una renovación espiritual salesiana. Es decir, que “no puede ir separada de la misión juvenil, si no queremos ceder al peligro de la evasión. Dios nos espera en los jóvenes para darnos la gracia del encuentro con Él. Por eso resulta inconcebible e injustificable creer que la misión es un obstáculo para el encuentro con Dios y para cultivar la intimidad con Él”.27

Es decir, que el salesiano no se renueva espiritualmente encerrándose en la capilla, sino haciendo del encuentro directo y personal con los jóvenes y seglares, su particular Sinaí o sagrario donde el Dios que le ha llamado y alimenta su entrega se le hace presente.

Pero también la propia estructura esencial de la vida religiosa en el salesiano tiene un extraordinario valor de testimonio y de misión. Son muy clarificadoras algunas de las orientaciones operativas del Capítulo General XXV al hablar de la gracia de unidad y la vivencia de los consejos evangélicos. Se nos dice que el salesiano será misión con su vida:

-en la gracia de unidad: “verificando periódicamente el equilibrio entre obligaciones de trabajo, exigencias de vida comunitaria, tiempos de oración, de estudio y de descanso”.28

-en los consejos evangélicos en general: “garantizando que hagan transparente la gratuidad, la ofrenda incondicional de la vida, el amor sin medida y sin reservas, sobre todo para con los más pobres”.29 “Siguiendo a Cristo obediente, pobre y casto en la radicalidad del Bautismo, la comunidad expresa las mejores energías de su libertad, protesta contra la idolatría del poder, del tener y del placer, y se hace, de esta forma, totalmente disponible para la misión entre los jóvenes”.30

-en la obediencia: “implicando más eficazmente a todos los hermanos en el núcleo animador de la CEP y en la elaboración y aplicación del PEPS”.31

-en la pobreza: desde “un modo de vida sencillo, sobrio y modesto... con la transparencia en la disponibilidad y en el uso del dinero... abriéndose a las necesidades de los jóvenes, sobre todo de los más pobres, poniendo vida, tiempo y estructuras a su servicio y colaborando con las personas y organismos que se comprometen en la promoción social y luchan por la justicia”.32

-en la castidad: “creando un ambiente de fraternidad sereno y gozoso, que estimula el crecimiento de la verdadera amistad entre los hermanos... proponiendo a los jóvenes programas de educación para el amor y de valoración de la castidad... comprometiéndose en la protección de los menores”.33 “Con la castidad, el salesiano manifiesta su amor a Dios y su total entrega a los jóvenes, con aquella pureza de corazón que es el distintivo característico de su misión educativa y pastoral”.34



    1. La vida de fraternidad


La misión salesiana está confiada a la comunidad. Es toda la comunidad salesiana la que, en el núcleo animador de la CEP, desde cada uno de sus miembros y en la diversa distribución de ministerios y servicios, la que lleva adelante la tarea educativo-pastoral con los jóvenes y seglares.

Pero la comunidad, antes que ser misión por esas tareas que personal o comunitariamente desarrollamos, lo somos por nuestra propia vida de comunidad. “El primer servicio educativo que los jóvenes esperan de nosotros es el testimonio de una vida fraterna que se hace respuesta a su necesidad profunda de comunicación, propuesta de humanización, profecía del Reino e invitación a acoger el don de Dios”.35

Para que esto sea una realidad, la comunidad salesiana debe ser una realidad conocida y visible para jóvenes y seglares. Éstos deben percibir que es una comunidad, y no unos salesianos aislados y confundidos entre una multitud de educadores seglares, quienes son, dentro de la CEP, testimonio de la supremacía de Dios, signo de comunión de todas las fuerzas y garantía carismática de la identidad salesiana de la obra.36 Es decir, algo más que un equipo de trabajo: una comunidad que entiende su ser y vivir desde la primacía de Dios en sus vidas en el servicio a los jóvenes.

Esta vida de fraternidad convertida en misión y testimonio para jóvenes y seglares se puede expresar y hacer realidad práctica en un doble movimiento de la propia comunidad hacia fuera y hacia dentro de sí misma:

-Hacia fuera, participando en la misión común de la comunidad, buscando acercarnos lo máximo posible a la situación ideal en la que todos los hermanos tienen tareas concretas educativo-pastorales en la misión de la obra a la que pertenecen, y son visibles en su ser y hacer a jóvenes y seglares. Con frecuencia, “la participación insuficiente en la misión debilita el sentido de pertenencia y la identificación con el proyecto de vida salesiana”37 y hace un tanto irrelevante la actuación individual del resto de los hermanos implicados en la misión de la obra.

-Hacia dentro, viviendo en clima de discernimiento comunitario.38 El discernimiento, más allá de una simple metodología o dinámica de resolución de conflictos o toma de decisiones, es un auténtico estilo de vida en la comunidad.39 Un discernimiento que lleva a compartir la Palabra, al diálogo fraterno, a la toma de decisiones desde la búsqueda de convergencia, a la corrección fraterna y al aprovechamiento de los momentos específicos de vida comunitaria: oración común, asambleas, retiros, revisión de vida, escrutinios, consejos, tiempos de distensión. Si las relaciones fraternas son fluidas, si somos felices en un clima de familia y amistad con los hermanos, si vivimos unidos en el respeto a la diversidad de talantes y opiniones,... los jóvenes y los seglares que están codo a codo lo percibirán con claridad meridiana, y esta fraternidad les edificará y evangelizará.



    1. Vida comunitaria compartida con los jóvenes


El Capítulo General afirma con rotundidad que “Dios nos llama a ser una comunidad no solamente para los jóvenes, sino con los jóvenes (...) Los jóvenes, a quienes abrimos nuestro corazón salesiano, quieren que abramos de par en par con sencillez y familiaridad nuestras puertas y que salgamos a su encuentro, que compartamos su vida caminando juntos”.40

La comunidad salesiana está llamada a renovar la calidad de su presencia entre los jóvenes”41, hasta el punto incluso de que replanteemos vida, estructuras, horarios de vida y oración,... en función de que se pueda crear un ambiente que atraiga a los jóvenes y facilite el contacto directo de la comunidad con ellos.42 Que la vida y la oración de la comunidad esté al alcance de los jóvenes y seglares con los que trabajamos, ha pasado de ser una moda o una experiencia opcional y periférica de la vida salesiana, a ser una necesidad, una urgencia y un elemento constitutivo de nuestra significatividad. ¿Se quedarán en mera poesía las palabras del mensaje final de los capitulares a los jóvenes, cuando se les dice: “Queremos deciros que las puertas de nuestros corazones y de nuestras casas están siempre abiertas para vosotros”.43


A nuestras comunidades se nos pide que “cuidemos la calidad de la oración comunitaria hasta hacer de ella escuela de oración para la comunidad, para los jóvenes, para los miembros de la Familia Salesiana y para los colaboradores seglares”.44 Así nos lo recordaba también el propio papa Juan Pablo II: “Sea cada comunidad verdadera escuela de fe y de oración abierta a los jóvenes”.45 Es decir, debemos rezar en comunidad de tal forma que en cualquier momento esa oración pueda ser compartida con provecho por jóvenes y seglares.


Y esto no sólo para el caso de la oración, sino en lo que se refiere a la propia vida de comunidad. Se nos pide que “hagamos visible la comunidad salesiana entre los jóvenes, abriéndola a la acogida y a la convivencia para cuantos desean conocer más de cerca nuestra vida”.46 La creatividad nos dará alas para buscar esos momentos de acogida y convivencia: comidas, celebración de fiestas o aniversarios, momentos de Familia Salesiana, tareas compartidas con seglares responsables,... Los momentos no faltan cuando hay por nuestra parte una voluntad decidida de coincidir, y cuando sentimos la necesidad de dar a conocer el tipo de vida que llevamos y que nos llena de felicidad.


Y si hablamos de compartir vida en el desarrollo de nuestra labor educativo-pastoral, se nos dice que “la comunidad salesiana favorece la creación de ambientes de fuerte carga espiritual, proponiendo y viviendo momentos de intensa experiencia espiritual con los jóvenes: Eucaristía, Reconciliación, lectio divina, oración, encuentros, retiros”.47 La propuesta explícitamente espiritual, celebrativa, pastoral, tiene que ser debidamente motivada, preparada, ofrecida,... y sobre todo participada por nosotros mismos, salesianos, para hacer creíble a los jóvenes lo que les presentamos como algo importante para ellos. Desde compartir la oración que se les ofrece, hasta participar en los sacramentos que con ellos se celebran.



    1. Presencia entre y con los jóvenes


Como escribía don Vecchi en su carta de convocatoria: “El objetivo del XXV Capítulo General no es tanto lo que la comunidad y los hermanos deben hacer todavía por los jóvenes, cuanto lo que deben ser y vivir hoy por ellos y con ellos”.48 Se nos pide “recuperar el valor de la asistencia salesiana, para que no sólo estemos para los jóvenes, sino con los jóvenes”.49 Todos nuestros buenos propósitos de significatividad se quedan en letra muerta si al final, en el desarrollo cotidiano de la misión salesiana, no estamos con los jóvenes.


El Capítulo nos invita a “soñar y a proyectar con esperanza, fieles al criterio oratoriano, nuestra presencia entre los jóvenes: una presencia hecha de cercanía afectiva, de participación, de acompañamiento, de animación, de testimonio, de propuesta vocacional con el estilo de la asistencia salesiana”.50 ¡Soñar y proyectar nuestra presencia! Cuando, “con frecuencia, las preocupaciones de organización y de gestión hacen que, de hecho, algunos salesianos se encuentren alejados de los jóvenes”.51


Es verdad que en la realización de la misión juvenil y popular en nuestras obras, “el proceso hacia una comunidad de Salesianos religiosos con el cometido de animación en el seno de una realidad más amplia –la Comunidad Educativo Pastoral- es irreversible. (...) En el núcleo animador de la CEP, la comunidad salesiana ejerce la función de referencia carismática en la que todos se inspiran”.52 Y que en esta CEP tenemos una insustituible labor de formación en el espíritu y la misión salesianas de los educadores que son los que, de hecho, están más en contacto con los jóvenes. Pero no olvidemos que el contacto directo del joven con el salesiano es una experiencia única e insustituible. Para el joven, ¡y para el salesiano! Y que para nosotros, como salesianos, fuera de los jóvenes no hay salvación.

Habrá que evaluar las “condiciones fundamentales que hacen posible una vida comunitaria significativa en el cumplimiento de nuestra misión”.53 Pero debemos hacer lo posible para no privarnos del contacto directo con los jóvenes, para no privarles a ellos de la presencia y el testimonio del salesiano, que ha de ser para él, por encima de la labor educativa que desarrolle, un testigo de Dios y de un estilo de vida fundado en el evangelio.



  1. Conclusión: “La hora del coraje y de la esperanza”


El programa que se ha expuesto, sobre todo desde las orientaciones de nuestro último Capítulo General, es generoso y ambicioso. Nuestra actitud personal puede ser la de acoger esta invitación con la misma generosidad, o bien dejarlo como una buena declaración de intenciones que se irá haciendo realidad en la medida de las posibilidades y sin complicarse la vida.


Estamos ante grandes desafíos, y “donde hay grandes desafíos, se requieren el coraje y la esperanza de la comunidad. Los caminos nuevos y los arduos cometidos de la evangelización podrán ser afrontados por comunidades que emprenden una conversión pastoral radical y viven una profunda experiencia espiritual. Coraje y esperanza son las manifestaciones más elocuentes de la profecía de nuestras comunidades”.54


Coraje y esperanza es lo que se nos pide, lo que debemos pedir al Señor para poder decir, sin complejos y sin miedos, con el corazón ensanchado: “Os escribimos a vosotros, jóvenes, porque sois la razón de nuestra vida... queremos estar con vosotros y para vosotros... queremos deciros que las puertas de nuestros corazones y de nuestras casas están siempre abiertas para vosotros”.55




4. GUIÓN para la reflexión personal y comunitaria


(Dado que todas las comunidades, en este curso, tendrán la posibilidad de trabajar en las reuniones de formación permanente o de comunidad los cinco bloques del documento capitular, se propone que en este momento de Retiro la reflexión sea personal.

Se trata de analizar las luces y sombras, las posibilidades y las ausencias, lo positivo y negativo que cada uno es y hace, colaborando o estorbado para que la comunidad sea misión para los jóvenes en el testimonio significativo de su vida.

Las preguntas son por tanto para contestar personalmente, y para posteriormente, en el momento de la Celebración comunitaria de la Reconciliación, poner en común en forma de petición de perdón. Estas preguntas siguen el esquema de los distintos puntos del Retiro.)



  1. (“¿Vino nuevo en odres nuevos?”)


¿Soy consciente de que, independientemente de la tarea que realizo en la obra, soy misión y testimonio más o menos significativo, desde mi vida, junto con el resto de mi comunidad? ¿Asumo la carga de responsabilidad y de culpabilidad que me corresponden cuando mi comunidad no es suficientemente significativa?

¿En cuál de estos aspectos, que señala el Rector Mayor, tengo que ser más vino nuevo: “fuerza mística, sólida experiencia de Dios, superación de todo tipo de aburguesamiento, atonía y mediocridad”?



1. Las claves del momento presente de la vida religiosa salesiana


¿En qué medida tengo claro que “la clave de mi problema más hondo es Dios y que Dios es también la solución más honda a mis problemas, mi futuro?”? ¿Con qué grado de profundidad, sinceridad, confianza y entrega vivo mi relación con Dios?” ¿Pongo todo mi interés, “mi pasión, en encontrar a Dios donde está y en hacerlo presente allí donde no está”?

¿En qué medida vivo mi relación con Dios desde la categoría de “la santidad, desde la oración y la escucha de la Palabra de Dios”? ¿Me creo de verdad que debo “responder al don de Dios con un camino comunitario y personal de santidad hacia la plena madurez de Cristo... porque “la santidad es el camino más exigente que quiero realizar junto con mi comunidad, y el don más precioso que puedo ofrecer a los jóvenes”? ¿Cómo entiendo y en qué hago consistir mi deseo de santidad?





  1. La vivencia personal espiritual y de los consejos evangélicos.


¿Tengo claro que mi renovación espiritual “no puede ir separada de la misión juvenil, si no quiero ceder al peligro de la evasión, que Dios me espera en los jóvenes para darme la gracia del encuentro con Él, y que es inconcebible e injustificable creer que la misión es un obstáculo para mi encuentro con Dios y para cultivar la intimidad con Él”?


Analizo en qué medida, en mi vida ordinaria, existe un “equilibrio entre obligaciones de trabajo, exigencias de vida comunitaria, tiempos de oración, de estudio y de descanso”. ¿Tiene cada uno de estos elementos sus tiempos, espacios y proporciones adecuadas?


¿Procuro que los jóvenes y seglares con los que entro en contacto, conozcan y perciban mi condición de religioso consagrado? ¿Doy testimonio, con mis palabras y acciones ante ellos, de que vivo feliz desde la profesión de los consejos evangélicos y mi vida en comunidad? ¿Busco ser significativo para ellos de un estilo de vida evangélico que contrasta con el ofrecido por la sociedad?



3. La vida de fraternidad


¿Mi actitud dentro de la comunidad es de discernimiento, de aportar lo mejor de mí y de buscar con mis hermanos las condiciones más adecuadas para la vida común y las decisiones más oportunas para el desarrollo de la misión? ¿Participo en las reuniones de comunidad? ¿Busco siempre lo positivo, trato de dar el primer paso?

¿Vivo experiencias de amistad con algún hermano de comunidad? ¿Cultivo las relaciones cordiales con todos? En la realización de la misión con jóvenes y seglares, ¿la forma como me relaciono con mis hermanos de comunidad con los que coincido ante ellos, les da a entender que vivimos y trabajamos unidos, y que nos queremos?



4. Vida comunitaria compartida con los jóvenes


¿Tendrían que cambiar algo mis actitudes y comportamientos en la oración comunitaria, en la mesa, en la convivencia fraterna,... si todo esto lo compartiera también con jóvenes y seglares? ¿Qué cosas, en concreto?

¿Tengo una actitud positiva, de acogida y de disponibilidad cuando jóvenes o seglares se hacen presentes en mi comunidad? ¿Vivo estas experiencias de una forma gozosa, como una ocasión de testimonio y vivencia compartidas,... o como una moda o una consigna a la que hay que someterse?



5. Presencia entre y con los jóvenes


¿Vivo en la actitud permanente de “recuperar el valor de la asistencia salesiana, para que no sólo esté para los jóvenes, sino con ellos”? ¿Qué intensidad cuantitativa (en tiempo) y cualitativa (en profundidad) tiene mi estar con los jóvenes? ¿En qué ámbitos, momentos, circunstancias,... no estoy con ellos y podría hacerlo? ¿Son “con frecuencia, las preocupaciones de organización y de gestión” lo que hace que, de hecho, me encuentre alejado de los jóvenes? ¿En qué medida estas preocupaciones son, en mí, una buena excusa?

¿Qué actividades llevo o puedo llevar con jóvenes que me permiten una cercanía y un acompañamiento personal de los mismos?


  1. Guión para una celebración comunitaria de la Reconciliación.


(Se propone tener, tras el tiempo de reflexión personal, una celebración comunitaria de la Reconciliación donde haya lugar a realizar peticiones de perdón a partir de la reflexión personal realizada con las pistas anteriores. Quien anime dicha Celebración puede buscar los cantos, hacer la ambientación adecuada a la circunstancia de la propia comunidad, etc. Aquí sólo se ofrece una sugerencia de Palabra de Dios, una posible dinámica de participación-petición de perdón, y la oración final, inspirada en el nº 85 del CG XXV.)


LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS:

De la carta del Apóstol San Pablo a los Romanos 12, 1-2. 9-18.

Hermanos:

Os exhorto, por la misericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios; éste es vuestro culto razonable.

Y no os ajustéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis discernir lo que es voluntad de Dios, lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto.

Que vuestra caridad no sea una farsa: aborreced lo malo y apegaos a lo bueno.

Como buenos hermanos, sed cariñosos unos con otros, estimando a los demás más que a uno mismo.

En la actividad, no seáis descuidados, en el espíritu manteneos ardientes.

Servid constantemente al Señor. Que la esperanza os tenga alegres: estad firmes en la tribulación, sed asiduos en la oración.

Contribuid a las necesidades del Pueblo de Dios; practicad la hospitalidad.

Bendecid a los que os persiguen; bendecid, sí, no maldigáis.

Con los que ríen estad alegres; con los que lloran, llorad.

Tened igualdad de trato unos con otros: no tengáis grandes pretensiones, sino poneos al nivel de la gente humilde.

No presumáis de listos.

No devolváis a nadie mal por mal.

Procurad la buena reputación entre la gente.

En cuanto sea posible, por vuestra parte, estad en paz con todo el mundo.

¡Palabra de Dios!


PETICIONES DE PERDÓN:

(Se motiva a poner en común, en el seno de la comunidad en oración, la reflexión personal realizada en forma de petición de perdón al Señor. Cada dos o tres peticiones, se puede cantar un estribillo penitencial. Al final se puede rezar el “Yo Confieso”..., y dar lugar a la reconciliación personal.


ORACIÓN FINAL:

CREDO COMUNITARIO SALESIANO (a partir del de la Conclusión del Capítulo, en CG, 85):

(Puede servir de momento final de la celebración, tras el tiempo libre que se ha dejado para la reconciliación personal, una vez reunidos todos de nuevo. Se puede rezar personalmente en silencio primero, y luego proclamar todos.


Padre bueno:

creemos que nuestra comunidad

es fruto de tu iniciativa gratuita,

ahonda sus raíces en la Pascua del Señor Jesús,

es un don siempre nuevo de tu Espíritu Santo.


Creemos que estamos llamados

a vivir en comunidad

siguiendo a tu Hijo Jesucristo obediente, pobre y casto

según el carisma de Don Bosco,

al servicio de los jóvenes,

especialmente los más pobres.


Creemos que nuestra comunidad salesiana,

guiada y sostenida por la presencia materna

de María Auxiliadora,

se construye en torno a tu Palabra,

al Pan y al Perdón,

y que, mediante el ejercicio de la caridad

y de la corrección fraterna,

llega a ser lugar de misericordia y reconciliación.


Creemos que la práctica del Sistema Preventivo,

como inspiración y método

para vivir y trabajar juntos,

refuerza nuestras relaciones contigo,

madura nuestras relaciones fraternas

y nos une en una única experiencia

con los jóvenes y los seglares,

en un clima de familia,

de confianza y de diálogo.


Creemos que la misión salesiana

está confiada a nuestra comunidad,

en la que todos somos partícipes

y corresponsables,

con la riqueza de los dones personales

en la complementariedad

de las vocaciones laical y presbiteral,

y en la valoración de competencias,

servicios y funciones.


Creemos que nuestra comunidad,

viviendo el espíritu de familia,

estando atenta a las necesidades de la zona,

en unión con toda la Familia Salesiana,

se convierte para nuestros jóvenes

y para cada uno de nosotros

en ejemplo de vida llena de humanidad

y de gracia,

signo luminoso de amor,

escuela de espiritualidad.

propuesta vocacional

y profecía de comunión.


Y puesto que así lo creemos,

así lo recibimos como don de tu amor, Padre,

y lo hacemos tarea diaria

en el empeño de ser

signos y portadores de tu amor

a los jóvenes, especialmente los más pobres.


Te damos gracias,

y te lo pedimos, Padre,

con la fuerza de tu Espíritu

y por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor.

Amén.






COMUNIDAD Y MISIÓN: “Vino nuevo en odres nuevos” (Cfr. Mc 2, 22)


PARA LA REFLEXIÓN PERSONAL


  1. (“¿Vino nuevo en odres nuevos?”)


¿Soy consciente de que, independientemente de la tarea que realizo en la obra, soy misión y testimonio más o menos significativo, desde mi vida, junto con el resto de mi comunidad? ¿Asumo la carga de responsabilidad y de culpabilidad que me corresponden cuando mi comunidad no es suficientemente significativa?

¿En cuál de estos aspectos, que señala el Rector Mayor, tengo que ser más vino nuevo: “fuerza mística, sólida experiencia de Dios, superación de todo tipo de aburguesamiento, atonía y mediocridad”?


1. Las claves del momento presente de la vida religiosa salesiana


¿En qué medida tengo claro que “la clave de mi problema más hondo es Dios y que Dios es también la solución más honda a mis problemas, mi futuro?”? ¿Con qué grado de profundidad, sinceridad, confianza y entrega vivo mi relación con Dios?” ¿Pongo todo mi interés, “mi pasión, en encontrar a Dios donde está y en hacerlo presente allí donde no está”?

¿En qué medida vivo mi relación con Dios desde la categoría de “la santidad, desde la oración y la escucha de la Palabra de Dios”? ¿Me creo de verdad que debo “responder al don de Dios con un camino comunitario y personal de santidad hacia la plena madurez de Cristo... porque “la santidad es el camino más exigente que quiero realizar junto con mi comunidad, y el don más precioso que puedo ofrecer a los jóvenes”? ¿Cómo entiendo y en qué hago consistir mi deseo de santidad?




2. La vivencia personal espiritual y de los consejos evangélicos.


¿Tengo claro que mi renovación espiritual “no puede ir separada de la misión juvenil, si no quiero ceder al peligro de la evasión, que Dios me espera en los jóvenes para darme la gracia del encuentro con Él, y que es inconcebible e injustificable creer que la misión es un obstáculo para mi encuentro con Dios y para cultivar la intimidad con Él”?


Analizo en qué medida, en mi vida ordinaria, existe un “equilibrio entre obligaciones de trabajo, exigencias de vida comunitaria, tiempos de oración, de estudio y de descanso”. ¿Tiene cada uno de estos elementos sus tiempos, espacios y proporciones adecuadas?


¿Procuro que los jóvenes y seglares con los que entro en contacto, conozcan y perciban mi condición de religioso consagrado? ¿Doy testimonio, con mis palabras y acciones ante ellos, de que vivo feliz desde la profesión de los consejos evangélicos y mi vida en comunidad? ¿Busco ser significativo para ellos de un estilo de vida evangélico que contrasta con el ofrecido por la sociedad?



3. La vida de fraternidad


¿Mi actitud dentro de la comunidad es de discernimiento, de aportar lo mejor de mí y de buscar con mis hermanos las condiciones más adecuadas para la vida común y las decisiones más oportunas para el desarrollo de la misión? ¿Participo en las reuniones de comunidad? ¿Busco siempre lo positivo, trato de dar el primer paso?


¿Vivo experiencias de amistad con algún hermano de comunidad? ¿Cultivo las relaciones cordiales con todos? En la realización de la misión con jóvenes y seglares, ¿la forma como me relaciono con mis hermanos de comunidad con los que coincido ante ellos, les da a entender que vivimos y trabajamos unidos, y que nos queremos?



4. Vida comunitaria compartida con los jóvenes


¿Tendrían que cambiar algo mis actitudes y comportamientos en la oración comunitaria, en la mesa, en la convivencia fraterna,... si todo esto lo compartiera también con jóvenes y seglares? ¿Qué cosas, en concreto?


¿Tengo una actitud positiva, de acogida y de disponibilidad cuando jóvenes o seglares se hacen presentes en mi comunidad? ¿Vivo estas experiencias de una forma gozosa, como una ocasión de testimonio y vivencia compartidas,... o como una moda o una consigna a la que hay que someterse?



5. Presencia entre y con los jóvenes


¿Vivo en la actitud permanente de “recuperar el valor de la asistencia salesiana, para que no sólo esté para los jóvenes, sino con ellos”? ¿Qué intensidad cuantitativa (en tiempo) y cualitativa (en profundidad) tiene mi estar con los jóvenes? ¿En qué ámbitos, momentos, circunstancias,... no estoy con ellos y podría hacerlo? ¿Son “con frecuencia, las preocupaciones de organización y de gestión” lo que hace que, de hecho, me encuentre alejado de los jóvenes? ¿En qué medida estas preocupaciones son, en mí, una buena excusa?


¿Qué actividades llevo o puedo llevar con jóvenes que me permiten una cercanía y un acompañamiento personal de los mismos?


CREDO COMUNITARIO SALESIANO

(A partir del de la Conclusión del Capítulo, en CG, 85):


Padre bueno:

creemos que nuestra comunidad

es fruto de tu iniciativa gratuita,

ahonda sus raíces en la Pascua del Señor Jesús,

es un don siempre nuevo de tu Espíritu Santo.


Creemos que estamos llamados

a vivir en comunidad

siguiendo a tu Hijo Jesucristo obediente, pobre y casto

según el carisma de Don Bosco,

al servicio de los jóvenes,

especialmente los más pobres.


Creemos que nuestra comunidad salesiana,

guiada y sostenida por la presencia materna

de María Auxiliadora,

se construye en torno a tu Palabra,

al Pan y al Perdón,

y que, mediante el ejercicio de la caridad

y de la corrección fraterna,

llega a ser lugar de misericordia y reconciliación.


Creemos que la práctica del Sistema Preventivo,

como inspiración y método

para vivir y trabajar juntos,

refuerza nuestras relaciones contigo,

madura nuestras relaciones fraternas

y nos une en una única experiencia

con los jóvenes y los seglares,

en un clima de familia,

de confianza y de diálogo.


Creemos que la misión salesiana

está confiada a nuestra comunidad,

en la que todos somos partícipes

y corresponsables,

con la riqueza de los dones personales

en la complementariedad

de las vocaciones laical y presbiteral,

y en la valoración de competencias,

servicios y funciones.


Creemos que nuestra comunidad,

viviendo el espíritu de familia,

estando atenta a las necesidades de la zona,

en unión con toda la Familia Salesiana,

se convierte para nuestros jóvenes

y para cada uno de nosotros

en ejemplo de vida llena de humanidad

y de gracia,

signo luminoso de amor,

escuela de espiritualidad.

propuesta vocacional

y profecía de comunión.


Y puesto que así lo creemos,

así lo recibimos como don de tu amor, Padre,

y lo hacemos tarea diaria

en el empeño de ser

signos y portadores de tu amor

a los jóvenes, especialmente los más pobres.


Te damos gracias,

y te lo pedimos, Padre,

con la fuerza de tu Espíritu

y por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor.

Amén.


PARA LA CELEBRACIÓN COMUNITARIA DE LA PENITENCIA


Ambientación:


Nuestra vida religiosa y nuestra consagración no nos inmunizan, ni personal ni comunitariamente, contra el pecado. Lo sabemos por experiencia. Por tener un vínculo especial, nuestras faltas personales y comunitarias adquieren una tonalidad particular ante Dios, ante la Iglesia, ante el mundo y ante nosotros mismos.


Estamos llamados a ser, personal y comunitariamente, signos creíbles del amor de Dios a los jóvenes. Por eso hemos de esforzarnos día a día para purificar nuestra vida, para conseguir nuestra renovación interior. Para ello nos ayuda la práctica de los Sacramentos. La reconciliación que vamos a realizar a continuación nos corresponsabiliza, con el perdón sacramental, en seguir creciendo hasta la medida de la santidad.


Aprovechemos esta ocasión de gracia que el Señor, por medio de nuestra comunidad, nos ofrece.


Canto:


Celebrante:

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo

Todos: AMÉN


Saludo del Celebrante a la asamblea:

Damos gracias a Dios Padre, que nos ha hecho capaces de compartir la herencia del pueblo santo en la luz. Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido, por cuya sangre hemos recibido la redención.

Todos: AMÉN


Celebrante:

Oremos: Concédenos, Señor, a quienes has inspirado el propósito de seguir más de cerca a Cristo tu Hijo, viviendo la consagración religiosa en comunidad de vida y de acción, un corazón arrepentido y abierto a la reconciliación, para que podamos servirte a Ti y a nuestros hermanos con generosidad y con un comportamiento que sea de tu agrado. Por Jesucristo Nuestro Señor.

Todos: AMÉN


Monición:

San Pablo nos ofrece algunas actitudes bien concretas para ser, personal y comunitariamente, significativos en el mundo en el que vivimos y ante los jóvenes y seglares que comparten con nosotros misión y espíritu. Es decir, para construir y testimoniar esa santidad personal y comunitaria, que es el mejor regalo que podemos hacerles.



LECTURAS DE LA PALABRA DE DIOS:

De la carta del Apóstol San Pablo a los Romanos 12, 1-2. 9-18.

Hermanos:

Os exhorto, por la misericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios; éste es vuestro culto razonable.

Y no os ajustéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis discernir lo que es voluntad de Dios, lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto.

Que vuestra caridad no sea una farsa: aborreced lo malo y apegaos a lo bueno.

Como buenos hermanos, sed cariñosos unos con otros, estimando a los demás más que a uno mismo.

En la actividad, no seáis descuidados, en el espíritu manteneos ardientes.

Servid constantemente al Señor. Que la esperanza os tenga alegres: estad firmes en la tribulación, sed asiduos en la oración.

Contribuid a las necesidades del Pueblo de Dios; practicad la hospitalidad.

Bendecid a los que os persiguen; bendecid, sí, no maldigáis.

Con los que ríen estad alegres; con los que lloran, llorad.

Tened igualdad de trato unos con otros: no tengáis grandes pretensiones, sino poneos al nivel de la gente humilde.

No presumáis de listos.

No devolváis a nadie mal por mal.

Procurad la buena reputación entre la gente.

En cuanto sea posible, por vuestra parte, estad en paz con todo el mundo.

¡Palabra de Dios!


Todos: TE ALABAMOS, SEÑOR


Canto:


Monitor:

Cristo nos invita, a pesar de todos los pesares, a la continua conversión, al discernimiento para saber nacer de nuevo y asumir las consecuencias concretas que tiene hoy ser y construir el Reino de Dios. El Señor quiere que, a pesar de nuestros cansancios y experiencias acumuladas, volvamos a ser odres nuevos. Con coraje y esperanza.


LECTURA (Jn 3, 1-6)


Lector:

Lectura del Santo Evangelio según San Juan.


En aquel tiempo había un fariseo llamado Nicodemo, magistrado judío. Éste fue a ver a Jesús de noche y le dijo:

-Rabí, sabemos que has venido de parte de Dios como maestro; porque nadie puede hacer los signos que tú haces si Dios no está con él.

Jesús le contestó:

-Te lo aseguro, el que no nazca de nuevo no puede ver el Reino de Dios.

Nicodemo le pregunta:

-¿Cómo puede nacer un hombre siendo viejo? ¿Acaso puede por segunda vez entrar en el vientre de su madre y nacer?

Jesús le contestó:

-Te lo aseguro, el que no nazca de agua y de Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios. Lo que nace de la carne es carne, lo que nace del Espíritu es espíritu.

PALABRA DEL SEÑOR.


Todos: GLORIA A TI, SEÑOR JESÚS.


EXAMEN DE CONCIENCIA EN COMUNIDAD


(El presidente de la celebración invita a los hermanos a expresar en alto motivos personales para pedir perdón, a partir del análisis personal hecho durante el tiempo de reflexión personal sobre las preguntas entregadas. Cada dos intervenciones se puede intercalar un estribillo penitencial. Cuando el presidente lo crea oportuno, se reza el “Yo confieso...”)


Todos (cada dos intervenciones, cantando): SEÑOR, TEN PIEDAD DE NOSOTROS (u otro estribillo parecido).


Todos: Yo confieso ante Dios todopoderoso...


Celebrante:

Dios, Padre misericordioso, tenga piedad de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

Todos: AMÉN


(Momento para la confesión y absolución individual)


ACCIÓN DE GRACIAS FINAL


Canto:


ORACIÓN:

Credo comunitario salesiano (en hoja aparte, todos juntos)



BENDICIÓN Y DESPEDIDA DE LA ASAMBLEA

V/. El Señor esté con vosotros.

R/. Y con tu espíritu.



V/. El Dios de la gloria que os ha concedido celebrar hoy su perdón y su misericordia os otorgue sus bendiciones eternas. R/. Amén.



V/. Que por la reconciliación os veáis libres de todo mal, y perseveréis constantes en el servicio de Dios, de los hermanos y de los jóvenes. R/. Amén.



V/. Y que Dios os conceda reuniros en la felicidad de su Reino, donde gozaréis la vida que no acaba. R/. Amén.



V/. Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre +, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros. R/. Amén.



V/. Podéis ir en paz.

R/. Demos gracias a Dios.






FORMACIÓN



LA OTRA FORMACIÓN PERMANENTE56


Ferran Manresa, S.J.57


SESIÓN 1ª


Intentaré, en estas dos sesiones, dar unas cuantas pistas para entender la Formación Permanente, sensibilizar a ella y.... las que quieran, que se pongan en camino, ya que para ello no se necesitan muchos instrumentos extraordinarios. Ordinarios sí, pero extraordinarios, no tantos.


A modo de introducción, me parece que es verdad que el Plan de Formación que tienen Vds. da ocasión a lo que han propuesto. Me parece que esto es legítimo y razonable, aunque no hubieran hecho el Plan de Formación, creo que también sería urgente.


¿Por qué me parece que es urgente esto de la Formación Permanente? Urgente no quiere decir apresurado hecho a "trancas y barrancas", sino que quiere decir inminente, de tal forma que quien no se meta en estos caminos, en la práctica, se queda ya en la cuneta. Y esto, sencillamente, porque están sucediendo unos cambios tales en la vida social y en la Iglesia que, por lo menos, demandan un estado de vigilia.


Primer acercamiento introductorio


Formación Permanente quiere decir, o al menos es lo que yo propongo, estar durante unos años en estado de vigilia cada uno como pueda y solo no, sino dejándose acompañar en ese camino.


Intentaré explicar lo que entiendo por estado de vigilia. Sería algo más que hacer cursos e ir a una semana de congresos de no sé qué, o leer tal libro... No es que esto lo desprecie, pero me parece que sin este estado de fondo de vigilia se lograría muy poco. Supone la actitud del centinela que está en la noche vigilando a ver por dónde está asomando la luz en medio de la oscuridad, en imagen del profeta Isaías; pues si no se está en ese estado de vigilia es, o acaba siendo, adaptación cultural. Y yo no creo que la renovación de la vida religiosa venga por adaptación cultural. Los indicios por los cuales digo intuitivamente que están pasando cosas serias en la vida social y en la vida eclesial, Vds. los conocen, seguramente, muchísimo mejor que yo. Y digo intuitivamente, ya que no se trata ahora aquí de hacer una lista, porque no hay tiempo, y tampoco de justificar esa afirmación, desde el punto de vista científico, cultural o social —tampoco soy yo la persona autorizada para ello—; pero no puedo dejar de pensar, si comparo mi vida respecto a la de hace 15 años, que está pasando algo que llama a estar activamente presente en ello. Y digo nada más esto, porque no sé a qué está llamando en concreto. En concreto ¿a qué? Yo no sé si alguien sabe, pero que la situación está desvelando los espíritus más despiertos, a mí me parece que es verdad. Entonces, ponerse en estado de desvelamiento, desencubrir el presumible sueño en el que podemos estar ‑repitiendo comportamientos, repitiendo trabajos, repitiendo formas de vivir en común, etc. creo que sería ponerse en estado de Formación Permanente.





Segundo acercamiento introductorio


Me parece que la vida religiosa ha pasado, en estos últimos años —desde los años 65/66—, supongo que lo hemos vivido Vds. y yo, por distintas épocas.


Hubo una época anterior, penúltima respecto de la actual, en donde todo era el compromiso, el acentuar las dimensiones éticas de] carisma escatológico de cada congregación o instituto religioso. Esto produjo efectos muy positivos; pero también otros no tan positivos, como todas Vds. saben.


Luego ha habido una época, en la cual algunos todavía permanecen, otros están saliendo de ella, y tinos más no ven si han de salir o no. Una época en la que, más bien, hemos pedido casi que nos perdonaran; silencio, comunidades pequeñas, testimonio, sólo una palabra coherente y, si no es coherente, chitón. Entonces, siempre en la periferia, siempre en los bordes, en los límites. Fundiendo lo profesional con lo escatológico, Y lo escatológico, como suena muy mal, mejor que cada uno lo viva en privado. Total, en conjunto, ha sido una situación distinta de la anterior, que he descrito brevemente, y que yo creo que se está acabando, como se está acabando la Iglesia Occidental. Quiero decir, que esta forma de proceder ha dado lugar a un cristianismo burgués, privado, de conciencia intencional, hecho de actitudes, pero sin gestos externos... La invisibilidad, poquito a poco, sin darnos cuenta, nos ha herido.


Entonces, yo creo que tina de las cosas que puede suscitar lo de la Formación Permanente es el progresivo nacimiento. En unos lugares se ve más claro, en otros más oscuro, el progresivo nacimiento de tina forma más visible de situarse la vida religiosa en el mundo. Esta forma estaría hecha no de silencio, de invisibilidad y de testimonio, sino que incluiría lo mejor de las formas anteriores, pero las desbordaría, añadiendo algo específico de esta nueva forma, que sería la capacidad de dialogar responsablemente con lo distinto. Lo distinto quiere decir lo agnóstico, lo que nos mira con recelo, lo que se nos escapa por la razón que sea. La capacidad de dialogar responsablemente, de condividir la vida responsablemente con este tipo de gente que cada vez abunda más, que no tiene nada que ver con nosotros más que en lo biológico y lo jurídico, pero no en lo escatológico, etc. Entonces para esto, para ciar cuenta de este tipo, tan vagamente descrito, de la forma de vida religiosa futura, me parece que, para bastantes de nosotros es conveniente meternos modestamente en un proceso de Formación Permanente.


Resumo este punto introductorio. Si el plan de formación ya es suficiente ocasión para que Vds. fueran invitadas a meterse en un proceso no individual, sino corporativo, comunitario, provincial, de Formación Permanente como Congregación., hay razones más universales diríamos, que aconsejan meterse en un proceso de concientización que podríamos llamar Formación Permanente. La situación va cambiando, y hace falta una figura de vida religiosa hecha, sobre todo, de capacidad de dialogar responsablemente. Esto sería, por tanto, lo primero.


Lo segundo, un aterrizaje más concreto en esto de la Formación Permanente. Yo por Formación Permanente entiendo lo siguiente.


Una definición


Formación Permanente es el esfuerzo, en circunstancias nuevas o inéditas o distintas, por ir traduciendo las actitudes de base que informan la vida propia —consecuencia de haber seguido un carisma apostólico como el suyo—, de modo que sean externamente más inte­ligibles, más aceptables y más participables. Aquel esfuerzo que ca­da uno hace será distinto, según la edad, según el trabajo, y tam­bién, según la cultura, etc. Si esto se hace, no de repente, sino poco a poco, es algo que se acerca a lo que evangélicamente llamaríamos conversión, más que reciclaje.


Por tanto, yo diría: el eje o la clave de interpretación, la clave o el instrumento principal que sería preciso utilizar para la Formación Permanente, no sería una especialización, sino sería poner mucho más rápidamente, mucho más virulentamente, mucho más eficazmente en juego el carisma propio. Dejar que el carisma sea más posibilitante de energías y mucho más crítico de inercias. Seguramente su carisma, como todos, habrá sido posibilitador de energías. Vds. tal vez tengan compañeras que cuando las conocieron pensaron: "¡Qué tontas!", y luego han rendido mucho más de lo que esperaban. ¿Ven? El carisma es posibilitante. Y seguramente que Vds. Dijeron de algunas compañeras cuando entraron: "¡Qué pedantes!" y luego exclamaron: "¡Qué mujeres!".


El carisma tiene, a la larga, en la medida en que una se deja trabajar por él por dentro, tiene capacidades posibilitantes, de menos a más y capacidades críticas, por lo tanto purificadoras. Siempre lo ha tenido. Pero ¿saben qué pasa? Que con el tiempo uno se cansa, o se cierra, o se bloquea, o se distrae —pongan lo que quieran— y entonces el carisma ya no funciona, está aparcado, sólo funciona para conservar lo adquirido y aun lo adquirido se va poquito a poco deteriorando. Por tanto, entrar en Formación Permanente es sacar del parking el carismma. Esto, para que siga, si cabe, con más eficacia, su ejercicio posibilitador y crítico a la vez.


Esto es Formación Permanente, si lo de permanente se toma en serio.


Otras maneras de entender la Formación Permanente: de 7 a 9, lunes, miércoles y viernes, ir a un cursillo de teología. Esto no es permanente, esto es eventual. En cambio, Formación permanente quiere decir que estoy en "estado de…": mientras cocino, mientras hago la vida ordinaria, mientras comparto la vida con mis compañeras, mientras hago lo que me toca, etc. Esto es lo que quería decir: hay que traducir las actitudes de base en acción y en imagen de tal manera que sean más inteligibles. En terminología más clásica, sería simplemente darle al tiempo una oportunidad de que nos haga menos impedimento y más instrumentos, mejores instrumentos en manos de Dios. Esto sería Formación Permanente.


Esto es claro, este concepto es claro, pero tropieza con otro concepto que nosotros también usamos y que sería el concepto funcional. Me explico. Lo que he intentado exponer sería, a mi modo de ver, la idea esencial de la Formación Permanente: vigencia del carisma. A lo mejor cada una sospecha que el carisma se ha acabado por la edad, porque necesitan ir cerrando poquito a poco comunidades, porque se apunta poca gente, porque la poca gente que se apunta es tan distinta de las que nos habíamos apuntado. Pequeños signos que pueden sembrar en nosotras la sospecha interior, rápidamente respondida en un rato de "oración", entre comillas, de que esto tiene los días contados. Además, en teoría, hay algunos teólogos que nos dicen que un carisma religioso tienen su nacimiento, su vida y su muerte. Con ello se nos confirma la sospecha y pensamos: colorín colorado este cuento se ha acabado.


­ La Formación Permanente es aquel momento en que nos decimos unas a otras, dejándonos que el carisma nos invada de nuevo, que este carisma sigue con vigencia, sigue teniendo vigor. Pero no en la punta del alma, escondidamente, privadamente, allí donde uno está solo. No, sino que tiene que seguir vigente en la vida comunitaria, en la vida laboral, en la vida provincial, en las estructuras, en la manera de relacionarnos, etc, etc. Que sigue con vigor, que, por tanto, tiene traducciones ambientales, provinciales más que puramente individuales. Cuando esto acontece en una provincia, ésta se pone en trance de ofrecerse y ser acogida. No en trance de seguir haciendo lo mismo y punto, no. A esto llamaríamos Formación Permanente, que puede durar 2, 3, 4 años.


Luego está, junto a esto, simultáneamente, lo que normalmente se suele decir Formación Permanente, que es algo funcional. Hacer cosas: por ejemplo, es funcional tener esta reunión hoy; es funcional que haya una reunió dentro de seis meses con motivo de alguna cosa; es funcional que, con motivo de esto o aquello, editemos las cartas de la M. Fundadora. Todo esto son cosas, instrumentos que ayudan para algo, pero que no sé si producen este algo. Lo producen si existe la mínima disposición esencial en virtud de la cual, nosotros dejamos que el carisma actúe mucho más posibilitantemente y críticamente.


Para ser realistas, lo mejor sería no separar una cosa de la otra. Hace falta la actitud básica y el instrumental que ponen a nuestra disposición o que nosotros ponemos a disposición de los demás. No se debe separar una cosa de la otra.


Horizonte de motivación


Entonces, permitan que exponga ahora el horizonte de fondo. O sea: una pequeña introducción, una cierta ideal general de Formación Permanente desde un horizonte en el cual debemos hacer este ejercicio que llamamos Formación Permanente, entendido de las dos maneras no separables: esencialmente, sobre todo, y funcionalmente, también.


Horizonte de fondo quiere decir motivación. A mí me parece que no hay Formación Permanente viva si no hay esperanza, sencillamente. Donde no hay esperanza, hay formación viva en el sentido de actualización de conocimientos, que es una operación estética, diríamos, cuando uno empieza a estar cerrado o algo por el estilo. Pero renovación en el sentido integral de la palabra, como hemos intentado dar a entender, esto que yo llamaba Formación Permanente esencial, una renovación o conversión en la vida ordinaria, verdade­ramente evangélica, donde la mano izquierda no sabe lo que hace la derecha, pero efectivamente está haciendo algo, esto a mi modo de ver, no lo hay sin una gran esperanza.


Por tanto, esto es tina invitación a decirles que introduzcan en su vida personal o provincial o comunitaria, por ejemplo en la Eucarístia, en su oración personal, etc., aquello de los cristianos antiguos: "¡Ven, Señor Jesús!". Es decir, si los tiempos cambiantes no provocan una más febril esperanza, no hay Formación Permanente que valga. Si los tiempos cambiantes lo que provocan es temor, desánimo, ignorancia, lo que provocan es más bien tina cierta inmunización —repetir lo que hacemos porque no sabemos claramente lo que deberíamos hacer—, entonces la Formación Permanente se cierra en un clima de temor, de repetición, de inmunización, etc.


Si Formación Permanente quiere decir algo más que eso, entonces se alimenta del hecho paradójico, pero desde el cristianismo original, de que la no venida del Señor, de que se alargue el tiempo, en lugar de producir cansancio, produzca más esperanza. Esto se lo digo porque a nosotros más bien es al revés lo que nos produce. Y que el Señor, en términos bíblicos, no venga o no acabe de llegar debe producirnos: inminencia, urgencia, presencia, incidencia, cambio, etc. Donde no hay esto, la Formación Permanente es como un coche que ya está para ir la desguace, aunque lo mantengo y lo voy llevando al taller de vez en cuando para ver si dura lo más posible y va tirando; mas ya sé que llegará un día en que se acabará.


Esto sería el corazón, la motivación de fondo, me parece a mí, evangélica de la Formación Permanente, en un tiempo en donde uno no deja de sentir cierta soledad, por lo menos, si no psicológica, sí cierta soledad respecto del sentido de su vida, porque el sentido de la vida muchas veces se nos escapa o no tiene aquellas resonancias afectivas que tal vez en otros tiempos tuvo; a veces también, incluso, cierta amargura que se puede experimentar como en que Lino es un platillo volante, o en que tino no participa de lo común, o un cierto aburrimiento existencial en el sentido de que me distraigo mucho haciendo muchas cosas, pero prácticamente, en el fondo, es­toy un poco aburrido, o me voy repitiendo, etc. etc.


Entonces, diríamos, todas estas experiencias, no tan positivas a la luz de la esperanza, pueden provocar, pueden motivar, lo que les diría que es el corazón de una Formación Permanente. Probablemente lo llamaríamos el espíritu de vigilancia que les decía antes. Por si quieren meditar, no hoy, sino otro día, en alguna de estas cosas, les doy unos textos. A mí me parece que, al final, al final el mensaje de Jesús es: "Confíen, pero vigilen". Esto es, dicho en términos no tan bíblicos: "Amen siendo lúcidos". Todo esto lo pueden encontrar en Lc 21,36; Mc 13‑33,37; 14,34 y 37‑38.


Expresado de otra manera: Estad atentos, sed responsables ante el presente, pero que esta responsabilidad del presente os venga de la confianza en el futuro. No os venga de la preparación exclusivamente, de la preparación humana de la cual habéis sido objeto, o no os venga de vuestra fidelidad al pasado o no os venga de vuestra coherencia de vida hasta ahora en que tenéis 50 años, sino que la responsabilidad ante el presente os venga de vuestra confianza en el futuro, porque este futuro, para el creyente por lo menos, está en manos de Dios. Todo esto hace que la Formación Permanente tenga una dimensión ética, responsable ‑responsabilidad ante el presente pero también tina dimensión más que ética porque esta responsabilidad del presente viene de la confianza en el futuro. Una tensión hacia el futuro, la esperanza, o tina dimensión religiosa o algo así.


Con esto tienen Vds. una motivación de tipo evangélico, que se podría resumir en el "vigilar" de los textos evangélicos. Es una actitud, diríamos, un poco general, y es una actitud generacla no por el temor ni por el miedo, sino por la esperanza. Porque venga cuando venga, venga como ladrón, venga en la forma de la muerte, venga en la forma de la pobreza, venga en la forma del vacío, venga en la forma de la riqueza, del fracaso... "¿qué me puede separar a mí del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús?", como dice San Pablo a los romanos. Por lo tanto, esta vigilancia no viene del temor, ni de la cautela sino, más bien, viene de la confianza.


Situaciones en las que nos podemos encontrar para la Formación Permanente, en las que quizá me proyecto yo mismo.


a) Nuestra vida está por dentro en trance de delicuescencia debido, sobre todo, al pluriempleo Esta es una vida poco unitaria, algo dispersa. Es tina vida sedienta de lo sensorial, en el mejor sentido de la palabra: experiencias, experiencias... Es una vida, a veces, aunque se mueve mucho, en el fondo, en el fondo, resignada, latentemente resignada. Aunque por fuera: coche arriba, coche abajo, teléfono por aquí, agenda por allá, en el fondo, en el fondo, por dentro, resigna­da. Todo esto, tanto el extremo de la excitación como el extremo de la resignación son efectos o consecuencias eje una vida poco vigilante. Una vida que se ha dejado bloquear por el pluriempleo, por la dispersión, etc.


b) Si además consideramos que la edad pasa... Bueno, el tiempo pasa y con él, la edad crece, y con el número de años que tino va atesorando, tino se va dando más cuenta que antes de sus limitaciones, de sus pasividades, sean externas, sean internas. O sea, el tiempo le ha desgastado y entonces, ¿qué pasa?, que se encuentra con la invitación y uno se escurre, retrasa mucho la respuesta a esta invitación. La invi­tación no a sufrir, a soportar, sino a afrontar el paso del tiempo.


Si se vive sin afrontarlo, se vive en forma de individualismo, en forma de cerrazón, de fijación. Y se nota externamente: "Hasta hace unos años, ¡qué mujer, qué hombre! era; ahora, actúa en forma de huida: se reúne la provincia y nunca le ves, o en forma de cierta nostalgia". Es decir, el paso del tiempo nos revela a cada uno de nosotros por dentro —uno es sujeto de esta revelación—. Y también nos revela hacia fuera; menos, pero también nos revela. Podemos estar en esta situación. Quizá en tono menor, y Vds. valoren la virulencia y exageración que puede tener lo que he dicho, pero es tina descripción de situaciones de compañeros míos más que de las suyas, que desconozco; pero he supuesto que, más o menos, en femenino podría pasar algo parecido.


En esta situación hay dos maneras de proceder que serían las revisables, las que serían objeto del punto de partida de la Formación Permanente:


a) primera manera de proceder en tal situación: hacer ostentación del propio dominio de cada tina sobre el tiempo. Ostentar que yo domino al tiempo, el paso del tiempo.


b) segunda manera: la obsesión de evitar que el tiempo nos domine a nosotros. Vivir obsesionada para evitar que el tiempo me domine.


Ostentación y obsesión. Ejemplos


a) Manera de ostentar nuestro dominio del tiempo: cultura, en el sentido de leer libros; de ir a las clase de tal o cual. No, si Formación Permanente es la espera del Señor que la motiva, tendrá que ser algo más serio.


Otra forma de traducir esta ostentación: pasa el tiempo y cada vez soy más personaje v menos persona. ¿Qué quiere decir? Pues que cada vez, sin fijarme si esto es ridículo o no, sino simplemente, cuasi espontáneamente o de tina manera adquirida culturalmente, cada vez baso el sentido de mi vida en lo que hago, en lo que aparezco, en lo que dicen los demás, en la plausibilidad que produzco, en la imagen social que dejo, etc. Cada vez soy más personaje, y debajo de ese personaje, ¡a saber qué cosas se encierran, qué se vive por dentro!


otra manera seria una intención de buscar sensaciones o de neutralizar el paso del tiempo. La manera de neutralizar el paso del tiempo es buscar de forma disimulada el tiempo libre. Digo disimulada, porque si Yo digo que tengo tiempo libre cada día de 7 a 9, aunque disimuladamente, me llamarían al orden: pero cada tino sabe hasta qué punto es trabajo aquello que hace, o es entretenimiento. Esto sería otra manera de ostentar el propio dominio sobre el tiempo; es decir, disimular ciertas pasividades que se van viviendo.


b) Obsesión de evitar que el tiempo nos domine. Podría manifestarse en la melancolía. Una vida sustancialmente apagada, sobrevivencia, buscando tina cierta compensación ante la dificultad de proyectar el propio futuro, etc. Una cierta capacidad acrecentada de legitimar el bienestar presente y, a la hora de la verdad, una neutralización del paso del tiempo. Maneras de neutralizar el paso del tiempo: no tomar decisiones, no asumir responsabilidades. Esto de la formación personal dejarlo, dejarlo, ir difiriéndolo, poco a poco. Ir poquito a poco dejando que lo adquirido se vaya deteriorando porque ya me cansan los vínculos sociales. Dejarme marcar una cierta banalización progresiva de la vida, etc.


Estas dos formas tienen un denominador común que les propongo como resumen y es que esta banalización del paso del tiempo, esta presunta dominación del paso del tiempo, todo esto conduce a preocuparse de tino mismo y, por lo tanto, a no atender a las provocaciones que el tiempo nos plantea. Uno anda preocupado por su trabajo, por su coherencia, por su comunidad. Anda preocupado por su familia, por su salud, en el mejor sentido de la palabra. Son preocupaciones legítimas. No digo que tino no las haya de tener; digo, que pueden llegar a tal grado que entonces actúan de pantalla frente a las provocaciones del tiempo; que, para ser respondidas, requieren por nuestra parte una cierta libertad personal interior o vigilancia, dicho de otra forma...


Conforme a lo que acabo de decir, les sugiero que se tomen esto de la Formación Permanente unciéndose al carro de la formación concreta de las estudiantes de Vds., a base de ir poquito a poco interiorizando, personalizando cada una, en las comunidades locales, de la provincia, la actitud de vigilancia. Antes que los gestos concretos, que hablarían presumiblemente de tal actitud de vigilancia. Por lo tanto, que se pasen hasta la Pascua orando sobre los textos del NT; entonces Vds. traduzcan a su situación personal lo que significa, lo que allí se quiere decir Con la palabra vigilar: vigilar la venida de Jesús, vigilar la segunda venida de Jesús, etc., en los textos que les he citado y seguramente en otros muchos más que hay.


Para no perderse en esta actitud tan global, tinas cuantas notas.


Maneras de delimitar la actitud de vigilancia


La vigilancia sería Una actitud entre la posesión y la evasión. Ni posesión que hace que yo no vigile nada porque ya lo poseo; ni la evasión, porque entonces ya no cuido nada, ni vigilo nada, porque nada me interesa. Entre la posesión y la evasión ¿de qué?


La posesión del carisma ¿qué sería? Traduzcan: en mí, dada mi edad y dado mi trabajo y dada la vida, el carisma ya ha dado todo lo que podía haber dado de sí... Como un neumático deshinchado, o COMO Un higo seco, o como una esponja seca. Ya está, ya ha dado todo lo que podía dar de sí. Eso se puede decir por cansancio, por edad... Yo les exhorto a que nadie diga esto por principio, ni se lo deje decir por otra persona, sino que dentro de sus limitaciones, haga lo posible ‑y a esto se le llamaría Formación Permanente‑ para que el carisma vuelva a posibilitar lo que sea. Esto sería vigilancia, una actitud que no es posesión.


Evasión del carisma sería: yo lo manipulo, yo ya sé dónde va esto del carisma, yo ya sé... El sujeto del carisma, no el total, pero sí el inmediato, es "la comunidad provincial". Y ¿el individuo? El individuo es sujeto del carisma; pero en, situado en el contexto de la comunidad provincial, dentro de cuyo contexto están las comunidades locales. Entonces, realizaciones arbitrarias, subjetivas, marginales, etc., del carisma, pueden, no digo que necesariamente, pueden ser entendidas o pueden ser debidas, aun inconscientemente, a evasiones. Por lo tanto, todo lo que se haga en esta línea podría ser subjetivamente comprensible, pero no sé si se lo podría llamar vigilancia en el sentido que he querido yo decir aquí.


Perdonen que ponga ejemplos, que es lo más sencillo y quizá lo más sugerente.


Vigila quien se preocupa de alguien con amor. ¿De quién se preocupa? De alguien; en este caso, no de Jesús o la compañera, sino que se preocupa, como antes les he dicho, del poder crítico y posibilitante del carisma, con amor.


Vigila quien custodia, protege y conserva con cuidado algo valioso. No cualquier cosa, sino algo valioso.


Vigila quien defiende valores importantes para el que los defiende, pero estos valores, que son importantes, son delicados y frágiles y por eso los defiende. Si no lo son, sino que están a prueba de bomba, entonces no hay por qué defenderlos, se autodefienden.


Vigila quien presta atención para captar lo que está ocurriendo en casa, fuera de casa, en la sociedad, etc. y, por tanto, quien está preparado para la emergencia. Este vigila.


Vigila el que está atento al peligro en el que se puedan encontrar los otros. Vigila quien se va arrimando progresivamente a los pobres, quien está atento al prójimo en dificultad, y vigila también aquella persona que hace lo que puede para que en el lugar en donde vive se mantenga, conserve su tensión, o su valor, o su vigencia o su carisma, o su vocación o su amor ‑pongan lo que quieran‑ original.


Cuando digo vigilancia quiero decir estas cosas. Tienen la dimensión comunitaria, la dimensión personal, la dimensión institucional, la dimensión apostólica, etc.


Vigila quien tiene el tiempo necesario para dedicarlo a cuidar la calidad de su vida. Quien encuentra tiempo necesario para cuidar la calidad de su vida es una persona vigilante. Si pensamos que esto es cosa de supererogación, tina cosa para los que tienen tiempo, no nos extrañemos de que poquito a poco la tensión, el vigor por la calidad de vida, en conjunto, vaya progresivamente decreciendo.


Vigila quien reconoce o está en situación de reconocer el significado de sus emociones, de sus impulsos y de sus tensiones sin dejar­se extasiar por todo esto.


Vigila aquella persona que ‑esto los grandes orantes lo tienen que de vez en cuando presiente, tiene presentimientos. Presentimientos ¿de qué? De que en vicia puede ser distinta de lo que es. No saben qué, ni cómo, ni cuándo, ni por qué, pero presienten que se les invita a cambiar gestos, palabras, cuerpo, promesas... Presienten... Viven de este presentimiento que a lo mejor se realiza muy tarde... Y es algo así como el alma de la vida ordinaria.


Quien vive de un presentimiento, aunque no lo realice, la vida ordinaria queda informada de este presentimiento y entonces vive la vida como más alegre, más ágil, como más elástica. Entonces aquella persona orante que de vez en cuando en la oración presiente o deja que el Espíritu le dé un cierto presentimiento de futuro es una persona que deja que una semilla de algo nuevo, de algo poderoso, de tina energía se desarrolle en su vida ordinaria, que de ese modo ya no es pura repetición, sino que es progresiva realización de aquel presentimiento que, a lo mejor, citando se realice, será muy distinto de lo que había imaginado al principio.


Dicho en términos de San Ignacio: hay consolaciones, de repente, sin causa precedente, y hay consolaciones que producen unas imágenes que no son para realizarse. ¿Qué es esto? Pues presentimientos que hay que dejar que el tiempo los vaya purificando pero no los he de olvidar porque, a lo mejor, es lo que produce como la leña al fuego: contenido, verdad, material y solidez a la "vida del espíritu".


Finalmente, que todo esto no sea un cuento, sino que sea verdad, que pueda ser verdad, es otra consecuencia que puede explicitar algo la actitud de vigilancia.



2ª SESIÓN


Parece que, de lo que tengo escrito, (los cosas son las que tal vez, sea porque las puedo expresar con mayor claridad, sea porque para mí tienen más peso y presumo que, para Vds., puedan tener algún peso, les querría expresar en esta segunda sesión.


A. Plano comunitario


Cambiando Sintomáticamente el orden, la primera es la traducción que tendría en el plano comunitario esto de la Formación Permanente, entendida como más o menos he intentado explicarles. Y la segunda, en el plano personal. Y cambio el orden, no primero el plano personal, sino primero el comunitario, porque me parece que, si uno es mínimamente lúcido, con el paso de los años se da cuenta de que lo que es lo es en parte gracias a los compañeros que, creo, nos marcan.


Por tanto, dejarse afectar por los compañeros o compañeras, no sólo los de la comunidad local concreta, sino los de la comunidad provincial, me parece que tiene también la eficacia o el sentido de lo que llamábamos antes Formación Permanente.


Entonces, ¿cuáles serían las condiciones en las que debemos intentar vivir en la comunidad local esto que hemos llamado proceso, durante uno, dos, tres años de Formación Permanente? ¿Qué conviene concientizar con mayor agudeza? No, ciertamente qué elementos concretos introducir, tales como: si de 7 a 9 tal cosa, o si cenamos pescado en lugar de carne, o hacemos la oración juntos en lugar de separados. No, cosas así, no; sino, qué elementos un poco de tomo y lomo se deben ir introduciendo en la sensibilidad de la comunidad para que ésta se convierta en un laboratorio, por decirlo de alguna forma, de la Formación Permanente.


Primer elemento o primera condición: Un movimiento, una in­tención que podríamos llamar encarnatoria, Y consiste —todo esto está sacado del NT— en que los miembros de la comunidad, los 2, los 41 los 6, los 30 como en esta casa, los de toda la provincia, se dejan lleva r por tina especie de movimiento de abajamiento. Desde la situación en la que se encuentran ahora, hacia abajo. Hacia abajo no quiere decir que se van deteriorando, se van cansando, se van anulando, sino que se van haciendo más servidores, que se van entendiendo más en función de los otros, poquito a poco, hasta que ‑y esto ‑ se nota en el clima, se nota en la capacidad de comunicación, hasta que los miembros de aquella comunidad tienen la sensación de que han llegado al punto de máxima coincidencia, naturalmente, dentro de los posible. El punto de máxima coincidencia dentro de lo posible es aquel punto en que el tino, realmente es igual al otro, o la tina igual que la otra. No vale más una porque trabaje en tal sitio, ni vale menos la otra porque trabaja en tal otro, o vale más tina porque tiene los criterios más claros y vale menos la otra porque tiene los criterios más oscuros, sino que se llega a una toma de conciencia del lugar en donde estamos; por decirlo de alguna manera, de que todos estamos en el punto 0, que es el punto en que todos somos exactamente iguales.


A mí me parece que esto, recogiendo una de las cosas que les decía en la sesión anterior, hace que el personaje que encarnamos vaya siendo relativizado y que progresivamente seamos más personas.


Esto tiene otra expresión y es la de la renuncia al juicio. Con esto quiero decir: renuncia a encasillar a los demás ‑a ésta, ya la veo venir‑, a aquélla, ¡si hace diez años que la conozco!; a la otra... Esto me parece que empobrece terriblemente las relaciones personales, que son tino de los cauces más generadores de personalidad y de libertad con los que contamos.


Este sería el movimiento que yo llamaba dinámico, la fuerza encarnatoria. Es la primera condición necesaria para ir reanimando nuestra comunidad a fin de que se convierta en un lugar de libertad; no de miedo, sino de libertad.


Me parece que esto sería la versión interior hacia dentro de la comunidad. La versión hacia fuera es, si les parece bien y está dentro de su carisma entregarse a los pobres. Los pobres son los que nos despojan del personaje que más o menos encarnamos.


Eso sería la primera cosa, el primer movimiento, la primera energía que reintroducir. A la segunda la podríamos titular así: "el cambio de centro". ¿Qué quiere decir esto? Pues muy sencillo: ir asumiendo poquito a poco en la comunidad a la que pertenezco el lugar de servidor. Con la conciencia de que esta tendencia a ocupar el lugar de servidor en la comunidad a la que pertenezco no coincide con la dinámica real que mueve mis operaciones. Mis operaciones, más bien por afán de protagonismo, el afán de eficacia, el afán de imagen y por tanto, todo lo contrario a ser servidor. Y aquí hablamos de servidor en el sentido no estéti­co de la palabra, sino servidor en el sentido ético y en el sentido so­cial de la palabra, es decir, aquel que no tiene ni rostro.


Quisiera subrayar algo necesario para que todo eso se transforme en Formación Permanente y es, sencillamente, que para ello hace falta una ascética concreta. Es decir, atención al otro, capacidad de escucha del otro, capacidad de interesarse por el otro. Exige un ejercicio constante de ascética, o de abnegación, o de renuncia como quieran llamarlo.


Este sería el segundo elemento que introducir en las relaciones intra‑comunitarias. Relativamente sencillo de entender en una co­munidad local, pero no tan sencillo cuando se trata de la comunidad provincial: porque las personas se ven poco, porque los intereses son más generales, porque yo estoy bloqueado psicológicamente con el interés que a mí me ocupa, cte. Pero si no se entiende o no se hace el esfuerzo por entenderlo ¿qué ocurre? Que la comunidad provin­cial es algo así como la confederación de átomos pseudocomunitarios autónomos Y entonces el provincial o la provincial es como un guardia urbano que regula la circulación para que no haya choques, y punto; nada más. Esto empalma con lo que les quería explicar an­tes, cuando les he dicho que la vigilancia es un término medio entre la posesión y la evasión. A mí me parece que cuando el carisma sólo es vivido individualmente, pero no comunitariamente, provincial­mente, el carisma no queda tan regulado que no dé pie a lo que se llama confederación de carismas vividos autónomamente, cada uno por su cuenta. Entonces: uno se autodestina, uno tiene sus reservas, uno dice el 30% de lo que hace, el otro siempre está ocupado, el otro nunca... etc. Son maneras distintas, son resacas de un inmediato pa­sado que no han sido superadas por ninguna Formación Permanente entendida prácticamente, más o menos como aquí esta­mos hablando.


Esto lo digo porque empalma con la necesidad de tina cierta capacidad de abnegación, no por abnegarse, no por masoquismo, sino sencillamente para formar un nosotros. No: tino, más dos más cuatro, más siete, más veintitrés, más treinta... y luego todos, un conglomerado al que retóricamente llamamos nosotros; sitio un nosotros más compenetrado dentro de lo posible. Yo creo que la Formación Permanente tiene traducción provincial.


El Cambio de centro, por tanto, sería la segunda condición. 1


La tercera condición importante, perdonen la palabra porque es un poco pedante: anticipación figurativa.


Anticipación figurativa. ¿Qué quiere decir? Algo muy sencillo. ¿Vds. creen que nuestra vida comunitaria podría hacer feliz a otras personas? o sea, nuestra vida comunitaria, tal como la llevamos, ¿puede anticipar como en boceto a otras personas, cuando la ven, lo que sería motivo de felicidad para ella? Nuestra figura comunitaria, nuestra manera de proceder, ¿puede ser signo anticipativo de la felicidad futura? Es decir, ¿tiene una función profética nuestra vida en común? Dicho con palabras más vulgares: ¿tiene tina función profética, o es simplemente un hotelito, o un reposo del guerrero o de la guerrera, o un orden más o menos establecido, o es un lapso de tiempo entre el trabajo y el trabajo, porque esto es lo importante? Nuestra vida ¿puede dar felicidad a otros? No puedo contestar positivamente a esto si yo, para mis adentros pienso: ¡Bah! Esto es un pequeño aburrimiento; o algo semejante.


Esta sería la tercera cuestión. Hace falta ir dándole vueltas con honradez en reuniones comunitarias, no demasiadas, pero de sí de vez en cuando, sin mirarse demasiado a sí mismas; ir haciendo que la vida común pobre, modesta, sencilla que vivimos, sea un vida gozosa de fondo. Gozosa quiere decir abierta; y abierta no quiere decir que entra y sale mucha gente, sino que no tengo ningún empacho en ofrecerla a otra persona, no me da miedo, no me da apuro. Porque la verdad es que, a veces, nos da apuro el qué pensarán, qué dirán, etc.


Creo que, si en la vida común las personas que viven juntas respiran o pueden respirar una cierta alegría, el efecto será muy bueno.


Cuarta condición: Principio de realismo


¿Qué quiere decir esto? Sería lo siguiente. Nosotros, las Misioneras de Bérriz o los jesuitas, somos miembros de una comunidad de salvados, no de santos, sino de salvados. Por tanto, la nuestra es una relación que no equivale a estar sino al lado del otro, sino que es la relación en virtud de la cual el otro me puede considerar a mí signo de que él es salvado. Yo soy como el signo a través del cual el otro se certifica de que, efectivamente, es un salvado, un hijo, un hermano, etc.


Por tanto, los progresos evangélicos, llamémoslos así, de los miembros de tina comunidad se implican mutuamente, y es muy raro que en tina comunidad en donde todo el mundo vive yuxtapuesto como un molusco en una roca Junto a otro molusco, las personas encuentren en esa comunidad caminos, facilidades, impulsos, energías para progresar en el seguimiento de Jesús. En cambio, donde cada tino de ellos se implica mutuamente en el otro, es más sencillo encontrar esos impulsos. Se nota todo esto, sobre todo, en las reuniones de comunidad, cuando se trata en ellas de cuestiones importantes.


Además de esta actitud de relación, es necesaria la capacidad de perdonarse, la capacidad de amnistía, hacia adentro. El principio del realismo hacia adentro se traduce en la capacidad de perdonarse. Y hacia afuera, vuelvo a repetir lo mismo de antes, se traduce, sencillamente, en la acogida a los pobres.


Con todo esto: el principio de encarnación, el cambio de centro, la anticipación figurativa y el principio de realismo, con estas cuatro cosas, asimiladas, vividas, la convivencia comunitaria se convierte en un laboratorio de Formación Permanente.


B. Plano personal


Esto por lo que respecta a la comunidad. Ahora quiero exponerles el segundo punto, el segundo producto o efecto de la Formación Permanente en un plano ya más personal.


Tenemos 60, 55, 50, 45, 40, 35, 30 años. Quiero, englobar desde la mayor a la más joven de las que están aquí presentes. Debe sentirse aludido, por tanto, todo el mundo.


Primer punto. El punto de partida de cualquier Formación Permanente, entendida como he intentado expresar de distintas maneras, es que vivimos escindidos. Que hay tina escisión, tina diferencia, tina separación entre nosotros y Dios, nosotros y los otros, nosotros y las cosas, nosotros respecto de nosotros mismos. Vivimos escindidos, más o menos. No quiero decir totalmente escindidos porque entonces llegaríamos a lo patológico de la esquizofrenia, cosa que no es así; y tampoco quiero decir que, respecto de Dios, los otros, las cosas y nosotros, estamos divididos de la misma manera. No. Generalmente, el origen de nuestra separación o nuestra escisión respecto de los otro s, las cosas y nosotros mismos, es nuestra distancia respecto de Dios.


Por tanto, hay que aceptar modalidades distintas, intensidades distintas, pero a mí me parece, Vds. piénsenlo, que cualquier Formación Permanente que no brote de aquí, en parte está construida sobre arena. Pienso que la necesidad, la Urgencia de la Formación Permanente se plantea cuando tino capta realmente, no emocionalmente, sino realmente, tina necesidad. Y la necesidad es ésta: No puedo seguir viviendo tan escindida.


¿Qué dice Vd. de escisión? ¡Qué exageración! ¡Pero si yo estoy muy integrada!


Entonces, nada. Entonces, comprendan que Formación Permanente es algo añadido algo diríamos no superfluo, pero sí discutible. Se impone como tina necesidad urgente, en la medida en que se experimenta con fuerza suficiente el estado de escisión en el que uno se encuentra.


El estado de escisión puede tener orígenes distintos según la edad, los trabajos, la historia anterior... En cualquier caso es un punto de partida este estado de escisión. Sin dramatizado Yo creo que valdría la pena que cada tina lo piense...


Les he dicho que Son sugerencias para tina reflexión ulterior y aquí tienen otra. A la vez, fíjense Vds. si esa persona que vive escindida, más o menos, resulta que es la persona que todavía sigue diciendo que sí al carisma del que se está alimentando desde hace 40, 30, 20, 50, 10 años, los que sean. Entonces, la escisión todavía se recrudece más, porque el carisma, todo carisma, es dado para la comunión. Resulta, como consecuencia, que yo vivo dentro de mí tina fuerza que, por su misma naturaleza, no hace más que gritar para crear comunión; y, al mismo tiempo dentro de mí existe otra fuerza que no hace más que provocar escisión. Total, que vivo yo un poco envuelto entre fuerzas de escisión y fuerzas de comunión.


Se trata de tomar esto como lugar de partida, desde el punto de vista personal, para tina reforma, en el sentido cuasi‑institucional de la palabra, tina reforma de vida, fruto de una Formación Permanente.


Segundo punto. Esta situación de escisión me parece que nos produce miopía. Veo las cosas escindidas, ¿por qué? Porque yo estoy escindido. Por ejemplo, me cuesta leer los signos de los tiempos. Cuando oigo a una persona que dice: "Dios me habla a través de este hecho", yo pienso: ¡Qué tontería! Cuando oigo a otra persona que dice: "Yo oro porque creo en la oración", digo: ¡Qué ingenuo! to­davía cree en esto". No lo digo en público, porque me azotarían, me llevarían a la Inquisición, pero por dentro... Es decir, que vivo escin­dido, veo las cosas escindidas, porque yo estoy escindido por den­tro. Cuando me viene una joven contenta N, con ilusión por ser Misionera de Bérriz, y yo soy una señora mayor de Bérriz, un poco amargada, no le digo nada para no frenarla, pero pienso: "¡Cómo la están engañando!". Y así, otras cosas. Es decir, las escisiones o el estado de escisión interno es tal que hace que mi mirada a la realidad sea escindida y yo diga que la realidad está escindida. No digo que no lo esté, pero mis ojos escindidos reduplican la escisión de la realidad.


Total, que entonces yo soy cómplice de que la vida no me llene, porque las realidades escindidas no me llenan. Cuando veo que todo es ambiguo que todo está dividido, entonces... me pierdo. Todo es: sí, pero; sí, pero... Y viene la mediocridad. Total, lo que les quiero decir es que la realidad no me llena porque la veo escindida y, de ese modo, no leo signos en ella, no la veo significativa de nada.


Y ¿que pasa? No querría exagerar demasiado pero sí retratarme un poco y así indirectamente retratar a otras personas. Cuando uno se encuentra que la realidad no le significa nada, ¿quién significa algo para él? El mismo. Yo me lo guiso, Yo me lo ato, Yo vivo de mis sentimientos, Yo me busco aquello que me llena, que sólo son "fragmentos", que dirían posmodernamente, fragmentitos de realidad. Pero la totalidad está escindida. La totalidad, la vida religiosa, el mundo vivido desde la vida religiosa.


Quiero subrayar, con este segundo punto, la complicidad propia respecto de esta situación. No es que Yo haya creado esta situación, no soy yo el responsable último y único pero sí soy cómplice de ella en la medida en la que me doy cuenta de que tengo esta mirada y no haga nada para modificarla. Soy cómplice de esta forma de vivir, de estar y de mirar.


A mí me parece que formarse permanentemente quiere decir: a) tomar nota de esta complicidad; vuelvo a repetir, no dramáticamente, sino amistosa, amigablemente. Estoy diciendo algo que, a lo mejor, les está sonando muy duro, pero yo lo vivo y no me apuro. No me apuro, ¿saben por qué? Porque yo creo que esto es lo penúltimo, no lo último. Lo último es que estamos en manos de Dios. Por tanto, esto hay que ir tomándoselo en serio, pero con cierto sentido del humor. Se requiere, para ello, ese conocimiento en virtud del cual yo me doy cuenta de que soy cómplice de la realidad. Esto requiere un cierto despojo.


Despojo quiere decir lo siguiente: que poquito a poco me voy dando cuenta con gratitud, no con amargura sino con gratitud, de que la realidad es más de lo que yo proyecto en ella. Yo proyecto escisión, y la realidad es más; Yo proyecto cansancio, y a realidad es más; yo proyecto soledad, y la realidad es más; yo proyecto ‑pongan lo que quieran‑ y la realidad es más que esto. Pero para reconocerlo así hay cierto amor propio que me lo impide, y digo: "No, a mí la realidad me ha ido mal, la realidad es que yo estoy solo; a la realidad le debo un fracaso...". Todo esto es rebeldía, amargura, amor propio excitado. En cambio, para decir que todo esto me ha pasado y sin embargo merece la pena que yo me entregue un poco más, se necesita ser seriamente humilde, modesto, honrado, sincero. Y cuando esta actitud no es un gesto de tina tarde, efecto de tina homilía, o de un fervor del corazón sino que es un cambio de mentalidad con el que veo y acepto que yo no soy el centro de la realidad, sino que la realidad es el centro mío, entonces se puede hablar de un efecto positivo de la Formación Permanente.


Tercer punto. A esta manera de estar, por la cual poquito a poco yo voy dejando de ser el centro ‑yo qué haré, yo con mi preocupación, yo con mis amigos, yo con mis amigas, yo con mi tarea, yo con mi comunidad, yo con mi provincial Yo con mi... cuando yo empiezo a dejar de ser el centro; un poco, porque la vida me ha ayudado con su crítica a dejar de ser el centro‑, otro poco, porque me han exhortado a ello; también un poco, porque los resultados de la vida me lo dicen, y empiezo a no aislarme, a no marginarme, sino a dejar que la vida de los demás, del trabajo, de la provincia, de los pobres, de la comunidad, cte., sean el centro‑, cuando se produce ese cambio en la manera de vivir, de situarse en la vida es el resultado de lo que podríamos llamar discernimiento. 0 sea, que la vida me ha ayudado a vivir en actitud de discernimiento‑, a vivir discretamente ‑que quiere decir lo mismo‑‑‑, a vivir con la conciencia de que yo estoy implicado en las cosas que veo; a vivir con la necesidad de purificar mi forma de relacionarme con las cosas; a vivir apostando por la realidad diciendo que es más de lo que ella me ha ofrecido hasta ahora. Todo esto es, no discernimiento como técnica, sino discernimiento como actitud; y creo que es indispensable para que, cuando usemos las prácticas del discernimiento como técnica, esas prácticas den un resultado concreto.


Me parece que una cosa es entregarse a la realidad, arbitraria, subjetiva mente, aunque lo llaga con generosidad; otra cosa es reservarse, diríamos críticamente, respecto de la realidad porque decimos: ¡Oh! la vida es muy seria‑, y otra cosa distinta es relacionarse con esa realidad discretamente, en actitud de discernimiento. Cuando esto último se da, se aprende. Por tanto, éste puede ser también uno de los objetivos, o productos, o efectos de un tiempo, una temporada de la Formación Permanente.


Esto, por lo que se refiere a un aspecto más personal.


Después, otro punto que tal vez les pueda ayudar. Sería el siguiente. Les he dicho antes, que esto de la Formación Permanente tiene también tina cierta dimensión ética. Ahora les voy a explicar qué quiero decir con esto y cómo puede ser objeto que proponerse en un período de Formación Permanente.


Si me imagino que dimensión ética de la vida es aquella dimensión por la cual tino siempre está entre el poder y el deber ‑lo que puedo y lo que debo; lo que debo me llama a tal cosa y lo que puedo me limita a la hora de responder a lo que debo‑ este columpiarse entre lo que puedo y lo que debo puede hacerse de forma que al final uno se cansa y acaba siendo pasota.


Pero si esto se hace rítmicamente, la conciencia ética es dilatada, móvil y orienta según sean las materias, según sean las situaciones, cte. Porque la conciencia ética no consiste en cumplir unos mandamientos, donde todo está decretado de antemano. No, debemos actuar según sean los temas, los conflictos, las situaciones que se ofrecen. Nuestros ejercicios de discernimiento serían los que darían estabilidad a esta conciencia ética.


Antes de hablar sobre los elementos que integrarían éticamente tina vida, voy a poner algunos ejemplos. Uno puede tener conciencia ética en público, en la comunidad, Y reservarse cantidad de cosas respecto a los miembros de la misma. Por ejemplo, se puede jugar a dos cartas: en la comunidad digo que tal y cual y me reservo esto y lo otro. Es decir, doy la cara en lo que la comunidad acepta y no la doy en lo que la comunidad me interrogaría. Otro ejemplo, la cuestión del trabajo. A lo mejor, yo hago un trabajo con tina generosísima buena intención pero con tina impericia total. 0 en la relación con el superior o superiora: yo, le pido permiso en aquello que no tiene importancia, pero en otras cosas que la tienen... Lo que quiero decir con esto es que la vicia religiosa está cubierta de buena intención, pero muchas veces puede padecer de tina vacilación ética bastante ambigua. A la larga, ¿saben qué pasa? Que tina vida creyente, sin base ética, se derrumba. A la larga, no a la corta. 0 simplemente, esta vicia creyente sin base ética, aunque se aguante, resulta que los demás no se la creen. ¿Por qué? Porque los demás ven que le falta esa base que le da material, densidad humana, comunicabilidad, rostro histórico concreto, etc. Porque se pueden hacer largas horas de oración y ser tino impermeable ante los demás. Hay que intentar superar estas contradicciones, poquito a poco.


Elementos que ayudarían para gozar de tina vida éticamente más integrada, y que, por tanto, pueden proponerse como objetivos de eso que llamamos Formación Permanente. Se lo digo no para complicarles la vida, sino simplemente, para sugerirles caminos. Vds. escojan los que quieran.


Primer elemento. Me parece que entra a formar parte de tina actitud ética, en nuestro caso, en mi caso, en el suyo, un elemento contemplativo. Y por elemento contemplativo entiendo algo muy sencillo, luego se puede complicar a base de libros y de lenguaje bíblico y todo lo que quieran, pero simplemente es esto: que no me avergüence de referir, de manifestar mi vida a Dios. ¿Dónde puedo manifestar mi vicia a Dios? Desde luego, en la oración. Y no vale el retruécano de decir: para Dios no hay nada oculto... A mí me parece que tiene un fondo contemplativo aquella vida que no tiene nada que ocultar.


Este es un elemento importante, Y cuando se da en la vida de alguna persona le proporciona entidad, solera, transparencia, fuerza.


Segundo elemento. A mí me parece que es la capacidad de renunciar. Un elemento que también entra a forma parte de este equilibrio ético que les digo. Capacidad de renunciar, ¿qué quiere decir? Capacidad de tomarse en serio el mal, el mal de los demás, el que afecta a los demás, físico o moral; y el mal que nos afecta a nosotros, físico o moral. No decir: "Bueno, el tiempo ya lo arreglará esto es igual, no tiene tanta importancia; esto se ha debido a causas estructurales, no tenemos nada que hacer; esto supera nuestras fuerzas; esto es mío de nacimiento, esto es mi naturaleza, ¿qué le voy a hacer?" Toda esta banalización, con razones aparente o realmente serias, esta progresiva banalización de la presencia del mal en la vida, a mí me parece que, a la larga, hace que esa vida tenga poca consistencia ética. Por tanto, creo que, en la medida en que el mal se banaliza, también se va banalizando, de hecho, aunque teóricamente no, la Buena Noticia, que es el anti‑mal Si tino no tiene conciencia de que el mal le posee, hasta cierto punto, la Buena Noticia ¿de qué le va a salvar? Este elemento diría que entra a formar parte también de lo que le da carácter, estímulo, a la persona.


Otro elemento sería el siguiente. Una dosis suficiente de libertad. Me explico. A mí me parece que nosotros nos movemos, aunque cada vez menos, ojalá, pero nunca del todo suficientemente, por el deseo de agradar. Deseo de agradar a la provincial, a mis compañeras, a mí mismo, a mis amigas, a mis compañeros de trabajo. El deseo de agradar me parece que es un estímulo; por lo menos, creo que es socialmente muy apreciado y me parece muy humano. Pero pienso que en nuestro caso, en nosotros que tenemos un trabajo, si no a tiempo completo, por lo menos a tiempo parcial, un trabajo que no se mide por la eficacia y el agrado colectivo o el consenso, ese deseo de agradar puede producir ciertas frustraciones. Por tanto, la libertad sería ir, poquito a poco, liberándose del miedo a no agradar.


Por último, un elemento que entraría a formar parte de la renovación o de la construcción de nuestra persona. Reconstrucción de nuestra persona en caso de necesitarlo, en el plano ético, sería lo siguiente: que en esto todos deberían entrar y tomar parte.


Nosotros, durante cierto tiempo, fuimos sujetos, bastante notables, de una cultura eminentemente crítica; después, hemos sido sujetos de una cultura más bien del silencio. Esta cultura del silencio, junto con la crisis que se vivió hace unos cuantos años, dio lugar a una cierta conciencia de impotencia, de desilusión y, por consiguiente, vino la búsqueda de autoconsuelo, la búsqueda de compensación, etc. La cultura deliberativa en comunidades quiere decir: el fomento entre todos, de comunidades deliberativas. ¿Cuáles?


a) Miembros convencidos de su carisma, de su vocación.


b) Miembros que son lo más entrañablemente posible, dentro de lo que cabe, miembros de aquella comunidad local pero el sujeto penúltimo de la comunidad local, el sujeto penúltimo de su pertenencia, no es la comunidad local sino la provincial, todo el Instituto.


Esta relativización y absolutización simultáneas me parece que es difícil.


Son comunidades que se alimentan no sólo desde dentro de ellas mismas, de cómo estás tú, cómo estoy yo, cómo estamos nosotros, etc., sino que se alimentan de las situaciones en las que viven las personas que las rodean o entran en relación con los miembros de la comunidad por el trabajo de cada una.


Comunidades deliberativas quiere decir comunidades en donde se dialoga, se delibera. Se delibera no sólo la situación de cada persona sino también el trabajo de cada persona, los problemas que plantea el trabajo de las personas. Esto, cuando se da suficientemente, creo que se podría llamar como una pedagogía de las comunidades deliberativas que pone a toda la provincia en estado de deliberación. Deliberación no sobre sus cambios, sino en estado de deliberación; es decir, en actitud de disponibilidad, en trance de cambio. Con esto, las comunidades son más vivas.


Permitan que añada lo siguiente. Son tinas cuantas cosas por si quieren tenerlas en cuenta. No están sistematizadas ni muchísimo menos; a lo mejor, han quedado mezcladas en lo que les he dicho, pero insuficientemente, y a lo mejor, por ser más concretas, les resultan más sencillas.


Son indicios de haber vivido una cierta Formación Permanente los siguientes "criterios de verificación":


1.º Una mayor integración entre oración y acción.


2.º Una mayor integración, armonía, distribución como quieran llamarlo, entre espacios de libertad y espacios de responsabili­dad.


3.º Una mayor armonía, un mayor acercamiento entre la unidad personal y el pluralismo interpersonal. Unidad entre todas, salvando, respetando la pluralidad. No ver el pluralismo como tina limitación y la comunidad como tina imposición, sino tener el arte de articular las dos cosas.


4.º Otra armonía a conseguir sería la ilación entre la vida apostólica que requiere medios, más caros o más baratos, según el tipo de vida apostólica que se realice, y un progresivo empobrecimiento. No decir: ‑ como es un medio para la vida apos­tólica, todo vale.


5.º Por último, otro equilibrio, que sería también síntoma de una buena Formación Permanente: una mayor coherencia entre el instinto de inserción ‑yo soy de esta comunidad local, a mí nadie me toca, por qué me mandan cambiar, y no sé cuántas cosas más‑ y el sentido de disponibilidad. Porque tampoco se trata de que a mí me da igual cualquier cosa. Tampoco vale esto.


Estas son aporías, polaridades, que siempre están por integrar, o dicho de otra manera, que nunca están suficientemente integradas. Entonces, pienso que, en caso de que uno se reconozca en tina o en otra de ellas, puede convertirlo en un tema de su proceso de Formación Permanente.


Otra manera de decir lo mismo sería lo siguiente, empalmando con lo del principio: creo que ha llegado el momento en que las comunidades religiosas tienen que dejar el silencio de aquel período en que nos hacíamos perdonar; y es urgente ya comprometerse en una responsabilidad razonable y dialogada.


¿Cómo traducimos, de la forma más seria, más compacta, más profunda, la gratuidad en responsabilidad?


¿Es que la gratitud que nos viene del Señor se traduce en una responsabilidad rígida, o en una responsabilidad que tiende a sentirnos superiores a los demás, en una responsabilidad que usa el lenguaje de exigencia que aplasta, tal vez, a alguien; en un lenguaje de responsabilidad en virtud del cual nosotros hacemos bien las cosas Y las otras no las hacen tan bien? ¿Es que la gratuidad de Dios recibida, el don de Dios recibido, se traduce en una responsabilidad de este tipo? ¿0 de qué tipo ha de ser la responsabilidad que nosotros Ponemos en juego a la hora de trabajar para que traduzca la gratuidad del don recibido?


Esta sería también una forma, podemos llamar global, de decir lo mismo de las aporías de que les he hablado antes.





COMUNICACIÓN


«Internet es una tecnología disruptiva»58


El vicepresidente y consejero delegado del BBVA, Pedro Luis Uriarte, explicó, ante decenas de dirigentes empresariales, la honda transformación que vive actualmente la economía mundial. Ofrecemos lo más destacado de la intervención de Uriarte.


Plantearé mi discurso con dos tomas de posición previas y, si me lo permiten, iconoclastas. Prime­ro, no me gusta «eso» de la «Nueva Economía», y se­gundo, no me voy a quitar la corba­ta. Y empezando por lo más importante, lo de la corbata, no quiero dar una impresión equivocada. No voy a hablarles de «look» o de «cosmética», sino de algo con un gran fondo, es­tructural, un «cambio de era».


¿Y por qué no me gusta lo de «Nueva Economía»? Porque la economía no es «nueva», ni «vieja». Y porque todo lo nuevo se hace viejo. Por eso, prefiero más la expresión utilizada en la Cumbre de Lisboa, conocida como una «Economía del Conocimiento».


ECONOMÍA DEL CONOCIMIENTO


Tres son los pilares en los que se asienta esta «Economía del Conocimiento», dentro de un inmenso universo de la Ciencia y Tecnología, en pleno proceso de expansión. El primer pilar es el chip de silicio. El segundo, el PC, y el tercer pilar, Internet. Y, su confluencia ¿qué ha permitido? Un enorme desarrollo de la tecnología de la información, que en un mundo menos regulado y más liberalizado, porque sino no habría tenido el impacto que ha tenido, y en una economía además con tendencia a la globalización, han permitido una etapa de expansión sin precedentes en Estados Unidos. En aquel país, llevan y 113 meses de crecimiento expansivo continuado. ¿Y qué significa esto en términos más personales? Que EE.UU. ha creado casi 16 millones de puestos de trabajo en esos meses, es decir, más que todos los empleos que tiene España.


Esta enorme ola expansiva en Estados Unidos, que parece no tener fin, es la que ha popularizado la idea de «nueva economía», caracterizada por una fuerte productividad, una disminución drástica de los costes de producción, por una bajada de los precios finales, menor inflación y un aumento de la demanda de inversión y de consumo que parece no tener fin.


Todo esto ha creado un círculo virtuoso», el milagro de la expansión sin inflación, una sensación de «la muerte de los ciclos y una enorme creación de riqueza, 2.309 billones en cinco años en Estados Unidos, sólo en inversiones en empresas cotizadas.


Por lo tanto, la economía americana, en los diez últimos años, ha tenido un crecimiento espectacular. El producto interior bruto de EE.UU. ha aumento en este periodo 187 billones de pesetas más de lo que hubiera crecido si la economía americana hubiera seguido evolucionando al ritmo de la europea. En otras palabras, creciendo más que la europea ha creado una economía del tamaño de Italia o dos economías del tamaño de España. Y esto ha originado un shock mundial, una reflexión muy profunda de qué está pasando en nuestro principal competidor, que nos está arrollando, y la conclusión es que estamos cambiando de era.


El planteamiento que voy a hacer parte de que debemos asumir que estamos asistiendo al nacimiento de una nueva era económica la «Era del Conocimiento que sucede, y supera, a las que la Humanidad ha vivido hasta ahora: a la agraria, a la mercantil y a la industrial.


Esta nueva era representará un salto gigantesco en todos los campos de nuestra existencia. Por citar uno de singular relevancia, la vida adquirirá una nueva dimensión con el «genomics», la aplicación de¡ conocímiento que nos dé la definición de} mapa del genoma humano, en los próximos veinticinco años.


CONSECUENCIAS PARA ESPAÑA


¿Cuáles serán las consecuencias del alargamiento de la vida humana para un país como España, Con la cuarta esperanza de vida del mundo, la segunda tasa más baja de la natalidad y una tasa de actividad muy baja? Va a haber un profundo cambio social, tendremos que asimilar una inmensa inmigración, de baja y de alta cualificación; va a haber una alteración en los hábitos familiares, porque habrá muchas más personas ancianas; va a haber mayores necesidades de ahorro, lo que significará que los fondos de pensiones van a ser los auténticos «dueños de la economía» futura; y, un fuerte desarrollo de la industria del ocio, para lo que hoy consideramos la tercera edad.


Estamos entrando en una nueva era. Su icono más representativo es Internet, que es un nombre mítico, con el que hoy se pretende explicar «todo». Esta nueva era, y también Internet, se está expandiendo a velocidad de vértigo, transformando, lo que ha caracterizado a la Era Industrial, por tres leyes que están posibilitando convertir el progreso técnico en oportunidades de negocio.


La primera ley es la de Moore, que establece un progresivo abaratamiento de la capacidad de procesamiento de los sistemas de información El número de transistores en un microprocesador ha aumentado un 30.000 por ciento en una década; el costo de las memorias RAM se ha reducido un 98 por ciento y la capacidad de procesamiento se está duplicando cada dieciocho meses. Si la ley de Moore es verdad y hasta ahora se está cumpliendo a rajatabla, en el año 2020 un ordenador personal de mil dólares tendrá la misma capacidad de memoria que lo que tiene actualmente el cerebro humano.


La segunda ley es la de Butter, que define la continua mejora de la calidad y rapidez de los sistemas de comunicación. Y aquí estamos inmersos en esa «ola». España ha sido un adelantado en ello. ¿Pero, qué significa esto? Que el ancho de banda, que mide la capacidad de transmitir información ha aumentado el 8.000 por ciento en los últimos años. Significa que está apareciendo el famoso móvil de tercera generación, el UMTS, que originará la «explosión» de Internet entre los consumidores. Por primera vez en la historia, a través de este móvil, para poder acceder a Internet no es necesario el teclado, se va a poder utilizar un móvil, que abre el acceso a Internet. En estos momentos, en el mundo hay 400 millones de móviles, se esperan en siete años 2.000 millones de móviles en el mundo, de los que un 50 por ciento serán UMTS.


Y, la tercera ley,, que nos afecta directamente,. es la ley de Metcalf, que dice que el valor generado por la diseminación y banalización de los avances tecnológicos es gigantesco. Y esto es lo que se está produciendo en estos momentos.


Vamos a hablar ahora de esa «transformación» y además, de «valor». Si el mundo está cambiando y las tecnologías de la información están propiciando ese cambio ¿qué tienen que hacer las empresas? La empresa tiene que cambiar para dar una respuesta adecuada y para no quedar desplazada dentro de esa ola gigantesca que se está produciendo en todo el mundo. Para que tengan unas referencias muy precisas de lo que es valor, tomando como referencia de valor el valor bursátil, la expansión del PC produjo un aumento de valor de unos 30 billones de pesetas en los que fueron sus protagonistas.




AUMENTANDO VALOR


La expansión de Internet ha aumentado el valor de los sus protagonistas en 500 billones de pesetas en sólo cinco años. Por ejemplo, hace poquísimas semanas America Online valía más que General Motors, más Ford, más toda la industria del acero americano.


El valor de las 50 empresas más grandes de este mundo de las «nuevas tecnologías» al finalizar 1999 eran de 475 billones de pesetas, cinco veces el PIB español, con ventas de 62 billones, beneficios de 742.000 millones y un PER igual a 63.


Y esto es decisivo, porque ¿para qué existe una empresa? Para crear valor de una forma sostenida. El valor se puede ver como un río, de inmenso caudal, de unos 4.912 billones de pesetas sólo entre las empresas cotizadas de Estados Unidos y Europa, que atraviesa todo el mundo de los negocios.


Si el mundo está cambiando, si el curso de ese «río del valor» es fluctuante, para crear valor hay que transformarse. El éxito de una empresa se mide por su capacidad de transformación.


Para transformarse, una empresa precisa, en primer lugar, «visión». En el «Río del valor> se ha descubierto una nueva orilla, inmensa y prometedora, la de la llamada «nueva economía» ha sido explorada por pioneros, descubridores, gente a caballo. Ahora llega la oportunidad para los «colonizadores», para los que han sabido construir empresas de éxito en el pasado y no quieren quedarse sólo en la orilla de la «economía real» sino adentrarse también en la «era del conocimiento», en la orilla «virtual».


Pero una empresa es algo más que una «visión», o una «buena idea». Para lograr una empresa exitosa se precisan muchas cosas más. Se necesita además un programa de transformación; talento, en un equipo, motivado, preparado, que sepa implementar el programa, de convertir esa «visión» en una realidad; se necesitan inmensas capacidades. Por supuesto, tecnología, pero también financieras, logísticas, etcç; y, finalmente, no por ello menos importante se necesita un compromiso ¿Para qué? Para cambiar para ser, o para seguir siendo, los mejores., Ese compromiso tiene que dibujar una «mística» dé empresa que actúe como un poderoso «pegamento» que une a los distintos integrantes, e intereses, que con fluyen en la empresa.



PROGRAMA DE TRANSFORMACIÓN


No les estoy hablando de teoría, este es el modelo del BBVA. Hemos demostrado que nuestra empresa tiene visión, talento, capacidades, tecnologÍa y un fuerte compromiso, si no, BBVA no sería el banco de mayor valor de Burolandia al cierre del primer trimestre del año.


¿Qué vamos a hacer ahora? Vamos a seguir creando valor. Hemos lanzado un nuevo programa de transformación, que llamamos «Cre@», un acrónimo que resume las ideas de capitalización, rentabilidad, eficiencia y anticipación.


Con este programa queremos ser mejores en todo lo que hemos hecho hasta ahora, y ser más valiosos. Pero partiendo de una realidad. Asumimos que, con el cambio de era, simbolizado por Internet, se está produciendo un cambio de paradigma, un cambio en las bases competitivas de nuestro negocio, y en muchos otros aquí representados.


Una parte del «Cre@» se dedica a dar respuesta a ello. Para ello hemos definido, dentro de este proyecto global, el programa e‑Volución.


He empleado la frase «cambio de paradigma». Y es cierta, porque Internet es una tecnología «disruptiva», que rompe o revolucionaria. Ante todo, refuerza el papel del cliente: es el actor. Y, como consecuencia de ello cambia el sentido del tiempo, obligando a respuestas inmediatas y anticipadas.


¿Qué aporta Internet? Refuerza el valor de la marca; altera el modelo de competencia y permito replantearse la empresa, definiendo «una nueva forma de hacer las cosas» en la empresa.


Internet¡ además, es un fenómeno de rapidísima expansión; va a tener un impacto económico inmenso, que en términos de creación de PIB para Europa se espera que suponga un aumento del 0,25‑0,50 por ciento del PIB europeo anual, durante esta década, es decir, 36‑74 billones de pesetas de mayor renta y va a afectar además de forma diferente a países y empresas europeas. Para España, por ejemplo, es absolutamente indispensable actuar a tiempo.


Las empresas tienen que dar un paso adelante, lanzarse a la Red, aunque teniendo mucho cuidado porque el impacto sectorial es también desigual y se puede estimar tomando cuatro referencias.


En primer lugar, el impacto será mayor o menor tomando como refe­rencia la fragmentación y la disper­sión geográfica del sector. En segun­do lugar, estará referenciado a las características del producto; en ter­cer lugar, a la complejidad, o ineficiencia de las cadenas de distribu­ción; y, por último, muy importante para la Banca, seguros y compañías de comunicación y telecomunicacio­nes, va a estar directamente referen­ciado a la posibilidad de que la infor­mación sea digitalizable.


En función de lo anterior, hagan ustedes su propia reflexión, aunque seguro que ya lo habrán hecho.


Nosotros pensamos que los sectores menos afectados serán cigarros puros, muebles domésticos, herramientas, etcétera. Y los sectores más afectados, para bien o para mal serán los servicios financieros, seguros, software, hardware, comunicaciones, medios de comunicación, aerolíneas, turismo, logística, etcétera. Muchos y variados.



RESPUESTAS AL IMPACTO


¿Cuáles serán las respuestas adecuadas a ese impacto? Vamos a ver cuatro tipos de respuesta prototípicas. Primera: «No hacer nada», es decir, «esto es sólo una moda y además americana». Segunda, «Esto es fácil», basta con trasladar el negocio a la red. Tercera, «Defensiva»: «esto es peligroso, hay que defenderse». Y, cuarta, «Transformadora»: «Esta es una enorme oportunidad»: vamos a aprovecharla para crear valor. Esta es la respuesta que estamos intentando dar en BBVA.


¿Estamos entonces ante una amenaza o ante una enorme oportunidad? Para los malos, los lentos y los rígidos, Internet es una amenaza. En determinados sectores esta amenaza puede plantearse en términos de supervivencia. ¿Y para los nuevos, para los star-up? Para los que sepan convertir una idea en una «verdadera empresa­», también una clara oportunidad. Para la mayoría de estos start-ups (80-90 por ciento) posiblemente habrá una ilusión perdida.


Por tanto, como nos enfrentamos a un cambio decisivo, en muchos sectores habrá ganadores y perdedores. Para ser ganador, hay que transformarse, porque Internet es una palanca de transformación dé la empresa. Y es un error todavía mayor pensar que los «start‑ups» se van a «comer» a todas las buenas empresas actuales. Esas buenas empresas, si tienen lo que hay que tener, tienen por delante un brillante futuro.


Estamos tremendamente esperanzados con la oportunidad que se está abriendo ante nosotros. Una oportunidad también para un país como España, en un momento singularmente positivo de su historia. Si las empresas españolas han hecho lo que han hecho, en tan poco tiempo, en América Latina, ¿por qué no lo van a hacer en este «Nuevo Mundo» de la Nueva Economía?


Venimos de atrás, pero vamos claramente para arriba. Por eso España y la empresa española tiene que apostar decididamente por Internet, por la economía del conocimiento.


«ABRIR LOS OJOS»


Desde BBVA, les invitamos a «abrir los ojos». Y, a aquellos que no lo hayan hecho ya, a hacer la misma reflexión que ha realizado ya nuestro banco. ¿Tienen ganas e ideas? ¡Adelante.? ¿Son una empresa exitosa? ¡Adelante! ¿Tienen equipos preparados y tecnología? ¡Adelante!


BBVA va a triunfar en E‑business, como antes lo hizo en otros campos. Y vamos a triunfar creando mucho valor. Pero no piensen que somos ciegos o unos ilusos ¡Esto es difícil! No es un juego. Queremos que nuestro E‑volución sea un proyecto sólido y bien construido. Evitando las «cosas que no nos gustan» en el mundo en el que nos estamos adentrando. No me gusta, en primer lugar, que el objetivo de crear una empresa sea hacerse rico y, además, cuanto antes.


No piensen que no valoro lo que han hecho los start‑ups, que han sido protagonistas del despegue en el uso masivo de Internet. Al contrario, lo valoro mucho y expreso mi admiración por ellos. Han demostrado una enorme creatividad, han sido valientes y agresivos, han despertado a los grandes colosos de la «economía real», al menos a los mejores.


En BBVA hemos reflexionado mucho sobre la nueva era del conocimiento, sobre Internet y sobre sus implicaciones. Tenemos una completa estrategia que estamos poniendo ya en marcha, con el máximo sentido de anticipación.


Nos hemos echado al agua y estamos ya lejos de la costa. Les invito a acompañarnos en esta singular travesía. Pero sabemos que tras el puerto al que vamos a llegar habrá otro. Y luego otro. Porque una persona, una empresa, un país, nunca alcanza la cima».


































El anaquel




1 ¿Quién se ha llevado mi Queso?

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2 Parte 10: “Sólo es cuestión de tiempo”59

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