Economia|Mazzali|Algunos criterios guía para la formulación del Scrutinium Paupertatis

ALGUNOS CRITERIOS GUÍA PARA LA FORMULACIÓN DEL SCRUTINIUM PAUPERTATIS A NIVEL PERSONAL Y A NIVEL COMUNITARIO



Ecónomo General



La primera área de animación que se presenta en el Proyecto del Rector Mayor y de su Consejo para el sexenio 2002-2008, en el sector de la economía, es la de la pobreza evangélica, con la precisación de los dos siguientes objetivos, deducidos de la reflexión del CG25:


  1. Promover la austeridad profética en el estili de vida personal de los hermanos y en el de la comunidad.

  2. Cuidar la transparencia y la disponibilidad en el uso del dinero y en el destino de los medios puestos a nuestra disposición por la Providencia.


En referencia al logro del primer objetivo, el programa indica dos intervenciones específicas en particular:

    • estimular la redacción del scrutinium paupertatis en ámbito inspectorial, ofreciendo las modalidades y los criterios para realizarlo y luego para aplicarlo tanto en el ámbito de la vida comunitaria como en el personal;

    • ofrecer orientaciones precisas para la preparación, revisión y evaluación de la parte económica del Directorio Inspectorial, especialmente en relación con el uso y con la disponibilidad de los bienes por parte de los hermanos y de las comunidades,


En referencia al segundo objetivo, ya escribí en el n. 382 de ACG, presentando un material para la revisión de la parte económica del Directorio Inspectorial. En efecto, se ha decidido anticipar las orientaciones que se refieren al segundo objetivo en vista de la celebración de los Capítulos Inspectoriales, en los que, entre otras cosas, se debe proveer a las revisiones necesarias o a nuevas versiones del mismo Directorio en las partes indicadas.

En esta segunda intervención, de acuerdo con el Vicario del Rector Mayor, me ocuparé, en cambio, del primer objetivo, que se refiere directamente al scrutinium paupertatis, que se debe promover como praxis en ámbito personal y comunitario.

Es interesante hacer notar el cuadro espiritual en el que los dos Rectores Mayores, Don Viganò y Don Vecchi, sitúan la experiencia del scrutinium. Don Viganò en su carta “Y María lo acostó en un pesebre” subraya en particular la necesidad de renovar constantemente nuestra respuesta a Dios sobre el camino que conduce al amor: “La revisión, a la vez que asegura la fidelidad a una profesión religiosa concreta que profesamos libremente y de forma pública y eclesial, ilumina y purifica todo un modo de pensar, de proyectar y de actuar en confiada dependencia de Dios y en gozosa solidaridad con los destinatarios” (ACG 345, pág. 33).

Don Vecchi subraya, por su parte, el valor espiritual del scrutinium: “Animo a cada uno de los hermanos, a las comunidades y a los que ejercen el servicio de la autoridad, a vivir el scrutinium más que como un examen de conciencia, como una experiencia del Espíritu, como abandono a su fuego purificador y a su fuerza regeneradora” (ACG 367, pág. 35).

Por tanto, con dos perspectivas complementarias se nos indica la modalidad de fondo para vivir la actitud de la vigilancia, sobre la que se funda la práctica del scrutinium mismo, entendido como disponibilidad personal y comunitaria para dejarse plasmar por el Espíritu, que purifica y renueva las energías de la fidelidad.



1. En el ámbito individual


Individualmente el scrutinium puede asumir diversas formas y realizarse de manera informal; pero también con modalidades más específicas con ocasión del retiro trimestral y de los ejercicios espirituales. El Inspector puede pensar en predisponer un formulario a propósito que se concentre, sobre todo, en aquellos aspectos de la pobreza que tocan en particular la esfera de la persona, de las convicciones y de las actitudes de fondo. Sugiero algunos puntos a tener presentes para el examen espiritual personal:


1.1. Ideas de fondo


- El punto de referencia fundamental es la pobreza, en todas sus dimensiones, entendida como bienaventuranza evangélica. En la línea del testimonio de las bienaventuranzas es importante discernir interiormente sobre los ideales del mundo y la sabiduría del Evangelio, entendida como liberación a través del camino de la cruz;

- el encuentro con Jesús y su seguimiento representan el bien más grande en referencia a los bienes temporales;

- el desapego del corazón es la actitud ascética que traduce en lo cotidiano la referencia a bienes más grandes;

- el desapego del corazón está en la base de la libertad interior respecto de los afectos, la salud, el poder, la conciencia de las propias capacidades y de la propia cultura, y la voluntad;

- la famosa expresión de Don Bosco “la pobreza hay que tenerla en el corazón” subraya que vivir como pobre significa proyectar el misterio de la existencia en el corazón mismo de Dios.


Partiendo de estos puntos-fuerza se pueden formular algunos interrogantes-guía para el examen y la reflexión personal. Tales interrogantes representan una sencilla ejemplificación, sin pretender representar ningún esquema vinculante.


1.2. Interrogantes


1.2.1. Pobreza como seguimiento de Cristo


- Me pregunto ¿si el Cristo vivido como el bien más grande ilumina y plasma mis opciones cotidianas, sobre todo en referencia con aquello de lo que dispongo para mí, para mis hermanos y para los jóvenes?

- Entrar en la pobreza de Cristo: ¿qué significa en este momento concreto de mi vida, en referencia a mi maduración humana, cristiana y a mi identidad de educador y evangelizador?


1.2.2. Pobreza como bienaventuranza y camino de liberación


- ¿Qué traducciones concretas tiene la bienaventuranza de la pobreza en mis actitudes, en mis opciones cotidianas y en mi estilo de vida?

- ¿Estoy en constante actitud de discernimiento para evaluar los pasos cotidianos de mi camino de liberación interior en la serena aceptación del sufrimiento y de la cruz?

- ¿Cuáles son las áreas existenciales que debo todavía “liberar”?

- ¿Dónde experimento mayormente la dificultad del desapego de los bienes, aún siendo necesarios?

- ¿Logro vaciarme de excesivas preocupaciones que se refieren a la salud, a mi bienestar personal, a las cosas de que puedo disponer?

- ¿Me esfuerzo por liberarme, con discernimiento, de las tentaciones del poder, del prestigio, del aplauso a toda costa, de un excesivo apego a mis ideas, de la complacencia consciente en mis capacidades de inteligencia y de voluntad?

- ¿Tengo el valor de llamar por su nombre mis más evidentes contratestimonios en la sobriedad, en el compartir, en la esencialidad?

- ¿Acepto serenamente el depender, doy cuenta con transparencia, considerando estas expresiones concretas de la pobreza como auténtico camino de liberación?


Se pueden añadir naturalmente otras preguntas, con una referencia directa al ambiente particular en que se vive, a las sensibilidades específicas y expectativas que van unidas a la cultura y a las tradiciones.



2. En el ámbito comunitario


Comunitariamente es importante individuar tanto los momentos en que convocar la comunidad, como el clima espiritual, en el que se debe vivir el discernimiento que mueve a determinar la calidad de la vida de la comunidad y las opciones que concurren a determinar tal calidad. Un punto de referencia irrenunciable en el discernimiento comunitario es indudablemente la reflexión del CG25, particularmente la ficha segunda sobre el testimonio evangélico y en ella el n. 35 que se refiere directamente a la “pobreza concreta”.


2.1. Puntos fuertes


2.1.1. Pobreza como comunión en el compartir y en la solidaridad


- El desapego del corazón tiene un valor fundamentalmente positivo como multiplicador de recursos para la comunidad y se convierte en fuente de comunión;

- Ser pobres comunitariamente significa realizar la solidaridad hacia todos, especialmente los más pobres, con el mismo amor de Cristo y con el estilo de Don Bosco;

- Un compartir bajo todos los aspectos, sea en referencia a las personas con quienes compartir, sea en referencia a los bienes que compartir, da un sentido concreto a la solidaridad;

- La pobreza evangélica comporta también la presencia física en medio de los pobres, el compartir condiciones de vida y de esfuerzo para mejorarlas.


2.1.2. Pobreza y misión salesiana


- La pobreza encuentra su expresión concreta en el servicio, en la entrega a los jóvenes.

- El desapego del corazón libera en el salesiano y en las comunidades las energías más nobles para servir a los hermanos.

- El desapego expresa su pobreza buscando recursos y poniéndolos a disposición de las necesidades de los jóvenes y de los pobres, “colaborando con las persons y los organismos que se comprometen en la promoción social y luchan por la justicia” (CG25, 35).

- La pobreza salesiana implica una gran confianza en la Providencia, pero también aquella audacia que tuvo Don Bosco para buscar los medios para poder trabajar.

- Viviendo la pobreza la comunidad salesiana da testimonio de ella a los jóvenes, educándolos en el uso correcto de los bienes y en la promoción de la justicia social.


2.1.3. Pobreza como trabajo


- Expresión privilegiada de nuestra pobreza es el trabajo del salesiano y de la comunidad, que actualiza, en los contextos más diversos, nuestra espiritualidad de la acción apostólica.

- El trabajo, en nuestra tradición espiritual, es expresión de realización humana, expresa un testimonio creíble de vida y ofrece un claro mensaje educativo.

- El trabajo en “clave salesiana” tiene un indispensable valor comunitario, en cuanto representa un compromiso vivido en la obediencia y compartido con otros hermanos.

- Trabajar, para Don Bosco, significa comprometerse en las modalidades más diversas para realizar la misón salesiana; esto comporta tanto los compromisos de alta responsabilidad como las ocupaciones y “los servicios más humildes” (CG25, 35).


2.1.4. Pobreza como templanza


- La templanza expresa la dimensión penitencial de la misión salesiana y contribuye a configurar una comunidad en la que trabajan coordenadamente personalidades libres y maduras.

- La templanza mantiene a cada hermano y a las comunidades entrenadas, libres de ataduras o preocupaciones que hacen pesada y debilitan la entrega a los destinatarios.

- La templanza ayuda a vencer el activismo, fin a sí mismo y muchas veces expresión de individualismo y de falta de equilibrio.

- La templanza tiene en cuenta tanto las relaciones interpersonales como el propio estilo de vida personal y encuentra su ser concreto en la sencillez y en la esencialidad.


2.1.5. Pobreza como austeridad y uso transparente del dinero


- La pobreza se expresa en un concreto testimonio de austeridad a través de un estilo de vida comunitario sencillo, sobrio, modesto y respetuoso del nivel social y económico del ambiente en que se vive.

- El uso transparente del dinero y de los medios que la Providencia pone a nuestra disposición es un aspecto de nuestra pobreza.


2.1.6. Pobreza y prudente administración


- La pobreza mira directamente al deber de administrar con cordura, corrección y transparencia, respetando las leyes tanto canónicas como civiles.

- Administrar con espíritu de auténtica pobreza significa gestionar con perspicacia y prudencia, orientando los recursos disponibles a la misión juvenil.

- Un criterio fundamental que regula la administración salesiana es la solidaridad entendida en todas sus acepciones.


Me parece que la lectura atenta del más reciente magisterio salesiano pone en claro, con gran convergencia, estos puntos fuertes que he querido volver a proponer de modo esquemático. He presentado también algunos interrogantes, a modo de ejemplos, para orientar mejor al Inspector y a su Consejo en la elaboración del scrutinium paupertatis para las comunidades y para cada uno de los hermanos.


El iter a seguir podría ser el siguiente: una pequeña comisión repasa e integra una primera redacción hecha por un hermano oportunamente encargado por el Inspector. El material reelaborado por la comisión será examinado por el Consejo Inspectorial, que entregará luego a las comunidades un instrumento oficial con las indicaciones metodológicas para su utilización. Que la Auxiliadora nos asista y nos guíe en el deber de traducir al hoy nuestra fidelidad a Dios, según el modelo de pobreza transparente y de audacia inteligente que nos ha dejado nuestro Padre Don Bosco.